Complejidad y Psicología Social de las
Organizaciones
Universidad de Oviedo
En este trabajo presentamos la complejidad (no linealidad, caoticidad,
autoorganización, fractalidad…) como una perspectiva
epistemológica emergente, nueva y alternativa respecto a un viejo
paradigma reduccionista y simplificador. De acuerdo con esta perspectiva,
trataremos de mirar las organizaciones laborales desde la complejidad, esto es,
viéndolas como
Sistemas Adaptativos Complejos (SAC). Finalmente, ofrecemos una síntesis
de las aplicaciones de la complejidad a la Psicología Social de las
Organizaciones. Complexity and social psychology of organizations. This article
presents complexity (nonlinearity, chaos, self-organisation, fractals…)
as a new and emerging epistemological paradigm, an alternative to an old,
simpler, and reductionist paradigm. According to this point of view, we try to
view work organizations as complex adaptive systems (CAS). Lastly, we offer a
review of the literature on the applications of complexity to Organizational
Social Psychology.
De acuerdo con Munné (1994, 2004, 2005), diremos que la realidad ha
resultado ser mas compleja de lo que creíamos, y que no es
posible aprehender esta realidad con una forma de pensar basada en la
simplificación. Para comprender y
analizar adecuadamente el comportamiento humano es preciso estudiarlo en toda
su complejidad, por lo que resulta necesaria una nueva perspectiva alejada de
explicaciones lineales y reduccionismos simplificadores. Hemos de atrevernos,
endefinitiva, a superar el parsimonioso paradigma positivista-cartesiano con
una nueva perspectiva: la complejidad, perspectiva desarrollada en las ciencias
físicas y biológicas, y que esta penetrando, cada vez con
mayor profundidad, en unas ciencias sociales históricamente fascinadas
por las ciencias de la materia inerte, y que cada vez dirigen mas su
mirada, para el desarrollo de hipótesis y metaforas, a las
ciencias de la vida (Byrne, 1998; Elliot, 1997; Holland, 1995, 1998). El
paradigma de la complejidad se articula en torno a cuatro perspectivas
teóricas relativamente recientes (últimas décadas del siglo XX):
caoticidad, borrosidad, catastrofismo y fractalidad. Desde esta perspectiva, el
mundo ya no se ve como una colección de objetos, sino, por el contrario,
como una compleja red de elementos relacionados, como una compleja red de nudos
entrelazados e interconectados entre sí por «tramas de
hilo», pues, como nos recuerda Munné (2005), complejidad procede
de complexi (entrelazar) y complexus (red). El comportamiento humano, como comportamiento
complejo que es, se definiría por las complejas relaciones entre
componentes (Capra, 1996, 2003), relaciones consideradas secundarias desde una
perspectiva mecanicista.
El paradigma de la complejidad, gracias a su perspectiva holística,
constituye una descripción mas completa de los procesos
psicosociales, así como nos permite una comprensión mas
profunda, un mejor analisis y una mas adecuada
generalización de éstos (Jackson, 2005). También nos
ofrece la posibilidad de replantear y resituar nuestras investigaciones en un
marco teórico mas amplio capaz de envolver e integrar otras
perspectivas anteriores, proporcionandonos un tejidoexplicativo
mas rico, mas y mejor hilvanado. Asimismo, la complejidad nos
ofrece potentísimas metaforas para la formulación de
hipótesis de trabajo. Este paradigma constituye, por todo ello, una
oportunidad para la Psicología Social de las Organizaciones, al
ofrecernos una perspectiva mas adecuada para aprehender el
comportamiento organizacional, ayudandonos a comprender cómo
cambia éste en el tiempo (el tiempo es una variable central para este
nuevo paradigma), cómo unos fenómenos influyen en otros
aparentemente lejanos; cómo se dan drasticos momentos y
situaciones, excepcionalmente destacados en cursos de tiempo mas
estables; cómo el cambio provoca estabilidad; cómo ciertos
patrones de comportamiento tienden a repetirse, otorgando identidad a
individuos y grupos; o cómo la repetición similar, nunca
idéntica, provoca cambios cualitativos. Nuestro objetivo con este
trabajo es presentar la complejidad como una
perspectiva prometedora en Psicología, así como exponer una síntesis de las
investigaciones aplicadas a la Psicología Social de las Organizaciones
desde esta perspectiva. ¿Qué entendemos por complejidad? De
acuerdo con Munné (2005), por complejidad entendemos un conjunto de
propiedades cualitativas de los fenómenos y procesos que constituyen la
realidad, propiedades cualitativas propias de sistemas que interaccionan entre
sí, propiedades que caracterizan y nos permiten describir el estado de
sistemas abiertos como
los «Sistemas Adaptativos Complejos». Entre estas propiedades
complejas destacamos las siguientes: no linealidad, equilibrios in-
Fecha recepción: 30-5-06 • Fecha aceptación: 7-12-06
Correspondencia: Juan Pastor Martín Facultad de Psicología
Universidad deOviedo 33003 Oviedo (Spain) E-mail:
jpastor@uniovi.es
COMPLEJIDAD Y PSICOLOGÍA SOCIAL DE LAS ORGANIZACIONES
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terrumpidos y catastrofismo; caoticidad; emergencia y autoorganización;
atractores extraños/fractalidad y borrosidad. La no linealidad
(Poincaré, 1908/1948) es la base matematica de la complejidad, y
se refiere a la desproporcionalidad entre la variable independiente y su efecto
en la variable dependiente, es decir, a la no proporcionalidad causa-efecto.
