Nuestro sistema educativo tiene muy claro sus
objetivos.
La reforma al artículo 122 constitucional, la presentación del
último informe Pisa, la tradicional discusión presupuestal anual
en la materia y la inopinada convocatoria del SNTE a una jornada nacional para
exigir mas dinero a lo que ellos llaman educación, colocaron a
finales del año pasado el tema de la relación entre gasto
educativo, rendimientos escolares e indicadores de desarrollo nacional, en un
lugar muy destacado de la verdadera agenda nacional, aunque se haya perdido,
como tantas otras cosas, entre el ruido mediatico y la confusión
intelectual que parecen ser ya el orden natural de las cosas en México.
Casi al mismo tiempo, la Escuela de Graduados en Educación de la
universidad de Harvard, organizó un seminario con académicos y
funcionarios mexicanos sobre los desafíos de la educación
mexicana en el siglo XXI en el que una versión inicial de este texto fue
presentada- para discutir precisamente los problemas reales de la
educación y en el cual este fue un aspecto central: al menos por
ahora, la educación mexicana no necesita mas recursos sino una
reestructuración radical de la forma en que esta organizada la administración
educativa y en cómo se ejerce el gasto educativo.
La hipótesis preliminar podría ser formulada de la siguiente
manera: en las últimas dos décadas, el gasto educativo en
México público y privado- ha aumentado de manera importante y
consistente, tanto en términos absolutos como enproporción del
Producto Interno Bruto ; sin embargo, este incremento no ha tenido un impacto
directamente proporcional en la calidad de la educación, en el ingreso
per capita, en la productividad laboral o en las evaluaciones
internacionales, entre otros indicadores. La consecuencia es que, al menos
hasta ahora, el crecimiento en el gasto educativo mexicano no necesariamente
esta teniendo un efecto positivo para lograr una mejor educación
ni una menor desigualdad, y, por lo tanto, antes de gastar mas
habría que revisar y modificar la composición y la
orientación de ese gasto en los próximos años. En suma,
mover el eje de la política pública del gasto educativo de las acciones y
objetivos a los mejores resultados.
Educación en México ¿Gastar mas o invertir mejor?
1. Las preguntas
Hay cuatro preguntas basicas:
¿Por qué si México esta gastando mas en
educación, los indicadores previsibles no han aumentado en consonancia?
Tal como esta, ¿la
integración de ese gasto es suficientemente eficiente como para mejorar los indicadores?
¿Cuales son algunas de las razones que explican esa aparente
disfunción entre gasto y resultados?
¿Cuales pueden ser algunas posibilidades de corregir esa
situación?
2. Los avances en la educación mexicana
En el ciclo escolar 2003-2004, México gastó en educación
7.1 del PIB, lo que significa casi 2.5 puntos porcentuales mas que en
1980 ; de esta cifra, el gasto público aumentó, en ese mismo
lapso, de 4.33% a 5.56%, y el privado de 0.32% a 1.52%, es decir,cinco veces
mas que hace 23 años. Tan solo en los últimos años,
México destina un 19% mas en términos reales al gasto
educativo que en el año 2000.
Por su parte, el gasto que las familias dedican a la educación
(útiles, transporte escolar, etc.) que era del 2% de sus gastos en 1977
ascendió al 10% en 2002, unas cinco veces mas. El gasto por
alumno también creció 15 veces en ese tiempo, si bien partiendo
de una base muy baja, y el salario magisterial, medido en número de
veces el salario mínimo general vigente en ciudad de México,
mas que se duplicó en la última década.
México ocupa ahora mas de 1.6 millones de maestros, el doble que
en 1980. Buena parte de estos indicadores permitieron que la matrícula del sistema escolarizado
se incrementara de 21.5 millones de alumnos en 1980 a casi 32 millones en la
actualidad. En parte gracias a ese esfuerzo combinado, los indicadores
tradicionales mejoraron en estas dos décadas. El promedio de escolaridad
de la población de 15 años y mas subió de 4.6 a 8
años, el analfabetismo bajó de 17% a 8.3%, y la eficiencia
terminal aumentó en primaria al 90.6% y en secundaria al 80.3%. La
deserción y reprobación en primaria también disminuyeron
considerablemente: a 1.3 y 4.8 % respectivamente, o sea, tres y dos veces menos
que hace diez años. En secundaria también se redujeron tales
indicadores aunque mas ligeramente.
