Lucio Anneo Séneca
LUCIO ANNEO SÉNECA
APOCOLOCINTOSIS
Lucio Anneo Séneca
BIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS, 220 SÉNECA [DIÁLOGOS CONSOLACIONES A MARCIA, A SU
MADRE HELVIA Y A POLIBIO]
APOCOLOCINTOSIS
INTRODUCCIONES, TRADUCCIONES Y NOTAS DE JUAN MARINÉ ISIDRO
EDITORIAL GREDOS
Asesores para la sección latina: José JAVIER ISO y JOSÉ LUIS MORALEJO. Según
las normas de la B. C. G., las traducciones de este
volumen han sido revisadas por JUAN GIL. © EDITORIAL GREDOS,
S. A. Sánchez Pacheco, 81, Madrid,
1996. Depósito Legal: M. 13242-1996. ISBN
84-249-1805-3. Impreso en España. Printed in Spain.
Gráficas Cóndor, S. A., Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1996. — 6819.
INTRODUCCIÓN
1. LA SÁTIRA Cuando Quintiliano, al repasar y comparar los distintos
géneros literarios en las dos lenguas clásicas, proclamó que la sátira, al
menos, era completamente romana1, no hacía otra cosa que mantener una opinión
ya tradicional entre los cultivadores y teóricos del género, como también entre
otros autores: Tito Livio, por ejemplo, proporciona unos datos, más bien
dudosos, como se verá, referentes a la existencia de unas saturae anteriores al
propio Andronico, unas piezas teatrales basadas en la improvisación del texto y
el acompañamiento musical2, que constituirían un antecedente puramente itálico
a la sátiraliteraria. Y más tajante aún es la afirmación de Horacio cuando
compara a los dos grandes satíricos anteriores a él, Lucilio y Ennio, y dice
que aquél es más pulido que éste, «tosco creador de una poesía no tocada ni
siquiera por los griegos»3. Es cierto que Ennio (c. 239-c. 169 a. C.), entre su
extensa producción, cuenta con cuatro libros de saturae (además de otros que,
aun teniendo título propio, podrían considerarse también como tales), en cuyos
escasos fragmentos conservados4 puede observarse la diversidad corno característica
esencial, tanto en la forma (versos yámbicos, trocaicos, hexámetros y sotadeos)
como en el contenido (que va desde la moral didáctica hasta la narración sin
más, pasando por anécdotas cómicas o autobiográficas); carecen, sin embargo, de
un rasgo esencial de la sátira posterior, la invectiva, el ataque personalizado
o dirigido a criticar a la sociedad en general; pues, como dice el propio
Ennio, no se deja llevar por la enemistad ni por la rabia5. Todo lo contrario
de lo que hace Lucilio (c. 180-c. 102 a. C.), el aristócrata metido a bufón,
que reconoce sin más ser como un perro rabioso: «con gesto y ojos de perro
caeré sobre ellos»6, sobre sus enemigos personales o contra individuos y
costumbres censurables objetivamente; él es, pues, «inventor» de la sátira
romana7, al juntar la crítica razonada con la agresión individual, la intención
moralizante de Ennio con la invectiva de los yambógrafos griegos, como
Arquíloco e Hiponacte. Otros rasgosromanos que Lucilio ofrece en su obra son la
ironía, muchas veces cáustica y feroz, los elementos autobiográficos, cuando
discurre sobre sus sentimientos o experiencias, el realismo, poco dado a
fantasías, y el gusto por la heterodoxia literaria: después de unos pocos
escarceos iniciales con los metros yambo-trocaicos, Lucilio se decanta por el
empleo en exclusiva del hexámetro; este verso solemne, típico de la épica,
contrasta fuertemente con los temas y la expresión coloquial de la sátira. Con
todo, se deja ver en Lucilio la influencia griega: el lenguaje popular que
utiliza está salpicado de palabras en esta lengua8, y citas, casi únicamente de
Homero, adaptadas para cada caso, lejos muchas veces de su contexto original.
También tiene precedentes griegos la imitación burlesca de otros géneros, la
parodia, que Lucilio practica sobre todo con la épica; así, cuando describe9 la
asamblea que celebran los dioses, rigiéndose por el protocolo del senado
romano, para debatir qué han de hacer con Léntulo Lupo, el rival de Lucilio que
acababa de morir, un indeseable que había sin embargo llegado a censor, y con
Roma, que tal cosa había permitido: para castigar a la ciudad deciden enviar
una tormenta sobre ella10; el probable castigo de Lupo no se ha conservado.
Puede, en fin, considerarse la sátira de Lucilio una creación original, pero
que mezcla elementos latinos con otros griegos; no es absolutamente
autóctona11, como reconoce el gramático Diomedes al definir el género en susdos
variantes temporales12: la más antigua, un poema compuesto de varios, cultivada
por Ennio y su sobrino Pacuvio; la otra, una clase de poesía dedicada al
vituperio y la maledicencia, a la crítica de los defectos ajenos, «compuesta al
estilo de la Comedia Antigua» y cultivada por Lucilio, Horacio y Persio; en
ambos casos la denominación es la misma, satura, nombre del que ofrece varias
etimologías posibles; la acertada, según se piensa actualmente, es la que lo
relaciona con el adjetivo satur, «lleno, abundante», que se aplicaba a una
bandeja «colmada de muchas primicias variadas que entre los antiguos se ofrecía
a los dioses en el transcurso de una
Lucio Anneo Séneca
ceremonia»; en su transformación metafórica acabó designando una poesía
abigarrada en los temas, pero no en la forma, siempre hexamétrica, destinada a
la burla de individuos y estamentos, y con una leve influencia griega. Pero he
aquí que, curiosamente, el único autor antiguo del que se tenga noticia de que titulara
algunas de sus obras expresamente como
saturae, Varrón13, no presenta en ellas algunos de estos rasgos y, en cambio,
otros los intensifica. Empezando por la influencia griega, Varrón la admite
plenamente, pues las llamó «Sátiras menipeas», esto es, escritas al estilo de
Menipo de Gádara14, que había creado, en el siglo ni a. C., un tipo especial de
literatura, derivado en el contenido y el tono de la diatriba cínica, mordaz,
agresiva y polemista15;Menipo suavizó un tanto esta malicia original por medio
de la fantasía, alejándose un poco del propósito moralizante y dedicándose a
ridiculizar agudamente las convenciones sociales y los sistemas filosóficos;
resulta una obra en la que se mezclaban las bromas con las veras, el lenguaje
vulgar con el literario16 y, en lo concerniente a la forma, la prosa con el
verso. Varrón, un personaje notorio por sus ideas conservadoras, al imitar a
Menipo dejó de lado cuanto había en los cínicos de rebeldía contra el orden y
las instituciones; su intención era instruir divirtiendo, y para ese propósito
le resultó muy apropiada la unión de lo serio con lo jocoso17, del humor con el
adoctrinamiento moral, prácticamente sin criticas o, al menos, muy suaves. En
la forma siguió a Menipo más de cerca: mezcló prosa con versos variadísimos
(endecasílabos, sotadeos, escazontes, glicónicos, etc., pero ni un solo
hexámetro); haciendo uso de un lenguaje rico en recursos (vulgarismos,
arcaísmos —si es que no son lo mismo—, juegos de palabras, citas o incluso
breves párrafos en griego), que pasa por toda la escala de registros, del
vulgar al culto, a fin de adecuarse a las distintas escenas que muestra, con
personajes reales o puramente imaginarios. Indefectiblemente, pues, hay que
volver a la doble definición de Diomedes, en lo esencial cierta, pero que se
debe matizar: bajo la común denominación latina de satura hay que distinguir
dos variantes, estrechamente relacionadas y a la vez distintas.Características
comunes son la heterogeneidad temática, la mezcla de estilos y registros, la
disposición crítica y humorística; pero otros rasgos las diferencian
claramente. Por un lado está la sátira exclusivamente en verso y concretamente
en hexámetros sólo (con la irrelevante excepción, ya mencionada arriba, de los
cinco primeros libros de Lucilio), dedicada a la censura más o menos feroz, a
la invectiva mordaz por motivos personales, a la ironía a veces cruel y sin
sutilezas; por otro, la sátira que admite versos diversos (preferentemente no
dactílicos) y, a partir de Varrón18, mezclados con la prosa; más didáctica que
crítica, con parodias amables y burlas, si las hay, refinadas y distantes. Pues bien, ambas variantes las une Séneca en su obra.
2. LA «APOCOLOCINTOSIS» Es innegable que tanto en la forma como en el contenido
es básicamente una sátira menipea: combina prosa y verso, utiliza un lenguaje
en ocasiones vulgar, otras culto y erudito, plagado de palabras, expresiones y
citas griegas, prodigadas a la menor oportunidad; hace objeto de sus burlas a
los historiadores (1, 1-2; 9, 2), a los poetas (2, 3) y su obra épica (4, 1) o
trágica (7, 1), a los actores de comedia (4, 2), a los filósofos (2, 2),
astrólogos (3, 2) y abogados (12, 2); una ridiculización universal, a la que no
escapan ni los propios dioses, pero que tiene como objetivo principal al
emperador Claudio. También son de tradición menipea tres temas que tienen un papel relevante en la obra: laascensión al cielo (5-7),
la asamblea de los dioses (8-11, 5) y el descenso a los infiernos (11, 6-15).
Todos ellos ya aparecen en la producción del epígono de Menipo, Luciano, sin
que de ello se pueda justificadamente deducir una influencia directa de Menipo
sobre Séneca19, sino más bien indirecta, a través de la tradición satírica ya
establecida, aunque este punto tampoco cabe demostrarlo satisfactoriamente,
dado que todas las sátiras anteriores, hexamétricas o menipeas, nos han llegado
en un estado lamentable20, y de las menipeas concretamente, la única conservada
casi completa es la Apocolocintosis.21 Como quiera que sea, los paralelismos
con algunas obras de Luciano22 son evidentes e interesantes: en Icaromenipo el
protagonista, un Menipo volador como el hijo de Dédalo, asciende al cielo
huyendo de las controversias entre los filósofos; en Zeus trágico se describe
una tumultuosa reunión de dioses turbados por la noticia de que entre estoicos
y epicúreos van a demostrar su inexistencia, y en la Asamblea de los dioses,
una en la que Momo, el dios que personifica la censura y el sarcasmo, critica
la creación de nuevos dioses, simples advenedizos que restan credibilidad a los
antiguos; el descenso al Hades aparece en Menipo o la necromancia. Y, en
general, hay que advertir que la estructura dialogada de las obras de Luciano
coincide también con las frecuentes conversaciones que mantienen los distintos
personajes dela Apocolocintosis. Con todo, también es innegable que ofrece
características de la otra variante de la sátira, la hexamétrica, empezando
precisamente por el empleo de este verso rechazado, como antes se ha visto, por
Varrón; en la Apocolocintosis, por el contrario, es el más frecuente, seguido
por el dímetro anapéstico y, ya a mucha distancia, por el senario yámbico;
también esta escasa variedad contrasta con la multiplicidad de metros usados
por Varrón. Otras hay, como la insistencia de la comedia en el personaje de
Hércules, vigoroso y violento, pero a la vez ingenuo y falto de luces23; la
parodia de las asambleas de dioses típicas de la epopeya, similar a la que
practica Lucilio, puesto que también en la Apocolocintosis los dioses siguen
las formalidades de los debates senatoriales y se atienen a la terminología
corriente en los mismos (9, 1; 11, 5) y discuten sobre el destino de un
personaje ya fallecido (aquí Claudio, en Lucilio, Lupo), al que el autor odia
de todo corazón. Esta circunstancia es principalmente la que aleja la sátira de
Séneca de las puramente menipeas y la aproxima a la invectiva de las
hexamétricas: la Apocolocintosis es ante todo un ataque personal contra
Claudio; el ridículo que alcanza a otros personajes, individualizados o
genéricos, se transforma con él en una burla evidente o sutil, pero siempre
feroz y despiadada, que no deja defecto ni manía libre del mordisco del
sarcasmo. En conclusión, la Apocolocintosis es una sátira
fundamentalmentemenipea24 pero no menos claramente destinada a maltratar la
memoria de una persona en concreto: no está lejos de poder ser definida como
un auténtico libelo. Pero conviene aclarar que este
problema de su clasificación literaria no es el único que plantea la
Apocolocintosis; son más controvertidas aún las cuestiones referentes al título
y su significado, a la autoría de Séneca y a cuándo y por qué la escribió.
1. El título Las dos grandes familias de manuscritos que transmiten este libelo
anticlaudiano lo titulan de manera distinta: una, Diui Claudii apotheósis per
saturam, otra, Ludus de monte Claudii (Caesaris); por otro lado, DIÓN CASIO,
cuando relata las bromas que entre los ingenios cortesanos suscitó la muerte de
Claudio, afirma que «Séneca escribió una obra que tituló Apokolokyntósis, igual
que una athanátisis»25, esto es, como una inmortalización, una divinización
(apothéÅsis). Pues bien, comúnmente se acepta como original el título que
transmite DIÓN CASIO (y sólo él), porque los de la tradición manuscrita son
bastante sospechosos: la obra no habla de una divinización ni siquiera burlesca
(las pretensiones de Claudio, apoyado por Hércules, a la divinidad son
rechazadas de plano), y la denominación de ludus aplicada a un escrito es muy
rara y apenas sin antecedentes26; ambos parecen glosas con que algún gramático
quiso aclarar el significado de una palabra tan extravagante como la ideada por
Séneca, glosas que acabaron sustituyendo al extraño título original27.Éste se
basaba, pues, en una parodia del término apothéÅsis: siguiendo el mismo
procedimiento de parasíntesis, pero cambiando el lexema théos, «dios», por
kolokýntA“, «calabaza»; un juego paralelo en castellano sería «calabacización»:
pero Claudio no se transforma en calabaza, ni en ningún momento se menciona en
el texto este fruto ni se alude a él. sA qué viene entonces este
título? Desde los humanistas hasta la actualidad, una legión de filólogos ha
dedicado sus esfuerzos a
desentrañar su sentido, derrochando ingenio en busca de la interpretación
correcta; el resultado es también un cúmulo de explicaciones distintas,
excesivamente sutiles algunas, que pueden clasificarse en dos grupos, según
consideren que se alude a la conversión real o metafórica de Claudio en
calabaza, o bien expliquen el término como una paráfrasis grotesca de
«apoteosis», para la que el autor se sirvió de kolokýntA“ por diversas razones.
El primer grupo de teorías es el menos numeroso: un solo defensor tiene la
transformación física de Claudio en calabaza28, que tendría lugar en un supuesto
final perdido; otros proponen una conversión sólo metafórica en calabaza,
porque se usaba seca como orinal y resultaba un insulto su nombre (Lundström,
1900), bien porque se hace referencia con ello a un cubilete de dados, juego
que apasionaba a Claudio29, o en general a las variadas y vulgares aplicaciones
que se le daban al fruto, con lo que sealudiría al destino en que acaba
empleado Claudio30, o, finalmente, porque «convertirse en calabaza» era una
metáfora popular por «morir»: el emperador necio pretendía hacerse inmortal
muriendo31. La segunda interpretación cuenta con más partidarios; ahora bien,
el motivo de haberse escogido «calabaza» es muy distinto según unos y otros:
porque recuerda que Claudio murió envenenado por una papilla pretendidamente
medicinal pero en realidad emponzoñada32, cuyo ingrediente principal habría
sido la calabaza silvestre de propiedades purgantes —Hadrianus Iunius, 155633—,
o bien la sustancia mortal fue una seta venenosa34 llamada kolokyntos
—Fabricius, 172835—; ya sea que se hace mofa del culto a Cibeles y Atis,
practicado por Claudio, en cuyos ritos se empleaba una calabaza36; o bien se
insinúa un agravamiento del castigo habitual para los reos de adulterio, la
aporhaphanídósis, la introducción de un rábano por el recto, pena que a Claudio
le será mucho más dolorosa porque se va a utilizar una calabaza37; o se compara
al emperador fallecido con una calabaza, una pelota que va de mano en mano,
rechazada por la tierra, el cielo y el infierno38; o, por último, se escogió este
fruto para aludir a la visión defectuosa de Claudio39. Sin embargo, la
interpretación que hace de «calabaza» un equivalente de «bobo», como sucedía en
latín coloquial40 y sucede en lenguas actuales (el catalán y el castellano, sin
ir más lejos), y propone una alusión directa a la proverbial estupidez de
Claudio, esla que parece más verosímil, desde que Fromondus en 1672 explicó así
la ironía: «Pues que un hombre se convierta en dios o en calabaza no es una
metamorfosis tan singular ni desusada, pero una calabaza en dios, eso sí que es
admirable»41. Ésta es la teoría aceptada por la mayor parte de los editores y
traductores modernos de la Apocolocintosis, con alguna que otra puntualización
en los matices por parte de los comentaristas42: bien sea que a Claudio ya en
vida le motejaban de calabaza43, bien sea un insulto post mortem44, el título
de la sátira basa su fuerza irónica en la mera pero efectiva sustitución de
«dios» por «calabaza = tonto» en una palabra, apoteosis, que se empleaba
corrientemente para designar un proceso casi habitual a la muerte de los
emperadores o de un miembro de la familia imperial45. El receptor de la obra,
lector u oyente, no podía dejar de sentirse atraído por un inicio tan
inesperado y llamativo, ni de preguntarse qué vendría a continuación, que es,
al fin y a la postre, lo que pretende todo título46.
2. El autor Mucho menos controvertida que la cuestión del título (aunque en
algo se relacionan) es la referente a si Séneca fue verdaderamente el autor de
la Apocolocintosis, identificada con la sátira que los manuscritos transmiten
con otro título y que todos atribuyen sin excepción a Séneca. Si esta
identificación está justificada, como se ha visto antes, se sigue
que fue Séneca quien realmente escribió el panfleto, pues el testimonio de
DIÓNCASIO, en el pasaje citado ya, es concluyente. Ahora bien, esta mención del
historiador es la única en toda la antigüedad; argumentando con este silencio y
fundándose en el doble título, hubo en el siglo pasado quienes intentaron
exonerar a Séneca de haber producido una obra que tan poco se corresponde con
su pretendida perfección moral47. Sin embargó, este argumento es producto de
una visión excesivamente simplista e idealizada de la figura de Séneca,
habitual en sus defensores a ultranza; es más bien propio, al
contrario, del carácter versátil del
filósofo, y digno de su reconocido y agudo ingenio48 haber escrito, en abierta
contradicción con sus obras más serias, esta jocosa burla, frívola a veces y a
veces cruel49. De fecha más reciente, aunque no de mayor
consistencia, son los argumentos que pergeñaron Baldwin50 y Nony51. El
primero se apoya en que, de todas las personas ejecutadas por orden de Claudio,
en la Apocolocintosis se hace una selección (11, 5 y 13, 4-5), encaminada,
según razones un tanto confusas, a favorecer a
Británico en detrimento de Nerón; de ser así, evidentemente no la habría
escrito Séneca, preceptor precisamente de Nerón. Y tampoco resulta muy
convincente el razonamiento de Nony: según él, los Hispani son citados en 3, 3
por confusión con los Mauri, este error no se habría
producido si la Apocolocintosis hubiera sido escrita por Séneca, hispano él
mismo e incapaz, por tanto, de un deslizasí. Salvo estas
escasas opiniones discordantes, pues, la común y aceptada es la que afirma que
Séneca escribió la Apocolocintosis; la cuestión que se plantea ahora es cuándo
lo hizo.