Así, la interacción entre pocos elementos del sistema puede desencadenar
comportamientos muy complejos donde pequeñas perturbaciones pueden dar
lugar a grandes cambios y viceversa. La idea de equilibrios interrumpidos
(Eldredge y Gould, 1972) plantea una evolución no lineal «a
saltos»: largos períodos de tiempo sin cambios perceptibles
salpicados por breves pero intensos momentos súbitos de cambio que
facilitan la aparición de nuevas propiedades. El catastrofismo (Thom,
1972/1997) nos habla de cambios bruscos y repentinos que producen,
irreversiblemente, un nuevo estado del
sistema. Históricamente, el caos se ha relacionado con el desorden, la
confusión o la aleatoriedad. Pero actualmente, y desde la perspectiva de
la complejidad, la caoticidad (Lorenz, 1965/1995) se refiere a la
hipersensibilidad a las condiciones iniciales, esto es, que cambios
ínfimos en las condiciones iniciales pueden resultar relevantes. Los
Sistemas Adaptativos Complejos muestran patrones caóticos propios de una
dinamica no lineal indeterminada, incierta e impredecible, pues las
interacciones o fluctuaciones estan sujetas a un ruido (ambigüedad)
que nos impide especificar su evolución con total certeza. Así,
desde la perspectiva de lacomplejidad, la predicción y el control son
redefinidos en términos de atractores (un atractor es un estado al que
tiende un sistema por su propia dinamica y en el que se asienta de una
manera relativamente estable); atractores que pueden ser puntuales (un nuevo
patrón de comportamiento), periódicos (que se repiten, formando
un comportamiento característico) y caóticos (sensibles a las
condiciones iniciales). Por emergencia (Johnson, 2003) se entiende el
surgimiento espontaneo de nuevas propiedades en el sistema como consecuencia de las interacciones entre sus
componentes, lo que nos permite hablar de un nuevo nivel de organización
cualitativamente distinto y mas complejo como consecuencia de estas interacciones. De
tal manera que el comportamiento del «todo» es distinto al
comportamiento de sus «partes» (el comportamiento de los Sistemas
Adaptativos Complejos es un comportamiento complejo y emergente no reducible a
la suma de la complejidad de sus elementos). La autoorganización es un
proceso emergente que acaba consolidando cierto orden (pautas estables y patrones
globales de comportamiento) a partir de la coordinación de las
interacciones entre los elementos individuales del sistema, sin plan preestablecido ni
control externo alguno. Esta autoorganización emergente dirige el
comportamiento del
sistema (el «todo») y condiciona los comportamientos individuales
de sus elementos (las «partes»), lo que permite una estabilidad
frente a las perturbaciones que redunda en una mejor adaptación al
medio. La autoorganización emergente se refiere, en definitiva, a la
génesis de orden, es decir, a la innovación y creación de
nuevas formas y estructuras (la evolución natural sería
unclarísimo ejemplo del
poder de la autoorganizacion). Se han propuesto distintas maneras de explicar
esta autoorganización: desde la biología, la autopoiesis
(Maturana y Varela, 1990, 1994); desde el pensamiento filosófico, la
recursividad (Morin, 1994); y desde la termodinamica, las estructuras
disipativas en sistemas alejados del
equilibrio (Nicolis y Prigogine, 1994; Prigogine, 1983, 1997; Prigogine y
Stengers, 1983).
