El 1º de Mayo, consagrado en el mundo como el Día Internacional
del Trabajo, para perpetuar la memoria de los “martires de
Chicago”, encierra el justo reconocimiento a la histórica lucha
por la jornada diaria de ocho horas para todos los trabajadores, tanto hombres como mujeres.
Este homenaje fue acordado durante la Segunda
Internacional Socialista, celebrada en París en julio de 1869, y
establecido en casi todos los países del mundo a partir de mayo de 1870. En
nuestro país, el diputado socialista Alfredo Palacios presentó un
proyecto de ley en 1904 para el reconocimiento de esta fecha, que fue
convertido en ley en 1929.
En palabras del Papa
Juan Pablo II “el trabajo humano representa una participación y
prolongación en la obra del
Dios Creador. El hombre, creado a imagen de Dios, mediante su trabajo participa
en la obra del Creador, y según la medida de sus propias posibilidades,
en cierto sentido, continúa desarrollandola y la completa,
avanzando cada vez mas en el descubrimiento de los recursos y de
losvalores encerrados en todo lo creado”.
Hoy en nuestro país, mas alla de los indicadores
económicos que revelan que se ha detenido el deterioro y se
insinúa una etapa de progreso, persisten graves problemas de salarios,
desocupación y subocupación, los cuales se traducen en
pésimos niveles de calidad educativa, de alimentación y vivienda
para un gran porcentaje de compatriotas. Esta situación
resulta casi inentendible si se analizan los enormes ingresos monetarios de
gran parte de la clase política gobernante.
Coincidentemente con esta fecha, los argentinos también conmemoramos el
Día de la Constitución Nacional.
Un 1º de Mayo de 1853, el Congreso Constituyente reunido en Santa Fe sanciona nuestra
ley maxima, para volcar en ella todas las ideas
de libertad que se habían gestado en la Revolución de Mayo y
reafirmar el sistema republicano.
Es incuestionable la importancia de contar con una constitución. Pero al
valor de una constitución deben unirse el valor y la virtud de todos los
ciudadanos. La leymas perfecta no hace a la felicidad de las personas si
éstas no practican normas de virtud, así
como la
constitución mas perfecta no hace a la felicidad de las personas
si éstas no cumplen sus capítulos y artículos.
Por eso parece inmejorable este momento de homenaje a
la Constitución Nacional, para repetir un profundo pensamiento de Allen
que dice: “Ningún decreto legislativo podra dar prosperidad
ni tampoco impedir la ruina de un individuo o de una nación que se hayan
relajado en el ejercicio de la virtud”.
Para finalizar se podría trazar un paralelo entre las dos fechas que conmemoramos hoy.
Nuestra Constitución establece entre tantos otros, el derecho al trabajo
y a la huelga para reclamar por mejores salarios, pero también establece
el derecho a transitar libremente por todo el territorio argentino utilizando calles, puentes o rutas y el derecho de niños y
jóvenes a ser educados.
Quizas sea tiempo de replantear nuestros métodos de reclamo para
no coartar los derechos del resto de nuestros
conciudadanos.