3. Fecha de composición Hay una característica común a todos los escritos
satíricos, tanto los que dirigen sus críticas contra la sociedad o el estado
como los que atacan concretamente a un individuo, el oportunismo: obtienen su
fuerza de la prontitud con que se den a conocer, a la vez o poco después de
aquello que satirizan52; y si es la víctima un personaje fallecido, el ataque
debe seguir inmediatamente a su muerte, como hizo Lucilio con Lupo, antes de
que se olviden sus hechos y sus rasgos y pierdan todo su impacto las ironías y
alusiones malévolas que se hagan de ellos. Parece ésta razón suficiente para
fechar la Apocolocintosis cerca del 13 de octubre del año 54, día en que murió
Claudio, dejando el intervalo necesario para justificar la presencia de Narciso
en los infiernos. Como este
liberto de Claudio murió poco después que él, aunque no se sabe cuánto53, se
podría posponer la publicación del
panfleto hasta las Saturnales de ese mismo año, esas fiestas de mediados de
diciembre que daban ocasión para las burlas y las chanzas, aun malignas. Esta
posibilidad fue ya contemplada por Bücheler en su edición comentada54, y es la
admitida generalmente hoy55, incluso utilizada para explicar el título del
libelo56. Sin embargo, no faltan aquí tampoco opiniones divergentes, que
retrasan lapublicación de la sátira hasta el año siguiente57, hasta el 58 como mínimo58, el 6059, o incluso
el 61 como
fecha límite60. Todo depende de los objetivos distintos,
dentro de ser todos políticos, que se le supongan a la Apocolocintosis y a su
autor; pero muy bien pudo ser el motivo la mera venganza, que no conoce espera.
Convendrá, pues, estudiar las varias razones que se han
propuesto para justificar la publicación de la sátira, como conclusión de un examen somero de su
contenido.
3. ANÁLISIS Comienza la Apocolocintosis con un proemio
en que socarronamente se garantiza la veracidad e imparcialidad de la narración
que se va a emprender; y, de hecho, algunos detalles que Séneca da sobre la
muerte de Claudio son auténticos, en tanto al menos que son proporcionados por
los otros, también historiadores, pero verdaderos61. Con ellos termina
prácticamente lo poco de cierto que tiene el relato: después de que Claudio
acierta a morir por fin, se dirige al cielo, donde su llegada causa un cierto
alboroto, en principio solucionado por un Hércules de opereta; sin que sepamos
cómo, por la laguna ya mencionada que padece el texto, Claudio se alía con
Hércules y éste apoya ante la asamblea celestial su candidatura a dios, que
resulta rechazada y el pretendiente conminado de modo perentorio a abandonar el
Olimpo; la sentencia se cumple sin más y Claudio, de camino a los infiernos,
contempla en la tierra su propio entierro —en realidad, una fiesta popular— y
escucha su elogio fúnebre—una picaresca nenia—; sin pérdida de tiempo, Claudio
llega al mundo subterráneo, provocando otro revuelo; pero esta vez no se libra
con un simple extrañamiento, sino
que es juzgado y condenado sumariamente, y luego relegado a desempeñar una
ínfima función burocrática. Aunque rápido, este
resumen permite observar una clara división del relato en tres partes, según el
escenario de la acción (tierra, cielo, infiernos), a las que se añade otra
introductoria que expone el asunto; esto es, un prólogo y tres actos, una
estructura propia de una pieza teatral62. De ahí que más de
una vez se haya sugerido que la Apocolocintosis fue representada o al menos
declamada por varios actores en los distintos papeles63. Una sugerencia
realmente seductora: se puede fácilmente imaginar la fiesta en palacio, en
plenas Saturnales, la representación de un juguete cómico fruto de un ingenio
cortesano, el público que acoge con risas estas renovadas burlas sobre
Claudio64, el narrador que debe reclamar un poco de silencio («Escuchad lo que
pasó en el cielo», se dice en 5, 1); hay que admitir, a falta de mayores
pruebas, que el libelo se prestaba a esto, con sus abundantes diálogos y su
lenguaje chispeante a veces, culto e incluso técnico otras, pero siempre
entreverado de palabras y citas griegas, como arriba dije, además de numerosos
proverbios, de uso típicamente popular, pero al que no escapan ni los
parlamentos de los dioses; comotampoco al gusto por la frase breve, que realza
la fuerza agresiva de la crítica de defectos y debilidades, y resalta el
ridículo y la ironía conseguidos gracias a las parodiad y alusiones, los
sentidos contrarios o dobles, las incongruencias cómicas y las hipérboles,
todos los recursos que Séneca prodigó en su obra65. Muchos de estos elementos
propios de la tradición satírica podrían deberse a la retórica o a la filosófica,
inevitablemente presentes en toda obra de Séneca66: el uso
de las dos lenguas cultas, de los proverbios y la forma dialogada (que
recuerdan el retoricista Satiricón), y de las citas, algunas de ellas parte ya del repertorio obligado
de un reto67. Respecto al fondo filosófico de la Apocolocintosis, hay que
destacar las definiciones estoica y epicúrea de la divinidad (8, 1), la
exaltación de la libertad del individuo (1, 1) frente al tirano de caprichos
imprevisibles, irracionales (7, 3), cuyos golpes teme incluso Hércules, modelo
de héroes para cínicos y estoicos, por más que en la sátira él también aparezca
en una versión burlesca típica de la literatura humorística. Y no sólo en ésta
especialmente, sino en toda la literatura de cualquier género encuentra Séneca
inspiración: cita y también parafrasea a comediógrafos y trágicos, poetas y
prosistas, historiadores y juristas; todo le vale para provocar la sorpresa y
la risa en su público. Que lo consiguió y lo consigue aún ahora es indudable,
aun cuando el humor socarrón que campea por toda la obra sea enocasiones
grueso, incluso de mal gusto, como se ha llegado a decir, juzgándolo según
criterios actuales, erróneamente. Igualmente indudable es que
Séneca no la compuso por el puro placer de escribir una pieza de humor;
obviamente perseguía otro propósito, sí, pero scuál? He aquí otra
pregunta que ha tenido muchas respuestas, según los estudiosos vean en la
Apocolocintosis una intención que se detiene en lo personal o que va más allá hasta alcanzar terreno político. Entre los
primeros están quienes creen que Séneca, dejando a un lado sus convicciones
estoicas68, buscó exclusivamente vengarse de Claudio; así, Bücheler y
Weinreich69 consideran que descargó en el panfleto todo el rencor, todo el odio
que le guardaba a ese emperador que no sólo lo había desterrado sino que lo
había mantenido en ese exilio durante ocho larguísimos años, sin acordarse de
él ni atender a sus súplicas abyectas, dejándole que se consumiera amargamente
en esa Córcega que tan dolorosamente contrastaba con los salones aristocráticos
de Roma70. Es cierto que Séneca se ensaña implacablemente con Claudio, que sus
burlas son muchas veces crueles y corrosivos sus sarcasmos sobre su físico y
sus manías: es la víctima, indefensa ya, sobre la que el autor arroja toda la
virulencia de su ingenio71. Pero esto no impide que pudiera buscar también
otros fines de paso, sobre todo hacer olvidar que alguna vez escribió Polibio72
o, cuando menos, hacerlo pasar por otra sátira a los ojos del lector de ambas73.
Muchosson los que creen, en cambio, que la finalidad de la Apocolocintosis es
solamente política; aquí se termina el acuerdo, pues cuando llega el momento de
precisarla comienzan las divergencias: unos, desde Viedenbatt74, consideran que
el objetivo es minar el creciente poder de Agripina, ridiculizando la
deificación de su esposo, que la convertía a ella en Augusta; de esta opinión
son, entre otros, Barwick, Luisi y Hoyos75. Para otros, resulta más convincente
ver en la sátira un panfleto de la aristocracia senatorial, que recuperaba
posiciones76 o procuraba también
combatir las de Agripina, cada vez más alejadas de los preceptores de Nerón, y
contrarrestar la propaganda que de sí misma hacía77; no faltan quienes piensan
que Séneca quiso defender los intereses de Británico78 o, en el extremo
opuesto, los de Nerón79, o simplemente hacer ver a éste cómo no debía ser su
reinado80. Otros, eclécticos, suponen que Séneca combinó hábilmente sus miras personales
con las políticas, porque satisfizo bajamente sus ansias de venganza y aduló de
paso a Agripina81; o porque a la satisfacción de su rencor enfermizo unió el
deseo de ejercer su magisterio sobre Nerón82, o porque pretendió asegurar el
poder recientemente adquirido por su discípulo y garantizarse así la
permanencia en esa posición de privilegio83. No son acertadas, a mi entender,
las interpretaciones de la Apocolocintosis que tratan de ver en ella una finalidadpolítica exclusiva o predominante, pues toda
ella respira demasiado resentimiento, en absoluto disimula ese «odio lentamente
incubado en los sombríos inviernos de Córcega y manifestado explosivamente a la
muerte de Claudio»84. Éste de la venganza fue el principal motivo de Séneca,
con certeza, pero no se puede negar que quizá buscara, secundariamente, algún
difuso objetivo político que no es posible precisar razonadamente85. Siendo así las cosas, scómo se concilia esta venganza excesiva con
la morigeración que aconsejaba Séneca en sus escritos? sCómo es posible
que un mismo hombre escribiera Polibio y la
Apocolocintosis, incluso más, que proporcionara al mismo tiempo a Nerón el
texto del elogio fúnebre de Claudio, que
provocó las risas de todos cuando ponderaba las excelentes cualidades del difunto emperador?
Éstos y otros interrogantes se han planteado desde
antiguo, poniendo de relieve las contradicciones que aparecen cuando, frente a
los escritos de moral teórica, sale como
antagonista la vida de Séneca a escena. Casi contemporáneos del filósofo son
sus primeros detractores: Tácito86 recoge las acusaciones que contra él acumuló
Publio Suilio, Dión Casio abunda en ellas también; ambos87 hacen hincapié en
las inmensas riquezas que Séneca había acumulado valiéndose de su influencia en
la corte, en abierto contraste con la austera doctrina de la que se decía
seguidor. A esto hay que sumar su muchas veces turbio comportamiento en
política, los manejos con que procuraba mantenersu influjo sobre Nerón (para
quien, de creer a Tácito, llegó incluso a realizar labores de tercería88) y
alejarlo del de su madre; y otras acusaciones (hipocresía, desequilibrio
mental, etc.) que sus enemigos han ido lanzando contra Séneca con auténtico
entusiasmo. No es menor el que muestran para defenderlo sus partidarios, muchos
también, que lo cubren de ardientes alabanzas a su integridad moral y a su vida
ejemplar —al final—, y cierran piadosamente los ojos ante las inconsecuencias
de Polibio, la Apocolocintosis y otras. Esto por dos motivos principales:
Séneca fue bien pronto asimilado por los cristianos89 y más tarde indentificado
como tal, un criptocristiano en la corte de Nerón, autor incluso de cartas en
correspondencia secreta con Pablo de Tarso (absolutamente apócrifas, por
supuesto), lo que le granjeó alta consideración90; por otro lado, hay que
contar con el sedicente senequismo91, una pretendida corriente filosófica que
se basa principalmente en el supuesto españolismo de Séneca y cuyos contenidos
y posturas son difícilmente precisables92, a pesar de lo cual ha tenido seguidores,
todos ellos, claro está, acérrimos defensores de Séneca en todo punto. Entre
estas dos posiciones extremadas se sitúan los que opinan que ni hay que
condenar sin remisión a Séneca ni tampoco declararlo del todo inocente; es más,
que no hay que someterlo ni siquiera a juicio, pues fue Séneca un hombre como
cualquiera, capaz de las mayores contradicciones, de escribir en un plazo
dediez años dos obras tan terriblemente opuestas como Polibio y la
Apocolocintosis, de adular e insultar a la misma persona, según las
circunstancias93, de llevar a cabo hechos incongruentes con sus dichos, sobre
todo viniendo éstos de su faceta intelectual y aquéllos de la política, que
exige tanto transformismo. Y aunque así no fuera, la inconsecuencia es
inherente al pensador; pocos hay que hagan lo que dicen, como Séneca mismo
admite94. En fin, es la propia Locura quien nos recuerda las palabras del
poeta: «Los sabios tienen en cambio dos lenguas, como observó Eurípides, una
con la que dicen la verdad, otra con la que dicen lo que conviene a cada
momento»95. Séneca fue un claro ejemplo.
4. EL TEXTO Esta obra dejó escasa huella en la antigüedad (alguna rara y
siempre discutible imitación, en Tertuliano o Ausonio96); la primera cita
expresa de la sátira, sin contar la de Dión Casio, es contemporánea también a
los manuscritos primeros que la transmiten, esto es, del siglo IX, la califica,
curiosamente, de «descubrimiento reciente»; a partir de entonces, las citas y
menciones se multiplican97, hasta acabar formando parte la Apocolocintosis del
bagaje cultural de los humanistas98.
1. Transmisión manuscrita Esta creciente difusión de la Apocolocintosis
coincide con el progresivo aumento del número de códices que la
recogen; todos, salvo los tres ueteriores, de los siglos XIII al XV (y uno del
XVIII), hastaalcanzar en total la cifra de cuarenta y siete, impresionante para
tratarse de una obra puramente de circunstancias. Destacan entre todos los
aludidos como más antiguos: Sangallensis 569 (S), un códice misceláneo de
partes escritas entre los siglos IX y XIII; de finales del IX son los folios
243-251, en los que un copista transcribió la Apocolocintosis en letra
carolina, minúscula casi siempre; su labor fue corregida por dos manos,
probablemente, contemporánea una de la primera y la otra un poco posterior.
Valentianensis 411 (V), igualmente de finales del IX;
también en letra carolina
mayoritariamente minúscula, contiene la sátira en los folios 90-105. Se
distinguen tres manos además de la primera, dos más o menos contemporáneas al
códice y la otra del s. XVI, de un humanista que suplió en el margen del folio
95 los dos versos de Homero de 5, 4. Londiniensis add. 11.983 (L), de finales
del s. XI y principios del siguiente, presenta el texto desde el folio 21 al
28, corregido posteriormente por dos manos, coetánea del códice una y del siglo
XIV o XV otra. La genealogía de estos manuscritos es hoy en día ya
indiscutible99: los tres descienden de un mismo arquetipo, como se demuestra
porque todos adolecen de una laguna, ya denunciada por los primeros editores,
entre los capítulos séptimo y octavo; además, presentan corrupciones en
idénticos pasajes con expresiones griegas y coinciden en usar mayúsculas,
sorprendentemente, para las palabras que introducen la endecha anapéstica,nenia cantabatur anapaestis (12, 3; en L sólo nenia en
mayúsculas). Pero S es descendiente directo del arquetipo y VL derivan, en
cambio, de una copia intermedia, la que se llama hiparquetipo; ambos ofrecen
diferencias que los separan de S, siendo la más llamativa la del título, como
ya se ha dicho: en VL es Ludus de morte Claudii (Caesaris), mientras que en S
aparece como Diui Claudii apothéÅsis per saturam; y semejanzas que los unen
entre sí, como los llamados errores conjuntivos (las mismas omisiones y
trasposiciones de letras) y además un factor que merece la pena considerar: en
los dos se hallan signos de interrogación prácticamente en los mismos pasajes,
signos que no aparecen en S. Los restantes manuscritos, recentiores en su
mayoría defectuosos y contaminados, se agrupan en dos familias: la que deriva
de S, s, formada por quince códices, y la que procede de L (no de V, que carece
de descendencia), 1, que cuenta con veintinueve. Aunque en
general no hay que tenerlos en consideración a la hora de establecer el texto,
en algunas ocasiones ofrecen la lectura correcta que soluciona los fallos de
SVL. Hay que decir que éstos no son raros, sobre todo en los nombres
propios y los pasajes en griego: algunos se corrigen con más o menos
dificultad, otros han sido tanteados en vano por las
conjeturas de los editores, que en ocasiones han afectado a otras partes del texto que no las
necesitaban.
2. Ediciones ytraducciones Numerosas son también las veces en que ha sido
editada la Apocolocintosis, desde la editio princeps, Roma, 1513, a cargo de
Silvanus Germanicus, que publicó un texto lleno de interpolaciones y con
espacios en blanco en el lugar de los pasajes en griego, defectos que no
parecen imputables al editor100 y que bien pronto empezaron a ser subsanados
por los que lo siguieron: dos años después, Beatus Rhenanus en su edición,
Basilea, 1515, eliminó un buen número de interpolaciones, suplió algunos pasajes
en griego y restituyó unos cuantos nombres propios; a esta edición siguieron
otras muchas durante los siglos XVI, XVII y XVIII101, entre las que sobresalen
la del mencionado Hadrianus Iunius, Basilea, 1557, y las tres de Lipsius, con
comentario de Fromondus, también citado, Amberes, 1632 y 1652, Amsterdam, 1672.
Este sostenido ritmo de ediciones sucesivamente mejoradas decae en el s. XVIII,
cuando la primera teubneriana de la Apocolocintosis, dentro de las obras
completas de Séneca a cargo de E Haase, Leipzig, 1852-1853 (1872-1874), no
aporta ninguna mejora al texto. Todo lo contrario de la que publicó entre 1864
y 1867 E Bücheler102, que presentó un texto expurgado y basado principalmente
en S, acompañado de un amplio, minucioso y atinado comentario; de la importancia
de esta edición dan cuenta sus sucesivas reimpresiones hasta entrado el siglo
XX103, en el que vuelve a crecer el interés por la Apocolocintosis y, en
consecuencia, a aumentar el número de susediciones. Entre las
que no ofrecen traducción pero sí normalmente comentario merecen ser
mencionadas las de A. P. Ball, Nueva York, 1902, 0. Rossbach,
Berlín, 1926, P. T. Eden, Londres, 1984, y la reciente de R. Roncali, Leipzig, 1990.
