Un púlsar es una
estrella de neutrones que emite radiación periódica. Los
púlsares poseen un intenso campo
magnético que induce la emisión de estos pulsos de
radiación electromagnética a intervalos regulares relacionados
con el periodo de rotación del
objeto.
Las estrellas de neutrones pueden girar sobre sí mismas hasta varios
cientos de veces por segundo; un punto de su superficie puede estar
moviéndose a velocidades de hasta 70.000 km/s. De hecho, las estrellas
de neutrones que giran tan rapidamente se expanden en su ecuador debido
a esta velocidad vertiginosa. Esto también implica que estas estrellas
tengan un tamaño de unos pocos miles de metros, entre 10 y 20
kilómetros, ya que la fuerza centrífuga generada a esta velocidad
es enorme y sólo el potente campo gravitatorio de una de estas estrellas(dada su enorme densidad) es capaz de evitar que se
despedace.
El efecto combinado de la enorme densidad de estas estrellas con su
intensísimo campo magnético (generado por los protones y
electrones de la superficie girando alrededor del centro a semejantes
velocidades) causa que las partículas que se acercan a la estrella desde
el exterior (como, por ejemplo, moléculas de gas o polvo interestelar),
se aceleren a velocidades extremas y realicen espirales cerradísimas
hacia los polos magnéticos de la estrella. Por ello, los polos
magnéticos de una estrella de neutrones son lugares de actividad muy
intensa: emiten chorros de radiación en el rango del radio, rayos X o rayos gamma, como si fueran
cañones de radiación electromagnética muy intensa y muy
colimada.
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