Los fractales (Mandelbrot, 1987, 1975/2003) son las «huellas»
geométricas que dejan los sistemas caóticos. Se trata de patrones
regulares de organización que indican un orden complejo en
comportamientos aparentemente aleatorios. Un fractal presenta una forma
irregular característica que se mantiene invariante a cualquier escala
de analisis, es decir, cualquier «parte» (micro) tiene la
misma forma (autosemejanza) que el «todo» (macro), de tal manera
que si se itera la parte (el fractal) vamos obteniendo el todo. El fractal, al
dar forma a las irregularidades, al mostrarnos graficamente los patrones
que organizan un sistema complejo, y al mostrarnos cómo la
repetición cuantitativa genera novedades cualitativas, nos permite
atisbar una imprescindible doble articulación: entre lo que cambia y lo
que permanece, por un lado; y entre lo cuantitativo y lo cualitativo, por otro.
La teoría de los conjuntos borrosos (fuzzy sets) y la lógica
borrosa (Zadeh, 1965) desafían la lógica aristotélica
(principio de identidad, de no contradicción y de tercio excluido) al
proponer que la pertenencia a un conjunto dado no es una cuestión
dicotómica, sino de grado (entre pertenecer y no pertenecer existe una
transición gradual medida por una «función de membrecía»
cuyos valores van decero a uno), por lo que un elemento puede pertenecer a
mas de un conjunto borroso; de igual manera, se puede pertenecer y no
pertenecer, a la vez, a un conjunto, lo que contradice los principios dos y
tres de la lógica aristotélica. La borrosidad sustituye la
probabilidad por la posibilidad y nos recuerda que la vida es una infinita gama
de grises, «difuminación de los significados» para Zadeh
(1965). Y es que, ciertamente, todo es cuestión de grado (desde la
verdad hasta la pertenencia a un conjunto), todo resulta borroso. Los Sistemas
Adaptativos Complejos son borrosos, «presentan fronteras permeables pero
no abismos infranqueables» (Munné, 2005, p. 14), es decir, tienen
límites borrosos e imprecisos… pero limitantes, pues la imprecisión
no excluye la limitación. Para la
lógica borrosa, lógica de la ambigüedad, que no
lógica ambigua, una misma afirmación puede ser cierta y falsa
«en cierta medida» y de forma simultanea (principio de
paralelismo). Para la lógica borrosa,
el todo es irreducible al analisis de las partes, por lo que un
reduccionista analisis de las partes, sin atender a las interacciones
entre éstas, vuelve irrelevantes las conclusiones (principio de
irreductibilidad). Asimismo, Zadeh (1965) nos propone el principio de
incompatibilidad, que viene a decirnos que al aumentar la complejidad de un
sistema las afirmaciones categóricas son menos significativas y las
afirmaciones significativas son menos categóricas, es decir, que a mayor
complejidad, menor precisión y mayor borrosidad. Este principio fue
redefinido por Kosko (1995) de la siguiente manera: a mayor precisión
menor pertinencia. Complejidad y Psicología De acuerdo con Carver (1997,
p. 118), «las ideas delos sistemas dinamicos estan
destinadas a ser parte del
léxico de la psicología». No es de extrañar, por
tanto, que poco a poco la perspectiva de la complejidad se esté
incorporando a nuestra investigación psicológica (Rae, 1993;
Robertson y Combs, 1995; Scott, 1991). Y es que, como señala Wiener (1950), somos
«materia organizada», pautas que se repiten y se reproducen a
sí mismas, autogeneración de estructuras y patrones de
comportamiento. Quisiéramos destacar los trabajos de Abraham y Gilgen
(1995) en Psicología Basica (control motor, percepción,
atención, producción de lenguaje y desarrollo humano), así
como los trabajos de Kenrick, Ac-
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JUAN PASTOR Y ANTONIO LEÓN GARCÍA-IZQUIERDO
kerman y Ledow (2003a), Kenrick, Li y Butner (2003b), y Kenrick, Maner, Butner,
Li, Becker y Schaller (2002) en Psicología Social Evolutiva, al analizar
la evolución cultural como un producto emergente a partir de
interacciones complejas entre procesos psicológicos. Una propuesta de
integración de las perspectivas evolucionista y dinamica,
aplicada al analisis de la cultura, la tenemos en Gómez-Jacinto
