250 paginas mas cerca de Bogota
John Jairo Junieles
En Bogota siempre parece haber una belleza
fragil, como
una mariposa, debatiéndose insistente desde su agonía. Una ciudad
en donde se llega con la conciencia de que, muy posiblemente, la última
palabra la tendra el azar. Pero esa no es una sensación nueva
para un ser humano, que ha aprendido a vivir con el
límite final de la muerte; por eso vivir en la ciudad es aprender un
poco a practicar la esperanza en medio de la angustia.
A José Antonio Osorio Lizaraso, el notable escritor de la Bogota
de principios del siglo XX, que contó el discurrir de la capital
colombiana en las zonas menos iluminadas de su colmena, le hubiera gustado esta
novela de Nahum Montt: El Eskimal y la Mariposa, con la que obtuvo el
Premio Nacional de Novela 2004 del Instituto Distrital de Cultura y Turismo, y
que ahora, enhorabuena, ha editado nuevamente Alfaguara.
Novela política, novela policíaca, novela
psicológica: El Eskimal y la Mariposa tiene lo mejor de esas
escuelas, pero tiene componentes argumentales y estilísticos que
trascienden los moldes de los géneros, hasta el punto de olvidarnos de
la trama en que se sustenta el veneno de suspenso y ansia que nos invade cuando
empezamos a leerla. Una narración sembrada de expectativas calculadas,
inyecciones de curiosidad, elementos vitales que seducen y no traicionan a
ningún lector de esta novela: “En aquel momento dejó
desonar un bolero cuya letra no era mas que una
parodia de lo que iba suceder”.
Muchos lectores esperaban leer una novela que mostrara esta Bogota, que
se ve por entero gracias a los fragmentos elegidos de su realidad. No se
requiere una panoramica de trescientos cincuenta grados para entender la
identidad de una urbe. Lo que esta fuera de la foto pesa en nuestra
imaginación, se complementa con nuestra experiencia citadina, nos
convierte en lectores activos. Así como el azar pesa de maneras
extrañas en los margenes de los planes diarios de los citadinos.
1990 fue un año nefasto, recordado por los colombianos porque durante
ese año asesinaron a varios candidatos a la Presidencia de la
República, entre ellos a Bernardo Jaramillo Ossa, perteneciente a la
Unión Patriótica (UP), y Carlos Pizarro. Eslabones
de la misma conspiración fueron las muertes de Rodrigo Lara Bonilla y
Luis Carlos Galan. Una alianza de sectores del poder
político y económico colombiano, con apoyo del
narcotrafico, y que se extiende hasta hoy, intentó destruir una
serie de proyectos políticos que reavivaron la lucha de clases, en torno
a desigualdades económicas y sociales vigentes.
Montt, de origen judío y nacido en Barrancabermeja (Santander) hace 38
años, dice que el hecho de ser de la provincia lo lleva a ver la ciudad
desde la mentalidad del que viene de un lugar pequeño:
observandolo todo con avidez. Y eso se nota en la
novela, una miradasilvestre, una actitud inocente y por lo tanto despierta
frente a la rutina de la travesía. La niebla de la
cercanía vital es disipada por registros tematicos reveladores.
Desde hace 16 años Nahum Montt vive en Bogota.
Vino a estudiar literatura en la Universidad Nacional
y se convirtió en profesor universitario y escritor. El Eskimal y
la Mariposaes su segunda novela después de Midnight Dreams, a
la que le sintió fallas de estructura.
La novela nos hace recordar el clima de Amores perros, ese genial
guión, de ese gran escritor mexicano que es Guillermo Arriaga, autor
de El búfalo de la noche, y quien también acaba de
presentar en el Festival de Cannes, junto a Tommy Lee Jones, una nueva
película: Los tres entierros de Melquiades Estrada. Otra
historia, esta vez de inmigrantes, donde monte y ciudad se superponen para un decorado total.
Montt nos guía por una ciudad compleja y contradictoria, vestida por los
colores de El Alienista de Caleb Carr, bañada por la misma
lluvia que cae en Seven, aquella película de culto, hermana de
esta novela por la intensidad de sus personajes, por las respuestas a los
azares y encrucijadas de la existencia. Una mirada mestiza en donde los
campesinos, a pesar de su trasplante, siguen cultivando una peculiar
relación con el mundo aun entre paredes. Personajes
híbridos que nos recuerdan que la realidad es dinamica, y escapa
a nuestras convenciones y maniqueísmos.
