PREFACIO
El manejo de fauna es una actividad incipiente en América Latina. Sin embargo,
en vista de las crecientes amenazas sobre la fauna nativa y sus hábitats y del potencial futuro de
la diversidad animal del Neotrópico, algunos países están intensificando
esfuerzos para atender mejor este recurso en beneficio de su población y el
interés nacional. Por lo tanto, el manejo de fauna se expande y diversifica, en
busca de políticas, enfoques y técnicas cónsonas con las necesidades y
escenarios de la región. Varios programas de postgrado, la creciente calidad y
cantidad de publicaciones, incluyendo la revista Vida Silvestre Neotropical,
programas pilotos que adelantan varias instituciones oficiales y ONGs,
comprueban el avance del manejo de fauna en la región. Sin embargo, la fauna
silvestre sigue siendo un recurso desatendido y amenazado en la mayor parte del
Neotrópico. De hecho, los próximos años pueden ser decisivos para optar entre
las alternativas de manejo sostenible o de destrucción, bajo las presiones del subdesarrollo, la
pobreza e inseguridad que campean en la Latinoamérica rural. En este orden de
ideas, el objetivo del presente texto es fomentar y orientar el manejo
sostenible de la fauna silvestre con énfasis en la América tropical, y apoyar
la formación de recursos humanos para tal efecto. Pretende aplicar los
conceptos y métodos universales de manejo de fauna ylas ideas recientes de la
cumbre de Río en los problemas y las realidades de de la fauna neotropical, lo
cual resulta en una temática más extensa y complicada en comparación con otras
obras de índole similar. Despues de la sección introductoria sobre las bases
conceptuales y filosóficas del manejo de fauna silvestre, se resumen las
características resaltantes de la fauna
neotropical, su entorno y las alteraciones del mismo por diversas actividades
humanas. Acto seguido se esbozan los aspectos demográficos y socioeconómicos de
la población humana y se analizan las modalidades tradicionales del aprovechamiento del recurso. La siguiente sección presenta
los lineamentos de la política de fauna que definen las metas y prioridades del manejo en los países de la región, así como los mecanismos
legales y administrativos para su implementación. Las secciones siguientes, que
conforman el cuerpo principal del texto, (Abundancia, Dinámica Poblacional,
Manejo de Poblaciones, Energética y Alimentación, y Hábitat), reseñan las
herramientas conceptuales y metodológicas básicas del manejo de fauna,
ilustradas a menudo con ejemplos de América tropical. El capítulo de energética
y alimentación se considera pertinente para enlazar los aspectos poblacionales
con los hábitats. La última sección destaca algunas tendencias actuales del manejo de fauna en
América tropical citando ejemplos y enfoques y logros relevantes para la
región. Juhani Ojasti El libro concierne al manejo de fauna silvestre en
América Latina y el Caribe. Ciertamente, la fauna, su utilización y la problemética
generalde su manejo pueden ser semejantes en diversos países de la región. Las
políticas de su manejo, en cambio, suelen variar ampliamente de un país a otro.
Muchas posiciones adoptadas aqui son tentativas porque el manejo de fauna aún
está buscando su camino en América Latina. Por otra parte, la orientación de la
presente obra y la selección de ejemplos en particular están sesgadas por las
experiencias venezolanas. Incluso la estructura del libro guarda relación con el curso de
manejo de fauna que se viene dictando en la Universidad Central de Venezuela
desde hace dos décadas. En cuanto a los nombres vernáculos de los animales, muy
variables de un país a
AGRADECIMIENTOS
El presente libro integra ideas y experiencias de destacados especialistas y,
en gran medida, es producto de discusión y análisis de la temática con
estudiantes, tesistas y colegas latinoamericanos. El autor agradece en
particular al Dr. Francisco Dallmeier y el Instituto Smithsonian por la
iniciativa de generar este texto y por su apoyo constante, a los doctores
Hernán Castellanos, Valois González, Diego Rodríguez y Lucy M. Sosa-Burgos por
sus observaciones al manuscrito. Al Lic. Jorge Zegarra por su acertada
orientación como corrector de estilo, a la
cooperación de mi cuñada Lilian Ojasti en la fase inicial del proyecto, al Lic. Ismael Capote por su
ayuda técnica
con los dibujos, a la Lic. Olga Herrera-MacBryde por sus comentarios
editoriales, al Sr. Eric Holmes por su dedicación en el formato del libro, así
como muchas de las personas que aportaron valiosa información.Esta publicación
fué posible a las contribuciones del programa Smithsonian Institution/MAB y el
Instituto de Biología de Conservación del Smithsonian, el Fondo Mundial de Vida
Silvestre, el U.S. Fish and Wildlife Service del Departamento del Interior y la
Universidad de los Llanos Ezequiel Zamora de Venezuela.
AGRADECIMIENTO
El presente libro integra ideas y experiencias de destacados especialistas y,
en gran medida, es producto de discusión y análisis de la temática con
estudiantes, tesistas y colegas latinoamericanos. El autor agradece en
particular al Dr. Francisco Dallmeier y el Instituto Smithsonian por la
iniciativa de generar este texto y por su apoyo constante, a los doctores
Hernán Castellanos, Valois González, Diego Rodríguez y Lucy M. Sosa-Burgos por
sus observaciones al manuscrito, al Lic. Jorge Zegarra por su acertada
orientación como corrector de estilo, a la
cooperación de mi cuñada Lilian Ojasti en la fase inicial del proyecto, al Lic. Ismael Capote por su
ayuda técnica con los dibujos, a la Lic. Olga Herrera-MacBryde por sus
comentarios editoriales, al Sr. Eric Holmes por su dedicación en el formato del libro, así como
varias personas que aportaron valiosa información. Esta publicación fué posible
a las contribuciones del
programa Smithsonian Instititution/MAB y el Instituto de Biología de
Conservación del Smithsonian, el Fondo Mundial de Vida Silvestre, elU.S. Fish
and Wildlife Service del Departamento del
Interior y la Universidad de los Llanos Ezequiel Zamosa de Venezuela.
Smithsonian Institution SI/MAB Biodiversity Program SI/MAB Series #5
©2000 by SI/MAB Biodiversity Program
All rights reserved ISBN # 1-893912-06-X Library of Congress Catalog Card
Number Diseño de la Cubierta: Keith Harrison, Drawing Nature Inc. Fotos de la
Cubierta: Francisco Dallmeier, Smithsonian Institution. Referencia sugerida:
Ojasti, J. y F. Dallmeier (editor).2000. . SI/ MAB Series #5. Smithsonian
Institution/MAB Biodiversity Program,
Washington DC.
Printed in United States of
America by Smith Lithograph Corporation. Rockville, Maryland
en papel reciclado.
La opinion expresada en la serie del Programa
SI/ MAB son de los autores y no reflejan necesariamente las del Instituto Smithsonian ni de sus
organizaciones afiliadas.
1 PRINCIPIOS GENERALES
1.1 BREVE RESEÑA HISTÓRICA
El hombre ha interactuado con la fauna silvestre desde los albores de su
existencia. A semejanza de los demás primates se abasteció de diferentes
plantas y animales, pero a diferencia de otros fue capaz de inventar y hacer
uso de herramientas para matar animales aún más grandes y fuertes que él mismo.
A pesar de carecer de la morfología propia de un carnívoro, el hombre se
convirtió en uno de los depredadores más eficientes de latierra. De esta
manera, nuestros antepasados remotos abatieron diversos animales para su
alimentación, abrigo y protección durante miles de generaciones. La caza era
una ocupación cotidiana, varonil y de alta estima, con profundas implicaciones
culturales y religiosas hace ya 10.000 años atrás, por ejemplo, en el valle de
México (Beltrán 1966) y en el Altiplano peruano (Hurtado de Mendoza 1987).
Hallazgos zooarqueológicos y petroglifos corroboran la amplia utilización de la
fauna neotropical en los tiempos precolombinos (Linares 1976, Wing 1977, Cooke
1981, entre otros). Así mismo, los cronistas de la conquista y de la época
colonial, tales como Lery (1578), Piso (1658), Gumilla (1741), Caulin (1759) y
Gilij (1782) destacaron la variedad y abundancia de la fauna del Nuevo Mundo y
el amplio uso de este recurso por la población. Nogueira Neto (1973) resume la
información histórica acerca de la importancia de los animales silvestres
vivos. Lo más notable de la América precolombina fue la administración de la
fauna en el vasto imperio de los Incas para la cacería colectiva o chaku
(Garcilaso de la Vega 1617), que alcanzó una perfección que supera en algunos
aspectos los programas actuales más avanzados. De modo general, pueden
distinguirse varias etapas en la relación hombre-fauna, vinculadas a la
evolución cultural. En la etapa del
cazador-colector, la fauna silvestre era un rubro básico de subsistencia y un
recurso de libre acceso, que se utilizaba según las necesidades cotidianas y
sin mayor preocupación. Si escaseaba en un lugar, abundaba en otros, y la
comunidadcambiaba su residencia según la abundancia de la fauna. Sin embargo,
es posible que los cazadores prehistóricos hayan afectado en ocasiones a la
abundancia de la fauna. Martin y Wright (1967) postularon la cacería como la causa principal
de la extinción pleistocénica de la megafauna neotropical. Con el advenimiento
de la agricultura y la domesticación de algunos vertebrados, el hombre se
liberó parcialmente de la dependencia diaria de animales silvestres. Por
ejemplo, el surgimiento del
pastoralismo coincide con la disminución de restos de camélidos y cérvidos
silvestres en el registro zooarqueológico del Altiplano andino (Wing 1977). Sin
embargo, la caza siguió siendo un recurso de libre acceso y uso frecuente.
Muchas etnias de las selvas neotropicales, por ejemplo, obtienen la mayor parte
del
componente energético de su dieta de los cultivos recibiendo, en cambio, las
proteínas de la caza y de la pesca. La agricultura impone también hábitos
sedentarios y algún tipo de tenencia de tierra. El sedentarismo, aunado al
aumento de la población humana y al creciente impacto sobre los hábitats de la
fauna, tiende a resultar en la disminución local de la caza. Bajo un régimen de
propiedad particular, el propietario decide, en primera instancia, sobre la
fauna silvestre en sus predios, patrón asentado en el derecho romano y consagrado
en mayor o menor grado por la legislación cinegética contemporánea. De esta
manera, la caza pasa a ser un privilegio de los poderosos, que alcanza su
máxima expresión en el sistema feudal de Europa medieval, Asia,
y América prehispánica(Leopold 1933, Gutiérrez-Olguín 1966, Caughley 1985).
2 Los cotos de caza, celosamente vigilados, estaban reservados para el disfrute
exclusivo de los señores feudales, sistema este que aún persiste en diversas
formas y regiones. La colonización del Nuevo Mundo abrió al invasor europeo un
escenario nuevo para la explotación de los recursos naturales, incluyendo la
fauna silvestre. El cazador pionero se iba apoderando de grandes espacios
vírgenes o poco poblados, aprovechando la fauna sin límites con la ayuda de
implementos novedosos en el Nuevo Mundo, tales como las armas de fuego, perros de caza y
caballos. Esta se convirtió en la época dorada de la caza comercial en toda
América. Las pieles de mamíferos silvestres de la América boreal dieron origen
a la Hudson Bay Company, la primera empresa comercial del continente (Trippensee 1953). De América
del Sur se
exportaron, entre otras, pieles de chinchilla, vicuña, lobo marino y jaguar
(Echegoyen 1917, D’Orbigny 1945). Asimismo, las especies fluviales más
valiosas, incluyendo la tortuga Podocnemis expansa y los manatíes ya eran
explotados a gran escala durante el período colonial (Coutinho 1868, Jong 1961,
Smith 1974, Domming 1982). A principios del
siglo XIX, la matanza y exportación de cueros de crocodílidos alcanzaron cifras
elevadas (Casas Andreu y Guzmán Arroyo 1970) y la caza por las plumas de garzas
entró en su apogeo (Mondolfi 1956, Sick 1988). La cacería pionera concluye
cuando el recurso se agota y cuando ya no quedan nuevas tierras por conquistar.
Esto sucedió hacesiglos en algunas regiones, pero en vastas extensiones de la Amazonia y las Guayanas el colono no ha llegado aún a la
última frontera. La etapa que sigue al paso destructivo de la colonización
podría llamarse la del
proteccionismo. Dentro de un entorno profundamente alterado por las actividades
del hombre, la fauna silvestre queda reducida
a un renglón marginal que demanda esfuerzos para no perderse del todo. Recién en esta etapa la sociedad
empieza a percibir los múltiples valores de la fauna silvestre. Se decretan
vedas totales y otras medidas proteccionistas en un ambiente, donde el
desarrollo y la naturaleza se visualizan como
mutualmente excluyentes (Leopold 1933). Aún cuando se decretaron algunas
medidas proteccionistas ya en la época colonial, casi toda la legislación
cinegética en Latinoamérica data del
presente siglo. En medio de las contradicciones entre el pasado y el presente
surgió a principios del siglo veinte en los Estados Unidos la disciplina del
manejo de fauna silvestre, para afrontar con un enfoque ecológico y pragmático
la problemática de la fauna silvestre como un recurso de alta demanda
recreacional dentro de la sociedad industrial moderna (Leopold et al. 1930). Su
base filosófica reside en el enunciado de Theodore Roosevelt de que la
conservación consiste del
uso prudente de los recursos naturales, según lineamientos establecidos por la
ciencia. Como expresión de las nuevas ideas, el
primer curso sobre manejo de fauna en América Latina fue dictado por Enrique Beltrán en
México en 1934. En vista de los éxitos logrados por esta disciplina
enNorteamérica es de esperar que ofrezca un marco de referencia conceptual y
técnico también para atender debidamente a la fauna latinoamericana. Las etapas
de la relación entre el hombre y la fauna silvestre forman una secuencia
cronológica (Schuerholz y Mann 1979, Salwasser 1995). Es paradójico, pero
cierto, que todas pueden ser contemporáneas en muchos países de América Latina: Numerosas etnias indígenas de nuestras selvas
viven aún en la etapa del
cazador-colector, dependiendo enteramente de los recursos que aquellas ofrecen.
El agricultor-cazador está representado por el campesino minifundista, el
sistema feudal sobrevive en el latifundismo latinoamericano, mientras que los
colonos de las selvas neotropicales representan al cazador pionero. Las
políticas de fauna de muchos países del área
se aproximan a la fase del proteccionismo,
pero algunos proyectos en marcha pueden calificarse ya como manejo de fauna.
1.2 FAUNA SILVESTRE
1.2.1 Concepto
La fauna silvestre, en un sentido amplio, abarca todos los animales no
domésticos. El término “vida silvestre”, equivalente a wildlife en inglés, es
aún más amplio (Wing 1951, Schuerholz y Mann 1979, Usher 1986). Sin em-
3 bargo, el término fauna silvestre se emplea generalmente en un sentido más
específico para denominar al conjunto de animales que concuerda con el uso
cotidiano de esta expresión (Beltrán 1966, Giles 1978, Gondelles et al.1981).
En la terminología legal, la fauna silvestre comprende todos los animales
terrestres nativos en Argentina (1981a), Brasil (1967), Colombia (1974),
Ecuador(1981), Guatemala (1970), México (1951) y Perú (1975); los peces, y en
algunos países otros, recursos marinos estan sujetos a leyes de pesca. En Chile
(1929), Trinidad y Tobago (1958) y Venezuela (1970), en cambio, el término se
restringe a los cuatro clases de vertebrados terrestres. Los libros de texto
sobre manejo de fauna, incluyendo el presente, conciernen a los vertebrados
terrestres, ya que hay muy poca experiencia sobre el manejo de invertebrados a
pesar del
reciente énfasis a la diversidad animal global. La fauna silvestre es uno de
los recursos naturales renovables básicos, junto al agua, el aire, el suelo y
la vegetación. La expresión recurso fauna implica una valoración subjetiva,
empleando como
criterio la utilidad directa, real o potencial, de un conjunto de animales para
el hombre. Lleva implícita una connotación utilitaria, pero no involucra siempre
una extracción. La UICN (1994a) define un recurso como una población o ecosistema sometido a un
uso consuntivo o no consuntivo. monetarias. Este valor puede ser 1) el valor de
mercado, 2) el valor directo no comercial ó 3) el valor indirecto no comercial
(Naciones Unidas 1994). El valor de mercado es lo mínimo que se pide y lo
máximo que se ofrece por un bien o servicio; varía en el tiempo y el espacio
según la oferta y la demanda. Las poblaciones animales sometidas a un uso
consuntivo poseen un valor por consumo directo como
bienes de uso, tal como
la carne de cacería para el consumo doméstico. Cuando tales bienes son objetos
de compra y venta adquieren un valor comercial y un precio y, por lo tanto,
unvalor de mercado explícito. De esta manera, el monto del valor de mercado de un rubro se obtiene
multiplicando la cantidad de los productos vendidos o consumidos por el precio
unitario. Este valor es simple y claro, pero aplicable solamente al reducido
conjunto que conforman las especies recurso, objeto de uso y comercio. Aunque
los sistemas de valoración convencionales subestiman el aporte de la fauna
silvestre, su valor puede alcanzar cifras apreciables (ver 3.8.1). Sin embargo,
es más probable que el valor tangible principal de la fauna silvestre en nuestro
medio radique en su aporte nutricional para la población rural en las comarcas
más apartadas y atrasadas del
continente. Muchas sociedades contemporáneas asignan un alto valor al aporte
recreacional de la fauna nativa por medio de usos consuntivos o la caza y los
no consuntivos, tales como
el turismo. La caza deportiva ofrece recreación y experiencias cuyo valor
sobrepasa ampliamente el precio de mercado de las presas abatidas, tal como sugiere el llamado
valor cinegético de una especie. Este valor integra el valor material del producto de la caza y los rasgos biológicos del animal que hacen de
su búsqueda y captura un reto y una experiencia interesantes. La caza deportiva
también produce beneficios a terceros, tales como propietarios rurales, baquianos, hoteles,
restaurantes y demás servicios locales y al comercio e industria de artículos
deportivos y además genera ingresos fiscales por concepto de las licencias de
caza. La fauna silvestre constituye también uno de los atractivos principales del turismo denaturaleza,
generador cada vez más importante de divisas para varios países en desarrollo y
de empleo e ingresos a escala local.
1.2.2 Valores de la fauna silvestre
Todos los seres vivientes, sus poblaciones y especies son productos de un
proceso evolutivo milenario y presentan características genéticas y externas
únicas, lo cual les confiere, desde el punto de vista ético, un valor
intrínseco absoluto y el derecho de vivir. Este valor es difícil de medir, pero
constituye un valor muy real para muchas personas conscientes de su
responsabilidad con la naturaleza y las generaciones venideras. Las especies
nativas en su conjunto constituyen la riqueza y diversidad genética de los
ecosistemas y forman parte del patrimonio
natural de países, regiones y del
mundo. El sistema de valoración que maneja la sociedad humana se fundamenta en
el aporte o utilidad de las cosas para el hombre, es decir, en su valor
tangible o económico, expresado generalmente en unidades
4 El valor directo no comercial entraña la figura del valor de opción o la
disposición de personas o sociedades para pagar por conservar un recurso
potencial para uso futuro. Las nuevas ideas formalizadas en el Convenio sobre
la Diversidad Biológica resaltan el potencial económico de la diversidad
genética y bioquímica de nuestra fauna, y establece normas para su eventual uso
futuro. El concepto de valor de existencia está asentado en la disposición a
pagar para asegurar la existencia de un rubro, por ejemplo, una especie
amenazada, sin pretenciones para su usoposterior (McNeely 1988, UNEP 1993).
Estos valores se estiman usualmente por medio de encuestas o consultas a
expertos. La categoría valor indirecto no comercial contempla la valoración
económica de un rubro en términos del
costo de prevenir su desaparición o el costo de restauración o restitución de
un recurso deteriorado. De esta manera, este criterio vincula la valoración con
el costo ambiental o las externalidades de diversas acciones humanas. En
adición a su valor económico, la fauna silvestre forma parte del
paisaje natural como
un recurso escénico y se destaca aún más por su valor ecológico. Todas las
especies interactúan con muchas otras, según su función específica o nicho
ecológico. Aunque la clásica noción de equilibrio como regla general en los
ecosistemas naturales está bastante debatido en la actualidad (Wiens 1984
Koetsier et al. 1990), es indudable que los polinizadores, dispersadores o
depredadores de semillas y probablemente muchos otros animales son de vital
importancia para el funcionamiento de los ecosistemas. A veces no puede
afirmarse o negarse la importancia de los animales en los ecosistemas
tropicales simplemente por la escasez de datos (Janzen 1986). Es posible que el
valor ecológico de muchos animales se manifieste recién después de que la
especie haya desaparecido (Fittkau 1976). Además de la importancia ecológica,
hay otros valores intangibles. La fauna silvestre está profundamente arraigada
en los patrones mágico-religiosos y culturales de los indígenas y colonos que
han mantenido un prolongado contacto y dependencia con la naturaleza. Porigual,
el folklore latinoamericano está muy entretejido con la fauna local, la cual
constituye una fuente inagotable
de inspiración y creatividad. No menos reales son los valores recreacionales y
educativos de la fauna para la sociedad urbana,
a menudo distanciada de la naturaleza en su vida cotidiana. La profusión y
popularidad de las series de televisión sobre la vida animal y la creciente
importancia de los zoológicos son una prueba más del lazo que nos une con la fauna silvestre.
Asimismo, la fauna es el insumo básico de la ciencia de la zoología con sus
disciplinas asociadas. El valor científico de la fauna neotropical es inmenso
por su extraordinaria diversidad y su bajo grado de conocimiento, lo cual
constituye un gran reto en el quehacer científico actual y futuro. Al valor
científico tradicional se agrega el aporte de ciertos animales como especies indicadoras de la condición de
un ecosistema o animales experimentales. A pesar de sus múltiples valores, la
fauna silvestre es el más subestimado de los recursos naturales renovables,
porque salvo contadas excepciones, carece de vocación comercial y no genera
estadísticas comparables con los recursos pesqueros o forestales. Es evidente
que casi nunca la fauna silvestre alcanza a ser la base del desarrollo regional. Por otra parte,
cuando se maneja debidamente, puede constituir un importante recurso
complementario en grandes extensiones. La justa valoración económica de la
fauna silvestre, sin detrimento de sus valores intangibles, es vital porque las
grandes decisiones políticas sefundamentan ante todo en argumentos económicos
(McNeely 1988, UNEP 1993). Esto es particularmente cierto en los países
latinoamericanos que se ven en la imperiosa necesidad de hacer un uso prudente
de todos sus recursos, a fin de sustentar su crecimiento demográfico y
económico. Al mismo tiempo es esencial que los habitantes locales sean los
beneficiarios principales de los valores de la fauna silvestre, lo cual puede
incentivarlos en usar este recurso de una manera sostenible.
1.3 MANEJO DE FAUNA
1.3.1 Definiciones
Existen numerosas definiciones del
manejo de fauna que concuerdan en lo esencial pero difieren en amplitud y
enfoque. El punto de partida es la primera oración del primer texto formal sobre manejo de
fauna (Leopold
5 1933): “Manejo de fauna es el arte de usar la tierra para producir cosechas
sostenidas anuales de animales silvestres con fines recreacionales”. La idea
central de esta definición pragmática es dedicar tierra y esfuerzo para
producir bienes o servicios, igual que en la agricultura, la ganadería o el
manejo forestal, excepto que, en este caso, el producto es la fauna silvestre.
Esta noción es esencial en el manejo de fauna y contrasta con la idea popular
de que la fauna se produce sola, que lo único es cosecharla. Aunque no
explícita en la definición, la clave del
enfoque de Leopold está en el fomento del
recurso mediante el manejo de hábitat. Asimismo es fundamental la noción de la
cosecha sostenible o sea la utilización periódica de la producción del recurso sin
deteriorar el mismo. La parte final “con fines recreacionales” reflejala
demanda principal de la fauna en los Estados Unidos. Es obvio que los fines
pueden variar según el escenario socioeconómico en cada caso particular. Una
definición difundida hoy en día es la de Giles (1971, 1978): “Manejo de fauna
es la ciencia y el arte de decidir y actuar para manipular la estructura,
dinámica y relaciones entre poblaciones de animales silvestres, sus hábitats y
la gente, a fin de alcanzar determinados objetivos humanos por medio del recurso fauna
silvestre”. Esta definición, algo engorrosa en su traducción al castellano,
amerita una breve aclaratoria. El binomio “ciencia y arte” significa
investigación y aplicación que son dos actividades esenciales en el manejo de
fauna. “Decidir y actuar” expresa la función gerencial implícita en el manejo
de cualquier recurso, es decir, adoptar las decisiones más acertadas desde el
punto de vista técnico y enmarcadas en una política coherente. “Manipular”
quiere decir que el hombre orienta activamente los eventos naturales hacia una
dirección deseada. La esencia de esta definición radica en el triángulo
animales silvestres-hábitat-gente que integra los tres componentes que
involucran cualquier plan de manejo
Figura 1.1. El triángulo básico del
manejo de fauna silvestre de Giles (1971), modificado. Los componentes gente,
fauna y hábitat representan las personas, poblaciones de animales silvestres y
ambientes en un área particular; a) el impacto humano directo sobre la fauna,
b) el efecto de la fauna sobre la gente, c) el impacto humano sobre los
hábitats, d) el efecto de los hábitats sobre la gente, e) elimpacto de la fauna
sobre sus hábitats, f) el efecto de los hábitats sobre la fauna, g) el efecto
del sistema socioeconómico y político global sobre la gente y h) efectos de la
utilización de la fauna para el entorno socioeconónomico global, i) control del
impacto humano directo sobre la fauna y j) control de impactos humanos sobre
los hábitats.
6 (Fig. 1.1), y será empleado como un marco de
referencia conceptual del
manejo de fauna en reiteradas oportunidades. La definición enfatiza las
poblaciones, pero es también compatible con el manejo de áreas dentro de un
enfoque más holístico. Ambas definiciones conciernen al manejo de poblaciones
naturales de la fauna silvestre, o sea, las que viven libremente en los hábitats
disponibles. El manejo de fauna es típicamente una actividad extensiva, sin
pretender ser eficiente en un 100%, ó de reducir una población natural a un
rebaño doméstico. Por eso no incluye la cría de animales silvestres en
cautiverio, que se ubica mejor en la zootecnia. En esta obra, sin embargo, se
discutirán algunos aspectos relacionados con los zoocriaderos (ver 10.3),
porque muchos autores los consideran una herramienta clave en la producción de
fauna. Las definiciones planteadas en América Latina tienden a enfatizar los aspectos
socio-ecónomicos. Según Torres (1987), el manejo de fauna es “una actividad
resultante de la integración de intereses sociales, que se fundamenta en
valores científicos, económicos, tecnológicos y hasta políticos, ya que esencialmente
“manejar” un recurso implica controlarlo yguiarlo”. Los servicios de fauna de
Venezuela se guían por una definición (MARNR 1987) basada en la de Giles, pero
separando lo conceptual de lo operacional: “Manejo de fauna es un proceso
ordenado de toma de decisiones y ejecución de acciones, fundamentadas en
conocimientos científicos y destinadas a satisfacer las demandas por la fauna
silvestre con el máximo y sostenido provecho colectivo. Esto se logra por medio
de la manipulación y seguimiento de poblaciones de animales silvestres y sus
hábitats, así como por la regulación de las
acciones del
hombre sobre los mismos”. El objetivo se concibe generalmente como algo concreto, en comparación con la
meta, que lleva una connotación más global o abstracta. Las medidas para
alcanzar el objetivo no forman parte del mismo
sino que representan los métodos del
plan. La formulación de objetivos claros, concisos, evaluables y compatibles
con la realidad y por lo tanto alcanzables es fundamental para guiar las
acciones a realizar y para lograr los resultados esperados. Asimismo, el éxito del manejo se mide
contrastando los logros con los objetivos. Los objetivos de fondo del manejo de fauna son
expectativas, o propósitos humanos, que pueden originarse en las aspiraciones o
demandas, intuitivas o explícitas de diversos sectores de la colectividad. El
cazador desea amplio acceso a las presas de su preferencia, el agricultor
quiere proteger sus cultivos de animales que puedan causarles daños, el
intendente o director de un parque nacional procura preservar la diversidad
biológica, el campesino intenta completar la dieta familiarcon carne de monte,
ciertos grupos ecologistas luchan por la prohibición total de la caza, el
promotor de ecoturismo aspira contar con la presencia permanente de animales
vistosos, etc. Además, en la planificación y administración ambiental se
detectan problemas diversos que demandan soluciones. De esta manera se generan
muchos objetivos potenciales, parcialmente solapados y hasta antagónicos. Algunos
objetivos son tan obvios y justificados que su implementación no plantea dudas.
El manejador de fauna puede resolver aspectos de carácter técnico, pero a
menudo es preferible que un equipo de profesionales vinculados con el tema,
conjuntamente con representantes de la comunidad local, identifique, evalúe,
defina y seleccione por consenso los objetivos o problemas a resolver (Anderson
y Hurley 1980, McNeely 1988). Una técnica objetiva en este caso es la
ponderación de los objetivos (ver 4.5.1). Antes de presentar los tipos de
objetivos es oportuno señalar que existen dos modalidades principales de
manejo. Hablamos de manejo pasivo cuando el objetivo único es preservar o
proteger una entidad natural (población, ecosistema, área) contra toda
intervención humana, dejándola desenvolverse a merced de los procesos naturales. Este tipo
de manejo es la regla general en los parques nacionales y puede englobar
1.3.2 Objetivos
El manejo de fauna empieza con la identificación de los problemas que deben
resolverse por medio de acciones con un determinado objetivo humano. Un
objetivo se puede definir como
un estado nuevo y deseable, que se pretende alcanzar por medio de una
acciónprogramada.
7 también las especies amparadas por vedas totales. El llamarse pasivo no
significa ausencia de esfuerzo, porque llevarlo a cabo implica buena guardería
y seguimiento. El manejo activo implica cambiar la situación actual mediante
una intervención directa y planificada sobre la fauna, su hábitat y usuarios, con
el objeto de: 1) Aumentar la población (abundancia, distribución, producción),
que es lo indicado para rescatar y fomentar las poblaciones deterioradas o
amenazadas. 2) Estabilizar la población o sea evitar los altibajos y lograr una
abundancia o producción sostenible en un nivel deseable. Este suele ser el caso
más frecuente en el manejo rutinario para un aprovechamiento sostenido. 3)
Reducir la población para controlar el impacto de las especies que se comportan
como plagas.
Aquí tiene lugar también el control de depredadores y competidores de las
especies domésticas o silvestres que se quieren fomentar. Existen, por lo
tanto, cuatro tipos principales de objetivos de manejo: preservar, aumentar,
estabilizar y reducir (Caughley 1977, Giles 1978). Manejar, investigar o
trabajar no son objetivos sino actividades. La formulación de objetivos debe
tomar en cuenta la población, u otra entidad objeto del manejo, el área, el lapso de ejecución y
tipo de uso o beneficiario. Un objetivo bien formulado concentra la atención en
lo esencial. Conviene plantear uno solo o en todo caso pocos objetivos para un
plan o proyecto concreto y subdividirlos luego en objetivos específicos. En
presencia de múltiples objetivos puede serconveniente un “programa paragua” con
objetivos amplios que coordine un conjunto de proyectos con objetivos más
específicos. ecológicamente sostenible”. Esta frase identifica tres preceptos
claves del
manejo de los recursos naturales renovables, incluyendo el principio rector de
la sostenibilidad. Tradicionalmente se entiende por uso ecológicamente
sostenible aquel nivel de aprovechamiento de una población que no rebasa su
producción. Esto concuerda con la noción de sostenibilidad económica cuando el
capital se mantiene porque los gastos no exceden los ingresos. El estudio
detenido de las implicaciones del
uso de los recursos biológicos revela, sin embargo, un panorama más complicado.
En conformidad con la concepción actual (IUCN 1994), el uso sostenible es un
“uso que no reduce el futuro uso potencial ni perjudica la viabilidad a largo
plazo de la especie utilizada o de otras especies, y que es compatible con el
mantenimiento a largo plazo de la viabilidad del ecosistema que sostiene o
depende de la especie utilizada”. De esta manera, se deberán extremar las
precauciones con la finalidad de minimizar 1) los riesgos del agotamiento de la
población utilizada, 2) la reducción de su diversidad genética, y para asegurar
que, 3) el uso de la población no reduzca la capacidad de su hábitat para
sostener ésta u otras especies. Además de la sostenibilidad ecológica, el uso
debería ser económicamente viable y satisfacer las necesidades básicas de la
población; de no ser así, se generan presiones para aumentar la extracción en
detrimento de la capacidad productiva del
recurso. Laaplicación de estos criterios es seguramente un gran avance hacia la
verdadera sostenibilidad. Al mismo tiempo, el cumplimiento de sus postulados
requiere información detallada y confiable sobre la población a utilizar, y
demás componentes del
ecosistema que conforman su hábitat. Cualquier incertidumbre sobre las
consecuencias del
pretendido uso por la escasez de información o por eventos aleatorios no
controlables implica riesgos. En tales casos se recomienda aplicar el principio
de precaución: abstenerse de un uso potencialmente nocivo, aún en ausencia de
pruebas objetivas sobre su presunto efecto negativo, a menos que el interesado
pueda comprobar que el uso postulado satisface los criterios de sostenibilidad
(Favre 1995).
1.3.3 Sostenibilidad
En una ponencia sobre el manejo de fauna silvestre en Zimbabwe, Child y Nduku
(1986) postularon que “todo empeño humano exitoso a largo plazo debe ser
aceptable desde el punto de vista social y político, económicamente viable (o
por lo menos justificable) y ante todo
8 La utilización de la fauna silvestre en América Latina puede ser sostenible
en muchas regiones despobladas, donde la productividad del recurso aún
sobrepasa la demanda local. También hay algunas experiencias de manejo que se
aproximan al uso sostenible. Es difícil, sin embargo, que en nuestro medio un
uso extractivo de la fauna cumpla con todos los requisitos de sostenibilidad.
El avance en este sentido depende en gran medida de la voluntad política y de
proyectos pilotos de aprovechamiento experimental, quehan de revelar las pautas
para proyectos a mayor escala. De esta manera, el uso sostenible parece ser el
camino correcto, pero largo y difícil para los países en desarrollo. En un
contexto más amplio, el uso ecológicamente sostenible forma parte del
desarrollo sostenible, que se define como “la ordenación y conservación de la
base de recursos naturales, y la orientación del cambio tecnológico e
institucional, de tal manera que se asegure la continua satisfacción de las
necesidades humanas para las generaciones presentes y futuras (Brack Egg 1994).
Este estilo de desarrollo no promueve un crecimiento económico año tras año,
sino impulsa un mejoramiento cualitativo del
bienestar humano, por medio del uso sostenible
de los recursos disponibles, con tecnologías locales que eviten el despilfarro
y los costos ambientales, así como
una justa distribución de los bienes producidos entre la población (Goodland
1995). principio del
uso múltiple de la tierra. Por medio de una planificación interdisciplinaria se
diseñan técnicas de manejo que optimicen la producción de varios bienes y
servicios en el mismo terreno. Una de las estrategias más exitosas en este
respecto es alentar la iniciativa privada para la producción conjunta de fauna
silvestre, animales domésticos, madera
y demás recursos renovables. El aporte del
recurso fauna suele ser inversamente proporcional al rendimiento de otros usos
simultáneos de la tierra, alcanzando su mayor significado en tierras marginales
(Leopold 1933, González Jiménez 1977, Riney 1982, Hofmann et al. 1983,
Ramassotto 1987, Bucher 1989, MARNR1995a). Debido a esto, uno de los grandes
retos del
manejo de la fauna en nuestro medio es extenderlo a las regiones más remotas,
donde este recurso suele alcanzar su mayor importancia alimentaria, social y
económica.
1.3.5 Escalas espaciales de manejo
La fauna silvestre es legalmente patrimonio de la nación en casi todos los
países latinoamericanos. Pertenece así a los ciudadanos en su conjunto, y su
manejo es competencia del Estado. Tal como lo señalan Caughley y Sinclair
(1994), la fauna silvestre pertenece a la colectividad nacional, y es
administrada por una agencia oficial (servicio nacional de fauna) para regular
su aprovechamiento por parte de grupos discretos de usuarios directos. El
manejo de la fauna a nivel de país, estado o región o a escala macro consta de
la orientación, regulación y control de la ciudadanía en relación a la
protección y utilización del recurso, por medio de instrumentos legales y
programas de carácter general. Este estilo de manejo tiene gran alcance
espacial, pero regula pocas variables por medio de la orientación de las
actitudes humanas. El manejo de fauna a macroescala será tratada en mayor
detalle en la Sección 4. El manejo de fauna a escala micro, a nivel de fundo,
refugio de fauna o reserva comunitaria puede controlar más variables, tales
como el acceso, usos de la tierra, extensión y calidad de hábitats, número y
tipo de animales a cosechar. Concierne directamente las variables biológicas del área y forma la base de un manejo verdadero y
eficiente del
recurso. Sin embargo, las perspectivas del
1.3.4 Uso múltiple de latierra
El manejo de fauna no es una actividad aislada sino que forma parte de la
política ambiental global, supeditada a, y afectada por, el sistema
sociopolítico general de países y regiones. Debe formar parte del ordenamiento territorial y de los planes
de desarrollo rural y adecuarse con otros usos de la tierra (Leopold 1933,
Schuerholz y Mann 1979, FAO/PNUMA 1985, Dourojeanni 1990, MARNR 1995a). La
fauna silvestre es típicamente un recurso complementario en tierras dedicadas a
otras actividades económicas, pero, a diferencia de los demás usos de la
tierra, se extiende y reproduce en todo el territorio nacional. Su manejo
exitoso se fundamenta, por lo tanto, en el
9 manejo puntual dependen de las actitudes de los moradores o propietarios de
cada área: un plan puede resultar exitoso en un fundo, pero un fracaso en el predio
vecino. La mejor opción de manejo la pueden brindar aquellos programas de
alcance nacional (nivel macro), que se ejecutan por medio de una serie
coordinada de planes locales a microescala. La extensión espacial del manejo depende
también de los hábitos y la movilidad de los animales. Las poblaciones
sedentarias se prestan bien para el manejo a microescala mientras que las
especies migratorias pueden demandar planes de alcance intercontinental. El
manejo de fauna a microescala se rige por un plan de manejo que establece las
pautas a seguir y las técnicas a emplear para alcanzar el objetivo del manejo. Abarca una
secuencia de actividades que pueden ser ilustradas por medio de un simple
diagrama (Fig. 1.2). Una vezestablecidos los objetivos del plan, se realiza un reconocimiento de la
situación que se pretende manejar. Comprende una revisión y evaluación de toda
la información pre-existente sobre el asunto, consultas con personas vinculadas
con el plan, recorridos del
área, etc. Si el reconocimiento revela una información adecuada, se procede con
la planificación de una o más formas de proceder o estrategias con sus
repectivas pautas y técnicas para un manejo experimental. Este se conduce en un
área reducida y controlable, cuantificando las respuestas de la fauna y su
entorno a las acciones de manejo, a fin de acumular experiencia para fijar las
pautas para el manejo más definitivo y aplicable a áreas más extensas. Si la
información disponible no permite pasar directamente al manejo experimental,
hay que estructurar un plan de investigación para dilucidar los aspectos más
relevantes que incumben a los objetivos e implementar el manejo experimental
después. Una vez en marcha el plan, su seguimiento y evaluación periódica
permiten constatar el grado de cumplimiento de los objetivos y reorientar el
plan según la experiencia que venga acumulándose. Todo manejo de un sistema
ecológico es, en resumidas cuentas, un experimento de perturbación con varios
elementos aleatorios y riesgos no previsibles (Walters y Holling 1990), por lo
cual ni una base de datos ideal ni el diseño más sofisticado puede garantizar
el alcance de los objetivos planteados.
1.4 sCÓMO SE MANEJA LA FAUNA SILVESTRE?
En ausencia de manejo, todas las interacciones en el triángulo
fauna-hábitat-gente (Fig. 1.1)transcurren sin
Figura 1.2. Esquema secuencial de los componentes de un plan de manejo de fauna
silvestre.
10 un control humano explícito. Esto es aceptable cuando la población humana es
baja y utiliza los recursos con poca intensidad; en cambio, al aumentar la
población y su impacto se hace patente la necesidad de orientación y control.
La gente (casilla 1 de la Fig. 1.1) formula los objetivos de manejo en función
de las poblaciones de animales silvestres (casilla 2). La población es un
conjunto de individuos interfértiles (de una especie), definido en el tiempo y
el espacio. Cada especie se caracteriza por su morfología, tamaño adulto,
patrones fisiológicos y de historia natural, requerimientos y adaptaciones
ambientales y otros atributos mayormente cualitativos, individuales y
hereditarios. La zootecnia maneja estas cualidades, hasta cierto punto,
mediante la manipulación genética y sistemas de producción intensivos. Sin
embargo, estos atributos suelen ser insensibles al manejo en condiciones
naturales. A nivel poblacional, podemos definir atributos emergentes que
cuantifican: El estado de la población en un momento dado (“estructura” de
Giles 1971), en términos de variables como la abundancia, composición por sexo,
edad o estadio ontogénico, arreglo espacial, etc. y Los cambios en tiempo o
funcionamiento de la población (“dinámica” de Giles, op. cit.), tales como las
tasas de natalidad, mortalidad, dispersión, crecimiento numérico o de la
producción de biomasa. El estado de la población cambia en el tiempo según
elbalance entre las tasas que lo aumentan (natalidad, inmigración) y las que lo
reducen (mortalidad, emigración). Éstas a su vez dependen de la abundancia y
estructura poblacional y del
hábitat, los cuales en su conjunto pueden ser manejados por el hombre en mayor
o menor grado. Generalmente, la idea central es optimizar la producción, la
abundancia u otra variable poblacional fomentando la natalidad, el crecimiento
individual y/o la condición fisiológica mediante un diseño poblacional (Sección
7) y el mejoramiento del
hábitat (Sección 9). Al mismo tiempo se combate la mortalidad, también por
medio del
manejo de hábitat, la suplementación alimentaria durante los períodos críticos,
el control de cacería y en algunos casos de la depredación y competencia por
parte de otros animales silvestres. A manera de ilustración de los principios
de manejo, analizamos someramente un ejemplo, cuyo objetivo consiste en
maximizar la cosecha sostenible de una población. Para
empezar surgen dos preguntas sCuál es el estado actual de la población? y sEn
cuál estado se maximiza su producción? Para
poder responder debemos investigar. Una estimación cuantitativa de la población
actual (ver Sección 5) contesta la primera pregunta. La segunda ya es más
complicada. Es obvio que una población numerosa produce más, pero también la
competencia entre los animales tiende a crecer conjuntamente con su abundancia.
Esto refrena el crecimiento, así que la producción poblacional debería maximizarse
en una densidad intermedia. Una investigación bibliográfica puede proporcionar
un valor aplicable. Si no,hay que recurrir a modelos ecológicos, comparaciones
entre la población actual y la anterior o con la abundancia de la especie en
otras localidades con un hábitat semejante, conducir un manejo experimental a
partir de un valor tentativo, etc. También hay que tomar en consideración el
hábitat (casilla 3 de la Fig. 1.1) porque su extensión y calidad determinan la
cantidad de animales que puede sustentar el área. Supongamos que ahora hemos
logrado estimar la densidad poblacional que maximiza la producción y que ésta
es mayor que la actual. Es obvia la pregunta sPor qué la densidad actual es
inferior? sSe debe esto a factores intrínsecos (natalidad, mortalidad natural,
dispersión), limitantes impuestos por el hábitat, efectos estacionales o
sobreexplotación? Responder a estas preguntas requiere mayor investigación, a
fin de orientar el manejo hacia los factores que ocasionan la escasez. Si el
factor responsable es la mortalidad por caza (relación a en Fig. 1.1), la
acción de manejo indicada es controlar la intensidad de la misma. Si resulta,
en cambio, que la causa es emigración sin retorno por escasez estacional de
agua, debemos recurrir al manejo de hábitat (c en Fig. 1.1). Las restricciones del uso y manejo de hábitat son, de hecho, las
herramientas principales del
manejo de la fauna silvestre.
11 Una vez identificados los factores a manejar debemos decidir cómo hacerlo: establecer
las diferentes opciones posibles y sopesar sus ventajas y limitaciones, costos
y beneficios. Luego se deciden las acciones a realizar, se localizan
losrecursos para tal efecto y se implementan las medidas en el campo. Apenas
ahora estamos iniciando el manejo propiamente dicho. Todo lo planteado
anteriormente pertenece a la fase preliminar. Para
controlar la cacería se establecen restricciones de uso, se instruye a la gente
sobre las mismas y se activa un plan de guardería. En el caso de mejoramiento
de hábitat, se puede planificar una red de aguadas adicionales y ejecutar las
obras correspondientes en el campo. Después viene el seguimiento del plan para constatar
las respuestas poblacionales, trabajando al mismo tiempo en la fase
preparatoria de la cosecha sostenida. Para
concluir esta sección conviene destacar que las medidas de manejo deben
adecuarse en cada caso a la biología de la especie, tipo de hábitat y objetivo
humano. Aún así el manejo no es una panacea. Algunas poblaciones responden bien
al manejo, otras no. Este último caso puede ser el de algunas especies de ciclo
largo, que sólo prosperan en grandes extensiones continuas de hábitat primario
que el hombre no puede mejorar. resulta poco funcional en muchos casos,
especialmente en los países en desarrollo. Al mismo tiempo, el manejo de fauna
se ocupa cada vez más del
rescate y la restauración de especies y áreas amenazadas. Este desarrollo
propició el acercamiento de las dos vertientes, de tal forma que en términos de
la Estrategia Mundial de Conservación (UICN 1980) “la gestión de la utilización
de la biósfera por el ser humano, de tal suerte que produzca mayor y sostenido
beneficio para las generaciones actuales, pero mantenga su potencial para
satisfacerlas necesidades y aspiraciones de las generaciones futuras”, el
manejo de fauna forma parte de la conservación sin contradicción alguna. Los
documentos posteriores de FAO/PNUMA (1985) UICN (1991, 1994a) y de la
Conferencia de Río sobre el Ambiente y el Desarrollo (Naciones Unidas 1992) reiteran
y profundizan los principios de la definición citada en materia del uso y el
desarrollo sostenible, la participación ciudadana, las responsabilidades y los
beneficios compartidos entre los ciudadanos, pueblos y generaciones, los
derechos de los indígenas y demás comunidades tradicionales, la obligación de
indemnizar los daños ambientales y la cooperación internacional, entre otras.
El surgimiento simultáneo de la biología de la conservación (Soulé y Wilcox
1980, Soulé 1986) genera nuevos criterios y enfoques para el manejo de las
poblaciones y áreas amenazadas que enriquecen los alcances del manejo de fauna. En vista de lo
anterior, consideramos que el manejo de fauna brinda una de las herramientas
básicas para alcanzar las metas de la conservación (UICN 1980), conjuntamente
con el ordenamiento territorial, resguardo de la diversidad biológica en áreas
protegidas y la conservación de la calidad ambiental, entre otros. En este
orden de ideas, el manejo de fauna asume la responsabilidad de la protección, fomento
y control del
uso de la fauna silvestre, con un énfasis especial sobre las especies sometidas
a usos extractivos. Razones de peso justifican este último enfoque:
1.5 MANEJO DE FAUNA Y CONSERVACIÓN
Los términos conservación y manejo de fauna pueden significar cosasdistintas a
diferentes personas. Algunos los perciben como
la misma cosa, otros como
dos actividades paralelas o, en el caso extremo, antagónicas, en opinión de un
conservacionista a ultranza o de un manejador de fauna con una visión muy utilitaria.
Históricamente, tanto la conservación como el
manejo de fauna silvestre son respuestas a la acción destructiva del hombre sobre la
naturaleza, aunque sus enfoques son divergentes. La primera enfatiza la
protección de toda la naturaleza mientras que el segundo se ocupa usualmente del fomento y uso
sostenible de las especies recurso. No obstante, la conservación ha ajustado
sus estrategias, sin alterar sus principios, porque la estricta protección de
especies y áreas y la exclusión de los pobladores locales
• Las poblaciones recurso aportan alimento, ingresos, recreación y otros bienes
para la población humana, por lo cual su manejo tiene un alto contenido
socioecónomico.
• La misma condición de recurso somete a los animales de caza a presiones más
grandes que a los no utilizados, por lo cual su conservación requiere una
atención especial.
Un manejo adecuado mantiene y valoriza el recurso, incentiva su conservación y
puede prevenir la transformación de una especie útil en un problema de
conservación.
•
1.6 MANEJO DE FAUNA EN AMÉRICA LATINA
El desarrollo y la orientación regional del
manejo de fauna silvestre dependen de múltiples factores de orden biológico,
socioeconómico e histórico. De esta manera, América Latina y el Caribe como un todo presentan un
perfilpropio y diferente de los demás continentes (ver Sección 2), aún cuando
existe apreciable variación interna en esta extensa región. En el marco de
referencia biológica se destaca la gran variedad de biomas y tipos de hábitats
con el predominio de los bosques tropicales, aún relativamente bien
conservados, pero sometidos a crecientes impactos humanos. En conformidad con
la variedad y calidad de los hábitats, la fauna neotropical es muy rica en
especies, en su mayoría endémicas de la región. Esto implica una
diversificación de los enfoques y técnicas para atender el manejo de los
grandes roedores, primates, delfines de río, gran variedad de aves de uso
tradicional como
mascotas, los reptiles gigantes y otros grupos peculiares de la región.
Significa también un gran compromiso para preservar la inmensa diversidad
animal, incluyendo las especies migratorias de otras latitudes, y sus hábitats,
que demanda una política de fauna con alto contenido proteccionista. El mayor
potencial de la fauna neotropical como
recurso radica en las especies silvícolas y fluviales. Esta fauna está
constituida, en su mayoría, por especies propias de ecosistemas primarios, de
ciclo de vida largo, longevas, poco prolíficas, de mayor porte y ecológicamente
especialistas. Muchas pueden ser abundantes bajo condiciones primarias, pero no
toleran alteraciones del
hábitat ni altas tasas de extracción. Por lo tanto son más
difíciles de manejar que la fauna cinegética norteamericana, más rica en
especies de hábitats abiertos, alterados, sucesionales y de humedales,
quetoleran diversos usos de la tierra, son más prolíficas y suelen responder
bien al manejo de hábitat. Asimismo, muchas especies tropicales carecen de una
época fija de reproducción que dificulta su estudio y la programación de
temporadas de caza. La fauna de América austral y del norte de México, a su vez, guarda mayor
semejanza ecológica con la norteamericana. No obstante, las razones de fondo de
las diferencias entre el estilo norteamericano y el latinoamericano sobre el
manejo de fauna son históricas, sociales y económicas. El manejo de fauna es
apenas incipiente en América Latina, en comparación con los Estados Unidos y
muchos otros países industrializados. La atención que viene recibiendo la fauna
nativa en nuestro medio deriva de los patrones de su uso tradicional por parte
de grupos indígenas, los hábitos de caza de los colonizadores europeos, los
episodios de caza comercial destructiva, las leyes a menudo más proteccionistas
que protectoras y programas esporádicos de conservación y manejo, casi siempre
adaptando modelos foráneos. Todas las etapas históricas del
uso de la fauna persisten aún en muchos países, y el manejo de fauna en América
Latina se encuentra desfasada por medio siglo o más del desarrollo de esta actividad en los
países industrializados. En conformidad con el bienestar elevado de éstos, allá
se caza básicamente por deporte dentro de un sistema de manejo bien
establecido, donde acatar las normas es la regla. Además el cazador aporta
fondos, por concepto de licencias y otras contribuciones, que son reinvertidos
en el manejo, incluyendo lainvestigación coordinada con las universidades. La
erradicación de la caza comercial, con un decidido apoyo de los cazadores
deportivos, se cita como el paso decisivo para
la recuperación de la fauna silvestre estadounidense a partir de principios del siglo veinte (Lund
1995). En América Latina hay también cazadores que se ajustan a este perfil y
que pueden constituir un fiel aliado del
manejador de fauna. Sin embargo, el usuario principal en América tropical es el
campesino que caza para la alimentación cotidiana de su familia, haciendo caso
omiso a las normas vigentes. Por su precaria condición
13 económica no aporta fondos para el manejo de fauna, de tal suerte que esta
actividad es costeada con los exiguos fondos públicos. Esto genera un círculo
vicioso: la fauna sin manejo degenera en un renglón marginal que aporta poco,
carece de significado político y por lo tanto de una dotación presupuestaria
suficiente como
para revertir el proceso (Hernández Corso 1968). Todo esto ocurre en medio de
una expansión demográfica que duplica la población y sus demandas cada 30 años
en promedio. Esto se traduce en cambios drásticos en el uso de la tierra y en
una merma constante de los ecosistemas primarios. Por eso, el manejo de fauna
en nuestro medio debe ajustarse siempre a las realidades socioeconómicas
cambiantes de los usuarios de este recurso. Las razones de fondo de la
divergencia norte-sur radica, ante todo, en el subdesarrollo estructural de
América Latina
(Ojasti 1984, Mares 1986, Vaughan 1990). Un manejador de fauna no puede
remediar esta situación, pero tampoco puedeser un espectador pasivo ante el
deterioro de la fauna y su hábitat. Encontrar soluciones viables para esta
situación es parte de nuestra responsabilidad como ciudadanos, profesionales y amantes de
la naturaleza. sCuál es el modelo de manejo que resuelve la problemática de la
fauna silvestre latinoamericana? Probablemente no existe una respuesta única
para todos los países y tipos de problemas. Sin embargo, un modelo de manejo de
fauna puede ser exitoso en América tropical a medida que logra combinar la
conservación y el valor social: conservación, en virtud de la riqueza y
fragilidad de nuestro patrimonio natural, y valor social porque las soluciones
duraderas sólo se logran en cooperación con las poblaciones locales. El
desarrollo de la ecología y el manejo de fauna silvestre en los países templados
y también recientemente en los trópicos brinda las herramientas técnicas y
metodológicas para el manejo. Las nuevas ideas en el plano internacional
(FAO/PNUMA 1985, UICN 1991, 1994a, Naciones Unidas 1992, TCA 1995) enriquecen
las bases filosóficas y conceptuales de las políticas de fauna, orientadas a la
conservación de la diversidad biológica y su uso sostenible, el manejo
compartido con las comunidades y los propietarios rurales, la justa valoración
del recurso, la promoción de usos no consuntivos, el fortalecimiento de los
servicios nacionales de fauna y de la cooperación ciudadana, interinstitucional
e internacional. Los problemas de nuestra fauna son múltiples y así tienen que
ser las soluciones. Es preciso enterarse bien de las realidades del campo,
identificar losproblemas prioritarios, hallar soluciones aceptables desde el
punto de vista social, económico y ambiental, formular objetivos, planificar y
ejecutar proyectos pilotos, ajustándolos a los demás usos de la tierra y a la
política ambiental del país, en estrecha cooperación con la gente local;
evaluar los resultados, anticipar escenarios futuros, aprender de los errores,
propios y ajenos. Una de las mayores esperanzas para la conservación de fauna
neotropical radica en el aumento sostenido de los recursos humanos, capacitados
y motivados para el manejo de nuestra fauna nativa.
2 LA FAUNA NEOTROPICAL Y SU ENTORNO
2.1 REGIÓN NEOTROPICAL
El presente texto enfatiza el manejo de fauna silvestre en la Región
Neotropical. Por eso, como
paso previo es pertinente una somera introducción a la fauna de vertebrados de
la región, a su origen y su entorno geográfico y ecológico. La Región
Neotropical, reconocida como
una entidad biogeográfica de máxima jerarquía desde el siglo XIX, comprende
América del Sur, América Central y el área del Caribe. El límite septentrional
de la región es arbitrario y controversial, ya que muchos integrantes de la
biota neártica penetran por las tierras altas de México y América Central hacia
el sur hasta Nicaragua
(Cabrera y Willink 1973, Udvardy 1975, Dinerstein et al. 1995). En aras de
simplificar este panorama, aquí incluimos en la Región Neotropical la extensión
total de América Latina y el Caribe. Tal como
está definida, cuenta con una extensión terrestre de20,55 millones de km2. Unos
18 millones de km2 de esta superficie corresponden a América del Sur, el
continente mejor conservado del mundo, donde
las áreas poco perturbadas cubren un 60% del
total (WRI 1994). La expresión “América tropical” se aplica a esta vasta región
biogeográfica, a excepción del Cono Sur (Argentina,
Chile y Uruguay), que consiste de 16,79 millones de km2. peninsular de la
India. La separación entre Suramérica y África y la apertura simultánea del
océano Atlántico del Sur concluyeron en el Cretáceo Superior, hace unos 90
millones de años, pero la comunicación terrestre con la Antártida -a su vez
conectada con Australia- parece haberse mantenido hasta el Oligoceno Inferior
(hace unos 35 millones de años). Durante su larga etapa de continente-isla, el
Mar Caribe separó América del Sur de América del Norte. Las extensiones
terrestres que hoy día constituyen México y América Central conformaban en
aquel entonces la extensión meridional de Norteamérica (Webb 1978, Tarling
1985, HernándezCamacho et al. 1992). El levantamiento paulatino de la
cordillera andina a lo largo de la vertiente occidental de América del Sur a
partir del Mioceno Medio (hace 20 millones de años) y hasta el Plioceno-Pleistoceno
(2 a 2,5 millones de años) alteró radicalmente el plano relieve de la Suramérica primitiva y
propició climas más secos y fríos. Simultáneamente con estos eventos, el
levantamiento de cordilleras en América Central parece haber producido corredores
terrestres intermitentes entre América Central y del Sur a partir del Mioceno Superior.
Finalmente, laconsolidación del Istmo de Panamá en el Pleistoceno hace 3,5 a 4
millones de años, unió los dos elementos principales de la Región Neotropical
actual. El clima del Pleistoceno se caracterizó por glaciaciones recurrentes,
que alcanzaron su máximo impacto en latitudes y altitudes elevadas. La última
de las cuatro glaciaciones principales se inició hace 80 a 120 mil años y
alcanzó su apogeo o pleniglacial en América del Sur hace 13.000 a 20.000 años.
El presente período Holoceno, desde hace 10.000 años, es apenas un interglacial
o lapso más caluroso entre glaciaciones sucesivas. Tales condiciones reducen
las masas glaciales polares generando transegresiones marinas que ocuparon gran
2.1.1 Origen de la región
La extensión continental que conocemos como
América del Sur tiene su origen en el inmenso paleocontinente Pangea, que se
dividió en el Paleozoico-Mesozoico (hace 200 a 135 millones de años) en un
bloque septentrional (Laurasia) y otro meridional (Gondwana). Más tarde, en el
Cretáceo, este último se fragmentó gradualmente en lo que hoy en día son los
continentes del hemisferio sur: África, América del Sur, Antártida, Australia y
la parte
16 parte de la Amazonia y extensas áreas costeras durante el interglacial
anterior (Schubert 1988, HernándezCamacho et al. 1992, Bush 1994 ). Se estima
que durante el reciente pleniglacial 1) el nivel del mar era 120 m menor que el
de ahora y que muchas islas del presente estuvieron conectados con el
continente, 2) el límite nival y del páramo bajaron hasta 1500 m en la región
andina, 3) latemperatura promedio a nivel del mar descendió, y 4) hacia el
final del período glacial prevaleció un clima más seco que en la actualidad.
Todos estos acontecimientos del pasado
determinan los rasgos esenciales del Neotrópico así como la evolución, composición y distribución
de sus faunas. en alto grado los patrones de su clima, vegetación y fauna (Stamp
1956, Morello 1984, UICN 1993). Por otra parte, casi no existen barreras
orográficas en el sentido nortesur ni acentuadas divisorias de aguas entre las
cuencas gigantes del Amazonas, el Orinoco y el Plata. Por su gran amplitud
este-oeste en latitudes próximas al ecuador, predominan en América del
Sur los climas tropicales. El estrechamiento del continente hacia el sur, a su vez,
resulta en climas marítimos que atenúan los extremos climáticos en América
austral. Los vientos portadores de humedad soplan principalmente del este, lo
cual produce climas húmedos al lado del Atlántico. De esta manera, los vientos
alisios penetran libremente la planicie amazónica hasta las cumbres orientales
de los Andes, creando el área más extensa de
clima húmedo ecuatorial (tipo Af de Köppen) a escala mundial. Climas semejantes
se hallan también en el sur de México, América Central y sureste de Brasil.
Hacia el sur y el norte de la Amazonia se va acentuando la estacionalidad de
las lluvias (clima de sabana o Aw de Köppen), de tal forma que el período de
lluvias del norte (mayo-octubre) concuerda con la época seca del sur. El sector
occidental más árido es la Caatinga de Brasil, a causa de barreras orográficas.
La vertiente del Pacífico,desde Baja California hasta Chile central, en cambio,
se caracteriza por climas más secos y frescos, a excepción del Chocó, Colombia.
La Corriente del Perú (antes Corriente Humboldt), proveniente del Pacífico
austral, enfría el aire en las costas de Perú y Chile imponiendo uno de los
climas más áridos del
mundo (BW de Köppen). Más hacia el sur, los Andes actúan como
barrera de los vientos del oeste, que se
traduce en sequía más allá de la cordillera y especialmente en la Patagonia. Las partes altas de los Andes
se caracterizan por la alternancia extrema de la temperatura diaria y
permanecen fríos durante todo el año (tipo E de Köppen). Al sur del Trópico de Capricornio y norte de México presentan un
período estacional frío, a menudo con heladas, que identifica estas áreas como de clima templado.
2.1.2 Rasgos fisiogeográficos y climáticos
El Neotrópico, tal como se concibe aquí, se extiende desde los 32o 30' latitud
norte hasta los 55o latitud sur. La mayor parte de la región es tropical y está
ubicada en el hemisferio sur. Su extremo austral se extiende mucho más al sur
que África o Australia y alcanza la latitud equivalente a Canadá y Siberia en
el hemisferio norte. Asimismo, por lo estrecho del corredor centroamericano, América del
Sur conserva en gran medida su condición de continente-isla, aislado de los
demás y sometido a efectos marítimos (Morello 1984). Este continente, que forma
la parte nuclear de la región, consta de seis macroambientes geológicos y
estructurales: Los escudos precámbricos 1) de Brasil y 2) Guayana, 3) Patagonia
extra-andina, 4) Monte ySierra Pampeana, 5) los Andes y 6) las grandes
depresiones sedimentarias del Amazonas y el Orinoco, y de la llanura
Chaco-Pampeana (Scholten 1971; ver Fig. 2.1). El sistema de los Andes a todo lo
largo de la vertiente del Pacífico y sus prolongaciones hasta el noreste de Venezuela y
hacia América Central es uno de los macroambientes más distintivos del
Neotrópico. Este complejo sistema de cordilleras, altiplanos y valles de más de
7000 km de longitud, de 100 a 700 km de ancho y de gran altitud genera una
serie de pisos altitudinales con su clima y biota particulares. La división
este-oeste de Suramérica en un bloque andino y un bloque amazónico enmascara
sus cambios latitudinales y conforma el rasgo geográfico más resaltante del
continente, que determina
2.1.3 Vegetación
La distribución de la vegetación natural refleja, en gran medida, la
zonificación climática de la región. Existen varias clasificaciones de la
cobertura vegetal del Neotrópico, basadas en criterios bioclimáticos (Holdridge
1947), fisionómicos (Beard 1944), florísticos (Ramia 1967), ecosistémicos (Mann
1968) o en un conjunto de aspectos bioclimáticos, edáficos, fitosociológicos o
biogeográficos y en la factibilidad de distinguir las unidades en las imágenes
de sensores remotos (UNESCO 1981, Dinerstein et al.
1995). De esta manera, la tipificación de la vegetación puede variar según el
criterio de clasificación. Por ejemplo, los Llanos inundables pueden figurar como bosque seco
tropical, sabana o humedal. Sin embargo, a grandes rasgos la vegetación de la
regiónse caracteriza por 1) extensos bosques tropicales de la Amazonia, la
Floresta Atlántica de Brasil, y desde el noroeste del Ecuador pasando por
América Central hasta el sur de México, 2) sabanas del Cerrado y Pantanal
brasileños, de los Llanos colombovenezolanos y la Pampa de Mojos de Bolivia, 3)
la cadena norte-sur de ecosistemas herbáceas altoandinos (páramo
Figura 2.1. Macroambientes geológicos y estructurales de América del Sur según
Scholten (1971), redibujado.
18 y puna) 4) la Pampa argentina y demás praderas templados de América austral,
5) los matorrales espinosos del Chaco, de la Catinga del noreste brasileño, del
litoral caribeño colombo-venezolano, del Ecuador suroccidental y de la meseta
mexicana, 6) los desiertos de la vertiente del Pacífico del norte de México,
Perú y norte de Chile y la Patagonia, 7) parches de bosques de coníferas o
templados de hoja ancha de América austral, México y América Central, y 8)
franjas de humedales costeros y continentales. Esta diversidad de cobertura
vegetal resulta en un complejo mosaico de tipos principales de hábitats para la
fauna silvestre. A. Bosques Tropicales. Los bosques tropicales de hoja ancha
conforman la vegetación dominante del Neotrópico. En su conjunto cubren unos
9,14 millones km2 ó 54% de América tropical y 44% de toda la región (FAO
1995a). Según esta misma fuente, los bosques húmedos tropicales son los más
extensos (4,50 millones km2), seguidos por los bosques húmedos deciduos (2,98),
bosques de montaña (1,20) y bosques secos (0,46), respectivamente.Dinerstein et
al. (1995) estiman el bosque húmedo tropical (con un dosel de menos del 50% de especies
deciduas) en 8,21 millones de km2. La selva amazónica (7,64 millones de km2
según UNESCO 1981) es la masa boscosa tropical más extensa de la tierra
constituyendo el 56% de todos los bosques húmedos tropicales. Estos son los
ecosistemas más diversos, complicados y productivos -más de 2000 g.m-2año-1 de materia
orgánica- del planeta (Gentry 1988, Raich et al. 1991, WRI 1994) y el tipo de
hábitat más característico de la fauna neotropical. Los bosques secos
tropicales, 1,04 millones de km2 según Dinerstein et al. (1995), se concentran
en la periferia del bosque húmedo al sur de México, América Central y las
Antillas mayores, al norte de Colombia y Venezuela, las áreas costeras del sur
del Ecuador y al sur de la Amazonia brasileña y boliviana. B. Sabanas. La
sabana es otro bioma tropical extenso y típico del Neotrópico, abarcando 2,65
millones de km2, es decir, 12,8% de toda la región y un 17% de Suramérica
tropical (Raich et al. 1991, WRI 1994). Posee un estrato herbáceo continuo y es
altamente estacional presentando un período seco bien definido. Sin embargo,
las sabanas neotropicales son más edáficas que climáticas en comparación con
las sabanas africanas. La fisionomía de las sabanas y su calidad como hábitat varían
ampliamente según el relieve, suelos, grado de inundación y de la cobertura
arbórea. Se subdividen en varios tipos según su estacionalidad (Sarmiento y
Monasterios 1975), cobertura leñosa (Eiten 1982) o herbácea (Ramia 1967).
Conjuntamente con los bosquesfiguran entre los ecosistemas más productivos y
están sometidos, en su mayoría, a la ganadería extensiva. Un 23% de la
extensión primaria de sabanas está bajo cultivo, especialmente en Brasil (WRI
1994). C. Formaciones herbáceas andinas. Son herbazales que cubren valles y
planicies andinos por encima de 3300 a 3800 m de altitud y están sujetos a frecuentes
heladas nocturnas. Los páramos son formaciones relativamente diversas y
húmedas, se extienden desde las partes más altas de Costa Rica hasta el norte del Perú
y ocupan un área de unos 78.000 km2. Hacia el sur el período de lluvias se
reduce y resulta en herbazales más secos, o la puna del Altiplano andino, con
una extensión de 606.000 km2 (UNESCO 1981, Dinerstein et al. 1995). Son
ecosistemas poco productivos, pero sustentan una biomasa apreciable de
ungulados nativos y domésticos. Dinerstein (op. cit.) extienden el dominio de
los pastizales montanos hasta la estepa patagónica. D. Biomas áridos. Esta
división consta de un gradiente desde desiertos verdaderos, a estepas,
cardonales y matorrales secos, ubicados mayormente en México y el Cono Sur, con
una extensión de 2,48 millones de km2 ó 11,5% de la región. Estas formaciones
vegetales convergen con los bosques y pastizales secos y no es posible
separarlos rigurosamente de los mismos. Por eso, la extensión de tierras secas
en América del Sur varía según los criterios de inclusión desde 1,4 hasta 10,2
millones de km2 (Mares 1992, WRI 1994). Son hábitats poco productivos que
soportan una fauna peculiar con muchos endemismos (Mann 1968, Mares 1992). E.
Humedales. Bajoesta denominación se incluyen distintas formaciones
transicionales entre ecosistemas terrestres y acuáticos, tales como manglares
(40.620 km2), albuferas y lagunas marinocosteras, sabanas inundables
19 (285.530 km2) y los bosques ribereños inundables (várzea, igapó) que ocupan
entre 5 y 10% de la Amazonia (Ayres 1993, Dinerstein et al. 1995, Anónimo
1996). WRI (1994) cita 883.480 km2 o un 4% de humedales para toda la región,
ubicados en su mayoría en Brasil, Venezuela, Chile, Argentina y Paraguay (Tabla
2.1). A pesar de su modesta extensión, brindan gran variedad de hábitats
importantes para la fauna silvestre y acuática. F. Otras formaciones naturales.
Las latitudes más altas del Neotrópico cuentan con biomas importantes no
tropicales, tales como bosques de coníferas de México, América Central y el sur
de Brasil así como bosques templados de América austral que suman unos 1,10
millones de km2 ó 5% de la región. A éstos se agregan diversos matorrales,
praderas y estepas subtropicales y templadas propias de América austral (UNESCO
1981, Dinerstein et al. 1995). gran parte de los árboles restantes y se
deterioran los suelos (Johns 1992, FAO 1995a). La producción actual de madera
de América tropical es del orden de 400 millones de m2 que constituye un 12% de
la producción mundial (WRI 1994). La mayor parte de la madera se utiliza para leña y carbón vegetal.
La superficie afectada por la extracción comercial es igual o menor que la
deforestada (Tabla 2.1), en promedio 0,4% de la superficie forestal total.
Resulta en un bosque deteriorado,según la intensidad de la tala, que se
regenera paulatinamente, a menos que resulte invadido y deforestado por
colonos. La fauna silvícola parece relativamente persistente a la tala de madera cuando se dejan parches o corredores de vegetación
intactos como
refugios de las especies más sensibles (Johns 1992, Ochoa 1997). Otro uso
tradicional de las selvas tropicales constituye la recolección de productos
forestales no madereros, tales como
frutas, nueces, caucho natural, fibras, palmito, resinas y plantas medicinales
(FAO 1995b). Es una actividad artesanal extensiva de gran valor social al
ofrecer sustento a pobladores de áreas selváticas, especialmente en la Amazonia (Alho 1995). Es citado a menudo como ejemplo de uso sostenible de bosques en
pie. Puede afectar, sin embargo, la disponibilidad de alimento para la fauna
frugívora, especialmente cuando se cortan los árboles a fin de cosechar las
frutas (Redford 1992, Bodmer et al. 1997). El colector es además un cazador a
tiempo completo. La sostenibilidad económica de la recolección de productos
silvestres suele ser baja por las largas cadenas de comercialización (Alho
1995). El valor económico de la extracción de madera y otros productos forestales ofrece un
argumento de gran peso político a favor de la conservación de los bosques. Por
lo tanto, el desarrollo de sistemas de uso ecológico y económicamente
sostenible constituye la máxima prioridad de la política ambiental de los
países tropicales (Smythe 1981, Dourojeanni 1990, CDEA 1992, Johns 1992, Ayres
1993, Brack Egg 1994, FAO 1995a, entre otros). Lasplantaciones forestales
también forman parte del
uso forestal de la tierra. En 1990 abarcaron 86.370 km2 o apenas 1% del área de
los bosques naturales en América
2.2 USOS DE LA TIERRA Y ALTERACIONES AMBIENTALES
2.2.1 Usos forestales
El hombre utiliza la tierra y sus recursos alterando así los ambientes
naturales a favor de algunas especies de fauna y en detrimento de otras. De
esta manera, los patrones de uso de la tierra y sus efectos ambientales
determinan en gran medida las opciones actuales y futuras del manejo de fauna silvestre. Los
ecosistemas selváticos, dominantes y característicos en el Neotrópico, se
conceptúan tradicionalmente como
tierras ociosas de escaso valor. Por eso, su uso principal es la deforestación
con fines agropecuarios. La opción alterna es el aprovechamiento de los
productos del
bosque en pie, sin destruirlo. El uso económico principal de los bosques es la
extracción de madera.
En América tropical, esta actividad se concentra en la tala selectiva de
árboles emergentes de pocas especies comerciales, aprovechando una proporción
muy baja del
recurso forestal (apenas unos 8 m3/ha en promedio) en áreas accesibles por
tierra o agua. En el proceso de tala, el arrastre de los rollos y la apertura
de vialidad se suele utilizar maquinaria pesada, se destruye
20 tropical, alcanzando su mayor extensión en Brasil, Venezuela y Cuba (FAO
1995a). Son, en su mayoría, monocultivos de pinos y eucaliptos, de escaso valor
como hábitat de
la fauna nativa. 1995a). La suerte de las áreas deforestadas depende de su
manejoposterior. Gran parte del
área permanece bajo cultivo, pastoreo u otro uso antrópico, pero extensas áreas
se tornan improductivas en pocos años y son abandonadas. Por ejemplo, un 60% de
las tierras deforestadas en las décadas pasadas en la selva peruana se
encuentran actualmente abandonadas y en diversas etapas sucesionales hacia
bosques secundarios (Brack Egg 1994). Sin embargo, la eliminación de la
cobertura vegetal acelera la pérdida de suelos y nutrientes, de tal forma que
muchas áreas nunca retornan a su condición original. A la pérdida neta de
hábitat selvático -que documentan las tasas de deforestación- se agregan los
efectos negativos de la fragmentación y el efecto de borde. La deforestación
produce a menudo parches boscosos separados por extensiones abiertas. Muchas
poblaciones silvícolas, confinadas en tales fragmentos, desaparecen con el paso
del tiempo,
porque no alcanzan a mantener una población mínima viable (ver 7.2.1, B). La
persistencia de las poblaciones en tales casos depende de las características
intrínsecas de la especie (tamaño corporal, movilidad, dieta, hábitos sociales,
etc.) y es proporcional al tamaño del
fragmento (Robinson y Ramírez 1982, Lovejoy et al. 1986). Según la distancia o
conexión entre los parches y la movilidad de los animales, la fragmentación
puede generar metapoblaciones o conjuntos de poblaciones locales aisladas, pero
unidos por medio de una dispersión ocasional entre parches (Hanski y Gilpin
1991, McCullough 1996). La fragmentación progresiva de los hábitats se
clasifica en varias etapas con fines cartográficos (Dinersteinet al. 1995).Toda
la superficie del
fragmento no es, sin embargo, igualmente idónea para una especie silvícola.
Resulta que las partes periféricas sufren cambios de microclima, fisionomía y
composición de vegetación, y por concepto de incursiones de depredadores o
competidores ajenos debido a la proximidad de las áreas alteradas. Por este
efecto de borde solamente un área nuclear de cada fragmento reune las
condiciones del
bosque original (ver 9.3.5,B). Este conjunto de alteraciones: deforestación,
fragmentación y efecto de borde, aunado a la degradación del bosque por la
extracción depredadora de madera, conforman el obstáculo principal de la
conservación de la fauna silvícola a escala mundial.
2.2.2 Deforestación
La conversión de bosques en cultivos, pastos y otras áreas abiertas o alteradas
acompaña siempre la ocupación humana de los ambientes naturales. Este proceso o
la deforestación se define como
un “cambio en el aprovechamiento de la tierra reduciendo la cobertura de las
copas a menos de un 10 por ciento” (FAO 1995a). La deforestación avanza en
América tropical alentada por programas oficiales de desarrollo o por la
ocupación anárquica de parte de campesinos sin tierra. Emplea diversas
tencnologías y suele concentrarse a lo largo de vías terrestres y fluviales.
(Tucker et al. 1984). Su intensidad se denota normalmente en la tasa anual de
deforestación, en porcentaje [(área deforestada por año/ área boscosa total al
principio del
período) × 100]. La pérdida acumulativa de la superficie boscosa en América
tropical se estima en 20% (WRI 1994). La tasa anualpromedio de deforestación en
la década pasada (19811990) en la región se ubica en 0,8%, pero su valor varía
según el tipo de bosque y el país y es proporcional a la densidad de la
población humana (FAO 1995a). Las tasas de deforestación son más bajas en las
selvas húmedas tropicales (media 0,4%) y más altas en bosques deciduos húmedos
(1,0% ó 43% de la superficie total deforestada) y deciduos secos y de montaña
(1,2%). En todos los casos se alcanzan valores más altos en America Central que
en América del Sur. Casi la mitad de la superficie deforestada corresponde a
Brasil aunque su tasa porcentual es moderada, 0,6%. Jamaica, Haití, Costa Rica,
República Dominicana, Paraguay, El Salvador, Honduras y Trinidad Tobago acusan
las tasas más elevadas, mientras que en las Guayanas la deforestación es
todavía baja (Tabla 2.1). La deforestación reduce cada vez más la cobertura
boscosa y los hábitats de la fauna silvícola. Se estima que actualmente queda
76% de la extensión original del bosque húmedo tropical, 46% del bosque deciduo
húmedo, 30% del bosque deciduo seco, 29% del bosque de montaña y 19% del bosque
muy seco, a escala mundial (FAO
Tabla 2.1. Extensión y uso de macroambientes en los países de América Latina y
del Caribe: superficie terrestre total (miles de km2), superficie de bosques
naturales (1990, miles de km2), el porcentaje de bosques del total, tasa de
deforestación anual (%), período 1981-1990, tasa de extracción de madera
durante el mismo período, extensión de sabanas y humedales (miles de km2) y fracción
de tierrasagropecuarias (cultivos y pastos permanentes) del territorio
nacional. Fuentes: FAO (1995a), WRI (1994). País
México Belice Guatemala Honduras El Salvador Nicaragua Costa Rica Panamá Cuba
Jamaica Rep. Dominicana Haiti Trinidad y Tobago Colombia Venezuela Guyana
Surinam Guayana Francesa Ecuador Perú Bolivia Brasil Paraguay Uruguay Argentina
Chile
Área total
1909 23 108 112 21 119 51 77 110 11 48 28 5 1039 882 197 156 91 277 1280 1084
8456 397 177 2737 749
Bosques área %
486 20 42 46 1,2 60 14 31 17 2,4 11 0,2 1,6 541 457 184 148 80 119 679 493 5611
129 5 445 76 25 87 39 41 6 51 28 41 16 22 22 1 30 52 52 94 95 87 43 53 45 66 32
3 16 10
Defor., %
1,3 0,2 1,7 2,1 2,2 1,9 2,9 1,9 1,0 7,2 2,8 4,8 2,1 0,7 1,2 0,1 0,1 0,0 1,8 0,4
1,2 0,6 2,7 -
Tala, %
0,0 0,2 0,1 0,1 0,0 0,9 2,6 0,1 0,2 0,4 0,0 7,7 1,8 0,2 0,1 0,0 0,1 0,0 1,3 0,1
0,0 0,5 1,8 -
Sabana área
256 243 18 1,2 0,2 42 139 87 740 104 145 755 101
Humedal área
33 2,2 6,5 0,7 20 0,8 6,5 17 0,1 1,1 0,2 19 145 8,1 16 10 13 24 297 47 6,3 62
88
Agropec. %
52 5 30 39 65 56 56 29 57 42 73 51 26 44 24 9 1 28 24 27 29 59 85 62 24
2.2.3 Usos agropecuarios
El uso agrícola de la tierra consta de la conversión de los ecosistemas
naturales y del mantenimiento de las tierras ocupadas en una etapa sucesional,
generalmente incipiente, a fin de producir y cosechar determinadas plantas
cultivadas. Ocupa un área de 1.717.600 km2 o 8,4% de la
superficie terrestre de América Latina y el Caribe, que aumentó 12,7% en la
década de 1980 (WRI 1994). La mayor parte de esta área se ubica en Brasil,
Argentina,México y Colombia, aunque la fracción de tierras cultivadas tiende a
ser mayor en los países densamente poblados de América Central y el Caribe. Los
agroecosistemas son usualmente monocultivos de plantas herbáceas, pero
22 presentan gran variedad de cultivos, escalas, tecnologías e impactos
ambientales. La modalidad primaria de producción vegetal es la agricultura
migratoria que caracteriza las economías de subsistencia en América tropical.
Consiste en la tala y quema de una parcela de vegetación leñosa y su cultivo
sin mayor labranza por uno o pocos años. Luego se abandona el área para repetir
el ciclo en otro sitio, produciéndose así un conjunto de parches cultivados y
de barbecho en diferentes etapas sucesionales en medio de un paisaje boscoso.
En lugares poco poblados este sistema tiende a favorecer la fauna local al
ofrecerles mayor variedad de hábitats y alimentos. En cambio, fuertes presiones
demográficas recortan la fase del
barbecho, el sistema se extiende a tierras muy expuestas a la erosión y resulta
a menudo en la perdida irreversible de los suelos y la cobertura boscosa
(Watters 1971). En la agricultura regional se destacan también las
tradicionales haciendas de cultivos comerciales perenes de cacao, café, coco,
frutales y demás plantaciones, así como
extensos monocultivos herbáceos mecanizados de caña de azúcar, cereales (maíz,
arroz, sorgo y trigo), oleaginosas, tubérculos y hortalizas, entre otros. Casi
el 10% de la superficie cultivada cuenta con sistemas de riego. Los efectos
ambientales de la agriculturavarían según el cultivo, tecnología y la vocación del lugar para la
agricultura. Los cultivos de ciclo corto son muy vulnerables a la erosión, el
uso de maquinaria pesada compacta los suelos y los agroquímicos generan
contaminación ambiental. Los impactos ambientales traspasan a menudo el ámbito
de los cultivos a lo largo de las cuencas hidrográficas ocasionando
sedimentación, contaminación química e inundaciones violentas. Por ejemplo, la
amenaza principal del Pantanal matogrosense proviene de la tierras agrarias
degradadas del
planalto circundante. El efecto local de la agricultura sobre la fauna depende
además de la entremezcla entre los cultivos y la vegetación natural. Gran parte
de la fauna original suele desaparecer de los agroecosistemas. Un conjunto de
especies oportunistas, en cambio, puede beneficiarse del alimento y cobertura que brindan los
cultivos, hasta convertirse en plagas (ver 7.4). Las tierras de uso pecuario
incluyen sabanas, pastizales naturales y estepas del
Cono Sur y de los Andes, así como
los pastos sembrados en áreas deforestadas. Ocupan 5,88 millones de ha o 28% de
la superficie terrestre de América Latina y el Caribe y abastecen una población
bovina de 328 millones y ovina de 147 millones (WRI 1994). La ganadería
extensiva en pastizales naturales constituye la modalidad principal,
especialmente en América del Sur. El impacto ambiental del
pastoreo depende ante todo del
manejo de la carga animal. Una utilización del pastizal en exceso a su capacidad
resulta en la degradación progresiva de la capa vegetal, la erosión y
desertificación o lasustitución de plantas forrajeras por malezas (Morello
1984, Bucher 1987, Adámoli et al. 1990, Huss 1993). Otras implicaciones de la
ganadería para la fauna silvestre son la competencia forrajera, las quemas de
vegetación, la provisión de aguadas, el control de depredadores grandes, la
restricción de movimientos o atrapamiento en cercas y enfermedades contagiosas
de los animales domésticos. Sin embargo, la ganadería extensiva y la fauna
nativa suelen ser perfectamente compatibles, lo cual ofrece una de las mejores
opciones para el manejo de fauna silvestre en nuestro medio. Los cultivos y
pastos en su conjunto ocupan un 35% del área total de América del Sur, y una
fracción mayor, a menudo en exceso del 50%, en América Central y el Caribe, y
menos del 10% en las Guayanas y Belice (Tabla 2.1).
2.2.4 Otros usos y alteraciones
A. Ambientes acuáticos y humedales. Grandes obras hidráulicas, tales como extensos embalses para la producción hidroeléctrica o
almacenamiento de agua para sistemas de riego o usos domésticos e industriales
proliferan en los países de América Latina.
Traen como consecuencia pérdida y fragmentación
de hábitats ribereños y terrestres, sedimentación, alteraciones de la cuenca aguas abajo y
barreras a la dispersión de fauna acuática (CDEA 1992, Tomas 1997). La
navegación perturba la reproducción de tortugas fluviales, especialmente de
Podocnemis expansa (Ojasti 1971, IBAMA 1989). El drenaje de humedales con fines
agropecuarias, en cambio, resta hábitats de su biota,
23 especialmente de la avifauna acuática (Leopold1959, Borrero 1972,
Gómez-Dallmeier y Cringan 1989). Uno de los ambientes más amenazados son los
marinocosteros, por ser áreas de concentración de la población humana,
desarrollos turísticos e industriales, acuicultura, pesca y recreación náutica.
Estos usos ahuyentan la fauna silvestre y resultan en pérdida, desecamiento,
salinización y contaminación de los manglares, lagunas y otros humedales
costeros de gran importancia para la fauna local y migratoria (López 1986,
Goodwin y Rodner 1987, Ochoa et al. 1987, Olsen y Maugle 1988, UNEP 1993). B.
Minería. Los usos mineros generan siempre fuertes impactos ambientales. La
industria petrolera en particular se extiende por grandes áreas en México, Venezuela,
Ecuador,
Perú y otros países latinoamericanos. Sus impactos primarios consisten en la
apertura de extensos sistemas de caminos de exploración, carreteras y
oleoductos, construcción de diversas instalaciones industriales, movimientos de
personal y maquinarias y ocasionalmente derrames de petroleo y descargas de
aguas de formación, que pueden afectar seriamente los ecosistemas lacustres y
las cuencas hidrográficas. Además, la apertura de vialidad abre paso a la
colonización y deforestación anárquicas, especialmente en áreas poco pobladas
de la Amazonia (Ojasti 1986, CDEA 1992). La
minería de oro aluvial o “garimpagem”, artesanal o industrial, es otra
actividad muy difundida, principalmente en las cuencas altas del Amazonas,
Orinoco y Paraguay y conforma una de las actividades económicas más importantes
en la Amazonia (Brack Egg 1994). Su efecto puntual abarca eldeterioro de los
suelos, la capa vegetal y la erosión, según la tecnología y las condiciones
locales. A éstos se agregan la sedimentación y contaminación mercurial de las
cuencas hidrográficas así como
la demanda explosiva de la carne de monte en los campamentos mineros en
comarcas despobladas (Almeida, J.M.G. 1989, Chehébar 1990, CDEA 1992,
Valderrama 1992).
2.3 FAUNA DE VERTEBRADOS TERRESTRES
2.3.1 Origen y evolución
La evolución de la fauna neotropical está estrechamente enlazada con la
geografía histórica de su entorno. Está relativamente bien documentada por el
registro fósil en el caso de los mamíferos (Patterson y Pascual 1968, Webb
1978, Simpson 1980). El presente recuento se fundamenta principalmente en Reig
(1981). La fauna del Terciario, cuando América del Sur aún formaba parte de
Gondwana, o la Protohorofauna Gondwánica de Reig (1981), es poco conocida. El
registro fósil consta de mamíferos primitivos o reptiles mamiferoides cuyos
afinidades posteriores se desconocen. Sin embargo, la presencia de taxa antiguos,
compartidos con otros continentes meridionales, revela grupos de abolengo
gondwaniano de la fauna suramericana, tales como la mayoría de los peces de
agua dulce, anfibios como Hylidae, Pipidae y Leptodactylidae, los crocodílidos,
las tortugas de la familia Pelomedusidae, aves del suborden Suboscines, los
ñandúes (Rheiformes) y pinguinos (Spheniscidae) y los marsupiales, entre otros
(Webb 1978, Sick 1988). Estrato I: Paleohorofauna Suramericana El desarrollo
inicial de la mastofauna de América del Sur a partir del Cretáceo Superior y hasta el EocenoSuperior -aislada de América
del Norte, pero conectada con la Antártida- presenta tres grandes grupos autóctonos:
los marsupiales, los edentados y un conjunto de ungulados primitivos, todos
presuntamente de origen gondwánico. De las 35 familias de mamíferos de este
período apenas sobreviven dos hasta el presente, Didelphidae y Dasypodidae.
Webb (1978) reseña para esta etapa la llegada de las familias Psittacidae
(Aves), Chelidae (Reptilia, Testudines), Iguanidae, Teiidae y Boidae (Reptilia,
Squamata) y los sapos (Bufonidae). Estrato II: Cenohorofauna Suramericana Este
período, desde el Oligoceno Inferior hasta el Plioceno o de 44 a 5 millones de
años antes del presente, la fauna
24 suramericana alcanza su apogeo. La fauna del
continenteisla se expande por la diversificación de los linajes del período anterior,
aunada a la evolución de múltiples familias suramericanas a partir de grupos
alóctonos. Entre estos últimos se destacan en particular los roedores
histricognatos, los primates platirrinos, los manatíes, y murciélagos,
especialmente de la familia Phyllostomidae, y posteriormente los roedores
cricétidos, que son elementos característicos también de la fauna neotropical
actual. De hecho, casi la mitad de las 60 familias de mamíferos presentes en
este período sobreviven todavía. La herpetofauna se enriqueció por la llegada
de las tortugas terrestres (Geochelone) y los ofidios colúbridos. El lugar de
origen de los nuevos linajes no se conoce con certeza. Sin embargo, la
procedencia neártica parece más probable por la menorextensión de barrera
marina hacia el norte. Durante esta época, los grandes herbívoros de sabana
alcanzaron su máximo desarrollo y diversidad, comparable con la fauna africana
actual. Los carnívoros marsupiales (Borhyaenidae), aves terrestres gigantes
(Phorusrhacidae) y los crocodílidos conformaron los grandes carnívoros de la
época . Estrato III: Neohorofauna Neotropical Este período, ubicado en el Plioceno
y Pleistoceno, se destaca por el gran intercambio faunístico entre América del Sur y del Norte, a raíz de la consolidación del corredor terrestre
de Panamá. Varios linajes de mamíferos del
norte invadieron América del Sur: las musarañas (Insectivora, Soricidae),
Carnivora (Canidae, Ursidae, Mustelidae, Felidae), mastodontes (Proboscoidea,
Gomphotheriidae), tapires y caballos (Perissodactyla, Tapiridae y Equidae),
pecaríes, camélidos y venados (Artiodactyla, Tayassuidae, Camelidae, Cervidae),
ardillas (Rodentia, Sciuridae) y conejos (Lagomorpha, Leporidae). Estos nuevos
grupos se integraron a la fauna regional y pueden presentar en la actualidad
géneros y especies neotropicales. En consecuencia, la mastofauna actual del
Neotrópico es una complicada mezcla de taxa antiguos y autóctonos (Estrato I),
los de origen alóctono de permanencia intermedia (Estrato II), y los “recién
llegados” que conservan aún gran afinidad con sus ancestros del norte (Estrato III). Los vertebrados
aéreos y acuáticos parecen menos afectados por las barreras marinas y pueden
presentar un cuadro menos rígido. Por otra parte, la invasión masiva de la
fauna suramericana hacia el norte extendióel dominio neotropical a América
Central y las partes tropicales de México. Sin embargo, México y las áreas
aledañas de América Central cuentan con muchos elementos típicamente neárticos
y desconocidos de América del Sur, constituyendo así la transición entre el
Neotrópico y el Neártico. Hacia el final del Pleistoceno la megafauna
neotropical sufrió una extinción masiva, que eliminó casi todos los grupos de
mayor antiguedad (estrato I), pero también los caballos y mastodontes del estrato III. Estas
extinciones se atribuyen a cambios climáticos, competencia entre las especies
autóctonas e invasoras y/o a la llegada del
hombre cazador. A consecuencia de esta ola de extinciones, muy reciente en
términos geológicos, la mastofauna neotropical actual cuenta con pocas especies
corpulentas y casi no presenta grandes herbívoros pastadores (Robinson y
Redford 1986b). El mamífero terrestre más corpulento, el tapir, alcanza un peso
máximo de 250 a 300 kg, apenas 10 especies sobrepasan el peso de 100 kg y
solamente 81 (7,4% del total de especies) alcanzan el peso adulto de 5 kg
(Ojasti 1984).
2.3.2 Composición de la fauna contemporánea
El Neotrópico presenta una composición faunística que le confiere su estampa
propia y le distingue de otras regiones zoogeográficas, por la presencia de
linajes antiguos y exclusivos o endémicos, así como de grupos procedentes de
otras regiones, pero que caracterizan la fauna actual del Neotrópico por su
gran variedad, distribución o abundancia. Entre los órdenes y familias de
mamíferos endémicos -o casi endémicos cuando una o pocas especiesse han
dispersado hacia el Neártico- se destacan tres órdenes y familias de
marsupiales (Didelphimorphia-Didelphidae, Microbiotheria-Microbiotheridae y
Pacituberculata-
25 Caenolestidae, el orden endémico de Xenartha o Edentata abarcando los
armadillos (Dasypodidae), los osos hormigueros (Myrmecophagidae), los perezosos
(Bradypodidae, Megalonychidae), los insectívoros antillanos de la familia
Solenodontidae, seis familias endémicas de murciélagos incluyendo
Phyllostomidae, diversificada en unas 140 especies, los primates platirrinos
(Callithricidae, Cebidae) y 13 familias de roedores histricognatos: los
puercoespines del Nuevo Mundo (Erethizontidae), la familia de los cuyes
(Caviidae), capibaras (Hydrochaeridae), pacas (Agoutidae), agutíes
(Dasyproctidae), viscachas y chinchillas (Chinchillidae), hutías (Capromyidae),
coipos (Myoproctidae) y las ratas espinosas (Echimyidae), entre otras. De
hecho, estos grandes roedores constituyen uno de los grupos más distintivos del
Neotrópico e incluyen equivalentes ecológicos de ciertos ungulados africanos
(Dubost 1968). Los grupos alóctonos pero muy característicos para la fauna
contemporanea incluyen los tapires (Tapiridae), pecaríes (Tayassuidae), los
camélidos de América Austral y de los Andes y gran variedad de roedores
sigmodóntidos. Las familias y la mayoría de los géneros de los carnívoros son
los mismos del Neártico. La ausencia de los bóvidos, herbívoros dominantes de
los trópicos del
Viejo Mundo, es otro rasgo distintivo del Neotrópico. En la avifauna de
abolengo suramericano sedestacan los ordenes endémicos de Rheiformes (los
ñandúes o emas, familia Rheidae) y Tinamiformes (familia Tinamidae), el
suborden Suboscines del orden Passeriformes que alcanza su máximo desarrollo en
el Neotrópico presentando siete familias endémicas (Dendrocolaptidae,
Furnariidae, Formicariidae, Rhinocryptidae, Cotingidae, Pipridae, y
Phytotomidae) y las familas no Passeriformes Anhimidae, Psophidae, Europygidae,
Opistocomidae, Nyctibiidae, Galbulidae, Bucconidae y Ramphastidae (Sick 1988).
Otros grupos característicos pero no exclusivos para la región son los loros y
afines (Psittacidae), los colibríes (Trochilidae) y la familia Cracidae que
incluye a los paujíes, pavas y chachalacas. Como una región mayormente tropical, el
Neotrópico posee una herpetofauna varida y abundante (Duellman 1979). Algunos
grupos de reptiles, tales como las familias
Pelomedusidae, Chelidae (tortugas del suborden
Pleurodira), Crocodilidae y Alligatoridae, son de origen gondwánico y están
compartidos entre los continentes del
sur. La mayoría de las familias, sin embargo, son de procedencia neártica. La
única familia endémica es Dermatomyidae, representada por la tortuga fluvial
Dermatemys mawii de América Central. Por otra parte, casi todos los géneros y
especies son endémicas de la región. Las familias más difundidas y
características de la región son las tortugas suramericanas de las familias
Pelomedusidae y Chelidae, lagartos, ante todo de las familias Teiidae,
Iguanidae y Gekkonidae, ofidios (Colubridae, Boidae, Micruridae, Viperidae,
entre otros) y los cocodrilos (Crocodylidae) ycaimanes (Alligatoridae) que,
juntamente con las tortugas, constituyen el conjunto de grandes reptiles
acuáticos de América tropical. Entre los anfibios neotropicales predominan los
anuros (sapos y ranas) con familias endémicas (Brachycephalidae,
Rhinodermatidae, Pseudidae) o muy diversificadas y características
(Leptodactylidae, Hyliidae, Dendrobatidae, Centrolenidae, Microhylidae). Los
anfibios vermiformes (orden Gymnophiona) presentan dos familias endémicas
(Rhinatrematidae y Typhlonectidae) y la tercera, de más amplia distribución
(Caecilidae), mientras que las salamandras (orden Caudata, familia
Plethodontidae) son escasas y restringidas al noroeste de la región. El grado
de endemismo de las especies de anfibios suramericanos es elevado, del 94% (Duellman 1979,
Frost 1985).
2.3.3 Riqueza de especies
La gran riqueza de especies es un atributo resaltante de la fauna neotropical.
El número de especies de mamíferos de la región reseñados por Honacki et al.
(1982) de la región alcanza 1220, que representa el 29% del total de mamíferos
conocidos. Mares (1992) cita 883 especies de mamíferos para América del Sur. La
avifauna neotropical es aún más diversa, 3751 especies residentes o más de una
tercera parte de la avifauna mundial; con las especies migratorias el total
alcanza 4037 (Stotz et al. 1996). América del Sur solamente cuenta con 2930
especies, casi dos veces más que África (Cox 1994). La herpetofauna se estima
en 2441 especies de reptiles (38% de los reptiles conocidos) y en 1865 especies
de anfibios.
26 La fauna deanfibios del Neotrópico es casi la mitad del total mundial y 2,2 veces mayor que la
de África (Frost 1985, Mann 1986, Cox 1994). Todo esto resulta en 9.563
especies de vertebrados terrestres registrados para el Neotrópico. Además se
descubren nuevas especies todos los años, particulamente, en el caso de los
anfibios. La riqueza de vertebrados terrestres por países (Tabla 2.2) es mayor
en Brasil por su inmensa extensión territorial, en Colombia, Perú y Ecuador por
el efecto aditivo de la fauna amazónica, andina y de la franja costera del
Pacífico, y en México por la convergencia de la fauna neártica y neotropical.
Incluso países tropicales pequeños como Costa Rica
(51.000 km2) sustentan una biodiversidad parecida a la de los Estados Unidos.
La fracción de las especies endémicas es mayor en las Antillas (Hispaniola, Cuba,
Jamaica) por su aislamiento
y en países muy extensos como
Brasil, México y Argentina (Tabla 2.2). La frecuencia de endemismos en
Colombia, Ecuador, Perú y Chile concuerda con la profusión de especies de
distribución restringida a lo largo del sistema de los Andes (Ruggiero 1994).
Por lo general, la riqueza de especies es inversamente proporcional a la
altitud y latitud, alcanzando su apogeo en tierras bajas cercanas al ecuador. Esto
es particularmente llamativo en los primates y murciélagos. En los trópicos, la
biomasa poblacional se comparte entre un mayor número de especies, por lo cual
la abundancia de individuos por especie, en término medio, resulta menor. Se
estima que la máxima diversidad animal se encuentra en las selvas húmedas
tropicales y,en el caso particular del Neotrópico, en la Amazonia.
Sin embargo, los biomas secos de América del Sur en su conjunto albergan mayor
riqueza de mamíferos que la selva amazónica (Mares 1992) y la mayor variedad de
grupos como
Marsupialia, Edentata, Artiodactyla y los roedores histricognatos se ubican en
las latitudes medias de América austral (Ruggiero 1994). Como mecanismos
generadores de alta diversidad en los trópicos se han postulado el mayor tiempo
disponible para la saturación de las comunidades, mayor heterogeneidad espacial
y, por ende, más nichos disponibles, mayor competencia y segregación de nichos,
más depredación que alivia la competencia y facilita la coexistencia,
estabilidad climática que propicia una mayor especiación y mayor producción
biótica que puede sustentar faunas más diversas, entre otros (Pianka 1966,
MacArthur 1972). En el caso de la Amazonia, la
presencia de parches de alta diversidad y endemismo ha promovido hipótesis más
específicas. La teoría de refugios pleistocénicos postula la alternancia de
largos períodos secos y húmedos. Según esta teoría, durante los periodos secos
la selva amazónica se redujo a una serie de islas boscosas en áreas de mayor
pluviosidad, rodeados por extensas sabanas. Muchas poblaciones confinadas a
tales refugios se diversificaron hasta el grado de alcanzar un aislamiento
reproductivo de sus congéneres de parches vecinos cuando el retorno de un
periodo húmedo y la expansión de la selva facilitó la dispersión y los
contactos secundarios entre integrantes de diferentes refugios (Haffer 1969,
Vanzolini y Williams1970, Ab’Saber 1982, Brown 1982, Hernández Camacho et al.
1992). Las hipótesis alternas para explicar la biodiversidad amazónica incluyen
a los grandes ríos como barreras de dispersión, la perturbación intermedia y
generación de heterogeneidad espacial y temporal por los efectos de la dinámica
fluvial e inundaciones, los efectos directos de los cambios climáticos y los
procesos de especiación anteriores al Cuaternario (Salo et al. 1986, Colinvaux
1987, Gentry 1988). Es lo más probable que, en lugar de un solo mecanismo, la
alta diversidad amazónica sea producto de la interacción de varios factores en
conjunto (Bush 1994).
2.3.4 Aspectos zoogeográficos
La Región Neotropical se ordena tradicionalmente en cuatro subregiones
biogeográficas: A. Subregión Antillana. Esta entidad insular presenta una fauna
mixta del Neártico, Neotrópico y numerosos endemismos hasta el nivel de familia
[los almiquis (Solenodontidae), hutías (Capromyidae), cartacubas (Todidae) y
siguas de palma
(Dulidae)]. Carece de carnívoros, ungulados y mamíferos mayores en general,
pero cuenta con la fauna costera del Caribe, incluyendo
27 Tabla 2.2. Número de especies de vertebrados terrestres por países o áreas
en América Latina y el Caribe, según estadísticas recientes: 1Halffter 1992,
2Mann 1986, 3Vega 1994, 4TCA 1995, 5La Marca 1997, 6UICN 1993, 7Suárez y Ulloa
1993, y el porcentaje de las especies endémicas según Mann (1986). País o Area
México 2 Belice 3 Guatemala 2 Honduras 2 El Salvador 3 Nicaragua 2 Costa Rica 2
Panamá 1 Cuba 2 Jamaica 2 Hispaniola 2 Trinidad 4Colombia 5 Venezuela 6 Guyana
6 Surinam 6 Guayana Francesa 7 Ecuador 4 Perú 4 Bolivia 6 Brasil 4 Paraguay 4
Uruguay 4 Argentina 4 Chile
1
Mamíferos
449 121 189 179 129 159 203 217 88 29 23 85 367 340 198 184 150 324 460 282 423
167 77 315 130
Aves
961 504 677 672 432 857 796 850 400 223 211 374 1754 1348 728 670 700 1564 1701
1257 1622 694 367 976 439
Reptiles
717 107 209 161 93 169 218 212 140* 38 134 76 475 292 137 152 136 379 297 250
468 133 66 216 45
Anfibios
382 26 112 55 38 59 151 155 20 53 14 507 275 105 95 89 402 315 106 517 85 37
135 31
Total
2509 758 1187 1067 692 1244 1368 1424 628 310 421 522 3103 2255 1198 1101 1075
2669 2773 1895 3030 1079 547 1642 645
Endém., %
32 1 4 2 1 1 5 4 31 23 44 1 11 9 1 1 1 12 12 4 24 1 1 9 14
*Herpetofauna
aves y tortugas marinas, cocodrilos y el manatí (Trichechus manatus). B.
Subregión Mesoamericana. Abarca la América Central y la mayor parte de México.
Es un área de transición compartida por taxa de abolengo Neártico [familias de
roedores sciurognatos como Geomyidae y Heteromyidae, varias especies de
liebres, carnívoros norteños (Bassariscus, Taxidea, Canis latrans, Procyon
lotor), el venado cola blanca, pavos silvestres y
perdices endémicas], así como la afluencia de aves migratorias del norte, y
grupos característicos del Neotrópico [algunos primates, varios marsupiales
didélfidos, los murciélagos filostómidos, los perezosos y osos hormigueros,
roedores histricognatos, tales como las pacas (Agoutidae), agutíes
(Dasyproctidae) y ratas espinosas (Echimyidae), los pecaríes, dos especiesdel
venado Mazama, el tapir centroamericano, numerosos elementos de herpetofauna y
aves silvícolas (crácidos, tucanes, psitácidos, tinámidos, entre otros)]. De
esta
28 manera, la fauna de las tierras bajas de América Central se extiende sin un
límite abrupto hasta el ecuador
en el noroeste de América del Sur, tal como
sugiere la Provincia Pacífica de Cabrera y Willink (1973). Una provincia
peculiar la conforman las Islas Galápagos del Pacífico, cuya escasa fauna
terrestre se caracteriza por grandes reptiles endémicos, tales como las iguanas
terrestres (Conolophus subcristatus) y marinas (Amblyrhynchus cristatus) y el
quelonio terrestre más grande del mundo, Geochelone elephantopus. A estos se
agregan algunas aves endémicas con especies o subpespecies propias en
diferentes islas. C. Subregión Amazónica. Esta unidad abarca el extenso sector
oriental de América del Sur. Está separada de la subregión siguiente por un
límite arbitrario -cuyo trazado varía según el autor- que atraviesa
diagonalmente el continente desde la costa ecuatoriana en el noroeste hasta La Plata en el sureste
(Rapoport 1968). La fauna de esta subregión es mayormente silvícola y conforma
la esencia de la fauna tropical del Neotrópico. Numerosas especies de mayor
porte, y por lo tanto importantes como animales
de caza, se extienden desde América Central o el sur de México hasta Argentina.
Dentro de este conjunto figuran la mayoría de los carnívoros neotropicales,
osos hormigueros, paca, agutíes, capibara, pecaríes, venados Mazama americana y M. gouazoupira,los primates más difundidos
(Alouatta, Ateles, Cebus, Saimiri), el caimán (Caiman crocodilus), así como los principales
géneros de crácidos (Crax, Penelope, Ortalis), psitácidos y tinámidos
silvícolas, entre otros. El tapir (Tapirus terrestris) es también
característico de la subregión como
un todo. Algunos taxa de origen neártico se encuentran restringidos al norte de
la subregión, por ejemplo, el venado cola blanca, el conejo Sylvilagus
floridanus, los carnívoros Mustela frenata y Urocyon cinereoargenteus y los
roedores del
género Heteromys. Dentro de la fauna amazónica propiamente dicha se destaca una
gran variedad de primates, numerosas aves silvícolas y los grandes mamíferos
(Inia geoffrensis, Sotalia fluviatilis, Pteronura brasiliensis, Trichechus
inunguis) y reptiles fluviales (Podocnemis spp., Melanosuchus).
La Floresta Atlántica a lo largo del litoral brasileño desde Pernambuco hasta
Río Grande do Sul, amerita una atención especial por sus numerosos endemismos
(Mittermeier et al. 1986, Stotz et al. 1996). Los elementos sureños y los
compartidos con la subregión siguiente incluyen habitantes de áreas abiertas
del Cerrado y del Pantanal brasileño y ambientes parecidos en Bolivia y
Paraguay, tales como los cérvidos Ozotoceros bezoarticus y Blastocerus
dichotomus, el aguará guazú (Chrysocyon brachyurus), el ñandú o ema (Rhea
americana), la seriema (Cariama cristata), entre otros. D. Subregión
Andino-Patagónica. La subregión consta de serranías, valles y el altiplano
andino, los desiertos de la vertiente del Pacífico y las tierrasáridas y/o
templadas de América Austral, es decir, ambientes más abiertos, secos y menos
tropicales que la subregión anterior. Su fauna típica la conforman pequeños
marsupiales de las familias Microbiotheridae y Caenolestidae, varias familias
de roedores histricognatos (Caviidae, Chinchillidae, Myocastoridae,
Octodontidae, Ctenomyidae), los camélidos suramericanos Lama guanicoe y Vicugna
vicugna, los cérvidos andinos (Hippocamelus, Pudu, Mazama rufina), varios
carnívoros (Dusicyon culpaeus, D. griseus, Felis concolor, F. geoffroyi,
Conepatus rex, Galictis guja) y armadillos endémicos, lobos marinos (Otaria
flavescens, Arctocephalus australis) en áreas costeras, los inambúes (especies
de Nothura, Eudromia, Rhynchotus, Tinamotis, Nothoprocta), cauquenes
(Chloephaga) y los anátidos endémicos del sur. Especies exóticas introducidas,
especialmente lepóridos, constituyen un elemento importante en la fauna actual
del Cono Sur. Los mamíferos propios del norte de la subregión, desde Colombia
hasta el Perú, incluyen al oso frontino (Tremarctos ornatus), tapir de montaña
(Tapirus pinchaque), venado del páramo (Odocoileus virginianus) y subespecies
de altura del conejo Sylvilagus brasiliensis.
2.3.5 Implicaciones de manejo
Para finalizar esta sección es oportuna la
pregunta sQué implicaciones traen las características peculiares de la fauna
neotropical para su manejo?
29 La alta riqueza de especies -aspecto resaltante de la fauna neotropical-
significa, en primer lugar, un gran reto de conservación, en conformidad con el
Convenio sobre la Diversidad Biológica (NacionesUnidas 1992a). Esto demanda
información confiable sobre la sistemática, distribución y ecología de una
inmensa cantidad de especies, así como
múltiples medidas de manejo y resguardo (UNEP 1993). Sin embargo, la gran
mayoría de esta diversidad animal no posee aún valores tangibles para financiar
su conservación. Tampoco la pueden costear los países de la región, teniendo en
cuenta que la mayor riqueza biológica coexiste a menudo con la mayor pobreza
humana (McNeely 1988). Por lo tanto, la conservación de la biodiversidad
neotropical demanda una estrecha cooperación técnica y financiera
internacional. Al mismo tiempo, la riqueza de especies brinda un gran potencial
para nuevos usos y aplicaciones de manejo. El predominio de la fauna silvícola
y especialmente la de las selvas húmedas tropicales es otro rasgo distintivo de
la fauna neotropical. En la clasificación de Leopold (1933), esta fauna
concuerda con la de tierras vírgenes, “perjudicial o perjudicada por los usos
económicos de la tierra” que debe ser preservado en áreas protegidas. Esto
enfatiza la conservación de los hábitats primarios como
el punto de partida del
manejo de esta fauna. Se sabe también que, por lo general, los ecosistemas
boscosos soportan menos biomasa animal que las sabanas, y que además suelen ser
más resistentes a diversas perturbaciones. La cubierta boscosa dificulta
también la observación directa de los animales con fines de conteo o
ecoturismo. La fauna de sabanas neotropicales y especialmente las de áreas
inundables del Pantanal y de los Llanos puede alcanzar gran valor escénico. Sin
embargo,casi no existe una fauna sabanícola especializada en América del Sur.
