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El estado neoliberal en el Perú
UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS
(UNIVERSIDAD DEL PERÚ. DECANA DE AMÉRICA)
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIA POLÍTICA
ESCUELA ACADÉMICA PROFESIONAL DE DERECHO
DEPARTAMENTO ACADÉMICO DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS
EL ESTADO NEOLIBERAL EN EL PERÚ
MATERIALES DE LECTURA N° 2
CURSO: REALIDAD NACIONAL
LIC. AUGUSTO MARTÍN LOSTAUNAU MOSCOL
LIMA-PERÚ
2014
CONTENIDO
Presentación.
El Estado Neoliberal.
David HARVEY.
Mercado y Neoliberalismo.
Pablo DAVALOS.
Las Relaciones Estado-Sociedad en el Perú: Un Examen
Bibliografico.
Gonzalo PORTOCARRERO.
Reestructuración Neoliberal del Estado Peruano, Industrias Extractivas y
Derechos sobre el Territorio.
Vladimir PINTO.
PRESENTACIÓN
El siguiente documento que lleva como título EL ESTADO NEOLIBERAL EN EL
PERÚ (Materiales de Lectura N° 2), ha sido elaborado como un texto
de lectura obligatoria para los alumnos del curso REALIDAD NACIONAL del primer
año de la FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIA POLÍTICA de la
UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS, siendo su principal objetivo:
Analizar, sistematizar e interpretar la presencia y el desarrollo del Estado
Neoliberal en el Perú, comprendiendo sus relaciones con la Sociedad.
Es por ello que, para mejorar nuestra comprensión sobre este aspecto,
reproducimos el artículo EL ESTADO NEOLIBERAL de David Harvey, donde
sostiene que “De acuerdo con la teoría, el Estado neoliberal
debería favorecer unos fuertes derechos de propiedad privada individual,
el imperio de la ley, y las instituciones del libre mercado y del libre
comercio”, es por ello que “Los defensores de la
teoríaneoliberal son particularmente constantes en la búsqueda de
la privatización de activos. La ausencia de claros derechos de propiedad
privada –como ocurre en muchos
países en vías de desarrollo- es considerada una de las mayores
barreras institucionales al desarrollo económico y a la mejora del bienestar
humano”. Para el Estado Neoliberal lo mas importante es la defensa
de la propiedad privada, por ello, en el Perú, a partir de la
década de 1990, se legisló para lograr la consolidación de
este dogma neoliberal.
En MERCADO Y NEOLIBERALISMO, Pablo Davalos sostiene que “El
mercado como construcción teórica
que justifica un determinado tipo de racionalidad y una determinada
practica histórica, es mas bien un proceso reciente, e
íntimamente vinculado a la corriente teórica del neoliberalismo. Las reflexiones de
Rorty, Nozick, Bell,
entre otros, apuntan a legitimar el mercado a partir de la
deslegitimación del Estado. Un proceso que en realidad no tiene sustento
teórico. La oposición entre el mercado y el Estado es una
transliteración de la oposición entre Estado y sociedad civil que
caracterizó al derecho positivo a inicios de la modernidad, y que tiene
como base la constitución del principio de soberanía y la
formación del poder político del Estado moderno”. Esto, en
la practica, se presentó en el Perú desde los inicios de
la década de 1980 cuando el economista Hernando de Soto sostenía
la incapacidad del Estado para solucionar los problemas del país,
presentando como única alternativa la participación de la empresa
privada. LAS RELACIONES ESTADO-SOCIEDAD EN EL PERÚ: UN EXAMENBIBLIOGRAFICO
del sociólogo Gonzalo Portocarrero, es el tercer texto. En él, el
autor sostiene que es necesario tener tres lecturas de esta complicada
relación, las cuales serían “En la primera se discuten los
textos que tratan sobre la “larga duración”, que se
concentran en los aspectos de fondo de la relación Estado-sociedad. En
la segunda se hace lo propio con los textos que discuten la política y
el sistema político y aportan al tema desde una perspectiva mas
situada y puntual, como es el analisis del régimen
Fujimori-Montesinos. Finalmente, en la última sección, se dialoga
con los textos que examinan situaciones microsociales que, sospechamos,
(re)producen lo macrosocial”. Es decir, pasar de las estructuras a las
coyunturas; d la larga duración a la corta duración.
El último texto es de Vladimir Pinto que lleva como título
REESTRUCTURACIÓN NEOLIBERAL DEL ESTADO PERUANO, INDUSTRIAS EXTRACTIVAS Y
DERECHOS SOBRE EL TERRITORIO, donde sostiene que “Desde su
fundación como república, nuestro país ha privilegiado su
articulación al mercado mundial como proveedor de materias primas; esto
ha determinado un patrón de desarrollo primario-exportador que se ha
reforzado a lo largo del tiempo con elementos simbólicos y
retóricos y por supuesto, con un correlato institucional y
jurídico que es plenamente funcional a los intereses de estos sectores
económicos”. En nuestra historia hemos pasado del
guano al salitre, del
caucho al petróleo, de la azúcar a la harina de pescado, siendo
una constante los minerales. Hemos extraído y exportado, dependiendo
siempre de los mercados internacionales. Son la“prosperidad falaz”
que Basadre interpretó en nuestra historia.
Para la elaboración del siguiente texto hemos contado con el apoyo
crítico y desinteresado de Sylvie Cortijo Pizango, Fiorella Murillo
Ataucuri, Walter Vargas, Erich Vílchez, Frank Reynaga, Víctor Aguirre
y Cynthia Valle, quienes siempre me ayudan a superar los problemas del trabajo
intelectual. Les debo un eterno y sincero agradecimiento aunque, cualquier
error siempre sera mío. Y a todos mis alumnos, quienes con sus
constantes interrogantes y participaciones en clase, ayudan a mejorar las ideas
y mantener el compromiso con las grandes mayorías de este país,
buscando siempre un Perú verdaderamente justo.
Lic. Augusto Martín Lostaunau Moscol.
Lima, Ciudad Universitaria Abril de 2014.
EL ESTADO NEOLIBERAL*
David Harvey
El papel del Estado en la teoría neoliberal es bastante facil de
definir. Sin embargo, la practica de la neoliberalización ha
evolucionado de tal modo que se ha alejado de manera significativa de la
plantilla prescrita por esta teoría. Por otro lado, la evolución
hasta cierto punto caótica y el desarrollo geografico desigual de
las instituciones, los poderes y las funciones estatales experimentado durante
los últimos treinta años sugiere que el Estado neoliberal pueda
ser una forma política inestable y contradictoria.
EL ESTADO NEOLIBERAL EN TEORÍA
De acuerdo con la teoría, el Estado neoliberal debería favorecer
unos fuertes derechos de propiedad privada individual, el imperio de la ley, y
las instituciones del libre mercado y del libre comercio (1). Estos son los
puntos de acuerdo consideradosesenciales para garantizar las libertades
individuales. El marco legal viene definido por obligaciones contractuales
libremente negociadas entre sujetos jurídicos en el mercado. La
inviolabilidad de los contratos y el derecho individual a la libertad de
acción, de expresión y de elección deben ser protegidos.
El Estado, pues, utiliza su monopolio de los medios de ejercicio de la
violencia, para preservar estas libertades por encima de todo. Por ende, la libertad
de los empresarios y de las corporaciones (contempladas por el sistema
jurídico como personas) para operar dentro de este marco institucional
de mercados libres y de libre comercio, es considerada un bien fundamental. La
empresa privada y la iniciativa empresarial son tratadas como las llaves de la
innovación y de la creación de riqueza. Los derechos de propiedad
intelectual son protegidos (por ejemplo, a través de las patentes) de
tal modo que sirvan para estimular cambios tecnológicos. Los incrementos
incesantes de la productividad deberían, pues, conferir niveles de vida
mas elevados para todo el mundo. Bajo la premisa de que «una ola
fuerte eleva a todos los barcos», o la del «goteo o
chorreo››, la teoría neoliberal sostiene que el mejor modo
de asegurar la eliminación de la pobreza (tanto a escala
doméstica como mundial) es a través de los mercados libres y del
libre comercio.
Los defensores de la teoría neoliberal son particularmente constantes en
la búsqueda de la privatización de activos. La ausencia de claros
derechos de propiedad privada –como ocurre en muchos países en
vías de desarrollo- es considerada unade las mayores barreras
institucionales al desarrollo económico y a la mejora del bienestar
humano. La delimitación y la asignación de derechos de propiedad
privada son, a su modo de ver, el mejor modo de protegerse contra la denominada
«tragedia de los bienes comunes» (la tendencia de los individuos a
súper explotar de manera irresponsable los recursos de propiedad común,
como la tierra y el agua). Los sectores económicos anteriormente
dirigidos o regulados por el Estado deben ser traspasados a la esfera privada y
desregulados (liberados de toda forma de interferencia estatal). La competencia
–entre los individuos, las empresas, y entre entidades territoriales
(ciudades, regiones, naciones y agrupamientos regionales)- es considerada una
virtud esencial. Por supuesto, las directrices de la competencia en el mercado
deben ser correctamente observadas. En aquellas situaciones en que estas directrices
no se hallen establecidas claramente o en que los derechos de propiedad privada
sean difíciles de definir, el Estado debe utilizar su poder para imponer
o inventar sistemas de mercado (tales como comerciar con los derechos de
contaminación). Los defensores del neoliberalismo afirman que la
privatización y la desregulación, junto a la competencia,
eliminan los tramites burocraticos, incrementan la eficiencia y
la productividad, mejoran la calidad de las mercancías y reducen los
costes, tanto de manera directa para el consumidor a través de la oferta
de bienes y servicios mas baratos, como indirectamente mediante la
reducción de las cargas fiscales. El Estado neoliberal debería
buscar demanera persistente reorganizaciones internas y nuevos pactos institucionales
que mejoren su posición competitiva como entidad en relación con
otros Estados en el mercado global.
Mientras la libertad personal e individual en el mercado se encuentra
garantizada, cada individuo es responsable y debe responder por sus acciones y
de su bienestar. Este principio se extiende a la esfera del sistema de
protección social, del sistema educativo, de la atención
sanitaria e incluso de las pensiones (la seguridad social ha sido privatizada
en Chile y en Eslovaquia, y existen propuestas para proceder del mismo modo en
Estados Unidos). El éxito o el fracaso personal son interpretados en
términos de virtudes empresariales o de fallos personales (como puede
ser no invertir de manera suficiente en el propio capital humano a través
de la educación) en lugar de ser atribuidos a ningún tipo de
cualidad sistémica (como las exclusiones de clase normalmente atribuidas
al capitalismo).
La libre movilidad del capital entre sectores, regiones y países se
considera un factor crucial. Todas las barreras a esta libertad de movimiento
(como aranceles, ajustes fiscales punitivos, la planificación y los
controles medioambientales, así como otros impedimentos localizados) han
de ser eliminadas, salvo en aquellas areas que son cruciales para los
«intereses nacionales», con independencia de cómo se definan
éstos. La soberanía estatal sobre la circulación de
mercancías y de capitales es entregada en una actitud servicial al
mercado global. La competencia internacional se percibe como algo positivo en
tanto quemejora la eficiencia y la productividad, reduce los precios y, por
consiguiente, controla las tendencias inflacionarias. Por lo tanto, los Estados
deberían buscar de manera colectiva, y negociar entre ellos, la
reducción de las barreras a la circulación del capital entre las
fronteras y la apertura de los mercados (tanto para las mercancías como
para capital) al intercambio global. No obstante, la cuestión de si esto
también se aplica a la fuerza de trabajo, en tanto que mercancía,
resulta polémica. En tanto que todos los Estados deben colaborar para
reducir las barreras al intercambio, deben surgir estructuras de
coordinación como el grupo de los países del capitalismo avanzado
(Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Canada
Japón) conocido como el G7 (y, actualmente, como el G8 tras la
adhesión de Rusia). Los acuerdos internacionales entre los Estados que
garantizan el imperio de la ley y la libertad de comercio, como los que acaban
de incorporarse a los acuerdos de la Organización Mundial de Comercio,
son cruciales para el avance del proyecto neoliberal a escala global.
Los teóricos del neoliberalismo albergan, sin embargo, profundas
sospechas hacia la democracia. El gobierno de la mayoría se ve como una
amenaza potencial a los derechos individuales y a las libertades
constitucionales. La democracia se considera un lujo, que únicamente es
posible bajo condiciones de relativa prosperidad en las que también
concurre una fuerte presencia de la clase media para garantizar la estabilidad
política. Los neoliberales tienden, por lo tanto, a favorecer formas
degobierno dirigidas por elites y por expertos. Existe una fuerte preferencia
por el ejercicio del gobierno mediante decretos dictados por el poder ejecutivo
y mediante decisiones judiciales en lugar de mediante la toma de decisiones de
manera democratica y en sede parlamentaria. Los neoliberales prefieren
aislar determinadas instituciones clave, como el banco central, de las
presiones de la democracia. Dado que la teoría neoliberal se concentra
en el imperio de la ley y en la interpretación estricta de la
constitucionalidad, se infiere que el conflicto y la oposición deben ser
dirimidos a través de la mediación de los tribunales. Los
individuos deben buscar las soluciones y los remedios de todos los problemas a
través del sistema legal.
TENSIONES Y CONTRADICCIONES
Existen algunas areas oscuras así como también puntos de
conflicto en el seno de la teoría general del Estado neoliberal. En
primer lugar, esta el problema de cómo interpretar el poder monopolista.
La competencia a menudo acaba convertida en monopolio o en oligopolio, ya que
las empresas mas fuertes expulsan a las mas débiles. La
mayoría de los teóricos del neoliberalismo no consideran
problematico este aspecto (en su opinión, debería maximizar
la eficiencia) con tal de que no haya barreras sustanciales a la entrada de
competidores (una condición a menudo difícil de llevar a la
practica y que el Estado debe, por lo tanto, salvaguardar). El caso de
los denominados «monopolios naturales» resulta mas espinoso.
No tiene sentido la competencia entre múltiples redes de energía
eléctrica, de sistemas de tuberías para laconducción del
gas, de sistemas de suministro de agua y de tratamiento de las aguas residuales,
o de líneas férreas entre Washington y Boston. En estas
areas, la regulación estatal del suministro, el acceso y la
fijación de precios parece ineludible. Aunque la desregulación
parcial puede ser posible (permitiendo a los productores en competencia
proporcionar electricidad utilizando la misma red o conducir trenes en las
mismas vías, por ejemplo) las posibilidades de que aparezcan
practicas especulativas y abusivas, como demostró sobradamente la
crisis de energía de California en 2002, o de irregularidades y de
confusión extremas, como ha demostrado la situación de los
ferrocarriles britanicos, son muy reales.
El segundo gran ambito de controversia es el relativo a los fallos del
mercado. Éstos se producen cuando los individuos y las
compañías eluden asumir la totalidad de los costes imputables a
su actividad, eludiendo sus responsabilidades al no permitir que el mercado
valore su incidencia mediante el sistema de precios resultante (estas
responsabilidades son, en lenguaje técnico,
“externalizadas”). El tema clasico para abordar este problema
es la contaminación, puesto que los individuos y las
compañías eluden los costes vertiendo gratis sus residuos
tóxicos en el medio ambiente. Como resultado de su actuación,
puede producirse la destrucción o degradación de ecosistemas
productivos. La exposición a sustancias peligrosas o a peligros
físicos en los centros de trabajo puede afectar a la salud de los seres
humanos e incluso reducir la reserva de trabajadores sanos que constituyen la
fuerzade trabajo. Aunque los defensores del neoliberalismo admiten la
existencia del problema y algunos aceptan la necesidad de una limitada
intervención estatal, otros defienden la inacción porque el
remedio sera casi con toda seguridad peor que la enfermedad. Sin
embargo, la mayoría estaría de acuerdo en que, de haber
intervenciones, éstas deben operar a través de los mecanismos del
mercado (mediante cargas o incentivos fiscales, la comercialización de
los derechos de contaminación, y otras medidas similares). Los fallos de
la competencia son tratados de una forma similar. A medida que proliferan las
relaciones contractuales y la subcontratación puede incurrirse en un
incremento de los costes de transacción. El gran aparato de la
especulación de divisas, por tomar sólo un ejemplo, se presenta
como algo cada vez mas costoso a la vez que se vuelve progresivamente
mas fundamental para capturar beneficios especulativos. Igualmente,
emergen otros problemas si, por ejemplo, todos los hospitales en mutua
competencia de una misma región compran el mismo sofisticado equipo que
permanece infrautilizado provocando, de este modo, un aumento de los costes
agregados. En este sentido, la defensa de la contención del gasto
mediante la planificación, la regulación y la coordinación
vinculante por parte del Estado es contundente, pero de nuevo los neoliberales
se muestran profundamente desconfiados hacia este tipo de intervenciones.
Se presume que todos los agentes que actúan en el mercado tienen acceso
a la misma información. Igualmente, se presume que no existen
asimetrías de poder o deinformación que interfieran en la
capacidad de los individuos para tomar decisiones económicas racionales
en su propio interés. En la practica, raramente, si es que alguna
vez, se producen situaciones que se aproximen a esta situación, y esto
tiene notables consecuencias (2). Los jugadores mejor informados y mas
poderosos poseen una ventaja que pueden facilmente explotar para
conseguir todavía mas información y un mayor poder
relativo. Por otro lado, el establecimiento de derechos de propiedad
intelectual (las patentes) estimula el «predominio de la búsqueda
de rentas». Los actores que poseen derechos sobre patentes utilizan su
poder monopolista para fijar precios monopolistas y evitar la transferencia de
tecnología, excepto a un coste muy elevado. Por lo tanto, con el
transcurso del tiempo, las relaciones de poder asimétricas tienden a
incrementarse y no a reducirse, a menos que el Estado intervenga para
contrarrestarlas. La idea neoliberal de un sistema de información
perfecto y de un campo de juego equilibrado para la competencia, parece o bien
una utopía inocente, o bien una forma deliberada de enmarañar los
procesos que conduciran a la concentración de la riqueza y, por
lo tanto, a la restauración del poder de clase.
La teoría neoliberal del cambio tecnológico descansa en la fuerza
coercitiva de la competencia para impulsar la búsqueda de nuevos
productos, de nuevos métodos de producción y de nuevas formas
organizativas. Sin embargo, este impulso pasa a integrarse de manera tan
profunda en el sentido común empresarial, que se convierte en la
creencia obsesiva de que existe unacomponenda tecnológica para todos y
cada uno de los problemas que puedan plantearse. Hasta el punto de que es una
idea incuestionable no sólo en el seno de las compañías
sino también dentro del aparato estatal (en particular, en el
ambito militar), generando fuertes tendencias de cambio
tecnológico independientes que pueden llegar a ser desestabilizadoras,
cuando no contraproducentes. El desarrollo tecnológico puede
descontrolarse debido a que los sectores dedicados únicamente a la
innovación tecnológica crean nuevos productos y nuevas formas de
hacer las cosas cuando todavía no existe mercado para ello (es decir, se
producen nuevos productos farmacéuticos, para los que se inventan nuevas
enfermedades). Ademas, empresas sagaces operando en el límite de
la legalidad o directamente en la ilegalidad pueden movilizar las innovaciones
tecnológicas descubiertas para socavar las relaciones y las
instituciones sociales reinantes; y a través de sus actividades pueden
remodelar el sentido común para obtener ventajas pecuniarias. Así
pues, existe una conexión interna entre el dinamismo tecnológico,
la inestabilidad, la disolución de los vínculos sociales de
solidaridad, la degradación medioambiental, la
desindustrialización, los cambios acelerados en las relaciones
espacio-temporales, las burbujas especulativas y la tendencia general hacia la
creación de crisis en el seno del capitalismo (3).
