Desarrollo de los Sistemas planetarios: es
la formación y evolución de planetas, satélites y otros
cuerpos celestes a partir del gas y el polvo que
acompaña a las estrellas. Se cree que los
sistemas planetarios, como
nuestro propio Sistema Solar, se forman junto con sus estrellas (en nuestro
caso el Sol) a partir de nubes de materia que se contraen por la acción
de su propia gravedad. Es imposible que las primeras estrellas —que se
formaron a partir del
hidrógeno y helio iniciales producidos en la Gran Explosión
o Big Bang que dio origen al Universo— tuvieran planetas,
porque no existían elementos pesados con los que poder constituirse
(véase Origen del Universo). Los sistemas
planetarios son en su totalidad sistemas de segunda generación (o
posterior), formados a partir de los restos de estrellas de generaciones
anteriores en las que se generaron mediante nucleosíntesis elementos
pesados que mas tarde se dispersaron en el espacio por explosiones
estelares.
Contracción de la nube inicial
Los sistemas planetarios no se forman de modo aislado. Las nubes
interestelares son tan grandes que cuando una de ellas se contrae se rompe en
numerosos fragmentos, tantos como para formar varios cientos de estrellas como
el Sol. Las nubes interestelares pueden considerarse como viveros estelares en
los que nacen muchas estrellas a la vez, formando una asociación no
demasiado estrecha conocida como cúmulo abierto de estrellas, que se
dispersa a medidaque las estrellas individuales siguen sus propias
órbitas alrededor del centro de la galaxia. Véase Materia
interestelar.
A medida que la nube empieza a contraerse, cualquier movimiento de
rotación que posea la hace girar mas y mas deprisa, como
ocurre con un patinador sobre hielo cuando encoge los brazos
(véase Mecanica). Los distintos fragmentos de la nube acaban
girando en sentidos opuestos (algunos en el sentido de las agujas del
reloj y otros en sentido contrario), con lo que el movimiento de giro (momento
angular) global de la nube se reparte y ninguna estrella individual acaba
teniendo una rotación excesivamente rapida. Por otra parte, los
campos magnéticos asociados con la joven estrella le permiten mantener
su influencia sobre materiales situados muy lejos de su núcleo. Estas influencias magnéticas pueden transportar momento
angular hacia el exterior. Cuando el núcleo de cada fragmento se
contrae para formar una estrella, parte del material a partir del cual se
esta formando se mantiene alejado del centro de la nube como
consecuencia del giro residual, y el material se estabiliza formando un disco
de polvo alrededor de la joven estrella. Este tipo de discos se ha detectado en
torno a estrellas jóvenes, lo que confirma que
nuestra comprensión de la formación de los sistemas planetarios
es correcta a grandes rasgos. En uno de estos sistemas, Beta Pictoris, una
estrella joven esta rodeada por un grueso disco
de materia, que ha sidofotografiado y que se extiende a ambos lados de la estrella
a una distancia varias veces superior al tamaño de nuestro Sistema
Solar.
Cerca de una estrella joven de este tipo, el material
mas ligero del
disco (fundamentalmente hidrógeno y helio gaseosos) sale despedido
debido al calor de la estrella. El material que queda
esta compuesto por miles de millones de pequeños granos de polvo
que colisionan y se agrupan formando partículas mayores. Cuando
la estrella empieza a brillar (convirtiendo hidrógeno en helio por
fusión nuclear en su interior), las partículas de materia pueden
tener unos cuantos milímetros de tamaño, y se empiezan a
concentrar en un disco mas fino alrededor de la
estrella. El proceso de acreción —la acumulación de
partículas que se van quedando ‘pegadas’— avanza hasta
que los granos de polvo originales se han convertido
en pedazos de roca de aproximadamente 1 km de anchura, similares a los
numerosos asteroides que orbitan en la actualidad en torno al Sol entre las
órbitas de Marte y Júpiter.
Cuando los pedazos de roca alcanzan este
tamaño, empiezan a atraerse entre sí por gravedad de forma
significativa, lo que los reúne en grupos que orbitan juntos alrededor
de la estrella, chocando ocasionalmente entre sí. La gravedad agrupa
mas y mas los pedazos, y los trozos mas grandes (los que
ejercen una mayor atracción gravitatoria) atraen cada vez mas
material, y crecen convirtiéndose en planetas y lunas.
