En la Provincia de Buenos Aires, a 67 kilómetros al oeste de la Capital
Federal, a la vera del río homónimo, esta la localidad de
Lujan, nombre que recuerda al sobrino de Don Pedro de Mendoza, el
capitan Pedro Lujan, muerto en lugar cercano por los indios, el
15 de junio de 1536. Hacia el año 1630 no había en aquel paraje
poblado de alguna importancia, ya que recién en 1638 comenzaron a transitar
por allí, siguiendo el camino nuevo a Córdoba, las tropas de
carretas y las recuas de mulas tucumanas.
Por aquellos tiempos, castellanos del Plata y
portugueses del Brasil comerciaban pacíficamente como súbditos de una misma corona.
Gobernaba el vasto Imperio Español el rey Felipe IV, de la familia de
los Austrias, y el Papa Urbano VIII reinaba en la Santa Iglesia Romana.
Ocurrió entonces que un portugués, Don
Antonio Farías de Saa, dueño de una estancia en el pago de
Sumampa, jurisdicción de Córdoba del Tucuman,
encargó a un amigo, marino, le trajese del Brasil una imagen de la
Virgen, pues deseaba erigir en su hacienda una capilla a la Inmaculada
Concepción de María. El marino, llamado
Andrea Juan, cumplió el encargo, mas no fue una sino dos las imagenes
que llegaron al puerto de Buenos Aires,
desconociéndose la causa de esa duplicación.
De bulto, de arcilla cocida, muy bien dispuestas en cajas de madera paraque no
sufriesen daño en tan largo recorrido, una mostraba a la Virgenen su
Concepción –es la que hoy se venera en el Santuario de
Lujan-, la otra, con el Niño Jesús en sus brazos,
siguió camino y llegó a Sumampa.
Según Monseñor Presas, el pedido de la imagen debió
formularse a mediados de julio de 1629, pues en
aquellos días se encontraba en Buenos
aires el piloto Andrea Juan listo para zarpar hacia
Pernambuco, Brasil. Es probable que las dos imagenes
fuesen compradas y embaladas allí, en Pernambuco. Una de ellas, la que representa a Nuestra Señora en su
título de Madre de Dios, sin duda fue
fabricada en el nordeste del Brasil. La otra, que la representa en su
Purísima Concepción, es típicamente paulista y superior a
su compañera en contextura y forma. San Pablo, en esos años de 1630, irradiaba su esplendor artesanal a
todo el Brasil.
El patache San Andrés de Andrea Juan regresa el 23 de
marzo de 1630. En Buenos Aires, las cajas
con las imagenes son cuidadosamente estibadas en uno de aquellos
carretones que formando parte de las boyadas, en desalineada fila, surcaban las
vastedades del
desierto.
Tomando hacia el norte por el Camino Viejo a Córdoba, corría el
mes de mayo de 1630, la caravana, tras dos días de marcha, se detiene
para hacer noche cerca de la estancia de un tal Rosende, próximo al
río Lujan, hoy Villa Rosa, en el partido de Pilar, a unos 30
kilómetros de la Basílica Nacional 'Al apuntar el sol el
día siguiente, el conductor de las imagenes unció
susbueyes, los ató al carro y picandoles con el aguijón se
dispuso a continuar su ruta. No poco extrañado vió que los bueyes
no se movían y aunque redobló sus esfuerzos y excitó a los
animales de mil modos no consiguió que arrancase el carretón.
Vinieron en su ayuda otros carreros, añadieron a la pareja del
pertigo otra yunta de bueyes pero no lograron mas que exasperarlos con
sus golpes. Arremolinóse en torno del carro una multitud de carreros
y peones de la estancia de Oramas juzgaron todos que era menester aliviar el
carretón de su peso. Descargaron los bultos y al punto lo movieron los
bueyes con la mayor facilidad. Como la carga era
la misma que habían traído de Buenos Aires
preguntaron al conductor qué era lo que llevaba y como dijese que
entre otros bultos conducía dos imagenes de Nuestra
Señora, desearon cerciorarse si el obstaculo provenía de
ellas. Embarcaron pues las dos imagenes en el carretón y, en
efecto, éste permanece inmóvil como al principio. Sacaron entonces una de las cajas y el carretón
siguió atascado; trocaronla y azuzados los bueyes giraron las
ruedas sin dificultad'.