Otras ediciones van acompañadas de su correspondiente traducción: al inglés,
las de W. Rouse, Londres, 1913 (1930, 1969), y N. Athanassakis, Kansas, 1973;
al francés, la de R. Waltz, París, 1934 (1966); y las italianas de A. Rostagni,
Turín, 1944, A. Ronconi, Milán, 1947, C. E Russo, Florencia, 1948 (cinco
reediciones, la última de 1985) y la ya citada de R. Roncali, Venecia, 1989. Una sola traducción al castellano hay publicada fuera de España,
sin acompañamiento de texto, la de R. Heredia Correa, México, 1979. Y en
cuanto a las publicaciones españolas, solamente contamos con una edición del texto104 y traducción del mismo; panorama que sería desolador si no fuera la de
J. Gil, Madrid,
1971, tantas veces citada, provista de una óptima introducción y de unas notas
detalladísimas a su excelente traducción.
3. Texto escogido. Discrepancias La traducción que sigue a
continuación se basa en el texto fijado por R. Roncali en su completísima
edición crítica y comentada de la Apocolocintosis, Leipzig, 1990, ya mencionada. Las
escasas ocasiones en que he adoptado una lectura diferente se reseñan ahora,
con indicación del
pasaje en cuestión, el texto de Roncali así como la variante que se ha preferido y su
procedencia. 1, 2, 5, 6, 8, 8, 9, 10, 13, 1 3 41 2 3 2 3 5 Haec ita uera. Si quis (adeo non) adquiescunt po…h marti oro per quod nescio quantum uia sua fert sura mea
pherona otus Haec ita uera si quis WALTZ adquiescunt codd. pÒqi
toi codd. de Homero Marci edd.104 propterea quod
BÜCHELER nescit BÜCHELER quantumuis uafer RHENANUS soror mea BÜCHELER
Pheronactus 1 y edd.
He de advertir, además, que he seguido a Gil, y otros, en lo
que se refiere a la disposición en dímetros de la nenia, que resulta así más
regular (sesenta versos) y evita los hiatos que se producen en el reparto de
los códices, donde aparece en tetrámetros (veintinueve) y dímetros (dos).
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L. ANNAEI SENECAE APOCOLOCYNTOSIS DIVI CLAVDII DIVI CLAVDII APOKOLOKUNTWSIS
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15
[1] Quid actum sit in caelo ante diem III idus
Octobris anno novo, initio saeculi felicissimi, volo memoriae tradere. Nihilnec
offensae nec gratiae dabitur. Haec ita
vera si quis quaesiverit unde sciam, primum, si noluero, non respondebo. Quis
coacturus est? Ego scio me liberum factum, ex quo suum
diem obiit ille, qui verum proverbium fecerat, aut
regem aut fatuum nasci oportere. Si libuerit respondere,
dicam quod mihi in buccam venerit. Quis unquam ab
historico iuratores exegit? Tamen si necesse fuerit auctorem producere,
quaerito ab eo qui Drusillam euntem in caelum vidit:
idem Claudium vidisse se dicet iter facientem 'non passibus aequis.'
Velit nolit, necesse est illi omnia videre, quae in
caelo aguntur: Appiae viae curator est, qua scis et divum Augustum et Tiberium
Caesarem ad deos isse. Hunc si interrogaveris, soli narrabit: coram pluribus
nunquam verbum faciet. Nam
ex quo in senatu iuravit se Drusillam vidisse caelum
ascendentem et illi pro tam bono nuntio nemo credidit, quod viderit, verbis
conceptis affirmavit se non indicaturum, etiam si in medio foro hominem occisum
vidisset. Ab hoc ego quae tum audivi, certa clara
affero, ita illum salvum et felicem habeam.
[2] Iam Phoebus breviore via contraxerat arcum lucis, et
obscuri crescebant tempora somni, iamque suum victrix augebat Cynthia regnum,
et deformis hiemps gratos carpebat honores divitis autumni, iussoque senescere
Baccho carpebat raras serus vindemitor uvas. Puto magis intellegi, si dixero:
mensis erat October, dies III idus Octobris. Horam non possum certam tibi
dicere, facilius inter philosophos quam inter horologiaconveniet, tamen inter
sextam et septimam erat. Nimis rustice! adquiescunt omnes poetae, non contenti ortus et occasus
describere ut etiam medium diem inquietent, tu sic transibis horam tam bonam?
Iam medium curru Phoebus diviserat orbem: et propior
nocti fessas quatiebat habenas
1 Quiero transmitir a la posteridad1 lo que ocurrió en el cielo el día tercero
antes de las idus de octubre de un año nuevo, comienzo de una época venturosa2.
No se dará lugar al insulto ni a la adulación. Estas
cosas tan ciertas, si alguien me pregunta de dónde me las sé, por lo pronto, si
no me apetece, no le contestaré. sQuién me va a
obligar? Yo sé que me he convertido en un hombre libre
desde que remató sus días aquel que había hecho cierto el proverbio: «lo mejor
es nacer o rey o tonto»3. 2 Si me da por contestar, diré lo
primero que me venga a la boca. sQuién ha exigido nunca testigos jurados
a un historiador? Sin embargo, si es necesario
presentar un testimonio, pregúntale al que vio a
Drusila yéndose al cielo4: ése mismo asegurará que ha visto a Claudio haciendo
el mismo trayecto «a pasos no iguales»5. Quiera o no quiera, no tiene más
remedio que ver todo lo que sucede en el cielo: es el encargado de la vía Apia, por donde sabes tú que tanto el divino Augusto como
Tiberio César6 se fueron junto a los dioses. 3 Si le preguntas a éste, a ti solo te lo contará; delante de más gente no
dirá palabra. Pues desde que juró en el senado que había visto a Drusila
subiendo al cielo y nadie le diocrédito por una noticia tan estupenda, con
palabras solemnes aseguró que ya no iba a revelar lo que viera, aunque hubiera
visto asesinar un hombre en pleno foro. Los hechos que
yo entonces oí de su boca, aquí los publico, comprobados y claros: tasí lo vea
yo a él con salud y prosperidad . 2 Febo con más
breve ruta había atrasado ya el orto
de la luz y aumentaban las horas del Sueño sombrío, y ya victoriosa ensanchaba
la diosa del Cinto8 su reino y el contrahecho
Invierno ajaba las galas amables
del fértil
Otoño y, pues Baco se hacía ya viejo por fuerza
el vendimiador demorado cogía las uvas escasas9.
2 Creo que se entenderá mejor si digo: el mes era octubre, el día tercero de
las idus de octubre. La hora no te la puedo decir con
exactitud: más fácilmente habrá acuerdo entre los filósofos que entre los
relojes. De todos modos, era entre la sexta y la séptima10.
3 «tVaya palurdo! Todos los poetas, no conformes con
describir amaneceres y atardeceres, se dedican a incordiar también el mediodía:
stú vas a despachar así una hora tan adecuada . 4 Ya
con el carro Febo había mediado su curso y más cercano a la noche agitaba las
riendas cansadas
obliquo flexam deducens tramite lucem: Claudius animam agere coepit nec
invenire exitum poterat. [3] Tum Mercurius, qui semper ingenio eius delectatus
esset, unam e tribus Parcis seducit et ait:
'Quid, femina crudelissima, hominem miserum torqueri pateris? Necunquam
tam diu cruciatus cesset? Annus sexagesimus [et] quartus est, ex quo cum anima luctatur. Quid huic et rei publicae invides? Patere mathematicos aliquando verum
dicere, qui illum, ex quo princeps factus est, omnibus
annis, omnibus mensibus efferunt. Et tamen non est
mirum si errant et horam eius nemo novit; nemo enim unquam illum natum putavit.
Fac quod faciendum est
por sesgo sendero haciendo bajar su luz declinante. Claudio se puso a exhalar
el alma y no sabía encontrar una salida11. 3 Entonces
Mercurio, que siempre había disfrutado de su ingenio12, se lleva aparte a una
de las tres Parcas y le dice: «Hembra sin corazón, scomo consientes que se vea
atormentado este infeliz? sEs que no
podrá descansar nunca tras tanto tiempo de tortura? Son sesenta y cuatro
los años que lleva peleándose con su propia alma. sPor qué le
tienes manía a él y al estado? 2
Consiente que por una vez digan la verdad los astrólogos, que lo entierran cada
año, cada mes, desde que fue nombrado emperador. Pero tampoco es extraño
que se equivoquen y que nadie sepa su hora: nadie ha creído nunca que éste
hubiera nacido. Haz lo que hay que hacer
Dalo a la muerte, que reine el mejor en la sede vacía 13.
'Dede neci, melior vacua sine regnet in aula.''
Sed Clotho 'ego mehercules 'inquit' pusillum 3 Y Cloto14, a su
vez: «Yo, por Hércules, quería temporis adicere illi volebam, dum hos pauculos,
añadirle un cachito de vida, sólo hasta que concediera qui supersunt, civitate
donaret (constitueratenim la ciudadanía a esos poquitos que quedan —pues había
omnes Graecos, Gallos, Hispanos, Britannos resuelto ver con la toga a todos,
griegos, galos, togatos videre), sed quoniam placet aliquos hispanos y britanos15—.
Pero como
parece conveniente peregrinos in semen relinqui et tu ita iubes fieri, dejar unos cuantos extranjeros para simiente, y tú
fiat.' Aperit tum capsulam et tres fusos profert: mandas que sea así,
sea». 4 Abre luego un cofrecillo y unus erat Augurini,
alter Babae, tertius Claudii. saca tres husos. Uno era de Augurino, otro de Baba, el 'Hos' inquit
'tres uno anno exiguis intervallis tercero de Claudio16. «Estos
tres —dice— haré que temporum divisos mori iubebo, nec
illum mueran el mismo año, separados por cortos intervalos, incomitatum
dimittam. Non oportet enim eum, y no le haré marchar sin
compañía. Pues no está bien qui modo se tot milia hominum sequentia que
éste, que hasta hace poco veía tantos miles de videbat, tot praecedentia, tot
circumfusa, subito personas siguiéndolo, tantos precediéndolo, tantos solum
destitui. Contentus erit his interim rodeándolo, se quede de
pronto solo y abandonado. Por convictoribus.' ahora se conformará
con estos camaradas». [4] Haec ait et turpi convolvens
stamina fuso 4 Dice así y enrollando la hebra en el huso deforme abrupit
stolidae regalia tempora vitae. interrumpió las horas
de rey de esa estúpida vida17. At Lachesis redimita comas, ornata capillos, En
cambio, Láquesis, prieto el cabello, hermoso el peinado,Pieria
crinem lauro frontemque coronans, con pierio laurel coronándose la cabellera y
la frente, de níveo vellón va tomando unas fibras inmaculadas candida de niveo
subtemina vellere sumit felici moderanda manu, quae ducta colorem para
trenzarlas con mano feliz, que un color, tras de hiladas, assumpsere novum.
Mirantur pensa sorores: nuevo adquirieron. Admiran los copos bien sus hermanas:
la lana vulgar se transforma en ese metal impagable,
mutatur vilis pretioso lana metallo, aurea formoso descendunt saecula filo. siglos dorados fluyen al tiempo que el hilo sin tacha. Nec
modus est illis, felicia vellera ducunt Y no hay para ellas reposo: guedejas
hilan felices, les place colmarse con ellas las manos. Son
copos suaves. et gaudent implere manus, sunt
dulcia pensa. Sponte sua festinat opus nulloque labore Por propio impulso
avanza la obra y sin pena ninguna hebras sutiles
fluyen del
huso que gira sin tregua. mollia contorto descendunt
stamina fuso. De Titono superan los años, superan también los
de Néstor18. Vincunt Tithoni, vincunt et
Nestoris annos. Febo está allí y con su canto ayuda y le place el futuro
Phoebus adest cantuque iuvat gaudetque futuris
et laetus nunc plectra movet, nunc pensa ministrat.
y lleno de gozo ahora agita su plectro, ahora acerca
los copos.
Detinet intentas cantu fallitque laborem.
Dumque nimis citharam fraternaque carmina laudant
Pendientes las tiene del
canto y así les distrae su esfuerzo.
Y en tanto que colman de elogios la lira y losversos fraternos
plus solito nevere manus, humanaque fata
más de lo usual han tejido sus manos, los hados del hombre
laudatum transcendit opus. 'Ne demite, Parcae' Phoebus ait
'vincat mortalis tempora vitae ille, mihi similis vultu similisque decore nec cantu nec voce minor. Felicia lassis
saecula praestabit legumque silentia rumpet. Qualis discutiens
fugientiaLucifer astra aut qualis surgit redeuntibus Hesperus astris, qualis
cum primum tenebris Aurora
solutis induxit rubicunda diem, Sol aspicit orbem
lucidus, et primos a carcere concitat axes: talis Caesar adest, talem iam Roma
Neronem aspiciet. Flagrat nitidus fulgore remisso vultus, et
adfuso cervix formosa
capillo.' Haec Apollo. At Lachesis, quae et
ipsa homini formosissimo faveret, fecit illud plena manu, et Neroni multos
annos de suo donat. Claudium autem iubent omnes ca…rontaj,
eÙfhmoàntaj ™kpšmpein dÒmwn. Et ille quidem
animam ebulliit, et ex eo desiit vivere videri. Exspiravit autem dum comoedos
audit, ut scias me non sine causa illos timere. Ultima vox eius haec inter
homines audita est, cum maiorem sonitum emisisset illa
parte, qua facilius loquebatur: 'vae me, puto, concacavi me.' Quod an fecerit, nescio: omnia certe concacavit. [5] Quae in terris postea sint acta, supervacuum est referre. Scitis
enim optime, nec periculum est ne excidant memoriae
quae gaudium publicum impresserit: nemo felicitatis suae obliviscitur. In caelo
quae actasint, audite: fides penes auctorem erit. Nuntiatur
Iovi venisse quendam bonae staturae, bene canum; nescio quid illum minari,
assidue enim caput movere; pedem dextrum trahere. Quaesisse se, cuius
nationis esset: respondisse nescio quid perturbato sono et
voce confusa; non intellegere se linguam eius, nec Graecum esse nec Romanum nec
ullius gentis notae. Tum Iuppiter Herculem, qui totum orbem terrarum
pererraverat et nosse videbatur omnes nationes, iubet
ire et explorare, quorum hominum esset. Tum Hercules primo aspectu sane
perturbatus est, ut qui etiam non omnia monstra
timuerit. Ut vidit novi generis faciem, insolitum
incessum, vocem nullius terrestris animalis sed qualis esse marinis beluis
solet, raucam et implicatam, putavit sibi tertium decimum laborem venisse.
Diligentius intuenti visus est quasi homo. Accessit
itaque et quod facillimum fuit Graeculo, ait
su obra excelente traspasa. «No quitéis nada, oh Parcas» —Febo les dice—
«supere en tiempo a las vidas mortales éste mi igual por su rostro y mi igual
por su grande belleza, ni en canto ni en voz mi inferior. A los desfallecidos,
felices siglos proporcionará y de La ley va a romper
el silencio. Cual Lucifer disipando los astros que huyendo se van, cual Héspero
se alza ya cuando los astros regresan, cual, cuando la Aurora
bermeja, disueltas ya las tinieblas, el día ha traído, el Sol radiante
contempla la tierra y más allá del recinto al pronto lanza su
carro, tal César se yergue, tal Roma a Nerón ha decontemplar ya. Con suave
fulgor se ilumina su rostro resplandeciente y el cuello hermoso en virtud del cabello
desparramado».
2 Esto dijo Apolo. Por su parte, Láquesis, para
favorecer también ella al guapísimo mozo, lo hizo a
manos llenas y da de su bolsillo muchos años a Nerón. A
Claudio, en cambio, todos lo desean alegres y entusiastas fuera de casa
sacar19. Y él largó fuera su alma por fin y desde entonces dejó
de aparentar que estaba vivo. Por cierto, murió mientras
escuchaba a unos comediantes20, para que veas que no les tengo miedo sin
motivo. 3 Éstas fueron sus últimas palabras oídas entre los vivos (a la
vez que emitía un ruido más fuerte por esa parte con la que hablaba mejor):
«tPobre de mí, me he cagado, creo . Si lo hizo, no lo sé; lo cierto es que lo dejó todo cagado. 5 Lo que después ocurrió en la tierra es inútil contarlo.
Por supuesto que lo sabéis perfectamente y no hay peligro de que se esfumen los
sucesos que un júbilo universal ha grabado en la
memoria. Nadie olvida su felicidad. Escuchad
lo que ocurrió en el cielo. La autenticidad es cosa de mi testigo. 2
Anuncian a Júpiter que ha llegado un individuo de buena estatura, bien canoso;
va amenazando no sé qué, pues mueve continuamente la cabeza; arrastra el pie
derecho; le habían preguntado de qué raza era y había respondido no sé qué con
agitado tono y voz confusa; nadie comprende su lengua: ni es griego ni romano
ni de ninguna nación conocida21. 3 Entonces Júpiter ordena a
Hércules, que se había recorridoel mundo entero y parecía conocer todas las
regiones, que vaya y averigüe qué clase de hombre es. Entonces Hércules,
al primer vistazo, quedó horrorizado de veras, como quien no ha temblado aún ante toda clase de
monstruos: en cuanto vio esa facha insólita, ese andar anormal, esa voz no de
animal terrestre, sino, como
suelen tenerla los monstruos marinos, ronca y embrollada, creyó que le había
caído su decimotercer trabajo. 4 Cuando lo examinó con más atención le pareció
más o menos un hombre. Así pues, se llegó a
t…j pÒqen e„j ¢ndrin, po…h pÒlij sdA tokÁej; Claudius gaudet esse illic
philologos homines, sperat futurum aliquem historiis suis
locum. Itaque et ipse Homerico versu Caesarem se esse
significans ait: 'IliÒqen me fšrwn ¥nemoj KikÒnessi pšlassen Erat autem
Homericus: sequens versus verior, aeque
él y —facilísimo que fue para un griego de ésos—le dice: sQuién eres, de qué
país vienes? sEn dónde están tu ciudad y tus padres .
Claudio se alegra de que haya eruditos por allí: confía en que algún lugar
habrá para sus historias23. Así pues, para insinuar que es un
César con un verso homérico también él, dice: Junto a los cícones ha ido
llevándome el viento de Troya. Sin embargo, el verso siguiente era más adecuado
e igualmente homérico: Allí la ciudad he asolado y muerto a sus habitantes. 6 Y
casi había embaucado a Hércules, que no es nada listo, si no llega a estar allí la Fiebre, la única que habíadejado su templo y
se había venido con él24. A todos los demás dioses los había
dejado en Roma. «Ése —dice— cuenta puras patrañas.