(2003). La complejidad esta posibilitando, ademas,
metodologías no lineales aplicadas a la Psicología (Mateo, 2003),
porque para una mejor comprensión de los fenómenos estudiados en
nuestra disciplina es preciso la incorporación del
factor tiempo (Hulin, Henry, y Noon, 1990; McGrath y Tschan, 2004), así como un mayor
número de diseños longitudinales (Hunt y Ropo, 2003). Con una
metodología lineal, los analisis se presentan, en muchas
ocasiones, repletos de limitaciones (ruido inabarcable), forzando la
adaptación de los datos a los modelos; por el contrario, desde una
perspectiva nolineal, y gracias al desarrollo de las herramientas
informaticas, podemos analizar la información tal como se presenta, en toda
su complejidad. De tal manera que ya disponemos, por ejemplo, de ecuaciones que
definen las derivas caóticas, así como algoritmos para el tratamiento de la
borrosidad. Los inicios de la metodología no lineal en Psicología
se pueden ver en el trabajo de Lord y Novick (1968). El paradigma de la
complejidad ha penetrado también en la Psicología Social
(Munné, 1993, 1995); lo que no debería extrañarnos, pues,
de acuerdo con Novack y Vallacher (1998, vii) «el objeto de estudio de la
psicología social es inherentemente dinamico. Es difícil concebir
la acción sin el movimiento, el juicio sin el flujo de pensamientos, la
emoción sin la volatilidad, la interacción social sin el
vaivén de palabras y gestos, o las relaciones sociales sin la continua
evolución de roles y sentimientos». Así, la complejidad
esta alumbrando la investigación de fenómenos
psicosociales como
la influencia y el cambio de actitudes (Nowack y Vallacher, 1998; Vallacher y
Nowack, 1994), el self (Briggs y Peat, 1989; Codina, 2005) y, por supuesto, las
organizaciones laborales (Guastello, 1995). Los inicios de la aplicación
de la teoría del
caos a la explicación de los fenómenos sociales podemos situarlos
en el trabajo pionero de Cronbach (1988). Mirando las organizaciones laborales
desde la perspectiva de la complejidad En la actualidad, y por lo que respecta
a la Psicología Social de las Organizaciones (Quijano, 1993), podemos
decir que la vieja metafora de la maquina, organización
como sistema cerrado con límites y estructura claramente definidos, ha
sido sustituida por una nueva metafora,la metafora de la
célula: organización como sistema abierto (Morgan, 1986). Esta
perspectiva sistémica, desarrollada por Von Bertalanfy (1968/1976,
1975/1979) y aplicada a la psicología organizacional por Katz y Kahn
(1966), ve las organizaciones como
sistemas (conjunto de subsistemas interdependientes e interconectados) abiertos
(no explicables únicamente en función de variables internas) y en
constante relación (en «equilibrio inestable») con un
entorno formado también por sistemas. A pesar de un intercambio
constante con el entorno, este «equilibrio inestable» asegura la
supervivencia del
sistema. La perspectiva de la complejidad nos ayuda a ver las organizaciones
humanas, por ejemplo, las organizaciones laborales, como Sistemas Adaptativos Complejos
(Navarro, 2000, 2001 y 2005; Stacey, 1995, 1996a; Stacey, Griffin, y Shaw,
2000; y Thiétart y
Forgues, 1993), esto es, como una compleja red no lineal de relaciones producto
de las complejas y conflictivas interacciones entre los miembros de la organización,
y entre éstos y un entorno turbulento. Estas dinamicas
caóticas permiten la emergencia de un nuevo nivel organizativo a
través de procesos de autoorganización (el principio organizador
no es racional, sino un proceso colectivo emergente). Las organizaciones,
vistas como Sistemas Adaptativos Complejos, son sistemas autónomos (se
renuevan a sí mismas utilizando recursos del entorno), autoorganizados
(el orden y las pautas de conducta son establecidas por el propio sistema) y
autosostenidos (se sostienen y se mantienen a sí mismas), con largos
períodos de estabilidad salpicados por cambios bruscos
(«catastrofes») en su estructura y funcionamiento que,
paradójicamente,permiten que estas organizaciones se estabilicen. En
esta línea, Thiétart y Forgues (1993) y Perna y Masterpasqua