Por su parte, el gasto que las familias dedican a la educación
(útiles, transporte escolar, etc.) que era del 2% de susgastos en 1977
ascendió al 10% en 2002, unas cinco veces mas. El gasto por
alumno también creció 15 veces en ese tiempo, si bien partiendo
de una base muy baja, y el salario magisterial, medido en número de
veces el salario mínimo general vigente en ciudad de México,
mas que se duplicó en la última década.
México ocupa ahora mas de 1.6 millones de maestros, el doble que
en 1980. Buena parte de estos indicadores permitieron que la matrícula del sistema escolarizado
se incrementara de 21.5 millones de alumnos en 1980 a casi 32 millones en la
actualidad.
En parte gracias a ese esfuerzo combinado, los indicadores tradicionales
mejoraron en estas dos décadas. El promedio de escolaridad de la
población de 15 años y mas subió de 4.6 a 8
años, el analfabetismo bajó de 17% a 8.3%, y la eficiencia
terminal aumentó en primaria al 90.6% y en secundaria al 80.3%. La
deserción y reprobación en primaria también disminuyeron
considerablemente: a 1.3 y 4.8 % respectivamente, o sea, tres y dos veces menos
que hace diez años. En secundaria también se redujeron tales
indicadores aunque mas ligeramente.
3. Los contrastes en la calidad educativa, el crecimiento y la productividad
Sin embargo, aun cuando tales datos son relevantes, cuando se examinan a la luz
de las mediciones educativas internacionales, por ejemplo los estudios PISA y
Education at a Glance 2004, de la OCDE, o bien cuando se contrastan con los
niveles de crecimiento del producto, el ingreso de las personas, la
productividadlaboral y, en general, la competitividad de México , no se
encuentran evidencias de que la mayor aplicación de recursos a la
educación hayan tenido una incidencia significativa sobre estas
variables económicas .En contra de ese argumento podría decirse
que las reformas educativas o la inversión creciente arrojan resultados
solo hasta después de cierto tiempo, quiza una generación
o dos. El razonamiento sería valido si advirtiéramos
mejoría en los indicadores de calidad, pero éstos se han
mantenido constantes mientras el nivel de gasto, en cambio, aumenta
consistentemente. Visto así, el sentido común induce a formular
entonces una pregunta muy simple: ¿por qué si el gobierno y los
particulares estan gastando mas en educación, los
resultados son tan deficientes?
En conjunto, el problema desde luego es muy complejo como para entenderlo solo
a partir del gasto; incluye otros factores como la preparación de los
maestros, la cuestión de los contenidos, planes y programas, los modelos
educativos, los temas de equidad y calidad, y otras variables mas del
proceso educativo. Por lo tanto, decir que la ausencia de resultados es solo
consecuencia de un ejercicio ineficiente del gasto educativo sería
simplificar las cosas; pero negar que, en toda política pública,
el manejo eficaz del gasto es un instrumento central, sería subestimar
la importancia estratégica que puede tener para mejorar en este caso la
educación .
El pensamiento convencional en México es decir, la demagogia o
laignorancia de legisladores, políticos, funcionarios educativos y
universitarios, periodistas y líderes sindicales- dice que a mayor
gasto, mejor educación, y la discusión tiende a centrarse solo en
ese punto. Pero el problema es mas sofisticado.
En 1994, México gastaba en educación, como proporción del
PIB, 5.4%, una cifra muy cercana al promedio de los países de la OCDE,
que era entonces de 5.9%, y mas o menos lo mismo que gastaba Irlanda
(5.6%) o Chile (5.7%). Pero al revisar los datos como
gasto por alumno, México estaba, como
consecuencia del
alto crecimiento demografico, muy por abajo. Mientras México
gastaba menos de 5 mil dólares anuales por alumno de educación
superior, el promedio de la OCDE era de 8, 134 dólares, Chile
invertía 8,436 y Corea 5, 203. Diez años después, el gasto
educativo mexicano había subido a 7.1 % del PIB, uno de los mas
altos entre los países de la OCDE. En principio, se supone que es un
buen nivel de gasto y que, teóricamente, debiera arrojar buenos
resultados.
Pero cuando se comparan los datos de lo que se gasta contra los resultados de
las evaluaciones internacionales, las cosas se vuelven particularmente
críticas. A pesar de que nuestro nivel de gasto es comparable al de
Corea, Irlanda o la República Checa, los resultados alcanzados por los
estudiantes mexicanos es tremendamente bajo. En un estudio reciente de la OCDE
entre 31 países, México ocupó el lugar número 30 en
comprensión de la escritura, en matematicas y en ciencias. En
cambio, Irlandaalcanzó el sitio número 5, Corea el 6 y la
República Checa el 19.