Nahum Montt dijo al diario VanguardiaLiberal: “Yo tuve un
período bastante amplio para escribir esta novela, sin afanes
editoriales, en medio de mi trabajo como docente y con la facilidad de poder
pasar días enteros en la Biblioteca Luis Angel Arango de
Bogota, escarbando la prensa colombiana de la época, para no
perder detalle alguno y tener la información fresca. Al comienzo
tenía una intriga policíaca de un
redactor judicial; me acababa de graduar en literatura y había terminado
una novela fallida, que mas fue una explosión verbal de querer
decirlo todo en un espacio reducido”.
¿Qué es la ciudad ¿qué
significado tiene la ciudad en la literatura mas alla de una
forma de asumir la vida? La ciudad como una utopía que a su vez
contiene muchas utopías, que en la lucha por materializarse se roza unas
con otras. El profesor François Delprat responde este
interrogante cuando asegura que: “La urbe como topos es un espacio imaginado,
escrito, con un nombre o sencillamente en su vocablo de ciudad. Por efecto de
la mimesis, sustituye una percepción del mundo. En los textos es el espacio literario que se une indisociablemente
a la sucesión de las acciones”.
Me permito abrir una pequeña ventana con el siguiente fragmento de la
obra
“Coyote miró el reloj y comprobó que ya era la una de la
tarde. Esquivó la escoba de la mujer de ojos rasgados,
que barría el andén frente al restaurante chino. Al otro
lado de la acera, un grupo de indigentes hacía
su ronda en la entrada deEl Dorado, abrazados a cobijas de lana que
habían adquirido el color del
óxido. El teatro con sus puertas cerradas y ventanillas redondas
parecía un barco encallado en el centro de Bogota. No había
carteles que anunciaran placeres virginales ni adolescentes insaciables y
sólo el olor a pan caliente aplacaba la sensación de caminar por
una calle recién bombardeada ()”.
Toda novela se vuelca sobre sí misma, o sobre el tema
que aborda. El Eskimal y la Mariposa no carece de ese componente. La novela, como se alimenta de
ella, es reflejo de la naturaleza humana, y el hombre a cada momento se
pregunta por las razones de su existir, y planifica sus acciones conforme a sus
utopías personales. Conforme a esta propiedad de la naturaleza que se da
en todos los géneros, nos parece importante compartir este otro
fragmento que implica una visión de uno de los personajes de esta novela
sobre la literatura urbana:
“() y recordó entonces al Pequeño Larús, en un
punto, en una tilde, una palabra en una pagina perdida de ese gran libro
que era Bogota: Coyote podía hojear la ciudad-libro, pasearse por
sus calles todos los días por el resto de su vida y no encontrarlo
jamas. () A la ciudad-libro hay que leerla en el
tiempo y no en el espacio”, le dijo en alguna ocasión.
“Mucha gente memoriza las calles y construye
mapas mentales fragmentados e inconclusos. Yo no memorizo las formas, los
espacios, sino los acontecimientos. Otros ven unaciudad personificada con
múltiples rostros, pieles y olores. Yo la veo como un libro vivo
que se transforma en mi memoria. La ciudad no esta hecha de ladrillo y
asfalto, sino de palabras y deseos. Si la ciudad es un
libro escrito a diario por sus habitantes, yo soy su mejor lector, pues el
libro crece y se reescribe en mi memoria”.
Para Nahum Montt escribir la ciudad es espiar y descubrir la
identidad común a todos los hombres. Personajes como el Coyote,
Mandrake, Jerry, El Dengue, Casandra, o aquel viejo que vende esqueletos a los
estudiantes de medicina; adquieren, a veces en sólo breves apariciones,
una notable consistencia. “Un nuevo Arquímedes podría
haberle añadido a su vieja ley que un cuerpo sumergido en el espacio por
el espacio es desplazado”, nos dice en un poema Joseph Brodsky; como una
respuesta a eso la literatura urbana contribuye de muchas maneras a que ese
fenómeno de despersonalización en el espacio de la ciudad
encuentre escapes emocionales en la literatura: autoconciencia y libertad.
Aquellos que salen a caminar temprano por la ciudad, recordaran las
gotas de sangre que a veces se descubren en el pavimento, mientras nos
dirigimos al trabajo o a un salón de clases.
Gotas haciendo caminos, que a veces se extienden por muchas calles,
pero siempre hay un punto en que a la sangre la oculta el polvo, o debemos
dejarlo para seguir nuestro propio camino. Leer esta novela es descubrir el origen de esos rastros.