Calcaño, Julio (1840-1912).
Poeta, narrador y ensayista venezolano, nacido en Caracas en 1840 y
fallecido en su ciudad natal en 1912. De formación típicamente
romantica -si bien atento a la llegada de las nuevas modas y corrientes,
como queda patente en la tendencia de su poesía hacia el Parnasianismo-,
fue el primer autor que, en la prosa de ficción venezolana, fijó
realmente la estructura del cuento, independizandolo del resto de las
modalidades de la narrativa breve (novela corta, artículo de costumbres,
etc.).
Se entregó desde joven a sus dos vocaciones, la
milicia y la literatura, aunque pronto abandonó la carrera militar para
centrarse de lleno en su actividad creativa e intelectual. No
tardó en adquirir un merecido prestigio literario y periodístico,
reconocimiento que rebasó las fronteras de su joven nación -y aun
los anchos límites del océano Atlantico- para llegar hasta
la Península Ibérica, donde fue admitido como miembro de la Real
Academia de la Lengua en 1882. Un año después se convirtió
en uno de los fundadores de la Academia Venezolana de la Lengua (1883), de la
que fue Secretario perpetuo.
Hombre de severa formación en la ortodoxia de cualquier ambito al
que se acercaba (ya en laférrea disciplina castrense, en su faceta de
militar, ya en el mas puro academicismo canónico, dentro del
campo literario), acusó la influencia del Romanticismo -como tantos otros
creadores de su generación-, pero sin caer nunca en los excesos de esta
corriente, pues su sujeción a la norma clasicista le impedía
incurrir en desmanes ideológicos y exageraciones formales.
Su vasta formación cultural y su constante atención a cualquier
hecho literario que tuviera lugar en su entorno le llevó a publicar
numerosos artículos, ensayos y discursos en las principales
publicaciones culturales de Venezuela, como El
Semanario (1878), El Cojo Ilustrado (1892)
y Sagitario (1911). Comentó y prologó las obras de
muchos coetaneos, y dejó buenos testimonios de su agudeza
crítica y sus enjundiosos analisis filológicos en ensayos
y tratados tan dignos de elogio como Reseña
histórica de la literatura venezolana (Caracas: Tip. El Cojo Ilustrado, 1888) -una
de las primeras obras de este género publicadas
en Venezuela-, Parnaso
venezolano (Caracas:
Tip. El Cojo Ilustrado, 1892) -sin duda alguna, el mejor repertorio de poetas
de Venezuela publicado hasta ese momento, conformado por una minuciosa
'Introducción', una esmerada selección de textos y
cerca de sesenta reseñas de otrostantos vates venezolanos de los siglos
XVIII y XIX-, y Tres poetas pesimistas del siglo XIX (Caracas: Tip. Universal, 1907).
Al tiempo que desplegaba esta intensa labor de recopilación y
analisis de la literatura de su patria, Julio Calcaño iba
pergeñando una interesante producción poética que,
diseminada primero por las paginas de diferentes rotativos y revistas,
reunió a la postre en un volumen que publicó, tres años
antes de su muerte, bajo el título genérico
de Poesías (Caracas: Lit. y Tip. del Comercio, 1915). Sus
versos, como ya se ha apuntado mas arriba, participan plenamente del
espíritu romantico, aunque dentro de unos límites de
serenidad y contención que, sumados al gusto de Calcaño por la
perfección formal y la pureza expresiva, convierten al poeta
caraqueño en un tímido precursor de la fría
perfección parnasiana.
Pero lo mas interesante de su producción literaria es, sin duda
alguna, su prosa de ficción, integrada por dos novelas y veinte relatos
-la mayor parte de los cuales quedaron recopilados, también al final de
su vida, en el volumen Cuentos escogidos(Caracas: Lit. y Tip. del
Comercio, 1913)-. Su primera narración extensa, Blanca de
Torrestella (Caracas, 1862), es una pieza de inspiración
histórica, típicamente romantica, que gozó
delaplauso de la crítica y los lectores de su tiempo; e idéntica
naturaleza genérica y tematica -escorada, ahora, hacia un
historicismo clasicista- presenta su segunda novela, El rey de Tebas, que
vio la luz por entregas en las paginas de La
Revista (Caracas), entre los números 11 y 28 (1872 y 1873).
Sus relatos presentan la peculiaridad de estar concebidos y estructurados,
quizas por vez primera en las Letras venezolanas, como unidades
narrativas de identidad genérica autónoma, lo que equivale a
decir que no son, como otras tantas muestras de la narrativa breve de su
tiempo, especie de capítulos desgajados de una unidad narrativa mayor
(como, por ejemplo, de una novela), ni artículos periodísticos
cargados de toques de ficción, ni novelitas breves condensadas.
Así, relatos como los titulados 'Las lavanderas nocturnas'
(1872), 'El sello maldito' (1873), 'La danza de los
muertos' (1873) y 'Tristan Catalleto' (1893) presentan a
Julio Calcaño como el auténtico padre del cuento venezolano,
género en el que, por lo demas, tampoco se alejó en nada
de los gustos romanticos, aquí plasmados en su
predilección por los ambientes tétricos y los personajes y las
situaciones fantasmagóricas (así, v. gr., el relato citado
en último lugar cuenta la historia de un vampiro).