Te lo digo yo, que he vivido con él tantos años: nació en Lión25, estás viendo
a un paisano de Marco26. Lo que te
cuento, nació a dieciséis millas de Viena27, un galo genuino. Y como
era lógico que hiciera un galo, tomó Roma. Éste te
aseguro yo que nació en Lión, donde reinó Lícino28 muchos años. Además, tú que
has pisado más lugares que ningún mulero a destajo, debes saber que hay muchas
millas entre el Janto y el Ródano»29. 2 Claudio aquí arde de
cólera y se enfurece refunfuñando a más no poder. Nadie entendía qué
estaba diciendo; él, en realidad, ordenaba conducir al cadalso a la Fiebre, con
aquel gesto de su mano floja30 y sólo para esto bastante firme, con el que
solía decapitar a la gente. Había ordenado que le cortaran el cuello: 7 dirías
que todos eran libertos suyos, hasta tal punto nadie
le hacía ni caso. Entonces dice Hércules: «Escúchame, tú, deja de hacer el
tonto. Has llegado a un sitio donde los ratones roen
el hierro31. tMás que deprisa, la verdad, no sea que a golpes te quite las
ganas de disparatar . Y, para impresionar más, adopta
una pose trágica32 y dice: 2 «Revela presto de qué ciudad te dicen ser, no sea
que caigas a tierra muerto por mi bastón. Altivos reyes
mi maza a menudo inmoló. sQué dices ahí con la parla ambigua de tu voz? sQué patria, qué linaje tu testa inquieta crió? Expónlo. En verdad que al ir deltricorpóreo rey a los lueñes
reinos, de donde, orillas del hesperio mar, llevé a la ciudad inaquia la bien
conocida grey33, una cumbre ví elevándose sobre ríos dos34,
œnqa d' ™gë pÒlin œpraqon, êlesa d' aÙtoÚj). [6] Et
imposuerat Herculi minime vafro nisi fuisset illic Febris, quae fano suo
relicto sola cum illo venerat: ceteros omnes deos Romae reliquerat. 'Iste ' inquit 'mera mendacia narrat. Ego tibi
dico, quae cum illo tot annis vixi: Luguduni natus est,
Marci municipem vides. Quod tibi narro, ad sextum decimum lapidem natus est a Vienna,
Gallus germanus. Itaque quod Gallum facere oportebat, Romam
cepit. Hunc ego tibi recipio Luguduni natum, ubi
Licinus multis annis regnavit. Tu autem, qui plura loca calcasti quam
ullus mulio perpetuarius, Lugudunenses scire debes, et
multa milia inter Xanthum et Rhodanum interesse.' Excandescit hoc loco
Claudius et quanto potest murmure irascitur. Quid
diceret, nemo intellegebat, ille autem Febrim duci iubebat, illo gestu solutae
manus et ad hoc unum satis firmae, quo decollare homines solebat, iusserat illi
collum praecidi. [7] Putares omnes illius esse libertos: adeo illum nemo
curabat. Tum Hercules 'audi me' inquit 'tu desine fatuari. Venisti huc, ubi mures ferrum rodunt. Citius
mihi verum, ne tibi alogias excutiam.' Et
quo terribilior esset, tragicus fit et ait: 'exprome propere, sede qua
genitus cluas, hoc ne peremptus stipite ad terram accidas; haec clava reges
saepe mactavit feros. Quid nunc profatu vocis incerto sonas?
Quae patria,quae gens mobile eduxit caput? Edissere. Equidem regna tergemini petens longinqua regis,
unde ab Hesperio mari Inachiam ad urbem nobile advexi pecus, vidi duobus
imminens fluviis iugum
que opuesta al nacimiento Febo siempre ve, donde el ancho Ródano fluye en curso
muy veloz y el Arar, dudando a dónde el rumbo dirigir, callado baña el margen
con olas de quietud. sAcaso aquella tierra tu espíritu nutrió .
3 Esto dice con bastante ánimo y valor; con todo, no se siente seguro y teme el
golpe del
tonto35. Claudio, cuando vio a un varón valiente,
olvidándose de las bromas, comprendió que en Roma nadie había sido su igual,
pero que allí no gozaba de la misma consideración: en su estercolero el gallo
es el más poderoso36. 4 Por tanto, en lo que pudo entendérsele, pareció que
decía esto: «Yo confiaba en que tú, Hércules, el más valeroso de los dioses,
acudirías a ayudarme en país extranjero, y si alguien
me hubiera exigido algún conocimiento, estaba dispuesto a nombrarte a ti, que
me conoces tan bien. Pues, si haces memoria, yo era el que en Tíbur ante tu
templo administraba justicia el día entero durante los
meses de julio y agosto37. 5 Tú sabes cuántas miserias soporté allí, cuando
escuchaba día y noche a los picapleitos; si hubieras caído en medio de ellas, por muy vigoroso que te creas, habrías preferido
limpiar las cloacas de Augías38. Yo he sacado mucho más estiércol. [8]
'Sed quoniam volo' . . . 'Non mirumquod in 8 Pero, como
quiero ***39». «*** no es extraño que curiam impetum
fecisti: nihil tibi clausi est. hayas irrumpido en la curia: para ti nada hay
cerrado. Modo dic nobis, qualem deum istum fieri velis.
Por lo menos dinos en qué clase de dios quieres que se 'EpikoÚreioj qeÕj non
potest esse: oÜte aÙtÕj convierta ése. Un dios
epicúreo no puede ser: ni él pr©gma œcei ti oÜte ¥lloij paršcei Stoicus? tiene dificultades ni se las causa a otros40. sEstoico? Quomodo potest 'rotundus' esse, ut ait Varro,
sCómo puede ser redondo, como dice Varrón, «sin 'sine
capite, sine praeputio'? Est aliquid in illo cabeza, sin prepucio» . Algo hay en él de dios estoiStoici dei, iam video: nec cor nec caput habet. Si co, ya lo veo: no tiene corazón ni cabeza. 2 tPor mehercules a Saturno petisset hoc
beneficium, Hércules si le hubiera pedido este favor
a Saturno, cuius mensem toto anno celebravit, Saturnalicius cuyo mes celebró
todo el año este príncipe princeps, non tulisset illud, nedum ab Iove, quem
saturnalicio42, no lo habría obtenido; sy lo va a hacer quantum quidem in illo
fuit, damnavit incesti. dios Júpiter, a quien, en la
medida de sus posibilidades, Silanum enim generum suum occidit propterea
condenó por incesto? En efecto, mató a Silano, su quod sororem suam,
festivissimam omnium yerno, precisamente porque a su hermana, la más puellarum,
quam omnes Venerem vocarent, bonita de todas las chicas, al punto de que todos
la maluit Iunonem vocare. 'Quare' inquis' quaero
llamabanVenus, él prefirió llamarla Juno43. Dice: enim, sororem suam?'
Stulte, stude: Athenis ‘sPor qué, me pregunto, a su hermana?
Imbécil, dimidium licet, Alexandriae totum. 'Quia
Romae' instrúyete: en Atenas es lícito a medias, en
Alejandría inquis 'mures molas lingunt.' Hic nobis curva del todo44. 3 Como
en Roma, dices, los ratones lamen corrigit? quid
in cubiculo suo faciat, nescio, et las muelas de molino45, séste viene a
enderezar iam 'caeli scrutatur plagas'? Deus fieri vult: nuestros entuertos?
sNo se entera de lo que pasa en su parum est quod templum in Britannia habet,
quod dormitorio y hete aquí que «escudriña las regiones hunc barbari colunt et
ut deum orant mwroà celestes» . Quiere convertirse
en dios: sacaso es poco tener un templo en Britania47 y que lo adoren los
eÙil£tou tuce‹n?' bárbaros y le supliquen como a un dios para hacerse propicio a un
tonto . [9] Tandem Iovi venit in mentem, privatis
intra 9 Finalmente Júpiter cae en la cuenta de que, si curiam morantibus
[senatoribus non licere] quedan particulares en la curia, no está permitido
sententiam dicere nec disputare. 'Ego' inquit
'p. expresar ni examinar opiniones. Dice: «Yo, senadores, c. interrogare
vobis permiseram, vos mera os había dejado hacer preguntas: vosotros habéis
quod Phoebus ortu semper obverso videt, ubi Rhodanus ingens amne praerapido
fluit, Ararque dubitans, quo suos cursus agat, tacitus
quietis adluit ripas vadis. Estne illa tellus spiritus altrix
tui? ' Haec satis animose et
fortiter,nihilo minus mentis suae non est et timet mwroà plhg»n. Claudius ut
uidit uirum ualentem, oblitus nugarum intellexit neminem Romae sibi parem
fuisse, illic non habere se idem gratiae: gallum in suo sterquilino plurimum
posse. Itaque quantum intellegi potuit, haec visus est
dicere: 'Ego te, fortissime deorum Hercule, speravi mihi adfuturum apud
alios, et si qui a me notorem petisset, te fui nominaturus, qui me optime
nosti. Nam
si memoria repetis, ego eram qui tibi ante templum tuum ius dicebam totis
diebus mense Iulio et Augusto. Tu scis, quantum illic
miseriarum tulerim, cum causidicos audirem diem et
noctem, in quos si incidisses, valde fortis licet tibi videaris, maluisses
cloacas Augeae purgare: multo plus ego stercoris exhausi.
Lucio Anneo Séneca
18
mapalia fecistis. Volo ut servetis disciplinam curiae.
Hic qualiscunque est, quid de nobis existimabit? Illo dimisso primus interrogatur sententiam Ianus pater. Is designatus
erat in kal. Iulias postmeridianus consul, homo
quantumvis vafer, qui semper videt ¤ma prÒssw kaˆ Ñp…ssw.
Is multa diserte, quod in foro vivebat, dixit, quae notarius persequi non
potuit, et ideo non refero, ne aliis verbis ponam,
quae ab illo dicta sunt. Multa dixit de magnitudine deorum: non debere hunc
vulgo dari honorem. 'Olim' inquit 'magna res erat deum fieri:
iam Fabam mimum fecistis. Itaque ne videar in personam, non in rem dicere
sententiam, censeo ne quis post hunc diem deus fiat ex
his, qui¢roÚrhj karpÕn œdousin aut ex his, quos alit ze…dwroj ¥roura: Qui
contra hoc senatus consultum deus factus, dictus pictusve erit, eum dedi Larvis
et proximo munere inter novos auctoratos ferulis vapulare placet.'
Proximus interrogatur sententiam Diespiter Vicae Potae filius, et ipse designatus consul, nummulariolus: hoc quaestu se
sustinebat, vendere civitatulas solebat. Ad hunc belle accessit Hercules et auriculam illi tetigit. Censet itaque in haec verba:
'Cum divus Claudius et divum Augustum sanguine contingat nec minus divam
Augustam aviam suam, quam ipse deam esse iussit, longeque omnes mortales
sapientia antecellat, sitque e re publica esse aliquem qui cum Romulo possit
'ferventia rapa vorare,' censeo uti divus Claudius ex hac die deus sit, ita uti
ante eum qui optimo iure factus sit, eamque rem ad metamorphosis Ovidi
adiciendam.' Variae erant sententiae, et
videbatur Claudius sententiam vincere. Hercules enim, qui videret ferrum suum
in igne esse, modo huc modo illuc cursabat et aiebat:
'Noli mihi invidere, mea res agitur: deinde tu si quid volueris, in vicem
faciam; manus manum lavat.'
[10] Tunc divus Augustus surrexit sententiae suae loco dicendae, et summa facundia disseruit: 'Ego' inquit
'p.c. vos testes habeo, ex quo deus factus sum, nullum me verbum fecisse:
semper meum negotium ago. Sed non possum amplius dissimulare, et dolorem, quem graviorem pudor facit, continere. In hoc terra marique pacem peperi? Ideo
civilia bella compescui? Ideo
organizado unauténtico alboroto. Quiero que respetéis el
reglamento de la curia. sQué va a pensar de nosotros éste, sea quien sea . 2 Después de hacerle salir, se pide en primer lugar la
opinión del
padre Jano48. Éste había sido designado para las calendas de julio
cónsul vespertino, un hombre listo a más no poder, que siempre ve «a la vez lo
de delante y lo de detrás». Dijo con gran elocuencia, como que vive en el
foro, muchas cosas que el amanuense no pudo seguir, por eso no las refiero,
para no poner con otras palabras lo que fue dicho por él. 3 Muchas cosas dijo
sobre la grandeza de los dioses, afirmando que tal
honor no se debe conceder indiscriminadamente. «Antes —dijo— era grave asunto
convertirse en dios; ahora tú lo has transformado en el mimo del haba49. Así
pues, para que no parezca que doy mi opinión contra la persona y no contra el
hecho, propongo que desde este día no se haga dios ninguno de los que 'comen
los frutos de la tierra' o de los que alimenta 'la fecunda tierra' 50. Quien,
en contra de este senadoconsulto, se haga, diga o
represente dios, parece bien que sea entregado a las Larvas y que en los
próximos juegos sea azotado con varas entre los gladiadores recién
contratados»51. 4 Seguidamente se pide la opinión de
Diéspiter, hijo de Vica Pota52, también él cónsul designado, cambista de poca monta.
Se mantenía con este negocio: solía vender derechos de
ciudadanía rebajados. Se le acercó bonitamente Hércules y le
tocó el lóbulo de la oreja53. 5 Así pues, hizo su propuestaen estos
términos: «Puesto que el divino Claudio está emparentado por lazos de sangre
con el divino Augusto e igualmente con la divina Augusta, su abuela, cuya
divinización decretó él mismo54, y que aventaja de lejos en sabiduría a todos
los mortales, y que es de interés público que haya alguien que pueda 'zamparse
los nabos hirviendo' en compañía de Rómulo55, propongo que el divino Claudio
sea dios desde la fecha, tal como cualquiera que antes de él lo haya sido hecho
en buena ley, y que este acontecimiento se añada a las Metamorfosis de OVIDIO».
6 Las opiniones estaban divididas y parecía que Claudio
llevaba las de ganar. Pues Hércules, como veía que era su
hierro el que estaba al fuego, corría «de acá para allá» y decía: «No te me
pongas en contra, se trata de mis intereses; si otro día quieres tú algo, te
devolveré el favor: una mano lava la otra»56. 10 Entonces se levantó el divino
Augusto al llegarle su turno de palabra y disertó con suprema elocuencia: «Yo,
senadores —dijo— os tomo por testigos de que, desde que fui hecho dios, no he
hablado palabra: me ocupo sólo de mis asuntos; pero ya no puedo disimular más ni contener un dolor que mi vergüenza hace más penoso. 2
sPara esto propagué la
paz por tierra y por mar? sPara esto acabé con
las guerras civiles, para esto
Lucio Anneo Séneca
19
legibus urbem fundavi, operibus ornavi, ut—quid dicam p. c. non invenio: omnia
infra indignationem verba sunt. Confugiendum est
itaque adMessalae Corvini, disertissimi viri, illam sententiam 'pudet imperii.'
Hic, p.c., qui vobis non posse videtur muscam excitare, tam
facile homines occidebat, quam canis excidit. Sed quid
ego de tot ac talibus viris dicam? Non vacat deflere
publicas clades intuenti domestica mala. Itaque illa omittam, haec
referam; nam etiam si soror mea Graece nescit, ego scio: œggion gÒnu kn»mhj. Iste quem videtis, per tot annos sub meo nomine
latens, hanc mihi gratiam rettulit, ut duas Iulias proneptes meas occideret,
alteram ferro, alteram fame; unum abnepotem L. Silanum, videris, Iuppiter, an
in causa mala, certe in tua, si aequus futurus es. Dic mihi, dive Claudi, quare
quemquam ex his, quos quasque occidisti, antequam de causa cognosceres,
antequam audires, damnasti? Hoc ubi fieri solet? In
caelo non fit.
[11] Ecce Iuppiter, qui tot annos regnat, uni Volcano crus fregit, quem ·‹ye
podÕj tetagën ¢pÕ bhloà qespes…oio
cimenté la ciudad con mis leyes y la embellecí con mis obras, para? No
encuentro, senadores, manera de expresarme: todas las palabras se quedan por
debajo de mi indignación. Hay que recurrir pues a
aquel dicho de Mesala Corvino57, hombre elocuentísimo: «Me da vergüenza el
poder». 3 Éste58 que os parece, senadores, que no puede ni
espantarse una mosca, mataba hombres con la misma facilidad con que un perro se
echa al suelo59. Pero sa qué hablar de tantos y tales
varones? No me queda tiempo para lamentar las calamidades públicas
mientras contemplo mis desgraciasdomésticas. Por tanto, pasaré por alto ésas y
relataré éstas; pues aunque [mi hermana] no sabe griego, yo sí sé: está más
cerca la rodilla que la pantorrilla60. 4 Ése que estáis viendo, refugiado
tantos años bajo mi nombre, me ha devuelto así el favor, matando a las dos
Julias, mis biznietas61, a una por el hierro, a la otra por el hambre, y a un
tataranieto, Lucio Silano62: tú verás, Júpiter, si en un proceso amañado; ciertamente,
en uno que te afecta a ti, si quieres ser imparcial. Dime, divino Claudio, spor
qué a todos y cada uno de aquellos y aquellas a quienes mataste los condenaste
antes de instruirles proceso, antes de escucharles .
sDónde pasa esto habitualmente? En el cielo no. 11
Mira a Júpiter, que lleva reinando tantos años y sólo le quebró una pierna a
Vulcano, al que asió por el pie y arrojó más allá del umbral de los dioses64. Y se enfadó con su mujer y la tuvo colgando sobre el vacío; sacaso
la mató? Tú mataste a Mesalina, cuyo tío abuelo era yo tanto como
tuyo65. 'No lo sé', dices. tQue los dioses te maldigan! Mucho más vergonzoso es no
haberlo sabido que haberla matado66. 2 No ha dejado de seguirle los
pasos a Gayo César desde que murió. Ése había matado a su suegro; éste, a su
yerno además67; Gayo prohibió que el hijo de Craso fuera llamado Magno68; éste
le restituyó el nombre pero le quitó la cabeza. Mató en una sola familia a
Craso, a Magno, a Escribonia []69a pesar de ser nobles y Craso, de hecho, tan
tonto que incluso hubiera podido reinar70. 3 sAéste queréis
ahora hacer dios? Ved su cuerpo, nacido en un
momento de cólera divina. En fin, que diga tres palabras sin
trabarse y me lleva de esclavo. 4 A este dios,
squién lo venerará? sQuién creerá en él? En tanto que hacéis tales dioses, nadie creerá que vosotros sois
dioses. En definitiva, senadores, si me he comportado
dignamente entre vosotros, si nunca le he replicado a nadie levantándole la
voz, vengad mis ofensas. Yo, en consecuencia con mi opinión, propongo
esto». Y leyó así de una tablilla: 5 «Como
quiera que el divino Claudio mató a su suegro
et iratus fuit uxori et suspendit illam: numquid occidit? Tu Messalinam, cuius
aeque avunculus maior eram quam tuus, occidisti. 'Nescio'
inquis. Di tibi male faciant: adeo istuc turpius est,
quod nescisti, quam quod occidisti. C. Caesarem non desiit mortuum persequi.
