Perú
Literatura peruana es un término que se refiere a las
manifestaciones literarias producidas en el territorio del Perú. Dentro de este marco se incluye la literatura producida en el
Virreinato del Perú durante el período colonial y rezagos de formas artísticas
orales de poesía amerindia (vinculada a cualquiera de las diversas etnias
regionales existentes en la época de la conquista, como quechuas, aymaras o chankas).
Tradición andina prehispánica
Largamente desconocida, la producción artística del período prehispánico
(especialmente vinculada con el Imperio de los Incas), en el territorio
centro-andino (correspondiente a Perú, Ecuador, Bolivia y Chile) tuvo
manifestaciones en formas poéticas (en lengua quechua o runa simi) denominadas
harawis (poesía lírica) y hayllis (poesía épica), a cargo de un aeda,
denomidado harawec. Estas manifestaciones formaban parte del quehacer
cotidiano. Funerales, fiestas, parrandas nupcias, peleas, guerras, etc. estaban
enmarcadas en una ritualización expresada a través del arte.
Junto a la poesía también existieron relatos orales (véase Tradición oral) que
expresaban la cosmología del
mundo andino(mitos de creación, diluvio, etc.). Muchos
de estos relatos (y poesías) han llegado a nuestros
días de forma diferida, plasmados en los trabajos de los primeros cronistas (el
Inca Garcilaso recupera poesía quechua, mientras que Guamán Poma de Ayala
relata el mito de las cinco edades del mundo).
Esta, fue largamente desconocida hasta el siglo XX. Su inclusión en el 'canon' oficial es lenta. Ya en su tesis:
El de la literatura del
Perú Independiente (1905), José de la Riva Agüero considera
'insuficiente' la tradición quechua como para ser un factor predominante en la
formación de la nueva tradición literaria (peruana). Posteriormente Luis
Alberto Sánchez reconoce ciertos elementos de tradición y su influencia en la
tradición posterior (en autores como Melgar) para dar base a su
idea de literatura mestiza o criolla (hija de dos fuentes, una indígena y otra
española), para esto consulta fuentes en las crónicas (Cieza, Betanzos y
Garcilaso).
La apertura real a la tradición prehispánica surge en las primeras décadas del
siglo XX gracias al trabajo de estudiosos literarios y antropólogos que recopilaron
y rescataron mitos y leyendas orales. Entre ellos destacan Adolfo Vienrich con
Tarmap Pacha Huaray (Azucenas Quechuas, 1905) y Tarmapap Pachahuarainin
(Fábulas quechuas, 1906), Jorge Basadre en La literatura inca (1938) y En torno
a la literatura quechua (1939) y los estudios antropológicos y folclóricos de
José María Arguedas (en particular su traducción de Dioses y hombres de
Huarochirí). Los trabajos más contemporáneos incluyen a
Martin Lienhard (La voz y su huella. Escrituray
conflicto étnico-cultural en América Latina. 1492-1988,
1992), Antonio Cornejo Polar (Escribir en el aire. Escribir en el aire:
ensayo sobre la heterogeneidad socio-cultural en las literaturas andinas. 1994), Edmundo Bendezú (Literatura Quechua, 1980 y La otra
literatura, 1986) y Gerard Taylor (Ritos y tradiciones de Huarochirí.
Manuscrito quechua del siglo XVII, 1987; Relatos quechuas de la
Jalca, 2003).
Precisamente es Bendezú quien afirma que la otra literatura (hecha o escrita en
quechua) se constituye, desde la conquista, en un
sistema marginal opuesto al dominante (de vena hispánica) y postula la
existencia permanente y cubierta de una tradición de cuatro siglos. Habla de
una gran tradición ('enorme masa textual') marginada y dejada de lado
por el sistema escritural occidental, ya que esta 'otra' literatura
es, como
el quechua, plenamente oral.
Colonia
El término 'literatura colonial' (o 'literatura de la Colonia') hace referencia
al estado del territorio del Perú, durante los siglos XVI al XIX (1821 marca la
fecha de independencia), conocido como Virreinato del Perú, cuya extensión
cubría toda Sudamérica, con la excepción de Caracas (pertenecía a Nueva España,
México) y la mitad del Brasil actual (dominio de Portugal). Resultado de la
fundación de la Real y Pontificia Universidad de San Marcos de Lima el 12 de
mayo de 1551 por Real Provisión de Carlos I de España y V de Alemania, primera
en América, y la instalación en Lima de la primera imprenta de Sudamérica, la
del turinés Antonio Ricardo en 1583, instituciones que impulsaron el temprano
desarrollointelectual de los peruanos.