Finalmente, hay algunos problemas políticos fundamentales dentro del
neoliberalismo que necesitan ser abordados. Una contradicción es la que
emerge entre un atractivo individualismo posesivo peroalienador, por un lado, y
el deseo de una vida colectiva significativa, por otro. Si bien se supone que
los individuos son libres para elegir, se da por sentado que no van a optar
porque se desarrollen fuertes instituciones colectivas (como los sindicatos)
aunque sí débiles asociaciones voluntarias (como las
organizaciones benéficas). Por supuesto, no deberían escoger asociarse
para crear partidos políticos con el objetivo de obligar al Estado a
intervenir en el mercado, o eliminarlo. Para protegerse frente a sus grandes
miedos -el fascismo, el comunismo, el socialismo, el populismo autoritario e
incluso el gobierno de la mayoría-, los neoliberales tienen que poner
fuertes límites al gobierno democratico y apoyarse, en cambio, en
instituciones no democraticas ni políticamente responsables (como
la Reserva Federal o el FMI) para tomar decisiones determinantes. Esto crea la
paradoja de una intensa intervención y gobierno por parte de elites y de
“expertos” en un mundo en el que se supone que el Estado no es
intervencionista. Esto recuerda el cuento utópico de Francis Bacon
titulado New Atlantis (publicado por primera vez en 1626), en el que todas las
decisiones cruciales son tomadas por un consejo de sabios ancianos. Así
pues, frente a los movimientos sociales que buscan intervenciones colectivas,
el Estado neoliberal se ve obligado a intervenir, en ocasiones de manera represiva,
negando, por lo tanto, las mismas libertades que supuestamente defiende. Sin
embargo, en esta situación puede desenfundarse un arma secreta, ya que
la competencia internacional y la globalización pueden serutilizadas
para disciplinar a los movimientos de oposición a la agenda neoliberal
dentro de Estados concretos. Si esto fallara, el Estado debe entonces recurrir
a la persuasión, a la propaganda o, en caso necesario, a la fuerza bruta
y al poder policial para suprimir la oposición al neoliberalismo.
Éste era precisamente el miedo de Polanyi: que el proyecto
utópico liberal (y por ende neoliberal) en última instancia
sólo podía sostenerse recurriendo al autoritarismo. La libertad
de las masas se restringiría para favorecer la libertad de unos pocos.
EL ESTADO NEOLIBERAL EN LA PRACTICA
La naturaleza general del Estado en la era de la neoliberalización es
difícil de describir por dos razones concretas. En primer lugar, las
divergencias sistematicas con el modelo que describe la teoría
neoliberal se tornan rapidamente evidentes, y no todas pueden atribuirse
a las contradicciones internas ya esbozadas. En segundo lugar, la
dinamica evolutiva de la neoliberalización ha sido de tal
envergadura que ha llegado a forzar adaptaciones que han variado enormemente de
un lugar a otro, así como también a lo largo del tiempo. Todo
intento de extraer una imagen integrada de un típico Estado neoliberal a
partir de esta inestable y voluble geografía histórica,
podría parecer cosa de locos. No obstante, en mi opinión, resulta
útil perfilar algunas líneas de argumentación generales
que mantienen la vigencia del concepto de un Estado propiamente neoliberal.
Hay dos ambitos en particular en los que el impulso para restaurar el
poder de clase, tensa y en algunos aspectos llega incluso a voltear la
teoríaneoliberal cuando es llevada a la practica. La primera
emerge de la necesidad de crear un «clima óptimo de negocios o de
inversión» para las pujas capitalistas. Aunque hay algunas
condiciones, como la estabilidad política o el respeto pleno de la ley y
la imparcialidad en su aplicación, que plausiblemente podrían ser
consideradas «neutrales respecto a la clase», hay otras
manifiestamente parciales. Esta parcialidad emerge, en particular, del
tratamiento de la fuerza de trabajo y del medioambiente como meras
mercancías. En caso de conflicto, el Estado neoliberal típico
tendera a privilegiar un clima óptimo para las empresas frente a
los derechos colectivos (y la calidad de vida) de la fuerza de trabajo o frente
a la capacidad del medio ambiente para regenerarse. El segundo aspecto en el
que se manifiesta la parcialidad emerge porque en caso de conflicto el Estado
neoliberal favorece de manera invariable la integridad del sistema financiero y
la solvencia de las instituciones financieras sobre el bienestar de la
población o la calidad medioambiental.
Estos sesgos sistematicos no siempre resultan faciles de
distinguir dentro del revoltijo de practicas estatales divergentes y a
menudo sumamente dispares. Las consideraciones pragmaticas y oportunistas
juegan un importante papel. El presidente Bush defiende los mercados libres y
el libre comercio, pero impuso aranceles al acero para alentar sus
oportunidades electorales (de manera satisfactoria, tal y como se
demostró) en Ohio. Las importaciones extranjeras se ven arbitrariamente
limitadas mediante cuotas establecidas con la finalidadde aplacar el
descontento doméstico. Los europeos protegen la agricultura por razones
sociales, políticas e incluso estéticas, aunque insisten en el
libre mercado en todos los demas sectores. Se producen intervenciones
estatales especiales que favorecen intereses comerciales particulares (por
ejemplo, la firma de acuerdos sobre armamento) y los Estados extienden
créditos de manera arbitraria a otros Estados en aras a obtener acceso e
influencia política en regiones sensibles desde el punto de vista
geopolítico (como en Oriente Próximo). Por todo este tipo de
razones, sería en efecto sorprendente constatar que incluso el
mas fundamentalista de los Estados neoliberales, no se separa nunca de
la ortodoxia neoliberal.
En otros casos, estas divergencias entre la teoría y la practica
pueden ser razonablemente atribuidas a problemas friccionales de
transición, que son reflejo de las diferentes formas estatales
existentes con anterioridad al giro neoliberal. Las condiciones que
prevalecieron en Europa central y del Este tras la caída del comunismo
fueron muy especiales, por ejemplo. La velocidad con la que se produjo la
privatización bajo la «terapia de choque» (4), infligida sobre
estos países en la década de 1990, creó enormes tensiones
que reverberan hasta el día de hoy. Los Estados socialdemócratas
(como los de Escandinavia y Gran Bretaña en el periodo inmediatamente
posterior a la guerra) han mantenido durante largo tiempo sectores clave de la
economía como la atención sanitaria, la educación e
incluso la vivienda, fuera del mercado aduciendo que la cobertura de las
necesidadeshumanas basicas no debía mediarse a través de
las fuerzas del mercado y de un acceso limitado a las mismas en función
de la capacidad de pago. Aunque Margaret Thatcher se las arregló para
transformar todo este sistema, los suecos resistieron durante mucho tiempo,
incluso ante enérgicas tentativas por parte de los intereses de la clase
capitalista para tomar el camino neoliberal. Por razones muy diferentes, los
Estados de los países en vías de desarrollo (tales como Singapur
y otros países asiaticos) se apoyan en el sector público y
en la planificación estatal en estrecha colaboración con el
capital doméstico y corporativo (a menudo extranjero y multinacional)
para impulsar la acumulación de capital y el crecimiento
económico (5). Los Estados de estos países suelen prestar una
considerable atención a las infraestructuras sociales así como
también a las físicas. Esto implica políticas mucho
mas igualitarias, por ejemplo, respecto al acceso a la educación
y a la atención sanitaria. La inversión estatal en
educación se considera, por ejemplo, como un prerrequisito crucial para
ganar ventajas competitivas en el comercio mundial. Los Estados de los
países en vías de desarrollo se han tornado consecuentes con la
neoliberalización hasta el punto de que facilitan la competencia entre
diversas compañías, corporaciones y entidades territoriales,
aceptan las reglas del libre comercio y se basan en mercados de
exportación abiertos. Sin embargo, practican un intervencionismo activo
creando infraestructuras que generan un clima óptimo para los negocios.
Por lo tanto, la neoliberalización abreposibilidades para que los Estados
de los países en vías de desarrollo fortalezcan su
posición en la competencia internacional mediante el desarrollo de
nuevas estructuras de intervención estatal (tales como el apoyo a la
investigación y el desarrollo). Sin embargo, por la misma razón
la neoliberalización crea igualmente condiciones propicias para la
formación de clase y, a medida que este poder de clase se fortalece,
aflora la tendencia (como ocurre, por ejemplo, en la Corea
contemporanea) a que esta clase pretenda liberarse de su dependencia del
poder estatal y busque reorientar este mismo poder en la dirección de
las líneas marcadas por el neoliberalismo.
A medida que nuevos acuerdos institucionales vienen a definir las reglas del
comercio mundial -por ejemplo, la apertura de los mercados de capital es
actualmente una condición para la pertenencia al FMI o a la OMC-, los
Estados de los países en vías desarrollo se ven mas
arrastrados al redil neoliberal. Por ejemplo, uno de los efectos principales de
la crisis asiatica de 1997-1998, fue llevar a los países en
vías desarrollo a acatar pautas mas acordes al modelo de
practicas neoliberales. Y, tal y como hemos visto en el caso
britanico, es difícil mantener una postura neoliberal
externamente (por ejemplo, facilitar las operaciones del capital financiero)
sin aceptar un mínimo de neoliberalización interna (Corea del Sur
ha luchado exactamente contra este tipo de presión en tiempos
recientes). Pero los Estados de los países en vías de desarrollo
no estan en absoluto convencidos de que la senda neoliberal sea la
correcta, enparticular, a raíz de que aquellos (como Taiwan y
China) que no habían liberado sus mercados de capital padecieron en
mucha menor intensidad el azote de la crisis de 1997-1998 que aquellos que lo
habían hecho (6).
Las practicas contemporaneas relativas al capital financiero y a
las instituciones financieras constituyen, tal vez, el aspecto mas
difícil de conciliar con la ortodoxia neoliberal. Los Estados
neoliberales acostumbran a facilitar la propagación de la influencia de
las instituciones financieras a través de la desregulación pero,
asimismo, con demasiada frecuencia también garantizan la integridad y la
solvencia de las instituciones financieras sin importar en absoluto las
consecuencias. Este compromiso se deriva, en parte, (y de manera
legítima en algunas versiones de la teoría neoliberal) de la
dependencia del monetarismo como base de la política estatal, ya que la
integridad y la solidez de la moneda es un piñón central de esta
política. Pero, de manera paradójica, esto significa que el
Estado neoliberal no puede tolerar que se produzcan errores financieros masivos
aunque hayan sido las instituciones financieras las que hayan tomando una
decisión equivocada. El Estado tiene que intervenir y sustituir el
dinero “malo” por su propio dinero supuestamente
“bueno”; lo que explica la presión sobre los bancos
centrales para mantener la confianza en la solidez de la moneda. A menudo, el
poder estatal ha sido utilizado para rescatar a compañías o para
prevenir quiebras financieras, como ocurrió en la crisis de las cajas de
ahorro estadounidenses de 1987-1988, que tuvo un costeaproximado para los
contribuyentes de 150.000 millones de dólares, o la caída del
hedge fund [fondo de inversión de alto riesgo] Long Term Capital
Management en 1997-1998, que costó 3.500 millones de dólares.
En el plano internacional, el núcleo de los Estados neoliberales dio al
FMI y al Banco Mundial, plena autoridad en 1982 para renegociar la deuda de los
países en vías de desarrollo, lo que de hecho suponía
proteger a las principales instituciones financieras del mundo de la amenaza de
quiebra. En efecto, el FMI cubre, lo mejor que puede, la exposición al
riesgo y la incertidumbre de los mercados financieros internacionales. Esta
practica es difícil de justificar a tenor de las premisas de la
teoría neoliberal, ya que los inversores deberían, en principio,
asumir la responsabilidad de sus propios errores. Por lo tanto, los defensores
mas fundamentalistas del neoliberalismo creen que el FMI debería
ser abolido. Esta opción fue seriamente considerada durante los primeros
años de la Administración de Reagan, y los congresistas
republicanos la plantearon de nuevo en 1998. James Baker, secretario del
Departamento del Tesoro durante el mandato de Reagan, infundió nueva
vida a la institución cuando en 1982 tuvo que enfrentarse a la potencial
quiebra de México y a las graves pérdidas que sufrirían
entonces los principales bancos de inversión de la ciudad de Nueva York
que sostenían la deuda de aquél país. Baker utilizó
el FMI para imponer un ajuste estructural en México y proteger a los
banqueros de Nueva York del impago. Esta practica consistente en
priorizar las necesidades de losbancos y de las instituciones financieras
mientras se cercena el nivel de vida del país acreedor ya había
sido ensayada durante la crisis de endeudamiento de la ciudad de Nueva York. En
el contexto internacional, esto suponía extraer excedentes de las
empobrecidas poblaciones del Tercer Mundo, con el fin de saldar las deudas con
la banca internacional. «Qué mundo tan peculiar»,
observó burlonamente Stiglitz, «en el que los países pobres
se encuentran, de hecho, subvencionando a los mas ricos». Hasta
Chile -el ejemplo de las practicas neoliberales «puras»
desde 1975- se vio arrollado por esta corriente en 1982-1983, con el resultado
de que su PIB cayó casi en un 14 % y la tasa del desempleo se
disparó hasta alcanzar el 20 % en un solo año. La
conclusión de que la neoliberalización «pura» no
funciona, no ha sido documentada en el plano teórico, aunque la
posterior adaptación pragmatica de Chile (así como en Gran
Bretaña después de 1983) abrió un terreno de concesiones
que amplió todavía mas la laguna existente entre la
teoría y la practica (7).
La extracción de tributo mediante mecanismos financieros es una vieja
practica imperial. Se ha demostrado muy útil para la
restauración del poder de clase, particularmente en los principales
centros financieros del mundo y no siempre precisa de crisis de ajuste
estructural para funcionar. Por ejemplo, cuando los empresarios de los
países en vías de desarrollo solicitan préstamos en el
exterior, la exigencia de que su propio Estado debe tener una reserva
suficiente de divisas extranjeras para cubrir sus créditos se traduce en
que el Estadotenga que invertir, pongamos por caso, en bonos del Tesoro
estadounidense. La diferencia entre el tipo de interés que se aplica al
dinero prestado (por ejemplo, el 12 %) y al dinero depositado como fianza en
las arcas estadounidenses en Washington (por ejemplo, el 4 %) genera un
importante flujo financiero neto al centro imperial a expensas del país
en vías de desarrollo.
Esta tendencia demostrada por algunos de los Estados situados en el centro de
la economía-mundo capitalista (como Estados Unidos) a proteger los
intereses financieros y a cruzarse de brazos mientras se succionan los
excedentes de otros lugares, promueve y refleja, simultaneamente, la
consolidación del poder de la clase alta en el seno de esos Estados en
torno a los procesos de financiarización. Pero el habito de
intervenir en el mercado y de rescatar a las instituciones financieras cuando
les acucian los problemas no puede conciliarse con la teoría neoliberal.
La inversión imprudente debería castigarse con la pérdida
de dinero por parte de los prestamistas, pero el Estado hace a éstos en
gran medida inmunes frente a las pérdidas. La teoría neoliberal
debería advertir «prestamista, ten cuidado», pero la
practica dicta «prestatario, ten cuidado».
Existen límites a la capacidad de succionar excedentes de las economías
de los países en vías de desarrollo. Encorsetadas por las medidas
de austeridad que las atan a un estancamiento económico crónico,
la perspectiva de saldar sus deudas con frecuencia se ha disipado en un
incierto futuro lejano. Ante estas condiciones, algunas pérdidas
dosificadas pueden parecer unaopción atractiva. Así
ocurrió con el Plan Brady de 1989 (8). Las instituciones financieras
estuvieron de acuerdo en anotar el 35 % de su deuda pendiente en la columna de
las pérdidas, a cambio de la obtención de bonos por debajo de su
precio ordinario (respaldadas por el FMI y por el Departamento del Tesoro
estadounidense) que garantizaban la devolución del resto de la deuda (en
otras palabras, se garantizaba a los acreedores el pago de la deuda a una tasa
de 65 céntimos por dólar). En 1994, cerca de 18 países
(incluidos México, Brasil, Argentina, Venezuela, y Uruguay)
habían aceptado acuerdos en virtud de los cuales les eran condonados
60.000 millones de dólares de deuda. Por supuesto, la esperanza era que
esta condonación de la deuda desencadenara una recuperación
económica que permitiera que el resto de la deuda se saldara de la forma
debida. El problema estribaba en que el FMI también se aseguró de
que todos los países que se aprovecharon de esta módica condonación
de su deuda (que muchos analistas consideraron mínima en relación
a la que los bancos podían permitirse) también asumían la
obligación de tragarse la píldora envenenada de las reformas
institucionales neoliberales. La crisis del peso en México en 1995, la
de Brasil en 1998, y el absoluto desplome de la economía argentina en
2001 eran resultados previsibles.
Finalmente, esto nos lleva a la problematica cuestión del modo en
que el Estado neoliberal enfoca los mercados laborales. En el plano interno, el
Estado neoliberal es necesariamente hostil a toda forma de solidaridad social
que entorpezca la acumulación decapital. Por lo tanto, los sindicatos
independientes u otros movimientos sociales (como el socialismo municipal del
tipo experimentado en el Consejo del Gran Londres), que adquirieron un
considerable poder bajo el liberalismo embridado, tienen que ser disciplinados,
cuando no destruidos, en nombre de la supuestamente sacrosanta libertad
individual del trabajador aislado. La «flexibilidad» se ha convertido
en una consigna en lo que se refiere a los mercados laborales. Es
difícil sostener que el aumento de la flexibilidad es algo negativo en
términos absolutos, en particular ante practicas sindicales
esclerotizadas y sumamente restrictivas. Así pues, hay reformistas con
convicciones de izquierdas que afirman de manera contundente que la
«especialización flexible» es un avance (9). Aunque algunos
trabajadores individuales puedan, sin duda, beneficiarse de esto, las
asimetrías de poder y de información que emergen, unidas a la
falta de una movilidad libre y factible de la fuerza de trabajo
(particularmente a través de las fronteras estatales) colocan a los
trabajadores en una situación de desventaja. La especialización
flexible puede ser aprovechada por el capital como un sencillo método de
obtener medios de acumulación mas flexibles. Ambos
términos –especialización flexible y acumulación
flexible- tienen connotaciones bastante diferentes (10). El resultado general
se traduce en la disminución de los salarios, el aumento de la
inseguridad laboral y, en muchas instancias, la pérdida de los
beneficios y de las formas de protección laboral previamente existentes.
Estas tendencias sonfacilmente discernibles en todos los Estados que han
emprendido la senda neoliberal. Dado el violento ataque ejercido contra todas
las formas de organización obrera y contra los derechos laborales, y la
gran dependencia de las masivas pero sumamente desorganizadas reservas de
trabajadores que podemos encontrar en países como China, Indonesia,
India, México y Bangladesh, se podría decir que el control de la
fuerza de trabajo así como el mantenimiento de una elevada tasa de
explotación laboral, han sido un elemento central y una constante, de la
neoliberalización. La restauración o la formación del
poder de clase se producen, como siempre, a expensas de la fuerza de trabajo.
Es precisamente en este contexto, caracterizado por la disminución de
los recursos personales derivados del mercado de trabajo, en el que la
determinación neoliberal de transferir nuevamente al individuo toda la
responsabilidad por su bienestar adquiere un caracter doblemente
perjudicial. El Estado, a la vez que abandona el sistema de provisión
social y reduce su papel en ambitos como la asistencia sanitaria, la
educación pública y los servicios sociales, que antes fueron tan
esenciales para el liberalismo embridado, también deja segmentos cada
vez mayores de población expuestos al empobrecimiento (11). El sistema
de la seguridad social se ve reducido a su mínima expresión para
ceder el paso a un sistema que hace hincapié en la responsabilidad
personal. La incapacidad personal se atribuye por regla general a fracasos
personales y, en la mayoría de los casos, se culpabiliza a las
víctimas de su situación.
