Introducción
En la época moderna, el acelerado crecimiento de la población ha
traído como
consecuencia el desbordamiento de ciudades y pueblos, lo que ha llevado a la
ocupación de nuevos territorios que anteriormente habían
permanecido desocupados, o que eran parte de pueblos, barrios, ranchos y
haciendas, o que formaban parte de propiedades ejidales. La llegada de nueva
población a estas areas y su crecimiento, requiere principalmente
la construcción de vivienda, lo que trae a su vez nuevas necesidades, como
lo son la requisición de areas de trabajo, de educación,
de servicios, transportes, etc.
La modificación de estos territorios, que a su vez se localizan en
lugares con una amplia tradición ocupacional que se remonta a siglos o
milenios atras, trae como consecuencia la alteración, y en la
mayoría de las veces, la destrucción de los vestigios
arqueológicos o históricos que estos resguardan en el subsuelo, y
a la pérdida inminente de importante información que es necesaria
para el conocimiento e interpretación histórica de la localidad
afectada, que nos permitiría ubicarla dentro del extenso marco cultural
de nuestro país.
Tal es el caso de la delegación Azcapotzalco, ubicada dentro del
territorio que ocupa el Distrito Federal, la cual, desde finales del siglo XIX
ha visto incrementado el proceso de urbanización e
industrialización de su territorio, lo que ha ocasionado la
destrucción y pérdida de gran parte de su patrimoniocultural,
principalmente el Prehispanico, que se encontraba protegido bajo el
subsuelo de su territorio, y que ha quedado sepultado bajo toneladas de
concreto o ha sido arrasado al construirse nuevas vialidades, líneas del
Metro, unidades habitacionales, o zonas industriales. Lo mismo ha ocurrido con
buena parte del
patrimonio Virreinal de nuestra localidad, que fue arrasado para dar paso a
nuevas construcciones modernas.
Pocos son los casos en los cuales aún se conservan intactos los bienes
inmuebles o muebles que son herencia de nuestra localidad, como en el caso de
las capillas y templos Virreinales, o algunos ranchos, haciendas y otros
edificios civiles; sin embargo, nuestra amplia tradición indígena
prehispanica practicamente ha desaparecido, y raros o ninguno es
el caso en el cual podemos admirar y conocer nuestra herencia
prehispanica, tan o aún mas rica que la de otras
localidades.
Son diversos los trabajos en los cuales el INAH ha intervenido de manera
apropiada para salvaguardar y estudiar el patrimonio arqueológico e
histórico de nuestra localidad, sin embargo, en los casos de
investigación arqueológica, estos se han
limitado a rescates y salvamentos en predios públicos o particulares,
para obtener por parte de sus propietarios, permisos para construcción
de infraestructura urbana.
Tras realizarse la investigación y la
recuperación de los vestigios arqueológicos, estos predios pueden
entonces ser liberados y se permite entonces erigir en ellos,
nuevasconstrucciones modernas.
Sin embargo en casos de que las evidencias arqueológicas o
históricas existentes en los predios sean de
gran importancia, el INAH evaluara la situación y
restringira o negara la solicitud para modificación del terreno, o la
construcción de obras que alteren o destruyan los vestigios existentes.
Tal es el caso del Predio ubicado en la calle de Santa Lucía No. 30,
esquina con Calzada de la Naranja, Pueblo de San Miguel Amantla,
Delegación Azcapotzalco, denominado 'Rancho Las Trancas' o
'Van Beuren', en el cual, en el año 2002, la Secretaría
de Desarrollo Urbano y Vivienda a través del Instituto de Vivienda del
Distrito Federal, tenían planeada la construcción de viviendas de
interés social o la instalación de un campamento para albergar
familias del Centro Histórico.
El INVI solicitó entonces al INAH en el año 2003, una
inspección para que este aprobara el proyecto
de construcción. Sin embargo, tras el estudio de factibilidad realizado
por el Departamento de Salvamento Arqueológico del INAH, este fue negado
debido a que ya se tenía conocimiento anterior desde 1986, de la
existencia en el lugar, de una alta presencia de vestigios arqueológicos
del periodo Formativo, Clasico, Epiclasico y Posclasico, así
como de la existencia de una aldea Formativa y de una villa regional
teotihuacana, con restos arquitectónicos, residenciales y ceremoniales,
y ya se había emitido desde los años de 1990-1993, un dictamen
inicial que negaba toda modificación en el predio.