Es indispensable señalar, que el virreinato de Nueva Granada (Colombia, Venezuela,
Ecuador) se instaló en 1740,
y el virreinato del
Río de la Plata (Argentina, Paraguay, Uruguay
y parte de Bolivia)
lo fue en 1776. En suma, se podría decir que el virreinato de Nueva Granada
duró 70 años, el del Río de la Plata, 33 años y el del Perú, 300 años.
Siglo XVI
El primer libro publicado en la ciudad de Lima
es la Doctrina Christiana y Cathecismo para la Instrucción de los Indios (1584)
de Antonio Ricardo, con lo que se inaugura propiamente la idea de literatura
peruana. Este primer catecismo, es publicado en castellano, quechua
y aymará. Durante las décadas anteriores, ya se había establecido el sistema de
reducciones producto de las reformas del virrey Francisco de Toledo
(1569-1581) que han separado la sociedad colonial en dos repúblicas, república
de Indios y republica de Españoles (período en el que se realiza la mayor
cantidad de extirpación de idolatrías). También se han promulgado las Leyes de
Indias que establecen:
“Que no se imprima, ni vse Arte, ni Vocabulario de la lengua de los Indios, sin
estar aprobado conforma á esta ley”; “que no se consientan en las Indias libros
profanos y fabulosos. Porque de llevarse á las Indias
libros de Romance, que traten de materias profanas, y fabulosas y historias
fingidas se siguen muchos inconvenientes (…) que ningun Español, ni Indio
los lea”; “[q]ue se recojan los libros de Hereges, y impida su comunicación.
Porqve los Hereges Piratas con ocasion de las presas y rescates han tenido
alguna comunicacion enlos Puertos de Indias, y esta es muy dañosa á la pureza
con que nuestros vasallos creen y tienen a la Santa Fé Catolica por los libros
hereticos y proposiciones falsas, que esparcen y comunican á gente ignorante.”
Estos dos factores determinarán que la inicial producción
literaria en la Colonia se limite a círculos de influencia principalmente
hispánica, producida en las grandes ciudades por hijos de españoles (españoles
americanos). La literatura se cultiva en círculos ilustrados,
estrechamente vinculados con la Iglesia (que imparte la educación entre las
élites sociales, ya que todos los colegios y convictorios estaban dirigidos por
órdenes religiosas). De la Iglesia es precisamente el padre José de Acosta
quién presta mayor atención al mundo americano ya que junto a sus reflexiones
religiosas y teológicas, encontramos una clara
preocupación por la geografía y fisiología de los pueblos naturales del Perú.
Acosta representa un momento en el que los estándares
estéticos renacentistas están aún presentes en la escena literaria. En 1586
publica Peregrinación de Bartolomé Lorenzo, en 1588 De Natura Novi Orbis et De
Promulgation Evangelii apud barbaros, sive de Procuranda indorum salute (De la
naturaleza del nuevo mundo) y en 1590 su obra más conocida Historia natural
y moral de las Indias.
Entre los escritores más destacados, está Diego de Hojeda (s1571?-1615, autor
de la Cristiada, -1611-, primer poema épico - místico escrito en América, en
octavas, poeta sevillano, ordenado sacerdote en el Perú en 1591).
Clarinda (seudónimo de la autora o autor del Discurso en loor depoesía, poema
en tercetos, que apareció en el Parnaso Antártico- 1608- de Diego Mexía de
Fernangil), Amarilis (seudónimo de la autora o autor de la Epístola a Belardo,
escrita en silva, dirigida a Lope de Vega y que éste reprodujo en La
filomena-1621-). Juan del Valle y Caviedes (1652 o
1654-después de 1696), autor del
Diente del parnaso-1689-, poeta satírico y costumbrista. Juan de Espinoza
Medrano llamado 'El Lunarejo', estudioso y dramaturgo, hacia
1629-1688, autor de piezas dramáticas religiosas, sermones y del Apologético en
favor de D. Luis de Góngora, príncipe de los poetas líricos de España-1662- y
La Novena maravilla'-1695-.
Diego Mexía de Fernangil (s1565 después de 1617), es
autor de la primera parte del
Parnaso Antártico (1608), la segunda parte no llegó a publicarse y permaneció
inédita hasta el siglo XX. P. Bernabé Cobo S.J. (1580-1657), escribió la
crónica Historia del nuevo mundo, en 4 volúmenes (1890-1893), y la Historia de
la fundación de Lima (1882). Luis Antonio de Oviedo y Herrera, Conde de la
Granja (1636-1717), poeta y autor teatral, miembro de la Academia Literaria
fundada por el virrey Castell dos Rius, autor de los libros poemáticos: La vida
de Santa Rosa (1711) y Poema sacro de la pasión (1717).