Detrasde estos importantes cambios en la política social,
descansan relevantes transformaciones estructurales en la naturaleza del
gobierno. Al tenor de la desconfianza neoliberal hacia la democracia, se hace
necesario encontrar una forma de integrar el proceso estatal de toma de
decisiones en la dinamica de acumulación de capital y en las
redes de poder de clase que se hallan en proceso de restauración o, como
en China y Rusia, en proceso de formación. La neoliberalización
ha implicado, por ejemplo, una creciente dependencia de consorcios
público-privados (ésta fue una de las ideas fuertes impulsadas
por Margaret Thatcher cuando estableció «instituciones cuasi
gubernamentales» como las corporaciones de desarrollo urbano para
favorecer el desarrollo económico). Los empresarios y las corporaciones
no sólo colaboran estrechamente con actores estatales, sino que incluso
adquieren un importante papel a la hora de redactar legislaciones, determinar
políticas públicas, y establecer marcos normativos (que son
ventajosos principalmente para ellos mismos). Emergen, de este modo, patrones
de negociación que introducen intereses empresariales y en algunos casos
profesionales en el ejercicio del gobierno a través de consultas
privadas y en ocasiones secretas. El ejemplo mas flagrante de este tipo
de intervenciones se hizo patente con la persistente negativa del
vicepresidente Cheney a hacer públicos los nombres de las personas
integrantes del equipo consultivo que formuló el documento de la
política energética de la Administración de Bush de 2002.
Es practicamente seguro que entre ellos seencontraba Kenneth Lay,
presidente de Enron, que es la compañía acusada de especular
promoviendo deliberadamente una crisis energética en California y que se
hundió seguidamente en medio de un gran escandalo por alterar su
contabilidad. Por lo tanto, el cambio del gobierno (el poder estatal por
sí mismo) a la gobernanza (una configuración mas amplia
del Estado y de elementos clave de la sociedad civil) ha venido marcado por el
neoliberalismo (12). A este respecto, en líneas generales, puede decirse
que las practicas del Estado neoliberal y del Estado de los
países en desarrollo convergen.
El Estado produce de manera característica legislación y marcos
normativos que suponen una ventaja para las corporaciones y en ciertos casos
para intereses específicos como la energía, las empresas
farmacéuticas, la industria agropecuaria, etc. En muchos de los casos en
que existen consorcios público-privados, particularmente en el
ambito municipal, el Estado asume gran parte de los riesgos mientras que
el sector privado obtiene la mayor parte de los beneficios. Ademas, en
caso de ser necesario, el Estado neoliberal recurrira a la
imposición coercitiva de la legislación y a tacticas de control
(normas que prohíben los piquetes, por ejemplo) para dispersar o para
reprimir las formas colectivas de oposición al poder corporativo. Los
medios de vigilancia y de control se multiplican. Por ejemplo, en Estados
Unidos la encarcelación se convirtió en una estrategia crucial
del Estado para abordar los problemas que surgían entre los sectores de
trabajadores excluidos del mercado de trabajo así como entreotros grupos
marginados de la población. El brazo coercitivo del Estado se estira
para proteger los intereses corporativos y, en su caso, reprimir a los
disidentes. Ninguna de estos resultados parece coherente con la teoría
neoliberal. El mejor sitio para constatar la realización del miedo
neoliberal a que los grupos que representan intereses especiales puedan
pervertir y subvertir el Estado no es otro que Washington, donde
ejércitos de empleados al servicio de los grupos de presión
corporativos (muchos de los cuales se aprovechan de la puerta giratoria entre
el empleo estatal y el mucho mas lucrativo empleo en las corporaciones)
dictan efectivamente la legislación para que encaje con sus intereses
específicos. Aunque algunos Estados continúan respetando la
independencia tradicional de los funcionarios de la Administración, en
todas partes esta situación se esta viendo amenazada a causa del
proceso de neoliberalización que esta en marcha. La frontera
entre el Estado y el poder corporativo se ha tornado cada vez mas
porosa. Lo que queda de la democracia representativa se encuentra si no
totalmente asfixiado, sí al menos legalmente corrompido por el poder del
dinero.
Desde el momento en que el acceso al sistema judicial es nominalmente
igualitario pero en la practica extremadamente caro (ya se trate de una
demanda individual por practicas negligentes o de una demanda formulada
por un país contra Estados Unidos por la violación de las reglas
establecidas por la OMC, que es un procedimiento que puede llegar a costar
miles de millones de dólares, es decir, una suma equivalente
alpresupuesto anual de algunos pequeños países pobres), los
resultados a menudo distan de ser imparciales y favorecen a los que ostentan el
poder económico. Los privilegios de clase en la toma de decisiones
dentro del poder judicial, se encuentran muy extendidos, cuando no invaden todo
el proceso (13). No debería sorprender que los principales medios de
acción colectiva bajo el neoliberalismo se definan y se articulen a
través de grupos no electos (y en muchos casos dirigidos por la elite)
de defensa de varios tipos de derechos. En algunos casos, como en el campo de
la protección de los consumidores, de los derechos civiles o de los
derechos de las personas discapacitadas, esos medios han permitido alcanzar
objetivos sustantivos. Las organizaciones no gubernamentales y los movimientos
de base popular también han crecido y proliferado de manera destacada
bajo el neoliberalismo, dando lugar a la creencia de que la oposición
movilizada fuera del aparato estatal y dentro de cierta entidad separada
denominada «sociedad civil» es la fuente de energía de la
política opositora y de la transformación social (14). El periodo
en el que el Estado neoliberal se ha tornado hegemónico ha sido
también el período en el que el concepto de sociedad civil -a
menudo calificada como una entidad opuesta al poder estatal- se ha convertido
en un elemento central para la formulación de políticas
opositoras. La idea gramsciana del Estado como una unidad de la sociedad
política y la sociedad civil deja paso a la idea de la sociedad civil
como un centro de oposición, sino como fuente de una alternativa, al Estado.La
conclusión clara que podemos deducir de este analisis, es que el
neoliberalismo no torna irrelevante al Estado ni a instituciones particulares
del Estado (como los tribunales y las funciones policiales), tal y como algunos
analistas tanto de derechas como de izquierdas han argumentado (15). Sino que
mas bien, y con el objeto de hacerlo mas funcional a sus propios
intereses, producen una reconfiguración radical de las instituciones y
de las practicas estatales (en particular respecto al equilibrio entre
la coerción y el consentimiento, entre el poder del capital y de los
movimientos populares, y entre el poder ejecutivo y judicial, por un lado, y
los poderes de la democracia representativa por otro).
Pero no todo marcha bien para el Estado neoliberal y por ello, en tanto que
forma política, parece mostrar un caracter o bien transitorio o
bien inestable. El problema radica en la creciente disparidad entre los
objetivos públicos declarados del neoliberalismo -el bienestar de todos-
y sus consecuencias reales: la restauración del poder de clase. Pero
mas alla de este hecho, reside toda una serie de contradicciones
mas específicas que necesitan ser subrayadas.
Por un lado, se espera que el Estado neoliberal ocupe el asiento trasero y
simplemente disponga el escenario para que el mercado funcione, por otro, se
asume que adoptara una actitud activa para crear un clima óptimo
para los negocios y que actuara como una entidad competitiva en la
política global. En este último papel tiene que funcionar como
una entidad corporativa, y ésto plantea el problema de cómo
asegurar lalealtad de los ciudadanos. Una respuesta evidente es el
nacionalismo, pero éste es profundamente antagónico respecto a la
agenda neoliberal. Este era el dilema de Margaret Thatcher, ya que el
único modo que tenía de ganar la reelección y de promover
con mayor intensidad las reformas neoliberales en el ambito
doméstico, era jugando la carta del nacionalismo en la guerra de
Falklands/Malvinas o, incluso de manera mas significativa, en la
campaña contra la integración económica en Europa. Una y
otra vez, ya sea en la Unión Europea o en MERCOSUR (donde los
nacionalismos brasileños y argentinos impiden la integración), en
el TLCAN (16) o en la ASEAN, el nacionalismo requerido para que el Estado funcione
efectivamente como una entidad corporativa y competitiva en el mercado mundial
entorpece el camino de las libertades comerciales mas generales.
El autoritarismo en la imposición del mercado a duras penas encaja con
el ideario de las libertades individuales. Cuanto mas vira el
neoliberalismo hacia lo primero, mas difícil se vuelve mantener
su legitimidad respecto a lo segundo y mas tiene que revelar sus colores
antidemocraticos. Esta contradicción es paralela a una creciente
falta de simetría en las relaciones de poder entre las corporaciones y
las personas de a pie. Si el «poder corporativo roba tu libertad
personal», entonces la promesa del neoliberalismo se queda en nada (17).
Esto afecta a los individuos tanto en su lugar de trabajo como en su espacio
vital. Por ejemplo, se puede afirmar que la situación de una persona con
respecto a los sistemas de cobertura sanitaria es cuestión
deresponsabilidad y de opciones personales, pero esta afirmación deja de
ser sostenible cuando la única forma que se tiene de cubrir las
necesidades en el mercado es mediante el pago de primas exorbitantes a
compañías de seguros ineficientes, gigantescas y sumamente
burocratizadas, pero también altamente rentables. Cuando estas
compañías tienen incluso el poder de definir nuevas
categorías de enfermedades para hacerlas coincidir con la
aparición en el mercado de nuevos medicamentos, hay algo que claramente
no esta funcionando como debiera (18). Mantener la legitimidad y el
consentimiento en estas circunstancias se convierte en un juego de equilibrios
mucho mas complicado, que puede venirse abajo facilmente cuando
las cosas empiezan a ir mal.
Aunque preservar la integridad del sistema financiero puede ser crucial, el
individualismo autoglorificador e irresponsable de sus operadores son fuente de
volatilidad especulativa, de escandalos financieros y de inestabilidad
crónica. Los escandalos de Wall Street y los fraudes contables
destapados en los últimos años han socavado la confianza y
planteado serios problemas a las autoridades reguladoras acerca de cómo
y cuando intervenir, tanto en el plano internacional como nacional. La
libertad de comercio a escala internacional, requiere la existencia de ciertas
reglas de juego, y esto suscita la necesidad de cierto tipo de gobernanza global
(por ejemplo, a través de la OMC). La desregulación del sistema
financiero abre la puerta a conductas que exigen una regulación en aras
a evitarse la crisis (19).
Si bien se colocan en un primer planolas virtudes de la competencia, la
realidad delata la creciente consolidación del poder transnacional,
monopolista y oligopolista dentro de un reducido número de centralizadas
corporaciones multinacionales. Por ejemplo, la competencia en el mundo de las
bebidas refrescantes se reduce a Coca-Cola versus Pepsi, en la industria
energética se limita a cinco grandes corporaciones transnacionales y
apenas unos cuantos magnates de los medios de comunicación controlan la
mayor parte del flujo de noticias, que en muchos casos se convierten en pura
propaganda.
En el plano popular, la expansión de las libertades de mercado y de la
mercantilización de todo lo existente, puede escaparse al control muy
facilmente y generar una sustancial falta de cohesión social. La
destrucción de todos los vínculos de solidaridad social e,
incluso, como sugirió Thatcher, de la propia idea de sociedad como tal,
abre un enorme vacío en el orden social. Se vuelve entonces
especialmente difícil combatir la anomia y controlar las conductas
antisociales concomitantes que surgen, como la criminalidad, la
pornografía o la practica de la esclavización de otras
personas. La reducción de la «libertad» a la «libertad
de empresa» desata todas aquellas «libertades negativas» que
Polanyi vio como inextricablemente ligadas a las libertades positivas. La respuesta
inevitable consiste en reconstruir los vínculos de solidaridad social,
si bien en virtud de líneas diferentes. Esto explica el renovado
interés por la religión y la moralidad, por nuevas formas de
asociacionismo (en torno a cuestiones de derechos y de ciudadanía,por
ejemplo) o, igualmente, la reedición de formas políticas
mas viejas (el fascismo, el nacionalismo o el localismo, entre otras).
El neoliberalismo, en su versión pura, siempre ha amenazado con provocar
el nacimiento de su propia némesis (20) en una variedad de populismos y
nacionalismos autoritarios. Tal y como Schwab y Smadja, organizadores del
congreso anual -en otros tiempos, puramente conmemorativo- de Davos, nos
advertían ya en 1996:
La globalización económica ha entrado en una nueva fase. Una
creciente reacción contra sus consecuencias, especialmente en las
democracias de los países industrializados, amenaza con tener un impacto
desestabilizador en muchos países sobre la actividad económica
así como sobre la estabilidad social. El clima general en estas
democracias es de indefensión y de ansiedad, lo que ayuda a explicar el
auge de una nueva corriente de políticos populistas. No es
difícil que esto se transforme en una insurrección (21).
LA RESPUESTA NEOCONSERVADORA
Si el Estado neoliberal es esencialmente inestable, entonces,
¿qué podría sustituirle? En Estados Unidos hay
señales de una respuesta propiamente neoconservadora a este
interrogante. En sus reflexiones sobre la historia reciente de China, Wang también
sugiere que en un plano teórico:
Todas estas narrativas discursivas, como «neoautoritarismo››,
«neoconservadurismo», «liberalismo clasico»,
«extremismo mercantil», «modernización
nacional», etc., guardan algún tipo de estrecha relación
con la constitución del neoliberalismo. El desplazamiento sucesivo entre
unos términos y otros (o, incluso, lascontradicciones existentes entre
ellos) muestran los cambios en la estructura del poder tanto en la China
contemporanea como en el mundo contemporaneo en su conjunto (22).
El hecho de si esto vaticina o no una reconfiguración mas general
de las estructuras de gobierno a lo largo del planeta, no podemos saberlo por
ahora. Sin embargo, resulta interesante observar de qué modo la
neoliberalización llevada a cabo en Estados autoritarios como China y
Singapur, parece coincidir con el creciente autoritarismo patente en Estados
neoliberales como Estados Unidos y Gran Bretaña. Veamos, pues, de
qué modo la respuesta conservadora a la inestabilidad esencial del
Estado neoliberal ha evolucionado en Estados Unidos.
Al igual que los neoliberales que les precedieron, los «neocons»
(23) han alimentado durante largo tiempo sus particulares lecturas del orden
social en las universidades (siendo particularmente influyente Leo Strauss en
la Universidad de Chicago) y en think-tanks generosamente financiados,
así como también a través de influyentes publicaciones
(como Commentary) (24). Los neoconservadores alientan el poder corporativo, la
empresa privada y la restauración del poder de clase. Por lo tanto, el
neoconservadurismo concuerda totalmente con la agenda neoliberal del gobierno
elitista, la desconfianza hacia la democracia y el mantenimiento de las
libertades de mercado.
No obstante, se aleja de los principios del neoliberalismo puro y ha
reformulado las practicas neoliberales en dos aspectos fundamentales:
primero, en su preocupación por el orden como una respuesta al caos de
los interesesindividuales y, segundo, en su preocupación por una
moralidad arrogante como el aglutinante social que resulta necesario para
mantener seguro al Estado frente a peligros externos e internos.
En su preocupación por el orden, el neoconservadurismo emerge como una
sencilla manera de despojarse del velo de antiautoritarismo en el que
pretendía envolverse el neoliberalismo. Pero también propone
respuestas propias a una de las contradicciones centrales del neoliberalismo.
Si «no existe eso que llamamos sociedad, sino únicamente
individuos», tal y como Thatcher lo formulara en un principio, entonces,
el caos de los intereses individuales puede con facilidad acabar prevaleciendo
sobre el orden. La anarquía del mercado, de la competitividad y del
individualismo desenfrenado (esperanzas, deseos, ansiedades y miedos
individuales; opciones sobre los estilos de vida, sobre los habitos y orientaciones
sexuales; modos de expresión y de comportamiento hacia los otros) genera
una situación que se torna progresivamente ingobernable. Incluso, puede
conducir a una ruptura de todos los vínculos de solidaridad y a un
estado próximo al anarquismo social y el nihilismo.
Frente a esta situación, parece necesario implantar cierto grado de
coerción social en aras a restaurar el orden. Por lo tanto, los
neoconservadores hacen hincapié en la militarización en tanto que
antídoto al caos de los intereses individuales. Por esta razón
son mucho mas propensos a llamar la atención sobre las amenazas,
ya sean reales o imaginarias, y tanto domésticas como provenientes del
exterior, a la integridad y a la estabilidad de lanación. En Estados
Unidos, esto implica accionar lo que Hofstadter describe como «el estilo
paranoico de la política estadounidense», en el que la
nación se representa sitiada y amenazada por enemigos internos y
externos (25). Este estilo de hacer política tiene una dilatada historia
en Estados Unidos. El neoconservadurismo no es nuevo, y desde la Segunda Guerra
Mundial ha encontrado su hogar particular en el poderoso complejo de la
industria militar, que tiene intereses creados en la militarización
permanente. Pero el final de la Guerra Fría planteó el
interrogante sobre de dónde provendría la amenaza a la seguridad
estadounidense. El islamismo radical y China emergieron como los candidatos
mas probables en el frente externo, y los movimientos de disidencia
surgidos en su seno (los miembros de Rama Davidiana masacrados en Waco, el
movimiento de milicias que brindó socorro al atentado de Oklahoma, los
disturbios que estallaron en Los Angeles tras la paliza a Rodney King y,
finalmente, los disturbios de Seatle en 1999) tenían que ser colocados
en el punto de mira interno mediante un fortalecimiento de la vigilancia y del
seguimiento policial de los mismos. La emergencia sumamente real de la amenaza
del islamismo radical durante la década de 1990, que culminó en
los acontecimientos del 11 de septiembre, saltó finalmente al primer
plano como el elemento central de la declaración de una «guerra
contra el terrorismo» permanente que exigía una
militarización tanto interna como en el plano internacional para
garantizar la seguridad de la nación. Aunque a todas luces era
precisoarticular algún tipo de respuesta militar/policial a la amenaza
evidenciada por los dos ataques contra el World Trade Center de Nueva York, la
llegada al poder de los neoconservadores garantizaba una respuesta global y, en
opinión de muchos, extralimitada en el paso hacia una vasta
militarización tanto en casa como en el extranjero (26).
Desde hace largo tiempo, el neoconservadurismo ha estado planeando como un
movimiento contra la permisividad moral que promueve de manera
característica el individualismo. En este sentido, pretende restaurar un
sentido de finalidad moral, esto es, ciertos valores de orden superior que
formaran el centro estable del cuerpo político. Esta posibilidad
en cierto modo se presagia en el marco de las teorías neoliberales que
«al poner en tela de juicio la propia fundación política de
los modelos intervencionistas de gestión económica [] han
vuelto a introducir cuestiones relativas a la moralidad, la justicia y el
poder, aunque a su propia y particular manera» (27). En efecto, los
neoconservadores transforman las «modalidades particulares» en las
que estas cuestiones se introducen en el debate. Su objetivo es contrarrestar
el efecto desintegrador del caos de los intereses individuales, que el neoliberalismo
produce de manera invariable. En absoluto se apartan de la agenda neoliberal en
cuanto a la construcción o a la restauración de un poder de la
clase dominante. En efecto, aspiran a ganar legitimidad para ese poder,
así como también un mayor grado de control social a través
de la creación de un clima de consentimiento alrededor de un conjunto
coherentede valores morales. Esto plantea de manera inmediata la
cuestión de cuales son los valores morales que deberían
prevalecer. Sería perfectamente viable, por ejemplo, apelar al sistema
liberal de los derechos humanos ya que, en definitiva, el objetivo del
activismo en favor de los derechos humanos, en palabras de Mary Kaldor,
«no descansa meramente en la intervención para proteger los
derechos humanos, sino en la creación de una comunidad moral»
(28). En Estados Unidos, las doctrinas que promueven la
«excepcionalidad» y la larga historia del activismo por los
derechos civiles han generado, sin lugar a dudas, movimientos de
caracter moral alrededor de cuestiones como los derechos civiles, el
hambre en el mundo y el compromiso filantrópico, así como
también un fervor misionero.