Todos estos factores, aunados a la escasez de mamíferos de mayor porte en el
Neotrópico, sugieren que la idoneidad de nuestra fauna para el manejo sea menor
en comparación con Africa, donde prevalecen ambientes y faunas de sabana.
Muchas especies de mayor porte que figuran entre los animales de caza
tradicionales concuerdan con la llamada estrategia demográfica K: mantienen sus
poblaciones en la capacidad de carga de sus hábitats gracias a su longevidad,
mientras que su capacidad reproductiva es baja (ver 6.3.1). Pueden ser más o
menos abundantes en sus hábitats primarios, pero no constituyen una riqueza
inagotable. Los usos extractivos de tales poblaciones demandan, de hecho, un
cuidadoso manejo porque su capacidad para compensar la mortalidad adulta es
limitada. Precisamente, la ausencia de tal manejo ha reducido muchos recursos
faunísticos de antaño hasta convertirlos en problemas de conservación La
variación local de la fauna según los factores geográficos y ecológicos genera
conjuntos faunísticos muy distintos, incluso dentro del mismo país y aún entre
localidades cercanas, lo cual requiere planes de manejo con una orientación
local. Por otra parte, la mayoría de los animales de caza de América tropical
son los mismos desde México hasta Argentina, de tal suerte que la
información biológica y las experiencias de manejo pueden ser compartidas entre
varios países. En términos globales, el manejo de la fauna nativa de América
tropical resulta más complicada y difícil que el de los paísestemplados, dada
la gran diversidad de especies, sus hábitos silvícolas y estrategias
demográficas, la escasez de información biológica, la complejidad de los
ecosistemas que les sirven de asiento, así como múltiples factores de orden
social y económico.
3 PATRONES DE UTILIZACIÓN
3.1 INTRODUCCIÓN
El hombre utiliza la fauna básicamente como
un depredador cualquiera. Según la expresión cuantitativa más simple, el efecto
de un depredador sobre su presa es proporcional al producto de la abundancia
del depredador por la de la presa (que determinan la frecuencia de encuentros
entre los dos), y de un coeficiente de eficiencia de depredación, o sea la fracción
de encuentros que resultan en una depredación efectiva. Esta relación es una de
las más importantes en el triángulo básico del manejo de fauna. Por eso es necesario
conocer tanto las característica de la población humana como su acción sobre
las poblaciones de animales silvestres en cada caso particular, porque el
manejo de fauna consiste precisamente en la manipulación programada de tales
interacciones. La utilización de la fauna es tan antigua como la misma humanidad. Por eso, el manejo
de fauna no arranca de cero, sino de los patrones actuales de aprovechamiento,
que ofrecen los puntos de partida para un manejo más avanzado. Tal como señala McNeely
(1988), una prolongada interacción entre las comunidades humanas y los recursos
locales resulta a menudo en patrones de aprovechamiento relativamente estables
y sostenibles. Una bruscaalteración de las pautas tradicionales puede traer
consecuencias desastrosas. Asimismo, los objetivos del manejo deben
desprenderse de las aspiraciones de la colectividad y ser cónsonos con los
legítimos intereses de la población humana local, tal como está implícito en la
Estrategia Mundial de Conservación (UICN 1980). Los datos sobre la utilización
de la fauna silvestre permiten también evaluar su aporte nutricional, económico
y recreativo y suministrar así argumentos de peso a favor del recurso. Para ir dilucidando estos
aspectos es oportuno formular algunas preguntas claves, tales como:
•
sCuáles son las diferentes formas de utilización actual de la fauna silvestre
en América Latina? sCómo es el perfil general y el trasfondo socioeconómico de
los usuarios de la fauna y cómo inciden estos factores sobre las aspiraciones o
presiones sobre el recurso? sCómo son los patrones de selectividad e intensidad
de caza en el tiempo y el espacio que generan los diversos usos o usuarios?
sCuál es el aporte actual de la fauna silvestre para sus usuarios y a la
economía regional o nacional? sCuál es el número y la distribución espacial de
los usuarios? sCuáles son los impactos de la utilización actual sobre el
recurso? sCuán sostenibles son los usos actuales a largo plazo?
•
•
•
•
•
•
En este orden de ideas, los objetivos de esta sección son: encontrar respuestas
a estas interrogantes, examinar e interpretar su significado para el recurso y
orientar la investigación de estos aspectos del manejo de fauna. El capítulo enfatiza el
aprovechamiento extractivo dela fauna y los factores socioeconómicos
pertinentes, pero toca también su utilización no consuntiva, que cada día está
más difundida.
3.2 LA GENTE: ASPECTOS DEMOGRÁFICOS Y SOCIOECONÓMICOS
La utilización de la fauna silvestre, así como
las opciones de su manejo, depende estrechamente de la población
Figura 3.1. La proyección poblacional de África (A), América Latina (A.L.) y
América del Norte (A.N.) en millones de habitantes. Cifras en paréntesis
indican la población tope estacionaria según el Banco Mundial (Vu et al. 1991).
humana. Por eso es oportuno examinar brevemente la casilla “gente” del triángulo de manejo (Fig. 1.1), que abarca a
macroescala a toda la población humana del
área que nos ocupa. América Latina es el único continente eminentemente
tropical con predominio de una población de origen europeo. Los países
latinoamericanos comparten la historia de la colonización ibérica y su
patrimonio cultural, religioso, linguístico, étnico y social, entremezclado con
elementos indígenas y africanos. En consecuencia, la población latinoamericana
se caracteriza por una idiosincracia parecida a lo largo y ancho de esta
inmensa área, a pesar de su alta diversidad étnica y cultural, divisiones
políticas, largas distancias y diferentes escenarios ecológicos.
3.2.1 Demografía
América Latina y el Caribe albergan una población estimada en 447 millones en
1995, el 8,4% del
total mundial (WRI 1994). Esto implica una densidad promedio de 21,5
hab/km2 que es menor que el promedio mundial, 38,9 hab/ km2. Ladensidad
demográfica varía ampliamente entre los países (Tabla 3.1), siendo mayor en las
islas del Caribe y América Central. La población se concentra cada vez más en
los centros urbanos; unos 3/4 de los latinoamericanos viven en ciudades. La
fracción de la población urbana
varia entre 0,30 (Haití) y 0,86 (Cono Sur). La densidad poblacional en áreas
rurales (población rural/extensión territorial terrestre) es, en términos
generales, casi dos o tres órdenes de magnitud más grande en el área del Caribe y América
Central que en los países suramericanos. Es lógico suponer que las presiones
sobre la fauna sean, a grosso modo, proporcionales a la densidad de la
población rural. Según este razonamiento, las opciones para el manejo de fauna
deberían ser mejores, en término medio, en Suramérica. La fracción de la fuerza
laboral agrícola, o sea del
personal que está en contacto diario con el campo y la fauna, puede ser otro
indicador de las presiones sobre el recurso. Esta fracción es elevada en los
países agrícolas tradicionales y tiende a disminuir con el desarrollo económico
(Tabla 3.1).
33 Un rasgo demográfico resaltante de América Latina es su vertiginoso
crecimiento, superado solamente por África (Fig. 3.1). La tasa promedio de
crecimiento anual es de 2,05% (en 1990), con una tendencia a bajar
gradualmente, pero este proceso está desfasado en el espacio: las tasas son aún
muy elevadas en algunos países de América Central, pero más moderadas en
América austral (Tabla 3.1). Se estima que la población latinoamericana se
duplicaría para el año 2064y alcanzaría un valor tope estacionario de 947
millones en el siglo siguiente, según las proyecciones demográficas del Banco
Mundial (Vu et al. 1991). La población urbana crece más rápidamente, 3,8% por
año, por la migración del campo a las ciudades, mientras que la población rural
aumenta apenas 0,4% (WRI 1990). Las altas tasas de crecimiento resultan en una
estructura etaria con predominio de jóvenes: un 36% de la población
latinoamericana (del
año 1990) era menor de 15 años y apenas 4,6% era mayor de
Tabla 3.1. Indicadores demográficos y económicos de América Latina y el Caribe:
Número estimado de habitantes por países para 2000 y la población tope
estacionaria estimada (en paréntesis); tasa de crecimiento anual, período
1990-1995; densidad poblacional global y de la población rural (en paréntesis);
población agrícola como porcentaje de la fuerza laboral total (1990); el
producto territorial bruto por habitante (1991) en dólares estadounidenses, y
en paréntesis el porcentaje de la deuda externa del PTB (1991). Fuentes: Vu et
al. 1991, WRI 1994, UNESCO 1995. Población millones
102,6 (184) 0,23 (1) 12,6 (35) 6,5 (18) 6,4 (16) 5,2 (14) 3,7 (6) 2,9 (5) 11,5
(14) (4) 2,7 8,6 (15) 8,0 (17) 1,5 (2) 37,8 (64) 23,6 (45) 0,88 (1) 0,50 (1)
0,14 12,9 (26) 26,3 (50) 9,1 (28) 178,3 (304) 5,5 (13) 3,3 (4) 36,7 (54) 15,3
(23)
País
México Belice Guatemala Honduras El Salvador Nicaragua Costa Rica Panamá Cuba
Jamaica Rep. Dominicana Haití Trinidad y Tobago Colombia Venezuela Guyana
Surinam Guayana Francesa Ecuador Perú Bolivia Brasil Paraguay Uruguay Argentina
ChileCrecim. anual %
2,1 2,0 2,9 3,0 2,2 3,7 2,4 2,1 1,1 0,9 2,1 1,8 1,8 1,9 2,6 0,1 2,2 3,3 2,5 2,2
2,8 2,1 3,0 0,6 1,3 1,7
Densidad hab/km2
46 8 85 46 254 32 55 32 96 223 148 235 251 32 22 4 3 1 38 17 7 18 11 18 12 18
(12) (4) (57) (26) (147) (13) (30) (14) (24) (107) (59) (162) (81) (10) (3,6)
(2,6) (1,4) (17) (5,0) (3,3) (4,1) (5,6) (2,5) (1,7) (2,5)
Agrícola %
30 51 55 37 37 24 32 24 31 46 70 10 34 16 27 20 11 39 40 46 31 49 16 13 17
PTB por hab.
2971 (59) 2176 (51) 894 (34) 587 (71) 1087 (35) 283 (-) 1841 (89) 2124 (73)
1070 (139) 698 (63) 379 (30) 3501 (39) 1178 (41) 3231 (52) 350 (352) 2605 2718
1123 (93) 1302 (29) 570 (115) 2157 (29) 1181 (49) 2465 (42) 2573 (62) 1500 (89)
34 64, pero el sector etario considerado como fuerza laboral (entre 15 y 64
años) tiende a aumentar en las próximas décadas mas rápidamente que la
población total (Vu et al. 1991). Las proyecciones demográficas varían de un
país latinoamericano a otro, pero predicen, sin excepción, un vertiginoso
aumento de la demanda de recursos, aún cuando la concentración de la población
en ciudades puede atenuar el impacto de la expansión demográfica sobre la fauna
silvestre. y fuga de capitales, desempleo, inseguridad y la proliferación de la
economía informal. Implica también mayores presiones sobre el ambiente y los
recursos naturales, dotaciones menguantes para atenderlos y la ausencia de
planes y políticas de largo plazo (Mares 1986, Vaughan 1990, WRI 1990). En la
década de los 90 han surgido signos de recuperación en algunos países, pero
latendencia mundial es que los países subdesarrollados serán cada vez más
populosos y más pobres (Goodland 1995).
3.2.2 Tendencias macroeconómicas
La mayoría de los países latinoamericanos se ubican en una posición intermedia
en la economía mundial, si se emplea como
criterio el producto territorial bruto (PTB) por habitante en los años
recientes. El PTB por habitante que prevalece en América Latina (Tabla 3.1) es
aproximadamente un orden de magnitud menor que las cifras respectivas de los
países industrializados más avanzados, pero un orden de magnitud mayor, en
comparación con la de los países menos desarrollados de África y Asia (Vu et
al. 1991, WRI 1994). La clasificación del Banco Mundial ubica a la mayoría de
los países del
área en la categoría de ingresos medios inferiores. Argentina, Surinám,
Trinidad & Tobago, Uruguay y Venezuela figuran como de ingresos medios
superiores y Guyana y Haití como de ingresos bajos (Vu et al. 1991). Aparte del
cuadro que ilustra la variación del PTB entre
los países es pertinente discutir la depresión económica que sufren los países del área desde la decada
de los 80. Esta crisis se atribuye principalmente al endeudamiento externo
(Tabla 3.1), la caida de los precios internacionales de los rubros de
exportación (principalmente productos agrícolas y otras materias primas), la
dependencia de costosas tecnologías foráneas y la explosión demográfica. El
servicio de las deudas externas absorbe entre 20 y 45% del valor de las exportaciones de varios
países. Por ejemplo, en 1989 el drenaje neto de divisas de América Latina
alcanzó24.600 millones de dólares. La crisis deprime el crecimiento económico y
debilita seriamente las economías nacionales, los servicios públicos y los
planes de desarrollo, manifestándose en una inflación galopante, políticas de
austeridad, inestabilidad económica y social, especulación
3.2.3 El problema de la distribución
El PTB por habitante puede ser una medida acertada del bienestar popular si el
producto territorial se distribuyera equitativamente entre la ciudadanía. En
nuestro medio, sin embargo, acontece lo contrario. La distribución muy desigual
de los bienes e ingresos es un problema de fondo de América Latina. A pesar de la abundancia de los
recursos naturales y humanos y un PTB bastante decoroso en algunos países, la
mitad de la población subsiste en pobreza crónica, que se concentra en los
cinturones de miseria de las grandes urbes y en el medio rural. La indigencia del campo radica en gran
parte en los patrones de tenencia de la tierra. Un número reducido de predios
(latifundios) ocupa extensiones muy grandes y las tierras restantes están
fragmentadas en numerosos fundos pequeños (minifundios). Más de la mitad de las
unidades de producción agropecuaria son típicamente menores de 5 ha y cubren,
en su conjunto, apenas un 5% de las tierras cultivables. Los latifundios suelen
abarcar áreas de 270 a 1500 veces más grandes que el minifundio promedio en la
misma comarca. En Brasil, por ejemplo, un 2% de los propietarios poseen el 60%
de las tierras cultivables (UNESCO 1971, García 1987, WRI 1994). Este patrón de
herencia colonial matiza profundamente lasociología rural latinoamericana y
repercute sobre el manejo de fauna. Los latifundios ofrecen un ambiente oportuno
para el manejo de fauna porque abarcan grandes superficies y cuentan a menudo
con una administración ordenada. La palabra del dueño puede pesar más que las leyes, las
cuales le otorgan también la potestad de permitir o no el acceso de cazadores a
sus predios. El uso de la tierra
35 suele ser extensiva, permitiendo conservar más los hábitats naturales. Sin
embargo, la acumulación de la tierra en manos de pocos significa pobreza para
los demás. Los campesinos minifundistas o sin tierra, peones de haciendas, etc.
carecen de medios de producción como
para generar un sustento satisfactorio y se ven en la necesidad permanente de
recurrir a la fauna silvestre para completar su dieta e ingresos. En cambio, la
expansión del
sector marginal urbano, motivo de grave preocupación en muchos países, no
debería incidir sobre la fauna silvestre porque el cazador citadino es
mayormente de la clase media. De esta manera, la presión de caza tiende a
aumentar con la pobreza rural y con la afluencia urbana. culturales imponen propósitos
adicionales. La legislación vigente en la materia estipula, por lo general, la
caza deportiva, de subsistencia, comercial, de control y con fines científicos
(Fuller y Swift 1985, Ojasti 1993) que se definen según su finalidad principal:
• Caza deportiva se practica como recreación y ejercicio, sin otra finalidad
que su realización en sí misma. Caza de subsistencia o de autoconsumo se
realiza con fines alimentarios anivel familiar, o sea, para abastecerse de
bienes de uso. Caza comercial implica la explotación de la fauna para la venta
de los animales silvestres y sus productos, suministrando así bienes de cambio.
Caza de control tiene por finalidad reducir los daños que pueden ocasionar las
especies silvestres a la agricultura, salud pública o ecosistemas nativos. Caza
con fines científicos consiste en la recolección de animales para la
investigación biológica, utilizando la fauna nativa como un recurso científico.
•
3.3 CLASIFICACIÓN DE CAZA
La utilización extractiva de la fauna o la caza implica generalmente, aunque no
siempre, la muerte de las presas. Por ejemplo, la Ley de Protección a la Fauna
Silvestre de Venezuela (Venezuela
1970) define la caza como “la búsqueda,
persecución, acoso, aprehensión o muerte de animales de la fauna silvestre, así
como la
recolección de los productos derivados de aquélla”. En los países
industrializados, la caza se practica príncipalmente con fines recreacionales.
Existe, por lo tanto, un solo tipo de usuario de la fauna, cazador a secas,
porque se sobreentiende que todos cazan por deporte. En América Latina, las
disparidades socioeconómicas y
•
•
•
Estas categorías se repiten en las leyes de varios países y se emplean en el
habla cotidiana. Tal como
están definidas parecen bastante discretas, pero en realidad se
Tabla 3.2. Comparación entre los atributos principales de la caza deportiva y
de subsistencia en América Latina. Atributo Finalidad Usuario Número Área
Frecuencia Caza deportiva recreación clase media urbanareducido distante de
residencia, variable fines de semana según las temporadas de casa
principalmente aves usualmente legal más o menos factible mediano Caza de
subsistencia alimentación rural, de escasos recursos generalmente muy alto
aledaña a resedencia, permanente más or menos contínua durante todo el año
Presas principales Legalidad Control Valor social
mamíferos variable según el país muy difícil alto
36 solapan. El cazador deportivo, por ejemplo, aprecia también el valor material
de las piezas recobradas, y el de subsistencia puede disfrutar la práctica de
la caza. También hay usos que no se ajustan bien a ninguno de los casos
planteados. La captura de animales para mascotas, por ejemplo, tiene que ver
con el valor recreativo de los mismos, pero no encaja en la caza deportiva. La
matanza de primates y toninas como carnada de
trampas para félidos o para la pesca puede alcanzar grandes proporciones en la Amazonia (TCA 1995). Las categorías antes señalados
ofrecen, sin embargo, un marco de referencia adecuado para aclarar la
diversidad de usos y usuarios de la fauna silvestre. Antes de proceder con esta
tarea es oportuno tocar brevemente las técnicas o tácticas de caza. La caza es
una de las ocupaciones más antiguas de la humanidad e involucra gran variedad
de técnicas. Aquí se mencionan las principales que se emplean en el área que
nos ocupa ( Leopold 1959, Cabrera y Yépez 1960, Medina 1965, Smith 1976a, Ayres
y Ayres 1979, Becker 1981, Parra Lara 1986, Martins 1992, Ojasti 1993). En la
caza de excursión (búsqueda,campeo, procura, a la sordina) el cazador recorre
sigilosamente el terreno a lo largo de trochas o a bordo de una canoa tratando
detectar presas potenciales y acercárseles a una distancia de captura o tiro
seguro. Puede realizarse de día o de noche “linterneando”, solo o acompañado.
Es una táctica oportunista y su éxito depende del
número de encuentros entre el cazador y las presas, el cual aumenta con la
distancia recorrida, área cubierta, abundancia y detectabilidad de las presas y
la habilidad del
cazador. La principal opción alterna es la caza de espera (acecho, espiar,
velar). El cazador espera escondido
en un sitio (aguada, comedero de frutas, “lambedero”, dormidero, lugar de paso
o ruta de vuelo) frecuentado por los animales, para dar muerte a la presa en
cuanto aparece. En este caso, el hombre actúa más como un depredador selectivo, generalmente de
presas de mayor porte. En la caza con trampas, los animales que se mueven son
capturados en puntos prefijados, al igual que en el caso anterior, pero por
medio de dispositivos armados por el hombre. Las trampas se arman, con o sin
carnada, en
lugares frecuentados por las presas y se revisan periódicamente para recoger
los animales capturados. Esta técnica se presta para la captura de animales de
mayor porte o valor, tales como
las especies peleteras, y de animales vivos. Además de las técnicas señaladas
hay otras, como
el rastreo, batido o arreo de animales -usualmente con la ayuda de perros- a
instalaciones donde son capturados o al alcance de cazadores apostados a su
espera, y elempleo de llamadas que atraen los animales. Martins (1992) demostró
que la caza de excursión, con perros, de espera y de trampeo capturan presas
distintas, de tal forma que son análogos a cuatro depredadores con poco
solapamiento de dieta. La captura de tortugas fluviales es frecuente,
especialmente en la Amazonia. Se realiza por
medio de pesca con anzuelos, red de arrastre, corrales construidos de listones
de madera,
harpón, arco y flechas o buceando con careta (IBAMA 1989, Pérez 1990, Gorzula
1995, Polisar 1995). Además de la caza propiamente dicha es frecuente la
búsqueda y saqueo de nidos de aves y reptiles para recolectar huevos, crías o
plumas. A esto se agrega la recolección de vertebrados menores, insectos y
otros invertebrados y de la miel con fines alimentarios o medicinales (TCA
1995).
3.4 CAZA DEPORTIVA
3.4.1 Perfil general
La caza deportiva tiene una sólida tradición en América Latina, tal como lo
comprueba la profusa bibliografía sobre la misma: Santos (1950), Herrejón
(1963), Medina (1965), Almeida (1976), Mena Moya (1978), entre otros, y
numerosas revistas populares. Está bien asentada en las leyes de fauna
silvestre de los países del
área, aunque está temporalmente suspendida en algunos. Para
practicarla, el cazador debe obtener la licencia respectiva y someterse a un
calendario que establece las especies habilitadas, temporadas de caza, límites
de piezas, áreas vedadas y demás normas pertinentes.
37 El cazador deportivo latinoamericano es principalmente de clase media urbana y asociado a un
club de caza, pero puede ser también propietario deun predio rural. Caza porque
le gusta, invierte en su afición por encima del valor de sus productos y aprecia ante
todo el valor recreativo de la caza (Tabla 3.2). Tratándose de una persona más
educada que el ciudadano promedio, suele conocer la reglamentación de la caza,
pero no todos la cumplen. Básicamente es un cazador de fin de semana y suele
viajar largas distancias, por lo cual es susceptible a la fiscalización en la
carretera. Acostumbra a cazar acompañado y a menudo en terrenos de un amigo.
Según Almeida et al. (1985) y Gómez Núñez (1986), entre los cazadores
deportivos legales predominan hombres mayores, de 40 a 55 años. Tomando como
criterio el número de licencias expedidas, los cazadores deportivos constituyen
un grupo minúsculo de usuarios de la fauna en los países latinoamericanos,
generalmente 0,1% o menos de la población (Ojasti 1993). Sin embargo, en Surinam
y en algunas provincias de Argentina, alcanzan una fracción mucho mayor, hasta
7% en la provincia de Córdoba, que se asemeja al porcentaje de cazadores en la
población total de los países industrializados. de respuesta -porque la gente
puede ocultar o exagerar, según las supuestas expectativas del encuestador-, y 3) sesgo por memoria,
porque con el tiempo se olvidan los detalles. Estas discrepancias pueden
minimizarse por medio de encuestas de pocas preguntas claves, concisas y no
tendenciosas, diseñadas en un formato atractivo que motive contestarlas. La
información cuantitativa y publicada sobre los animales recobrados por los
cazadores deportivos en nuestro medio es escasa (López Pizarro 1980,México
1981, Almeida 1985, Gómez-Núñez 1986, Purdy y Tomlinson 1991 Babarro et al.
1994). Esta documentación, aunada a la información cualitativa (Handley 1950,
Leopold 1959, Hernández Corso 1970, Borrero 1972, Weller 1975, Leal 1977,
Gondellez et al. 1981), indica que la caza deportiva está concentrada en las
aves. De hecho, disparar aves al vuelo se considera uno de los aspectos más
deportivos de la cacería. Las palomas Zenaida asiatica, Z. microura, Columba
fasciata), los patos migratorios y residentes y las perdices verdaderas parecen
ser las piezas principales en México y América Central; los patos silbadores
(Dendrocygna spp.), palomas (Columba spp., Zenaida auriculata), perdices
(Colinus cristatus) y crácidos en Suramérica tropical; y las codornas o
inambúes (Nothura maculata, N. darwini) y otros tinámidos de campo, patos
(Dendrocygna spp., Anas georgica, entre otros) y palomas (Columba picazuro,
Zenaida auriculata) en los países del sur. El elenco de especies reportadas
guarda naturalmente estrecha relación con las legalmente habilitadas. Los
“cazadores de pelo” abaten mamíferos de menor porte, tales como conejos y
liebres, autóctonos en el norte (Sylvilagus floridanus, Lepus californicus) y
exóticos (Oryctolagus cuniculus, Lepus capensis) en el sur, que suelen ser los
más abundantes en hábitats abiertos, así como pacas, agutíes y armadillos en
los bosques tropicales. La caza mayor cuenta también con muchos aficionados.
Atañe especialmente a los cérvidos que se destacan por su alto valor cinegético
y codiciados trofeos. En México, América Central y en elnorte de Suramérica,
3.4.2 Animales cazados
La utilización de la fauna por la caza deportiva se estudia por medio del muestreo en puestos
de control a lo largo de carreteras o en el campo, por entrevistas verbales y
encuestas escritas. Es frecuente que el cazador debe reportar lo cazado en la
temporada anterior al solicitar la licencia para la siguiente. La recolección
de datos en las estaciones de control es lo indicado cuando el esfuerzo de caza
está concentrado, como
en el caso de los patos en los arrozales (Madriz et al. 1981, Márquez 1984,
Dallmeier 1991). En áreas muy grandes el procedimiento resulta poco efectivo y
costoso, y los datos recabados no pueden representar bien a la totalidad de
cazadores (Filion 1980). Según este mismo autor, los resultados de las entrevistas
y encuestas posteriores a la temporada pueden estar afectados principalmente
por 1) sesgo por los que no responden (que pueden constituir un grupo diferente
de los que sí colaboran), 2) sesgo por falta de veracidad
38 el venado cola blanca o caramerudo (Odocoileus virginianus) es
indudablemente la especie más importante (Leopold 1959, Medina 1965, Brokx
1984, Méndez 1984, Vaughan y Rodríguez 1995), al igual que en América del Norte
(Smith y Coggin 1984). Los cérvidos exóticos, ante todo Cervus elaphrus y Axis
axis, parecen aventajar a los nativos como
los más apreciados en América austral. Otras presas importantes son los
pecaríes así como
los cerdos alzados. Algunos cazadores se especializan en los grandes félidos
(Almeida 1976, Hoogesteijn yMondolfi 1992), pecaríes, etc. Se conoce poco la
intensidad de la caza mayor. Probablemente una buena parte de la misma se
practica fuera de la ley, porque son muy pocas las especies habilitadas para
tal efecto en la actualidad. Los indígenas de las selvas neotropicales son
cazadores primarios que dependen enteramente de los ecosistemas donde viven. La
cacería es la ocupación productiva principal de casi todos los hombres, y la
fauna nativa, selvática o fluvial, suministra la mayor parte de la alimentación
proteica de la comunidad (Gross 1975, Ross 1978, Hames 1979, Lizot 1979, 1988,
Alvard 1995, Townsend 1995). Los indígenas son originalmente cazadores diurnos
y practican la caza de excursión, combinándola con rastreo, reclamos, etc. La
caza es más intensa en las áreas aledañas a los caseríos, pero a menudo se
realizan excursiones largas (especialmente fluviales) y de varios días de
duración, o bien la comunidad cambia su residencia según la abundancia de la
caza (Hames 1980, Balee 1985, Lizot 1988). Algunas etnias aún emplean sus armas
tradicionales, pero la mayoría cuenta hoy en día con armas de fuego, y hasta
linternas eléctricas y motores fuera de borda, que facilitan la caza, incluso
la nocturna (Mondolfi 1976, Hames 1979, Kiltie 1980b, Alvard 1995). En Brasil,
los indígenas pueden cazar libremente en las reservas indígenas y en términos
generales se admite tácitamente el derecho de los indígenas selváticos a la
caza. Esta actividad se realiza en inmensas extensiones, pero por una población
muy dispersa. En la Amazonia, los indígenas
tradicionales integranapenas un 4,4% de la poblacion total (TCA 1995). El
cazador campesino es típicamente sedentario, constante, pragmático y numeroso.
Caza en áreas aledañas a su domicilio, en un radio variable entre 2 y 9 km,
según Smith (1976a), Becker (1981) y Peres (1990), abarcando tierras comunales,
nacionales y fundos privados, a menos que sus propietarios se lo impidan. A
veces sale a cazar a propósito, a veces va armado en sus faenas cotidianas en
el campo para cazar lo que pueda salirle al paso. De esta manera, caza
constantemente, aunque como
una actividad secundaria (Herrejón 1963, Ojasti 1973, Smith 1976a, Becker
1981). La intensidad de la caza puede variar según la abundancia y el ciclo
anual de las presas, las facilidades para cazarlas y la periodicidad de las
faenas agrícolas, pero suele ser independiente de las regulaciones oficiales.
Predomina la caza de excursión, pero se recurre también a la batida con perros
y al acecho (Ayres y Ayres 1979, Becker 1981, Cordero 1990, Martins 1992, Silva
y Strahl 1996). Caza gran variedad de animales tratando de maximizar la biomasa
de caza por unidad de costo. Dado
3.5 CAZA DE SUBSISTENCIA
3.5.1 Perfil general
La caza de subsistencia es la forma primaria de caza en todo el mundo. Es
reconocida como una utilización legítima de la fauna en Colombia (1978), Costa
Rica (1984), Chile (1929), Ecuador (1981), Nicaragua (1956), Panamá (1967),
Paraguay (1992), Perú (1975) y Surinam (1954), entre otros. Por lo general es
tolerada en mayor o menor grado en todos los países, en el espiritu expresado
por Pádua (1978) “o direito de sobrevivénciae regido por lei natural, muito
maior que as leis humanas”. En países como
Colombia y Surinam puede practicarse sin licencia, pero ateniéndose a las
temporadas, especies habilitadas y otros límites establecidos. El cazador de
subsistencia es típicamente rural, pobre, y caza para abastecer a su familia
(Tabla 3.2). Comprende un conjunto heterogéneo que puede desglosarse en dos
grupos principales: los indígenas tradicionales de identidad tribal,
estrechamente vinculados con los ecosistemas naturales y más o menos aislados del sistema económico, político y cultural del país, y los
campesinos (agricultores minifundistas, colonos, obreros de haciendas, mineros,
extractivistas, pescadores, etc.) que constituyen la gran masa popular en áreas
rurales. La mayoría de los casos estudiados se pueden ordenar en una u otra
categoría (Vickers 1984, Redford y Robinson 1987, Ojasti 1993), pero existen
también situaciones intermedias según los diversos grados de transculturación.
39 el alto precio de las municiones, prefiere no utilizar armas de fuego para
presas pequeñas o para aquellas que puede capturar o matar a mano, con machete,
garrote, saco o perro. Es frecuente también la recolección de huevos o pichones
de aves y reptiles (Pérez y Eguiarte 1989, Cordero 1990, Feekes 1991, Lagueux
1991, Soini 1997). La verdadera necesidad de la caza varía de un lugar a otro.
Puede ser un recurso primordial para algunos, una conveniencia para otros o
simplemente un pretexto para una cacería constante al margen de la ley. En este
último caso cabe lo que MéndezArocha y Medina Padilla (1982) denominan “cazador
pueblerino”, habitante de centros poblados del interior, que caza ilegalmente,
más por esparcimiento que para comer. Es probable que este tipo de cazador sea
cada vez más numeroso, a expensas del
cazador de subsistencia, a medida que avanza el desarrollo económico (Silva y
Strahl 1996). El cazador campesino es el usuario más numeroso de la fauna
silvestre en América Latina, pero su cantidad es difícil de estimar. El límite
máximo podría ser el número de hombres rurales en edad de trabajo, unos 36,9
millones o 8,3% de la población latinoamericana en 1990, calculado de los datos
de Vu et al. (1991). Es concebible que todo hombre de campo cace en alguna
oportunidad, dadas las precarias condiciones de vida en la América Latina
rural. Por ejemplo, el 85% de las familias mixtecas (Oaxaca, México) participa en la utilización
de la fauna (Parra Lara 1986). Sin embargo, hay muchos cazadores ocasionales y
poco constantes (Smith 1976a, Ayres y Ayres 1979, Ojasti et al. 1986, Cordero
1990, Bodmer et al. 1997). En el alto Ariapuana (Mato Grosso, Brasil) Ayres y
Ayres (op. cit.) registraron 44 cazadores o el 6,9% de una comunidad de 638,
pero 8 de éstos aportaron dos tercios de los animales abatidos. En la comunidad
Pemón de Periquera (Bolívar, Venezuela) solamente 8 ó 2,3% de los 350
habitantes tenían la fama de cazadores expertos (Ojasti et al. 1986). Por
consiguiente, no contamos con bases sólidas para una cifra confiable de
cazadores de subsistencia. Su número es sin duda elevado, ubicándose
probablemente entre 10 y 20 millones.Asimismo es obvio que los campesinos más
aficionados a la cacería pueden cazar por encima de sus necesidades familiares
y convertirse así en cazadores por oficio. En efecto, cuando se analizan casos
concretos en el campo, el límite entre la caza de subsistencia y la comercial
se hace muy difusa (Ojasti 1970, Dourojeanni 1974, Mondolfi 1976, Cordero 1990,
Peres 1990, Pérez 1990, Redford 1992).
3.5.2 Animales cazados
La caza de subsistencia se ejerce y se consume en la misma localidad, por lo
cual la recolección de datos sobre las especies utilizadas deben efectuarse en
las comunidades respectivas. En el reconocimiento general se encuestan a los
cazadores sobre la frecuencia con que cazan diferentes especies y otros
aspectos relacionados con esta actividad. La frecuencia de consumo de
diferentes carnes se estima consultando las amas de casa por medio de
entrevistas de cocina (Pierret y Dourojeanni 1966, 1967, Ríos et al. 1975,
Becker 1981, Bisbal 1994, Hiroaka 1995). Una documentación más confiable se
obtiene, sin embargo, registrando todas las presas que ingresan en una aldea
durante un período, o participando directamente en las excursiones de cacería.
Los antropólogos, quienes suelen vivir períodos prolongados en las comunidades,
prefieren esta metodología. Los datos de intéres fundamental en este tipo de
estudios, desglosados por Redford y Robinson (1990), incluyen: El número de
individuos por especie cobrados por un período; esto implica, entre otros, la
correcta identificación de las especies. La contribución alimentaria de
diferentes especies, que requieredatos sobre el peso total y el peso comestible
de las presas.
•
•
• La selectividad del
cazador en cuanto a la especie y el tipo de animal (sexo, talla, edad, etc.). •
La estacionalidad de la cacería y su rendimiento.
• El área de caza (superficie, ubicación, tipos de hábitat, grado de
intervención humana). • El tamaño de la comunidad y el número de cazadores
activos en el área.
• •
El tiempo de permanencia de la aldea o asentamiento. Distribución interna y
posible comercio de la caza.
mamíferos pequeños, lagartijas, huevos, etc. capturados a menudo por mujeres y
muchachos en las áreas aledañas a su vivienda. Entre los grupos o especies
utilizados en mayor número de comunidades (Tabla 3.3) se destacan los
armadillos, especialmente el de nueve bandas (Dasypus novemcinctus) los monos
grandes, el tapir (Tapirus terrestris), pecarí mayor (Tayassu pecari) y menor
(T. tajacu), venados, (Mazama americana, M. goazoupira), paca (Agouti paca),
agutíes (Dasyprocta spp.), los crácidos en general y las pavas (Penelope spp.)
en particular, los trompeteros (Psophia spp.), psitácidos, tucanes y el
quelonio terrestre Geochelone. Además de estos animales de uso muy difundido, hay
otros de gran importancia local, tales como los camélidos y los lepóridos
introducidos en el sur, el venado cola blanca desde México hasta el Perú y
Surinam, los cávidos o cuyes (Cavia spp., Kerodon rupestris) en algunas
localidades, los lepóridos nativos, palomas e iguanas en varias regiones secas,
las tortugas fluviales, especialmentePodocnemis expansa y P. unifilis, a lo
largo de ríos (Soini 1997), así como las tortugas marinas en algunas áreas
costeras, especialmente en Centroamérica (Carr et al. 1982, Frazier y Salas
1986). Las especies que aportan más carne en los bosques tropicales son el
pecarí mayor, tapir y pecarí menor (Tabla 3.4), tanto para los indígenas (45%
de la biomasa total de las presas) como para los campesinos (69%). La posición del pecarí mayor como
especie clave de caza en este bioma la discuten y corroboran Hvindberg-Hansen
(1970a, 1970b), Kiltie (1980b) y Vickers (1984). Los venados del género Mazama están en el cuarto lugar
para los campesinos, y los primates para los indígenas. Los roedores silvícolas
grandes como el
paca y agutí son importantes para ambos usuarios. Los indígenas aprovechan más
a los osos hormigueros, los carnívoros, especialmente el coatí (Nasua nasua) y
los crocodílidos. Es obvio que la biomasa y el número de diferentes tipos de
presas son criterios complementarios: las especies de mayor porte suministran a
menudo más carne, pero las más numerosas son las más constantes en la cacería y
en el consumo cotidiano. En este orden de ideas, tomando como criterio el número
de presas (Tabla 3.4), las aves, primates y agutíes -o sea animales de porte
medio-
Estudios más detallados incluyen también la intensidad de uso de diferentes
áreas, el rendimiento de la cacería por unidad de esfuerzo y el efecto de las
armas o tecnologías de captura (Hames 1979, 1980, Vickers 1980, Pérez 1990,
Martins 1992). En la cuantificación y comparación del
aprovechamiento de lafauna se usan índices como:
Tasa de cosecha por especie = número de individuos obtenidos por
especie/(número de consumidores x duración del estudio). Cosecha por unidad de área =
número de individuos recobrados por especie durante un año/ superficie del área de caza. Aporte
alimentario por especie = (número de individuos cazados x peso comestible
promedio)/(número de consumidores x duración del estudio). El primer índice expresa la
frecuencia de capturas de la especie y, al igual que el segundo, refleja el
impacto de la extracción sobre la población presa. El tercero, muy usado por
los antropólogos, mide el aporte alimentario para la comunidad humana La
información publicada sobre las especies presas de la caza de subsistencia,
resumida por Vickers (1984), Redford y Robinson (1987) y Ojasti (1993), es
relativamente representativa de los grupos indígenas de selvas neotropicales,
más fragmentaria para los campesinos colonos que comparten el mismo entorno, y
apenas cualitativa en el caso de los campesinos comunes que viven por
generaciones en áreas alteradas por actividades agropecuarias. El cazador de
subsistencia utiliza una amplia gama de especies (Tabla 3.3). Los datos,
recopilados de diversas fuentes (Mondolfi 1976, Reyes Castillo 1981,
Dourojeanni 1985, Ojasti et al. 1986, Parra Lara 1986, Rabinovich et al. 1987,
Coppens 1988, Sick 1988, Martins 1992) subestiman generalmente la contribución
de las aves y
41 Tabla 3.3. Animales de caza de América Latina y las modalidades principales
de su aprovechamiento: cacería de subsistencia porindígenas y campesinos;
cacería deportiva; la comercial por carne, pieles, cueros o plumas y animales
vivos; y cacería de control. Las cifras después del
nombre del taxón señalan el número de especies
y las letras de distribución: A = Andes, AA América Austral, AC = América
Central, E = exótico, M = México,
MA = marino. Las cifras en
cacería de subsistencia son frecuencias (porcentaje de casos estudiados donde
aparace el taxon según Ojasti 1993), o indicaciones relativas: x = utilizado,
xx = muy utilizado, (x) = clasificado a veces como caza deportiva, pero de valor cinegético
limitado. Taxón Subsistencia Deport. Indig. Camp. Comercial Carne Piel Control
Vivo
MAMÍFEROS Didelphis , 2 Myrmecophaga , 1 Tamandua , 2 Bradypus , 3 Choloepus ,
2 Cabassous , 4 Chaetophractus , 3, AA Dasypus , 6 Euphractus , 1 Priodontes ,
1 Callithrix , 3 Saguinus , 10 Alouatta , 6 Aotus , 9 Ateles , 4 Callicebus , 3
Cebus , 4 Lagothrix , 2 Pithecia , 4 Saimiri , 2 Canis , 3, AC, E, M Dusicyon ,
7 Tremartctos , 1, A Bassaricyon , 5 Nasua , 2 Potos , 1 Procyon , 2 Eira , 1
Galictis, 2 Conepatus , 5 Lutra , 3
14 29 50 21 7 7 x 92 x 14 x x 83 17 50 25 71 25 25 17 x x 5 71 21 x x x x
10 20 20
(x)
x
x
x 10 x 100 10 10 10 x 60 x 20 10 60 10 20 x (x) x x
x xx x x x x x xx x x xx x xx x (x) x (x) (x) (x) (x) (x) x xx xx x x x x
(x)
x
x x 20 10 x x x x 20
x
x x
42 Tabla 3.3. (Continuado) Taxón Pteronura , 1 Herpestes , 2, E Felis , 9
Panthera , 1 Arctocephalus , 4, MA Otaria, 1, AA, MA Trichechus , 2 Tapirus , 3
Susscrofa , 1, E Tayassu pecari Tayassu tajacu Lama , 1, A Vicugna , 1, A
Blastocerus , 1 Cervus , 2, E Hippocamelus , 2, A Mazama , 4 Odocoileus , 2
Ozotoceros , 1 Pudu , 2, A Sciuridae Coendou , 5 Cavia , 5 Dolichotis , 2, AA
Kerodon , 1 Hydrochaeris , 2 Dinomys , 1 Agouti , 2 Dasyprocta , 11 Myoprocta,
2 Chinchilla , 2, A Lagostomus , 1, AA Lagidium , 3, A Capromys , 9, (Cuba)
Myocastor , 1, AA Echimyidae Lepus , 6, M, AA, E Oryctolagus , 1, E, AA
Subsistencia Indig. Camp. x 30 Deport. Carne Comercial Piel xx Control Vivo
25 14
70 30
x xx
7 79 x 93 100 x x 7 x 86 14 x x 29 x x x x 36 x 93 100 14 x x x 7 x x
x 90 x 80 100 x x x x x 100 30 x x 10 10 x x x 30 x 100 100 x x x x x x x x
x x x x x x xx x xx xx x x (x)
x xx x xx xx x x x
xx xx xx xx x
x x x x x
x xx xx xx xx x x
xx xx
x x x
x
x x x (x) x xx x xx xx x xx x x x x x x x
x
x x
x x x x
xx x x x
43 Tabla 3.3. (Continuado) Taxón Sylvilagus , 2 Subsistencia Indig. Camp. 14 40
Deport. Carne x Comercial Piel Control Vivo
AVES Pterocnemia , 1, A Rhea , 1, AA Crypturellus, 21 Eudromia , 2, AA
Nothocercus , 3, A Nothoprocta , 7, A Nothura , 5, AA Rhynchotus , 1, AA
Tinamus , 5 Phalacrocorax , 9 Ardeidae Ciconiidae Threskiornithidae Dendrocygna
, 4 Coscoroba , 1, AA Chloephaga , 6, AA Amazoneta , 1 Anas , 12 Cairina , 1
Oxyura , 3 Otros Anatidae, 16 Crax, 7 Mitu, 3 Pipile , 2 Ortalis , 9 Penelope ,
15 Otros Cracidae, 5 Meleagris , 1, M Colinus , 4 Dendrortyx , 3, M, AC
Lophortyx , 3, M Odontophorus , 14 Psophia , 3 RallidaeGallinago ,
x x 44
x x x 33 x 22 x x 22 x x x x x x x 56 44 44 x 78 x x x 11 x x 44 x
x 10 30 x x x x x 40 10 10 x x 20 x x x x 10 x x 30 50 50 50 90 x x x x x x 30
x
x x x x x xx xx xx x (x) (x) (x) xx x x x xx xx x x xx x x xx xx x x xx x x x x
x x
x
x x
x
x x
x
x
44 Tabla 3.3. (Continuado) Taxón Columba , 12 Columbina , 6 Geotrygon , 15
Leptotila , 8 Zenaida , 3 Amazona , 29 Ara , 13 Aratinga, 19 Myiopsitta , 1
Pionius , 7 Otros Psittacidae Ramphastidae, 37 Ichteridae, 62 Thraupidae, 179
Fringillidae, 189 Subsistencia Indig. Camp. 33 30 x 20 x x 11 20 x x 44 40 56
40 11 x Deport. Comercial Carne Piel Control Vivo
xx x x xx (x) (x)
x
x x x xx xx xx x x x x xx x xx
x x x x
98 22
10 20
x x
x
REPTILES Podocnemis , 6 Peltocephalus , 1 Phrynops , 9 Platemys , 4 Pseudemys ,
1 Rhinoclemys , 5 Geochelone , 4 Kinosternon , 3 Dermatemys , 1, M, AC
Dermatochelys , 1, MA Chelonia , 1, MA Caretta , 1, MA Erethmochelys , 1, MA
Lepidochelys , 2, MA Caiman , 2 Melanosuchus , 1 Paleosuchus , 2 Crocodylus , 4
Iguana , 1 Ctenosaura , 9, M, AC Tupinambis , 3
22 x 8 x 8 x 44 x x x 8 x x x 44 x x x 16 8 8
20 x x 10 x x 70 x x x x x x x 20 x x x 20 x 20
(x)
xx x
x x x x x xx x (x) xx x x xx xx xx x xx x xx
(x)
xx xx
x x
45 Tabla 3.3. (Continuado) Taxón Boa , 1 Epicrates , 1 Eunectes , 2
Subsistencia Indig. Camp. 22 20 x x x x Deport. Comercial Carne Piel x x xx
Control Vivo x
ANFIBIOS Bufo marinus Batrachophrynus , A Telmatosus , ALeptodactylus Otros
Anura
xx x x x x x x x x
x x
x
Tabla 3.4. Comparación de las presas principales entre la cacería de
subsistencia que practican los indígenas y campesinos colonos en selvas
neotropicales: porcentaje de cada especie o renglón de la caza total, en
números de animales recobrados y el peso total de los mismos. Fuente:
Estadísticas de 7 comunidades indígenas y 6 campesinas resumidas por Ojasti
(1993). Especie o renglón % número Indígenas % peso Campesinos % número % peso
Tayassu pecari Tayassu tajacu Tapirus terrestris Mazama spp. Primates Aves
Agouti paca Dasyprocta spp. Dasypus spp. Geochelone spp. Crocodylia Carnivora
Myrmecophagidae Otros mamíferos
Consumo promedio diario de carne de monte por habitante
6,8 6,3 1,3 1,7 14,7 31,1 6,0 10,5 6,1 2,0 3,2 2,4 2,6 5,2
19,7 11,3 13,6 5,5 11,2 9,0 5,9 7,2 2,8 0,9 4,5 1,3 2,6 4,4
18,3 7,0 1,8 4,8 5,8 15,7 5,8 9,5 8,8 18,7 0,4 0,3 0,1 1,1
42,1 9,3 17,8 9,0 3,3 2,2 4,8 2,4 2,7 4,2 0,2 0,5 0,1 1,4
186g
72g
46 encabezan la lista para los indígenas, mientras que las más frecuentes para
los colonos son Geochelone, el pecarí mayor y las aves, cubriendo más de la
mitad del número de piezas en ambos casos. Asimismo, los armadillos, pacas y
pecaríes menores son abatidos con frecuencia. El orden de importancia de las
tasas anuales de cosecha, calculadas por Redford y Robinson (1987) de fuentes
parcialmente diferentes, es Cebus apella, ardillas, el pecarí mayor, pacas,
armadillos, pavas y tucanes para los indígenas, y la paca, agutíes, los
dospecaríes, Mazama y armadillos para los campesinos. Según este recuento, los
indígenas y los colonos de las selvas neotropicales explotan el mismo recurso,
pero de una manera algo diferente: Los indígenas son más generalistas
utilizando mayor variedad de especies y más animales de porte medio (Redford y
Robinson 1987). Los campesinos se interesan más por la caza mayor y prefieren
las presas que se asemejan a los animales domésticos (Smith 1976a, Vickers
1984). Tal como
asevera Leopold (1959), el campesino (mexicano) sobreexplota la caza mayor y
subutiliza la menor. Los indígenas tienden a cazar más animales per cápita que
los colonos. Por ejemplo, el consumo promedio diario de carne de monte en 14
aldeas indígenas alcanzó 186 g/ dia (entre 28 y 525), pero apenas 72 (6-299),
respectivamente, en 10 registros de asentamientos campesinos (Ojasti 1993). El
mayor acceso de los campesinos a otros alimentos proteicos explica en parte
esta diferencia. Los alcances de la caza de subsistencia en áreas intervenidas,
donde se ubica la mayoría de la población campesina, son poco conocidos. Es
obvio que allá la caza rinde menos y se sustenta en animales menores,
persistentes y compatibles con áreas cultivadas y mosaicos de pastizales,
barbechos, matorrales y bosques secundarios, tales como los marsupiales,
especialmente Didelphis marsupialis, el armadillo de nueve bandas, agutíes, las
ratas espinosas (Proechimys spp.), cuyes, conejos y liebres, viscachas
(Lagostomus maximus), chachalacas (Ortalis spp.), diversas palomas, patos y
lagartos grandes (Iguana, Ctenosaura, Tupinambis)(Smith 1976a, Parra Lara 1978,
Sick 1988, Hiraoka 1995). En los Llanos de Venezuela, dedicados a la ganadería
extensiva, las presas más frecuentes son el armadillo (Dasypus sabanicola), el
venado cola blanca, la capibara, el puerco cimarrón (Sus scrofa), el pecarí
menor, los patos silbadores (Dendrocygna spp.), el gabán (Mycteria americana) y
el galápago llanero (Podocnemis vogli) (Ojasti, 1973).
3.6 CAZA COMERCIAL
El estatus legal de la caza comercial varía ampliamente de un país a otro. Está
explícitamente prohibida en países como Brasil
(1967), Costa Rica
(1984a), México (1951) y Panamá (1967). En Argentina (1981a, 1981b), Chile
(1929), Colombia (1974, 1978), Ecuador 1981, Guatemala (1970), Paraguay (1992),
Surinam (1954), Uruguay (1935) y Venezuela (1970) la figura legal existe,
aunque la caza comercial está suspendida o restringida a muy pocas especies, a
menudo bajo un sistema de cuotas y sometida a la supervisión nacional y de
CITES. La falta de uniformidad de los criterios legales al respecto se debe a
lo controversial de este aprovechamiento. La caza deportiva y de subsistencia
están dirigidas para el autoconsumo, mientras que la comercial aporta bienes de
cambio e involucra, además del
cazador, un producto con un precio y a menudo una cadena de intermediarios
entre el cazador y el comprador final. La caza comercial resalta el valor
económico de la fauna y produce a menudo estadísticas que lo comprueban,
(Carvalho 1967, Ponce del Prado 1973, Dourojeanni 1974, Ojasti 1991, FAO/PNUMA
1994, Thorbjarnarson y Velasco 1998). Por otra parte, al tratar demaximizar el
producto por unidad de esfuerzo, se puede destruir el mismo recurso en que se
sustenta y muchos la condenan como
éticamente inaceptable. Se la practica en varias formas y escalas, desde un
cazador de subsistencia que vende las pieles de animales abatidos para el
consumo doméstico o una campesina que cría pichones de perico con miras a su
venta, pasando por el cazador de oficio o artesanal que opera por su cuenta,
hasta la caza comercial organizada, donde el
47 cazador es apenas un obrero de hacienda o empresa a cargo de la matanza y el
procesamiento de las presas. La caza comercial presenta diferentes matices
según sus productos principales, tales como
carne, pieles y cueros o animales vivos. A éstos se agregan productos de fauna
silvestre para la artesanía local, medicina popular, magia o la industria
farmacéutica, así como vistosos insectos disecados para turistas y coleccionistas
(Cordero 1990, TCA 1995). con la caza de control, por ejemplo, en el caso de
cazadores de conejos y liebres en América austral. La explotación comercial
rinde mejor cuando las presas son aceptables como el alimento humano, grandes, abundantes
y gregarias. Las tortugas fluviales, especialmente Podocnemis expansa, y las
marinas, (Chelonia mydas, entre otras), llenaban todas estas condiciones y
tanto los adultos como
sus nidadas fueron explotados, hasta que su abundancia resultó seriamente
afectada (Ojasti 1971, Smith 1974, Schulz 1975, Frazier y Salas 1986, Pérez
1990, Lagueux 1991, Soini 1997). Geochelone y Kinosternon son otros quelonios
sometidos acaptura comercial (Carvalho 1967, Prichard y Trebbau 1984, Ojasti et
al. 1986). Estos reptiles se capturan y conservan vivos, lo cual facilita su
comercio. Los iguánidos (Iguana iguana, Ctenosaura similis, C. pectinacea)
adultos y sus huevos se capturan y comercian especialmente en América Central
(Fitch et al. 1982, Parra Lara 1986), pero la carne de caimán es usualmente un
subproducto de la caza para cueros. Los mamíferos preferidos de la caza
comercial para alimento incluyen al pecarí, paca, venados, tapir y capibara. La
carne se vende salada, ahumada o fresca, según las facilidades de transporte y
las tradiciones locales. Las cifras recabadas por Hvindberg-Hansen (1970a,
1970b) dan una idea de los alcances de esta extracción. En el Perú amazónico
los cazadores abatieron un promedio de 142 pecaríes mayores y 118 menores por
año, llegando hasta unos máximos de 600 y 700 por cazador, respectivamente.
Algunos cazadores se especializan en la paca, cuya reputación culinaria
garantiza la demanda urbana
(Mondolfi 1972, Wetterberg et al. 1976). Castro et al. (1976) estudiaron el
comercio de fauna en el mercado de Iquitos,
Perú, destacándose la importancia de la carne de primates. Domming (1982)
documenta la historia de la explotación del
manatí en el Amazonas que ya en la época colonial alcanzó gran escala. Los
lepóridos introducidos, abundantes en América austral, se cazan para el mercado
y figuran incluso en las estadísticas de exportación (Bonino 1986a, FAO/PNUMA
1994). Las aves más afectadas por esta extracción son los patos y las palomas.
Algunos patos se concentrana menudo en
3.6.1 Caza para carne
Un prerrequisito de cualquier actividad comercial es la demanda. La carne de
monte es un artículo de primera necesidad y de alta demanda, ante todo en los
caseríos, aldeas, campamentos mineros y otros centros poblados aislados por
largas distancias o falta de vialidad. Es un producto de consumo popular que se
vende generalmente a precios inferiores a los de otras carnes (Castro et al.
1976, Smith 1976a, 1980, Carvalho 1981, Johns 1986, Ojasti 1993). Este comercio
pueblerino, legal o ilegal, pero socialmente aceptado, se encuentra muy
difundido en América Latina. Además existe demanda de las especies más
cotizadas, como
la paca, tortugas, venados y pecaríes, en ciudades grandes, donde constituyen
artículos suntuarios servidos en restaurantes elegantes y banquetes festivos
(Wetterberg et al. 1976, Alho 1984, Cordero 1990). El consumo tradicional de
capibara en algunas ciudades venezolanas durante la Cuaresma es un ejemplo de
demanda masiva urbana
de la carne de monte (Ojasti 1991). El cazador comercial de carne es a menudo
un campesino más aficionado a la caza que a las faenas agrícolas, que puede
dedicarse por completo a aquella actividad. Por ejemplo, la mayoría de los
cazadores de pecaríes en el Perú amazónico, entrevistados por Hvindberg-Hansen
(1970a, 1970b), eran usuarios ocasionales, pero el 27% de ellos se dedicaron
enteramente a la cacería. Aunque el producto principal de la misma era la
carne, los cueros también se vendían. Las empresas madereras y de construcción
de carreteras emplean cazadores para abastecer de carneal personal (Johns 1986,
Ojasti 1993, Bodmer et al. 1997). A menudo el oficio de cazador se combina con
la pesca artesanal o
48 Tabla 3.5. Estimaciones del aporte anual de la caza en la Amazonia, en peso
(millones de kg) y valor (millones de $ U.S.), suponiendo que 1 kg de carne
de monte equivale 1 dólar. País y año Aporte kg o $ Carne de monte, % Fuente
Brasil Colombia (1994) Perú (1966) Perú (1992) Venezuela (1994) Amazonia (1995)
Guyana (1994)
2 2
1
115 40,5 5,6 19 6,4 175 2,1 2,0
100 88 80 73 100 100 -
Redford 1992 Gómez et al. 1994 Dourojeani 1974 Pulido Capurro 1995 Ojasti 1995
TCA 1995 Charles 1995 Baal y Hiwat 1996
Surinam (1995)
Calculado multiplicando el número de presas por un peso unitario promedio de 5
kg. Valor total de animales vivos exportados.
determinados lugares. Dendrocygna autumnalis, por ejemplo, puede ser capturado
en cantidades cuando no puede volar debido a la muda (Dallmeier 1991, Sick
1988). Zenaida auriculata, una paloma pequeña pero gregaria, se explota con
fines comerciales en las colonias de nidificación y dormideros (Bucher 1982).
Diversas estadísticas y extrapolaciones documentan los alcances de la
extracción comercial de animales silvestres para alimento. Según datos recientes
recopilados en TCA (1995), la carne de monte es usualmente el producto de mayor
valor económico de la caza comercial en la Amazonia
(Tabla 3.5). Sin embargo, la cacería y comercio de carne de monte se
desenvuelven dentro de una economía informal, local y mayormente ilegal, que
nogenera estadísticas confiables y cuyos alcances reales se desconocen.
el animal tiene valor para la peletería. La piel como producto de la curtiembre, sin pelo, se
denomina cuero. Las pieles de gran variedad de animales son procesadas y
vendidas ocasionalmente como artículos típicos o
son guardados como
trofeos, pero pocas especies nativas poseen pieles de valor comercial
establecido. En América tropical sólo los felinos pintados (Leopardus pardalis,
Panthera onca) y los mustélidos fluviales (Lutra logicaudis, Pteronura
brasiliensis) tienen alto valor peletero. (Koford 1976, Smith 1976b, 1980,
Melquist 1984). América austral cuenta con varias especies peleteras propias,
tales como el coipo o nutria (Myocastor coypus), que encabeza numéricamente las
exportaciones peleteras de América Latina; la chinchilla (Chinchilla laniger,
C. brevicaudata) -antaño abundante, ahora reproducida en cautiverio-; la
vizcacha (Lagostomus maximus); los félidos, como Felis colocolo y F.
geoffroyi); el guanaco y la vicuña, ésta última productora de la lana más fina
del mundo (Cajal 1983, Mares y Ojeda 1984, Iriarte y Jaksic 1986, Rabinovich et
al. 1987); así como los lobos marinos Arctocephalus australis y Otaria
flavescens (Iriarte y Jaksic 1986, VazFerreira y Ponce 1987). A éstos se
agregan géneros ampliamente distribuidos en el Neotrópico (Cerdocyon,
3.6.2 Caza para pieles y cueros
La obtención de pieles, cueros y otras estructuras tegumentarias (caparazones,
plumas, lana) para un mercado suntuario externo es otro incentivo tradicional
de la caza comercial. Aquí hablamos de pielcuado el pelaje forma parte del producto acabado, o
sea, cuando
49 Dusicyon, Didelphis, Conepatus), que desarrollan pieles comerciales
solamente en clima templado. Los animales perseguidos por sus cueros se ubican
en dos grupos principales 1) los mamíferos herbívoros grandes (pecaríes,
venados y capibaras) cazados principalmente por su carne (Carvalho 1967,
Grimwood 1969, Dourojeanni 1974, Bodmer et al. 1988), y 2) los reptiles, que
comprenden los crocodílidos (Caiman crocodilus, C. latirostris, Melanosuchus
niger, Crocodylus acutus, C. intermedius, C. moreletti y C. rhombifer), algunos
saurios (Tupinambis, Iguana, Dracaena) y ofidios grandes (Boa, Eunectes,
Epicrates) (Carvalho 1967, Medem 1981, 1983, Fitzgerald et al. 1991, FAO/PNUMA
1994, Thorbjarnarson y Velasco 1998). A estos se agregan como renglones ocasionales la tortuga marina
Lepidochelys (Frazier y Salas 1986), los sapos y ñandúes (Rhea, Pterocnemia).
Estos últimos son cazados también por sus plumas (Waller 1991). La caza para
pieles y cueros puede ser una actividad complementaria de las labores
agropecuarias, pesqueras o de la cacería ocupacional para carne. Bucher (1989)
reseña el caso de propietarios rurales que autorizan a sus obreros a cazar como un complemento de su
salario. Sin embargo, durante el apogeo de la cacería para pieles tropicales en
los años sesenta, muchos campesinos, incentivados por los altos precios, se internaron por meses en
las selvas amazónicas en busca de félidos pintados y perros de agua (Smith
1976b, 1980). Esta caza se realizó a menudo con trampas olazos, especialmente
en el caso de Leopardus pardalis, para aumentar la eficiencia y obtener pieles
sin perforación de balas. La explotación de cueros de los crocodilidos se ha
venido realizando con
Tabla 3.6. Exportaciones legales de la fauna silvestre y sus productos de
América Latina y el Caribe en 1990: primates y psitácidos vivos y cueros de
reptiles en número de individuos, según CITES (WRI 1994). La última fila
presenta la magnitud de la exportación mundial durante el mismo período. País
Primates Aves Reptiles
Honduras Nicaragua Barbados Cuba Colombia Venezuela Guyana Surinam Perú Bolivia
Brasil Uruguay Argentina Otros países
Total Total mundial
532 2.606 192 75 24
3.429 26.631
2.463 6.899 405 18.399 80597 23.737 25.04 77.17 90
162.800 933.672
2.003 8.05 79.749 106.933 7.457 220 1.919.139 9
2.123.569 9.132.623
50 un enfoque empresarial, con inversión de capital en equipos, insumos,
operación y personal, desde sus inicios en los años 30 hasta el presente. Medem
(1981, 1983), Vázquez Ruesta (1981) y Rivero Blanco (1985), entre otros,
describen los aspectos técnicos de esta explotación. La caza comercial de
exportación en América tropical presenta un período de intensa explotación sin
mayores controles, que alcanzó su apogeo en las décadas de los 50 y 60, y el
actual, sujeto a las restricciones nacionales y de la CITES a partir de su
creación en 1973. El primer período generó estadísticas impresionantes, pero a
expensas de un alto costo ecológico (ver Carvalho l967, Grimwood 1969, Smith
1976b, 1980,Medem 1981, 1983, Ojasti 1993, entre otros). En las exportaciones,
contemporáneas sujetas a controles nacionales y de CITES, predominan los cueros
de reptiles, principalmente de Caiman crocodilus y Tupinambis spp., procedentes
en parte de criaderos (Tabla 3.6). Además se exportan pieles de las especies
peleteras del
cono sur y cantidades moderadas de cueros de pecaríes. La captura de aves vivas
para uso doméstico, por encargo o para la venta está muy difundida en toda
América Latina (Nogueira Neto 1973, Reyes Castillo 1981, Cabrera Reyes 1987,
Videz Roca 1987, FAO/ PNUMA 1994). Las aves se obtienen de huevos empollados
por gallinas (frecuente en patos y crácidos), de pichones extraídos de los
nidos o capturando adultos por medio de trampas, redes, pegamento, etc. En
algunas regiones es frecuente la venta de aves en jaulas rústicas en los mercados
o a lo largo de carreteras, pero a veces el comercio se realiza a través de una
organización de alcances internacionales. Las estadísticas de exportación
exhiben gran variedad de aves concentrándose en las familias Psittacidae
(Amazona, Ara, Aratinga), Ramphastidae, Icteridae, Thraupidae y Fringillidae
(Dourojeanni 1974, Lemke 1981, México 1981, Broad 1986, Videz Roca 1987,
Thomsen y Brautigam 1991). También existe un gran mercado interno para las aves
mascotas, aunque, por tratarse de una actividad informal o ilegal, sus alcances
son poco conocidos (Collar y Juniper 1992, TCA 1995). La captura y comercio de
primates constituye otra vertiente importante de aprovechamiento de animales
vivos y encabeza tradicionalmente lasexportaciones de mamíferos (Carvalho 1967,
Ponce del Prado 1973, Videz Roca 1987). Entre 1964 y 1972 se exportaron
anualmente de Colombia y Perú, solamente a los Estados Unidos, un promedio de
50.000 individuos, destinados al mercado de mascotas y como animales
experimentales. La exportación actual -bajo control de CITES- alcanza apenas
unos pocos miles de primates por año (Tabla 3.6). Las especies exportadas en
mayor cantidad son Saimiri sciureus, Aotus spp., Cebus albifrons, C. apella,
Saguinus spp. Lagothrix lagotricha y Ateles geoffroyi (Soini 1972, Green 1976,
Mack y Mittermeier 1984).
3.6.3 Captura y comercio de animales vivos
Todos los sectores de nuestra sociedad son aficionados a los mascotas o
xerimbabos. La presencia universal de aves canoras y de ornato, desde los
caseríos indígenas hasta las residencias metropolitanas, es una prueba tajante
de la necesidad y cariño que el hombre siente por la naturaleza. La tenencia de
mascotas involucra seguramente un número mayor de usuarios de fauna silvestre
que cualquier otra modalidad, y genera gran demanda interna y de exportación. A
esto se le agrega la necesidad de animales para la experimentación biomédica y
para zoológicos. Existen normas explícitas sobre las especies de aves canoras y
de ornato habilitadas, temporadas abiertas, cuotas, reglas de comercio interno
o de exportación, en Argentina, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México,
Nicaragua, Panamá, Surinam, Trinidad y Tobago (Fuller y Swift 1985). Sin
embargo, debido a la carencia de pautas legales sobre la captura, tenencia y comercio
de animalessilvestres vivos, estas actividades son formalmente ilegales en
muchos países, a pesar de su gran difusión y popularidad.
3.7 OTROS USOS
3.7.1 Caza de control
Si bien todas las especies silvestres cumplen con determinadas funciones en la
naturaleza, puede resultar que algunas de tales funciones sean contrarias a los
intereses humanos. Algunos vertebrados, nativos o introducidos, pero usualmente
asociados a
51 agroecosistemas, pueden alcanzar altas densidades y ocasionar daños a
cultivos (Elías y Valencia 1984). Ciertos carnívoros depredan los animales
domésticos, otra fauna deseable y aún amenazan al hombre, por ejemplo, los
ofidios ponzoñosos. Algunos roedores, murciélagos y carnívoros actúan como reservorios o vectores
de enfermedades transmisibles. La caza de control es una de las opciones para
reducir las poblaciones silvestres que, en un momento dado, se convierten en
plagas. La caza de control es a menudo un tema controversial, especialmente en
el caso de los grandes depredadores que presentan problemas de conservación. La
caza de control puede estar sujeta a listas de especies declaradas como plagas,
que se pueden eliminar en todo tiempo y lugar, por ejemplo, en Argentina
(1981a), Chile (1929), Surinam (1982), Trinidad y Tobago (1958) y Uruguay
(1935). Tales listas varían de un país a otro y pueden incluir ofidios
ponzoñosos, aves granívoras y frugívoras, mamíferos exóticos (mangosta, cerdo
cimarrón, liebre, conejo), ratones silvestres y urbanos y murciélagos
hematófagos. En otros países, tales como Brasil (1967), Colombia(1974), México
(1951), Perú (1975) y Venezuela (1970), existe la figura legal de la caza de
control o equivalente, pero cada caso requiere una decisión legal específica.
Esta estrategia puede ser más acertada porque las especies en sí mismas no son
dañinas sino algunas de sus poblaciones o individuos. Los objetivos de la caza
de control no determinan que esta sea un recurso. Sin embargo, esta cacería
puede actuar al mismo tiempo como
control y aprovechamiento (ver 7.4). Fuera del marco legal, el control es un
pretexto frecuente para matar por capricho o ignorancia diversos animales,
especialmente carnívoros, que carecen de atributos cinegéticos. Esta figura
legal puede incluir también la captura de animales para zoológicos, para la
investigación biomédica y puede solaparse con la recolección de insectos con
fines comerciales. A diferencia de otros, este uso se extiende a todo el reino
animal y emplea gran variedad de técnicas e implementos propios, como redes de neblina y
mallas entomológicas, trampas diversas, búsqueda y captura manual. La
legislación de los países latinoamericanos reconoce esta modalidad y establece
las condiciones y requisitos para su realización, el tipo y cantidad de muestras
a colectar así como
su destino final. El Convenio sobre la Diversidad Biológica (Naciones Unidas
1992a) y el Acuerdo de Cartagena
(Perú 1996) reafirman la soberanía de los países sobre sus recursos biológicos
y establecen normas para regular el acceso a los mismos. La caza con fines
científicos tiende a ser un uso esporádico que difícilmente constituye una
amenaza para lafauna (Greene y Losos 1988). En cambio, pueden presentarse
controversias debido al afán de algunas instituciones extranjeras por enriquecer
sus colecciones y de las restricciones legales de los países de origen para
defender sus recursos científicos. Una estrecha cooperación internacional y una
justa repartición del
material e información colectados, en conformidad con el convenio antes señalado,
puede evitar tales conflictos.
3.7.3 Usos no consuntivos
El aprovechamiento del valor científico, educativo, escénico y recreacional de
la fauna se realiza a menudo mediante su observación directa en su hábitat
natural, que contrasta con la utilización consuntiva por medio de la caza. Sin
embargo, la utilización no consuntiva, al igual que el caso anterior, exige
disponibilidad de recursos faunísticos específicos, genera beneficios
materiales, puede afectar a los animales y su hábitat y requiere manejo. Entre
los usos no consuntivos se destaca, en particular, el aporte de la fauna nativa
como atractivo esencial del turismo de naturaleza o ecoturismo, que se define
como “Viajes a áreas naturales poco perturbadas o no contaminadas con el objeto
específico de estudiar, admirar y disfrutar el paisaje y sus plantas y animales
silvestres,
3.7.2 Caza con fines científicos
Esta modalidad comprende la captura, recolección o muestreo de animales
silvestres con fines de inventarios de fauna, evaluación de impactos
ambientales, enriquecimiento de colecciones, conocimientos sistemáticos y demás
investigaciones de campo que involucran la captura o muerte de animales
silvestres.
52 así como cualquier manifestación cultural (del pasado o presente)
en tales áreas que promueve la conservación, genera pocos impactos negativos y
activa participación socioeconómica de la población local” (CeballosLascurain
1993). La avifauna en general y particularmente las especies de gran tamaño o colorido
como los loros y guacamayos o las aves de
humedales, así como
los mamíferos y reptiles de mayor porte figuran entre las especies de gran
valor escénico. La presencia masiva y predecible de tales animales en áreas
accesibles a los visitantes constituye un insumo esencial del ecoturismo en América Latina (Boo 1990,
Groom et al. 1991, Vaughan et al. 1991). Esta actividad se encuentra en plena
expansión y diversificación en la región. A menudo es la única utilización
generadora de ingresos en áreas naturales protegidas, un incentivo para
conservar la fauna nativa y su hábitat en predios rurales que operan
campamentos turísticos y es recomendado como una alternativa económica a la
utilización consuntiva de la fauna silvestre (Boo 1990, Wallis 1992, Ovalles
1993). Además del ecoturismo comercial existen diversas modalidades de
excursionismo y recreación en áreas naturales que son de gran valor social y
educativo, especialmente para los pobladores de las grandes urbes. Los
campamentos ecológicos para estudiantes y otras modalidades de esparcimiento y
aprendizaje en el campo no generan ingresos, pero juegan un papel importante en
la conscientización ambiental. La demanda pública para la utilización no
consuntiva de la faunasilvestre aumenta a escala mundial, a medida que avanza
el bienestar rural, la educación ambiental y el manejo de las áreas naturales
protegidas. ingresos para los pobladores de las áreas visitadas (servicios de
guía, alojamiento, alimentación, transportes, hielo, etc.), para la econonomía
nacional (venta de armas, municiones, equipos de campo, combustibles) y para el
fisco y el servicio de fauna por concepto de venta de licencias. También puede
ser un importante fuente de divisas, especialmente en los países cercanos a los
Estados Unidos. El mayor aporte socioeconómico actual de la fauna silvestre
neotropical es probablemente su contribución nutricional al campesinado a
través de la cacería de subsistencia que beneficia a un inmenso contingente
humano de escasos recursos. Por ejemplo, en las selvas tropicales cubre el
requerimiento mínimo de proteínas de la población indígena en la mayoría de los
casos y aporta un promedio de un 20% de la demanda proteica de los campesinos
colonos (Ojasti 1993). Sin embargo, tratándose del autoconsumo dentro de una economía
marginal, este aporte de la fauna es generalmente ignorado por los
administradores y políticos que dirigen los destinos de los países. La caza
comercial de exportación es casi la única que genera estadísticas sobre su
contribución a la economía regional o nacional, aún cuando las cifras oficiales
pueden ser apenas una tercera, una cuarta o hasta una décima parte del ingreso
real (Fittkau 1976, Medem 1981, Ojeda y Mares 1982, Seijas 1986, Ramassotto
1987). Según las estadísticas de la Dirección General de Fauna deArgentina se
exportaron de este país entre 1982 y 1984 un promedio anual de 3,7 millones de
pieles y cueros de animales silvestres, principalmente de nutria, zorros y el
lagarto Tupinambis, por un valor aproximado de 27,5 millones de dólares. Ojeda
y Mares (1982) citan 186,6 millones de dólares para el país sureño, por el
mismo concepto en 1979. Las exportaciones de la fauna silvestre y sus productos
de Bolivia, desde fines de 1970 hasta mediados de 1980, aportaron 70 millones
de dólares (Flores 1995), mientras que la caza comercial del caimán en los
Llanos venezolanos en 1989 generó un ingreso de casi 31 millones de dólares.
3.8. EFECTOS DEL APROVECHAMIENTO
3.8.1 Aporte para la población humana
Los usos extractivos de la fauna silvestre benefician a la sociedad humana de
diversas maneras. La caza deportiva bien administrada brinda esparcimiento,
alimento y trofeos para un sector de la población urbana. Genera además
53 La caza comercial ofrece empleo e ingresos a numerosas personas y sectores,
incluso al industrial, y aporta ingresos fiscales, pero la distribución de las
ganancias tiende a ser socialmente injusta, concentrándose en el sector
comercial e industrial y, en particular, en las grandes tenerías (Hvindberg-Hansen
1970a, 1970b, Smith 1976b, Cabrera Reyes 1987). Además, los precios de los
productos de la fauna silvestre -mayormente artículos suntuarios- sufren
inestabilidad por los vaivenes de la moda y los altibajos de la economía
mundial, lo cual reduce el aporte económico de la caza comercial. La Tabla 3.5
resume datosrecientes del valor económico de
la fauna amazónica, destacando la importancia del
consumo interno (carne de monte) del
ingreso total. La posible contribución de la caza de control es indirecta,
pudiéndose expresar en términos del aumento de
la producción agropecuaria o el mejoramiento de la salud a consecuencia del control. En el caso
de la recolección con fines científicos estamos también en presencia de valores
diferentes. El crecimiento de las colecciones sistemáticas ofrece un criterio
cuantitativo, pero no implica en sí un avance científico (Huber y Gorzula
1986). La calidad y cantidad de la información útil generada por medio del muestreo podría
expresar mejor el aporte de este sector. En cuanto a la utilización no
consuntiva, el desarrollo reciente del
ecoturismo genera ingresos y empleo a empresas de servicios (operadores
turísticos, transportes, restaurantes, hoteles), administración de áreas
naturales protegidas y para algunos pobladores locales. Constituye también una
importante fuente de divisas para algunos países de la región, como Costa Rica y Ecuador. Sin embargo, la
distribución de los ingresos a favor del
sector empresarial, urbano o foráneo, a expensas de las áreas naturales
protegidas y las comunidades locales, parece ser un problema frecuente en
nuestro medio y requiere una atención prioritaria (Boo 1990, Ovalles 1993).
proporcional al número y tipo de animales restantes (ver 7.3.2). Este impacto
es al mismo tiempo global, por la acción conjunta de diversos usos extractivos,
y diferencial, porque afecta más a ciertas especies, según el tipo
deutilización y estrategias demográficas de las poblaciones presa. Además, las
alteraciones del
hábitat ejercen un importante efecto sinergético con la caza. Si el hábitat no
ha sufrido alteraciones mayores, el impacto de la extracción se estima
comparando la abundancia o el estado actual de las poblaciones con un estado
anterior. El manejo de capibaras para la explotación comercial en Venezuela,
por ejemplo, está fundamentado en la estimación previa del tamaño poblacional,
que indica tanto la recuperación de la población de la temporada anterior como
la posible cuota de extracción para la temporada siguiente (Ojasti y Medina
Padilla 1972, Ojasti 1991, Venezuela 1994a, Gonzáles Fernández y Quero de Peña
1995). El seguimiento de poblaciones de patos silbadores en los arrozales de Venezuela, usando como índice de abundancia el número de
patos/cazador/día y conteos aéreos, indica una relativa estabilidad, por lo
cual la cacería deportiva parece no ejercer un efecto negativo sobre el recurso
(Gondelles et al. 1981, Dallmeier 1991, Sanz y Parra 1994). El número estimado
de tortugas ponedoras en la playa principal de posturas del Orinoco Medio revela,
en cambio, una dramática caída (Fig. 3.5). Muchos autores contrastan la
abundancia de la fauna años atrás con su escasez actual en términos
cualitativos, pero en lo cuantitativo se tiene poca información. Una opción
para evaluar el impacto de caza es comparar la abundancia de poblaciones que
viven en hábitats equivalentes, pero con intensidad de cacería diferente. Por
medio de conteos por transectos Freese et al. (1982),Johns (1986), Terborgh et
al. (1986), Peres (1990), Glanz (1991) y Bodmer et al. (1997), entre otros,
comprobaron la escasez de primates grandes y ungulados en áreas frecuentadas
por cazadores comerciales y de subsistencia, en comparación con áreas no
afectadas. Quintana y Rabinovich (1993) encontraron hasta 30 veces más
capibaras en fundos donde se les protege, en comparación con áreas de caza
furtiva. Silva y Strahl (1991) citan un efecto parecido para crácidos en Venezuela. En
el caso de la caza por indígenas, Vickers (1980) detectó una
3.8.2 Impactos sobre la fauna
El número, tipo y valor de las piezas cobradas expresa el aporte de la fauna a
los diferentes tipos de usuarios. En cambio, el efecto de la cacería sobre el
recurso es
Figura 3.2 Dismunición del número estimado de nidos de la tortuga Podocnemis
expansa en Pararuma-Playa del Medio, Río Orinoco, Venezuela, ajustada según el
modelo exponencial con la tasa instantánea r = -0,095. Fuentes: 1945: Mosqueira
Manso (1950), 1950: Ramírez (1956), Ojasti (1967), Paolillo (1982) y Licata (1994).
disminución en la eficiencia (= energía en la presa/energía invertida en su
captura) y en la proporción de las especies preferidas en la captura total, en
función de la edad del
asentamiento. El impacto de la caza en sí no depende de su propósito o legalidad.
Sin embargo, los diferentes usos suelen caracterizarse por su selectividad,
intensidad, patrones temporales y espaciales propios, que a su vez repercuten
sobre la fauna. El efecto de la caza deportiva, sujeta a lasnormas legales, es
usualmente leve (Leopold 1959, López Pizarro 1980, Almeida et al. 1985, Ojasti
1986, Ramassotto 1987) debido a su ocurrencia esporádica en el tiempo y el
espacio, sus limitantes legales y el bajo número de participantes. Además
parece concentrarse en aves de porte medio, que son poco cazadas por otros
usuarios y que pueden tolerar altas tasas de extracción. El cazador deportivo
cuenta usualmente con una alta movilidad, lo que le permite escoger poblaciones
abundantes, por encima de la
densidad umbral que satisface al cazador (Giles 1978). En consecuencia,
difícilmente puede reducir las poblaciones a un nivel crítico. Sin embargo, a
este cuadro del
cazador deportivo ideal se agrega un contingente de aficionados que no prestan
atención a las normas establecidas y que pueden aumentar la presión sobre la
caza mayor, muy acosada también por los cazadores comerciales o de
subsistencia. La caza comercial se cita invariablemente como el modo de aprovechamiento más
destructivo. El agotamiento de valiosos recursos, otros abundantes, como los crocodílidos,
tortugas fluviales y marinas, manatíes, félidos pintados, perros de agua,
vicuña, etc. comprueba el alto costo ecológico de esta extracción (Smith 1974,
Medem 1981, Domming 1982, Melquist 1984, Redford 1992, TCA 1995). Ni siquiera
las estadísticas estables o ascendentes corroboran siempre una utilización
sostenible, porque pueden ser causados por un crecimiento demográfico regional,
aumentos del número de cazadores y de la superficie afectada (Terborgh et al.
1986).
55 Esobvio que, en ausencia de controles efectivos, la cacería prosigue siempre
y cuando hay demanda y los ingresos exceden a los gastos. Al escasear la presa
aumentan los gastos hasta que la actividad se paraliza por ser antieconómica,
según los modelos de uso frecuente en la biología pesquera (ver 7.3.3, B). Sin
embargo, el punto de rentabilidad cero de la caza comercial puede situarse en
una densidad poblacional muy baja, porque: 1) las pieles, cueros o animales
vivos más codiciados son artículos suntuarios cuyo precio tiende a subir a
medida que se hacen escasos, aumentándose así los esfuerzos que ameriten su
captura, y 2) la mano de obra es abundante y barata debido a la indigencia y al
desempleo en muchas áreas rurales. Ojeda y Mares (1982) afirman que la
comercialización de la fauna es rentable porque los gastos se pagan en la débil
moneda nacional, pero los ingresos vienen en divisas fuertes. Por otra parte,
la extracción de carne de monte debería cesar cuando su costo excede de otras
carnes, las de animales domésticos en particular. Algunas carnes, sin embargo,
son productos suntuarios lo cual baja la densidad umbral para su utilizacion
comercial. Así, ante una alta demanda lucrativa de especies, como
la paca y algunos quelonios, éstos dejan de ser un alimento del campesino, ya que conviene más
venderlos. Los indígenas de las selvas neotropicales han coexistido por
milenios con la fauna silvestre sin acabarla, si bien es patente la escasez de
las presas preferidas cerca de los caseríos (Ross 1978, Vickers 1980, Borge
Carvajal 1983, Gorzula 1995). Su bajadensidad poblacional, así como sus hábitos nómadas, la rotación de las
áreas de caza, las tradiciones mágico-religiosas y el uso de armas
tradicionales pueden neutralizar el impacto nocivo de la cacería (Gross 1975,
Balee 1985, Hames 1979, Vickers 1980). Empero, hoy en día los indígenas están
utilizando cada vez más armas de fuego y compiten por la caza con un número
superior de campesinos, por lo cual el supuesto equilibrio natural entre la caza
y el recurso es cada vez más dudoso. La caza para autoconsumo rinde mejor a
nivel del
campesino colono y acompaña siempre a la agricultura migratoria. El campesino
común, en cambio, explota la fauna empobrecida de su entorno con menor provecho
pero con gran tenacidad. Al estar atento a cualquier oportunidad de aprovechar
la fauna -aunque la probabilidad de un encuentro con ella sea mínima- tiende a
erradicar paulatinamente las especies más valiosas, mientras que las demás
apenas subsisten por su persistencia y por la protección que les brinda su
hábitat. Multiplicado por la inmensa cantidad de campesinos, esta extracción
perpetúa la escasez de la fauna, que pierde así su valor como recurso en vastas regiones. La caza de
subsistencia es un síntoma del subdesarrollo
rural, aunque no es un fenómeno exclusivo de América Latina. Era el uso primario de la fauna en el
mundo entero y sigue siéndolo, por ejemplo, en el norte de Canadá (Miller 1987)
y en vastas extensiones de África (Asibey y Child 1990). Aunque la fauna
silvestre es uno de los pocos bienes accesibles al campesino, su misma
condición de recurso compartido por todos acarreasu agotamiento (Hardin 1968):
Cada quien trata de maximizar su ganancia. Cuando alguien logra cazar una
presa, su ganancia es +1, pero el efecto para el recurso común, -1, es
compartido por todos. De esta manera, el efecto negativo para nuestro cazador
es solamente una fracción de -1. Por lo tanto, gana siempre cuando caza, aunque
al mismo tiempo esté acabando con el recurso. Los usos no consuntivos,
incluyendo el ecoturismo, se citan a menudo como ejemplos de uso sostenible para la fauna
silvestre, ya que no afectan directamente a la dinámica poblacional. Sin
embargo, la afluencia de turistas puede perturbar a los animales, deteriorar su
hábitat y ejercer impactos negativos sobre las comunidades indígenas (Wallis
1992, Ovalles 1993). La calidad del turismo de
naturaleza, es decir, la suma de vivencias gratificantes del visitante, suele ser inversamente
proporcional al número de personas por excursión o campamento. De esta manera,
cada área o atractivo puntual tiene una capacidad de carga que no debe ser
excedida. Asimismo, la viabilidad del turismo
ecológico depende de otros factores, tales como la competencia, estabilidad social y seguridad
personal.
3.8.3 Necesidades y opciones de manejo
El recuento precedente, aunque fragmentario, comprueba que en América Latina la
fauna silvestre está muy utilizada pero poco manejada. La mayor parte del aprovechamiento
56 se desenvuelve ilegal y anárquicamente, sin bases biológicas y
socioeconómicas y con poco seguimiento y control. Las consecuencias de este
proceso varían segúnlas especies y regiones, pero la tendencia global es un
dramático deterioro del
recurso. Tomando como marco de referencia el
triángulo básico del manejo de fauna (Fig.
1.1), la utilización concuerda con la acción del hombre sobre la fauna. El recurso se
mantiene y se renueva cuando la utilización es igual o menor que la producción.
Cuando el consumo excede a la producción, la fauna se agota gradualmente, sin
remedio. La acción de manejo pertinente es elemental: hay que controlar la
extracción. La restricción del uso es, de
hecho, una herramienta básica del
manejo de fauna. Pudiera decirse que una normativa ambiental sin restricción
alguna es inconcebible. Una veda total constituye la máxima restricción
posible. Se justifica plenamente como
una medida de emergencia transitoria y puede dar resultados impresionantes,
cuando cuenta con la participación ciudadana y los servicios de guardería. De
esta manera se están recuperando las poblaciónes de vicuñas en los países
andinos (ver 10.2.4). Por otra parte, la conveniencia de la veda de toda la
caza como
política permanente es cuestionable. A nivel político da la impresión que se ha
hecho lo posible a favor de la fauna, pero en realidad la medida puede ser
contraproducente. Al negar la condición de recurso legítimo de la fauna, la
veda incentiva la caza furtiva y despilfarro, coarta la comunicación y la
cooperación entre administradores y usuarios del recurso, resulta injusto para
los que están pagando el abuso de otros, revela la incapacidad del Estado para
atender debidamente sus recursos y es imposible de cumplirla. En unpaís en
desarrollo es difícil justificar las erogaciones para atender un recurso vedado
y, en la práctica, improductivo. La mayoría de los países han adoptado
políticas que combinan la protección total de las especies amenazadas con un
aprovechamiento controlado de las que parecen presentar niveles poblacionales
adecuados. Por ejemplo, de unas 2250 especies de vertebrados terrestres en
Venezuela, 135 se clasifican como caza, pero solamente unas 60 están
habilitadas para la caza. La lista de animales objeto de uso tradicional en la Amazonia es más extensa, abarcando un centenar de taxa
(TCA 1995), pero siempre es una fracción reducida de la diversidad animal
total. Los calendarios de caza atienden ante todo a la caza deportiva que se
concibe generalmente como
la más deseable, en atención a los alentadores ejemplos foráneos y otros
argumentos dignos de atención: Sus bases legales están bien definidas en la
mayoría de los países y en algunos, ésta es la única figura legal disponible.
La caza deportiva legal facilita el registro, la educación y el control de los
cazadores.
•
•
• Al basarse sobre los aspectos recreacionales, su impacto material sobre la
fauna es supuestamente menor.
Los fondos provenientes de las licencias pueden ser utilizados en el
financiamiento del manejo del recurso. La afiliación de los cazadores
a sus respectivos clubes y federaciones facilita la comunicación entre los
administradores y los usuarios de la fauna. Es frecuente también que los clubes
concienticen a sus miembros de la ética cinegética, de las normas de seguridad
y de laconservación de la fauna. La implementación de áreas especiales de caza
(cotos, parques, reservas o ranchos cinegéticos) ofrece una opción adicional
para el ordenamiento de la caza deportiva (Hernández Corso 1970, Mondolfi 1976,
Coimbra-Filho 1977, Schuerholz y Mann 1979, Gallina y Halffter 1980, Gondelles
et al. 1981, Almeida 1985, MARNR 1987, 1995a). Estas áreas se destinan a la
producción y el aprovechamiento sostenible de especies cinegéticas, con la
participación de los servicios de fauna, propietarios rurales y cazadores
deportivos; estos últimos aportan los fondos para la operación. Existen
experiencias positivas sobre tales áreas en México y América austral, pero aún
no se han concretado en las áreas tropicales. Bajo este sistema se evitaría la
interferencia entre los cazadores locales y los visitantes y el agotamiento de
un
•
57 recurso compartido. Además de satisfacer las demandas de la cacería
deportiva y del ecoturismo, las áreas de caza generan ingresos para los
propietarios rurales y su personal, incentivándolos a proteger y fomentar el
recurso, y se prestan también al manejo experimental e investigación. La
canalización de toda caza como
un ejercicio legal es una vía acertada hacia un mejor control de la utilización
de la fauna. Sin embargo, la caza deportiva no encaja con la realidad
socioeconómica de la mayoría de la población rural. En cuanto a la caza
comercial, sus alcances dependen de la relación oferta/demanda. Un libre
aprovechamiento comercial puede ser sostenible quizás a escala local, para
surtir la demandade pequeños núcleos urbanos inmersos en vastas extensiones
poco pobladas. En cambio, es imperativo controlar la caza comercial cuando sus
mercados se extienden a los niveles regional y nacional, que se traduce en un
vertiginoso aumento de la demanda. De hecho, varios países han optado por la
prohibición total de la caza comercial y en los demás existen múltiples
restricciones al respecto. La represión de la caza comercial no es efectiva en
el campo sino a nivel de transporte y comercio (Lund 1995). Las medidas nacionales y las de
CITES controlan relativamente bien la caza comercial de exportación. En cambio,
el comercio interno, especialmente de animales vivos, parece desenvolverse en
la clandestinidad sin que exista voluntad política o capacidad institucional
para ponerle coto. Asimismo, puede ser que la proscripción total de la caza
comercial no sea siempre la mejor opción, ya que reduce el valor económico de
la fauna. Como
una alternativa a la caza comercial, la legislación ofrece la cría de animales
silvestres en cautiverio, según el ejemplo de los criaderos de especies
peleteras en los países templados. También en nuestro medio hay experiencias en
la factibilidad biológica de la cría de diferentes especies. En cambio, la
sostenibilidad económica y ecológica de este sistema de producción es a menudo
dudosa (ver Sección 10). Otra alternativa es el manejo de poblaciones naturales
para la extracción comercial. En este orden de ideas se destaca el manejo de
especies de vocación comercial en fundos privados, tal como los programas de capibara y caimán en
los Llanos deVenezuela (ver 10.4.2). En este caso se asigna al propietario el
derecho de cosecharlos, mediante un sistema de cuotas y bajo la supervisión
oficial, con la premisa de que el propietario, al beneficiarse del recurso, asuma
también la responsabilidad de conservarlo. Otra opción parecida, pero de mayor
alcance social, es el manejo comunitario de especies de alto valor social y
comercial, por ejemplo, de la vicuña en el Altiplano andino, las tortugas
amazónicas o la caza para carne de monte en la Amazonia (Brack Egg et al. 1981,
Hofmann et al. 1983, Anónimo 1996, Campos et al. 1996, Bodmer et al. 1997,
Martínez y Rodríquez 1997). A nivel global, parece que los servicios de fauna
de diferentes países intentan optimizar su limitada capacidad para atender la
caza deportiva y comercial de exportación -que son técnicamente más manejables
y controlablesdejando en un compás de espera a la más difícil, la de
subsistencia y artesanal para carne y animales vivos. Aprender a manejar esta
cacería de la marginalidad es probablemente el reto máximo del manejo de fauna en América tropical, a
fin de salvaguardar el recurso y hacerlo producir en beneficio de las grandes
masas campesinas. Esto será una tarea ardua y a largo plazo, que requiere
nuevos enfoques técnicos y legales, ajustados a la realidad del cazador rural,
y ante todo una paciente labor de extensión para implantar planes de manejo en
cooperación con las comunidades locales.
4 POLITICA DE FAUNA Y SUS INSTRUMENTOS
4.1 INTRODUCCIÓN
Lautilización de la fauna silvestre, a menudo desordenada y no sostenible,
aunada a la creciente pérdida y deterioro de sus hábitats, viene degradando el
recurso en diversidad, abundancia y distribución en los países de la región, lo
cual demanda una enérgica acción por parte de sus respectivos gobiernos. El
manejo de fauna a nivel de países comprende cuatro facetas principales:
política, legislación, administración y planificación. Estos temas de corte
burocrático pueden resultar poco atractivos para una persona orientada a los
aspectos biológicos. No obstante, son de vital importancia práctica por
constituir el marco de referencia formal de todo el manejo que los países
conducen en su territorio. Una política nacional de fauna debe ajustarse a la
política ambiental global, a los planes de desarrollo del país y a los mandatos de los convenios
internacionales. Debe ser una política integral y balanceada que asegura la
conservación de toda diversidad animal y debe encajar también con la realidad
de campo del
país o región, de tal forma que su implementación sea viable. La política de
fauna expone lo que se quiere alcanzar (objetivos), por qué (justificación) y
cómo (estrategias, instrumentos, programas) y debe contar con base legal y un
sólido apoyo político. Debe garantizar la continuidad que exige el manejo de
fauna a mediano y largo plazo, pero al mismo tiempo debe ser flexible, de tal
forma que pueda reorientarse según la experiencia acumulada y las
circunstancias cambiantes.
4.2 POLÍTICA DE FAUNA SILVESTRE
La política de fauna engloba las intenciones,directrices, obligaciones y la
orientación general de una entidad, tal como
un país, en materia de fauna silvestre. Es una respuesta a los múltiples
problemas que afronta este recurso y su hábitat y pretende establecer pautas
encaminadas hacia un mejor manejo del
recurso. Los gobiernos diseñan y ejecutan soberanamente la política de fauna
que les parece más correcto y conveniente en términos políticos,
socioeconómicos y ambientales. En la práctica, los despachos oficiales a cargo
de los recursos naturales renovables suelen dictar la política de fauna según
los requerimientos y bajo el control del
poder político. La gestión oficial debería sustentarse también en una amplia
participación y consulta con diversos sectores vinculados con el recurso,
incluyendo sus usuarios, propietarios rurales, investigadores y organizaciones
no gubernamentales (ONGs), en aras de concertar las políticas más acertadas.
4.2.1 Políticas y estrategias nacionales
El grado de desarrollo de las políticas de fauna es bastante variable en la
región. Su estado incipiente en varios países refleja la baja prioridad de la
fauna silvestre en nuestro medio. De hecho, muy pocos países cuentan con un
documento formal de política de fauna. Sin embargo, los planes de la nación o del gobierno, los
programas en marcha y la legislación vigente suelen expresar los enunciados
esenciales de tales políticas. Casi todos los países comparten ciertos
lineamientos de política de fauna. Tal es el caso de la preservación de la
diversidad biológica, asociada con la creación y manejo de sistemas de áreas naturales
protegidas,que materializa el máximo esfuerzo conservacionista de los países
latinoamericanos (MARNR/UICN/ INPARQUES 1992, Castaño Uribe 1993, Ponce 1996).
A esto se agregan la restauración de ecosistemas y poblaciones deterioradas,
los inventarios de la diversidad biológica y la actualización de la base de
datos sobre las
60 especies amenazadas o «libros rojos». Sin embargo, la política
proteccionista tradicional, diseñada sólo por expertos e impuesto a fuerza de
leyes prohibitivas, está resultando poco efectiva. Esto está revirtiendo la
estrategia: la población local, considerada antes una traba a la conservación,
se conceptúa ahora como
su principal aliado. La participación ciudadana constituye hoy por hoy la
estrategia clave de la conservación (Barzetti 1993, Smith 1993). Aún no se
cuenta con gran experiencia respecto a esta orientación en nuestro medio. No
obstante, es lógico que la unión de fuerzas deba aumentar las probabilidad de
éxito. El fomento de la cría de animales silvestre en cautiverio
(zoocriaderos), la promoción de usos no consuntivos, ante todo el ecoturismo, y
una actitud precavida en cuanto a la introducción de especies exóticas figuran
también en la política de fauna de los países de la región. La mayoría de los
países comparten el principio rector de aprovechamiento sostenible de animales
de caza tradicionales en beneficio de la población humana. Aunque la
sostenibilidad del
uso es todavía una meta no alcanzada en muchos casos, esta política compromete
a los países latinoamericanos a extremar los esfuerzospara satisfacer esta
condición a la brevedad posible. La política de aprovechamiento de la fauna
debe fundamentarse en el principio de producir y cosechar por medio de planes
de manejo con seguimiento. Una etapa fundamental hacia la sustentabilidad es la
canalización de todo uso de la fauna a las modalidades legales y por lo tanto
más controlables. Los bienes y servicios que aporta el aprovechamiento
contribuyen a la valoración de la fauna silvestre como un recurso, lo cual justifica los
esfuerzos y erogaciones en su conservación. Según el ejemplo de los países
industrializados, la política de muchos países latinoamericanos alienta la caza
deportiva mientras que otros asignan mayor prioridad a las necesidades de la
población rural y a la caza de subsistencia. Algunas políticas enfatizan la
caza comercial de exportación, especialmente de animales vivos, pero otras
prohiben expresamente este aprovechamiento. Medidas tendientes a asegurar que la
utilización de la fauna sea sostenible abarcan:
•
Planes de manejo como
la herramienta básica.
• Diseño y aplicación de controles de caza, a fin de mantener el
aprovechamiento dentro de límites sostenibles.
Cooperación con los propietarios rurales -pieza clave de la política de fauna
estadounidense desde 1930-.
•
• • •
Con comunidades campesinas e indígenas. Con los cazadores deportivos
organizados.
Uso múltiple de la tierra y sus recursos, tales como el manejo simultáneo forestal-fauna
silvestre (Dourojeanni 1990, MARNR 1995a), o la producción conjunta de animales
domésticos ysilvestres (Hernández Corso 1970, Ojasti 1970, Bucher 1989).
Planificación del manejo según los diferentes tipos de usuarios del recurso.
•
• Ordenamiento de áreas destinadas a la producción y aprovechamiento de
poblaciones silvestres.
Autofinanciamiento de los servicios de fauna por medio de reinversión de los
fondos recaudados por concepto de licencias, servicios prestados, multas y
remates. La política de fauna de algunos países no admite, sin embargo,
aprovechamiento extractivo alguno de poblaciones silvestres y reduce los usos
legales a la cría en cautiverio. Otras estrategias esenciales tanto en la
preservación como
en el uso sostenible de la fauna silvestre incluyen: Estrecha coordinación de
políticas y acciones entre ministerios y otras instituciones oficiales que
tienen competencia en el manejo de fauna y su hábitat. Fundamentación del
manejo de fauna en la investigación científica. Regionalización que permite
ajustar el manejo de fauna a las condiciones locales.
•
•
•
•
• Protección de la calidad de hábitat de la fauna silvestre. •
Educación y extensión ambiental a todo nivel.
• Servicios de información y relaciones públicas a fin de incentivar y orientar
la iniciativa privada y la participación ciudadana. • Consolidación de la
cooperación con universidades, institutos de investigación, sociedades
científicas y conservacionistas en investigación de la fauna y sus hábitats,
asesoramiento técnico, educación ambiental y capacitación profesional y
técnica. • •
Actualización de la base legal y su oportuna aplicación.
Guardería ycontrol de la caza y comercio de la fauna y sus productos.
Seguimiento periódico de las poblaciones explotadas y de las especies
amenazadas.
•
A. Tratados internacionales. Los tratados o convenciones internacionales, una
vez ratificados, forman parte de la legislación nacional, definen las políticas
a adoptar y las estrategias a seguir enfatizando la cooperación mutua y las
responsabilidades recíprocas entre los países parte. Entre tales acuerdos se
destaca la Convención Sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de
Fauna y Flora Silvestre (CITES), ratificada por casi todos los gobiernos, que
determina la política en la materia a escala mundial. La convención clasifica
las especies amenazadas en Apéndices I y II. Las especies en mayor peligro
(Apéndice I) pueden ser exportadas solamente bajo circunstancias muy especiales
(no comerciales) con el aval expreso de las autoridades administrativas y
científicas tanto del país de origen como del
de destino. Las del Apéndice II pueden ser
objeto de comercio internacional bajo la supervisión de la Secretaría de CITES
siempre y cuando la autoridad científica del
país exportador pueda garantizar que el comercio no pone en peligro las
poblaciones afectadas. Otro tratado de gran actualidad es el Convenio sobre la
Diversidad Biológica de 1992. Tiene por objeto «la conservación de la
diversidad biológica, la utilización sostenible de sus componentes y la
participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la
utilización de los recursos genéticos» y sirve de guía para la implementación
de laspolíticas nacionales en la materia (UNEP 1993). A nivel subregional se
destaca el Tratado de Cooperación Amazónica que abarca una extensión
territorial de 7,5 millones de km2 y propicia, entre otros, la conservación y
el uso sostenible de los recursos bióticos de la Amazonia (TCA 1995). Otras
convenciones definen el manejo conjunto de las especies migratorias, la
conservación de humedales, etc. A los tratados ratificados se agregan los
lineamientos internacionales de carácter más general, tales como los acuerdos
de la reciente Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el
Desarrollo, Río de Janeiro, 1992. B. Lineamientos de organizaciones
internacionales. Las políticas y programas de organizaciones como la Unión Mundial de Conservación (UICN),
el Fondo Mundial de Vida Silvestre (WWF) y la Organización de las Naciones
• •
Fortalecimiento institucional.
Formación y capacitación de los recursos humanos (Wetterberg 1978, Ojasti 1993,
UICN 1993, UNEP 1993, FAO/PNUMA 1994, Flores 1995, MARNR 1995a, TCA 1995). La
viabilidad y utilidad de estas estrategias varía según cada escenario. Por
ejemplo, una estrategia clave en la Amazonia es optimizar la producción
sostenible de la selva primaria en pie, como una alternativa económica a la
deforestación (Brack Egg 1994, CDEA 1992, TCA 1995).
4.2.2 Políticas y estrategias internacionales
Las políticas y estrategias internacionales orientan y refuerzan las
nacionales, facilitan la identificación de las prioridades a escala mundial,
fomentan la cooperación y coordinación entre países e instituciones y
ladifusión y análisis de nuevas ideas. Pueden agruparse en dos conjuntos:
62 Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), sin ser vinculantes,
contribuyen en la orientación y coordinación de las políticas nacionales. Los
enunciados rectores de la Unión Mundial de Conservación, tales como la
Estrategia Mundial de Conservación (UICN 1980), Cuidar la Tierra (UICN 1993) y
diversos planes de acción contribuyen a actualizar y armonizar las políticas de
fauna a escala mundial y sugieren estrategias para su implementación. Mantiene
además una activa política de consulta y gestión ante todos los gobiernos en
pro de la conservación. Por otra parte, la FAO, por medio de la Red
Latinoamericana de Cooperación Técnica en Parques Nacionales, otras Áreas
Protegidas, Flora y Fauna Silvestres, enfatiza el manejo de las áreas naturales
protegidas y la fauna silvestre como recurso e instrumento del desarrollo
rural. En tal sentido, produce y distribuye información técnica regional,
organiza talleres para el intercambio de experiencias, diseño y coordinación de
planes regionales, y fomenta el fortalecimiento institucional, capacitación del
personal, pasantías y otras formas de cooperación técnica entre los países e
instituciones de la región. normas legales, que en buena fe se establecen para
regular el uso de los recursos naturales, resulta excesivo para el ciudadano
ordinario y conduce a prácticas al margen de la ley. Puede resultar también en
el surgimiento de la figura del
gestor, un intermediario por oficio entre el administrador y elusuario de la
fauna. Esto entraba el manejo de fauna que requiere siempre una comunicación franca y directa entre el administrador del recurso y sus usuarios (Smith 1993).
También se dan controversias entre las normas legales que impone la sociedad
moderna y las tradiciones del
uso de la fauna por parte de los pueblos indígenas. El problema de fondo, sin
embargo, es el escaso conocimiento y cumplimiento de gran parte de las
disposiciones legales en América Latina. Es obvio que el manejo de fauna debe
ajustarse dentro del marco jurídico vigente. Por lo tanto, todo profesional que
trabaja en manejo de fauna debe conocer bien la legislación ambiental y de
fauna de su país y ser el primero en difundirla y respetarla. La legislación
ambiental varía ampliamente de un país a otro en cuanto a su estructura,
orientación, grado de avance y nomenclatura (Fuller y Swift 1985). En cada
país, se compone de un conjunto a menudo extenso y complicado, de instrumentos
legales que representan varios niveles jerárquicos. Los instrumentos de menor
rango deben fundamentarse siempre en el articulado de los superiores. En el
caso de contradicciones, prevalece lo pautado por la ley de mayor jerarquía; si
ambas son del
mismo nivel, se sigue la más reciente. Las leyes y demás instrumentos jurídicos
adquieren el carácter legal al ser divulgados en una publicación periódica
editada por el estado para tal efecto. En términos generales, la jerarquización
de los instrumentos legales obedece el siguiente patrón: 1) Constitución. La
constitución es el instrumento legal rector de cada país. Laconstitución de
Brasil, Colombia, Nicaragua, Costa Rica, Perú y Venezuela, entre otros,
menciona explícitamente la conservación y el uso racional de los recursos
naturales renovables. 2) Código, ley marco, general u orgánica. Son leyes de
alto rango que establecen los principios jurídicos generales dentro de una
temática amplia. En este contexto
4.3 LEGISLACIÓN
La legislación en materia de fauna silvestre forma parte del derecho ambiental. Su finalidad es
proteger el interés público, controlar el impacto humano sobre la fauna y
asegurar a todos los ciudadanos el mismo acceso al recurso (Wing 1951).
Formaliza en un texto legal la política nacional de fauna y orienta su aplicación
fomentando las acciones deseables, reprimiendo las destructivas y desarrolla
normas para la conservación y el uso sostenible y equitativo de la diversidad
animal. La efectividad de las leyes depende de su ajuste a la realidad del
campo, el conocimiento y aceptación por parte de la ciudadanía, de la
intensidad de guardería, y de la actuación oportuna de los tribunales. Ejercer
un derecho ambiental equitativo es reto muy difícil en un escenario tan
pluralista como
el latinoamericano, donde la agresividad de alta tecnología se contrasta con
las tradiciones milenarias de los pueblos nativos y donde está en juego el
porvenir de la máxima biodiversidad mundial. A veces la complejidad de las
63 se destaca la reciente promulgación de leyes del ambiente y de los recursos
naturales renovables que establece el marco de referencia general del derecho
ambiental, así como laspautas generales concernientes a la fauna en varios
países (Bolivia, Brasil, Colombia, México, Nicaragua, Perú, Surinam, Venezuela,
entre otros). 3) Ley aprobatoria de tratados internacionales. El texto original
de los tratados y convenciones internacionales ratificados por la nación forma
parte de la legislación y contribuye a compatibilizar y unificar las políticas
y normas ambientales entre los países parte (Lyster 1985, TCA 1995). Los
tratados más relevantes, desde el punto de vista del
manejo de fauna neotropical incluyen: Convención para la protección de la
fauna, flora y belleza escénica de los países de América; Washington, D.C.
(1940). restauración, fomento y manejo programado de la fauna silvestre. Además
de regular el aprovechamiento, éstas contemplan el ordenamiento de áreas para
el resguardo y producción de la fauna, conservación y mejoramiento de sus
hábitats, programas de inventario y seguimiento, diversas modalidades de
participación ciudadana, consejos nacionales de fauna silvestre, orientación e
incentivos para la producción de especies silvestres en el campo y en
cautiverio, y mecanismos para la generación de fondos para la investigación y
administración de la fauna. La reciente ratificación del Convenio sobre la
Diversidad biológica establece nuevos retos para la legislación de fauna.
Además de la ley de fauna silvestre, el manejo del recurso se sustenta parcialmente
en otras, tales como las del ambiente, forestal, biodiversidad, pesca,
ordenamiento del territorio, indigenista, desarrollo rural, biocidas, leyes
penales, etc. Los borradores de leyeslos redacta, por lo general, un comité de
especialistas nombrado para tal efecto, a solicitud del Poder Legislativo. Luego, previa
consulta y análisis de las comisiones pertinentes del Poder Legislativo, el
Congreso de la República los discute, reorienta, somete a consulta pública y
finalmente promulga la ley. Los profesionales en fauna silvestre son los más
indicados para participar en este proceso, aportando datos, criterios y
opiniones, en aras de producir una legislación óptima para las circunstancias
actuales y las décadas venideras. 5) Decreto. Los decretos son instrumentos
jurídicos promulgados por el Presidente de la República en representación del Ejecutivo Nacional,
usualmente para aplicar y normar las leyes pre-existentes. Las declaratorias de
áreas naturales protegidas y los reglamentos se producen normalmente por
decreto. La ley de fauna silvestre, por ejemplo, fija los principios legales en
la materia mientras que el reglamento correspondiente establece la normativa
específica en cada caso. 6) Resolución. Las resoluciones son instrumentos de
menor jerarquía, fundamentados en leyes y decretos vigentes, elaborados
usualmente por el mismo despacho que los ejecuta, tal como el servicio de fauna, y emitidos por el
ministro a cargo de los recursos naturales renovables. Establecen pautas y
procedimientos para
•
• Convención internacional para regular la pesca de ballenas; Washington, D.C.
(1946). • Convención sobre humedales de importancia internacional,
especialmente como
hábitat de aves acuáticas; Ramsar (1971).
Convención sobre el comerciointernacional de especies amenazadas de fauna y
flora silvestres (CITES); Washington,
D.C. (1973).