Occiderat ille socerum: hic et generum. Gaius Crassi
filium vetuit Magnum vocari: hic nomen illi reddidit, caput tulit. Occidit in
una domo Crassum, Magnum, Scriboniam, +Tristionias, Assarionem,+ nobiles tamen,
Crassum vero tam fatuum, ut etiam regnare posset. Hunc nunc
deum facere vultis? Videte corpus eius dis iratis natum. Ad summam, tria
verba cito dicat, et servum me ducat. Hunc deum quis colet? Quis credet? Dum tales deos facitis, nemo vos deos esse credet. Summa
rei, p. c., si honeste [me] inter vos gessi, si nulli clarius respondi,
vindicate iniurias meas. Ego pro sententia mea hoc censeo:' atque ita ex
tabella recitavit: 'quandoquidem divusClaudius occidit socerum suum Appium
Silanum, generos duos Magnum Pompeium et L. Silanum, socerum filiae suae
Crassum Frugi, hominem tam similem
Lucio Anneo Séneca
20
sibi quam ovo ovum, Scriboniam socrum filiae suae, uxorem suam Messalinam et
ceteros quorum numerus iniri non potuit, placet mihi in eum severe animadverti,
nec illi rerum iudicandarum vacationem dari, eumque quam primum exportari, et
caelo intra triginta dies excedere, Olympo intra diem tertium.' Pedibus in
hanc sententiam itum est. Nec mora, Cyllenius illum collo obtorto trahit ad
inferos, [a caelo]
Apio Silano, a sus dos yernos, Pompeyo Magno y Lucio Silano, al suegro de su
hija, Craso Frugi, un hombre tan parecido a él como un huevo a otro huevo, a
Escribonia, la suegra de su hija, a su mujer Mesalina, y a otros cuyo número no
se ha podido determinar, me parece bien que se proceda contra él rigurosamente
y que no se le deje la sentencia en suspenso, que sea deportado cuanto antes y
que salga del cielo en treinta días, del Olim6 po en tres»71. Esta propuesta ganó la votación. Y sin más, el Cilenio,
agarrándolo del
cuello, lo arrastra a los infiernos desde el cielo de donde no vuelve, dicen,
nadie72. 12 Mientras van vía Sacra abajo73, Mercurio pregunta
qué significa aquella concurrencia de gente, por si era el funeral de Claudio.
Y era el más bonito de todos y con todo lujo de detalles, de modo que advertías
claramente que estaban enterrando a un dios. De
tocadoresde trompeta, de corneta y de instrumentos de bronce de toda clase
había un tropel tal, una aglomeración tal, que hasta
Claudio podía oírlos74. 2 Todos contentos, alegres; el pueblo romano andaba como
un pueblo libre. Agatón y unos cuantos picapleitos lloraban,
pero esta vez de todo corazón. Los jurisconsultos salían de las sombras,
pálidos, flacos, apenas con aliento, como si resucitaran precisamente
entonces. Uno de ellos, al ver a los picapleitos juntándose en corro y
lamentando sus desventuras, se les acerca y les suelta: «Ya os lo decía yo: no va a haber siempre Saturnales»75. 3
Claudio, cuando ya vio su propio funeral, comprendió que estaba muerto.
En efecto, en un inmenso gran coro cantaban una nenia en anapestos76:
«Lágrimas derramad, lamentos lanzad. Con funesto clamor el foro ecos dé. Ha
muerto un muy sesudo varón; ningún otro se vio que en
el mundo cabal le ganara en vigor. A los ágiles él con su paso veloz podía
vencer, obligar a huir a los partos sin ley y al persa acosar con veloz
proyectil y con mano capaz la cuerda tender para así traspasar con golpe sutil
'[illuc] unde negant redire quemquam. [12] Dum descendunt per viam sacram,
interrogat Mercurius, quid sibi velit ille concursus hominum, num Claudii funus
esset. Et erat omnium formosissimum et impensa cura,
plane ut scires deum efferri: tubicinum, cornicinum, omnis generis aenatorum tanta turba, tantus
concentus, ut etiam Claudius audire posset. Omnes laeti, hilares: populus
Romanus ambulabat tanquamliber, Agatho et pauci
causidici plorabant, sed plane ex animo. Iurisconsulti e
tenebris procedebant, pallidi, graciles, vix animam habentes, tanquam qui tum
maxime reviviscerent. Ex his unus cum vidisset capita conferentes et fortunas suas deplorantes causidicos, accedit et ait:
'dicebam vobis: non semper Saturnalia erunt.' Claudius
ut vidit funus suum, intellexit se mortuum esse. Ingenti enim meg£lwi corikii nenia cantabatur anapaestis:
'fundite fletus, edite planctus, resonet tristi clamore forum: cecidit
pulchre cordatus homo, quo non alius fuit in toto fortior orbe. ille citato
uincere cursu poterat celeris, ille rebelles fundere Parthos leuibusque sequi
Persida telis, certaque manu tendere neruum, qui praecipites uulnere paruo
figeret hostes pictaque Medi terga fugacis, ille Britannos ultra noti litora
ponti et caeruleos scuta Brigantas dare Romuleis colla catenis iussit et ipsum
noua Romanae iura securis tremere Oceanum. deflete
uirum, quo non alius potuit citius discere causas,
Lucio Anneo Séneca
21
al huidizo rival y el bordado envés del
medo fugaz77. A britanos él, allá del litoral del sabido mar, y a brigantes de
azul escudo obligó a doblar la cerviz a romúlea prisión y al Oceano también a
tener gran temor a la insólita ley de romana segur78. Llorad al varón a quien
nadie igualó en la velocidad de instrucción procesal, después de escuchar a una
parte sin más y a ninguna tal vez. Ahora,
squé juez litigios oirá el añocabal? Ya se inclina ante ti y te cede el lugar el que dicta la ley al pueblo sin voz, el
que en Creta reinó en ciudades cien79. El pecho golpeaos con mano infeliz,
picapleitos, toh linaje venal! Y
vosotros gemid, los poetas de hoy, y vosotros aún más, los que, por agitar
cubiletes, gozáis de un inmenso botín»80. [13] Delectabatur laudibus suis Claudius, et 13 Claudio disfrutaba con su elogio y
deseaba cupiebat diutius spectare. Inicit illi manum quedarse
más tiempo mirando. El Taltibio81 de los Talthybius deorum [nuntius] et
trahit capite dioses le echa mano y, tapándole la cabeza para que obvoluto, ne
quis eum possit agnoscere, per nadie pudiera reconocerlo, lo arrastra por el
Campo de campum Martium, et inter Tiberim et viam Marte y entre el Tíber y la
vía Cubierta82 baja a los tectam descendit ad inferos. Antecesserat
iam infiernos. 2 Ya se les había adelantado por un atajo el compendiaria
Narcissus libertus ad patronum liberto Narciso83, para poder recibir a su
patrono, y así, excipiendum, et venienti nitidus, ut erat a cuando llega, le
sale al encuentro, resplandeciente, balineo, occurrit et ait: 'Quid di ad
homines?' como que salía del baño, y dice: «s,Cómo,
dioses 'Celerius' inquit Mercurius 'et venire nos donde los
hombres?». Le responde Mercurio: «Rápido, nuntia.' Dicto
citius Narcissus evolat. Omnia anuncia que llegamos».
En menos tiempo del
que se proclivia sunt, facile descenditur. Itaque quamvis tarda en decirlo
Narciso se va volando. 3 Todo es
podagricusesset, momento temporis pervenit ad cuesta abajo, se desciende
fácilmente. Y así, aunque ianuam Ditis, ubi iacebat Cerberus vel ut ait
era gotoso, llega en un momento a la puerta de Dite
una tantum parte audita, saepe neutra. quis nunc iudex
toto lites audiet anno? tibi iam cedet sede relicta
qui dat populo iura silenti, Cretaea tenens oppida centum. caedite
maestis pectora palmis o causidici, uenale genus, uosque poetae lugete noui,
uosque in primis qui concusso magna parastis lucra fritillo.'
Lucio Anneo Séneca
22
Horatius 'belua centiceps.' Pusillum perturbatur—subalbam
canem in deliciis habere adsueverat—ut illum vidit canem nigrum, villosum, sane
non quem velis tibi in tenebris occurrere, et magna
voce 'Claudius' inquit 'veniet.' Cum plausu procedunt
cantantes: 'eØr»kamen sugca…rmen. Hic erat C. Silius consul
designatus, Iuncus praetorius, Sex. Traulus, M. Helvius, Trogus, Cotta,
Vettius Valens, Fabius equites R. quos Narcissus duci iusserat. Medius erat in hac cantantium turba Mnester pantomimus, quem
Claudius decoris causa minorem fecerat. Ad Messalinam—cito rumor
percrebuit Claudium venisse—convolant: primi omnium liberti Polybius, Myron, Arpocras,
Amphaeus, Pheronactus, quos Claudius omnes, necubi imparatus esset,
praemiserat. Deinde praefecti duo Iustus Catonius et
Rufrius Pollio. Deinde amici Saturninus Lusius et Pedo
Pompeius et Lupus et Celer Asinius consulares. Novissime fratris filia, sororis
filia, generi,soceri, socrus, omnes plane
consanguinei. Et agmine facto Claudio occurrunt. Quos
cum vidisset Claudius, exclamat: 'p£nta f…lwn pl»rh!
'quomodo huc venistis vos?' Tum Pedo
Pompeius: 'Quid dicis, homo crudelissime? Quaeris,
quomodo? Quis enim nos alius huc misit quam tu, omnium
amicorum interfector? In ius eamus, ego tibi hic
sellas ostendam.'
[14] Ducit illum ad tribunal Aeaci: is lege Cornelia quae de sicariis lata est, quaerebat. Postulat, nomen eius recipiat; edit
subscriptionem: occisos senatores XXXV, equites R. CCXXI, ceteros Ósa y£maqÒj te kÒnij te. Advocatum non invenit.
Tandem procedit P. Petronius, vetus convictor eius, homo Claudiana lingua
disertus, et postulat advocationem. Non
datur. Accusat Pedo Pompeius magnis clamoribus.
Incipit patronus velle respondere. Aeacus, homo
iustissimus, vetat, et illum altera tantum parte
audita condemnat et ait: a‡ke p£qoij t¦ œrexaj d…kh eÙqe‹a gšnoito. Ingens silentium factum est. Stupebant omnes novitate rei attoniti,
negabant hoc unquam factum. Claudio magis iniquum
videbatur quam novam. De genere poenae diu
disputatum est, quid illum pati oporteret. Erant qui dicerent, Sisyphum [satis]
diu laturam fecisse, Tantalum
donde estaba echado Cérbero o, como
dice Horacio, «la bestia de las cien cabezas»84. Se pone un
poquillo nervioso (estaba acostumbrado a su favorita, una perra blanquita) al
ver a aquel perro negro, peludo, que desde luego no querrías toparte en la
oscuridad. Y a grandes voces dice: «tQue ya llega Claudio .4
Salen unos aplaudiendo y cantando: «tLo hemos encontrado, alegrémonos 85. Estaban ahí Gayo Silio86, cónsul designado, Junco, ex
pretor, Sexto Traulo, Marco Helvio, Trogo, Cota, Vetio Valente, Fabio,
caballeros romanos que Narciso había hecho matar. En medio de este tropel de cantores estaba el actor Mnéster, al que
Claudio, por una cuestión de estética, había hecho más bajo87. 5 Al lado de
Mesalina acuden volando (la noticia de que Claudio había llegado se extendió
rápidamente), primero, los libertos Polibio, Mirón, Harpócrates, Anfeo,
Feronacto88, a todos los cuales Claudio había enviado por delante, para no
encontrarse desasistido en ninguna parte; luego, los dos prefectos, Justo
Catonio y Rufrio Polión89; luego, los amigos Saturnino Lusio y Pedón Pompeyo y
Lupo y Asinio Céler, ex cónsules90; por último, la hija de su hermano, la hija
de su hermana, sus yernos, sus suegros, sus suegras91, todos sus parientes, en
fin. Y cerrando filas, arremeten contra Claudio. 6 Al
verlos, Claudio exclama: «tTodo lleno de amigos! 92. sCómo habéis venido
vosotros aquí . Entonces Pedón Pompeyo: «sQué estás
diciendo, desalmado? sPreguntas cómo? sPues quién nos ha enviado aquí sino tú, asesino de todos tus
amigos? Vamos ante el tribunal: aquí te
enseñaré yo las sillas de los magistrados». 14 Lo lleva ante
el tribunal de Éaco93. Éste se hallaba instruyendo un
proceso con base en la ley Cornelia que hay promulgada sobre los asesinos.
Pompeyo solicita que incluya el nombre de Claudio,presenta
la acusación: «Por la muerte de treinta y cinco senadores, trescientos veintiún
caballeros romanos y otros 'tantos como
la arena o el polvo'» 94. Claudio no encuentra abogado.
2 Al final se presenta Publio Petronio95, viejo camarada suyo, hombre experto
en la lengua claudiana, y solicita un aplazamiento. No
se le concede. Acusa Pedón Pompeyo a gritos. El defensor empieza a querer replicar. Éaco, el más justo de
los hombres, se lo impide, y a Claudio, sin haber oído
más que a la otra parte, lo condena y dicta sentencia: Si sufres tus propias
acciones, se hará una recta justicia 96. 3 Se hizo un
profundo silencio. Estaban todos pasmados, atónitos por la novedad del
caso; afirmaban que nunca se había hecho eso. 4 A Claudio le parecía más
injusto que novedoso. En cuanto al tipo de
Lucio Anneo Séneca
23
siti periturum nisi illi succurreretur, aliquando Ixionis miseri rotam
sufflaminandam. Non placuit ulli ex veteribus
missionem dari, ne vel Claudius unquam simile speraret. Placuit novam
poenam constitui debere, excogitandum illi laborem irritum et
alicuius cupiditatis speciem sine effectu. Tum Aeacus iubet
illum alea ludere pertuso fritillo. Et iam
coeperat fugientes semper tesseras quaerere et nihil proficere.
castigo, mucho tiempo se discutió cuál convenía que
padeciera. Había quienes decían que Sísifo llevaba mucho tiempo haciendo el
transporte, que Tántalo iba a morirse de sed si no se le socorría, que alguna
vez había quefrenar la rueda del desdichado Ixión97. Se decidió no dar el retiro a ninguno de los veteranos, para que
tampoco Claudio pudiera esperarse nunca algo parecido. 5 Se decidió que
se debía establecer un castigo nuevo, que para él
había que imaginar una tarea inútil, una apariencia de afán sin consecuencias.
Entonces Éaco ordena que juegue a los dados con un
cubilete agujereado. Y al instante había empezado a recoger
los dados siempre fugitivos y a no lograr nada.
15 Pues cada vez que iba él a lanzarlos del
vaso sonoro
[15] Nam
quotiens missurus erat resonante fritillo,
utraque subducto fugiebat tessera fundo. Cumque recollectos auderet mittere
talos, fusuro similis semper semperque petenti, decepere fidem: refugit
digitosque per ipsos fallax adsiduo dilabitur alea furto. Sic cum iam summi
tanguntur culmina montis, irrita Sisyphio volvantur pondera collo. Apparuit subito
C. Caesar et petere illum in servitutem coepit;
producit testes, qui illum viderant ab illo flagris, ferulis, colaphis
vapulantem. Adiudicatur C. Caesari; Caesar illum Aeaco donat.
Is Menandro liberto suo tradidit, ut a cognitionibus esset.
el uno y el otro dado escapaban, pues fondo no había.
Y cuando osaba lanzar las piezas ya recogidas, a un
jugador semejante siempre y siempre al que coge, burlaban sus esperanzas: le
huye y por entre sus dedos el pérfido dado se escurre con este engaño
constante.
Así, cuando ya las cumbres del monte se ven
alcanzadas
la inútil carga del
hombro de Sísifocae rodando. 2 Apareció de pronto Gayo César98 y se puso a
reclamarlo como
esclavo. Presenta testigos que lo habían visto pegándole a
latigazos, a varazos y puñetazos. Es adjudicado a Gayo
César. César se lo regala a Éaco. Éste lo
entregó a Menandro, un liberto suyo, para que se
encargara de las indagaciones99.
Lucio Anneo Séneca
24
NOTAS DE LA INTRODUCCIÓN
«Pero la sátira es totalmente nuestra» (QUINTILIANO, X 1, 93). TITO
LIVIO, VII 2, 4-10. 3 HORACIO, Sátiras 110, 66. 4 ENNIO, Fragmentos, págs. 136-140. 5 «No es lo mío obrar
como
si me hubiera mordido un perro» (ENNIO, Fragmentos, pág. 138). 6 LUCILIO, Carminum reliquiae, F. MARX ed., Leipzig, 1904, frg. 1905-1906. 7 R.
CORTES, Teoría de la sátira. Análisis de Apocolocyntosis de
Séneca, Cáceres, 1986, pág. 20. En general, para ampliar los puntos que
aquí se esbozan superficialmente, o para verlos desde otra perspectiva, es muy
recomendable este exhaustivo estudio sobre la sátira y
sus técnicas (págs. 17-125). 8 Cf. HORACIO, Sátiras 110, 20-21. 9 En el libro I de las sátiras; el modelo que parodia posiblemente
sea el libro de los Anales de Ennio (pág. 55 de la ed. cit.). 10 Lucilio
escribió la sátira tras la muerte de su rival (c. 126 a. C.), pero también
después de que cayera efectivamente sobre Roma una fuerte tormenta que provocó
incluso corrimientos de tierra (cf. JULIO OBSECUENTE, 29 [89]). 11 La mención
que hace Livio (cf. n. 2) de las sátiras teatrales preliterariasno pasa de ser un intento nacionalista para dotar al género de una
tradición exclusivamente itálica. 12 Cf. H. KEIL, Grammatici Latini I, Leipzig 1855-1923, pág.
485. 13 Cf. Helvia n. 24. La información la proporciona AULO GELIO, II 18, 7.
14 Cf. LESKY, Historia, págs. 701 y 872-873. 15 Su representante más
conspicuo fue Bión de Borístenes (cf. la Introducción a las Consolaciones, n.