Pero el mejor modo de comprender los valores morales que actualmente ocupan el
papel mas importante para los neoconservadores es atendiendo al hecho de
que son el producto de la particular coalición forjada en la
década de 1970 entre la elite y los intereses financieros unidos con la
intención principal de restaurar su poder de clase, por un lado, y una
base electoral integrada en la «mayoría moral» de la
desengañada clase obrera blanca, por otro. Los valores morales se
concentraron en el nacionalismo cultural, la superioridad moral, el
cristianismo (de un determinado tipo evangélico), los valores familiares
en relación con cuestiones como el derecho a la vida y en el antagonismo
respecto a los nuevos movimientos sociales, como el feminismo, los derechos de
los homosexuales, la acción afirmativa o elecologismo. Si bien durante
la era reaganiana esta alianza fue eminentemente tactica, el desorden
doméstico de los años de Clinton convirtió el debate sobre
los valores morales en el eje del republicanismo de Bush hijo. Actualmente,
constituye el centro de gravedad de la agenda moral del movimiento
neoconservador (29).
Pero no sería acertado considerar este giro neoconservador como un rasgo
excepcional o particular de Estados Unidos, aunque puedan estar funcionando en
este país elementos específicos que no estan presentes en
otros lugares, aquí esta afirmación de los valores morales se
apoya de manera considerable en apelaciones a los ideales ligados, entre otras
cosas, a la nación, a la religión, a la historia o a la
tradición cultural, y en ningún caso estos ideales se
ciñen a este país. Este hecho coloca nuevamente en el centro del
analisis, y de manera mas acusada, uno de los aspectos mas
problematicos de la neoliberalización, esto es, la curiosa
relación entre el Estado y la nación, En principio, la
teoría neoliberal no mira con buenos ojos a la nación, aún
cuando defiende la idea de un Estado fuerte. El cordón umbilical que une
al Estado y a la nación bajo el liberalismo embridado, ha de ser cortado
si se quiere que el neoliberalismo pueda madurar. Esta afirmación se
torna especialmente cierta si pensamos en algunos Estados, como México y
Francia, que adoptan una forma corporativista. El Partido Revolucionario
Institucional de México había defendido durante un largo periodo
de tiempo el lema de la unidad entre el Estado y la nación, pero esta
defensa hizo aguas de maneraprogresiva, e hizo, incluso, que buena parte de la
nación se volviese contra el Estado a raíz de las reformas
neoliberales adoptadas durante la década de 1990. Por supuesto, el
nacionalismo ha sido un rasgo secular de la economía global y
efectivamente sería extraño que hubiera desaparecido sin dejar
rastro como resultado de las reformas neoliberales; de hecho, en cierta medida
ha revivido como oposición a las consecuencias que ha acarreado el
proceso de neoliberalización. El ascenso de los partidos de derecha de
corte fascista en Europa, que expresan fuertes sentimientos en contra de la
población inmigrante, es un claro ejemplo de ello. Mas lamentable
fue, si cabe, el nacionalismo étnico que estalló al calor del
desplome económico de Indonesia y que concluyó con un brutal
ataque contra la minoría china en aquél país.
Sin embargo, tal y como hemos visto, el Estado neoliberal necesita cierta forma
de nacionalismo para sobrevivir. Empujado a operar como un agente competitivo
en el mercado mundial y pretendiendo establecer el mejor clima posible para los
negocios, el Estado neoliberal moviliza el nacionalismo en sus esfuerzos por
alcanzar el éxito. La competitividad produce ganadores y perdedores
efímeros en la lucha global por alcanzar una determinada posición
y este hecho, en sí mismo, puede ser una fuente de orgullo, o de examen
de conciencia, nacional. Igualmente, ésto se pone de manifiesto en el
nacionalismo que se genera alrededor de las competiciones deportivas que se
celebran entre diferentes países. En China, hay una abierta apelación
al sentimiento nacionalista en la lucha porobtener una posición (cuando
no la hegemonía) en la economía global (al igual que podemos ver
en la intensidad de su programa de entrenamiento para los atletas que
competiran en los Juegos Olímpicos de Pekín). Tanto Corea
del Sur como Japón se encuentran asimismo desbordados por un sentimiento
nacionalista y, en ambos casos, este hecho puede ser considerado como un
antídoto frente a la disolución de los antiguos vínculos
de solidaridad social bajo el impacto del neoliberalismo. En el seno de los
viejos Estados-nación (como Francia) que ahora constituyen la
Unión Europea, se estan avivando fuertes corrientes de
nacionalismo cultural. La religión y el nacionalismo cultural
también brindaron el aliento moral que durante los últimos
años sostuvo el éxito del Partido Nacionalista Hindú para
poner en marcha las practicas neoliberales en la India. La
invocación de valores morales en la revolución iraní y el
posterior giro hacia el autoritarismo, no han conllevado el abandono total de
las practicas basadas en el mercado en este país, aunque la
revolución apuntaba contra la decadencia del individualismo desenfrenado
de las relaciones mercantiles. Un impulso semejante descansa detras del
viejo sentido de superioridad moral que invade países como Singapur y
Japón respecto a lo que ellos perciben como el individualismo decadente
y el multiculturalismo deslavazado de Estados Unidos. El ejemplo de Singapur es
particularmente ilustrativo. Ha combinado el neoliberalismo en el mercado con
un poder estatal draconiano, coercitivo y autoritario, mientras apela a
vínculos de solidaridad moralbasados en los ideales nacionalistas de un
Estado insular asediado (tras su expulsión de la federación
malaya), en los valores confucianos y, de manera mas reciente, en una
versión propia de la ética cosmopolita apropiada a su actual
posición en el mundo del comercio internacional (30). Especialmente
interesante es, asimismo, el caso britanico. Margaret Thatcher, a
través de la guerra de las Islas Falklands/Malvinas y de su postura
antagonista hacia Europa, invocó el sentimiento nacionalista para
suscitar el apoyo a su proyecto neoliberal, aunque la idea que animaba su
visión era la de Inglaterra y San Jorge, y no la del Reino Unido, lo que
despertó la hostilidad de Escocia y de Gales.
Evidentemente, aunque el coqueteo con cierto tipo de nacionalismo presente
peligros, el ardiente abrazo por parte del neoconservadurismo de una meta moral
nacional es mucho mas amenazante. La imagen de un nutrido grupo de
Estados dispuestos a recurrir por separado a practicas coercitivas
draconianas cada uno en apoyo de sus propios valores morales diferenciadores y
supuestamente superiores, compitiendo entre sí en la escena mundial, no
resulta alentadora. Lo que parece una solución a las contradicciones del
neoliberalismo, puede convertirse con demasiada facilidad en un problema en
sí mismo. La expansión del poder neoconservador, cuando no
plenamente autoritario (de manera similar al que Vladimir Putin ejerce en Rusia
y al que el Partido Comunista ejerce en China), aunque se funde de manera muy
diferenciada en formaciones sociales distintas, ilumina los peligros de caer en
una competencia, o incluso enuna guerra, entre nacionalismos. Si el hecho de
que esto ocurra es inevitable, es mas probable que se deba al giro
neoconservador que a verdades eternas atribuidas a diferencias supuestamente
nacionales. Por lo tanto, si queremos evitar desenlaces catastróficos,
es necesario rechazar la solución neoconservadora de las contradicciones
del neoliberalismo. No obstante, esto hace presumir la existencia de alguna
alternativa, cuestión que abordaremos mas adelante.
(1)H. J. Chang, Globalization, Economic: Development and the Role of the State,
Londres, Zed Books, 2003; B. Jessop, “Liberalism, Neoliberalism, and
Urban Governance. A State-Theoretical Perspective”, Antipode XXXIV, 3
(2002), pp. 452-472; N. Poulantzas, State Power Socialism, Londres, Verso,
1978; S. Clarke (ed), The State Debate, Londres, Macmillan, 1991; S. Haggard y
R. Kaufman (eds.), The Politics of Economic Adjustment International
Constraints, Distributive Conflicts and the State, Princeton, Princeton
University Press, 1992; R. Nozick, Anarchy, State and Utopia, Nueva York, Basic
Books, 1977.
(2) J. Stiglitz, autor de The Roaring Nineties (Nueva York, Norton, 2003),
obtuvo su Premio Nóbel por sus estudios sobre el modo en las
asimetrías de información afectaban al comportamiento y a los
resultados del mercado.
(3) Véase, D. Harvey, The Condition of Posmodernity, Oxford, Basil Blackwell,
1989, y D. Harvey, The Limits to Capital, Oxford, Basil Blackwell, 1982.
(4) Sobre este concepto, Naomi Klein profundiza en su libro “La doctrina
del shock: El auge del capitalismo de desastre”.
(5) P. Evans, Embedded Autonomy.Status and Industrial Transformation,
Princeton, Princeton University Press, 1995; R. Wade, Governing the Market,
Princeton, Princeton University Press, 1992; M. Woo Cummings (ed.), The
Developmental State, Ithaca (NY), Cornell University Press, 1999.
(6) P. Henderson, “Uneven Crises. Institutional Foundation of East Asian
Turmoil”, Economy and Society XXVIII, 3 (1999), pp. 327-368.
(7) J. Stiglitz, The Roaring Nineties, cit., p. 227; P Hall, Governing the
Economy. The Politics of State Intervention in Britain and France, cit.; M.
Fourcade-Gourinchas y S. Babb, «The Rebirth of the Liberal Creed. Paths
to Neoliberalism in Four Countries», American Journal of Sociology 108
(2002), pp. 542-549.
(8) I. Vasquez, «The Brady Plan and Market-Based Solutions to Debt
Crises››, The Cato Journal XVI, 2 (disponible online).
(9) M. Piore y C. Sable, The Second Industrial Divide. Possibilities of
Prosperity, Nueva York, Basic Books, 1986.
(10) Véase, D. Harvey, The Condition of Posmodernity, Oxford, Basil
Blackwell, 1989.
(11) V. Navarro (ed.), The Political Economy of Social Inequalities.
Consequences for Health and the Quality of Life, Amityville (NY), Baywood,
2002.
(12) P. McCarney y R. Stren, Governance on the Ground. Innovations and
Discontinuities in the Cities of the Developing World, Princeton, Woodrow
Wilson Center Press, 2003; A. Dixit, Lawlessness and Economics. Alternative
Modes of Governance, Princeton, Princeton University Press, 2004.
(13) R. Miliband, The State in Capitalist Society, Nueva York, Basic Books,
1969.
(14) N. Rosenblum y R. Post (eds.), Civil Societyand Government, Princeton,
Princeton University Press, 2001; S. Chambers y W. Kymlicka (eds.), Alternative
Conceptions of Civil Society, Princeton, Princeton University Press, 2001.
(15) K. Ohmae, The End of the Nation State. The Rise of the Regional Economies,
Nueva York, Touchstone Press, 1996.
(16) El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, conocido
también como TLC o como NAFTA, siglas en inglés de North American
Free Trade Agreement, o ALÉNA, del francés Accord de
libre-échange nord-américain ) es un bloque comercial entre
Estados Unidos, Canada y México que entró en vigor el 1 de
enero de 1994 y establece una zona de libre comercio. (Fuente: Wikipedia)
(17) J. Court, Corporateering. How Corporate Power Steals your Personal
Freedom, Nueva York, J. P. Tarcher/Putnam, 2003.
(18) D. Healy, Let Them Eat Prozac. The Unhealthy Relationship Between the
Pharmaceutical Industry and Depression, Nueva York, New York University Press,
2004.
(19) W. Bello, N. Bullard, y M. Malhotra (eds.), Global Finance. New Thinking
on Regulating Speculative Markets, Londres, Zed Books, 2000.
(20) Némesis: Mit. Diosa de la venganza y de la justicia distributiva en
la mitología griega, se la considera enemiga de toda felicidad.
(21) K. Schwab y C. Srnadja, citado en D. Harvey, Spaces of Hope, Edinburgo,
Edinburg University Press, 2000, p. 70 (ed cast.: Espacios de esperanza,
Madrid, «Cuestiones de antagonismo 16», Ediciones Akal, 2003.)
(22) H. Wang, China´s New Order Society, Politics and Economy in
Transition, Cambridge (MA), Harvard University Press, 2003, p. 44.
(23) Enreferencia a los neoconservadores.
(24) J. Mann, The Rise off the Vulcans. The History oƒ Bush´s War
Cabinet, Nueva York, Viking Books, 2004; S. Drury, Leo Strauss and the American
Right, Nueva York, Palgrave MacMillan, 1999.
(25) R. Hofstadter, The Paranoia Style in America Politics and Other
Seais, Cambridge (MA), Harvard University Press, 1996.
(26) D. Harvey, The New Imperialism, Oxford, Oxford University Press, 2003 [ed,
cast.: El Nuevo imperialismo, Madrid, “Cuestiones de antagonismo
26”, Ediciones Akal, 2004]
(27) H.J. Chang, Globalisation, Economic Development and the Role of the State,
Londres, Zed Books, 2003.
(28) M. Kaldor, New and Old Wars. Organizad Violence in a Global Era,
Cambridge, Polity, 1999, p. 130.
(29) T. Frank, What`s the Matter with Kansas. How Conservatives Won the Hearts
of America, Nueva York, Metropolitan Books, 2004.
(30) Lee Kuan Yew, From Third World to First. The Sincapore Store, 1965-2000,
Nueva York, Harper Collins, 2000.
*Capítulo III del libro Breve historia del Neoliberalismo.
MERCADO Y NEOLIBERALISMO
Pablo Davalos*
La construcción del mercado como categoría histórica a
partir de la cual se derivaría una nueva forma de contrato social, apela
a un tipo específico de racionalidad, que ya fue duramente criticado por
los filósofos de la Escuela de Frankfurt, como Adorno, Horkheimer, y
Marcuse, entre otros. Es la racionalidad instrumental que se demuestra mediante
la eficiencia en el uso de los recursos, y que, en realidad, no es mas
que la fetichización de un tipo de racionalidad propuesta por la
modernidad.
En efecto, el proyectoclasico de la modernidad apuntaba a desligar a la
racionalidad humana de todo tipo de hipotecas especulativas y teológicas.
El mundo que supuestamente debía emerger desde la modernidad, era un
mundo que debería ser regido por una racionalidad amplia y cuya
culminación teórica debería ser un nuevo tipo de
ética de la responsabilidad social, preconizado por Habermas, heredero
de la Escuela de Frankfurt, y basado en una teoría de la
comunicación entre los seres humanos. Ahora bien, es justamente el
aspecto mas limitado y mas pragmatico de la razón,
el que ha venido predominando e imponiéndose, la razón
instrumental.
El aspecto central de este proyecto es la apelación a la eficiencia y la
construcción de una categoría que pretende ser ontológica:
el homo economicus. Según esta visión, todo hombre racional
es eficiente, y la eficiencia se demuestra en la manera de utilizar los
recursos existentes, sustentado, ademas, en aquello que Weber denominaba
la «ética protestante», es decir, la utilización del
tiempo en función del trabajo, la glorificación del ahorro, y del
ascetismo, etc. Este proyecto privilegia la relación del hombre con las
cosas, mas que las relaciones históricas entre los propios seres
humanos. El espacio en el cual se realiza la eficiencia del homo
económicus es el mercado.
LA CONSTRUCCIÓN DE LA CATEGORÍA MERCADO
El mercado como construcción teórica que justifica un determinado
tipo de racionalidad y una determinada practica histórica, es
mas bien un proceso reciente, e íntimamente vinculado a la
corriente teórica del neoliberalismo. Las reflexiones de Rorty, Nozick,
Bell,entre otros, apuntan a legitimar el mercado a partir de la
deslegitimación del Estado. Un proceso que en realidad no tiene sustento
teórico. La oposición entre el mercado y el Estado es una
transliteración de la oposición entre Estado y sociedad civil que
caracterizó al derecho positivo a inicios de la modernidad, y que tiene
como base la constitución del principio de soberanía y la
formación del poder político del Estado moderno.
Identificar al mercado con la sociedad civil es un procedimiento teórico
abusivo, que no tiene bases reales de sustentación en la
tradición filosófica de la modernidad. Sin embargo, esta
identificación entre sociedad civil y mercado es la base sobre la cual
se construyen las pretensiones deontológicas del actual discurso
neoliberal.
Para el neoliberalismo, el mercado es el locus en el cual se hacen
transparentes las decisiones y las acciones racionales del homo
economicus. Es el mecanismo mas idóneo para garantizar la
libertad individual. En el mercado cada hombre esta solo y es responsable
de sus actos frente a los demas. La «mano invisible«»
del mercado hace que todos los individuos cooperen mutuamente para realizar el
bienestar común sin coerciones de ninguna especie. El Estado, por el
contrario, es el Leviatan. Es la fuerza coercitiva por excelencia. Es la
imposición y la restricción a la libertad individual. Es, en
definitiva, el control y la sujeción a la individualidad.
Estado y mercado son fuerzas antitéticas, sin embargo necesarias.
Según la utopía neoliberal, la sociedad mas perfecta
sera aquella con un Estado mínimo y en la cual elmercado sea
quien regule realmente a la sociedad. De ahí la propuesta de transferir
al mercado instituciones, mecanismos, empresas y responsabilidades estatales.
En manos del Estado quedarían basicamente las funciones de
seguridad nacional y de control policial.
Ahora bien, el mercado como locus que transparenta la racionalidad
instrumental a través de la eficiencia en la asignación de
recursos, es mas bien una especie de aquello que Castoriadis denominaba
instituciones imaginarias de la sociedad. El mundo que prima fuera de las
fronteras de la utopía neoliberal, es mas bien un mundo
irracional.
A medida que el Estado transfiere mas responsabilidades al mercado,
mas irracional se vuelve el sistema. A nivel social, por ejemplo, la
concentración de la riqueza se incrementa y se extiende aceleradamente
la miseria. Una irracionalidad que incluso se ha extendido a la forma por la
cual el capitalismo explota los recursos naturales de nuestro planeta. A la
depredación de los seres humanos se suma ahora la incontrolable
depredación de la naturaleza.
MERCADO Y EMPRESA CAPITALISTA
Empero de ello, si bien es cierto que al interior de la moderna empresa
capitalista rige la racionalidad instrumental, e incluso la anticipación
futura del comportamiento de los individuos frente a las incertidumbres del
mercado, como pretende hacerlo la escuela de las «expectativas
racionales», también es cierto que fuera de las fronteras de la
empresa capitalista reina la incertidumbre. Mas alla del espacio
seguro de la empresa o de la corporación capitalista, esta un
reino obscuro dominado por fuerzasdesconocidas que amenazan directamente a la
corporación capitalista. Es el mercado.
Un rasgo específico de esta racionalidad interna de la empresa
capitalista es el deseo de controlar el mercado, que es, de hecho, una forma de
dominar a la incertidumbre, de reducirla a los continentes de la
previsión, de acercarla a las formas mas practicas de las
dinamicas de la empresa capitalista. Una de las maneras por las cuales
se llega al control de esta incertidumbre es a través del monopolio.
En efecto, existe una tendencia natural dentro del capitalismo hacia el
monopolio, es decir, al control absoluto del mercado. Si existe esta tendencia
es porque el capitalismo en realidad tiene miedo del mercado. Le asustan esos
temores cotidianos que nacen del encuentro de esas fuerzas casi
metafísicas que se llaman oferta y demanda.
El mercado como locus, es un espacio terrible. Transido de conflictos,
lleno de incertidumbres. Un espacio en el cual cuentan, al decir de
Baudrillard, las estrategias mas fatales, las formas mas
perversas de la comunicación humana. Un espacio que desgarra
cotidianamente a quienes participan en él, y en el cual se imponen los
mas fuertes, los mas astutos. Un espacio atravesado por
relaciones de poder. Que produce encuentros destinados a la
confrontación y a la destrucción. Que destruye cualquier forma de
comunicación transparente y horizontal. Que arrasa con cualquier forma
de racionalidad que no sea la racionalidad estratégica, es decir,
aquella racionalidad hecha para manipular al otro de tal manera que realice
aquello que yo necesito, aquello que yo quiero.
Es naturalque el capitalismo le tenga miedo a ese espacio del cual depende su
vida misma. Es natural, también, que intente de alguna manera someterlo,
controlarlo. Los monopolios son esa respuesta, casi natural, frente a ese
locus desgarrado por las tensiones, que se llama mercado.