Ahora bien, si revisamos otros indicadores como crecimiento, ingresos o
productividad-, las cosas no cambian demasiado.Aunque existe una intensa
discusión acerca de qué tan fuerte es la relación entre
educación y crecimiento como lo mostró Lester Thurow en 1970 y
mas recientemente Alison Wolf y aceptando que no tengamos evidencia
empírica concluyente y generalizable, algunos economistas piensan que en
ciertos segmentos y para grupos específicos (por ejemplo, la
educación basica, o la intermedia de los hombres), sí hay
una conexión causal entre esas variables,
Si usamos al menos como hipótesis esa idea, lo que ocurre en
México es que, a pesar del aumento en el gasto, la baja calidad de la
educación ha sido un obstaculo al crecimiento y el producto por
habitante ha permanecido practicamente igual desde 1980 y, de hecho,
disminuyó 1% entre 2001 y 2003.
Algo parecido ocurre con la productividad laboral. Según la OCDE, el
aumento de riqueza de capital humano mediante la educación eleva la
productividad laboral, y, a su vez, el aumento de la productividad laboral ha
contribuido con al menos la mitad del crecimiento del PIB per capita en
la mayoría de los países de la OCDE en la última
década.
Pues bien, en el caso de México, a pesar del mayor gasto educativo y de los progresos
mencionados, la productividad laboral se ha estancado. Por ejemplo, en un
estudio sobre cuatro países, el PIB por habitante era mas o
menossimilar en 1921. En los siguientes 70 años, periodo que abarca el
estudio, Brasil y México tuvieron tasas anuales parecidas de crecimiento
de la productividad laboral -2.4%- y también malos resultados en
educación. Los otros dos, Japón y Finlandia, tuvieron en cambio
tasas de 5.6% y 4% anuales, respectivamente , e, igualmente, buenos resultados
educativos.
Es cierto que el crecimiento de la economía, de la productividad o del
ingreso no dependen exclusivamente de la educación sino también
de muchas otras variables económicas y políticas, como las crisis
recurrentes en América Latina; como también la calidad de la
educación y su rentabilidad social no dependen solo del volumen de gasto
que se aplica a educación. En ambos casos, en suma, una educación
de calidad como
un buen nivel de gasto, son condiciones necesarias pero no suficientes.
4. ¿Qué significan esas realidades y cómo explicarlas?
Mejorar la composición del
gasto educativo.
Una primera idea: México gasta mas en educación, pero no
gasta mejor.
Es la primera vez que el gasto educativo de México como
proporción del PIB es mas alto que el promedio de los
países de la OCDE y es uno de los 8 países en los cuales el gasto
creció mas rapido que el ingreso per capita.
Adicionalmente, el gasto educativo como
porcentaje del
gasto público total también es el mas alto entre los
países de la OCDE: mientras el promedio es de 12.7% en México es
de casi 25%. Sin embargo, y aquí radica una parte central del problema, la mayor
partedel presupuesto educativo, 97.2%, se va a gasto corriente en general, y,
de ese porcentaje, 93.6% tan solo a salarios. Como es obvio, esta distribución deja
muy escaso margen (apenas 2.8% vs. 8.4% de los demas países, en
educación basica) para inversión de capital. De continuar
la misma estructura de gasto, es decir, aumentos atados principalmente a gasto
corriente, no esta claro de dónde va a salir el financiamiento
adicional para destinarlo por ejemplo a programas especiales de calidad,
equidad y eficiencia de la educación.
Aunque las cifras son para la región, la CEPAL considera que para
alcanzar algunas de las metas educativas comprometidas en la Declaración
del Milenio, las cuales tienen que ver con cobertura o con eficiencia terminal,
los países de América Latina y el Caribe requeriran
recursos públicos del orden de 14 mil millones de dólares
adicionales por año durante los próximos 11 años.
Aún si, para el caso de México, hubiera una reforma fiscal que le
diera al estado mayores ingresos, con la misma composición del gasto educativo es
casi imposible que sirvan para esos objetivos.