En nuestro propio SistemaSolar hay cuatro planetas rocosos próximos al
Sol, todos ellos formados del modo que acabamos de
describir: Mercurio, Venus, la Tierra y Marte. A continuación existe un cinturón de ‘escombros’ espaciales (el
cinturón de asteroides), un anillo que en muchos aspectos es
representativo del tipo de material del que se formaron los
planetas interiores. El material de este anillo no pudo
agruparse para constituir un planeta porque se vio perturbado continuamente por
la influencia gravitatoria de Júpiter, el planeta mas grande del Sistema Solar.
Mas alla del cinturón de asteroides
hay cuatro planetas gaseosos gigantes: Júpiter, Saturno, Urano y
Neptuno. Probablemente, sus características son típicas de los
planetas que se forman a gran distancia de la estrella, en los que se conserva
el material volatil originario, con lo que estan compuestos sobre
todo por gas, aunque puedan contener un pequeño
núcleo rocoso.
Formación de cuerpos celestes mas
pequeños
Pero los gigantes gaseosos no estan aislados. Alrededor de cada
uno de ellos hay un conjunto de satélites (lunas) y anillos, como si se
tratara de un sistema planetario en miniatura, y aunque algunas de las lunas
pueden ser trozos de desechos cósmicos capturados, muchas de ellas se
han formado en órbita en torno a sus planetas por los mismos procesos de
acreción y atracción gravitatoria que formaron los planetas. Esto
demuestra que, siempre que se forman objetos grandes por atracción
gravitatoria apartir de nubes de desechos en el espacio, estos objetos
estan acompañados por una familia de objetos menores que orbitan
en torno a ellos: un indicio bastante significativo de
que la formación de sistemas planetarios alrededor de estrellas es un
hecho común.
Sin embargo, debe hacerse una salvedad. Todo lo dicho
es valido para sistemas estelares que, como en el caso del
Sol, estan formados por una sola estrella. Una gran cantidad de
estrellas no son solitarias, sino que pertenecen a sistemas formados por dos o
mas estrellas, en los que puede resultar
difícil la formación de planetas debido a la inexistencia de
órbitas estables: los protoplanetas se verían arrastrados en una
y otra dirección por las influencias gravitatorias de las diferentes
estrellas. En estos sistemas es probable que lo único que se forme sean pedazos de escombros cósmicos como los que existen en nuestro
cinturón de asteroides.
Incluso después de que los cuatro cuerpos principales que se
convertirían en los planetas interiores hubieran tomado forma en el
disco de material situado en torno al joven Sol, existían muchos pedazos
de escombros mas pequeños en el Sistema Solar interior, que
seguían sus propias órbitas y eran absorbidos por los cuatro
planetas al pasar cerca de ellos. Los crateres de la superficie lunar
muestran el efecto del
bombardeo que continuó después de la formación de los
planetas; las sondas espaciales que han visitado Mercurio, planeta que
—al igualque la Luna— carece de una atmósfera que borre las
huellas del
antiguo bombardeo, han encontrado impactos similares. Una vez mas,
parece que estos impactos son típicos del modo en que se
forman los planetas, aunque sólo podemos estudiar en detalle el ejemplo
de nuestro propio Sistema Solar. En el caso de éste, el proceso de
formación de planetas comenzó hace unos 4.500 millones de
años, al mismo tiempo que se formó el Sol, y el bombardeo
finalizó hace unos 4.000 millones de años (aparte de impactos
ocasionales como el que probablemente causó la extinción de los
dinosaurios hace unos 65 millones de años).
Pero los planetas, asteroides y satélites no son los
únicos componentes de los sistemas planetarios. Los cometas son
otros cuerpos celestes que contienen poca masa (en comparación con un planeta) pero que orbitan en grandes cantidades en torno
a su estrella, a distancias mucho mayores que los planetas, llegando a mitad de
camino de las estrellas vecinas.
Desarrollo de asteroides y cometas
En el disco original de material situado alrededor del
Sol, a partir del
cual se formaron los planetas, la zona hoy ocupada por el cinturón de
asteroides contenía seguramente suficiente materia para dar lugar a un
planeta unas cuatro veces mas pesado que la Tierra. En un principio, las partículas de esta zona (al igual
que las de regiones próximas al Sol donde se formaron los planetas
interiores) es muy probable que se movieran alrededor de la jovenestrella en
órbitas casi circulares, unas al lado de otras, por lo que las colisiones
entre las mismas serían bastante suaves, lo que tendería a
unirlas. Pero a medida que Júpiter empezó a crecer por
acreción en las proximidades, su influencia gravitatoria perturbó
las órbitas de estos objetos del cinturón de asteroides.