MERCADO Y MONOPOLIOS
Los monopolios controlan la producción y la distribución,
orientan el consumo, planifican la economía mundial, deciden la
inversión, controlan la tecnología. La lucha entre monopolios, en
realidad, es una contienda feroz, porque de allí emerge una fuerza mayor
que controlara al mercado, que lo domesticara, que le dara
transparencia y racionalidad, que podra planificarlo, es decir,
otorgarle algún tipo de racionalidad. Esa nueva fuerza, producto natural
del capitalismo, es la gran corporación que incorpora a su interior una
serie de grandes monopolios. Son los chaebols coreanos,
los zeiretzus japoneses, los grandes grupos financieros americanos y
europeos.
Un total de 200 empresas controlan cerca del 80% de la economía del
planeta. La industria del software es controlado en un 90% por una sola
empresa, la industria aeronautica es controlada en un 95% por dos
empresas. El libre mercado en realidad es una ficción, una
construcción discursiva dentro de un practica ideológica,
el neoliberalismo. El libre mercado sirve para justificar y legitimar el poder
de los monopolios. Sirve dentro de sus estrategias de expansión y
control planetario. Ningún país del mundo, y menos aún
aquellos países pobres, pueden oponerse al poder de los monopolios.
La existencia de los monopolios y de las grandescorporaciones demuestran la
necesidad ineludible de incorporar en el mercado una dimensión de
racionalidad, por fuera de la racionalidad meramente instrumental, aquella de
la planificación, es decir, la voluntad consciente de orientar, y dar
una conducción coherente a la producción, a la distribución
y al consumo. En efecto, a pesar de todos los discursos en contra de la
necesidad de planificar al mercado, los monopolios planifican, de hecho, el
mercado mundial, controlan hasta el último detalle de la
producción, intentan controlar totalmente el consumo, a través de
la domesticación del consumidor.
LA NECESIDAD DE CONTROLAR AL MERCADO
La necesidad de planificación dentro del mercado por parte de las
grandes corporaciones transnacionales, evidencia que el mercado no tiene
mecanismos de autoregulación. Indican, asimismo, que el mercado es un
producto humano susceptible de ser transformado por la acción consciente
de los seres humanos. Si el mercado es un producto humano, entonces la
«mano invisible» que regula la acción de los seres humanos
dentro del espacio del mercado, en realidad es un artificio teórico que
apela a la metafísica para explicar el comportamiento de los hombres en
el mercado.
Si el mercado no tiene mecanismos de autoregulación, o en todo caso, la
autoregulación existente necesita de la conducción
estratégica de las corporaciones transnacionales, y si a su interior se
despliegan formas perversas de acción humana, entonces, el mercado no
puede ser, bajo ningún concepto, el locus desde el cual se
regulen a las sociedades.
La ideología del mercado, en ese contexto,sirve, en realidad, para dar
justificación teórica y legitimación practica, a un
proyecto que favorece directamente el poder de las grandes corporaciones
transnacionales.
Las acciones del mercado, cada vez con menos controles, estan en el
origen de las recientes crisis financieras, que contradicen el supuesto
teórico de que los mercados financieros son casi perfectos, en el
incremento del desempleo, que desdice, asimismo, el supuesto teórico de
la inexistencia de desempleo involuntario, en la extensión de la
pobreza, en la degradación del medio ambiente, en las megafusiones de
empresas transnacionales que han tomado como rehén a la ciencia y a la
tecnología, que entre otros fenómenos, amenazan seriamente al
hombre y a su entorno. Son amenazas que repercuten directamente en la
democratización de nuestras sociedades. Que ponen en riesgo la
supervivencia misma del hombre como especie.
Por ello, es urgente desarrollar estrategias para controlar a los mercados y a
las grandes corporaciones transnacionales que estan hipotecando toda
posibilidad de desarrollo humano.
*Fue viceministro de Economía del Ecuador cuando Rafael Correa era
ministro de esa cartera, durante el gobierno de Lucio Gutiérrez. Asesor
de la Conaie, la organización indígena mas grande del
Ecuador, miembro del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y
profesor universitario, ha publicado el libro «La democracia
disciplinaria. El proyecto posneoliberal para América Latina»
(Codeu-Puce, Quito).
Tomado de: Pablo Davalos. ALAI, América Latina en
Movimiento. Artículo publicado el 16-10-1999.
LASRELACIONES ESTADO-SOCIEDAD EN EL PERÚ: UN EXAMEN BIBLIOGRAFICO
Gonzalo Portocarrero
Para presentar este examen, agruparé los textos leídos y
comentados de acuerdo con sus afinidades tematicas. De esta manera,
tenemos tres secciones. En la primera se discuten los textos que tratan sobre
la “larga duración”, que se concentran en los aspectos de
fondo de la relación Estado-sociedad. En la segunda se hace lo propio
con los textos que discuten la política y el sistema político y
aportan al tema desde una perspectiva mas situada y puntual, como es el
analisis del régimen Fujimori-Montesinos. Finalmente, en la
última sección, se dialoga con los textos que examinan
situaciones microsociales que, sospechamos, (re)producen lo macrosocial. (1)
LECTURAS SOBRE LA LARGA DURACIÓN
En primer lugar tenemos los textos que sitúan el presente en la
perspectiva de la “larga duración”; es decir, que
privilegian las permanencias seculares y los cambios fundamentales. Lo que
podría llamarse los “procesos de fondo”. Una primera
referencia basica son los trabajos de Alberto Flores Galindo. Para este
autor, lo que mejor define la contemporaneidad del Perú es la vigencia
de una “tradición autoritaria”. El núcleo de esta
tradición esta dado por una violencia que permea la sociedad y
que conduce a (re)producir la fragmentación social. La familia, la
escuela, las carceles, los cuarteles, las calles: todos estos espacios
estan atravesados por la violencia. Entonces se obedece al poder
mas por el miedo que suscita que por el convencimiento de que su actuar
es justo y benéfico. Ademas, como la diversidad entre lagente
(color de la piel, educación, lugar de nacimiento, nivel de educación)
se convierte de inmediato en jerarquía, a la vez reconocida y resentida,
silenciada, resulta muy difícil una acción concertada. El
resultado es una sociedad que no puede actuar sobre sí misma; que,
descontenta, cifra sus esperanzas de cambio en una figura providencial. Una
autoridad fuerte, justa, honrada, benevolente. Como habrían sido los
incas. Pero se trata de una fantasía, una ilusión que abre una
esperanza que sólo da lugar a desencantos sucesivos. Finalmente, la
tradición autoritaria nos inmoviliza en un presente que se repite. Los planteamientos
de Flores Galindo han sido desarrollados por Nelson Manrique y Gonzalo
Portocarrero, entre otros autores. En especial, ellos han estudiado el tema del
racismo como un conjunto de discursos y practicas que renuevan el legado
colonial o la tradición autoritaria. En verdad, lo primordial
sería una tendencia a jerarquizar o, para decirlo en otras palabras, una
resistencia a la idea de igualdad. De allí nace una manía
clasificatoria y jerarquizadora que se reproduce en todos los sectores
sociales. Por cierto que en un país donde cualquier diferencia es
pretexto de desigualdad y de discriminación no hay posibilidades de un
sentimiento de “conciudadanía”. Y sobre este trasfondo de
mutuas negaciones no puede existir una sociedad política de ciudadanos,
un espacio participativo donde acordar y disentir sobre lo que debería
ser el interés de todos. El racismo tiene, pues, un efecto disgregador.
Impide el surgimiento de una “comunidad imaginaria”, la
identificación conuna perspectiva desde donde el país se aprecie
como una comunidad de intereses y destino.
En el otro polo de la posición representada por Flores Galindo
podríamos ubicar a Sinesio López. Para este autor, el rasgo
mas importante del proceso histórico peruano en tiempos recientes
no es la continuidad autoritaria sino la ruptura democratica. “El
transito de una sociedad cerrada de señores a una sociedad de
ciudadanos, a través de un proceso que aún no ha
concluido”. Si este proceso no ha sido mas rapido, es por
la falta de una “cultura democratica”. En realidad, en la
narrativa de López palpita el argumento de Tocqueville: la democracia
como un principio cultural expansivo que va remodelando las relaciones sociales
en las distintas esferas de la vida. López articula muchos hechos como
prueba de su hipótesis. De hecho, abundan signos de lo que dice. Pero no
es menos cierto que lo mismo puede decirse con respecto a los hechos que
contradicen su hipótesis: los signos de la persistencia del
colonialismo. Entonces, ¿qué define mejor la contemporaneidad peruana:
la continuidad del autoritarismo o la ruptura de la democracia? La respuesta
tiene mucho que ver con el lugar desde donde se enuncia la pregunta. Para un
revolucionario, como Flores Galindo, impaciente por el cambio, asqueado por la
injusticia y la desigualdad, el vaso esta (semi)vacío. Denunciar
la continuidad del autoritarismo representa un llamado al cambio radical. Para
un demócrata moderado, como López, el vaso esta (semi)lleno.
Destacar los cambios y la consolidación de la ciudadanía es pretender
construir un camino parafundamentar una acción política
gradualista e integradora.
Pero si mas alla de las narrativas sintetizadoras,
trataramos de hacer un balance de los hechos, creo que, de manera
sensata, se podrían proponer las siguientes hipótesis: a) Es
indudable que en el Perú de hoy existe una mayor conciencia de igualdad.
Un signo de este fenómeno es precisamente la visibilización de la
discriminación y el racismo. b) No obstante, la tendencia a la
jerarquización persiste y es muy fuerte. Como esta tendencia atraviesa a
todos los sectores sociales, el resultado es una aguda fragmentación
social. La solidaridad queda restringida a la “gente como uno”.
Entonces, el Perú como una “comunidad imaginaria”, basada en
el mutuo reconocimiento, en sentir que se comparte algo sustancial para todos,
es terriblemente débil.
Zizek dice que la narrativa es una forma de construcción de sentido, de
afirmar un orden allí donde existe el caos de lo real. Lo
paradójico y lo absurdo quedan entonces domesticados, colonizados por la
capacidad de imaginar un orden que construimos y que nos aquieta, pues hace
inteligible nuestro entorno, proporcionando un marco a nuestras vidas. No
obstante, continúa Zizek, el orden que la narrativa fundamenta es
siempre precario, pues esta minado por antagonismos que lo sacuden y
desestabilizan. Entonces, hay que rechazar las narrativas y quedarnos con lo
ambiguo y paradójico. En concreto, ello significa rechazar las lecturas
de la situación peruana en términos de una permanencia autoritaria
o de una progresión democratica. Lo característico del
país sería, entonces, elantagonismo entre tendencias que recorren
toda la vida social. Esta situación no tendría por qué
razonarse en una perspectiva teleológico-narrativa, como
resolviéndose en un sentido u otro, sino como una realidad estable,
donde el absurdo y lo paradójico serían precisamente los hechos
centrales. Creo que a esta perspectiva —pensar menos en términos
de procesos que resuelven antagonismos y mas en términos de
situaciones “intransitables”— apunta el concepto de
“sociedad poscolonial”.
En un texto muy importante, Gayatri Spivak afirma que los países que no
han logrado descolonizarse se convierten en países poscoloniales. Desde
este punto de vista, la descolonización implica no sólo
autonomía política sino, sobre todo, la elaboración de un
sentido común, un imaginario colectivo que proporcione a los habitantes
de la sociedad en cuestión una visión positiva de sí
mismos, un sentimiento que los empodere de manera tal que puedan verse como
agentes y protagonistas de una aventura colectiva, que concierne a todos. Pero,
por otro lado, la descolonización supone también el consolidar la
ciudadanía y los procedimientos democraticos; es decir, la
participación política de las mayorías y la fidelidad de
los gobiernos y los ciudadanos a las reglas democraticas de
transparencia y de respeto a los derechos de los otros.
La situación poscolonial implica, pues, una suerte de
“atascamiento”. Los cambios sociales no se encadenan en una
dinamica de desarrollo sostenible. Lo constante es la coexistencia de lo
antagónico; la oscilación entre autoritarismo y democracia. Todo
parece, siempre, empezar de nuevo. Enel campo cultural los países
poscoloniales tienden a producir narrativas tragicas, historias en las
que se articulan contradictoriamente, por un lado, sentimientos de impotencia e
inferioridad e invocaciones a la resignación, con, por otro lado, una
esperanza de redención. Este temple o animo colectivo, que se
revela en la recurrencia de las narrativas tragicas, puede variar. En
algún momento la esperanza puede primar sobre la impotencia y
resignación. No obstante, estos sentimientos estaran allí
dispuestos a resurgir según los acontecimientos políticos y
económicos los evoquen (2). Estas “narrativas
tragicas”, de luchas agónicas pero finalmente poco
eficaces, se pueden contrastar con las “narrativas épicas”
(3) propias de los países desarrollados. En estos relatos las
colectividades logran extender un manto de autoestima y poder sobre sus
miembros. Las derrotas y contrariedades aparecen como desviaciones de un telos
potente y afirmativo. En el campo político, los países
poscoloniales oscilan entre la democracia y la dictadura. En esta alternancia
se manifiesta la debilidad de los habitos democraticos y la
vigencia de tradiciones exclusivistas que, en nombre de la jerarquía,
desestiman el dialogo y prestigian la fuerza. Dentro de este panorama,
el texto de Nugent significa un aporte, pues explora las raíces de la
tendencia a jerarquizar. La idea de que la tutela, como en una relación
padre-hijo, es necesaria se fundamenta en el sentimiento de que el otro no
puede por sí mismo y que necesita ser dirigido. No sabe aquello que le
conviene, pues es ignorante e incapaz deautocontrol. En su minoridad, su limitación
es patente, de manera que necesita ser protegido. La Iglesia y las Fuerzas
Armadas serían las instituciones donde la ideología del tutelaje
esta in-corporada en ideas y practicas que limitan la capacidad de
autodiscernimiento y alientan, en contraste, la sumisión a una autoridad
que no se siente en la obligación de justificarse. Hasta las mismas
constituciones han recogido la tan extendida idea de que las Fuerzas Armadas y
la Iglesia católica son “las instituciones tutelares de la
patria”.
Finalmente, el texto de Golte, pese a lo discutibles que resultan muchas de sus
ideas, aporta renovando la visión de lo andino. En efecto, Golte analiza
el legado que las tradiciones andinas han dejado al mundo popular urbano de
hoy. Los migrantes estan cambiando el rostro del país gracias a
que llevan a la ciudad activos culturales que, como la laboriosidad y la
capacidad de organización social, tienen una historia milenaria. Este
mundo sería el protagonista del desarrollo.
LECTURAS SOBRE EL SISTEMA POLÍTICO
En segundo lugar, tenemos los textos que discuten la política y el
sistema político. En realidad, todos ellos tratan sobre el Perú
contemporaneo, sobre el gobierno de Fujimori. Todos, también, son
críticos; tratan de explicar por qué las cosas no son como
deberían ser. Me parece sensato dividir los textos entre aquellos que
enfatizan características estructurales del proceso político
peruano y aquellos que se concentran en los acontecimientos y la
formulación de hipótesis ad hoc para explicar el fenómeno
fujimorista. En realidad, las fronteras no sontan claras y la diferencia es un
tanto arbitraria; no obstante, resulta útil para agrupar y comentar los
textos referidos.
Julio Cotler argumenta la existencia de una tensión entre gobernabilidad
y democracia en el Perú de los ochenta. Pero las razones que
según él fundamentaría esta tensión distan de ser
coyunturales. En efecto, para Cotler, la crisis de gobernabilidad se origina en
el patrimonialismo y el clientelismo, en las elevadas expectativas populares y
en la “clasica debilidad del Estado para formular, organizar y
ejecutar decisiones coherentes”. A estos hechos, permanentes en la
historia del país, se agregaría la política heterodoxa del
presidente García con sus consabidos resultados catastróficos. No
obstante, creo que para Cotler la heterodoxia populista es un resultado
esperable de circunstancias estructurales. Sea como fuere, aquello que no
esta en duda es que la demanda de orden y mano dura surge de la crisis
de gobernabilidad, del caos social. De la heterodoxia populista se transita al
autoritarismo liberal. La gobernabilidad se resuelve en lo inmediato pero a
costa de la democracia. Sin embargo, la situación no deja de ser
precaria porque el régimen autoritario, liberado de cualquier control
ciudadano, adquiere un caracter mafioso y corrupto, que lo termina por
deslegitimar, tornando la situación nuevamente ingobernable. Entonces,
ni las democracias populistas ni las dictaduras corruptas aseguran una
gobernabilidad adecuada. Así estaría el Perú, dando tumbos,
sin encontrar su destino. La legitimidad y el orden no pueden perdurar
simultaneamente (4). En losplanteamientos de Cotler hay una fuerte
crítica a los políticos por su falta de responsabilidad.
También cabe destacar la importancia que él asigna a los factores
internacionales.
En el otro extremo de la posición de Cotler esta Martín
Tanaka, quien sustenta que en los años ochenta no se dio una crisis del
sistema de partidos sino un “agotamiento de la manera de hacer
política”. Entonces, el “colapso sorpresivo” de los
partidos obedecería a que ellos desatendieron a la opinión
pública justo en el momento en que se estaba transitando desde un
“modelo electoral movimientista” a otro “electoral
mediatico”. En todo caso, lo que ocurre es que la gente deja de
sentirse representada por los partidos, de manera que el “outsider”
Fujimori logra arrinconarlos. La explicación de Tanaka pretende
reivindicar la importancia de los eventos, de la estrategia de los actores y de
la misma contingencia.
La posición de Crabtree esta mucho mas cerca de Cotler que
de Tanaka. Para este autor, habría un problema fundamental: la
“falta de una intermediación política adecuada”; es
decir, el mundo social no esta debidamente entroncado con los partidos
políticos. De allí la tendencia al surgimiento de los liderazgos
carismaticos y la concentración del poder que socava la
institucionalidad democratica, hecho que, a su turno, impide la
emergencia de partidos. El caudillismo populista lleva a desbordes permanentes,
que resultan de expectativas populares desmesuradas por el afan de
protagonismo del caudillo de turno. Esta dinamica es la que impide la
consolidación de la formalidad, el apego a los procedimientos,que es el
terreno de donde podría emerger una gobernabilidad democratica.
El argumento de Murakami va en el mismo sentido. Existiría una
“tradición plebiscitaria” en la sociedad peruana, una
incapacidad para lograr acuerdos colectivos y hacerlos respetar. Desde esta
precariedad, la sociedad se ilusiona en que delegar la responsabilidad es la
salida para resolver los problemas colectivos. No obstante, el líder
plebiscitario tiende al patrimonialismo y al clientelismo, a la prebenda y a la
demagogia. Para Murakami, esta constante atraviesa toda la sociedad peruana:
desde los clubes de madres hasta el propio gobierno.
Las ideas de Carlos Ivan Degregori se refieren mas a un
régimen específico, el de Fujimori-Montesinos, que a un sistema o
tradición política. En este sentido, este autor esta
mas cerca de Tanaka que de Cotler, Crabtree y Murakami. Degregori trata
de explicar el fujimorismo como un régimen surgido “de la guerra
victoriosa contra la subversión, la hiperinflación y los partidos
tradicionales”. Un régimen que logra estabilizarse gracias a la “antipolítica”;
es decir, socavando cualquier espacio de debate por medio de la
monopolización de los medios de comunicación. Este control
mediatico se basa en un consenso entre los poderes facticos.