Siglo XVII
A fines del siglo XVII aparece la actividad
literaria de Lorenzo de las Llamosas (c.1665-c.1705) quien después de unos pocos
años de permanencia en el Virreinato del Perú, viaja a España donde desarrolla
actividades en la Corte del Rey , como
militar y al mismo tiempo como
autor de obras de teatro y didácticas.
A caballo entrela segunda mitad del Siglo XVII y la primera del XVIII
desarrolla su actividad el limeño José Bermúdez de la Torre y Solier
(1661-1746) poeta, autor del poema Telémaco en la isla de Calipso, fue
jurisconsulto, así como también rector de la Universidad de San Marcos de Lima.
Siglo XVIII
En el siglo XVIII está el humanista Pedro Peralta y Barnuevo (1664-1743), con
una obra que abarcó diversos campos del
saber y siendo autor de tragedias y sainetes que pueden considerarse
precursores del costumbrismo, entre ellas Lima fundada (1732), Lima
triunfante (1728), El cielo en el Parnaso.
Fray Francisco del Castillo O. M. (1716-1770), conocido como 'El ciego de
La Merced', fraile, dramaturgo y poeta, sin duda el mejor autor teatral de
la colonia y entre cuyas obras destacan La conquista del Perú, una de las
primeras en ofrecer una perspectiva crítica de la conquista del Perú, Todo el
ingenio lo allana, Mitridates, rey del Ponto, el entremés Del justicia y
litigantes. Este fraile pertenecía a la Orden de la Merced y no debe ser
confundido con el sacerdote jesuita Francisco del Castillo S.J. (1615-1673),
quien vivió y trabajó en la misma Ciudad de los Reyes (hoy Lima), pero un siglo
antes, es decir a principios del siglo XVII.
Destaca también Alonso Carrió de la Vandera (1714 o 1716-1783), que bajo el
seudónimo de Concolorcorvo, escribió el Lazarillo de ciegos caminantes, libro
que durante bastante tiempo fue erróneamente atribuido
a Calixto Bustamante Carlos Inca y que trata de un viaje realizado entre Lima y Buenos
Aires.
A fines del siglo XVIII y coincidiendo con el fin delmandato del Virrey don
Manuel Amat y Juniet, se representó en las gradas de la catedral de Lima un
drama, el Drama de los palanganas: veterano y bisoño, que es una crítica
despiadada contra el gobierno y la persona de este virrey, en particular sus amoríos
con La Perricholi. El texto ha sido rescatado por el crítico literario don Luis
Alberto Sánchez.
Esteban Terralla y Landa, un poeta satírico, usó
también el seudónimo de Simón Ayanque para publicar su libro Lima por dentro y fuera (1797).
La época colonial concluye con la obra poética del arequipeño
Mariano Melgar (1791-1815), en cuyos versos se prefigura el romanticismo y
muestra un mestizaje entre la poesía culta y las canciones populares indígenas.
Su obra se enmarca más dentro de la época republicana que de
la anterior, y consta de Carta a Silvia (1827) y Poesías (1878).
República
Siglo XIX
Las primeras corrientes
literarias del Perú independiente fueron el costumbrismo y el romanticismo. Al
primer período pertenecen los dramaturgos cómicos y poetas satíricos Felipe
Pardo y Aliaga (1806-1868), autor de Un viaje, Frutos de la educación; y Manuel
Ascencio Segura (1805-1871), autor de La Pepa, El sargento Canuto, La saya y el
manto, Lances de Amancaes, Ña Catita, etc., y quien retrata mejor los tipos populares
de Lima y es considerado el mayor dramaturgo nacional de este siglo. Narciso Aréstegui (1818 o 1820-1869), autor de la novela El padre
Horán. Flora Tristán (1803-1844), autora de Peregrinaciones de una
paria, y Mephis, que es una novela. Manuel Atanasio Fuentes, conocido como El murciélago (1820-1889),autor
de Aletazos del murciélago (3 vols., 1866) y Lima: apuntes históricos, descriptivos,
estadísticos y de costumbres (1867, en ediciones española, francesa e inglesa).
Cercana al costumbrismo está la obra de don Ricardo Palma (1833-1912) autor de
las Tradiciones Peruanas, la obra más conocida del siglo, en la que a través de
una serie de tradiciones, género inventado por él, que combina elementos de
historia con fabulaciones propias, narra la historia de Lima y del Perú durante
las épocas incaica, colonial y republicana; además de La bohemia de mi tiempo,
Papeletas lexicográficas y Tradiciones en salsa verde.