(1997), intentan comprender la aparente paradoja entre estabilidad y cambio en
las organizaciones laborales viendo éstas como sistemas dinamicos
no lineales que presentan un «equilibrio inestable» entre
estabilidad e inestabilidad. Desde esta perspectiva, las organizaciones son
vistas como
autoorganizaciones, es decir, producto emergente de procesos de
autoorganización. Se trata, por tanto, de sistemas coherentes aunque no
homogéneos (la multiestabilidad nos indica la coexistencia de distintas
posibilidades a partir de un mismo conjunto de componentes); sistemas
caóticos y complejos, pero ordenados. Las organizaciones laborales no
funcionarían adecuadamente ni en el orden rígido ni en la
aleatoriedad derivada del azar, sino que encontrarían su funcionamiento
mas adecuado, de manera emergente y espontanea, en el
«filo» o «borde» del caos, esto es, en estados
inestables alejados del equilibrio pero que presentan, no obstante, cierto
orden y cierta estabilidad. El caos, el conflicto, el desorden y la
incertidumbre; lo indeterminado, ambiguo, cambiante, catastrófico,
incoherente y paradójico ya no son, desde esta perspectiva, errores a
evitar, sino, por el contrario, elementos complejos que hay que organizar y
gestionar, elementos complejos que, al alejarnos de la rutina y la
monotonía, nos permiten una mejor adaptación a un entorno
complejo, cambiante, turbulento y caótico, a través, por ejemplo,
de una «interacción creativa» con éste. Las
organizaciones precisan de cierto orden para mantener su estabilidad
estructural y para almacenar información, pero, de igual manera,precisan
de cierta inestabilidad y desorden para desarrollar procesos creativos que nos
permitan innovar y abrir nuevos caminos. Así, mientras la organización
formal busca el equilibrio y el orden (feedback negativo), la
organización informal (feedback positivo) nos lleva a una
«inestabilidad caótica» que, paradójicamente, nos
conduce, a través de la emergencia innovadora y creativa de nuevas
estructuras y procesos, a una mas adecuada adaptación al medio.
Las organizaciones, vistas como seres vivos, tendrían un desarrollo y
una evolución, evolución que podemos entender como
períodos entremezclados de adaptación y autoorganización
(Wagensberg, 1985), de manera que en los períodos de adaptación
predominaría el feedback negativo, mientras que en los períodos
de autoorganización predominaría el feedback positivo,
«cambio 1» y «cambio 2» según la terminología
de Watzlawick, Fisch y Weakland (1976). Estas organizaciones, lejos de
ajustarse pasivamente a su entorno, «coevolucionan» con
éste, es decir, las organizaciones no sólo reaccionan, sino que
se anticipan creativamente a su entorno hasta modificarlo para hacerlo
mas propicio a sus intereses.
COMPLEJIDAD Y PSICOLOGÍA SOCIAL DE LAS ORGANIZACIONES
215
En definitiva, «todas estas propuestas estan contribuyendo a la
elaboración de una nueva imagen de la organización en la que se
reconoce que éstas nunca alcanzan el estado de equilibrio prometido por
el modelo racional. En su lugar permanecen envueltas en procesos de cambio,
sufren inestabilidades y los pequeños cambios, a menudo azarosos, pueden
introducir importantes novedades» (Navarro, 2005, p. 82). Las
organizaciones laborales, por tanto, funcionarían y
evolucionarían en«estados alejados del equilibrio» (Stacey, 1996a, 1996b;
Navarro, 2001) al encontrarse constantemente sometidas a procesos de
inestabilidad y cambio. La concepción tradicional de las organizaciones
parte del
orden y la estabilidad de una estructura. No obstante, la perspectiva de la
complejidad ha desplazado la atención de la organización como estructura a la
actividad de las personas que «organizan». De tal manera que, desde
esta perspectiva, la organización ya no sería una estructura,
sino, por el contrario, un producto emergente del proceso y la actividad de
organizar (organizing) un sistema complejo dependiente de los elementos que lo
componen y de sus particulares interrelaciones, de tal manera que lo que
funciona en una organización no tiene por qué funcionar en otra
organización distinta, pues desde una perspectiva compleja y borrosa no