Frente a tan prodigiosa evidencia, los troperos, en debota
procesión, llevaron la Santa Imagen a la casa de Rosende para su guarda.
El hacendado hizo construir una modesta ermita de techo de paja y piso de
tierra que quedó al cuidado de un negrito
llamado Manuel, éste era el acompañante del
conductor de las imagenes.La noticia del milagroso hecho se divulgó
rapidamente y bien pronto fueron muchos los fieles que emprendieron el
viaje para venerar la imagen. La cantidad de peregrinos fue aumentando a medida
que se difundía la buena nueva de los favores que Ella prodigaba. Al
respecto, el historiador presbítero Felipe Maqueda señala en las
'Noticias' del año 1812 que 'como eran tan continuos los
prodigios que se experimentaban, era también incesante el concurso de la
gente que venía de lejos en romerías a visitar la Imagen de
Nuestra Señora'.
La sagrada imagen permaneció en el lugar unos cuarenta años. Hacia 1671 'la estancia de Don Rosende se hallaba en lastimoso
estado por incuria de sus dueños, y por consiguiente la Ermita de la
Virgen vino a quedar en casi despoblado. A este
abandono contribuyó también en aquellos años el haberse
cerrado el Camino Viejo a Córdoba que por ahí cerca pasaba, el
justo temor de los indios infieles y la indiferencia con que las Autoridades
Eclesiasticas hasta la fecha habían mirado tal devoción.
Solo el negro Manuel logró en esos años
mantener vivo el culto a Nuestra Señora. Por tal
abandono los peregrinos padecían algún desconsuelo, porque no
había en aquel lugar casa ni rancho donde hospedarse y frecuentar las
visitas.
Fue por aquellos años cuando Doña Ana de Matos, dueña de
una estancia sobre la margen derecha del río Lujan, a
unos treinta kilómetros hacia el oeste de loscampos de Rosende, le
ofrece al maestro Juan Oramas comprarle la imagen y trasladarla a su estancia. Allí estaría a resguardo de posibles profanaciones y
sería mas accesible para los peregrinos por estar el lugar
cercano al Camino Real, mas seguro y transitado.
Juan Oramas, por entonces Cura de la Catedral de Buenos Aires y heredero de los
bienes de Rosende, no dudó 'en condescender a la propuesta de
Doña Ana porque los motivos que ella aducía eran a todas luces
razonables, y también' –cuenta el historiador Felipe
José Maqueda- 'porque se persuadía que los concurrentes a la
Capilla le robaban el ganado de la estancia, y dicha Señora Ana
correspondió agradecida en darle alguna gratificación, no menos
que doscientos pesos. Llevóse, pues, la Santa Imagen a su casa y
púsola en un cuarto decente, con animo
de edificarle en breve Capilla pública'.
Ni bien llegada la imagen de la Pura y Limpia Concepción a su nueva
morada se produjeron una serie de hechos prodigiosos que refiere la
crónica del
historiador Maqueda. Ocurrió que al día siguiente del traslado, Doña Ana
advirtió alarmada que la Sagrada Imagen había desaparecido del lugar donde fuese
ubicada con el mayor cuidado. No hallandola en toda la estancia a pesar
de intensa búsqueda, su intuición le dijo que quiza
hubiese regresado la Virgen a su antigua Ermita.
Cuando verificó la certeza de su presentimiento, fue por Ella a lo de Oramas por segunda vez ypor segunda vez
volvió a faltar de su casa, encontrandose nuevamente en la vieja
Ermita sin concurso humano.