•
• • •
Tratado de cooperación amazónica; Brasilia
(1978).
Convenio para la conservación y manejo de la vicuña; Lima(1979)
Convenio sobre la diversidad biológica; Rio
de Janeiro (1992). 4) Leyes ordinarias. Casi todos los
países latinoamericanos cuentan con leyes especiales de fauna silvestre. Las
más antiguas datan de principios de siglo y han sido enmendadas en varias
oportunidades. Otras, promulgadas recientemente, son leyes de conservación de
fauna que superan las leyes de caza de antaño. Esta nueva generación de leyes
está orientada a la protección,
64 casos puntuales y pueden ser transitorias, tal como las vedas perentorias o las temporadas
anuales de caza. de fauna, que se orienta ante todo al manejo de la gente.
Además surgen muchas otras funciones no menos importantes:
4.4. ADMINISTRACIÓN
Evaluar alternativas, tomar decisiones, diseñar estrategias y procedimientos,
dirigir y supervisar acciones concretas en el campo son esenciales para el
manejo de fauna a cualquier escala (Beltrán 1966, Giles 1978, Harris y Kochel
1981, Riney 1982). Esta función gerencial ejecuta la política nacional de
fauna. Está a cargo de una dependencia oficial organizada para tal efecto, que
denominamos genéricamente el servicio de fauna. Se ubica tradicionalmente en el
ministerio de agricultura, pero a consecuencia de la reciente creación de los
ministerios del ambiente y los recursos naturales renovables o equivalentes en
variospaíses, forma parte de tales ministerios en Argentina, Bolivia, Brasil,
Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Nicaragua, Surinam y Venezuela, entre
otros. Salvo contadas excepciones, el servicio de fauna es una dependencia de
bajo rango -entre división o departamento y dirección- con limitada capacidad
de decisión y vinculada con la administración forestal, de áreas silvestres
protegidas, y de la pesca. En algunos países latinoamericanos, la fauna
silvestre y acuática se administran conjuntamente. La administración de fauna
es una actividad interdisciplinaria. Constituye un importante mercado de
trabajo para biólogos, ingenieros de recursos, forestales y agrónomos e incluso
veterinarios y abogados interesados en fauna silvestre. De hecho, requiere los
servicios de los profesionales más destacados y motivados, por el efecto
multiplicador de los aciertos y errores cometidos en el tope para la realidad del campo.
• Planificación y actualización de la política de fauna y sus instrumentos legales
y técnicos, a fin de ajustarlos a los acelerados cambios que experimenta la
sociedad latinoamericana. • Selección y ordenamiento de áreas naturales
destinadas especialmente para el manejo fauna. • Planificación, realización y
supervisión de programas preservación, restauración, fomento, aprovechamiento y
control, así como
la promoción, diseño, seguimiento y evaluación de los planes de manejo y
proyectos piloto con valor demostrativo y efecto multiplicador.
Consultoría en derecho ambiental para diversos trámites administrativos y
penales. Coordinación de programas y operativoscon otros entes oficiales
competentes en fauna silvestre, su hábitat y el entorno socioeconómico.
• •
• Participación en el desarrollo y pleno cumplimiento de los tratados internacionales,
tales como
CITES, Ramsar y el Convenio Sobre la Diversidad Biológica.
La administración de fauna suele contar con amplias facultades para el manejo
directo del
recurso. En cambio, las alteraciones de los hábitats, que ejercen efectos más
duraderos sobre la fauna, escapan a menudo de su competencia y control. Por eso
se recomienda orientar la defensa del hábitat de la fauna nativa al
asesoramiento de las entidades oficiales a cargo de la planificación del
desarrollo, uso de la tierra y demás recursos (Schuerholz y Mann 1979, MARNR
1995a).
4.4.1 Administración de fauna en sentido estricto
La misión primaria de la administración de la fauna silvestre fué controlar la
caza por medio de una oficina que elaboraba las normas, expedía licencias,
llevaba estadísticas, ejercía controles y aplicaba las sanciones de rigor
(Beltrán 1966, Schuerholz y Mann 1979). Estas funciones siguen siendo la
esencia de la administración
4.4.2 Promoción de la participación ciudadana
Los lineamentos técnicos del
manejo de fauna pueden convertirse en realidad a medida que cuenten con el
apoyo y la participación de la colectividad. Una vía para fomentarla la ofrece
la educación y extensión ambiental (Beltrán 1966, Wetterberg 1978, UICN 1993).
65 La concientización sobre los múltiples valores de la fauna silvestre y sobre
la importancia de su conservación es necesariaa nivel de los usuarios primarios
en el campo, propietarios rurales, cazadores deportivos, educadores, así como
la dirigencia política y económica, que toma las grandes decisiones sobre los
destinos del país. Los servicios de fauna cuentan con la base de datos y la
vocación natural para esta labor, que puede y debe ser compartido con el
sistema educativo nacional, los ONGs conservacionistas y la empresa privada.
Los medios de comunicación social pueden constituir un valioso aliado en la
educación ambiental. Sin embargo, muchos de los titulares que genera la fauna
silvestre en nuestro medio son negativos. La prensa suele denunciar las deficiencias
y errores de los servicios de fauna, pero pasar por alto sus esfuerzos y
méritos. Esto desacredita la institución ante la opinión pública y desestimula
su personal. Por eso conviene difundir también la labor de los servicios de
fauna y los logros alcanzados por medio de boletines de prensa. La promoción de
participación ciudadana, en el espíritu de los acuerdos de la Conferencia sobre
el Medio Ambiente y el Desarrollo de Río de Janeiro, requiere también servicios
de fauna con una disposición abierta para el diálogo constructivo, así como una
política de estímulo para motivar la cooperación voluntaria de diversos
sectores de la sociedad a fin de concretar las mejores opciones para la
conservación y fomento de la fauna. de los casos, un manejo experimental; el
seguimiento del
mismo generaría información para un manejo más permanente. Esta disparidad de
opiniones es explicable: La probabilidad de éxito de un plan suele
serproporcional al conocimiento del
tema, pero al mismo tiempo el daño ocasionado por la demora -mientras se
investiga- puede ser mayor que el que resultaría de una decisión equivocada. Es
evidente que en cada caso particular debe sopesarse las opciones de éxito y los
riesgos de las diferentes alternativas, así como la demanda de información esencial. El
objetivo de toda investigación vinculada con la administración de fauna es
encontrar soluciones plausibles a los problemas de manejo. Esta prioridad es
particularmente relevante en América Latina, donde hay muchos problemas
urgentes por resolver y pocos recursos humanos y materiales para hacerlo. Puede
abarcar investigación básica, tales como
inventarios nacionales de fauna silvestre, y básica orientada, pero la demanda
principal reside en la investigación aplicada a las especies amenazadas y a las
sometidas a manejo. A semejanza con la educación ambiental, la investigación de
fauna se puede compartir entre el servicio de fauna, las universidades y otros
centros de investigación, sociedades conservacionistas, la empresa privada,
etc. Esto sugiere también la necesidad de planificar una política nacional de
investigación de fauna silvestre, con miras a coordinar esta actividad y
estimular las iniciativas hacia la solución de los problemas prioritarios. A
menudo conviene concentrar la investigación más básica en las universidades
(donde se contribuye al mismo tiempo con la formación profesional), mientras
que el servicio de fauna está a cargo de levantamientos más rutinarios
(Schuerholz y Mann 1979, MARNR 1987). Lainvestigación aplicada al manejo de
fauna debe sustentarse en el método científico, alcanzar el máximo nivel
técnico compatible con los objetivos y los recursos disponibles y publicarse.
Empero, difiere de la investigación académica tradicional en varios aspectos:
1) La investigación no es el propósito sino una herramienta de manejo, y sus
objetivos y metas vienen dados por los problemas prioritarios de este último;
2) Por lo general es investigación extensiva (es decir atañe a animales
dispersos
4.4.3 Investigación
Toda decisión de manejo debe fundamentarse en una documentación biológica y
socio-económica confiable. Si la información disponible resulta insuficiente,
hay que recurrir a la investigación, que constituye una herramienta básica de
administración de fauna. sQué y cuánto hay que saber de una población u otro
ente natural para iniciar su manejo, especialmente si se trata de un uso
extractivo? Los más cautelosos exigen un conocimiento exhaustivo o «total» del renglón a manejar.
En cambio, los partidarios de acciones inmediatas sostienen que los
conocimientos actuales permiten, en la mayoría
66 en grandes áreas), que afecta los métodos a emplear y su precisión, están
sujetas a limitantes estacionales y pueden involucrar apreciables esfuerzos físicos;
3) Se realiza a menudo en medio de conflictos de intereses entre diferentes
sectores de la sociedad; 4) El investigador es co-responsable de las decisiones
que se derivan de sus resultados, las cuales afectan los intereses de
diferentes sectores; 5) Los costos no puedenexceder los beneficios esperados
del plan de manejo a largo plazo, lo cual limita los esfuerzos realizables y la
precisión de los resultados. Ojasti 1984, Ojeda y Mares 1984, Terborgh et al.
1986, entre otros), la guardería es la función más deficitaria de la
administración de fauna en América Latina. Es paradójico que todos reconocen la
apremiante necesidad de la guardería, pero pocos están motivados para
ejercerla. La función policial de la guardería no agrada a los profesionales de
la biología y áreas afines. Por otra parte, los cuerpos policiales o militares
a cargo de la guardería de fauna carecen de formación para esta labor y suelen
darle poca importancia. De hecho, la guardería implica privaciones personales,
situaciones tensas con usuarios ilegales y a veces intentos de soborno o
demandas contra el funcionario. Por eso, los servicios de fauna deberían
acreditar y recompensar debidamente los esfuerzos de su personal de guardería y
ofrecerles todo el entrenamiento y apoyo, logístico y político, que requiere su
labor. Además de guardas oficiales se pueden acreditar guardafaunas ad honorem,
a fin de compartir esta tarea con la sociedad. De hecho, uno de las funciones
clave del
manejo comunitario de la fauna lo constituyen los vigilantes nombrados por las
mismas comunidades (Anónimo 1996, Bodmer et al. 1997).
4.4.4 Guardería
La guardería de fauna tiene por finalidad asegurar el fiel cumplimiento de las
normas legales y técnicas de manejo. Es una medida de efecto inmediato y
puntual que debe completar siempre la educación y conscientización ambiental.
Sunecesidad es particularmente apremiante en el caso de pequeñas poblaciones
amenazadas que pueden ser diezmados por uno o pocos cazadores furtivos. En la
mayor parte de los países, esta función está a cargo del servicio de fauna, a menudo en
cooperación con cuerpos policiales o militares (Ojasti 1993). Contempla
patrullajes en el campo, control en puestos fijos a lo largo de carreteras o
ríos, áreas naturales protegidas y aduanas e inspecciones del comercio e industria relacionadas con la
fauna silvestre. Abarca tanto la función de instruir al público sobre las
normas vigentes como
la represión de las prácticas ilegales. La simple presencia de la guardería en
el campo ejerce a menudo un efecto disuasivo. El personal de guardería verifica
que toda utilización o comercio de la fauna concuerda con las disposiciones
vigentes y es competente también en materia de armas de caza. Al detectar una
infracción, se levanta un expediente y se cita al presunto infractor para
presentarse en la dependencia administrativa para el procesamiento definitivo del caso y la aplicación
de las sanciones pertinentes. Planes operativos y prioridades preestablecidas
aumentan la efectividad de la guardería. Según la política adoptada por el
servicio de fauna de Venezuela,
todo funcionario del despacho o guardafauna
debe actuar como
tal al detectar una infracción. Según consenso de muchos autores (Gallizioli
1970, Hernández Corso 1970, Coimbra-Filho 1977, Lemke 1981,
4.4.5. Desarrollo institucional
Pocos servicios de fauna cuentan con una capacidad técnica cónsona con
susmúltiples tareas. Por eso, uno de los objetivos de los servicios de fauna,
en este momento histórico y a la medida de los fondos disponibles, es
fortalecer su propia capacidad. Esto implica, en primer lugar, optimizar la
eficiencia del servicio para atender debidamente al recurso y a la sociedad, en
lugar de una simple expansión de la nómina, valiéndose de un cuidadoso proceso
de planificación: Diseño de las funciones prioritarias y de un organograma
jerárquica eficiente y la constitución de las unidades organizativas o equipos
de trabajo responsables de cada área o tarea específica, tal como un servicio
regional, un área protegida o programa. Dos modelos alternos para tal
estructuración son por funciones, tales como
planificación, administración, investigación, educación, o por recursos (caza
deportiva, especies comerciales, fauna acuática, áreas protegidas). Los
organogramas existentes suelen ser combinaciones de las dos opciones. Por
ejemplo, las direcciones del servicio de fauna de Venezuela son Manejo de Fauna
Terrestre, Manejo de Fauna Acuática, Especies
67 Comerciales, Áreas Naturales Protegidas, Servicios Técnicos, Vigilancia, y
Proyectos Especiales. En cuanto a la estructura vertical, las opciones usuales
son de «línea», si sólo el director decide las acciones, o de «línea y
asesoría», cuando el director consulta las decisiones de mayor envergadura con
un cuerpo de asesores, tal como las comisiones nacionales de fauna silvestre
instaurados en varios países (Schuerholz y Mann 1979). La capacitación del personal es otro
aspecto esencial. Hoy en día hayprofesionales interesados en trabajar en
administración de fauna. La formación de técnicos especializados, en cambio,
parece más deficitaria. Además hace falta capacitar personal en las funciones
específicas del manejo de fauna -incluyendo distintas habilidades para el
trabajo de campo- por medio de un adiestramiento organizado por el mismo
servicio, programas de postgrado, pasantías, cursos intensivos de
actualización, etc. Un salario decente y un ambiente laboral estable,
participativo, estimulante y con espíritu de equipo son igualmente importantes,
en aras de asegurar grupos de trabajo permanentes. Se requiere también un
balance óptimo entre la verticalidad propia de la administración pública y la
creatividad y espontaneidad de su personal. A esto se agrega la necesidad de
una infraestructura y apoyo logístico idóneos, en primer lugar vehículos
rústicos, equipo de campo, de comunicación y acceso a equipos de computación,
bibliografía básica y material cartográfico y demás servicios de apoyo.
necesidades. Por eso hay que recurrir a fuentes externas de financiamiento. A
veces se pueden captar subvenciones de los organismos internacionales,
especialmente para proyectos de alto contenido conservacionista o de desarrollo
sostenible. Otra opción es lograr que el estado adjudique al servicio de fauna
los ingresos generados por las licencias de caza, multas, remates, tarifas por
servicios prestados, venta de publicaciones, etc., para ser revertidos en la
consolidación y expansión de las actividades del despacho. Empero, esta estrategia debe
aplicarse con prudencia paraque la captación de fondos no se convierta en un
objetivo, en detrimento de las funciones primarias del servicio. Se sabe, por ejemplo, que un
fuerte aumento del
costo de licencias tiende a disminuir el número de cazadores legales y aumentar
el furtivismo.
4.4.7. Regionalización
Los servicios de fauna de los países latinoamericanos son usualmente
centralizados. Si bien los calendarios de caza pueden reflejar diferencias
locales, las oficinas del
interior ejecutan siempre programas diseñados en la capital. En Argentina, sin
embargo, el régimen federal habilita a los gobiernos provinciales para
reglamentar libremente la caza y pesca dentro de su jurisdicción. Los servicios
provinciales, conjuntamente con el federal, se ocupan de la protección y
control, de una manera similar a la de los Estados Unidos (FAO/PNUMA 1994).
Otros países están implementando medidas en este mismo sentido, en conformidad
con la política general hacia la descentralización, y por las realidades
contrastantes entre diferentes partes del mismo país -como el centro donde
reside el grueso de la población y sector amazónico despoblado- que demandan
políticas distintas y basadas en el consenso local (TCA 1995). En este orden de
ideas, el Departamento de Vida Silvestre Central de Brasil comparte planes y
competencias con los Secretarios Estatales de Medio Ambiente, y en Colombia, la
Subdirección de Fauna lo hace con las Corporaciones Autónomas Regionales (Gómez
Cely et al. 1994, Alho 1995). Planes semejantes se adelantan también en Bolivia, Perú y
Venezuela, entre otros.
4.4.6 Captación defondos
El rendimiento de un servicio de fauna depende estrechamente de su presupuesto.
El monto y la distribución interna del mismo
determinan el avance de diferentes programas, la nómina del personal y su capacidad operativa. La
estrechez de la partida de viajes y viáticos es a menudo el limitante principal
de los servicios de fauna. El mantenimiento de la dotación presupuestaria
actual resulta difícil en varios países, mientras que cualquier expansión de
servicios demanda un financiamiento aún mayor. Sin embargo, incrementos
sustanciales del
presupuesto ordinario son poco probables, porque la administración de fauna
compite con muchas otras
68 La regionalización favorece a las políticas y programas participativos,
ajustados a la realidad local y a las aspiraciones de la población. Por otra
parte, la disparidad de normas entre los estados o provincias, que resulta de
la regionalización, resta coherencia a la política nacional de fauna. Puede propiciar
también politiquería local en detrimento de la fauna y el contrabando interno
que debilita las políticas estatales (Ojeda y Mares 1982, FAO/PNUMA 1994). La
regionalización requiere también más personal y mayor capacidad de gestión de
los servicios del
interior, así que su implementación requiere tiempo, planificación y cautela
(MARNR 1995a).
4.5.1 Planificación a nivel macro o institucional
La planificación a macroescala y a largo plazo, tal como la de un servicio de
fauna (Schuerholz y Mann 1979, MARNR 1987) o de un sistema de áreas protegidas
(Moore y Ormazábal 1988), esuna actividad voluminosa, compleja, y, hasta cierto
punto, continua. El diseño de las estrategias nacionales de diversidad
biológica, incluyendo su parte diagnóstico o el estudio del país, ofrece un ejemplo de gran
actualidad de este caso (UNEP 1993). Está a cargo de un equipo de trabajo, a
menudo en forma de un comité asistido por órganos de consulta en representación
de diversos especialistas y el interés público y local. Como paso previo, se
diseña un «plan de planificación» que define los objetivos, alcances, y demás
términos de referencia de la tarea, su base legal y ubicación dentro de planes
de mayor jerarquía, el equipo humano responsable y sus atribuciones, la
metodología, mecánica del trabajo, cronograma y presupuesto. La planificación
se realiza por etapas secuenciales, a veces recurrentes, que se esbozan a
continuación aplicando los lineamientos de Anderson y Hurley (1980). Estos
autores enfatizan la visión de conjunto que puede lograrse identificando
primero las líneas globales para ir desglosando y afinando los detalles a
medida que avanza la planificación. A. Evaluación de la unidad de
planificación. El primer eslabón del proceso es el reconocimiento y la
evaluación de la unidad objeto de la planificación, es decir la recopilación,
ordenamiento y análisis de toda la información relevante sobre la misma,
enfatizando la oferta y demanda, actual y futura así como la falta crítica de
datos esenciales. Las tendencias futuras se extrapolan de las actuales, a veces
valiéndose de modelos de simulación. En el caso de la fauna silvestre, la
oferta significa elestado de las poblaciones animales y sus hábitats, mientras
que la demanda la conforman los usos y las expectativas de diversos grupos
humanos. La demanda pública se puede aproximar desde las estadísticas de uso,
encuestas y consultas directas en diferentes sectores. El análisis de esta
información y la comparación de la oferta y la demanda revela los problemas,
riesgos y necesidades y culmina en la identificación de un conjunto de metas y
objetivos potenciales o alternativas para la planificación global. Una de las
opciones más frecuentes es «no hacer
4.5 PLANIFICACIÓN
La planificación es un proceso razonado de evaluación de alternativas y toma de
decisiones a fin de alcanzar determinados objetivos, proyectados hacia el
futuro. Es parte de todo quehacer humano y se lleva a cabo a diferentes escalas
temporales, espaciales y jerárquicas. De esta manera, la planificación
ambiental forma parte del
plan de la nación y al mismo tiempo conforma el marco de referencia de la
planificación de la fauna silvestre. El alcance espacial de los planes de
manejo de un taxón varía a su vez desde un fundo o refugio hasta el mundo
entero. El plazo de ejecución o vigencia de un plan puede ser largo -del orden de una o más
décadas-, mediano o corto, a menudo un año o menos. Empero, un lapso que es
largo para conejos o palomas puede resultar muy corto para la recuperación de
tortugas marinas o hábitats deteriorados. Una acertada planificación contribuye
a jerarquizar e integrar planes y acciones, definir prioridades, prevenir las
necesidades futuras, minimizar errores y conflictos,erradicar los vicios
acumulados por la inercia institucional, incluyendo la duplicidad y la
dispersión de esfuerzos, y optimizar el uso de los recursos disponibles. Es
vital, justamente ahora, para consolidar los servicios de fauna, reorientarlos
en las políticas inspiradas en la integración de la conservación y el
desarrollo, y para irnos preparando para los nuevos desafíos de la expansión
demográfica en las próximas décadas.
69 nada». Esta puede ser a veces la más acertada para atender primero los casos
más urgentes. B. Selección de metas y objetivos. En esta etapa se comparan las
metas y objetivos potenciales, a fin de decidir las opciones a desarrollar.
Esto implica sopesar las ventajas y limitaciones, viabilidad y consecuencias
probables de cada alternativa y su relevancia ecológica, política, social y
económica (Harris y Kochel 1981, Parra Pardi 1987). Algunas alternativas se
descartan por no viables o contradictorias o bien puede plantearse la
satisfacción parcial de una meta. El trabajo de equipo, criterios de selección
bien definidos, consultas con diferentes sectores de la sociedad, análisis de
sistemas y demás herramientas técnicas facilitan la comparación entre las
alternativas y la toma de decisiones objetivas y acertadas que resultan en un
listado de metas y objetivos seleccionados, que conforman el producto de la
segunda etapa. C. Diseño de estrategias y programas. Una vez escogidos las
metas y objetivos a abordar se debe resolver cómo alcanzarlos. En este orden de
ideas se identifican y analizan los problemas que atañena cada uno de los objetivos
y metas y se postulan las estrategias para solventarlos. De esta manera se pasa
a la planificación de segundo nivel, es decir de los programas o proyectos
individuales, conducentes al logro efectivo de los objetivos seleccionados. El
diseño de planes de manejo ilustra la mecánica de este proceso. D.
Establecimiento de prioridades. Todas las estrategias y programas concebidos
arriba no pueden ser llevados a la realidad, al menos de inmediato, por las
limitaciones de la capacidad operacional. Esto obliga a definir prioridades en
función de la urgencia y significado de diferentes objetivos y programas. A fin
de lograr una mayor objetividad en la asignación de prioridades sobre la base
de valores relativos se utilizan índices, matrices y análisis de beneficio/costo
(Venezuela 1973, Giles 1978, Schuerholz y Mann 1979, Anderson y Hurley 1980,
UNEP 1993). Una técnica útil en este contexto es la ponderación de objetivos.
Cada evaluador califica los objetivos propuestos asignando pesos, dentro de una
escala numérica, para una serie de criterios preestablecidos. La suma de los
puntajes establece los objetivos y programas prioritarios. El producto de esta
etapa es el programa institucional o el plan de acción de carácter global. E.
Ejecución del plan. La realización de las actividades programadas y el
cumplimiento de los respectivos objetivos es la razón de ser de la
planificación. Su producto son los resultados. F. Seguimiento y evaluación. El
seguimiento tiene por objeto constatar el avance del trabajo conforme a los planes y
orientarlo según laexperiencia que se obtiene sobre la marcha. La evaluación
compara los resultados con los objetivos a fin de indagar sobre el cumplimiento
de éstos. La continuidad del financiamiento del proyecto está a
menudo condiciondo al cumplimiento de los objetivos. Si los resultados no
satisfacen los objetivos se averigua por qué y se proponen los correctivos
pertinentes. La evaluación puede aconsejar también la reestructuración de los
objetivos, estrategias o prioridades, a fin de corregir las deficiencias y
maximizar la relación beneficio/costo. Una evaluación periódica de todos los
programas es fundamental para actualizarlos y encarar las nuevas realidades.
4.5.2 Diseño de planes de manejo
La programación institucional o un plan de acción de mayor alcance consta
generalmente de un sistema de programas de carácter permanente y proyectos a
ser ejecutados en un plazo perentorio. Estos pueden ser planes administrativos,
de desarrollo, investigación, extensión o guardería, o planes de manejo de
poblaciones o áreas específicas. Sus metas y objetivos se desprenden
generalmente de la planificación a nivel superior, por lo cual se insertan al
nivel C de la secuencia anterior (4.4.1). Cada una de estas actividades
requiere planificación, por lo general a microescala. Existen varios esquemas y
enfoques para tal efecto, según el tipo de actividad y los estilos
institucionales. Por ejemplo, los bloques principales del formato de la FAO
(1990) y de algunas otras organizaciones internacionales son: 1) antecedentes,
2) justificación, 3) objetivos de desarrollo (la finalidad a largoplazo), 4)
objetivos inmediatos, 5) insumos y 6) riesgos.
70 Cada objetivo inmediato -que debe ser alcanzado por medio del proyecto- implica uno o más resultados
concretos; el alcance de cada resultado esperado requiere, a su vez,
actividades capaces de transformar los insumos (personal, trabajo, fondos,
equipos) en resultados. La tarea de planificación más frecuente del manejador de fauna
suele ser el diseño de planes de manejo de poblaciones y áreas concretas. Un
plan de manejo expresa los objetivos del plan,
las características del área y del recurso, las
actividades a realizar y las técnicas a emplear a fin de alcanzar los
objetivos. Los requisitos materiales para un plan de manejo son un área
adecuada con poblaciones de animales silvestres, técnicas de manejo y una
demanda socioeconómica que justifica el esfuerzo (Hofmann et al. 1983). Los
planes de manejo conforman la columna vertebral del manejo exitoso de todos los recursos
naturales renovables. También son requisitos legales para el aprovechamiento de
la fauna en varios países, especialmente con fines comerciales. Por lo general,
un profesional o técnico elabora el plan de manejo en cooperación con la
persona, institución o grupo interesado en el mismo. Después, un ente evaluador
examina y reorienta el borrador del
plan hasta lograr la versión aprobada. Los planes de manejo de una población
varían en extensión y complejidad, pero suelen incluir los siguientes
componentes: 1) Título, autor, fecha y duración: Conviene un título corto y
explícito que identifique laespecie, el área y el propósito del plan. 2) Persona o ente responsable:
Debe identificarse con claridad qué persona u organización pública o privada
propone el plan y asume la responsabilidad de su ejecución. 3) Presentación:
Ofrece una idea general del
plan: sus objetivos, duración, beneficiarios y resultados esperados,
promocionando su significado y valor. 4) Objetivos: El propósito que persigue
el plan. Aquéllos deben ser específicos, concisos, realistas, verificables,
compatibles con el recurso y el área y limitarse a tres o menos. 5)
Justificación: Los motivos que generan el plan y respaldan su objetivo general
(protección, uso o control), tales como
su utilidad, urgencia, sostenibilidad, viabilidad, proyección social o
conservacionista. 6) Marco conceptual: Presentación de las premisas,
fundamentos e hipótesis biológicos, sociales y económicos en que se sustenta el
plan, enfatizando aquéllos de mayor relevancia para el plan y opción de manejo.
En el caso de manejo con fines de rescate y restauración es procedente la
identificación tentativa de las causas del
deterioro y la postulación de medidas para solventar la situación. 7) Base
legal: Los artículos de las leyes y resoluciones que sustentan las actividades
contempladas en el plan. 8) Diagnóstico: Caracterización y análisis de los
componentes a manejar. Área y hábitats: 1) La denominación, tipo (fundo,
reserva, tierra comunal, coto de caza, etc.) y propietario o persona
responsable de la unidad de manejo, así como su ubicación, vías de acceso,
extensión, límites y divisiones internas; 2) Los usos de la tierra,la carga de
pastoreo, tipo y extensión de cultivos -cuando procedente-, tipos de hábitat y
su extensión, disposición espacial y la presencia de cuerpos de agua; 3)
Análisis de la calidad, extensión y continuidad de los hábitats aptos para la
especie, la identificación de sus tendencias y deficiencias así como sugerencias
para el manejo de hábitats. Recurso a manejar: 1) Resumen de la información
biológica básica sobre la especie (ecología, requerimientos de hábitat,
alimentación, reproducción, productividad, movilidad, hábitos sociales)
destacando los aspectos relevantes para la opción de manejo seleccionado, así como las lagunas críticas
de conocimiento. 2) Evaluación del estado actual de la población en cuanto a su
abundancia, estructura, ubicación espacial en la unidad de manejo, su
problemática, condición y tendencia en comparación con la población deseable y
la capacidad de carga. Población humana: 1) La ocupación humana de la unidad de
manejo, su condición (propietarios, empleados, ocupantes ancestrales,
pisatarios, colonos) y medios de
•
•
•
71 vida principales; la población humana en el área de influencia de la unidad
de manejo. 2) El personal residente vinculado con el plan: el responsable local
y el personal técnico, de guardería, cazadores y obreros. 3) Los beneficiarios
directos e indirectos del
plan, el tipo y magnitud de los beneficios esperados y los pobladores locales
que pueden verse perjudicados por el plan. 4) Las actitudes y expectativas de
los lugareños en cuanto a la fauna silvestre en general y esteplan en
particular. 9) Plan de trabajo: La programación de las actividades a
desarrollar escalonadas por etapas, a menudo estacionales, repetibles de un año
a otro y ordenadas en un cronograma que establece la secuencia y duración de
cada actividad o etapa. Manejo de hábitats: 1) Estimar las necesidades reales
del manejo de hábitats, la relación beneficio/costo de las alternativas para
realizarlo y decidir las opciones a adelantar; 2) Poner en práctica el manejo,
que puede implicar ajustes en otros usos de la tierra o bien obras específicas
en el campo; 3) Instaurar un seguimiento de las respuestas a la manipulación
del hábitat. La unidad de manejo puede ser también un criadero. En este caso,
las actividades a adelantar aquí son el diseño del
plan del
criadero y la construcción de las instalaciones.
• Investigación y seguimiento: En algunos casos, esta actividad se limita a
simples rutinas de seguimiento, mientras que otros pueden demandar un
apreciable esfuerzo. 1) Constatar las necesidades de la información
indispensable para la implementación del plan;
2) Fijar los objetivos específicos y las estrategias conforme a las prioridades
operativas del
plan; 3) Diseñar la metodología, planes de muestreo y procesamiento pertinentes
a cada objetivo. Conviene desarrollarlos en tal grado de detalle que puedan ser
realizadas de la misma manera, sea quien sea el investigador a cargo.
10) Resultados esperados: La proyección de los logros, beneficios,
publicaciones y experiencias esperados como
producto del
plan, incluyendo las probabilidades de éxito y los riesgosprevisibles. 11)
Análisis económico: La viabilidad económica del plan radica en la relación
beneficio/costo. Los costos son la inversión inicial en bienes permanentes,
tales como la tierra, instalaciones y mejoras del hábitat, y gastos de
funcionamiento, incluyendo personal (las funciones a cumplir, dedicación o
tiempo laboral y la remuneración), viajes, materiales y suministros (gastos
reembolsables) y servicios. Los beneficios del
plan son los bienes y servicios generados y vendidos o el aumento de la
producción agropecuaria por efecto del
control de plagas. En un análisis económico de rigor, los costos y beneficios
deberían ponderarse por el porcentaje del
costo de oportunidad del
capital (Nucete 1986, McNeely 1988). Los planes de manejo con fines de uso
extractivo, cría comercial en confinamiento o de control de plagas deben ser
rentables (beneficio/costo > 1). Tales proyectos no deberían adelantarse si
un análisis económico, incluyendo un estudio de mercado, predice un balance negativo,
a menos que se trate explícitamente de planes experimentales. Los planes con
alto contenido investigativo o conservacionista, en cambio, no pagan sus gastos
a corto plazo, sino que requieren de un financiamiento en forma de subvenciones
o préstamos. Este financiamiento se puede considerar como
una inversión para la producción futura del
recurso, siempre y cuando los resultados se apliquen al manejo, o se
justifiquen por los valores intangibles de la conservación.
•
•
Manejo de poblaciones: En conformidad con el objetivo general, el manejo puede
centrarse en la protección y usosno consuntivos de la población (ver 7.1), la
estimación y extracción de la cosecha sostenible, indicando el número, tipo y
ubicación de los animales a cazar, la época y demás normas para tal efecto
(7.2), o bien la reducción de la población con fines de control (7.3). En todos
los casos se precisa el seguimiento de la población bajo manejo. Aquí puede
tratarse también del
plan operativo de un criadero.
• Manejo de la gente: 1) Orientar y supervisar el personal a cargo del plan. 2) Instruir a
los lugareños sobre el plan, el por qué se está realizando, consultar con ellos
sobre las maneras de llevarlo a cabo y, cuando sea posible, crear incentivos, a
fin de lograr su aprobación y cooperación. 3) Implementar un plan de guardería
cónsono con las necesidades del
proyecto.
72 12) Seguimiento, evaluación y reajuste: El plan debe contar con rutinas de
seguimiento a fin de verificar las respuestas poblacionales al manejo (Jones
1986, UNEP 1993) y mecanismos de evaluación periódica incluyendo 1) Evaluación
interna de la marcha del plan y sus resultados y los reajustes menores para el
año siguiente. 2) Evaluación interna y externa exhaustiva del
proyecto a intervalos mayores (2 años o más) y la reorientación del plan según la
experiencia y los escenarios cambiantes. De esta manera, esta etapa cierra el
presente plan y retroalimenta el siguiente. Los planes de manejo de áreas se
asemejan a los de poblaciones, pero llevan una connotación más holística. Los
objetivos varían desde una estricta protección hasta un desarrollo rural.Pueden
coincidir con las categorías de manejo de la UICN o las pautadas por la
legislación nacional, o alcanzarse por medio de la zonificación interna de la
unidad de manejo. La caracterización del
área es exhaustiva y enfatiza los usos de la tierra, los ecosistemas presentes,
las demandas recreacionales y demás expectativas de la población. Incluye
también inventarios cualitativos de las comunidades faunísticas y a veces
estimaciones de abundancia de las especies clave. Ripley (1980), Moore y
Ormazábal (1988), McNeely et al. (1990), Barzetti (1993), Anónimo (1996) y
Ponce (1996), entre otros, abordan esta temática en mayor detalle.
5 ABUNDANCIA
5.1 ASPECTOS GENERALES
El componente de manejo más frecuente es una población de animales silvestres,
aunque a veces se manejan gremios, tales como aves granívoras o patos,
comunidades o ecosistemas, atendiendo así varias poblaciones conjuntamente. Una
población perpetúa la especie y transmite su genoma en el tiempo. En una
población mendeliana (definida con un criterio genético), todos los individuos
tienen la misma probabilidad de aparearse con cualquier otro, sin importar su
ubicación. Los miembros de una población también interactúan entre sí en el plano ecológico y
conductual, que es de particular interés en el manejo de fauna. Un conjunto
conespecífico sin interacción, por ejemplo, individuos dispersos, restos de una
población anterior, no constituye una población propiamente dicha, ya que no
alcanzan a reproducirse, sino que son “muertos vivientes” (Janzen 1986). Es de
esperar quelos individuos interactúen más con sus conespecíficos más cercanos y
cada vez menos con los más distantes. Empero, en un contexto ecológico, una
población no se concibe como un gradiente sino como un parche.
Conceptualmente se considera como
unidad básica una población local o deme, donde existe una estrecha interacción
entre sus miembros, pero menor contacto con otras poblaciones de la misma
especie. Un conjunto de tales poblaciones semiaisladas constituye una
metapoblación (Levins 1970, Hanski y Gilpin 1991), donde existe un cierto grado
de dispersión entre las poblaciones locales; en el evento de una extinción
local queda la posibilidad de recolonización del área vacante a partir de las poblaciones
vecinas. Usualmente, sin embargo, se conoce poco sobre la configuración
espacial de las poblaciones naturales. En la práctica, las poblaciones se
delimitan más o menos arbitrariamente, por entidades políticas (países,
estados, provincias, etc.), predios u otras unidades espaciales de manejo o de
investigación. De esta manera se puede hablar de la población total de patos
ala azul (Anas discors) que nidifica en América del Norte y emigra a América
del Sur, de la población de vicuñas del Perú, la de guácharos (Steatornis
caripensis) de la cueva del mismo nombre en el oriente venezolano o de la
población de caimanes de un fundo.
5.1.1 sPor qué la abundancia es importante?
La abundancia (cantidad de individuos o de biomasa) es un atributo poblacional
variable en el tiempo y el espacio, y es de singular importancia en el manejo
de la fauna silvestre. Su estimación sueleser la tarea más frecuente en el
manejo práctico porque: 1) indica el estado de una población en un momento
dado, 2) permite compararla con otras poblaciones, 3) el seguimiento de la
abundancia revela sus variaciones en el tiempo o la dinámica poblacional; se la
emplea como criterio de 4) evaluación de la calidad de hábitat, 5) asignación
de cuotas de cosecha o temporadas de caza, y 6) seguimiento de planes de
manejo. Se presta también para 7) detectar los posibles efectos de la
abundancia sobre diversos procesos poblacionales, y 8) sobre el hábitat, así como 9) las relaciones de
capacidad de carga. Por eso, la estimación de abundancia no es un fin en sí
mismo sino una herramienta versátil y valiosa en la toma de decisiones, en el
seguimiento de planes de manejo y un criterio rector en muchas investigaciones
poblacionales. Los datos sobre la abundancia de especies neotropicales son
escasos y poco generalizables porque proceden de situaciones muy puntuales o de
áreas protegidas. En este orden de ideas, el propósito de esta sección es desglosar,
ordenar y resumir la metodología básica que se emplea en la estimación de la
abundancia de poblaciones silvestres y dilucidar sus premisas, alcances,
74 limitaciones y la idoneidad para diferentes tareas. El transfondo teórico y
matemático de muchos tópicos queda, sin embargo, a cargo de los textos
especializados (Cochran 1977, Eberhardt 1978b, Cormack et al. 1979, Burnham et
al. 1980, Davis 1982, Seber 1982, White et al. 1982 Brownie et al. 1985,
Pollock et al. 1990, Buckland etal. 1993). cual a su vez depende de su
comportamiento, la distancia, la visibilidad en el hábitat, la experiencia del observador, etc. Los
resultados que arrojan varios métodos de estimación para una misma población
pueden dar una idea de la dirección y magnitud del sesgo. Por ejemplo, los conteos
nocturnos de caimanes con linternas revelan siempre un número mayor que los
diurnos en los mismos sitios (Seijas 1986). No obstante, la única forma de
cuantificar el sesgo es aplicar un determinado método en una población de
densidad o tamaño conocido y comparar el estimador obtenido con el parámetro
real. Cuando se estima la abundancia por medio de un conteo directo y total de
los individuos en un área conocida en un momento dado, denominado censo, el
resultado es afectado solamente por el sesgo. En cambio, cuando el estimador se
obtiene como
promedio de una serie de muestras que se generaliza luego para toda la
población, también hay que prestar atención a la precisión y exactitud. La
precisión es una medida del error de muestreo
o de la dispersión de los valores muestrales alrededor del
promedio y de la repetibilidad del
muestreo y es proporcional a la varianza muestral. Ésta, a su vez, está
relacionada con el arreglo espacial (o la disposición espacial) de la
población, o sea, la ubicación de los individuos en el campo en relación con
los otros. Se distinguen tres casos principales (Rabinovich 1980): El arreglo
es aleatorio o al azar si la ubicación de cada individuo es independiente de la
ubicación de los demás y de la posible heterogeneidad del hábitat, o sea,
cadapunto en el área tiene la misma probabilidad de estar ocupado.
5.1.2 Definición de terminología
Una población que permanece inalterada (sin natalidad, mortalidad o dispersión)
durante el lapso que dure su estudio se denomina demográficamente cerrada; si
alguno de los procesos señalados está operando, cambiando la abundancia, se la
define como una
población abierta (Seber 1982). Por lo general, cualquier población de fauna
silvestre se comporta como cerrada en un lapso
corto (horas, días) y como
abierta en un intervalo largo (meses, años). La abundancia se expresa en
términos absolutos o sea el tamaño poblacional (N = número de individuos en la
población) o densidad poblacional (D = número promedio de individuos por unidad
de área), o por medio de índices de abundancia relativa (por lo general el
número de animales o sus rastros detectados por unidad de esfuerzo). La biomasa
poblacional es el producto del
tamaño o densidad poblacional y el peso individual promedio. Esta última medida
se emplea por ejemplo para evaluar el aporte de diversas especies en un
ecosistema (Eisenberg 1980, Schaller 1983). Toda población tiene en un momento
dado un tamaño N y una densidad D reales, que casi nunca pueden determinarse
con exactitud. Aplicando una metodología apropiada se obtienen, sin embargo,
estimadores (o ˆ expectativas del
estimador) de sendos parámetros, N y ˆ D , o índices proporcionales a éstos.
Por lo tanto, surge la pregunta sCuán “buenos” son los estimadores, hasta qué
punto se aproximan a los parámetros verdaderos? La discrepancia entre el
parámetro y su estimadorse denomina sesgo. Su magnitud y dirección dependen del método empleado y de
su ejecución práctica. A menudo los conteos resultan incompletos, de tal forma
que ciertos individuos pueden pasar desapercibidos, lo
•
• Es agregado cuando los animales tienden a asociarse en grupos y/o
concentrarse en los parches más favorables de su hábitat. • Es uniforme cuando
los individuos tienden a maximizar las distancias entre sus vecinos y son más o
menos equidistantes uno del
otro.
El investigador no puede cambiar el arreglo espacial, que es un atributo
natural de una población. Sin embargo,
75 puede mejorar la precisión del estimador
seleccionando un tamaño o forma de parcela muestral que mitiga el efecto
estadístico del
arreglo espacial. La exactitud es una medida del
ajuste que se puede esperar entre el parámetro y su estimador, desde el punto
de vista estadístico, o sea la probabilidad de que el valor del
parámetro esté dentro del intervalo de
confianza del
estimador. La exactitud es proporcional al error estándar de la media (cociente
entre la desviación estándar y la raíz cuadrada del número de muestras). De esta manera, la
exactitud aumenta a la par con el número de muestras, pero no linealmente, sino
en proporción a la raíz cuadrada del
mismo. Sin embargo, un estimador exacto (con un estrecho intervalo de
confianza) no es necesariamente confiable si se desconoce el sesgo del método. La
eficiencia de un método es una medida de la calidad de la información o
exactitud lograda por un esfuerzo (tiempo, costo, etc.). El método máseficiente
es aquel que con el menor esfuerzo produce un estimador con la exactitud necesaria.
La eficiencia es un atributo muy deseable en la investigación aplicada.
sociales y otros atributos morfológicos y conductuales, así como su selección de hábitats.
•
Población. Hay que tomar en cuenta ante todo la abundancia general de la
especie en el área, el arreglo espacial, las concentraciones locales y si la
población está afectada por la caza.
Hábitat. La visibilidad en el terreno condiciona en buena medida la
factibilidad de los métodos directos. Este factor, la transitabilidad e incluso
la extensión de algunos hábitats puede variar en el tiempo y suele determinar
la época más indicada para el conteo. Escala. El tamaño del área que ha de cubrir la estimación de
abundancia tiene que considerarse a la hora de decidir el método. Estimar la
abundancia de una población en un fundo y en un estado son dos tareas bien
distintas.
•
•
•
5.1.3 sQué método es el más indicado en un caso dado?
En conformidad con la singular importancia de la abundancia como criterio de manejo de poblaciones, se ha
desarrollado muchos métodos para estimarla. La selección de uno o más métodos
viables y apropiados para un caso particular es, por lo tanto, un paso
fundamental e implica la consulta de varios criterios:
Costo. Los costos (tiempo, personal, fondos, logística) de la estimación de
abundancia son proporcionales al tipo de estimador y su exactitud, pero al
mismo tiempo deben guardar relación con los beneficios esperados del plan de manejo. La
escasez de tiempo y de recursosafecta casi siempre la calidad de los estimadores
que pueden lograrse. La Tabla 5.1, diseñada en forma de clave, demuestra cómo
la orientación del manejo y el tipo de animal pueden asociarse con el método de
estimación de abundancia más indicado Los métodos de estimación poblacional
pueden arrojar resultados válidos si se cumplen determinadas premisas;
ignorarlas puede resultar en estimadores muy sesgados. Las premisas básicas
para hacer inferencias válidas a nivel poblacional a partir de un conjunto de
muestras contemplan que 1) cada individuo tiene la misma probabilidad de ser
muestreado y que 2) la inclusión de un individuo sea independiente de la
inclusión de cualquier otro. Los métodos que contemplan menos premisas o que
son poco afectados por el incumplimiento de las mismas se denominan robustos.
Usar el método que permita alcanzar los objetivos con el sesgo mínimo y la
exactitud deseada por el menor costo es una de las reglas
•
Objetivo. El tipo y la exactitud del estimador
de abundancia y el método más indicado para su estimación dependen, en primera
instancia, de los objetivos del
manejo. La investigación básica requiere usualmente una exactitud mayor que en
el manejo rutinario. Asimismo los objetivos pueden indicar la fecha para la
cual se precisa el estimador.
• Especie. El método a emplear depende de la detectabilidad de los animales en
el campo, incluyendo el tamaño corporal, coloración, período de actividad,
vocalización, distancia de escape, capturabilidad, hábitos
76 Tabla 5.1. Algunos criteriosde selección de métodos de uso frecuente para la
estimación de abundancia poblacional según la orientación del manejo, tipo de animal y atributos
poblacionales.
1a Los animales presentan grandes concentraciones 1b No hay grandes
concentraciones de animales 2a Conteo total de individuos factible 2b Conteo de
nidos la opcion más factible 3a Manejo a pequeña escala o intensivo 3b Manejo a
gran escala o extensivo 4a Animales detectables visualmente 4b Animales poco
detectables visualmente 5a Manejo intensivo para uso sostenible 5b Manejo
intensivo proteccionista 6a Animales dispersos en grandes extensiones 6b
Animales concentrados en hábitat específico 7a Seguimiento poblacional en
general 7b Seguimiento de usos y sus impactos 8a Animales grandes en hábitats abiertos
8b Animales de menor porte o en áreas boscosas 9a Caza deportiva legal 9b Caza
de subsistencia
2 3 Conteo directo Conteo de nidos 4 7 5 Trampeo, marcado y recaptura, rastros
6 Identificación y conteo individual Transectos Conteo directo 8 9 Conteo aéreo
Índices de abundancia relativa Estadísticas de caza Caza/unidad esfuerzo
más útiles en este contexto. Si las condiciones lo permiten, conviene también
usar dos o más métodos y comparar sus resultados. Existen varias opciones para
ordenar los diversos métodos de estimación de abundancia en bloques coherentes
(Caughley 1977, Eberhardt 1978b, Davis y Winstead 1980, Seber 1982). El orden
adoptado aquí avanza desde las soluciones aparentemente más sencillas hasta las
más complicadas y globales.
5.2 ÍNDICES DE ABUNDANCIARELATIVA
En reconocimientos faunísticos preliminares suelen usarse expresiones
cualitativas como
abundante, frecuente, raro, etc. para ponderar la abundancia de diferentes
especies (Hilty y Brown 1986, Stotz et al. 1996). Indican algo más que la mera
presencia de especies, pero son términos subjetivos de limitada utilidad en el
manejo de fauna.
77 Los índices de abundancia relativa constituyen el primer eslabón en la
cuantificación de la abundancia. Esto no implica, sin embargo, que sean tanteos
preliminares de escasa utilidad. Por el contrario, la mayoría de las decisiones
de manejo se fundamentan en los índices (Caughley 1977, Giles 1978, Eberhardt y
Simmons 1987). Un índice se define como
una combinación aritmética de diferentes medidas, generalmente no homólogas
(Simpson et al. 1960). En su forma más usual, un índice de abundancia relativa
señala el número promedio de individuos o sus rastros detectados por unidad de
esfuerzo muestral, o sea implica una cuantificación simultánea de ambas
variables. La premisa de fondo de los índices es que su valor es proporcional a
la densidad real, es decir, son en esencia índices de densidad. Los índices no
presuponen que todos los individuos en la unidad muestreada sean detectados,
pero se requiere que cada individuo tenga la misma probabilidad de ser
detectado. Sin revelar la densidad en sí, los índices permiten detectar su
variación en el tiempo y de un lugar a otro con un costo inferior a la
estimación de la densidad. Es importante no confundir los índices de abundancia
con otras cifras relativas, tales como
lasfracciones que constituyen diversas especies del total de individuos registrados en un
lugar, que documentan la estructura comunitaria (Johns 1986). La utilidad principal
de los índices estriba en el seguimiento y comparación de las tendencias
poblacionales. Para generar datos realmente comparables, la fracción de los
individuos detectados del
total presente por medio de la técnica empleada debe mantenerse constante. Por
eso es preciso neutralizar, en lo posible, los factores que puedan alterar la
detectabilidad y distorsionar así los resultados, es decir, se deben
estandarizar todos los detalles metodológicos. En conteos de aves y mamíferos a
lo largo de picas en bosques deben fijarse el horario de los recorridos, las
condiciones atmosféricas, el período del año, la velocidad de marcha y
frecuencia de paradas, la intensidad de búsqueda, el equipo empleado, los
criterios para incluir o excluir observaciones incompletas, de tal forma que el
trabajo se repita siempre de la misma manera. Los resultados varían también en
función de la capacidad individual para detectar los animales, por lo cual
conviene mantener el mismo equipo de observadores. La cuantificación de la fracción
de individuos detectados por un muestreo es una de las tareas más importantes y
difíciles de la estimación de abundancia (ver 5.2.3). Es deseable además que la
recolección de datos sea de ejecución sencilla para que cualquier persona digna
de confianza pueda llevarla a cabo. Precisamente la simplicidad de los índices
bien definidos abre la posibilidad de acumular muchos datos comparables con la
ayuda depersonal poco especializado y de grupos voluntarios. Por medio de
índices se pretende documentar la abundancia de una población. Por
consiguiente, se trata, en esencia, de un muestreo que resulta en una media con
sus límites de confianza; para ser representativo para una población, se
requiere un diseño muestral (ver 5.4.1).
5.2.l Índices directos
Aquí nos referimos a los índices de abundancia relativa que se fundamentan en
el conteo directo (visual o auditiva) de animales detectados por unidad de
esfuerzo. A. Índices basados en distancia recorrida. Estos son los más
utilizados y sirven para ilustrar el proceso para obtener índices de
abundancia:
• Se define la población a muestrear (especie, época, área o región); para tal
efecto conviene tener un mapa del
área. • Se define el esfuerzo muestral o sea la longitud del recorrido que se considera una muestra.
Cuando se quiere detectar la variación temporal en un sitio, se suele repetir
periódicamente las mismas rutas, que constituyen así una unidad muestral que no
permite generalizar los resultados para otros lugares (Lord 1961, Morales et
al. 1981, McCullough 1982, Packard et al. 1986). Si el objetivo es comparar
áreas, se diseñan las rutas a recorrer en cada área, procurando una intensidad
de muestreo similar en cada sitio; para generar datos comparables, hay que
realizar los muestreos en la misma época.
78
• Se diseña un plan de muestreo (número y ubicación de las muestras a tomar,
ver 5.4.1), si es que se pretende generalizar los resultados fuera de las
rutasrecorridas. • Se estandariza el procedimiento de recolección de datos.
Conviene también un entrenamiento del
personal que participará en la recolección de datos.
Se conduce el muestreo, atendiendo al diseño muestral y las técnicas
estandarizadas. Se anotan todos los individuos observados y la distancia
recorrida, así como
los posibles sesgos, según las condiciones climáticas, presencia de grupos y
visibilidad. Se calculan las estadísticas correspondientes (media,varianza,
límites de confianza, o bien, se comparan entre sí los resultados de varios
muestreos mediante análisis de varianza o pruebas no paramétricas (Davis y
Winstead 1980, Seber 1982). Este método es muy difundido, especialmente en la
evaluación de fauna silvícola, por ejemplo, para detectar diferencias
geográficas en la abundancia de mamíferos (Emmons 1984), para constatar el
impacto de la alteración del hábitat sobre la abundancia de aves y mamíferos,
(Johns 1986) y para comparar la abundancia de mamíferos entre áreas protegidas
y las sometidas a la caza (Glanz 1991, Bodmer et al. 1997). Los registros se
realizaron en selvas, principalmente en horas de la mañana y de la tarde,
caminando por picas lentamente (aprox. 1 km/h), con frecuentes pero cortas
paradas, tratando de detectar e identificar visualmente o por oído los animales
presentes, acumulando así paulatinamente observaciones por cientos de km. El
valor del índice (indiv./10 km) se calculó dividiendo el número de individuos
observados por especie entre la longitud total del recorrido en un ambiente
dado (sin fraccionarlo en muestras), por lo cualse desconocen los límites de
confianza de los estimadores. El método también es indicado para el conteo de
especies fluviales por recorridos en lancha, diurnos, Pteronura (Laidler 1982),
Inia y Sotalia (Magnusson et al. 1980)) o nocturnos (Crocodylus, Caiman (Seijas
1986)). Magnusson et al. (op. cit.) dividieron el recorrido en segmentos de 2
km y demostraron la mayor
abundancia de toninas cerca de las desembocaduras de ríos tributarios. Los
conteos de algunos animales acuáticos o de orilla en términos de densidad
lineal (ind./km) convergen con los conteos totales en hábitats específicos (ver
5.6.1, B). El conteo terrestre de especies nocturnas se realiza a menudo desde
un vehículo, en marcha lenta (unos 20 km/h) y con la ayuda de faros pilotos, a
lo largo de caminos vecinales, Sylvilagus (Lord 1961), Odocoileus (Brokx 1972a,
Wood et al. 1985, Gypher 1991)); hay que indagar previamente si el terreno a
recorrer representa bien las condiciones generales del área. El registro de
animales atropellados en carreteras, que se puede ir acumulando en los viajes
de rutina sin gasto extra, brinda la primera aproximación sobre la variación
temporal y espacial de abundancia de ciertos animales -y sobre la mortalidad
por arrollamientos(McCaffery 1973, Eisenberg et al. 1979, Ramo y Busto 1983).
Además de contar animales, debe medirse también la distancia recorrida,
preferiblemente sobre mapas. Medir las distancias por pasos puede interferir
con el registro de los animales y resulta poco preciso en terrenos
accidentados. Las líneas de prospección forestal, a menudo dispuestasen
extensas cuadrículas, ofrecen un ambiente idóneo para estimar la abundancia de
las especies silvícolas. La recolección de datos para índices relativos a un
esfuerzo de búsqueda simula la excursión de un cazador. Los índices aproximan,
de hecho, la probabilidad de encuentros entre un cazador y diversas especies
presa por unidad de recorrido. B. Índices relativos al tiempo. Estos índices
ofrecen una opción aplicable cuando la observación directa es viable, pero el
esfuerzo no puede cuantificarse por distancias. El tiempo invertido en la
búsqueda de los animales se utiliza como medida del esfuerzo, Nothura,
Rhynchotus (Almeida et al. 1985), Odocoileus (Brokx 1972a, Danields 1987),
Trichechus (Colmenero y Zárate 1990). Thiollay (1989a) encontró mejor
correlación entre
•
•
79 el tiempo y el número de aves rapaces detectados en selvas de la Guayana
Francesa que en relación a las distancias recorridas, y recomienda índices
relativos al tiempo para comparar la abundancia de estas aves entre áreas. Este
tipo de registros se presta también para índices auditivos, de uso frecuente en
ornitología. Se visitan una serie de puntos fijados en el diseño muestral, en
horas de máxima actividad vocal de la especie. En cada punto se registra el
número de individuos que se escuchan llamando desde diferentes direcciones
durante un lapso fijo y corto, por ejemplo, 3 minutos (Dorney et al., 1958,
Verner 1985). Para reforzar la técnica se
pueden provocar respuestas de la fauna local a la grabación de cantos
territoriales. Sin embargo, son muchos losfactores que determinan la intensidad
de la actividad vocal de las aves, por lo cual ésta no es siempre un índice
confiable de la densidad poblacional (Rappole y Waggerman 1986). Un registro de
días de permanencia de una especie en un área durante un lapso mayor (mes, año)
ofrece un criterio para cuantificar la abundancia de especies raras, o que
poseen áreas de vivienda muy extensas (Kiltie 1980a: Tayassu pecari, Emmons
1987: félidos grandes). C. Índices por esfuerzo de captura. Se incluyen en los
índices directos, porque se sustentan en el conteo de individuos en función de
un esfuerzo medible. Esta opción es la indicada para las especies poco o nada
detectables por observaciones directas, pero que se pueden capturar en trampas,
mallas, etc. Estos índices presuponen que 1) la capturabilidad de los
individuos de una población, empleando una técnica fija, permanece constante y
que 2) la captura de un individuo no afecta la de los demás. El éxito de
captura de pequeños mamíferos, expresado a menudo por el número de individuos
capturados por 100 noches-trampa, se utiliza ampliamente para el seguimiento de
abundancia (Emmons 1984, Ojasti 1986, Peterson et al. 1981, Ochoa 1997). Para lograr resultados comparables se debe estandarizar
la técnica de captura en cuanto al tipo de trampa y cebo, la ubicación de las
trampas (en líneas o cuadrículas, distancia entre trampas, estrato vegetal) y
el número de noches consecutivas con la misma ubicación de trampas. El diseño
empleado por Emmons (op. cit.) -trampas National cada 20 m en una línea de 1
km- parece bastante adecuadopara bosques tropicales. Empero, muchas especies de
este tipo de hábitat son arborícolas, por lo cual las trampas colocadas en el
sotobosque subestiman su abundancia (Malcolm 1991). La abundancia relativa de
aves y murciélagos se puede muestrear mediante la captura en mallas de neblina
(Karr 1981, Visscher 1981, Thomas y LaVal 1988). Trampas de caída, conectadas
con cercas, se prestan para la evaluación cuantitativa de anfibios y reptiles
(Gibbons y Semlitsch 1981). Mediante trampeo se puede evaluar también la
abundancia de algunos mamíferos de caza, simulando las líneas de trampas de los
cazadores ocupacionales (Wood y Odum 1964, Crespo 1971). Sin embargo, algunas
especies, como
los agutíes y la paca son poco susceptibles al trampeo (Smythe 1978, Collett
1981). Las estadísticas de caza se prestan también para dilucidar las
tendencias poblacionales. Una disminución del
número de animales abatidos por temporada es siempre una señal de alerta, pero
los índices que incorporan la intensidad del
esfuerzo son más objetivos. Por ejemplo, el índice patos/día/cazador se utiliza
para el seguimiento interanual de poblaciones de patos silbadores (Dendrocygna
spp.) en los arrozales de Venezuela (Gondelles et al. 1981, Dallmeier 1991).
Almeida et al. (1985) utilizaron un índice similar para la codorna (Nothura
maculosa). El número de animales abatidos en relación al número total de
licencias expedidas para la caza mayor es un índice de amplio uso en los
Estados Unidos. Roseberry y Woolf (1991) recomiendan la captura por unidad de
esfuerzo como un criterio confiable de
seguimiento delas poblaciones del
venado cola blanca. Es obvio que estos índices pueden aproximar las tendencias
poblacionales reales a medida que las estadísticas de la administración y
guardería de fauna sean más confiables. Tratándose de la caza de subsistencia,
el índice de rendimiento puede ser el número o biomasa de las presas por
especie entre las horas de esfuerzo (Hames 1980, Martins 1992) ó Kcal de
caza/Kcal de esfuerzo (Vickers 1980).
5.2.2 Índices indirectos
La premisa básica de este conjunto de índices es que la cantidad de rastros de
una población en el campo es proporcional a la densidad de la misma. La
cantidad de rastros de una especie en un área en un momento dado depende del
balance entre la tasa de incremento de los rastros (proporcional al número de
animales presentes, su actividad y el tipo de sustrato), y la de su
desaparición, que depende, ante todo, de las condiciones del hábitat. Las
huellas que dejan los animales al desplazarse por el suelo son los rastros más
frecuentes y se prestan para discutir los aspectos generales de los índices
indirectos. Una huella fresca es siempre testigo del paso de un animal por un sitio. Sin
embargo, huellas identificables se producen solamente en sustratos muy
específicos (tierra húmeda, arena, nieve fresca). A veces el viento o la lluvia
borra las pisadas en seguida, a veces las huellas grabadas en arcilla
permanecen intactas por meses, hasta las próximas lluvias fuertes. Animales
sociales, por ejemplo, pecaríes y capibara, suelen avanzar en columnas, por lo
cual no sepuede precisar el tamaño del
grupo. Un detenido estudio de las huellas puede generar datos biológicos de
sumo interés (Eisenberg et al. 1970, Schaller y Crawshaw 1980, Aranda Sánchez
1981, Emmons 1987, Barreto y Hernández 1988, Crawshaw 1992), pero solamente
bajo circunstancias muy especiales se presta para índices de abundancia, por
ejemplo, el conteo de las huellas de diferentes especies que cruzan 1 km de
camino de tierra después de una noche de lluvia. A veces es viable generar una
serie de parches con un sustrato adecuado para visualizar las huellas,
contarlas y borrarlas a intervalos regulares (Azcárate 1980, Riney 1982). Este
último autor recomienda observar grupos de animales y luego examinar el terreno
en el sitio para formarse una idea de cómo se relacionan los números de
animales y sus respectivas huellas. Diversos rastros han sido utilizados como
medidas de abundancia y/o de la utilización del hábitat: número de trochas de
venados interceptados por transectos de longitud fija (McCaffery 1976), cuevas
de armadillos (Fergusson Laguna s/f, Schaller 1983) y de vizcacha (Llanos y
Crespo 1952), comederos de osos andinos (Peyton
1980, Goldstein y Salas 1993) y pacas (Smythe y Brown de Guanti 1995), biomasa
del pastizal -inversamente proporcional a la densidad de herbívoros- (Riney
1982) y fracción de plantas dañadas por una plaga. Las heces constituyen, sin
embargo, los rastros más idóneos para los índices de abundancia. El muestreo de
heces es una técnica bien consolidada en la estimación de abundancia de
ungulados y otros herbívoros de mayor porte, quesuelen presentarlas en forma de
montículos de cagarrutas fácilmente observables e identificables (Neff 1968,
Ezcurra y Gallina 1981, Riney 1982, Creed et. al. 1984). La técnica se ajusta a
diferentes escalas espaciales y se la emplea también como una medida de la utilización de
hábitats. Como
la tasa de defecación es relativamente constante para una especie, se espera
que la regresión densidad-índice sea lineal. El método presupone que las heces
se conserven y acumulen en el campo para llegar a cantidades detectables con un
esfuerzo razonable. Empero, en los hábitats húmedos tropicales las heces se
descomponen o son atacadas por insectos coprófagos muy rápidamente, por lo cual
la aplicabilidad del
método se restringe a lugares o períodos más o menos secos. Tampoco se aplica
cuando los animales concentran sus heces en estaciones de defecación, como los pecaríes y los
camélidos suramericanos (Hofmann et. al. 1983, Sowls 1984). Una vez definida la
población a estimar, se diseña el plan de muestreo (periodicidad, tamaño,
número y distribución de las muestras, ver 5.4.1), tomando en cuenta que el
arreglo espacial de los montículos suele ser agregada (Eberhardt y Van Etten
1956, Neff 1968, Rowland et al. 1984, Danields 1987). Tratándose de una
actividad que suele consumir mucho tiempo, la eficiencia de las diferentes
opciones de muestreo es un criterio de alta prioridad. Al decidir sobre el
tamaño de la parcela muestral se plantea un compromiso entre dos tendencias opuestas.
Las parcelas grandes absorben más el efecto del arreglo espacial agregado, evitan la
profusión demuestras vacías y cubren más área por unidad de esfuerzo, pero el
sesgo por la omisión de montículos se minimiza en parcelas pequeñas. Para
facilitar el conteo se emplean ante todo
81 parcelas rectangulares largas y estrechas (Neff 1968, Correa 1978) o
circulares; Ezcurra y Gallina (1981) usaron parcelas circulares de 9,3 m2 y
Danields (1987) de 28,3 m2, respectivamente, en el muestreo de heces del venado
cola blanca (Odocoileus virginianus). Los montículos en el límite de la parcela
se incluyen cuando la mitad o más de las cagarrutas están dentro de la parcela
(Neff 1968). El número promedio de montículos por parcela u otra unidad de
superficie constituye el valor del
índice, que se puede convertir en densidad poblacional, si se conoce la tasa de
defecación y el tiempo de acumulación. Suponiendo que la abundancia de heces es
proporcional al producto del tiempo de permanencia y el número de animales
presentes, (producto del número promedio de montículos por parcela Pg y del
número de parcelas por unidad de superficie), se divide el número de
montículos/área entre la tasa de defecación diaria para obtener un estimador
del uso (días x animal)/área. La densidad poblacional (animales/área) se
despeja dividiendo la cifra anterior entre el número de días de acumulación,
tal como lo
expresa la ecuación de Eberhardt y Van Etten (1956): Pg x número de parcelas
por área
ˆ D = ————————————————
son menos eficientes. Además presentan una serie de ventajas: 1) están menos
afectados por el sesgo por variación de la visibilidad, 2) sonindependientes de
la hora del día, mientras que los registros directos deben coincidir con la
hora de mayor actividad de los animales, 3) interfieren menos con los animales
bajo estudio, 4) se prestan a un diseño muestral por parcelas y análisis
estadísticos de rigor, (5) aunque el sesgo personal esté siempre presente, se
estima que sea menor en los registros indirectos.
5.2.3 Confiabilidad y validación de índices.
La premisa de que un índice de abundancia es proporcional a la densidad
poblacional es lógica pero no necesariamente cierta, a menos que se compruebe
debidamente. Por ejemplo, Smith y Brisbin (1984) constataron que el rendimiento
del trampeo no reflejaba las tendencias poblacionales de Didelphis, Procyon y
Urocyon, porque su capturabilidad variaba de un año a otro; McCullough (1982)
encontró grandes diferencias entre meses en los conteos nocturnos del venado
cola blanca, aunque la población permanecía constante. La validación o
calibración de un índice puede realizarse mediante una prueba de regresión
entre los valores del
índice y la densidad real (Caughley 1977, Eberhardt 1978a). Esta prueba, además
de estimar la confiabilidad del
índice, permite su transformación en densidad. Sin embargo, calcular ambos del mismo muestreo (por
ejemplo, un índice directo y la densidad, estimadas de los mismos transectos)
no valida el índice porque involucra una autocorrelación entre dos series de
valores con sesgos semejantes. En la mayoría de los casos es razonable esperar
una regresión lineal entre el índice y y la densidad x, que se ajusta con el
método de cuadradosmínimos, o en el caso de una regresión con origen en cero,
simplemente por la relación yi/xi. El problema de fondo es que el modelo de
regresión exige valores paramétricos de D ó N, aunque en la mayoría de los
casos se disponen solamente de los estimadores respectivos. La confiabilidad de
una regresión calculada a partir de estimadores de los índices y de la densidad
está afectada al mismo tiempo por las varianzas de ambos. Cochran (1977) y
Eberhardt y Simmons (1987)
(5.1) tasa de defecación x tiempo de acumulación (días)
La tasa de defecación diaria suele estimarse en cautiverio. Puede variar, sin
embargo, según la estación, tipo y disponibilidad del alimento (Neff 1968, Rogers 1987, Sawyer
et al. 1990), por lo cual las tasas fijas basadas en dietas artificiales pueden
acarrear sesgos en el ambiente natural. El tiempo de acumulación se puede fijar
según la estacionalidad del hábitat,
muestreando al final del
período seco las heces acumulados durante dicho lapso (Correa 1978, Ezcurra y
Gallina 1981, Creed et al. 1984) o usando parcelas permanentes que se registran
a intervalos fijos eliminando cada vez los montículos contados (Neff 1968,
Eisenberg et al., 1979, Danields 1987). Cabe destacar que transformar el índice
en densidad no es necesario si el objetivo primordial es detectar diferencias
entre lugares o períodos. Los índices indirectos se prestan para cuantificar la
abundancia cuando la observación directa o el trampeo
82 dilucidan las implicaciones estadísticas de este caso, denominado doble
muestreo. Sin embargo, unajuste satisfactorio entre el índice y el mejor
conjunto disponible de estimadores de densidad ofrece una evidencia tentativa
de la validez del
índice. En algunos casos se obtiene una regresión no lineal entre el índice y
la densidad. A menudo una transformación logarítmica puede producir una
relación lineal, pero a veces la no linealidad es una propiedad intrínseca del índice. Este es el
caso de los índices basados en la frecuencia, o sea, la fracción p de las
muestras examinadas donde la especie está presente. La ausencia de una especie
en una serie de muestras (1 - p) se considera real, pero la presencia puede
implicar uno o más individuos. Si se conoce el modelo del arreglo espacial de
la población, por ejemplo, de Poisson o binomial negativo, se puede calcular la
curva frecuencia/densidad (Wadley 1954, Caughley 1977). La captura de animales
con trampas presenta una situación paralela. Cada trampa captura un solo
individuo, pero la captura vuelve la trampa inaccesible para los demás. En
ambos casos el índice es una función casi lineal de la densidad cuando ésta es
baja, pero pierde sensibilidad, o sea se satura, a altas densidades. Una
estimación incompleta del
tamaño poblacional, por medio de un reconocimiento aéreo, donde se detecta
solamente una parte de los animales presentes, plantea un solapamiento entre
los índices de abundancia relativa y los conteos totales (Eberhardt 1978b,
Packard et al. 1985, Wood et al. 1985). Por lo tanto se trata más bien de
índices del
tamaño poblacional. Seber (1982) y Pollock y Kendall (1987) resumen numerosas
técnicas paracalcular la población total a partir de conteos incompletos. El
resultado de este tipo de conteo, n es una expectativa del tamaño poblacional
tal que E(n) = Np, donde p es la fracción de individuos detectados; el tamaño
poblacional que nos interesa es N = n/p, por lo cual la tarea se concreta a la
estimación de p. Tratándose de conteos aéreos que siempre subestiman (ver 5.5),
se pueden comparar los valores de n con los resultados de conteos terrestres
más exactos (que se aproximan supuestamente a N) en los mismos lugares,
mediante la regresión lineal con origen en cero, por lo cual el coeficiente de
regresión es un estimador de p. Empero, los conteos terrestres exactos son
costosos y a veces imposibles, por lo cual se han desarrollado otros enfoques.
Una vía es la aplicación del
principio de captura-marcado-recaptura (ver 5.3.2) en las recapturas visuales:
1) Animales marcados. La fracción de animales marcados (cuyo número total en la
población se conoce) dentro del total de animales vistos permite estimar N
[Odocoileus (Rice y Harder 1977), Trichechus (Packard et al. 1985), Caiman
(Mourao et al. 1994)]. 2) Conteos repetidos. Los individuos vistos en los
primeros conteos se consideran como marcados y
en los siguientes como
recapturados (Packard et al. 1986: Trichechus). 3) Conteos simultáneos por dos
observadores. Ambos cuentan por separado n 1 y n 2 individuos respectivamente,
de los cuales m son vistos por ambos y se consideran como marcados [nidos de
Pandion haliaetus (Henny y Anderson 1979), Dormaeous (Caughley y Grice 1982),
Blastocerus Mauro 1993)]. El resultado secalcula con la fórmula de Chapman
(1951):
ˆ (n − 1)(n2 − 1) N= 1 (m − 1)
(5.2)
( n + 1)( n2 + 1)( n1 − m)(n2 − m) V = 1 (m + 1) 2 (m + 2)
(5.3)
La repetición del conteo en la misma área a intervalos cortos suele producir
una serie de resultados distintos. Si la población es cerrada y se evita el
doble conteo, las diferencias se deben a la omisión. Si se desea cuantificar el
tamaño o la densidad poblacional a partir de conteos repetidos es obvio que el
registro máximo se aproxima más al parámetro a estimar (Bergerud 1971, Ojasti
1973). No obstante, aún el conteo máximo, nm, tiende a subestimar el número
verdadero de animales, por lo cual se emplea a menudo una corrección propuesta
por Robson y Whitlock (1964):
N = nm + (nm − nm−1 )
(5.4)
83 donde nm-1 es la cifra que sigue a nm en orden de magnitud. Esta
aproximación es confiable solamente cuando el número de repeticiones es elevado
(Pollock y Kendall 1987). Si, por otra parte, el objetivo del conteo repetido
es estimar un índice, el resultado se expresa por la media, que es más exacta
porque engloba todos los conteos, en comparación con el estimador del tamaño poblacional
que depende casi exclusivamente de un solo valor. poblaciones naturales como unidades discretas,
una condición ideal que raras veces se cumple. En la investigación y manejo a
microescala estamos estimando la densidad poblacional en un parche arbitrario,
mientras que un plan a macroescala puede cubrir varias poblaciones. Es
pertinente, por lo tanto, delimitar claramente la unidad bajo
estudio,reconocerla como
una entidad arbitraria y reflexionar sobre las implicaciones teóricas y
prácticas de esta situación. La metodología basada en proporciones presenta dos
casos principales: la cifra conocida es una adición o extracción de individuos,
o una cantidad de animales marcados ex profeso.
5.3 ESTIMADORES BASADOS EN PROPORCIONES
Este conjunto de métodos de estimación del tamaño poblacional tiene en común
que 1) se conoce una o más cantidades absolutas de individuos n, y que 2) se
estima, directa o indirectamente, la fracción f que estas cantidades
constituyen de la población total, o sea, abarca casos donde ˆ N = n/f. El
énfasis en el tamaño poblacional implica
5.3.1 Extracción o adición conocida
Un manejo de fauna bien llevado produce estadísticas sobre el número de
animales cazados, que se prestan para
Figura 5.1. Regresión negativa entre la captura diaria y la captura acumulativa
de peces (kg) con red de arrastre de un préstamo. Fuente: Ramos et al. (1981).
84 estimar el tamaño de las poblaciones respectivas cuantificando los efectos
de una extracción o adición sobre la población. A. Extracción no selectiva. Se
extrae de una población la cantidad de C animales (C denota un cambio numérico
que puede ser positivo (adición) o negativo (extracción)). Inmediatamente antes
se estima la abundancia relativa por medio de un índice I1; seguidamente
después de la extracción se vuelve a estimar el índice, I2. El tamaño
poblacional antes y después del
cambio se calcula con la regla de tres:
IC ˆ N1 = 1 I 2 − I1el intervalo de confianza se abre mucho hacia los
extremos. Para el caso especial de dos
períodos consecutivos, la población inicial se puede estimar con la fórmula de
Zippin (1956):
ˆ N = C12 / (C1 - C2 )
(5.7)
donde C1 es el número de animales extraidos en la primera captura y C2 en la
segunda. De Lury (1947) y Ricker (1958) han desarrollado versiones más
elaboradas para cuantificar la relación entre capturas sucesivas y el tamaño
poblacional, ante todo en biología pesquera. Es obvio que la confiabilidad de
estos estimadores depende estrechamente del
cumplimiento de sus premisas, el cual resulta dudoso por varias razones. Por
ejemplo, el número de cazadores activos tiende a disminuir a medida que avanza
la temporada (Giles 1978, Márquez 1984). Asimismo, los animales acosados por la
caza pueden emigrar o volverse muy cautelosos. Hasta pudiera decirse que son
los mismos patos los que establecen el final de la temporada de caza. El método
de extracción secuencial se utiliza para estimar la densidad poblacional de
pequeños mamíferos mediante un trampeo extractivo o simulado con el marcado de
los animales capturados (Grodzinski et al. 1966, Hanson 1975, Guillotin 1982).
En el manejo de fauna, los modelos de extración son de escasa utilidad práctica
porque requieren una extracción C muy elevada y una información precisa sobre el
esfuerzo de caza (Van Hensbergen y White 1995). Hanson (1968) propuso un método
parecido a los de extracción basado en registros consecutivos de un sistema de
L parcelas de igual tamaño. En el primer registro se recorren todas lasparcelas
y se observan x1 animales en l1 parcelas; el segundo registro comprende
solamente las parcelas vacías en el primer ciclo (las l1 se consideran como
“capturadas”) y se cuentan x2 animales en l2 parcelas y así sucesivamente. Si
la población es cerrada y la probabilidad de detectar los animales es
constante, en el caso de dos conteos la población se calcula de la ecuación:
ˆ N = x1 (1 − ( x2 x1 ))1 / 2
(5.5)
I C ˆ N2 = 2 I 2 − I1
(5.6)
El método supone una población cerrada de tal forma que C es el único factor
responsable del cambio de la abundancia relativa. La validez del estimador depende también de la
confiabilidad de los índices. Es plausible, por ejemplo, que la detectabilidad
de los animales sea menor después de la temporada, que resultaría en un sesgo
en los índices directos. Sin embargo, con las precauciones del caso, esta simple fórmula puede ser útil
en el manejo experimental extractivo en áreas reducidas, donde la magnitud de
la caza se conoce con exactitud. B. Extracciones sucesivas no selectivas
(Método de Leslie). Las temporadas de caza abarcan a menudo varios fines de
semana consecutivos. Suponiendo 1) una población cerrada (excepto la cosecha
conocida), 2) un esfuerzo de caza constante durante los períodos sucesivos y 3)
que todo individuo tenga la misma probabilidad de ser abatido durante toda la
temporada, el número de animales recobrados debería disminuir en los períodos
consecutivos (Fig. 5.1). Esto permite calcular la regresión entre la caza
acumulativa (x) y la caza en períodos sucesivos (y) (Leslie y Davis 1939). El
valorabsoluto del coeficiente de regresión mide cuán susceptible es la
población a la extracción; la captura acumulativa en el punto donde la
regresión predice una caza sucesiva igual a cero es el estimador del tamaño de
la población inicial. ˆ Los límites de confianza de N suelen ser amplios porque
(5.8)
85 C. Extracción selectiva (Método de Kelker). La caza selectiva de machos
adultos de cérvidos es una práctica universal y puede suministrar criterios
para la estimación de la abundancia. Una extracción (o adición) selectiva de un
tipo de individuos, por ejemplo machos, cambia linealmente su proporción en la
población y permite estimar la población total (Kelker 1940, Petrides 1949,
Chapman 1955, Hanson 1963, Caughley 1977, Seber 1982). El método presupone una
población cerrada, compuesta de dos tipos de individuos x é y, identificables e
igualmente observables, y una extracción o adición conocida y diferencial, Cx
y/o Cy, que suman C individuos, y se opera de la siguiente forma: • Se examina
en el campo una muestra representativa de n individuos para estimar la
proporción decimal inicial de individuos tipo x , p1 = nx / n. • Se extrae (o
añade) un número C x y/o C y de individuos. • Después se vuelve a muestrear para
estimar la proporción de individuos tipo x, p2 . • Se aplica la ecuación de
Kelker (1940), con la notación de Caughley (1977), para despejar el valor del tamaño poblacional,
considerando que la extracción lleva un signo negativo.
C − p2 C ˆ N1 = x p 2 − p1
El modelo también es aplicable cuando los individuos tipo x é y sondos especies
coexistentes e igualmente observables (Chapman 1955, Caughley 1977):
p (C − p2 C ) ˆ N1 = 1 x p2 − p1
(5.11)
Un caso frecuente que facilita la estimación de abundancia es la coexistencia
de una especie silvestre x con una población de un animal doméstico y, cuyo
tamaño poblacional Ny es conocido. Si las dos especies son igualmente
observables y distribuidas en el área, una estimación simultánea de la
abundancia relativa de ambos, nx y ny, permite calcular la población silvestre
Nx por la regla de tres (Caughley 1977, Davis y Winstead 1980, Lord y Lord
1988). Esta técnica es rápida, pero su validez depende del
cumplimiento de las premisas, así como
de la confiabilidad de la relación nx/ny. En el manejo de poblaciones de
cérvidos en los Estados Unidos se utilizan versiones más elaboradas del modelo de Kelker,
adaptadas para poblaciones abiertas incorporando estimadores de productividad,
mortalidad y de estructura etaria, denominados en inglés change-in-rate (Hess
1985) y sex-age-kill (Creed et al. 1984). Los datos de entrada de estos modelos
son los registros de la relación crías/hembra, la mortalidad por cacería y
estimadores de la mortalidad natural, y la estructura de edad de los animales
abatidos. Por consiguiente, son modelos de dinámica poblacional por seguimiento
de cohortes que expresan el número de machos y hembras adultos por clases de
edad en diferentes instantes del
tiempo. Novak et al. (1991) aseveran que en hábitats forestales los métodos de
captura-esfuerzo o de cohortes pueden suministrar el estimador poblacional más
confiable paralos ungulados grandes. Para más
detalles sobre su aplicación en poblaciones de cérvidos, ver Roseberry y Woolf
(1991).
(5.9)
C − p1C ˆ N2 = x p2 − p1
(5.10)
ˆ Los números de individuos x é y son p1 N 1, (1 ˆ ˆ ˆ p1) N , p2 N 2 y (1 -
p2) N 2, respectivamente. Obsérvese ˆ que para un cambio no selectivo la
ecuación predice N = 0, por lo cual el modelo es útil solamente cuando Cx y Cy
sean muy contrastantes como
para ocasionar un cambio detectable de las proporciones antes-después (Van
Hensbergen y White 1995). Paulik y Robson (1969) ˆ desarrollaron ecuaciones
para calcular la varianza de N . Sin embargo, ésta tiende a resultar muy grande
debido al efecto acumulativo de los componentes de varianza por la estimación
de nx y ny en dos oportunidades (Hess, 1985).
5.3.2 Marcado y recaptura
A. Marcado y recaptura simple (estimador de Petersen o índice de Lincoln). Esta
técnica es muy utilizada en la investigación ecológica. Se captura una muestra
de n1 individuos de una población que son marcados y liberados. Seguidamente se
captura una segunda muestra de n2
86 individuos, de los cuales m individuos están marcados. Suponiendo que la
fracción de animales marcados y no marcados en la muestra n2 y en la población
N sea igual, ˆ se despeja el estimador N para el momento del marcado por la
regla de tres:
ˆ nn N= 1 2, m
Teóricamente, toda captura y marcado afecta a los animales tratados (premisas 3
y 5), pero con una técnica de captura y marcado lo menos traumática posible se
puede minimizar este efecto. Para el
loteinicial n1 se requiere un solo tipo de marca, lo cual simplifica el proceso
de marcado. La heterogeneidad de las probabilidades de captura (premisas 2 y 4)
suele ser el problema más serio. La capturabilidad depende del comportamiento
de cada animal y puede variar según el sexo, edad, época, experiencia previa e
individuo y de la técnica de muestreo como tipo de trampa, cebo, red u otros
implementos de captura y su ubicación en el campo. A veces se puede propiciar
una captura más pareja mediante un diseño aleatorio del esfuerzo muestral y la utilización
simultánea de más de un dispositivo de captura. Sin embargo, una capturabilidad
variable tiende a ser propiedad intrínseca de una población. Existen pruebas
estadísticas para detectar la heterogeneidad de respuestas a partir de
estadísticas de capturas múltiples (Caughley 1977, Otis et al. 1978, Seber 1982),
pero la eliminación de los sesgos asociados es siempre dificil. Lo más
importante es que la probabilidad de captura en el segundo muestreo sea igual
para los marcados y los no marcados, o sea que n1 y n2 sean dos muestras
independientes. Por consiguiente, se recomienda una técnica de recaptura
distinta, por ejemplo, visual o por biotelemetría, de animales capturados y
marcados previamente (Rice y Harder 1977, Pollock y Kendall 1987, Samuel et al.
1987, Minta y Mangle 1989). No obstante, Bartmann et al. (1986) y McCullough y
Hirth (1988) encontraron poco ajuste entre N real y la población calculada de
recapturas visuales de venados en áreas cercadas, a pesar de la alta proporción
de animales marcados. Laconfiabilidad del estimador de Petersen depende también
del error de muestreo, que es proporcional a n1, n 2 y N. Robson y Regier
(1964) graficaron las combinaciones de n1 y n2 para diversos valores de N y
niveles de exactitud. Por ejemplo, para estimar el tamaño de una población de N
= 100 con los límites de confianza ˆ ±25% de N con una probabilidad > 0,95,
para un n1 de 20 individuos se requiere un n2 de 75, y para un n1 de 60 un n2
de 32, lo cual da una idea de la magnitud del esfuerzo
(5.12)
o preferiblemente con la ecuación de Chapman (1951) (5.3), o la corregida de
Bailey (1951):
ˆ N = n1 (n2 + 1)/(m + 1),
(5.13)
cuya varianza puede calcularse de la ecuación:
ˆ n (n + 1) /( n2 − m) V = 1 2 2 (m + 1) (m + 2)
2
(5.14)
Para que este resultado sea un estimador válido de N, se deben cumplir varias premisas
(Seber 1982): • La población es cerrada, es decir N permanece constante entre
el marcado y la recaptura. • La probabilidad de captura de todos los individuos
en la primera captura es la misma. • El marcado no afecta la capturabilidad del animal.
• La segunda captura constituye una muestra aleatoria, es decir, cualquiera de
las posibles muestras n2 tiene la misma opción de ser tomada. • Las marcas no
se pierden y todos los individuos marcados en la segunda muestra son
identificados. El cumplimiento literal de estas premisas en el campo es muy
difícil, y su violación puede resultar en sesgos apreciables. No obstante, el
efecto de algunas fuentes de sesgo se puede minimizar mediante un diseño
muestral idóneo. Conviene realizar el muestreo cuando lanatalidad y la
dispersión sean mínimas (premisa 1); una mortalidad igual de animales marcados
y no marcados no afecta al estimador. Un intervalo muy corto entre el marcado y
la recaptura contribuye a satisfacer el requisito de una población cerrada.
87 necesario. Caughley (1977) presenta curvas de N para diversas combinaciones
de n1 y m para un error estándar del ±10 % del N, y recomienda como norma
práctica una combinación de n1 entre 100 y 200 y n2 entre 45 y 55 para
presuntos valores de N entre 100 y 1000 individuos. Este hecho abre la
posibilidad de marcar un lote inicial n1 y seguir luego capturando hasta lograr
un m que satisfaga la exactitud requerida, proceso que se conoce como muestreo inverso. El
seguimiento de animales marcados es una herramienta muy valiosa en el estudio
de varios eventos biológicos, incluyendo la dispersión, movilidad y área de
vivienda, crecimiento individual, estructura social, sobrevivencia y mortalidad
por caza, entre otros. Sin embargo, lo exigente de sus premisas y el volumen de
trabajo que implica la captura en sí y la obtención de un grado razonable de
exactitud limita grandemente su utilidad para la estimación del tamaño poblacional. El método de
Petersen ha sido empleado en América Latina por ejemplo para estimar la
abundancia de tortugas lacustres (Ramo 1982, Moll 1986). Este método es el
indicado solamente cuando ofrece la opción única para estimar la abundancia,
cuando su aplicación es particularmente fácil o cuando el estimador del tamaño es un
subproducto de un programa de marcado con unobjetivo distinto. El diseño del estudio debería proveer una seguridad razonable del cumplimiento de las
premisas (o corrección de las discrepancias) y un esfuerzo muestral suficiente.
Un muestreo de baja intensidad con sesgo desconocido genera un resultado
desconfiable. Tal como
alega Caughley (1977), si se sabe de antemano que las premisas no se pueden
satisfacer y/o que no están dadas las condiciones para un muestreo
satisfactorio, recurrir a este método es una pérdida de tiempo y dinero. B.
Marcado y recaptura múltiple. Esta familia de métodos se sustenta en varios
períodos de capura y marcado sucesivo de n1, n2, n3, ni individuos
(provistos de marcas distintas para cada lote o individuo), con m2, m3 mi
animales marcados recapturados en cada ciclo que resulta en M2, M3 Mi total
acumulativo de marcados. El método de Schnabel (1938), reestructurado por
Schumacher y Eschenmeyer (1943), es una reiteración del estimador de Petersen con premisas
similares y aplicable a poblaciones enteramente cerradas. Cabe señalar que
fueron diseñados originalmente para cuantificar poblaciones de peces lacustres.
El tamaño poblacional y su varianza se estiman con las siguientes ecuaciones:
2 ˆ N = ∑ ni M i
∑n M
i
i
(5.15)
ˆ V=
∑ (m
2
i
/ ni ) − (∑ M i mi ) 2 (∑ M i ni )
2
s −1
, (5.16)
donde s denota el número de muestras recapturadas. La recaptura múltiple
facilita el análisis de capturabilidad. Aplicando el presente modelo, una
regresión lineal con origen en cero entre los Mi y los mi/ ni indica
homogeneidad de captura. Hayne (1949b) yTanaka (1951) desarrollaron versiones
para casos de regresión curvilínea. El programa CAPTURE computa el tamaño de
poblaciones cerradas aplicando diversos métodos de remoción y marcado y
recaptura (Rexstad y Burnham 1991). C. Marcado y recaptura de poblaciones
abiertas. Es obvio que al prolongarse el período de muestreo, la premisa de N
constante es cada vez más irreal. Obviando esta premisa por una estimación
simultánea de la tasa de incremento (natalidad e inmigración) y la de
desaparición (mortalidad y emigración) se generan estimadores sucesivos de N.
El modelo de triple captura de Bailey (1951) es una versión sencilla de este
enfoque. Se capturan secuencialmente las muestras de n1, n2 y n3 individuos. Se
marcan los n1 y los m12 de éstos aparecen en n2, los no marcados en esta
muestra se señalan con una marca distinta, por lo cual el n3 aparecen los lotes
marcados, m13 y m23. La población inicial, la tasa de incremento I y la de desaparición
D se calculan como sigue:
M 2 (n1 + 1)m13 ˆ N1 = (m12 + 1)(m23 + 1)
(5.17)
m (n + 1) ˆ I 23 = 12 3 n2 (m13 + 1)
(5.18)
88
ˆ D12 = 1 − M 2 m13 M 1 ( m23 + 1)
(5.19)
que el muestreo debería realizarse en el tiempo más corto posible. Cualquier
plan de muestreo debe 1) ser representativo para la población que se pretende
cuantificar, 2) aproximar el parámetro verdadero con un sesgo mínimo, 3)
alcanzar el grado necesario de exactitud, y 4) ser eficiente y ajustarse a los
recursos disponibles. Por consiguiente, una vez establecida el área de la
población y el objetivo de latarea, es imperativo un diseño muestral que
establezca el número, tamaño y ubicación de las muestras a tomar, así como la
técnica de la colección y el procesamiento de datos. Aunque el diseño muestral
se discute aquí en función de la estimación de abundancia, los mismos
principios se aplican a cualquier muestreo, tales como encuestas y otros estudios
socioeconómicos. A. Ubicación espacial. Si la densidad poblacional fuera
perfectamente igual en toda el área a muestrear, bastaría contar los animales
en cualquier parche y generalizar el resultado para toda el área. Sin embargo,
la disposición espacial y abundancia de los animales varía de un lugar a otro,
por lo cual la obtención de un estimador confiable es más laborioso. El
propósito del
diseño espacial es que los resultados de las muestras extraidas de una parte de
la población se puedan generalizar para toda la unidad. En el caso de la fauna
silvestre conviene planificar el muestreo en mapas porque éste suele abarcar
grandes extensiones. El muestreo aleatorio presupone un arreglo espacial al
azar (varianza/media = 1) tanto de los objetos a muestrear como de las parcelas o puntos muestrales. En
este caso, cada individuo en la población tiene la misma probabilidad de ser
muestreado. Esta situación ideal, desde el punto de vista estadístico, es poco
frecuente, porque el arreglo espacial de la mayoría de los organismos suele ser
agregada. Empero, una distribución aleatoria de las muestras puede remediar
esta situación y es la más próxima a la óptima. Una forma de llevar a cabo el
muestreo es dividir el área enunidades muestrales de igual tamaño por medio de
una cuadrícula sobre el mapa del
área y enumerar las unidades directamente o por medio de un sistema de
coordenadas. Para establecer las muestras a
examinar
El método Jolly-Seber, derivado independientemente por dos autores (Jolly 1965,
Seber 1965) es muy utilizado en el seguimiento poblacional por marcado y
recaptura. Los datos se procesan usualmente con el paquete computacional JOLLY
o POPAN-2 (Arnason y Baniuk 1978). Sin embargo, por no poder satisfacer las
mismas probabilidades de captura para todos los individuos y ocasiones, varios
autores, por ejemplo Newson y Chitty (1962), Krebs (1966), Andrzejewski (1967)
utilizaron el método de calendario de capturas. Según esta técnica, el ˆ valor
de N en los períodos sucesivos de captura viene dado por la sumatoria de los
individuos vivos en la cuadrícula, capturados durante el período, o antes y
después del
mismo. Nichols y Pollock (1983) demostraron, sin embargo, que esta técnica es
aún más sesgada por la capturabilidad diferencial que la de Jolly-Seber, y
recomiendan el empleo de esta última. El marcado y recaptura múltiple es ante
todo una herramienta de investigación básica, especialmente en el seguimiento
de poblaciones de mamíferos pequeños. Su utilidad práctica en la estimación de
la abundancia de las poblaciones cinegéticas es limitada. La captura repetida
de cantidades apreciables de animales de mayor porte es casi imposible y muy
costosa. Incluso puede darse el caso de que capturas intensivas perturben tanto
a la población bajo estudio que los resultados no sepuedan generalizar a otras
poblaciones.
5.4 MUESTREO DE LA DENSIDAD POBLACIONAL
5.4.1. Nociones elementales de muestreo
La investigación de la densodependencia, capacidad de carga, el seguimiento de
las poblaciones amenazadas y la programación de cosechas sostenibles, entre
otras, requieren estimadores de la abundancia absoluta. El procedimiento más
frecuente, en estos casos, es estimar la densidad poblacional por muestreo; si
se requiere el tamaño poblacional, se multiplica la densidad por el área. Estos
métodos presuponen una población cerrada, por lo
89 se toman valores de las tablas de números aleatorios. Para
la ubicación aleatoria de transectos, se pueden tomar primero pares de números
aleatorios (x é y) para fijar los puntos de origen y luego valores adicionales
para la orientación de las líneas. A veces, en terrenos accidentados, es
necesario utilizar parcelas de diferentes tamaños. En este caso se toman puntos
aleatorios del área muestreando aquellas
parcelas donde caen
los puntos, por lo cual la probabilidad de una parcela de ser muestreada es
proporcional a su superficie. En este caso se calcula la densidad poblacional
global (sumatoria de individuos/sumatoria de área muestreada) y se aplica la
ecuación de Jolly (1969b) para calcular la varianza. Al asignar las parcelas a
muestrear de una población finita con números aleatorios puede suceder que la
misma parcela resulte seleccionada más de una vez. Para
este caso hay dos opciones: muestreo con reemplazo que implica un muestreo
repetitivo en la parcela correspondiente (oun solo muestreo, pero tomando en
cuenta el resultado más de una vez en los cálculos), o muestreo sin reemplazo,
o sea, ignorar la selección repetitiva de una misma parcela. Al implementar el
muestreo aleatorio en el campo hay que pasar la programación del
mapa al terreno, que se hace más laborioso a medida que aumenta el tamaño del área. Por lo tanto,
éste diseño se ha utilizado más a microescala para estimar la cantidad de nidos
de la tortuga Podocnemis expansa en los bancos de desove masivo (Ojasti 1971,
Paolillo 1982). Almeida et al. (1985) escogieron al azar los fundos a muestrear
y luego la ubicación de los transectos en los predios para estimar la densidad
poblacional de Nothura maculosa y Rhynchotus rufescens en el estado de Sao Paulo, Brasil. El
muestreo sistemático implica también la división del área en subunidades equivalentes
(muestras potenciales), pero solamente la primera muestra se ubica al azar; las
demás se ordenan a intervalos fijos k a partir de la primera (Cochran 1977).
Una cuadrícula de trampeo ofrece un ejemplo de este diseño. El muestreo
sistemático no satisface la premisa de aleatoriedad, pero facilita la
localización de las muestras en el campo. El tiempo invertido en el muestreo se
reparte entre la localización (búsqueda, traslado) y la revisión de las
muestras. El procedimiento que minimice la primera fase resulta más eficiente.
Esto es muy relevante en los conteos aéreos por el costo de las horas de vuelo,
por lo cual en esta labor se emplean generalmente franjas paralelas y
equidistantes (5.5.2). El muestreo sistemático rinderesultados válidos siempre
y cuando el intervalo k no coincida con un patrón similar en el terreno (o en
el tiempo; Rabinovich 1980). Para neutralizar tales tendencias y minimizar la
varianza conviene ubicar los transectos diagonalmente respecto a la
direccionalidad del terreno, tal como las cuencas
hidrográficas (Robinette et al. 1958). El diseño sistemático puede ser
preferible cuando el interés primario del
estudio reside en los patrones espaciales (Eberhardt 1978b). En la práctica son
frecuentes los diseños mixtos, tales como
parcelas aleatorias a lo largo de transectos equidistantes (Neff 1968). El
muestreo estratificado empieza con la división del área total en subunidades homogéneas
según el tipo de hábitats o variaciones de la densidad poblacional. Cada
subunidad se muestrea por separado, aleatoria o sistemáticamente. El estimador
de densidad de cada estrato se multiplica por su área y la sumatoria de
parciales es el estimador del
tamaño poblacional total. Este diseño tiene por finalidad disminuir la
varianza. Si un área heterogénea es muestreada sin estratificar, la varianza
abarca dos componentes, entre los estratos y dentro de cada estrato. En el
muestreo estratificado el primer componente de la varianza desaparece, porque
los límites de confianza de cada estrato se calculan de las varianzas dentro del estrato. El número
de muestras por estrato puede ser proporcional a su superficie o a la varianza
estimada de cada estrato; asignando un número mayor de muestras para los
estratos de alta densidad que generen más varianza, el error estándar resulta
menor y elestimador más exacto (Siniff y Skoog 1964, Rodríguez y Núñez 1987).
Además de incrementar la exactitud del
resultado en áreas heterogéneas, el muestreo estratificado cuantifica la
utilización de los hábitats y la distribución interna de los animales en el
área de estudio. En áreas constituidas por parches de diferentes ambientes,
muchos animales se restringen a un solo tipo de hábitat. Por consiguiente
conviene distinguir entre la
90 densidad cruda o global (N/área total) y la densidad ecológica o efectiva
(N/área del
hábitat efectivo) (Ojasti 1973, Eisenberg et al. 1979, Seijas 1986). De esta
manera, en un mosaico de bosques, cuerpos de agua y sabana, el área efectiva
para los primates es la superficie boscosa y para los caimanes los cuerpos de
agua. En estos casos el significado biológico de la densidad cruda es limitada.
Asimismo, cuando los animales cambian la utilización del hábitat según el ciclo estacional, la
densidad ecológica puede variar mucho en el tiempo aunque la densidad cruda
permanezca estable (Cordero y Ojasti 1981, Janson y Terborgh 1985). B. Forma y
tamaño de las muestras. Las dimensiones de las muestras dependen de los
objetivos del
estudio, de la abundancia, movilidad y detectabilidad de los objetos a
muestrear y de su arreglo espacial. Las muestras cuadradas simplifican el
diseño y se prestan bien a la cuantificación de objetos fijos, tales como
nidos, heces, animales muertos, alimento disponible, estructura y composición
florística del hábitat y se emplean también en el conteo aéreo. Las
parcelascirculares tienen menos perímetro por área, por lo cual minimizan el
sesgo de borde (por dudas de incluir o excluir objetos en el límite de la
parcela). Sin embargo, en la estimación de la densidad poblacional de animales
móviles y en alerta se emplean generalmente muestras largas y estrechas
llamadas transectos. Cuando el arreglo espacial de los objetos es aleatorio, la
razón varianza/media es igual a 1 para cualquier tamaño muestral, y las
dimensiones de las parcelas se deciden según la conveniencia práctica
(Rabinovich 1980). En cambio, en un arreglo agregado, las parcelas pequeñas resultan
en muchas muestras vacías y unas pocas con muchos registros. La distribución de
frecuencias de tales valores es asimétrica e incompatible con las estadísticas
paramétricas, a menos que se pueda normalizar la distribución de frecuencias
por una transformación. Aumentando el tamaño muestral hasta que cada parcela
abarque en promedio un grupo o agregado es posible adecuar la distribución de
frecuencias para poder calcular la media, la varianza, etc. De esta manera, el
tamaño de la parcela no cambia el arreglo espacial natural sino que produce un
muestreo menos sensitivo para su efecto. La tendencia general en la estimación
de la densidad poblacional de la fauna silvestre es emplear muestras grandes,
aproximadamente desde 1 ha hasta varios km2, con la finalidad de abarcar una
mayor área, captar más animales y acumular datos analizables. C. Número de
muestras. La cantidad de muestras a tomar tiene que ver ante todo con la
exactitud deseada, la varianza muestral y los costos. El costo pormuestra es
proporcional a su tamaño y aumenta más o menos linealmente con su número. La
exactitud, en cambio, se incrementa en función de la raíz cuadrada del número de muestras.
Implica dos componentes: la amplitud del
intervalo de confianza, expresada generalmente como
el porcentaje del
valor de la media, y su significado estadístico, o sea, la probabilidad de que
la media verdadera esté ubicada dentro de tal intervalo. Usualmente se emplea
el nivel de significación de P > 0,95, o sea que en 95 o más casos de 100,
el intervalo de confianza incluye al parámetro verdadero. La amplitud del
intervalo de confianza al P > 0,95 puede fijarse en ±50% de la media en los
levantamientos preliminares, ±25% en el manejo rutinario y ±10% en la
investigación (Robson y Regier 1964). Obsérvese que la amplitud del intervalo de
confianza determina la magnitud de los cambios que se puedan detectar. Si el
intervalo de confianza se fija, por ejemplo, en ±25% de la media no se puede
comprobar estadísticamente un aumento o disminución del 20% de una población de una fecha a
otra. El número de muestras necesarias n para un nivel determinado de exactitud
a partir de datos con una distribución normal, se puede calcular de la
siguiente ecuación (Remington y Schork 1970):
n= z 2s2 d2
(5.20)
El investigador debe escoger los valores de z (de las tablas respectivas, con
el nivel de significación que el trabajo exige) y de d, o sea, el ancho
permisible del intervalo de confianza (fracción de la media), y obtener un
estimador de s2 (varianza) por medio de un muestreo preliminar de lapoblación a
estudiar. Según la ecuación, n es directamente proporcional al nivel de
confianza y a la varianza e inversamente proporcional al ancho del
91 intervalo de confianza. Eberhardt (1978a) recomienda una fórmula práctica
para calcular n a nivel de P > 0,95 (z = 1,96):
aŽ›CaŽž n=aŽœ aŽŸ aŽuaŽ
2
,
(5.21)
donde C es el coeficiente de variación s x y u el ancho del
intervalo de confianza como
una fracción de la media, por ejemplo, u = 0,2 implica un intervalo de ± 20% de
la media. Si la disposición de los objetos es agregada y se ajusta a la
distribución binomial negativa, el número de muestras para la exactitud deseada
se calcula con la ecuación
n= t2 aŽ› 1 1 aŽž aŽœ + aŽŸ, p2 aŽ x k aŽ
estima el área de la cual proceden los registros según las respectivas
distancias observador-animal. Se emplea ante todo en levantamientos
ornitológicos (Ramsey y Scott, 1981, Roeder et al. 1987). En el caso más
sencillo se fija a priori la distancia radial r hasta la cual se detectan todos
los individuos. Al muestrear, se cuentan los animales en un radio igual o menor
que r y la suma se divide entre el área constante (= πr2). Para despejar
el valor de r de los datos de campo y para ajustar el tamaño de parcela circular
según el tipo de animal o del terreno, Reynolds et al. (1980) propusieron la
siguiente técnica: 1) se registran los individuos de la especie bajo estudio,
detectados en el área que rodea un punto y las respectivas distancias
observador-animal. Esto se repite en una serie de parcelas observando un tiempo
fijo en cada punto, lo suficiente paradetectar todos los individuos, pero sin
contar ninguno más de una vez; 2) las distancias de observación se ordenan por
bandas sucesivas, por ejemplo, de 0 a 10 m, de 10,1 a 20 m y así sucesivamente;
3) se calculan las superficies; y 4) la densidad poblacional en cada banda; 5)
estos datos se ordenan en un histograma que resume la variación de la densidad
por banda en función de la distancia y ayuda a estimar el radio efectivo de
detección. El método presupone que todos los individuos son detectados en las
bandas próximas al centro, hasta una distancia r, a partir de la cual una
fracción creciente de individuos pasan desapercibidos. La distancia r se mide
hasta el límite externo de la banda que precede la caída de la densidad
estimada en un 50% o más. La densidad poblacional se calcula dividiendo el
número de individuos ubicados en una distancia igual o menor a r desde el
centro entre el área del círculo de radio r. Si la densidad observada disminuye
suavemente con la distancia, el método no es aplicable. En tales casos se
pueden aplicar métodos basados en la función de detección (transectos de
puntos: Burnham et al. 1980, Roeder et al. 1987, Buckland et al. 1993) usando
el programa computacional DISTANCE (Laake et al. 1994).
(5.22)
donde t es el valor del t de Student de las tablas respectivas, con el nivel de
significación deseado, p el ancho del intervalo de confianza como una fracción
de la media x el estimador de la media y k el del exponente de la binomial
negativa; los dos deben estimarse por medio del muestreo preliminar. El manejo
de fauna puede y debeextenderse sobre todo al territorio. Para
aplicarlo con buen juicio, debe conocerse la abundancia de las poblaciones en
vastas extensiones, lo cual aconseja un diseño muestral cuidadoso.
Lamentablemente un diseño muestral apropiado es una excepción en la estimación
de abundancia de la fauna neotropical (Hofman et al. 1983, Almeida et al. 1985,
Rodríguez y Núñez 1987). En la gran mayoría de los casos, las localidades a
muestrear, así como la ubicación y el número de las unidades muestrales, se
escogen subjetivamente según las facilidades disponibles (estaciones
biológicas, acceso, picas y caminos existentes, tiempo y fondos, etc.), o en
atención a las necesidades de manejo (Ojasti y Medina Padilla 1972, Seijas
1986). En consecuencia, la mayoría de los datos disponibles son puntuales,
ignorándose la abundancia de las poblaciones a escala regional y nacional.
5.4.2 Parcelas circulares 5.4.3 Transectos de banda
Esta metodología se puede considerar como
una extensión de los índices auditivos (5.2.1, B): además de contar los
individuos detectados alrededor de un punto central, se Los transectos son
muestras largas y estrechas y pueden desglosarse en tres tipos:
unidimensionales, de banda y
92
Figura 5.2. Esquemas de A transecto de banda y B transecto de línea. En el
primer caso, se cuentan todos los objetos hasta una distancia fija de línea de
marcha. En el segundo, se cuentan los objetos avistados y se miden las
distancias entre la línea
y los objetos contados.
de línea. Los primeros interceptan objetos bidimensionalesen proporción a su
cobertura o abundancia y se prestan para cuantificar la densidad de vegetación
y objetos fijos en general (McIntyre 1953). Los transectos de banda (o de ancho
fijo) y los transectos de línea (o de ancho variable) pueden ser considerados como una extensión de un
trayecto para estimar un índice de abundancia relativo a la distancia. El
observador se desplaza a lo largo de una línea recta de longitud conocida, L, y
registra los animales presentes en ambos lados, pero en el caso de transecto
cuantifica al mismo tiempo el área que cubre el conteo. El ancho de un
transecto de banda, a, se establece a priori y se cuentan todos los animales
que estén dentro de la banda. En el transecto de línea, en cambio, se cuentan
todos los animales detectados, al mismo tiempo que se miden las distancias
entre cada animal y la línea base, a fin de poder calcular el ancho efectivo
del transecto y los estimadores asociados (Fig. 5.2). La densidad poblacional
se calcula dividiendo el número de animales, n, entre el área de la parcela o
sea:
n ˆ D= L2a
(5.23)
Los transectos de banda terrestres (método sendero-animal de Janson y Terborgh
1985, de histogramas truncados según Burnham et al. 1980) presuponen: Franjas
paralelas a ambos lados de la línea base -o el recorrido del observador- donde
todos los objetos son registrados, hasta una distancia umbral x donde la
detectabilidad decae bruscamente.
•
• Que la ubicación de los objetos al ser detectados sea fija y no se vea
afectada por el conteo; las aves que sobrevuelan la banda no seincluyen.
Que la inclusión o exclusión de los objetos es determinado por medidas exactas
desde la línea
base hasta el animal. Otras premisas postuladas por algunos autores, como la disposición
aleatoria de los objetos y la independencia
•
93 de cada observación no son esenciales, siempre y cuando la probabilidad de
escape sea igual para todos los individuos (Seber 1982). La esencia de esta
metodología radica en el ancho de la banda o sea la distancia perpendicular a
ambos lados de la línea hasta donde la detección de los objetos se considere
total. Esta depende, en algunas especies, de la actividad del animal, una
vocalización más o menos constante, audible hasta una cierta distancia o bien
de una reacción de escape cuando el observador se aproxima a una determinada
distancia. El escape aparatoso permite detectar animales normalmente
silenciosos y poco visibles, tales como
perdices en un pastizal o agutíes en un sotobosque denso. En ambos casos el
observador que se desplaza a lo largo de la línea puede considerarse como el
centro de un círculo con radio igual a la distancia de escape o de la captación
segura del sonido del animal (Eberhardt 1978b). El método se emplea también
para cuantificar objetos fijos (nidos, animales muertos, etc.). En este caso la
detección depende del observador, de lo
conspicuo del
objeto y de la visibilidad en el hábitat. Es razonable suponer que muy cerca de
la línea base se detectan más objetos que a mayor distancia hacia los lados,
por lo cual el ancho efectivo de la transecta involucra un compromiso entre la
exactitud yeficiencia: Una banda muy estrecha puede garantizar el registro de
todos los objetos, pero cubre poco terreno y rinde escasas observaciones; una
banda más ancha genera más datos, pero puede resultar en omisión parcial de los
objetos más distantes (Anderson y Pospahala 1970). De esta manera, la
asignación del
ancho de la banda puede ser más arbitraria que en el caso anterior, donde está
más definida por el comportamiento animal. Ocasionalmente el hábitat se
presenta en forma de bandas naturales, como
ríos o bosques de galería para los primates (Peres 1989). Esto facilita la
aplicación del
método, que en éste caso converge con el conteo total. Para
aplicar este método en un caso concreto se precisan estudios preliminares. Se
diseña un sistema de transectos, preferiblemente rectos y de la misma longitud,
dispuestos al azar y marcados y medidos en el campo. Si la detección depende
ante todo de la actividad de los animales, se programan los recorridos para las
horas de mayor actividad de los mismos. El observador se desplaza sobre la línea base de un extremo a otro sigilosa y lentamente
(1 a 1,5 km/hora al contar aves y mamíferos en bosques tropicales; Janson y
Terborgh 1985, Thiollay 1989a) a fin de detectar todos los animales objeto del trabajo por sus
sonidos, movimientos y visualmente, procurando perturbarlos lo menos posible.