Al segundo los poetas y dramaturgos Carlos Augusto Salaverry, José Arnaldo
Márquez, Luis Benjamín Cisneros, Clemente Althaus y Pedro Paz Soldán y Unanue,
conocido por su seudónimo Juan de Arona. Sus obras, por lo general fueron
artificiales y abusaron del sentimentalismo. Las obras de
teatro, frecuentemente cultivaron el mismo sentimiento y exageraron los enredos
de modo inverosímil, ejemplo de ello es el drama El poeta cruzado del
poeta Manuel Nicolás Corpancho, alabado en su tiempo y olvidado actualmente.
Tras la guerra del Pacífico hay una reacción contra el romanticismo, liderada
por el intelectual Manuel González Prada, quien cultivó una poesía que por su
temática estetizante y la introducción de nuevas formas métricas, fue un claro
precursor del modernismo. En este período se cultivó,
de un modo bastante tenue, el realismo en la novela, que toma desarrollo a
partir de entonces en el Perú.
Una característica resaltante en este período, es el
surgimiento deun grupo de escritoras. Muchas de ellas —habiendo perdido a sus
cónyuges e hijos mayores en la guerra con Chile— tuvieron que ganarse la vida
por sí mismas, y cultivaron su vocación literaria a través de tertulias, la
principal de las cuales fue la de la argentina Juana Manuela Gorriti, en las
que se discutía sobre los problemas sociales y sobre la influencia de las
formas europeas. Escribieron novelas que en cierto modo pueden calificarse como
realistas. Tal es el caso de Mercedes Cabello de Carbonera, con su novela El
conspirador y Clorinda Matto de Turner, con su novela Aves sin nido. Otra
escritora que destaco fue María Nieves y Bustamante con su novela Jorge, el
hijo del
pueblo.
Siglo XX
El modernismo y las vanguardias
El modernismo se desarrolla en el Perú a partir del poema 'Al amor' de Manuel
Gonzáles Prada, publicado en el diario El Comercio en 1867, donde el poeta
fusiona un conjunto de géneros poéticos provenientes de Europa, dando como resultado el triolet.
Esta tendencia, resultado del
cosmopolitismo que vivía el Perú, pronto se desarrolló en otras partes de
América Latina, tal es el caso de Cuba mediante la poesía de José
Martí, Nicaragua
en la voz de Rubén Darío, Argentina mediante Leopoldo Lugones, Uruguay
a través de Julio Herrera y Reissig, México en la obra de Manuel Gutiérrez
Nájera. A pesar de sus tempranos antecedentes con Manuel Gonzáles Prada, el
modernismo alcanzará en el Perú un pleno desarrollo
tardíamente, a inicios del
siglo XX. Destacó José Santos Chocano, cuya obra grandilocuente que gusta de la
retórica y de la descripción de paisajesestá en realidad más próxima a Walt
Whitman y al romanticismo; Alberto Ureta, cuyos poemas, de tono reflexivo y
melancólico poseen mayor calidad y Enrique Bustamante y Ballivián.
José María Eguren abrió el camino de la innovación en la poesía peruana con sus
poemarios La Canción de las figuras 1916 y Simbólicas 1911, próximos al
simbolismo y que reflejaban su mundo interior mediante imágenes oníricas, con
las que reacciona contra la retórica y el formalismo modernistas.
Hasta 1920 el modernismo era la tendencia dominante en el cuento y la poesía,
pero desde 1915 la vanguardia literaria hizo tímidamente su entrada en la musa
nacional. César Vallejo, con sus obras fuertemente innovadoras en el lenguaje
centradas en la angustia y en la condición humana, pertenece a este período, en
el que también aparecieron los poetas Alberto Hidalgo, Xavier Abril, Carlos
Oquendo de Amat, Luis Valle Goicochea, Magda Portal y los surrealistas César
Moro y Emilio Adolfo Westphalen.
El escritor más destacado del momento es Abraham Valdelomar,
quien en su breve vida cultivo el cuento, la novela, el teatro, la poesía, el
periodismo y el ensayo. Destacan sobre todo sus cuentos, que narran con
bastante ternura historias de las ciudades provincianas y, en menor medida, relatos de Lima
o cosmopolitas. En 1916 fundó la revista Colónida que agrupó a varios jóvenes
escritores y que, a pesar de su breve existencia (tan sólo se publicaron cuatro
números) abrió el camino para la entrada de nuevos movimientos como
la vanguardia en la literatura peruana.