Entonces, la política es sustituida por la farandula y el
deporte. Se explota el lado negro de la cultura popular: el sensacionalismo y
la pornografía. Y, ademas, encima de todo ello, se monta un
aparato clientelista que reparte dadivas. La fórmula logra
bastante éxito pero, a la larga, sus costos son mucho mayores que sus
beneficios.Creo que por encima de las diferencias, y del grado de complejidad
de la argumentación, hay ideas con las que todos los autores citados
estarían de acuerdo. La raíz de la inestabilidad política
estaría en la debilidad de la participación política de
las mayorías y en la vocación por concentrar poder por parte de
los políticos. La debilidad de la participación popular
tendría que ser entendida tanto en un sentido cuantitativo como
cualitativo. Por un lado, existe la tendencia a delegar, a esperar al hombre
fuerte que resuelva los problemas. La participación ciudadana se agota,
pues, en las elecciones. La gente no se involucra en los partidos ni en la
fiscalización de los gobiernos. Por otro lado, esta participación
es cualitativamente débil en tanto se tiene una ciudadanía ilusa,
que carece de una capacidad crítica y que se deja seducir por
planteamientos descabellados, que no logra aprender del pasado. En cuanto a la
vocación por concentrar el poder o la tendencia dictatorial de la clase
política, ello tendría que ver con el machismo y el
autoritarismo, con el predominio del verticalismo en el funcionamiento de las
organizaciones en la sociedad peruana. Esto significa que hay una influencia
del sistema de género, de la manera como se vinculan los sexos, en el
modo en que se relacionan los actores políticos. En efecto, el machismo
es un discurso que postula la legitimidad del impulso a prevalecer sobre la
mujer sobre la base de la fuerza o el engaño. Sobre esta matriz
compartida hay, desde luego, importantes diferencias. Tanaka y Degregori
subrayan la relevancia de losacontecimientos. Para Degregori, la debilidad de
la participación resulta de una política deliberada que se
implementa a través del control de los medios de comunicación. En
forma similar, considera que hay responsables de la frustración del
proceso democratico, de la recurrencia de las crisis. El
señalamiento de culpables y la indignación moral son patentes en
sus escritos. El analisis de las estructuras no debe resultar en un desvanecimiento
de las responsabilidades de los individuos. Tanaka también valora la
importancia de los acontecimientos y de las estrategias de los actores en la
producción de las crisis políticas. La voluntad política
del outsider Fujimori, en especial, le parece un dato irreductible e importantísimo
en la coyuntura de principios de los años noventa.
Cotler, Crabtree y Murakami se concentran en lo estructural, en la
identificación de dinamicas o círculos viciosos que
entrampan el proceso político. Cotler pone el énfasis en la
ingobernabilidad. Los regímenes democraticos padecen de una
sobrecarga social que ellos mismos promueven. Mientras tanto, los autoritarios
degeneran en dictaduras corruptas e ineficientes. Para Crabtree, el caudillismo
impide la consolidación de un sistema político, pues inevitablemente
tiende al desborde populista, a un voluntarismo que impide la
formalización de la política. Para Murakami, el problema
esta mas en las bases que en los líderes; es decir, el
caudillismo surge no tanto de la voluntad de los actores políticos cuanto
de la dificultad de la gente para ponerse de acuerdo y la consiguiente
preferencia por delegar. Todos los autorescitados dicen algo importante. Pero
lo mas interesante sería inferir las recomendaciones
implícitas en sus diagnósticos. Para Cotler, lo prioritario
sería lograr acuerdos de gobernabilidad. Los partidos deberían
concertar en vez de practicar la usual desestabilización de la
posición del otro. Por otro lado, sería necesario controlar la
sobrecarga de demandas sociales mediante el logro de un consenso sobre las
prioridades nacionales. Estos cambios son arduos porque suponen sofocar el
deseo de protagonismo de los políticos y la impaciencia popular. Para
Crabtree, lo mas indicado sería auspiciar la formación de
partidos que intermedien entre la gente y la política. Se
evitarían, así, la acción directa y el consecuente caos
social. La discusión ideológica y la organización
política deberían involucrar a mucha gente, pues así se
crearía un lazo entre representantes y representados, y el campo para el
caudillismo quedaría reducido. Para Murakami, el énfasis
debería estar puesto en la educación ciudadana. Así,
disminuiría la tendencia a delegar, base del caudillismo. Ademas,
sería necesario elaborar un proyecto colectivo con el que todos pudieran
identificarse, una imagen del colectivo y de sus intereses que animara la
participación e hiciera posible la concertación. Finalmente, en
el trabajo de Tanaka esta implícita la necesidad de una reforma
de la clase política para que sea mas sensible a las cambiantes
aspiraciones de la población que dice representar.
Antes de terminar con este punto, quisiera explicitar algunas reflexiones muy
incipientes sobre el tema. Para empezar, creo quela metafora del
“archipiélago” es sugerente para pensar el Perú de
hoy. La realidad peruana puede ser representada como un conjunto de islas que
pese a su mutua cercanía, estan escasamente comunicadas. En cada
una de estas islas vive gente “como uno” que se reconoce y respeta,
pero que no se siente muy solidaria con quienes viven en las otras. Las
distintas islas son, cada una por su lado, como un enjambre de redes que
agrupan a individuos insertos en vínculos de parentesco, vecindad o
paisanaje; afines entre sí por su consumo cultural, sus gustos y
tradiciones, finalmente por ser parte del mismo grupo social. Las afinidades
fundan el reconocimiento mutuo, la empatía y la buena disposición
hacia el otro. En la red, la relación personal con el vecino, el
pariente o el amigo es capitalizable. Entonces, hacer un favor o mostrar simpatía
es una inversión de la que se puede esperar retorno. No sucede lo mismo
con el otro que es diferente, que no es afín. No es reconocido aunque
sea un conciudadano, miembro de la misma sociedad política; no despierta
un sentimiento de solidaridad.
Con Badiou, puede decirse que la prevalencia de las redes como fundamento de la
acción individual y colectiva supone un debilitamiento de la
ciudadanía y —paralela y necesariamente— el dominio de la
política por la representación de intereses económicos. En
efecto, en una situación de este tipo, los partidos compiten por
representar redes locales que ellos mismos crean o, en todo caso, refuerzan;
tratan de hilvanar las reivindicaciones de distintos sectores en una
perspectiva de crítica y oposición algobierno. Apoyan, entonces,
los reclamos efectuados desde la diversidad de intereses particulares. Su
avidez por el poder los conduce a cortejar a todos los movimientos sociales,
presentandose como sus representantes y abogados mas
consecuentes. Podran sumar así los votos necesarios para
convertirse en gobierno. Pero llegados a ese punto, sólo les queda ser
administradores del orden neoliberal o deslizarse en un incierto populismo.
Según Badiou, la ciudadanía queda destruida por la política
basada en la representación de intereses, pues al perderse la
perspectiva del interés generalizable, desaparece también la
política basada en convicciones. La gente no vota en función de
lo que cree mejor para el futuro del país sino en la perspectiva de su
interés económico inmediato, por la posibilidad de salir
beneficiado por la participación en una red de intercambio de favores y
servicios —es decir, ser parte de la clientela de un partido— o, en
todo caso, por la expectativa de que su interés económico
sera promovido. Siguiendo la inspiración de Badiou, podría
decirse que en el Perú tenemos apenas ciudadanos, en el sentido de
personas capaces de valorar la política desde apuestas por el futuro que
implican dejar de lado los intereses personales como referentes centrales de
sus decisiones. Éste sería el caso, por ejemplo, de la gente que
votó por Pérez de Cuéllar en 1995: una pequeña
minoría que al votar por este candidato, defendía una
convicción, un principio: la importancia de las instituciones y de la
desconcentración del poder para el logro de una sociedad decente y
democratica. Noestaban en el error. El tiempo les dio la razón.
Para Badiou, la esperanza de cambiar la sociedad debe depositarse en las
“movidas” políticas, en los movimientos sociales que
insurgen en virtud de convicciones fundamentadas en una visión del
interés general; movimientos no institucionalizados en partidos, que
desaparecen una vez cumplidos sus objetivos, que no generan un liderazgo que
pretenda permanecer. Ejemplos de estas “movidas” políticas
serían las protestas contra la globalización en Seattle o las
manifestaciones estudiantiles contra el gobierno dictatorial de Fujimori en el
Perú. En ambos casos, los protagonistas, lejos de defender intereses
personales, pretendían encarnar un sentimiento ciudadano a favor de los
pobres del mundo o de la democracia en el país. Por ello, su protesta
despertó muchas simpatías.
LECTURAS SOBRE EL ORDEN SOCIAL EN LA VIDA COTIDIANA
Finalmente estan los textos que tratan sobre situaciones microsociales
en las cuales, sin embargo, es visible que se esta (re)creando lo
macrosocial, las características que definen a la sociedad peruana.
Estos textos pueden ser agrupados en dos conjuntos: a) aquellos que analizan lo
micro y lo vinculan con lo macro y b) aquellos que se concentran en el examen
de un sector social definido.
En el primer conjunto estan los textos de Yanaylle, Mannarelli, De la
Cadena y Neira-Ruiz-Bravo. Todos ellos dan cuenta de situaciones en las que es
visible la primacía de la fragmentación en el mundo de los subalternos.
En este sentido, se sitúan en una relación contraria al sentido
común, pues muestran mundos sociales fracturados, enlos que se reproduce
la dominación social. Lo tragico del asunto es que pese a que
estos mundos estan liderados por sectores emergentes, que han vencido la
exclusión, ellos continúan jerarquizando y reproduciendo el
autoritarismo con los de mas abajo. Su triunfo no ha sido el de un
principio o idea ni el de un grupo social; ha sido mas bien un triunfo personal
que supone asimilar mucho del racismo del cual estas personas fueron o siguen
siendo víctimas. Los casos mas claros de esta situación
los proporcionan Yanaylle y De la Cadena. En su analisis de los
comedores populares, Yanaylle reconstruye cómo las personas mas
seguras forman una argolla que excluye y explota a las “cholitas”.
Éstas trabajan mas, reciben menos y apenas se atreven a
protestar. Las criollas o acriolladas que hablan fuerte son incorporadas a la
argolla o neutralizadas mediante el aislamiento. De la Cadena reconstruye la
resistencia de las mujeres vendedoras de mercado frente al discurso y las
practicas racistas en el Cuzco. Gracias a su resolución y a sus
posibilidades económicas, logran evitar el sentirse
“cholas”, interiorizar la etiqueta que la “gente
decente” pretende imponerles. Producen una identidad, la de
“mestiza”, progresista y orgullosa. Pero, otra vez, las mestizas
reproducen con los indios el trato que la “gente decente”
pretendió imponerles.
Mannarelli, mientras tanto, examina cómo la dominación
étnica se integra con la de género para conformar esa
relación tan sui géneris que es el servicio doméstico. En
el mundo popular la mujer es el indio del hombre. Entonces, servir en el mundo
de laélite puede ser hasta mas atractivo que hacerlo en el
propio. En todo caso, el espacio doméstico escapa a la ley
pública y el hogar se transforma en un feudo. Este feudo es el vivero
donde las niñas y los niños privilegiados aprenden a mandar y ser
obedecidos. Allí se establecen densas relaciones en las que se
entretejen la protección con el abuso, la explotación y el
desprecio con el amor. Uno de los aportes mas interesantes del trabajo
de Neira-Ruiz Bravo es el dar cuenta de la diversidad de los modelos de
autoridad en el Perú de hoy. En la costa las cooperativas fracasan
porque la gente delega y los dirigentes se posesionan de las empresas. Unos no
fiscalizan, otros no rinden cuentas. Todo el mundo muerde lo que puede a la
cooperativa. La parte del león va para los gerentes y dirigentes
sindicales. No es posible una gestión colectiva eficiente. Los nuevos
dirigentes son mucho peores que los antiguos patrones. En la sierra la
pequeña propiedad sí florece, pero existe un gran temor a la
diferenciación social. El patrón es el símbolo de todo lo
que se odia. No obstante, estan surgiendo nuevos patrones, aunque ellos
no lo quieran parecer.
El analisis de Rospigliosi muestra la vulnerabilidad de las Fuerzas
Armadas. Su captura por Vladimiro Montesinos y la formación consiguiente
de una gran “argolla” rompen con el funcionamiento tradicional de
las Fuerzas Armadas. Se rompe el equilibrio, la competencia entre grupos.
Entonces, el mérito deja de ser el referente para la selección de
los oficiales superiores. Lo que se valora es la lealtad. Y el premio es la
prebenda. La institución sepatrimonializa; es manejada por su
“dueño” como si fuera una “chacra”. Mientras
tanto, el analisis de Durand muestra la poca fe de los grandes
empresarios en el sistema gremial y político. Ellos prefieren arreglar
sus cuentas directamente con el poder, cada uno por separado. Se establece una
tendencia a la corrupción y la mafia. Esta situación ha sido
mas que confirmada por los hechos recientes, por el comportamiento de
grandes empresarios como Schutz, Crousillat y sobre todo Dionisio Romero. Es
evidente que ellos no creen en la democracia y la transparencia y que buscan
medrar a la sombra del poder. A este panorama hay que añadir, sin
embargo, un hecho trascendente. Se trata de que los que estan abajo
—las cholitas de Yanaylle, la servidumbre de Mannarelli o los indios de
De la Cadena— rechazan el trato que reciben. Su voz de protesta es
aún muy débil, pero allí, en los subalternos, esta
ya el impulso a la democracia. Como casi no son escuchados, recurren a la acción
directa: manifestaciones vandalicas, invasiones, bloqueos de carreteras,
desalojos violentos.
Los discursos sobre lo microsocial han cambiado dramaticamente en los
últimos años en el Perú. A mediados de los años
ochenta se suponía que el mundo popular tenía una gran capacidad
de organización y autogobierno. Allí estarían las bases de
una democracia mas directa, de un “protagonismo popular”. En
las cooperativas, los clubes de madres, los comedores populares, las rondas de
autodefensa; en todos estos espacios se estaría forjando una democracia
participativa. Diez años mas tarde, es poco lo que queda de esa
esperanza.Las cooperativas quebraron, las organizaciones de supervivencia
fueron manipuladas por el clientelismo con la ayuda de las mismas dirigentes.
Las rondas tuvieron comportamientos autoritarios. Desde luego que se
carecería de ponderación si se pasara al otro extremo; es decir,
la visión de un mundo popular totalmente fragmentado. Quiza lo
mas ecuanime sería citar a los cómicos ambulantes
analizados por Víctor Vich. En ellos es visible el desgarramiento entre
su conciencia —tomada por las ideas de superación individual a
través de la educación y de la lucha agónica por el
progreso— y su vida real, donde la solidaridad y la fiesta son tan
importantes. Creo que esta tensión es muy expresiva de la subjetividad
popular en el Perú de hoy. Esta tensión es la matriz de donde
emergen no sólo las ya citadas narrativas tragicas, pues queda
también la respuesta del humor y la ironía. La respuesta al
desgarramiento no es, entonces, la lucha tragica por la identidad sino
el distanciamiento cómico que logra el reírse de la propia
limitación.
UN FUTURO INCIERTO
Es claro que la época que vivimos, marcada por la crisis
económica y la incertidumbre política, se presta poco para la
elaboración de grandes relatos. En este sentido, es significativo que en
los comienzos de la presente década, el analisis de la
relación Estado-sociedad haya estado dominado por el señalamiento
de entrampamientos y círculos viciosos antes que por la
identificación de procesos de fondo. Es como si entre los intelectuales
peruanos o peruanistas el haberse equivocado demasiado alentara una nota de
prudencia, y quiza hastade desaliento. La videncia y la profecía
parecen ser oficios sin mucho éxito en el caso peruano. Lo único
constante parece ser lo contingente. Lo inesperado surge de allí donde
nadie se fijó, arrasando certezas e ilusiones.
TEXTOS COMENTADOS
Lecturas sobre la larga duración
FLORESGALINDO, Alberto. La tradición autoritaria (Violencia y democracia
en el Perú). Lima, Sur, 1998.
GOLTE, Jürgen. “Migración andina y cultura peruana”. En
Guillermo Lohmann, Richard Burger, Yoshio Onuki y otros. Historia de la cultura
peruana II. Lima, Fondo Editorial del Congreso de la República del
Perú, 2001, pp. 511-546.
LÓPEZ JIMÉNEZ, Sinesio. Ciudadanos reales e imaginarios:
concepciones, desarrollo y mapas de la ciudadanía en el Perú.
Lima, Instituto de Dialogo y Propuestas, 1997.
MANRIQUE, Nelson. “Introducción. Algunas reflexiones sobre el
colonialismo, el racismo y la cuestión nacional”. En Nelson
Manrique. La piel y la pluma. Lima, Sur, 1999, pp. 11-28.
NUGENT, Guillermo. “¿Cómo pensar en público? Un
debate pragmatista con el tutelaje castrense y clerical”. En Santiago
López Maguiña, Gonzalo Portocarrero, Rocío Silva
Santisteban y Víctor Vich (eds.). Estudios culturales. Discursos,
poderes, pulsiones. Lima, Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el
Perú, 2001, pp. 121-143.
PORTOCARRERO, Gonzalo. “La cuestión racial: espejismo y
realidad”. En Gonzalo Portocarrero y Elizabeth Acha. Violencia
estructural: Sociología. Lima, Asociación de Estudios para la
Paz, 1989, pp. 17-61.
Lecturas sobre el sistema político
COTLER, Julio. “La gobernabilidad en el Perú: entre el
autoritarismoy la democracia”. En Julio Cotler y Romeo Grompone (eds.).
El fujimorismo: ascenso y caída de un régimen autoritario. Lima,
IEP, 2000, pp. 13-75.
CRABTREE, John. “Neopopulismo y el fenómeno Fujimori”. En
John Crabtree y Jim Thomas (eds.). El Perú de Fujimori. Lima,
Universidad del Pacífico-IEP, 1999, pp. 45-71.
MURAKAMI, Yusuke. La democracia según C y D: Un estudio de la conciencia
y el comportamiento político de los sectores populares de Lima. Lima,
IEP-The Japan Center for Area Studies, 2000.
DEGREGORI, Carlos Ivan. La década de la antipolítica. Auge
y huida de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos. Lima, IEP, 2000.
TANAKA, Martín. Los espejismos de la democracia. El colapso del sistema
de partidos en el Perú, 1980-1995, en perspectiva comparada. Lima, IEP,
1998.
Lecturas sobre el orden social en la vida cotidiana
DE LA CADENA, Marisol. La decencia y el respeto. Raza y etnicidad entre los
intelectuales y las mestizas cuzqueñas. Documento de trabajo 86, Serie
Antropología 12. Lima, IEP, 1997.
DURAND, Francisco. Business and Politics in Peru. The State and the National
Bourgeoisie (manuscrito).
MANNARELLI, María Emma. “Sexualidad y cultura pública. Los
poderes domésticos y el desarrollo de la ciudadanía”. En
Santiago López Maguiña, Gonzalo Portocarrero, Rocío Silva
Santisteban y Víctor Vich (eds.). Estudios culturales. Discursos,
poderes, pulsiones. Lima, Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el
Perú, 2001, pp. 189-209.
NEIRA, Eloy y Patricia RUIZ BRAVO. “Enfrentados al patrón:
masculinidades en el medio rural peruano”. En Santiago López
Maguiña,Gonzalo Portocarrero, Rocío Silva Santisteban y
Víctor Vich (eds.). Estudios culturales. Discursos, poderes, pulsiones.
Lima, Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú, 2001,
pp. 211-231.
ROSPIGLIOSI, Fernando. Montesinos y las Fuerzas Armadas. Cómo
controló durante una década las instituciones militares. Lima,
IEP, 2000.
YANAYLLE, María Emilia. “‘Señora la admiro’.
Autoridad y sobrevivencia en las organizaciones femeninas en un contexto de
crisis”. En Gonzalo Portocarrero (ed.). Los nuevos limeños.
Sueños, fervores y caminos en el mundo popular. Lima, Sur, 1993, pp.
115-123.
“‘Mejor callarse’ ¡Y todas se callaron!”,
Margenes. Encuentro y Debate, año IV, n. º 7, enero de 1991,
pp. 221-238.
(1)La relación de los textos abordados en cada una de estas tres
secciones aparece al final del documento.