5), hasta el punto de que HORACIO equipara el más hiriente sarcasmo con los dichos
al estilo de Bión (Epístolas II 2, 60). Por otro lado, resulta cuando menos
curioso que Ennio y Lucilio, para referirse a las críticas agresivas, empleen
ambos la comparación con un perro, esto es, con un cínico. 16 Puesto que de
toda la obra de Menipo sólo se nos ha conservado algún que otro título, las
conclusiones sobre su contenido se derivan del estudio de las de su seguidor declarado,
Luciano de Samósata (s. II d. C.), que lo tomó como
modelo e incluso lo hizo protagonista de algunas, como se verá. 17 Cf.
CORTÉS, Teoría, pág. 22. 18 El hecho de que no lo mencione Diomedes
entre los cultivadores de la sátira enniana se explica bien porque lo omite
como a otros (Séneca y Petronio, Juvenal en la hexamétrica), bien porque con
toda probabilidad la fuente del gramático es el propio Varrón, lo que ofrece el
motivo más verosímil, puesto que no se citaría a sí mismo (cf. CORTÉS,
Teoría, págs. 19 y 24). 19 Como pretendía O. WEINREICH, Senecas
Apocolocyntosis, Berlín, 1923. 20 Salvo las de
Horacio. ParaEnnio y Lucilio, cf. notas 4 y 6; en
cuanto a Varrón, cf. la edición de J.-P. CÈBE, Roma, 1972-1975. De las sátiras de Pacuvio no hay restos. 21
La sátira tiene una laguna de extensión imprecisable entre los capítulos 7 y 8.
22 Cf. la edición de C. JACOBITZ, Leipzig, 1871-1874. 23 Este héroe
aparecía caricaturizado habitualmente como un bruto sólo preocupado de
trasegar enormes cantidades de comida; así es, por ejemplo, el Heracles que
acude a recibir a Pistetero en Las aves de Aristófanes. En realidad, también
pueden deberse a la comedia otras características, como el tema de la ascensión al cielo o la
invectiva personal (por continuar con Aristófanes, recuérdense sus continuos
ataques contra Cleón o los viajes al cielo que emprenden personajes como Pistetero). 24 A las
características ya enumeradas pueden añadirse otras que señala C. MAZZOLI,
«L'Apocolocynthosis di Seneca. Un 'monde á l'envers'», Vichiana 11 (1982),
193-211: provocación, gusto por la hipérbole y el contraste, y una suerte de
realismo fantástico. 25 DIÓN CASIO, LX 35, 3. Interpretar así este pasaje es un error, según R. RONCALI, L'apoteosi
negata. Apocolocyntosis, Venecia, 1989, págs. 12-16: ella prefiere la variante
de uno de los manuscritos de DIÓN CASIO (en realidad, de un epitomista suyo,
Juan Xifilino), apocolocentosis, «desgarramiento con garfios», y atribuye este
neologismo al hermano de Séneca, Galión (cf. Helvia, notas 3 y 59), mencionado
también en el mismo pasaje por DIÓN CASIO, precisamente porhaber tenido la
ingeniosa ocurrencia de decir que Claudio había sido llevado al ciclo con un
garfio, corno arrastraban a los criminales ajusticiados hasta el Tíber. Más
tarde, los humanistas relacionaron este término con
colocynthe, lo modificaron y lo adjudicaron como título a
2 1
Lucio Anneo Séneca
25
la obra de Séneca. 26 Cf. RONCALI, L'Apoteosi, pág. 17. 27 Cf. J. GIL,
Séneca. Apocolocintosis, Est. Clás. supl. n.° 4, Madrid,
1971, pág. 123. Otra explicación del doble título (dos ediciones,
cada una con uno distinto, de las que se ha conservado la segunda), en K.
BARWICK, «Senecas Apocolocyntosis. Eine zweite Ausgabe des
Verfassers», Rhein. Mus. 92 (1943), 159-173. 28
Wachsmuth, en 1889, según GIL, Séneca, pág. 124. La siguiente
referencia también la doy gracias al mismo. 29 F. A. TODD, «Some cucurbitaceae
in Latin literature», Class. Quart. 37 (1943),
101-111. 30 J. L. HELLER, «Notes on the meaning of kolokýntA“», III. Class.
Stud. 10 (1985), 67-117. 31 F. MOSINO, «Apokolokyntosis.
Una nuova ipotesi», Paideia 41 ( I 986), 240; de
hecho, esta teoría ya había sido adelantada por Timpanaro Cardini (citado por
GIL, Séneca, pág. 125). 32 Cf. SUETONIO, Claudio 44, 3.
33 Citado gracias de nuevo a GIL, Séneca, pág. 123.
34 Cf. SUETONIO, Claudio 44, 2. 35 Citado por RONCALI, L
'Apoteosi, pág. 17. 36 L. DEROY, «Que signifie le titre de 1
'Apocoloquintose , Latomus 10 (1951), 311-318. 37 H.
WAGENVOORT, «Quid significetApocolocyntosis ,
Mnemosyne 9 (1958), 340-342. 38 A. N. ATHANASSAKIS, «Some
evidence in defence of the title Apocolocyntosis for Seneca's satire», Trans.
Proc. Am. Philol. Asso. 104 (1974), 11-21. 39
R. KILPATRICK, «Apocolocyntosis and the vision of Claudius», Class. Journ. 74 (1979), 193-196. 40 Cf. APULEYO,
El Asno de Oro I 15, 2. 41 Citado por RONCALI,
L'Apoteosi, pág. 18. Cf. también C. F. RussO, «Studi sulla Diui Claudii Apocolocyntosis», Parol. Pass. 1 (1946),
241-259. 42 Cf., por ejemplo, J. M. HAARBERG, «The emperor as a saturnalian
King. On the title of Apocolocyntosis», Symb. Oslo. 57 (1982), 109-114:
el título alude a un personaje típico de estas
fiestas, el rey de los locos (Claudio, por supuesto). 43 D. HOYOS, «Gourd god the meaning of Apocolocyntosis», Liverp. Class. Mon. 16
(1991), 68-70. 44 Cf. F. BORNMANN, «Apocolocyntosis», Parol.
Pass. 5 (1950), 69-70. 45 Como
había sucedido con Claudio, de hecho oficialmente divinizado tras su muerte
(TÁCITO, Anales XII 69; SUETONIO, Claudio 45, Nerón 9). En
esto se basan algunos editores para titular el panfleto «Apocolocintosis del divino
Claudio» (Bücheler, Waltz, Russo), reforzando la ironía con la contradicción y
respetando de paso en parte el título de los códices. 46 Otros posibles
para la obra proponen E. MÜLLER-GRAUPA, «Zu Senecas Apokolokyntosis»,
Philologus 85 (1930), 312-321 (ApokolokýntA“sis), y M. PULBROOK, «The title of
Seneca's satire on Claudius», Hermathena 130-131 (1981),
113-114(Apokolokenosis); Roncali, pese a discutir la autenticidad del título
tradicional, acaba aceptándolo, aunque sólo sea como un hecho consumado. 47 Así
Stahr (1867) y Riese (1868): su teoría es que Séneca escribió una
Apocolocintosis discretamente irónica, que se ha perdido, y un contemporáneo
suyo anónimo el Ludus, de humor rastrero y mordaz contra Claudio y con miras
políticas (cf. GIL, Séneca, págs. 121-122). 48 Cf. TÁCITO,
Anales XIII 3. 49 Cf. L. F. VAN RYNEVELD, «On the
authorship of the Apocolocyntosis», Liverp. Class. Mon. 13 (1988),
83-85. 50 B. BALDWIN,
«Executions under Claudius. Seneca's Ludus de morte
Claudii», Phoenix
18 (1964), 39-48. 51 D. NONY, «Claude et les
espagnols, sur un passage de l'Apocoloquintose», Mél. Casa Veláz. 52 Cf. GIL, Séneca, pág. 128. 53 Cf.
TÁCITO, Anales XIII 1. 54 F. BÜCHELER, Kleine Schriften I,
Leipzig-Berlín, 1915, págs. 439- 507. 55 Cf. R. R.
NAUTA, «Seneca's Apocolocyntosis as a Saturnalian literature», Mnemosyne 40
(1987), 69-96. 56 HAARBERG, «The emperor». 57 G.
RAMBELLI, «II finale dell'Apocolocyntosis e la catabasi dell'Hercules furens»,
Stu. Ita. Filol.
Class. 61 (1957), 9-28. 58 BALDWIN, «Executions», propone como terminus post
quem el año 58, debido a las ideas contra Nerón que percibe en la
Apocolocintosis. 59 J. M. C. TOYNBEE, «Nero artifex.
The Apocolocyntosis reconsidered», Class. Quart. 36 (1942), 83-93, supone que la ocasión de escribirla la ofrecieron
los primeros Neronia, concursos artísticos yatléticos
Lucio Anneo Séneca
26
(SUETONIO, Nerón 12, 3), celebrados en el año 60. 60 A. LuisI, «La
sconsacrazione de Claudio e ('Apocolocyntosis di Seneca», Cont. Ist. Storia Ant. 7 (1981), 174-182. 61 TÁCITO, SUETONIO y
DIÓN CASIO; cf. las notas correspondientes de la traducción. 62 Cf. R. RONCALI,
«Partizione scenica della satira di Seneca», Belfagor
28 (1973), 425-429; D. KORZENIEWSKI, «Senecas Kunst der dramatischen
Komposition in seiner Apocolocyntosis», Mnemosyne 35 (1982), 103-114. 63 Por ejemplo, RONCALI, L'Apoteosi, págs. 20-21. 64 A su
muerte los cortesanos rivalizaron en agudezas contra él (cf. n. 25), bien por
enemiga personal, bien por congraciarse con el nuevo emperador, Nerón, que, si
no había iniciado la moda, era uno de sus practicantes más activos, con sus
crueles bromas (DIÓN CASIO, LX 35, 4; SUETONIO, Nerón 33, 1). 65 Cf. CORTÉS, Teoría, págs. 127-282, en las que la autora
lleva a cabo una labor inestimable con su pormenorizado examen y análisis
minucioso de todos los recursos empleados por Séneca en cada momento de su
sátira. 66 R. RONCALI, «Fonti e modelli della satira
contro Claudio» Quad. Stor. 25 (1987), 97-114. 67 R. RONCALI, «Citazione nell'Apocolocyntosis di Seneca» Ann. Fac.
Lett. Bari
14 (1969), 401-413. 68 Que deberían haberle disuadido de buscar el desquite,
cf. J. BRISSET, «Le stoïcisme et la vengeance», Rey. Hist.
Droit 58 (1980), 57- 68. 69 BÜCHELER, Kleine Schriften,
págs. 441-442; WEINREICH,Senecas
Apocolocyntosis, págs. 5-7; más recientemente, R. H.
AUBRETON, «Una sátira maliciosa de Séneca», Alfa 9 (1966), 77-92. 70 Cf.
la Introducción a las Consolaciones, especialmente lo referido a Helyia y
Polibio. 71 No la única, si atendemos a V. ZAPPACOSTA, «Senecae
Apokolokyntósis», Latinitas 17 (1969), 86-95, que incluye a Nerón. Británico y Agripina entre los agredidos por la ojeriza de Séneca,
aunque veladamente. 72 D. ROMANO, «I due volti di
Seneca. Dalla Consolatio ad Polybium
all'Apocolocyntosis», Ann. Lic. Gar. Pal. 23-24
(1986), 117-125. 73 RUDICH, «Seneca's» (cit. en n.
53 de la Introducción a las Consolaciones). 74 O. VIEDENBATT, «Warum hat Seneca
die Apocolocyntosis geschrieben , Rhein. Mus. 75 (1926), 142156. 75 En art. cit. en notas 27, 60 y 43, respectivamente. 76 Cf. GRIMAL,
Sénéque, pág. 114; M. T. GRIFFIN, Seneca, a philosopher in
politics, Oxford,
1976, págs. 129-133. 77 E. CIZEK,
«L'Apocoloquintose, pamphlet de l'aristocratie latine», Ac. Ant. Philip.
(1963), 295-303. 78 BALDWIN, «Executions» (art. cit. en n. 50). 79 K. KRAFT, «Der
politische Hintergrund von Senecas Apocolocyntosis», Historia 15 (1966),
96-122. 80 Una sugerencia de WEINREICH, Senecas
Apocolocyntosis, págs. 37-39, recogida por B. M.
MARTÍ, «Seneca's Apocolocyntosis and Octayia, a diptych», Am. Jour. Phil. 73
(1952), 24-36. 81 R. WALTZ, Sénèque. L'Apocoloquintose du diyin Claude, París, 1966, pág. III;
también insinúa que pudo ser parte del plan de Séneca asestar ungolpe
definitivo a las apoteosis oficiales (pág. IV). 82 H. McL. CURRIE, «The purpose
of the Apocolocyntosis», L'Ant. Class. 31 (1962), 91-97. 83
E. W. LEACH, «The implied reader and the political argument in Seneca's
Apocolocyntosis and De clementia», Arethusa 22 (1989), 197-230. 84 GIL,
Séneca, pág. 132. 85 Cf. M. COFFEY, Roman satire,
Londres, 1976, pág. 172. 86 TÁCITO, Anales XIII 3. 87 DIÓN
CASIO, LXI 10, 2-3; TÁCITO, Anales XIII 42. 88 TÁCITO,
Anales XIV 2. 89 «A menudo, uno de los nuestros» (TERTULIANO, Sobre el alma 20, 1). 90 Cf. E. ELORDUY, «Séneca y el cristianismo»,
Actas Con. Int. Filos., Madrid, 1965, págs. 181-206. 91 M. DOLÇ, Retorno a la Roma Clásica, Madrid,
1972, págs. 124- 125. 92 Lo intenta G. USCATESCU, Séneca,
nuestro contemporáneo, Madrid,
1965, págs. 96-110. 93 A las que se amolda, pero también adapta a sus
intereses: por dos veces le hemos visto servirse de unos géneros literarios
establecidos, la consolación y la menipea, para sus propios fines. 94 «Los filósofos no practican lo que predican» (Sobre la felicidad
20, 1). 95 ERASMO DE ROTTERDAM, Elogio de la locura 28. La
cita, o más bien la idea, está extraída de Reso 394-395. 96 RONCALI, L
'Apoteosi págs. 30-31
Lucio Anneo Séneca
27
R. RONCALI, «Seneca satirico nel nono-dodicesimo secolo», Belfagor 25 (1970),
694-695. Erasmo, por ejemplo, la cita en el prefacio de su
Elogio, entre los precedentes de obras «ligeras y satíricas» que
justificanla suya. 99 Cf. R. RONCALI, L. Annaeus
Seneca, Apocolocyntosis, Leipzig,
1990, págs. VI-X, en las que la editora resume las
conclusiones suyas y de otros estudiosos de la cuestión. 100
Probablemente se sirvió de algún manuscrito tardío que ya estaba así viciado,
probablemente el Vaticanus Latinus 4498 (cf. RONCALI. L 'Apoteosi, págs.
33-34; la descripción del códice, en pág. XXII de la ed. cit. en n. anterior). 101 Examinadas con todo
detalle por GIL, Séneca, págs. 142-147. 102 En los Symbola
Philologorum Bonnensium in honorem Friderici Ritschelii collecta. Leipzig, 1864-1867, págs. 31-89 (= Kleine Schriften, cit. en n.
54). 103 Hasta cinco, siendo la última de 1922; todas ellas
dentro de una edición más amplia de obras similares: la Apocolocintosis va
acompañada del Satiricón, de las menipeas de Varrón y otros fragmentos. 104
Aunque la segunda parte de CORTÉS, Teoría, no es propiamente una edición
crítica, no está lejos de poder tenerse por tal, en
vista de la minuciosidad con que la autora examina las distintas variantes y
conjeturas de los filólogos en cada pasaje controvertido.
98
97
NOTAS AL TEXTO
Todo este primer capítulo constituye una parodia de los habituales proemios a
las obras de historia: Séneca indica el asunto que va a relatar, la fecha de
los hechos, hace protestas de veracidad e imparcialidad, incluso aduce sus
fuentes; pero todo humorísticamente, pues la apariencia de seriedad se rompe
con constantes guiños al lector u oyente avisado, yadesde que se anuncia que la
obra narrará sucesos ocurridos en el cielo, esto es, completamente fantásticos.
2 Pronto empieza Claudio a ser denostado: el día de su muerte marca el final de
unos tiempos aciagos y el principio de otros dichosos, por la subida al poder
de Nerón, a quien se halaga, pues, pero sin tanta evidencia como más tarde. 3 También enseguida se
desmiente esa pretendida objetividad: el protagonista, que no hace falta
mencionar por su nombre, nació tonto (por tal lo tenía
su propia madre, cf. SUETONIO, Claudio 3, 2) y además llegó a ser rey (un
término peyorativo para un romano), con lo que el proverbio quedó doblemente
confirmado. Algunos consideran que esta verificación se refiere sólo a la
simpleza de Claudio: W. H. ALEXANDER, «Aut regem aut fatuum», Am. Jour. Philol.
58 (1937), 343-345; WALTZ Sénèque, pág. 19. 4 Otro
contraste más: el testigo irreprochable, informador veraz de los hechos, es el
notorio mentiroso que testimonió ante el senado la ascensión al cielo de Julia
Drusila, la hermana de Calígula que éste pretendía divinizar (cf. Polibio n.