Al detectar cada animal se cuantifica la distancia perpendicular línea-animal,
y se anota el número de animales en el grupo, y datos opcionales como la altura
o estrato de ubicación, modo de detección, hora del día y otros detalles que
pueden serútiles a la hora de estandarizar el conteo. Una vez concluidos los
registros de campo se ordenan las observaciones en unos 8 ó más intervalos
según las distancias línea-animal. La variación del número de animales detectados por
franjas consecutivas revelará la relación entre la distancia y la
detectabilidad. Si los datos demuestran una cantidad uniforme de registros
cerca de la línea, seguida de una brusca caída, están dadas las condiciones
para un muestreo de transectos de banda. En cambio, si el número de animales
disminuye gradualmente con la distancia, el método de transecto de ancho
variable puede ser la opción más indicada. Thiollay (1989a) definió la
distancia de detección efectiva dx como un intervalo contiguo a la línea base
que maximiza la densidad poblacional (relación n/x), mientras que Janson y
Terborgh (1985) definieron la distancia de detección al 100% como el número
total de animales contados/número de animales contados en aquellas franjas
próximas a la línea donde la detectablidad es completa, multiplicado por el
ancho de esta franja. Estas distancias varían según la especie; Thiollay
(1989a, 1989b) estimó 25 m para Crax alector, 40 m para Psophia crepitans, 100 m
para Ara chloroptera y entre 20 y 100 m para diferentes aves de rapiña
silvícolas. De esta manera se emplean anchos de banda diferentes, según la
especie, en un conteo simultáneo de varias especies. Además dx puede variar
según el hábitat o el área. La intensidad de caza puede aumentar la distancia
de escape, hasta el extremo de que el animal huya antes
94 que el observador logre detectarlo, por lo cual el método deja de ser
viable. Una vez estandarizado el transecto de banda para una especie y tipo de
hábitat, se la aplica registrando solamente el número de animales en cada
banda, midiendo las distancias línea-animal solamente si el animal observado se
encuentra cerca del perímetro, a fin de decidir si se le incluye o no. Esto
ahorra tiempo, especialmente cuando los objetos a contar son abundantes. Cada
transecto es, en esencia, una parcela, por lo cual se requiere un conjunto
representativo de tales parcelas para calcular la densidad promedio con sus
límites de confianza. Los transectos de banda se emplean ampliamente en la
evaluación cuantitativa de comunidades de aves (Emlen 1971, Järvinen y Väisänen
1975). En América Latina, esta técnica se ha aplicado con éxito para estimar
densidades poblacionales de aves silvícolas y primates (Janson y Terborgh 1985,
Johns 1986, Thiollay 1989a), agutíes y Potos (Cant 1977, Walker y Cant 1977),
tinámidos de pastizal (con ayuda de perros de levante) (Almeida et al. 1985),
nidos de Zenaida auriculata (Lord y Yunes 1986), etc. Asimismo, los conteos
nocturnos de venados en áreas abiertas encajan con el transecto de banda porque
el alcance efectivo del
faro piloto establece el ancho de la banda (Brokx 1972a, Correa 1978). De
hecho, esta es casi la única técnica directa para cuantificar la densidad de
las especies nocturnas. Los transectos de banda se emplean ampliamente porque
su ejecución es sencilla. Sin embargo, no están exentas de sesgos. 1) El ancho
de la banda essiempre una aproximación y está afectado por el criterio y la
capacidad de observación de la persona que lo establece. 2) La decisión de
incluir o no los individuos detectados cerca de los límites de la banda debería
estar apoyada por las medidas exactas de la distancia perpendicular. Sin
embargo, en la mayoría de los casos estas distancias se estiman visualmente, lo
cual agrega otro componente de error individual que se acentúa cuando se trata
de grupos. Janson y Terborgh (1985) recomiendan medir la distancia al centro del grupo. Aún así es
casi imposible determinar la distancia perpendicular línea-animal, por ejemplo,
para una tropa de monos en movimiento, diagonalmente respecto a la línea en el
ambiente tridimensional de una selva tropical. Cada investigador trata de
resolver estos casos con la mayor objetividad, pero cierto grado de imprecisión
es inevitable. 3) Puede ser difícil satisfacer el enunciado de que todos los
animales sobre la banda son detectados. Tal como
señala Emlen (1971), la detección depende de la distancia entre el observador y
el animal y del
comportamiento y aspecto propio de cada especie, que facilita o dificulta su
detección. En el método propuesto por los autores el sesgo por la distancia
(lateral distance conversion, en inglés) se corrige extrapolando la densidad
calculada de la banda de detectabilidad al 100% para todo el ancho de la
transecta. La detectabilidad específica (basal detectability adjustment) se
calcula dividiendo la densidad real (estimada por otros métodos) entre la
obtenida del
transecto. Esta técnica y otras parecidasfacilitan el registro de especies
raras en el levantamiento cuantitativo de comunidades de aves, pero según el
criterio de Burnham et al. (1980), este método no proporciona la densidad sino
un índice. Anderson y Pospahala (1970) propusieron una correción para bandas de
conteo de objetos fijos, donde la detección depende del observador. Una banda pre-establecida se
divide en franjas equidistantes y paralelas a la línea base, se registra el
número de objetos en cada franja y se calcula la regresión entre las distancias
de cada franja desde la línea
base, xi y el número de objetos detectados en las franjas equivalentes a ambos
lados, zi. Suponiendo que el rectángulo definido por el ancho de la banda y una
recta horizontal que pasa por el punto de intersección entre la regresión y el
eje de ordenadas representa la densidad real, el factor de corrección por la
omisión de individuos con la distancia se obtiene dividiendo el área de la
densidad real entre el área bajo la curva de regresión. Robinette et al. (1974)
hallaron este método muy confiable en ensayos de estimación de abundancia de
objetos fijos y móviles de densidad conocida.
95 4) La utilización frecuente de trochas algo curvilíneas como eje central de transectos puede resultar
en discrepancias, en comparación con trayectos perfectamente rectos. Transectos
a lo largo de carreteras, orillas y otros ecotonos pueden generar sesgos
apreciables (NRC 1981). Por otra parte, un diseño aleatorio puede ser
incompatible con un terreno accidentado, interceptado por ríos y otros
obstáculos naturales.Sin embargo, se debería hacer hincapié en que el muestreo
sea lo más representativo posible y proporcional a los tipos de hábitat. Un
muestreo estratificado según los tipos de hábitat, la visibilidad o período del año es una opción
recomendable en áreas heterogéneas (Caughley 1977, NRC 1981, Robinette et al.
1974). 5) Según Janson y Terborgh (1985), los transectos sobreestiman la
densidad poblacional de primates que forman grandes tropas de alta movilidad
(Saimiri spp.). Los mismos autores concluyen que la hora del día afecta poco la detectabilidad de
primates. Para muchas otras especies diurnas las horas tempranas de la mañana y
del atardecer
rinden conteos más completos.
5.4.4 Transectos de línea
Estimar la abundancia de transectos de banda puede ser relativamente sencillo y
confiable, pero a expensas de la información que se pierde al excluir los
objetos observados fuera de la banda. Esta es una desventaja apreciable cuando
la densidad poblacional es baja. El transecto de ancho variable se presta mejor
para cuantificar poblaciones esparcidas porque aprovecha todas las
observaciones. El principio general del
método es simple (ver ecuación 5.24). La longitud L la fija el investigador, n
es el resultado directo del
conteo y la única magnitud a estimar es el parámetro a. En un transecto de
banda, a es una distancia fija. En el caso de un transecto de línea, en cambio,
el ancho a se calcula sobre la marcha, a partir de las distancias de
observación, admitiendo explícitamente que la detectabilidad disminuye a medida
que aumenta la distancia entre el observador yanimal.
Figura 5.3. Diversas formas posibles de la función de detección g(x) que denota
la probabilidad de detectar un objeto a una distancia perpendicular x.
96
Figure 5.4. Cuantificación de la distancia radial (observador-animal), r, y
perpendicular (línea-animal), x, en el método de transecto de línea. O =
observador, A = animal, θ = ángulo entre la dirección de la línea y la de observador - animal.
La versión inicial de ésta técnica, conocida como
el método de King (Leopold 1933), calcula el ancho a simplemente como promedio de las
dictancias radiales de observación. Es un método popular por su sencillez
(Correa 1978, Vaughan y McCoy 1984 Silva y Strahl 1991, entre otros) y en
ocasiones resulta acertado o tiende a subestimar (Robinette 1974, Brockelman
1980, NRC 1981, Janson y Terborgh 1985). Sin embargo, gracias al gran avance
teórico-práctico en las décadas recientes disponemos ahora de métodos mas
confiables. La clave de las metodologías más avanzadas es la función de
detección g(x) que describe la disminución de la probabilidad de detectar los
objetos a contar a medida que aumenta la distancia de observación. Se supone una
detectabilidad total sobre la línea (g(0) = 1), seguida por una disminución
gradual hacia los lados hasta la distancia w, donde la probabilidad se reduce a
cero (g(w) = 0). La forma de la función varía según los datos de campo; puede
ser lineal, cóncava o convexa (Fig. 5.3) y permite estimar el valor de a. De
esta manera, la esencia
del método radica en elajuste de g(x), el cual ha propiciado múltiples
desarrollos matemáticos (Eberhardt 1968, 1978a, Gates et al. 1968, Burnham et
al. 1980, Seber 1982, Buckland et al. 1993, entre otros). Para obtener
estimadores válidos de transectos de línea se deben satisfacer varias premisas
(Burnham et al. 1980): Se detectan todos los objetos (considerados como puntos) sobre la
línea base. Los puntos tienen una posición fija y no
deben moverse antes de ser detectados (por causas relacionados con el conteo).
• •
•
Ningún punto es contado más de una vez.
• Las medidas de distancias y ángulos son exactas, sin errores de medición o de
redondeo. • Cada observación es un evento independiente (el incumplimiento no
afecta el valor de densidad pero aumenta su varianza).
97 Además se presupone una ubicación aleatoria de los transectos en el terreno.
En la práctica siempre se violan parcialmente algunas premisas, pero debe
hacerse lo posible para minimizar el sesgo. Un muestreo de campo cuidadoso es
prerrequisito para cualquier estimador de abundancia. En el presente caso la
recolección de datos debe ajustarse a las siguientes pautas: Una vez concluido
el diseño muestral, se miden y marcan en el campo las líneas a recorrer
mediante estacas u otras señales visibles a distancia. Los transectos han de
ser totalmente rectos; su longitud deberá ser tal que permita detectar como mínimo 30 objetos
(Burnham et al. 1980). El recorrido se realiza durante las horas de mayor
actividad o visibilidad de los objetos a contar, a pie, a caballo o desde un
vehículo en marcha lenta, siempre ycuando esto no interfiera con los objetos del conteo (premisa 2).
El observador avanza desde el punto inicial exactamente sobre la línea examinando el campo enfrente y hacia
los lados, tratando de detectar todos los objetos, con una atención particular
en los objetos sobre la misma línea (premisa 1). Al detectar un animal, el
observador se detiene, marca con una señal su ubicación sobre la línea (punto
O, Fig. 5.4), se fija bien en el sitio donde estaba el animal inicialmente
(punto A), mide la dirección observador-animal con una brújula de precisión
(para calcular luego el ángulo θ entre esta dirección y la de la línea),
la distancia radial r (observador-animal), marca el punto A con una señal y
mide la distancia perpendicular x (línea-animal). Las medidas se toman con una
cinta métrica, o, tratándose de distancias muy largas, con un telémetro o por
pares de pasos (con una calibración personal en metros) sin redondearlas
(premisa 3) y se anotan en planillas diseñadas para tal efecto; si se cuentan
simultáneamente varias poblaciones, deberá usarse una planilla distinta para
cada especie. Aunque todas las medidas no son necesarias para calcular el
estimador de densidad, conviene tomarlas para mayor seguridad y para poder usar
todas las opciones computacionales. Las distancias se aproximan a menudo
visualmente, lo cual acelera el trabajo, a expensas de errores personales de
magnitud desconocida, que afectan el estimador del área (denominador de la ecuación 3.23).
El animal suele alejarse al aparecer el observador, así que las medidas se
toman al punto donde se detectó elanimal inicialmente, según la apreciación
visual del
observador. Esto acarrea inevitablemente una imprecisión que ni las mediciones
exactas pueden compensar.
•
•
• Si los animales forman grupos compactos, se miden las distancias y el ángulo
al centro geométrico del grupo y se anota el
tamaño del grupo; los cálculos posteriores son
de densidad de grupos, ponderable para la densidad de individuos
multiplicándola por el tamaño promedio del
grupo (Gates et al. 1985, Johns 1986). Además suele existir un efecto
sinergético entre el tamaño del
grupo y su detectabilidad. Si los grupos son de pocos animales dispersos, es
preferible registrarlos individualmente. Antes del
conteo deberían decidirse los criterios de cuándo tratar la observación como un grupo.
• Se incluyen todos los animales observados con sus respectivas medidas
(θi, ri, xi), a menos que se haya convenido previamente una distancia
máxima de inclusión (transecto truncado), compatible con el modelo de
procesamiento.
•
•
• Durante el conteo se pueden anotar datos adicionales: sexo, edad, actividad,
altura o estrato de ubicación, forma de detección de los individuos, hora de
observación, etc.). No obstante, el registro de estos datos quita tiempo y
distrae la atención del
conteo, por lo cual hay que decidir de antemano cuáles datos adicionales se
registran y por qué.
La confiabilidad de los registros depende también del
terreno y del
comportamiento de los animales. Por ejemplo, en la estimación cuantitativa de
la población del venado cola blanca en los
Llanos de Venezuela (parte del
curso demanejo de fauna de la Universidad Central de Venezuela), el relieve y
el tipo de vegetación (pastizal bajo o alto) distorsionó la detección en
función de la distancia. Los venados solían apartarse hacia los lados, pero
algunos aparecieron nuevamente en la línea, y a veces los animales
98 se movieron delante del observador en la misma dirección, afectando la
ubicación de otros individuos en la zona de conteo. El procesamiento de datos
implica cálculos diversos para despejar el estimador de densidad y su varianza.
Para tal efecto se disponen de muchos métodos
matemáticos (Eberhardt 1978a, Burnham et al. 1980, Buchland et al. 1993).
Algunos métodos son paramétricos, aplicables solamente si los datos se ajustan
a una distribución teórica. Otros son no paramétricos, robustos y aplicables
para variados conjuntos de datos, pero su eficiencia estadística es menor
(varianza proporcionalmente mayor) (Seber 1982). Aquí se presentan solamente
algunos métodos de uso más frecuente. A. Distancias radiales. En el conteo de
objetos móviles (animales), la distancia radial es la medida más obvia, y a
menudo la única posible al animal en su posición inicial. Los estimadores
basados en esta distancia se aplican usualmente cuando es el animal el que
detecta al observador y responde con una llamativa reacción de escape. La
fórmula de King, ya mencionada, estima la densidad a partir del promedio de las distancias radiales. Un
método más avanzado para el procesamiento de distancias radiales es el de Hayne
(1949a), aplicable cuando la distancia deescape es fija: el animal se considera
como centro de un círculo de radio r tal que cada vez que el observador penetra
el círculo, el animal huye y es detectado, y el ángulo promedio de los rumbos
observador-animal respecto a la línea base es 32,7o; si resulta
estadísticamente diferente, el método original de Hayne no debería usarse. De
hecho, el método sobreestima (Janson y Terborgh 1985, Robinette et al. 1974)
cuando el ángulo es mayor (Burnham et al. 1980). El estimador de la densidad y
su varianza se calculan con las ecuaciones:
1 aŽ› aŽž aŽœ ∑ r − rh aŽŸ var .n aŽŸ, ˆ V = D2 aŽœ 2 + 2 i aŽœ n
rh n(n − 1) aŽŸ aŽœ aŽŸ aŽ aŽ
(5.25)
donde L es la longitud de la línea, n es la sumatoria de los objetos
observados, var.n la varianza de n (suponiendo la distribución de Poisson,
igual a n), ri las distancias radiales y rh la media de los recíprocos de ri.
Burnham (1979) desarrolló una versión más robusta, inspirada en la premisa de
que el área de reacción del animal no es circular sino elíptica, con el eje
paralelo a la línea b y el eje perpendicular a. La densidad se estima con la
ecuación 5.24 multiplicando su producto por c = b/ a. Burnham y Anderson (1976)
propusieron una versión modificada del método de Hayne que debería estar libre
de sesgo cuando el ángulo varía entre 32,7o y 45o, y funcionar también cuando
la detección depende del observador. Su ecuación es:
n aŽ› 2 1 1aŽž ˆ aŽœ( ) ∑ aŽŸ D= aŽœ π n r aŽŸ 2L aŽ i aŽ
(5.26)
B. Distancias perpendiculares. La estimación de densidad a partir de medidas
perpendiculares se considera más confiable y menos condicionada por
premisasdifíciles de cumplir. Así mismo, los datos registrados en el campo como distancias radiales
y ángulos se pueden calcular en distancias perpendiculares (x = r sen θ).
La fórmula más sencilla para calcular la densidad de ˆ las medidas
perpendiculares es D = n/L x , referida a menudo erróneamente como la fórmula de King. La ecuación es la
indicada cuando g(x) decrece exponencialmente con la distancia (Eberhardt
1968). Caughley (1977) recomienda como prueba
previa el ajuste de regresión entre la distancia (centros de clase x1,
x2,xn) y los logaritmos del
número de individuos por clase z1, z2,zn. Si la relación es aproximadamente
lineal, la ecuación arroja estimadores satisfactorios. Entre los numerosos
métodos más elaborados se destaca el de Eberhardt (1968) por su versatilidad.
Postula que la probabilidad de detectar un objeto de una distancia Px es:
n aŽ›1 1aŽž ˆ aŽœ ∑ aŽŸ D= aŽœn 2L aŽ ri aŽŸ aŽ
(5.24)
99
aŽ›xaŽž Px = aŽœ aŽŸ , aŽ waŽ
k
(5.27)
donde x es la distancia perpendicular, w el estimador de la distancia donde la
curva de detección intercepta el eje de las x (P(w) = 0), k un exponente que
determina la forma de curva (si la disminución de la detectabilidad es lineal k
= 1, cuando es convexa, k > 1 y cuando es cóncava k < 1). Para aplicar éste método, se ordenan los datos en clases
de distancia, con centros de clase, xi, y con números de individuos por clase,
z1, z2,zn. Se supone que en la primera clase de distancia x1 se detectan
todos los individuos, por lo cual z1 es igual o mayor que cualquier otro z. El
estimador empírico de Px =zi/z1. Los valores de k y w se despejan de la
regresión:
log(1 − Px ) = k log x − k log w ,
donde n y L son los mismos de la ecuación 3.23. La expresion f(0) es el valor
de la función probabilística de densidad sobre la línea central. La función
f(x) posee la misma forma que g(x), pero su valor es g(x)/a, por lo cual f(0) =
1/a. El modelo de mayor uso y acceptación en la actualidad está basado en las
Series de Fourier, que es robusto, versátil y matemáticamente sólido. Implica
cálculos complicados que se realizan usualmente mediante programas
computacionales nombrados arriba y es presentado aquí a manera de introducción
según Burnham et al. (op. cit.). Las series de expansión generan soluciones
matemáticas exactas con un número infinito de términos, pero recortando el
número de los mismos, por medio de una regla objetiva, se obtienen
aproximaciones de aplicación práctica. La ecuación básica (5.30) es equivalente
al 5. 25 porque f(0) = 1/a, y el valor de f(0) se calcula de la ecuación 5. 31:
1 m
f (0)
= ∑ a k , w k =1
(5. 28)
y la densidad se estima de la ecuación:
ˆ D= n(k + 1) 2 , 4 Lx k ( K + 2)
(5.29)
(5.31)
donde n es el número total de individuos y x la media de las distancias de
observación. Burnham et al. (1980) acotan como
desventajas del
método, el cálculo de w de los datos y que su varianza es indefinida. Para obtener la varianza de un estimador de densidad, se
deben recorrer y procesar varios transectos y calcular su media y varianza. El
procedimiento más indicado para calcular la densidad poblacional a partir de
distanciasperpendiculares consiste en ajustarlos a varias curvas teóricas de la
función de detección g(x) y comprobar en cada caso el grado de ajuste entre los
datos y la curva por medio de χ2 ó prueba similar, a fin de escoger el
modelo más indicado. Esto se realiza usualmente por medio de programas
computacionales (TRANSECT: Laake et al. 1979, Burnham et al. 1980 ó DISTANCE:
Laake et al. 1994) que calculan la densidad como:
ˆ nf (0) , D= 2L
donde w es la distancia máxima de observación (fijada previamente como límite
para excluir las distancias extremas) y los ak son los términos de expansión de
la forma:
ˆ ak =
2 aŽ› kπxi aŽž )aŽŸ , aŽœ ∑ cos( nw aŽ w aŽ
(5.32)
donde k es 1, 2, 3,. y xi cada una de las distancias de observación. Para
obtener los valores consecutivos de ak se tabulan los xi, se calculan los cos
(kπxi/w) y las sumatorias se multiplican por 2/nw. El número de términos a
incluir, m, se fija con la siguiente regla de recorte:
1aŽ› 2 aŽž aŽœ aŽŸ w aŽ n + 1aŽ
1/ 2
ˆ ≥ a m +1
(5.33)
(5.30)
El cálculo de la varianza del estimador es complicado (ver Burnham et al. 1980)
y se realiza usualmente por medio de programas computacionales.
100 El método se ha empleado en América Latina en conteos de primates amazónicos
(Johns 1986, Peres 1990), otros mamíferos silvícolas (Bodmer et al. 1997,
Martins 1992) y del
venado cola blanca (Mandujano y Gallina 1993) y funciona bien para poblaciones
abundantes. Los registros de especies poco comunes no rinden datos suficientes
y son procesados a menudo con el método de Emlen (1971). Sinembargo, transectos
con menos de siete registros no dan resultados confiables, independientemente
de la fórmula de procesamiento (Burnham el al. 1980). Las estimaciones de
densidad asentadas en transectos terrestres juegan un papel destacado en el
manejo de la fauna neotropical, cuya riqueza principal estriba en las especies
silvícolas. Sin embargo, la obtención de estimadores confiables requiere un
gran esfuerzo muestral bien diseñado, personal especializado y motivado y un
procesamiento de rigor. de grandes ungulados en paisajes abiertos y de
concentraciones de avifauna acuática. Una parte sustancial de las experiencias
con esta técnica proviene de sabanas africanas y está resumida por Norton-Griffiths
(1978) en un manual práctico y recomendable como lectura en esta materia.
5.5.1 Conteos aéreos totales
La premisa básica de los conteos totales es que el área se recorre en su
totalidad y se detectan y cuentan todos los individuos (Norton-Griffiths 1978).
El conteo total es costoso y poco práctico en áreas grandes, pero procedente
cuando los animales están concentrados en áreas pequeñas y/o predecibles. Por
ejemplo, Lentino (en Goodwin y Rodner 1987) realizó conteos de flamencos
(Phoenicopterus ruber) sobrevolando lagunas costeras a lo largo del litoral venezolano
del Caribe, contando aves y fotografiando las grandes concentraciones para un
registro posterior. Los resultados demostraron grandes variaciones en el tiempo
en cada localidad, pero el número total en el litoral venezolano y en Bonaire resultó relativamente constante. Técnicas
similares se emplean enel seguimiento rutinario de los lobos marinos
(Arctocephalus australis) en las costas del Uruguay
(Vaz-Ferreira y Ponce de León 1987). Otra aplicación provechosa es la
localización y cuantificación de grandes animales acuáticos, como los manaties
(Bengtson y Magor 1979) y crocodílidos (Ramo y Busto 1986) o sus nidos (Mourao
y Campos 1995) sobrevolando lagunas costeras y ríos. Ramo y Busto (1984) realizaron
un levantamiento aéreo de las colonias de nidificación del
corocoro rojo (Eudocimus ruber) a lo largo de la línea costera Venezolana del Caribe y en
los Llanos bajos, volando a una altura de 300 m a 180 km/hora. Al detectar una
colonia, bajaron la altura y tomaron fotografías para el conteo posterior de
individuos. Yamashita y Valle (1990) reportan conteos similares de garceros del Pantanal de Poconé,
Brasil. Los conteos documentados por estos ejemplos implican más un buen
conocimiento local y del
animal que una metodología refinada. Es obvio, sin embargo, que los sesgos por
la altura y velocidad del
vuelo afectan de una manera similar los conteos totales y muestrales (Caughley
1974).
5.5 CONTEOS AÉREOS
Bajo este título se resumen diversas técnicas de estimación de abundancia
visualizando los animales desde una avioneta o helicóptero. La gran ventaja de
estas técnicas es la eficiencia, en términos de área cubierta por unidad de
tiempo. Los conteos aéreos aportan además información sobre la utilización de
hábitats, patrones de dispersión, etc. Son viables y recomendables cuando:
• •
Los objetos a contar son grandes y conspicuos.
El hábitat es abierto opresenta una cobertura leñosa tan rala que la mayoría de
los animales se ven desde arriba.
• El área es tan grande y/o la población tan importante que se justifica el
esfuerzo y los gastos.
Se dispone de la logística pertinente: avioneta, documentación cartográfica,
personal entrenado, etc. En conformidad con éstos lineamientos, el conteo aéreo
se presta mejor para la cuantificación de poblaciones
•
101
5.5.2 Muestreo aéreo
A. Programación El objetivo del muestreo aéreo es usualmente estimar el tamaño
poblacional de una especie en un área extensa. En consecuencia, suele ser una
campaña grande y costosa que involucra trabajo de equipo y requiere un
cuidadoso diseño, coordinación y decisiones entre varias alternativas. Tiempo.
A menos que los objetivos impongan un período fijo de muestreo, hay que
reflexionar sobre la época y las horas del día cuando los animales sean más
visibles y contrastantes de su hábitat y las condiciones atmosféricas más
favorables para los vuelos, y tomar las decisiones correspondientes. Global o
estratificado. Conviene razonar si es más expedito muestrear el área como un
todo o subdividirla en estratos. Caughley (1977), Jolly (1969a) y Siniff y
Skoog (1964) recomiendan estratificar, pero a veces la heterogeneidad espacial
es de grano más fino que la capacidad de resolución de un conteo aéreo. Tipo de
unidades muestrales. Se escogen entre tres opciones:
equidistantes y paralelas entre sí y suelen ordenarse en una posición
transversal respecto al eje longitudinal del área (Norton-Griffiths 1978).Son
equivalentes a los transectos de banda terrestres; los de línea no se aplican
en el conteo aéreo por las dificultades de medir distancias. Cada banda es
sobrevolada una vez y el observador debe avistar y contar los animales
rápidamente, a medida que los va pasando. El método no es aplicable en terrenos
accidentados. Una ejecución simple, alta eficiencia de tiempo de vuelo y una
varianza menor (cuando los animales forman grandes agregaciones) son sus
ventajas principales en comparación con cuadrados y bloques. Número y tamaño de
unidades muestrales. El tamaño de las unidades muestrales varía desde pocos
hasta cientos de km2 según las circunstancias de cada campaña. El número de
muestras es por lo general un compromiso entre la exactitud deseada y los
fondos disponibles. La fracción del área total cubierta por el muestreo (tamaño
× número de unidades/área total) tampoco tiene una regla fija, pero en muchos
casos se sitúa entre 0,1 y 0,5. La intensidad del muestreo puede variar según
el estrato (ver 5.4.1.). Diseño espacial. Una vez dividido el mapa del área en
muestras potenciales se asignan las unidades a sobrevolar. El muestreo
aleatorio es preferible pero el sistemático puede ser más procedente, en
algunos casos, para evitar que el conteo de una muestra interfiera con otras,
para documentar el patrón espacial de la población y economizar el tiempo de
vuelo. A veces el mejor resultado se obtiene con un diseño combinado. Por
ejemplo, en un conteo de caribúes en un área de 57.000 km2 en el norte de
Canadá, Siniff y Skoog (1964) excluyeron las áreas de muy bajadensidad,
efectuaron un conteo total de las grandes concentraciones y aplicaron un
muestreo estratificado por cuadrados de 4 × 4 millas asignados aleatoriamente,
con una intensidad proporcional a la densidad poblacional. B. Logística
operacional. El conteo aéreo requiere una o más avionetas con sus respectivos
pilotos expertos y motivados. Ellos deberían participar también en la
planificación del muestreo. Norton-Griffiths (1978) sugiere como una
tripulación ideal un piloto quien controla la
• Cuadrados. El tamaño igual de las unidades muestrales facilita el diseño y
procesamiento. Asimismo se puede sobrevolar repetidamente el cuadrado para
registrarlo bien. Sin embargo, se gasta mucho tiempo al volar de una muestra a
otra y los cuadrados son difíciles de localizar en el campo (deben medirse
previamente y marcar las esquinas con señales bien visibles). El conteo es
afectado también por un gran error de borde. • Bloques. Son unidades de forma y
tamaño variable, limitadas por cursos de agua, crestas de montaña, caminos y
otros elementos visibles tanto en el material cartográfico como en el terreno,
lo cual constituye una ventaja importante. Son las unidades recomendables
cuando el relieve es accidentado. Conviene que sean de tamaño relativamente
uniforme y no excesivamente grandes. • Bandas. Son unidades largas y estrechas,
del mismo ancho, pero pueden variar en longitud, usualmente
102
Figura 5.5. A: Esquema general de la técnica para el establecer el ancho de la
franja en el conteo aéreo y B tal como lo visualiza elobservador desde la
cabina. Redibujado de Mauro (1993).
dirección, altura y velocidad y toda la parte técnica del vuelo, un auxiliar de
navegación a cargo de registros del altímetro de radar, del tiempo, las condiciones
del hábitat y otra información pertinente, y dos observadores en los asientos
traseros que cuentan los animales. Se requieren avionetas livianas, de fácil
maniobra, capaces de un vuelo sostenido a bajas velocidades (entre 120 y 160
km/hora, aprox.) a una altura constante sobre el terreno. Se precisan también
una o más bases de operación con una pista de aterrizaje, suministro de
combustible, etc. C. Conteo por bandas. El conteo sistemático por bandas es la
técnica principal del muestreo aéreo y se aplica siempre cuando el terreno es
plano. La tripulación básica es un piloto y dos observadores, quienes registran
sendas bandas a cada lado de la avioneta. Si dos observadores independientes
cuentan la misma banda simultáneamente se pueden corregir los resultados
incompletos aplicando la ecuación 5.2 (Mauro 1993). Las bandas programadas
son sobrevoladas en la dirección establecida orientándose con la brújula o
puntos de referencia del terreno y a una velocidad y altura constantes. Se han
empleado muchas combinaciones de velocidad, altura y ancho de la banda (Jolly
1969, Caughley et al. 1976, Morrison 1985, Mauro 1993). Caughley (1977)
recomienda como norma general una altura de 75 m sobre el terreno, una banda de
100 m de ancho a cada lado y 2 a 3 km entre las bandas en un muestreo
sistemático. Para establecer el ancho de labanda a una determinada altura de
vuelo, se instalan dos señales en el soporte del ala del avión de tal forma que
la proyección de las líneas que pasan por el ojo del observador y las dos
señales definen en el campo los límites de la banda (Fig. 5.5). Los
observadores revisan la banda y registran los animales avistados en una libreta
o grabador. Caughley (1977) aconseja revisar la banda por segmentos de 2 min con
una pausa de 7 seg entre los segmentos (que se
103 descuenta de la longitud de banda) para descansar la vista y anotar las
observaciones. Se toman fotografías para un conteo posterior cuando los
animales forman grandes agregaciones. Empero, animales individuales se detectan
mejor visualmente que de fotografías, por su movimiento y porque son vistos
desde varios ángulos al pasar la avioneta. Al completar una banda se recorre la
siguiente en la dirección opuesta y así en adelante hasta completar el plan. El
estimador de densidad para el área (media y varianza) se calculan de los
resultados de cada banda, ponderados por su longitud. D. Sesgos. La contraparte
de la alta eficiencia de los conteos aéreos es un persistente sesgo por
subestimación. La fracción de los individuos avistados de la población real es
variable, entre 0,29 y 0,89 en la Tabla 1 de Caughley (1974). Mourao et al.
(1994) lograron conteos más completos de caimanes, capibaras y vacunos en las
horas de la tarde, en comparación con la mañana. El grado de subestimación
tiende a incrementarse con el ancho de la banda, la altura y velocidad del
vuelo, cobertura, abundancia de animales, y varíatambién según el observador.
Una velocidad y altura bajas y una banda estrecha deberían aminorar el sesgo (a
expensas de una menor eficiencia del tiempo de vuelo), pero el sesgo persiste
aún bajo condiciones óptimas. Ante esta situación se plantean las alternativas
de: Considerar el resultado como un índice relativo de tendencias poblacionales
y estandarizar la metodología para que el sesgo sea lo más constante posible, a
fin de lograr registros comparables. donde y es el estimador de densidad del
conteo aéreo, a el estimador de la densidad real, x1 el ancho de la franja, x2
la altura, x3 la velocidad de vuelo y b1, b2 y b3 los coeficientes de regresión
respectivos, todos negativos. Una vez establecido el factor de corrección, se
lo aplica a los resultados de los conteos posteriores, realizados bajo las
mismas condiciones. Parecen existir pocas experiencias del muestro aéreo en
América Latina. Venado cola blanca (Correa 1978); vicuña (Norton-Griffiths y
Torres 1980); ciervo de pantano (Schaller y Vasconcelos 1978a, Mauro 1993);
patos silbadores (Sanz y Parra 1994), cocodrilo del Orinoco (Ramo y Busto 1986)
y conteos simultáneos de caimanes, sus nidos, capibaras y ciervos (Mourao y
Campos 1995). El aporte de esta metodología en el Neotrópico es menor que en
Africa, por la escasez de grandes mamíferos de sabanas. Sin embargo, es una
herramienta potencialmente importante en el levantamiento cuantitativo de
poblaciones de cérvidos, camélidos, capibaras, crocodílidos y de algunas aves a
gran escala. Es probable que aspectos de órden económico hayan limitado su
aplicaciónen nuestro medio.
5.6 CENSOS O CONTEOS TOTALES
El censo puede definirse como 1) una enumeración completa de los miembros de
una población en un área y momento definidos o, bajo circunstancias especiales,
2) el conteo total de los individuos que cruzan una línea en el espacio en un
lapso de tiempo (Overton 1971). En la práctica, el censo de una población
natural procede a menudo como un plan de muestreo, pero donde se examinan todas
las unidades muestrales; el tamaño poblacional es la sumatoria del número de
individuos en todas las unidades. Este resultado está exento de errores de
muestreo y expresa el tamaño real de una población. Sin embargo, los sesgos por
omisión o conteo doble suelen afectar tanto a los censos como a los muestreos.
La confiabilidad de un censo se puede poner a prueba repitiéndolo varias veces,
pero por lo general esto no es factible. Censos repetidos consumen mucho tiempo
así que al final se estaría censando una población diferente de la inicial;
además, los censos recurrentes pueden perturbar a la población. Realizar un
buen censo es
•
• Cuantificar el sesgo y ponderar los resultados del conteo aéreo con un factor
de corrección. Las opciones para hacerlo incluyen la calibración con un conteo
terrestre más representativo, la aplicación de la teoría marcado-recaptura (ver
5.2.3) o tratar de cuantificar las diferentes fuentes de sesgo. Caughley (1974)
y Caughley et al. (1976) sugieren experimentos con diferentes combinaciones de
altura y velocidad de vuelo, ancho de franja, hora del día para calcular la
población real de una regresiónmúltiple de la forma:
y = a + b1 x1 + b2 x2 + b3 x3 ,
(5.34)
104 laborioso y costoso, por lo cual el método se aplica principalmente a
pequeña escala y/o cuando la biología de la especie lo facilita. del conteo.
Además se precisa un mapa del predio a escala indicando los cuerpos de agua
presentes en la época seca. El funcionario a cargo del conteo y el baquiano
recorren todos los cuerpos de agua en las horas óptimas para la observación y
cuentan los animales avistados en cada sitio. La sumatoria de conteos en todos
los sectores da el gran total. Las fuentes de sesgo en el conteo de capibaras
son la subestimación por visibilidad limitada por la vegetación leñosa, la hora
del día y, en menor grado, la presencia de grupos compactos que permite
distinguir bien solamente los animales al lado del observador. Ambos sesgos se
pueden mitigar en parte contando los animales al atardecer (de 4 a 6.30 p. m.)
cuando están pastando en áreas abiertas en una formación dispersa. En sabanas abiertas
se logran conteos bastante completos a cualquier hora. Los bosques riberinos se
pueden recorrer a pie para localizar animales en descanso. Según la experiencia
de varios años, esta técnica es viable y eficiente para poblaciones de densidad
alta o moderada en hábitats de sabana. En el conteo de caimanes, Seijas (1986)
señala sesgos reales o potenciales según el mes (avance de la época seca), hora
del día (ritmo de asoleamiento), extensión y cobertura vegetal de los cuerpos
de agua y la inaccesibilidad de algunos hábitats. En particular, elconteo
nocturno arroja cifras mayores en promedio que los registros diurnos en los
mismos lugares. Por consiguiente, los conteos diurnos (necesarios para
cuantificar la estructura poblacional por tamaño y para mayor eficiencia del
tiempo) subestiman la población y deben ponderarse por un factor de corrección.
De una manera similar se cuentan las colonias de lobos marinos por especie y
sexo a lo largo del litoral peruano (Tovar Serpa 1979). C. Conteo por bloques.
El seguimiento de las poblaciones de vicuñas en el altiplano andino,
documentado por Rodríguez y Torres (1981), Cajal (1983), Hofmann et al. (1983),
representa un esfuerzo ejemplar en el ámbito latinoamericano. El método
preferido es un censo en grandes extensiones (usualmente áreas protegidas),
subdivididas en bloques o lugares de censo mediante un levantamiento
cartográfico previo. Los bloques están
5.6.1 Conteo total en un área
El censo de una población está circunscrito normalmente a un área definida y
puede realizarse de diversas maneras. A. Barrido o arreo. Se aplican en áreas
pequeñas y cercadas a prueba de animales silvestres cuando se dispone de
personal temporal de bajo costo. En barrido, los participantes atraviesan el
área de un extremo a otro, en cadena, manteniendo los intervalos entre los
observadores tan cortos que los animales objeto del conteo no puedan atravesar
la cadena sin ser detectados. Cada observador cuenta los animales que pasan,
por ejemplo, entre él y el observador a su derecha. Puede abarcar, además del
número total, la estructura poblacional por sexo, tamaño o edad. El arreo esuna
operación parecida. Una cadena de personas levantan los animales, y
observadores fijos, apostados en sitios estratégicos, los cuentan. Es obvio que
una operación de esta magnitud perturba a la población censada. La caza
colectiva de vicuñas y otra fauna altoandina en la época incaica era parecido a
un arreo gigantesco con una extracción selectiva de los animales (Garcilazo de
la Vega 1617). B. Conteo en hábitat específico. La concentración de la
población en un hábitat específico, que constituye una pequeña fracción del
área total, facilita el conteo de poblaciones de capibaras y caimanes a fin de
calcular las cuotas anuales de cosecha sostenible en Venezuela (Ojasti 1973,
1991, Seijas 1986, González Fernández y Quero de Peña 1995, Thorbjarnarson y
Velasco 1998). Las unidades de manejo son fundos pecuarios, desde algunos
cientos hasta unas 100.000 ha de extensión. Ambas especies son relativamente
sedentarias y muy asociadas a los cuerpos de agua. Su conteo directo es viable
en el período seco y se realiza usualmente de diciembre a febrero. Para el
conteo se requiere guía local o baquiano, que conozca bien el área y la
ubicación de los animales, y coopere por su propio interés, ya que la cuota
depende de los resultados
105 separados, en lo posible, por límites naturales y visibles en el campo.
Para cada bloque se diseña también una ruta de recorrido que permite observar
las vicuñas presentes. El censo anual se conduce entre sepiembre y noviembre,
cuando los grupos son estables, pero la mejor época para el conteo de las crías
esmayo (Hofmann et al. 1983, Rodríguez y Núñez 1987). Los bloques se recorren
en una secuencia pre-establecida, a pie, a caballo (preferible) o en un
vehículo rústico. Se cuentan por grupos: grupos familiares territoriales,
tropas de machos, individuos solitarios y para cada bloque se detalla, en lo
posible, la estructura poblacional por sexo y edad. El tamaño, los hábitos
sociales y territoriales del animal, aunados a los hábitats de buena
visibilidad y personal con años de experiencia facilitan el censo, el cual es
considerado bastante eficiente y confiable. D. Mapeo de territorios.
Individuos, parejas o grupos sociales de varias especies ocupan y defienden
áreas exclusivas y bien definidas, llamadas territorios. Por consiguiente, el
mapeo de tales territorios en un área mayor se presta para establecer la
densidad poblacional dividiendo el número de individuos presentes (cantidad de
territorios × número promedio de ocupantes) entre el área. Este método se
planteó originalmente para censar aves paseriformes en su época de nidificación
cuando los machos demarcan el territorio con sus cantos (Svensson 1978).
Mediante estudios de campo se establecen y grafican los límites de un conjunto
de territorios (en lo posible de unos 35 a 50 en un área de 10 a 50 ha). Se
supone tácitamente que el método resulta en un censo exacto, pero no está
exento de sesgos (Verner 1985). Además de las parejas territoriales puede
existir una población flotante de individuos sin territorio. El mapeo de
territorios o áreas de vivienda se utiliza en el conteo de poblaciones de
primatesneotropicales (Rudran 1979, NRC 1981 y Terborgh 1983, entre otros).
Janson y Terborgh (1985) sostienen que es el método más confiable y exacto para
primates, pero laborioso porque implica la identificación de diversas tropas y
un seguimiento de sus movimientos en la selva. Thiollay (1989a) esbozó los
territorios de varias aves rapaces de las selvas de la Guayana Francesa
observándolas desde puntos elevados en la montaña, y considera esta técnica la
más apropiada para censar especies que suelen patrullar sus territorios. El
método ha sido utilizado también para estimar la abundancia de pecaríes
(Castellanos 1982), capibaras (Herrera 1986) y felinos (Schaller y Crawshaw
1980, Ludlow 1986). El mapeo de territorios es, ante todo, una herramienta de
investigación básica porque la laboriosidad del método limita su uso en el manejo
rutinario de la fauna. A menudo el mapeo de territorios es un subproducto de
estudios de movilidad, uso del espacio y sociobiología. E. Conteo de nidos.
Este método es el indicado para censar especies de nidificación colonial, como
garzas y muchas aves marinas (Berthold 1976, Verner 1985). La abundancia de las
aves guaneras en las costas del Perú se cuantifica midiendo la superficie
cubierta por las colonias de nidificación de fotografías aéreas tomadas para
tal efecto y estimando la densidad de nidos por un muestreo de campo (Cabrera
Quiroz, com. pers. 1982). Se emplea también en el seguimiento poblacional de
grandes rapaces, a menudo amenazados, que construyen nidos muy conspicuos y
detectables de avión (Henny y Anderson 1979). El conteo de nidos sepresta
también para el seguimiento poblacional de tortugas marinas y fluviales (Ojasti
1971, Schulz 1975, Carr et al. 1982, Alho 1984, IBAMA 1989, Licata 1994, Soini
et al. 1995). F. Exterminio. Esta técnica se aplica ocasionalmente, al
imponerse la necesidad de eliminar una población local por motivos sanitarios o
como una plaga. Puede considerarse una extensión del método de extracción
(5.3.1) llevada a su extremo absoluto. Collett (1981), por ejemplo, sometió
tres parcelas boscosas en los Llanos colombianos a una extracción intensiva de
la paca, por un período corto, y reportó densidades de 84 a 93 indiv./km2. La
abundancia del jaguar se puede aproximar registrando el número de individuos
cazados en un área durante un lapso corto (Hoogenstejin y Mondolfi 1992). Una
erradicación total ofrece también un patrón exacto para comparar estimadores
previos de la misma población, basados en técnicas diferentes. Sin embargo, la
matanza debería realizarse rápidamente, para evitar el abultamiento de cifras
por inmigración. Obsérvese que se puede simular el exterminio por la captura y
marcado completo de una población. El rescate de la fauna silvestre durante el
llenado
106 de grandes embalses (Walsh y Gannon 1967, Johns 1986) produce datos
equivalentes a los exterminios. Es obvio que el exterminio local es inaceptable
como una técnica rutinaria de censo; acaso puede justificarse para poblaciones
plagas. del estimador? y sCuán cerca está el estimador de la abundancia real?
El público e incluso algunos manejadores de fauna suelen limitarsu atención a
la primera pregunta, pero ignorar la segunda puede propiciar acciones de manejo
desastrosas, ante todo si se trata de estimadores indirectos, apoyados por
pocas observaciones. Para responder la segunda pregunta se debe cuantificar el
grado de incertidumbre y el peso de los factores que lo aportan. Un diseño
muestral cónsono con los objetivos del trabajo y un procesamiento estadístico
de rigor permiten cuantificar los errores de muestreo. Dilucidar los sesgos es
más complicado porque éstos involucran todo lo relacionado con el conteo: las
premisas del método, la visibilidad en el hábitat, el comportamiento de los
animales, la hora del día, las condiciones climáticas, la distancia de observación,
la velocidad de marcha, la experiencia y capacidad de observación de cada
participante. Algunos sesgos se pueden minimizar o estabilizar estandarizando
los procedimientos, entrenando el personal y estratificando el esfuerzo
muestral. Así mismo, se pueden aplicar factores de corrección comparando los
estimadores con la abundancia real (en la mayoría de los casos, otro estimador,
supuestamente más confiable). Además, el costo de un estimador, a un nivel de
confianza deseado, excede a menudo los recursos disponibles y hasta el aporte
material de la población que se pretende manejar. En la práctica, es necesario
establecer un sano balance entre las exigencias estadísticas y lo que se puede
lograr con los recursos disponibles, porque un estimador de abundancia tiene
que ser ante todo útil para el manejo de fauna. La amplia gama de métodos
disponibles permite, enteoría, una estimación confiable de la abundancia de
cualquier población. Sin embargo, la viabilidad práctica de la tarea varía
ampliamente. Por ejemplo, casi no se tienen datos objetivos sobre la abundancia
del pecarí mayor, aparte de su destacada posición en los registros de caza. Por
sus hábitos gregarios y nómadas, este pecarí se comporta como una especie rara
(la probabilidad de un encuentro entre la tropa y el observador es baja); esto
aunado a la limitada visibilidad en su hábitat, hace el conteo sumamente
azaroso. En general, la eficiencia de la estimación de abundancia es
proporcional a la
5.6.2 Conteo sobre rutas
El segundo caso de la definición del censo puede ser viable para poblaciones
que realizan movimientos por rutas predecibles. El método se utiliza
ampliamente en el seguimiento de aves migratorias en puntos estratégicos sobre
sus rutas de vuelo, pero los resultados suelen ser sesgados por las condiciones
atmosféricas, diferencias entre observadores y cambios en las rutas de
migración. (Roos 1979, Svensson 1978, Verner 1985). De esta manera, la
confiabilidad del método es limitada, aún como un índice. Por otra parte, el
conteo de garzas y otras aves zancudas y acuáticas así como de muchas especies
de psitácidos en sus rutas de vuelos hacia los dormideros colectivos ofrece un
buen método de seguimiento de estas aves ( Morales (s/f), Vaughan et al. 1991,
Albornoz et al. 1994). De esta manera Visscher (1976) estimó la cantidad de
garzas, loros y palomas que utilizan como dormidero los manglares del Parque
Nacional Morrocoy y el Refugio de Fauna deCuare, Venezuela. De una manera
parecida, Wright y Swift (1942) contaron y borraron cada mañana durante dos
meses las huellas del venado mula (Odocoileus hemionus) que atravesaba una
carretera de tierra en su ruta desde el área de invierno a la de verano en
Colorado, EE. UU. La magnitud de colonias de murciélagos puede establecerse
contándolos visual o electrónicamente al momento de emerger de la cueva u otro
refugio (Thomas y LaVal 1988). Por consiguiente, esta versión de conteo total
puede ser apropiada, pero bajo condiciones muy especiales.
Nota final
Para la mayoría de las decisiones de manejo de fauna se precisan datos
confiables sobre la abundancia. Existe gran variedad de métodos para tal
efecto, pero virtualmente todos están sesgados y/o sujetos a errores de
muestreo, por lo cual surgen dos preguntas clave: sCuál es el valor
107 densidad poblacional. Esto facilita la estimación de aquellas poblaciones
de alta y moderada densidad que se manejan a menudo para la cosecha sostenible,
mientras que para las poblaciones de baja densidad esto implica un esfuerzo
muestral muy superior, pero menor exactitud. En el caso de poblaciones muy
pequeñas -y de gran interés conservacionista-, el conocimiento de su abundancia
estriba a menudo en la localización puntual y seguimiento de individuos o
grupos, ya que, por su misma escasez, pasan desapercibidos en los muestreos
normales (Van Hensbergen y White 1995). La complejidad matemática de algunos
métodos de estimación de abundancia puede ser limitante para un manejador de
fauna, o convertirseocasionalmente en un reto tan interesante que la
herramienta se convierte en propósito. Sin embargo, la cuantificación de la
fauna silvestre se organiza usualmente como una campaña con asesoramiento
biomatemático y computacional. Lo decisivo para el éxito de la campaña es el
personal de campo. Su número, entrenamiento, motivación, perseverancia,
objetividad y autonomía operativa definen la capacidad de un servicio de fauna
para cuantificar el recurso, lo cual constituye a su vez el punto de partida de
los planes de manejo.
108
109
6 DINÁMICA POBLACIONAL
6.1 VARIACIÓN EN TIEMPO
El manejo de la fauna silvestre se concentra en las poblaciones de vertebrados
terrestres en su hábitat natural. El éxito de esta actividad depende en gran
medida del conocimiento de la estructura y función de las respectivas
poblaciones y, ante todo, de sus variaciones en el tiempo o dinámica
poblacional. Este conocimiento permite predecir, hasta cierto punto, las
tendencias probables de una población, así como orientar su desarrollo hacia la
dirección deseada. En este orden de ideas, esta sección pretende analizar los
patrones generales de la dinámica de las poblaciones de vertebrados terrestres
desde el punto de vista conceptual, metodológico y aplicado, y dilucidar la
interacción de los factores intrínsecos y ambientales que producen tales
patrones. Las poblaciones de vertebrados terrestres se componen de varias
generaciones simultáneas que se reproducen reiteradamente (son iteróparas) una
vez alcanzada lamadurez sexual. Por lo tanto, su dinámica resulta complicada,
especialmente en los trópicos, donde muchas especies carecen de una época fija
de reproducción y de cohortes anuales discretas. Por otra parte, cada población
es en mayor o menor grado, única y diferente de las demás. Cada especie tiene
una estrategia demográfica que establece las pautas generales de su dinámica
poblacional, pero el resultado global depende de las condiciones del hábitat,
la densidad poblacional, la interferencia humana, etc. y puede variar de un año
a otro. Por ejemplo, la población de capibaras del hato El Frío (Edo. Apure,
Venezuela) presentó siempre un crecimiento vigoroso (Ojasti 1991), mientras que
las poblaciones de la misma especie,
1 20
1 00
NÚMERO DE INDIVIDUO
80
60
40
20
0 O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A
TIEMPO (m eses)
Figura 6.1. Abudancia del roedor Zygodontomys microtinus en una cuadrícula de 1
ha en Masaguaral, Estado Guárico, Venezuela, desde octubre 1982 hasta agosto
1984. Redibujado de Vivas (1984).
110
5000
4500
4000
3500
ABUNDANCIA
3000
2500
2000
1500
1000
500
0 1968 1970 1972 1974 1976 1978 1980
TIEMPO (años)
Figura 6.2. Censos de la población de vicuñas en la zona nuclear de la Reserva
Nacional Pampa Galeras, Perú. Fuente: Rabinovich et al. (1987).
estudiadas por Schaller y Crawshaw (1981) en Pantanal, Mato Grosso, Brasil, y
Jorgenson (1986) en los llanos del Arauca, Colombia, resultaron estacionarias.
Por lo tanto, el manejo de unapoblación puede sustentarse sólo parcialmente en
la experiencia de otras. Por eso, el seguimiento poblacional debe formar parte
de cualquier plan de manejo. Una manera sencilla de seguimiento poblacional es
la estimación de abundancia a intervalos regulares. Los registros
estandarizados a intervalos mensuales aclaran la dinámica poblacional en el
ciclo estacional (Fig. 6.1), que demuestra a menudo un período de aumento por
reproducción, seguido de un lapso donde predomina la mortalidad y la población
decrece. El conocimiento de la dinámica estacional se presta por ejemplo para
la ubicación de las temporadas de caza en la época en la que se incorporan las
crías del año a la población como individuos independientes. Al repetir la
estimación poblacional anualmente en la misma época se detectan tendencias
poblacionales a
largo plazo (Fig. 6.2). La magnitud de los cambios detectables depende
naturalmente de la exactitud de los métodos de estimación poblacional. Lo más
práctico en esta tarea puede ser un índice de abundancia bien estandarizado que
detecte siempre la misma fracción de la población presente y permita un
muestreo representativo y eficiente. Las tendencias poblacionales (aumento,
estabilidad, disminución) sugieren ajustes en el plan de manejo, encaminados a producir
la población deseada en cada caso. Esta práctica empírica de seguimiento
constituye la base del manejo de muchas poblaciones y el punto de partida de
las técnicas más avanzadas.
6.1.1 Tasas de crecimiento
Los estimadores secuenciales de abundancia (preferiblemente absoluta) permiten
cuantificarlas tendencias poblacionales. Si el tamaño poblacional en el
instante t es Nt , y Nt+1 en el instante t+1, la tasa finita de crecimiento
(por individuo) de la población en el intervalo t a t+1 se obtiene dividiendo
la población posterior entre la anterior, o sea:
111 λ= Nt+1 / Nt (6.1) cuando ésta es perturbada por alteraciones en la
fecundidad y/o supervivencia, rs se ajusta a la nueva situación. Por
consiguiente, rs es un buen indicador del vigor demográfico y del bienestar de
una población en un ambiente dado (Caughley 1977). Un estimador no sesgado de
rs se calcula de tablas de vida con estructura estable de edades (ver 6.4.3).
La tasa intrínseca o la tasa máxima de crecimiento rm es un caso especial de rs
cuando la cantidad de recursos no limita el crecimiento, que se realiza a su
máxima capacidad, la cual está definida por la constitución genética de la
población y la calidad de su ambiente. Cole (1954) propuso una ecuación iterativa
para calcular rm a partir de parámetros reproductivos: 1 = erm + be-rm(a) -
be-rm(w-1) , (6.5)
Es obvio que cuando la población permanece constante, λ = 1; cuando la
población aumenta, λ > 1 y cuando decrece λ < 1. Si λ es
constante, el tamaño poblacional en un instante t viene siendo Nt = N0 λt
, (6.2)
donde N0 es la población inicial y el exponente t el número de intervalos de
tiempo, por ejemplo, años. La tasa de multiplicación se expresa a menudo en
porcentajes ((λ 1) x 100) que son cifras más familiares para el público.
Sin embargo, para los cálculos de dinámica poblacional, convienefraccionar l
utilizando la base del logaritmo natural e y un exponente r o la tasa
instantanea de crecimiento (por individuo). Una de las ventajas de usar r en lugar
de λ es que su valor es cero para una población estacionaria, positivo
para una población en crecimiento, y negativo en el caso de disminución.
Sustituyendo λ por r, la ecuación 6.2 se reescribe: Nt = Noert. (6.3)
Es obvio que los valores de λ y r, basados en un solo intervalo, son
estimadores afectados por errores de muestreo y describen un episodio
arbitrario de la dinámica poblacional, por lo cual estas tasas no son exactas
ni constantes. Estimadores más representativos de r observado se obtienen cuantificando
N en varios intervalos y calculando la regresión entre ln Nt y t, cuyo
coeficiente de regresión es un estimador de r: ln Nt = ln No + rt . (6.4)
donde a es la edad en la primera reproducción, w la edad en la última
reproducción, y b la tasa de natalidad en términos de hijas por madre. Robinson
y Redford (1986a) calcularon con esta ecuación estimadores de rm para los
principales mamíferos de caza de América Latina. Esta fórmula es aproximada
porque no incorpora la mortalidad y presupone un b constante, pero permite una
primera aproximación de rm con fines comparativos. Esta tasa es constante para
una población y útil como patrón de comparación, pero difícil de estimar para
poblaciones naturales. La tasa potencial de crecimiento, rp, cuantifica el aumento
que se logra al eliminarse una causa de mortalidad, por ejemplo, la cacería.
Esta tasa se puede estimar empíricamente del aumento poblacionalcuando se
suspende la cacería, o descontando la mortalidad por una causa determinada de
las tablas de vida. Esta tasa es particularmente útil en la programación de las
cuotas de extracción (ver 7.2).
Aparte de la tasa instantánea observada de crecimiento que se despeja de los
registros secuenciales de N, se han tipificado tasas más específicas (Caughley
y Birch 1971). La tasa instantánea de crecimiento de una población con una
estructura estable de edades (las proporciones entre las clases de edad y r se
mantienen constantes; la población converge en esta condición cuando los
perfiles de fecundidad y sobrevivencia por clase de edad se mantienen
constantes), calculada de las tablas de vida (6.4.3), se denomina rs. Ésta tasa
permanece constante siempre y cuando la estructura etaria no cambie;
6.1.2. Modelos de crecimiento poblacional
Todas las poblaciones son capaces de crecer porque su tasa de multiplicación
excede la de desaparición en un ambiente favorable. Ahora, en condiciones
naturales el crecimiento continuo es un evento poco frecuente. Sin embargo, los
modelos básicos de crecimiento ofrecen un
112
Figura 6.3. A: Curva de crecimiento logístico poblacional limitado por la
capacidad de carga K, y B: la parábola de crecimiento poblacional en función de
la abundancia alcanzada N.
marco de referencia que ilustra algunos principios de la dinámica poblacional.
La ecuación más sencilla que define el crecimiento poblacional instántaneo es
el modelo exponencial: dN/dt = rN , (6.6)
donde rm es la tasa intrínsecade crecimiento, N el tamaño poblacional, y K el
tamaño máximo (constante) que la población N puede alcanzar en un ambiente
finito, llamado a menudo la capacidad de carga. La trayectoria de la población
en el tiempo es una curva en forma de s, o sigmoidea, seguida de un segmento
horizontal a nivel de K (Fig. 6.3, A), definida por la ecuación: N(t) = K/(1 +
ea-rt ) , (6.8)
donde r es la tasa exponencial de crecimiento (constante) y N el tamaño
poblacional en cada instante (variable), por lo cual la trayectoria de una
población en el tiempo depende del valor de r. Los valores de N en cada
instante t se obtienen de la ecuación 6.3. El crecimiento puede ser un aumento
exponencial hasta el infinito cuando r > 0, cero cuando r = 0, o una
disminución que concluye en la extinción cuando r < 0 (Fig. 3.5). La
predicción de la ecuación en el último caso parece bastante plausible; la
estabilidad absoluta de una población (caso 2) es poco probable bajo
condiciones naturales cambiantes, y el crecimiento exponencial infinito (caso
1) es virtualmente imposible. Considerando que los ambientes reales son
finitos, es lógico postular que la población deja de crecer una vez que haya
saturado el ambiente disponible. El modelo logístico de crecimiento ofrece una
definición simple de esta situación:
donde a es un constante de integración que indica el punto de origen de la
curva, y es igual ln [(K - N )/N ].
0 0
dN / dt = rm N
(K − N ) , K
(6.7)
En la fase incipiente de crecimiento, N es muy pequeño en relación a K, así que
el término (K - N)/K (llamado oportunidad decrecimiento poblacional no utilizada)
se aproxima a 1, y el aumento es casi exponencial. A medida que N aumenta, (K -
N)/K disminuye gradualmente, pero el producto rmN incrementa y el aumento
máximo de la población se realiza en el punto de inflexión de la curva cuando N
= K/2. A partir de este punto el crecimiento disminuye y cuando N alcanza K se
reduce a cero, por lo cual dN/dt = 0. Conforme a esta ecuación, dN/dt graficada
como una función de N es una parábola con origen en cero y la máxima en K/2
(Fig. 6.3, B). Como toda abstracción matemática, la ecuación logística es una
simplificación de la realidad y
113 válida solamente cuando se cumplen las siguientes premisas (Rabinovich
1980): Todos los individuos que constituyen la población son iguales entre sí o
la estructura etaria de la población es estable.
6.2 ESTRUCTURA POBLACIONAL
6.2.1 Importancia de la estructura poblacional
•
• El efecto depresivo de la densidad sobre el crecimiento es lineal e
instántaneo, sin retrasos.
Las condiciones ambientales, la estructura genética de la población y sus tasa
instantánea de cambio son constantes.
•
Los individuos que integran una población de vertebrados no son idénticos, sino
que cada población posee una estructura genética, social, espacial o
demográfica. La estructura que nos interesa más en la dinámica poblacional es
ésta última que se refiere a la frecuencia de las clases de edad o tamaño,
segregadas por sexo, que puede visualizarse con pirámides de edad. La
estructura etaria, al igual que la abundancia, varía en elciclo estacional
según la periodicidad de los factores de aumento y de disminución y puede
proporcionar una primera aproximación de la productividad poblacional. La
estructura por sexo y edad refleja el pasado de la población y puede dar indicios
sobre sus tendencias futuras. Se postula, por ejemplo, que una pirámide de
edades de base ancha (alta proporción de animales jóvenes) se encuentra en
franca expansión. No obstante, una estructura similar puede resultar también de
la extracción selectiva de adultos. El predominio de adultos suele asociarse a
poblaciones estacionarias o en decadencia mientras que una asimetría de las
clases de edad entre los sexos es a menudo un indicio de mortalidad
diferencial. Sin embargo, los factores responsables de la estructura
poblacional son muchos y complejos, por lo cual se aconseja sumo cuidado al
extrapolar el futuro de una población a partir de su estructura en un momento
dado. La estructura por sexo y edad adquiere una relevancia singular en el
estudio de la dinámica poblacional cuando las tasas de sobrevivencia y
fecundidad varían según la edad. Las tablas de vida y de mortalidad (ver 6.4.3)
y diversos modelos poblacionales ofrecen herramientas para analizar la dinámica
de poblaciones con estructura de edad. Este tipo de estudios requieren, en
primer lugar, un muestreo representativo de la población y la repartición de
los individuos en clases por sexo, edad o tamaño.
• La ecuación presupone K constante y considera la población como un ente
aislado de otras que pueden compartir el hábitat.
Por consiguiente, las poblacionesnaturales de vertebrados terrestres nunca se
ajustan literalmente a las premisas del modelo, por lo cual sus predicciones
carecen de precisión. Aún así, el crecimiento de poblaciones naturales presenta
a menudo una fase inicial lenta, seguido de un aumento acelerado y después la
población tiende a estabilizarse. De esta manera el modelo puede ser útil como
una herramienta conceptual porque contribuye a visualizar las relaciones entre
la densidad poblacional N, la tasa de crecimiento r y la capacidad de carga (o
la calidad del hábitat) K. Cuando el propósito del manejo es la restauración de
una población deteriorada o producir una cosecha sostenida, se intenta
maximizar dN/dt manipulando debidamente a N, r y K. Al cuantificar las tasas de
crecimiento a partir de cambios de N ó explorando las tendencias numéricas con
modelos de crecimiento, la población se comporta como una caja negra: se
explora su funcionamiento sin conocer los mecanismos que lo generan. Este
enfoque es sencillo, práctico y útil sobre todo en el manejo de las poblaciones
de ciclo corto y/o cuando la sobrevivencia y fecundidad no varían mucho con la
edad. Para dilucidar más a fondo y manejar efectivamente la dinámica
poblacional se precisa información sobre los procesos poblacionales básicos,
tales como la natalidad, mortalidad y dispersión, así como sobre las
implicaciones de la estructura poblacional por sexo y edad.
6.2.2 Muestreo de estructura poblacional
El muestreo de la estructura poblacional debe ser representativo para todos los
tipos de individuos y abarcar un número relativamentegrande, porque el total
muestreado se subdivide en clases lo cual aumenta el efecto
114 Tabla 6.1. Ejemplos de estudios de la estructura etaria poblacional de
vertebrados terrestres neotropicales. Especie Técnica de muestro Criterio de
edad Autor
Primates Guanaco Mazama americana Capibara Capibara Paca Sylvilagus floridanus
Sylvilagus floridanus Podocnemis vogli Caiman crocodilus
registros visuales registro de cadáveres muestras de cazadores explotación
comercial explotación comercial cacería intensiva muestreo por cacería muestreo
por cacería captura en red de arrastre capturas y registros visuales
edad relativa y absoluta desgaste dental desgaste dental edad humeral y
craneana peso del cristalino líneas de crecimiento peso del cristalino edad
humeral clases de tamano clases de tamano
NRC 1981 Raedeke 1978 Branan et al. 1987 Cordero y Ojasti 1981 Lord 1988
Collett 1981 Ojedo y Keith 1982 Ochoa 1989 Ramo 1982 Siejas 1986
del azar a nivel de las mismas. A veces es factible examinar muestras grandes
en las estaciones de control de cazadores o en una explotación comercial. Sin
embargo, los cazadores seleccionan sus presas, o bien, una clase de individuos
es más susceptible para la captura u observación que otras. La Tabla 6.1 resume
ejemplos de técnicas empleadas para muestrerar la estructura poblacional. Los
sesgos son inevitables en algunos casos, especialmente en cuanto a la primera
clase de edad o tamaño. Para poner a prueba la representatividad de las
muestras de la estructura de poblaciones de pacas, Collett(1981) dividió el
total muestreado en submuestras según los lugares y técnicas de captura, y
comparó las regresiones entre la edad x y el número de individuos por cada
clase de edad, Ne, empleando la ecuación 6.9 y pruebas pareadas de t. ln (Ne +
1) = a - bx. (6.9)
de sesgo al muestrear la estructura poblacional. Los datos más representativos
en América Latina son probablemente los registros visuales de la estructura
poblacional de primates (NRC 1981, Rudrant 1979, Soini 1988, Terborgh 1983).
6.2.3. Identificación del sexo
Mamíferos. En algunos taxa el macho adulto se puede distinguir por el
dimorfismo sexual en el tamaño y/o por la posesión de estructuras distintivas
como la cornamenta de los cérvidos, la prominente glándula sebácea sobre el
hocico de la capibara o la “barba” de los monos aulladores (Alouatta spp.). Sin
embargo, puede ser difícil separar un macho subadulto de una hembra de tamaño
similar. La mayoría de los mamíferos pueden separarse por sexo sin dificultad
por los genitales externos. El tamaño del clítoris de algunos primates,
roedores y lagomorfos, así como la ubicación de los genitales en una bolsa
anal, en el caso de muchos mamíferos de hábitos acuáticos, pueden acarrear
dificultades en la identificación del sexo en animales vivos. Asimismo, la
separación por sexo de animales jóvenes puede requerir un cuidado especial. La
determinación del sexo de fetos implica a menudo una disección. El sexo de los
restos óseos encontrados en el campo se puede establecer a menudo según las
diferencias
Mediante esta prueba detectó que la submuestra cazadacon perros rindió
significativamente más individuos viejos que la búsqueda a pie o desde una
canoa. Muchas tablas de mortalidad de caza mayor se basan en el registro de
restos de animales muertos (Deevey 1947, Caughley 1966, Lowe 1969). Este
muestreo tiende a subestimar la frecuencia de animales jóvenes cuyos restos
desaparecen más rápidamente y son más difíciles de detectar. Por consiguiente,
son muchas y en parte inevitables las fuentes
115 craneanas o por la configuración de la pelvis. El círculo pélvico de la
hembra es más ancho, con sínfisis púbica menos sólida. En roedores, el hueso
púbico del macho adulto es más ancho que el de la hembra del mismo tamaño
(Dunmire 1955). Aves. Algunas especies, incluyendo la mayoría de las aves de
caza, presentan dimorfismo sexual en la coloración, tamaño y/o estructuras
específicas, lo cual está bien documentado en la bibliografía ornitológica
(Delacourt y Amadon 1973, Méndez 1979, Phelps y Meyer de Schauensee 1979, Hilty
y Brown 1986, Sick 1988, Gómez-Dallmeier y Cringan 1989). Sin embargo, el
dimorfismo a veces es poco llamativo para el observador humano y los sexos son
externamente similares en muchas aves importantes, como lo son los patos
silbadores (Dendrocygna spp.) y muchos Psittaciformes. Una persona experta
puede identificar el sexo de los patos adultos por la presencia del pene en la
cloaca del macho. La determinación del sexo de muchas aves exige un examen de
las gónadas por disección o laparotomía. Los testículos, adheridos a la
superficie dorsal de la cavidad abdominal, sonovalados y lisos, mientras que el
ovario, de aspecto granuloso, se encuentra solamente en el lado izquierdo.
Reptiles. El dimorfismo sexual es acentuado en muchos reptiles adultos. En los
quelonios es frecuente un dimorfismo sexual en tamaño. Así, por ejemplo en la
mayoría de las tortugas del género Podocnemis la hembra es de mayor tamaño,
pero esta relación se invierte en P. sextuberculata. La cola del macho, que
funciona como órgano copulador, es más larga que la de la hembra, y en algunas
especies la forma del caparazón varía según el sexo (Prichard y Trebbau 1984).
Los machos de los crocodílidos alcanzan un tamaño mayor que las hembras. El
dimorfismo sexual también es acentuado en algunos lagartos, por ejemplo, en la
iguana verde y en muchos ofidios. En este grupo la regla general es el mayor
tamaño de las hembras (Shine 1993). Sin embargo, en otros reptiles no se puede
distinguir el sexo externamente, en particular en el caso de jóvenes. La
presencia del hemipene, que se puede observar al presionar al animal alrededor
de la cloaca, permite identificar al macho en lagartos, ofidios y crocodílidos
adultos. El macho subadulto de la tortuga Chelonia mydas y probablemente de
otros quelonios se distingue por la mayor concentración de testosterona
sanguínea (Owens et al. 1978, Prichard y Trebbau 1984). La identificación del
sexo en tortugas recién nacidas requiere un estudio histológico de las gónadas
(Bull y Vogt 1979, Alho et al. 1985).
6.2.4. Clases de tamaño y edad relativa
Una vez obtenida una muestra representativa se procede a repartirla en clases
de edad otamaño. Cada clase comprende un conjunto de individuos que se ubican
entre los límites de tamaño o edad relativa previamente definidos. Tales clases
pueden ser entes naturales discretos o cohortes (lotes de individuos nacidos
durante un mismo período corto) cuando la reproducción es estrictamente
estacional. Sin embargo, la edad y el tamaño son variables continuas. Cuando la
reproducción carece de periodicidad, no existen clases discretas sino que el
investigador divide un gradiente continuo de edades o de tallas en sectores más
o menos arbitrarios. A. Clases de tamaño. Se sustentan en medidas de longitud o
peso y se emplean ante todo para reptiles grandes que siguen creciendo por
mucho tiempo y presentan un amplio gradiente de tamaños, desde el neonato hasta
el adulto viejo. Por ejemplo, Ayarzagüena (1983) definió las siguientes clases
de tamaño para la baba (Caiman crocodilus) en los Llanos venezolanos: I.
Longitud cabeza-cloaca (LCC) < 20 cm; animales menores de un año.
•
• II. LCC entre 20 y 59,9 cm; juveniles y subadultos de ambos sexos, pero
algunas hembras cerca del límite superior pueden alcanzar la madurez sexual.
III. LCC entre 60 y 89,9 cm; adultos de ambos sexos, en su mayoría hembras.
•
•
IV. LCC>90 cm; casi exclusivamente machos adultos.
Esta clasificación tiene bastante sentido biológico y constituye una de las
herramientas básicas del manejo de poblaciones de babas en Venezuela. Asimismo
es probable que una persona bien entrenada asigne la mayoría de los individuos
correctamente en sus clases respectivas
Manejo de Fauna SilvestreNeotropical
116 mediante una apreciación visual a distancia pero comete errores cuando el
tamaño se aproxima a los límites de clases. Para minimizar la subjetividad al
identificar clases de tamaño, Riney (1982) recomienda fijar como límites de
clases de menor porte fracciones fijas del tamaño del adulto (en mamíferos) y
comparar la talla de los individuos menores con los adultos en la misma
distancia visual. Las clases de tamaño se pueden discriminar visualmente a
distancia, lo que permite acumular datos con celeridad sin perturbar a los
animales. Se supone que el tamaño es proporcional a la edad, pero la duración
de las clases de tamaño es variable: las primeras clases abarcan una o pocas
cohortes, mientras que la última acumula animales nacidos durante un largo
intervalo. Sin embargo, las clases de tamaño permiten comparar la estructura
entre poblaciones y reglamentar su manejo (Gorzula y Seijas 1989, Velasco y Ayarzagüena
1995). B. Clases de edad relativa. Esta clasificación se fundamenta en las
etapas sucesivas de la vida, tales como juvenil, subadulto y adulto, o bien en
rasgos morfológicos utilizados como indicadores de edad. La etapa del juvenil o
joven dura desde el nacimiento hasta el destete o el inicio de la vida
independiente. Un juvenil es de menor tamaño y externamente diferente al
adulto, mientras que el subadulto se asemeja al adulto pero no ha alcanzado aún
la madurez sexual; pasa a la categoría de adulto al reproducirse por primera
vez (Larson y Taber 1980). Sin embargo, esta terminología es elástica y su
aplicación puede variar según el tipo deanimal. La transición de juvenil a
subadulto es a menudo difícil de definir. Las mudas sucesivas de pelaje o plumaje
pueden ayudar a precisar estas etapas (Morales 1980). Las aves alcanzan
rápidamente el tamaño adulto y se consideran subadultos hasta que adquieren el
plumaje adulto y la madurez sexual. Los mamíferos y reptiles, en cambio, crecen
más lentamente y a menudo se reproducen antes de alcanzar la talla definitiva.
Como límite convencional entre subadulto y adulto en mamíferos pequeños, se
considera el peso o tamaño en el cual el 50% de los individuos presentan los
testículos escrotados o la vagina perforada (Davis y Golley 1963). Una hembra
parida se distingue de la nulípara a menudo por el desarrollo de pezones. A
veces se tipifican más clases de edad relativa, por ejemplo en primates:
infante, juvenil 1, juvenil 2, subadulto, adulto, adulto viejo (NRC 1981).
Otras clasificaciones de edad relativa se establecen según el grado de
osificación de las suturas entre huesos, el orden de erupción de dientes y
otros procesos sujetos a un patrón cronológico más o menos fijo (Tabla 6.1). De
esta manera se distinguen clases de edad humeral, por ejemplo, en lepóridos
(Hale 1949, Ochoa 1989) y capibaras (Ojasti 1973), según el grado de
osificación de las suturas entre las epífisis y la diáfisis del húmero. Ojasti
(op. cit.) estableció siete clases de edad craneana para el capibara según el
orden de osificación de suturas del basicráneo. Las clases de edad humeral y
craneana de capibara discriminan la edad relativa hasta 5 ó 6 años. Lareducción
del componente cartilaginoso en las articulaciones digitales del patagio de los
murciélagos permite distinguir al adulto del subadulto. En el caso de algunas
aves, el grado de osificación del pico o de la caja cerebral (visible a través
de la piel mojada) facilita la separación entre subadultos y adultos (Larson y
Taber 1980, Sick 1988). Las clases de edad dental, basadas en el orden de
erupción y reemplazo de los dientes, se pueden establecer para la mayoría de
los mamíferos y han sido aplicadas a Didelphis (Tyndale-Biscoe y MacKenzie
1976) y primates (Soini y Soini 1990), entre otros. Las clases de edad
relativa, basadas en criterios osteológicos, se emplean principalmente para
clasificar muestras procedentes de animales cazados o de restos encontrados en
el campo. Cuando se llega a conocer la duración promedio de cada etapa, las
edades relativas ayudan a la estructuración de clases de edad absoluta. La
duración cronológica de las edades relativas es variable. Las primeras etapas
son generalmente cortas en comparación con las últimas, al igual que sucede con
las clases de tamaño. En consecuencia, una buena parte de la población suele
amontonarse en adultos o en la última clase de edad, que puede resultar en
pirámides de edad invertidas. Por lo tanto, las clases de edad relativa se
prestan ante todo para comparar diferentes poblaciones (Schaller y Vasconcelos
1978b, Cordero y Ojasti 1981, Ochoa 1989).
6.2.5 Criterios de edad absoluta
La estimación de la edad en unidades de tiempo de los animales silvestres
estriba en ciertos rasgos morfológicos asociados alcrecimiento y desarrollo. La
relación entre el
117 tiempo y los cambios morfológicos utilizados como criterios de edad se
establece por medio de animales de edad conocida, procedentes del cautiverio o,
preferiblemente, de individuos marcados en poblaciones naturales. Tratándose de
criterios cualitativos, por ejemplo de dentición, se suelen tabular las
características clave y las edades correspondientes en meses o años. En el caso
de criterios cuantitativos, tales como el peso, se ajusta una curva de crecimiento
teórico (Ricklefs 1967) o una regresión por cuadrados mínimos entre la edad
(variable independiente) y la medida (variable dependiente), con sus
respectivos límites de confianza. La edad de un individuo de edad desconocida
se calcula por la regresión inversa. Si la edad es muestreada al azar y el
error de muestreo es semejante para la edad y la medida, se pueden revertir las
variables y calcular la edad en función del peso, lo cual permite despejar la
edad directamente de la regresión, según Dapson (1980). Una técnica ideal para
estimar la edad es aplicable a animales vivos de todas las edades, permite una
separación clara y objetiva de las clases de edad, es independiente del estado
nutricional o fisiológico del animal y es de fácil aplicación (Larson y Taber
1980). Sin embargo, las técnicas basadas en características externas apenas
rinden pocas clases de edad relativa. Criterios populares como el número de
puntas en la caramera del venado o el de anillos de la maraca de la cascabel no
son confiables. Se han postulado una amplia gama de criterios ytécnicas para
precisar la edad de los vertebrados terrestres (Klevezal y Kleinenberg 1967,
Morris 1972, Larson y Taber 1980, entre otros). A. Peso y talla. El peso o la
longitud corporal en la fase prenatal [(por ejemplo de Agouti (Collett 1981),
Hydrochaeris (López Barbella 1987) y Odocoileus (Armstrong 1950)] o postnatal
[(Hydrochaeris (Ojasti 1973, 1978), Agouti (Collett 1981) Podocnemis (Ramo
1982), Didelphis (Cordero 1983),Caiman (Gorzula y Seijas 1989)] se utilizan
para estimar la edad cronológica durante el período de crecimiento rápido, pero
al avanzar la edad éste criterio pierde vigencia. Además, la tasa de
crecimiento varía según la dieta, otras condiciones ambientales, la
constitución genética e individualmente. Se aconseja un cuidado especial en la
estimación de edad de los individuos silvestres a partir de curvas de
crecimiento en cautiverio. La regresión edad-tamaño puede ser válida para una
población, pero es arriesgado extrapolarla a otras, a excepción del crecimiento
fetal, que suele seguir un patrón fisiológico bastante estable. B. Peso del
cristalino. A partir del trabajo pionero de Lord (1959) sobre la relación entre
la edad y el peso seco del cristalino del conejo Sylvilagus floridanus de Illinois,
Estados Unidos, la técnica ha sido aplicada a varios mamíferos neotropicales:
zorros de Cono Sur (Lord 1966), coipo (Gosling et al. 1980), venado cola blanca
(Brokx 1972b), vizcacha (Jackson 1986a) y capibara (Lord y Lord 1988). Ojeda y
Keith (1982) y Ochoa (1989) emplearon este criterio en el análisis de la
estructura poblacional de conejos del norte deVenezuela. El peso del cristalino
es considerado como un buen criterio de edad porque aumenta durante toda la
vida aunque menos a edad avanzada- por la acumulación de proteínas insolubles
lo cual permite subdividir también los adultos en clases de edad. El
crecimiento del cristalino presenta poca variación individual (Dapson e Irland
1972) y es similar para ambos sexos, aún cuando exista dimorfismo en el tamaño
corporal (Gosling et al. 1980, Jackson 1986a). La técnica es relativamente
sencilla: se extraen los ojos de una serie representativa de animales
sacrificados de edad conocida, se fijan en formol por una semana o más, se
separan y secan los cristalinos a peso constante y se pesan. Luego se ajusta la
regresión entre el peso del cristalino y la edad. Jackson (op. cit.) logró un
ajuste lineal con la transformación de edad a ln (edad + el período de
gestación). Una vez definida la regresión, la edad de los animales de edad
desconocida se calcula a partir del peso seco del cristalino de los mismos. En
el caso de mamíferos pequeños, Dapson e Irland (1972) recomiendan la
determinación colorimétrica de tirosina insoluble (un componente proteico del
cristalino), en lugar del peso. C. Dentición. El orden de erupción, reemplazo y
desgaste de la dentición ofrece un criterio práctico, versátil y bien
documentado para la estimación de la edad de mamíferos, especialmente de
ungulados, como en el caso del venado cola blanca (Severinghaus 1949), pecarí
menor (Kirkpatrick y Sowls 1962) y guanaco (Raedeke 1978). Froehlich et al.
(1981) establecieron la cronología dentaria deAlouatta
118 palliata en Panamá, Cordero y Nicolás (1987) de Didelphis marsupialis en
Venezuela y Soini y Soini (1990) de Saguinus y Cebuella en Perú. La técnica
funciona tambien para la paca (Collett 1981). La erupción de dientes avanza de
adelante hacia atrás en una secuencia cronológica estable. Primero aparecen los
incisivos, luego los caninos y los premolares de la dentición láctea y después
los molares. Los dientes permanentes reemplazan a sus equivalentes lácteos en
el mismo orden, conjuntamente con la erupción completa de los últimos molares.
Los dientes con raíces poseen al emerger su forma y tamaño definitivos. Su
aspecto cambia con la edad debido al desgaste, que esta documentado mejor para
los molares selenodontos de los rumiantes. Los dientes sin raíces, tales como
los incisivos de roedores y lagomorfos y los molariformes de los lepóridos y el
capibara, crecen continuamente. Sus dimensiones son proporcionales al tamaño
corporal y el desgaste de la corona es pareja y no permite discriminar la edad.
Los criterios de edad de Severinghaus (1949) para el venado cola blanca de
Nueva York se han utilizado para estimar la edad en venados neotropicales
(Branan y Marchinton 1985, Brokx 1972b). Sin embargo, es posible que se den
diferencias entre poblaciones en la cronología dentaria así como en el desgaste
dental, por lo cual sería deseable desarrollar patrones de edad dental para las
poblaciones de venados de América Latina. Este método también permite estimar
la edad de restos de animales encontrados en el campo. D.Líneas de crecimiento.
Uno de los criterios más útiles son los estratos o líneas de crecimiento
periódico, análogos a los anillos de crecimiento de muchos árboles. Durante
períodos de mayor crecimiento de las estructuras óseas se forman fajas anchas
que se alternan con líneas estrechas de menor crecimiento. Un solo período
anual de menor crecimiento resulta en una línea estrecha anual o línea
primaria. Las líneas de crecimiento en los escudos córneos de muchos quelonios
ofrecen un criterio confiable para estimar la edad absoluta de los reptiles
(Gibbons 1976). Pritchard y Trebbau (1984) reportan conteos de líneas de
crecimiento para varias especies de quelonios neotropicales. Sin embargo, la
relación entre el número de líneas y la edad en años queda por verificar, ya
que la existencia de líneas no siempre implica que sean anuales. Líneas de
crecimiento periódico se presentan en varias estructuras óseas de mamíferos
(Klevezal y Kleinenberg 1967), pero son más constantes y mejor definidas en el
cemento que rodea la dentina de las raíces de los dientes. Se les puede
observar en cortes histológicos, preferiblemente transversales -por eso se
llaman líneas en lugar de anillos- de dientes con raíz descalcificados o
secciones finas y pulidas sin descalcificar, y su presencia es casi universal
en los mamíferos. Las especies estudiadas en latitudes templadas y frías suelen
presentar una línea primaria anual -que corresponde usualmente al invierno- y a
menudo líneas secundarias de diverso origen. La acumulación de estratos de
cemento empieza con la erupción del diente, por lo cualhay que corregir el
tiempo indicado por las líneas primarias, según la cronología de erupción de
los dientes (Grue y Jensen 1979). Varios ungulados africanos presentan también
líneas primarias, asociadas a la estación seca, pero en términos generales son
menos nítidas que las de los mamíferos de tierras más frías (Spinage 1976). En
áreas de dos períodos secos anuales se producen dos líneas estrechas. En el
Neotrópico, la técnica ha sido empleada exitosamente con el vampiro común
(Desmodus rotundus) de Argentina, Brasil y México (Linhart 1973, Lord et al.
1976), el venado cola blanca de los Llanos venezolanos (Brokx 1972b) y la paca
de Colombia (Collett 1981). Este último autor encontró en el cemento del primer
molar, además de líneas primarias, líneas secundarias asociadas al “veranillo”
que ocurre dentro del período lluvioso. El criterio es válido también para el
pecarí de collar de Texas (Low 1970). La presencia y nitidez de las líneas
primarias parece acentuarse con los contrastes estacionales del hábitat. Se
desconoce la capacidad de resolución de esta técnica en ambientes relativamente
estables, como las selvas húmedas tropicales. Aun cuando se trata de un
criterio discreto (línea primaria = año de vida), su validez debe
documentadarse con animales de edad conocida (Dapson 1980), procedentes del
ambiente natural, porque en cautiverio se producen a veces estratificaciones
aberrantes (Grue y Jensen 1979). A pesar del desarrollo de múltiples técnicas,
la estimación de edad absoluta confronta serias limitaciones. No disponemos de
criterios morfológicos para estimarla
119 edad de aves adultas (Larson y Taber 1980). La única manera de explorar la
relación entre la edad, la fecundidad o mortalidad en aves y la mayoría de reptiles
es el seguimiento de individuos marcados. La estimación de la edad real en
mamíferos es factible generalmente recién después de la muerte del individuo,
es decir, cuando éste ya dejó de ser miembro de la población. La obtención de
series representativas de animales de edad conocida implica años de trabajo y
cuantiosos gastos. Las pautas de edad que funcionan para una población no son
necesariamente válidas para otras de la misma especie y la capacidad de
resolución de las técnicas suele ser inversamente proporcional a la edad
alcanzada. Empero, la menor exactitud de los estimadores en la edad avanzada no
es tan preocupante porque los individuos viejos suelen constituir una fracción
mínima de las poblaciones naturales.
6.3.1. Estrategias reproductivas
El número de descendientes producidos para la siguiente generación expresa el
éxito reproductivo o la aptitud darwininiana de un individuo y juega un papel
crucial en el escenario evolutivo. La selección natural favorece las
biohistorias que maximizan el valor reproductivo total (fecundidad actual más
el valor reproductivo futuro; Begon et al. 1990). Existen diversas alternativas
para maximizar la progenie, pero éstas suelen ser mutuamente excluyentes. La
inversión reproductiva (la proporción de recursos asignados para la
reproducción durante un período) que puede hacer un individuo es finita; el
aumento momentáneo de talinversión tiende a disminuir la sobrevivencia y
reproducción futura. Si el individuo produce crías grandes, cuyas opciones de
sobrevivencia son mayores que las de crías pequeñas, el número de las mismas se
reduce; si produce crías numerosas, han de ser pequeñas. Las opciones
disponibles dependen también del tamaño y la historia filogenética del
organismo. Por ejemplo, el tamaño corporal grande suele asociarse con un ciclo
de vida largo, reproducción retardada y camada reducida (Weir y Rowlands 1973,
Tuomi 1980, Eisenberg 1981). En aves, las crías precoces son la regla en
especies de nidada muy numerosa, mientras que en mamíferos sucede lo contrario.
El éxito de diferentes estrategias depende además de las condiciones del
hábitat (Begon 1985, Partridge y Harvey 1988). La teoría de la selección
densodependiente enfatiza las dos estrategias opuestas, conocidas como la
selección r y la selección K (MacArthur y Wilson 1967, Pianka 1970, McCullough
1979, Begon et al. 1990). Postula, en esencia, que en los hábitats
impredecibles y efímeros se presentan períodos favorables que permiten una
expansión casi exponencial de la población hasta que una mortalidad inevitable,
causada por agentes externos que se tornan deletéreos, arrasan con la mayoría
de los individuos, independientemente de su tamaño o edad. En tales ambientes,
la selección natural favorece la estrategia r: una multiplicación rápida
(maduración sexual temprana, alta inversión reproductiva, camada grande,
semelparidad) y capacidad de colonización para aprovechar con eficiencia
6.3 REPRODUCCIÓN Y NATALIDAD
Lastasas de crecimiento poblacional, introducidas en la sección 6.1, son
abstracciones matemáticas. Sus valores son resultados de dos procesos
biológicos opuestos: el aumento del número de individuos por natalidad y su
disminución por mortalidad. Además, algunos individuos pueden moverse de una
población a otra la cual se expresa como inmigración y emigración. Por lo
tanto, r = b - d + i - e, donde b, d, i y e son las tasas instantáneas de
natalidad, mortalidad, inmigración y emigración, respectivamente. El manejador
de fauna no puede manipular r directamente sino mediante los procesos biológicos
que lo generan. Los organismos se multiplican por reproducción a nivel
individual, que en términos poblacionales, se expresa como natalidad. El
estudio de la natalidad ilustra el principio de que se muestrea en un nivel de
organización (individuos), se examinan procesos y estructuras en un nivel
inferior (órganos) y se generaliza en el nivel superior (población). Incluye
una amplia gama de aspectos, desde detalles de la fisiología reproductiva y
energética hasta la evolución de biohistorias y estrategias demográficas y
reproductivas. Este último aspecto, aunque de corte teórico y hasta
especulativo, ofrece un marco de referencia de gran utilidad para la
comprensión de la dinámica poblacional y el diseño de planes de manejo.
120 los lapsos y espacios favorables. Estas características son compatibles con
un tamaño corporal reducido; un tamaño mayor implicaría un ciclo de vida más
largo y no confiere ventaja porque la mortalidadafecta a todos por igual. Por
otra parte, muchas poblaciones de ambientes poco variables o estacionales, pero
predecibles, tienden a vivir en densidades poblacionales que se aproximan a la
capacidad de carga de su hábitat, K. Los patrones de sobrevivencia y fecundidad
de los adultos están controlados por la competencia intraespecífica; las crías
nacidas en este ambiente saturado compiten en desventaja con los adultos y su
sobrevivencia es menor. En este escenario, la selección favorece a las crías
grandes y precoces, que implica menor tamaño de camada, un largo período de
desarrollo hasta la madurez sexual, cuidado parental y reproducción iterópara
con intervalos largos. La inversión reproductiva es proporcionalmente menor que
la de las especies r, porque en un entorno competitivo los adultos deben invertir
bastante en su propia sobrevivencia. Se postula también que un tamaño corporal
grande es un complemento ventajoso de esta estrategia. Esta dicotomía tiene
sentido, aunque la mayoría de las poblaciones se ubican en posiciones
intermedias entre los dos extremos, o bien los combinan. Los grandes reptiles,
por ejemplo, poseen una estrategia reproductiva tipo r pero sobrevivencia
adulta de tipo K. En la fauna cinegética neotropical predominan especies
silvícolas de ciclo largo, poco prolíficas y relativamente grandes, mientras
que las especies más prolíficas y de ciclo corto se encuentran en áreas
abiertas, alteradas, humedales y en otros hábitats con mayor heterogeneidad
temporal. Esta situación concuerda con las predicciones de la teoría de la
selección r y K. No esnecesariamente una prueba de la validez de la teoría,
pero repercute profundamente en la dinámica poblacional y en las opciones de
manejo de la fauna en diferentes tipos de hábitat. generalmente la tasa cruda
de natalidad por mil, o sea el número de nacimientos al año por 1000
habitantes. La tasa específica de natalidad indica el número de nacimientos por
lote de reproductores efectivos (hembras maduras); la tasa instántanea de
natalidad expresa el número promedio de nacimientos por individuo durante una
unidad de tiempo, de la misma manera que la tasa instántanea de crecimiento
poblacional r, mientras que la tasa de fecundidad (mx) de las tablas de vida
señala el número promedio de hijas por madre de clase de edad x en un lapso de
tiempo. El estudio práctico de la natalidad en general se concentra en las
hembras, suponiendo tácitamente que habrán machos suficientes para fecundarlas.
La natalidad se puede cuantificar registrándola directamente mediante el
seguimiento de una población piloto (en un área pequeña) o colonia
reproductiva, o estimando los parámetros reproductivos de una población por
muestreo y calculando de estos datos la tasa de natalidad como producto del
tamaño de la camada o nidada, la frecuencia de reproducción y la fracción o número
de hembras maduras que se reproducen efectivamente. A. Tamaño de camada o
nidada. El tamaño de la camada o nidada que nos interesa es el número de crías
vivas por hembra. Su valor es relativamente constante para muchas especies poco
prolíficas, pero variable en otras. El tamaño de la camada se puede estimar
contando losfetos de una muestra de hembras, preferiblemente en la etapa final
de la gestación, para poder descontar la mortalidad intrauterina. Otra
alternativa es contar las crías recién nacidas en el campo o en los nidos.
Estas cifras subestiman el número promedio de crías al nacer si los neonatos
sufren una alta mortalidad. En algunos casos, el tamaño de la camada se puede
estimar después del parto por las cicatrices placentarias del útero, por ejemplo
en Agouti (Collett 1981) y Lagostomus (Jackson 1989), o por las cicatrices de
los cuerpos lúteos de gestación en los ovarios de Odocoileus (Golley 1957,
Brokx 1972a). Estas técnicas permiten cuantificar el aporte reproductivo pasado
de hembras abatidas en temporadas de caza después del período reproductivo. El
tamaño de la nidada se determina usualmente contando los huevos depositados en
los nidos o en la cavidad
6.3.2 Cuantificación de la natalidad
La natalidad se expresa, en la forma más sencilla, por el número de individuos
que nacen en una población durante un período, pero usualmente se cuantifica
como una tasa, en relación a la población que produjo tal aumento. En la
demografía humana, se emplea
121 abdominal de las hembras (en reptiles). Esta cifra es igual o mayor que el
número de neonatos porque los huevos no viables no pueden distinguirse
externamente de los demás. En algunos casos, más de una hembra pone en un mismo
nido, lo cual dificulta la estimación del número de huevos por hembra. En
muchos reptiles, el tamaño de la camada varía ampliamente en función del tamaño
de la hembra.Aún así, el tamaño de la camada o nidada es normalmente el
parámetro reproductivo más fácil de estimar y mejor documentado en la bibliografía.
B. Periodicidad y frecuencia. La reproducción puede ocupar un lapso prolongado.
En mamíferos abarca usualmente el período de celo y fecundación, gestación,
parto y lactación; en las aves comprende la formación de pareja, nidificación,
fecundación, desove, incubación y alimentación y/o cuidado por uno o ambos
progenitores. Cada una de estas etapas es importante, pero como fecha de
referencia de la periodicidad reproductiva se considera la del nacimiento de
las crías, si bien algunos ornitólogos prefieren como criterio el lapso cuando
los nidos aparecen con huevos. Caughley (1977) recomienda precisar la fecha
promedio de nacimiento con su varianza, a partir de la frecuencia de partos f
en intervalos sucesivos x, en lugar de indicar el lapso de mayor incidencia de
partos. Es obvio que las fechas de los partos se pueden precisar sólo en
cautiverio o en estudios de campo intensivos. Sin embargo, las fechas de
nacimiento se pueden extrapolar también del aspecto y tamaño de los fetos en
animales cazados en fechas conocidas, si se disponen de datos cronológicos del
desarrollo intrauterino. El ciclo reproductivo se detecta también estudiando la
variación del tamaño, aspecto y actividad de las gónadas en el tiempo. La gran
mayoría de la fauna silvestre de latitudes templadas y frías se reproduce una
vez al año. Las crías nacen típicamente durante un lapso corto en primavera o
verano. La fauna tropical conforma un cuadro más complicado.La reproducción de
algunas poblaciones es estrictamente estacional (por ejemplo en iguanas,
tortugas acuáticas y muchas aves; Rand 1968, Ojasti 1971, Alho y Pádua 1982,
Sick 1988), otras pueden reproducirse en cualquier época pero concentran la
mayoría de los nacimientos en ciertos meses (capibara en los Llanos, los
pecaríes y Mazama y algunos primates; Ojasti 1973, Kiltie 1985, Branan y
Marchinton 1987, Soini 1997), o bien la natalidad es virtualmente continua y
constante durante todo el año (la paca en Colombia, conejo Sylvilagus
floridanus en la Península de Paraguaná, Venezuela, y algunos primates (Collett
1981, Ojeda y Keith 1982, Crockett y Rudran 1987). Algunas especies de ciclo
muy largo, como las tortugas marinas, anacondas, manatíes y dantas se
reproducen apenas cada dos o tres años. La escasez de información cuantitativa
no permite generalizaciones definitivas. Sin embargo, las aves como grupo
parecen presentar una periodicidad más definida que los mamíferos. Así mismo,
es posible que algunas poblaciones de natalidad supuestamente continua
concentren los nacimientos en la época más favorable en cada región o tipo de
hábitat, pero sin una sincronización entre poblaciones diferentes de la misma
especie. Dada la amplia distribución de muchas especies cinegéticas en ambos
hemisferios de América tropical, es obvio que la periodicidad sea inversa entre
el norte y el sur. La falta de periodicidad de nacimientos o su dispersión en
un largo intervalo no significa necesariamente que todos los individuos se
reproduzcan sin cesar. La frecuencia anual de gestación FAGse puede calcular de
la fórmula propuesta por Davis y Golley (1963):
FAG =
IMG × 365 , GV
(6.10)
donde IMG es la media de la incidencia mensual de gestación (hembras preñadas /
hembras examinadas) por 12 meses y GV la duración de la gestación visible en
días. Esta cifra sobreestima la cantidad de nacimientos si ocurren abortos en
la población. C. Fracción de hembras reproductivas. Esta cifra se despeja de la
estructura poblacional tomando en cuenta la fracción de hembras en la población
adulta. Esta fracción depende de la duración de la vida preadulta así como de
la mortalidad antes y durante de la madurez sexual, tal como lo visualizan las
tablas de vida (6.4.3). Se supone usualmente que todas las hembras maduras se
reproducen en cada temporada, pero esto no es cierto en todos los casos.
122
6.3.3 Variación de natalidad
La reproducción depende en gran medida de los patrones fisiológicos,
hereditarios y relativamente rígidos que definen la natalidad potencial de una
población. Sin embargo, la natalidad real varía según la estructura poblacional
y las condiciones ambientales. Dilucidar esta variación es de gran interés
práctico, porque así se pueden identificar las variables a manejar para
optimizar la natalidad. La fecundidad suele aumentar con la edad de la hembra y
decaer en la edad avanzada. El éxito reproductivo de las hembras primíparas, en
particular, puede ser apreciablemente menor que el de las multíparas (Lowe
1969, Caughley 1977, McCullough 1979). Por eso, en estudios demográficos
detallados seemplean las tasas de fecundidad específicas por clase de edad mx,
que conforman la tabla de fecundidad de la población. En la construcción de
tales tablas es importante la fracción de hembras al nacer, porque mx se
expresa en hijas por madre en cada intervalo de edad. A veces la fecundidad
parece ser constante durante la vida adulta (Collett 1981, Jackson 1989), lo
que simplifica los cómputos demográficos. El tamaño de camada aumenta también
con el volumen corporal en muchos reptiles porque la inversión reproductiva
tiende a ser proporcional al tamaño de la hembra (Ramo 1982, Thorbjarnarson y
Hernández 1993, Ascanio 1995). Ojasti (1973) encontró una regresión positiva
entre el peso de la hembra (excluyendo el tracto genital) y la frecuencia anual
de gestación del capibara. Es obvio que peso y edad están correlacionados, pero
un gran tamaño puede estar vinculado también con una buena condición
fisiológica del animal. El aporte reproductivo depende, de hecho, del bienestar
de los animales que a su vez tiene que ver con las condiciones del hábitat, la
dieta y, por ende, la densidad poblacional. En el venado cola blanca, la
fracción de hembras con más de una cría, la fracción de hembras reproductivas y
la velocidad de maduración sexual son inversamente proporcionales a la densidad
poblacional (McCullough 1979, Teer 1984). Lochmiller et al. (1986) comprobaron
que una baja calidad de dieta inhibe la reproducción del pecarí menor. La
fracción de hembras paridas en poblaciones de vicuña varía de un año a otro
según la densidad y la precipitación
(Torres 1987); la incidencia de gestación del capibara se incrementa con una
mejor disponibilidad de agua en la estación seca y la natalidad decrece con la
densidad (Ojasti y Sosa-Burgos 1985). Gibbons (1982) asevera que el tamaño de
camada en tortugas dulceacuícolas en América del Norte es relativamente
constante, pero la frecuencia de las puestas varía ampliamente de un año a
otro. Aparte de la variación local de natalidad, existen diferencias en la
escala geográfica. El tamaño de la camada tiende a ser mayor en latitudes frías
y templadas disminuyendo hacia el trópico, pero una reproducción más continua
puede compensar este efecto (Brokx 1972a, 1984, Ojeda y Keith 1982, Murray
1985).
6.4 MORTALIDAD Y SOBREVIVENCIA
6.4.1 Nociones generales
El aporte del individuo a una población finaliza con su muerte. Esto se expresa
en términos poblacionales usualmente por la tasa cruda de mortalidad (el número
de muertes durante un intervalo, dividido entre el tamaño poblacional al
iniciarse el lapso; a menudo se indica por ciento o por mil), por la tasa
específica de mortalidad, qx, por clase de edad x, o sea la fracción de
individuos de una clase de edad x vivos al iniciarse un intervalo que mueren durante
el mismo, o la tasa finita o instántanea de mortalidad. La sobrevivencia se
refiere a la fracción de individuos restantes después de un intervalo y su
valor es igual a uno menos la tasa de mortalidad. La mortalidad deprime la
tendencia natural de las poblaciones a crecer por efectos de la natalidad, así
que los dos procesos en conjunto determinan en alto grado ladinámica y
estructura poblacional. A manera de introducción es oportuno definir algunos
términos de uso frecuente que califican la mortalidad. Aditiva versus
compensatoria. Si el efecto de dos o más agentes de mortalidad es
independiente, la mortalidad resultante es aditiva. Si, en cambio, la
mortalidad ocasionada por un factor atenúa el efecto de otro, se trata de
mortalidad compensatoria.
123 Densodependiente versus densoindependiente. En el primer caso, la fracción
de muertes ocasionadas por un determinado factor aumenta con la densidad
poblacional; mientras que en el segundo, la mortalidad es proporcional a la
intensidad del agente causal, sin estar afectada por la densidad. Traumática
versus crónica. El primer término engloba el efecto de agentes de acción
repentina y más o menos independientes de la condición previa del individuo,
tales como cacería, depredación, accidentes, extremos climáticos o epidemias
virulentas. El segundo se refiere a la mortalidad resultante de un
debilitamiento gradual por malnutrición, vejez, carga parasitaria, etc. Natural
versus por caza. Minimizar la primera para optimizar la segunda es una
estrategia frecuente en el manejo de las especies cinegéticas, lo cual
justifica esta separación. También las técnicas de cuantificación de las dos
son diferentes. Estas categorías no son mutuamente excluyentes. Es obvio que la
mortalidad densodependiente es mayormente crónica y compensatoria y la
traumática tiende a ser densoindependiente. En términos generales, la
mortalidad en poblaciones naturales depende más de las condiciones
ambientalesque de los factores genéticos, (que definen la longevidad
potencial), en comparación con la natalidad. En consecuencia, la mortalidad
tiende a variar más en el tiempo y de un lugar a otro y ofrece mayores opciones
para el manejo, pero al mismo tiempo es un proceso más complicado y difícil de
elucidar. Existen numerosos agentes de mortalidad que actúan de una manera
diferente según las etapas de la vida individual y las épocas del año. La
documentación disponible sobre la mortalidad es, por lo general, más
fragmentaria y menos aplicable a otras poblaciones conespecíficas que la que se
refiere a la natalidad. al momento de producirse es la ocasionada por cacería.
Por otra parte, el seguimiento intensivo de poblaciones de vertebrados grandes
en sabanas u otros hábitats abiertos permite localizar y examinar los restos de
animales muertos y por lo tanto cuantificar la mortalidad. Esta técnica
subestima la mortalidad de las primeras clases de edad porque los despojos de
éstas son más difíciles de detectar o pueden desaparecer por completo. A veces
el seguimiento de la sobrevivencia de crías en camadas identificables puede
completar estos registros. El seguimiento directo de la mortalidad puede
revelar las fracciones de animales que perecen por diversas causas, en
diferentes épocas del año y por clase de edad, aportando así datos para las
tablas de vida y de mortalidad. El registro de restos se ha empleado para
dilucidar los patrones de mortalidad del guanaco (Raedeke 1978), vicuña
(Franklin 1982, Hofmann et al. 1983) y capibara (Ojasti 1973, Schaller y
Vasconcelos 1978b,Jorgensen 1986). B. Tasas de sobrevivencia. La estimación
directa de la mortalidad es factible en casos muy contados. Lo más usual y
práctico es estimar la sobrevivencia a partir de la fracción de individuos
restantes al cabo de un período. Esto puede hacerse tanto para la población total
como para un sector de la misma como las crías en sus primeras etapas de vida.
El procedimiento más sencillo es estimar las abundancias, N0 y N1, en dos
instantes, 0 y 1, respectivamente, separados por un intervalo cuando la
natalidad y la dispersión son despreciables, y aplicar las siguientes fórmulas:
Tasa finita de sobrevivencia
TFS =
N1 N0
(6.11)
Tasa instantánea de sobrevivencia TIS = lnaŽœ aŽœ
aŽ› N1 aŽž aŽŸ (6.12) aŽŸ aŽ N0 aŽ
(6.13)
Tasa finita de mortalidad = 1 - TFS.
6.4.2. Estimación de la mortalidad o sobrevivencia
A. Métodos directos. Casi la única mortalidad en las poblaciones silvestres que
se puede registrar directamente
Tasa instantánea de mortalidad = 1 - eTIS.
(6.14)
Las dos últimas son, en realidad, estimadores de tasas de desaparición si la
emigración y la mortalidad operan al mismo tiempo. Esta técnica de estimación
de la mortalidad
124 es procedente cuando la natalidad se concentra en un breve impulso, seguido
por un largo período cuando solo presenta mortalidad. La exactitud de estos
estimadores depende de la confiabilidad de los datos de abundancia así como de
una posible interferencia de la dispersión. C. Estimación por marcado y
recaptura. Los métodos de marcado y recaptura múltiple parapoblaciones abiertas
(por ejemplo, Jolly-Seber y Bailey, ver 5.3.2, B) aportan estimadores de
sobrevivencia o mortalidad. El marcado y la recaptura se puede emplear también
específicamente para investigar la sobrevivencia. Una técnica sencilla es
marcar un lote de individuos M; en recapturas sucesivas con un esfuerzo
constante aparecen m0, m1, m2 mn individuos (liberados después de cada
registro), cuyo número disminuye gradualmente por la mortalidad. Esto permite
graficar la curva empírica de mortalidad en el tiempo para ajustar la
regresión: ln m = a - bt , (6.15) de mortalidad natural. En el estudio de la
dinámica poblacional de aves se acostumbra anillar lotes de pichones en años
consecutivos, registrar y tabular las recapturas de diversas cohortes por
varios años y calcular de estos datos las tasas de mortalidad por clases de
edad. Sin embargo, estos estimadores implican numerosas premisas tan difíciles
de satisfacer que Anderson et al. (1985) recomiendan no usar el método. Por
esta razón, y porque la edad de las aves adultas no es deducible de su
morfología, la variación de mortalidad con el avance de la edad en aves es poco
conocida. El seguimiento por biotelemetría (marcado y rastreo con radio que
permiten la localización recurrente del individuo) abre nuevas perspectivas
para la estimación de la sobrevivencia. En este orden de ideas, Trent y
Rongstad (1974) estimaron la sobrevivencia diaria de conejos dividiendo el
número de días-radio (sumatoria de individuos marcados y la duración del seguimiento)
sin muertes entre el total de días-radio, o sea, Tasa finitade sobrevivencia =
donde el tiempo t se cuenta a partir de la fecha de la primera recaptura y b
estima la tasa instantánea de mortalidad (siempre negativo) en las mismas
unidades de t (Caughley 1977). En el caso de poblaciones sometidas a
extracción, las recapturas proceden de animales abatidos por los cazadores y
son, por lo tanto, terminales. Aplicando la notación del ejemplo anterior y
suponiendo una temporada de caza corta y de la misma intensidad en años
consecutivos, que las clases de edad sean igualmente susceptibles a la cacería,
que las marcas no se pierdan y que la fracción de marcas recuperadas del total
de animales marcados y abatidos sea constante, la tasa de mortalidad será
proporcional a la disminución de marcas recuperadas en las temporadas sucesivas
y se calcula de la siguiente ecuación, dada por Caughley (1977): Tasa finita de
mortalidad (media) = m0 /∑mn. (6.16) Si la población es sedentaria con
una dispersión despreciable y si todos los individuos marcados son registrados,
la tasa finita de mortalidad por caza durante la primera temporada será m0 /M;
la diferencia entre ésta y la tasa calculada de la ecuación 6.16 mide la tasa
finita
x− y , x
(6.17)
donde x es el número días-radio, e y el número de muertes. D. Estimación de
tasas de cambio. Este método se presta para estimar la mortalidad de
poblaciones compuestas de dos tipos de individuos distinguibles por sexo, edad
o tamaño, cuando la mortalidad afecta mucho más a uno de los dos segmentos
poblacionales. Aplicando la notación de Downing (1980), se estimael porcentaje
de individuos de un tipo, por ejemplo, machos, antes P y después R de la
temporada de caza mediante observaciones de campo, el porcentaje K del mismo
tipo de individuos en la cosecha y se aplica la ecuación: Tasa finita de
mortalidad (por caza) =
P−R R−K
(6.18)
La tasa específica de mortalidad por caza de los dos tipos de individuos se
calcula multiplicando la tasa que resulta de la ecuación 6.17 por K/P para cada
tipo de individuos. Esta técnica y versiones más elaboradas de la misma se
emplean ante todo en el manejo de poblaciones de cérvidos sometidas a caza.