Desconsolada Doña Ana con tan extraño acontecer, no se
atrevió a intentar la traslación por tercera vez, porque
pensó que volvería a suceder lo mismo y ademas
temió –añade el cronista Maqueda- 'castigase la Virgen
su porfía cuando a su parecer le daba a entender que no gustaba estar en
su casa'. Decidió entonces, con acierto y esperanza,
participar la novedad a las autoridades eclesiasticas de Buenos Aires. Trasladados
al lugar y verificada la veracidad de los hechos, el Obispo y el Gobernador del
Río de la Plata levantaron en andas la milagrosa Imagen y formando una
devota procesión cuantos al lugar habían concurrido, se trasladaron
desde la estancia de Don Rosende a la casa de la hacienda de Matos. Como el
trayecto era largo y muchas de aquellas personas eran mayores, no fue posible
llegar el mismo día, por lo que entrando la noche todos hicieron
estación en la Guardia Vieja, situada cerca del río Lujan,
de esta banda, y junto a la hoy Ruta Nacional Nº8. Al salir el sol se
prosiguió con soldados de la Guardia hasta
llegar a la casa de la expresada Señora Matos. Aquí se
erigió en un aposento un altar, en que se colocó la Santa Imagen,
y el Señor Obispo dio facultad para que en él se celebrase Misa.
La solemne procesión del traslado se cumplió
pocos días antes de la fiesta de la PurísimaConcepción del
año 1671.
Desde el día solemne del traslado jamas volvió la Santa
Imagen a la estancia de Rosende, lo que atribuyeron unos a la reverencia con
que ahora se había traído, pero otros, con mayor fundamento, lo
atribuyeron a que en esta ocasión vino con Ella el negro Manuel que era
su devoto sacristan y que estaba dedicado noche y día al aseo y
culto de su Ermita, lo que no había sucedido en las dos veces anteriores
y aún en la tercera hubo algunas dificultades que vencer por cuanto
narra el citado historiador el maestro Oramas alegaba ser el negro Manuel su
esclavo como heredero que era del difunto año que lo trajo. El negro se defendía diciendo ser de la Virgen no
mas, y que su amo le había dicho varias veces, siendo muchacho,
lo tenía entregado al servicio de la Virgen en su Santa Imagen.
Corrió sobre este punto algún litigio pero luego transó
con alargar Doña Ana al maestro Oramas cien pesos, con que cedió
su derecho. El esclavo en cuestión habría sido
comprado al conductor de las imagenes en el puerto de Buenos Aires, por Bernabé
Gonzalez Filiano, padrastro de Diego Rosende y su tutor en 1630.
Dado el rapido aumento de los peregrinos que llegaban al lugar, a los
cinco años de la traslación se consideró necesario
edificar una capilla que permitiese acogerlos. Doña Ana cedió la
tierra y la construcción pudo terminarse en 1685 gracias al empeño
del sacerdote Pedro de Montalbo quien, luego dela visita a Lujan,
curó milagrosamente de la tisis, y tal como lo había prometido
quedó como capellan de la Virgen. El celo de este
buen eclesiastico y la donación hecha por Doña Ana, al
morir, de una estancia a favor del
santuario dieron nuevo incremento al culto de Nuestra Señora y
éste contribuyó a su vez a la fundación de la Villa de
Lujan.
Un acaudalado vizcaino, Don Juan de Lezica y Torrezuri, a quien la Virgen le
había devuelto la salud, fue el principal promotor de la
construcción de un templo acorde con la importancia del Santuario,
visitado en aquellos años por peregrinos, no sólo de la Argentina
sino también de países vecinos. El 24 de agosto de 1754 se empezaron
a abrir los cimientos del
nuevo templo y a fines del
mismo año se puso la piedra fundamental. Con gran entusiasmo acudieron
los devotos de la Virgen a ayudar a los vecinos de Lujan en la
construcción, y de las provincias mas distantes no cesó el
envío de donativos con ese fin, en tanto que otros recorrían las
villas y lugares, como limosneros de Nuestra Señora, solicitando alguna
ofrenda para el Santuario. Los mismos reyes de España coadyuvaron a tan
santa obra, ordenando Fernando VI, por una Real Cédula, que los derechos
de pontazgo del nuevo puente del río Lujan se aplicaran por diez
años a la fabrica del templo, renovando Carlos III, en 1764, la
misma gracia por otros doce. La inauguración tiene lugar con gran pompa
el 8 dediciembre de 1763, y luego de la procesión se entroniza en el Santuario
la venerada Imagen.
