Biografía[editar
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Montaigne nació cerca de Burdeos, en un chateau propiedad de su
familia paterna, el 28 de febrero de 1533. Su familia materna, de ascendencia
judía portuguesa, provenía de judeoconversos aragoneses, los
López de Villanueva, documentados en la judería de Calatayud,
tres de los cuales fueron quemados por la Inquisición, incluido su
bisabuelo Pablo López en 1491. La familia paterna de Michel (los Eyquem)
gozaba de una buena posición social y económica y él
estudió en el prestigioso Collège de Guyenne de Burdeos.
Infancia[editar · editar código]
Recibió de su padre, Pierre Eyquem, alcalde de Burdeos, una
educación a la vez liberal y humanista: recién nacido fue enviado
a vivir con los campesinos de una de las aldeas de su propiedad para que
conociera la pobreza. A los pocos años de vida, de vuelta en su
castillo, le despertaban siempre con música, y para que aprendiese
latín, su padre contrató un tutor aleman que no hablaba
francés y prohibió que los empleados se dirigieran al niño
en francés; así, no tuvo contacto con esta lengua durante sus
primeros ocho años de vida. El latín fue su lengua materna; luego
se le enseñó griego y después que lo dominó por completo
comenzó a escuchar francés.1
Trabajo como magistrado[editar · editar código]
Entonces se le envió a la escuela de Burdeos y allí
completó en sólo siete años los doce años
escolares. Se graduó después en leyes en la Universidad. Sus
contactos familiares legranjearon el cargo de magistrado de la ciudad y en ese
puesto conoció a un colega que sería su gran amigo y
corresponsal, Étienne de La Boétie. Los siguientes doce
años (1554-70) los pasó en los tribunales.
Humanista y escéptico: los Ensayos[editar · editar código]
Admirador de Virgilio, Séneca, Plutarco y Sócrates, fue un
humanista que tomó al hombre, y en particular a él mismo, como
objeto de estudio en su principal trabajo, los Ensayos (Essais) empezados en
1571 a la edad de 38 años, cuando se retiró a su castillo.
Escribe que «Quiero que se me vea en mi forma simple, natural y
ordinaria, sin contención ni artificio, pues yo soy el objeto de mi
libro». El proyecto de Montaigne era mostrarse sin mascaras,
sobrepasar los artificios para desvelar su yo mas íntimo en su
esencial desnudez.
Junto con Francisco Sanchez, fue el principal defensor del escepticismo
en el Renacimiento tardío. Fue un crítico agudo de la cultura, la
ciencia y la religión de su época, hasta el punto de que
llegó a considerar la propia idea de certeza como algo innecesario. Su
influjo fue colosal en la literatura francesa, occidental y mundial, como
creador del género conocido como ensayo.
Guerras de religión: moderador[editar · editar código]
Durante la época de las guerras de religión, Montaigne,
católico él mismo, pero con dos hermanos protestantes,
trató de ser un moderador y de contemporizar con los dos bandos
enfrentados. Le respetaron como tal el católico Enrique III y
elprotestante Enrique IV. De 1580 a 1581, viajó por Francia, Alemania,
Austria, Suiza e Italia, llevando un diario detallado donde describió
episodios variados y las diferencias entre las regiones que atravesaba. Sin
embargo, este escrito sólo llegó a ser publicado en 1774, con el
título Diario de viaje.
Mientras estaba en Roma, en 1581, fue elegido alcalde de Burdeos; su padre
Pierre Eyquem había sido ya alcalde de esta villa, que Michel
rigió hasta 1585, cuando intentó moderar las tensiones entre
católicos y protestantes. Hacia el fin de su mandato, la peste asedió
la ciudad.
Rehusó la Corte[editar · editar código]
Cuando Enrique IV, otra vez rey y con quien él sostuvo siempre una
relación amistosa, le invita a la Corte como consejero, rehusando el
papel de un nuevo Platón en la corte del tirano Dionisio de Siracusa,
declinó tan generosa proposición: «Yo no he recibido
jamas ninguna generosidad por parte de los reyes, que no he pedido ni
merecido, ni he recibido paga alguna por los pasos que he dado en su servicio.