También es aplicable cuando la intensidad de la mortalidad natural de adultos y
jóvenes es diferente
125 entre ellos y si se conoce la relación jóven/adulto antes y después, así
como la fracción de jóvenes entre los muertos. La mortalidad natural es a
menudo el componente de la dinámica poblacional más difícil de cuantificar
directamente, pero que puede ser estimada por diferencia: Se considera que los
cambios del tamaño poblacional de un año a otro (estimado en el campo antes de
la temporada) se deben a la adición por natalidad (estimada de la relación
crías/hembra), a la mortalidad por cacería (registada en las estaciones de
control o calculada de la tasa de cambio) y a la mortalidad natural, que se
calcula por diferencia (Teer 1984). E. Estimación de la estructura etaria. Por
lo regla general, la frecuencia de las clases de edad sucesivas en una
población es inversamente proporcional a la edad alcanzada. La biología
pesquera emplea la regresión negativa entre la edad x y lafrecuencia de la
clase de edad fx para estimar la tasa de mortalidad (Ricker 1975), porque el conteo
de las líneas de crecimiento de las escamas permite identificar la edad de los
peces en años. Varios tipos de ecuaciones pueden describir la disminución de
frecuencia al avanzar la edad. En el caso más sencillo, cuando la estructura
etaria es estable y las tasas de crecimiento y de mortalidad no varían de un
año a otro o según las clases de edad, la tasa instantánea de mortalidad es una
función logarítmica-lineal del tiempo e igual al coeficiente de regresión que
se despeja de la ecuación 6.15 (caso especial donde el marcado identifica las
clases de edad) sustituyendo los m por los fx y t por x. Ya que la mortalidad
de las primeras clases de edad suele ser mayor y/o porque las técnicas de
muestreo subestiman su frecuencia, esta regresión se emplea ante todo para
cuantificar la mortalidad adulta. El empleo de esta técnica presupone un
muestreo representativo de la estructura poblacional (ver 6.2.2) y la
identificación acertada de la edad absoluta. El método es aplicable también
cuando la mortalidad adulta varía con la clase de edad, caso frecuente en
mamíferos de mayor porte, pero implica una ecuación más complicada.
cuantificar, ordenar y analizar la mortalidad por clases de edad desde varios
puntos de vista. Tienen su origen en la demografía humana, específicamente en
la matemática actuarial desarrollada por las compañías de seguros. A partir del
trabajo pionero de Deevey (1947), las tablas de vida son herramientas de uso
frecuente en ecología. Existen dos tiposprincipales de tablas de vida:
horizontales basadas en el seguimiento de una cohorte, y verticales o estáticas
reconstruidas de la estructura etaria poblacional o de la edad al morir. Ambas
presuponen una población sin dispersión. Las tablas de vida se calculan a
menudo separadas para ambos sexos. A. Estructura. Las tablas de vida se
componen de una serie de columnas que se calculan unas de otras por medio de
una simple aritmética (Tabla 6.2): 1) x: Clase de edad (o simplemente edad),
empezando con x = 0, o sea el intervalo de edad entre 0 y 1 unidades de tiempo
(días, meses o años, lo que resulte más práctico considerando la duración del
ciclo de vida individual). 2) fx o nx: La frecuencia de la clase de edad x o el
número de individuos vivos al iniciarse el intervalo x. 3) lx = fx/f0: La
probabilidad de sobrevivencia o simplemete sobrevivencia desde la edad 0 hasta
la edad x; su valor es 1 para x = 0 (f0/f0). La columna de fx es una función
monotónica decreciente de la edad; si un valor de fx resulta mayor que el
anterior por efectos del azar en tablas de vida verticales, conviene suavizar
la distribución de los fx 4) dx = lx - lx + 1: Mortalidad en términos de la
fracción de la cohorte que muere durante el intervalo x a x + 1 5) qx = dx/lx:
La tasa finita de mortalidad o la probabilidad de morir durante el intervalo x
a x + 1 6) px = 1 - qx: La tasa finita de sobrevivencia durante el intervalo x
a x + 1. Una columna opcional, de uso frecuente en ecología de insectos (Morris
1959, Rabinovich 1980, Southwood 1978) es kx = log 10fx - log 10fx + 1 que se emplea
en elanálisis de factores claves para detectar la etapa de vida o factor de
mortalidad más relacionado con los cambios interanuales de la población. Se
pueden calcular más estadísticas vitales de las tablas
6.4.3 Tablas de vida
Las tablas de vida, llamadas tambíen las de sobrevivencia y mortalidad (Downing
1980), brindan una metodología para
126 Tabla 6.2. Estructura de una tabla de vida horizontal usando como ejemplo
el seguimiento de una cohorte de hembras de Didelphis marsupialis en un bosque
húmedo en Venezuela, desde febrero 1982 hasta mayo 1983 (Cordero 1983);
recalculada por bimestres. x nx lx dx qx px mx lxmx lxmxx
0 1 2 3 4 5 6 7 8
36 30 8 6 6 4 2 2 0
1,000 0,833 0,222 0,167 0,167 0,111 0,056 0,056 0,000
0,167 0,611 0,055 0,000 0,056 0,055 0,000 0,056
0,167 0,734 0,248 0,000 0,335 0,495 0,000 1,000
0,833 0,266 0,752 1,000 0,665 0,505 1,000 0,000
0,00 0,00 0,25 0,33 0,00 1,25 6,33 9,00
0,000 0,000 0,056 0,055 0,000 0,139 0,355 0,504
0,000 0,000 0,112 0,165 0,000 0,695 2,130 3,528
de vida, pero las ya señaladas y la esperanza de vida al nacer e0 son las más
utilizadas. Algunos autores presentan tablas de vida en números de individuos,
a partir de una cohorte inicial de 1000, en lugar de fracciones. B.
Construcción. Las tablas de vida de las poblaciones humanas se fundamentan en
la columna qx, calculada de las estadísticas demográficas de mortalidad dx y
sobrevivencia lx de cada clase de edad. No se disponen de tales estadísticas
para la fauna silvestre, sino que deben colectarse los datos,teniendo presente
las siguientes opciones: 1) Seguimiento de una cohorte de recién nacidos,
marcados o en cautiverio. 1) Se registra el número de sobreviventes de la
cohorte inicial n0 en intervalos secuenciales de duración x a x + 1,
obteniéndose las frecuencias f1, f2, f3, fw, que permiten calcular las lx y
las demás columnas (Tabla 6.2), o 2) Se cuenta el número de muertes de la
cohorte en intervalos de duración x a x + 1, que resulta en una secuencia de números
de individuos que perecen en intervalos sucesivos f’1, f’2, f’3, f’w. Estos
se transforman en la columna dx dividiendo cada f’x entre la cohorte inicial
f0, que es igual a la sumatoria de las muertes, suponiendo que todas han sido
registradas (Caughley 1977). Asimismo, los valores de lx se calculan
como sumatorias secuenciales de dx, desde abajo (dw) hasta el nivel x = 0. En
consecuencia, los cómputos de la tabla de vida se realizan después de morir el
último de la cohorte, que puede tardar muchos años y constituye una desventaja
del método. El seguimiento de cohortes documenta con exactitud y realismo los
patrones de mortalidad, está exento de premisas especiales, siempre y cuando el
número de sobrevivientes o muertes en cada intervalo sea registrado con
exactitud. Estas tablas de vida describen la trayectoria de una cohorte
particular, pero otras cohortes de la misma población pueden tener un
comportamiento diferente. 2) Edad al morir. En el caso de mamíferos grandes
puede ser factible colectar en el campo una muestra representativa de cráneos
de animales muertos, estimar su edad al morir, tabularlas frecuencias de cada
clase de edad, f’0, f’1, f’2, f’w, y estimar las dx, lx y las demás
columnas con el mismo procedimiento empleado para la mortalidad de cohortes.
Sin embargo, en este caso la muestra proviene de varias cohortes, cuyo tamaño
inicial se desconoce. Si la población tiene una estructura estable de edad y el
número de individuos de la población se mantiene
127 constante en el tiempo (la tasa intrínseca de crecimiento r es igual a
cero), cabe suponer que el tamaño inicial de las cohortes en el pasado era
igual al de la actualidad. Esto se puede estimar de los datos de natalidad (n0
= ∑nxmx) y proceder como en el caso de las cohortes. Si la estructura
etaria es estable, pero la población está creciendo o disminuyendo en una tasa
r constante y conocida; las frecuencias de mortalidad f’x deben ser corregidas
multiplicándolas por erx, exceptuando el primer intervalo, que se estima
generalmente de la fecundidad y sobrevivencia actual. Esta corrección es
indispensable porque si, por ejemplo, la población está creciendo, las f’x
sobrestiman cada vez más la mortalidad real porque están basadas en cohortes
iniciales menores que la actual. Si r y la estructura etaria varían en el
tiempo, el método produce tablas de vida distorsionadas y no debería usarse. 3)
Estructura etaria. Se extrae una muestra aleatoria (por lo menos de 150
individuos, según Caughley, 1977) de una población empleando un método no
selectivo y se ordenan los individuos en clases de edad (o según el estadio de
desarrollo en entomología, ver Rabinovich1980), obteniéndose así estimadores de
frecuencias fx de las clases de edad; f0 se estima de la natalidad actual.
Luego se calculan los valores de lx, dx, qx y px. Al igual que en el caso
anterior, este método exige una estructura estable de edades y un r constante y
conocido. Si la población crece o disminuye a una tasa r constante, los lx
deben ser corregidos: lx = fxe-rx/f0 (6.19) Los valores de dx son aditivos y
permiten calcular la fracción que perece durante una etapa de la vida, por
ejemplo, la preadulta, que puede abarcar varias clases de edad. Los qx son los
menos sesgados por la imprecisión de los datos de sobrevivencia de los neonatos
y expresan la intensidad proporcional de la mortalidad de cada clase de edad
(Caughley 1966). En poblaciones de mamíferos, los valores de qx son típicamente
altos en la fase inicial, relativamente bajos a principios de la edad adulta,
alcanzando sus valores máximos en la etapa senil, conformando así una curva en
forma de U. Analizando curvas de qx, es evidente que la mortalidad juvenil es
un factor clave en la dinámica de poblaciones silvestres (Caughley 1966, Hanks
1981) y amerita una atención particular en los planes de manejo. Las tablas de
vida de las hembras, conjuntamente con las tablas de fecundidad, sintetizan las
estadísticas vitales de una población con estructura etaria y permiten estimar
sus parámetros demográficos básicos (Tabla 6.2). El producto lxmx expresa el
aporte de la clase de edad a la tasa neta de reemplazo, R0, llamada también la
tasa neta de reproducción:
R0 = ∑ l x mx
x=0
w
(6.20)
Si r y laestructura etaria son variables, el método no es aplicable. C.
Utilización. Las tablas de vida documentan los patrones de sobrevivencia y
mortalidad en función de la edad, presentando el mismo proceso con ópticas
diferentes. Permiten detectar las etapas de vida más vulnerables, la variación
temporal de la población reproductiva, las diferencias entre sexos (si existen
tablas separadas para los dos sexos) o poblaciones locales y otros eventos que
pueden ser manejados según los propósitos humanos.
En concreto, R0 es el número promedio de hijas que produce una madre durante
toda su vida, e integra el efecto de las tasas de sobrevivencia y fecundidad
por clase de edad. Se asemeja a la tasa finita de multiplicación porque para
una población estacionaria R0 = 1, R0 > 1 cuando la población crece y R0
< 1 cuando disminuye. Sin embargo, se obtiene de una manera diferente y su
cálculo rastrea los procesos que generan este valor. Estas estadísticas
permiten calcular también el tiempo generacional T, o sea, el lapso promedio
que transcurre entre el nacimiento de la madre y su hija:
T=
∑ xl m
x =0 w x
w
x
∑l m
x =0 x
(6.21)
x
128 Es obvio que el tiempo generacional es un factor a tomar en cuenta al
diseñar los cronogramas de los planes de manejo. Las tablas de vida permiten
estimar además la tasa intrínseca de crecimiento natural, r. Su valor
aproximado es r = ( ln R0) /T; su valor exacto se calcula por iteración de la
ecuación de Lotka, ajustando los valores de r hasta que la sumatoria de los
productos seaigual a uno, es decir resolviendo la ecuación efecto fuerte y
constante que determina el valor promedio de r; otros varían en el tiempo y son
responsables de los cambios de r. Leopold (1933) postula que uno o pocos
factores controlan las poblaciones de la fauna silvestre en un momento dado, a
pesar de la multitud de factores que actúan simultáneamente. Enfatiza que la
tarea del manejo es precisamente detectar el o los factores que deprimen la
capacidad productiva poblacional en cada caso particular y aplicar las medidas
pertinentes para mitigar su efecto. Clasifica los factores en 1) los de
mortalidad (cacería, depredadores, inanición, parásitos y enfermedades,
accidentes), y 2) los de bienestar (alimento, agua, cobertura, factores
especiales) que conforman las condiciones del hábitat y pueden condicionar la
susceptibilidad ante los factores directos de la mortalidad. El estudio
cuantitativo de las causas de mortalidad es laborioso. Se realiza por medio de
la observación directa, por ejemplo, por seguimiento de la depredación de un lote
de nidos, o examinando los restos de animales muertos (6.4.2, A). El aspecto de
los cadáveres recientes permite deducir las causas principales de la mortalidad
(caza, depredadores diversos, malnutrición, enfermedades), pero identificar el
agente de mortalidad de cadáveres sin lesiones externas es siempre difícil. A.
Caza. Este agente de mortalidad traumática es un caso especial de depredación,
en particular su versión tradicional practicada por indígenas y campesinos (ver
3.4). Es un proceso continuo cuyo impacto sobre la poblaciónpresa depende de la
abundancia de los animales, de los cazadores y su eficiencia (ecuación 6.23),
así como de ciertos patrones culturales y mágico-religiosos. El efecto de esta
mortalidad se suele estimar comparando la abundancia de la fauna entre áreas
con diferentes intensidades de caza (3.7.2). Al aumentarse la abundancia del
cazador y/o su eficiencia, la tasa de mortalidad de la presa suele exceder su
capacidad de reemplazo y demanda medidas de manejo y control. El manejo de fauna
presupone que la mortalidad por caza sea controlable; de no ser así, es
imposible manejar el recurso. La cacería es a menudo el agente principal de la
mortalidad adulta para poblaciones manejadas para la cosecha sostenida,
concentrándose usualmente en presas adultas en una temporada corta. Cuando ésta
precede al
1 = ∑ l x mx e − rx
(6.22)
Obsérvese que los valores de r calculados de las tablas de vida verticales
(edad al morir o estructura etaria) han de ser valores de rs, definido en
6.1.1, ya que la estructura estable de edades es una premisa esencial de las
mismas. La contraparte de la utilidad de las tablas de vida en la comprensión
de la dinámica poblacional es lo tedioso y costoso de la recolección de datos y
las premisas difíciles de satisfacer, aún bajo condiciones bien controladas
(McCullough 1979). Los años consecutivos no son réplicas equivalentes, tal como
presume implícitamente la estructura estable de edades. Por consiguiente, las
tablas de vida son herramientas del manejo avanzado de poblaciones de ciclo
largo, con apreciable variación de sobrevivencia y fecundidadcon la edad.
Además, hoy en día se disponen de diversos modelos poblacionales de simulación
más versátiles y menos exigentes en materia de premisas (ver Fowler y Smith
1981, Rabinovich et al. 1987). Existen pocos ejemplos de tablas de vida para la
fauna silvestre neotropical: Didelphis marsupialis: sobrevivencia de cohortes
(Cordero 1983), Alouatta palliata: estructura etaria (Froehlich et al 1981),
Lama guanicoe: edad al morir (Raedeke 1978) y Agouti paca: estructura etaria
(Collett 1981).
6.4.4 Causas de mortalidad
Para el manejo de fauna debemos conocer -además de las tasas de mortalidad
según la edad- las causas o agentes principales de mortalidad, a fin de poder
mitigar sus efectos. Existen numerosos agentes de mortalidad que pueden actuar
solos o bien de manera sinergética. Algunos ejercen un
129 período crítico anual, la cacería puede incrementar la sobrevivencia de la
población remanente y actuar así como compensatoria respecto a la mortalidad
natural. Las estadísticas de caza documentan los alcances de la mortalidad por
cacería y permiten estimar las tasas respectivas si se conoce el tamaño
poblacional al iniciarse la temporada. El registro de las presas recobradas
debe ser corregido por la fracción de piezas abatidas pero no recobradas, que
puede ser elevada (Leopold 1933, Madriz et al. 1981, Almeida et al. 1985,
Redford 1992). Por otra parte, el impacto de la mortalidad debido a la cacería
furtiva -que suele predominar sobre la legal en América tropicales difícil de
cuantificar directamente y es una gran incógnita comofactor de mortalidad. B.
Depredadores. Muchos vertebrados, además del hombre, depredan las poblaciones
de fauna silvestre. Los datos disponibles al respecto conciernen, ante todo,
registros de especies presas en las dietas de depredadores (Crespo y De Carlo
1963, Crespo 1971, Bisbal y Ojasti 1980, Jaksic et al, 1980, Ludlow 1986,
Bisbal 1986, Vaughan y Rodríguez 1986, Emmons 1989, Aranda 1994). Emmons (1987)
estima que los félidos cazan al año un 8% de los integrantes de sus poblaciones
presas en Cocha Cashu, Perú amazónico, utilizando diversas especies más o menos
en proporción a su abundancia. Sin embargo, casi toda la información disponible
sobre la mortalidad de la fauna neotropical por depredación es cualitativa o
anecdótica, limitándose a menudo a listas de los supuestos “enemigos
naturales”. En el plano conceptual, el efecto de una población depredadora
sobre la población presa se puede esbozar con la ecuación: del hábitat. La
realidad de campo es aún más complicada por la interacción simultánea de varias
poblaciones depredadoras y presas. La depredación se desenvuelve en esta
complicada matriz, y la tasa de mortalidad que genera sobre una población
particular depende del tipo, número y selectividad de depredadores, así como de
la abundancia, preferencia y capturabilidad de diferentes poblaciones presa. De
esta manera, la tasa de mortalidad de una población o clase de edad varía
ampliamente en el tiempo y el espacio. Contrastando con la mortalidad por
cacería, el impacto de la depredación natural se concentra a menudo en las
primeras etapas de vida,disminuyendo a medida que los individuos alcanzan mayor
tamaño y experiencia. Por ejemplo, los neonatos de capibara sufren una alta
depredación por parte de aves (Polyborus plancus, Coragyps atratus) en hábitats
de escasa cobertura vegetal; los jóvenes de mayor talla son atacados por babas,
anacondas y perros, mientras que los adultos son depredados ocasionalmente por
jaurías de perros y felinos grandes (Ojasti 1973, Schaller y Vasconcelos 1978b,
Herrera 1986, Jorgenson 1986). Es frecuente también un repunte en la
depredación durante los períodos críticos cuando los animales y su hábitat se
encuentran en peores condiciones. Además de la mortalidad, la presencia de
depredadores puede mantener a las presas en un estado de alerta permanente e
interferir así en sus actividades normales. Sin embargo, en términos generales,
se estima que una depredación moderada es perfectamente tolerable en el manejo
de fauna (Leopold 1933, Giles 1978). Los depredadores constituyen en sí mismos
un conjunto valioso de fauna silvestre que amerita un cuidadoso manejo. El
control de depredadores, que se tenía antaño como una herramienta básica del
manejo de fauna, se justifica en casos contados, por ejemplo, cuando un
depredador exótico y agresivo ocasiona una severa mortalidad a la fauna nativa.
C. Inanición. La escasez y/o baja calidad de alimentos degradan la condición
fisiológica del animal, y resultan en un balance energético negativo perdurable
que puede acarrear la muerte por inanición. Esta mortalidad crónica se presenta
usualmente hacia el final de un período crítico, y está reforzada amenudo por
la competencia inter o intraespecífica y puede ser selectiva en cuanto al
sector poblacional. Por ejemplo, al escasear el forraje, las especies
dN / dt = rN − NDa ,
(6.23)
donde N es la abundancia de la presa, D la del depredador y a la fracción de
encuentros ND que resultan en una depredación efectiva. La ecuación simplifica
una relación compleja, pero expone lo esencial. El impacto de la depredación
sobre la presa depende simultáneamente de la densidad de ambas poblaciones y es
inversamente proporcional a la relación N/D. El coeficiente a incluye también
la eficiencia promedio del depredador, la habilidad de la presa para evadir el
depredador, y el efecto protector
130 ramoneadoras pueden consumir todo lo que sea comestible hasta la altura que
alcancen, por lo cual los jóvenes, de menor estatura, compiten en desventaja
con los adultos y sufren una mortalidad más severa. Por otra parte, durante la
época de abundancia, los agutíes adultos entierran semillas en sus territorios que
les permiten sobrevivir el periodo crítico, mientras que los subadultos, sin
territorio, sufren una alta mortalidad (Smythe 1978). La tasa de mortalidad por
inanición suele incrementarse con la densidad poblacional, pero no es siempre
densodependiente. La baja calidad del forraje puede ser una condición
estacional independiente de la densidad, al igual que los años muy secos, que
pueden propiciar una alta mortalidad por malnutrición en extensas áreas. D.
Parásitos y enfermedades. Todo animal silvestre es normalmente hospedador
devarias especies de parásitos, sin que esto afecte mayormente su salud. Pero
al degradarse las defensas naturales por la malnutrición, las condiciones
climáticas adversas, lesiones o vejez, los patógenos latentes pueden recuperar su
vigor, causando enfermedades y mortalidad crónica. Un hacinamiento en altas
densidades acelera el agotamiento de los recursos y la transmisión de agentes
patógenos, de tal manera que las enfermedades pueden rematar una población ya
degradada por otros factores. Por otra parte, un patógeno viral o bacteriano,
nuevo en la región, puede propiciar epizootias virulentas en poblaciones
previamente saludables. Davis et al. (1972), Davidson et al. (1981), Hofmann et
al. (1983), Sowls (1984), Gómez-Dallmeier y Cringan (1989), entre otros,
resumen la información sobre las patologías de la fauna silvestre. Bellrose
(1980) estima que las enfermedades constituyen la segunda causa de mortalidad
de los patos (después de la caza). Sin embargo, se sabe poco sobre las tasas de
mortalidad por enfermedades, especialmente en el Neotrópico. La investigación
de las enfermedades de la fauna silvestre requiere de necropsias de animales
enfermos o recién muertos, estudios patológicos de rigor y cooperación con
veterinarios especializados (Wobeser y Sparker 1980, Nettles 1981). La
recolección de muestras es laboriosa porque los animales enfermos son presa
fácil de los depredadores, y los muertos son difíciles de encontrar y se
descomponen rápidamente en el trópico. Lo poco que se sabe de las enfermedades
de la fauna neotropical se concentra en las enzootias, o sea,las enfermedades
de la fauna transmisibles al hombre y a sus animales domésticos, por ejemplo,
la tripanosomiasis compartida por capibaras y equinos, la fiebre aftosa de los
bóvidos y cérvidos, el mal de rabia transmitido por vampiros y carnívoros
silvestres. E. Accidentes. Este renglón comprende la mortalidad traumática,
ocasionada por diversos factores físicos, naturales (peleas, caídas, incendios,
inundación, frío o calor intenso, rayos) o antrópicas (arrollamientos por
vehículos de motor, colisiones con lanchas o aplastamiento por maquinaria
agrícola, atrapamiento en cercas, artes de pesca, obras hidráulicas, etc.). Son
causas de mortalidad ocasional, pero en algunos casos cobran gran importancia.
Por ejemplo, los arrollamientos en carreteras es la segunda causa de mortalidad
del venado cola blanca en muchas regiones de los Estados Unidos (Puglisi et al.
1974), y la inundación de nidos por crecientes de ríos antes de la emergencia
de las crías es la causa más severa de mortalidad en la tortuga Podocnemis
expansa en el Amazonas (Alho y Pádua 1982, IBAMA 1989) y el Orinoco (Ojasti,
1971). F. Otras causas. A los agentes de mortalidad ya señalados se agrega la
intoxicación acumulativa o repentina por biocidas, efluentes industriales,
metales pesados y otras toxinas ambientales. Los efectos de tales sustancias se
acentúan en los niveles tróficos superiores por la biomagnificación de toxinas
en la cadena trófica (McIntyre y Mills 1974, Hudson et al. 1984). La
intoxicación por pesticidas es una causa de mortalidad cada vez más frecuente
de la fauna silvestre,especialmente en áreas de agricultura intensiva, y
demanda una decidida atención por parte del manejador de fauna. La mortalidad
por vejez y los efectos que la acompañan, como desgaste dental extremo, es poco
frecuente en poblaciones silvestres, porque la longevidad potencial casi nunca
se alcanza en condiciones naturales. Por consiguiente, las estadísticas de las
edades máximas que alcanzan las especies de fauna silvestre en cautiverio son
de interés sólo como patrones de comparación.
131
6.5 MOVILIDAD Y DISPERSIÓN
La movilidad es algo característico de los animales. Les permite un uso
eficiente del hábitat y sus recursos, y responder a los cambios espaciales y
temporales de su entorno. La movilidad de la fauna genera múltiples
interrogantes para su manejo, tales como sLa producción de la fauna que se
logra mediante el manejo de un área, beneficiará a la misma o se dispersará?
sQué tamaño deberá tener un refugio de fauna para proteger efectivamente a
determinadas especies claves? sCómo evitar la invasión de especies plaga?
sHasta qué punto una reserva puede propiciar la repoblación faunística de sus
alrededores? sCuál es el área mínima para el manejo eficiente de una especie
particular? sCómo manejar las especies migratorias? Respuestas a preguntas de
esta índole demandan datos sobre la movilidad, que a su vez abarca muchos
aspectos y escalas, desde lo individual, pasando por la ecología y genética
poblacionales, hasta las migraciones intercontinentales y patrones
zoogeográficos.
de un tiempo a su lugar de origen, puede tratarse deuna migración. Las pautas
de movilidad determinan en alto grado la escala espacial del manejo. Por
ejemplo, la tortuga Podocnemis vogli de los Llanos colombo-venezolanos es
sedentaria (Alarcón Prado 1969, Ramo 1982) y es factible manejarla en cualquier
fundo que tenga cuerpos de agua permanentes. Podocnemis expansa, en cambio, realiza
migraciones estacionales de cientos de kilómetros entre sus áreas de
alimentación y reproducción (Ojasti 1967), por lo cual el área para manejo debe
abarcar inmensas cuencas hidrográficas. Por otra parte, los recorridos diarios
de una especie sedentaria pueden exceder el alcance de las migraciones
estacionales de otra. A. Áreas de vivienda. Probablemente la mayoría de las
especies de la fauna silvestre neotropical es sedentaria. Cada individuo,
pareja o grupo social reside en un área finita, satisface allá sus necesidades
vitales y rara vez la abandona, a menos que las condiciones se tornen adversas.
Tales áreas de movilidad cotidiana individual se denominan áreas de vivienda
(“home range” en inglés; Burt 1943). La cantidad de recursos disponibles es proporcional
al tamaño del área de vivienda, por lo cual es lógico que un animal grande, con
mayor demanda de recursos, precise un área más extensa que un animal menor.
McNab (1963) comprobó que el área de vivienda aumenta con la masa corporal y
también con el nivel trófico, tal como indican las ecuaciones actualizadas por
Harestad y Bunnell (1979) y Lindstedt et al. (1986): Herbívoros: A = 2,17 M1,02
, Omnívoros: A = 3,40 M0,92 , Carnívoros: A = 170 M1,03 , donde A es el área de
vivienda enhectáreas y M la masa corporal en kilos. Estas ecuaciones reflejan
las tendencias generales dentro de un nivel trófico, pero en cada caso
particular el tamaño del área de vivienda varía también según la calidad del
hábitat, sexo y edad de sus ocupantes. Los mamíferos machos recorren
generalmente áreas más
6.5.1 Movilidad
Algunos de los interrogantes antes señalados se pueden responder estudiando la
movilidad a nivel individual. Una técnica relativamente sencilla para tal
efecto es marcar un lote de individuos en puntos conocidos, registrar al cabo
de un tiempo los puntos de su recaptura y medir en el mapa las distancias
desplazadas. Este tipo de estudios revela el orden de magnitud de los
movimientos, que se puede resumir en la distribución de frecuencias de las
distancias recorridas. Si los individuos marcados son una muestra aleatoria de
la población y la probabilidad de recaptura es independiente de la distancia
desplazada, la distribución de frecuencias es usualmente asimétrica, con muchas
recapturas cerca (“cerca” puede ser metros o kilómetros, según el tipo de
animal) del lugar de marcado y pocas a distancias mayores. Si el valor medio
del desplazamiento aumenta apreciablemente al prolongarse el lapso entre el
marcado y la recaptura, puede tratarse de una población nómada donde los
animales deambulan aleatoriamente y por el simple azar van alejándose de su
lugar de origen a medida que pasa el tiempo. Distancias de recaptura más o
menos constantes en el tiempo indican una población sedentaria. Si, en cambio,
los individuos marcados desaparecen pararetornar al cabo
132 grandes que las hembras, el tamaño del área puede ser inversamente
proporcional a la densidad y en las especies sociales la extensión del área
tiende a ser proporcional al tamaño del grupo. Diferentes sectores del área de
vivienda se pueden utilizar para actividades distintas como alimentación,
descanso, vigilancia, reproducción. A menudo el o los ocupantes del área pasan
la mayor parte del tiempo en un determinado punto o parche, llamado centro de
actividad o área nuclear, que puede ser un refugio protector, nido, dormidero u
otro sitio de preferencia, ubicado a menudo en el ecotono de dos o más tipos de
hábitats, por ejemplo Pteronura (Duplaix 1980) y capibara (Azcárate 1981).
Muchos animales utilizan más la parte central del área de vivienda y cada vez
menos los sectores periféricos, por lo cual el área carece de límites
discretos. Las áreas de vivienda de los individuos o grupos vecinos pueden
solaparse. En cambio, si los ocupantes del área lo defienden contra sus
conespecíficos, se forman áreas de vivienda exclusivas, nítidamente delimitadas
y sin solapamiento, denominados territorios. Desde el punto de vista del manejo
es más importante la extensión del área utilizada que la longitud del recorrido
total. Por consiguiente, el tamaño promedio del área de vivienda ofrece una
medida oportuna de la movilidad cotidiana. B. Estimación del área de vivienda.
La forma y el tamaño del área de vivienda se pueden estimar a veces por un
seguimiento directo y mapeo de las ubicaciones de individuos o grupos,
marcadoso reconocibles de otra manera, por ejemplo, por el tamaño y estructura
del grupo. Esto es más fácil en el caso de territorios, porque el
comportamiento de sus ocupantes suele revelar los límites respectivos (NRC
1981: primates, Herrera 1986: capibara, Thiollay 1989b: aves de rapiña). El
rastreo por huellas es aplicable bajo ciertas circunstancias. Schaller y
Crawshaw (1980), por ejemplo, registraron los lugares utilizados por jaguares
individuales, reconocidos por el tamaño de sus huellas. La profusa
documentación sobre las áreas de vivienda de los mamíferos pequeños proviene
mayormente del seguimiento de individuos marcados en cuadrículas de trampeo
(Hayne 1949b, Stickel 1954, Brant 1962). La biotelemetría y más especificamente
el rastreo por radio ofrece una herramienta potente para dilucidar los patrones
de movilidad local (Amlaner y Macdonald 1980, White y Garrott 1990, Crawshaw
1992). Individuos capturados ilesos son provistos de pequeños emisores de radio
(menos del 5% del peso del animal), alimentados por baterías de larga duración.
Un receptor con una antena direccional detecta las señales producidas por el
emisor que permite la localización del animal hasta una distancia determinada
por la intensidad de la señal, la sensibilidad del receptor y las condiciones
del terreno. La intensidad de la señal aumenta a medida que el observador se
aproxima al animal en línea recta, lo cual permite un rastreo continuo del
animal en el campo, por radio o por contacto visual. Una localización
secuencial más precisa con menor esfuerzo se logra por medio de
unatriangulación, es decir, mediante un registro simultáneo de la dirección de
la señal desde dos o más estaciones receptoras, separadas por una distancia
conocida. A pesar de las limitaciones de orden técnico y económico, esta
técnica es una gran innovación en el estudio de la movilidad y utilización de
hábitats, ritmos de actividad, sobrevivencia, parámetros fisiológicos, etc. Ha
sido aplicada en el Neotrópico para conocer la movilidad de Didelphis
marsupialis (Sunquist et al. 1987), osos hormigueros (Montgomery 1985),
ocelotes (Emmons 1988, Ludlow 1986), jaguares (Crawshaw y Quigley 1984,
Rabinowitz y Nottingham 1986), pecaríes (Castellanos 1982, McCoy et al. 1990,
Fragoso 1998) manatíes (Montgomery et al. 1981) y caimanes (Muñoz 1990), entre
otros. Las técnicas de recolección de datos produce un conjunto de puntos de
ubicación del animal, así como rectas que unen los puntos consecutivos e
indican los esplazamientos lineales. Las áreas de vivienda se pueden calcular a
partir de registros diarios, mensuales, estacionales, etc. Las técnicas de
estimación de la extensión del área de vivienda de las nubes de puntos se
agrupan en tres opciones principales: 1) Polígonos perimétricos. Una manera
simple para trazar los límites del área de vivienda es unir los puntos
periféricos en forma de polígono o figura similar (área mínima), que puede ser
un polígono convexo (unir los puntos más periféricos para que todos los demás
puntos queden incluidos en el área (Fig. 6.5, A), o un polígono cóncavo
133 (unir los puntos periféricos en cada dirección, desde el puntomedio, Fig.
6.5, B); los dos polígonos pueden resultar idénticos si el número de puntos es
reducido. En el caso de cuadrículas de trampeo se puede considerar cada trampa
como centro de un cuadrado, cuyos lados son iguales a las distancias entre
trampas (Stickel 1954), por lo cual el polígono se pondera por este efecto de
borde (Fig. 6.5, C). El tamaño de áreas delimitadas por polígonos depende
exclusivamente de los registros periféricos, que es una desventaja en el caso
de áreas de vivienda difusas, pero permite visualizar bien la forma de los
territorios. A menudo el tamaño del área estimada tiende a crecer con el tiempo
como consecuencia de puntos de exploración ocasional fuera del área habitual.
2) Círculos o elipses y centros de actividad. Dado un conjunto de coordenadas (
xi, yi) se calcula el centro de actividad ( x = Σxi/n, y =Σyi/n) de
las coordenadas de cada punto de ubicación, y el cuadrado del radio de captura
donde los radios ri son las distancias geométricas al centro de actividad
ri = ( xi − x ) 2 + ( yi − y ) 2
(
)
1/ 2
,
(6.25)
(Calhoun y Casby 1958, Schoener 1981) que definen un área de vivienda circular
(Fig. 6.5, D). Esta técnica paramétrica permite trazar círculos concéntricos
que encierran el 50, 70, 90 ó 95% de las ubicaciones probables con un nivel de
confianza dado, si las coordenadas de los puntos se ajustan a la distribución
normal. La técnica facilita también la cuantificación de las distancias y la
sobreposición entre áreas vecinas, y el radio de captura ofrece un buen índice
de movilidad. Sin embargo, el círculo nose ajusta a las áreas de vivienda
alargadas (cuando las varianzas de x é y son desiguales) y abarca espacios no
utilizados. El modelo elíptico y paramétrico propuesto por Jennrich y Turner
(1969) es más elástico, ajustándose mejor a la forma real del área de vivienda.
Los autores citados, Koeppl et al. (1975) y Macdonald et al. (1980) documentan
los cálculos para ajustar áreas de vivienda elípticas. Estas suelen
r2 =
1 2 ∑ ri , n −1
(6.24)
Figura 6.4. Técnicas para estimar el área de vivienda de los puntos de
registro: A) polígono convexo, B) polígono cóncavo, C) polígono trazado
considerando cada punto como centro de un cuadrado, D) área circular con su
centro de actividad, E y F) cuadrículas de dos tamaños.
134 efectuarse con programas de computación, especialmente en el caso de
abundantes datos generados por la biotelemetría. 3) Cuadrículas. El área de
estudio se divide en células o cuadros de igual tamaño. En la versión más
simple, los celdas con puntos de registro, así como aquellos que el animal debe
haber atravesado a su paso de un punto a otro, se cuentan como parte del área
de vivienda. El tamaño del área estimada depende en parte del tamaño de los
cuadros (ver Fig. 6.5 E y F), pero al emplear una escala idónea, el método
presenta la configuración real del área de vivienda y la intensidad y
solapamiento de su utilización. Estos aspectos se pueden visualizar con
gráficos tridimensionales donde las alturas de las barras que representa cada
cuadro es proporcional al número de registros en el mismo. C.Aplicaciones. “La
movilidad de una especie determina el tamaño mínimo de la unidad de manejo”
(Leopold 1933). Los recorridos en las áreas de vivienda son apenas un
componente de la movilidad y el tamaño del área de vivienda no es una constante
para una especie o población. Sin embargo, la relación entre el tamaño promedio
del área de vivienda av en una población y el de la unidad donde se pretende
manejarla um ofrece una primera aproximación sobre la viabilidad del manejo.
Cuando la relación um/av es grande, la unidad abarca muchas áreas de vivienda y
la mayoría de los movimientos está confinada a la unidad de manejo. Al
disminuir esta relación, la unidad abarca menos áreas de vivienda que, en
muchos casos, sobrepasan los límites de la unidad de manejo. Por ejemplo, un
fundo llanero de 1000 ha, bien provisto de cuerpos de agua, es adecuado para
manejar capibaras que ocupan -en hábitats óptimosáreas de vivienda grupales en
el orden de los 10 ha (Azcárate 1980, Herrera 1986), pero resulta poco efectivo
para ocelotes (av de 100 a 1000 ha según Ludlow 1986) o para osos hormigueros
(2500 ha, approx. según Montgomery 1985). El tamaño del área de vivienda es un
criterio rector en la planificación de áreas para el resguardo de grandes
carnívoros, que suelen ocupar territorios muy extensos (Eisenberg 1980,
Crawshaw 1992, Thiollay 1989b). enteras entre dos lugares o regiones. Su forma
más conocida son los viajes estacionales de muchas aves, entre sus regiones de
nidificación a altas latitudes y las áreas de hibernación tropicales o
subtropicales (Keast y Morton 1980, Sick 1988,Stotz et al. 1996). Por su
ubicación geográfica, América Latina recibe una copiosa migración del Neártico.
La fracción de especies visitantes de la avifauna total es alta en México y
América Central (un 20% en Costa Rica y Panamá; Keast 1980) y menor en América
del Sur, por ejemplo, 8,8% en Venezuela (Phelps y Meyer de Schauensee 1979) y
7,8% en Brasil (Sick 1988). El contingente de aves migratorias procedentes del
sur es menor en Brasil, apenas una tercera parte de las especies visitantes.
Entre las especies migratorias de interés cinegético se destacan, ante todo,
los patos. De las 47 especies que ocurren en América Latina 16 son migratorias
del norte, y también las poblaciones más septentrionales y meridionales de
algunos patos neotropicales realizan migraciones latitudinales (Arellano y
Rojas 1956, Dabbene 1972, Weller 1975, Blake1977). Asimismo, algunas palomas,
especialmente las del género Zenaida realizan migraciones de largo alcance. Las
tortugas marinas constituyen un grupo migratorio de gran interés económico y
conservacionista en América Latina (Schulz 1975, Carr 1982, Frazier y Salas
1986, Lagueux 1991). Además de las migraciones latitudinales y/o de gran
alcance existen movimientos estacionales en menor escala, tales como las
altitudinales del guanaco (Franklin 1982) y numerosas aves neotropicales
(Stiles 1983, Sick 1988). Los patos silbadores y muchas otras aves
semiacuáticas, así como algunas palomas, entre otros, presentan extensos
desplazamientos pero que son aún poco conocidos (Leopold 1959, Bucher 1982,
Gómez-Dallmeier y Cringan 1989, Sick 1988).Las especies de gran movilidad
también son a menudo gregarias y sus concentraciones de alimentación,
nidificación o en dormideros pueden generar un recurso escénico o cinegético
singular. Especies de áreas anegadizas cambian su área de vivienda en respuesta
a la escasez o exceso estacional del agua (Brokx 1972a, Ojasti 1973, Duplaix
1980, Bodmer 1990). Las migraciones diarias o estacionales de carácter local o
regional convergen sin un límite discreto con el nomadismo o una utilización
diferencial del área de vivienda según la época del año.
6.5.2 Migraciones
El término migración se aplica usualmente a los movimientos periódicos y
direccionales de individuos o poblaciones
135 Las migraciones se estudian mediante el seguimiento de las concentraciones
de animales en el tiempo y el espacio y especialmente por programas masivos de
marcado o anillado, aún incipiente en América Latina. Estas investigaciones
aportan datos detallados sobre las rutas de migración y de otros movimientos
poblacionales, siempre y cuando la ciudadanía coopere informando a los
servicios de fauna sobre los animales marcados y recuperados. El plan de manejo
de especies migratorias ha de abarcar la misma extensión que sus movimientos.
Se realiza a macroescala, hasta de alcance intercontinental. Implica convenios
y cooperación internacionales y, en el caso de la avifauna acuática y de humedales,
una extensa red de áreas protegidas locales, que deben proveer los hábitats
adecuados para la nidificación, el descanso y la hibernación, así como las
normas para garantizarun uso sostenible y equitativo de estos recursos
compartidos (Bellrose 1980, Boyd 1983, Giles 1978). ampliamente según la
población, hábitat, tiempo, etc. (Johnson y Gaines 1990). Cuando la dispersión
lleva un individuo de una población a otra, constituye un factor de dinámica
poblacional. La dispersión impulsa también la colonización de nuevas áreas y es
tan vital para la permanencia de las poblaciones como la natalidad. Una
población incapaz de dispersarse, confinada a su lugar de origen, está
virtualmente condenada a la extinción a corto plazo. A. Tipos de dispersión. La
definición de Howard (1960) se aplica literalmente a la dispersión natal, entre
el nacimiento y la primera reproducción, que contrasta con la dispersión adulta
(“breeding dispersal”) de Greenwood 1980). Por otra parte, desde el trabajo
clásico de Howard, se ha consolidado la idea de una dicotomía entre la
dispersión innata o de presaturación, de Lidicker (1975), y la dispersión
ambiental o de saturación. El primer caso se conceptúa como un proceso
espontáneo, impulsado por mecanismos intrínsecos e independiente de las
condiciones ambientales. Los dispersores se encuentran en condiciones
fisiológicas normales y sus opciones de éxito en el nuevo domicilio son
apreciables. Cuando este patrón innato es expuesto a presiones por
hacinamiento, agresividad y escasez de recursos y otras consecuencias del
exceso poblacional, se transforma en dispersión ambiental, es decir, en una
emigración forzada y masiva de los más débiles, que cuentan con pocas opciones
de sobrevivir. De esta manera es evidente que larelación entre la dispersión
efectiva (dispersores que se reproducen después de este episodio) y la
dispersión cruda (total de dispersores durante un lapso) resulta superior para
la dispersión innata. La fracción de dispersores innatos es constante para una
población, mientras que un brusco aumento de esta fracción a partir de una
densidad umbral constituye un indicio de dispersión ambiental (Caughley 1977).
B. Distancia y dirección. No existe un criterio fijo en cuanto a la distancia
mínima para que se considere dispersión, sino que ésta queda al juicio del
investigador. Ya que la mayoría de los movimientos detectados son relativamente
cortos, la fracción de casos clasificados como dispersión varía según el
criterio de la distancia. La distribución de frecuencias de las distancias
suele ser asimétrica o con una tendencia bimodal: hay un mayor
6.5.3 Dispersión
La dispersión de un vertebrado individual se define como el movimiento de su
lugar de origen a su lugar de reproducción, o donde se hubiera reproducido si
hubiera sobrevivido y encontrado una pareja (Howard 1960). Con un enfoque más
amplio, la dispersión se define también como cualquier movimiento en el cual un
individuo abandona su área de vivienda para establecerse en otra (Lidicker
1975). En el caso de nomadismo, cada individuo se dispersa. Migración y
dispersión tienen mucho en común pero no son sinónimos, porque un emigrante
puede retornar año tras año a reproducirse en su lugar de origen. La dispersión
implica, además de un translado espacial, un cambio de conespecíficos vecinos,
que repercute en lagenética poblacional. Tratándose de especies de hábitos
sedentarios, un individuo tiene las opciones de permanecer en su lugar de
origen o dispersarse. Abandonar un entorno familiar para incursionar en
terrenos desconocidos es arriesgado (Errington 1956, Johnson y Gaines 1990).
Considerando su aptitud darwiniana, le conviene dispersarse si la probabilidad
de sobrevivencia y reproducción del dispersador es mayor que la del residente;
es obvio que esta relación varía
136 número de distancias cortas y muy largas que predicen los modelos de
difusión (Caughley 1970), o la distribución normal (Bunnell y Harestad 1983).
Howard (1960) postuló que algunos individuos están genéticamente predestinados
a dispersarse a larga distancia, pero este argumento ha sido muy debatido. La
dispersión poblacional se concibe como un movimiento azaroso que tiende a
alejar a los individuos de su lugar de origen sin una dirección definida,
siempre y cuando la continuidad del hábitat lo permita. Aunque, a veces la
dispersión avanza más en una dirección, asociada con una estructura o gradiente
ambiental (Caughley 1970, Bunnell y Harestad 1983). Las especies nómadas se
dispersan continuamente, alejándose cada vez más de su origen, pero para las
sedentarias la dispersión es una fase transitoria. Por lo tanto, en este caso
la dirección, distancia y tiempo de dispersión dependen de los factores que
estimulan al animal a residenciarse de nuevo en otro lugar. Es obvio que la depredación
y otros riesgos asociados a la dispersión aumentan a medida que éstase
extiende, así que dejar de dispersarse al encontrar el primer lugar idóneo
favorecería la sobrevivencia. C. Efecto en metapoblaciones. Metapoblación se
define como un conjunto de parches o poblaciones locales relativamente
aisladas. Levins (1970), al proponer este enfoque, definió la dinámica de la
metapoblación con la ecuación: D. Efecto sobre la dinámica poblacional. La
dispersión fue considerada tradicionalmente como una pérdida neta, o bien, se
postulaba que la emigración e inmigración se compensaban, así que la dinámica
poblacional dependería solamente del balance entre la natalidad y la
mortalidad. Esto último puede ser cierto cuando la población ocupa un área muy
grande, de tal forma que la dispersión es un proceso interno. Sin embargo, en
el manejo de poblaciones a microescala, la dispersión amerita una cuidadosa
atención. Se expresa en tasa de emigración y de inmigración, en relación con el
tamaño de la población de origen o destino, respectivamente, durante un lapso
de tiempo, o en tasas instantáneas, al igual que otras estadísticas vitales. La
emigración interviene en la regulación poblacional, tal como demuestra el
aumento explosivo de poblaciones de mamíferos pequeños en áreas cercadas, en
comparación con controles de libre acceso, por efectos de una dispersión
frustrada. Según la regla general, la dispersión en vertebrados parece ser
proporcional a la densidad, o sea, el número de emigrantes aumenta con la
densidad, pero la tasa de emigración en sí es densoindependiente. La emigración
se acentúa en la fase ascendente de ciclos de abundancia, lo cualincrementa su
efecto regulador (Gaines y McClenaghan 1980, Lidicker 1985). Implica un
movimiento de áreas de alta densidad (o calidad) hacia áreas de baja densidad
(o calidad) (McCullough 1985). De esta manera, un área sometida a un buen
manejo, con una población vigorosa, exportará animales hacia áreas circundantes
de menor densidad. El efecto de la inmigración depende de la cantidad y tipo de
animales que ingresan en una población. En la mayoría de los casos, la
dispersión parece concentrarse en los subadultos que abandonan su área natal
espontáneamente o son expulsados por sus progenitores (Howard 1960, Caughley
1977, Bunnel y Harestad 1983, Lidicker 1985). Por su condición de subadultos,
de alto valor reproductivo, vigorizan la dinámica de la población receptora, si
logran sobrevivir la fase dispersiva y establecerse en un nuevo domicilio.
Individuos de ambos sexos se dispersan, pero en mamíferos suelen predominar los
machos y en aves las hembras (Greenwood 1980). La importancia relativa de la
dispersión en la dinámica
dp dt = mp(1 − p) − ep ,
(6.26)
donde p es la fracción de parches ocupados por la especie, m la tasa de
colonización de parches vacíos, e la tasa de extinción de poblaciones locales
(parches ocupados) y t el tiempo. El valor de equilibrio de p, p = 1 - e/m, se
aproxima a 1 cuando m >> e y converge en 0 cuando e >> m. La tasa
de colonización es proporcional a la dispersión, que promueve así la
permanencia de las poblaciones locales y de la metapoblación, pero su efecto
favorable depende de la continuidad del hábitat y las distancias entrelos
parches (Lidicker 1985, Hansson 1991). Este enfoque ofrece un marco aplicable
para la conservación de poblaciones en hábitats fragmentados.
137 poblacional tiende a incrementarse con la heterogeneidad temporal del
hábitat (Johnson y Gaines 1990), por lo cual se esperaría que las faunas de
ambientes relativamente estables, como las selvas húmedas tropicales, sean poco
propensas a dispersarse. Asimismo, la cohesión social tiende a suprimir la
dispersión individual (McCullough 1985). Estos aspectos ameritan una alta
prioridad en la investigación de la fauna neotropical, en virtud de su
implicaciones prácticas sobre el manejo. E. Efecto colonizador. La dispersión
de una población en aumento puede ampliar su distribución geográfica, tal como
muestran los lepóridos introducidos en América austral (Grigera y Rappoport
1983), el coyote en América Central (Vaughan 1983a) y la garza del ganado
Bubulcus ibis a escala continental (Borrero 1972, Sick 1988). Durante la fase
expansiva, el radio del área de distribución de las especies invasoras tiende a
aumentar linealmente con el tiempo (Caughley, 1977). La velocidad de la
colonización tiene poco que ver con la movilidad general de la especie. Por
ejemplo, el conejo (Oryctolagus cuniculus) avanzó en Australia 64 km/año, pero
el venado cola blanca en Nueva Zelandia apenas 1 km/año (Caughley 1977). Es
obvio que la expansión resulta de un efecto conjunto del aumento numérico y la
dispersión. Una dispersión a larga distancia por sí sola no coloniza sino que
produce exploradores errantes que muerensin reproducirse. F. Estudio e
implicaciones de manejo. La dispersión es el proceso poblacional más difícil de
estudiar (Caughley 1977). Es un evento dinámico con muchas variables: número o
fracción y tipo de dispersores y de residentes, su sobrevivencia y fertilidad,
efectos para las poblaciones de origen y de destino, distancia, dirección y
tiempo de dispersión, efectos de la estructura del hábitat, etc. El método
básico de su estudio es el marcado y la recaptura, pero muchos animales no son
recapturados y se desconoce su suerte, por lo cual apenas se detectan
tendencias generales. Por otra parte, en muchas poblaciones, casi todos los
subadultos parecen dispersarse, por lo cual este proceso constituye un factor
de peso en la dinámica poblacional y amerita una cuidadosa atención en el
manejo de fauna. Trabajando a microescala se puede considerar que un individuo
emigra cuando cruza el perímetro de la unidad de manejo. Cuando las unidades
colindantes presentan hábitats y densidades semejantes, es probable que la
emigración e inmigración se compensen. En cambio, si las densidades son muy
disímiles, las áreas de mayor densidad exportan animales a las de menor
densidad. Por consiguiente, para conservar la fauna en el área conviene ajustar
su tamaño y configuración como para minimizar el perímetro en relación a la
superficie, es decir, establecer unidades de manejo circulares o cuadradas y
grandes en comparación con los alcances de la dispersión. La dispersión evita
además la endogamia excesiva, suaviza las concentraciones y los vacíos de la
fauna y conduce así a unautilización más uniforme de los hábitats disponibles.
Es particularmente importante para las especies de hábitats impredecibles y
sucesionales, cuya sobrevivencia depende de su habilidad para ubicarse siempre
en los parches más provechosos.
6.6 PRODUCTIVIDAD
Producción y productividad poblacional son términos de uso frecuente en el
manejo de fauna, especialmente tratándose de poblaciones explotadas. La
producción se refiere usualmente a una cantidad (número de individuos, biomasa)
mientras que la productividad denota una tasa o capacidad. Aparte de esta
distinción semántica, producción y productividad pueden referirse a tres cosas
distintas:
• Reclutamiento o incremento poblacional por la incorporación de nuevas
cohortes anuales que han sobrevivido la etapa crítica de mortalidad juvenil.
Cambio numérico de la población en el tiempo, es decir, el crecimiento
poblacional.
•
• Producción de biomasa poblacional en el tiempo, tomando en cuenta tanto el
número de individuos como el crecimiento o la biomasa de los mismos.
6.6.1 Reclutamiento
El concepto de reclutamiento se originó en la biología pesquera y expresa el
tamaño o la fracción de la cohorte nueva que se incorpora anualmente a la
población capturable, es decir, los individuos que alcanzan un tamaño tal que
son efectivamente capturados por un determinado arte de pesca (Ricker 1958). La
tasa de reclutamiento per
138 cápita es el reclutamiento anual dividido entre la población reproductora
respectiva, y es equiparable con las definiciones de Leopold (1933),Hanson
(1963) y Robinson y Redford (1991) de la productividad de la fauna silvestre.
El reclutamiento es un criterio básico en el manejo de la caza mayor porque los
integrantes de la cohorte nueva son distinguibles de los demás en el campo, lo
cual facilita su cuantificación. Sin embargo, no existe un criterio universal
de edad umbral, a partir de la cual una cohorte se cuenta como reclutamiento.
McCullough (1979) estima el reclutamiento del número de cervatillos (nacidos en
primavera) al iniciarse la temporada otoñal de cacería; Pimlott (1959)
recomienda cuantificar la cohorte entre 1 y 2 años de edad (“yearlings” en
inglés); para Leopold (1933) la cohorte se integra a la población recién al
alcanzar la madurez sexual. En aves la situación es aparentemente más sencilla:
la cohorte anual constituye reclutamiento cuando sus integrantes alcanzan la
talla adulta, vuelan con destreza y se consideran como caza. Sin embargo, en
esta edad es difícil cuantificar visualmente el reclutamiento en el campo, y la
tasa de reclutamiento se estima normalmente examinando muestras representativas
de aves abatidas. El reclutamiento ofrece una directriz práctica para el manejo
de poblaciones cinegéticas especialmente cuando su magnitud es muy variable, en
comparación con la mortalidad adulta, y determina así en gran medida el
rendimiento anual del recurso. La tasa de reclutamiento depende de la
fecundidad de las madres y de la sobrevivencia de sus crías. Es una magnitud
positiva o cero en el caso extremo. No obstante, el reclutamiento no es igual
al aumento del tamaño poblacionalporque una parte de la cohorte nueva
recompensa numéricamente la mortalidad adulta, y solamente el excedente, si
existe, cuenta para el crecimiento poblacional. La estimación de la
productividad por reclutamiento presupone idealmente cohortes anuales
discretas, por lo cual este enfoque es poco aplicable a poblaciones tropicales
de reproducción más o menos continua.
P = ( N t +1 − N t ) N t ,
(6.27)
que, multiplicado por 100, da el incremento en porcentajes. Esta medida de
productividad es aconsejable en la comunicación con los propietarios de fundos,
cazadores y el público en general. La tasa instantánea de crecimiento, r,
calculada de los cambios de abundancia en el tiempo (6.1.1) o de las tablas de
vida (6.4.3), es la medida más versátil y fidedigna de la productividad de
poblaciones sin explotación (rp de Caughley 1977); el logaritmo natural del
cociente entre la población final Nt+1 más la cantidad de animales abatidos al
final del intervalo, y la población inicial Nt ofrece un estimador aproximado
de r para poblaciones explotadas. La productividad estimada según este
principio puede resultar positiva, cero o negativa. Este último caso se
presenta durante los períodos críticos cuando la mortalidad predomina sobre la
natalidad. En este libro, el término productividad se utiliza como equivalente
de tasa de crecimiento poblacional, a menos que se indique lo contrario.
6.6.3 Producción de biomasa
Este criterio de productividad se emplea en la ecología energética, que intenta
dilucidar los flujos y almacenamientos de energía en poblaciones, cadenas
tróficas yecosistemas y cuantificar la repartición de energía o materia en
procesos vitales (ver Sección 8). Tales flujos se expresan en unidades de
energía por área y por un intervalo de tiempo, por ejemplo, en Kcal m-2 año-1.
En este orden de ideas, la productividad se calcula como la suma de producción
por reproducción (biomasa de los neonatos multiplicada por su equivalente
calórico más la energía invertida en la lactación de la prole) y la producción
por crecimiento (sumatoria del aumento de peso de los individuos presentes
multiplicado por el equivalente calórico respectivo). De esta manera, Petrides
y Swank (1966) estimaron la producción anual de una población de elefantes
ponderando las frecuencias de las clases de edad de una tabla de vida vertical
por el aumento de peso vivo de cada clase y sumando los aportes de cada
cohorte; Ojasti (1978) comparó la productividad de capibaras en diferentes
densidades poblacionales mediante registros periódicos de la natalidad,
mortalidad y cambios de peso y
6.6.2 Crecimiento poblacional
Una fórmula sencilla para calcular la productividad, P, del cambio numérico
poblacional en un intervalo t, t+1 es
139 contenido calórico. La productividad estimada así es el aumento total de
biomasa poblacional que incluye las pérdidas simultáneas por depredación y
otros agentes de mortalidad. La producción neta se estima como el cambio de
biomasa poblacional durante intervalos consecutivos. Este enfoque se presta
ante todo para aclarar el papel de diversas poblaciones en el flujo de energía
de sus respectivosecosistemas. Es útil también en el manejo de fauna porque su
capacidad de resolución es mayor que la del seguimiento numérico y contribuye a
aclarar las bases energéticas de la regulación poblacional. la interacción
entre muchas variables que se pueden ordenar en 1) biohistorias y estrategias
demográficas de cada especie, 2) densidad y estructura poblacional, 3) factores
de hábitat, y 4) impacto humano. La productividad, impulsada por la natalidad,
es en principio proporcional al número de individuos presentes: más
reproductores, más nacimientos. Al mismo tiempo, algunos factores ocasionan
mortalidad y/o frenan la natalidad. Una parte de los factores que suprimen la
productividad no depende de la población sino del tipo de suelo, clima calidad
del forraje y otros efectos estacionales, mientras que el impacto de otros,
como la cantidad de alimento, refugios y otros recursos disponibles tiende a
crecer con la densidad poblacional. A. Mecanismos densoindependientes. La
densidad no inhibe ni estimula la productividad de poblaciones regidas principalmente
por factores densoindependientes. La producción poblacional es proporcional al
número de individuos presentes y su capacidad reproductiva, pero a
6.6.4 Densodependencia
Maximizar la producción de un recurso es un objetivo humano frecuente, pero para
una población animal la productividad no constituye una finalidad. De hecho, la
productividad neta de una población natural es usualmente cero. Un balance
positivo y sostenido de la producción se logra manteniendo una población en un
estado transitorio por medio delmanejo. La productividad es el resultado de
Figura 6.5. Relación entre la población postcosecha y el reclutamiento del
venado cola blanca con sus límites de confianza. Redibujado de McCullough
(1979).
140 menudo muy variable según las condiciones ambientales. Se caracteriza por
altibajos de períodos favorables con un crecimiento casi exponencial, y
producción negativa y bajo nivel poblacional durante épocas desfavorables. En
consecuencia, la productividad depende de la incidencia, duración y calidad de
los periódos o parches favorables. Una densoindependencia absoluta es poco
probable en poblaciones de vertebrados superiores tropicales, que se
desenvuelven en un ambiente físico relativamente benigno, estable o predecible,
aunque la variación del régimen de lluvias, por ejemplo, puede ejercer un
fuerte efecto sobre muchas poblaciones. Por ejemplo, la productividad de las
vicuñas en el altiplano andino depende de la precipitación anual, que
condiciona la disponibilidad de los forrajes (Rabinovich et al. 1987). B.
Procesos densodependientes. El impacto, directo o indirecto, de la densidad
poblacional sobre las tasas de fecundidad, sobrevivencia y/o crecimiento de
diversas clases de edad constituye el mecanismo regulador principal de muchas
poblaciones de fauna silvestre. Tales poblaciones tienden a establecerse con el
tiempo en el nivel máximo que su ambiente puede sostener, así que su
productividad neta se mantiene en cero, a excepción de períodos transitorios
cuando una población perturbada restablece su abundancia anterior.Por otra
parte, muchas poblaciones sometidas a un aprovechamiento permanecen muy por
debajo de su capacidad de carga y su productividad varía en función de su
abundancia. La productividad por individuo suele ser inversamente proporcional
a la densidad, pero la producción poblacional (producto de la productividad por
individuo y número de los mismos), en función de la densidad, conforma una
curva con un máximo a valores intermedios. En el caso particular de la ecuación
logística esta curva es una parábola (Fig. 6.3, B) que grafica los cambios
instantáneos de la pendiente de la curva de crecimiento poblacional (Fig. 6.3,
A). La productividad se incrementa lentamente a bajas densidades porque el
número de reproductores es reducido. Incluso puede darse el caso que en
densidades extremadamente bajas los encuentros entre machos y hembras sean tan
esporádicos que la fertilidad se aproxima a cero. Un aumento de la densidad
incrementa la producción, pero cada vez menos, porque la productividad
por individuo decrece a medida que la densidad aumenta. La máxima producción se
alcanza a la densidad que corresponde con el punto de inflexión de la curva Nt
versus t (K/2); a partir de este punto, la producción es inversamente
proporcional a la densidad, que deprime con una intensidad creciente la
productividad por individuo, hasta reducirla a cero cuando la densidad alcanza
la capacidad de carga K. De esta manera, la producción poblacional es siempre
baja a bajas densidades, pero la idea popular de que una gran abundancia
significa siempre altaproductividad es errada. La parábola
densidad-productividad está sujeta a las mismas premisas que el modelo
logístico (ver 6.1.2). Las poblaciones de fauna silvestre nunca satisfacen
cabalmente estas premisas, por lo cual la parábola citada no es una herramienta
predictiva infalible sino un marco de referencia general. Las curvas empíricas
de reclutamiento en función del tamaño de la población reproductiva de los
peces (Ricker 1958) y venados (McCullough 1979, 1984) corroboran la tendencia
parabólica entre la densidad y la productividad poblacional. Este último autor
también sostiene que la mitad ascendente de la parábola predice bien la
relación densidad-reclutamiento, pero en la parte descendente de la curva los
factores denso-independientes aumentan mucho el grado de incertidumbre (Fig.
6.5). En las especies de ciclo corto, la densidad de máxima producción tiende a
ser menor que K/2, mientras que en las especies de ciclo largo, la curva de
producción se maximiza entre K/2 y K (Fowler 1981). La relación aproximadamente
parabólica entre la densidad y la productividad poblacional, se considera una
directriz fundamental en el manejo de poblaciones densodependientes y será
discutida con mayor profundidad en el próximo capítulo. La regulación
poblacional totalmente densodependiente presupone un ambiente invariable y una
base de recursos constante y exclusiva, que son poco probables en condiciones
naturales. De esta manera, tanto una densoindependencia o densodependencia
absolutas son situaciones extremas poco frecuentes en las poblaciones naturales
de vertebrados terrestres. Ladinámica de la mayoría de las poblaciones responde
al mismo tiempo a ambos tipos de factores, pero el peso relativo de los
factores externos y poblacionales puede variar de una población a otra. Según
la teoría de la selección r y K (ver 6.3.1) se
141 esperaría un mayor control densodependiente en las poblaciones de ciclo
largo en hábitats estables y un predominio de los factores extrínsecos en el
caso de las especies de ciclo corto de ambientes más impredecibles. (Fretwell
1972), de tal manera que la capacidad de carga anual en hábitats estacionales
es la del período crítico. El modelo logístico estipula también que la
respuesta a los cambios de densidad (o sea, la cuota de cada individuo de un K
común) es instántanea. Empero, en poblaciones de fauna silvestre es frecuente
el caso en que los animales parecen ser insensibles a un amplio espectro de
densidades, hasta un valor umbral donde la limitación por los recursos empieza
a sentirse en con todo su vigor (Noy-Meir 1975, Ojasti 1978, Riney 1982). De
esta manera se originan retrasos de la respuesta poblacional a las condiciones
del hábitat. Asimismo, es posible que la población se dispara por encima de la
capacidad de carga, sobreexplota su hábitat y reduce su capacidad de
sustentación para la población futura. La teoría de densodependencia en general
enfatiza la capacidad de carga en términos de una población particular, aunque
muchas poblaciones pueden explotar la misma base de recursos en un área. De
esta manera, los cambios de cualquier población pueden alterar la
disponibilidad de recursos (y la capacidadde carga) para otras que comparten el
área. La noción de capacidad de carga es poco relevante para poblaciones
regidas principalmente por mecanismos densoindependientes, que no les permiten
alcanzar niveles de abundancia donde el efecto represivo de la densidad sea
detectable, o cuando la población está siempre desfasada de una base de
recursos muy cambiante. En consecuencia, el concepto de la capacidad de carga,
aunque se define en términos concretos y es ampliamente utilizada en ecología y
en manejo de fauna, no debe tomarse siempre como una realidad tangible.
6.6.5 Capacidad de carga
La teoría de la densodependencia está muy ligada al concepto de capacidad de
carga, que se define como el número máximo de individuos que un área puede
sostener de una manera permanente. La capacidad de carga es un atributo del
hábitat que se expresa en términos poblacionales. Se considera una realidad
tangible en casos como la producción animal y en el manejo de poblaciones
silvestres sedentarias a microescala. La capacidad de carga de un área para una
población particular está determinada por la disponibilidad de recursos, tales
como alimento, parches de hábitat favorables, lugares protectores contra la
depredación y espacio, en el caso de especies territoriales. Algunas
concepciones amplias de la capacidad de carga abarcan todos los factores que
pueden limitar la población (Schamberger y O’Neil 1986), pero aquí nos atenemos
a la capacidad de carga definida en función del hábitat. Moen (1973), entre
otros, calcula la capacidad de carga a partir de la producción primaria y de
lademanda energética de una población de herbívoros, mientras que algunos
autores prefieren visualizar la capacidad de carga meramente como una
abstracción. El modelo logístico presupone una capacidad de carga constante
para cada población particular. En realidad, en hábitats estacionales, la
disponibilidad de recursos es alta en las épocas favorables y baja durante los
períodos críticos
142
143
7 MANEJO DE POBLACIONES
7.1 INTRODUCCIÓN
Las poblaciones de fauna silvestre forman parte de diversos ecosistemas y deben
ser tratadas con una visión de conjunto. Sin embargo, en la práctica, los
planes de manejo se orientan a menudo hacia poblaciones que demandan una
atención particular, expresada en tres objetivos principales: 1) la
conservación en sentido estricto o la protección que intenta asegurar la
permanencia de las especies, ecosistemas y la diversidad biótica en general; a
diferencia de los objetivos que siguen, la conservación abarca todas las
especies animales, pero enfatiza las amenazadas; 2) la estabilización de
poblaciones para lograr un uso sostenible de las especies cinegéticas
optimizando su producción y cosecha; y 3) el control o reducción de daños
causados por poblaciones o individuos que actúan como plagas. En cada caso,
conviene desglosar la tarea en cuatro etapas (Giles 1978): • Análisis. Esta
primera etapa contesta la pregunta sCómo es y cómo funciona la población? según
lo tratado en la Sección 6. Evaluación. En esta etapa se compara el estado y
las características de lapoblación con el objetivo de su manejo para contestar
la pregunta sCuán idónea es la población para el manejo que se pretende
adelantar? A veces la evaluación revela que el objetivo es incompatible con la
población, y aconseja la reformulación del mismo.
•
Manejo. Esta etapa se inicia con las preguntas sCuáles son las diferentes
opciones para ajustar la población en el diseño? y sCuáles son las acciones
prioritarias a realizar en este sentido? Después se ejecutan las obras
indicadas en el campo y se evalúan sus resultados. El manejo de fauna abarca
las vertientes de acción directa del hombre sobre la fauna y la indirecta sobre
el hábitat. Esta sección pretende esbozar la teoría y la práctica de la acción
directa, delegando lo relacionado con el hábitat a Sección 9. Sin embargo, la
estrecha interacción entre las dos vertientes genera inevitablemente un cierto
grado de solapamiento.
7.2 PROTECCIÓN
Las perspectivas generales de la conservación de la diversidad biológica
dependen del crecimiento demográfico y económico mundial y de las políticas
globales del uso de la tierra y sus recursos. A estos factores de fondo se
agregan en América Latina la pobreza generalizada, el incumplimiento de las
leyes y la escasa valoración de los bienes ambientales. La misión del manejador
de fauna en este contexto radica en encontrar cómo preservar toda la diversidad
animal en un entorno adverso y cambiante. Una herramienta clave en esta labor
es el manejo preventivo: tratar de mantener las poblaciones a niveles óptimos
para la producción sostenible (ver 7.3). Sin embargo,innumerables poblaciones
ya han sufrido bajas dramáticas a causa de diversos impactos humanos y muchas
se encuentran al borde de la extinción. Tales casos demandan acciones de
rescate, preservación y restauración que conforman la esencia de la
conservación en sentido estricto. Enfatizamos aquí la preservación de
poblaciones de vertebrados, pero teniendo presente que la suerte de las mismas
es inseparable de la conservación
•
• Diseño. Una vez concluida la evaluación surgen las preguntas sCómo sería la
población ideal para lograr el objetivo propuesto? y sCuáles son los criterios
y alternativas para una decisión acertada al respecto? Según las respuestas a
estos interrogantes se traza el perfil de la población deseada.
144 de sus respectivos ecosistemas y viceversa. Al igual que cualquier manejo
de poblaciones, la conservación debe contar con una fundamentación científica,
especialmente en cuanto a los procesos que afectan la viabilidad poblacional y
acarrean riesgos de extinción. silvícola, mientras que algunas especies
generalistas pueden verse beneficiadas. Otro agente primario de destrucción es
la excesiva presión de caza que afecta selectivamente a los vertebrados de
mayor porte y valor, incluso donde los hábitats aún permanecen intactos (Smith
1976b, Coimbra Filjo 1977,Terborgh et al. 1986, McNeely et al. 1990, Redford
1992, Ojasti 1993, UICN 1993). En la Amazonia, por ejemplo, se destacan dos
conjuntos más amenazados: las especies endémicas de las zonas periféricas, que
están quedando sin hábitats, y los grandesmamíferos y reptiles fluviales,
tradicionalmente muy perseguidos por la caza comercial (Dourojeanni 1985, TCA
1995). A éstos se agregan las causas secundarias, por alteración de tramas
tróficas, por escasez o exceso de depredadores, presas o competidores y otras
alteraciones de la estructura comunitaria, incluyendo el impacto de las
especies exóticas introducidas por el hombre, especialmente sobre las faunas
insulares. Algunas especies son más propensas a degradarse y extinguirse que
otras. Tal es el caso de las especies raras, especialmente las de distribución
geográfica o ecológica muy restringida (las endémicas y las especialistas de
hábitat), mientras que las de baja densidad natural, pero ampliamente
distribuidas parecen menos sensibles (Rabinowitz et al. 1986). Por otra parte,
especies otrora muy abundantes, tales como la vicuña, la tortuga Podocnemis
expansa o el bisonte norteamericano, tampoco están exentos de riesgos. Las
especies corpulentas, especialistas y de baja capacidad reproductiva son más
susceptibles, en un término medio, que las menores, generalistas y prolíficas.
Asimismo, las faunas insulares son menos resistentes que las continentales y
las especies gregarias suelen enfrentar riesgos mayores que las solitarias.
También se sabe que los carnívoros tope son sensibles a cualquier alteración
porque dependen de todo lo que acontece a lo largo de la trama trófica. El
proceso de extinción implica un período de reducción continua hasta que la
población deja de existir como tal y sus últimos individuos mueren sin
reproducirse. Como cualquier procesopoblacional, depende ante todo de los valores
de r y N. En un reciente ensayo, Caughley
7.2.1 Reducción y extinción de poblaciones
A semejanza de los individuos, la duración de las poblaciones es finita. Cuando
una población aún persiste, pero a un nivel tan bajo que no alcanza a cumplir
sus funciones ecológicas, es considerada ecológicamente extinta (Redford 1992).
Las extinciones locales pueden ser frecuentes, al igual que el surgimiento de
poblaciones nuevas a partir de la dispersión de las vecinas. La desaparición de
poblaciones locales sin recolonización posterior reduce la distribución
geográfica de la especie y acarrea extinciones a nivel de países y otras
divisiones políticas. La extinción de una especie es simplemente la
consecuencia de la desaparición de su última población local, pero implica al
mismo tiempo una pérdida irreversible de la diversidad biológica. La expansión
de diversas actividades humanas acelera la merma poblacional y la desaparición
de especies muy por encima de las tasas naturales de extinción. Muchos autores
han calculado la magnitud de la pérdida de biodiversidad utilizando diversos
métodos de extrapolación. Wilson (1988), por ejemplo, estimó la tasa anual de
extinción en el orden de 1 por mil, es decir, unas 10.000 especies por año,
principalmente insectos tropicales. La mayoría de las extinciones recientes de
vertebrados neotropicales se ubica en las Antillas. A éstas se agregan
numerosas especies, insulares o continentales en situación crítica. La causa
preponderante de la reducción y extinción poblacional es la destrucción,alteración
y fragmentación de los hábitats que afecta teóricamente la totalidad de las
especies (CDEA 1992, UNEP 1993, entre otros). En el ámbito latinoamericano se
destacan en particular la deforestación, explotación de madera, sobrepastoreo, alteraciones
de humedales, obras hidráulicas, minería y, tal vez en menor grado, la
contaminación ambiental. La destrucción de hábitats resulta terminante para la
fauna
145 (1994) discute esta temática desglosándola en el paradigma de la reducción
poblacional y el de las poblaciones pequeñas. A. Paradigma de reducción
poblacional. La esencia de este caso radica en la disminución de abundancia en
el tiempo (r negativo), ocasionada por uno o más factores externos e
independientes del tamaño poblacional. En aras de rescatar tales poblaciones,
se debe detectar la merma poblacional, identificar sus causas, implementar
medidas para anular los agentes causales y así revertir la tendencia
poblacional. Esta operación debe realizarse con la mayor objetividad incluyendo
la comprobación experimental de la recuperación poblacional después de
controlar el o los presuntos obstáculos de su crecimiento, a fin de evitar
pérdidas por diagnósticos errados. A menudo resulta fácil identificar las causas
del deterioro, pero es muy difícil mitigarlas por factores de orden político y
económico (Caughley 1977). De esta manera, el paradigma de la reducción
poblacional plantea soluciones prácticas, caso por caso, aunque no genera un
marco teórico común. B. Paradigma de las poblaciones pequeñas. El desarrollo
teórico de labiología de la conservación se concentra en los efectos
intrínsecos de un tamaño poblacional N muy pequeño sobre la viabilidad de la
población. Estos efectos resultan de la acción conjunta de una serie de eventos
demográficos y genéticos, cuyo efecto nocivo es inversamente proporcional a N,
relación que predice una degradación creciente a medida que pasa el tiempo. Las
poblaciones pequeñas son demográficamente inestables, porque la varianza de su
tasa intrínseca de crecimiento, r, es inversamente proporcional a N. Las
poblaciones grandes amortiguan la aleatoriedad demográfica por los nacimientos
y muertes individuales. En las pequeñas, en cambio, estos eventos pueden
resultar, simplemente por azar, en una estructura de sexo y edad no viable. La
variabilidad ambiental, que impone ciclos estacionales de abundancia y escasez
y ocasionalmente episodios catastróficos, es en sí independiente de N, pero
puede amplificar los altibajos de la aleatoriedad demográfica. También el éxito
reproductivo individual suele decaer en poblaciones muy diluidas, donde las
probabilidades de apareamiento son bajas (Watt, 1968, Lande 1988, Caughley
1994). En materia de genética poblacional, los cruzamientos entre parientes aumentan
al reducirse N. A la par de la consanguineidad aumenta la homocigosidad de los
alelos recesivos letales o subletales, que deprime la viabilidad poblacional.
Además, en poblaciones pequeñas, la variación aleatoria de las frecuencias de
genes incrementa la homocigosidad y reduce la variabilidad genética. Este
proceso, denominado deriva genética, reduce la adaptabilidady capacidad
evolutiva de la población. En ambos casos, el aumento de los alelos homocigotos
es acumulativo de una generación a otra (Franklin 1980, Lande 1988). Sin
embargo, se estima que la extinción de las poblaciones naturales obedece
usualmente a factores demográficos (Lande 1988, Caughley 1994) Muchas
poblaciones pequeñas resultan de la fragmentación de hábitats por actividades
humanas. La teoría de la biogeografía de islas explora las implicaciones
comunitarias de este proceso. Predice, entre otras implicaciones, que el número
de equilibrio de las especies presentes es proporcional al tamaño de la isla e
inversamente proporcional a la distancia entre la isla y el continente
(MacArthur y Wilson 1967). Extendiendo la teoría a islas ecológicas, se espera
que la tasa de extinción en los parches boscosos recién separados de la selva
primaria o en áreas silvestres protegidas aisladas por paisajes alterados sea
proporcional a su superficie. La teoría de metapoblaciones aclara los efectos
de la fragmentación a nivel poblacional enfatizando la importancia de
dispersión, que resulta en la recolonización de las poblaciones locales
extintas (Hanski y Gilpin 1991). La dispersión hacia un entorno desfavorable,
en cambio, constituye una pérdida neta para la población (Lande 1988). Por lo
tanto, los posibles corredores ecológicos entre las poblaciones locales son
vitales para la preservación de la población total. Una pregunta inherente a
las poblaciones pequeñas es sde qué tamaño poblacional estamos hablando? Según
las conjeturas de Franklin (1980), basadas en la genéticade animales
domésticos, la viabilidad poblacional a corto plazo -para obviar el efecto
deletéreo de consanguineidadrequiere una población efectiva al menos de 50
individuos, mientras que la mínima a largo plazo -sin mayor erosión
146 genética- se ubicaría en 500. Empero, el tamaño poblacional requerido para
la viabilidad demográfica, puede exceder lo estipulado con fundamentos
genéticos. La noción de población mínima viable (PMV), definida como la
población aislada más pequeña de una especie en un hábitat dado que cuenta con
una probabilidad de permanencia del 99% por mil años (Shaffer 1981), ofrece un
criterio clave para la planificación de áreas protegidas o cría en cautiverio.
Lamentablemente no existe una cifra de aplicación universal para la PMV, sino
que su valor varía según la especie o población. La PMV se refiere además al
tamaño de población efectiva, Ne, definido como “el número de individuos de una
población ideal que generan la misma tasa de deriva genética que la población
bajo estudio” (Lande 1988). La población ideal es un término de genética
poblacional que denota el número de reproductores cuando la relación sexual es
de 1 a 1, el apareamiento es aleatorio y el tamaño de la familia y su varianza
son iguales. Pocas poblaciones reales se ajustan a este perfil, así que casi
siempre N > Ne. La viabilidad poblacional, a su vez, es un atributo que se
mide en el tiempo probable de persistencia de una población o la probabilidad
de su extinción dentro de un lapso definido. El análisis de viabilidad
poblacional(AVP) permite explorar la interacción de las variables asociadas con
la suerte de las poblaciones amenazadas y estimar su viabilidad y el valor de
PMV de las mismas utilizando modelos estocásticos de simulación, por ejemplo
VORTEX (Lacy 1993). Tales modelos constituyen valiosas herramientas para
evaluar diferentes opciones de la conservación y el manejo de poblaciones
reales, siempre y cuando se disponga de estimadores confiables de sus
parámetros clave. Este punto resulta a menudo limitante, ya que la rareza misma
de las especies amenazadas dificulta grandemente su estudio empírico. Tanto es
así que a veces se recurre a la teoría y modelaje para remendar la falta de
datos (Doak y Mills 1994). las diversas poblaciones o taxa. Para tal efecto,
las nuevas categorías de la UICN (1994b) son de gran utilidad. Esta
clasificación atiende la necesidad de evaluar objetivamente el grado de amenaza
que enfrentan las especies de la fauna y flora mundiales, información que se
difunde en los “Libros Rojos” (IUCN 1996). La base conceptual de esta clasificación
es la probabilidad de extinción del taxón (especie o subespecie), evaluada por
medio de criterios cuantitativos incluyendo la tasa actual de reducción
poblacional, la extensión y fragmentación de la distribución geográfica, el
tamaño de la población, diferentes combinaciones de estos criterios y un
análisis cuantitativo de la viabilidad poblacional (AVP). Por razones
precautelativas, la ubicación de un taxón en esta clasificación la decide el
estimador que resulta más crítico.
•
Extinto (EX) y extinto en estado silvestre(EW) son las primeras categorías de
clasificación del UICN, seguidas por tres casos que en su conjunto conforman
las especies amenazadas:
• Peligro Crítico (CR) “cuando un taxón enfrenta un riesgo extremadamente alto
de extinción en estado silvestre en el futuro inmediato” (probabilidad de
extinción ≥ 50% dentro de 10 años o 3 generaciones, según AVP). •
En Peligro (EN) “cuando un taxón no está en peligro crítico, pero enfrenta un
alto riesgo de extinción en estado silvestre en el futuro cercano”
(probabilidad de extinción ≥ 20% dentro de 20 años o 5 generaciones,
según AVP).
Vulnerable (VU) “cuando no está en peligro crítico o en peligro, pero está
enfrentando un alto riesgo de extinción en estado silvestre en el futuro a
término medio” (probabilidad de extinción ≥ 10% dentro de 100 años, según
AVP).
•
•
7.2.2 Criterios del grado de amenaza
La asignación de prioridades de conservación requiere criterios sobre el grado
de amenaza o urgencia que plantean
Riesgo Menor (LR) reune los taxa no calificados como amenazados, que pueden
ser: 1) Dependientes de Conservación (dc), es decir, sometidos a manejo cuya
suspensión puede reducirlos a amenazados, 2) Casi Amenazados (ca) que se
aproximan a la condición de vulnerable, y 3) de Preocupación Menor (pm) que no
147 son dependientes de conservación ni casi amenazados, es decir, aquellos que
no parecen presentar problemas inmediatas de conservación según la evaluación
realizada. A. Actualización de políticas. El avance de la protección del
ambiente y la diversidad biológicadepende en gran medida de las políticas
oficiales pertinentes. Tales políticas y su base legal son a menudo
contradictorias, inoperantes, obsoletas y enfocadas sólo a los síntomas de la
problemática ambiental. Es urgente revisar, sincerar y reorientar el marco de
referencia político partiendo del principio que la conservación y el desarrollo
deben integrarse para el bien perdurable de la humanidad (Naciones Unidas
1992b). El doble propósito de desarrollo y conservación se puede adelantar por
medio de la justa valoración del ambiente y sus recursos, ordenamiento
territorial, desarrollo rural sostenible, actualización de la legislación y
penalización efectiva de los delitos ambientales, concientización ambiental,
amplia participación ciudadana (incluyendo toda la sociedad y las ONGs,
terratenientes, comunidades rurales e indígenas en particular), moderación de
la extracción de recursos, distribución equitativa de los beneficios,
investigación científica aplicable a la conservación y cooperación
internacional, entre otros (McNeely et al. 1990, Naciones Unidas 1992b,
Salwasser 1995, TCA 1995). Esta nueva orientación enfatiza la participación
ciudadana, ataca las raíces de la pérdida de la biodiversidad y, por tanto,
ejerce un efecto más global y preventivo. Sin embargo, la integración de la
conservación y el desarrollo no es fácil ni exento de riesgos. Uno de los más
inminentes son las posiciones políticas muy complacientes ante el desarrollo
inmediato o a las demandas populares, a expensas de conservación y beneficios a
largo plazo. Un justo balance entre conservación ydesarrollo requiere una
cuidadosa planificación, normas técnicas y legales muy claras y un compromiso
político de alto nivel con el principio de sostenibilidad. Este panorama es
también un gran reto para el manejador de fauna, porque demanda investigación
de alta calidad que resuelva problemas, decisiones y normas acertadas y gran
capacidad de gestión. B. Protección legal. Las vedas totales de poblaciones
amenazadas por la caza excesiva figuran entre las medidas proteccionistas más
antiguas (Beltrán 1966, Leopold 1933, Smith 1976). Son medidas rápidas y de
bajo costo que expresan la voluntad del estado de proteger
• Datos Insuficientes (DD), cuando la condición del taxón no se puede evaluar
por falta de datos. Empero, al sospecharse que la permanencia de un taxón poco
conocido esté seriamente comprometida, se recomienda ubicarlo en una categoría
amenazada. •
No Evaluado (NE): El estatus conservacionista del taxón no se ha evaluado aún.
La validez de estas categorías depende de la información poblacional
disponible, que suele ser deficiente en el caso de la fauna neotropical.
También se dan sesgos en contra de la inclusión de especies pequeñas, poco
llamativas e invertebrados en general. Las categorías de UICN no poseen
vigencia legal, pero son de uso universal y se aplican también a evaluaciones
de carácter nacional (Glade 1988, Pulido 1991, Rodríguez y Rojas Suárez, 1995,
Ergueta y Morales 1996, entre otros). Sin embargo, la situación de un taxón en
un país puede resultar más o menos grave que el estatus mundial fijado por la
UICN. Entre los taxa amenazadosmerecen atención prioritaria las especies muy
peculiares por ser los únicos integrantes de un taxón monotípico superior,
porque su desaparición equivaldría al mismo tiempo a la extinción del género o
familia respectivos (Mares 1992, Mittermeier et al. 1986). Dinerstein et al.
(1995) aplicaron recientemente las categorias de UICN para indicar el grado de
amenaza que encaran diversas áreas geográficas y macrohábitas del Neotrópico.
7.2.3 Estrategias y medidas de protección
La conservación de la diversidad biológica demanda tanto la reorientación y
consolidación de las políticas nacionales, a fin de afrontar las causas de
fondo del deterioro ambiental, como medidas técnicas inmediatas para atender
las emergencias más apremiantes.
148 determinados animales. Pueden ser también muy acertadas, porque la alta
mortalidad adulta ocasionada por la caza es la causa principal de degradación
de numerosas poblaciones. Sin embargo, la crítica situación de muchos recursos
faunísticos no obedece a la falta de leyes sino a fallas de su cumplimiento,
que implica programas de extensión, guardería y participación ciudadana. C.
Áreas silvestres protegidas. La herramienta principal de la conservación es la
creación y funcionamiento de áreas naturales protegidas. La premisa clave de
esta estrategia, la conservación in situ que ejemplifican los parques
nacionales, es que la protección de la integridad natural de un área conserva
sus ecosistemas y especies presentes. De esta manera resguardan colectivamente
innumerables especies aún no descritaso poco conocidas, amenazadas por el deterioro
de los hábitats, y al mismo tiempo amparan a las especies más perseguidas por
la caza. Para lograr sus objetivos, el sistema de áreas protegidas en su
conjunto debe representar bien la diversidad biótica del país o región y contar
con la capacidad de conservarla a largo plazo. Muchas otras razones han
impulsado la creación de áreas protegidas: la conservación de aguas y cuencas
hidrográficas, bellezas escénicas o valores históricos, el resguardo de las
culturas indígenas, la disponibilidad de tierras vírgenes de dominio público,
demandas de esparcimiento así como convicciones personales de los pioneros del
movimiento conservacionista. Por otra parte, la opción que ofrecen las áreas
silvestres protegidas es un tanto rígida, porque su fuerza radica en el resguardo
permanente de determinadas áreas. Todas estas razones aconsejan prestar la
máxima atención a la planificación de los sistemas de áreas protegidas,
incluyendo la selección de las áreas y sus respectivas categorías de manejo.
Más aún, esta labor debería formar parte del ordenamiento territorial general
que asigna para cada área el uso más indicado, teniendo en cuenta su vocación
natural y las demandas de la sociedad. La integración de las áreas protegidas a
los marcos más amplios de la planificación constituye, de hecho, el primer
objetivo del plan de acción trazada en el IV Congreso Mundial de Parques
Nacionales (1992). Varias publicaciones recientes plantean los pormenores
de la planificación y el manejo de sistemas de áreasprotegidas (Moore y
Ormazábal 1988, Barzetti 1993, Castaño Ubibe 1993, entre otras). En aras de
optimizar la aptitud de las áreas protegidas para conservar la diversidad
animal, el sistema que aquellas conforman debería representar todos los biomas,
tipos de hábitats y las distintas unidades biogeográficas del país, con sus
respectivos centros de endemismo y de alta diversidad -los llamados refugios
pleistocénicos-. A este respecto cabe destacar la utilidad de los inventarios
de fauna para conocer el potencial conservacionista de las áreas silvestres
protegidas. Asimismo, el sistema debería proveer resguardo a las especies más
amenazadas y las áreas que lo conforman deberían cubrir una extensión
suficiente para sustentar sus respectivas poblaciones mínimas viables. El área
para el mantenimiento de la PMV de una especie clave, usualmente tope de cadena
trófica, ofrece un importante criterio para estimar el tamaño mínimo de una
unidad de conservación (Thiollay 1989b, Yerena 1994). Un sistema en forma de
red o corredor, en lugar de un archipiélago de áreas protegidas, facilita la
dispersión de individuos y material genético entre diferentes unidades
conformando una metapoblación más persistente que las poblaciones locales de
cada área por separado (Vega 1994, Yerena 1994). En adición a los parques
nacionales y otras áreas de protección global existen categorías de manejo
orientadas explícitamente al resguardo de la fauna amenazada y su hábitat de
reproducción, alimentación y descanso, así como a la protección de sitios clave
para especies migratorias. Tales áreas, aún las delimitada extensión, son
esenciales para el mantenimiento de muchas especies gregarias asociadas con
áreas costeras. El enfoque ecosistémico no debería restringirse al manejo de
las áreas protegidas sino extenderse al todo el territorio y a los humedales en
particular. D. Rescate y fomento de poblaciones silvestres. Esta estrategia
concierne principalmente a las poblaciones relictas de especies grandes y
llamativas o “especies emblema” de la conservación: primates y carnívoros
grandes, ungulados, aves rapaces, loros y guacamayas, caimanes y tortugas
grandes (ver 10.2). En primera instancia se evalúa la distribución, abundancia
y estatus
149 actual de la población, y se identifican las causas de su escasez por medio
de encuestas y levantamientos de campo. Luego se diseña un plan de acción para
recuperar y fomentar la población por medio de 1) Manejo directo: control de
causas de la mortalidad juvenil y adulta, creación de nuevas poblaciones por reintroducción,
seguimiento periódico de la abundancia, estructura y distribución poblacional,
2) Conservación y mejoramiento del hábitat de la población natural remanente, y
3) Concientización de la población local sobre el significado y valor de la
especie, a fin de lograr su apoyo y participación. La promoción de una especie
como símbolo de la identidad regional o nacional puede ser una idea acertada en
este sentido. El rescate de poblaciones naturales puede realizarse dentro o
fuera de las áreas silvestres protegidas, incluyendo tierras privadas. En tales
casos es vital la cooperación de los respectivos propietarios.Puede
complementarse también con la cría en cautiverio. De hecho, los planes de
rescate y restauración emplean las mismas herramientas que el manejo para uso
sostenible. La restauración de poblaciones deterioradas es a menudo la primera
etapa del manejo para su eventual aprovechamiento. La recuperación de
poblaciones es una función del tiempo y demanda trabajo y financiamiento
continuos, especialmente en el caso de las especies de ciclo largo. La mayoría
de los avances dentro de este sector son producto de esfuerzos mancomunados de
los servicios de fauna, ONGs conservacionistas, apoyo del sector privado,
comunidades locales y financiamiento internacional. E. Cría en cautiverio. Esta
opción, denominada también conservación ex situ, involucra el mantenimiento de
una especie muy amenazada, a veces extinta en estado silvestre, en cautiverio,
o bien la cría en cautiverio como una herramienta para fundar o fortalecer las
poblaciones naturales (ver 10.3). Nogueira Neto (1973) documenta ampliamente
las experiencias brasileñas en materia de cría de la fauna nativa. El
mantenimiento de especies amenazadas en cautiverio no resuelve el problema de
fondo, pero puede postergar su consecuencia más irreversible. Son programas de
rescate de los últimos remanentes de una especie y muy afectados por el
síndrome de las poblaciones pequeñas. La degradación genética acumulativa
amenaza la viabilidad del plantel de cría o resulta con el tiempo en cepas
domesticadas, distintas de la especie silvestre ancestral (Conway 1980, McNeely
et al. 1990). La labor que desarrolla el Centro dePrimatología de Rio do
Janeiro en el rescate de los primates amenazadas de la Floresta Atlántica es un
ejemplo de esta opción (Coimbra Filho 1986). Los zoológicos han avanzado mucho
en el mantenimiento y propagación de múltiples especies. Sin embargo, mantener
poblaciones viables de animales grandes y de manejo complicado es muy costoso,
lo cual restringe esta opción a pocas especies. La cría en confinamiento se
utiliza también para la restauración de poblaciones naturales. Por ejemplo, el
levante de crías obtenidas en cautiverio o de nidos naturales forma parte de
los planes de conservación de crocodílidos y tortugas acuáticas (IBAMA 1989,
Ramo et al. 1992; Seijas y Chávez 1994, ver 10.2). En estos casos es importante
tanto un manejo exitoso en cautiverio como la readaptación de las crías a su
ambiente natural (Soini 1997). Esta última suele ser poco conocida y requiere
del seguimiento de los individuos liberados, en atención al objetivo
primordial: la recuperación de las poblaciones naturales. Las razones que
apoyan esta opción, en vez del resguardo de poblaciones cautivas, incluyen el
mantenimiento de la variabilidad genética y de la capacidad evolutiva de la
especie, así como la realización de sus funciones ecológicas y valor escénico
(Conway 1980, Lande 1988, McNeely et al. 1990, UNEP 1993, Caughley 1994, Snyder
1994, Magnusson 1995). Además, el manejo de poblaciones naturales es menos
costoso, en términos de fondos y tecnología, y por eso es más accesible a los
países latinoamericanos.
7.3 UTILIZACIÓN SOSTENIBLE
Un recurso cualquiera se comporta como tal cuando esdebidamente utilizado. El
aprovechamiento del recurso fauna produce beneficios para diferentes sectores y
controla la abundancia de algunas especies silvestres, pero al mismo tiempo
puede convertirse en una grave amenaza para el recurso. Por eso, la regulación
de la intensidad de caza constituye la esencia del manejo de poblaciones
150 sometidas al aprovechamiento directo. Las siguientes preguntas reflejan la
amplitud y la complejidad de esta tarea: 1) sQué especies y poblaciones son
realmente aprovechables, cuáles son los criterios que permiten determinarlo? 2)
sCuáles son las finalidades del aprovechamiento y expectativas de los usuarios?
3) sCuándo conviene más efectuar la extracción? 4) sQué cantidad de individuos
se pueden extraer? 5) sQué tipo de individuos? 6) sCómo conservar o maximizar
la productividad de las poblaciones explotadas? 7) sCómo repartir la cosecha
entre diversos usuarios o sectores interesados? 8) sQué otros factores, además
del valor como un recurso, deben contemplar los planes de aprovechamiento? 9)
sCómo implementar administrativamente la cosecha de fauna silvestre? manejo que
se les aplique, nunca podrán constituir un recurso cinegético importante, sino
que su manejo debe apuntar ante todo hacia la conservación y usos no consuntivos.
Por otra parte, muchas poblaciones locales de especies más productivas
(pecaríes, venado cola blanca, agutíes, capibara, coipo, patos, etc.) son tan
castigadas por una explotación irracional continuada que no son aprovechables
de inmediato sino después de un largoperíodo de recuperación. B. Finalidad del
aprovechamiento. Un objetivo fundamental de la regulación de cacería es la
repartición equitativa de los beneficios que genere la fauna silvestre entre
los ciudadanos y diferentes tipos de usuarios, siempre y cuando el
aprovechamiento sea sostenible y técnicamente viable. También conviene tomar en
cuenta la finalidad principal del aprovechamiento y la cantidad, distribución,
costumbres, expectativas e impactos de sus usuarios. El aprovechamiento de
especies de vocación comercial (por ejemplo, capibara, coipo, paca, caimán,
vicuña) presupone poblaciones abundantes, y los objetivos principales del
manejo suelen ser estabilizar y, en lo posible, maximizar el valor (número,
biomasa, calidad) de la cosecha sostenible y la justa repartición de la misma.
Conviene enfocar el manejo a microescala, establecer cuotas cónsonas con la
producción poblacional en cada unidad de manejo y combatir la comercialización
de productos de cacería ilegal mediante una fiscalización efectiva. Por otra
parte, el manejo de la avifauna para la caza deportiva se realiza a macroescala
y con el objeto de maximizar la calidad y cantidad de recreación (días/
cazador) dentro de límites sostenibles. El seguimiento de las tendencias poblacionales
en grandes áreas permite ajustar su intensidad mediante calendarios cinegéticos
anuales. A menudo, todas las modalidades de utilización inciden (legal o
ilegalmente) sobre un mismo recurso (por ejemplo, patos, pecaríes, venados,
grandes felinos), lo cual demanda una clara definición del uso y usuario más
indicado y lasmedidas administrativas y de guardería pertinentes. C. Temporadas
de caza. La fauna silvestre no se puede “almacenar” sino hasta el límite que
permita la capacidad
7.3.1. sQué, por qué y cuándo cosechar?
Estas tres interrogantes están arraigados en los patrones tradicionales de
utilización de fauna, pero al mismo tiempo involucran criterios biológicos
dignos de atención. A. Especies o poblaciones aprovechables. El valor tangible
como recurso (alimento, recreación, pieles, cueros, mascotas, trofeos etc.),
según las costumbres locales, define en primer lugar, el conjunto de especies
que una sociedad conceptúa como caza. Tales conjuntos de especies varían según
el tipo de usuario (Sección 3), de una región a otra y en tiempo. Por ejemplo,
los lagartos del género Tupinambis son objeto de cacería comercial importante
en América austral (Fitzgerald et al. 1991, Norman 1987), pero en Venezuela son
poco utilizados. Las poblaciones de caimán no llegaron a constituir un recurso
importante sino después del agotamiento de los crocodílidos más grandes y
valiosos (Carvalho 1967, Medem 1983). Aparte de los criterios de uso
tradicional y valor establecido deben considerarse también la estrategia demográfica
y el estado actual de las poblaciones. La baja capacidad de renovación de
algunas especies neotropicales más cotizadas (los cébidos de mayor porte,
manatíes, dantas, paujíes y guacamayas, entre otros) es incompatible con un
aprovechamiento extractivo a mayor escala. Este tipo de especies,
independientemente del
151 de carga del hábitat porque ladispersión y mortalidad natural eliminan los
excedentes. Por eso conviene cosechar un recurso productivo anualmente, con la
posible excepción de especies de ciclo muy largo. La temporada de caza debería
ubicarse en la época cuando las especies cinegéticas han completado su ciclo
reproductivo, han maximizado su reclutamiento anual, las especies migratorias
están presentes, y antes del período crítico anual, para ajustar la población a
la menguante capacidad de carga. Además debería coincidir con la adquisición
del pelaje de invierno de las especies peleteras y con el período en el cual
los cérvidos portan caramas pulidas. La temporada otoñal de cacería en
latitudes templadas satisface estos criterios y es congruente con la normativa
vigente en México y América austral. Las temporadas abiertas en América
tropical empiezan, por lo general, simultáneamente con el período seco, que es
crítico para muchas poblaciones y reduce su actividad reproductiva. Sin
embargo, algunas especies se reproducen precisamente en esta época y varios
animales de caza pueden reproducirse durante todo el año, lo que resulta en un
reclutamiento más continuo, en lugar de cohortes sincronizadas. En tales casos,
no existe una temporada de caza ideal para una especie y mucho menos una
temporada única y biológicamente acertada para las especies cinegéticas en su
conjunto. La programación de las temporadas de caza en el trópico es, por lo
tanto, más complicada. Demanda un buen conocimiento de la estacionalidad de las
poblaciones, del hábitat y su variación espacial - información aún no
disponible enmuchos casosasí como la programación de temporadas por especie,
escalonadas en el tiempo y el espacio, aunque esto resulte en mayor carga
administrativa. Las condiciones del período seco facilitan el acceso de
cazadores y la extracción comercial de la fauna en regiones poco transitables
en otras épocas. Esto, conjuntamente con la reducción de la cobertura visual y
la concentración de muchas poblaciones en la cercanía de las aguadas que
quedan, aumenta la ventaja del cazador frente a las presas y puede propiciar un
aprovechamiento destructivo. Por otra parte, la caza de subsistencia puede ser
tan continua como la demanda del alimento proteico del campesino. La
industrialización de la carne de animales silvestres demanda también una
extracción continua. Es posible que una cosecha continua sea, en algunos casos,
un aprovechamiento biológicamente idóneo, aunque más difícil de controlar. De
hecho, la duración de la temporada abierta es precisamente una herramienta
fundamental para regular la extracción, porque el número de animales abatidos
es proporcional al esfuerzo (tiempo) de cacería. Imponer vedas estacionales a
la caza de subsistencía puede resultar una medida drástica, pero probablemente
necesaria, para evitar el agotamiento del recurso.
7.3.2 Bases conceptuales de la cosecha sostenible
Partiendo del principio de que la fauna silvestre es un recurso natural
renovable, la cosecha sostenible se define como la cantidad y tipo de
individuos que se puede extraer de una población por unidad de tiempo sin
deteriorar su productividad, es decir manteniendo ∑lxmx≥ 1(ver
1.3.3). Este principio combina la utilización con la conservación pero no es la
única estrategia concebible. Desde el punto de vista económico es plausible
procurar una cosecha, sostenida o no, que maximice los ingresos por unidad de
costo. Según las reglas de la economía de mercado, un ingreso actual es más
rentable que el mismo ingreso en una fecha posterior, por lo cual puede
resultar más rentable sobreexplotar y hasta rematar un recurso de una sola vez
e invertir los ingresos de tal manera que produzcan una renta superior a la
productividad de la población explotada (McNeely 1988, Clark 1989). Esta
estrategia fatal para el recurso y contraria al interés colectivo a largo plazo
matiza la mentalidad de muchos usuarios de fauna, quienes prefieren explotar al
máximo ahora, pensando que el recurso se agotará de todas maneras o que de
pronto el Estado prohibirá su aprovechamiento. Por consiguiente, es mandatorio
difundir y aplicar el principio de la cosecha sostenible tanto en la
comunicación con los usuarios como en el manejo práctico, con miras a maximizar
los beneficios a largo plazo. Es axiomático que cualquier extracción de una
población animal disminuye momentáneamente su abundancia. La idea de una
cosecha sostenible radica en el principio de que la productividad poblacional
152
Figura 7.1. Mortalidad aditiva o compensatoria. Esquema del ciclo anual de una
población: A con mortalidada aditiva sin cosecha, y B con cosecha, y de una
población C con mortalidad compensatoria sin cosecha, y D con cosecha; r =
período denacimientos, c = cosecha, sector por debajo de la línea interrumpida
= capacidad de carga del período crítico.
compensará con el tiempo el efecto de la extracción. Las respuestas
poblacionales a la caza son variables y se ordenan en tres casos principales.
A. Mortalidad aditiva. En este caso, la mortalidad por cacería se agrega a la
mortalidad natural sin una compensación posterior (Fig. 7.1, A, B). La magnitud
de la mortalidad natural y la ocasionada por la cacería son totalmente
independientes, pero existe una regresión positiva entre la mortalidad total y
la cosecha extraída (Watt 1968, Burnham et al. 1984, Clark 1987). Este tipo de
respuesta se puede esperar de poblaciones regidas principalmente por mecanismos
densoindependientes. En ausencia de procesos compensatorios, cualquier
extracción disminuye la productividad y el principio de cosecha sostenible no
es directamente aplicable. Sin embargo, cuando la población animal presenta
fuertes variaciones de abundancia de un año a otro -lo que sucede a menudo con
poblaciones carentes de mecanismos de autorregulación- una estrategia prudente
puede ser aprovechar la población solamente cuando es abundante (ver 7.3.3, D).
De todas maneras, las tendencias
poblacionales se deben principalmente a efectos ambientales fuera del control
del hombre. B. Compensación total. Este modelo estipula que la mortalidad
natural es inversamente proporcional a la ocasionada por cacería, compensando
enteramente su efecto, siempre y cuando la cosecha no exceda un cierto valor
umbral (Fig. 7.1, C, D). Está inspirada en la idea clásicadel “excedente
poblacional” (Leopold 1933, Errington 1945): Solamente un número fijo de la
poblacion de otoño puede sobrevivir el período crítico de invierno. Los
animales que exceden la capacidad de carga del invierno pueden ser aprovechados
como caza porque de todas maneras serán eliminados por la mortalidad natural.
Un corolario de este razonamiento es que la tasa de sobrevivencia anual
(producto de la tasa de sobrevivencia de la temporada de cacería y la del resto
del año) es constante e independiente de la magnitud de la cosecha (Burnham et
al. 1984, Bergerud 1985, Caughley 1985), siempre y cuando ésta no sobrepase el
“excedente” (= población otoñal - la capacidad de carga del invierno), que
establece así el límite superior de la cosecha
153 sostenible. En algunos casos este excedente es incluso un ente natural,
constituido por individuos errantes sin territorio que son los más susceptibles
a la mortalidad natural (Errington 1956, Smythe 1978). A escala local, la
inmigración hacia áreas de baja densidad a consecuencia de la alta presión de
caza puede crear la falsa impresión de una compensación total por un aumento de
las tasas de sobrevivencia y fecundidad. Además, el modelo es aplicable
solamente cuando la estacionalidad del hábitat es muy contrastante y la
abundancia relativamente elevada. Si la densidad inicial -de otoño- es inferior
a la capacidad de carga, la mortalidad por caza es aditiva y no puede ser
compensada sino con un aumento densodependiente de la fecundidad. C.
Compensación parcial. Según este modelo, quepresupone una densodependencia
absoluta, la capacidad de una población para compensar la mortalidad por
cacería es condicional y depende del número de animales cosechados, así como de
la densidad poblacional que determina la producción poblacional (Fig. 6.3). La
cosecha es sostenible cuando su magnitud es igual a la producción poblacional,
de tal manera que existe un gradiente de cosechas sostenidas posibles según la
densidad poblacional. Más específicamente, si consideramos la cosecha como
producto de abundancia N y una tasa instántanea de cosecha H y la producción
poblacional como producto de N y una tasa instántanea de crecimiento sin
cosechar rp, las cosechas recurrentes son sostenidas y la abundancia se
mantiene constante cuando H = rp . Si H ¹ rp , la densidad y su rp cambian
hasta que se estabilizan en una densidad donde se cumple la equidad H = rp,
porque la tasa de crecimiento poblacional no es constante sino que cambia con
la densidad. Aunque una cosecha continua puede considerarse como la forma
primaria de aprovechamiento de la fauna tropical, el manejo de fauna, en su
afán de racionar el aprovechamiento, suele concentrar la cosecha en una
temporada de caza, generalmente corta, que reduce la densidad e implica la
aplicación de la tasa aislada de cosecha h (Caughley 1977): h = 1 - e-H . (7.1)
Figura 7.2. Relación entre la abundancia N y la cosecha sostenible según la
ecuación logística. CNS = cosecha no sostenible, CS = cosechas sostenibles de
un población de baja y de alta densidad, CMS = cosecha máxima sostenible.
Redibujado de Begon et al.(1990).
Manejode Fauna Silvestre Neotropical
154 Si la reducción de densidad por la cosecha es igual a la producción
poblacional en la nueva densidad, la población debería retornar a su condición
anterior para la temporada siguiente y la cosecha sería repetible y constante,
siempre y cuando rp sea más o menos constante. Sin embargo, en poblaciones
densodependientes, el valor de la tasa instantánea de crecimiento r varía según
la abundancia y resulta en una infinidad de cosechas sostenibles potenciales.
El crecimiento es vigoroso en bajas densidades, donde r se aproxima a r m y la
población aumenta al incrementarse la abundancia, hasta alcanzar su máximo
crecimiento en una densidad intermedia (Fig. 7.2). En densidades mayores r y el
producto rN decrecen por la competencia en una población cada vez más saturada,
hasta reducirse en 0 cuando N = K. Por lo tanto, la programación de cosechas
sostenibles debe contemplar al mismo tiempo la densidad poblacional deseable y
la magnitud de la cosecha a extraer, teniendo presente que cualquier cosecha
reduce N (desplazándola a la izquierda en la Fig. 7.2), lo cual cambia también
su producción. A este respecto se presentan cuanto casos principales: difícil,
porque representa un equilibrio inestable sobre el cúspide de la curva de
producción. Cualquier cosecha en exceso desplaza N a la mitad izquierda de la curva
donde la cosecha reduce la capacidad productiva. Para evitar este riesgo,
Caughley y Sinclair (1994) recomiendan emplear CMS calculada ante todo como una
guía teórica y aplicar una extracción real algo menor. • A altas
densidadespoblacionales (la mitad derecha de la curva), la producción es
inversamente proporcional a la densidad presentando un equilibrio estable: una
cosecha mayor a la producción, pero moderada, reduce N, pero al mismo tiempo
alivia la competencia estimulando así la producción, que compensa la extracción
en exceso, hasta estabilizarse en una densidad donde H = rp. Si se cosecha
menos que la producción, la abuncancia y su efecto depresivo sobre el
crecimiento poblacional aumentan, resultando en una población saturada e
improductiva. El modelo más sencillo para estimar la CMS es el derivado del
crecimiento logístico que implica el conocimiento de la variable N, la
constante K y el coeficiente r, y predice una CMS de rmK/4 para una densidad
K/2 (Beddington y May 1977). En biología pesquera, donde la maximización de las
capturas sostenidas cuenta con una larga tradición, se han postulado familias
de curvas de reclutamiento más flexibles y asimétricas para estimar la CMS
(Beverton y Holt 1957, Ricker 1958, 1975), que se ajustan mediante técnicas
regresionales a partir de estadísticas de la población reproductora y del
reclutamiento. McCullough (1979) y Downing y Guynn (1985) estimaron la CMS del
venado cola blanca en Estados Unidos tabulando las estadísticas vitales por
clases de sexo y edad en un gradiente de ocupación de la capacidad de carga.