El papel de la eficiencia terminal, la deserción y la reprobación
Segundo punto: la excesiva concentración del gasto educativo en el gasto
corriente, reduce el margen para introducir programas que mejoren mas
rapidamente los niveles de eficiencia terminal, deserción y
reprobación (sobre todo en secundaria) dando por resultado adicional,
pero no menos importante, un costo anual estimadoen unos 750 millones de
dólares. No solo por las economías que genere, sino
también por razones de eficacia, es indispensable corregir estas
desviaciones, para lo cual se necesitara profundizar en innovaciones o
programas compensatorios para los cuales tampoco parece haber espacio
presupuestal por ahora.
Una mejor micro planeación
Un tercer problema que impide el ejercicio eficiente del
gasto educativo tiene que ver con la subutilización de la
infraestructura física y humana del
sistema escolar, especialmente en las grandes zonas urbanas. A pesar de la
falta de información precisa, parece ser que el despoblamiento de los
centros de las ciudades, los movimientos migratorios internos y el
envejecimiento de la población en las zonas céntricas, han
provocado una distribución muy heterogénea de la utilización
de la planta física y docente instalada, con los consecuentes costos
presupuestales. Es decir, se estima que en las escuelas de esas zonas
podría haber hasta un 20% del personal docente que recibe un salario
pero no esta en activo, o sea, frente a grupo, y algunos estudios sugieren
que esa posible ineficiencia cuesta alrededor de 17 millones de dólares
anuales .
Pero ademas, otro claro ejemplo de desperdicio de recursos humanos y
financieros se encuentra en la formación de maestros. El costo promedio
de la formación de un maestro normalista de primaria y la de un egresado
de primaria o secundaria, según datos de hace unos años, era de
10 a 1 y de 6 a 1 respectivamente.Estas diferencias no obedecen, al parecer, a
que se gaste mas en la formación y actualización docente,
sino a la reducción de las matrículas en las normales federales
llevada a cabo para regular la oferta de los futuros maestros. El problema es
que en varias de estas escuelas la planta docente y administrativa se
dejó casi intacta.
En conclusión, ambos ejemplos muestran la urgente necesidad de mejorar
la microplaneación para facilitar un aprovechamiento mas
eficiente de esa infraestructura, incentivar la movilidad geografica de
los docentes y gastar mejor los recursos. Ésta, por cierto, es una de
las asignaturas pendientes de la descentralización.
Los salarios de los maestros y las distorsiones regionales
Un cuarto punto, sin duda sensible, es examinar si los maestros mexicanos
estan bien o mal pagados. Desde luego que todos quisiéramos que
estuvieran mejor pagados, pero un analisis minucioso muestra que la
respuesta no es esa, o, al menos, no es tan simple.
La cuestión puede plantearse así: a) los maestros reciben
salarios muy por encima de otros sectores; b) en comparaciones internacionales,
obtienen una valoración social y salarial decorosa; c) no rinden cuentas
de nada ni a nadie y su salario no tiene relación con su
desempeño; y d) por efecto de la descentralización, se ha
generado un desorden salarial atroz en los estados. Vayamos por partes.
A nivel federal es decir, sin contar lo que obtienen a nivel estatal- los
incrementos salariales de los maestros en los añosrecientes han sido muy
superiores a otros gremios y muy bien compensados respecto de la
inflación anual. En 1996, por ejemplo, obtuvieron 38.52% de aumento contra
una inflación de 27.70%; en 1997, 33% vs. 15.72%; en 1998, 27% vs.