(2) Por lo general, las narrativas sobre el Perú parten de un
sentimiento de fracaso que debe ser explicado. El fracaso es atribuido a las
relaciones internacionales y a las clases propietarias. El mundo popular suele
ser representado como víctima inocente. Este núcleo narrativo
recuerda las historias que elaboran quienes no han dejado de ser hijos. Sus
mismas protestas de haber sido victimizados, de ser inocentes e incapaces de
responsabilidad, suponen una omnipotencia del padre y un deleitarse en la
posición de martir. En un libro de Felicity Rosslyn (Tragic
Plots: A New Reading from Aeschylus to Lorca. Ashgate, 2000), la autora
sostiene que las narrativas tragicas adquieren prominencia en los
períodos de transito de la tradición a la modernidad,
cuando el pasadoinmemorial cede lugar a un presente incierto. Entonces, en las
vidas de las comunidades se experimentan tensiones y sufrimientos que se
expresan en estas narrativas, que, por otro lado, ayudan a los individuos a
encontrar un sentido a lo confuso e inesperado de su experiencia inmediata. La
idea de Rosslyn es ciertamente interesante, pero esta marcada por la
noción de que el transito es un momento y no una condición
mas permanente. Precisamente el concepto de “sociedad
poscolonial” evoca una situación en la que coexisten lo moderno y
lo tradicional, y donde, entonces, la matriz de lo tragico esta
siempre abierta. El libro de Rosslyn aparece comentado por Robert Grant en The
Times Literary Supplement del 5 de octubre del 2001.
(3) Ejemplos de estas narrativas podrían ser películas como
Día de la Independencia, El patriota y Pearl Harbor, que algunos llaman
“americanadas”.
(4) La argumentación de Cotler hace recordar las ideas de McPherson
sobre las tensiones entre el liberalismo y la democracia en la Europa del siglo
XIX. Estas tensiones fueron resueltas cuando las clases populares aceptaron la
propiedad privada y el liberalismo y cuando, por otro lado, las élites
aceptaron la democracia, la ciudadanía universal. Del liberalismo
autoritario asediado por las demandas populares surgió el compromiso de
la democracia liberal.
REESTRUCTURACIÓN NEOLIBERAL DEL ESTADO PERUANO, INDUSTRIAS EXTRACTIVAS Y
DERECHOS SOBRE EL TERRITORIO
Vladimir Pinto
REFORMA NEOLIBERAL Y PROMOCIÓN DEL DESARROLLO MINERO
Desde su fundación como república, nuestro país ha
privilegiado su articulación al mercadomundial como proveedor de
materias primas; esto ha determinado un patrón de desarrollo
primario-exportador que se ha reforzado a lo largo del tiempo con elementos
simbólicos y retóricos (1) y por supuesto, con un correlato
institucional y jurídico que es plenamente funcional a los intereses de
estos sectores económicos.
La minería en particular es la actividad mas favorecida entre las
prioridades del Estado peruano durante gran parte del siglo XX y lo que va del
siglo XXI; con mayor empeño desde los años 90, debido al contexto
mundial del incremento del precio de los metales. En el caso peruano, este
«boom» minero se potencia dentro del paquete de reformas
estructurales (2) implementadas durante el primer Gobierno de Alberto Fujimori,
las que respondieron a una receta neoliberal de lo mas ortodoxa,
articulada a diversos intereses corporativos y criminales, como es hoy de público
conocimiento.
El nuevo régimen político instaurado a partir del 05 de abril de
1992 fue sostenible, a pesar de su precariedad jurídica, porque el
Gobierno le brindó amplias garantías a los grupos de poder. Parte
sustancial de las reformas se relaciona con las condiciones requeridas por las
agencias multilaterales para promover y garantizar las inversiones extractivas;
a esto responden los convenios de estabilidad jurídica, los mecanismos
tributarios especiales (depreciación acelerada, reinversión
exonerada del impuesto a la renta, entre otros), la libre disponibilidad de
divisas para las empresas y el arbitraje internacional como el medio para la
solución de controversias entre Estado ycorporaciones trasnacionales. El
modelo fue exitoso en cuanto a sus objetivos. A fines de la década
pasada se multiplicaron casi por ocho los derechos mineros (de 2 millones de
hectareas en 1991 a 15 millones en 1999). La gran minería se
extendió a zonas nuevas como Ancash, Cajamarca, La Libertad, Cusco,
Apurímac y los índices de producción se han multiplicado
exponencialmente. Solo entre 2002 y 2006, se multiplicó en mas de
11 veces el monto que abona como impuesto a la renta (3); hasta antes de la
crisis financiera mundial, la minería representaba alrededor del 60% de
las exportaciones nacionales;
De igual manera se han ampliado las exploraciones hidrocarburíferas,
principalmente en la Amazonía, pasando de un 13% de area ocupada
por concesiones el año 2004 a mas del 70% a fines del 2008.
Según Humberto Campodónico, el Perú es el país que
ha concesionado mayor extensión de la Amazonía para
exploración de hidrocarburos; tanto en términos porcentuales como
absolutos. En nombre de esta apuesta promotora de las inversiones extractivas
se han subordinado reformas basicas para cualquier proceso de
modernización y democratización del Estado peruano.
La reforma pro inversión conllevó una drastica
regresión del marco constitucional de protección de derechos;
confrontando con los derechos humanos y medioambientales reconocidos por el
sistema internacional. En particular se afectan los derechos colectivos de los
pueblos indígenas. No es casual que el foco de los conflictos mineros
vire hacia lo social y ambiental desde los años noventa en adelante y
tampoco es casualidad que las comunidades seanuno de los principales focos de
rechazo al modelo. Esto responde a un diseño que ha obviado —o
vulnerado expresamente— derechos e intereses de gran parte de la
población. En lo relativo a la política territorial, podemos identificar
tres grandes líneas que han tenido coherencia y continuidad a lo largo
de los sucesivos Gobiernos en el Perú desde el fujimorato:
– Flexibilizar las protecciones jurídicas de la propiedad comunal
y fomentar la desintegración de las comunidades para promover la
reconcentración de tierras en actores plenamente insertados en el
mercado.
– Disminuir las condicionantes de la inversión extractiva; en
particular la normatividad e institucionalidad ambiental
– Reconcentración constante de las decisiones en torno a la
participación ciudadana y ordenamiento territorial descentralizado; en
desmedro de los gobiernos sub-nacionales.
Sobre estos objetivos se evidencia un renacido entusiasmo de parte del actual
Gobierno, que aparentemente ha decidido «pisar a fondo» el
acelerador de las reformas neoliberales no completadas por sus antecesores.
LA FLEXIBILIZACIÓN DE LOS TERRITORIOS COMUNALES: ¿LEY DE TIERRAS
O TIERRAS SIN LEY?
Un primer dato que debemos considerar es que no estamos ante un tema menor o
subsidiario para los grupos de poder económico. De acuerdo con datos del
desaparecido PETT (4), los territorios de las comunidades nativas titulados
suman 13´316.574 ha (5) -incluyendo bosques en «cesión de
uso» (6)-. Sobre las comunidades campesinas, los datos no son exactos. Se
sigue apelando al Censo Nacional Agropecuario de 1994, que informa que
alrededordel 40% de las tierras con aptitud agropecuaria estan en manos
de las Comunidades Campesinas, lo que equivale a 14´171.968 ha (7). El
debate sobre el modelo productivo en el campo no puede obviar el tema de las
comunidades; no solo por razones jurídicas, sino porque estamos frente a
un sector que —aun con limitaciones— maneja gran parte del
territorio nacional.
Un segundo elemento a comentar es el concepto de las tierras o territorios
indígenas, que no se enmarca en el ambito de la propiedad en un
sentido clasico. Como bien señala García Hierro (Chirif y
García Hierro, 2007), este derecho -la propiedad- ha sido la
única alternativa que han encontrado los pueblos indígenas dentro
de los ordenamientos jurídicos occidentales para defender sus espacios
vitales. No obstante, esta figura jurídica ha tenido que transformarse
significativamente para que se adecue a sus necesidades, convirtiéndose
en una «propiedad colectiva, no enajenable», completamente diferente
a la propiedad concebida en el derecho civil occidental, garantía de los
derechos individuales y mecanismo de seguridad para el funcionamiento del
mercado.
Esta perspectiva de los territorios indígenas se ha afirmado
paulatinamente en el derecho internacional. El Convenio 169-OIT comprende en el
concepto de «territorio» a la totalidad del habitat que los
pueblos indígenas ocupan o utilizan de forma permanente o
esporadica (8). La Corte Interamericana de Derechos Humanos se ha
pronunciado al respecto (9) y la Declaración de Naciones Unidas sobre
los Derechos de los Pueblos Indígenas alude al derecho
«intrínseco» de lospueblos indígenas al territorio y
reconoce el «despojo histórico» que sufrieron los pueblos
por efecto de la colonización y enajenación de sus tierras,
territorios y recursos; lo que justifica su reapropiación y especial
protección.
Así también, las Constituciones de Venezuela, Ecuador, Bolivia y
Colombia han avanzado en el reconocimiento de los pueblos indígenas como
sujetos de derecho (incluso en Ecuador se reconocen como un Estado
plurinacional) y garantizan de manera clara la protección de sus
territorios como espacios autónomos no enajenables.
En el Perú, se habían afirmado durante décadas las
características particulares de la propiedad colectiva indígena.
Sin embargo, empezamos a marchar a contracorriente de esta tendencia normativa
mundial con la Constitución de 1993, que eliminó las
garantías de inembargabilidad e inalienabilidad de los territorios comunales,
poniéndolos a disposición del mercado. Se revirtió
así un desarrollo normativo que data de 1920 (10), sin mayor
justificación doctrinaria.
El proceso de mercantilización se complementa en 1995, mediante la
«Ley de Tierras» (11), que formaliza la subordinación de la
propiedad comunal a los proyectos mineros o energéticos que el Estado
decida desarrollar en dichas tierras. En el Reglamento de esta norma, Decreto
Supremo 017-96-AG, se perfecciona el procedimiento para el otorgamiento de
servidumbres en propiedades particulares o comunales, aunque ya estaba
establecido en los reglamentos del subsector Minería e Hidrocarburos
desde 1992 y 1993, respectivamente (12) En esa misma ley se redujo el
porcentaje mediante elcual se permite a las comunidades campesinas de la costa
disponer de sus territorios. Anteriormente, se requería de los dos
tercios del total de comuneros registrados para realizar cualquier acto de
disposición del territorio comunal, y con la Ley 26505 se
estableció que el 50% de los asistentes a una asamblea podrían decidir
sobre la parcelación, venta, servidumbre o cualquier otro acto de
disposición del territorio comunal.
Durante el período de Alejandro Toledo se promocionaron discursos y
medidas simbólicas en torno a los pueblos indígenas; sin embargo,
no se adoptaron reales políticas interculturales en ningún
ambito gubernamental (salud, educación, administración de
justicia); por el contrario, se mantuvo el modelo extractivo en perjuicio de
los derechos territoriales indígenas. Es así que durante el
Gobierno de Perú Posible se aprueba la Ley 28259, destinada a la
privatización de las tierras eriazas (no productivas) del ambito
rural andino y amazónico, incluidas aquellas que han sido abandonadas
por sus propietarios o «que no han cumplido con los fines productivos para
los cuales se adjudicó». Originalmente se decidió dejar
fuera de los alcances de esta norma a los territorios indígenas, pero su
reglamento (13) incluyó expresamente a las propiedades comunales como
parte de las que podían revertir al Estado por falta de uso, imponiendo
el criterio de la agricultura extensiva para determinar dicho uso. Cabe
mencionar que esta reversión de tierras hacía parte de una
política general, pues se extendió a los asentamientos
poblacionales en areas adjudicadas con fines agrarios(Ley 28667) y a los
asentamientos humanos en areas de comunidades campesinas de la costa
(Ley 28685). El espíritu de todas estas normas del Gobierno toledista es
que el Estado «recupere» areas destinadas supuestamente al
agro y las haga producir. El discurso del primer ministro Carlos Ferrero Costa
resulta emblematico para entender su política sobre tierras. Al
asumir el cargo (2003), expuso ante el Congreso de la República la
necesidad de recuperar «para todos los peruanos» las tierras que
estan en manos de las comunidades, aludiendo a que –por su poca
densidad poblacional– no las necesitan ni las hacen producir. Incluso
alegó que dichas propiedades existen en virtud de un «error
histórico» producido durante el Gobierno de Velasco Alvarado.
Ya con Alan García, encontramos las tesis de «El síndrome
del perro del hortelano» que promueven mas decididamente la
parcelación de las tierras comunales y su «puesta en valor»
por grandes capitales que capten la mano de obra de los campesinos que hoy son
pobres, pese a que gozan de la propiedad «aparente» de sus tierras.
Estas propuestas se materializaron jurídicamente en un conjunto de
normas destinadas a la implementación del TLC. El Decreto Legislativo
1015 y su modificatoria, el Decreto Legislativo 1073, ambos derogados por la
protesta de los pueblos indígenas amazónicos, evidenciaron la
intención de facilitar la disolución de las comunidades al
eliminar la eliminar la valla de los dos tercios requerida para disponer del
territorio de las comunidades de sierra y selva (parcelarlo, alquilarlo,
conceder una servidumbre, etc.).
Masagresivo aún es el Decreto Legislativo 1064; en esta norma se
establecen derechos a terceros (14) (asentamientos humanos, centros poblados
menores e incluso particulares), que por el hecho de la previa
formalización, podrían imponer su propiedad frente a las
comunidades, en caso de superponerse con las mismas. Esto implica en los hechos
un rango de prevalencia jurídica donde las comunidades pasan a ocupar el
último escalón. En el mismo Decreto 1064 se elimina la
posibilidad de negociar las servidumbres sobre aquellos proyectos (mineros,
hidroenergéticos, de hidrocarburos, entre otros) que se superpongan con
territorios comunales. Esta reforma y la fracasada Ley 1015 significan la eliminación
de los dos únicos límites que se lograron imponer a la ley de
tierras del fujimorismo.
Asimismo, bajo la noble intención de «formalizar la propiedad
rural» se aprobó el Decreto Legislativo 1089; el mismo que
establece un plazo extraordinario para que COFOPRI, de acuerdo con sus propias
prioridades y criterios, revise los títulos rurales y decida sobre su
legalidad o no. Para esto se le faculta a imponer sus decisiones sobre
cualquier otra inscripción administrativa previa. Según denuncian
diversas comunidades campesinas y nativas, COFOPRI visita a las comunidades no
solo para efectuar labores catastrales o informativas, sino también para
promover la titulación individual, lo que les permitiría acceder
a los créditos de fomento agrario establecidos por el Decreto
Legislativo 1020.
¿A que apunta la reversión de la propiedad comunal?
Las constantes explicaciones presidenciales no dejan mayormargen a la
interpretación. El motor del desarrollo en el campo son los grandes
inversionistas, ampliación de concesiones sobre recursos y
reconcentración de la propiedad. La Ley 28054 de agosto de 2007 ya
establece como prioridad del Estado la promoción de los biocombustibles
en la selva, y casi desde sus inicios el Gobierno aprista ha apostado por la
reversión de los bosques (recurso natural, no transferible) a la
condición de «tierras eriazas» o «propiedad» que
pueda ser transferida a manos privadas.
Aparentemente, la reconcentración de tierras también se orienta a
la ampliación de la frontera agro-exportadora; no es casual la
transformación de las cooperativas agrarias en empresas y la
transferencia de sus miles de hectareas a empresas mas grandes.
En la misma dirección apunta el Decreto Legislativo 994, que promueve la
inversión privada en proyectos de irrigación para ampliar la
frontera agrícola. Entonces, es claro que el modelo neoliberal no
incluye a las comunidades y las percibe mas bien como un
obstaculo factico e ideológico, ya no solo porque limitan
o condicionan el desarrollo de los proyectos mineros o de hidrocarburos, sino
también porque son percibidas como una rémora incluso para el
proceso de modernización del agro (15).
El discurso de Alan García sobre las «tierras ociosas» en
manos de comunidades y pequeños campesinos responde entonces a una
visión de desarrollo que es plenamente coherente con las reformas
subsidiarias a la Constitución de 1993. La gran diferencia con el
Gobierno anterior es la abierta y descarnada defensa de esta política y
la decisión deimplementarla a cualquier costo social.
LA FÓRMULA PARA ATRAER INVERSIONES EXTRACTIVAS: FLEXIBILIZAR LAS
CONDICIONANTES AMBIENTALES
Uno de los elementos determinantes de la conflictividad social alrededor de las
industrias extractivas en nuestro país, es que las instituciones
encargadas del diseño e implementación de las políticas
sectoriales extractivas, son -al mismo tiempo- las que tienen el encargo de
garantizar los derechos de la población y de cautelar los posibles
impactos ambientales de las inversiones que promueven. Este modelo ha sido
criticado por diversos actores sociales, académicos e incluso estatales
(Defensoría del Pueblo, en particular). Y es que el modelo
primario-exportador peruano ha generado una paulatina subordinación de
la institucionalidad estatal a los objetivos de la política
económica. La hegemonía del neoliberalismo ha hecho que el
criterio de promoción de inversiones se imponga como condicionante o
limitante de todos los procesos de reforma estatal, afectando primordialmente a
la institucionalidad ambiental.
En efecto, el régimen minero creado en virtud del Decreto Legislativo
708 (Ley de Promoción de Inversiones en el Sector Minero, 1991), mantuvo
varias de las características de la Ley General de Minería
anterior, el Decreto Legislativo 109. Las principales modificaciones se
relacionan con la estabilidad jurídica de las concesiones, la
simplificación de las mismas a solo dos grandes etapas
(exploración y explotación); mayores derechos de los
concesionarios y la eliminación del rol empresarial del Estado en la
industria minera.
La gran reformaen cuanto al diseño institucional no se relaciona con la
propia normatividad sectorial de minería, sino con la injerencia de esta
normatividad promotora en la naciente legislación ambiental. En efecto,
luego de instalado el nuevo régimen autoritario post 05 de abril de
1991, se prioriza la modificación del Decreto Legislativo 613,
Código del Medio Ambiente y los Recursos Naturales, promulgado apenas un
año antes, recortandolo y desnaturalizandolo hasta hacerlo
inaplicable, debido a una avalancha de normas que se aprobaron a lo largo de
ese mismo año:
– El Decreto Legislativo 653 (01/08/91), que —pese a ser una norma
destinada la promoción de inversiones en el agro— derogó la
prohibición de realizar aprovechamiento energético en las
areas naturales protegidas.
– El Decreto Legislativo 655, mediante el cual se derogó el
artículo 72 que establecía obligaciones especiales en caso que
dichos proyectos afecten a areas protegidas o tierras comunales en la
Amazonía. También se establece el Estudio de Impacto Ambiental
(EIA) como mecanismo para determinar el impacto de las actividades
energéticas en las areas protegidas.
– El Decreto Legislativo Nº. 757 (13/11/91). Entre otras cosas
derogó la obligación de elaborar EIA para todo tipo de actividad
(Art. 8) y modificó las normas relativas a las areas naturales
protegidas (Arts. 56 y 57), estableciendo que solo podían crearse con el
voto aprobatorio del Consejo de Ministros, cuando antes bastaba con la
decisión de Agricultura. Asimismo, se derogó el Art. 107 que señalaba
al Ministerio de Salud como la única autoridad competente paragarantizar
la calidad del agua. Dando cuenta de una evidente voluntad desreguladora,
eliminó los capítulos XXI sobre Delitos y Penas y XXII del
Sistema Nacional del Ambiente.
– El Decreto Legislativo 708 (14/11/91) elimina la obligación de
ejercer la propiedad privada en concordancia con los objetivos de las
areas naturales protegidas (Art. 53); y deroga la causal de
expropiación y reversión de las concesiones mineras por faltas
ambientales (Art. 70), entre otras normas que flexibilizan el control de las
actividades riesgosas de la minería.
En el caso de los hidrocarburos se aprecia una lógica concurrente:
– En 1993 se aprueban la Ley Organica de Hidrocarburos, Ley 26221.
En su reglamento, Decreto Supremo 046-93-EM, se exige por primera vez la
presentación del Estudio de Impacto Ambiental para este tipo de
actividades. Sin embargo, a aquellas empresas que estaban operando con
anterioridad a dicho sistema, se les estableció un mecanismo de protección
ambiental menos rígido, el Programa de Adecuación de Manejo
Ambiental (PAMA), que les establecía un plazo de siete años,
contados desde 1995 (16) para que modifiquen sus sistemas, reduzcan sus niveles
de contaminación y atiendan los pasivos ambientales.