Otros autores, que junto con Valdelomarinauguran el cuento en el Perú fueron
Clemente Palma, que escribió cuentos decadentes, psicológicos y de terror,
influido por el realismo ruso y por Poe; y Ventura García Calderón, quien
mayormente escribió cuentos exóticos sobre el Perú. También se encuentran
Manuel Beingolea, Manuel Moncloa y Covarrubias, 'Cloamón' y Fausto
Gastañeta
En el plano del teatro, con escasas obras de valor en éste período, figuran las
comedias del poeta festivo Leonidas Yerovi y, posteriormente las obras de
denuncia social y cariz político de César Vallejo, que pasaron mucho tiempo
antes de ser publicadas o representadas. Ya en los años '40 la influencia
tardía del modernismo
y del teatro poético se reflejará en las obras
de Juan Ríos, a las que se les ha criticado su excesiva retórica poética,
generalmente ambientadas en tiempos remotos o en leyendas y que buscan ser un
referente general del
hombre.
Indigenismo
En el Perú el tema principal de la literatura indigenista era el indio, cuyo
predominio en la literatura se había iniciado en los años '20 y '30, primero con
los cuentos de Enrique López Albújar y más tarde con las novelas de Ciro
Alegría: La serpiente de oro (1935), Los perros hambrientos (1939) y El mundo
es ancho y ajeno (1941). Así empezó la interesante controversia sobre
indigenismo e indianismo, vale decir, sobre la cuestión de que no sean los mismos indios quienes escriban sobre su
problemática. Esta corriente literaria alcanzó su máxima expresión en la obra
de José María Arguedas, autor de Agua, Yawar Fiesta, Diamantes y pedernales,
Los ríos profundos, El sexto, Todas las sangres,El
zorro de arriba y el zorro de abajo, La agonía de Rasu Ñiti, quien debido a su
contacto con los indígenas en la infancia, pudo asimilar como propias su
concepción del mundo y experiencias.
Generación del cincuenta
La modernización de la narrativa peruana comienza con la Generación de 1950,
enmarcada políticamente con el golpe del General Manuel A. Odría en 1948 y las
elecciones de 1950 en las que se autoelige Presidente de la República. Durante
la década anterior había comenzado un movimiento
migratorio del
campo a la ciudad (preferentemente a la capital), que durante los años
cincuenta se potencializa al máximo y resulta en la formación de barriadas y
pueblos jóvenes, la aparición de sujetos marginales y desplazados socialmente.
La literatura producida en este período estuvo
influida notablemente por las vanguardias europeas; en particular, el llamado
modernismo anglosajón de Joyce y en el ambiente norteamericano la obra
novelística de Faulkner y la Generación Perdida. También
influyó notablemente la literatura fantástica de Borges y Kafka. A esta generación pertenecen Julio Ramón Ribeyro, Carlos
Eduardo Zavaleta, Eleodoro Vargas Vicuña, Mario Vargas Llosa, entre otros.
La generación del cincuenta es un momento en el que la narrativa se vincula de
forma muy fuerte con el tema del desarrollo urbano, la experiencia de la
migración andina hacia Lima (un incremento drástico de la población a partir de
finales de la década del 40). Muy relacionada con el cine neorrealista italiano,
presenta la realidad de la urbe cambiante, la
aparición de personajes marginales yproblemáticos. Entre los narradores más
representativos resaltan Julio Ramón Ribeyro con Los gallinazos sin plumas
(1955); Enrique Congrains con las novelas Lima, hora cero (1954) y No una, sino
muchas muertes (1957); Luis Loayza, cuya obra es obra es breve y poco conocida;
y Mario Vargas Llosa, quien a fines de la década del 50 empezó a publicar sus
cuentos, aunque su mayor producción narrativa, sus magistrales novelas, las publicaría
a partir de la década de 1960.
