“DEJAR
CAER EL AGUA”.
Comentarios al libro de KAUFMANN, Carolina El fuego, el agua
y la Historia. La Dictadura en los escenarios educativos: memorias y
desmemorias. Editorial Libros del Zorzal. Buenos Aires. Año 2008; 134 paginas.
Es común encontrar expresiones que denuncian
la insistente lejanía entre los discursos de los
“especialistas” de la educación y el devenir cotidiano en
las escuelas; pues bien, este libro, parte de la colección
“Formación Docente-Historia” , se
propone encarnar su contrario tomando referencias tanto de los desafíos
que surgen en un salón de clases como aquellos que hacen al tratamiento
teórico-metodológico de fuentes históricas a requerimiento
de la investigación académica. Sin desestimar las diferencias
ciertas que conllevan el quehacer docente y la producción
sistematica de conocimientos, el texto esta pensado y organizado como
una promesa de conexión entre los significativos avances en el campo de
la Historia reciente de la Educación y la formación de los
profesores que tienen la tarea de mostrar, abrir y resignificar los procesos
históricos ocurridos durante la última dictadura militar en
Argentina (1976-1983).
Desde sus primeras líneas, el libro nos lleva a revisar datos de la
realidad respecto del
nivel y características de las demandas didacticas y/o
institucionales para una política de orientación sobre la
enseñanza del
pasado reciente. En todo caso, Carolina Kaufmann desliza su
importanciaapostando a enunciar un inventario de
prevenciones sobre sus potenciales dificultades didacticas. Mejor decir, es la autora quien insta a la puesta en juego de los
nuevos saberes disciplinares ofertando incansablemente las novedades
teóricas y metodológicas que conforman múltiples y
diversas herramientas que pueden ser ensayadas.
Sus prevenciones se articulan a una metódica promoción de
dispositivos con los que ya se cuenta para escapar a una
“pedagogía del silencio”
reunidas bajo un potente hilo conductor: no caer en una
imposición de efeméride sino entramarse en una
“didactica crítica de la Historia”. Lejos de intentar
fundar un imposible tal y como una “didactica de la
memoria”, esta autora busca traernos a los retos aulicos (aunque
no solo éstos) que supone la implementación de los dispositivos
“habladores” de las memorias en nuestras instituciones.
Al respecto, Kaufmann expone una tensión capital formulada en las
palabras de Darío Barrieda (2005): “Pensar que la existencia de un
pozo de agua cerca de un foco de fuego implica la automatica
extinción de un incendio, es un razonamiento de una torpeza
repugnante” (2008:12; 75). No sera entonces casual observar el uso
frecuente de términos tales como “surcos”,
“caminos”, “huellas”, “atajos”…
registros del lenguaje que indican una marca en el terreno por donde,
precisamente, el agua pueda escurrirse y des-empantanarse.
El primer capitulo se titula: “Si la memoria no tuviese llaves”,
expresión que recupera unapregunta cargada de anhelo (de justicia,
reparación, encuentro) que hiciera el poeta Juan Gelman. Y aunque se
trate de un enunciado que en nada se corresponde con
sus efectivos mecanismos de funcionamiento, el texto “la deja
entrar” a sabiendas de que tal condicional existe de forma innegable; la
memoria no sólo tiene llaves sino que a cada una le corresponde una
puerta y no siempre otra. Partiendo de la sustancial
diferencia entre los olvidos benéficos manipulados para la supervivencia
(Ricoeur, 1999) y las estrategias políticas de censura que sostienen la
impunidad, la autora se aboca a presentar las diferentes formas de acceso a
la(s) memoria(s) en amplia variedad de soportes discursivos, visuales y
documentales.
Ahora bien, no obstante los esfuerzos individuales, institucionales y
comunitarios, el texto no deja en igualdad de importancia el rol y la
responsabilidad del Estado en este asunto. En este
sentido, es interesante el lugar que otorga a las “políticas de la
memoria” con una perspectiva que, a la vez que repulsa toda
intención “totalitaria”, reconoce que tienen la virtud de
medir el grado en que la sociedad se responsabiliza o se des-responsabiliza por
su Historia (Huyssen; 2000).
En el segundo capitulo explicita que “enseñar es ante todo
ilustración e iluminación”; (Adorno, 1998) “Dar
señas, mostrar, informar, documentar, cuya transmisión siempre
sera un atravesamiento que demandara reinterpretaciones y
resignificaciones autónomas, nodirigidas” (1998 ).