– Llegado el momento de exigir estos nuevos estandares como
criterio general, se aprobó otra norma destinada a postergar la
reparación de los pasivos ambientales y las condiciones de
explotación petrolera de las empresas que no cumplieron con los PAMA.
Mediante el Decreto Supremo 028-2003-EM se permite la realización de
Planes Ambientales Complementarios (PAC), que otorgan unaprórroga
excepcional de 4 años adicionales para continuar operando en condiciones
que son inaceptables en cualquier sociedad que respete los derechos humanos.
– Debido a estas figuras extraordinarias (primero los PAMA y actualmente
los PAC) se ha permitió que en la actualidad se desarrollen operaciones
de hidrocarburos donde las aguas contaminantes producidas por la
extracción del crudo se viertan directamente a las fuentes de agua (17),
pese a que desde el 2006 existe la obligación general de re-inyectarlas
al subsuelo.
Como resultado de esta vergonzosa sujeción a las exigencias de las
industrias extractivas, se frustra la instalación de un nuevo esquema
institucional acorde a la defensa del medio ambiente; en lugar de articular un
sistema nacional del ambiente, se mantuvo e incluso se profundizó la
sectorialización. Lejos de apuntalar la defensa de los derechos
ambientales como criterio ordenador del conjunto de las políticas
públicas, se convirtió este tema en un mero discurso al servicio
de la política económica; implementado por oficinas de tercera
categoría dentro del Ministerio de Energía y Minas y sin ninguna
voluntad o capacidad efectiva.
Pasaron quince años para que se apruebe una nueva Ley General del
Ambiente (Ley 28611); pero el interesante texto aprobado originalmente por el
pleno del Congreso, fue observado de inmediato por el presidente Toledo, quien
atendió a los reclamos empresariales que exigían su
modificación por considerar que «ponía en riesgo» la
seguridad de sus inversiones; pese a que era un texto mucho mas laxo que
su antecesora inaplicada de 1990.Finalmente la norma fue rectificada por el
Congreso; con las siguientes limitantes:
– Se relativizó el principio precautorio; se recoge solo
declarativamente.
– Se mantiene la carga de la prueba por daño ambiental en quien
efectúa la denuncia. Aquel que pretende defender el medio ambiente por
la vía judicial o administrativa, debera probar
científicamente su alegato; librando al demandado de demostrar si su
actividad cumple con los estandares adecuados.
– Los delitos ambientales aún son determinados sobre la base de
sanciones previas de las autoridades administrativas de cada sector. Esto
limita las potestades de la Fiscalía y dificulta que una autoridad
judicial se pronuncie sobre este tipo de delitos.
– La ley original establecía que, mientras el país no
apruebe las normas técnicas relativas a los Estandares de Calidad
Ambiental y Límites Maximos Permisibles, debían utilizarse
obligatoriamente los estandares establecidos por instituciones
internacionales regidas por el derecho público (OMS, por ejemplo). La
norma observada por Toledo estableció que estos criterios pueden usarse
solo como referencia.
Ahora que existe el Ministerio del Medio Ambiente – MINAM (Decreto
Legislativo 1013), se ha dado un paso importante a efectos de incorporar
transversalmente la cuestión ambiental en las políticas
públicas. Sin embargo, lo que tenemos resulta una versión
recortada de la propuesta original de la Defensoría del Pueblo en torno
a una autoridad ambiental independiente. En lo referido a actividades
extractivas, sus competencias apenas permiten una acción subsidiaria o
accesoria. Lostemas críticos como la aprobación de los EIA, la
fiscalización de los compromisos ambientales,el diseño de
instrumentos de gestión, la participación de la población,
las consultas a los pueblos indígenas, siguen en poder de los sectores
específicos.
En resumen, el sistema ambiental que tenemos ha nacido de un período no
democratico y estableció parametros inequitativos a favor
de las industrias extractivas. Hemos trascendido hace casi 10 años el
período fujimorista, pero este diseño supervive en lo basico.
Hasta el momento hemos pasado por diversas oportunidades para redefinir el
debate nacional sobre estos temas, pero aún se mantiene el esquema
centralista y parcializado, sobre todo en lo referido al diseño e
implementación de las políticas y proyectos de las industrias
minero-energéticas.
¿DESCENTRALIZACIÓN? ¿ORDENAMIENTO TERRITORIAL?
Son harto conocidas las experiencias de resistencia de comunidades que han
contado con el respaldo de sus autoridades locales para hacer frente a los
proyectos mineros o energéticos. Algunos de los mas conocidos
son: Tambogrande, Cerro Quillish, y mas recientemente, el caso de la
cordillera del Cerro Escalera, que involucra al Gobierno Regional de San
Martín. Estos tres conflictos, junto a otros varios, dan cuenta de un
problema estructural en cuanto al diseño y prioridades estatales y ponen
en evidencia el conflicto capital-democracia que parece consustancial al
neoliberalismo. Pero lo que nos interesa resaltar aquí es que todos
estos conflictos (en los que lograron éxitos las poblaciones locales y
sus autoridades), han generado el mismopatrón de comportamiento desde el
Gobierno Central: recortar los poderes de la institucionalidad sub-nacional en
cuanto al ordenamiento territorial en sus ambitos de gobierno y limitar
la participación ciudadana de modo que no afecte los intereses del
capital.
Tambogrande: se saca del juego a los gobiernos distritales
En el caso de la consulta vecinal de Tambogrande, esta constituía una
forma de participación ciudadana previamente creada por Ordenanza
Municipal (18); en perfecta aplicación de la competencia genérica
reconocida a la autoridad municipal para promover y definir los mecanismos de
participación de la población en el desarrollo de la comunidad,
conforme a los artículos 10 y 79 (19) de la vigente Ley 23853 (Ley
Organica de Municipalidades – LOM) y atendiendo a la
fórmula abierta que señalaba la Ley 26330, sobre los derechos de
participación y control ciudadanos.
La LOM de entonces, establecía también la potestad municipal en
cuanto a planificar, ejecutar e impulsar las acciones necesarias para
proporcionar al ciudadano un ambiente adecuado (Art. 62°). Así
también les brindaba la competencia de planificar el desarrollo local,
incluyendo la definición de las areas urbanas, agrarias, de
expansión urbana y expansión agraria (Art. 64°) (20). Cabe
mencionar que de acuerdo a la ley 27015, las municipalidades en general
(provinciales y distritales) tenían poder para decidir sobre la
realización de actividades mineras en areas de expansión urbana
(21)
La consulta de Tambogrande establecía una pregunta a efectos de recoger
la opinión ciudadana sobre la incorporación de laactividad minera
en las areas urbanas y agrícolas del distrito, así como en
las destinadas a su expansión. Siempre estuvo claro para todos los
actores del conflicto que la Municipalidad de Tambogrande no tenía
competencia específica sobre la aprobación de los proyectos
mineros; pero si existían estos resquicios legales que le permitieron
una correcta argumentación sobre la validez jurídica del proceso
de consulta como ejercicio de la participación ciudadana y como
herramienta de planificación urbana, cuyo contenido sí era
decisivo sobre el proyecto minero mientras estuviera vigente la ley 27015.
A raíz de este caso, el poder central reacciona rapidamente.
Mediante la Ley Nº 27560, publicada el 24/11/2001, se modifica la Ley
27015 a fin de retirarle cualquier atribución sobre la
planificación del desarrollo urbano y las actividades mineras a los
gobiernos distritales, de modo que solo los municipios provinciales mantuvieran
la potestad de intervenir en las decisiones sobre el desarrollo de proyectos
mineros, pero obligados a respetar los derechos previamente inscritos en los
registros del Instituto Nacional de Concesiones y Catastro Minero.
Posteriormente, al aprobarse la nueva Ley Organica de Municipalidades,
Ley 27972, se recortaron las facultades genéricas de las municipalidades
en torno a los mecanismos de participación ciudadana y se limitaron sus
potestades para garantizar la protección del medio ambiente y para
planificar el desarrollo de sus circunscripciones.
Cerro Quillish: mas reglamentos, menos gobierno local
En el caso del Cerro Quilish, el conflicto se materializópor la
decisión del Concejo Provincial de Cajamarca a fin de crear un
area de conservación municipal en el Cerro Quilish y las
microcuencas de Quillish, Porcón y Grande, mediante la Ordenanza
Municipal 012-2000-CMPC (octubre 2000).
Esta ordenanza fue impugnada por la Minera Yanacocha, al considerar que vulneraba
sus derechos constitucionales a la propiedad y al trabajo. La acción de
amparo fue conocida en tres instancias, perdiendo en todas ellas la empresa
minera. (22) Si bien no gozaba de la competencia específica de crear
areas de conservación, la Municipalidad Provincial de Cajamarca
actuó de conformidad con el artículo 65° de la Ley 23853, que
contemplaba como una de sus funciones «la conservación de la flora
y fauna 1ocales y promover las acciones necesarias para el desarrollo,
aprovechamiento racional y recuperación de los recursos naturales
ubicados en sus circunscripciones territoriales»; todo esto interpretado
en el marco del artículo 191° de la Constitución peruana, en
el cual se consagra el caracter de gobierno local de las
municipalidades, con autonomía política económica y
administrativa.
Esto se ratificó en el artículo 78° del Decreto Supremo NC
038-2001-AG, Reglamento de la Ley de Areas Naturales Protegidas, que
establece la potestad de los gobiernos locales para determinar, respetando sus
planes de ordenamiento territorial, las areas destinadas a complementar
las acciones de conservación de la diversidad biológica, de
recreación y educación a la población de su
jurisdicción; siempre que no estén ya comprendidas en los
ambitos de las Areas NaturalesProtegidas. Esta nueva norma,
aparecida durante el proceso judicial, fue tomada en cuenta por el Tribunal
Constitucional para dictar su fallo.
En este caso, el Estado no opta por recortar expresamente la facultad de los
gobiernos municipales; sino por parametrarla, en ese mismo Reglamento citado se
establece que: «En todos los casos la inscripción de un
Area de Conservación Municipal debe respetar los derechos
adquiridos previos a su establecimiento». Con esta «aclaración»
se recorta la posibilidad real de los gobiernos locales de incidir en los
proyectos extractivos, maxime cuando el mismo Decreto 038-2001-AG y la
propia Ley de Areas Naturales Protegidas establecieron que las
únicas areas de protección estricta, donde no pueden
desarrollarse actividades extractivas, son los parques y santuarios nacionales.
Coincidente con estas normas específicas, la nueva Ley de
Municipalidades solo le reconoce la facultad genérica a las
municipalidades de emitir las normas técnicas generales, en materia de
organización del espacio físico y uso del suelo así como
sobre protección y conservación del ambiente y «proponer la
creación de areas de conservación». Como facultad
específica y exclusiva de las municipalidades provinciales se
señala la de incluir las areas de conservación ambiental
en el Plan de Acondicionamiento Ambiental (Art. 79°).
Cordillera Escalera: ni los gobiernos regionales se salvan
El Tribunal Constitucional ha desarrollado otro interesante fallo de corte
ambiental al resolver el Conflicto suscitado por la concesión de lotes
petroleros dentro del Area de Conservación
Regional«Cordillera Escalera», creada por D.S 045-2005-AG a
solicitud del Gobierno Regional de San Martín. En resumidas cuentas, el
Tribunal ha establecido la suspensión de las actividades de hidrocarburos
en el area, hasta que no se cuente con el Plan Maestro que permita
apreciar la compatibilidad de las actividades de exploración y
explotación con los objetivos de conservación ambiental que
sustentan la existencia del area.
De acuerdo con la ley, estas areas deben ser administradas por los
gobiernos regionales y a estos corresponde también la aprobación
de su Plan Maestro. Sin embargo, el Ministerio del Ambiente ya tiene
pre-publicado (23) un proyecto de Decreto Supremo en el cual se establece que
el SERNANP (24) tendría facultades para diseñar las normas y
criterios técnicos que regulan la elaboración de los Planes
Maestros de todas las Àreas Naturales Protegidas. Asimismo se establece
en este proyecto que: «La aprobación de los Planes Maestros de las
Areas de Conservación Regional requieren la opinión previa
vinculante del SERNANP». Esta claro que la norma tiene nombre
propio y se orienta a limitar el poder regulador de los gobiernos regionales
sobre las areas de conservación.
Este ejercicio de comparación de los tres casos permite apreciar la
lógica de reconcentración del poder a fin de eliminar cualquier
obstaculo para las actividades extractivas. Ademas da cuenta de
un conflicto institucional y democratico ascendente:
– primero se limitaron facultades de los espacios mas
basicos de la institucionalidad estatal, los gobiernos distritales;
– al ampliarse los conflictos al ambitoprovincial, se le
restringen a estas municipalidades capacidades de índole política
y ambiental;
– ahora, pretenden —avalados por el propio MINAM— que
también los gobiernos regionales se sometan a esta dictadura de las
inversiones extractivas.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Hemos tratado de revisar con cierto detalle algunos pormenores legislativos que
dan cuenta de una política muy clara y consistente en torno a las
actividades extractivas: se apuesta por su continuidad a costa de cualquier
otra cosa y eso es verificable en todos los Gobiernos desde 1990. Sea que
sacrifiquemos los derechos colectivos de los pueblos y comunidades, el
establecimiento de un auténtico sistema de gestión ambiental
integrado, o incluso la tan promovida descentralización, todo vale en
aras de la seguridad jurídica que demandan las inversiones presentes y
futuras.
Existen entonces amplios escenarios para la articulación de sectores
ciudadanos que estén dispuestos a reformar el Estado desde una
perspectiva de derechos y con criterios de equidad e incluso de mero sentido
común. El sistema actual no solo es anti-democratico, sino absolutamente
parcializado y riesgoso en términos socioambientales; conforme se
mantiene en el tiempo encuentra mas resistencias que empiezan a
desbordarse.
El modelo neoliberal atraviesa por una crisis muy profunda en lo
económico y también en lo ideológico. La
desesperación por acelerar las reformas pendientes no es casual y en
este contexto cobran vital importancia amplios espacios del territorio sobre
los cuales las transnacionales aún no tienen control. En nuestros
países andinoslos actores indígenas (andinos y amazónicos)
son —aunque no los únicos— los mas visibles y
consistentes críticos de este modelo; dado que amenaza directamente sus
espacios vitales.
Es por eso que un segundo nivel de debate obliga a repensar el modelo de
desarrollo: ¿Qué modelo alternativo y qué valores
darían sustento a una articulación de todos los actores en
conflicto con las industrias extractivas? ¿Podemos reconocer en la
cosmovisión y derechos de los pueblos originarios una plataforma que
enriquezca y brinde nuevas dimensiones a las demandas ciudadanas y
descentralistas? ¿Podran las organizaciones indígenas
incluirse en una plataforma mas amplia de transformaciones
estructurales?
Sin duda un componente central de este debate se relaciona con la democracia
participativa y el diseño del estado ¿Quién decide sobre
el uso que le damos al territorio en que vivimos? ¿El poder central
(político o económico)? ¿O las poblaciones locales?
(1) «Perú, País Minero», un claro ejemplo.
(2) Las cuales incluyeron las privatizaciones, flexibilización laboral,
reducción de derechos económicos y sociales, disminución
del aparato estatal en sectores «proteccionistas» (trabajo,
educación, salud, vivienda, entre otros).
(3) Fuente: Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y
Energía (www.snmpe.org.pe)
(4) Programa Especial de Titulación de Tierras.
(5) Incluye comunidades tituladas y reservas territoriales creadas para
cautelar la propiedad de los pueblos en aislamiento voluntario. Si a esta
propiedad indígena le sumamos las «Reservas Comunales»
(areas de conservación cogestionadas por lospueblos
indígenas), constatamos que hay 15´297.975 ha que podrían
considerarse territorios indígenas amazónicos.
(6) Figura creada en la Ley de Comunidades Nativas (DL 22175) para permitir que
las comunidades dispongan del bosque con exclusividad, pero sin asumir la
propiedad del mismo.
(7) Según Guillermo Valera (1997), unas 4 millones de hectareas
estan en manos de los autodenominados «parceleros», pero la
titularidad de dichas tierras es de las comunidades campesinas.
(8) Convenio 169-OIT, artículo 13°
(9) Caso Awas Tigni vs Nicaragua: :«Para las comunidades indígenas
la relación con la tierra no es meramente una cuestión de
posesión y producción sino un elemento material y espiritual del
que deben gozar plenamente, inclusive para preservar su legado cultural y
transmitirlo a las generaciones futuras.»
(10) En la Constitución de 1920 se reconoce la propiedad colectiva de
las comunidades indígenas y el caracter imprescriptible de sus
tierras. En la Carta de 1933 se complementan las protecciones de
inalienabilidad e imprescriptibilidad de estas tierras indígenas, las
cuales se reafirman en la Constitución de 1979.
(11) Ley 26505, «Ley de la Inversión Privada en el desarrollo de
las Actividades Económicas en las Tierras del Territorio Nacional y de
las Comunidades Campesinas y Nativas».
(12) En lo referido a la minería, el Texto Único Ordenado (TUO)
de la Ley General de Minería, D.S. 014-92 y el Reglamento de
Procedimientos Mineros, D.S. 018-92-EM. Similares criterios se dieron en el
subsector Hidrocarburos, mediante la Ley Organica de Hidrocarburos,
26221, y suReglamento, D.S. 055-93-EM
(13) D.S. 035-2004-AG
(14) Artículo 7°
(15) Un claro ejemplo es el Decreto Legislativo 1020, que establece un
régimen crediticio para el agro, requiriendo que los campesinos con
títulos individuales se asocien en «unidades productivas
sostenibles». Las comunidades no son siquiera mencionadas en esta norma.
(16) Plazo modificado por el D.S. 05-95-EM (artículo4°)
(17) En el Lote 1-AB, la empresa PlusPetrol continúa vertiendo aguas de
producción altamente contaminantes a los ríos Pastaza y Tigre; el
PAC autorizado y ampliado por el MINEM les permite hacerlo hasta el 2010.
(18) Ordenanza N° 012-2001-MDT-C
(19) Ley 23853, Art. 10°: Las Municipalidades son competentes para: (..)
11.- Promover y organizar, conforme a ley, la participación de los
vecinos en el desarrollo comunal. Artículo 79°: Los vecinos
participan en el gobierno local mediante (…) 4.- las consultas que se les
formulen.
(20) Ley 23853, Art. 64°: Los documentos normativos de las acciones de
acondicionamiento territorial en cada municipio son los planos urbanos
respectivos que, en lo correspondiente al uso de tierras y a la
regulación de las areas urbanas, deben delimitar: 1) las
areas agrícolas, 2) las areas de expansión
agrícola (…)
(21) Ley 27015, Artículo 1° A partir de la vigencia de la presente
Ley, no se otorgaran títulos de concesión minera
metalica y no metalica, ni se admitiran solicitudes de
petitorios mineros en areas urbanas calificadas por Ordenanza Municipal.
Excepcionalmente, mediante ley expresa se autorizara la admisión
de petitorios y el otorgamiento de concesionesmineras en areas urbanas.
Artículo 2° El otorgamiento de título de concesiones mineras
metalicas y no metalicas en areas de expansión
urbana, calificadas por Ordenanza Municipal vigente en la fecha de
formulación del petitorio, debera ser autorizado mediante
Resolución Suprema, previa opinión técnica favorable de la
Municipalidad Provincial y de la Distrital.
(22) Finalmente, Yanacocha encontró una salida para operar, toda vez que
–aunque reconoció la validez del area de
conservación municipal- el Tribunal Constitucional estableció la
posibilidad de que realicen sus operaciones dentro del area, cumpliendo
una serie de requisitos y estudios previos.
(23) www.minam.gob.pe
(24) Servicio Nacional de Areas Naturales Protegidas por el Estado.
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VALERA, Guillermo Las Comunidades campesinas en el Perú, una
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