[] Soy, 'Sire', tan rico como me imagino».
«¿Qué sé yo?»[editar · editar
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Montaigne continuó extendiendo y revisando sus Ensayos hasta su muerte,
acaecida en 1592 en el castillo que lleva su nombre, en cuyas vigas del techo
hizo grabar sus citas favoritas. El lema, mote o divisa de su torre era
«Que sais-je?» («¿Qué sé yo?» o
«¿Yo qué sé?»), y mandó acuñar
con él una medalla con una balanza cuyos dos platos se hallaban
enequilibrio.
Estatua en el Barrio Latino de París[editar · editar
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Su estatua, levantada en la década de 1930, y que se encuentra en la
Square Paul Painlevé, del céntrico Barrio Latino de París,
sirve como un amuleto de la suerte para los estudiantes de La Sorbonne que se
encuentra justo en frente, y quienes, antes de los examenes, tocan el pie
derecho de la estatua.2
Su obra[editar · editar código]
Artículo principal: Ensayos (Montaigne).
Michel de Montaigne, por Daniel Dumonstier.
Montaigne escribió con pluma festiva y franca, revolviendo un
pensamiento con otro, «a salto de mata». Su texto esta
continuamente esmaltado de citas de clasicos grecolatinos, por lo cual
se excusa haciendo notar la inutilidad de «volver a decir peor lo que
otro ha dicho primero mejor». Obsesionado con evitar la
pedantería, omite a veces la referencia al autor que inspira su
pensamiento o que cita y que, de todas formas, es conocido en su época.
Anotadores posteriores suplieron esta menudencia.
Considera que su fin es «describir al hombre, y en particular a mí
mismo [] y se encuentra tanta diferencia entre mí y yo mismo que
entre yo y otro». Juzga que la variabilidad y la inconstancia son dos de
sus características esenciales. «No he visto nunca tan gran
monstruo o milagro como yo mismo». Se refiere a su pobretona memoria y su
capacidad para ahondar lentamente en los asuntos rodeandolos en espiral
para no implicarse emocionalmente, su disgusto ante los hombresque persiguen la
celebridad y sus tentativas para desasirse de las cosas del mundo y prepararse
para la muerte. Su célebre mote o divisa, Que sais-je?, que puede
traducirse por ¿Qué sé yo? o ¡Yo qué
sé! refleja bien a las claras ese desapego y ese deseo de interiorizar
en su rico mundo interior y es el punto de partida de todo su desarrollo
filosófico.
Montaigne muestra su aversión por la violencia y por los conflictos
fratricidas entre católicos y protestantes (pero también entre
güelfos y gibelinos) cuyo conflicto medieval se agudizó durante su
época. Para Montaigne es preciso evitar la reducción de la
complejidad en la oposición binaria y en la obligación de escoger
bando, privilegiar el retraimiento escéptico como respuesta al
fanatismo. En 1942, Stefan Zweig dijo de él: «A pesar de su
lucidez infalible, a pesar de la piedad que le embargaba hasta el fondo de su
alma, debió asistir a esta despreciable caída del humanismo en la
bestialidad, a alguno de esos accesos esporadicos de locura que
constituyen a veces lo humano. [] Esa es la verdadera tragedia de la vida de
Montaigne».
Mientras que algunos humanistas creían haber encontrado el Jardín
del Edén, Montaigne lamentaba la conquista del Nuevo Mundo en
razón de los sufrimientos que aportaba a los que por ella eran
subyugados mediante la esclavitud. Hablaba así de «viles
victorias». Se encontraba mas horrorizado por la tortura que sus
semejantes infligían a unos seres vivos que por el canibalismo deesos
mismos amerindios a los que se llamaba salvajes.
Tan moderno como muchos de los hombres de su tiempo (Erasmo, Juan Luis Vives,
Tomas Moro, Guillaume Budé), Montaigne profesaba el
relativismo cultural, reconociendo que las leyes, las morales y las religiones
de diferentes culturas, —aunque a menudo diversas y alejadas en sus
principios— tenían todas algún fundamento. «No
cambiar caprichosamente una ley recibida» constituye uno de los
capítulos mas incisivos de los Ensayos. Por encima de todo,
Montaigne es un gran seguidor y defensor del Humanismo. Si cree en Dios,
rehúsa toda especulación sobre su naturaleza y, ya que el yo se
manifiesta en sus contradicciones y variaciones, piensa que debe ser despojado
de creencias y prejuicios que lo extravíen.