Todos estos modelos predicen mayor producción en densidades intermedias, por lo
cual no es posible maximizar al mismo tiempo la abundancia y la cosecha
sostenible. Diversos modelos de simulación que integran los efectos de
abundancia yfactores ambientales claves (precipitación, sucesión, tipo de
vegetación, producción y calidad de forrajes, etc.) ofrecen una herramienta más
versátil para dilucidar las opciones de cosecha sostenible en casos
específicos, por ejemplo patos (Anderson 1975),
• Si se cosecha lo máximo posible rebasando la capacidad productiva
poblacional, la población disminuye (caso CNS); si esto se repite la población
desaparece. • La cosecha de poblaciones de baja densidad (N < K/2) puede ser
sostenible, pero presenta un equilibrio inestable porque la disminución de N
por efectos de la cosecha reduce su crecimento rN, de tal forma que la
sobreestimación de cosechas sucesivas acarrea el agotamiento del recurso. Si la
cosecha es menor que la producción, la población aumentará hasta el nivel de
máxima producción. • La cosecha máxima sostenible (CMS) se obtiene en una
densidad poblacional intermedia (a nivel K/2 si la densodependencia se ajusta
al modelo logístico, ecuación 6.7). CMS es deseable porque maximiza tanto el
beneficio para el hombre como la capacidad productiva del recurso (Watt 1968,
Caughley 1977, Fowler 1981). Sin embargo, mantener la población justamente en
el punto de CMS es
155 capibaras (Rabinovich y Alió 1978), vicuñas (Rabinovich et al. 1985),
venados cola blanca (Walters y Bunnell 1971, Underwood y Porter 1985) y gorzos
(Bobek 1980). El manejo para la CMS puede ser la opción acertada cuando el
éxito se mide por el número, biomasa o valor de la extracción. Este enfoque
contrasta con la idea de cosecha óptima, que se define como elnivel de
aprovechamiento que maximiza el beneficio colectivo y duradero en un contexto
socio-económico particular. Debe presentar un consenso balanceado entre
diversos sectores e intereses de la sociedad. De esta manera, cuando una
población constituye un recurso escénico de alta estima, conviene mantenerla
por encima de la densidad de máxima producción; si, en cambio, se comporta como
plaga, riesgo sanitario o causa de serios accidentes viales, lo indicado es una
abundancia menor que la deseable desde el punto de vista cinegético. En el
ámbito rural latinoamericano predomina aún el valor alimentario y económico de
la fauna silvestre. Sin embargo, la tendencia general se inclina hacia esquemas
más diversificados, incluyendo los usos no consuntivos donde la cosecha óptima
se presenta como una opción acertada. Los modelos de mortalidad aditiva y de
compensación parcial y total ilustran los escenarios posibles cuando una
población natural es cosechada por el hombre. Predicen las consecuencias
probables de diferentes alternativas, ofrecen hipótesis susceptibles a pruebas
de rigor y aportan criterios de decisión para la programación de cosechas
sostenidas. Aunque se vislumbran como mutuamente excluyentes, sus predicciones
pueden ser parecidas en algunos casos. Por ejemplo, la caza en exceso a la
producción de poblaciones de baja densidad se porta siempre como mortalidad
aditiva. Hay que tener presente, sin embargo, que los modelos son abstracciones
simplificadas de una realidad muy compleja. Los modelos poblacionales en
particular representan el funcionamiento de unasola población, generalmente sin
considerar el efecto de las demás que comparten su espacio vital. La verdad de
un modelo coincide rara vez con la verdad del campo, pero puede predecir
tendencias generales si la dinámica de una población se ajusta a un modelo
particular. Gran parte de la teoría de la cosecha sostenida gira en torno al
modelo de compensación parcial, que concuerda relativamente bien con las
respuestas demográficas de varias poblaciones explotadas (Anderson y Burnham
1976, Caughley 1977, 1985, Fowler 1981, Burnham et al. 1984, Clark 1987,
Gómez-Dallmeier y Cringan 1989). Esto corrobora la generalidad del modelo, pero
su capacidad de resolución tiende a ser menor que la de los modelos diseñados
para una población particular, considerando los efectos sinergéticos entre la
abundancia, estructura poblacional, comportamiento social y/o variables
ambientales aleatorias y económicas. D. Manejo con control espacial. Los
modelos de cosecha convencionales implican estimadores de abundancia y cuotas
de extracción. Una opción alterna es la rotación de las áreas de caza o bien
sistemas de refugios que conservan la fauna y emiten dispersión hacia las zonas
vecinas, conocida también como modelo fuentesumidero e implícito en el manejo
de fauna por medio de áreas protegidas (Hames 1980, Herrera 1986, Novaro 1995,
Anónimo 1996, Ulloa et al. 1996). Este modelo postula que la dispersión
procedente de los parches favorables, donde la natalidad excede la mortalidad,
permite la persistencia de población en parches marginales, donde predomina
mortalidad (Pulliam 1988).Recientemente McCullough (1996) concretó estas ideas
en un modelo que puede permitir un uso sostenible de la fauna, sin evaluaciones
previas de abundancia:
• Una población continua que habita un área extensa se divide en un conjunto de
cuadrados. • Una parte de los cuadrados son habilitados para la caza mientras
que otros quedan vedados.
La población de los cuadrados afectados por la caza se recupera por la
inmigración de animales de los cuadrados protegidos. • La cosecha global del
área incrementa a medida que aumenta el número de cuadrados cosechados, hasta
un valor tope determinado por la capacidad de las subunidades protegidas para
recompensar lo extraído de los cuadrados abiertos para la caza. A partir de
este punto, el aumento de las unidades habilitadas reduce la cosecha y la
población disminuye de una manera análoga a la vertiente izquierda de la
parábola abundancia-cosecha (Fig. 7.2).
•
156
Figura 7.3. Esquema de la relación entre beneficio/costo en la extracción de un
recurso: a = función del costo de la extracción, b = función del costo de la
caza de subsistencia, c = curva de beneficios suponiendo un precio constante
del producto, d = curva de beneficios si el precio aumenta al escasear el
recurso, y e = posibles puntos de equilibrio donde el beneficio es igual al
costo.
El funcionamiento del modelo presupone la libre dispersión entre los cuadrados
y un tamaño de cuadrícula que permite tanto una población viable en cada
subunidad como una rápida recolonización de los cuadrados afectados por la
caza. Quedapor constatar la viabilidad práctica de este modelo, que ofrece una
opción digna de atención, especialmente en el ámbito latinoamericano donde se
cuentan con pocos estimadores poblacionales y donde prevalece la caza de
subsistencia continua.
Las expectativas de la ciudadanía, a menudo contradictorias, excesivas y
reforzadas por presiones de diversa índole.
•
• La experiencia previa sobre el aprovechamiento del recurso; ésta se reduce a
menudo a las resoluciones anteriores, cuyo grado de cumplimiento y
repercusiones son poco conocidas. • Un marco de referencia teórico de la
dinámica de las poblaciones explotadas. • Documentación biológica, variable en
calidad y cantidad según la especie y área, pero limitada a menudo a las
nociones básicas de historia natural.
Herramientas administrativas disponibles para regular la cosecha (ver 7.2.5).
Después de sopesar estos criterios, la persona o ente administrativo a cargo
del manejo debe tomar una decisión,
7.3.3 Programación de cosecha sostenible
La esencia de la práctica de la cosecha sostenible se condensa en la sencilla
pregunta sCuánto cosechar sin deteriorar el recurso?, que el manejador de fauna
en un país latinoamericano tiene que resolver atenediéndose a los siguientes
elementos de juicio: La base legal y la política del Estado en materia de
fauna.
•
•
157 justificarla con argumentos técnicos y responder por sus consecuencias. La
idoneidad de tal decisión depende de muchas circunstancias, pero, ante todo, de
la información cuantitativa sobre el recurso a manejar y delperfil del usuario.
Por lo general, la base de datos disponible para un manejador de fauna
latinoamericano es escueta, lo cual repercute sobre las decisiones. Usualmente
la decisión más fácil, pero no necesariamente la mejor, es continuar aplicando
la normativa preestablecida. Otra decisión frecuente es la de no autorizar la
cacería hasta que se tenga información biológica “suficiente” para emprender el
manejo. sCuáles son los datos mínimos para tal efecto? De la teoría de la
cosecha sostenida se desprende que lo prioritario es la abundancia,
productividad y capacidad de carga. En el caso más sencillo, la extracción que
mantiene la abundancia más o menos constante puede indicar una cosecha
sostenible e implica solamente los índices de abundancia y la magnitud del
esfuerzo o de la cosecha. Un conocimiento biológico exhaustivo así como el
diseño y simulación de modelos matemáticos son indudablemente de gran utilidad
en la programación de cosechas. Sin embargo, el caballo de batalla en esta tarea
es la técnica de aproximaciones sucesivas (Caughley 1977), llamada también
manejo adaptativo: se aplica un tratamiento (por ejemplo una cosecha arbitraria
pero conocida), se cuantifica su impacto sobre la población, se reajusta la
cosecha siguiente a fin de estabilizar la población al nivel deseado y se
repite el ciclo hasta alcanzar este objetivo. La magnitud de la cosecha se
ajusta regulando el esfuerzo de caza o la fracción o el número de animales
abatidos. A. Regulación del esfuerzo. Casi todos los países emplean normas para
regular la intensidad del aprovechamiento de lafauna. Sin embargo, la mera
existencia de normas no significa manejo. La cosecha sostenida no se puede
lograr sino aplicando normas que dosifiquen la caza de tal forma que las poblaciones
cinegéticas se mantengan estables y productivas, como sucede en los países que
cuentan con una larga trayectoria en esta materia. Un mecanismo regulador
frecuente es controlar el esfuerzo de caza. En el plano conceptual la cosecha
puede considerarse como producto de la abundancia de la presa, N, el esfuerzo
de caza, E, (por ejemplo, días/cazador) y un coeficiente constante de
eficiencia de cacería, f (ver ecuación 6.23). Cualquier cambio en N afecta el
producto NEf, aumentando la extracción cuando N es grande y vice versa, lo que
resulta en un efecto estabilizador en comparación con una cuota fija de cosecha
(Beddington y May 1977, Begon et al. 1990, Caughley y Sinclair 1994). Un
seguimiento de N permite ajustar E según las tendencias poblacionales a fin de
estabilizar aún más el recurso. Estas simples reglas de dosificación del
esfuerzo, producto de ensayo y error, reajuste y experiencia acumulada durante
décadas, constituyen la columna vertebral del aprovechamiento sostenible de la
fauna menor por la caza deportiva. B. Beneficio/costo. Tratándose de la caza
deportiva, el esfuerzo E es proporcional a la magnitud de la experiencia
recreacional (días/hombre), que constituye un valor positivo para el cazador.
En cambio, si la cacería persigue fines utilitarios, el esfuerzo representa una
medida de costo. La relación beneficio/costo de la explotación de un recurso
biótico compartidopero finito se ilustra a menudo en un esquema econométrico de
uso frecuente en la biología pesquera (Gordon 1954). El costo monetario aumenta
linealmente con el esfuerzo, mientras que el beneficio (biomasa capturada
multiplicada por el precio unitario) depende del esfuerzo y abundancia de la
presa (Fig. 7.3). En un principio, el beneficio aumenta con el esfuerzo; cuando
el esfuerzo sigue creciendo, el beneficio también sube, pero en menor
proporción, porque la extracción disminuye la abundancia. Después de alcanzar
su valor máximo, que representa la cosecha máxima sostenible, el beneficio
absoluto y el beneficio por unidad de esfuerzo disminuyen a medida que el
esfuerzo aumenta, hasta que el costo iguala al beneficio. A partir de este
punto, la extracción se torna antieconómica y debería cesar, permitiendo la
recuperación del recurso. La aplicación directa de este esquema en la programación
de cosechas de la fauna silvestre es limitada. En primer lugar, existen datos
sobre las cosechas de poblaciones silvestres, pero al no conocerse los
respectivos esfuerzos tampoco se puede trazar la curva de beneficios. Sin
embargo, ilustra algunos hechos dignos de atención: 1) la cosecha es sostenible
en el intervalo donde el beneficio aumenta con el esfuerzo, 2) el beneficio
158 neto y el beneficio por unidad de costo son mayores cuando el esfuerzo es
bajo, 3) nunca se debería incrementar el esfuerzo si esto resulta en capturas
decrecientes, 4) existe un conflicto de interesas en la vertiente derecha de la
curva, hasta el punto deequilibrio costo = beneficio, porque la extracción es,
al mismo tiempo, rentable y destructiva. Es en esta vertiente donde la
explotación comercial arrasa el recurso. Asimismo, es frecuente que al escasear
el recurso aumente el precio unitario, haciendo rentable la extracción aún en
densidades muy bajas. Este esquema puede ilustrar también las tendencias
generales de la caza de subsistencia. En este caso, el aprovechamiento es a
menudo continuo y su esfuerzo es proporcional a la densidad de la población
campesina. Cuando ésta aumenta, la extracción puede pasar a la vertiente
destructiva, la cual conduce al nefasto equilibrio (beneficio = costo) donde la
población animal deja de ser un recurso. C. Tasas fijas de cosecha. Según el
modelo de compensación parcial, la cosecha es sostenible cuando es igual o
menor que la producción poblacional. Este principio se aplica, ante todo, a la
caza mayor y/o al manejo a microescala que facilita la estimación de la
abundancia. La cosecha o cuota de extracción es el producto de abundancia N por
la tasa aislada de cosecha h (ver 7.3.2, C), si la caza se concentra en una
temporada, o la tasa instantánea de cosecha H cuando se trata de un
aprovechamiento continuo. La abundancia se estima empleando los métodos
esbozados en la Sección 5. La imprecisión de los estimadores inevitablemente
distorsiona el número de animales a cosechar, pero ya que la mayoría de los
métodos tienden a subestimar, es lo más probable que esto resulte en una cuota
conservadora. A menudo, la tasa tentativa de cosecha se estima del
reclutamiento actual (Pimlott 1959,Ojasti 1973, 1991). Riney (1982) recomienda
empezar con una tasa tentativa del 10% en el caso de poblaciones de ungulados
africanos. La reiteración de la cosecha y el seguimiento de la abundancia
(absoluta o relativa) permite afinar la tasa hasta que la población se
estabiliza. De esta manera se han fijado tasas para el manejo rutinario del
pecarí de collar en Arizona (20%, Brown y Ockenfels 1986), del venado cola
blanca en Norteamérica (28%, densidad equivalente a 0,6K; Downing y Guynn 1985)
y del capibara en Apure, Venezuela (30%, Ojasti 1973). Riney (1982) recomienda
acompañar la cosecha experimental con un seguimiento simultáneo de la población
y la calidad de su hábitat durante el período crítico. La programación de
cosechas con tasas fijas es sencilla:
ˆ ˆ 1) Se estima el tamaño N o D la densidad , antes de cosechar.
2) Aplicando la tasa de cosecha se calcula la cuota para ˆ ˆ la población ( N h
o N H) o por unidad de superficie ˆ ˆ ( D h o D H). 3) Se realiza la extracción
conforme a la cuota establecida; al cabo de un año se repite el ciclo,
empezando con la estimación de la abundancia. Esta técnica es procedente para
poblaciones “normales” en una región relativamente uniforme en cuanto al tipo
de hábitats y densidad poblacional y cuando la productividad es semejante en años
consecutivos. Si no están dadas estas condiciones, las técnicas que siguen
pueden ser más indicadas. D. Regla de escapes fijos. La esencia de esta técnica
de cosecha sostenida reside en un valor umbral fijo, llamado densidad de escape
De , que se considera idónea para la producción dela fauna. Antes de cada
período de cosecha, se estima la densidad actual , y se la compara con la
densidad de escape. Si la densidad actual resulta ˆ ˆ superior, se cosecha la
diferencia ( D - De); si D # De , no se cosecha (Rabinovich et al. 1985). Este
enfoque se parece al modelo de compensación total al enfatizar un plantel de
cría fijo y un excedente cosechable, pero se aplica también a poblaciones muy
fluctuantes que se aproximan al caso de la mortalidad aditiva. Ofrece un
criterio de decisión más estabilizador para el recurso, aunque más cambiante
para el usuario, que las técnicas precedentes. Las implicaciones de esta
técnica en un caso particular dependen en gran medida del valor de la densidad
159 de escape. Este debe guardar una relación con la calidad del hábitat y su
capacidad de carga pero sin llegar a la saturación. La experiencia prolongada
en el manejo de un recurso en una región puede permitir el ajuste de un De
empírico para el manejo rutinario. La simulación de los efectos de diferentes
De posibles sobre los parámetros poblacionales, condiciones del hábitat e
intereses humanos ofrece una alternativa más objetiva para fijar este valor
umbral. Si éste concuerda con la densidad de máxima producción, la técnica se
presta para programar la cosecha máxima sostenida, incluso en ambientes
bastante aleatorios. La aplicación práctica de la regla de escapes fijos es aún
incipiente en América Latina, a pesar del desarrollo de modelos de simulación,
por ejemplo, para el manejo de capibaras (Rabinovich y Alió 1978) y
vicuñas(Rabinovich et al. 1985). E. Manejo experimental. Este enfoque puede
resolver los conflictos que se generan entre el afán de los usuarios de la
fauna de sacarle el mayor provecho y los administradores del recurso quienes no
permiten ningún uso por no contar con una base de datos suficiente que
garantize su uso sostenible. Atender con celeridad estos casos es importante
porque una ausencia prolongada de respuestas por parte del servicio de fauna
puede propiciar una cacería furtiva fuera de todo control. Iniciar el uso de un
recurso o aumentar su extracción es siempre arriesgado. Sus consecuencias son
poco predecibles, aún cuando se disponga de los modelos más avanzados y de
copiosa documentación biológica. En particular, no es posible predecir el
rendimiento de una población no explotada, controlada por procesos naturales
(Caughley 1977, Walters y Holling 1990). En tales casos, es aconsejable un
manejo experimental a pequeña escala, que permite un mejor control y
seguimiento, sin exponer poblaciones extensas a los riesgos que implica la
experimentación. En el manejo experimental se aplican medidas tentativas y se
cuantifican sus impactos poblacionales con la finalidad de desarrollar pautas
de manejo más permanentes y aplicables en grandes áreas. La experimentación
puede seguir la técnica de aproximaciones sucesivas. Es probable, sin embargo,
que un plan experimental fundamentado en un desarrollo teórico razonable
resulte más eficiente para alcanzar un determinado objetivo. En este orden de
ideas, Caughley (1977) propone secuencias experimentales para estimar la
CMS,suponiendo el modelo de compensación parcial ajustada a la ecuación
logística. Dos escenarios son de interés particular en nuestro medio: 1)
Población explotada. La población está sometida a una extracción de magnitud
desconocida y se ignoran los parámetros esenciales para su manejo. La siguiente
secuencia es una opción posible para estimar la cosecha sostenida:
• •
Se estima la abundancia inicial Nt.
Se protege la población contra la cacería; si Nt < K, la poblacion debería
crecer. Se estima la abundancia en la misma época durante años consecutivos
(mínimo 3). El área y la intensidad de conteo deben ser constantes de un año a
otro. En la práctica sucede a menudo que ambos tienden en aumentar a medida que
avanza el proyecto, lo cual resulta en sobreestimación del rm. El cambio
numérico en cada intervalo, ln(Nt+1/Nt), es un estimador de la tasa instantánea
de crecimiento sin cosecha rp equivalente a la tasa instantánea de cosecha
sostenible H en esta densidad. Suponiendo densodependencia, la tasa de
crecimiento debería disminuir a medida que N se acerca a K; si esto es cierto,
los estimadores de rm y K se pueden despejar de la regresión lineal
•
•
(Nt+1 - Nt)/Nt = a - bNt+1 ,
(7.2)
donde Nt y Nt+1 son las abundancias iniciales y finales en cada intervalo, a =
erm - 1 y b = a/K (Caughley 1977, p. 181). • Si la densodependencia se ajusta a
la ecuación logística, la CMS se alcanza en K/2 y su magnitud es rmK/4, que son
los valores iniciales a someter al análisis empírico para aproximar la CMS.
160 2)Población no explotada. Se desea iniciar el aprovechamiento racional de
una población no cosechada en tiempos recientes; se estima que está regulada a
la capacidad de carga por procesos naturales y que su productividad actual es
cero. El siguiente manejo experimental puede conducir a la CMS: de especies
(ver 3.5.2), pero prefieren las que aportan más y mejor alimento, de tal suerte
que su estrategia de caza se ajusta a la teoría del consumidor óptimo (Alvard
1995). La cacería deportiva y la comercial suelen concentrarse en pocas
especies, en adultos y un cierto tipo de individuos. La cosecha selectiva es
posible cuando el cazador puede distinguir a distancia los diferentes tipos de
individuos. En consecuencia, se acentúa más en el caso de la caza mayor y de
las especies con un marcado dimorfismo sexual. La abundancia y variedad de las
presas presentes afectan también la selectividad. El cazador puede escoger
según sus preferencias cuando las presas son abundantes, pero tiene que
conformarse con lo que consigue cuando son escasas, según la teoría del
consumidor óptimo (ver 8.4.3). El cazador selecciona guiándose por criterios
como el tamaño o el valor material de la presa o su calidad como trofeo,
prestigio y satisfacción personal, aspectos éticos, mágico-religiosos, legales,
etc. Asimismo, las diferencias en el comportamiento de las presas afectan las
probabilidades de captura, aumentándolas a medida que un sector poblacional sea
más detectable o más fácil de capturar. El cazador campesino prefiere a menudo
las presas que se puedan capturar a mano, con perro o conimplementos sencillos,
en lugar de armas de fuego. También la técnica de cacería puede condicionar la
selectividad. Collett (1981), por ejemplo, detectó una edad promedio mayor en
un lote de pacas cazadas con perros, en comparación con muestras cazadas de
noche con linternas. A. Cosecha selectiva por edad. En términos poblacionales,
la caza selectiva implica que la probabilidad de captura depende del sexo,
tamaño, edad o estatus social del individuo, que a su vez afecta la estructura
poblacional. Según la regla general, el cazador prefiere presas grandes, es
decir, adultas, que resultan así las más afectadas por la mortalidad por caza.
Reduciendo la abundancia de las clases de edad adultas y favoreciendo la
sobrevivencia de las subadultas, la extracción de adultos disminuye la edad
promedio de la población y acelera su tasa de renovación. Estrategias que
combinan la extracción selectiva de subadultos y adultos se emplean por ejemplo
en el manejo de alces (Stewart 1985, Nygren y Pesonen 1989). Empero, Caughley
(1977) concluye que en la práctica no se puede aumentar la magnitud de la
•
Se estima la abundancia inicial Nt; ésta es el estimador de K, ya que la
población está saturada.
Se aplica una cosecha arbitraria, pero de magnitud conocida C que desplaza la
abundancia de K a una densidad menor donde la productividad es positiva. La
extración debe ser moderada pero lo suficientemente grande para generar un
efecto detectable. Al cabo de un tiempo (generalmente un año) se estima la
abundancia de nuevo y se vuelve a aplicar la cosecha fija C; el ciclo se repite
porlo menos tres veces. Si la respuesta poblacional es parcialmente
compensatoria y si CMS > C > rpN, la población debería disminuir hasta
estabilizarse en la densidad donde la producción poblacional es igual a C, que
representa una cosecha sostenida a esta densidad.
•
•
•
Para estimar la CMS se despeja rm de la regresión
ln(
N t +1 ) = rm − bN t Nt − C
(7.3)
y, suponiendo un ajuste a la ecuación logística, se calcula la CMS = rmK/4 y la
densidad correspondiente, K/2. Estos valores se aplican al manejo experimental,
y se les reajusta si la experiencia lo aconseja. Luego se pueden extender estas
normas a mayor escala, pero siempre con un seguimiento, porque la variabilidad
aleatoria de la población y de su productividad aumentan conjuntamente con la
magnitud de la cosecha (Beddington y May 1977). En la práctica, esta técnica
puede converger con la regla de escapes fijos.
7.3.4 Cosecha selectiva
La caza es casi siempre selectiva por especie, edad o sexo de la presa. Los
indígenas cazan una amplia gama
161 cosecha (número de presas) mediante una extracción diferencial por clases
de edad. Resulta que la estructura etaria en un momento dado integra los
efectos de la mortalidad pasada y presente de cada cohorte y ejerce un efecto
compensatorio sobre la mortalidad diferencial. Si en una temporada se cosechan
más subadultos, a fin de afectar menos el plantel reproductivo, para el año
siguiente se cuenta con un menor reclutamiento de hembras primíparas. En
cambio, cuando se quiere maximizar la biomasa o el valor de lacosecha
sostenida, la extracción selectiva de adultos es lo más recomendable, porque el
aporte unitario de éstos es más alto. Por lo tanto, la cosecha selectiva
tradicional de adultos parece ser la estrategia más ventajosa, a excepción de
contados casos cuando una clase de edad más joven representa un mayor valor
unitario, como los chulengos de guanacos (Cabrera y Yépez 1960, Franklin y
Fritz 1991). La captura viva para mascotas, criaderos o reintroducciones a
menudo afecta selectivamente a las clases de corta edad, que son las más
fáciles de capturar, transportar o amansar. B. Cosecha selectiva por sexo. La
extracción selectiva de machos es una práctica clásica en el manejo de los
cérvidos polígamos, sustentada en una sólida tradición y base legal. Según
Leopold (1933), este principio ya figuraba en el código de caza de Inglaterra
en 1406. Los machos adultos constituyen las piezas más cotizadas por su mayor
tamaño y por las caramas que se aprecian como trofeos. Este dimorfismo sexual
facilita la caza selectiva, que permite mantener un plantel de cría con
predominio de hembras y aumentar así la cosecha sostenible de una población de
tamaño fijo N según la ecuación de Caughley (1977): Cosecha sostenible = (2Npm)Pf
- N(1 - p) (7.4) La cosecha exclusiva de machos puede ser una estrategia idónea
cuando se desea aumentar una población de baja densidad simultáneamente con una
cosecha. La población seguirá creciendo a pesar de la caza porque el incremento
de las hembras no se aprovecha sino que se agrega al plantel de cría. Por otra
parte, la cosecha sostenida nunca sepuede maximizar extrayendo sólo un sexo
(McCullough 1979). Al repetirse la cosecha de machos por varios años, éstos se
hacen cada vez más escasos, con predominio de aquéllos que acaban de ingresar a
la clase cosechable. Por otra parte, la escasez de machos puede llegar a ser un
factor limitante para la fecundidad de las hembras e interferir con la
estructura social, por lo cual la cosecha exclusiva de machos es útil solo bajo
ciertas circunstancias y debe aplicarse con cautela y sentido común (Ginsberg y
Milner-Guilland 1994). En América del Norte, el manejo del venado cola blanca
para la cacería deportiva se sustenta en una fuerte extracción de machos adultos,
aunada a cuotas más conservadoras de hembras. La fracción de hembras en la
cosecha se ajusta según la abundancia, la producción poblacional y los
objetivos del manejo, aumentándola a medida que crece la abundancia (Downing y
Guynn 1985, Underwood y Porter 1985). A altas densidades, el efecto de la
capacidad de carga predomina sobre las ventajas de la cacería selectiva, por lo
cual la extracción equitativa de ambos sexos optimiza la cosecha sostenible. La
productividad no resulta muy afectada por la caza de machos cuando los dos
sexos utilizan hábitats distintos durante el período crítico (McCullough 1979,
Riney 1982). Haciendo eco a las experiencias foráneas, el principio de cacería
selectiva de cérvidos machos aparece en la legislación cinegética latinoamericana.
Ante la escasez de estos ungulados en nuestro medio, las normas que protegen a
las hembras parecen procedentes, aún cuando la respuesta de loscérvidos
neotropicales a este régimen es poco predecible. El grado de incertidumbre es
mayor en el caso de los venados solitarios del género Mazama porque se sabe muy
poco de su sociobiología. Lamentablemente, la misma escasez de cérvidos que
sugiere la conveniencia de su caza selectiva resulta en un efecto opuesto. Ya
que las presas escasean, el cazador no selecciona sino abate la primera que
encuentra.
donde N es el tamaño poblacional, p la tasa promedio de sobrevivencia natural,
m la tasa de fecundidad por hembra, y Pf la fracción de hembras; la ecuación
presupone que la proporción de sexos al nacer es de 1 a 1. Si N, p y m se
mantienen constantes, la cosecha aumenta línealmente con la fracción de
hembras. Las opciones para aumentar Pf son cosechar únicamente machos o
cosechar más machos que hembras.
162 Tabla 7.1. Resumen de aplicación de las opciones señaladas de cosecha
sostenible: el tratamiento bajo control del manejador, de magnitud conocida, y
el seguimiento de la respuesta poblacional (varibable dependiente) que debe
estimarse en el campo para ajustar la cosecha siguiente. Opción Tratamiento
Seguimiento
A B C D E
Esfuerzo Esfuerzo Cuota de cosecha Población en exceso a la densidad de escape
Cuota experimental
Abundancia Captura/esfuerzo Abundancia Abundancia Captura/esfuerzo
Aparte de los cérvidos, la cosecha sostenida de machos puede ayudar a maximizar
la producción de otras especies polígamas, tales como los camélidos
suramericanos (Hofmann et al. 1983, Franklin y Fritz 1991). Asimismo,
elaprovechamiento comercial del caimán en Venezuela afecta solamente a la clase
de edad IV que consta de machos adultos (Velasco y Ayarzagüena 1995). En
presencia de dimorfismo sexual en tamaño, la tendencia general es optar por la
presa más grande, pero es obvio que el cazador no puede seleccionar cuando
ambos sexos son externamente semejantes. C. Cosecha de grupos sociales. El
efecto compensatorio de la caza presupone una captura más o menos uniforme en
el área que ocupa la población, pero en la práctica a menudo acontece lo
contrario. El esfuerzo se concentra en las áreas más cercanas y accesibles,
resultando en una extracción excesiva, mientras que la fauna de los sectores
más alejados o poco penetrables puede permanecer intacta, saturada y por lo
tanto improductiva (Cordero y Ojasti 1981). La dispersión neutraliza estos
contrastes pero su efecto puede ser limitado, especialmente cuando se trata de
especies territoriales con una rígida organización social. Además, la
estabilidad poblacional de tales especies depende mucho de su estructura
social, por lo cual la cosecha de grupos sociales amerita una atención
particular. La regla principal es cosechar algunos grupos enteros y dejar
intactos los demás cuando tales unidades sociales son móviles, sin territorio,
o extraer unos pocos individuos
de cada grupo territorial, porque la eliminación de grupos enteros dejaría su
territorio vacante por un tiempo prolongado (Caughley 1977). Esta última
estrategia se recomienda por ejemplo para el pecarí de collar (McCoy et al.
1990, Sowls 1984), donde los individuos dominantes ocupanuna posición clave en
los grupos de organización jerárquica y no deberían ser eliminados. Las
poblaciones de guanacos y vicuñas están repartidas entre grupos familiares
territoriales encabezados por un macho dominante, grupos de machos solteros y
machos viejos dispersos. Es obvio que en este caso conviene explotar en primer
lugar los grupos de machos (Franklin 1982, Hofmann et al. 1983, Rabinovich et
al. 1985, Franclin y Fritz 1991). Para la vicuña está planteada también su
captura viva para esquilar su lana. Algunas poblaciones toleran una saca
indiscriminada a pesar de una estructura social complicada. Por ejemplo, la
explotación comercial de capibaras en Llanos venezolanos puede arrasar casi la
mitad de la población adulta año tras año, pero aparentemente sin deteriorar su
productividad.
7.3.5 Seguimiento de sostenibilidad
Tan importante como la programación de utilización extractiva de la fauna
silvestre esbozada en las páginas anteriores, es el seguimiento para verificar
la sostenibilidad o no de tales usos. Los síntomas de la sobreexplotación de
recursos faunísticos abarcan la disminución de la abundancia, de la captura por
unidad de esfuerzo y en
163 relación a otras especies, de la fracción de clases de edad avanzada y de
las hembras maduras gestantes (Watt 1968). A estos se agrega la reducción y la
fragmentación de la distribución geográfica. Las dramáticas caídas en la
abundancia de las poblaciones de los grandes reptiles y mamíferos fluviales
amazónicos, y de vicuñas, guanacos y chinchillas en los Andes y América
Australcomprueban el uso desmedido de estos recursos, a veces por siglos.
Asimismo, las comparaciones entre lugares de baja y alta intensidad de caza
revelan la escasez de fauna en las áreas más frecuentadas por los cazadores
(Freese et al. 1982, Emmons 1984, Johns 1986, Peres 1990, Glanz 1991, Martins
1992, Bodmer et al. 1997). No toda reducción de abundancia es evidencia de un
uso excesivo. Sin embargo, un uso sostenible debe resultar, por definición, en
una abundancia relativamente estable del recurso año tras año, que se puede
constatarse por medio del seguimiento de la densidad poblacional o de índices
relativos, incluyendo la captura por unidad de esfuerzo. Además de la
abundancia, la caza afecta la estructura etaria por la extracción selectiva de
individuos de mayor talla y edad. Un uso sostenible debería mantener una
estructura etaria estable mientras que la caza no sostenible reduce la fracción
de clases de edad más avanzada (Leeuwenberg 1995, Velasco y Ayarzagüena 1995,
Bodmer et al. 1997). Un tercer criterio de sostenibilidad es la relación entre
la utilización y producción de la fauna por unidad de área (Robinson y Redford
1991). La utilización se estima de los registros de caza y la producción se
calcula de los valores promedios de rm y de la densidad poblacional de cada
especie (Martins 1992, Leeuwenberg 1995, Townsend 1995). Tales estudios
sugieren que el uso de pecaríes, agutíes, pacas, capibaras, armadillos y
venados del género Mazama en la Amazonia es sostenible en la mayoría de los
casos, mientras que la extracción del tapir, los primates y crácidosgrandes y
el oso hormiguero suele sobrepasar este límite. Sin embargo, el aumento de la
densidad poblacional humana y sus demandas tiende a reducir la sostenibilidad.
Diversas técnicas para la cosecha sostenible conforman un solo patrón (Tabla
7.1): se fijan normas para racionar el aprovechamiento, se realiza la
extracción y se evalúa su impacto sobre la abundancia, que constituye a la vez
la condición inicial para el próximo ciclo. La operación de este sistema
requiere, en esencia, 1) los servicios de fauna con recursos, voluntad y
capacidad para el seguimiento anual de las tendencias poblacionales, 2) una
colectividad que acata a las normas establecidas, y 3) estadísticas confiables
de la magnitud de la cosecha, que son de gran utilidad incluso para estimar la
abundancia (Roseberry y Woolf 1991). A medida que se den estas condiciones, el
manejo de la fauna neotropical avanzará mucho en las décadas venideras. Por
otra parte, es técnica y económicamente imposible resolver la compleja
problemática de la caza de subsistencia a corto plazo aplicando las
herramientas de uso sostenible. Es obvio que la vía más promisoria para
solventar esta problemática la ofrecen los planes pilotos con la participación
de la población local, a manera de obtener registros confiables sobre el
esfuerzo, rendimiento y consumo de caza de los mismos lugareños (Martins 1992,
Townsend 1995, Bodmer et al. 1997). Estos datos revelan la magnitud de la
extracción y el estado del recurso. Las posibles medidas restrictivas que pueda
aconsejar este seguimiento, a fin de asegurar un uso sostenible,deberían ser
acordadas por las mismas comunidades. Pueden consistir en vedas de las especies
muy sobre-explotadas, una extracción preferencial de machos, cuotas mensuales
de caza mayor por familia y limitación de usos comerciales (Bodmer et al.
1997). También pueden abarcar la rotación de los territorios de caza o sistemas
de áreas de caza y de áreas protegidas, tal como sugiere McCullough (1996),
restricciones voluntarias del esfuerzo de caza y cría de animales domésticos
para completar la demanda doméstica de proteínas (Martins 1992, Ojasti 1993,
Gorzula 1995).
7.3.6 Implementación administrativa
Según la regla general, la legislación cinegética ampara a todas las especies
de la fauna silvestre, las cuales pueden ser cazadas únicamente si la especie o
población está debidamente habilitada mediante un instrumento legal que
establece normas para ajustar la extracción a una cosecha programada. Cada
cazador debe portar una licencia que lo autorice a cazar y que puede incluir
las pautas que el
164 interesado se compromete a respetar. Además de la licencia general para la
caza menor, disponible para todos los que la solicitan y cumplen los requisitos
legales, se pueden expedir licencias especiales, válidas para un número fijo de
presas específicas (especie, sexo, edad, región, método). La magnitud de la
cosecha se regula de varias maneras. A. Cuotas por unidad de manejo. En el caso
de la caza mayor a microescala se pueden fijar a menudo cuotas de cosecha en
cada unidad de manejo. Tratándose de cacería comercial, se asignausualmente la
cuota global correspondiente a cada unidad de manejo a la persona, comunidad o
empresa autorizada. Para la caza deportiva, la cuota se reparte equitativamente
entre muchos cazadores mediante licencias especiales. Si el número de
interesados excede la cuota, las licencias se asignan por medio de un sistema
de lotería. Incluso el número de licencias puede exceder la cuota si la
experiencia demuestra que solamente una fracción constante de los cazadores
logra abatir las piezas permitidas. Además de la licencia para un número fijo
de presas, el cazador puede recibir una cantidad equivalente de precintos o
marcas no reusables, que se fijan a cada presa o su producto (canal, cuero,
salón etc.), a fin de constatar su procedencia legal. B. Duración de la
temporada. Trabajando a macroescala no es posible regular la extracción
directamente por cuotas sino mediante una combinación de normas para generar
una intensidad de cacería cónsona con la cosecha programada. Una de las medidas
clásicas es limitar el tiempo. La duración de la temporada abierta regula el esfuerzo
de cacería, que es teóricamente proporcional al número de días-cazador. Si el
contingente de cazadores es relativamente constante, la duración de la
temporada debería regular la extracción. En este caso es difícil limitar el
número de cazadores; para mantener un esfuerzo constante habrá que ajustar la
duración de la temporada según la cantidad de cazadores. Sin embargo, este
razonamiento presupone un esfuerzo constante durante toda la temporada. En
realidad, la incidencia de los cazadores y la cantidad depiezas recobradas son
a menudo mayores en los primeros días de la temporada (Giles 1978, Márquez
1984). En consecuencia, la capacidad de la duración de la temporada en
controlar la captura es un tanto relativa. La temporada para la caza de una
especie puede ser continua o intermitente (fines de semana, por ejemplo) y su
duración total suele variar en los países latinoamericanos entre 1 y 4 meses.
Es oportuno señalar que la cacería mayor en Norteamérica puede concentrarse en
una temporada muy corta (10 días o menos) que permite una numerosa
participación, facilita la fiscalización e implica una perturbación corta
aunque intensa para el recurso. En cambio, para la caza de subsistencia
convendría una temporada larga pero de baja intensidad. Una temporada anual
única para toda la caza facilita la fiscalización, pero los argumentos
biológicos suelen respaldar temporadas escalonadas por especie o región. Este
es uno de los dilemas del manejo de la fauna tropical sin una solución ideal.
Sin embargo, ya que la conservación de la fauna en nuestro medio requiere una
guardería permanente, el seguimiento de las temporadas escalonadas no debería
ser un reto imposible. C. Límites de piezas. El número máximo de piezas de
diferentes especies por cazador (por día, en posesión o por temporada)
complementa el efecto regulador de la duración de temporada. Un racionamiento
del número de piezas combate el despilfarro y el acaparamiento y brinda
recreación para un plantel más numeroso de usuarios, por lo cual esta medida
está bien establecida en la normativa cinegética. Variar el límite depiezas
según las tendencias poblacionales de una temporada a otra contribuye también a
estabilizar el recurso. D. Áreas protegidas. La cacería es legal en las
entidades políticas (país, estado, provincia, distrito, etc.) debidamente
habilitadas. Así se puede permitir la cacería donde la abundancia del recurso
la justifica y vedarla donde impera la escasez. Además, la caza está
expresamente prohibida en los parques nacionales y muchas otras áreas protegidas,
que sirven de resguardo a las poblaciones cinegéticas. Esta opción es
congruente con la idea de control espacial propuesto por McCullough (1996). Sin
embargo, la cacería furtiva contrarresta a menudo la función de las áreas
165 silvestres protegidas (Galiano y Molleapaza 1986, Johns 1986, Silva y
Strahl 1996). En tierras de propiedad privada, la cacería requiere usualmente
el permiso explícito del propietario, por lo cual su actitud condiciona en alto
grado la intensidad de cacería. De hecho, es frecuente que un terrateniente
provea un resguardo más efectivo a la fauna que las áreas oficialmente
protegidas. E. Tipo de animal. La legislación suele proteger los nidos, huevos,
crías y animales jóvenes, limitando la cacería a los animales de aspecto
adulto. La cosecha selectiva se implementa indicando expresamente el sexo, edad
o tamaño mínimo de la presa legal. Restringiendo la caza en un sector
poblacional, esta extracción no sobrepasa la fracción de la clase afectada. Este
régimen, empero, puede propiciar un despilfarro si las presas que no se ajustan
en la especificación, abatidaspor descuido, se quedan en el campo sin ser
aprovechadas. F. Métodos. La cacería se controla también proscribiendo las
prácticas muy eficientes o indiscriminadas y, por lo tanto, destructivas, tales
como la cacería nocturna con linternas o incendios de vegetación a fin de
facilitar la caza. También son ilegales los métodos, armas o implementos que
ocasionen sufrimientos innecesarios a los animales, aumenten la fracción de
presas heridas no recuperadas, sean incompatibles con la ética y el deporte o
peligrosos para las personas. Los métodos ilegales están muy difundidos en
América Latina, por lo cual su erradicación es un reto fundamental hacia un manejo
de fauna más sostenible y humano. Esta tarea implica un gran esfuerzo, tanto en
la guardería como en la concientización de los cazadores. G. Finalidad. Aunque
el impacto de la caza sobre la población presa es teóricamente independiente de
su propósito o legalidad, es prudente la norma legal de limitar la finalidad de
la cacería al autoconsumo y práctica recreacional. La caza comercial es una
opción indicada en casos muy contados y requiere un plan de manejo incluyendo
la estimación de cosechas, seguimiento y control. Las medidas administrativas
señaladas se pueden reforzar mediante la prohibición de portar armas de caza
fuera de la temporada y la fiscalización del transporte, procesamiento,
comercio y exportación de los productos de cacería. Asimismo, un mejor registro
y control de las armas y las restricciones de venta de municiones durante la
temporada de veda pueden contribuir al cumplimiento de las normaslegales. Lo
básico, sin embargo, es la guardería, informativa y coercitiva, para canalizar
la caza dentro de las pautas legales, y para promover un aprovechamiento
ordenado, sostenible y equitativo del recurso.
7.4 CONTROL
7.4.1 Nociones básicas
Un vertebrado plaga es cualquier individuo o población, nativo o introducido,
silvestre o domésico, que entra en conflicto con los intereses humanos como un
peligro para la salud, destructor de alimentos o de los recursos naturales
deseables (Elías y Valencia 1984, Howard 1983). De ésta manera, ninguna especie
es dañina en sí pero puede llegar a serlo bajo ciertas circunstancias
especialmente en agroecosistemas y otros ambientes alterados- según el criterio
de algunos sectores de la sociedad. La vocación de una especie para convertirse
en plaga depende de su nicho ecológico, preferencias de hábitat, estrategia
demográfica, abundancia en un momento dado, así como de la tolerancia de su
entorno ecológico y socio-económico. La presencia de una especie puede ser
completamente inofensiva para un cultivo; sin embargo, cuando su abundancia
excede un cierto valor umbral a consecuencia de una explosión demográfica o
invasión masiva, se generan pérdidas crecientes. Puede suceder que una
población se comporte como un recurso y una plaga al mismo tiempo, por ejemplo,
los patos silbadores (Dendrocygna spp.) en arrozales o las liebres (Lepus
europaeus) en América austral (Bonino 1986a, 1986b, Dallmeier 1991). Hasta
especies amenazadas, tales como el jaguar y el oso frontino, pueden ser dañinos
(Crawshaw y Quigley 1984, Swank y Teer 1989).En ecosistemas insulares los
animales domésticos “alzados” son perjudiciales porque erradican la biota
nativa (Black 1986). El tema de los animales plaga y su control es, por lo
tanto,
166 complejo y controversial, implica argumentos económicos, sociales, éticos y
legales y requiere esfuerzos mancomunados del sector agropecuario, servicios de
salud y de fauna silvestre, grupos conservacionistas, agencias técnicas y de
extensión. La gente de campo sospecha a menudo que casi cualquier especie
silvestre que frecuenta los cultivos es perjudicial; se les mata simplemente o
se solicita autorización para su erradicación. En tales casos, la primera
acción debería ser la verificación de la denuncia, la cuantificación de los
daños (el tipo o fase de cultivo, la superficie afectada, tipo e intensidad del
daño, porcentaje o valor de la pérdida de cosecha) y la identificación del
agente causal. Esta información ayuda a decidir si se deben adoptar medidas de
control. El control es procedente cuando las pérdidas sobrepasan el nivel
umbral del daño económico; por debajo de tal nivel, los beneficios adicionales
que pueden lograrse con medidas de control no recompensan el costo del mismo.
El reconocimiento de campo debería realizarse siempre, porque cada caso puede
plantear una problemática diferente. Es importante tener presente que el
objetivo del control no es erradicar a los animales plaga sino prevenir o
minimizar los daños (Berryman 1972). Cualquier acción de control es apenas una
de las medidas para lograr el objetivo verdadero, porejemplo, una cosecha
abundante, y no siempre implica la matanza de los animales que están
ocasionando daños. Zygodontomys, Oryzomys, Akodon y, especialmente en los
arrozales, Holochilus. En algunas localidades abundan los múridos cosmopolitas (géneros
Mus y Rattus) y los roedores subterráneos: las taltuzas de la familia Geomyidae
en México y América Central y los tucu-tucos (Ctentomyidae) de América austral.
Las ardillas (Sciurus spp.) pueden presentarse como plagas del cacao y del coco
y los grandes roedores, tales como los agutíes y capibara, pueden devorar
cultivos de subsistencia en medio de áreas silvestres (Ramírez-Pulido y
López-Forment 1976, Valencia y Ortiz de Finke 1991, Elías y Valencia 1984,
Cartaya y Aguilera 1985). Las liebres y conejos suelen atacar diversos cultivos
incluyendo plantíos forestales en su etapa inicial y degradar pastizales, a
veces conjuntamente con los roedores pastadores como la viscacha (Lagostomus
maximus), el capibara y el coipo (Myocastor coypus). El impacto de los
lepóridos se acentúa en el Cono Sur donde abundan los conejos y liebres
introducidos hace un siglo desde Europa (Bonino 1986b, Jackson 1986b). Los
murciélagos frugívoros pueden ocasionar daños a los cultivos de frutales. Los
monos del género Cebus pueden saquear cultivos próximos a su área de vivienda.
Algunos ungulados, en particular, el pecarí menor, venado cola blanca, taruga
(Hippocamelus antisensis) y el guanaco completan el cuadro de mamíferos que
pueden ocasionar daños a los cultivos y competir por forrajes con los ungulados
domésticos. Además de su accióndirecta sobre los cultivos, los roedores
fosoriales como taltuzas, tucu-tucos, coipos y viscachas pueden ocasionar daños
por sus excavaciones. Entre las aves que se alimentan de cultivos se incluyen
pericos, cotorras y loros (Forpus, Aratinga, Pionius, Amazona, Myiopsitta),
palomas, en particular, Zenaida auriculata, Z. asiatica, Columba maculosa y C.
picazuro y varias aves paseriformes granívoras (Molothrus, Cassidix, Agelaius,
Leistes, Dolichonyx, Spiza, Sporophila, Passer) según Dyer y Ward (1977),
Bucher (1983) y Elías y Valencia (1984). La incidencia masiva de patos
silbadores en los arrozales puede generar pérdidas sustanciales y las avutardas
(Chloephaga) del Cono Sur se consideran dañinas para pastos y cultivos (Bourne
y Osborne 1978, Gómez-Dallmeier y Cringan
7.4.2 Vertebrados plaga de América Latina
La mayoría de los vertebrados terrestres citados como dañinos, y que pueden
demandar control, se agrupan en las plagas agropecuarias, los de importancia
sanitaria y los depredadores. A. Plagas agropecuarias. En este grupo predominan
vertebrados pequeños pero prolíficos, granívoros, herbívoros u omnívoros de
ambientes abiertos y alterados. Entre los mamíferos se destacan los roedores y
lepóridos. La mayoría de los roedores citados como plagas de cultivos en
América Latina son ratones de campo de la familia Cricetidae, incluyendo los
géneros Sigmodon,
167 1989). El impacto de las aves sobre los cultivos suele ser más dramático
que el de los mamíferos por su mayor movilidad y hábitos gregarios. La iguana
verde es probablemente elúnico reptil citado como plaga agrícola,
especificamente de los cultivos de ajonjolí en Venezuela. Según Bucher (1983),
las pérdidas ocasionadas por plagas agrícolas suelen ser más severas en
cultivos pequeños y de baja tecnología, lo cual pondera su impacto a nivel del
campesino. B. Especies de importancia sanitaria. Muchos vertebrados terrestres
pueden constituir riesgos sanitarios por ser portadores de enfermedades
transmisibles al hombre y a los animales domésticos. Tales enzootias incluyen
en América Latina a la encefalitis equina, la fiebre hemorrágica, la fiebre
amarilla, la rabia, la brucelosis, la peste bubónica, el mal de Chagas, la tripanosomiasis
y la leishmaniasis, entre otras. Los vertebrados reservorios o vectores de
estas dolencias abarcan gran variedad de mamíferos pequeños entre roedores,
murciélagos y marsupiales, aves silvestres y, especialmente en el caso de la
rabia, carnívoros silvestres y domésticos (WHO 1974, Duno 1996). La transmisión
de la rabia paralítica del ganado por murciélagos hematófagos es uno de los
casos más conocidos por su gran repercusión económica en América Latina (Lord
1983). Los ofidios ponzoñosos conforman otro grupo de animales perjudicales
para la salud pública. C. Depredadores. América Latina cuenta con 65 mamíferos
carnívoros nativos (excluyendo las focas y leones marinos), gran variedad de
aves de rapiña y reptiles gigantes como los crocodílidos. La mayor parte de
esta fauna cumple con sus funciones ecológicas sin interferir con los intereses
del hombre. Las especies de mayor porte suelen alcanzar un alto valorescénico,
cinegético o comercial y varias están amenazadas y legalmente protegidas
(Bisbal 1989, Hernánadez Huerta 1992). Sin embargo, se sigue matando por
costumbre e ignorancia diversos animales simplemente por ser depredadores. Por
otra parte, no se puede negar que algunos depredadores ocasionan graves daños
puntuales, especialmente para la ganadería, detacándose en particular el
impacto del coyote (Canis latrans) sobre el ganado menor en México y América
Central y de los felinos grandes sobre la producción extensiva de bovinos
(Morales 1970, Vaughan 1983a, Hoogesteijn y Mondolfi 1992). En el caso del
jaguar, parece que la mayoría de los individuos se alimenta de presas
naturales, pero los llamados “tigres cebados” atacan a los animales domésticos
causando pérdidas a sus propietarios, quienes claman por medidas de control. La
depredación sobre la fauna nativa es igualmente importante para su manejo
(Connolly 1978), pero hasta ahora ha recibido poca atención en América Latina.
Según este autor, el control de los depredadores de ungulados nativos puede
justificarse solamente cuando 1) la densidad poblacional de la presa se
encuentra por debajo de la capacidad de carga, 2) la condición del hábitat es
buena, 3) el valor del aumento de producción de la presa es superior al costo
de control de su depredador, y 4) este aumento de producción es efectivamente
cosechada por los cazadores. Gran parte de la depredación es poco llamativa
porque afecta ante todo a individuos muy jóvenes. Los perros realengos figuran
entre los depredadores más frecuentes y dañinos para la faunasilvestre y
doméstica, especialmente en los ecosistemas abiertos (Ojasti 1973, Hofmann et
al. 1983, Molina 1996).
7.4.3 Opciones de control
El manejo de plagas potenciales debe abarcar su seguimiento, prevención y
control. Cuando se comprueba la necesidad real de controlar los daños causados
por una especie silvestre hay que decidir cómo. Una medida ideal es eficiente y
selectiva, es decir, neutraliza el daño a bajo costo y esfuerzo afectando
solamente su agente causal, sin interferir con otros animales ni el ambiente
(Berryman 1972). Para diseñar estrategias de control cónsonas con estos
principios se requiere información biológica detallada sobre la especie a
controlar y sus relaciones con el recurso a proteger. La escasez de tal
documentación propicia campañas poco eficientes y de alto costo económico y
ecológico. El costo del control nunca debería exceder el beneficio que genere
la represión del daño; sin embargo, a veces los beneficios no son monetarios,
como en el caso de la salud pública o el resguardo de especies amenazadas. Es
importante tener presente que el costo del control por individuo eliminado
aumenta a medida que crece el efuerzo y disminuye la densidad poblacional de la
plaga, al igual que en el caso de la explotación comercial
168 (7.2.3, B). Finalmente, también en el caso del control se debería minimizar
en lo posible el sufrimiento de los animales afectados. El control de
vertebrados plaga es una tarea importante, difícil y delicada. Requiere
personal especializado y una cuidadosa planificación,reglamentación,
capacitación y supervisión por parte del Estado. El manejo de especies dañinas
y de los depredadores en particular es usualmente competencia de los servicios
de fauna pero los despachos de agricultura y de sanidad suelen ocuparse del
control de plagas agrícolas y de las especies de interés epidemiológico,
respectivamente. Dada la gran diversidad de los daños, sus agentes, escenarios
y políticas institucionales se han desarrollado muchas técnicas de combate. A.
Manipulación del hábitat. La agricultura y otras alteraciones ambientales
actúan como manejo de hábitat favoreciendo ciertas especies hasta convertirlas
en plagas. La presente opción de control intenta revertir el proceso, siempre
que sea posible. Por ejemplo, un arrozal puede ofrecer un hábitat óptimo
durante su fase vegetativa y de fructificación, pero malo durante la labranza
del terreno. En esta época, la plaga depende de las zonas adyacentes que les
sirven de refugio. De esta manera, minimizando los bordes de los cultivos y su
calidad como hábitat se reduce la población que invadirá los cultivos en el
próximo ciclo. La rotación de los cultivos, el aislamiento espacial o temporal
de los cultivos objetos del atacaque de la plaga, o bien, la eliminación de
algún componente clave del hábitat pueden tener un efecto similar. El buen
acabado de las construcciones, así como el almacenamiento de los desperdicios
en lugares inaccesibles limita la proliferación de vertebrados indeseables en
centros poblados. A la inversa, el impacto de los depredadores sobre la fauna
deseable se puede mitigar incrementando lacobertura vegetal. Esta opción
requiere estudio y experimentación, pero al mismo tiempo es versátil, aceptable
ante la opinión pública y previene daños a largo plazo, en combinación con
otras técnicas (WHO 1974, Myllymäki 1975, Lord 1983). B. Exclusión con barreras
o repelentes. A semejanza del caso anterior, esta opción pretende bloquear la
utilización o el acceso de la plaga a un recurso pero por medio de
diversos dispositivos. Se utilizan cercas, mallas y otras barreras para excluir
a los animales de cultivos, almacenes, viviendas, etc. El éxito de estas
medidas es variable y el costo de las barreras limita u aplicación. Además,
esta técnica suele ser poco efectiva para las aves. En este último caso se
recurre a vigilantes que patrullan los cultivos espantando a los animales.
También se utilizan diversos dispositivos, visuales o sonoros, para espantar a
los animales o bien se aplican productos químicos que pueden actuar como
repelentes. C. Caza y captura. El control físico de los depredadores y otras
plagas de mayor porte se ejerce ante todo mediante la caza con armas de fuego,
trampas, redes, etc. A menudo esta modalidad actúa como control desde el punto de
vista agropecuario y como caza deportiva o comercial para los cazadores.
Berryman (1972) recomienda aplicar la cosecha por caza siempre y cuando se
pueda. Empero, al igual que en el caso de la cosecha sostenida, en las
poblaciones densodependientes -tal como parecen ser los carnívoros en general-
la caza suprime el crecimiento en bajas densidades poblacionales, pero lo
estimulaen altas densidades. De esta manera es probable que una reducción
moderada de una población depredadora de alta densidad causa apenas una baja
momentánea seguida por un aumento compensatorio. También importa la escala
espacial del control porque el impacto de una medida local puede resultar muy
transitorio por efectos de la inmigración. El trampeo se presta para el
seguimiento de vertebrados plaga. Puede controlar más a los roedores
subterráneos de ciclo largo que a los cricétidos, que suelen ser típicas
estrategas r y alcanzan abundancias tan elevadas que su captura uno por uno
carece de efecto. La captura viva para la posterior translocación de los
animales a un área donde no ocasionen daños se postula para combatir a los
jaguares cebados (Rabinowitz 1986, Hoogesteijn y Mondolfi 1992). La extracción
selectiva de individuos problema -como en este caso- es deseable, pero raras
veces aplicable por su costo y la dificultad de dar con los individuos
“culpables” (Berryman 1972). D. Envenenamiento. El control químico mediante la
aplicación masiva de compuestos tóxicos es la medida principal a la hora de
combatir brotes de plagas agrícolas
169 y epidemiológicas. Los venenos agudos o de dosis única incluyen el
monofluoroacetato de sodio (1080), fluoruro de zinc, fosfuro de zinc, cianuro,
estricnina y sulfato de talio, entre otros. Los productos de efecto crónico que
requieren dosis recurrentes son usualmente de acción anticoagulante y más
selectivos que los venenos agudos (Morales 1970, Myllymäki 1975, Valencia y
Ortiz de Finke 1991). En América tropical se dan casosfrecuentes de
envenenamiento de vertebrados plaga con cualquier biocida disponible. Los
compuestos tóxicos se aplican generalmente en forma de cebos envenenados y a
veces fumigando lugares frecuentados por los animales. La poca aceptación de
los cebos, el costo la de distribución manual de los mismos y la resistencia
observada, por ejemplo en el caso de los anticoagulantes, son dificultades
asociadas con esta técnica. A éstas se agrega el riesgo de la intoxicación para
los humanos, animales domésticos y silvestres no dañinos (por la limitada
especificidad de los productos) así como la contaminación ambiental. Estas
desventajas se pueden mitigar parcialmente mediante planificación, seguimiento
y supervisión de programas de control, la capacitación del personal técnico y
el desarrollo de productos y procesos más selectivos. Además de las
alternativas señaladas, se ha experimentado con control biológico, incluyendo
quimioesterilizantes, agentes patógenos y depredadores, pero el control químico
sigue siendo el arma principal, a pesar de sus efectos secundarios. En términos
generales, parece que el control de plagas nunca alcanza un éxito total, ni
existe un método único e ideal para lograrlo. La esperanza principal radica en
el control integrado como parte de los planes de producción o resguardo
sanitario, asentado en conocimentos ecológicos que facilite las acciones
preventivas. También permite enfrentar los brotes en el instante más sensible
para la plaga, aplicando medidas secuenciales o simultáneas y cónsonas con la
biología de la especie y su entorno. Se espera queuna mayor inversión en
investigación permitirá un control más efectivo a menor costo ambiental (WHO
1974, Howard 1983, Lord 1983).
170
171
8 ENERGÉTICA Y ALIMENTACIÓN
8.1 INTRODUCCIÓN
El manejo de fauna es un uso de la tierra destinado a producir animales
silvestres (Leopold 1933), es decir, intenta canalizar los recursos del hábitat
hacia la producción de fauna. El proceso principal que enlaza los recursos del
hábitat con la dinámica poblacional es la alimentación. El conocimiento de la
demanda energética y nutricional de los animales en calidad y cantidad es, por
lo tanto, un factor clave en el manejo de hábitat a fin de satisfacer tales
demandas en la mejor medida posible. La utilidad práctica de este enfoque es
probablemente mayor en el manejo avanzado de la fauna y su hábitat, casi
inexistente aún en América Latina. Sin embargo, una documentación confiable de
la biología energética y nutricional es también de gran utilidad en nuestro
medio para: 1) dilucidar y mitigar los impactos de diversas alteraciones de
hábitats sobre los alimentos requeridos por la fauna silvestre, 2) comprender
las relaciones tróficas en las comunidades bióticas, 3) evaluar objetivamente
los daños que se atribuyen a determinadas especies silvestres (ver 7.4), 4)
fundamentar la operación de zoocriaderos, 5) conocer la variación estacional de
la dieta y su relación con la calidad y cantidad de los alimentos disponibles,
6) orientar las prácticas agropecuarias y forestales a favor de la fauna nativa
deseable,y 7) hacer inferencias sobre la capacidad de carga nutricional de
diversos hábitats para distintas especies. Esta sección busca respuestas a
ciertas preguntas clave: sCómo utilizan los animales silvestres los insumos
disponibles para su mantenimiento, crecimiento y reproducción?, sCuáles son los
factores internos y externos que rigen estos procesos?, sCómo pueden ser
manejados? El desarrollo de la ecología energética, impulsado mundialmente por
el Programa Biológico Internacional (Petrusewicz 1967, Golley y Buechner 1969,
Grodzinski et al. 1975), y por las ideas inspiradas en la teoría del consumidor
óptimo (MacArthur y Pianka 1966, Schoener 1971, Charnov 1976, Pyke et al. 1977,
entre otros) han estimulado el estudio nutricional y ecología alimentaria de la
fauna silvestre. Sin embargo, su basamento conceptual y metodológico radica en
la clásica bioenergética aplicada a la producción animal (Brody 1945, Kleiber
1932, 1961). El diagrama de flujo de energía, materia y nutrientes a través de
un individuo o población animal (Fig. 8.1) engloba
Figura 8.1. Esquema del flujo de energía de una poblacional animal según
Petrusewicz (1967).
172 los elementos básicos de la bioenergética animal, y arranca de la energía
potencial (alimento) disponible en el hábitat. El consumidor capta una porción
de esta energía utilizándola por completo o dejando un remanente. De la energía
consumida se digiere una parte y el resto retorna al ambiente en forma de
heces; de la energía digerida se pierde una parte en la orina y el resto
constituye laenergía asimilada y disponible para las actividades vitales
(energía metabolizable en términos de producción animal). La asimilación se
reparte entre el metabolismo de mantenimiento (calor), que se mide usualmente
como respiración, y la producción (energía neta o retenida). Una fracción de
esta energía, llamada eliminación, restituye las mudas de plumaje, pelaje,
carameras y otras estructuras perecederas; el resto conforma la producción neta
que se reparte a su vez entre el crecimiento individual y la reproducción.
Estos últimos son de interés particular en el manejo de fauna. Se distinguen
dos tipos contrastantes de organismos en cuanto a su costo energético de
mantenimiento: los ectotermos cuyo calor corporal proviene del ambiente; su
temperatura corporal suele ser variable según las condiciones del medio, es
decir, son poiquilotermos y, los endotermos que generan el calor corporal en su
metabolismo y conservan una temperatura constante (homeotermos). La primera
categoría comprende todos los animales a excepción de aves y mamíferos que
constituyen la segunda. Los procesos que conforman el costo energético de
mantenimiento pueden desglosarse en metabolismo basal, termorregulación y actividad.
8.2.1 Metabolismo basal
El metabolismo basal es el consumo de energía de un animal en reposo (pero
despierto), en un ambiente termoneutral y estado postabsortivo (Brody 1945,
Moen 1973). La definición estandariza las condiciones para medir el costo energético
mínimo de los procesos vitales básicos -el mantenimiento del tono muscular y de
los gradientes electroquímicos,respiración, circulación y síntesis
macromolecular- excluyendo los efectos de digestión, termorregulación y
actividad, que aumentan el metabolismo y su variabilidad en tiempo. La tasa de
metabolismo basal así obtenida no es una constante fisiológica propia de cada
especie, pero ofrece, no obstante, una línea base para comparaciones entre
diferentes tipos de animales. El requisito de la condición postabsortiva
permite obviar el aumento transitorio del gasto energético por digestión. Esto
se logra manteniendo el animal en ayuno algunas horas o días antes del
experimento, según el tamaño y la estrategia digestiva del animal (Robbins
1983). La termoneutralidad se establece regulando la temperatura de la cámara
respiratoria de tal forma que el animal no requiere energía adicional para
mantener su temperatura constante. Lo más difícil a satisfacer en animales
silvestres es el reposo. Además del efecto del ambiente reducido en la cámara
respiratoria, los animales pueden estar más inquietos de lo normal por efectos
del ayuno. Cuando no se cumple la premisa de reposo se está midiendo la tasa
metabólica en ayuno; en el caso de aves, esta medida se denomina tasa
metabólica estándar. Otra medida parecida es el
8.2 COSTO ENERGÉTICO DE MANTENIMIENTO
Para poder crecer y reproducirse el animal debe satisfacer en primer lugar sus
propias necesidades, catabolizando compuestos orgánicos (respiración en Fig. 8.1).
Esto consume oxígeno y genera dióxido carbónico y calor. Los intentos pioneros
para cuantificar el gasto energético de mantenimiento consistían en mediciones
del calor. Hoyen día casi todos los estudios se fundamentan en registros del
intercambio gaseoso en cámaras respiratorias. Se mide el volumen de O2
consumido durante el ensayo y se calcula su equivalente energético. Éste varía
entre 21,117 kJ/litro para los carbohidratos, y 19,606 kJ/litro para las
grasas. El tipo de alimento oxidado se deduce del cociente respiratorio (CO2/
O2) que es 1 para los carbohidratos y 0,7 para las grasas (Moen 1973, Hudson y
Christopherson 1985). La tasa metabólica se expresa en la cantidad de energía
que consume el animal experimental por unidad de tiempo. Ésta se calcula por
unidad de biomasa, por ejemplo, kJ.g-1día-1 ó, en el caso de energética
poblacional, por unidad de superficie (kJ.m-2.año-1) multiplicando la tasa
individual por la densidad poblacional. Gran parte de la información
bioenergética se reporta en calorías (1 cal = 4,186 Joules).
173 metabolismo en descanso que se registra estando el animal en reposo, sin
ayuno y en una temperatura conocida (Lasiewski y Dawson 1967, Robbins 1983). El
estudio comparativo de los registros de metabolismo reveló una regla
fundamental: que casi todos los procesos bioenergéticos son funciones
alométricas del peso corporal de tipo M = aWb donde M es la tasa metabolica, W
el peso corporal, a el punto de intersección del eje X, proporcional a las unidades
de M, y b el coeficiente de regresión exponencial, menor a uno. Al principio se
postuló que el metabolismo basal era proporcional a la superficie del animal,
es decir al peso2/3, pero la ecuación de mayor aceptación para losendotermos en
la actualidad es de Kleiber (1932): Tasa de metabolismo basal (kJ/día) = 293
peso0,75 , (8.1) formulada originalmente en Kcal/día que resulta en en punto de
intersección de 70. Según la pendiente de esta regresión exponencial, el
metabolismo por individuo es proporcional al peso0,75, llamado a menudo el peso
metabólico. En consecuencia, el consumo de energía por unidad de biomasa
disminuye al aumentar el peso corporal: Un gramo de elefante gasta apenas unos
0,1% de la energía que requiere un gramo de musaraña (Phillipson 1981). La
pendiente de regresión peso-metabolismo basal de los ectotermos es
esencialmente el mismo de la ecuación de Kleiber, pero el punto de intersección
es más bajo. De esta manera, el metabolismo basal de un ectotermo es usualmente
10 a 30 veces menor que el de un endotermo del mismo tamaño (Nagy 1982, 1987,
Coulson 1984). Una cantidad dada de recursos puede sostener así una biomasa
mayor de ectotermos, los cuales toleran también ayunos más prolongados que los
endotermos. El metabolismo basal puede variar algo según el sexo, la edad o
época para una misma especie. Además varios grupos taxonómicos o ecológicos se
apartan de la ecuación global de los endotermos. En el caso de la fauna
neotropical, los marsupiales, edentados (armadillos, perezosos y osos hormigueros),
los folívoros arborícolas en general, los roedores subterráneos, las hutias y
los manatíes presentan tasas muy por debajo de las predicciones de la ecuación
de Kleiber, mientras que las aves paseriformes las exceden (Lasiewski y Dowson
1967, McNab 1982). Por lo tanto,presiones ecológicas y evolutivas tienden a
moldear a los patrones fisiológicos del metabolismo basal, que están sometidas
al efecto alométrico del peso corporal.
8.2.2 Termorregulación
La temperatura corporal de un organismo en un momento dado depende del balance
entre las ganancias y pérdidas de calor. El calor corporal de los ectotermos
proviene mayormente de su ambiente y su temperatura interna asemeja a la de su
entorno, si bien algunos animales pueden mantener temporalmente temperaturas
más o menos estables utilizando microhábitats idóneos. Solamente aves y
mamíferos controlan la generación de su calor metabólico y regulan la pérdida
del mismo mediante estructuras termoaislantes, lo cual resulta en una
temperatura corporal constante y usualmente mayor que la ambiental. En
temperaturas benignas, el metabolismo basal provee suficiente calor para
mantener la temperatura constante. Este intervalo de temperaturas ambientales
se conoce como la zona termoneutral. Su límite inferior para mamíferos
neotropicales es usualmente entre 25 y 37oC (McNab 1982). En ambientes más
fríos, los animales reponen las crecientes pérdidas de calor aumentando su
metabolismo por encima del nivel basal. En ambientes muy calurosos deben
disipar el calor excedente, lo cual puede aumentar también el costo de
mantenimiento. Los organismos intercambian calor con su ambiente por medio de
radiación, convección, conducción y evaporación. Estas tasas de entrada y
salida se expresan en la cantidad de energía por unidad de superficie y de
tiempo. Radiación es un flujo de energía en el espacio enforma de ondas
electromagnéticas. Es bien conocido que algunos animales, especialmente
reptiles, aumentan su temperatura corporal asoleándose, es decir absorbiendo la
radiación solar. Asimismo, los animales pueden radiar calor a su ambiente. La
radiación es propocional a la extensión de superficie, emisividad, temperatura
absoluta del organismo, y temperatura ambiental. Convección consiste
174 en el transporte de calor por flujos del medio (aire o agua) desde la
superficie del organismo. Su magnitud depende del área del objeto, de la
diferencia térmica entre este y su medio y de un coeficiente de convexión que
varía según el tamaño, forma y tipo de superficie del objeto, la velocidad y
turbulencia del movimiento del medio, etc. La conducción implica la
transferencia de energía por contacto entre dos superficies, generalmente
sólidas, tal como el caso de un animal acostado sobre el suelo. El calor
movilizado es proporcional al área de contacto, a la diferencia térmica,
distancia entre las dos superficies y eficiencia de transferencia entre las
mismas. La radiación, convección y conducción movilizan calor de un elemento de
mayor temperatura a un ambiente de menor temperatura, constituyendo así la vía
de salida principal del calor en los ambientes fríos y moderados. El mecanismo
que permite disipar el calor en un ambiente caluroso (temperatura ambiental
> temperatura corporal) es la evaporación. Este proceso consume calor
latente de evaporación (unos 580 cal/g de agua en 300C), en función directa con
la cantidad de aguaevaporada, que a su vez depende de la extensión de la
superficie emisora, la humedad atmosférica, velocidad del viento y la disponibilidad
de agua para evaporar. Moen (1973), McNab (1980a), Robbins (1983) y Peterson et
al. (1993), entre otros, presentan la ecofisiología de la termorregulación con
mayor detalle. Muchos procesos y variables intervienen en la transferencia de
calor entre los organismos y sus ambientes, pero la siguiente ecuación permite
reducir el proceso en sus factores más esenciales: Q = C(Tb - Ta) + LE , (8.2)
ser estimada estadísticamente como la pendiente de la regresión negativa entre
la temperatura ambiental y la tasa metabólica (McNab 1980b). Además de la
regulación fisiológica, los animales suelen evitar temperaturas extremas
seleccionando microclimas favorables y adoptando posiciones que regulan la
superficie expuesta al ambiente. El costo energético de la termorregulación
adquiere gran importancia práctica en latitudes templadas donde el frío más
intenso coincide con la escasez de alimentos, lo cual constituye el período
crítico anual para la fauna. La expresión Tb - Ta resalta el efecto clave del
clima sobre la termorregulación. El valor Tb - Ta es grande en los climas
fríos. Para satisfacer la igualdad entre la producción y la disipación de calor
en tales condiciones el animal debe aumentar su metabolismo, reducir la
conductancia térmica y/o evaporación. En climas tropicales sucede lo contrario,
ya que al reducirse el valor Tb - Ta puede ser ventajoso contar con una alta
conductividad térmica y evaporación para poder disipar los excedentesde calor.
En efecto, la evaporación es despreciable a bajas temperaturas, pero es el
canal principal de salida de calor en los ambientes calurosos. Asimismo, la
conductancia térmica de los mamíferos neotropicales es generalmente alta.
Incluso los hábitos semiacuáticos de algunos mamíferos corpulentos (tapir,
capibara) pueden relacionarse con la disipación del calor (McNab 1980a, 1982).
Aún se sabe muy poco sobre la termorregulación de la fauna neotropical. No
obstante cabe esperar que su gasto energético sea menor en el trópico ya que la
mayoría de las especies viven en temperaturas más o menos benignas. La misma
condición favorece también a los ectotermos que constituyen un grupo mucho más
numeroso y variado en el trópico que en las latitudes templadas.
donde Q es la tasa metabólica (producción de calor), C la conductancia térmica
expresada en las mismas unidades de Q, Tb y Ta la temperatura corporal y
ambiental, respectivamente, L el calor latente de evaporción y E la cantidad de
agua evaporada, de tal forma que la parte derecha de la ecuación engloba las
pérdidas de calor. La ecuación presupone que el animal ni gana ni pierde calor,
es decir, mantiene una temperatura constante. La conductancia térmica depende
del desarrollo de capas termoaislantes (pelaje, plumaje, grasa subcutánea) y
puede
8.2.3 Actividad
El costo energético de la actividad se agrega al metabolismo basal y al posible
costo adicional de la termorregulación. El metabolismo de un animal activo se
puede cuantificar por respirometría con máscaras o cámaras diseñadas para tal
fin, registros dela tasa cardíaca o respiratoria por
175 biotelemetría, marcadores radiactivos o estimando la asimilación diaria de
los animales en cautiverio (Gessaman 1973, Fancy y White 1985, Nagy 1987). El
aumento del metabolismo por actividad móvil varía según su intensidad. La
posición parada sube el metabolismo entre 10 y 35% en los mamíferos silvestres,
en comparación con estar acostado. El costo de la locomoción terrestre en el
tiempo (J.g-1.h-1) aumenta linealmente con la velocidad, pero respecto a la
distancia (J.g-1.km-1) es independiente de la velocidad. El costo aditivo de la
locomoción por individuo aumenta aproximadamente en función del peso2/3, así
que su magnitud por unidad de biomasa es inversamente proporcional al peso del
animal (peso-1/3). El desplazamiento cuesta arriba y sobre sustratos blandos
(arena, pantano, nieve) aumenta el gasto de la locomoción terrestre que, como
máximo, puede alcanzar 8 veces el metabolismo basal (Moen 1973). El costo
energético del vuelo por unidad de tiempo es aún mayor, hasta 12 veces el
metabolismo basal, pero mucho menor en relación a la distancia cubierta. Esta
eficiencia varia según las adaptaciones y técnicas de vuelo y es inversamente
proporcional al tamaño del animal. El costo energético de natación a mediana velocidad
es bajo, pero crece en función del cuadrado de la velocidad por la fricción
entre el animal y el agua (Robbins 1983, Fancy y White 1985). A pesar de la
alta demanda energética de algunas actividades, su incidencia sobre el gasto
total de mantenimiento puede ser moderada envirtud de su corta duración. Esto
es particularmente cierto en el caso de los reptiles que difícilmente pueden
extender la máxima movilidad por más de 2 minutos (Coulson 1984). De esta
manera, el metabolismo diario se puede calcular como la suma de la inversión de
energía en diferentes actividades multiplicada por la duración de las mismas
(Mautz 1978). El costo de mantenimiento bajo condiciones naturales depende de
la estación y de las condiciones de hábitat. Por ejemplo, largas caminatas
entre aguadas, áreas de alimentación y de descanso, aumentan el costo de
mantenimiento y dejan menos para la producción. Como un estimador aproximado
del costo de mantenimiento de un mamífero silvestre activo se postula 2 ó 3
veces el metabolismo basal (Gessaman 1973, Anway 1978, Robbins 1983). La tasa
metabólica de campo (field metabolic rate) de las aves encaja en el mismo
intervalo (Nagy 1987).
8.3 PRODUCCIÓN
Una vez satisfecha la demanda de mantenimiento, la energía asimilada remanente
se invierte en la producción. La tasa de producción es el cambio de biomasa de
un ente viviente (individuo, población, nivel trófico, etc.) en el tiempo;
puede ser positiva, negativa o cero. Tal como indica la Fig. 8.1, la producción
neta se obtiene restando de la producción total la energía y la materia
incorporada en la restitución de ciertas estructuras. Este último renglón puede
alcanzar magnitudes apreciables, por ejemplo, en el caso de las mudas de
plumaje o carameras, pero según la regla general, la producción neta suele ser
la ruta principal en las poblaciones de vertebrados. A menudo elmanejo de fauna
pretende maximizar la producción. Para una población animal, en cambio,
producir biomasa a beneficio de otros integrantes del ecosistema no constituye
una finalidad, sino vivir y multiplicarse. No obstante, es razonable suponer
que la selección natural debería favorecer a los genotipos que maximizan su
biomasa y el esfuerzo reproductivo. Una parte de la producción se almacena en
la biomasa individual, la otra se invierte en la prole. El balance oportuno
entre las dos opciones depende de numerosos factores incluyendo las estrategias
demográficas (ver 6.3.1).
8.3.1 Crecimiento
El crecimiento se expresa en el cambio de peso, talla, o cantidad de energía de
individuos en el tiempo. Se conceptúa intuitivamente como un aumento, pero
pueden darse excepciones, tales como un incremento lineal simultáneo con la
pérdida de peso. El crecimiento depende de los factores genéticos propios de
cada especie e individuo que rigen la cronología, alometría, tasa de
crecimiento y desarrollo así como el tamaño adulto tope, y de las entradas de
energía y nutrientes con que cuenta el individuo para su crecimiento. Tan es
así que la ganancia de peso observada se utiliza como criterio para comparar la
calidad de los hábitats o de las dietas y los efectos de la carga animal en la
zootecnia y el manejo de fauna (Stobbs 1970, Moen 1973, Parra et al. 1978). El
crecimiento empieza al iniciarse el desarrollo embrionario pero aquí
consideramos la fase anterior al
176 nacimiento como aporte reproductivo de la hembra. El crecimiento seestudia
mediante registros consecutivos de peso o talla de animales marcados en el
campo o en cautiverio y se expresa usualmente en g/día ó mm/día. La curva de
crecimiento de vertebrados terrestres presenta a menudo la forma de S: bajo
crecimiento en los primeros días después de nacer, luego un acelerado aumento,
impulsado a menudo por la lactación u otras formas de cuidado por parte de uno
o ambos progenitores, seguido por un período más largo de crecimiento lento
hasta alcanzar la talla adulta. Las aves alcanzan el tamaño definitivo más
rápidamente que los mamíferos, que a menudo siguen creciendo aún después de
alcanzar la madurez sexual. Durante la fase acelerada la tasa de crecimiento
(y, g/ día) se comporta como una función exponencial del peso adulto (x,
gramos), por ejemplo, en el caso de los mamíferos placentados, y = 0,0326W 0,75
(Case 1978). Maximizar el crecimiento inicial es ventajoso porque el riesgo de
la depredación suele ser inversamente proporcional al tamaño. Durante la
siguiente etapa pueden alternar perídos de mayor y de menor crecimiento o
pérdida de peso, según la disponibilidad estacional de la energía y los nutrientes,
lo cual retrasa el alcance del peso adulto normal. La forma general de la curva
de crecimiento es similar para los mamíferos, pero los detalles varían mucho
según el grupo o la especie, de tal forma que no hay una ecuación única para
predecir el peso del animal en función del tiempo o peso adulto (Zullinger et
al. 1984). Además del aumento de talla y peso, el crecimiento implica cambios
en la composición corporal: disminución dela fracción de agua, aumento de la
grasa y, en muchos casos, de proteína. Los cambios de peso en la edad adulta
resultan principalmente del almacenamiento de grasa durante los períodos
favorables y su movilización en las épocas de escasez o de alta demanda
energética, como en la reproducción, hibernación o migraciones de largo alcance
(Robbins 1983). De esta manera, el aporte energético del crecimiento por unidad
de peso ganado suele ser mayor en la edad adulta que durante la etapa juvenil.
los criterios poblacionales como la abundancia y la tasa reproductiva o de
crecimiento. Un ganadero o manejador de fauna experto puede evaluar visualmente
la condición de los animales en términos cualitativos. La estandarización de la
condición (buena, regular, mala) mediante rasgos externos clave, aumenta la
objetividad del procedimiento (Riney 1982). Un animal presenta malas
condiciones a medida que adelgaza, por lo cual el peso adulto promedio,
corporal o en canal, es el criterio cuantitativo más sencillo de la condición
física. Si el tamaño individual es variable, el peso dividido entre una medida
independiente de la condición (longitud del cuerpo, ala o alguna estructura
ósea) ofrece un mejor índice de la condición (Bailey 1968, Kie et al. 1983,
Johnson et al. 1985, Ramo et al. 1992). Santos et al. (1994) utilizaron para el
caimán un índice de condición = peso × longitud-b, donde b es el coeficiente de
regresión empírico. Un análisis de la composición corporal aporta información
más detallada sobre la condición. Los constituyentes principales del cuerpo de
vertebrados sonproteína, grasa, agua y minerales que se miden como ceniza. La
fracción de estos componentes del total varía conforme a la especie y la edad,
el sexo y la condición física del animal. La fracción de grasa es la más
cambiante y constituye la base de muchos indicadores de condición. La
determinación directa de la fracción de grasa o del valor calórico corporal
puede ser lo más indicado para los vertebrados pequeños, pero es poco práctico
en el caso de la caza mayor e implica siempre la muerte del animal. La relación
inversa entre la fracción de grasa y de agua propicia la estimación indirecta
de la primera midiendo la segunda valiéndose de marcadores radiactivos,
registros de la conductividad eléctrica corporal o la relación peso seco/ peso
vivo (Johnson et al. 1985, Walsberg 1988). Los índices de condición más
utilizados para ungulados son los de la grasa subcutánea, de médula ósea y la
perirenal. La forma de medir el espesor de la grasa subcutánea depende de su
ubicación corporal en diversas especies. La concentración de grasa en el sector
central de la médula del fémur es más sensible a bajos niveles de grasa
corporal. Puede ser medido incluso en despojos de animales encontrados en el
campo. El índice de grasa perirenal se obtiene recortando y eliminando la grasa
que excede la
8.3.2 Indicadores de la condición física
La condición física de los animales es una medida de su bienestar y de la
calidad de su hábitat, conjuntamente con
177 longitud del riñón (ver Riney 1955, 1982), pesando el riñón con y sin la
grasa perirenal y dividiendoluego el peso del riñón recubierta por la grasa
entre el peso del riñón limpio. Estos índices se utilizan ampliamente para
comparar la condición física, especialmente de ungulados, entre áreas y épocas
(Raedeke 1978, Finger et al. 1981, Kie et al. 1983, Danields 1987, entre
otros). Sin embargo, tal como señala Robbins (1983), la relación entre estos
índices y la fracción de grasa corporal es poco conocida y probablemente
curvilínea. Además, la pérdida de proteínas puede ser tan o más dramática para
el animal que la de lípidos, por lo cual los índices antes señalados no son tan
confiables como sería lo deseable. especies de menor porte invierten
proporcionalmente más en su nidada, hasta más que su peso corporal (Rahn et al.
1975). Según Robbins (1983) la postura de huevos aumenta el metabolismo diario
entre 29 y 130% por encima del basal y la demanda de proteína entre 86 y 230%.
A este esfuerzo se agrega la energía invertida en la incubación de los huevos y
la alimentación de los pichones. Estas actividades suelen interferir además con
la alimentación de los adultos, especialmente en las especies altriciales. En
cuanto a los mamíferos, la inversión de energía y materia en el crecimiento
fetal es despreciable al principio, pero aumenta exponencialmente hacia el
final de la gestación (Huggett y Widdas 1951). El peso del neonato se porta
como una función alométrica del peso adulto (exponente promedio 0,76), por lo
cual el costo de gestación resulta proporcionalmente mayor para los mamíferos
pequeños. La demanda diaria adicional de energía al final de la gestación
enungulados puede llegar al 44% del metabolismo basal y se gasta principalmente
en el metabolismo del útero grávido (Robbins 1983). La energía global de la
gestación comprende apenas entre 1,2 y 5,7% del presupuesto energético anual
para un conjunto de mamíferos entre 22 g y 200 kg de peso corporal (Grodzinski
y Weiner 1984). En cambio, la inversión maternal en la lactación, reseñada en
este mismo estudio, varía entre 17,2 y 27,0% del gasto anual. Efectivamente, la
información disponible demuestra que la lactación conforma la demanda principal
de nutrientes y energía en la reproducción de mamíferos. La energía invertida
en la lactación en función del tiempo presenta una curva en forma de U
invertida: rápido aumento al principio hasta un valor tope, seguido por una
disminución gradual a medida que las crías empiezan a ingerir alimentos que
ofrece su hábitat, hasta el destete que marca el punto final de la lactación.
La concentración y composición química de la leche varía ampliamente de una
especie o grupo a otro (Robbins 1983). La fracción de grasa de la leche puede
provenir de los lípidos corporales de la hembra. El aporte energético máximo de
la lactación (Lm, kJ/día) es una función alométrica del peso de la madre (W,
kg) y resulta en Lm = 733W 0,81 para los mamíferos de camada grande y Lm = 435W
0,70 para los ungulados (Oftedal 1984, 1985), alcanza de 1,5 a 2,5 veces el
metabolismo basal y es proporcionalmente mayor para
8.3.3 Reproducción
Reprodución es la inversión de energía y materia en la generación de nuevos
individuosy enlaza así la energética con la dinámica poblacional. Abarca la
energía que la hembra canaliza en la biomasa de sus crías y huevos, en el
crecimiento de sus estructuras reproductivas, en la alimentación y cuidado de
su prole y en el aumento de su propio metabolismo en cumplimiento de sus
funciones maternas. La inversión reproductiva del macho puede consistir en la
búsqueda y defensa de territorio o pareja ante los machos rivales y diversas
formas de cuidado de los huevos o crías. Sin embargo, la información
cuantitativa sobre estos aspectos es escasa, por lo cual la documentación de la
energética de reproducción se restringe al sector de hembras maduras. Es
difícil medir directamente la energía global que un individuo invierte a diario
en la reproducción. La magnitud de esta energía se calcula usualmente como la
suma de los diversos aportes que implica la procreación. En primer lugar, se
destaca la inversión de energía y nutrientes en la biomasa de las crías y
huevos. La relación global entre el peso del ave (B; g) y el de su huevo (W;
g), basada en datos de 809 especies, resulta en W = 0,277B0,77, pero en este
respecto hay diferencias apreciables entre órdenes y familias (Rahn et al.
1975). Una tendencia alométrica semejante prevalece también entre el peso de la
hembra y el número de huevos o la biomasa total de huevos por nidada. Los
coeficientes a y b varían según el grupo, pero la regla general es que las
178 los mamíferos pequeños. Sin embargo, la lactación más prolongada de los
animales grandes recompensa en parte su menor producción diaria de leche.
Laeficiencia de la producción de leche (energía contenida en la leche/
metabolismo adicional de la hembra lactante) es alta, un 65% para los ungulados
(Oftedal 1985). Los datos reseñados aquí resaltan el alto costo energético y
nutricional de la reproducción. Por consiguiente, la reproducción puede ser
exitosa solamente cuando se cuenta con alimentos abundantes y de alta calidad.
1971). Sin embargo, es apenas una primera aproximación porque todas las
sustancias combustibles no son aprovechables como alimento. Otro criterio de
calidad lo constituye la composición química. La ciencia de producción animal
agrupa la inmensa variedad de compuestos presentes en los alimentos en pocos
renglones básicos: agua, carbohidratos, grasas, proteínas, vitaminas y
minerales. La fracción de la mayoría de estos componentes en un alimento se determina
mediante el análisis próximo: agua o humedad por la diferencia entre el peso
fresco y el peso seco, el extracto etéreo o grasa disolviéndola en etér, la
proteína cruda estimada de la concentración de nitrógeno por el método de
Kjeldahl y multiplicándola por 6,25, la fibra cruda como el residuo de una
digestión ácida y alcalina, la ceniza o contenido mineral por incineración a
550oC, y el extracto libre de nitrógeno -mayormente carbohidratos solubles- por
diferencia entre el peso de materia seca y la cantidad de grasa, proteína,
fibra y ceniza (Tejada de Hernández 1985). La fracción porcentual de estos
renglones varía ampliamente según el tipo de alimento. El agua no aporta
calorías pero es esencial para la vida y constituye siempre más dela mitad de
la biomasa animal. Su cantidad en el alimento es variable. En ambientes áridos
los alimentos ricos en agua alcanzan una importancia singular. Además del agua
contenida en el alimento, los animales obtienen este recurso como subproducto
de la oxidación de los alimentos (agua metabólica) y tomando agua líquida. El
extracto etéreo consta de compuestos solubles en disolventes orgánicos e
insolubles en el agua, tales como ésteres simples o compuestos de ácidos grasos
(grasas y aceites orgánicos), pigmentos, vitaminas, ceras, etc. Las grasas
forman parte de ciertas estructuras vivas y por su alto valor calórico (39,71
Kj/g en promedio) sirven como reservorios corporales de energía. La grasa suele
ser un componente escaso en la biomasa vegetal pero a veces es abundante en
alimentos de origen animal. El renglón proteína cruda contiene aminoácidos,
aminas, glicolípidos, nitratos, etc., pero ante todo proteínas. Estas son
macromoléculas orgánicas compuestas de unos 23 aminoácidos. Las proteínas son
esenciales para todos
8.4 ALIMENTACIÓN
Los animales satisfacen sus necesidades energéticas y nutricionales ingiriendo
y asimilando biomasa vegetal y/o animal disponible en su hábitat. La
alimentación une así la bioenergética animal con el hábitat y plantea una serie
de interrogantes fundamentales para el manejo de fauna sCuáles son los
alimentos disponibles, qué determina su calidad nutricional? sQué come cada
especie y en qué cantidad? sCómo se realiza la búsqueda y captura del alimento?
sQué fracción del alimento es finalmente digerido o asimilado y
cuálesmecanismos lo determinan?
8.4.1 Alimentos: calidad y componentes
Alimento puede definirse como materia que los animales ingieren, digieren y
utilizan en su metabolismo. Los estudios de la alimentación de la fauna silvestre
suelen centrarse en los tipos de alimentos (especies y partes de organismos)
consumidos por los animales. De esta manera, se establecen categorías como los
herbívoros pastadores, ramoneadores o folívoros, los frugívoros, granívoros,
nectarívoros, carnívoros, piscívoros, insectívoros y diferentes tipos de dietas
mixtas (Eisenberg 1980, Robinson y Redford 1986b). Los resultados de tales
estudios permiten conocer y comparar las dietas por especie, localidad y
estación y compararlas con la oferta en el hábitat. Otro enfoque igualmente
útil es indagar sobre el valor energético y nutricional de los alimentos. El
valor calórico es una medida global de la calidad del alimento. Se obtiene
determinando el calor de combustión de muestras secas en una bomba calorimétrica
(Paine
179 los procesos y estructuras vitales, constituyen la mayor parte de la
biomasa animal (base seca) y poseen un valor calórico moderado (22,65 Kj/g). Al
ser digeridas por un animal, las proteínas son hidrolizadas en aminoácidos,
absorbidos como tales por la mucosa intestinal y utilizados en la síntesis de
diversas proteínas propias del animal. La calidad alimentaria de las proteínas
depende así de la variedad y balance de los aminoácidos, y especialmente de los
10 esenciales que el animal no puede sintetizar. Las proteínas suelen ser
relativamente escasas enlas plantas, por lo cual su fracción es un importante
criterio de calidad de alimentos de origen vegetal. La fibra cruda se compone
de los carbohidratos estructurales de la pared celular de las plantas
(celulosa, hemicelulosa, lignina, etc.). Son los compuestos orgánicos más
abundantes sobre la tierra pero virtualmente indigeribles por los animales
monogástricos. Los herbívoros que poseen un tracto digestivo con cámaras de
fermentación bacteriana son capaces de digerir parte de este componente. Por lo
tanto, el valor alimentario de un forraje suele ser inversamente proporcional a
la fracción fibra. El extracto libre de nitrógeno es un rubro heterogéneo que
engloba principalmente los carbohidratos solubles del contenido celular de las
plantas (diversos azúcares y almidones) y además pectinas, ácidos orgánicos,
residuos de los carbohidratos estructurales y otros compuestos orgánicos.
Conforma un alimento digerible importante en insumos de origen vegetal. Los
animales utilizan los carbohidratos solubles como fuente de energía (entre
15,69 y 17,71 Kj/g) en su metabolismo diario, o los transforman y almacenan
como grasas. La fracción del extracto libre de nitrógeno en biomasa animal
(ante todo glucógeno) es despreciable. El contenido de ceniza expresa la
fracción inorgánica del alimento. Ésta suele ser mayor en las muestras de
origen animal por la presencia de endo o exoesqueletos. No aporta energía pero
contiene minerales. El calcio, potasio, sodio, magnesio, fósforo, azufre, cloro
son minerales esenciales que los animales requieren en mayor cantidad, mientras
que elhierro, manganeso, cobre, zinc, cobalto, cromo, molibdeno, selenio y yodo
son requeridos en menor cantidad. Además de los minerales incorporados en el
alimento orgánico, los animales pueden completar sus requerimientos lamiendo o
ingiriendo tierra con alto contenido de elementos esenciales (Emmons y Stark
1979). Las vitaminas son compuestos orgánicos indispensables, aunque a veces en
cantidades mínimas, para el metabolismo normal. Son de estructura química muy
variada y se dividen a menudo en vitaminas solubles en grasas (A, D, K, E) y en
agua (C, complejo B). Los animales silvestres reciben normalmente las vitaminas
en su dieta natural. Además, pueden sintetizar algunas vitaminas, y los
herbívoros pueden obtener otras de las bacterias ruminales o del ciego. En
cambio, animales de criaderos mantenidos con dietas artificiales son
susceptibles a desórdenes fisiológicos por la deficiencia de ciertas vitaminas.
La determinación de las vitaminas en los alimentos es laboriosa y se realiza
mediante bioensayos y cromatografía (Tejada de Hernández 1985). Gracias al
análisis próximo se han acumulado gran cantidad de datos sobre la composición
de diferentes alimentos. Sin embargo, el valor de un alimento para un
consumidor depende también de su ingestión voluntaria y digestión, así como de
la velocidad de paso. Las cualidades claves del alimento vegetal son la
proteína y energía digeribles (Swartz y Hobbs 1985). La digestibilidad de estos
rubros se estima mediante ensayos con animales en cautiverio, incubando
muestras en el líquido ruminal (ver 8.3.4) o calculando ladigestibilidad de la
composición química del forraje. En el análisis químico de forrajes fibrosos se
utiliza cada vez más el método de fibra neutro detergente que discrimina mejor
entre la pared y el contenido celular, en comparación con el análisis próximo
(Van Soest 1967, Moen 1973, Tejada de Hernández 1985). Un determinante
adicional de la calidad del alimento vegetal son los compuestos secundarios,
que condicionan la digestiblidad y la palatabilidad del alimento, es decir, la
preferencia por un rubro en relación a otros igualmente disponibles (Heady
1975). Algunos compuestos secundarios obstaculizan la digestión, mientras que
otros, por ejemplo, varios alcaloides, son tóxicos para el consumidor. Tal como
postulan Swartz y Hobbs (1985), evitar los renglones perjudiciales puede ser
más determinante en la selección de alimentos que la preferencia por los de
alta calidad.
180
8.4.2 Estudio de alimentación
A. Observaciones de campo. El registro visual de los renglones que los animales
consumen en su hábitat normal es el más directo y «simple» entre los métodos
para estudiar la alimentación. Es aplicable cuando hay buena visibilidad y
cuando los renglones son discretos, de tal forma que se puede identificar lo
que se está consumiendo. La cantidad de consumo se puede estimar registrando el
tiempo dedicado a la ubicación y consumo de diferentes renglones o bien
contando los mordiscos o ítems consumidos de cada clase de alimento (Altman
1974). La utilización de animales silvestres mansos facilita esta labor, pero
puede arrojarresultados sesgados (Mautz 1978, Nudds 1980). Observaciones de
plantas parcialmente comidas o sus restos en comederos ayudan a la
identificación de las plantas y partes consumidas. Comparaciones entre la
vegetación del hábitat accesible al herbívoro y de parches cercados o
«exclusiones» aportan información sobre la cantidad e impacto del consumo
(Ojasti 1973, McNaughton 1979). B. Experimentos en confinamiento. Este enfoque,
propio de la zootecnia, permite dilucidar la selectividad para diferentes
alimentos, cuantificar el consumo, estimar la digestiblidad y asimilación, la
velocidad de paso de la digesta (= contenido del tracto digestivo) e incluso la
ganancia de peso que se logra con diferentes raciones. La selectividad se
estudia con experimentos tipo cafetería, ofreciendo a los animales lotes
previamente pesados de diferentes alimentos y pesando los restos el día
siguiente. De manera similar se estima el consumo, la digestibilidad y
asimilación ofreciendo al animal el alimento experimental ad libitum,
registrando su consumo diario y cuantificando el material fecal y orina. Estos
ensayos presuponen un estado estable nutricional, es decir, que el animal
mantiene un balance normal entre la entrada y salida de alimento. Esto se puede
lograr mediante un período de adaptación antes de iniciar el lapso experimental
(Swartz y Hobbs 1985). La velocidad de paso de la digesta se puede determinar
agregando en la comida un marcador inerte y registrando su eliminación en la
materia fecal. Los problemas en el estudio de la alimentación de los animales
silvestres mantenidos encautiverio pueden incluir la dificultad de colectar los
alimentos naturales en cantidades suficientes
para los ensayos y el sub o sobreconsumo del alimento por efectos del
cautiverio (Mautz 1978). C. Análisis del contenido gástrico o de heces. Lo que
se sabe de los hábitos alimentarios de los animales silvestres proviene
mayormente del análisis de contenidos del tracto digestivo. Las muestras para
tales estudios se colectan en los puntos de control de cazadores, de los
animales arrollados en las carreteras o cazados a propósito. En este último
caso conviene muestrear al final del período de alimentación del animal. Es
posible también obtener muestras de animales vivos por lavado estomacal (Legler
1977, Fitzgerald 1989). Las muestras más aptas para análisis son los contenidos
de buche y de molleja en aves, los de estómago en la mayoría de mamíferos y
reptiles, y el contenido del rumen en el caso de cérvidos y otros rumiantes. El
análisis en sí consiste en la división de la muestra en renglones según grupos
taxonómicos, partes de plantas o categorías de tamaño, manualmente o valiéndose
de tamizado, sedimentación o decantado. Luego se cuantifican e identifican los
renglones y se procesan los resultados, generalmente en términos de la
frecuencia de aparición y abundancia (peso seco, volumen, contenido de energía
o número) de cada tipo de ítem (Korschgen 1980). El método funciona mejor para
los animales que ingieren su alimento sin desmenuzarlo, tal como ocurre en
muchos reptiles y aves. Permite medir la cantidad del contenido en el momento
del muestreo aunque no estima elconsumo diario. Los datos de abundancia por
renglón resultan sesgados también por la digestibilidad diferencial de
distintos alimentos. El análisis de la dieta a partir de muestras fecales o de
pelotas regurgitadas por aves de rapiña o egagrópilas semeja el examen de
contenidos del tracto digestivo. Esta técnica presupone que se puede
identificar con certeza la especie de la cual proceden las heces y permite la
obtención de muchas muestras de un mismo individuo sin sacrificarlo. Es
particularmente viable en el caso de carnívoros cuyas presas son identificables
a partir de restos óseos o pelos (Jaksic et al. 1980, Emmons 1987, Aranda
1994), y es aplicable también a pecaríes (Barreto y Hernández 1988) y aves
gallináceas (Korschgen 1980). Sin embargo, los componentes de las heces de
herbívoros especializados están a menudo tan fragmentados que su identificación
macroscópica resulta imposible.
181 D. Técnicas microhistológicas. El epitelio vegetal, recubierto por una
cutícula resistente a la digestión, presenta a menudo una estructura singular y
propia para cada especie o grupo. Esto permite identificar las plantas
consumidas y ofrece así un método de gran utilidad en el estudio de dietas de
herbívoros, a partir de muestras fecales. Para empezar, se colectan muestras de
todas las plantas forrajeras potenciales de la región y se preparan muestras de
los epitelios identificados mediante la técnica de impresión en esmalte o
extracción mecánica (Sinclair 1961, Suárez 1986). Las muestras secas de heces
se hidratan, aclaran en cloro o soluciónde Hoyer, se colorean con safranina y
se preparan láminas para su estudio microscópico. De cada muestra se examinan
usualmente 20 campos de 5 láminas a 100 aumentos, identificando las partículas
que aparecen en cada campo. Los datos primarios de frecuencia de aparición se
calculan a densidades relativas (Fracker y Brischle 1944), que son
proporcionales al peso seco de las especies presentes (Sparks y Malechek 1968).
De esta manera, en América Latina se ha dilucidado la dieta del conejo
(Sylvilagus floridanus), venado cola blanca, capibara y guanaco, entre otros
(Escobar y González Jiménez 1976, Gallina et al. 1981, Bahamonde et al. 1986,
Suárez 1986). Según Lewis (1994), el análisis histológico fecal detecta mejor
la variación temporal de la dieta que el análisis del contenido ruminal. Varios
conceptos y teorías ecológicas se desprenden de la ecología alimentaria. Los
conceptos de nicho ecológico, gremio, exclusión competitiva, empaquetamiento de
especies y cocientes morfológicos exploran e interpretan las implicaciones
comunitarias de la alimentación (Hutchinson 1957, 1959, Root 1967, May 1972,
Schoener 1974, entre otros), mientras que la teoría del consumidor óptimo
explora el comportamiento alimentario desde el punto de vista evolutivo e
individual (MacArthur y Pianka 1966, Pyke et al. 1977, Green 1990). La teoría
del consumidor óptimo plantea cómo y dónde los animales deberían buscar y
capturar alimento a fin de maximizar su aptitud aumentando la tasa neta de
ingestión de energía. En términos simplificados, la teoría predice que el
animal debería alimentarse enel parche donde esta actividad resulte de mayor provecho,
y abandonarlo cuando el rendimiento de la alimentación decaiga por debajo del
promedio general del hábitat (teorema del valor marginal de Charnov 1976). En
cuanto a qué comer, el animal en busca de presas debería consumir el renglón
más provechoso, es decir aquél que ofrece la máxima ganancia de energía por
tiempo invertido, e ignorar los ítems de menor calidad, independientemente de
su abundancia. Sin embargo, al escasear el alimento de primera, el animal
optará por el más provechoso de los renglones restantes y así sucesivamente. De
esta manera, la teoría predice que el animal se comporta como un especialista
cuando el alimento de primera es abundante, pero al escasear tal recurso se
convierte en generalista. Un especialista selecciona ciertos alimentos y
rechaza otros, mientras que un generalista come lo que encuentra en proporción
directa con la disponibilidad. El oportunista es una especies que explota gran
variedad de recursos procurando escoger lo mejor de lo disponible en cada lugar
e instante, por ejemplo, el caimán (Ayarzagüena 1988) y el venado cola blanca
(Danields 1987). Para el especialista resulta ventajoso seleccionar por la alta
calidad, rubros menos consumidos por posibles competidores y aquellos
utilizables con la máxima eficiencia (debido al tamaño y adaptaciones del
animal); el generalista, en cambio, cuenta con mayor disponibilidad global y es
menos afectado por los cambios espaciales y temporales
8.4.3 Alimentación y selectividad
Laalimentación es importante para cualquier animal, tanto en el tiempo
fisiológico como evolutivo. Es razonable esperar que la selección natural
premie todo lo relacionado con una alimentación exitosa, tal como sugiere la
inmensa variedad de adaptaciones de orden anatómico, fisiológico y conductual
al respecto. Como ejemplos contrastantes de la alimentación de la fauna
silvestre podemos examinar los casos de un pastador y un depredador. Un
pastador típico puede vivir literalmente sobre su alimento, que suele ser abundante,
continuo, de fácil acceso, pero variable en calidad y que demanda gran esfuerzo
de ingestión y digestión. El alimento de un depredador (de animales, frutos,
semillas etc.), en cambio, se presenta en unidades discretas, de calidad más o
menos constante y usualmente alta, pero variable en cantidad y espacialmente
dispersa, implicando un apreciable esfuerzo de búsqueda y captura.
182 de cualquier rubro. De esta manera, se puede esperar un predominio de
especialistas en los ecosistemas primarios y estables, y mayor incidencia de
generalistas en los ambientes alterados y estocásticos. Sin embargo, ambas
estrategias pueden coexistir, como lo comprueban los casos del oso hormiguero,
especialista por excelencia, y el marsupial generalista Didelphis marsupialis
en los bosques neotropicales (Cordero y Nicolás 1987, Montgomery 1985). El
conocimiento de la selectividad alimentaria es de gran interés en el manejo de
fauna. El grado de selectividad o preferencia por un rubro se calcula por la
relación: % del rubro del total ingerido/% del rubro del total disponible.
Unaregresión positiva entre la disponibilidad y consumo de los renglones
alimentarios indica una estrategia generalista, mientras que una regresión
negativa revela selectividad (Nudds 1980). Esta información permite indagar
sobre la disponibilidad de diversos rubros y la demanda por parte de las
especies, domésticas o silvestres, que comparten el hábitat. Sin embargo, el
nicho trófico de un animal abarca, además de su dieta, la técnica, el tiempo y
lugar específicos de captura de su alimento. La digestión puede incluir el
desmenuzamiento mecánico del alimento, su procesamiento enzimático o
fermentación bacteriana, la absorción de los nutrientes y la eliminación del
material no digerido. Los carnívoros y omnívoros suelen presentar una digestión
enzimática localizada en el estómago, es decir, son monogástricos. Los
herbívoros especializados poseen además una cámara de fermentación bacteriana
anterior (pregástrica) o posterior (postgástrica) al estómago. Los herbívoros
pregástricos del Neotrópico incluyen a los venados, pecaríes, camélidos y
perezosos, mientras que tapires, capibaras, iguanas, conejos, manatíes y la
tortuga verde son postgástricos (Parra 1978, Langer 1985). La función principal
de la fermentación para el herbívoro es la hidrólisis microbiana de la pared
celular que resulta en ácidos grasos volátiles, biomasa microbiana, desechos
gaseosos y calor. Es un proceso lento y requiere una voluminosa cámara de
fermentación. Parra (1978) expresa el peso de la digesta en fermentación (Y,
kg) como una función del peso corporal (W, kg) mediante la ecuación Y
=0,076W1,096 que predice un volumen proporcionalmente mayor para los animales
de gran porte. En efecto, el contenido de la cámara de fermentación de estos
animales representa a menudo entre el 10 y 15% del peso corporal. De esta
manera, los herbívoros grandes, que no logran seleccionar efectivamente su
voluminosa ración diaria, cuentan con más tiempo para digerir mejor alimentos
de baja calidad. Los herbívoros menores, en cambio, deben optimizar su menor
cámara de fermentación recortando la duración del proceso mediante una mejor
selección del alimento. La digestibilidad de materia la vegetal varía
ampliamente (de 23 a 85%) según el tipo de forraje y herbívoro, ubicándose
alrededor del 50 y 60% en el caso de los pastadores y ramoneadores en dietas
naturales. La digestibilidad de la biomasa animal es usualmente un 80 a 90% y
los frugívoros y granívoros presentan valores intermedios (Mautz 1978, Swartz y
Hobbs 1985). La digestibilidad de forrajes es un factor clave para la
producción de animales silvestres en cautiverio (González Jiménez 1977, Staton
et al. 1990). La tasa de digestión, es decir la cantidad de energía o materia
digerida por unidad de tiempo, depende también de
8.4.4 Digestión y asimilación
El material ingerido y almacenado en el tracto digestivo no forma parte de la
biomasa del animal, sino que constituye una parte del ambiente en su interior.
El metabolismo y el bienestar del animal dependen, por lo tanto, de la energía
y de los nutrientes digeridos y asimilados por unidad de tiempo (Fig. 8.1). La
eficiencia de la digestión se mide como la digestibilidadaparente: energía y
nutrientes consumidos menos su cantidad en las heces, dividido entre el consumo.
Para conocer la digestibilidad real (D.R.) se resta del contenido de nutrientes
en las heces el nitrógeno endógeno fecal (NEF) que el mismo tracto digestivo
invierte en el proceso: D.R. = [proteína consumida - (proteina en heces - NEF)]
/ proteína consumida La asimilación es igual a la energía o materia digerida
menos las pérdidas en la orina dividida entre la digerida. Su valor para la
energía suele ser relativamente constante, alrededor de 80% (Swartz y Hobbs
1985).
183 la velocidad de paso (tiempo promedio entre la ingestión y la defecación de
un lote de alimento). Esta a su vez depende de la calidad de alimento, del
sistema digestivo y del tamaño del animal, siendo mayor para los rumiantes con
dietas ricas en fibra -hasta 5 días- y menor -12 horas o menos- en carnívoros
(Parra 1978). Tal como señala Robbins (1983), la digestibilidad y la velocidad
de paso son antagónicas: la digestibilidad disminuye a medida que aumenta la
velocidad de paso y viceversa. Sin embargo, una baja calidad del forraje reduce
a ambos, lo cual puede resultar en un balance nutricional negativo en
herbívoros abarrotados de alimento de baja calidad, lo cual reduce la velocidad
de paso y la digestibilidad y además requiere mayor inversión de energía y
enzimas digestivas por parte del consumidor. vertebrados suele ubicarse entre 3
y 7%, sin una separación nítida entre los endo y ectotermos. Es posible que los
grandes reptiles tropicales ofrezcan ventajasbioenergéticas aún desconocidas,
pero parece que no existe un tipo único de vertebrado que sea un productor
mucho más eficiente que los demás. Los ectotermos (o los animales de gran
talla) cuentan con la ventaja de un menor costo de mantenimiento por unidad de
biomasa mientras que los endotermos (y animales de menor porte) crecen más
rápidamente, tal como enseña el clásico ejemplo de Kleiber (1961): Una tonelada
de heno mantiene un toro de 1300 libras por 120 días generando una producción
neta de 240 libras. La misma cantidad de forraje abastece la misma biomasa de
conejos (300 individuos) apenas por 30 días, pero en este corto tiempo se logra
la misma producción de 240 libras. Los preceptos bioenergéticos y nutricionales
se aplican más directamente a la producción animal en confinamiento. La idea
central es generalmente la optimización de la producción en relación con el
gasto de mantenimiento para que los animales alcancen el tamaño deseado en el
menor tiempo y al menor costo. Lograr lo mismo con las poblaciones naturales es
más complicado. Concierne a dos aspectos, la población y su hábitat. En este
orden de ideas, debería estabilizarse la densidad poblacional en un nivel que
evite tanto la subutilización del alimento como la competencia. En algunos
casos, se puede estimular la productividad manejando también la estructura
poblacional, a fin de mantener una alta proporción de jóvenes y subadultos, que
invierten una mayor fracción de consumo en producción que los animales maduros.
