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La crisis del siglo XVII y la divergencia europea




Hemos comparado hasta aquí la situación de Europa y Asia en los primeros siglos de la Edad Moderna, digamos entre 1450 y 1600. A partir de esta fecha, en Europa se va a producir un agotamiento del modelo de crecimiento extensivo que desembocará en la llamada crisis general del siglo XVII, en un período que va de 1620 a 1650 y que afecta a todaEuropa, aunque de modo muy distinto según las regiones. Los mecanismos de la crisis son los habituales en las sociedades de base agraria. Las vías extensivas de crecimiento se habían agotado y los rendimientos decrecientes aparecieron en muchas áreas. En economías campesinas frágiles, la especialización del período anterior (fuente del llamado crecimiento 'smithiano”) podía resultar contraproducente, de forma que se retornó a formas de actividad y producción de subsistencia. El cereal avanzó en detrimento de los cultivos comerciales, y con ello cayó la capacidad adquisitiva del campesinado. Las rentas de la tierra que habían crecido en le periodo de expansión se resistían a bajar en época de crisis; lo mismo sucedía con los impuestos. Consecuentemente, el excedente en manos de las familias apenas alcanzaba a cubrir su subsistencia, y se resentía la demanda de productos no imprescindibles. De este modo, la crisis agraria se trasladó a la actividad comercial y manufacturera, básicamente del campo a las ciudades. Pero no en todas partes del mismo modo ni con la misma intensidad. El comercio exterior, y especialmente el comercio de ultramar, no parecieron especialmente afectados por la crisis.




Precisamente por la diferencia en las repercusiones de la crisis no existe acuerdo entre los historiadores económicos sobre su naturaleza, causas e importancia. El debate sigue abierto, pero tiende a imponerse la visión de la crisis del XVII como una reconversión que se saldó con una divergencia entre una minoría de economías que encontró soluciones intensivas al estancamiento y una mayoría que sehundió en él. Esa divergencia se traduce en tres modelos:
a–  El estancamiento o depresión de las economías del sur de Europa (Portugal, Castilla, Italia), donde retrocedió la especialización y la nobleza terrateniente se reforzó. La causa fue sobre todo la ruina de las economías campesinas (sobre todo las familias más pobres), que en tiempos de crisis retornaron a agriculturas de subsistencia, menos lucrativas pero también menos arriesgadas que la especialización y diversificación del período de expansión.
a–  El retroceso de las economías del Este de Europa (al Este del Elba) a formas tradicionales del feudalismo, basadas en la servidumbre, lo que redundó en la pérdida de importancia de los mercados y el retorno a economías agrarias de subsistencia poco urbanizadas. La clave aquí fue la respuesta de los terratenientes feudales a la crisis, que consistió en incrementar la presión sobre los campesinos; fue la llamada segunda servidumbre.


a–  El ascenso económico de las zonas en torno al Mar del Norte, especialmente las Provincias Unidas de Holanda e Inglaterra, que fueron hacía una senda de crecimiento “smithiana”, basada en la división del trabajo, la difusión de los mercados, un marco económico cada vez más capitalista, y el aprovechamiento de las oportunidades del comercio internacional. Allí, las ganancias de productividad agraria, el auge del comercio a larga distancia y la pujanza de las ciudades mantuvieron abierta la senda del crecimiento.