Junto a los narradores, surge un grupo de poetas entre
los que destacan Alejandro Romualdo, Washington Delgado, Carlos Germán Belli,
Francisco Bendezú, Juan Gonzalo Rose, Pablo Guevara. Estos poetas comenzaron a
publicar su obra a partir de fines del 40, tal es el caso de
Romualdo, luego lo harían Rose, Delgado, Bendezú, Belli. Guevara. Además, este comjunto se vinculó entre sí no sólo por las relaciones
interpersonales, sino que desde el punto de vista ideológico se relacionaron
por el marxismo y el existencialismo. Los poemas, desde una visión general, que
escribieron adoptaron un tono protestatario y de
compromiso social. Por ello, se reconoce al poema A
otra cosa de Alejandro Romualdo en el arte poética de la generación del cincuenta. Esta
generación reinvindicó a César Vallejo como paradigma estético y asumió el
pensamiento de José Carlos Mariátegui en calidad de guía intelectual. Los
poetas Javier Sologuren, Sebastián Salazar Bondy, Jorge Eduardo Eielson,
Antenor Samaniego, Blanca Varela, fueron conocidos como el grupo neo
vanguardista, que comenzó a publicar sus poemas a fines de los años treinta,
tal esel caso de Sologuren, luego vendrían los poemas de Salazar Bondy,
Samaniego, Eielson, Varela, quienes mantuevieron una relación interpersonal en
la revista Mar del Sur, dirigida por Aurelio Miró Quesada de clara tendencia
conservadora; además, este grupo de poetas designó a Emilio Adolfo Westphalen
como guía poético. A esta situación histórico - literaria, habría que añadir a
los llamados Poetas del pueblo, vinculados al partido aprista fundado por
Victor Raúl Haya de la Torre. Estos poetas, militantes del aprismo a inicio de
los cuarenta, fueron Gustavo Valcárcel, Manuel Scorza, Mario Florián, Ignacio
Campos, Ricardo Tello, Julio Garrido Malaver, quienes reivindicaron como
paradigma poético a César Vallejo.
Durante ese decenio y el siguiente el teatro experimenta un período de
renovación, inicialmente con las piezas de Sebastián Salazar Bondy
(generalmente comedias de contenido social) y más tarde con Juan Rivera
Saavedra, con obras con fuerte denuncia social, influidas por el expresionismo
y el teatro del absurdo. Durante estos años penetrará
fuertemente la influencia de Brecht entre los dramaturgos.
Generación del sesenta
La Generación del 60 en Poesía tuvo a representantes del calibre de Luis
Hernández, Javier Heraud y Antonio Cisneros, laureado con el Premio de Poesía
Casa de las Américas, otorgado por Cuba. No podemos olvidar en este acápite a los talentosos vates César Calvo, Rodolfo
Hinostroza y Marco Martos. Cabe señalar, para evitar errores de interpretación,
que Javier Heraud fue el verdadero paradigma generacional, vinculado a la
doctrina marxista y a lamilitancia política, mientras que Hernández y Cisneros,
no. Como es fácil advertir, los coetáneos no constituyen movimiento
generacional.
A esta generación en calidad de narradores pertenecen
Oswaldo Reynoso, Miguel Gutiérrez, Eduardo González Viaña, Jorge Díaz Herrera,
Alfredo Bryce Echenique.
La narrativa y la poesía peruanas de fines de la década de 1960 tuvieron tanto un carácter generacional como uno ideológico. Era un
tiempo en que la literatura era vista como un
medio, como un
instrumento, para crear una conciencia de clase. Eran los años del auge de la revolución en Cuba y
en el Perú la mayoría de intelectuales ansiaban una revolución marxista que
rompiera el viejo orden oligárquico y feudal. Algunos escritores aspiraban a un proceso como
el cubano (el poeta Javier Heraud, por ejemplo, murió en mayo de 1963, en la
selva peruana, integrando una columna que pensaba lanzar la lucha guerrillera),
otros tenían sus propios modelos. En este periodo de
intenso compromiso social al escritor le queda poco espacio para el compromiso
con su propia obra. A fines de esta década surge el Grupo
Narración, influido por el maoísmo y liderado por Miguel Gutiérrez y Oswaldo
Reynoso. Publicaron una revista con el mismo nombre, aunque tenían
pensando llamarla 'Agua', evocando a
Arguedas y las tensiones sociales que muestra ese libro.