Otra opción esencial es el manejo de hábitat, especialmente en lo concierniente
a alimento yagua, que se abordará en la sección siguiente.
8.4.5 Alimentación, producción y manejo
La producción poblacional es el último eslabón del flujo de energía que inicia
la alimentación (Fig. 8.1). Una fracción importante de la energía y materia
ingeridas, a menudo más de la mitad, se pierde en heces, orina y gases, y el
mantenimiento o la respiración consume la mayor parte de la energía asimilada.
El resto se incorpora a la biomasa poblacional como producción. Sin embargo, el
costo del mantenimiento puede sobrepasar la tasa de asimilación durante los
períodos desfavorables, lo cual resulta en el catabolismo de la biomasa
poblacional, es decir, en una producción negativa. La eficiencia promedio de la
producción sobre la asimilación P/A en poblaciones de aves y mamíferos es
apenas entre un 0,9 y 3,1%, pero superior, entre 10 y 55%, en las poblaciones
de invertebrados, según Humphreys (1979). La relación P/A de los vertebrados
ectotermos se conoce poco ubicándose probablemente entre la de los invertebrados
y los vertebrados endotermos. Phillipson (1981) postula que la eficiencia P/A
en poblaciones de
184
185
9 HÁBITAT
9.1 INTRODUCCIÓN
El hábitat es el lugar o tipo de ambiente donde vive un organismo, población o
especie. La presencia del organismo en un ambiente dado sugiere que éste
satisface sus requerimientos básicos y forma parte de su hábitat efectivo; si
el organismo no se encuentra en un lugar aunque está normalmente presente en
ambientes similares, tal sitio puede formar parte desu hábitat potencial. Cada
hábitat se caracteriza por una combinación específica de múltiples factores
físicoquímicos y bióticos que ejercen un efecto conjunto, variable en el tiempo
y el espacio, de manera análoga a una pieza musical (hábitat), que se
interpreta simultáneamente por varios instrumentos (factores) que constituyen
la orquesta. Continuando la analogía, si uno de los músicos toca mal, deteriora
toda la pieza. Asimismo, un determinado factor del hábitat puede ser limitante
en un momento dado. Detectar ese factor y atenuar su efecto es fundamental en
el estudio y manejo de hábitat (Leopold 1933). La sobrevivencia, el bienestar y
la productividad del organismo o población depende de su ambiente. Este hecho
fundamental es la razón de ser de la ciencia de la ecología. Las especies y sus
poblaciones locales se han adaptado a determinados tipos de hábitats en el
transcurso de su historia evolutiva. Las más adaptables pueden ocupar varios
tipos de hábitats, mientras que otras se restringen a un solo tipo de ambiente,
pero todas exigen o prefieren aquéllos que cumplan con una serie de
requerimientos básicos, propios de cada especie. En consecuencia, el estudio de
las relaciones de hábitat radica, ante todo, en la dilucidación del grado de
ajuste entre lo que los hábitats ofrecen y lo que los organismos requieren. El
conocimiento de la asociación entre determinados hábitats y los animales era
vital para nuestros antepasados cazadores y sigue siéndolo para las etnias
contemporáneas que se abastecen mayormente de la caza. El concepto de hábitat
ocupa una posicióndestacada también en el enfoque leopoldiano del manejo de
fauna, que se visualiza en el triángulo básico, pues este recurso es, en
esencia, un producto de la tierra que lo alberga y lo abastece. El estudio de
las relaciones de hábitat comprende tanto la caracterización del hábitat y sus
factores (casilla 3 de la Fig. 1.1), como el conocimiento de los efectos entre
éste y las poblaciones de fauna silvestre, así como entre el hábitat y las
actividades humanas. Estos efectos resultan a menudo en una drástica alteración
de los hábitats naturales, en detrimento de su fauna nativa (ver 2.2). Por otra
parte, el manejo de hábitats (9.8) pretende generar cambios planificados con
miras a conservar y mejorar los hábitats para la fauna. La meta del estudio y
manejo de los hábitats es optimizar el uso de la tierra para la fauna silvestre
y para la sociedad, en conformidad con el principio de uso múltiple de la tierra.
Un uso compatible con la vocación de la tierra es de suma importancia, porque
la restauración de un hábitat deteriorado requiere usualmente mucho más tiempo
que la recuperación de una población sobreexplotada. Como todo empeño
organizado, las actividades concernientes al hábitat deben sustentarse en
objetivos claros y cada vez más concretos a medida que avanza el plan. Cuando
se emprende el manejo ordenado de fauna en un área (unidad de manejo) surge la
pregunta inicial: sCómo es el hábitat? El análisis de hábitat, o sea la
descripción objetiva de los ambientes presentes y sus patrones espaciales,
responde a esta pregunta y sugiere las siguientes: sCuán adecuada esel área y
sus hábitats para la fauna local? o sCuál es la vocación natural del área para el
manejo de fauna y cuáles son sus especies prioritarias?
186 La evaluación de hábitat busca respuestas a estos interrogantes
relacionando los requisitos ecológicos de las especies presentes (o que habitan
ambientes semejantes en áreas aledañas) con las condiciones de sus respectivos
hábitats. Esta etapa arroja como resultado una lista de especies para las
cuales el área ofrece las mejores opciones y la valoración de los hábitats
respecto a esta gama de especies. El paso siguiente se inicia con la pregunta
sCuál sería el hábitat deseable u óptimo para las poblaciones escogidas y los
objetivos de su manejo? El diseño de hábitat atiende a esta pregunta,
postulando el escenario deseable y las medidas para ajustar los hábitats al
diseño, o sea, el plan de manejo de hábitat. Esta actividad abarca la ejecución
de las obras para mejorar y conservar los hábitats. El análisis y la evaluación
de hábitats no son fines en sí mismos sino que el valor de esta labor se mide
de acuerdo a su utilidad para el manejo. Por eso, caracterizar el hábitat no es
exactamente lo mismo que describir los ambientes en un área. Por su orientación
aplicada, el análisis de hábitat no puede ni debe abordar toda la complejidad
ambiental de vastas extensiones, sino que se parcializa por las necesidades más
directas de la fauna. Éstas se agrupan tradicionalmente en espacio, cobertura,
alimento y agua (Leopold 1933, Trefethen 1964, Giles 1978). Estos recursos
ambientalesbásicos son también susceptibles al manejo. Un recurso puede
definirse como un rubro requerido y utilizado por los organismos; puede variar
en calidad y cantidad, escasear y aún agotarse. Muchas especies precisan
recursos adicionales, tales como lugares específicos de nidificación, sales
minerales, textura del suelo, profundidad o salinidad del agua y todas son
afectadas por los demás animales que comparten su espacio vital. Al
caracterizar ambientes y áreas con un enfoque orientado a la fauna silvestre,
conviene tomar en cuenta cómo diversos tipos de animales pueden percibir su
entorno. Por ejemplo, un agutí, mono y gavilán (patrullando en el aire) divisan
seguramente un mismo bosque con ópticas muy diferentes. Es imposible saber cómo
detectan los animales su entorno (Moen 1973), pero la manera de percibirlo debe
estar vinculada con su estatura, estrato de ubicación, hábitos y capacidad
sensorial. Es de esperarse que un levantamiento de hábitat adaptado en lo
posible a la perspectiva del animal sea más representativo. Las relaciones de
hábitat se estudian desde la escala intercontinental (por ejemplo, las aves
migratorias) hasta situaciones puntuales (el microclima de los nidos de
tortugas) y el enfoque varía según la escala. El análisis de hábitat a gran
escala está centrado en el inventario de los hábitats en un país o región, y
puede formar parte del inventario nacional de recursos naturales. Su punto de
partida es una clasificación jerárquica de los tipos de hábitat. Después se
determina la ubicación y la extensión de cada unidad valiéndose de instrumentoscartográficos,
así como la aptitud de los tipos de hábitats para diferentes especies. Para
almacenar y manejar la multitud de datos que se vienen acumulando se emplean
sistemas de Información Geográfica (ver 9.3.3, E). El producto de este esfuerzo
es una base de datos sobre la potencialidad del territorio para conservar y
producir fauna silvestre (Méndez Arocha y Medina Padilla 1982, Velasco y
Ayarzagüena 1995), que orienta los planes de ordenamiento tendientes a
convertir esta capacidad en una realidad compatible con otros usos de la
tierra. El levantamiento a microescala concierne usualmente áreas muy
específicas o unidades de manejo y tiene por objeto documentar las
caracterísiticas más resaltantaes del área desde el punto de vista del manejo de
fauna. Esta tarea a menudo es la primera etapa de un plan de manejo o
investigación y ofrece un marco de referencia oportuno para el análisis más
detallado de los hábitats presentes.
9.2 CARACTERIZACIÓN DE LA UNIDAD DE MANEJO
Una unidad de manejo es un área finita (municipio, fundo, ejido, cuenca
hidrográfica, refugio, reserva, parque nacional, coto de caza, etc.) que se
maneja como una unidad y con objetivos propios. El tamaño de tales unidades es
variable, expresándose usualmente en cientos o miles de hectáreas. Muchos
conceptos y métodos de levantamiento de hábitats son aplicables a diversas
escalas, pero esta sección enfatiza el nivel de la unidad de manejo. Si el área
es muy grande (miles de km2), puede ser
187 recomendable subdividirla en unidades menores con objetivos
específicos,cónsonos con sus aptitudes naturales. Si los predios existentes son
pequeños, conviene estudiar la posibilidad de crear unidades funcionales
juntando varios fundos colindantes a la manera de una cooperativa. Los aspectos
a incluir en la caracterización de la unidad de manejo dependen del área y el
objetivo de manejo, pero suelen ajustarse al siguiente perfil: Diferencias
mínimas del relieve pueden imponer hábitats muy contrastantes en planicies de
inundación y humedales en general (Ramia 1967, Silva 1986). El relieve es un
factor crítico en ciertos casos, por ejemplo, en las playas de desove de las
tortugas acuáticas, porque las nidadas en zonas bajas son propensas a inundarse
por la creciente del río o la marea (Ojasti 1971, IBAMA 1989, Cornelius et al.
1991). El relieve se caracteriza por medio de mapas o levantamientos
topográficos.
•
Ubicación. Ubicación política y geográfica (coordenadas), contexto local,
regional y nacional -ilustrado preferiblemente por un mapa- altitud sobre el
nivel del mar, límites y áreas o vecinos colindantes.
•
Acceso y vialidad. Comprende las vías de acceso a la unidad y su vialidad
interna. La fauna es más accesible en la franja de influencia a ambos lados de
las vías (Giles 1978). La vialidad de uso público (terrestre y fluvial) que
atraviesa el área amerita una atención particular porque facilita al mismo
tiempo el manejo del área y las incursiones de cazadores furtivos; puede
propiciar la mortalidad por arrollamientos, ahuyentar a los animales o actuar
como barrera.
•
Suelos. La calidad física y química de los suelosdetermina en alto grado la
dinámica y la productividad de los ecosistemas, expresándose en su vegetación y
fauna. Por consiguiente, en el análisis de hábitat es pertinente un
reconocimiento edafológico. Vegetación. Los tipos de vegetación principales del
área, sus características más resaltantes, ubicación espacial y extensión,
según la metodología esbozada en la sección 9.4, documentada preferiblemente
por un mapa. Fauna silvestre. En esta etapa inicial, el conocimiento de la
fauna del área suele limitarse a la información bibliográfica, encuestas y
muestreos preliminares en el campo. Además de un inventario cualitativo es
importante una estimación tentativa de la abundancia de las especies clave para
el manejo en la unidad. Es importante asociar, cuanto antes, la lista faunal
con los tipos de vegetación o de hábitats presentes.
•
•
•
Extensión. Las dimensiones de la unidad de manejo guardan relación con el
tamaño poblacional que ésta puede sustentar y deben ser compatibles también con
la movilidad de los animales. La extensión de la unidad de manejo se obtiene de
los documentos de catastro o cuantificando la superficie de un mapa confiable.
Clima. La temperatura suele ser relativamente estable y benigna en los
trópicos, mientras que la humedad (precipitación, evapotranspiración,
inundación) actúa a menudo como limitante. Para documentar el clima se emplean
los registros de la estación climatológica más cercana o representativa para la
unidad. Los climadiagramas (Thornthwaite y Mather 1955, Walter 1960) visualizan
la estacionalidad del clima yfacilitan la ubicación de los posibles períodos
críticos. Relieve. La pendiente del terreno es una de las bases de la
clasificación ecológica de las tierras (Eichler 1966, Knuti et al. 1970) y
condiciona otros factores: erosión, suelos, drenaje, humedad, acceso, cobertura
vegetal. etc.
•
•
Uso de la tierra. Los tipos e intensidad del uso de la tierra, pasado y
presente, inciden profundamente sobre el hábitat de la fauna nativa. Por lo
general, las opciones para producir fauna silvestre en un área dada son
inversamente proporcionales a la intensidad del uso de la tierra, pero tal como
asevera Leopold (1959), un buen manejo de la tierra -que conserve su capacidad
productivaes la base de un buen manejo de fauna. En consecuencia, conviene
documentar todas las actividades económicas en la unidad y su zonificación,
cronograma e implementación (tipos de cultivos, períodos de labranza, siembra,
cosecha y barbecho, carga y rotación de pastoreo, deforestación, quema de
vegetación, etc.). Esta información converge a menudo con los levantamientos de
cobertura y alimento. En la etapa de evaluación,
•
188 también conviene averiguar las coincidencias y conflictos de interés entre
el manejo de fauna y los demás renglones productivos. microclimas y cobertura
vegetal. Diferentes usos de la tierra pueden fragmentar aún más el mosaico
natural, generar estadíos sucesionales o borrar a la fuerza parte de la
variación espacial de grandes áreas. La heterogeneidad espacial es al mismo
tiempo real y relativa. El mosaico ambiental funcionacomo de grano grueso para
un tipo de organismo si éste discrimina entre diferentes parches, o de grano
fino si la especie utiliza un ambiente en sí heterogéneo como un solo espacio.
De esta manera, un pastizal puede ser un solo parche para un herbívoro grande,
pero para un lagarto o insecto cada macolla puede ser un parche de grano
grueso. El efecto global del hábitat sobre los organismos integra el impacto de
las características propias de los parches y sus arreglos espaciales. El
análisis de hábitat enfrenta este complicado panorama por etapas: 1)
identificación de los tipos de hábitats, 2) delimitación de los parches de
hábitat de cada tipo, 3) caracterización de los tipos de hábitats, y 4) de sus
arreglos espaciales. En todo este proceso hay que tener presente si se analiza
el hábitat de la fauna silvestre en general o de un grupo o especie en
particular.
•
Tenencia de la tierra. El uso de la tierra está concatenado con el régimen de
propiedad, sea ésta nacional, comunitaria o privada. Las opciones para el
manejo de fauna y su hábitat pueden ser amplias en áreas bajo la administración
directa de los servicios de fauna (refugios, reservas, cotos, etc.), pero
supeditadas a la actitud y cooperación del dueño u ocupante en tierras privadas
o comunales. La tenencia de tierra se comprueba con documentos de propiedad o catastros
rurales. Según la experiencia venezolana en el manejo de capibaras y caimanes
para la caza comercial, los documentos de propiedad son a veces obsoletos,
confusos o contradictorios, y su interpretación requiere la participación
deprofesionales en derecho.
Población humana. La ubicación de los asentamientos humanos en la unidad de
manejo y áreas aledañas, el número de habitantes, sus actividades económicas y
posibles implicaciones de diversos habitantes locales en los planes de manejo
de fauna
•
9.3.2 Identificación de los tipos de hábitat
Los parches similares de un mosaico ambiental se ordenan en unidades que
denominamos genéricamente tipos de hábitat, definidos usualmente en función del
relieve, fisionomía o especies dominantes de la vegetación, usos de la tierra o
etapa sucesional. Los tipos de hábitat deben ser distinguibles en el campo y en
los materiales cartográficos, compatibles con las unidades de ordenamiento
forestal o agraria y tener un significado biológico discreto para la fauna. La tipificación
y nomenclatura popular de diferentes ambientes ofrece a menudo bases para la
definición de los tipos de hábitat, pero el ordenamiento de los mismos debe
adecuarse también al propósito, especies a manejar y escala del levantamiento.
Por ejemplo, Agráz et al. (1990) establecieron en Mesopotamia, Argentina, 5
categorías de idoneidad de hábitat para la capibara asentadas mayormente sobre
criterios hidrográficos y climáticos, mientras que Herrera (1986), trabajando
con la misma especie, pero en una parcela de pocos km2, distinguió 12
9.3 ASPECTOS ESPACIALES
Las especies arborícolas y voladoras utilizan un espacio tridimensional, pero
por lo general la extensión de hábitats se expresa en unidades de superficie.
El espacio en sí es un recurso aunque no se consume directamente.
Algunasespecies recorren grandes áreas o ocupan territorios exclusivos. El
espacio es un criterio clave para evaluar la capacidad de áreas protegidas para
mantener poblaciones viables (Thiollay 1989b, Vaughan 1983b). Sin embargo, lo
esencial en el analisis espacial de hábitats es cómo se distribuyen los
diferentes tipos de hábitats en un área dada.
9.3.1 Variación espacial del paisaje
Casi todos los hábitats de fauna silvestre presentan una variada mezcla de
parches y gradientes. Esta heterogeneidad puede considerarse como resultado de
la sobreposición de la variación espacial del relieve, suelos,
189 tipos de hábitat sobre la base de diferencias sutiles de relieve y
vegetación. De esta manera, la heterogeneidad que expresa un levantamiento
depende del grado de detalle en la tipificación de los hábitats. Es, por lo
tanto, subjetiva y dificulta la comparación de los resultados. Es recomendable
emplear, en lo posible, clasificaciones ecológicas preestablecidas y un número
reducido de categorías básicas que se pueden desglosar en subunidades para los
análisis más detallados (Davis y Henderson 1977, Riney 1982, UNEP 1993). Una
vez establecida la ubicación y extensión de la unidad de manejo a analizar, el
investigador averigua cuales son las misiones aerofotográficas disponibles y
sus respectivas fechas y escalas. Conviene emplear la misión más reciente que
tenga una escala cónsona con la finalidad y extensión del trabajo. Las escalas
compatibles con el análisis de hábitats son del orden de 1: 50.000 a 1: 5000.
Anderson et al. (1980) recomiendanusar la escala más pequeña que tenga una
capacidad de resolución compatible con los objetivos del análisis. Las
fotografías en infrarroja se emplean ampliamente en el análisis de vegetación
por su alta resolución (Anderson et al. 1980, Heinen y Cross 1983, Montanari
1988), pero en nuestro medio las tomas en blanco y negro suelen ser las únicas
disponibles. Las tomas (fotografías aéreas individuales) que cubren el área de
interés se localizan en un mapa-resumen de la misión. Existe un solapamiento de
60% entre las tomas sucesivas de una línea de vuelo y de 30% entre las líneas
adyacentes. Aún así, conviene solicitar todas las tomas del área -si los
recursos lo permiten-, porque la precisión de las fotografías aéreas es mejor
en su parte central y el solapamiento de tomas permite su interpretación
estereoscópica. La escala aerofotográfica basada sobre la distancia
perpendicular entre el avión y el nivel del terreno, es aproximada; conviene
verificarla comparando la misma distancia en el campo, D, y en la fotografía, d
(escala = 1: D/d). La interpretación visual de fotografías aéreas empieza con
la detección de estructuras parecidas por su tono, color, textura, forma y
tamaño. Un examen tridimensional de áreas de solapamiento entre tomas
adyacentes mediante un estereoscopio de bolsillo o de espejos (Paine 1975)
facilita esta tarea, permitiendo identificar una parte de las líneas y parches
observados. Para confirmar la identidad de todas las estructuras se recurre a
la verificación de campo, es decir, se ubican y examinan en el campo las
unidades cartográficas definidasen las fotografías. Algunas de éstas pueden ser
efímeras o triviales, como las nubes o sus sombras, parches recién quemados o
etapas de labranza de cultivos, extensiones de aguas someras, etc. Ciertas
estructuras, tales como cercas, no son visibles en las fotografías, pero pueden
detectarse a menudo por su asociación con otras: trillas del ganado a lo largo
de las cercas o un tono diferente a los dos lados por una carga de pastoreo
diferente.
9.3.3 Uso de mapas y demás materiales cartográficos
El uso de mapas y otros materiales que muestran la estructura espacial de
grandes áreas es primordial en el manejo de fauna. Ayudan a localizar la unidad
de manejo en el campo, a planificar los recorridos internos y facilitan el
diseño muestral para estimar la abundancia. En materia de análisis de hábitat,
los mapas constituyen tanto una herramienta básica como el producto final. La
documentación cartográfica se genera mayormente mediante técnicas de percepción
remota, aplicada en este caso para caracterizar la superficie de la tierra
midiendo ondas elecromagnéticas emitidas o reflejadas por ésta, valiéndose de
sensores distantes, ubicados usualmente a gran altura. A. Mapas. En los
inventarios de hábitat a gran escala, son esenciales los mapas de carácter
general, topográficos o temáticos (de suelos, vegetación, uso de la tierra,
etc.). A nivel de una unidad de manejo, la utilidad de tales mapas depende de
su escala y resolución. Usualmente aportan datos para la ubicación,
delimitación y caracterización global, pero revelan pocosdetalles sobre la
estructura interna de la unidad. Los mapas de fundos suelen concretarse a los
límites, vialidad, hidrografía, cercas y potreros. B. Fotografías aéreas. El
“caballo de batalla” tradicional del análisis de hábitat son las fotografías
aéreas porque están disponibles para casi todas las localidades, su capacidad
de resolución es elevada y su interpretación visual resulta relativamente
sencilla y barata.
190 La identificación de los tipos de hábitat y de las unidades cartográficas
representa un solo proceso de integración y ajuste para lograr un balance entre
la tipificación de hábitats, relevante para la fauna, y lo que discriminan las
fotografías aéreas. Por ejemplo, si dos o más ambientes separables en las
fotografías representan un solo tipo de hábitat para la fauna objeto del
análisis, pueden ser mapeados como un solo renglón; si dos hábitats diferentes
para la fauna, por ejemplo pastizal y cultivos, se ven idénticos en las
fotografías, conviene discriminarlos en el campo y mapearlos aparte. Una vez
establecida la equivalencia entre los tipos de hábitats y su apariencia en las
fotografías aéreas, estamos en condiciones de delimitar los parches de hábitat
en la fotografía, en un mosaico construido de tomas adyacentes, o en una lámina
transparente fijada sobre los materiales fotográficos. Los cuerpos de agua pueden
ocupar una superficie despreciable, pero son de vital importancia para la fauna
y deben figurar en el mapa de hábitats. Si los límites de la unidad no son
distinguibles en las fotografías aéreas, se trazan los linderos apoyándose en
lospuntos de referencia, de los planos de la propiedad u otra documentación
confiable. C. Imágenes de satélite. La percepción remota mediante sensores
ubicados en satélites orbitales han revolucionado el inventario de los recursos
naturales. El vertiginoso desarrollo de esta herramienta desde los principios
de los setenta ha resultado en una multitud de tecnologías cada vez más
poderosas (Eden y Parry 1986, Asrar 1989, Hobbs y Mooney 1990, Wickland 1991).
A continuación comentamos someramente las imágenes de satélite digitales (tipo
Landsat) que son las más utilizadas en el análisis ambiental. Éstas imágenes
son captadas por barredores electroópticos desde satélites a cientos de
kilómetros sobre la tierra y remitidas como mensajes electrónicos a estaciones
receptoras terrestres. A semejanza de las aerofotografías convencionales, las
imágenes de satélite captan y cuantifican las ondas reflejadas o emitidas por
la superficie del globo, pero difieren de éstas porque 1) son imágenes
digitales compuestas por una retícula de unidades llamados “pixels” (= picture
elements); cada imágen
unitaria, o escena de Landsat, contiene más de 20 millones de pixels. Por su
carácter digital, la imágen puede ser procesada por computadora, lo cual
significa gran eficiencia y versatilidad. 2) Son multiespectrales, es decir, se
registra aparte la reflectancia en varias longitudes de onda, que pueden
combinarse de diversas maneras en el procesamiento computarizado, lo cual
aumenta aun más la capacidad de la técnica para discriminar diferentes
estructuras. 3) Sonrepetidas cada vez que la órbita del satélite vuelve a pasar
por el mismo lugar, lo cual permite una documentación actualizada y un estrecho
seguimiento de los cambios temporales (Hodgson et al. 1988, Rodríguez-Bejarano 1991).
4) Son macroimágenes captadas a gran altura a pequeña escala, y por eso
constituyen la herramienta por excelencia para el reconocimiento de grandes
superficies. Una imágen de Landsat cubre un área de 185 × 185 km, se visualiza
originalmente a escalas desde 1: 1000.000 hasta 1: 250.000, y cada pixel
equivale a una extensión terrestre aproximada de 0,5 ha (Green et al. 1987),
pero los formatos de diferentes sistemas varían según sus propósitos
específicos. A pesar de las ventajas de ésta tecnología, su aplicación para el
análisis de hábitat de la fauna silvestre aún es incipiente en nuestro medio.
El costo de las imágenes es elevado y su procesamiento digital requiere amplias
facilidades computacionales. La escala original de las imágenes y el tamaño del
pixel en el terreno pueden ser incompatibles con el nivel de resolución
deseable a microescala. Las computadoras ordinarias no tienen la capacidad de
trabajar simultáneamente con todos los pixels de un sector extenso, por lo cual
se muestrea cada tantos pixels por fila y columna, lo cual aumenta aún más el
tamaño del grano. Además, cada pixel mide simplemente la reflectancia promedio
de una parcela en el campo. La computadora ordena los pixels de reflectancia
similar en grupos por medio de operaciones automáticas o dirigidas por el
investigador, y muestra su configuración espacial en el monitor. Elinvestigador
debe averiguar qué representan en el campo los parches creados (verificación de
campo) y ordenar la base de datos de tal manera que la imagen discrimine los
tipos de hábitat relevantes para la fauna. Green et al. (1987) resume la
aplicación de esta técnica, con enfasis en humedales.
191 D. Imágenes de radar. Estas imágenes son producto de la percepción activa.
El dispositivo, aerotransportado u orbital, consta de un emisor de ondas
elecromagnéticas y de un sensor que registra sus reflejos de la superficie
terrestre, por lo cual la técnica, a diferencia de la percepción remota pasiva
(fotográfica o digital), es independiente de la hora del día y nubosidad. Tiene
gran resolución para el relieve, hidrografía y textura del terreno y pueden
caracterizar incluso la estructura vertical de la vegetación. Las imágenes de
radar se utilizan ampliamente en el macroinventario ambiental, tales como los
RADAMBRASIL de Brasil, ONERN del Perú y CVG-TECMIN del sur de Venezuela. El
desarrollo reciente de técnicas multiespectrales, digitales y de grano fino
abren excelentes perspectivas para el análisis de hábitats a cualquier escala
(Ustin et al. 1991). E. Sistemas de Información Geográfica. Una amplia consulta
de datos recabados con otros fines (geomorfológicos, mineros, edafológicos,
agropecuarios, forestales, climatológicos, de ordenamiento territorial, etc.)
ahorra tiempo y dinero en el ánalisis de hábitats y consolida los nexos
interdisciplinarios. El surgimiento de Sistemas de Información Geográfica (SIG)
facilita en gran medida esta tarea. “Un SIG es un sistemadiseñado para
almacenar, procesar y mostrar en forma gráfica computarizada datos de
naturaleza espacial” (March y Midence 1989). Es un banco de datos organizado
por coordenadas geográficas de tal forma que al indicar la ubicación de un área
o parámetro ambiental de interés, la computadora suministra información
gráfica, numérica o descriptiva sobre la misma. Los SIG se emplean en el
ordenamiento territorial basándose sobre el principio de uso múltiple de la
tierra. En consecuencia, la compatibilidad entre el ordenamiento jerárquico de
los tipos de hábitats y las clasificaciones de suelos, relieve, clima, vegetación,
uso de la tierra, etc. incrementa el valor agregado de esta herramienta en el
estudio de los hábitats de la fauna silvestre (Davis y Henderson 1977). pesando
con una balanza de precisión los parches recortados y transformando los pesos
en superficies o usando programas de digitalización. A veces se distinguen
varios tipos de hábitat en el área, pero no es factible trazar sus límites. En
tales casos, la fracción o el área de cada tipo de hábitat se puede estimar
distribuyendo al azar un conjunto de puntos sobre la fotografía aérea de la
unidad de manejo e identificando el tipo de hábitat que corresponde a cada
punto. La fracción de cada tipo de hábitat es proporcional a la fracción de
puntos que caen en tales hábitats (Marcum y Loftsgaarden 1980). Si se conduce
un análisis digital, la computadora suministra la extensión de diferentes tipos
de parches. La extensión total de cada tipo de hábitat brinda la primera
aproximación sobre la idoneidad de launidad de manejo para determinados grupos
o especies. Por ejemplo, la extensión de humedales debe ser proporcional a la
vocación de un área para los patos y aves zancudas, que se trasladan sin
problemas de un parche a otro. Sin embargo, en muchos casos el valor del
hábitat depende más de los arreglos espaciales de diversos tipos de hábitat que
de la sumatoria de sus superficies. El tamaño de los parches y su continuidad
en el espacio, es fundamental para las especies que se portan como
especialistas de hábitat. Las especies propias de selvas primarias en particular
requieren a menudo grandes áreas continuas de selvas intactas o poco alteradas.
Por ejemplo, las manadas del pecarí mayor requiere una extensión continua de
por lo menos 100 km2 (Kiltie 1985). Los tipos de hábitat que se presentan en
forma de franjas largas y estrechas, tales como serranías o ríos y sus
respectivas selvas de galería, pueden actuar como corredores entre los parches
y aumentan así la continuidad de los mismos. El corredor biológico se define
como un elemento lineal del paisaje que favorece la sobrevivencia y movilidad
de los animales (Rosenberg et al. 1995). La continuidad amerita una alta
prioridad en el análisis de los hábitats fragmentados por diversas obras y en
el diseño de sistemas de áreas silvestres protegidas (Vega, 1994, Yerena 1994).
9.3.4 Extensión y continuidad de hábitats 9.3.5 Análisis de mosaicos de
hábitats
Una vez delimitados los parches de diferentes tipos de hábitat en el mapa de la
unidad de manejo, se pueden medir las superficies respectivas con un
planímetro, papelmilimetrado u otra cuadrícula transparente, cortando y Así
como la continuidad es un atributo de gran interés en muchos ecosistemas
primarios, la heterogeneidad espacial de los mosaicos naturales o antrópicos
puede ser relevante
192 para su fauna. Se disponen de varios enfoques y criterios para analizar la
estructura espacial de los hábitats. A. Diversidad. La diversidad de hábitats
es el resultado del número de tipos de hábitats presentes en un área, al igual
que la diversidad de una comunidad se calcula de la riqueza de especies y del
número de individuos por especie. Los índices de diversidad permiten
comparaciones entre áreas siempre y cuando se emplee la misma tipificación de
hábitats. Entre los múltiples índices disponibles se recomiendan los números de
Hill (1973): N1 = exp.∑(pi)(log pi) N2 = 1/∑ pi2 (9.1) (9.2) “km de
bordes/km2 de terreno” (Giles 1978, Riney 1982). Patton (1975) cuantifica el
borde con un índice de “diversidad” DI que compara el perímetro total del
parche PT con el de un círculo de la misma área A utilizando la fórmula DI =
PT/2√A π
La cantidad de bordes se puede estimar también trazando líneas sobre el mapa o
fotografía aérea de la unidad, contando los bordes interceptados por las líneas
y calculando el número promedio de cambios de tipo de hábitat por km.
Schuerholz (1974) recomienda un diseño radial de las líneas, que resulta en
mayor correlación con la longitud de los bordes. En casos específicos, se puede
comparar la calidad de diferentes áreas multiplicando la longitud de diferentes
tipos debordes, tales como sabana-laguna, sabana-matorral, sabana-bosque, etc.,
por un factor de ponderación, según el presunto valor de cada tipo de borde
para una determinada población. En contraste con el efecto benigno de los
bordes sobre la fauna de áreas abiertas o sucesionales, el mismo efecto acentúa
el impacto negativo de la fragmentación del hábitat sobre la fauna silvícola
especializada. La alteración de la vegetación, el microclima y la misma fauna
penetra los parches boscosos a una distancia perpendicular d desde el límite de
deforestación. En consecuencia, el hábitat apto para la fauna primaria se
reduce a un área nuclear del fragmento, rodeada por una franja boscosa alterada
y desfavorable. Cuando el diámetro menor del parche es menor a 2d, todo el
parche se convierte en borde (Lovejoy et al. 1986, Laurance y Yensen 1991).
Estos autores derivan una serie de fórmulas para calcular el área nuclear a
partir del tamaño y forma del fragmento y los valores empíricos de d. También
puede presentarse un drenaje constante de individuos, proporcional al cociente
perímetro/área, por la dispersión hacia un entorno desfavorable, que deprime la
viabilidad poblacional (Lande 1988). C. Entremezcla. Este término se refiere al
arreglo espacial y tamaño de diferentes tipos de parches, que puede variar
desde uno o pocos bloques grandes de cada tipo (bajo nivel de entremezcla)
hasta muchos parches pequeños de cada tipo, distribuidos de una manera uniforme
o azarosa (alto nivel de entremezcla). Esta última condición puede favorecer
ciertas especies, tal como
donde p es la fraccióndel ítem i del total, por ejemplo, el número de parches
de tipo i del número total de parches. A mayor diversidad de hábitats se puede
esperar una mayor variedad faunística, más específicamente, una mayor
diversidad β. Por lo tanto, la diversidad de hábitats puede ser un
atributo digno de atención si el objetivo de manejo es maximizar la variedad de
especies presentes. B. Efecto de borde. El impacto ecológico de los límites,
ecotonos o fajas de transición entre dos tipos de hábitat sobre las poblaciones
animales se conoce como el efecto de borde. Un individuo ubicado en un borde
cuenta con un acceso simultáneo a dos tipos de hábitat, y el ecotono puede ofrecerle
un parche distinto y más idóneo que los tipos de hábitat colindantes (Leopold
1933). Este último efecto puede ser nulo en bordes abruptos y lineales, pero
aumenta en función de su ancho y suavidad (Giles 1978), como una franja
arbustiva entre un bosque y campo abierto. El efecto de borde depende también
del tipo y extensión de los hábitats colindantes. Si ambos forman parte del
hábitat del animal, el beneficio puede ser apreciable, tal como sugiere la
concentración de la fauna de humedales en las orillas. En el caso contrario, el
borde puede actuar como una barrera. De esta manera, se puede esperar que el
efecto de borde sea positivo para las especies que precisan más de un tipo de
hábitat. En tal caso, la idoneidad del hábitat puede ser proporcional a la
abundancia de los bordes. Esta depende del tamaño y forma de los parches y
puede expresarse por la razón
193 estipula la“ley” de entremezcla (interspersion en inglés) de Leopold
(1933): “La densidad potencial de la fauna de poca movilidad que requiere más
de dos tipos de hábitats es, dentro de los límites ordinarios, proporcional a
la suma de los perímetros de tales tipos de hábitats”. Riney (1982), basándose
en experiencias sobre ungulados africanos, reformula este principio: “Las áreas
de vivienda de una especie herbívora disminuyen y la capacidad de carga del
terreno incrementa a medida que aumenta la entremezcla de los parches de
hábitat”. La entremezcla se emplea a menudo como un atributo descriptivo y no
existe un método universal para cuantificarla. Lo más sencillo es estimar del
mapa o de la fotografía aérea de la unidad de manejo el número promedio de
parches por unidad de superficie (Riney 1982). Una técnica más elaborada es
digitalizar el mapa o la fotografía aérea de la unidad sobreponiéndole una
cuadrícula transparente. El tipo predominante de hábitat en cada cuadro se
identifica con una letra. Cada cuadro está en contacto con 8 adyacentes,
incluyendo los de las esquinas. Para cada cuadro se estima un índice de entremezcla,
que varía de 0 a 1, dividiendo entre 8 el número de cuadros colindantes que
presentan un tipo de hábitat distinto del cuadro central. El promedio de estos
índices cuantifica la entremezcla global de la unidad. La cuadrícula con los
índices por cuadro describe también la variación espacial de la entremezcla
(Heinen y Cross 1983). La aptitud de esta técnica depende de la selección de un
tamaño de cuadro compatible con la extensión promedio de los parches.D.
Yuxtaposición. La entremezcla y el efecto de borde son dos enfoques para
caracterizar esencialmente un solo atributo real y convergen en la
yuxtaposición, que se define como la proximidad de diferentes tipos de hábitats
que una especie requiere durante el ciclo anual (Giles 1978). Esta noción se desprende
del ejemplo clásico de Leopold (1933) sobre perdices norteamericanas. Su
hábitat óptimo debe incluir parches de bosque, matorral, pastizal y cultivos,
así que las bandadas se ubican en los sitios donde estos cuatro tipos de
hábitat están en contacto. Herrera (1986) constató lo mismo para capibaras en
una sabana venezolana. Prácticamente todos los territorios incluían los cuatro
tipos esenciales de hábitat: laguna, bajío, banco de gramíneas bajas y banco
arbustivo o de gramíneas altas. Es obvio que a medida que los tipos de hábitat
vitales para una especie sean más distantes, las áreas de vivienda sean más
grandes, hasta que la especie desaparece cuando el costo de traslado entre los
parches excede los beneficios. A diferencia de la entremezcla -que describe los
patrones espaciales en sí, tratando por igual los diferenes tipos de parches-,
la yuxtaposición evalúa la idoneidad del hábitat para una determinada población
discriminando los tipos de hábitat que ésta requiere. Una forma empírica para
cuantificar la yuxtaposición es localizar en el mapa de hábitats los sitios
donde un círculo proporcional al tamaño del área de vivienda encierra los tipos
de hábitat claves para una especie. El método digital de Heinen y Cross (1983),
esbozado en entremezcla, permitecalcular también un índice de yuxtaposición,
como la sumatoria de la cantidad y calidad de diferentes tipos de cambios de
hábitat respecto al cuadro central, dividida entre 12, para que el índice varíe
entre 0 y 1. La cantidad es la suma de los cambios puntuales (por las esquinas)
y lineales de cada tipo, estos últimos multiplicados por 2; la calidad es un
factor de ponderación entre 0 y 1, según el valor estimado de cada tipo de
contacto entre hábitats para la especie. Asimismo, el análisis computacional de
las imágenes digitales ofrece una poderosa herramienta para cuantificar la
yuxtaposición (Hodgson et al. 1988), entre otros. Es ilusorio pensar que un
análisis rutinario de hábitats pueda abordar a profundidad las diferentes
concepciones de su arreglo espacial. En la práctica, conviene escoger el
enfoque más cónsono con los requerimientos de las especies clave y/o el
objetivo del manejo. La continuidad puede ser el criterio más útil para las
especies de grandes espacios homogéneos, el efecto de borde para las de la
interfase tierra-agua, campo-bosque, etc. y la yuxtaposición para las que
precisan simultáneamente varios tipos de hábitat. La diversidad y entremezcla
permiten un análisis espacial sin parcializarse en determinados renglones
faunísticos.
9.4 COBERTURA
Después de dilucidar los aspectos espaciales, se procede a caracterizar los
tipos de hábitat y su significado para la
194 fauna. La tipificación de los hábitats se fundamenta principalmente en la
vegetación. Ésta integra los efectos locales (suelo, relieve,perturbaciones
diversas) y globales (macroclima), permite distinguir áreas de los materiales
cartográficos y suministra a la fauna dos requerimientos básicos: alimento y
cobertura. La cobertura se define usualmente como la parte de la superficie
terrestre cubierta por la proyección vertical de las plantas (Gysel y Lyon
1980). Empero, en el manejo de la fauna silvestre y su hábitat, la cobertura se
conceptúa ante todo como un factor del hábitat que alberga a los animales y los
resguarda de extremos climáticos y depredadores, incluyendo el hombre. El
efecto atenuante de la cobertura sobre el microclima es importante para la
fauna silvestre en las regiones frías y templadas en invierno (Moen 1973), pero
es digno de atención también en el trópico, donde evita la radiación, calor o
desecamiento excesivos. Los accidentes del relieve, cuevas, agua, nieve, etc.
pueden actuar como cobertura, pero si no se indica lo contrario, el término se
refiere a la vegetación. Ésta adquiere un valor adicional para la fauna
arborícola que la utiliza también como sustrato. Es prácticamente universal la
afinidad entre las especies de vertebrados terrestres y determinados tipos de
cobertura vegetal (especificidad de hábitat), aunque no se conocen siempre los
mecanismos que la determinan. clasificación de hábitats concuerda, con
frecuencia, con los tipos de comunidades. Esto es ventajoso porque existe
información previa sobre tales comunidades, lo que facilita la caracterización
de los hábitats. Asimismo, los levantamientos de hábitats, sustentados en una
clasificación reconocida, son máscomparables con otros estudios y
generalizables a extensas áreas. Existen muchos sistemas de ordenamiento de
comunidades vegetales en América Latina. Los de mayor alcance geográfico son
bioclimáticos (en escala latitudinal y altitudinal) y documentados a menudo por
mapas: Holdridge (1947) y sus numerosas aplicaciones por países, América del
Sur (Hueck y Seibert 1972, UNESCO 1981), sabanas neotropicales (Sarmiento y
Monasterio 1975) y la Región Neotropical (Dinerstein et al. 1995). Las
clasificaciones fisionómicas de vegetación de América del Sur (Beard 1944), el
cerrado (Eiten 1982) o de caracter regional que incorporan a menudo criterios
florísticos (Morelo y Adámoli 1974, Prance 1979, Klinge et al. 1990, Huber y
Alarcón 1988) son útiles para el análisis de la cobertura a escala local.
9.4.2 Sucesión
Las clasificaciones antes señaladas se refieren a las comunidades maduras que
han alcanzado una estructura florística y fisionómica propia como resultado de
un proceso denominado sucesión y definido como el patrón direccional y continuo
(no estacional) de colonización y extinción de poblaciones en un lugar (Begon
et al. 1990). Una comunidad se establece (sucesión primaria) o se reconstruye
después de una perturbación (sucesión secundaria) por etapas secuenciales de
colonización, dominancia y eliminación de especies y puede culminar en un
estado relativamente estable, llamado clímax, cuando los individuos que se
mueren son reemplazados mayormente por conespecíficos. La tendencia general de
la sucesión terrestre va de lo simple y transitorio hacia lo más estructurado
yperdurable, y las etapas sucesivas o comunidades serales se distinguen a
menudo por sus plantas dominantes, como hierbas anuales, gramíneas perennes,
arbustos, árboles pioneros y árboles de bosque maduro. El avance y el resultado
final de la sucesión dependen del elenco de especies presentes, de las
9.4.1 Comunidades vegetales
Una comunidad se define como un conjunto de poblaciones coexistentes en el
tiempo y el espacio (Margalef 1962, Begon et al. 1990), pero una comunidad
natural no es cualquier agrupación de especies. La misma coexistencia implica
que las poblaciones comparten un ambiente físico similar y que interactúan, en
mayor o menor grado, unas con otras, lo cual puede conducir, con el tiempo, a
una estructura comunitaria definida. Al igual que las poblaciones, las
comunidades son entes naturales, pero su escala espacial se define a menudo
según el objetivo o enfoque del estudio. La selva amazónica encaja en la
definición de comunidad, al igual que un conjunto de insectos que habitan una
bosta de vaca. La comunidad abarca todas las poblaciones presentes, pero en la
práctica su estudio suele orientarse a un subconjunto, tales como la comunidad
de aves, insectos o plantas. Dada la estrecha relación entre la cobertura
vegetal y la fauna silvestre, la
195 condiciones del lugar (clima, relieve, suelo) y de los alcances de la
intervención. Pueden ser, hasta cierto punto, predecibles, así que la comunidad
afectada tiende a recuperar su estructura anterior (Odum 1969, Connell y
Slatyer 1977, Bazzaz y Pickett 1980, Ewel 1980, Pickettet al. 1987). Si la
intervención es continua (por ejemplo, sobrepastoreo), recurrente (quemas) o
irreversible (pérdida de suelos por erosión) surge un subclímax distinto de la
comunidad original. Este deterioro progresivo del hábitat se denomina regresión
(Riney 1982). En muchas comunidades dinámicas, como sabanas y humedales,
prevalecen siempre las primeras etapas sucesionales, sin un equilibrio
perdurable, por la alternancia y/o solapamiento de perturbacion y sucesión. La
sucesión es un proceso ecológico complejo y la teoría pertinente al tema, desarrollada
mayormente en latitudes templadas, no siempre se ajusta a los escenarios
tropicales. Sin embargo, su comprensión, aunque somera, es vital para el manejo
de fauna. Es particularmente relevante en áreas sometidas a usos intensivos, y
que son los campos de batalla entre las acciones que retienen el hábitat en las
etapas pioneras y la sucesión que avanza hacia la comunidad natural compatible
con el clima, los suelos y el relieve del lugar. En tales casos, los hábitats
se pueden ordenar en una matriz de tipos de comunidades y de sus respectivas
etapas sucesionales. Las etapas serales de una misma comunidad pueden brindar
una cobertura muy distinta y de hecho se comportan como hábitats diferentes en
un momento dado. Al avanzar la sucesión la cobertura cambia desde un barbecho
abierto a un matorral al cabo de pocos años y más tarde posiblemente a un
bosque. A medida que se conoce la cronología de la sucesión y los alcances de
las probables intervenciones, se puede predecir la configuración de los hábitats
en un áreadada con el paso del tiempo y manejar la sucesión. tarea planteando
preguntas como sCuáles son los datos o medidas realmente necesarios? y sCuál es
el método más indicado para recabar esta información? La cobertura que brinda
la vegetación a la fauna depende de su fisionomía en los planos horizontal
(densidad poblacional, porcentaje de cobertura, área basal o biomasa) y
vertical (estratificación, altura y obstrucción visual). Algunos animales
requieren estructuras específicas, tales como árboles huecos para nidificar,
troncos caídos en el sotobosque o perchas. Una caracterización florística es
opcional pero deseable porque algunas especies son dominantes y/o indicadoras
de la comunidad y la etapa sucesional y presentan una fisionomía particular.
También producen alimentos para la fauna, por lo cual el mismo levantamiento
aportaría datos sobre cobertura y alimento. Sin embargo, la identificación de
las especies vegetales puede acarrear dificultades insuperables en el
levantamiento rutinario de las comunidades tropicales de alta diversidad, aún
con la ayuda de lugareños expertos, quienes a menudo conocen bien la flora
local -especialmente árboles- por sus nombres vernáculos. Es recomendable
decidir de antemano hasta qué punto se precisa o se justifica un análisis
florístico. Conviene también completar el levantamiento con observaciones
fenológicas (plantas verdes o secas, con o sin hojas, floreando o
fructificando). La selección de atributos a estimar debe guardar relación con
el objetivo y las especies claves. Así, para los primates es fundamental la
arquitectura delestrato arbóreo (NRC 1981) mientras que la cobertura del
sotobosque puede ser prioritaria para armadillos, conejos o tinámidos. La
cobertura puede presentar drásticos cambios estacionales y ser limitante por
escasez o exceso en períodos de sequía, inundación o reproducción. Fotografías
tomadas desde el mismo punto en épocas contrastantes pueden ilustrar bien las
variaciones estacionales de los hábitats. El análisis de cobertura emplea métodos
de ecología vegetal, documentados con textos especializados (Mueller-Dumbois y
Ellenberg 1974, Orloci 1978, GreigSmith 1983). Las metodologías referidas son,
ante todo, fitosociológicas, buscan respuestas a preguntas distintas que la
simple descripción de cobertura y pueden exigir un esfuerzo que excede el
tiempo y los fondos disponibles.
9.4.3 Estimación de cobertura
En levantamiento preliminar de cobertura puede bastar con la asignación de
tipos de hábitat en las comunidades vegetales y sus etapas sucesionales,
especialmente si tales renglones están bien documentados por estudios previos.
En caso contrario, frecuente en nuestro medio, hay que estimar la cobertura en
el campo. Conviene iniciar esta
196 Por eso apenas reseñamos aquí las aplicaciones más sencillas. La
caracterización de la vegetación emplea métodos de muestreo; para ser
representativa de un tipo de hábitat requiere el diseño muestral respectivo
(ver 5.4.1). El análisis de cobertura de una unidad de manejo consiste en un
muestreo estratificado, porque se examina por separado cada tipo de hábitat. A.
Estratos. Lacobertura es tridimensional con uno o más estratos verticales que
se analizan usualmente por separado. Por eso, la tarea inicial suele ser la
definición de los estratos. A menudo el estrato herbáceo (gramíneas y otras
plantas bajas no leñosas), el arbustivo y uno o más estratos arbóreos son
discretos, pero a veces resulta forzado ajustar las múltiples formas de vida
del trópico en este esquema. Criterios adicionales, tales como la altura o el
diámetro, pueden reforzar la separación de los estratos. Se clasifican así como
árboles las plantas leñosas de 4,5 m o más de altura (Gysel y Lyon 1980) ó 10
cm o más de diámetro a la altura del pecho (140 cm) (Huber 1986, Gentry 1988),
pero no existe una altura fija para separar los estratos herbáceo y arbustivo.
En el momento que el investigador establece los criterios sobre los estratos
conviene considerar, además del aspecto de la vegetación, la estatura y
ubicación vertical de las especies faunísticas clave, porque el análisis
pretende caracterizar precisamente la cobertura con que cuentan éstas. B.
Muestreo por parcelas. El método básico para la evaluación de la vegetación es
el muestreo por parcelas, previo diseño muestral pertinente. Las parcelas
pueden ser cuadradas, rectangulares o círculares y su tamaño debe ser
proporcional a la estatura y densidad de las plantas del estrato. Para
muestrear árboles se emplean parcelas en el orden de los 10 × 10 m ó más, para
arbustos, parcelas medianas, por ejemplo, 4 × 4 m y para el estrato herbáceo
áreas menores, usualmente de 1 × 1 m; si el estrato es muy heterogéneo o
compuesto degrandes macollas, conviene un tamaño de parcela mayor. Hay varias
opciones para cuantificar la cobertura y composición de la capa vegetal. divide
el número de individuos entre el área; este criterio presupone plantas en forma
de individuos discretos. Cobertura (fracción o porcentaje). Para el estrato
herbáceo, lo más sencillo es estimar visualmente la fracción de la superficie
cubierta por diferentes especies (o el estrato en su conjunto) en cada parcela.
La cobertura de estratos leñosos es la sumatoria de la proyección horizontal de
sus copas dividido entre el tamaño de la parcela. Para estimar la proyección de
la copa se mide su diámetro horizontal mayor, d1, y menor, d2, y se calcula el
área cubierta = d1 d2 0,785 (Gysel y Lyon 1980). La fracción del sotobosque
bajo sombra con el sol vertical del mediodía puede expresar tambíen la cobertura
arbórea.
•
• Area basal. Este criterio de corte forestal se aplica ante todo para el
estrato arbóreo. Se mide el diámetro o la circunferencia del fuste a la altura
del pecho (DAP) y se calcula el área del círculo respectivo. Después se calcula
el área basal promedio por árbol y se la multiplica por el número de árboles
para obtener el área basal por parcela. El área basal ofrece también un
criterio de la cobertura de gramíneas de macolla. Su diámetro se mide al ras
del suelo y el área basal se calcula igual que para los árboles.
Biomasa. La biomasa es la cantidad de materia vegetal (usualmente aérea,
excluyendo la parte subterránea) y se expresa en peso seco o energía (calorías,
joules) por unidad de superficie. Estamedida se aplica ante todo para el estrato
herbáceo, recortando la vegetación al ras del suelo y secando y pesando las
muestras. La biomasa herbácea cuantifica básicamente el forraje disponible para
los herbívoros pastadores, pero puede proporcionar, al mismo tiempo, un buen
índice de cobertura. C. Transectos. El muestreo por transectos es versátil y
eficiente para el levantamiento de la cobertura en áreas extensas y es
particularmente útil para el análisis de gradientes ambientales. La versión más
sencilla es el transecto de puntos (Riney 1982): El investigador camina en
línea recta, orientándose con una brújula. A cada tantos pasos se para y anota
la presencia y el tipo de la cobertura herbácea, arbustiva y arbórea en un
punto y su proyección vertical que coincide con una marca en la punta del
zapato del investigador (Fig. 9.1, A), de tal
•
•
Densidad. Se cuentan e identifican, en lo posible, las plantas de una especie
por estrato en la parcela y se
197 manera que cada punto es una muestra de presencia o ausencia. Así se
acumulan cientos de puntos en corto tiempo para calcular la fracción de
cobertura por cada estrato (frecuencia de puntos positivos por estrato). Una
versión más elaborada, sugerida por el mismo autor, es examinar una muestra
circular alrededor de cada punto (Fig 9.1, B), es decir un muestreo por
parcelas a lo largo de una línea. La técnica de línea de intersección se presta
para estimar la fracción del terreno cubierto por copas de arbustos, árboles o
parches discretos de la vegetación herbácea (Canfield1941, Eberhardt 1978a). Se
extiende una cinta métrica o un cordel de longitud conocida L perfectamente
recta sobre el terreno. Se mide la longitud de los sectores de la cinta que
interceptan la cobertura li (Fig. 9.1, C); la cobertura por estrato se calcula
como (∑li)/L. Cada línea es una muestra, por lo cual una medición
confiable de la cobertura requiere varias réplicas. El transecto de banda (Fig.
9.1, D) es eficiente para estimar la densidad de la vegetación leñosa rala, por
ejemplo, en sabanas arboladas (ver 5.4.3). La versión más simple del método
para estimar la densidad del estrato arbóreo en bosques consiste en caminar en
línea recta con los brazos extendidos hacia los lados (= ancho de banda)
midiendo la longitud L por pasos, y contando el número de árboles dentro de la
banda (Penfound y Rice 1957). D. El punto cuadrante. Este método es una versión
más elaborada del muestro sistemático de puntos a lo largo de una línea, que
viene empleándose en la estimación de la cobertura leñosa desde el siglo pasado
(Cottam y Curtis 1956). El área circundante de cada punto se divide en
cuadrantes por medio de una recta perpendicular a la línea base (Fig. 9.1, E).
Se mide la distancia entre el punto central y el árbol más cercano en cada
cuadrante. El promedio de las cuatro distancias es un estimador de M;
Figura 9.1. Opciones para muestrear la cobertura vegetal mediante transectos: A
puntos equidistantes sobre una recta, B parcelas circulares a lo largo de un
recta, C línea interceptada por parches de cobertura, D transecto de banda, E,
línea punto cuadrante y Fcuadratas aleatorias a lo largo de una recta.
198 M2 es el área media por árbol y el recíproco de la densidad poblacional. Si
la distancia promedio resulta por ejemplo 4 m, el área media es de 16 m2 y la
densidad poblacional 1/16 m2 ó 325 árboles por ha. Midiendo además el DAP y el
área de la copa de los cuatro árboles registrados se puede calcular el área
basal y la cobertura por estrato. El método es eficiente para cuantificar la
cobertura arbórea (Cottam y Curtis 1956, NRC 1981), pero sesgado si la
disposición espacial de las plantas es marcadamente agregada. Por eso no es
recomendable para los estratos herbáceo o arbustivo que aparecen con frecuencia
como parches (Gysel y Lyon 1980). A menudo, resulta más práctico el
levantamiento del estrato arbóreo por el punto cuadrante y el arbustivo y
herbáceo por parcelas a lo largo de la misma línea (Fig. 9.1, F) E. Altura y
perfil. En el muestreo de cobertura por parcelas o transectos se mide
directamente la altura de los estratos herbáceo y arbustivo. La altura de los
árboles se estima usando como escala una vara de longitud conocida o con un
hipsómetro o clinómetro. En el último caso se mide el ángulo α al punto
más alto de la copa desde una distancia horizontal conocida d y se calcula la
altura a = d tang α. La arquitectura vertical de las selvas tropicales
varía según el tipo de comunidad y constituye un factor de hábitat importante,
especialmente para la fauna arborícola. A veces se distinguen estratos arbóreos
más o menos discretos, pero otras la cobertura vertical es tancontinua o
irregular que su separación por estratos resulta artificial. En las selvas
tropicales húmedas se destaca usualmente un estrato discontinuo de árboles
emergentes (estrato A de Richards 1952), seguido por el dosel dominante y
continuo (estrato B) y un conjunto disperso de árboles más bajos en la sombra
del estrato B, con o sin una estratificación definida. La abundancia y
ubicación de lianas y epífitas complica aún más la arquitectura de estos
bosques. El análisis cuantitativo de la estructura tridimensional de las selvas
tropicales es complicado (Hallé et al. 1978). Como instrumento descriptivo se
emplean diagramas de perfil: Se mide en el campo una parcela larga y estrecha
-NRC (1981) recomienda 10 × 90 m para analizar el hábitat de primates- y se
dibujan a escala, lo más preciso posible, los perfiles de los árboles
presentes, identificándolos por sus nombres. Cada perfil es apenas un ejemplo
de la estructura vertical; si se muestrea un conjunto de tales perfiles, se
puede aproximar cuantitativamente la distribución y continuidad de la cobertura
con la altura. F. Obstrucción visual horizontal. La cobertura herbácea y
arbustiva brinda una protección visual contra los depredadores terrestres o
bien permite que el depredador se acerque sin ser visto. La obstrucción visual
se cuantifica por medio de una tabla dividida en sectores transversales y
contrastantes o una pantalla cuadriculada. Una persona sostiene el dispositivo
a una distancia fija del punto donde otra registra los cuadros o sectores
tapados por la vegetación (Gysel y Lyon 1980). Repitiendo tal registrode cada
punto de un muestreo por punto cuadrante, por ejemplo, se estima la fracción de
la obstrucción visual en función de la altura. Si la evaluación se realiza
considerando un cierto tipo de animal, puede ser buena idea hacer las
observaciones desde la misma altura desde la cual el animal visualiza sus
alrededores.
9.5 ALIMENTO
Para prosperar en un hábitat, una población precisa tanto de la cobertura como
del alimento, coexistentes o ubicados en parches aledaños. Asimismo, la
evaluación del alimento se solapa con el levantamiento de la cobertura. Sin
embargo, toda estructura vegetal, viva y muerta, forma parte de la cobertura y
salta a la vista, mientras que los renglones alimentarios pueden ser más
escasos y ocultos. Su estudio involucra a menudo una búsqueda activa y tiende a
ser más evaluativa porque se realiza considerando el tipo de consumidor. En el
caso de los pastadores, el levantamiento concierne al estrato herbáceo,
tratándose de ramoneadores el arbustivo y de frugívoros el arbóreo. El alimento
se puede cuantificar en términos de producción (tasa de cambio de biomasa por
unidad de tiempo y espacio), existencia o abundancia (cantidad presente en un
momento dado por unidad de área), disponibilidad (cantidad instantánea al
alcance efectivo de un cierto tipo de animal por unidad de área) y utilización,
es decir, la tasa de consumo de un renglón durante un lapso de tiempo
199 por unidad de espacio. Este último constituye la interfase entre el
alimento como un recurso ambiental y la energética poblacional. El alimento
estáusualmente disperso en el espacio y presenta cambios estacionales drásticos
en calidad y/o cantidad. Esto sugiere un seguimiento periódico de la oferta de
alimentos, con una atención particular en los períodos críticos, cuando la
escasez de alimentos puede actuar como cuello de botella. Los animales
silvestres y domésticos se abastecen de lo que brindan sus hábitats, por lo
cual la producción animal y el manejo de fauna comparten el interés en los
recursos alimentarios y emplean métodos similares para cuantificarlos. Las dos
disciplinas convergen, de hecho, en los estudios de la demanda y la posible
competencia forrajera entre poblaciones silvestres y domésticas (Escobar y
González Jiménez 1976, González Jiménez 1977, Raedeke 1980). Estos estudios son
importantes, porque los ungulados domésticos suelen alcanzar densidades
poblacionales superiores a las de los herbívoros nativos y ejercer un efecto
determinante sobre la disponibilidad de diversos alimentos. La forma más
sencilla de estimar la producción anual del estrato herbáceo, es decir, su tasa
de producción primaria aérea neta PPN, es muestrear la biomasa acumulada al
final del período de crecimiento, especialmente en el caso de las plantas
anuales. Esta técnica subestima la producción porque la muerte, descomposición
y consumo de la materia vegetal reducen la fitomasa durante el período de
crecimiento. Un muestreo periódico de la fitomasa permite un estimador más
confiable de PPN, aplicando el método de Wiegert y Evans (1964) o sus versiones
más elaboradas (Lomnicki et al. 1968, Bulla et al. 1981, enconformidad con la
ecuación PPN = aˆ†V + aˆ†M + [(Mt+ Mt+1)/2]d (9.3)
donde aˆ†V es el cambio de la biomasa verde en el intervalo muestral t, t+1,
aˆ†M el cambio de fitomasa muerta, Mt y Mt+1 la fitomasa muerta inicial y final
del intervalo y d la tasa de descomposición, que puede variar de un intervalo a
otro. El efecto de pastoreo se puede neutralizar cercando las parcelas para el
lapso t, t+1. La sumatoria de PPN para cada período de medición estima la
producción primaria anual. En ambientes estacionales, tal como sabanas, la
producción se concentra en un período relativamente corto, la calidad del pasto
decrece a medida que madura, muchas especies de mayor porte son inservibles
como forraje y una parte de la producción no está disponible como alimento
porque se pierde por pisoteo, fuego y descomposición, o se hace inaccesible por
los efectos de las inundaciones. En consecuencia, la relación que debería
existir entre la producción primaria y la capacidad de carga del pastizal se
complica, especialmente porque a menudo la calidad, en lugar de cantidad de
forraje asume el papel del factor limitante principal. El parámetro de mayor
valor diagnóstico del aporte alimentario del pasto puede ser la disponibilidad
y calidad del forraje efectivo -lo que los animales realmente consumen- durante
el período crítico.
9.5.1 Pastos
El pastador vive “sobre” su alimento, es decir, el alimento disponible asemeja
a la cantidad existente en el estrato herbáceo, a menos que cercas, otras
barreras, la distancia al abrevadero, etc. limiten su utilización. La
abundancia del forraje se cuantifica,por lo general, con el método de cosecha
periódica del estrato herbáceo en parcelas muestrales que estima su fitomasa
total por unidad de área. Sin embargo, los animales suelen seleccionar ciertas
especies, partes de plantas y etapas fenológicas. Suponiendo que se conocen los
hábitos forrajeros del pastador, la disponibilidad del alimento efectivo se
estima separando las muestras recortadas por especie y parte de la planta,
pesando aparte cada fracción y sumando las que son realmente consumidas (Ojasti
1978, Danields 1987). Riney (1982) sugiere un índice de disponibilidad que se
obtiene multiplicando la fracción del área basal de gramíneas por su altura
promedio. Esta técnica evita el recorte, transporte y procesamiento de las
muestras y los gastos correspondientes, deja intacta la vegetación y puede ser
calibrada con la biomasa absoluta.
9.5.2 Ramoneo
Muchos herbívoros se alimentan de las hojas y ramas finas de los arbustos, que
se denomina ramoneo. El estrato arbustivo es a menudo discontinuo, por lo cual
el primer
200 paso en la estimación del ramoneo suele ser el muestreo de la cobertura
arbustiva y de la biomasa “ramoneable” (brotes o ramitas terminales con sus
hojas o yemas) por unidad de área considerando 1) la altura que alcanza el
ramoneador, 2) las especies utilizadas, y 3) el diámetro de corte o la longitud
de las ramitas ingeridas, que varía según la especie utilizada. La necesidad de
estimar el ramoneo disponible para los cérvidos, ante todo para el venado cola
blanca, ha generado varias técnicas para talefecto (Riney 1982, Harlow 1984).
Lo más rápido es la evaluación visual de la abundancia o utilización del
ramoneo en términos relativos (alta, mediana, baja) (Aldous 1944) que,
dependiendo de la experiencia del investigador, puede ser satisfactoria en
levantamientos rutinarios. A semejanza del método de cosecha del estrato
herbáceo, el ramoneo disponible por parcela o arbusto se estima por el corte y
pesaje de las ramitas terminales, hasta el diámetro y la altura que las utiliza
el ramoneador. El método de doble muestreo calibra las categorías de
apreciación visual con el corte y pesaje de una parte de las parcelas (Wilm et
al. 1944, Halls y Dell 1961). Shafer (1963) comprobó que el conteo de ramitas y
la multiplicación de su número por su peso promedio resulta tan preciso como la
técnica anterior, pero con menor esfuerzo y sin daños a la vegetación. Danields
(1987) constató la aptitud de este método para estimar el ramoneo en un
ambiente tropical estacional (Llanos de Guárico, Venezuela). Ella estimó la
producción contando los brotes nuevos en una muestra de arbustos al iniciarse
el período lluvioso y midiendo su crecimiento durante el mismo. El consumo del
ramoneo se estimó por la fracción de los brotes marcados que desaparecieron
mensualmente. Los resultados muestrales se calcularon multiplicándolos por la
cobertura arbustiva y la extensión de cada tipo de hábitat. fracción reducida de
la producción primaria total de los bosques, por lo cual su biomasa animal
suele ser menor que el de los hábitats abiertos. La oferta de este recurso
puede variar mucho en eltiempo y el espacio, y la vida del frugívoro transcurre
típicamente entre banquetes y hambrunas. La disponibilidad de frutas durante
los períodos de escasez se considera como el factor limitante principal de
muchas especies y como tal demanda una atención prioritaria. Como punto previo
conviene distinguir entre los frugívoros arborícolas (primates, muchas aves y
murciélagos, etc.), que viven en el mismo estrato que produce las frutas y
cuentan con un acceso prioritario a las mismas, y los terrestres (muchos
ungulados y roedores) o acuáticos (peces y tortugas), que se se disponen sólo de
las frutas caídas. En este caso, puede haber una amplia discrepancia entre la
cantidad existente en el hábitat y la disponible para un determinado tipo de
frugívoro. Las selvas húmedas neotropicales producen una gran variedad de
frutas (Roosmalen 1985). Se postula que ciertas plantas producen frutas
pulposas y de coloración llamativa con muchas semillas diminutas, que son
dispersadas por los frugívoros aéreos y arborícolas, mientras que otras se
destacan por frutas más bien secas, duras y macizas con pocas semillas grandes,
que sugieren un vínculo coevolutivo con los frugívoros terrestres (Janson 1983,
Gautier-Hion et al. 1985a, Fleming et al. 1987). Una forma aproximada para
evaluar la disponibilidad de frutas es registrar periódicamente la fracción o
número de árboles que fructifican (Gautier-Hion y Michalaud 1989, McCoy et al.
1990). La disponibilidad para los frugívoros terrestres se puede cuantificar
mediante un muestreo por parcelas en el sotobosque. La tasa de caída de las
frutas,equivalente a su producción al alcance de los frugívoros terrestres, se
estima por medio de colectores o trampas de área de captación conocida,
ubicados en el sotobosque (Smythe 1970, Foster 1982, Harlow 1984, Terborgh et
al. 1985, Danields 1987, Bodmer 1990). La disposición espacial de la caída de
frutas es típicamente agregada y su estudio demanda un esfuerzo sustancial con
un sólido diseño muestral. Las frutas caídas en las trampas se recolectan,
identifican y pesan periódicamente; la sumatoria de las colectas consecutivas estima
la
9.5.3 Frutas
El predominio de la frugivoría es un aspecto resaltante de la ecología
alimentaria de la fauna silvestre tropical. La mayoría de aves y mamíferos
silvícolas de interés cinegético de la América tropical se abastecen de frutas
y semillas grandes y pueden actuar como dispersador de las mismas (Smythe 1986,
Terborgh 1986, Fleming et al. 1987). La producción de frutos es, sin embargo,
una
201 producción por unidad de tiempo, que alcanza unos 2000 kg/ha por año en las
selvas húmedas de Barro Colorado, Panamá y Cocha Cashu, Perú (Terborgh 1986).
Una técnica alterna, aplicable a los árboles de menor porte, es el conteo
directo de la cosecha anual de frutas (Danields 1987, Gautier-Hion y Michalaud
1989). Lo más importante para la fauna silvestre es, sin embargo, la variación
temporal de la caída de frutas. En las localidades ante señaladas, el recurso
abunda más en la época de lluvias, pero se reduce mucho durante los meses de
transición entre el final de las lluvias y el inicio de la sequía(Smythe 1986,
Terborgh 1986). En un ambiente mosaico bosque-sabana en los llanos de
Venezuela, hay una alta producción de frutos secos (leguminosas y Guazuma
ulmifolia) en los primeros meses de sequía, abundancia de frutos pulposos (Spondias
mombin, Copernicia tectorun) en la primera mitad de la estación lluviosa,
mientras que prevalece la escasez de septiembre a diciembre (Danields 1987).
Las especies que fructifican durante todo el año, como Ficus spp., o cuyos
frutos se conservan por mucho tiempo (palmas) se imponen como especies clave
para la comunidad de vertebrados frugívoros y merecen una atención especial en
el análisis de su hábitat (Terborgh 1986, Gautier-Hion et al. 1985b). manual,
tamizado y flotación (Kropac 1966, Leck et al. 1989). Estas técnicas son
laboriosas y no revelan la disponibilidad de semillas, que depende del acceso
de los granívoros a las semillas, afectada por la densidad de la cobertura
herbácea o de la hojarasca (Wiens y Johnston 1977, Pérez 1992). Por eso, la
profusa bibliografía sobre el consumo de semillas (Kendeigh y Pinowski 1972,
Pinowski y Kendeigh 1977, Gómez-Dallmeier y Cringan 1989, Pérez 1992) contrasta
con la escasez de datos sobre su disponibilidad. B. Insectos. Los insectos y
otros invertebrados constituyen la dieta base de numerosas especies y un
complemento proteico importante para muchas otras, especialmente en la etapa
juvenil. Hay dos opciones principales para cuantificar la entomofauna 1) el
muestreo por parcelas y los demás métodos para estimar la abundancia absoluta
(Morris 1960, Gillon 1967, Southwood 1978) que sonlaboriosos y poco indicados
para levantamientos rutinarios, ó 2) los métodos relativos que son más
eficientes pero selectivos. La periodicidad de la abundancia de insectos se suele
estimar por medio de su captura en trampas de luz (Wolda 1992), pero, tal como
lo señalan Terborgh et al. (1985), la luz atrae adultos voladores, mientras que
la fauna silvestre se alimenta mayormente de larvas. El muestreo estandarizado
de artrópodos con mallas de barrido ofrece un índice de abundancia útil en
ambientes de pastizal (Santos et al. 1985, Bulla 1990). Levings y Windsor
(1982) muestrearon la densidad absoluta de artrópodos en hojarasca por
parcelas, extrayéndolos con el embudo de Berlese; Terborgh et al. (1985)
recomiendan colectar insectos y otros invertebrados de hojarasca, igual como lo
hacen los animales al buscar su alimento, y emplear como índice de abundancia
el número o la biomasa capturada por hora. Los estudios efectuados en el Neotrópico
revelan la máxima abundancia de insectos a principios del período de lluvias,
la mínima durante la sequía y apreciables diferencias interanuales. Sin
embargo, la disponibilidad de insectos varía ampliamente según la técnica, el
sitio y la hora de alimentación de cada especie. C. Vertebrados. La oferta de
alimento para los depredadores de vertebrados es obviamente proporcional a la
abundancia de sus respectivas presas. La depredación
9.5.4. Otros alimentos
A. Semillas. Además de los grandes rubros vegetales ya señalados, hay otros
alimentos dignos de atención. La semillas de plantas herbáceas conforman la
dieta base de muchas aves,tales como palomas, perdices, patos y numerosas
paseriformes. Ofrecen un alimento importante en lugares abiertos estacionales,
como sabanas, humedales y barbechos. La cosecha anual de semillas se produce en
el período lluvioso; en esta época muchas aves se alimentan de semillas en las
plantas. Al iniciarse el período seco, la mayoría de las semillas cae y forma
un banco de semillas en el suelo, el cual es consumido por los granívoros y va
agotándose al avanzar la temporada. El banco de semillas se elimina cuando las
semillas restantes germinan o se pudren al iniciarse las lluvias (Dyer y Ward
1977). La abundancia de semillas se muestrea por parcelas valiéndose de
técnicas de recorte, barrido, separación
202 es siempre una interacción entre poblaciones, por lo cual el cociente
abundancia de presas/ abundancia de depredadores es fundamental para su estudio
(Emmons 1987, Leopold 1933). La disponibilidad de las presas depende también de
la cobertura y de la condición de los animales. Los carnívoros tope se
consideran a menudo como especies indicadoras de la salud del ecosistema,
aunque en ocasiones los depredadores pueden consumir una porción sustancial de
la producción de los herbívoros silvestres y domésticos. Además de sufrir
mortalidad, los animales acosados por depredadores pueden confinarse a la
cobertura protectora y quedar privados de los demás hábitats y sus recursos.
poblaciones terrestres y unen las acuáticas (Sioli 1984, Salo et al. 1986,
Weibezahn et al. 1990, Anónimo 1996). Al mismo tiempo reflejan el relieve,el
clima y la geoquímica de sus respectivas cuencas. Los ríos de América tropical
se clasifican tradicionalmente en aguas blancas, cargadas de sedimentos en
suspensión; aguas negras de color parduzco por ácidos húmicos disueltos; y
aguas claras, más transparentes que las anteriores. Las aguas blancas son ricas
en nutrientes, mientras que las aguas negras, procedentes de tierras de arenas
blancas, son pobres y ácidas (Sioli 1984, Meade y Koehnken 1991, Ayres 1993).
Los diferentes tipos de agua se mezclan en el cauce principal del Amazonas y
del Orinoco. La estacionalidad climática de la cuenca impone dramáticos cambios
de caudal en los ríos tropicales (Adis 1984, Sioli 1984, Carvalho 1986, Richey
et al. 1989, Ayres 1993, Anónimo 1996). La bajada reduce el espacio vital de la
fauna acuática imponiendo un ayuno forzado para muchos herbívoros fluviales
(Best 1984, Ojasti 1971), pero algunos, como la capibara del Perú amazónico y
el pato Neochen jubata, se reproducen en este período, cuando las vegas del río
ofrecen abundante forraje. La creciente llena los cauces de los ríos que se
desbordan sobre las planicies circundantes inundando extensas áreas por varios
meses. Muchos peces y tortugas invaden las selvas inundadas alimentándose de
diversas frutas. Los invertebrados terrestres y posiblemente también algunos
vertebrados menores responden a la creciente con migraciones verticales.
Algunos mamíferos terrestres parecen permanecer en tierras altas o confinarse a
islas en medio de selvas inundadas, por ejemplo, el venado Mazama, el pecarí
menor y la capibara (Ojasti 1973,Soini 1988, Bodmer 1990); el tapir permanece
en las áreas inundadas y el pecarí mayor puede explotar el mosaico de áreas
inundadas y parches secos, gracias a su alta movilidad. El ciervo de pantano
utiliza una gran variedad de hábitats, pero se ubica casi siempre en áreas
anegadas hasta los 70 cm (Mauro 1993, Tomas 1997). El análisis de los hábitats
afectados por las grandes variaciones estacionales de la lámina de agua es
incipiente. Entre los atributos a examinar se destacan el tipo de agua (blanca,
negra, clara, salobre, etc.) y el tipo de cuerpo de agua (fluvial, lacustre,
estuarino, costero), el sector del río (riachuelo de las cabeceras, curso
medio, delta o estuario)
9.6 AGUA
El factor agua es particularmente importante en el trópico, donde su escasez o
exceso afecta la fauna silvestre de múltiples maneras. Aparte de su efecto
rector sobre el clima y la vegetación, el agua constituye 1) una necesidad
fisiológica de primer orden para todos los seres vivos, 2) un factor a menudo
limitante en el ambiente terrestre, 3) el medio de las especies fluviales y de
los humedales, y 4) una perturbación recurrente para la biota terrestre y
acuática, impuesta por extensas inundaciones. Una porción sustancial de las
especies más valiosas de la fauna silvestre neotropical está asociada al medio
acuático: los crocodílidos y tortugas, patos y aves zancudas, tapir, manatíes,
capibara, coipo y perro de agua. (Best 1984). El ambiente terrestre y el
acuático se solapan o entrelazan en el tiempo y el espacio constituyendo
sistemas muy dinámicos por la variación estacional de lalámina de agua que
interactúa con el relieve, la extensión y la biota de la cuenca. Por eso, la
división de esta complejidad en dos bloques, ríos y humedales, es un tanto
arbitraria.
9.6.1 Ríos y su dinámica
América del Sur es el continente más rico en agua dulce, que se expresa en su
inmensa red fluvial. Los ríos moldean el paisaje erosionando, sedimentando,
rebasando y cambiando sus cauces, destruyen comunidades ribereñas y habilitan
áreas nuevas para la sucesión, aislan
203 y su profundidad, el ancho y la velocidad de la corriente, la cronología y
amplitud de la variación estacional del caudal y del nivel, el relieve de las
orillas y las playas, la temperatura del agua, la vegetación riberina y
acuática, la disponibilidad de alimento y barreras (Duplaix 1980, Magnusson
1985, Gorzula y Seijas 1989, Meade y Koehnken 1991, Ayres 1993). Estas
variables no son independientes sino que pueden asociarse entre sí, ejerciendo
efectos sinergéticos sobre todo el ecosistema y el modo de vida de sus
pobladores (Ayres 1993). La dilucidación de las relaciones de hábitat de la
fauna y acuática y riberina es útil también para la planifición del manejo de
fauna de los grandes embalses, cada vez más numerosos y extensos en América
tropical. nutrientes y contaminantes. Amortiguan inundaciones, almacenan agua,
estabilizan líneas costeras, exportan materia orgánica, albergan gran
diversidad biótica, sustentan economías locales (caza y pesca artesanal,
pastoreo, etc.) y poseen a menudo un alto valor escénico y recreativo
(Dalrymple et al. 1988, Hook etal. 1988, UNEP 1993). Constituyen también a
escala mundial el hábitat clave para los patos y otras aves acuáticas y
albergan un elenco valioso de mamíferos y reptiles. Sin embargo, el valor
público de los humedales suele ser mayor que su productividad económica para
los propietarios privados. Por eso se practica ampliamente el drenaje de
humedales con fines agropecuarios y forestales. El análisis y la evaluación de
los humedales son tareas multidisciplinarias por la gran variedad de facetas a
las que atañen. Así mismo, el levantamiento de humedales como hábitat de la
fauna silvestre depende del tipo de área, las especies clave y los objetivos
del manejo, por lo cual abordamos el tema en líneas muy generales. Esta tarea
abarca los patrones espaciales, cobertura y alimento, pero enfatiza la dinámica
temporal y espacial de la lámina de agua y su impacto sobre la vegetación.
Factores como el microrrelieve, el drenaje, la sedimentación, aportes externos
de agua, el balance entre precipitación y evaporación, los usos tradicionales
y, en áreas costeras, la salinidad son variables relevantes en estos hábitats.
La contaminación merece una atención especial porque los efluentes tóxicos o
eutroficantes se acumulan en los humedales. Tratándose de sistemas muy
dinámicos, el análisis y la evaluación de humedales implica un seguimiento
periódico del hábitat y su fauna. Esto debe realizarse con una visión
holística, porque todo lo que acontece en las partes más altas de la cuenca
repercute sobre los humedales. Por ejemplo, la amenaza principal del Pantanal
matogrossense, elhumedal más extenso del Neotrópico, no radica en los usos de
la tierra en el propio Pantanal sino en el avance explosivo de la agricultura
en el Planalto circundante (Alho et al. 1988, Almeida, J.M.G. 1989, Almeida,
M.M., 1989). En la fase evaluativa, conviene comparar la distribución de los
hábitats, la concentración de los animales y la ubicación de las actividades
humanas, mediante el solapamiento de sus respectivos mapas, a fin
9.6.2 Humedales
Los humedales son áreas de transición entre sistemas terrestres y acuáticos
donde el nivel freático está usualmente cerca de la superficie terrestre o la
tierra está cubierta por una somera lámina de agua, caracterizándose por 1) la
presencia, por lo menos periódica, de hidrofitas, 2) suelos hidromorfos sin
drenaje, y/o 3) el sustrato saturado o cubierto de aguas someras por lo menos
durante una parte del período de crecimiento en todos los años (Cowardin et al.
1979). Esta definición del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados
Unidos abarca ambientes tan diversos como los arrecifes coralinos, albuferas y
manglares marinocosteros, las selvas de várzea e igapó amazónicas, las sabanas
anegadizas, los bañados del Cono Sur y las praderas húmedas o bofedales del
altiplano andino. Se estima que su extensión combinada es 4% del Neotrópico
(WRI 1994). El denominador común de esta multitud de ambientes es la dinámica
de la lámina de agua que impone perturbaciones recurrentes, diarias o
estacionales. Por eso, los humedales son típicamente inestables pero
productivos por el efecto vitalizador de la perturbación intermedia(Connell
1978). Se ubican en las partes más bajas y planas del relieve y son alimentados
usualmente por la escorrentía de las áreas circundantes, siendo afectados, por
lo tanto, por la alteración de sus respectivas cuencas. Los humedales son áreas
de carga o descarga de aguas subterráneas y de retención de sedimentos,
204 de ubicar los conflictos que ameritan una atención especial en los planes
de manejo (López 1986, Packard y Wetterquist 1986). cambios de nivel, la
calidad y utilización del agua por los animales silvestres y domésticos al
avanzar la sequía. Datos sobre la profundidad de los cuerpos de agua e
intensidad de evaporación facilitan esta tarea. El área de influencia de las
aguadas se puede aproximar si se tienen datos sobre la movilidad de los
animales. Por ejemplo, la capibara no se aleja normalmente más de 500 m de la
orilla, lo cual define el área de influencia de los cuerpos de agua y el
hábitat efectivo para esta especie en un momento dado. El mapeo de tales áreas
visualiza también los sectores donde el agua es más deficiente. El área de
influencia de aguadas para el venado cola blanca del sur de Estados Unidos se
estima en 1,6 km del abrevadero más cercano (Short 1986). Giles (1978) sugiere
un índice de disponibilidad de agua que se calcula dividiendo el número de aguadas
entre el número mínimo de aguadas equidistantes para satisfacer las necesidad
de una especie en la unidad de manejo. Este tipo de propuestas son de gran
utilidad para el manejo de hábitat
9.6.3 Acceso al agua en ambientes terrestres
Larelación entre la disponibilidad de agua y su demanda por la fauna silvestre
varía según la especie, su dieta, tipo de hábitat y período del año. La fauna
de áreas desérticas suele poseer adaptaciones para captar y conservar agua con
gran eficiencia, de tal manera que no requiere fuentes de agua líquida,
mientras que las poblaciones de áreas húmedas durante todo el año cuentan
siempre con aguadas bien distribuidas. El papel limitante del agua es, quizás,
más llamativo en los hábitats tropicales estacionales durante el período seco,
cuando gran parte de la fauna acude a diario a las últimas aguadas existentes.
Las áreas de vivienda dispuestas en forma radial alrededor de la aguada, en
“forma de margarita” (Brokx 1972a, Herrera 1986) comprueban la importancia del
agua bajo tales condiciones. La escasez de agua puede resultar en el
hacinamiento de los animales cerca de las aguadas y en la sobreexplotación de
forrajes en esta zona, subutilización o ausencia de animales en vastas
extensiones carentes de agua, largas travesías diarias entre el centro de
actividad y el abrevadero, que aumenta el costo energético y el riesgo de
depredación, o emigración o mortalidad por falta de agua. Tales eventos atentan
contra el bienestar y la productividad de la fauna, pero pueden ser prevenidos
por el manejo del agua, previo análisis respectivo. La estimación de la
disponibilidad de agua tiene por objeto establecer la distribución espacial de
las aguadas y su permanencia en el tiempo. Se realiza registrando en el mapa de
la unidad de manejo los puntos o áreas que conservan aguadurante todo el año.
En fundos pecuarios, esta información de gran importancia para la ganadería,
puede estar ya documentada en los mapas de los predios. Conveniene clasificar
las fuentes de agua en ríos, caños o arroyos, con o sin dique o tapa, lagunas,
préstamos, abrevaderos alimentados por bombeo, etc., y según su entorno
(bosque, sabana, playa, casa habitada, cercado o no) porque el valor de la
aguada para los diversos integrantes de la fauna puede variar según su tipo y
entorno. Es pertinente también el seguimiento de los
9.7 EVALUACIÓN DEL HÁBITAT
9.7.1 Condición y tendencia
La evaluación de la condición o del estado del hábitat en un momento dado, en
comparación, implícita o explícita, con un estado primario, anterior, promedio
o deseable, revela las respuestas del hábitat a su utilización por parte del
hombre y los animales silvestres y domésticos. La condición del hábitat es
consecuencia del manejo anterior, converge con las alteraciones del hábitat y
repercute profundamente sobre la fauna. La esencia de este enfoque se concreta
en la pregunta sHasta qué punto el balance entre la producción del hábitat y su
utilización actual es óptimo y sostenible? La pregunta involucra la noción de
capacidad de carga y es particularmente relevante en el caso de grandes
herbívoros, que ejercen un fuerte impacto sobre su hábitat a medida que crece
su densidad poblacional. El aspecto físico del hábitat suele indicar su
condición, aunque la contaminación ambiental puede ser detectable solamente por
medio de análisis muy específicos. La tendencia del hábitat expresa el cambiode
la
205 condición en el tiempo. Un hábitat puede ser estable o variar de una manera
aleatoria o direccional (sucesión o regresión). La condición y la tendencia son
nociones complementarias (Riney 1982): un hábitat puede ser degradado pero
estable, o bien una condición regular puede formar una etapa de un proceso
regresivo. Las plantas han coevolucionado con la fauna por millones de años, poseen
defensas físicas y químicas contra la herbivoría, pero toleran usualmente un
consumo moderado de sus partes vegetativas y pueden presentar respuestas
compensatorias. El consumo de forrajes por un herbívoro puede facilitar la
alimentación de otro que prefiere el rebrote de bajo porte (Bell 1971,
McNaughton 1979). Sin embargo, un pastoreo o ramoneo excesivo y persistente,
reforzado por efectos sinergéticos de pisoteo, fuego, sequía o inundación,
degrada inevitablemente el hábitat y su capacidad de carga. El exceso de
herbívoros nativos propicia la regresión en las sabanas africanas (Sinclair y
Norton-Griffiths 1979, Riney 1982), pero el agente principal de este proceso en
América Latina es el sobrepastoreo por animales domésticos. Los síntomas de la
degradación de sabanas, áreas semiáridas, estacionales y alteradas varían de
una comunidad a otra. Incluyen disminución de la biomasa, diversidad y
cobertura de gramíneas, cambios en la estructura comunitaria, tales como la
sustitución de especies perennes por anuales, expansión de matorrales o plantas
inservibles como forraje, proliferación de parches de suelo desnudo y acelerada
erosión ocompactación de los suelos (Ramia 1959, Hofmann et al. 1983, Bucher
1987, Errea et al. 1987, Adámoli et al. 1990, Huntly 1991, Huss 1993). Estos
procesos generan parches degradados, especialmente en torno a los abrevaderos,
paraderos y otras áreas de concentración del ganado, sustituyen el mosaico
bosque-sabana por extensos matorrales o propician la desertificación generalizada.
La evaluación de la condición del hábitat emplea los mismos métodos que el
análisis de cobertura y alimento, pero enfatiza la intensidad de uso y sus
consecuencias. En un análisis pormenorizado del tema, Riney (1982) enfatiza
como criterios 1) la cobertura, biomasa y vigor del estrato herbáceo, 2) líneas
de ramoneo en los árboles y su impacto sobre la forma de los arbustos, 3) la
fracción del suelo sin vegetación, y 4) signos de erosión laminar o por
cárcavas. La detección de las causas del deterioro está implícita en esta
labor. Como técnica de campo sugiere transectos de puntos y parcelas
circulares. Una técnica práctica para evaluar el efecto de los herbívoros sobre
su hábitat es comparar la vegetación entre áreas accesibles a los animales y
parcelas cercadas o áreas de exclusión. La tendencia del hábitat se estudia
mediante el seguimiento de su condición (Jones 1986). Detectar a tiempo la
tendencia del hábitat es vital, no solamente para el manejo de fauna sino a los
fines del manejo de la tierra para todas las actividades productivas. En esta
tarea pueden ser útiles las especies indicadoras y los lugares muy sensibles a
cambios sutiles, que pueden anticipar el riesgo de degradación del
hábitat(Riney 1982).
9.7.2 Utilización y selección
Un objetivo básico de la evaluación de hábitat es dilucidar la asociación entre
los tipos de hábitat y las poblaciones de fauna silvestre. Este tema es
particularmente relevante en el Neotrópico, donde las relaciones de hábitat han
recibido muy poca atención. A menudo los animales utilizan hábitats distintos
para su alimentación, reproducción y protección contra depredación o extremos
climáticos. Utilización de hábitat. Un inventario de las especies observadas en
cada tipo de hábitat en una región o un listado de los ambientes donde la
especie está presente ofrece la primera aproximación de la utilización de
hábitats y de las especies generalistas y especialistas. La comprensión más
detallada de la utilización de hábitats demanda métodos cuantitativos y pruebas
estadísticas. Se aplican dos enfoques principales: 1) estimación de abundancia,
directa, por ejemplo, guanaco (Raedeke 1982) o indirecta, como el muestreo de
la acumulación de materia fecal en distintos hábitats del venado cola blanca
(Danields 1987) o 2) tiempo de permanencia en cada tipo de hábitat, estimado
por un seguimiento visual de capibaras (Herrera 1986) o por biotelemetría
biotelemetría de pecaríes (Castellannos 1982), entre otros. La intensidad de
utilización o preferencia por un cierto tipo de hábitats o recursos se estima
comparando la oferta
206 (superficie o fracción de cada tipo de hábitat) y la utilización (número o
fracción de los registros por tipo de hábitat) mediante la prueba de χ2,
sustentada enla hipótesis nula que la utilización de cada unidad es
proporcional a su extensión (Neu et al. 1974, Byers y Steinhorst 1984). Si la
prueba revela un χ 2 estadísticamente significativo, se acepta la
hipótesis alterna, es decir que los animales se concentran en ciertos tipos de
hábitat y evitan otros. Johnson (1980) propone ordenar la disponibilidad y la
utilización por rangos (de mayor a menor), calcular las diferencias entre los
dos rangos, promediarlas para cada tipo de hábitat y evaluar el significado
estadístico de las diferencias entre lo esperado y lo observado con la prueba
T2 de Hotteling. Éste y otros análisis basados en la comparación de rangos (ver
Alldredge y Ratti 1992) son menos sensibles a la imprecisión de datos de
disponibilidad. Las mismas pruebas se prestan para comparar la oferta y el
consumo de alimentos, a fin de evaluar la selectividad alimentaria. Cabe
subrayar que aquí se trata de preferencias relativas, en presencia de un
determinado vector de disponibilidad; las preferencias absolutas presuponen
igual acceso a todos los rubros (Johnson 1980), que se logra solamente en
condiciones experimentales. Magnusson (1985) detectó diferencias marcadas en la
utilización de hábitats por cuatro especies de crocodílidos amazónicos contando
el número de individuos en varios ambientes fluviales y lacustres y comparando
los resultados con la prueba de χ 2. Tratándose de primates y otros
animales arborícolas, el estudio de la utilización de hábitat abarca tanto el
plano horizontal como el vertical (NRC 1981). Además de las preferencias de
hábitat según laespecie, la utilización varía también según la época del año,
el tipo de actividad o la clase de edad (Staton y Dixon 1975, Danields 1987,
Soini 1987). La selección de hábitat involucra un proceso jerárquico de decisiones
conductuales que adopta el animal respecto al hábitat a utilizar a diferentes
escalas ambientales (Hutto 1985). La teoría de selección de hábitat analiza los
mecanismos biológicos que pueden generar las preferencias antes señaladas
(Fretwell y Lucas 1970, Fretwell 1972, Morris 1989). El razonamiento parte de
las siguientes premisas: 1) el área accesible para una población está repartida
en tipos de hábitat homogéneos, pero diferentes entre sí, de modo que la
idoneidad de los tipos de hábitat para la población es desigual, y 2) que los
individuos se mueven libremente y se establecen en los hábitats más favorables.
La selección de hábitat se vislumbra así como un proceso conductual activo. Es
razonable suponer que esta selección ideal del hábitat maximize la aptitud
darwiniana de los individuos y tenga, por lo tanto, un alto valor selectivo y
una sólida base genética. Usualmente, se sabe poco sobre qué factor hace un
hábitat idóneo para una especie particular. A menudo existe una asociación
positiva entre la condición y la calidad del hábitat, pero algunas especies
alcanzan su máxima abundancia en áreas muy degradadas (Bucher 1987). Las causas
de fondo de asociación entre la cobertura vegetal y la abundancia de una
especie pueden ser las condiciones microclimáticas, alimentos específicos y
otros rasgos elusivos para unobservador humano (Karr y Freemark 1983). La
teoría de selección de hábitat densodependiente (Fretwell y Lucas 1970) postula
que la calidad de un hábitat S depende de su idoneidad intrínseca B (calidad y
cantidad de recursos, cobertura, etc.) menos el efecto de su ocupación actual
como una función de la densidad poblacional f(n) tal que S = B - f(n). Si cada
individuo tiene el mismo acceso a los hábitats (distribución libre ideal de
Fretwell y Lucas), todos cuentan con un hábitat igualmente favorable (S igual
para todos), pero su densidad será mayor en el tipo de hábitat donde B es
máximo. En los demás hábitats ocupados, una menor densidad poblacional mitigará
el efecto de su B inferior. Un aumento de la densidad poblacional a escala
local repercute sobre todos los hábitats ocupados y propicia la colonización de
otros, menos favorables, a baja densidad. El valor de S, proporcional a la
aptitud darwiniana individual, disminuirá pero será igual para todos. En
cambio, si los residentes acaparan los hábitats óptimos por medio de mecanismos
territorialistas (distribución despótica ideal), alcanzan un S mayor que los
individuos sin territorio, que son forzados a ubicarse en los hábitats
marginales. Estos lineamientos teóricos simplifican un proceso muy complicado,
pero son útiles como marco de referencia al evaluar diversas implicaciones de
la selección y la calidad de un hábitat.
207
9.7.3 Calidad y valor
La calidad de hábitat se refiere a la capacidad de un ambiente en proveer las
condiciones apropiadas para la persistencia de individuos y poblaciones (Hall
et al.1997). Es una faceta del mismo fenómeno que atañe a la utilización y
selección del hábitat, pero aquí se pretende contestar una pregunta distinta:
sCuál es la capacidad o aptitud de un tipo de hábitat o área para una población
o especie, en comparación con otros hábitats y con el hábitat óptimo? Una
respuesta sencilla a esta pregunta la ofrece un juicio empírico, tal como el
promedio de puntajes asignados por varios expertos independientes para un área
dada como hábitat de una especie, fundamentándose en recorridos de campo y en
una larga experiencia sobre la especie y su hábitat (Farmer 1977). Una vía más
objetiva y más laboriosa, es la evaluación cuantitativa, que precisa criterios
susceptibles a medición o muestreo. La teoría de selección de hábitat postula
como criterio de calidad la aptitud darwiniana, proporcional a la
productividad. Sin embargo, este parámetro es difícil de estimar en
levantamientos rutinarios. La misma teoría predice una densidad más alta en los
tipos de hábitats de mayor calidad. Esto y la presunta relación entre la
capacidad de carga (ver 6.6.5) y la calidad del hábitat (Farmer 1977, Schamberger
y O‘Neil 1986) postulan la abundancia como criterio de calidad de hábitat. En
efecto, una alta densidad poblacional indica usualmente, aunque no siempre (ver
Van Horne 1983, Hobbs y Hanley 1990), la óptima calidad del hábitat. En cambio,
una baja densidad poblacional no significa necesariamente lo contrario, porque
la abundancia puede estar afectada al mismo tiempo por la intensidad de caza y
otros factores directos. Esto sugiere la conveniencia demedidas de calidad
fundamentadas en los atributos del mismo hábitat. La predicción de la calidad
potencial del hábitat a partir de sus características presupone un conocimiento
detallado del patrón de requerimientos ambientales, propio de cada especie. En
los Estados Unidos, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre ha implementado
índices de idoneidad de hábitat (HSI = habitat suitability index; U.S. Fish and
Wildlife Service 1981) para un elenco de
especies de fauna silvestre. Estos índices cuantifican la calidad potencial de
un tipo de hábitat (variable dependiente) en una escala de 0 a 1 (= óptimo)
como una función de variables de hábitat (cobertura, alimento, agua,
temperatura) más relevantes para la especie durante su ciclo anual. Deben ser
fáciles de estimar y preferiblemente manejables. No pretenden ser modelos
exactos sino herramientas calibradas de uso práctico en la planificación y
manejo de hábitat y en la evaluación de los impactos ambientales (Brennan et
al. 1986, Schamberger y O‘Neil 1986). Por ejemplo, la calidad de una unidad de
manejo compuesta de varios tipos de hábitat se evalúa 1) cuantificando las
variables claves en cada tipo de hábitat, 2) calculando sus valores de HSI, 3)
multiplicando las superficies de cada tipo de hábitat por sus HSI respectivos,
y 4) sumando los resultados. Agráz et al. (1990) calcularon índices de la
calidad regional de hábitats para el capibara en Argentina a partir de
parámetros hidrológicos, climáticos, forrajeros y de cobertura y mapearon la
calidad potencial del hábitat. El valor de un área o hábitat para la faunasilvestre
en su conjunto es la sumatoria de su idoneidad para las poblaciones faunísticas
presentes (Farmer 1977). La estimación de la calidad o su valor es fundamental
para evaluar la vocación y la capacidad de diferentes hábitats y áreas para
mantener y producir fauna silvestre y para planificar las estrategias
conducentes a la plena realización de este potencial. Al encarar esta tarea es
oportuno reflexionar cual criterio (abundancia, productividad, estabilidad,
diversidad) concuerda mejor con los objetivos (Hobbs y Hanley 1990). La calidad
y valor no son constantes sino que cambian según la condición o la extensión de
los tipos de hábitat (Fagen 1988), favoreciendo a ciertas especies y
perjudicando a otras. La calidad de hábitat para una especie, su valor para la
fauna en su conjunto y su condición actual, en relación al estado deseable
ofrecen así criterios oportunos para el diseño y manejo de hábitats, la
evaluación y mitigación de los impactos ambientales y los planes de
restauración.
9.7.4 Análisis y evaluación por factores
Los métodos de análisis y evaluación de hábitats, esbozados hasta ahora,
presuponen una matriz de tipos de hábitats más o menos discretos. Implica
acceso a materiales
208 cartográficos idóneos y decisiones, a menudo arbitrarias, sobre qué
constituye un tipo de hábitat y dónde se sitúan sus linderos. Estas
interrogantes son más relevantes cuando se trata de gradientes ambientales
donde los límites naturales no existen o se cambian de un día a otro. Asimismo,
al evaluar los atributos de un áreaconcebida como una sumatoria de parches
puede ser difícil apreciar los efectos de los factores ambientales específicos
que determinan la distribución y abundancia de la fauna. Un enfoque alterno,
que evita estas fallas, es partir de los factores de hábitat, en lugar de
parches. Considerando el área de estudio como un solo espacio, se muestrea una
serie de puntos o parcelas aleatorias. En cada punto se registra un conjunto de
factores (cobertura, densidad y altura por especie y estrato, tipo y humedad
del suelo, presencia de alimentos, distancia al agua o cobertura, señales de
quema, etc.) que caracterizan al sitio y pueden ser importantes para la especie
o grupo de interés. Ya que no se sabe de antemano cuales factores resultarán de
valor diagnóstico, conviene examinar muchas variables, entre 10 y 20. Los
resultados del muestreo, al ser procesados, revelan los perfiles de ocurrencia
de cada factor en el área, que definen el hábitat promedio disponible para la fauna.
Permiten también desglosar el área en subunidades objetivas empleando programas
de clasificación y ordenamiento (Causton 1988, Gauch 1982). En un muestreo
aparte, se registran las mismas variables ambientales en una serie de puntos o
parches donde se constata la presencia del animal por observaciones directas,
rastros frescos o captura en trampas (August 1983, Brennan et al. 1986, Barreto
y Hernández 1988). Esto permite comparar la disponibilidad aleatoria en el
hábitat y su utilización (puntos-animal). Peyton (1986), por ejemplo, aplicó
programas de clasificación y ordenamiento a datos de puntos-hábitaty
puntos-animal para conocer la utilización de hábitats por el oso andino en Perú
y obtuvo 28 unidades de vegetación, de los cuales nueve eran frecuentadas por
los osos. El procedimiento más usual es comparar la disponibilidad y la
utilización por factores. En la etapa preliminar se puede emplear análisis de
varianza, para detectar las variables ambientales utilizadas selectivamente;
aquéllas utilizadas a la par de su oferta
promedio se descartan de los análisis posteriores, al igual que las que
presentan alta correlación entre sí. El grado de asociación, positiva o
negativa, entre las variables ambientales restantes y la presencia del animal
se despeja con estadísticas multivariadas, tales como análisis de regresión
múltiple, función discriminante, análisis de correspondencia y regresión
logística paso por paso, empleando programas de computación (August 1983,
Barreto y Hernández 1988, Mauro 1993). Los resultados de tales pruebas
dilucidan las variables de hábitat clave, su importancia relativa para una
especie y las diferencias interespecíficas, ofrecen bases objetivas para los
índices de calidad de hábitat y orientan así la planificación del manejo. Por
ejemplo, una acentuada regresión negativa entre la distancia a la aguada más
próxima y la presencia del animal sugiere que el factor agua está actuando como
limitante.
9.8 MANEJO DE HÁBITAT
Tal como se desprende de la sección precedente, el análisis y la evaluación
pueden ser tareas relativamente complicadas y costosas. Cabe preguntar,
entonces, sCuál es la utilidad práctica quejustifica este esfuerzo? y sCómo
apoya la evaluación del hábitat su diseño y manejo? Hay varias respuestas a
estas preguntas: Orientación general. El análisis de hábitats brinda una visión
global del área y sus características. Esto es importante incluso en las áreas
bajo estricta protección, donde no se tiene previsto manejo alguno, a excepción
del resguardo contra impactos externos. Es obvio -pero no necesariamente
frecuente- que en tales casos el levantamiento debería realizarse ya en la fase
de selección y planificación de las áreas protegidas (Moore y Ormazábal 1988).
•
• Vocación para diferentes especies. La evaluación de hábitats revela el
conjunto de especies -presentes o ausentes- compatibles con las características
del área; esto permite seleccionar las especies prioritarias para el manejo. •
Capacidad. La condición y calidad del hábitat, conjuntamente con los datos de
abundancia, fundamentan importantes decisiones de manejo. Si la capacidad del
209 área está subutilizada, las acciones deberían dirigise al manejo de
poblaciones, con miras a incrementarlas. Si el área está copada, las
alternativas son 1) reducir la población para evitar la sobrecarga, aunado al
seguimiento de la tendencia del hábitat, o 2) estudiar las opciones para
mejorar el hábitat a fin de aumentar su capacidad.
•
Factores limitantes. Leopold (1933) postuló que la mayoría de los factores de
hábitat son favorables para la fauna la mayor parte del año, pero que en cada
momento uno o pocos factores pueden actuar como limitantes. Un levantamiento
del hábitat ayuda adetectarlos y a concentrar el manejo en los factores y
períodos críticos. Impacto ambiental. La calidad, el valor y la condición del
hábitat permiten una cuantificación objetiva del impacto ambiental del uso
actual de la tierra o de futuras obras de desarrollo sobre el hábitat, y
aportan criterios para la evaluación del costo ecológico de usos y obras y para
orientar la mitigación o compensación del mismo.
• El mejoramiento de hábitats por medio de obras específicas para atenuar los
efectos de los factores limitantes o para restituir la condición de un área
deteriorada e incrementar así la capacidad productiva de la unidad de manejo.
En contraste con el caso anterior, el mejoramiento de hábitat puede valerse de
perturbaciones intermedias -tales como la tala, quema y siembra- para
aprovechar su efecto estimulador.
El diseño y la implementación de normas de uso múltiple de la tierra combinando
los intereses del manejo de fauna con las actividades agropecuarias,
forestales, recreacionales y la conservación de cuencas (Dourojeanni 1990,
Gómez-Pompa y Burley 1991). Ya que estas labores afectan inmensas áreas y son
impulsadas por un inversión mucho mayor que el manejo de fauna, este enfoque se
impone como la opción principal del manejo activo del hábitat, no sólo en los
países en desarrollo, sino en el mundo entero. Hay que tener presente que la
fauna nativa es la primera prioridad tan sólo en las áreas protegidas y en
algunos ecosistemas marginales o de alto valor escénico. En tierras sometidas a
otros usos económicos intensivos, la fauna nativa es un recurso complementario
yocasionalmente incompatible con la actividad principal. El aporte de la fauna
depende en alto grado de la voluntad y de la habilidad de diversos sectores
(forestal, agropecuario, económico, social, político, comunidades y productores
rurales, especialistas en la fauna silvestre) en diseñar y ejecutar planes
integrados. En nuestro cambiante mundo, el profesional en fauna silvestre será
cada vez menos un administrador de grandes espacios vírgenes y cada vez más el
gestor a favor de los intereses de la fauna nativa en un equipo
multidisciplinario que decida sobre las pautas del uso de la tierra. Tales
planes deberían desprenderse de los argumentos técnicos, pero a menudo es el
balance de fuerzas entre los grupos de intereses el que juega un papel
decisivo. B. Cooperación ciudadana. El más brillante plan de manejo puede
reducirse a letra muerta en ausencia de una cooperación por parte de la
población local. El personal a cargo del diseño del plan debe tener una
mentalidad amplia y comunicativa, sentido común y conocer las realidades
socioeconómicas y culturales de la gente y su
•
•
Tendencia. El mejor manejo de hábitat es el preventivo, especialmente en un
entorno donde los dramáticos cambios en el uso de la tierra están a la orden
del día. La evaluación del hábitat y en particular el seguimiento de su
condición, permiten detectar su tendencia y adoptar medidas preventivas. En
términos generales, el levantamiento del hábitat es menos costoso que su
manejo, de tal forma que una buena documentación en la primera etapa ayudaa
racionar los gastos en la segunda.
•
9.8.1 Nociones generales
Alternativas. El manejo de hábitat consiste de acciones concretas en el campo,
encaminadas a conservar y mejorar el hábitat para un conjunto de poblaciones
silvestres. Abarca tres vertientes principales:
•
La conservación o mantenimiento de la condición del hábitat controlando el tipo
y la intensidad del uso de la tierra, la carga de pastoreo por especies
domésticas o nativas, obras hidráulicas, tala y quema de vegetación.
Ecológicamente hablando, esta estrategia pretende minimizar la perturbación del
sistema.
210 incidencia sobre los usos de la tierra. En lugar de imponer soluciones
técnicas, conviene asumir el papel de facilitador y esbozar planes de manejo
conjuntamente con la gente local. Esto es más sencillo en el caso de fundos
particulares. El plan se diseña con el propietario, quien queda a cargo de su
implementación y, según la regla general, cuenta con los medios para hacerlo.
Si el propietario no está interesado, lo más prudente es trabajar con los que
sí lo están. Concertar normas para el manejo de un hábitat o área con una
comunidad rural es un reto mayor, pero la unión de esfuerzos es la única vía
para soluciones duraderas. De hecho, el manejo de fauna según las normas
acordadas por las mismas comunidades se vislumbra como la principal esperanza
para la regulación de la caza de subsistencia en las regiones poco pobladas
(Anónimo 1996, Ulloa et al. 1996, Bodmer et al. 1997). C. Costo/beneficio. El
manejo de hábitat genera casi siempre costos directos (de las obras paramejorar
los hábitats) o indirectos, tales como los efectos sobre otros usos de la
tierra. En consecuencia, a la hora de diseñar el hábitat deseable para un
conjunto de especies y objetivo de manejo hay que atenerse a las realidades
económicas. Excepto casos muy contados, -la preservación de especies seriamente
amenazadas-, los beneficios del manejo de hábitat deberían compensar los costos
a mediano plazo. Cualquier plan de manejo de hábitat amerita, por lo tanto, una
cuidadosa planificación y análisis económico. Desde los tiempos de Leopold
(1930, 1933), el mejoramiento del hábitat ha sido el caballo de batalla de la
estrategia estadounidense de manejo de fauna. En efecto, el capítulo más
extenso del Manual de la Gestión de Vida Silvestre (Rodríguez Tarrés 1987) está
dedicado a las técnicas de mejoramiento de hábitat (Yoakum et al. 1980). Esto
se explica porque en América del Norte la colectividad profesa una alta estima
por la fauna silvestre y paga por su utilización, que justifica y cubre los
costos del manejo de hábitat. Asimismo, el mayor valor de la tierra propicia
una producción más intensiva. Nuestro medio presenta una realidad distinta: 1)
en muchos casos, el bajo aporte de las especies más cotizadas se debe más a la
caza excesiva que a la calidad del hábitat, 2) la fauna silvestre se conceptúa
como un rubro de libre acceso y de poco valor, 3) como resultado, no se
invierten fondos
para el manejo de hábitat, y 4) existe muy poca experiencia sobre las
respuestas de nuestra fauna al manejo de hábitat. En consecuencia, se carecen
debases para predecir los beneficios esperados de diferentes medidas de manejo.
D. Respuestas al manejo. Las respuestas poblacionales al manejo de hábitats se
evalúan por medio de planes de seguimiento (Jones 1986). Algunas medidas pueden
favorecer a la fauna en términos globales, tal como la provisión de aguadas
para la sequía y la conservación de la condición del hábitat. Por otra parte,
las poblaciones silvestres pueden responder al manejo de hábitat solo hasta
cierto punto, cuando el espacio físico (no manejable) asume el papel limitante.