La vía holandesa consistió en especializar su sector primario en productos de alto valor añadido para los mercados urbanos, tanto agrarios(hortalizas, lácteos, carne, flores), como pesqueros y surtirse de cereal importado, abundante y barato, a través del mar Báltico, gracias al dominio de Holanda en el transporte y comercio internacional. Además, los holandeses actuaban como principales intermediarios en los tráficos regionales europeos, apoyados en su impresionante flota mercante (tabla 4.10). Algo distinto fue el caso de Inglaterra, que se convirtió en la segunda mitad del siglo XVII en una importante exportadora de cereales gracias a sistemas de explotación que combinaban mejor agricultura y ganadería, con abonado abundante y ciclos de rotación más productivos. Eso permitió, ya desde la segunda mitad del XVI, ampliar la superficie cultivada y la productividad (gracias al abono animal). De esto modo Gran Bretaña pudo garantizar el suministro de alimentos a su población; así como el de materias primas (lana sobre todo) para una industria rural en expansión. El papel de los grandes terratenientes y de los labradores enriquecidos fue crucial en este proceso, y los cercamientos de tierras (enclosures) su manifestación más visible. Los perjudicados, como en otras partes, fueron las comunidades campesinas y las prácticas comunales, lo que en Inglaterra se tradujo en mayor número de jornaleros sin tierra, asalariados rurales. Ligado a ello, la penetración de las relaciones mercantiles elevó el porcentaje de población activa no agraria en el medio rural, así como la población urbana (tabla 4.7).
Como resultado de lo anterior, se produjo un cambio sustancial de los equilibrios económicos dentro de Europa. Los países de lacuenca mediterránea perdieron protagonismo y dinamismo frente a las “locomotoras” del crecimiento: Holanda e Inglaterra. Estas naciones se convirtieron en los centros manufactureros de Europa, volcados hacia los mercados internacionales, y cada vez más escorados hacia el tráfico ultramarino. Inglaterra importaba volúmenes crecientes de materias primas, como seda en bruto, con las que diversificar su producción. El consumo de carbón mineral para uso doméstico y diversos procesos industriales se incrementó notablemente, anunciando futuros cambios en el modelo energético. Holanda seguía estando en el centro de los distintos circuitos comerciales, de la mano del desarrollo de los servicios de transporte y financieros. Ello impulsaba a su vez unas manufacturas muy diversificadas, entre las que destacaban los procesos de acabado textil, refinado de azúcar o labores del tabaco. Ámsterdam, capital financiera de Europa, y Londres, su competidora en el comercio lejano, fueron las metrópolis de esta nueva fase.


Estos son los grandes modelos, aunque dejan sin resolver muchos interrogantes, varias regiones que no encajan bien en el esquema; como Cataluña, que siendo 'mediterránea” persevera en las vías de crecimiento smithiano. O incluso países enteros: una Italia 'decadente” pero aún muy densamente poblada, una Suecia que es una potencia militar. Así que hay que tomar estos modelos como lo que son: una estilización (o deformación útil) de la realidad histórica.
sCuáles fueron las causas de la crisis del XVII? En primer lugar, hubo un evidente componente maltusiano: la población creció porencima de los recursos y el ajuste acabó produciéndose mediante el retroceso demográfico (los llamados frenos positivos de Malthus). La recurrencia de malas cosechas y epidemias avalan este argumento. Se habla también de un empeoramiento de las condiciones climáticas en a primera mitad del XVII, una pequeña edad el hielo. Pero la explicación maltusiana no está completa si no se tienen en cuenta los contextos que enmarcan las respuestas a la crisis. Si no, spor qué unos países y regiones persistieron en el camino de la especialización y otros retornaron a lógicas feudales o de subsistencia?
La divergencia en la gestación y la gestión la crisis del XVII debe tener explicaciones institucionales y sociales. Las más convincentes tienen que ver con la distribución social del poder y de la riqueza; el ascenso de la burguesía en Holanda e Inglaterra frente al predominio de la nobleza terrateniente (el feudalismo) en el resto. O quizá debamos admitir que no hay una sola respuesta, y sólo nos estemos esforzando, como a veces hacen los economistas, en predecir hechos pasados. Sabemos qué ocurrió; y creemos que sentó las bases para la Revolución Industrial en Inglaterra. Pero si ésta se hubiera producido, supongamos, en Suecia, estaríamos contando otra historia distinta y buscando causas en las peculiaridades suecas. El hecho de que Holanda, con una agricultura más intensificada y mercantilizada que la inglesa, y con un predominio del capitalismo mercantil, quedara rezagada en la industrialización debería servirnos de recordatorio al respecto. Y también de que no conviene mirar la historia comouna fábula moral con ganadores- pioneros y perdedores-imitadores.


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