Generación del setenta
También a fines de la década del '60 surgen en la escena poética limeña los
movimientos literarios Gleba (Ricardo Falla, Manuel Morales, Jorge Pimentel
Jorge Ovidio Vega y otros), Estación Reunida (José Rosas Ribeyro, ElquiBurgos,
Tulio Mora, Oscar Málaga, Ana María Mur y otros) y Hora Zero (Jorge Pimentel,
Juan Ramírez Ruiz, Jorge Nájar, José Carlos Rodríguez, Feliciano Mejía entre
otros). Estos grupos, que se decantarán luego en lo que se ha dado en llamar la
Generación del 70, se caracterizaron por el tono protestatario e iconoclasta del yo poético que se evidencia
más en textos y manifiestos de marcado acento ideológico en pro del socialismo que en
sus expresiones estéticas. A raíz de una supuesta falta de
compromiso social, se producen altercados entre uno de los líderes de Hora
Zero, Jorge Pimentel, y el poeta, ya consagrado, Antonio Cisneros. En este marco se produce el curioso reto de Pimentel a un
'duelo poético' a Cisneros (declamar ambos ante un público casual
para que espontáneamente los circunstantes determinen al vencedor), pero éste
no aceptó el desafío. 'Han empezado con el píe derecho, camaradas. Ahora
falta que escriban con la mano les dijo a
sus jóvenes colegas. Cabe señalar, también, que en este periodo del proceso de
la literatura peruana hicieron su aparición como poetas Rosina Valcárcel, Sonia
Luz Carrillo, Enrique Verástegui, Carmen Ollé, María Emilia Cornejo, Alfredo
Pita, Patrick Rosas, Abelardo Sánchez León, Omar Aramayo y -ya en la segunda
mitad de dicha década- Enrique Sánchez Hernani, Luis Alberto Castillo, Juan
Carlos Lázaro, Bernardo Rafael Álvarez, Luis La Hoz, Armando Arteaga, entre
otros. Algunos como
Ollé, Pita, Rosas, Sánchez León y Aramayo harían luego una importante obra
narrativa. También aparecen los primeros ensayos narrativos
de Fernando Ampuero.En el teatro hace irrupción la creación colectiva frente a
las obras de autor. El movimiento fue liderado por varios grupos
teatrales surgidos en estos años, entre los que destacan Cuatrotablas,
encabezado por Mario Delgado, y Yuyachkani, por Miguel Rubio Zapata, ambos
creados en 1971.
Décadas de 1980 y 1990
Con la década de 1980 viene el desencanto, el pesimismo: la llegada de una
revolución comunista deja de ser una utopía, pero ya no se la espera con
ilusión, es casi una amenaza. Es tiempo de la Perestroika y
los últimos años de la Guerra Fría. Además, la crisis
económica, la violencia terrorista y el deterioro de las condiciones de vida en
una Lima
caótica y superpoblada contribuyeron al desánimo colectivo. En el plano de la narrativa aparecen los primeros libros de
cuentos de Alfredo Pita, Y de pronto anochece; de Guillermo Niño de Guzmán,
Caballos de medianoche; y de Alonso Cueto, Las batallas del pasado;autores
cuya obra literaria sólo se desarrollará plenamente en años posteriores. Asimismo, en los ochenta, aparecen las dos primeras novelas de Aìda
Balta Campbell:'
Sodoma Santos y Gomorra' y 'El Legado de Caìn'. En 1990
aparece, editado en España y con escasa circulación en el Perú, un libro de cuentos de Pita que lleva un título negro como la década que se
cerraba en su país: Morituri. En cuanto a la poesía, surgen en este periodo movimientos marginales, que ahondan la
vertiente rebelde de la década anterior, como
el movimiento Kloaka, liderado por Roger Santiváñez. Con motivo de la
disolución del
grupo se editó La última cena, una 'autoantología'. Encontraste con
las propuestas colectivas de aliento neovanguardistas (en general, de ruptura
con el sistema político y el estético), surgen individualidades notables
vinculadas en su orígenes con estos, pero que rápidamente transitan a una
poesía serena, de ritmos equilibrados y que se nutre
de tradiciones artísticas fuertemente codificadas. El caso más notable es el del
poeta José Watanabe, cuya mejor obra se corresponde a este decenio, y que será
revalorada recién con el nuevo siglo. Otros poetas notables dentro de esta
apuesta individualizadora de vertiente tradicional, en el marco
de necesarias puestas al día, fueron Eduardo Chirinos y Magdalena Chocano. En el mismo decenio afloran también los primeros y diversificados
movimientos de poesía de mujeres. La línea feminista dentro de la cual
destacan Carmen Ollé, Giovanna Pollarollo y Rocío Silva Santisteban, otra más
lírica, donde destaca Rosella Di Paolo, además del intimismo irónico de Milka
Rabasa. Cabe mencionar también a Patricia Alba, Mariela
Dreyfus y Dalmacia Ruiz-Rosas.
