¿Quién descubrió el aparato que luego fué deno- (Éiinado «botella de Leiden»? La cuestión es algo ociosa, si se quiere relacionar el hecho propiamente con el nombre de persona. Un criterio puramente cronológico es uno de los errores mas frecuentes que se cumplen en la interpretación del desarrollo histórico Hp là ciencia (véase al respecto mi artículo La ques- mjètii di priorità e dei precursori, que em traducción ¡pglesa y bajo el título (¡alterado!) Difficulties con- Wtonting the medical historian fué publicado en «Medi- Rl Record», 1943, p. 732).

Así, la invención de la «bo- j||íla de Leiden» hay que relacionarla con la ciudad Universitaria de donde tomó su nombre, pero quiza sepèbió al trabajo conjunto de por lo menos tres físicos ijolandeses; ademas, y en forma independiente, una experiencia analoga fué hecha, el mismo año, en Po- pnerania. Sería pueril, por razones de orgullo de na- piónalidad, siempre perjudicial para la serenidad de ||| ciencia y para el equilibrio mental en la vida, que- fet buscar fechas mas precisas para ensalzar a uno |Íe los tres holandeses, o a un aleman.

En enero de 1746 llegaba al afamado naturalista Stfancés RENÉ-ANTOINE FERCHAULT DE RÉAUMUR una parta escrita hacia fines del año anterior por PETRUS PAN MUSSCHENBROEK (1692-1761), profesor en Lei- §|en, donde se hablaba de una experiencia sensacional
BF' .gjr «terrorífica». Un cilindro de hierro, suspendido por íilos de seda, estaba en comunicación por una de sus