existirían soluciones siempre validas, esto es, validas en
toda situación, en línea con lo afirmado en las teorías contingentes
de la organización. Desde esta perspectiva, la gestión
organizacional sería, mas que un reglamento o una estructura, una
habilidad, la habilidad de gestionar grupos humanos, habilidad que demanda una
formación psicológica y social: liderazgo, motivación
laboral, gestión de conflictos, manejo de grupos humanos, toma de
decisiones, solución de problemas e innovación creativa. Sin
olvidar, por supuesto, que las organizaciones laborales no flotan en un
«vacío social», pues las organizaciones son sistemas
sociales complejos (sistemas simbólicos de roles y valores autogenerados
y autorreferenciales) y políticos, es decir, sistemas sujetos a
«relaciones de poder» (Pfeffer, 1982; Rodríguez, 1998). Todo
esto sitúa a laPsicología Social de las Organizaciones en una posición
privilegiada como «caja de herramientas» al servicio de una
mas adecuada forma de management. Por lo que respecta al comportamiento
organizacional, éste presentaría un «orden complejo»,
pero orden a fin de cuentas. La capacidad de estudiar, comprender, planificar y
predecir el comportamiento en las organizaciones es mas limitada y
reducida de lo que los modelos lineales han sugerido, pues, al ser un producto
«emergente» (Stacey, 1995, 1996b), no es posible, con total
precisión, ni su diseño, ni su control, ni su predicción.
Una excelente re-
visión de las aplicaciones de la complejidad al comportamiento
organizacional la encontramos en Navarro (2005). Queremos destacar al respecto
los trabajos sobre motivación laboral (Navarro y Quijano, 2003), toma de
decisiones y solución de problemas (Richards, 1990), creatividad e
innovación (Cheng y Van de Ven, 1996; Guastello, 1998; Nonaka y
Takeuchi, 1996), dinamica de grupos aplicada a la selección de
personal (García-Izquierdo, 2005), gestión organizacional (Stacey,
1996b; Zimmerman, 1993), accidentes laborales (García-Izquierdo, 2004;
Tomas, Rodrigo, y Oliver, 2005), y cambio organizacional (Goldstein,
1988; Gómez Pallete, 1995; Guastello, Dooley, y Goldstein, 1995).
Conclusión En este trabajo hemos tratado de ver las organizaciones
laborales desde una perspectiva dinamica y compleja que se caracteriza
por estudiar éstas en toda su complejidad, enfatizando su desarrollo en
el tiempo y recogiendo toda la riqueza de información que contienen, lo
que exige la aplicación y el desarrollo de metodologías adecuadas
al respecto. No obstante, al ser la complejidad una perspectiva
algocríptica, con un lenguaje poco conocido aún y con un
sofisticado desarrollo metodológico y matematico, puede
asustarnos en un primer abordaje. Nos asusta la complejidad, por eso huimos de
ella refugiandonos en la parsimonia y en la simplificación. Pero
simplificar el comportamiento humano no nos permite ni describirlo, ni
conocerlo, ni comprenderlo, ni explicarlo. Pues bien, el paradigma de la
complejidad nos permite aprehender mas adecuadamente el comportamiento
de sistemas complejos como
las organizaciones laborales. Aceptar y asumir la complejidad, lo que significa
abrir nuestras teorías y nuestras practicas a sus conceptos
(borrosidad, no linealidad, emergencia, caos, autoorganización,
fractalidad, coevolución, catastrofismo, orden caótico,
equilibrio inestable…) resulta ineludible en una disciplina como la
Psicología Social, que se ocupa de las relaciones humanas, relaciones
caóticas que se dan en el terreno de «lo social», terreno
que, evidentemente, es complejo, borroso, indeterminado, incierto, emergente,
catastrófico, turbulento y caótico (ni estable ni inestable, ni
ordenado ni desordenado). Atrevamonos, en definitiva, a vivir en el
«borde del caos», ni en el orden rígido ni en la
aleatoriedad derivada del azar, sino en un equilibrio inestable entre la
planificación y la improvisación creativa. La Psicología
Social de las Organizaciones nos ofrece muchas y valiosas herramientas para
organizar este caos, ordenado pero desorganizado, que es la vida en las
organizaciones humanas.
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