En virtud de alcanzarlo, expresa la necesidad de alejarse de
toda intencionalidad “pragmatica-profilactica” como también del
saturado discurso de “conocer para no repetir” (ilusión
equivalente a sostener que el fuego no regresara sólo porque ya
aprendimos que el agua lo apaga); desde ya, la escuela debe ser liberada de
tamaña empresa.
Siguiendo la perspectiva historiografica trazada por Adorno, Arendt y
Todorov en cuanto al problema de la “enseñanza” del pasado
autoritario, Kaufmann se aleja tanto de una estética morbosa que enumere
matanzas, torturas y dolores, como también de aquellas visiones
cristalizadas a modo de discursos edificantes; por cuanto ambas se precipitan
sobre lo que “debe enseñarse” sin propiciar una
analisis conectivo entre pasado y presente. Por tanto, el punto central
de su propuesta se anuda tanto en la comprensión de las matrices del
autoritarismo como en la localización de sus “proximidades”,
al decir de Gregorio Kaminsky (1994) ó en palabra de la autora:
“en las ramificaciones del uso y de los abusos del poder”
(2008:46).
Por otro lado, cabe subrayar el siguiente concepto: las declaradas pretensiones
de emancipación y autonomía no deben confundirse con ningún
tipo de eximición de rigurosidad tanto para “al dominio
disciplinar de la Historia como el marco didactico de su
enseñanza” (2008:44); para Kaufmann, enseñar Historia, y
ésta en particular poblada de traumas, olvidos, complicidades y
extrañamientos, es un desafíoque merece atención y
precisión. El lector podra comprender por
qué no todos los retos son iguales y cómo su
identificación y discernimiento conlleva especiales vigilancias
(fundamentalmente éticas) y estrategias
teórico-metodológicas que el texto despliega desde
múltiples referencias bibliograficas.
En sintonía con lo anterior, el tercer capitulo acentúa las
muchas dimensiones que no pueden ausentarse al momento de diseñar los
dispositivos didacticos; a tales efectos, presenta un
extenso listado que describe como
“(…) sugerencias y ciertos recaudos metodológicos al alcance
de los docentes” (2008:66). Y, aun cuando explicita su rechazo o
alejamiento de toda posición prescriptiva, observamos que no lo logra
del todo, pero ello resulta ser precisamente lo mas recomendable de esta
bibliografía, pues, en este caso, las llamadas
“prescripciones” no se emparentan con ningún tipo de
subestimación o negación de otras practicas y saberes sino que se
exponen en pro de una concreta contribución, apoyatura y trabajo
mancomunado; abrir un juego que tiene reglas, que necesita rigor para
“jugarse”.
Es un libro “disponedor”, se pone a
disposición y “dispone” a quien lo recorre. Como
bien señala G. Frigerio en el prólogo, el texto opera como
un guion pero sin erigirse en un “guion adaptado”. Kaufmann acentúa enfaticamente que ello sera
tarea docente, condiciones escolares/comunitarias, historias privadas,
políticas culturales de construcción de la memoria.
El capitulofinal se aboca a destacar la labor de los museos, de producciones
artísticas, concursos nacionales y cortos-documentales realizados desde
el año 2006, “activados” a propósito del 30º aniversario del inicio de la dictadura en Argentina. Estas “vanguardias
estéticas”, como
las llama, se vislumbran como
un recurso privilegiado para entrever los cruces contemporaneos entre
memoria y educación. Asimismo, se rescatan un
conjunto de dispositivos urbanos (en su gran mayoría no gestados en el
ambito escolar o siquiera pensados a tales fines) con el objeto de interrogarlos
en su propia constitución-acción, advertir sus sentidos y
significados, contemplar sus efectos y no-efectos políticos y
socioculturales en la construcción y fortalecimiento de la memoria
colectiva. En síntesis, “escenarios”, dira Kaufmann,
locales, “a la mano”, que bien pueden ser herramientas
complementarias de alta “efectividad
pedagógica”.
Puede decirse que este libro es la expresión de
un estado del
arte que se ha corrido de los estantes académicos para innovarse
también de otros materiales, texturas y atmósferas, sobre lo
dicho, pensado, visto, escuchado y palpado en torno a nuestra Historia
reciente. Un libro que suma para que existan
mas y mejores oportunidades de construir un pensamiento critico en
nuestras escuelas.
El conocimiento ya ha hecho un recorrido y las aulas
estan invitadas; porque el fuego no se apaga por la proximidad del agua, sino
sólo cuando se la deja caer sobre él.