39). Se llamaba Livio Gémino, era inspector encargado de la vía Apia —por donde
discurrieron los cortejos fúnebres de Augusto y Tiberio—, y recibió como
recompensa a su embuste 250.000 denarios (DIÓN CASIO, LIX 11), un crédito nada
escaso, pero concedido sólo por Calígula. 5 Parte de un
verso de Virgilio (Eneida II 274) sacado de su contexto (describe el andar
presuroso del
pequeño Julo) para aludir a larenquera de Claudio (SUETONIO, Claudio 21, 6;
30). 6 Tiberio no fue nunca divinizado: las mentiras se entretejen unas con
otras, formando un entramado de pura falsedad. 7 Esto
es, «tque se muera él si no es verdad (CORTÉS,
Teoría, pág. 142): Séneca descarga toda la responsabilidad en su informante
(cf. 5, I). 8 Diana (el Cinto es un monte en la isla
de Delos, en la que nacieron ella y su hermano
Apolo), identificada aquí con la luna. 9 Todos los pasajes de la
Apocolocintosis en verso (cuyo ritmo he intentado reproducir acentualmente, de
manera muy poco ortodoxa) son parodias de algún género poético: aquí Séneca
hace burla de la épica, ridiculiza concretamente la poesía manierista y pedante
de los poetas cortesanos (como en la epístola 122, 11-13), aunque no faltan en
estos versos reminiscencias de Virgilio (cf. Geórgicas II 403-404 y 417). 10 El
mediodía del
13 de octubre fue la hora oficial en que Claudio (cf. TÁCITO, Anales XII 69);
en realidad, había fallecido alba de ese día, pero su muerte se ocultó y
disimuló hasta que Agripina hubo atado bien los cabos de la sucesión de su hijo
(SUETONIO. Claudio 45) 11 Es opinión común que Séneca juega aquí (y otras dos
veces más adelante) con la ambigüedad de anima, «alma» y «soplo, viento»: Claudio intenta
denodadamente soltar una ventosidad (vital), hasta que lo logra y muere (cf. 4,
3). Pero quizá esto de que Claudio, por no saber, no supiera ni morir siquiera,
aluda, en un sarcasmo ciertamente atroz, a su prolongada ydolorosa agonía, que
duró toda la noche hasta que fue
1
Lucio Anneo Séneca
28
prácticamente rematado (cf. SUETONIO, Claudio 44, 3). 12 Bien al contrario, por
supuesto: Mercurio, el dios locuaz y astuto, protector de comerciantes y
abogados, está aburrido de este estúpido balbuciente
con ínfulas de juez (cf. 7, 4), y lo único que desea, bajo su aparente
compasión, es que muera de una vez. 13 Verso de Virgilio (Geórgicas IV 90)
maliciosamente citado ad hoc: se aconseja al apicultor, cuando hay dos «reyes»
en la colmena, que mate al peor (Claudio) para que el mejor (Nerón) gobierne
sin oponente. 14 Las Parcas, Átropo, Cloto y Láquesis, son hijas de Júpiter
(hermanas de Apolo, por tanto) y Temis; están encargadas de regular la duración
de las vidas, simbolizadas en un hilo
que una hila, otra ovilla y la tercera corta, dando fin a la existencia del hombre en cuestión.
15 Claudio, con la colaboración interesada de sus libertos, se había mostrado
pródigo en la concesión del derecho de ciudadanía (cf. TÁCITO, Anales XI 24-25;
DIÓN CASIO, LX 17); su muerte impedirá que desaparezca la especie de los
extranjeros. 16 Augurino nos es desconocido, pero probablemente sea un
compañero digno de Claudio por su imbecilidad, igual que Baba, mencionado por
el mismo Séneca (Epístolas 15, 9) como modelo proverbial de estupidez. Quizá
Séneca utilizó el nombre de Augurino simplemente para completar el ABC de la
tontería (cf. WEINREICH, SenecasApocolocyntosis, pág. 36), o para hacer
burla, con este orden alfabético, de las reformas de Claudio en el abecedario,
que aumentó con tres letras nuevas (cf. R. PA - PKE, «Des Kaisers neue
Buchstaben. Claudius in Tac. Ann.
11, 14 und Sen. Apocol. 3, 4», Würz. Jahrb. Alter.
17 Séneca despacha rápida y ofensivamente a Claudio para dedicarse acto seguido
al elogio de Nerón, esta vez nada velado, en unos versos que insisten en la
felicidad que ha de traer la larga y pulquérrima vida de este
príncipe, equiparado con Apolo, como
sería luego habitual (cf. LUCANO, I 48-50; DIÓN CASIO, LXI 20; SUETONIO, Nerón
53). 18 Ejemplos típicos de longevidad: a Néstor le concedió Apolo los años que
habrían vivido sus parientes, muertos por él, y su hermana Diana; Titono, a
instancias de la Aurora, enamorada de él, fue hecho inmortal por Júpiter. 19 Para enterrarlo, desde luego. El verso
es de Eurípides, de una tragedia perdida cuyo título era Cresfontes, según
CICERÓN, Tusculanas I 115. 20 A fin de disimular la muerte de Claudio,
se hizo acudir a palacio por la mañana a una compañía de actores cómicos, con
el pretexto de que el emperador, enfermo, los había hecho llamar para
distraerse (SUETONIO, Claudio 45). 21 Punto por punto coincide esta descripción
de Claudio con la que dan las historias, salvo, claro, el tono irónico y burlón
(cf. SUETONIO, Claudio 30; DIÓN CASIO, LX 2). 22 Verso de Homero que se repite
hasta seis veces en la Odisea, pues es prácticamente la fórmula ritualpara
preguntarle a un extranjero (Ulises casi siempre) por
su país de origen: con las mismas palabras también interroga Zeus a Menipo
cuando llega al cielo (LUCIANO, Icaromenipo 23). 23 Cf.
Polibio n. 8. Claudio confunde a Hércules, que habla lógicamente en
griego, con uno de esos doctos pedantes que prodigaban las citas de Homero en
toda ocasión: él era precisamente uno de ellos (SUETONIO, Claudio 42, 1) y
responde con otro verso, sacado de su contexto para aludir a la ascendencia
troyana de los Julios; Séneca le ataca con el siguiente (Odisea IX 39-40). 24
La Fiebre, compañera toda la vida del enfermizo Claudio, fue
probablemente la causa oficial de su muerte (cf. WALTZ, Sénéque, pág. 21). 25 La Fiebre opone esta verdad (SUETONIO, Claudio 2, 1) a la
mentira de Claudio, que se dice originario de Troya; pero se trata de convencer
al poco espabilado Hércules y por ello la repite hasta tres veces, precisándola
y dándole detalles. 26 Esta referencia de la Fiebre es uno de los
pasajes más controvertidos de la Apocolocintosis: el texto de los manuscritos,
marci municipem en todos, ha sido objeto de interpretaciones y correcciones
variadas (cf. GIL, Séneca, pág. 165; CORTÉS, Teoría, págs. 191-192). La
más aceptada supone que se refiere a Marco Antonio, patronus de Lión, abuelo de
Claudio y, según las pretensiones de la gens Antonia, descendiente de Hércules
mismo; con sus palabras, la Fiebre advierte a Hércules de que se está dejando
engañar por un familiar suyo.Prescindiendo de otras conjeturas, es interesante
la hipótesis de R. RONCALI, «Marci municipem», Ann. Fac. Lett. Bari
16 (1973), 537-540: se trataría del nombre de un tipo de uva gala
(cf. COLUMELA, 111 2, 25), con lo que se aludiría a la conocida afición de
Claudio por el vino (SUETONIO, Claudio 33). 27 Claudio no sólo es galo, sino
además de un municipio distante en millas y en
categoría de otros como
Viena, capital de la Narbonense con derecho a representación en el senado,
mucho antes que Lión (que lo
Lucio Anneo Séneca
29
obtuvo por decreto de Claudio en el año 48 d. C.). Es un galo incivilizado,
como los que asaltaron y saquearon Roma en el 387 a. C. 28 Esclavo galo
manumitido por Julio César y posteriormente nombrado por Augusto procurador de
Lión, cargo que ejerció tiránica y rapaz-mente (DIÓN CASIO, LIV 21); hay una
clara alusión al inmenso poder que alcanzaron los libertos de Claudio, al que
manejaban a su antojo (cf. SUETONIO, Claudio 28-29, 1; DIÓN CASIO, LX 30 y 66).
29 Lo mismo que decir entre Troya y Lión, pues a la primera la baña el Janto o
Escamandro, y a la segunda el Ródano. 30 De nuevo lo real mezclado con lo
ficticio: Claudio se dejaba llevar a menudo por la cólera (SUETONIO, Claudio
38, 1), balbuceaba al hablar y tenía un pulso poco
firme (cf. los pasajes citados en n. 21). 31 Frase proverbial (cf. A. OTTO, Die
Sprichwürter und sprichwörtlichen Redensarten der Rómer, Hildesheim, 1962, núm.
1168) de origen ysentido controvertidos (cf. RONCALI, L 'Apoteosi, pág. 82;
GIL, Séneca, págs. 167-168; M. MARCOVICH, «Ubi mures ferrum rodunt (Seneca
Apocolocyntosis 7, 1)», Rhein. Mus. 120 (1977), 85-89); pero posiblemente
Séneca lo único que pretendió fue marcar la diferencia entre la anodina tierra
y el cielo prodigioso, donde pueden suceder semejantes portentos (cf. CORTÉS,
Teoría, pág. 197). 32 En estos senarios yámbicos puestos en boca de Hércules
Séneca parodia el estilo y el léxico de la tragedia, en concreto, curiosamente,
su propia obra, Hércules loco, como demostró WEINREICH, Senecas
Apocolocyntosis, págs. 76-77. 33 En su décimo trabajo Hércules tuvo que
marchar a Hesperia (la península Ibérica; el mar Hesperio es el Atlántico),
donde robó a Gerión, gigante de tres troncos que allí reinaba, su rebaño de
bueyes; lo condujo luego hasta la ciudad de Argos, cuyo primer rey fue el
dios-río Ínaco, en un largo y accidentado viaje que le hizo pasar cerca del
futuro emplazamiento de Lión. 34 La colina de Fourviére, orientada al sol
naciente y bañada por el Ródano y su afluente, el Arar, actual Saona, de curso
tan manso que a simple vista no se sabe en qué dirección fluye (cf. CÉSAR,
Guerra de las Galias 1 12, 1). 35 Como en el
título de su obra, Séneca vuelve a sustituir «dios» por «tonto», en este caso jugando con la fórmula theoû plégé («el golpe del dios»), que los
trágicos tomaron de HOMERO (Ilíada XVI 816; ESQUILO, Agamenón 367; SÓFOCLES,
Ayax 137). 36 Este refrán (OTTO,Sprichwörter, núm.
752) equivale exactamente al castellano «cada gallo canta en su muladar»; la
identificación de Claudio con un gallo (animal de poco seso en su cabeza
inquieta) está reforzada por el equívoco de la palabra gallus, «gallo» y
«galo». 37 También Augusto solía dictar justicia en el pórtico del templo de Hércules en Tíbur,
cerca de Roma (SUETONIO, Augusto 72, 2); pero no se dedicaba a ejercer de juez
con tanto afán como
Claudio, que no respetaba fiestas ni días nefastos (SUETONIO, Claudio 14; DIÓN
CASIO, LX 4-5). 38 Este trabajo de Hércules más comúnmente se conoce como la
limpieza de los establos de Augías; este rey de la Élide era dueño de
innumerables rebaños cuyo estiércol se iba acumulando en las cuadras sin que
nadie se ocupara de retirarlo; Hércules los limpió desviando el curso del Alfeo
y del Peneo, que arrastraron todo el estiércol en sus aguas; Séneca equipara
este sistema a un trabajo de alcantarillado. 39 El parlamento
de Claudio se corta bruscamente, y sin transición el relato nos presenta el
concilium deorum en plena efervescencia. Hay una laguna evidente (no
para todos, cf. RONCALI, L'Apoteosi, pág. 84) cuyo texto perdido debía
narrar cómo Claudio convence a Hércules de que apoye su pretensión a la
apoteosis, con lo que ambos penetran en el lugar de sesiones y Hércules
presenta la solicitud en nombre de Claudio, que ya se ha identificado
claramente. Esto se deduce con bastante seguridad del texto
conservado, sin que puedan hacerse másque conjeturas sobre qué dios es el que
interpela a Hércules o quiénes son los que le interrumpen con sus preguntas o
qué oradores han intervenido antes. 40 Uno de los pasajes griegos restituidos
por Rhenanus fue la definición del dios epicúreo, la misma exactamente que da
DIÓGENES LAERCIO, X 139 y, traducida, CICERÓN, Sobre la naturaleza de los
dioses l 17, 45. 41 En cambio, la esfericidad del dios estoico
está burlescamente indicada mediante un fragmento de las menipeas de Varrón, un
senario yámbico que en su contexto debía describir las figuras informes de los
Hermes guardianes de los caminos (cf. CORTÉS, Teoría, pág. 214). 42 El
reinado de Claudio fue una Saturnal constante, un mundo al revés, donde los
esclavos, ya libertos, se enseñorean del amo mientras éste sólo se ocupa, como
los siervos, de comer y beber. 43 Esto es, mantuvo relaciones con ella como
Júpiter con su hermana y esposa Juno. Efectivamente Lucio Junio Silano fue
acusado de incesto con su hermana Junia Calvina; la circunstancia de que fuera
el prometido
Lucio Anneo Séneca
30
de Octavia, hija de Claudio, aún no su yerno, por tanto, hizo sospechar a todos
los historiadores que tal acusación fue amañada por la intrigante Agripina con
el fin de que Octavia quedara libre y la pudiera casar con su propio hijo
Nerón: Silano, caído en desgracia, se suicidó el mismo día en que Agripina se
casaba con Claudio (cf. TÁCITO, Anales XII 3-4 y 8; SUETONIO, Claudio 29,
2;DIÓN CASIO, LX 21, 5; 31, 7), su tío, en un matrimonio que técnicamente sí
constituía un incesto y que tuvo que ser legalizado mediante un senadoconsulto
(cf. TÁCITO, ibid. 5-6). 44 La explicación tan ofensivamente dada va dirigida probablemente a Claudio (cf. CORTES, Teoría,
págs. 216-217): en Atenas estaba admitido el matrimonio entre hermanastros, como el de Cimón (cf.
CORNELIO NEPOTE, Cimón 1, 2); en Egipto el matrimonio entre hermanos era una
costumbre arraigada que adoptaron los Ptolomeos. 45 Otra
frase hecha (OTTO, Sprichwörter, núm. 1172) de significado muy debatido por
los estudiosos; alguna interpretación es ciertamente desquiciada (TH. HOFFNER, «Zu Senecas Apocolocyntosis 8, 3», Wien. Stud. 44 (1925), 117-120, según el cual se alude al cunnilinguus); otras
más razonadas coinciden en explicarla en el sentido de que en Roma no se dan
matrimonios incestuosos, bien porque son normales (H. LACKENBACHER, «Zu Senecas
Apocolocyntosis 8», Wien. Stud. 46 (1927), 126-129),
bien porque los impiden las severas costumbres romanas (F. DORNSEIFF, «In Rom
lecken die Mäuse die Mühlsteine», Rhein. Mus. 77 (1928), 221-224). 46
Claudio debería ocuparse de su matrimonio, que conculcaba la ley de los dioses
(SUETONIO, Claudio 39, 2), antes de venir a enmendarles a éstos la plana, tal como
dice el orador con una cita de ENNIO (Frg. 107, pág. 22 de la ed. cit.). 47
Exactamente, en Colchester, la antigua Camulodunum, con sacerdotes asignados al culto (cf.
TÁCITO, Anales XIV 31); perolos rezos se dirigen no a un dios sino a un tonto,
móros, el mismo término griego que empleaba Nerón para sus juegos de palabras
contra Claudio (cf. el pasaje de SUETONIO citado en n. 64 a la Introducción).
48 48 Jano, el dios bifronte (como indica Séneca sirviéndose de una fórmula
homérica, Iliada 1 343, III 109), cuyo templo se hallaba en el foro llamado
Romano, habla el primero por ser el dios que preside todo comienzo y por la
prioridad que le otorga el ser cónsul electo, aunque sea para nada: por las
tardes nadie trabaja en Roma (cf. GIL, Séneca, pág. 179; WALTZ, Sénèque,
pág. 9). 49 Jano reprocha a Júpiter que haya admitido, aunque sólo sea a
trámite, la solicitud de Claudio; por su culpa las apoteosis se han convertido en una farsa, como el mimo titulado «El haba». La cuestión
que surge inmediatamente es una de las más discutidas entre las planteadas por
la Apocolocintosis: spor qué Jano se refiere a este
mimo concretamente? Dos teorías complementarias parecen dar respuesta
satisfactoria: BÜCHELER, Kleine Schriften, pág. 465, opina que el título del
mimo, muy popular, se empleaba para caracterizar un asunto ridículo y baladí en
general; pero la mención de ahora es más específica e intencionada, pues su
argumento debía de ser totalmente contrario a las deificaciones, según P. T.
EDEN, «Faba mimus», Hermes 92 (1964), 251-255, que aduce un pasaje de CICERÓN
(Cartas a Ático 116, 13) donde el mimo aparece contrapuesto precisamente a
apoteosis, y concluye que laoposición consistía en que los personajes del mimo
se convertían en monstruos fantasmales, los lémures, espectros de los
antepasados que se conjuraban en las Lemuria y se aplacaban arrojándoles habas
para que las comieran (cf. OVIDIO, Fastos V 419 ss.). Para
otras explicaciones, conjeturas y variantes, cf. GIL, Séneca, págs. 179-181, y CORTÉS, Teoría, págs.
223-226. 50 Citas de HOMERO: Ilíada VI 142, la primera; Ilíada II 548, y Odisea
XI 309, la segunda. 51 Aunque son dos castigos distintos, la finalidad en ambos
es la misma: hacer del
contraventor una ofrenda propiciatoria a los espíritus, ya sea arrojándolo, como un haba, a las sombras fantasmales llamadas también
Larvas, ya sea obligándole a participar como
gladiador (después de sufrir alguna novatada) en unos combates que
originariamente formaban parte de los ritos funerarios. 52 Los nombres de estas
dos divinidades no están nada claros en los manuscritos; de hecho, Vica Pota es
una reconstrucción de un texto claramente corrompido.
Se trata de una antigua diosa de la victoria, madre,
según Séneca, de un dios al que los códices denominan Diéspiter («Padre de la
luz», un arcaico dios solar identificado más tarde con Zeus-Júpiter) o Díspiter
(«Padre de la riqueza», dios de la abundancia equiparado con Plutón). Sea quien
sea, es un dios plenamente romano, como Jano, y asimismo cónsul electo, pero de
distinto parecer, su intervención es favorable a Claudio sin disimulos: es el
primero en llamarlo por su nombre, dapor sentada su divinidad (sin advertir la
paradoja en que cae), etc.; todo por el agradecimiento que siente hacia
Claudio, ya que se gana la vida no con su oficio aparente sino comerciando con
los derechos de ciudadanía que con frecuencia vende a precio irrisorio,
exactamente lo mismo que hacían los libertos de Claudio (cf. el pasaje de DIÓN
CASIO citado en n. 15). 53 Para que tenga presente en su declaración los
beneficios que le debe al permisivo Claudio; el gesto era
Lucio Anneo Séneca
31
empleado habitualmente para invitar a un testigo a
decir la verdad (cf. HORACIO, Sátiras 19, 77; PLAUTO, Persas 748). 54 Cf. DIÓN CASIO, LX 5, 2; SUETONIO, Claudio 11, 2. 55
Rómulo se convirtió en un dios (su apoteosis la
describe precisamente OVIDIO en sus Metamorfosis XIV 815-828), pero continuó
alimentándose según la primitiva parquedad romana: su comida, aun en el cielo,
son los nabos (cf. MARCIAL, XIII 16), bien calientes, como dice Séneca citando la segunda mitad de
un hexámetro atribuida a Ennio (pág. 133 de la ed. cit.). Así Diéspiter
argumenta contra el dictamen de Jano, puesto que Rómulo ha sentado precedente,
comió de los frutos de la tierra, es más, sigue comiéndolos ya dios; por tanto
Claudio tiene perfecto derecho a acompañarlo (y no se iba a quedar atrás, dada
su glotonería —SUETONIO, Claudio 33—; quizá Séneca escondiera sarcasmos también
en este discurso aparentemente favorable a Claudio, cf. WALTZ, Sénèque, pág.
