Canto I
Peste.
Cólera
El primer canto, empieza con una petición a una diosa, para que narre como
surgieron las diferencias entre el Atrida Agamenón y Aquiles,
según estas disputas causaron grandes males al ejército Aqueo.
En un motín de guerra el ejercito aqueo se
apodero de la sacerdotisa Criseida hija de Crises sacerdotes que veneraban al
dios Apolo. Éste para redimir a su hija se dirigió hacia las
naves de los aqueos, con el apoyo del Dios Apolo y una gran ofrenda.
Crises suplicaba a los aqueos de hermosas grebas, que le
devolvieran a su hija, porque no era necesario robarsela ya que los
dioses concederían la conquista de la ciudad de Príamo y
recibirían el rescate de los dioses Júpiter y Apolo.
Todos los aqueos aprobaron lo que el anciano Crises
pedía, excepto el Atrida Agamenón, que amenazandolo con
feroz lenguaje le prohibió que no se acercara a las naves aqueas, porque
Criseida se iría con el y compartiría su lecho y le
llegaría la vejez junto a Agamenón. El anciano
obedeció y se fue.
Crises que era sacerdote de Apolo, rogo para que éste
hiciera pagar a los aqueos su infortunio. Así fue Apolo que
oyó su suplica dejo caer a los aqueos males y pestes durante
nueve días.
Aquiles que era uno de sus mejores guerreros sugirió que hiciera caso a las suplicas de
crises y regresara a Criseida la de hermosas mejillas, éste entrando en
cólera comenzó a disputa conAquiles el de los pies ligeros. Concluyo que liberaría a Criseida pero también le
quitaría su motín de guerra que era la joven Briseida.
Aquiles ofendido empezó a refutar contra el
atrida pastor de hombres, que se jactaba de ser rey y Aquiles era el que iba a
combatir en su nombre y como era posible que le quisiera
arrebatar su motín que con todo su esfuerzo gano. Aceptando gracias a la
intervención de la diosa Minerva se marcho con el corazón
desconsolado.
Agamenón cumpliendo su amenaza mando a dos
heraldos al campamento de Aquiles para despojarlo de su amada Briseida y este ordenandole mando a Patroclo que se las
entregara. Al marcharse los heraldos Aquiles rompió en
llanto y preguntaba a los dioses ¿Poe qué Agamenón lo
había hecho eso? Y rogandole a su madre
la diosa Tetis que acudiera a su dolor la llamo.
Explicandole lo sucedido a Tetis le rogo para que intercediera por el
ante Júpiter y vengara la ira que lo infundía y Agamenón
sufriera el acto realizado al mejor de sus guerreros.
Tetis obedeció y al olimpo se dirigió para poder rogar al padre
de todos los hombres y de los dioses que ayudara a su hijo que sufría
por culpa del
atrida Agamenón.
Tetis abrazando las rodillas de Júpiter rogo por su hijo para que
infundiera grandes males a los aqueos por culpa del atrida y este
aceptando le despidió.
Canto II
Sueño, prueba, beocia o catalogo de las naves.
Al caerla noche todos durmieron, humanos y dioses menos el padre de todos,
menos Júpiter quien mando al pernicioso sueño al campamento aqueo
y en especial a la tienda del atrida Agamenón, con la orden de decirle
al atrida que preparara a sus hombres la mañana siguiente para combatir
a y tomar la ciudad de Troya, convenciéndolo de que los dioses ya no
estaban discordes con esta acción y que una serie de infortunios amenazarían
a los troyanos.
El pernicioso sueño llego a la tienda de Agamenón y tomando la
forma de Néstor quien era la persona que mas honraba el atrida, y
repitió las palabras del dios Júpiter.
Asi lo hicieron, pero todo fue un engaño, la
batalla que no se relata en el libro, fue perdida por los aqueos, decepcionados
se disponían a dejar la guerra, y regresar a sus hogares.
En el olimpo la diosa Juno disgustada por la mala juagada de Júpiter
rogo a Minerva hija de éste que fuera con los aqueos y los convenciera
que no se dieran por vencidos, y que no dejaran a los troyanos como trofeo a Helena. Dirigiéndose
al divino Ulises.
En una junta Néstor convenciéndolos con un
gran discurso hizo que los aqueos tuvieran mas valor que nunca.
Ofreciendo un gran sacrificio al dios Júpiter
se dispusieron a enfrentar a los troyanos.
Naves de todas partes se dirigían a lado de los aqueos
para combatir a los troyanos y vengar la infamia que le habían proferido
Alejandro y Helena.