18.61%; en 1999, 20% vs. 12.32%, y en el 2000: 15% de aumento contra una
inflación del 8.98%. Aunque algunos de esos incrementos probablemente
compensaron las altas inflaciones del pasado, lo cierto es que los maestros han
sido uno de los gremios mas beneficiados en términos reales .Pero
ademas, un estudio reciente ha probado que la relación entre
mejores salarios y buenos rendimientos escolares no es equivalente .Por
ejemplo, en México el salario de los maestros esta por encima del
ingreso del resto de las personas: 1.77 veces en primaria y 2.25 en secundaria;
mientras los maestros en EEUU percibieron en 1999 un salario de 25 mil 155
dólares ajustados, los mexicanos recibieron 13 mil 357, es decir, casi
la mitad de sus vecinos. Pero si se compara en función del
ingreso per capita del
total de la población, el maestro mexicano obtiene 1.7 veces y el
estadounidense solo 0.7 veces. En ese sentido, el estudio PISA 2000 muestra que
en salarios frente a ingreso per capita, el maestro mexicano de
secundaria esta en segundo lugar, pero sus alumnos en el sitio
número 21 en aprovechamiento. ¿Es esto un signo de eficiencia
magisterial? Desde luego que no. A lo anterior hay que añadir que una de
las distorsiones de la descentralización es que ha generado
unacompetencia perversa entre los estados en materia de negociaciones
salariales con el SNTE, pues, una vez acordado el aumento salarial nacional
cada año con el gobierno federal, el sindicato va a los estados a exigir
un incremento adicional a cargo de cada gobierno local. Por ejemplo, con cifras
de 2001 y es difícil conseguir las cifras integradas y actualizadas-, el
promedio de días pagados a los maestros de educación basica
en el país es de 466 al año. Es decir, ganan casi 16 meses de
salario por año, sin incluir otras compensaciones en monto fijo; su
carga de trabajo, según el Instituto Nacional de Evaluación
Educativa, incluye sólo, practicamente, sus horas frente a grupo,
y tienen al menos 90 días de vacaciones anuales. Pero ademas, las
diferencias de estado a estado son brutales. Entidades que aparecen en los
peores lugares en las evaluaciones, como Chiapas ó Oaxaca, pagan 448 y
465 días anuales, respectivamente; en cambio, otros como el DF que tiene
los mejores indicadores- paga unos 460 días al año, y otros
mas, en la mitad de la tabla, como Colima, pagan 515 días al
año. De no corregirse estas tendencias y establecer una política
salarial común, las finanzas públicas estatales entraran
al ya extenso catalogo de la crisis fiscal mexicana en muy corto plazo,
el gasto corriente seguira creciendo, no habra margen para
invertir en la calidad de la educación y México continuara
con los pésimos indicadores de ahora.
5. Algunas conclusiones preliminares
Es ya un lugar comúnasegurar que el papel de la educación en el
desarrollo integral y sostenido de un país es crucial. Mas
alla de las permanentes aportaciones teóricas y empíricas,
los nuevos hallazgos tanto sobre el capital humano y la productividad, como de
la relación entre educación y distribución del ingreso y
su rentabilidad social y privada, lo cierto es que una educación de
calidad es un fin en sí mismo por ser parte fundamental de los
satisfactores de vida de una sociedad. Por lo tanto, es evidente que, para
alcanzar ese objetivo, es indispensable tener claro que la correlación
entre inversión y calidad puede ser fuerte, pero no absoluta y plantea,
en consecuencia, la necesidad no solo de invertir mas sino, sobre todo
de invertir mejor, mejorar la gestión y optimizar los recursos
adicionales. ¿Cómo hacerlo? Me limito solamente a enunciar
algunas ideas que debemos investigar y desarrollar en el futuro y probar su
eficacia.
a) El diseño y la ejecución del gasto educativo debe cambiar de un
enfoque esencialmente económico y demografico a otro que se mida
a partir de los resultados que se pretenda alcanzar. Es decir, ya no es
suficiente con plantearse los incrementos presupuestales solo a partir de los
indicadores económicos usuales (como crecimiento estimado,
inflación, etc.) o de las necesidades de cobertura, sino que debieran ir
asociados a objetivos multianuales, concretos y medibles, de calidad,
eficiencia y equidad. Mientras no se tenga claro a dónde se quiere
llegar en el mediano plazo,puede incluso resultar irresponsable asignar el
gasto de manera creciente en la forma tradicional. En otras palabras, antes de
echarle mas recursos a un saco medio roto, debemos remendar el saco.
b) Una evaluación rigurosa, independiente y oportuna es crucial en el
logro de objetivos educacionales de mediano y largo plazo. Es un avance la
creación del INEE, pero no sera suficiente si no produce
también una especie de Sistema Nacional de Indicadores de Calidad y de
Eficiencia, que permita saber con la mayor precisión el estado de la
educación por entidad, municipio, zona o distrito escolar, y escuelas,
así como una rendición de cuentas. Esto tendra sentido
tanto para la confección de los presupuestos como para una buena microplaneación,
una adecuada asignación de los recursos, o el estímulo a una
cierta competencia saludable entre estados y entre centros escolares que sea,
desde luego, recompensada.
c) El contexto educativo en el país es ciertamente asimétrico y
diverso. Por ello, parece indispensable desarrollar una nueva
metodología nacional, con razonable consenso, para la
microplaneación regional que incluya no solo los factores cuantitativos como hasta ahora
(estadísticas basicas, inscripciones anticipadas, obra
pública, etc.), sino que vaya asociada a algunos elementos de calidad,
eficiencia y equidad.