Sus escritos se caracterizan por un pesimismo y un escepticismo raros en la
época renacentista. Citando el caso de Martin Guerre, piensa que la
humanidad no puede esperar certidumbres y rechaza las proposiciones absolutas y
generales. Su escepticismo se expone sobre todo dentro del largo ensayo
Apología de Raymond Sebond (Raimundo Sabunde), capítulo 12, libro
segundo, frecuentemente extraído y publicado aparte de los Ensayos. En
su opinión no podemos creer nuestros razonamientos porque los pensamientos
nos aparecen sin acto volitivo; no los controlamos, no tenemos razón
para sentirnos superiores a los animales. Nuestros ojos no perciben mas
que a través de nuestros conocimientos:
Si preguntais a laFilosofía de qué materia es el cielo y
el sol, ¿qué os respondera ella sino de hierro o, con
Anaxagoras, de piedra o tal estofa según nuestra costumbre? []
Que plazca un día a la Naturaleza abrir su seno y hacernos ver
propiamente los medios y guía de sus movimientos, y fijemos allí
nuestros ojos! ¡Oh, Dios! ¡Qué desvíos, qué
vacíos encontraríamos en nuestro pobre saber!
Michel de Montaigne, Ensayos
Juzga el matrimonio como una necesidad para permitir la educación de los
niños, pero piensa que el amor romantico es un atentado contra la
libertad del individuo: «El matrimonio es una jaula: los pajaros
fuera desesperan por entrar, pero los de dentro desesperan por salir».
En definitiva, propone en materia educativa la entrada al saber por medio de
ejemplos concretos y de experiencias antes que por conocimientos abstractos
aceptados sin crítica alguna. Rehúsa, sin embargo, convertirse
él mismo en un guía espiritual, en un maestro de pensamiento: no
tiene una filosofía que defender por encima de las demas,
considerando que la suya es únicamente una compañía en la
búsqueda de identidad.
La libertad de pensamiento no se plantea como modelo, pues simplemente ofrece a
los hombres la posibilidad de hacer emerger en ellos el poder de pensar y de
asumir esta libertad: «La que enseña a los hombres a morir como se
aprende a vivir».
Ediciones de Montaigne[editar · editar código]
El Ejemplar de Burdeos de 1588, sobre el cual el autor acumuló
correcciones yadiciones hasta su muerte cuatro años después,
considerado como su última voluntad literaria.
Montaigne dio a la imprenta de Burdeos en 1580 los dos primeros libros de sus
ensayos. Para una nueva edición, Montaigne anotó profusamente un
ejemplar de sus obras de 1588, conocido como Ejemplar de Burdeos, con
centenares de nuevos comentarios, ampliaciones y matizaciones, pero la muerte
le sorprendió antes de poder entregarlo al editor. Su admiradora, Marie
de Gournay, tomó el texto y lo editó para la versión que
se publicó en 1595. Del Ejemplar de Burdeos se hicieron todas las
ediciones y traducciones posteriores desestimando la edición de De
Gournay.
En España, salvo algunos intentos parciales de Francisco de Quevedo en
el siglo XVII, tradujo por primera vez el Ejemplar de Burdeos Constantino
Roman Salamero en 1898. De él se hicieron también las
mejores traducciones al español del siglo XX, la de María Dolores
Picazo o la de Marie-José Lemarchand. La mas reciente de Jordi
Bayod, por el contrario, se funda en la edición crítica de la de
Marie de Gournay en 1595 que ha realizado La Pléiade, pues la
crítica ha llegado a la conclusión de que el Ejemplar de Burdeos
fue una mera copia de trabajo y De Gournay editó un manuscrito
posterior.
En 1947 se publicó una edición resumida de los Ensayos, ilustrada
por Salvador Dalí y cuyos textos fueron igualmente elegidos o
supervisados por el famoso pintor. Esta edición en inglés se
destinó al mercado estadounidense.