La coronación de Nuestra Señora de Lujan, concedida por el
Papa León VIII, tuvo lugar el 8 de mayo de 1887 y revistió los
contornos de un verdadero acontecimiento nacional, al que asistieron mas
de cuarenta mil personas procedentes no sólo de los mas alejados
rincones de la Argentina, sino también de países vecinos. En el
momento en que el P. José María Ssalvaire, colocó sobre la
cabeza de la Sagrada Imagen, todas las bandas rompieron a tocar sus marchas
triunfales, los batallones hicieron una triple descarga de fusilería, se
dispararon cohetes y bombas, repicaron las campanas y se echaron a volar gran
número de palomas blancas que arrastraban en pos de sí largas
cintas de colores inmaculados y pontificios, como mensajeras del júbilo
que en aquella hora feliz llenaba los corazones de cuantos tenían la
dicha de asistir a aquel espectaculo sorprendente y de inolvidable
recuerdo.
Desde ese mes de diciembre de 1871 cuando se realizaba la primera
peregrinación oficial de los católicos argentinos al Santuario de
Lujan, en la mente de Salvaire y en la de no pocos devotos de la Virgen
nació la idea de levantar allí un nuevo Santuario acorde con la
trascendencia de ese culto Mariano. El infatigable Salvaire escribía en
1885: 'Se le debe erigir a Nuestra Señora de Lujan un Templo que, por su disposición, magnificenciay
simbolismo místico y patriótico, no menos que por los recuerdos
que abriga el actual, un Templo que merezca el título de Santuario
Nacional'.
En 1890, con el decidido apoyo del Arzobispo de Buenos Aires,
comenzó la obra de la actual Basílica. Solo Dios sabe lo que
costó a Salvaire iniciar esa tarea y continuarla con tesón y sin
descanso. Ese esfuerzo fructificó hacia
diciembre de 1910 al concluir los trabajos principales que permiten sea
inaugurada y bendecida con extraordinario regocijo popular. Aún faltaban
construir las dos esbeltas torres que hoy se elevan
casi 110 metros sobre el horizonte pampeano. La obra quedó terminada
recién hacia 1930, cuando al celebrarse el tercer centenario de la
milagrosa detención de la carreta, la Virgen de Lujan es jurada
como patrona de la Argentina, del Paraguay y del Uruguay.
Este Santuario, de estilo gótico francés, conocido en todo el
orbe católico, ha sido desde su origen centro
de la piedad argentina.
Los Virreyes, en tiempos de la Colonia y luego los próceres de la
Independencia han rendido veneración a la Virgen del Plata. Tras la
batalla de Salta, el General Belgrano envió dos banderas tomadas a los
realistas para que fuesen depositadas a los pies de la Virgen, y él,
personalmente, en mas de una ocasión, fue a postrarse ante su
altar. También el General San Martín en 1823,
de regreso de la gesta libertadora vuelve a visitar el Santuario de
Lujan yofrece a María una de sus espadas. El Coronel
French, que había nombrado a la Virgen de Lujan patrona de su
regimiento, le dona dos de las banderas conquistadas en le sitio de Montevideo.
También Martín Rodriguez, Cornelio Saavedra, J.M. de
Pueyrredón, Rondeau y los caudillos de la emancipación le
tributaron el homenaje de su reconocimiento.
Hoy, el movimiento de peregrinos al Santuario de Lujan es permanente y
multitudinario, tanto en ocasión de la fiesta principal del 8 de mayo como durante los fines de semana y muchas
otras celebraciones.
Recordemos, por último, que el Papa Juan Pablo II visitó la
Basílica el viernes 11 de junio de 1982, en momentos harto
difíciles para la Argentina. En Lujan, aguardaba al Papa
peregrino de la paz,
una concentración popular única en la historia del Santuario. En la
homilía, el Pontífice expresó: 'Ante la hermosa
Basílica de la Pura y Limpia Concepción de Lujan, nos
congregamos para orar junto al altar del Señor.
A la Madre de Cristo y de cada uno de nosotros, Ella que, desde los años
de 1630, acompaña aquí a cuantos de le acercan para implorar su
protección, queremos suplicar hoy aliento, esperanza, fraternidad. Ante
esta Bendita Imagen de María, a la que mostraron su devoción mis
predecesores Urbano VIII, Clemente XI, León XIII, Pío XI,
Pío XII, vine también a postrarse, en comunión de amor
filial con vosotros, el Sucesor de Pedro en la Catedra de Roma'.