24). 56Dos refranes (OTTO, Sprichwörter, núms. 657 y 1036), esta vez de
sentido evidente, flanquean una probable cita de CATULO (3, 9), cuando describe
los ligeros saltos de un gorrioncillo; Séneca provoca
así la sonrisa del lector, al imaginarse al
fornido Hércules moviéndose grácilmente como
un pájaro. 57 Augusto cita una frase de uno de sus más cercanos colaboradores,
Marco Valerio Mesala Corvino, protector de poetas y él mismo orador de fama;
SUETONIO nos ha conservado una pequeña muestra de su arte, cuando tomó la
iniciativa para proclamar a Augusto Padre de la patria
(Augusto 58). Antes había sido partidario de Marco Antonio, pero los abusos de
poder de éste lo fueron distanciando hasta acabar enfrentándose con él en una
polémica durante la que muy bien pudo pronunciar las
palabras que cita Augusto; un poder despótico (de Antonio, de Claudio)
avergüenza al que lo contempla. Cf. KRAFT, « Der politische Hintergrund»,
art. cit. En n. 79 a la Introducción. 58 No se sabe
cómo, pero Claudio vuelve a estar presente en la curia; así el ataque de
Augusto va más directo contra él, incluso lo interpela
llamándole, irónicamente, «divino». 59 Cf. OTTO, Sprichwörter, núms. 1183 y 329. 60 Augusto nunca habló griego con soltura ni usó
esta lengua en sus escritos; no obstante, se dedicaba con afán al estudio de
los autores griegos, en busca de citas útiles (SUETONIO, Augusto 89, 1-2);
gracias a ese celo ahora puede expresar que unas cosas tocan más de cerca que
otras con un refránmuy habitual (OTTO, Sprichwörter, núm. 1324), haciendo
gala de un conocimiento del griego que opone a la ignorancia de su hermana.
Acepto esta lectura (soror mea) como
mal menor entre las muchas que se han propuesto para este locus desperatus (cf.
RONCALI, L. Annaeus, pág. 31), aunque no se justifique satisfactoriamente la
mención por parte de Augusto de su hermana Octavia; quizá su intención sea
ofensiva, cf. T. A. SUITS, «The knee and the shin (Seneca Apocolocyntosis 10, 3 , Class. Philol. 70 (1975),
38-41. 61 Julia Livila, hija de Germánico, fue acusada de conducta inmoral
(entre sus supuestos amantes se contaba Séneca, cf. la Introducción a las
Consolaciones 2.1. y n. 24), desterrada y privada de alimento hasta morir; la
otra Julia era hija de Druso, ajusticiada también bajo la acusación de
adulterio (TÁCITO, Anales XIII 32 y 43; DIÓN CASIO, LX 18, 4). 62 Cf. n. 43. Mientras las dos Julias son parientes de
Augusto por su matrimonio con Livia y las adopciones que realizó, Silano es
descendiente directo: su madre era Emilia Lépida, nieta de Julia, la hija de
Augusto. 63 Administrando justicia, Claudio se mostró siempre irresponsable e
imprevisible (cf. SUETONIO, Claudio 15), pero además en numerosas ocasiones
condenaba a la ligera y sumariamente, tomando como probadas acusaciones
inseguras y sin dar oportunidad de defenderse a los acusados (SUETONIO, ibid.
29, 1-2; TÁCITO, Anales XI 2). A este respecto,
CORTÉS, Teoría, págs. 237 y 287-289, llega a unaconclusión muy interesante:
la crítica a Claudio como juez sin ley, que ya se insinuaba en los primeros
capítulos, pasa a ser en toda la segunda parte de la Apocolocintosis el motivo
principal de la sátira; la arbitrariedad de Claudio es censurada ya en la
primera intervención conservada de la asamblea de los dioses, expresamente, y
posteriormente aludida con frecuencia, satirizada y vuelta al final contra él
mismo. Todo ello constituye un sostenido ataque al
incompetente Claudio, el necio que jugaba a juez con resultados devastadores:
Séneca los sufrió largo tiempo. 64 Una nueva cita de HOMERO (Ilíada 1 591),
seguida de una mención a otro pasaje del mismo (ibíd. XV 18-24). 65 El padre de Mesalina, Mesala Barbato, era primo de Claudio
(SUETONIO, Claudio 26, 2). 66 Claudio retrasaba la condena de Mesalina,
pero Narciso, temiendo que llegara a perdonarla, se adelantó e hizo matar a su
rival en el dominio sobre el emperador; éste, al conocer la noticia, no se
inmutó (cf. TÁCITO, Anales XI 37-38), incluso la olvidó y, cuando más tarde se
disponía a cenar, se extrañó de que no estuviera presente su esposa (SUETONIO,
Claudio 39, 1). 67 Gayo César Calígula obligó a Marco Junio Silano, padre de su
primera mujer, a darse muerte
Lucio Anneo Séneca
32
(SUETONIO, Calígula 23, 3); Claudio hizo matar a Apio Silano, su suegro al ser
padrastro de Mesalina (SUETONIO, Claudio 37, 2), y a Gneo Pompeyo Magno, hijo
de Marco Licinio Craso Frugi y Escribonia,yerno suyo por su matrimonio con
Antonia, su hija mayor (DIÓN CASIO, LX 5, 8-9; SUETONIO, ibid. 29, 2; TÁCITO,
Historias I 48, 1). 68 Prohibición que confirma SUETONIO,
Calígula 35, 1. 69 El texto de los manuscritos, evidentemente corrompido
(tristionias assarionem), ha resistido todos los intentos que se han hecho para sanarlo (cf. RONCALI, L. Annaeus, págs. 17
y 31-32). 70 Como
Claudio, cf. 1, 1 y n. 3. 71 Con la propuesta de Augusto, expresada con
un léxico técnico que le da mucha verosimilitud, Séneca se concede el placer de
lanzar sobre Claudio una sentencia perentoria de destierro, que además se
cumple de manera fulminante, sin esperar los plazos que se marcan en ella; el
encargado de ejecutarla es Mercurio, llamado Cilenio por haber nacido en el
monte Cileno, en Arcadia. 72 De nuevo Séneca cita a CATULO (3, 12) dando a sus
palabras una intención que no tenían: en el contexto original el lugar del que
no se regresa es precisamente el infierno; Séneca, en cambio, lo dice del
cielo, para subrayar la condición de falso dios de Claudio y la inversión de su
apoteosis, pues no saldría del cielo si lo fuera verdadero ni descendería a los
infiernos llevado, bruscamente, por Mercurio, el guía habitual de las almas
muertas (cf. CORTÉS, Teoría, págs. 243-244). 73 73 En dirección al Campo de
Marte (donde se creía que había una entrada a los infiernos, en el paraje
llamado Terento), la misma que lleva el cortejo de Claudio para proceder a la
cremación del
cadáver en laspiras allí instaladas (cf. GIL, Séneca, pág. 189). 74 Los
funerales de Claudio fueron efectivamente magníficos (cf. TÁCITO, Anales XII
69); de la pompa que los rodeó Séneca destaca la multitud de músicos presentes,
para poder exagerar irónicamente: el estruendo que producían era audible no ya
para el Claudio espectador de su propio entierro, sino incluso para el
realmente muerto que iba en él. 75 Expresión proverbial (OTTO, Sprichwörter,
núm. 1592) que emplea el jurista redivivo para dar a entender que la muerte de
Claudio ha acabado con esa continua Saturnal que fue su reinado (cf. n. 42),
una permanente inversión del orden natural en la que la ley y sus conocedores
se veían despreciados por el juez Claudio (SUETONIO, Claudio 14), mientras él,
en cambio, se dejaba dominar por los abogados, que lo trataban con humillante
familiaridad (SUETONIO, ibid. 15, 3), obligándole a escuchar sus teatrales
intervenciones llenas de recursos efectistas, como el llanto fingido. Pero ahora Agatón (personaje por lo demás desconocido) y sus
colegas lamentan de verdad la muerte de su valedor, con quien habían adquirido
poder y riquezas (cf. TÁCITO, Anales XI 5-7). 76 Éste es el único
ejemplo conocido de una nenia (por más que burlesca), el planto o himno funeral
que acompañaba algunos entierros, como
el que entonó en las exequias de Augusto un coro de jóvenes patricios (SUETONIO, Augusto
100, 2). Parece ser que estos cantos combinaban el lamento por el muerto,
invitando a llorar por él,con sus alabanzas (cf.
CICERÓN, Sobre las leyes II 62). Ambas cosas hace Séneca, sobre todo se
extiende en los elogios, que sólo lo son aparentemente, pues en realidad
encubren un resumen de las criticas y ofensas que
hasta el momento han caído sobre Claudio, y añaden otras nuevas, con una ironía
que va progresivamente destapándose hasta terminar en una clara burla. Es
probable, pues, que Séneca parodie la forma y el contenido de los lamentos
fúnebres tradicionales (cf. CORTÉS, Teoría, págs. 251-254), pero nada se
puede decir en cuanto al metro, por lo que antes dije; el anapesto es familiar
a Séneca, que lo utilizó en sus tragedias: esta nenia guarda paralelismo con
alguna de ellas, Hércules loco principalmente (cf. WEINREICH, Senecas
Apocolocyntosis, págs. 113-120). 77 El enfrentamiento entre los partos
(llamados también medos o persas) y los romanos, ya tradicional (cf. Helvia n.
36), no se interrumpió bajo Claudio (TÁCITO, Anales XII 44-51), pero él no
participó ni de lejos en ninguna escaramuza contra esos expertos jinetes
armados de arcos, cuya táctica más repetida consistía en fingir la retirada dando
la espalda al enemigo para luego caer sobre él repentinamente. 78 Claudio sí
intervino en la expedición contra Britania (cf. Introducción a las
Consolaciones 2.1. y n. 32): cruzó el Canal, pero no trabó batalla de
importancia contra esos guerreros que se teñían o tatuaban la piel de azul (cf.
CÈSAR, Guerra de las Galias V 14, 2), no sus escudos, como dice Sénecade los
brigantes, una tribu britana (TÁCITO, Agrícola 17, 1). 79
Minos, uno de los tres jueces infernales; en vida fue rey y legislador de
Creta, llamada por Homero hecatómpolis (Nada II 649). Lejos
de ceder el puesto a Claudio, lo que harán los jueces subterráneos será
condenarlo severamente. 80 La invitación al llanto, que al principio era
general, ahora se dirige a los únicos que realmente pueden afligirse por la
muerte de Claudio: abogados, poetas de corte y jugadores. Es
la primera vez que se alude a la
Lucio Anneo Séneca
33
afición grandísima de Claudio por los dados (SUETONIO, Claudio 33), que se
volverá contra él al final de la pieza. 81 Heraldo de
Agamenón; su nombre, por antonomasia, vale por «mensajero»; el de los dioses es
Mercurio. 82 Esta vía no está localizada con exactitud; según Séneca,
pasaba cerca del Terentum (cf. n. 73), al noroeste del Campo de Marte. 83
Encargado de la correspondencia imperial (ab epistulis); aunque murió poco
después que Claudio, según ya se ha dicho, ha llegado antes a los infiernos
porque escogió el camino más corto: se suicidó cuando se hallaba en el
balneario de Sinuesa aliviándose de la gota que padecía (TÁCITO, Anales XII
66), por mandato de Agripina, que quería deshacerse de él molesta por su
fidelidad a la memoria de Claudio y a su legítimo descendiente, Británico. Esa
lealtad es la que hace a Narciso poner inconscientemente el dedo en la llaga al
interpelar a los recién llegadosllamándolos «dioses» a los dos. 84 Séneca
utiliza esta cita (HORACIO, Odas II 13, 34) que describe al perro Cérbero más
monstruoso si cabe: de este guardián del reino de Dite (Plutón) se dice normalmente
que tiene tres cabezas (cf. el propio HORACIO, Odas II 19, 31-32). 85 Con estas
palabras, durante las ceremonias de culto a Isis y Osiris, los iniciados
proclamaban su alegría por el reencuentro con el dios; aquí acogen a Claudio
los ajusticiados por él, contentos de poder vengarse al fin. 86 Mesalina,
enamorada de él, lo convenció para conspirar contra Claudio, pero además,
aprovechando una ausencia de éste, se casó públicamente con él (SUETONIO,
Claudio 26, 2). Claudio la condenó a muerte (cf. n. 66),
junto con Silio y otros, acusados de complicidad (TÁCITO, Anales XI 12 y
26-36). Algunos de los mencionados aquí lo son también por los
historiadores: Junco Vergiliano, Sexto Traulo Montano, Saufeyo Trogo, Vetio
Valente; los demás, Marco Helvio, Cota y Fabio, son desconocidos. 87
Sardónicamente Séneca aduce la estética como la razón que indujo a Claudio
a acortar la talla de Mnéster, quitándole la cabeza. En realidad, este actor de pantomimas, el favorito del público y los emperadores ya desde
Calígula (cf. SUETONIO, Calígula 55, 1), había sido uno de los amantes de
Mesalina y fue condenado al tiempo que ella, no sin cierta renuencia por parte
de Claudio (TÁCITO, Anales XI 36; DIÓN CASIO, LX 31, 5). 88 Polibio es
suficientemente conocido (cf. notas 30 y 31 de laIntroducción a las
Consolaciones), Harpócrates menos (SUETONIO, Claudio 28); Mirón, Anfeo y
Feronacto son para nosotros sólo nombres (y aun el último dudoso, cf. RONCALI,
L. Annaeus, pág. 22). 89 Ambos prefectos del pretorio; del primero se sabe que Claudio lo mandó
matar inducido por Mesalina, temerosa de que Catonio revelara al emperador los
pasos en que ella andaba (DIÓN CASIO, LX 18, 3). Se ignoran
las circunstancias de la muerte de Rufrio Polión, que había obtenido de Claudio
algunas prerrogativas (DIÓN CASIO, ibid. 23, 2). 90 Pedón Pompeyo es
desconocido; de Asinio Céler sólo tenemos la confirmación de su consulado
(FRONTINO, Tratado sobre las aguas II 102, 7); Saturnino Lusio y Cornelio Lupo,
los dos cónsules suplentes, fueron condenados por las acusaciones de Publio
Suilio (cf. TÁCITO, Anales XIII 43), el delator del que se valía Mesalina es
ocasiones como ésta. 91 Ya mencionados casi todos: Julia Livila (hija de
Germánico) y Julia (hija de Livila); Lucio Silano (prometido de Octavia) y Pompeyo
Magno (marido de Antonia); Apio Silano (padrastro de Mesalina) y Craso Frugi
(padre de Pompeyo, por tanto, más bien consuegro); por último, el plural
«suegras» añade a Escribonia (con la misma salvedad, al ser la madre de
Pompeyo) la única novedad, aunque no se dice su nombre: Domicia Lépida, madre
de Mesalina, ejecutada a causa de los celos de Agripina (cf. TÁCITO, Anales XII
64-65). 92 La fórmula en los filósofos habitualmente es «todo lleno de dioses»
(cf. EPICTETO, Diatribas III3, 15; ARISTÓTELES, Sobre el alma 411a 8); por una
vez la palabra «dios» no se ha sustituido por «tonto», puesto que es éste el
que pronuncia la frase, confundiendo los motivos de la alegría con que lo han
recibido ésos de los que sólo él ignora cómo han muerto. 93 Otro juez en los
infiernos, a pesar de lo cual aplica leyes terrenales, como la lex Cornelia de sicariis et ueneficiis,
que Sila promulgó en el año 81 a. C.; por lo demás, el juicio contra Claudio es
una parodia de los formalismos corrientes
en los tribunales romanos. 94 HOMERO, Ilíada IX 385. 95 Personaje que menciona
escuetamente TÁCITO, Anales III 49 y VI 45, sin decir nada de su amistad con
Claudio ni que fuera, como él, tartamudo; esta cualidad lo hace irónicamente
ideal para defenderlo. 96 Éaco prescinde de la ley Cornelia y aplica la norma
del ojo por ojo, habitual en los juicios infernales (cf. ARISTÓTELES, Ética
Nicomáquea V 3, donde comenta este verso de Hesíodo que cita, cambiando la
persona a segunda, el juez; también SÉNECA, Hércules loco 734-738); empieza por
hacer a Claudio víctima
de la arbitrariedad que él mostraba en sus juicios y así Éaco, cometiendo una
injusticia, hace sorprendentemente justicia. 97 La propuesta es que Claudio
sustituya a alguno de estos célebres condenados:
Sísifo que acarrea una y otra vez su piedra, Tántalo que ve cómo se alejan agua
y alimento cuando quiere alcanzarlos, e Ixión atado a una rueda enperpetuo
movimiento. No prospera, pero la tarea absurda que se impone a Claudio recuerda
la de Sísifo y más aún la que realizan las Danaides, condenadas para siempre a
llenar de agua un tonel desfondado. 98 Calígula, que
no fue divinizado, se halla lógicamente en los infiernos; Séneca lo hace
intervenir únicamente para poder humillar aún más a Claudio: ni siquiera va a
contar con el flaco consuelo de ver su nombre incluido, ya que no en las
Metamorfosis, en la relación de condenados famosos, al quedar anulada la
sentencia en virtud de la reclamación de Calígula, que se basa en el papel,
impropio de un hombre libre, de bufón bobo que Claudio desempeñó en su corte,
donde era víctima de malos tratos, vejaciones y golpes (SUETONIO, Claudio 8 y
38, 3; Nerón 6, 2). 99 La degradación de Claudio llega rápidamente al final:
sus amos se deshacen de él sin tardanza, y acaba siendo esclavo de un esclavo
manumitido, a las órdenes de un liberto, como en vida le pasaba (SUETONIO,
Claudio 29, 1); también como en vida continuará ligado a los tribunales, pero
no en el puesto principal que solía ocupar, sino en uno ínfimo, subalterno y
meramente burocrático, adjunto a cognitionibus. Así remata Séneca su venganza,
dado que su condena al destierro se produjo en virtud de uno de esos procesos
judiciales sumarios clasificados como indagaciones, y ahora Claudio
se verá reducido a ponerlas por escrito (cf. E. BICKEL, «Der Schluss der
Apocolocyntosis», Philologus 77 (1921), 219-227).