A medida que dichas órbitas se hacían mas
elípticas, se cruzaban unas con otras de forma caótica. Como resultado de ello,
los pedazos de roca que pudieran haber crecido en esa
zona empezaron a chocar entre sí a velocidades mayores, con lo que en
lugar de mantenerse pegados para constituir objetos mas grandes (y
acabar siendo un único planeta) se rompían. Es posible que en lo
que hoy es el cinturón de asteroides llegaran a formarse ocho
superasteroides, cada uno de ellos tan grande como Marte, antes de
fragmentarse de esta forma. De hecho, Marte podría ser un superviviente de esa fase de formación del Sistema Solar.
De las cuatro ‘masas terrestres’ que había en el
cinturón de asteroides, toda la materia, salvo un 0 %
de la masa terrestre, ha sido despedida, en gran medida por influencia de
Júpiter, hacia órbitas que provocaron la caída de los
objetos al Sol o hacia órbitas que alejaron definitivamente los
fragmentos del
Sistema Solar. Es probable que uno de los superasteroides del tamaño de
Marte, enviado hacia el Sol de esta forma, colisionara con la Tierra fundiendo
una gran cantidad de roca y poniéndola en órbita alrededor dela
Tierra, donde se solidificó y se convirtió en nuestra Luna.
En la parte interior del Sistema Solar, hasta llegar a
los asteroides, el calor era suficiente para que los materiales
volatiles se evaporaran y salieran despedidos, por lo que se formaron
planetas pequeños y rocosos, ademas de los asteroides. Mas
alla de la órbita de Marte, el frío mantuvo heladas sustancias
como
hielo, metano congelado, amoníaco congelado y otros materiales. Desde el
primer momento, cuando las partículas se agrupaban para formar pedazos
mas grandes, los pedazos contenían muchas sustancias heladas, como
si fuera una bola de nieve sucia. Muchas de estas
‘bolas de nieve sucia’ se agruparon para formar los planetas
gigantes. El calor liberado en las colisiones acabó evaporando
las sustancias, aunque la fuerte gravedad de los planetas gigantes logró
mantener parte del
hidrógeno y helio primitivos. Todos estos gases dieron a esos planetas su estructura actual.
Ademas del material que constituyó los planetas gigantes, muchas
bolas congeladas de hielo y polvo cayeron seguramente bajo la influencia de la
gravedad de los gigantes gaseosos, del mismo modo que los objetos del
cinturón de asteroides cayeron bajo la influencia de Júpiter.
Algunos de estos objetos helados fueron lanzados a órbitas que los
llevaron cerca del
Sol y se evaporaron; otros fueron despedidos hacia fuera desde la zona de los
planetas gigantes y acabaron en órbitas que los alejaron del Sol
100.000veces mas que la Tierra, hasta 15 billones de kilómetros.
A distancias tan enormes, las bolas de nieve sucia se vieron influidas por la
gravedad de otras estrellas, por lo que sus órbitas se suavizaron y se
convirtieron en una capa esférica de cometas que rodea el Sistema Solar,
conocida como
la nube de Oort. Se cree que existe un billón
de cometas en la nube de Oort: esto significa que en nuestro Sistema Solar hay
mas cometas que estrellas en la Vía Lactea. Sin embargo,
la masa total de todo ese material es sólo unas
tres veces superior a la masa de la Tierra.
Mas cerca de nosotros, poco mas alla de la órbita
de Neptuno, se encuentra un cinturón interno de
cometas conocido como
cinturón de Kuiper, que contiene unos mil millones de cometas.
Plutón, que por motivos históricos suele clasificarse como planeta, debería
considerarse mas bien un ejemplo extremo de los supercometas helados
típicos del
cinturón de Kuiper.
También en este caso, aunque la
descripción esta basada en estudios del Sistema Solar, hay indicios de que
existen nubes de cometas similares alrededor de otros sistemas planetarios. A
mediados de la década de 1990, los astrónomos identificaron
varios sistemas en los que las estrellas estan acompañadas de
planetas con un tamaño comparable al de
Júpiter. Inevitablemente, la influencia gravitatoria de un planeta gigante así lanzaría material
helado a una nube similar a la nube de Oort durante la formación del sistema planetario.