De nuevo toca abrir el foco más allá de Europa. Superada la crisis, el núcleo
más dinámico de la economía europea se instala en torno al mar del Norte, desde
donde Holanda e Inglaterra se proyectan hacia el Atlántico y el Índico, con una
papel importante reservado a España por su relación con América, y a Francia,
potencia territorial en el continente, que también trata de abrirse un hueco en
el dominio de los mares. Porque será ahí, en el comercio de ultramar donde se
hará más presente el avance del capitalismo.
Entonces alcanzó su madurez un complejo sistema de
intercambios (figura 4.3). La plata americana
servía para saldar el déficit crónico del
comercio con Asia. Por su parte, la
explotación de las plantaciones americanas, ante la escasez de mano de obra
indígena, recurrió cada vez más a los esclavos africanos. A
su vez, América exportaba productos primarios que Europa pagaba con manufacturas
y alimentos elaborados. A mediados del siglo XVII, en vísperas del
auge del comercio mundial que se consolidaría
en el XVIII, se habían sentado los cimientos del protagonismo de Europa en el mundo.
Aunque la minería del
oro y de la plata ha oscurecido el resto de las actividades económicas
desarrolladas en la América española, desde el primer momento abundaron los
intercambios. Desde Europa se introdujeron cereales y ganado, que pronto
generaron productos de exportación, como los cueros. Y sobre todo el
azúcar, el producto estrella de la economía colonial, introducido porlos
españoles en el Caribe, del que hacia 1580 se remitían a Sevilla 370 toneladas
anuales. Los portugueses introdujeron la caña en Brasil a mediados del siglo
XVI, y las exportaciones crecieron de 2.000 toneladas anuales en la década de
1560 hasta superar las 8.000 hacia 1610. La demanda de azúcar, limitada
inicialmente a los ricos, creció con rapidez en Europa durante
el siglo XVII, estimulando la expansión inglesa y francesa en el Caribe. Las
plantaciones azucareras comenzaron a emplear esclavos
africanos. Los portugueses dominaron este siniestro y
lucrativo tráfico, mediante el llamado asiento de negros, un monopolio
concedido por la corona con bases en el golfo de Guinea
(Elmina) y Angola (Luanda). Sin embargo, en
el segundo tercio del
siglo XVII, holandeses e ingleses comenzaron a romper este monopolio. En
sentido inverso, la aclimatación de productos americanos en Europa, y muy
especialmente el maíz, un cereal con mayores rendimientos
por hectárea que los tradicionales, tuvo repercusiones de importancia en
algunas regiones europeas ya a fines del XVI.
Castellanos y portugueses dominaron la primera fase de exploración y
colonización, hasta aproximadamente 1570; a partir de entonces comenzaron a
ceder frente a la competencia de Holanda y Gran Bretaña, apoyadas en su
potencial marítimo y manufacturero.
Los holandeses se introdujeron en el comercio colonial aprovechando la
decadencia de Amberes, principal emporio durante buena
parte del
siglo XVI. En el Atlántico, la Compañía Holandesa de las
Indias Occidentales (no confundir con la de las Indias orientales) amenazaba
losintereses ibéricos, ya que Portugal y España estuvieron bajo una única
corona entre 1580 y 1640. Su objetivo era hacerse con los cargamentos de
metales preciosos y establecer colonias permanentes en el Caribe y Sudamérica,
incorporándose además al tráfico de esclavos. Para
ello disputó militarmente a los portugueses varios enclaves
en Brasil y África. La penetración en el Índico avanzó tras la constitución de
la Compañía Holandesa de las Indias Orientales (VOC) en 1602, que reunió los
capitales y apoyos políticos necesarios. La conquista del puerto estratégico de
Batavia (actual Yakarta) en 1619 permitió a los holandeses consolidar una
fuerte posición en Asia, y eliminar la competencia portuguesa en el tráfico de
especias -la tabla 4.11 muestra que la pimienta era el principal renglón de las
importaciones-. Asimismo, ello le permitió imbricarse cada
vez más en el comercio intrasiático. De este
modo, podía maximizar el beneficio con un mínimo de metales preciosos (los
asiáticos exigían el pago en plata). Se vendían tejidos de algodón indios en el
Sudeste asiático a cambio de cargamentos de especias, sedas, índigo y otros productos
del
comercio con China y Japón. La combinación de la fuerza militar y ciertas
ventajas mercantiles convirtieron a los holandeses, como ya lo eran en
Europa, en intermediarios de una compleja red de circuitos. Gracias a ello, las acciones de la VOC doblaron su cotización en la
década de 1630.
Los ingleses también pugnaron por su parte en el pastel del comercio
ultramarino. En las últimas décadas del
siglo XVI la rivalidad con españoles y portugueses fomentó unapiratería
oficialmente amparada, que suponía cerca del
10 por 100 de las importaciones totales. Pero lo que impulsó la colonización en
la América del norte no sólo fueron el oro y la plata, sino cada vez más otros
productos, como
pieles y pesca. Los inicios de esas colonias fueron muy difíciles, lo que
explica que se poblaran con perseguidos por razones religiosas y reclusos. La
introducción de la planta de tabaco supuso un cambio
importante. Tras la fundación de la Virginia en 1607, se
introdujo su cultivo, lo que propició la rápida expansión de la colonia y la
llegada de más colonos. De 10.000 habitantes de 1629 Virginia pasó a cerca de 100.000 a mediados
de siglo, crecimiento que fue paralelo al de la exportación de tabaco: 50.000
libras en 1618, diez veces más en 1628, y más de 1,8
millones hacia 1640. Aunque a corto plazo esta expansión amenazó los precios, a
la larga abrió enormes expectativas: el tabaco, como el azúcar y más
tarde el té, se convirtió en un artículo de consumo masivo. En otras zonas de
América del norte, como en Nueva Inglaterra, surgieron enclaves dedicados a la
pesca, la explotación forestal y la construcción naval, dirigidos a veces hacia
los mercados de España y las Indias Occidentales.
En Asia, la Compañía de las Indias Orientales (1599) protagonizó la penetración
inglesa, con un papel menor frente a los holandeses, que lograron excluirles,
no sin conflictos, del comercio de especias. Los ingleses se centraron en
importar mercancías de la India,
como
tejidos de algodón (calicós) y especialmente índigo y salitre. Como
sus competidores, trataron tambiénde introducirse en los circuitos del
comercio asiático para reducir al mínimo las importaciones de metales
preciosos.
Para terminar, debe plantearse la importancia de la expansión colonial
para el desarrollo capitalista en Europa. Durante años se ha sostenido
que la explotación de las colonias fue esencial en la acumulación de capitales,
sobre la base de unos intercambios muy desiguales. Más recientemente, autores como Patrick O’Brien lo han
cuestionado, señalando que los ingresos coloniales representaban un porcentaje
pequeño del
producto europeo antes de 1750. Con todo, y aún reconociendo que las
transformaciones europeas tienen raíces en su mayor parte internas, no es menos
cierto que la expansión ultramarina supuso importantes incrementos de los
inputs, modificó pautas de consumo y abrió sectores de negocio (economías de
plantación, minería colonial, comercio asiático) con posibilidades de
acumulación a una escala desconocida hasta entonces. El auge de núcleos como
Sevilla, Lisboa o Ámsterdam no podría entenderse sin esta apertura de Europa al
mundo. La historia del éxito europeo no se entiende sin considerar su comercio
con Asia, y éste a su vez tiene su clave en la explotación de las minas y las
plantaciones americanas, con el trabajo forzado de esclavos africanos o
indígenas sometidos.