d) La anarquía salarial debe ser urgentemente corregida. Allí hay
un margen presupuestal que podría ser invertido en los programas de
calidad, pero solo en la medida en quese produzca una política salarial
común que reconozca desde luego las disparidades regionales, pero fije
criterios de convergencia que eviten la competencia perversa que hoy se da en
la asignación de salarios y prestaciones al personal docente y
administrativo, así como ciertas obligaciones de rendición de
cuentas que compense y beneficie a los buenos maestros. Obvio es decir que no
basta con que dicha política tenga algún tipo de respaldo
legislativo en los presupuestos anuales, sino también un consenso
político que fortalezca a los gobiernos o entidades débiles
frente a las presiones sindicales.
e) Asociado con lo anterior, la descentralización educativa no
estara completa mientras no incluya una descentralización gremial
que mueva hacia los gobiernos estatales la titularidad de la relación
laboral. Es verdad que puede parecer contradictorio con la idea anterior en la
que subyace una especie de frente común entre gobiernos estatales- pero
es preferible negociar con cada sección estatal que con el peso
abrumador del sindicato nacional mas
grande y poderoso del
país. Por supuesto, esto implica que las aportaciones sindicales que hoy
hace directamente el gobierno federal al SNTE (alrededor del
1.5% del sueldo mensual del trabajador educativo) sean transferidas
a las secciones para ir desarmando una de las fuentes de poder corporativo
mas importantes.
f) El papel de los gobiernos estatales es clave en la ejecución de una
mejor inversión educativa. Los gobiernos federal yestatales debieran
acordar anualmente la integración de una especie de bolsa o fondo presupuestal
destinada exclusivamente a hacer inversión de capital en temas de
calidad y que esté asociada a dos variables. Una es el desempeño
que muestren los centros escolares de cada estado y municipio en determinados
indicadores, de forma tal que sean premiados los esfuerzos que cada entidad
haga e incentivada la competencia entre estados. Y la otra consiste en fijarles
a los estados un mínimo porcentual creciente que los estados asignen de
sus presupuestos a programas de calidad y eficiencia. Esto podría
alentar a los gobiernos locales a hacer sus propios esfuerzos presupuestales y
a asumir la administración de la educación basica no como una carga financiera y política como ocurre hoy- sino como un area de oportunidad para la
competitividad de sus estados y el logro de menores desigualdades.
g) Finalmente esta el controvertido tema de los bonos educativos. Son de
tal magnitud las complejidades y limitaciones del sistema educativo mexicano, que son
crecientes las voces que opinan que debiera modificarse la dirección en
que se invierte el gasto educativo. En otras palabras, en lugar de transferir
recursos públicos a la oferta dirigirlos a la demanda mediante un
mecanismo de bonos o vouchers que permitan a los padres de familia la libre
elección de la escuela donde quieren que estudien sus hijos. En
principio, parecería que este sistema alentaría una competencia
entre escuelas por atraer masestudiantes a partir de su calidad o éxito
escolar, y que crearía las condiciones para la expansión de un
mercado privado de la educación en ciertos niveles. Es un tema que
habra que explorar y estudiar con mas detenimiento, pero la idea
ya esta presente.
Es evidente que el profesor es el blanco de las críticas respecto a los
bajos resultados obtenidos en el proceso educativo en nuestro país y que
en muchas ocasiones la preparación o formación de los mismos deja
mucho que desear. Por un lado las instituciones formadoras del profesorado no
alcanzan una calidad educativa aceptable y por otro lado los docentes una vez
establecidos en sus centros de trabajo se olvidan de la importancia que tiene
la actualización Docente continua.
Por todo esto se hace indispensable la concientización del profesorado
en general, respecto a el papel tan importante que juega en la formación
de los educandos y de la misma sociedad, y de la responsabilidad que su
actividad implica.
Por otro lado se hace necesario el diseño de un programa de
formación permanente que permita mejorar el proceso de enseñanza
aprendizaje, en los que se tendrían que incluir laboratorios de
docencia, talleres, cursos, seminario, entre otras.
Por último considero que se debe formular un programa que en verdad
estimule el desempeño, la formación y la actualización del
docente, de una forma económica y no como los programas que existen
actualmente que como todos sabemos existen fallas de diseño y
aplicación de los mismos.