De esta manera, una suplementación alimentaria puede duplicar la densidad
poblacional, pero rara vez logra inducir un aumento mayor (Boutin 1990). Las
respuestas al manejo de hábitat varían mucho según los requisitos ambientales
de cada especie. Una medida que favorece a una especie o gremio puede
perjudicar a las demás. En este orden de ideas, Leopold (1930) clasificó la
fauna cinegética norteamericana en 1) fauna de cultivos (farm game) cuyo
hábitat óptimo son tierras agrícolas; 2) fauna de bosque y campo que prospera
en tierras pecuarias y forestales, tolera cierto grado de cultivo y no precisa
hábitats primarios; estas clases son sedentarias e idóneas para el manejo en
los predios rurales; 3) fauna migratoria, que comprende ante todo los patos y
por su alta mobilidad requiere manejo en macroescala; y 4) fauna de tierras
vírgenes (wilderness game), confinada a áreas prístinas e intolerante a las
alteraciones de hábitat. En términos generales, las clases 1 y 2 responden
favorablemente a los cambios de hábitat que generansucesión, entremezcla y
alimentos cultivados. La clase 3 responde al aumento de la extensión, número y
permanencia de humedales y puede frecuentar los cultivos. Los integrantes de
estas tres clases son mayormente prolíficos (ver 6.3.1), con respuestas
poblacionales rápidas. La clase 4, en cambio, requiere ante todo la preservación
de su hábitat primario y las opciones para mejorarlo pueden ser limitadas. De
este hecho se desprende una diferencia fundamental entre las faunas cinegéticas
de América del Norte y del Sur. Los animales de caza del norte se ubican en
gran medida en las clases 1, 2 y 3, que toleran o se benefician de
211 alteraciones ambientales. En cambio, la riqueza principal de América
tropical reside en su fauna silvícola, incompatible con alteraciones radicales
de su entorno. Por otra parte, la fauna de áreas abiertas y/o alteradas del
Neotrópico puede responder bien al manejo de hábitat, tal como sugieren algunas
alteraciones ambientales con otros fines. A continuación discutimos brevemente
el manejo de la vegetación y del agua; el control de depredadores se reseña en
la sección 7.4. y cobertura para los herbívoros terrestres. Se recomienda talar
periódicamente por franjas o parches pequeños y distribuidos para generar una
yuxtaposición favorable (Yoakum et al. 1980, Crawford 1984). Esto se logra
combinando los intereses forestales y los de la fauna. Es posible que los
parches de agricultura migratoria (conucos, milpas, rozas), bajo cultivo o en
barbecho, diseminados en las selvas tropicales, tengan un efecto beneficioso
para algunas especies, así comociertas prácticas forestales. El desarrollo de
técnicas de extracción de madera que mejoren al mismo tiempo el hábitat para la
fauna (u ocasionen el menor daño) es un gran reto para la investigación y el
manejo de la fauna silvícola. Las técnicas para generar o retener la sucesión
en áreas abiertas incluyen pastoreo, corte mecánico de vegetación, labranza del
terreno, inundación y ante todo quema. C. Quema. La quema de vegetación
herbácea para eliminar plantas indeseables y la paja seca y para estimular el
rebrote palatable es una tradición arraigada en América Latina. Sin embargo, el
fuego es una arma de doble filo (Ajayi y Halstead 1979, Yoakum et al. 1980,
Riney 1982, Hofmann et al. 1983). Los incendios incontrolables pueden ser
destructivos para la fauna y su hábitat y las quemas demasiado frecuentes (una
o más veces al año) tienden a degradar el hábitat. Por otra parte, la quema
recurrente es parte de la dinámica natural de muchas sabanas y otros
ecosistemas abiertos y/o secos (Bucher 1980, Bourlière y Hadley 1983). La
ausencia de quema aumenta la fitomasa muerta, la cobertura herbácea, disminuye
la calidad del forraje y puede propiciar la invasión de malezas leñosas. En
tales casos, la cobertura herbácea deseable se mantiene con la quema
programada, basada en estudios previos y realizada bajo control (Ajayi y
Halstead 1979, Thomas et al. 1990). Sin embargo, antes de recurrir a esta
herramienta hay que saber cómo, cuándo, dónde y por qué quemar. Lo mismo vale
para todas las técnicas de perturbación para el mejoramiento de hábitat: un
efecto rejuvenecedor se logracon una dosificación prudente de la intensidad,
frecuencia y alcance espacial del agente perturbador, que debe ser despejado en
experimentos de campo. D. Siembra. La propagación de plantas, herbáceas o
leñosas, nativas o cultivadas, para aumentar los alimentos, la cobertura y la
heterogeneidad espacial es una medida
9.8.2 Manejo de vegetación
A. Conservación. La primera prioridad en el manejo de vegetación en nuestro
medio es su conservación, especialmente en el caso de la fauna silvícola. Es
bien conocido que esta tarea enfrenta inmensas presiones socioeconómicas,
demográficas y políticas, ante las cuales incluso los autoridades máximas se
sienten impotentes. sQué puede hacer un profesional en fauna silvestre ante
este gran reto que involucra el dolor y la esperanza de los países en
desarrollo, su patrimonio natural y por ende el futuro de nuestro planeta? Ante
todo, trabajar con el máximo empeño, honestidad profesional y sentido común y
promover la idea del rendimiento sostenible de los recursos como la base de
todo desarrollo perdurable. En el plano práctico, se precisa una sólida
documentación sobre las necesidades de hábitat de la fauna silvestre para que
esta información sea tomada en cuenta en la planificación del uso múltiple de
la tierra. A microescala, esta tarea plantea muchas opciones, según las
características del área y su utilización económica. Por ejemplo, muchas
tierras de pastoreo están deteriorándose porque los ganaderos tradicionales
tienden a maximizar el tamaño del rebaño a expensas de su producción.En estos
casos, el manejador de fauna debe trabajar mano a mano con los productores
pecuarios, zootecnistas y otros profesionales del agro, a fin de reajustar la
carga de pastoreo. B. Manejo de sucesión. Generar, retener o acelerar la
sucesión son medidas básicas de mejoramiento de hábitat, especialmente en
América del Norte, donde un contingente sustancial de la fauna cinegética se
beneficia de los primeros estadios sucesionales. La tala de parches en bosques
estimula la productividad del estrato herbáceo y arbustivo, que ofrece gran
variedad de alimentos de calidad
212 poderosa de mejoramiento de hábitat (Giles 1978, Yoakum et al. 1980), pero
en nuestro medio el alto costo limita su aplicación. Por otra parte, abundan
los ejemplos sobre los beneficios a la fauna nativa a raíz de modificaciones de
la vegetación con otros fines. Lo más patético es, tal vez, la afluencia masiva
de los patos silbadores a los arrozales, que les brindan un hábitat ideal
(Bourne y Osborne 1978, Dallmeier 1991) y el binomio sorgo-Zenaida (Bucher y
Nores 1976). Sin embargo, el mismo cultivo que alimenta a las palomas reduce su
hábitat de nidificación (Purdy y Tomlison 1991). En los Llanos venezolanos, el
sorgo ofrece alimento para el venado cola blanca justamente en la época cuando
otros forrajes de calidad son escasos (Danields 1987). La costumbre criolla de
sembrar árboles frutales, ante todo mangos, alrededor de las viviendas beneficia
una amplia gama de especies silvestres, incluso décadas después del abandono de
estos sitios. Se recomienda sembrar arboles para restituir el dañoprovocado por
la tala de árboles frutales nativos, utilizados tanto por las comunidades
extractivistas como la fauna silvestre (Bodmer et al. 1997). La deforestación
parcial con fines agropecuarios, dejando en pie árboles dispersos y el uso de
postes vivos para las cercas, pueden favorecer a las especies silvestres. Por
otra parte, la fauna nativa parece evitar los monocultivos forestales de pino,
eucalipto, teca, etc. (Johns 1986, Ochoa et al, 1988, Sick 1988). Estos
ejemplos evidencian las respuestas de varios elementos de nuestra fauna a la
siembra de diversas especies de plantas y sugieren opciones para el mejoramiento
de su hábitat. En cambio, la provisión de alimentos para la fauna durante el
período más crítico (Mautz 1978, Schmitz 1990) no encaja con la realidad de los
países en desarrollo. E. Cajas de nidificación. El manejo de cobertura tiene
que subsanar a veces deficiencias muy puntuales. Por ejemplo, la escasez
natural de árboles huecos, agravada a menudo por la tala y otras prácticas
forestales, puede ser un factor limitante para patos, loros, guacamayas y otras
aves que nidifican en los huecos de los árboles. Esta carencia se puede superar
instalando cajas de nidificación en lugares apropiados, tal como comprueban las
experiencias en El Salvador (Gómez 1985), Costa Rica (Altuve 1990) y México
(Feekes 1991) con el pato silbador Dendrocygna autumnalis, y en Venezuela con
Ara macao (Del Conte y González-Fernández 1995). Al igual, una escasa cobertura
de escape y nidificación se puede remediar a veces con pilas de vegetación
leñosa muerta y en áreas muyabiertas se pueden instalar perchas para las aves
de rapiña, agentes de control de animales plagas (Giles 1978, Yoakum et al.
1980).
9.8.3 Manejo de agua
A. Manejo no intencional. Leopold (1933) enfatizó la importancia de los
abrevaderos del ganado para la fauna silvestre en las regiones áridas del oeste
de los Estados Unidos. Esta aseveración puede extenderse a las tierras de
ganadería extensiva de América Latina, donde la fauna silvestre se beneficia,
sin costo directo alguno, de la provisión de agua para el ganado en la época
seca. A las aguadas tradicionales (pozos, aljibes, préstamos, tajamares, agua
retenida por diques o extraída del subsuelo por medio de bombas) se agregan
ahora vastas obras hidráulicas que, además de surtir agua para la fauna
terrestre, generan hábitat para las especies de humedales y serán tratadas más
adelante. B. Manejo intencional. A pesar de los abrevaderos del ganado y las
alteraciones de drenaje, el análisis de hábitat puede revelar que la falta de
agua excluye a la fauna silvestre de cuantiosos sectores de la unidad de
manejo. Para mitigar este factor limitante hay que decidir la ubicación y el
tipo de las aguadas a construir y estimar su relación beneficio/costo. Un mapa
del área es esencial en el diseño espacial porque la idea es crear el mínimo de
aguadas nuevas, para que el área de influencia combinada de los abrevaderos
para las especies prioritarias cubra toda la unidad de manejo. Para tal efecto,
Giles (1978) sugiere un diseño por hexágonos, proporcionales al área de
influencia de las aguadas. Merece atención también elhábitat circundante; una
aguada ubicada en un ecotono puede crear la mejor yuxtaposición para la fauna
en su conjunto. Una aguada ideal es de bajo costo, ajustada a las condiciones
del sitio, permanente y adecuada para los animales para los cuales se destina. Puede
ser una fosa en un suelo poco permeable que conserva agua de lluvia
213 para la sequía, un arroyo, caño u otro cauce natural tapado por un dique o
un dispositivo que colecta y almacena el agua de lluvia. Yoakum et al. (1980)
ilustran varios diseños para las tierras áridas de los Estados Unidos. En
sabanas anegadizas el agua es limitante por exceso durante la inundación y por
escasez durante la sequía. Para mejorar tales áreas para el capibara se pueden
construir aguadas equidistantes en forma de fosas amontonando la tierra al lado
de la fosa, para construir una islita que sirve de lugar de reposo durante la
inundación (Ojasti 1982, Herrera 1986). Tales mejoras pueden favorecer a muchas
otras especies. Si las aguadas se destinan solamente a la fauna silvestre,
conviene cercarlas para evitar los daños que pueda causar la afluencia masiva
del ganado. Los abrevaderos en forma de tanques o fosas de paredes verticales
pueden ser inaccesibles para la fauna silvestres o constituir trampas mortales.
Estos inconvenientes se evitan con rampas de acceso (Yoakum et al. 1980). C.
Conservación de humedales. Los multiples valores de los humedales, así como la
diversidad de usos que compiten por éstos demandan un ordenamiento
multidisciplinario. El manejo de humedales como hábitat de la faunasilvestre
tiene por objetivo conservar la dinámica natural del agua que genera el
carácter propio y la productividad de humedales y crearlos o mejorarlos, en
conformidad con los requerimientos de la fauna. La conservación de humedales
precisa un ordenamiento legal y administrativo a gran escala, amparado incluso
por programas de alcance mundial, tales como la Convención sobre Humedales de
Importancia Internacional, mejor conocido como Convención Ramsar (1971) y
ratificada por varios países latinoamericanos. Este enfoque es necesario por la
estrecha relación entre los humedales, las cuencas que los alimentan, y su
importancia para las aves migratorias. Las crecientes presiones humanas sobre
los humedales costeros en particular demandan esfuerzos compartidos. La
creación y operación de áreas protegidas con sus respectivas normas de
funcionamiento, incluyendo las actividades admisibles y vedadas, son medidas
esenciales para la conservación de humedales a macroescala (FAO/PNUMA 1988a).
El mantenimiento práctico de humedales consiste en manejar ecosistemas con
láminas de agua y con una visión de conjunto, para beneficiar un amplio elenco
de especies con requerimientos semejantes (FAO/PNUMA 1985, 1988b). Las acciones
de manejo están orientadas hacia 1) el control de la intensidad de usos del
propio humedal; esto no implica la exclusión de actividades compatibles con el
bienestar del humedal, incluyendo pastoreo, pesca artesanal o turismo a escala
moderada, y 2) el seguimiento y control del sistema hidráulico natural, con un
énfasis en los flujos externos que surten de agua aárea. Por ejemplo, López
(1986) encontró que el represamiento de caños en áreas agrícolas aledañas al
Refugio de Fauna del Golfete de Cuare, Venezuela, impedía el flujo de agua
dulce, lo que redujo la profundidad y la extensión del agua en las albúferas,
aumentó la salinidad y, por ende, recortó el período favorable para los
flamencos en dicho refugio. Quesada y Jiménez (1988) citan casos similares de humedales
de Costa Rica. D. Creación y mejoramiento de humedales. El hombre elimina y
genera humedales facilitando u obstruyendo el drenaje. Cualquier barrera que
intercepta la escorrentía acumula agua a un lado y reseca el otro. El empeño
humano en estabilizar sistemas fluctuantes neutraliza el impulso vital de las
perturbaciones naturales y resulta a menudo en sistemas estáticos, menos
productivos y poco propicios para una fauna evolucionada en un medio cambiante.
El uso creciente de maquinaria pesada para movimiento de tierra ha acelerado
extensas obras hidráulicas en América Latina: la construcción de grandes
embalses, sistemas de riego, muros de contención contra inundación por desborde
y carreteras-diques en terrenos anegadizos. Estos últimos impiden a menudo el
drenaje natural y generan extensas lagunas aguas arriba de la obra. Las cadenas
de “préstamos” o fosas que resultan de la extracción de tierra para los diques,
pueden conservar agua todo el año. Una amplia gama de especies de humedales,
entre patos, aves zancudas, capibaras, caimanes, algunas tortugas y peces
parecen aceptar con avidez estos humedales creados (Morales et al. 1981, Ramo
1982, Seijas et al.1989, Magnusson 1995, entre otros). Sin embargo, también
surgen efectos negativos, tales como el reemplazo del pastizal por malezas
acuáticas o inmensos espejos de agua, la desaparición de la cobertura arbórea,
escasez de lugares secos de reposo durante la
214 inundación, y la sustitución del mosaico natural por extensos esteros
(Ramia 1972, Ojasti 1978, Rivero Blanco 1989). Estas experiencias de los
humedales creados y las respuestas de la vegetación a la profundidad y duración
de la inundación ofrecen puntos de partida para un manejo planificado de humedales
(Escobar 1977, Bulla et al. 1980, Tejos et al. 1990). Pequeñas alteraciones del
drenaje bien distribuidas sobre la unidad de manejo pueden producir un mosaico
variado de espejos de agua, vegetación emergente y parches secos lo que resulta
atractivo para muchas especies de humedales. fauna nativa; por ejemplo, los
casos esporádicos como proveer aguadas para la fauna en fundos privados o el
hábito de algunos grupos indígenas de dejar parte de la cosecha en los
sembradíos para los animales silvestres. En la etapa actual de desarrollo de
América Latina, la primera prioridad en materia de hábitats es indudablemente
su conservación. En vista de la alta fracción de fauna neotropical confinada a
selvas y otros ambientes primarios, esta prioridad debería ser permanente y
establecida en el derecho ambiental. Por otra parte, son cada vez más extensos
los hábitats abiertos, sucesionales, alterados y explotados. La fauna de tales
áreas es usualmente oportunista, productiva, puedetener vocación para la caza
deportiva y suele responder bien al manejo de hábitat. Es probable que las
opciones más provechosas del manejo de hábitat se den justamente en tierras
alteradas y/o sometidas a usos agropecuarios y forestales. Por eso, es urgente
dirigir esfuerzos al manejo experimental de tales hábitats, a fin de
desarrollar técnicas cónsonas con nuestros ambientes y evaluar las respuestas
poblacionales a diferentes medidas. También conviene desarrollar normas para
ajustar otros usos de la tierra a las necesidades de la fauna y establecer las
relaciones beneficio/costo para las especies prioritarias y para el ecosistema
en su conjunto. Tales estudios indicarán la potencialidad del mejoramiento de
hábitat en el manejo de nuestra fauna nativa.
9.8.4 Manejo de hábitat en Latinoamérica
sExiste en América Latina un manejo programado del hábitat para fomentar la
fauna silvestre? Las respuestas de diferentes especialistas al respecto serán
probablemente distintas. Lo cierto es que los sistemas de áreas protegidas, así
como las normas legales para racionar las deforestaciones y otras alteraciones
del entorno protegen, hasta cierto punto, inmensas extensiones de áreas
naturales. Al mismo tiempo, como subproducto del desarrollo agropecuario y
diversas obras hidráulicas la permanencia de agua en muchos ambientes abiertos
es seguramente mejor ahora que bajo condiciones naturales. Es razonable esperar
también que la ausencia de grandes depredadores, a consecuencia de su control
con fines pecuarios o comerciales, puede favorecer a las poblaciones presas.
Por otraparte, son muy escasas las acciones intencionales dirigidas al
mejoramiento del hábitat de la
215
10 EXPERIENCIAS Y ENFOQUES LATINOAMERICANOS
10.1 INTRODUCCIÓN
Esta última sección pretende ilustrar algunos enfoques, experiencias y logros
del manejo de fauna silvestre en América Latina. Varios hechos resaltan la
vocación y la proyección del manejo de fauna de esta región. A pesar de
crecientes amenazas ambientales, América del Sur sigue siendo el continente
menos intervenido del mundo, poseedor de más de la mitad de los bosques húmedos
tropicales existentes y una inmensa diversidad biológica. En muchas áreas, sin
embargo, la fauna silvestre como recurso se está agotando y los hábitats sufren
un grave deterioro, todo lo cual reclama un manejo urgente. Al mismo tiempo,
las décadas recientes son testigos de un apreciable avance en la investigación
y el conocimiento de la fauna silvestre neotropical, en la formación de los
recursos humanos para su manejo y del desarrollo de los instrumentos legales e
institucionales pertinentes. La región ha servido de sede para eventos de la
envergadura del IV Congreso Mundial de Parques Nacionales y Áreas Protegidas
(Caracas 1992) y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente
y el Desarrollo (Río de Janeiro 1992). Estos eventos realzan la importancia del
conocimiento y la valoración del ambiente y sus recursos ante los dirigentes
políticos y el público en general y promueven acciones concretas, tales como el
diseño de las estrategias nacionales de diversidad biológica. La labor
quedesarrollan las ONGs conservacionistas está en franca expansión y apoya los
esfuerzos oficiales en la conservación de la fauna. Los programas de manejo en
marcha en la región constituyen un indicador objetivo de la orientación y
alcance actuales del manejo de fauna silvestre. En este orden de ideas
presentamos y discutimos a continuación algunos ejemplos de las experiencias de
manejo con énfasis especial en la América tropical. Los ejemplos están ordenados
como protección, criaderos y aprovechamiento de poblaciones naturales, a fin de
reseñarlos en un marco de referencia coherente. En la práctica existe, sin
embargo, un amplio solapamiento entre los tres casos. Un programa de protección
puede tener como meta un aprovechamiento posterior y en ambos casos los
criaderos pueden completar el manejo en el campo.
10.2 PROTECCIÓN
10.2.1 Protección de áreas silvestres
El logro conservacionista más trascendental de América Latina y el Caribe es
sin duda la creación de un extenso sistema de áreas silvestres protegidas. Al
celebrarse el IV Congreso Mundial de Parques Nacionales y Áreas Protegidas
(1992), la región contó con unas 2000 áreas legalmente protegidas que abarcan
más de 2 millones de km2 o casi 10% de la región (Tabla 10.1). Según este
criterio, la región cumple con creces su cuota en la conservación de la
biósfera porque cuenta con más del 25% de la extensión de áreas protegidas a
escala mundial, aunque abarca solamente un 14% de la superficie terrestre del
planeta. La categoría de manejo más difundida es el parque nacional que ocupa
38% de la superficie de lasáreas protegidas en la región. Además de la
expansión espacial, se ha avanzado en la unificación y ajuste de las figuras
legales nacionales con las 10 categorías de manejo de la IUCN (1984), y en el
diseño de un sistema de áreas protegidas representativas de la diversidad
biogeográfica del Neotrópico (Ormazábal 1988). La mayoría de las áreas
protegidas han sido decretadas en las últimas dos décadas. Una parte de la
reciente expansión se debe a la emergencia de reservar áreas prístinas antes
que éstas sean arrasadas por la frontera agrícola, a sabiendas de que los
servicios de parques nacionales no poseen aún la capacidad de atender todas
estas áreas. Las estadísticas de la Tabla 10.1
216 Tabla 10.1. Las áreas silvestres protegidas de América Latina y el Caribe.
El renglón otros resume las áreas protegidas en las islas menores del Caribe.
Fuente: MARNR/UICN/INPARQUES (1992). Número total Parques Nacionales Superficie
total, km2 Porcentaje del territorio
País
México Belice Guatemala Honduras El Salvador Nicaragua Costa Rica Panamá Cuba
Jamaica Rep. Dominicana Haití Trinidad y Tobago Colombia Venezuela Guyana Surinám
Guayana Francesa Ecuador Perú Bolivia Brasil Paraguay Uruguay Argentina Chile
Otros
Total
80 32 72 54 30 38 111 36 158 143 18 9 18 46 129 10 16 24 48 48 218 39 21 201
111 323
2 033
48 4 7 13 6 3 12 8 13 3 9 3 0 36 39 1 3 6 7 13 64 10 0 11 31 29
379
70 686 7 455 27 143 24 927 336 18 338 18 562 22 872 18 458 1 334 5 521 80 951
174 121 496 843 117 11 414 112 975 134 656 221 885 396 565 11 909 1 359132 652
169 261 3 303
2 083 754
3,6 3,3 24,9 22,2 1,6 12,4 36,5 29,1 16,1 11,7 11,4 0,3 18,5 15,3 52,2 0,1 7,0
24,5 10,5 20,2 4,7 2,9 0,7 4,8 22,5 11,6
9,95
subestiman la cantidad y extensión actual (2000) de las áreas protegidas, por
la creación de nuevas áreas y figuras legales, especialmente de orientación
social o antropológica, tales como reservas indígenas, comunales
y extractivas (Castaño Uribe 1993). En adición a las áreas decretadas
oficialmente, algunos propietarios rurales protegen la fauna silvestre en sus
predios por motivos económicos y conservacionistas. En Venezuela la fauna
217 silvestre alcanza a menudo mayor abundancia en tales reservas privadas que
en las áreas protegidas por el Estado. En el futuro cercano se espera completar
la representatividad de las áreas protegidas en su conjunto, pero más que todo,
consolidar el sistema existente y garantizar su continuidad en el tiempo. Un
reto importante a este respecto es lograr la cooperación de las comunidades
asentadas dentro o cerca de las áreas protegidas, las cuales se han visto
perjudicadas por las restricciones impuestas (Alcorn 1993). Para tal efecto se
debe ampliar la participación local en la toma de decisiones y en el manejo de
estas áreas, la concientización de los lugareños, y la creación de incentivos,
por ejemplo, un uso sostenible de recursos en las zonas de amortiguación,
empleo, ingresos, servicios públicos básicos y otras mejoras de su nivel de
vida (Barzetti 1993, Anónimo 1996). Por otra parte, la calidad del manejo de
las áreas protegidasse ve limitada por la escasez de fondos. A pesar de la
creciente participación de las ONGs, la custodia, investigación y manejo de las
áreas protegidas requiere mayor apoyo extraregional. Los esfuerzos que vienen
desplegando los países del área en la preservación de un vasto sector de la
biodiversidad mundial justificarían plenamente esta contribución (Barzetti
1993, Castaño Uribe 1993, MARNR/UICN/INPARQUES 1992). Desde la perspectiva del
manejo de fauna, la protección de áreas silvestres resguarda teóricamente toda
la vida animal presente en las mismas conservando tanto sus hábitats como sus
poblaciones y constituye así la estrategia principal de preservación de la
diversidad biológica. La gran mayoría de tales áreas protegen los ecosistemas y
su fauna contra todo impacto humano, sin otro manejo específico. En algunos casos,
en cambio, la conservación de determinados animales constituye un objetivo
rector: la vicuña en la Reserva Nacional Pampa Galeras, Perú, y el Parque
Nacional Lauca, Chile, tortugas de río en la Reserva Biológica de Río
Trombetas, Brasil, y los guácharos en el Parque Nacional El Guácharo,
Venezuela. Esto implica un resguardo, seguimiento y manejo activo de tales
poblaciones. Algunas áreas protegidas se utilizan para la repoblación de
especies localmente extintas, por ejemplo, los camélidos andinos (Reserva de
Producción Faunística Chimborazo, Ecuador) y el cocodrilo del Orinoco (Refugio
de Fauna Caño Guaritico, Venezuela). Asimismo, la aplicación del concepto de
corredores ecológicos en el diseño de sistemas y áreas protegidas (Vega 1994,
Yerena1994) alivia los problemas de aislamiento que sufren muchas especies
amenazadas.
10.2.2 Rescate de poblaciones de reptiles
A. Tortugas fluviales. Programas de rescate y restauración de poblaciones de la
gran tortuga fluvial Podocnemis expansa constituyen una de las actividades
conservacionistas más distintivas de América tropical (Soini 1997). Estos
quelonios se congregan para reproducirse en determinadas playas lo cual
facilita tanto su captura como su protección. Ya en la época colonial los
misioneros jesuitas implantaron medidas incipientes para su conservación
(Humboldt 1819). Sin embargo, la intensa extracción de las tortugas y sus
huevos por más de dos siglos dejó sus poblaciones en un ruinoso estado. Recién
en las últimas décadas los países amazónicos han iniciado programas dirigidos a
su rescate y recuperación. El programa de mayor envergadura es el de Brasil,
iniciado en 1979, que se desarrolla en numerosas áreas de desove en ocho
estados amazónicos (IBAMA 1989). Su objetivo general es proteger las principales
tortugas dulceacuícolas en su época de reproducción. Primero se realizó el
inventario de las playas de desove en esta inmensa región y se seleccionaron
las áreas prioritarias para ser atendidas. En cada puesto de trabajo se
establece un campamento por 4 a 5 meses en el período reproductivo de las
tortugas, que coincide con las aguas bajas (Alho y Pádua 1982). El programa
abarca actividades simultáneas de manejo, guardería, educación e investigación.
El manejo directo empieza con la limpieza de los presuntos lugares de desove, y
su señalamientopara desviar la navegación fluvial y la pesca de las aguas
adyacentes a las playas, donde se congregan las tortugas antes de reproducirse.
Una vez iniciado el desove, se localizan y marcan los nidos individuales o las
áreas de nidificación con fines de su conteo y seguimiento. En esta etapa se
realiza también el transplante de nidos propensos a inundarse antes de su
eclosión a bancos más altos. Al culminarse el período de incubación, se
recolectan los neonatos y se les mantiene en lagunitas naturales o
218 artificiales, protegidas contra depredadores y provistas de alimento, a fin
de resguardarlos durante la etapa más vulnerable de su vida. Al cabo de pocas
semanas, las crías son liberadas en las playas o lagunas costeras con abundante
vegetación. El programa incluye también un manejo semejante de Podocnemis
unifilis, de menor tamaño, más solitario y de distribución más amplia que P.
expansa. Conjuntamente con el manejo se realiza la guardería en las áreas de
reproducción, a fin de evitar tanto la captura de las tortugas ponedoras y el
saqueo de sus nidos como cualquier perturbación que pueda atrasar el desove y
aumentar el riesgo de inundación de las nidadas. A la vigilancia puntual se
agrega la fiscalización del transporte fluvial y terrestre y de los mercados
para impedir el comercio ilegal de estos quelonios. Se realizan también
campañas de educación ambiental con una atención particular a las comunidades
aledañas a las áreas de desove. Como resultado del programa, se han liberado
(hasta 1989) unos 10 millones detortuguillos. Las estadísticas de la producción
anual de crías demuestran, en la mayoría de los casos, un aumento sostenido,
habiendo sobrepasado el límite de un millón de crías por año en 1987 (IBAMA
1989). Luz et al. (1997) reseñan la cifra actualizada de casi 30 millones de
tortuguillos rescatados durante los 18 años del programa. En el Perú amazónico,
el manejo de las tortugas fluviales se concentra en la Reserva Nacional
PacayaSamiria a partir de 1979 (Soini et al. 1995, Soini 1997). El proyecto
consta del seguimiento, investigación y manejo de poblaciones de Podocnemis
expansa, P. sextuberculata y P. unifilis -la más abundante-. En esta área,
sujeta a intensa extracción furtiva de las tortugas y sus nidos, el manejo se
concentra en el transplante de todas los nidadas naturales a nidos artificiales
y la liberación de los neonatos a orillas del río. En el transcurso del
proyecto se han liberado 179.000 tortuguillos, incluyendo unos 57.000 de
Podocnemis expansa. No se sabe, sin embargo, si esto alcanza a reponer las
pérdidas por la extracción de tortugas adultas. Un proyecto semejante del río
Caquetá, Parque Nacional Cahuinarí, Colombia, comparte las mismas acciones de manejo,
pero enfatiza al mismo tiempo la capacitación de las comunidades lo
cales para asumir la responsabilidad del manejo sostenible de este recurso
(Martínez y Rodríguez 1997). En Venezuela, el seguimiento de las poblaciones de
Podocnemis expansa del Orinoco Medio data de 1945 alcanzando mayor intensidad
en el período de 1961 a 1965 (Ojasti 1967, 1971). La especie está vedadaen el
país desde 1962 y en las décadas siguientes, sus playas de desove contaron con
cierto grado de protección. El área principal de desove fue decretada como
refugio de fauna en 1989. Al mismo tiempo el Servicio Autónomo PROFAUNA
implantó un programa permanente de guardería, manejo y educación en esta área.
A semejanza del programa de Brasil, el manejo consta del seguimiento de la
reproducción, conteo de nidos, transplante de nidos depositados en playas muy
bajas y el rescate y liberación de las crías de aquellas nidadas amenazadas por
la creciente. Incluye también el levante de hasta 10.000 tortuguillos en criaderos
hasta la edad de un año, con fines de repoblación. El número anual de nidos se
ha mantenido relativamente constante en los años recientes, alrededor de 1000
(Licata 1994). Todos estos proyectos pretenden fomentar la sobrevivencia en las
etapas de vida más vulnerables del tortuguillo, auque no se sabe aún hasta que
punto la protección brindada mejora la sobrevivencia y reclutamiento en su
ambiente natural. Al igual que en otros quelonios, la determinación del sexo de
Podocnemis expansa depende de la temperatura de incubación (Alho et al. 1985).
Sin embargo, se ignora el posible efecto del transplante de nidos sobre la
proporción de sexos de los neonatos. Tampoco se ha logrado proteger
efectivamente a las tortugas adultas fuera de sus áreas de reproducción. De
esta manera, entre los beneficiarios principales de este laudable esfuerzo
figuran los mismos cazadores furtivos que constituyen la mayor amenaza de la
especie. Esto conspira contra el programa yaconseja una acción más enérgica en
la guardería y educación ambiental. B. Tortugas marinas. La protección de las
tortugas fluviales es un caso especial del resguardo de las tortugas acuáticas
amenazadas y especialmente las marinas, en sus lugares de desove a escala
mundial. En América Latina, tales programas, a menudo a cargo de ONGs
nacionales, se desarrollan por lo menos en Brasil, Costa
219 Rica, Cuba, México, Nicaragua, Panamá, Surinam y Venezuela. Las acciones de
manejo incluyen la protección legal de las tortugas, sus nidos y áreas de
desove, patrullaje y resguardo de las playas, racionamiento de la extracción de
huevos, transplante de nidos amenazados por saqueo, erosión de la playa o
mareas, liberación de los neonatos o su levante a mayor tamaño. También
comprenden la educación ambiental, la fiscalización del comercio, así como la
investigación y el seguimiento, que implica a menudo el marcado y recaptura de
las tortugas y conteos de nidos (Schulz 1975, Gremone y Gómez 1979, Ehrenfeld
1995). En Brasil, por ejemplo, el programa de la fundación Pró-Tamar (iniciado
en 1983) abarca el patrullaje y rescate de nidos para su transplante a lo largo
de unos 1000 km de costa atlántica y resulta en la liberación de un número
creciente de crías, hasta más de 250.000 en 1993. Sin embargo, existen
controversias sobre el grado de manipulación que realmente beneficia a las
poblaciones de tortugas (Frazier y Salas 1986, Ehrenfeld 1992, 1995). Por la
alta movilidad de las tortugas marinas, los programas de su manejo -o la falta
de los mismos- repercuten a escalainternacional y su éxito global exige una
estrecha cooperación entre todos los países involucrados. C. Cocodrilos. Todos
los cocodrilos neotropicales se consideran amenazados. Son protegidos por leyes
nacionales y se encuentran en varios humedales costeros protegidos en el área
del Caribe. Como ejemplo del manejo proteccionista se resume el caso de
Crocodylus intermedius, localmente conocido como el caimán del Orinoco, y
considerado como una de las especies más amenazadas del mundo. Este cocodrilo
era abundante en los Llanos colombovenezolanos hasta que la caza comercial para
sus cueros entre 1930 y 1950 redujo la especie a pocas poblaciones relictas.
Éstas son amenazadas ahora por el saqueo de nidos, matanza circunstancial de
adultos y la contaminación ambiental. Los planes para su conservación en
Venezuela en las últimas dos décadas se deben a iniciativas privadas: ONGs,
principalmente FUDENA, algunos investigadores y propietarios rurales,
coordinados por el Grupo de Especialistas en Cocodrilos de Venezuela (Arteaga
1993). Las actividades realizadas incluyen el inventario de las poblaciones
locales y la cría en cautiverio con fines de repoblación. Los cuatro criaderos
ubicados en los Llanos producen crías que son levantadas en cautiverio hasta
uno o dos años de edad para fortalecer las poblaciones naturales. Entre 1990 y
1995 se liberaron 1240 individuos, la mayoría de ellos en el Refugio de Fauna
de Caño Guaritico, creada en 1989 para ofrecer un hábitat seguro para la
especie. Estos esfuerzos se han integrado ahora en un plan estratégico
«Supervivencia del caimán delOrinoco en Venezuela» con la participación de
varios ONGs, el Servicio Autónomo PROFAUNA y el Instituto Nacional de Parques
(Seijas y Chávez 1994). Los objetivos del plan son 1) consolidar o restablecer,
en un plazo de 15 años, al menos 10 poblaciones viables de la especie en
distintas localidades dentro de su distribución histórica, y 2) diseñar
estrategias de manejo que garanticen la supervivencia en hábitats marginales,
dispersos y conflictivos que la especie ocupa en la actualidad. El primer
objetivo implica la creación o fortalecimiento de poblaciones, al menos de 100
individuos mayores de un año, en una red de áreas protegidas y dotadas de
hábitats idóneos, por medio de la liberación de animales jóvenes procedentes de
los criaderos existentes. Este plan mancomunado incluye también el seguimiento
de los animales liberados, educación ambiental y guardería.
10.2.3 Protección de aves amenazadas
Varios grupos de aves neotropicales, incluyendo crácidos, flamencos, rapaces,
tucanes y psitácidos, presentan serios problemas de conservación y son objeto
de seguimiento y protección, por medio de leyes nacionales, control de su
comercio internacional, resguardo de áreas silvestres y manejo poblacional
directo (Goodwin y Rodner 1987, Sick 1988, Pérez y Eguiarte 1989, Thiollay
1989b, Silva y Strahl 1991, Collar y Juniper 1992, Strahl et al. 1997). El
proyecto de conservación de la cotorra margariteña (Amazona barbadensis
rothschildi), conducido por Provita (una ONG venezolano) en cooperación con la
Wildlife Conservation Society y el Ministerio del Ambiente, ofrece unejemplo de
este enfoque. El proyecto, en marcha desde 1989, tiene por objeto la
recuperación y conservación de las poblaciones de
220 Amazona barbadensis en las islas de Margarita y La Blanquilla (Albornoz et
al. 1994, Provita 1995). Incluye actividades de investigación, educación
ambiental y manejo. Esta población insular está amenazada principalmente por el
saqueo de los pichones para mascotas y por la minería de arena que degrada sus
hábitats. El plan de manejo pretende aumentar el reclutamiento de la población
por medio de la guardería de las áreas de nidificación, utilización de «nidos
nodriza» para fomentar el reclutamiento y una concientización conservacionista
a nivel local. Incluye también conteos periódicos de la población en sus
dormideros, seguimiento del éxito reproductivo y el mantenimiento en cautiverio
de animales decomisados con fines de su eventual liberación. La guardería
redujo sustancialmente el saqueo de pichones en el área de estudio intensivo,
mientras que en otros sectores la mayoría de las nidadas fueron saqueadas. La
ubicación de pichones procedentes de decomisos, de nidos parcialmente depredados
o de alto riesgo de saqueo, en nidos activos con bajo número de pichones,
llamados nidos nodriza, aumentó también el éxito reproductivo por nido.
Asimismo se logró alentar el apoyo popular para la protección de la cotorra por
medio de campañas educativas a todo nivel y promocionándola como el ave
regional del Estado Nueva Esparta. En la actualidad, se está analizando una
propuesta para la creación de un árealegalmente protegida para asegurar la
conservación de un sector prioritario de su hábitat. La población de la cotorra
experimentó un aumento sostenido desde 700 individuos en 1989 hasta 1850 en
1996. Sin embargo, aún no se ha logrado crear suficiente capacidad en los
pobladores locales para atender este programa, sino que su consolidación
depende del esfuerzo continuo por parte de Provita. (Chehébar 1990), entre
otros. Estos planes, promovidos por la UICN, WWF y otras organizaciones
internacionales, identifican y evalúan el estado actual de las poblaciones en
diversos países, los factores que las amenazan, y proponen planes para su
rescate y recuperación. El caso de la vicuña en el Altiplano andino ofrece un
ejemplo de la restauración exitosa de poblaciones de mamíferos. La vicuña es el
herbívoro principal del Altiplano andino. Su población precolombina en el Perú
se estima en 2 millones. A pesar de múltiples leyes protectoras a partir de
1577, la caza furtiva redujo sus poblaciones al borde de la extinción en los
años 60, cuando el total para el país se ubicó entre 5000 y 10.000 individuos
dispersos (Grimwood 1969). En la misma época (1964), el Servicio Forestal y de
Caza del Perú, conjuntamente con otras instituciones, inició un enérgico plan
de rescate de la vicuña en Pampa Galeras, Ayacucho, área que se decretó como
Reserva Nacional en 1967; un año después se firmó un convenio entre Bolivia y
Perú para reforzar la protección de la vicuña. El objetivo a largo plazo del
Proyecto Especial Utilización Racional de la Vicuña es repoblar 150.000 km2 de
puna con 3millones de vicuñas. Además se contempla desarrollar tecnología para
el manejo de la especie, apoyar y capacitar a las comunidades campesinas de la
puna para su manejo y aprovechamiento, bajo la supervisión del Estado (Brack
Egg 1980). La restauración de las poblaciones de vicuña se plantea como una alternativa
económica para la sierra peruana, ya que la valiosa lana de este camélido puede
cosecharse anualmente por esquila. Este ingreso generaría un poderoso incentivo
para su conservación. La estrategia del proyecto es recuperar las poblaciones
de vicuña en áreas naturales protegidas por medio de la represión de la caza y
comercio ilegales, educación ambiental, reducción de competencia forrajera
entre la vicuña y los ungulados domésticos y la translocación de grupos de
vicuñas a nuevas áreas protegidas (Brack Egg et al. 1981, Hofmann et al. 1983).
Como resultado de estos esfuerzos, la población de vicuñas del área nuclear de
Pampa Galeras creció de 800 en 1967 a casi 5000 en 1978 (Fig. 6.2). El área
sometida
10.2.4 Planes de conservación de mamíferos
Al igual que en el caso anterior, la conservación de mamíferos se sustenta
básicamente en la legislación y en las áreas silvestres protegidas. También
existen planes de acción regionales para atender ciertos grupos clave, tales
como los primates (Mittermeier et al. 1986), los camélidos (Torres 1992) y los
perros de agua (Lutrinae)
221 a manejo aumentó de 65 km2 a 9000 km2 y la población total del Perú alcanzó
65.000 (Brack Egg 1980). El proyecto sufrió después serios reveses a causa de
laactividad guerrillera. No obstante, para el año 1990 estaban en marcha seis
subproyectos regionales cubriendo un área de 44.236 km2 y la población alcanzó
casi 100.000 vicuñas. Además se está implementando “Comités Comunales de
Vicuñas” para delegarles una responsabilidad cada vez mayor en el resguardo y
aprovechamiento sostenible de la vicuña (Torres 1992). Un programa parecido de
la Corporación Nacional Forestal en el norte de Chile incluye guardería en un
área de 5000 km2 y conteos de vicuñas en 15.000 km2 en nueve unidades de
manejo. La población de vicuñas del Parque Nacional Lauca aumentó de 4015 en
1975 a 10.000 en 1990 y el total para el país se estima en 27.900. El proyecto
contempla también la participación de las comunidades locales, la esquila
experimental de lana y la expansión del programa a nuevas áreas (Rodríguez y
Torres 1981, Torres 1992). Planes semejantes se adelantan también en Bolivia y
Argentina. las poblaciones manejadas de caimanes o capibaras en fundos
pecuarios. Según las normas de CITES (Resolución de la Conferencia de las
Partes 2.12 de 1979, referido según CITES 1996), vigentes en casi todos los
países de la región, el término criado en cautividad debería aplicarse
únicamente a las poblaciones en cautividad, mantenidas sin introducción de
especímenes silvestres, es decir animales nacidos y levantados exclusivamente
en un medio controlado, donde el criador les suministra un espacio idóneo,
alimento, limpieza, cuidado sanitario y protección contra la depredación. Un
criadero satisface los mandatos de CITES cuando «se haya podido demostrarque es
capaz de producir de manera fiable progenie de segunda generación en un medio
controlable». Este concepto concuerda con la idea de zoocriadero cerrado
(Venezuela 1994b), y es la única opción productiva cuando las poblaciones
naturales de la especie están agotadas. Por otra parte, el «rancheo» o cría en
granjas «significa criar especímenes capturados en el medio silvestre en un
medio ambiente controlado» (CITES 1996, Resolución 3.15). Esta modalidad,
conocida también como zoocriadero abierto, es viable solamente cuando la
especie objeto de la cría es relativamente abundante, por lo cual en aras de
asegurar una producción continua, el criador debería conservar las poblaciones
naturales. Tanto para el caso de la cría en cautiverio como en granjas, CITES
estipula que estas actividades nunca deben perjudicar a las poblaciones
naturales sino incentivar su conservación. La escala espacial de los criaderos
varía desde sistemas intensivos en corrales o atendidos enteramente por el
criador, hasta sistemas semi-intensivos, cuando los animales viven en
extensiones cercadas de hábitat natural, como en el caso de la producción de
ungulados nativos en sabanas africanas, de primates en islas o de tortugas en lagunas,
obteniendo por lo menos una parte de su alimento de su hábitat.
10.3 ZOOCRIADEROS
Las políticas de fauna de América Latina se destacan por su acentuado énfasis
en la cría de animales silvestres en cautiverio, como un uso sostenible
principal del recurso. Numerosos autores (Coimbra Filho 1973, 1986, Nogueira
Neto 1973, Dourojeanni 1974, Mondolfi 1976, Parra etal. 1978, Alho 1985, 1986,
FAO/PNUMA 1985, Werner 1991, Benezra 1994, Gómez Cely et al. 1994, Smythe y
Brown 1995, entre otros) discuten y respaldan esta opción. La cría de animales
silvestres cuenta con una sólida base jurídica en los países de la región y
constituyen a menudo el único uso comercial legalmente admisible de la fauna
nativa. Los animales producidos en cautiverio también cuentan con un trato
preferencial en el comercio internacional de especies silvestres.
10.3.1 Tipos de criaderos 10.3.2 Criaderos de reptiles
Los criaderos de animales silvestres o zoocriaderos abarcan un amplio gradiente
desde la propagación de animales silvestres confinados en jaulas o corrales
hasta Dos aspectos biológicos condicionan la cría de los grandes reptiles: 1)
su elevado tamaño de nidada, aunado a la alta
222 mortalidad prenatal y de recién nacidos (que se pueden evitar en
cautiverio), y 2) un lento crecimiento y ciclo de vida largo que no estimula el
levante de las crías hasta adulto. Por eso, la mayoría de los criaderos de
reptiles son de ciclo abierto. A. Tortugas. La sobrevivencia de las tortugas
gigantes (Geochelone elephantopus), endémicas de las Islas Galápagos, Ecuador,
y amenazadas por la depredación de sus nidos, depende en gran medida del Centro
de Crianza de Santa Cruz. Este criadero mantiene un plantel reproductivo
permanente de estas tortugas y atiende también la incubación de nidadas
rescatadas de otras islas. Todas las crías se levantan hasta la edad de 4 años,
cuando son repatriadas a sus islas de origen(Cayot e Izurieta 1993). Hasta 1991
se han liberado 1237 tortugas; la meta del programa es producir 50 crías al año
de cada raza insular. En Venezuela se cuenta con experiencia reciente de
criaderos cerrados de Geochelone carbonaria con fines de exportación de sus
crías para mascotas. Alho (1985, 1995) propuso un sistema de producción de la
tortuga Podocnemis expansa en tanques y lagunas, desde recién nacidos hasta
adultos, liberando anualmente de 10% de cada cohorte para fortalecer las
poblaciones naturales. Al cabo de 8 años, un lote inicial de 5000 debería
resultar en 1500 adultos con un valor de $ 22.500. La mayoría de los criaderos
de estas especies hasta el presente son los destinados a proteger a los recién
nacidos (ver 10.1.2). Sin embargo, según Luz et al. (1997), un 10% de la
producción anual de tortuguillos de la Amazonia brasileña se destina a
criadores para la producción comercial. En los mejores criaderos los animales
alcanzan el peso comercial de 1,5 a 5 kg en 3 ó 4 años. Para la fecha de este
estudio funcionaron en Brasil 43 criaderos oficialmente registrados con un
plantel total de casi 340.000 tortugas. B. Caimanes. Caiman crocodilus
(incluyendo yacare) es el único crocodílido neotropical de importancia
comercial en la actualidad, después del agotamiento de las especies de mayor
valor. Las exportaciones de cueros de caimán provienen principalmente de
poblaciones naturales (ver 10.4.2). Además han surgido criaderos comerciales de
esta especie por iniciativa de propietarios rurales en varios países.
Los zoocriaderos enColombia son de ciclo cerrado, con un plantel fijo de
reproductores (3 hembras por macho) alojados en un sistema de lagunas
artificiales (Rodríguez 1989). La tasa anual de nidificación varía de 33 a 55%.
Las nidadas, de 25 a 30 huevos, son recogidas y sometidos a incubación
artificial por unos 75 días, lográndose tasas de eclosión de 60 a 84%. Las
crías se levantan en tanques de cemento con una lámina de agua y una parte seca
con una dieta óptima para su crecimiento. Su alimento consiste de pescado y
residuos de matadero, procedentes del mismo fundo, complementados con vitaminas
y minerales. A la edad de un año (79 a 86 cm de longitud total) se sacrifican y
procesan los cueros, dejando las instalaciones a disposición de la próxima
cohorte. En 1994 existían en el país 84 criaderos autorizados (Gómez Cely et
al. 1994). En Venezuela, en cambio, prevalecen los criaderos de ciclo abierto,
es decir, levante de crías procedentes de la incubación de nidadas naturales.
Las normas vigentes permiten extraer hasta el 50% de los nidos contados en un
fundo para el criadero. En un principio, las crías se mantuvieron en el
criadero por un año o más, para ser liberadas luego en el mismo fundo, a fin de
aumentar el reclutamiento de la población, sometida a la extracción de adultos.
En la actualidad, la mayoría de las crías de uno o dos años de edad se
sacrifican para la exportación de sus cueros. Además se permite exportar
aquellas crías de crecimiento muy lento o “sutes” como mascotas. (Velasco y
Quero 1995). Entre 1991 y 1993 se exportaron unos 24.500 cueros producidos en
cautiverio(10% de la exportación venezolana de los cueros de caimán durante el
mismo lapso) y 30.000 caimanes mascotas. De los 29 criaderos autorizados desde
1990, sólo 13 permanecieron activos en 1994 (MARNR 1995b). Estas experiencias
comprueban la viabilidad biológica de la cría de caimanes, incluso con
tecnologías poco refinadas. Sin embargo, la rentabilidad de los criaderos está
limitada por el menor valor de los cueros de caimán, en comparación con los de
las especies clásicas (Crocodylus spp. y Melanosuchus), la inestabilidad de los
precios internacionales y las dificultades de la comercialización del producto
por parte de productores medianos (Magnusson 1995, Ross 1995, Thorbjarnarson y
Velasco 1998).
223 Varios criaderos cerrados están produciendo Crocodylus acutus y C.
intermedius con fines de restauración de sus poblaciones naturales (Ramo et al.
1992, Seijas y Chávez 1994). Estas especies presentan también mayor vocación
para la cría comercial rentable por su mayor tamaño, crecimiento más rápido y
mejor precio internacional de sus productos (Rodríguez 1989, TCA 1995). C.
Iguanas. Este proyecto que adelanta el Instituto Smithsonian de Investigaciones
Tropicales en Panamá tiene por objeto el desarrollo de técnicas para proveer
alimento e ingresos a los campesinos por medio del manejo de esta especie y su
conservación en vista de la popularidad de su carne y huevos como alimento
humano, especialmente en América Central (Fitch et al. 1982, Werner 1991). Como
producto de las investigaciones básicas se diseñó un modelo de cría para
familias campesinas, basada enobtención de huevos de nidos artificiales y su
incubación y el levante de las crías en cautiverio hasta 9 meses de edad, a fin
de evitar la alta mortalidad en las primeras etapas de su vida. Ya se cuentan
con pruebas convincentes sobre la adaptabilidad de las crías en ambiente
natural. El plan de producción contempla tres alternativas para el levante de
crías hasta la talla comercial de 3 años de edad: 1) zoocría cerrada incluyendo
la reproducción y el levante, 2) liberación de las crías en áreas boscosas
aledañas a la vivienda del campesino y su captura posterior como adultos, 3)
igual al caso anterior, pero con suplementación alimentaria -para retener las
iguanas en la cercanía de la casa del campesino y para aumentar la capacidad de
sustentación del área- y un plantel reproductivo en cautiverio. Esta última
opción parece ser la más viable. La plantación de árboles para mejorar el
hábitat de las iguanas complementa el plan. La población rural muestra interés
en invertir trabajo en el plan, pero a menudo no cuentan con fondos para las
instalaciones (Vaughan 1990, Werner 1991, FAO/PNUMA 1992). Aparte de este
proyecto, existen criaderos comerciales de iguanas, orientados a la producción
de neonatos para la exportación de mascotas (Gómez Cely et al. 1994, MARNR
1995b). De hecho, la cría de reptiles para la exportación de juveniles en vivo
parece ser una de las opciones más rentables de los zoocriaderos.
10.3.3 Cría de aves silvestres
Las aves canoras y de ornato figuran entre las mascotas más populares en
América Latina. La mayoría de los aficionados a las aves dejaula poseen uno o
pocos individuos, mientras que algunos se convierten en coleccionistas de
especies raras o criadores ocupacionales, sin que exista un límite nítido entre
la tenencia de mascotas y la zoocría. Algunas aves neotropicales de gran
demanda se producen en cautiverio, a mayor escala fuera de la región (Clubb
1992, Benezra 1994, Baal y Hiwat 1996). Sin embargo, la mayoría de las aves nativas
en cautiverio en América Latina -al igual que las que se exportanprovienen de
poblaciones naturales. Esto significa que los aficionados pueden ser más
consumidores que productores de sus animales de compañía. La escasez de
criaderos cerrados para aves en nuestro medio puede deberse a la facilidad para
obtener las mascotas comunes de las poblaciones naturales, la complejidad y
lentitud de la cría de las especies de ciclo largo y alto precio, aunado a la
inseguridad jurídica de su tenecia y comercialización ahora y en los años
venideros. Una alternativa a la zoocría cerrada de psitácidos puede ser la
modalidad abierta sugerida por Beissinger y Bucher (1992): fomentar el número
de parejas reproductivas instalando cajas de nidificación en sus hábitats naturales
y extrayendo de los nidos el pichón de menor tamaño (cuya probabilidad de
sobrevivencia es baja) para su levante en cautiverio hasta la talla comercial.
Algunas experiencias apoyan la viabilidad de esta propuesta (Beissinger y
Bucher 1992, Del Conte y González-Fernández 1995, Morales 1996).
10.3.4 Criaderos de mamíferos
Las comunidades indígenas y campesinas acostumbran tener diversas especies de
mamíferos nativoscomo mascotas, pero los mamíferos domésticos propios del
Neotrópico se restringen al cuy (Cavia porcellus), la lama (Lama glama) y la
alpaca (Lama pacos), todos de origen andino. A estos se agregaron en el siglo
veinte el coipo y la chinchilla, roedores sureños que se están criando en
224 cautiverio por sus pieles, dentro y fuera de la región (Coimbra Filho
1973). Los demás mamíferos nativos de interés para la zoocría incluyen
primates, la paca, capibara, ratas espinosas (Proechimys spp.), entre otros. A.
Primates. Los mamíferos silvestres neotropicales de mayor demanda como mascotas
o animales experimentales son los primates. Este mercado generó exportación
masiva de primates capturados de poblaciones naturales hasta la suspensión de
esta actividad en los años 70 por razones conservacionistas. Un ejemplo sobre
la producción de primates amazónicos en cautiverio lo ofrece el Centro de
Reproducción y Conservación de Primates (CRCP), que forma parte del Proyecto
Peruano de Primatología sustentada sobre un convenio entre el Ministerio de
Agricultura, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y la Organización
Mundial de Salud (Encarnación et al. 1990). El CRCP, fundado en 1976 y ubicado
en Iquitos, reproduce especies locales de interés biomédico (Saguinus mystax,
S. labiatus, Aotus nancymai, A. vociferans, Saimiri boliviensis, S. sciureus).
En conformidad con sus hábitos sociales, parejas de Saguinus y Aotus se
mantienen en jaulas individuales dispuestas en amplios galpones y Saimiri en
grupos mayores. El centro ha logradovaliosas experiencias en la propagación de
los primates en cautiverio, pero aún no alcanza a producir cantidades
apreciables de monos para la demanda externa. En un proyecto paralelo de cría
semi-intensiva en una isla (8,3 km2) cercana a Iquitos, una población
introducida de 75 Saguinus mystax, censada anualmente, alcanzó 126 individuos
en 7 años (r =0,074) (Moya et al. 1990). Por otra parte, la meta del Centro
Primatológico de Río de Janeiro es salvar al menos algunas especies de primates
de Brasil, sobre todo los monos endémicos de la región oriental (Coimbra Filho
1986). Para la fecha de la publicación citada, el centro contaba con modernas
instalaciones, 63 jaulas modulares (Fig. 10.1) y colonias reproductivas de 8
especies endémicas de la Floresta Atlántica, (ahora reducida al 2% de su extensión
original). La estrategia del centro es asegurar la sobrevivencia de estas
especies amenazadas en cautiverio -al menos 10 parejas por especie de
diferentes localidades-, surtir de pie de cría a otros criaderos
conservacionistas y reintroducir las especies a áreas naturales idóneas y
debidamente protegidas dentro de sus áreas de distribución histórica. B. Paca.
Este gran roedor presenta, en apariencia, poca vocación para la cría en
cautiverio por sus hábitos solitarios, agresividad y baja capacidad reproductiva
(una cría por parto, hasta 2 partos por año). Sin embargo, su cría artesanal es
popular en América tropical, a raíz de su exquisita carne. Generalmente se
trata de criaderos de pocos animales confinados en un recinto o de algunas
parejas en sendas jaulas (Matamoros1980). A semejanza del caso de aves, estos
criaderos caseros presentan diferentes matices entre la tenecia de mascotas y
sistemas de producción y su éxito suele ser modesto. La cría tradicional de
pacas ha propiciado varios estudios y experimentos encaminados hacia la mayor
eficiencia de esta actividad. El proyecto de mayor envergadura, conducido en el
Instituto Smithsonian de Investigación Tropical en Panamá, consolida la
tecnología de la cría de pacas, incluyendo el diseño de las instalaciones,
manejo del plantel de cría, alimentación y sanidad (Smythe y Brown 1995). El
proyecto enfatiza la socialización temprana de las crías con el criador, que
resulta en animales más mansos y sociables. Esto, a su vez, permite establecer
grupos reproductivos de un macho con varias hembras, que resulta en un mayor
número de crías por plantel adulto, en comparación con la cría tradicional por
parejas. También facilita el manejo y seguimiento de los animales y disminuye
la mortalidad. Se estima que un criadero de 10 jaulas, cada una con un macho
con cinco hembras debe producir a partir del quinto año, 100 pacas de 6 kg. por
año. El iniciar el criadero con animales mansos, procedentes de otros
criaderos, permite alcanzar una plena producción en menor tiempo. Este modelo
representa un gran avance técnico, pero no garantiza aún la rentabilidad del
criadero, que depende en gran medida del costo de la infraestructura, la tasa
reproductiva y la demanda comercial (Smythe y Brown 1995). También requiere un
manejo y seguimiento muy cuidadosos y es difícilmente aplicable en el caso
demicroempresa campesina. Vergara (1982) y Tapia Román (1997) comentan
experiencias y perspectivas de la cría de agutíes (Dasyprocta spp.) en Colombia
y Ecuador.
225 C. Capibara. El interés en la cría y domesticación del capibara radica en
su gran tamaño, alta tasa reproductiva y su condición de herbívoro pastador
apacible, aunque, al contraste con la paca, su carne tiene menor demanda.
Experiencias acumuldas en criaderos experimentales en institutos de
investigación documentan las aptitudes zootécnicas de esta especie (Gonzáles
Jiménez 1995). En el sistema de cría intensiva de la Facultad de Agronomía de
la Universidad Central de Venezuela, la infraestrura del criadero consistió en
corrales de concreto de 120 m2 con un pozo central y un sector techado,
destinados para grupos reproductivos permanentes de un macho con cinco hembras
(Parra et al. 1978). Las hembras próximas a parir se aislaron en corrales
menores hasta el destete de las crías de un mes de edad. Las crías destetadas
se levantaron en corrales mayores hasta alcanzar el peso comercial de 35 kg en
10 meses. El alimento básico consistió en pasto de recorte (Pennisetum
purpureum, 70% del peso seco) y un alimento concentrado con 15% de proteína.
Esta dieta duplica la ganancia de peso en animales jóvenes obtenida con pasto
solamente o en condiciones naturales. Se lograron dos partos por año con un
promedio de 3,7 crías. Sin embargo, la mortalidad de neonatos resultó elevada,
un 43%. El capibara conserva en cautiverio su organización de grupos
territoriales tipo harén. El comportamientoagonístico aumenta y la fecundidad
por hembra disminuyen en función del tamaño del grupo, que no debería exceder 7
individuos (Sosa Burgos 1981). Nogueira et al. (1999) sostienen que los
infanticidios se pueden minimizar formando los grupos reproductivos a partir de
crías destetadas, por lo cual no hace falta aislar las madres próximas a parir.
Asimismo, se requieren controles periódicos para combatir los brotes de sarna
que se presentan en el cautiverio. Experiencias más recientes del equipo de la
Escuela Superior de Agricultura de la Universidad de Sao Paulo en la cría de
este roedor están resumidas en un manual y video que promueven y orientan la
producción de capibaras en cautiverio en Brasil (Nogueira Filho 1996). La
rentabilidad del criadero depende de mano de obra (preferiblemente familiar) y
de insumos de bajo costo, tales como residuos agrícolas, del tamaño del
criadero y del sistema de comercialización (Parra et al. 1978, FAO/ PNUMA
1988b, Ojasti 1991, González Jiménez 1995). En Brasil se proponen criaderos de
8 a 10 capibaras en fincas pequeñas (Alho 1986). Los criaderos artesanales de
capibaras por iniciativa privada suelen ser áreas cercadas de cierta extensión.
El rendimiento de tales sistemas semi-intensivos está afectado por el alto
costo de las cercas, carga animal relativamente baja, (de 2 a 4,3 ind./ha,
probablemente por factores de orden social) y una mortalidad por depredación de
neonatos semejante a la de las poblaciones naturales (Ojasti 1978, Nogueira
Filjo 1996).
10.3.5 Ventajas y limitaciones de zoocriaderos
El énfasis en loszoocriaderos -y áreas naturales protegidas- en América Latina
puede ser una respuesta a la inseguridad: En vista de la indiferencia oficial y
poca efectividad del manejo de poblaciones naturales, se piensa que los
animales pueden estar a salvo solamente en los criaderos y áreas protegidas. La
utilidad de los criaderos es axiomática para las especies muy amenazadas o
extintas en su ambiente natural. En tales casos, su propagación en cautiverio
es el único recurso para su preservación, y puede permitir el posterior
restablecimiento de poblaciones naturales. La cría en cautiverio se presta también
para la producción comercial de las especies muy escasas en el campo y en
algunos casos puede ofrecer una alternativa económica digna de atención. Aparte
de estos casos especiales, la conveniencia de la cría en cautiverio se puede
evaluar en función de su viabilidad, aporte socioeconómico y su sostenibilidad
y valor conservacionista. A. Viabilidad biológica. Varios ejemplos citados aquí
y muchos otros (Benezra 1994, Nogueira Neto 1973) documentan la viabilidad
biológica de la cría de muchas especies neotropicales. En cambio, algunas
especies o grupos no se reproducen en cautiverio, por ejemplo armadillos,
manatíes y varios crácidos, psitácidos y primates, o lo hacen tan
esporádicamente que no alcanzan a sustituir la mortalidad de los reproductores.
En el caso de las especies monógamas, tales como muchos primates y
226 psitácidos, puede ser difícil lograr parejas compatibles en cautiverio. El
éxito del criadero depende también de la idoneidadde infraestructura, alimento,
manejo del plantel y sanidad. La concentración de los animales aumenta la
incidencia de enfermedades, que constituyen uno de los riesgos principales en
los zoocriaderos (Coimbra Filho 1986, Snyder 1994, Smythe y Brown 1995), de tal
forma que la viabilidad del plantel es proporcional a la tecnología y los
fondos que se inviertan en su instalación y manejo. B. Valor socioeconómico.
Los zoocriaderos pueden producir alimento, ingresos y empleo para la economía
local e incluso fondos para los planes de conservación. Desafortunadamente, la
experiencia disponible proviene mayormente de criaderos experimentales
subvencionados por instituciones oficiales cuya rentabilidad es desconocida.
Sin embargo, la producción de los animales silvestres en cautiverio suele ser
más costosa que la de los animales domésticos, porque éstos son más mansos,
manejables y productivos, gracias al largo período de domesticación (Terborgh
et al. 1986, TCA 1995). Una de las mejores opciones para una zoocría rentable
la ofrecen aquellas especies que alcanzan un alto valor individual por aportar
productos suntuarios, tales como cueros de cocodrilos o mascotas de alta
demanda internacional. Para suministrar proteína barata para el consumo local,
la zoocría compite en desventaja con la cría tradicional de aves de corral,
cerdos, cuyes y ante todo, con la pesca. Además, la rentabilidad favorece a los
grandes criaderos con inversión de capital y tecnología, en lugar de los
artesanales a nivel de campesinos, lo cual disminuye su valor social. C. Sostenibilidad
y aporteconservacionista. Un argumento frecuente a favor de la cría en
cautiverio es que ésta disminuye la presión sobre las poblaciones naturales. En
términos económicos, esta aseveración puede ser acertada si el zoocriadero
produce animales a un costo menor que la caza, que es poco probable. Por otra
parte, hay personas aficionadas a criar animales y otros que prefieren
cazarlos, así que el argumento económico es válido mayormente para las especies
de vocación comercial. Además, la producción de fauna en cautiverio puede
generar un mercado de alta demanda y precio, que a su vez incentiva la caza
furtiva (Ehrenfeld 1992). Puede suceder también que el criedero se convierta en
un canal de comercialización legal de animales silvestres vedados. Otra noción
difundida en la opinión pública e implícita en la legislación de algunos países
es que la caza destruye mientras que los criaderos aseguran un uso sostenible.
Ciertamente, un criadero de ciclo cerrado bien llevado no afecta las
poblaciones naturales, pero, al independizarse de éstas, tampoco incentiva su
conservación. Además, los criaderos cerrados tienden a domesticar las especies
silvestres, intencionalmente o no, lo que reduce su variabilidad genética y su
capacidad de adaptarse a la vida silvestre. Un criadero de ciclo abierto, en
cambio, explota y depende de la población natural, lo cual debería motivar su
conservación. En la práctica, la mayoría de los zoocriaderos son efímeros, de
tal forma que el plantel de cría capturado en el campo para fundarlos puede
exceder con creces la cantidad de las crías producidas. Por estasrazones, el
tema de la cría en cautiverio es complicado y controversial. Cada iniciativa en
este sentido amerita un cuidadoso análisis de su finalidad, escala, ubicación,
opciones de éxito, posibles riesgos y de sus implicaciones económicas, sociales
y conservacionistas. Tal como postulan Flores (1995) y Gorzula (1995), los
servicios de fauna y otros entes oficiales deberían, ante todo, atender,
orientar y supervisar las iniciativas privadas de zoocría, en lugar de
subvencionar más criaderos experimentales con fondos públicos.
10.4 USOS DE POBLACIONES NATURALES
La utilización consuntiva de la fauna silvestre en nuestro medio depende más de
las tradiciones y necesidades locales que de un manejo formal, por lo cual
prevalecen los usos no sostenibles. Las excepciones principales a esta regla
son 1) los eventos fortuitos, como la caza de subsistencia en áreas despobladas
donde la fauna aún se produce en exceso a su demanda, o 2) esfuerzos aislados
de manejo de fauna dirigidos hacia un aprovechamiento ecológicamente
sostenible, temática que pretendemos ilustrar a continuación. Tales usos
benefician diversos
227 sectores de la sociedad, valorizan en recurso ante la opinión pública y
aportan argumentos válidos a favor de la conservación de los bosques tropicales
y los demás ecosistemas naturales que albergan y abastecen nuestra fauna
nativa. relativamente estables y cosechas que se ubican usualmente entre 50.000
a 70.000 patos por temporada. Así mismo, la población de patos del sistema de
Guárico mantiene los niveles de los años 80, segúnconteos aéreos más recientes
(Sanz y Parra 1994) mientras que la de los Llanos Occidentales presenta cierta
tendencia de baja. B. Venado cola blanca. La especie emblema de la caza mayor
en el norte de la región, desde México hasta Perú y Surinam, es el venado cola
blanca (Leopold 1959, Brokx 1984, Méndez 1984, FUDECI/PROFAUNA/ FEDECAVE 1991,
Ojasti 1993, Vaughan y Rodríguez 1995). Su caza está vedada en algunos países y
restringida en otros por medio de licencias de caza para uno o pocos machos por
cazador. En Venezuela, su caza puede ser habilitada en terrenos experimentales
debidamente autorizados por el servicio de fauna. Sin embargo, áun no se cuenta
con tales áreas. El venado cola blanca se adapta a una gran variedad de
hábitats, incluyendo áreas alteradas, responde bien al manejo y reúne
condiciones óptimas para el manejo sostenible con fines deportivos (Brokx
1972a, Danields 1987). Sin embargo, la especie está sometida a una extracción
no sostenible por parte de todo tipo de cazadores, que reduce sus poblaciones a
niveles mínimos, a excepción de aquellos fundos privados donde se encuentra
protegido. Estos antecedentes sugieren la producción y cosecha selectiva en los
predios rurales debidamente habilitados como una fórmula indicada para el
manejo sostenible de esta especie con fines deportivos. C. Educación de
cazadores furtivos. En adición a los cazadores deportivos legales existe un
contingente más difuso de aficionados que también cazan con fines
recreacionales pero al margen de la ley. Estos usuarios de la fauna prevalecen,
por ejemplo, entre los cazadoresfurtivos que incursionan en los parques
nacionales del norte de Venezuela (Silva y Strahl 1996). En vista de esto, se
diseñó un proyecto interinstitucional (INPARQUES, Wildlife Conservation
International y New York Zoological Society) con el objeto de enseñar a los
cazadores furtivos a cazar legalmente y fuera de los parques. La estrategia es
entrenar facilitadores locales, organizar cursos para los cazadores con el
apoyo de material de lectura (Silva y Pellegrini 1992), concientizarlos sobre
la importancia de los parques nacionales, y orientar
10.4.1 Caza deportiva
La misión primaria del manejo de la fauna cinegética en los países
industrializados es garantizar el uso sostenible de este recurso para la caza
deportiva. De hecho, el apoyo de los cazadores deportivos ha sido decisivo para
la recuperación y el mantenimiento de las poblaciones cinegéticas en muchos
países. La caza deportiva también puede ser una opción de uso sostenible en
varios países latinoamericanos porque 1) atiende a un grupo relativamente
reducido de usuarios, 2) puede ajustar la cosecha a extraer regulando el
esfuerzo, la ubicación e intensidad de la caza, 3) su control es viable con un
esfuerzo moderado, 4) esta caza atañe principalmente a especies más o menos
prolíficas de ecosistemas intervenidos palomas, patos, perdices, inambúes,
lepóridos, entre otros(Leopold 1959, Hernández Corso 1970, Almeida 1985,
Gómez-Dallmeier y Cringan 1989, Purdy y Tomlinson 1991). A. Patos silbadores.
Los sistemas de riego para el cultivo de arroz generan un hábitat idóneo para
los patos silbadores(Dendrocygna autumnalis, D. bicolor y D. viduata)
aumentando su abundancia hasta nivel de plaga. Por tal razón, en los Llanos de
Venezuela se han implementado temporadas de caza deportiva que al mismo tiempo
controlan la abundancia de los patos (Márquez 1984, Dallmeier 1991, Sanz y Parra
1994). De hecho, los patos silbadores son las presas más frecuentes de los
cazadores deportivos en el país (Gómez Núñez 1986, Babarro et al. 1994). A fin
de ajustar la duración de la temporada y el límite de piezas a la abundancia
del recurso, se realizan seguimientos del número de patos abatidos en puestos
de control en las carreteras, revisión de las libretas de control así como
conteos aéreos de patos concentrados en los sistemas de riego. Los registros
disponibles (de 1967 a 1985; Gondelles Amengual et al. 1981, Dallmeier 1991)
revelan poblaciones
228 sus prácticas cinegéticas a las normas legales. Unos 600 cazadores han
atendido este plan de capacitación con resultados positivos cuando se caza por
deporte. En el caso de cazadores comerciales y de subsistencia, en cambio, no
surtió efecto (Silva y Strahl 1996). En vista de la expansión de los oficios
urbanos y la menor dependencia directa de los recursos silvestres en el campo
latinoamericano, este tipo de programas son de gran utilidad para facilitar la
transición del cazador furtivo al deportivo legal y respetuoso de las normas
vigentes. Los servicios de fauna del país han conducido este programa
reorientándolo sobre la marcha pero sin descontinuarlo por 30 años. Durante la
primera década, lacosecha anual autorizada varió entre unas 20 y 40 mil
unidades, aumentando luego al orden de las 60 y 90 mil entre 1979 y 1984.
Después de esta máxima, la cosecha legal cayó a niveles inferiores a las 10 mil
unidades por año, presuntamente por la sobreestimación de cosechas en los años
anteriores, aunada una mayor agresividad de la caza furtiva (Ojasti 1991). En
la presente década, las poblaciones de capibaras se han mantenido relativamente
estables en los fundos adscritos al programa (Gonzáles Fernández y Quero 1995),
a niveles semejantes al inicio del programa. La cosecha actual es inferior
principalmente por la aplicación de tasas de extracción más cautelosas. Esta
experiencia comprueba la factibilidad del manejo sostenible de la caza
comercial por medio de una estrecha cooperación entre los servicios de fauna y
los propietarios rurales. El propietario cancela a Profauna la prestación de
servicios técnicos y paga un impuesto fiscal por cada animal a explotar, así
como una tasa al servicio de fauna. Sin embargo, los 26 fundos participantes
(en 1996) cubrieron apenas un 2,4% del área de los cuatro estados autorizados
para el manejo de la especie. En el resto del área campea la caza furtiva y la
escasez de capibaras. Por lo tanto, el proyecto ha logrado sus objetivos sólo a
medias. Para cumplir plenamente con su cometido, debería ganar mayor aceptación
y apoyo por parte de los productores pecuarios llaneros. B. Caimán. El manejo
del Caiman crocodilus para la caza comercial de sus cueros es un programa
paralelo al del capibara y está ubicado en la misma región. Suobjetivo es
fomentar el aprovechamiento sostenible e integral del recurso baba (nombre
vernáculo del caimán en Venezuela, donde este nombre se reserva a los
cocodrilos) e incentivar la participción de las poblaciones rurales (MARNR
1995b). Thorbjarnarson y Velasco (1998) presentan una evaluación detallada de
este programa. A semejanza del caso del capibara, las unidades de manejo son
aquellos fundos que solicitan una licencia de caza comercial y cuentan con la
abundancia de la especie. La extracción concierne solamente a la clase de
tamaño IV (180 cm o más de longitud total), constituido por ma-
10.4.2 Caza comercial
Las normas de CITES combaten los efectos nocivos de la caza comercial de
exportación y orientan el aprovechamiento de las especies faunísticas con
demanda externa hacia usos sostenibles. La caza comercial para el mercado
interno, en cambio, sigue degradando el recurso sin que exista voluntad
política para manejarlo. Sin embargo, la prolongada experiencia del servicio de
fauna de Venezuela en el manejo del capibara y el caimán, en cooperación con
propietarios rurales, comprueba la viabilidad y, hasta cierto punto, la
sostenibilidad del aprovechamiento comercial de estas especies. A. Capibara. El
programa de capibara en Venezuela tiene su origen en la explotación tradicional
de este gran roedor en los fundos llaneros para la venta de su carne seca y
salada en ciudades del norte del país, especialmente para el consumo durante
Semana Santa (Codazzi 1841, Ojasti 1973). Con el objeto de conservar la
población regional de capibaras, amenazada por extracciónexcesiva, se diseño un
plan de manejo basado en dos aspectos: 1) incentivar a los propietarios de
fundos para conservar la especie autorizándoles cosechar la producción
poblacional, y 2) estimar la cosecha sostenible en cada predio como producto
del tamaño poblacional (número de animales contados en el fundo) y la tasa
anual de producción, estimada hasta un 30%. Este plan, implementado en 1968,
incluye también colocación de marcas en los salones y controles de la
movilización y el comercio de la carne para combatir así la venta de productos
de procedencia ilegal. Contempla también un plan de manejo en cada fundo participante,
incluyendo la estimación de la capacidad de carga, planes de producción, manejo
de hábitat y análisis económico (Venezuela1994a).
229 chos adultos. En su etapa inicial desde 1983, se autorizó la cosecha del 7%
de la población total del fundo, estimada por conteos diurnos o nocturnos,
totales o parciales. Actualmente se contempla la extracción de hasta 25% de los
individuos de la clase IV, según el informe técnico anual sobre el tamaño y
estructura poblacional. Cada fundo asociado con el programa debe presentar un
plan de manejo de 5 años para la protección, el fomento y aprovechamiento de la
población y la conservación y mejoramiento de su hábitat. El plan compromete
también a los fundos participantes en aprovechar la carne del 70% o más de los
caimanes cosechados para lograr así su uso integral. Además se exige la
presentación de las osamentas de los animales sacrificados para corroborar que
la extracción seefectuó en el fundo objeto de la licencia. A diferencia del
proyecto anterior, el número de solicitudes para la caza aumentó
vertiginosamente en los primeros años del programa rebasando la capacidad del
servicio de fauna para conducir los conteos. Hubo que recurrir a muestreos y
extrapolación de los resultados al total de los cuerpos de agua en el fundo.
Posteriormente (1989), Profauna entrenó y acreditó profesionales para trabajar
como consultores contratados por los propietarios de fundos para la evaluación
de poblaciones y elaboración de planes de manejo. Sin embargo, no todos los
consultores rindieron resultados dignos de confianza, lo cual perjudicó la
marcha y la reputación del programa. En vista de la dificultad para obtener
estimaciones poblacionales confiables de todos los fundos, el servicio de
fauna, conjuntamente con la Secretaría de CITES condujo una investigación en la
región llanera. Como resultado, el área se dividió en seis regiones ecológicas
y se estimaron las características poblacionales del caimán en cada región
(Velasco y Ayarzagüena 1995). En la actualidad, la cuota de extracción en cada
fundo se calcula multiplicando los valores poblacionales promedios de la
región, la superficie del fundo y un factor de ponderación según el tamaño del
predio (Velasco y Quero 1995). Esto puede ser técnicamente correcto a escala
regional, pero no estimula directamente a los propietarios a proteger la
especie ya
250000
200000
NUMERO DE EJEMPLARES
150000
100000
50000
0 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995
TEMPORADAFigura 10.1. Estadísticas de caza comercial de Caiman crocodilus en
Venezuela. Altura total de barra = magnitud de la cosecha anual autorizada,
altura del sector inferior sombreado = magnitud de la cosecha registrada.
Fuente: MARNR (1995b).
230 que la magnitud de la licencia es independiente de la abundancia real del
recurso en el fundo (Thorbjarnarson y Velasco 1998). Tratándose de la caza
comercial de exportación que alcanza millones de dólares anuales, el programa
involucra numerosos controles: la colocación de precintos de seguridad en sus
productos, registro en los centros de acopio oficiales y control del
transporte, de las tenerías, del comercio y la exportación, según las normas de
CITES. Estos controles tienen por objeto evitar la incorporación de cueros
procedentes de la caza furtiva en la producción legal (Velasco y Quero 1995).
La cosecha autorizada subió rápidamente de 13 mil caimanes en 1983, a 235 mil
en 1985, y varió luego entre 87 y 173 mil unidades (200 a 560 licencias) entre
1987 y 1991 (Fig. 10.2). Después se registraron cosechas menores, entre 22 y 49
mil, a consecuencia de una menor demanda y caída del precio internacional
(MARNR 1995b, Ross 1995). En las doce temporadas, la cosecha legal alcanzó un
millón de ejemplares. Según recientes levantamientos de campo, la cosecha
sostenible de la población de caimanes en los Llanos inundables se ubica entre
50.000 y 75.000 machos adultos por año (Velasco y Ayarzagüena 1995,
Thorbjarnarson y Velasco 1998). C. Caza comercial de Tupinambis. Argentina ha
sidopor mucho tiempo uno de los principales exportadores de la fauna
neotropical. Los productos movilizados en mayor volumen son las pieles del
coipo y los cueros de Tupinambis teguixin y T. rufesecens, que son lagartos
hasta 1,5 m de longitud, conocidos en el país como iguanas (Ojeda y Mares 1984,
FAO/PNUMA 1985). Los pobladores rurales del norte de Argentina capturan estos
lagartos para la venta de sus cueros, obteniendo así ingresos adicionales. Las
exportaciones anuales de Tupinambis se han mantenido al nivel de un millón o
más de unidades por mucho tiempo, lo cual puede indicar que el recurso se está
utilizando de una manera sostenible, a pesar de la ausencia de un manejo formal
(Fitzgerald et al. 1991, Fitzgerald 1994). Los factores que pueden explicar su
persistencia son la mayor incidencia de machos en las capturas, la renuencia de
los compradores a aceptar pieles menores, la saturación de mercado después de
las máximas de exportación y la existencia de extensos
parajes poco poblados o de difícil acceso que pueden servir de refugios
(Fitzgerald et al. 1991). Hay investigaciones en marcha sobre la biología y
explotación de estos lagartos, a fin de garantizar la sostenibilidad de su uso.
10.4.3 Manejo comunitario
Uno de los retos principales del manejo de fauna silvestre en América tropical
es atender efectivamente a la cacería de subsistencia y mantenerla sostenible.
La sostenibilidad del uso constituye también una premisa básica del manejo de
la fauna silvestre como herramienta del desarrollo rural (FAO/PNUMA 1985). Sin
embargo,el modelo convencional de la gestión de fauna, por medio de decisiones
técnicas de las autoridades centrales, basadas en investigaciones biológicas,
remitidos en forma de instrumentos legales y atendidos por la población,
resulta a menudo poco efectivo para regular la caza de subsistencia. La
magnitud de este problema en muchos países tropicales así como en el ártico
norteamericano ha propiciado la búsqueda de otros mecanismos en aras de
orientar el autoconsumo de la fauna a niveles sostenibles. Una opción alterna
es que la misma comunidad usuaria del recurso se comprometa con un conjunto de
reglas de uso sostenible. (Bodmer et al. 1997, Smith 1993). Es lógico suponer
que las decisiones tomadas por una comunidad se ajustan mejor a las realidades
locales y que los lugareños pueden sentirse más comprometidos con las reglas
que ellos mismos han acordado, en comparación con las normas emanadas por las
autoridades centrales. El modelo con control local presupone comunidades
coherentes con cierta capacidad de autogestión y facilitadores externos quienes
orientan las iniciativas locales hacia planes sostenibles. Requiere también la
creación de un marco legal, porque la gestión comunitaria no sustituye sino
complementa el manejo de fauna por medio de instrumentos convencionales (Smith
1993). La idea de co-manejo comunitario implica la gestión del ambiente y sus
recursos con una visión integral y es cónsona con la tendencia creciente a
regionalizar la toma de decisiones de caracter local, el reconocimiento de los
derechos y la adjudicación de tierras a grupos indígenas ydemás comunidades
tradicionales (Alcorn 1993, Arvelo-
231 Jiménez et al. 1993), y la participación ciudadana en la toma de decisiones
ambientales (Naciones Unidas 1992b). Permite también la incorporación del vasto
conocimiento tradicional de los habitantes locales a los planes de manejo. Las
experiencias logradas en la Reserva Comunal Tamshiyacu-Tahuayo en el Perú
amazónico (Bodmer et al. 1997) constituyen un ejemplo oportuno de éste enfoque.
Las comunidades ribereñas de esta comarca empezaron a organizarse para hacer
frente a las constantes incursiones de madereros y pescadores comerciales de
Iquitos, en detrimento de la economía local. Por iniciativa de las comunidades
locales, el área se decretó como reserva comunal, dividida en: 1) la zona de
ocupación permanente a lo largo de los ríos, donde se ubica la población
humana, agricultura y pesca, 2) la de protección total, y 3) la de subsistencia
o de amortiguación, entre las dos anteriores, habilitada para la extracción
sostenible de la flora y fauna silvestres, según las reglas acordadas por la
comunidad con el asesoramiento del personal técnico de apoyo. El acceso
exclusivo a los recursos de la zona de subsistencia que disfrutan los ribereños
residentes les incentiva a respetar la zona de protección total, asegurándose
así un manejo sostenible de la reserva como un todo. El manejo comunitario debe
ser funcional y sostenible. En cuanto al primer aspecto, se requiere un interés
espontáneo de la comunidad al programa así como la capacidad de gestión para
decidir las reglas y efectuar los controles para que éstas secumplan. El
segundo, precisa información sobre el uso y la demanda del recurso y sobre su
capacidad productiva en el área. Los datos disponibles de Tamshiyacu-Tahuayo,
basados en el seguimiento de la abundancia y la estructura etaria de
poblaciones presa por parte de los mismos cazadores y en las estadísticas de
caza, evidencian un uso sostenible de los pecaríes, venados y roedores, pero
excesivo en el caso de primates, edentados, carnívoros y el tapir (Bodmer et
al. 1997). El plan de manejo sostenible acordado por la comunidad con el
asesoramiento de investigadores y extensionistas contempla 1) la suspensión de
la caza de las especies sobreexplotadas, 2) una cosecha preferencial de machos
de pecaríes, venados y roedores, a fin de fomentar el reclutamiento, y 3) cupos
mensuales de tres presas de mayor porte y cinco menores por cazador. Según
estas pautas, se pueden comercializar fuera de la comunidad solamente la carne
de los machos, lo cual puede orientar el interés a su caza selectiva. La
vigilancia de estas reglas está a cargo de guardianes comunitarios voluntarios.
El costo de la sostenibilidad que se espera alcanzar con este plan es una
reducción del 26% de la cosecha anterior. El proyecto de Tamshiyacu-Tahuayo es
relativamente reciente y aún no se cuentan con experiencias decisivas sobre sus
éxitos y problemas. Planes semejantes se adelantan en Brasil (Ayres 1993,
Anónimo 1996), Colombia (Martínez y Rodríquez 1997, Ulloa et al. 1996) y Panamá
(Vaughan 1990). Además se espera transferir a las comunidades locales otros
proyectos importantes como el manejo de lavicuña en el Altiplano andino (ver
10.2.4, A) y la caza del caimán en el Delta del Orinoco (Velasco y Quero 1995).
Los trabajos presentados en un reciente taller (Campos Rozo et al. 1996)
resumen varias experiencias pioneras sobre esta opción que se encuentra en
plena expansión en América tropical. El manejo comunitario no está exento de
problemas ni aplicable en todos los casos. No obstante, puede ser un enfoque
acertado en muchos escenarios tropicales a medida que se acumula más
experiencia en el desarrollo rural sostenible y más confianza entre las
comunidades, extensionistas, investigadores y administradores de la fauna
silvestre. Requiere, sin embargo, un enfoque multidisciplinario e integrador,
creatividad, sentido común, paciencia, experimentación y apoyo político y económico
porque el futuro de la fauna silvestre como recurso útil para la población
rural depende en gran medida de los proyectos pilotos actualmente en marcha.
232
233
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Índice
A
Abundancia, concepto 73 Abundancia inicial. Véase manejo experimental
159Acuerdo de Cartagena 51 Administración de fauna 64 adminstración sentido
estricto 64 desarrollo institucional 66 educación y extensión 64, 218, 227
financiamiento 67 guardería 66 investigación aplicada 65 promoción de
participación ciudadana 64 regionalización 67 servicio de fauna 64
Agroecosistema 22, 51 Agua 10, 178, 186, 202 Aguadas 204 área de influencia
204, 212 distribución espacial 204 necesidades de la fauna 204 permanencia en
tiempo 204 Alimento 178, 186 análisis próximo 178 agua 178 ceniza 179 extracto
etéreo 178 extracto libre de nitrógeno 179 fibra cruda 179 proteína cruda 178
calidad 178, 199 digestibilidad 179, 182 disponibilidad 179 palatabilidad 178,
179 subutilización 183 valor calórico 178 Alimento, definición 178 América
tropical, definición 15 Animales experimentales 50 Anticoagulantes. Véase
control químico 169 Aporte alimentario por especie 40 Aporte nutricional de
fauna 3, 31, 40, 52 Aptitud darwiniana 135, 207 Área de vivienda 131
aplicaciones 134 círculos o elipses 133 cuadrículas 133 estimación 132
polígonos perimétricos 132 Área de vivienda, concepto 131 Area espacial de
caza. Véase caza deportiva 56 Áreas protegidas 155, 164, 215 categorías de
manejo 215 extensión en América Latina 216 parque nacional 215 sistemas nacionales
215 Arreglo espacial 74, 82 agregado 74, 88 aleatorio 74, 88 uniforme 74 Aves
canoras y de ornato 50, 223 criaderos 223 exportación 50 mercado interno 50
B
Barreras orográficas 16 Bioenergética de producción animal 171 Biología
pesquera 137, 154, 157 Biotelemetría 124, 132 rastreo 124, 132 triangulación
132Bosques secundarios 20, 46
C
Cadenas de comercialización 19, 46 Cajas de nidificación. Véase manejo de
hábitat 212 Calendario de capturas. Véase marcado y recaptura 88 Calendario de
caza 36 Calor latente de evaporación 174 Cámara de fermentación 179, 182
postgástrica 182 pregástrica 182 Cámara respiratoria. Véase metabolismo 172
Capacidad de carga, concepto 112, 141 Capacitación 61, 67, 218 Captura de
quelonios 40, 47, 55
Captura por noche-trampas 79 Captura y translocación. Véase vertebrados plaga
168 Capturabilidad. Véase marcado y recaptura 86 Catabolismo 183 Causas de
mortalidad 128 accidentes 130 caza 128 depredadores 129 inanición 129
intoxicación 130 parásitos y enfermedades 130 Caza comercial de exportación.
Véase CITES 50, 57 Caza deportiva 3 Cazador 1, 12 agricultor 2 colector 1, 2
pionero 2 por oficio. Véase comercial 39, 46 pueblerino 39 Centro de actividad.
Véase área de vivienda 131 Chaku 1 Change-in-rate. Véase extracción selectiva
85 CITES 46, 57, 61, 63, 228 Clasificación de caza 35 comercial 2, 12, 35, 46,
57, 228 animales vivos 50 carne de monte 47 pieles y cueros 48 con fines
científicos 35, 51 de control 35, 50 de subsistencia 35, 38, 230 campesinos 38
indígenas 38 deportiva 3, 12, 35, 36, 227 Clasificación de vegetación,
criterios 17 bioclimáticos 17 ecosistémicos 17 fisionómicos 17 florísticos 17
Clima 16, 174, 187 árido 16 de sabana 16 húmedo 16 templado 16 tropical 16
Cobertura 186, 194 comunidades vegetales 194 fenología 195 fisonomía 195
florística 195 estratos 196 arbóreos 196 arbustivo196 herbáceo 196 muestreo 196 área basal 196
biomasa 196 cobertura 196 densidad 196 obstrucción visual horizontal 198
parcelas 196 punto cuadrante 197 transectos 196 significado para la fuana 194
Compactación de suelos 22 Competencia forrajera 220 Comportamiento agonístico
225 Compuestos secundarios 179 Conductancia térmica 174 Conocimiento
tradicional. Véase manejo comunitario 230 Conservación, definición 2, 11, 143
Conservación ex situ. Véase cría en cautiverio 149 Conservación in situ. Véase
áreas protegidas 148 Consumo de carne de monte 46 Contaminación mercurial 23
Conteo aéreo total 100 Conteo de fotografías 100, 102 Conteo nocturno 74, 78,
228 Conteo total 103 barrido o arreo 104 de nidos 105 en hábitat específico 104
en rutas de vuelo 106 exterminio 105 mapeo de territorios 105 por bloques 104
Continente-isla 15 Control de caza 10, 61, 66, 220 Control de depredadores 35,
51, 168 Control químico 168 Convenio sobre diversidad biológica 51, 61, 63
Cooperación 13, 60, 66 ciudadana 13, 64, 210, 217 interinstitucional 13, 61
internacional 11, 13, 62 Corredores 19, 145, 148, 191, 217 Cosecha contínua.
Véase tasa instantánea 151, 153 Cosecha óptima 154 Cosecha por unidad de área
40 Cosecha selectiva 160, 227 de grupos sociales 162 por sexo 161, 231 por
talla o edad 160 Cosecha sostenible 5, 149, 228 administración 163 áreas
protegidas 164
cuotas 46, 164 duración de temporada 164 licencias de caza 36, 163 límites de
piezas 36, 164 métodos de caza 165 porte de armas 165 tipo de animal 165 base
conceptual 151 compensación parcial 153,158 compensación total 152 control
epacial 155 mortalidad aditiva 152, 158 de alta intensidad 154 de baja
intensidad 154 máxima 154 programación 156 manejo experimental 10, 159 regla de
escape fijos 158 regulación de esfuerzos 157 relación beneficio/costo 157 tasa
fija de cosecha 158 Cosecha sostenible, definición 151 Costo de mantenimiento
172 actividad 174 metabolismo basal 172 termorregulación 173 Coto de caza.
Véase caza deportiva 2, 56 Crecimiento poblacional 110, 111, 138 modelo
exponencial 112 modelo logístico 112, 141 capacidad de carga 112, 140 premisas
113 punto de inflección 112 Criaderos 149, 221 aves 223 mamíferos 223 capibara
224 paca 224 primates 224 reptiles 221 caimanes 222 iguanas 223 tortugas 222
Criterios de edad 115 absoluta 116 dentición 117 líneas de crecimiento 118
osificación de suturas 116 peso de cristalino 117 peso y talla 117 relativa 116
Cuantificación de daños 166 Cuota conservadora 158 Curva de crecimiento 175
D
Deme 73 Densidad cruda 90 Densidad de escape. Véase regla de escapes fijos 158
Densidad ecológica 90 Densidad poblacional, definición 74 Densodependiente 140,
153 Densoindependiente 139, 152 Derecho romano 1 Derechos de los indígenas 11
Desarrollo sostenible, definición 8, 11 Diagrama de perfil. Véase cobertura 198
Digestibilidad 182 aparente 182 real 182 Dimorfismo sexual 160, 162 Dinámica
fluvial 26 Dinámica poblacional 109 concepto 109 estacional 110 largo plazo 110
Diseño muestral 77, 88 forma y tamaño de muestras 90 número de muestras 90
ubicación espacial 88 aleatorio 88 estratificado 89 sistemático 89
Dispersión113, 135 ambiental 135 cruda 135 efecto colonizador 137 efecto
poblacional 136 emigración 136 inmigración 136 en metapoblaciones 136 innata
135 DISTANCE. Véase transectos de línea 91, 99 Distancias perpendiculares x 98,
99 Distancias radiales r 91, 98 Distribución justa de beneficios 8
Domesticación 1, 149, 223 Dormidero 106
E
Ecología energética 138, 171 Ecosistema 7 Ectotermo 172, 173 Efecto de borde
20, 192 Efecto sinergético 155, 203
Eficiencia de producción 183 Egagrópila 180 Ejemplos de uso consuntivo 226 comercial
228 caimán 228 capibara 228 Tupinambis 230 deportivo 227 patos silbadores 227
venado cola blanca 227 manejo comunitario 57, 230 Encuesta 37, 39, 88 Endotermo
172 Ensayo-error-reajuste 157 Entrevista 37, 39 Enzootia. Véase vertebrados
plaga 167 Epizootias. Véase causas de mortalidad 130 Equivalente ecológico 25
Erosión 22, 205 Escala espacial de manejo 8 macro 8, 68 micro 8, 69 Espacio
como recurso 188 Especies endémicas 12, 25, 27 Especies migratorias 9, 12, 106,
134 Esquila 162, 221 Estandarizar metodólogia 77 Estimación de mortalidad 123
estructura etaria 125 marcado y recaptura 124 métodos directos 123 tasa de
sobreviviencia 123 tasas de cambio 124 Estimación incompleta del tamaño
poblacional 82 animales marcados 82 conteo repetido 82 conteo simultáneo 82
Estimador de Petersen. Véase marcardo y recaptura 85 Estimador poblacional 74
eficiencia 75 exactitud 75 precisión 74 robusto 75 sesgo 74, 75, 86, 103, 106
Estimadores basados en proporciones 83 extracción no selectiva 84 extracción
selectiva 84marcado y recaptura múltiple 87 marcado y recaptura simple 85
Estrategia mundial de conservación 11 Estrategias reproductivas 119 selección K
29, 119 selección r 119 Estructura
estable de edades 111, 126, 163 Estructura poblacional 113 etaria 115, 160
muestreo 113 por sexo 114 Estudio de alimentación 179 análisis de contenido
gástrico 180 en confinamiento 180 microhistológico 180 observaciones de campo
179 Evaluación de hábitat 204 calidad 207 condición 204 por factores 208 selección
206 tendencia 205 utilización 205 valor 207 Evolución de la fauna neotropical
23 Cenohorofauna Sudamericana 23 Neohorofauna Neotropical 24 Paleohorofauna
Suramericana 23 Protohorofauna Gondwánica 23 Excedente poblacional. Véase
compensación total 152 Exclusiones 180, 205 Exportación legal de fuana 50
Extención pleistocénica 24 Externalidad 4 Extinción 144 a nivel de país 144
causas 144 especies exóticas 144 pérdida de hábitat 144 presión de caza 144
ecológica 144 local 144 pleistocénica 1, 24 total 144
F
Familia endémica 25 Fauna neotropical 12, 23 Fauna silvestre, concepto 2 Fauna
silvícola 12, 20, 29 Flujo de energía 139, 171 asimilada 172 consumida 172
digerida 171 disponible 171 metabolizada 172 producción neta 172 crecimiento
172
reproducción 172 producida 172 Fragmentación de vegetación 20 Frecuencia anual
de gestación 121 Frugívoro 200 arborícola 200 acuático 200 terrestre 200 Frutas
200 estimación de disponibilidad 200 importancia para la fauna tropical 200
variación temporal 200, 201 Función alométrica. Véase metabolismo 173 Función
dedetección g(x) 96 Función probabilística de densidad f(x) 99 contaminación
203 drenaje 203 sedimentación 203 Humedales, definición 203
I
Impacto de caza 53 comercial 53 deportiva 53 subsistencia 53 Indicadores de
condición 176 fracción de grasa 176 perirenal 176 subcutánea 176 talla/peso 176
valor calórico 176 Índice de Lincoln. Véase marcado y recaptura 85 Índice
patos/día/cazador 79 Índices auditivos 79, 91 Índices de abundancia relativa 76
basados en distancia 77 indirectos 80 por esfuerzo de captura 79 relativos al
tiempo 78 utilidad 77 validación 81 Índices de idoneidad de hábitat 207
Individuos dominantes. Véase cosecha selectiva 162 Insectos. Véase alimento 201
Intercambio de calor 173 conducción 173 convección 173 evaporación 174
radiación 173 Interglacial 15 Inversión reproductiva 119, 177 cuidado de la
prole 177 del macho 177 gestación 177 huevos 177 lactación 177 Investigación 9,
65 Iterópara 109
G
Ganadería 18, 22, 167, 212 Glaciaciones 15 Grado de amenanza 146 categorías de
UICN 146 criterios 146 Gremio 73, 181 Grupos reproductivos. Véase zoocriaderos
224, 225 Guardafauna 66
H
Hábitat 5, 10, 185 análisis 185 componentes claves 186 agua 186 alimento 186
cobertura 186 espacio 186 continuidad 191 diversidad 192 efectivo 185
entremezcla 192 evaluación 186 extensión 187, 191 factores 185 bióticos 185
fisicoquímicos 185 mosaico 18 potencial 185 yuxtaposición 193 Hábitat, concepto
185 Heterogeneidad espacial 188 grano fino 188 grano grueso 188 Humedales 18, 203,
213 como hábitat 203
L
Latifundios 34 Legislación ambiental 62 código, ley orgánica 62consitución 62
decreto 63 ley ordinaria 63 resolución 63
286
Levante de crías 222, 223 Libro rojo. Véase grado de amenanza 146 mapas 189
Sistemas de Información Geográfica 191 Medidas de protección 2, 147
actualización de políticas 147 áreas protegidas 148 cría en cautiverio 149
legales 147 rescate de poblaciones silvestres 148 Meta. Véase objetivo 6
Metapoblación 73, 145 Método de Eberhardt. Véase transectos de línea 98 Método
de Hayne. Véase transectos de línea 98 Método de Leslie. Véase extracción no
selectiva 84 Método de punto cuadrante. Véase cobertura 197 Método de Schnabel.
Véase marcado y recaptura 87 Método Jolly-Seber. Véase marcado y recaptura 88
Métodos de estimación poblacional 75 criterios de selección 75 premisas 75
Migración 134 altitudinal 134 estacional 134 latitudinal 134 Minifundio 34
Modelo fuente-sumidero 155 Modelos de simulación 154, 159 Mortalidad 10, 122
aditiva 122 compensatoria 122 crónica 123, 129 densodependiente 122, 130
densoindependiente 122 natural 123 por caza 123, 128 traumática 123, 128, 130
Movilidad 131 Muestreo aéreo 100 bandas 101, 102 bloques 101 cuadrados 101
intensidad 101 sesgo 103 Muestreo de densidad poblacional 88 parcelas
circulares 91 transectos de banda 91 transectos de línea 95 Muestreo de
montículos fecales 80
M
Manejo activo 7 aumentar 7 estabilizar 7 reducir 7 Manejo adaptativo 157 Manejo
de agua 212 intencional 212 ejecución de obras 213 evaluación de necesidades
212 planificación de distribución 213 no intencional 212 abrevaderos del ganado
212 obrashidráulicas 22, 212 Manejo de carga animal 22 Manejo de fauna
silvestre, definición 5 Manejo de hábitat 5, 10, 186, 208 alternativas 209
conservación 209, 211 mejoramiento 10, 209 normas de uso múltiple 209
prioridades 214 relación beneficio/costo 210 respuestas de la fauna 210 de
bosque y campo 210 de cultivos 210 de tierras vírgenes 210 migratoria 210
sucesión 211 pastoreo 211 quema 211 siembra 212 Manejo de humedales 213 control
de la cuenca circundante 213 control de usos de la tierra 213 Convención Ramsar
63, 213 regulación del lámina de agua 213 Manejo experimental 9, 159 Manejo
pasivo 6 Mascota 12, 36, 50 Matemática actuarial. Véase tablas de vida 125
Materiales cartográficos 189 fotográfias aéreas 189 blanco y negro 189 escala
189 infarrojo 189 interpretación 189 imágen de radar 191 imágen de satélite 190
N
Natalidad 10, 119 estimación 120 tasa cruda 120
287
tasa específica 120 tasa instantánea 120 variación 121 Necropsia. Véase cuases
de mortalidad 130 Nicho ecológico 4, 181 Nidos nodriza. Véase conservación 220
Nitrógeno endógeno fecal. Véase digestibilidad 182 plan de trabajo 71
seguimiento y reajuste 72 Plan de manejo de áreas 72 Plan de manejo, definición
70 Planes de desarrollo rural 230 Planificación 9, 68 nivel macro 68 asignación
de prioridades 69 estrategias y programas 69 evaluación de la unidad 68
seguimiento y evaluación 9, 69 selección de objetivos 69 Pleniglacial 15
Población 73 abierta 74 cerrada 74 nomada 131 sedentaria 131 Población humana
32 densidad de la población rural 32 densidad demográfica 32 estructuraetaria
33 tasa de crecimiento anual 33 Población mendeliana 73 Población mínima viable
20, 145 Política de fauna 12, 59 aprovechamiento sostenible 60 áreas naturales
protegidas 59 base legal 59 cría en cautiverio 60 preservación de diversidad
biológica 59 tratados internacionales 61 valoración 60 Precintos de seguridad.
Véase caza comercial 230 Premisas 77, 86, 92, 96 Principio de precaución,
definición 7 Producción, definición 137 Producción poblacional 138 por
crecimiento 138 por reproducción 138 Productividad, definición 137 Programa
Biológico Internacional 171 Proteccionismo 2 Provisión de aguadas 22, 210, 212
O
Objetivo humano 5, 6, 11 Objetivos 7, 9, 68, 75 específicos 7 formulación 6
generales 6 ponderación en 6 potenciales 6 Optimización 8, 10, 183 Ordenamiento
territorial 11, 186
P
Parábola densidad-productividad 140 Paradigma de las poblaciones pequeñas 145
deriva genética 145 homocigosis 145 inestabilidad demográfica 145 Paradigma de
reducción poblacional 145 causas 145 mitigación 145 Parámetro poblacional 74
Parámetros reproductivos 120 fracción de hembras reproductivas 121 frecuencia
de reproducción 121 tamaño de camada 120 Participación ciudadana 11, 60, 230
Pasto 199 estrato herbáceo 199 pisoteo 199 producción primaria neta 199
variación de calidad 199 Pastoralismo 1 Período crítico. Véase mortalidad 128,
129, 199 Período de lluvias 18, 204 Perros realengos. Véase vertebrados plaga
167 Perturbación intermedia 26, 203, 209 Peso metabólico. Véase metabolismo
basal 173 Pirámide de edad. Véase estructura etaria 113 Plan de manejo 69
análisiseconómico 71 diagnóstico 70 estructura 70 importancia 70 objetivos 70
Q
Quemas de vegetación 22, 211
R
Ramoneo 200 Reclutamiento, concepto 137, 151 Recolección de huevos 36
Recurso, definición 3, 185 Recurso escénico 4 Recurso fauna. Véase valoración 3
Recursos naturales renovables 3, 7 Refugios pleistocénicos 26 Región
Neotropical 15, 26 Subregión Amazónica 28 Subregión Andino-Patagónica 28
Subregión Antillana 26 Subregión Mesoamericana 27 Región Neotropical,
definición 15 Regresión. Véase sucesión 195 Rescate de poblaciones naturales
148, 217 aves 219 mamíferos 220 vicuña 220 reptiles 217 cocodrilos 219 tortugas
fluviales 217 tortugas marinas 218 Ríos 202 aguas blancas 202 aguas claras 202
aguas negras 202 cambios de caudal 202 bajada 202 creciente 202 efectos sobre
la fauna 202 Riqueza de especies 25 por países 26 según latitud 26 Rotación de
territorios de caza 55, 155 Sociobiología. Véase cosecha selectiva 161
Sostenibilidad ecológica, definición 7 Sostenibilidad económica 7 Sucesión 194,
211 climax 194 etapas serales 195 primaria 194 secundaria 194 Suplementación
alimentaria. Véase manejo de hábitat 210
T
Tabla de fecundidad 127 Tabla de mortalidad 125 Tabla de vida 125 construcción
126 horizontal 125 utilización 127 vertical 125 edad de morir 126 estructura
etaria 127 Tamaño de población efectiva 146 Tamaño poblacional, definición 74
Tasa de colonización. Véase metapoblación 136 Tasa de cosecha aislada 153
instántanea 153 Tasa de cosecha por especie 40 Tasa de crecimiento poblacional 110
finita 110instantánea 111 intrínseca o máxima 111 Tasa de defecación diaria 81
Tasa de deforestación, definición 20, 21 Tasa de desaparición. Véase mortalidad
123 Tasa de digestión 182 Tasa de extinción. Véase metapoblación 136 Tasa de
fecundidad 113, 120 Tasa de mortalidad 122 cruda 122 específica 122 finita 123
instantánea 123 Tasa de reclutamiento 137 Tase de sobrevivencia 113, 123, 125
Tasa metabólico estándar 172 Tasa neta de reemplazo. Véase tablas de vida 127
Técnica de aproximaciones sucesivas 157, 159 Técnicas de caza 36 batida con
perros 38 con trampas 36 de espera 36 de excursión 36 nocturna con linterna 36
S
Salinización 23 Sedentarismo 1 Sedimentación 22, 23, 203 Seguimiento de
sostenibilidad 162 abundancia 163 estructura etaria 163 relación
producción-utilización 163 Selección natural 175 Selectividad alimentaria 181
especialista 181 generalista 181 oportunista 181 Semillas. Véase alimento 201
Series de Fourier. Véase transectos de línea 99 Sex-age-kill. Véase extracción
selectiva 85 Sistema feudal 1 Sobreexplotación 10, 162 Sobrepastoreo 144, 205
289
Temporada de caza 12, 150, 164 Tendencias macroeconómicas 34 dependencia
tecnológica 34 distribución de bienes y ingresos. Véase latifundi 34
endeudamiento externo 34 inestabilidad económica y social 34 producto
territorial bruto 34 Tenencia de la tierra 1, 34, 188 Tenería 53 Teorema de
valor marginal 181 Teoría de biogeografía de islas 145 Teoría de consumidor
óptimo 160, 171, 181 Teoría de selección de hábitat 206 distribución despótica
ideal 207 distribución libre ideal 206Termoneutralidad. Véase matabolismo basal
172 Territorio 132, 162, 207 Tiempo generacional. Véase tablas de vida 127 Tipo
de hábitat, identificación 11, 185, 190, 206, 207 Trampa de caída 79 Transecto
de banda 91, 92, 102 de línea 91, 95 unidimensional 91 Transgresiones marinas
15 Transplante de nidos 217 Tratado de Cooperación Amazónica 61 Triángulo
fauna-hábitat-gente 5, 6, 9 Turismo de naturaleza 3 minería 23 industria
petrolera 23 oro aluvial 23 pesca y recreación náutica 23 turismo 23 Usos no
consuntivos 3, 51, 53, 155 campamentos ecológicos 52 definición 51 turismo de
naturaleza 51, 55 Usuario de fauna silvestre 35
V
Valoración 3, 4, 13, 60 Valores da fauna silvestre 3 científico 4 cinegético 3
comercial 3 costo de prevención 4 costo de restitución 4 de existencia 4 de
mercado 3 de opción 4 directo no comercial 4 ecológico 4 educativo 4 indirecto
no comercial 4 intrínseco 3 por consumo directo 3 recreacional 4, 35 social 13
tangible o económico 3, 46, 53, 150 Variabilidad genética 145 Veda total 2, 7,
56 Vegetación de América Latina 17 biomas áridos 18 bosques 17, 198 de
coníferas 19 de montaña 18 húmedos deciduos 18 húmedos tropicales 18 secos 18
templados 19 humedales 18 igapó 19, 203 lagunas marinocosteras 19 manglares 19,
203 sabanas inundables 19 várzea 19, 203 páramo y puna 18 sabanas 18, 199
Velocidad de paso. Véase digestión 180 Venenos agudas. Véase control químico
169
U
Unidad de manejo 186 caracterización 186 definición 186 Uso múltiple de la
tierra 8 Usos consuntivos 3 Usos de la tierra 12, 34, 188, 210 acuicultura 23
agropecuarios 21 agriculturamigratoria 22 con sistemas de riego 22 cultivos
perennes 22 monocultivos herbáceos 22 pastizales 22 desarrollo urbano 23
drenaje de humedales 23 embalses 22 forestales 19 deforestación 19, 20
extracción de madera 19 plantaciones forestales 20, 212 productos forestales no
madereros 19
Vertebrados plaga 166 agropecuarios 51, 166 control 51, 167 barreras y
repelentes 168 biológico 169 caza y captura 168 costo 167 integrado 169
manipulación de hábitat 168 químico 168 depredadores 22, 51, 167 sanitarias 51,
167 Vertebrados plaga, concepto 165 Viabilidad a largo plazo 7, 145 Vientos
alisios 16
Z
Zooarqueología 1 Zoocriadero 6, 221 abierto 221 cerrado 221 conservacionista
226 intensivos 221 semi-intensivo 221, 225 viabilidad 225 biológica 225
económic 226 Zootecnia 6, 180