EL OSO HORMIGUERO Y EL ZORRO
(Gabriela Mistral)
Paseando por los bosques, un día el Zorro se encontró con un Oso
Hormiguero, a quien saludó burlonamente:
-¡Hola compadre, vaya que hocico tan ridículo tienes y que boca
tan pequeñita!, supongo que con ella no podras disfrutar del
sabor de las frutas y de la carne como lo hago yo!. ¡Y esas garras tan
grandes y para atras, de qué te pueden servir, ja, ja, ja!. A mí en cambio la naturaleza me ha premiado, tengo
un cuerpo esbelto y soy muy astuto.
El Oso Hormiguero no le hizo caso y siguió su camino
tranquilamente.
Pasó el tiempo y se presentó una gran sequía, las frutas
se hicieron muy escasas, tampoco había animales pequeños que
pudieran servir de alimento al Zorro, quien flaco y desfalleciente caminaba por
el campo cuando nuevamente se encontró con el Oso Hormiguero el mismo
que se encontraba gordo y lleno de vida. Sorprendido el Zorro
lo saludó y preguntó.
¡Dime compadre como
haces para lucir tan bien
El Oso Hormiguero le contestó:-Estas garras que tu dices inservibles me
sirven para romper el muro de las termitas y dentro de esta trompa que a ti te
parece ridícula, tengo una lengua tan larga que me permite llegar a la
profundidad de los nidos y comer los sabrosos y nutritivos comejenes, ellos
nunca faltan pues como tu debes saber se alimentan de madera seca.
El Zorro quedó mudo de la explicación, el Oso
Hormiguero continuó su camino tranquilamente.
EL ASNO Y EL COCHINO
(Félix María de Samaniego)
Envidiando la suerte del
Cochino,
un Asno maldecía su destino.
«Yo, decía, trabajo y como
paja
él come harina, berza, y no trabaja:
a mí me dan de palos cada día;
a él le rascan y halagan a porfía.»
Así se lamentaba de su suerte;
pero luego que advierte
que a la pocilga alguna gente avanza
en guisa de matanza,
armada de cuchillo y de caldera,
y que con maña fiera
dan al gordo Cochino fin sangriento,
dijo entre sí el jumento:
Si en esto para el ocio y los regalos,
al trabajo me atengo y a los palos.