En el último decenio del siglo XX, en los 90, aparece
en la literatura peruana una tendencia individualista. Ya no se trata de
conformar grupos con un pensamiento político, ni de
poner el acento en el compromiso social, sino de ahondar en la intención
estética. Pero, es en la poesía donde aparecen dos grupos importantes: Noble
Katerba y Neón. En la narrativa, la fórmula que se impone es
la denominada Joven-Urbano-Marginal. En este
campo, además de Jaime Bayly, que tiene preferencia por lo sensacionalista,
sobresalen Óscar Malca con Al final de lacalle (1993), Sergio Galarza con
Matacabros (1996), Rilo con Contraeltráfico (1997), autores que cultivan el
realismo sucio. Por otra parte, aparecen algunos escritores que cultivan el
esteticismo y cuya obra escapa a los moldes de su generación, entre ellos Iván
Thays, con Las fotografías de Frances Farmer, y Patricia De Souza, con Cuando
llegue la noche. En la poesía destacan Montserrat Álvarez con Zona dark (1991),
Xavier Echarri con Las quebradas experiencias, Domingo de Ramos con Ósmosis
(1996), Doris Moromisato, Odi González, Ana Varela, Rodrigo Quijano, Jorge
Frisancho, Gonzalo Portals, Rafael Espinosa, entre otros antologados en la
polémica antología Poesía peruana Siglo XX (2000) de Ricardo González Vigil
(Pontificia Universidad Católica del Perú). Hacia el 2000, como señala la
Enciclopedia Temática-Literatura de El Comercio, muestran un trabajo poético
importante Lorenzo Helguero, Miguel Ildefonso, Selenco Vega, José Carlos
Yrigoyen, Alberto Valdivia Baselli, Rubén Quiroz, entre otros. En el campo
dramático descollan Enrique Mávila y Mariana de Althaus, que se han caracterizado por la asimilación de diferentes
tendencias teatrales contemporáneas.
Simultáneamente, dos escritores del
grupo Narración alcanzan su madurez durante este decenio: Oswaldo Reynoso y
Miguel Gutiérrez, quienes regresan al Perú luego de una larga estadía en la China
comunista, que los desengaña de sus aventuras políticas juveniles. Reynoso,
autor del memorable libro de cuentos 'Los inocentes', pública
sucesivamente la nouvelle 'En busca de Aladino' y la novela 'Los
eunucos inmortales', obrasde prosa musical en las que se descarta el ideal
de la lucha social de clase por la búsqueda de una utopía de belleza juvenil
que resulte, no obstante, justiciera con los humildes. Gutiérrez, por su lado,
sorprende a los lectores con una novela de más de mil páginas, 'La violencia
del tiempo', saga familiar de la familia Villar, que se inicia con el
primer Villar, desertor del ejército español que combatió contra los patriotas
en la guerra de independencia, y termina con Martín Villar, narrador de la
novela, que en los años sesenta ha optado por ser un profesor rural, tras
estudiar en la oligárquica Universidad Católica. Novela histórica, de
crecimiento, ensayo de crítica social y de interpretación histórica, 'La
violencia del tiempo' acusa el influjo de los grandes narradores latinoamericanos
del siglo XX (Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Gabriel García Márquez y Mario
Vargas Llosa), así como de los maestros de la novela del siglo XIX, en especial
de Balzac, cuyo intenso y torvo cronicón de familia, La Comedia Humana, evoca
con maestría singular.
Siglo XXI
Con el cambio de siglo y en los primeros años de la década se da un fenómeno singular, inesperado para algunos. Varios de los
premios internacionales más importantes son entregados a escritores peruanos,
algunos de ellos desconocidos hasta ese momento en el
extranjero. De hecho, este repunte de las letras
peruanas empieza en 1999, cuando la novela El cazador ausente, de Alfredo Pita,
gana el Premio Internacional de Novela Las dos orillas, concedido por el Salón del Libro Iberoamericano
de Gijón (España). El libro dePita fue de inmediato traducido y publicado en
cinco países europeos: Métailié, París; Seix Barral, Barcelona; Guanda, Milán; Asa, Lisboa; y
Ópera, Atenas. Tres años después, en 2002, un narrador ya consagrado, Alfredo
Bryce Echenique, obtiene con El huerto de mi amada el Premio Planeta, otorgado
por Planeta, la editorial más poderosa de España y una de las mayores del
mundo. El año siguiente, en 2003, Pudor, segunda novela de Santiago
Roncagliolo, queda entre las cuatro finalistas del
Premio Herralde y es luego publicada por Alfaguara en 2004 con una audaz
operación de márketing. En 2005, Jaime Bayly, criticado por sus detractores por
el supuesto carácter comercial y por los estereotipos sociales que
vehiculizaría en sus novelas, es único finalista del Premio Planeta.
Ese mismo año Alonso Cueto logra el Premio Herralde
con La hora azul. En 2006, Roncagliolo, con Abril rojo, obtiene el premio de
novela otorgado por su casa editora, Alfaguara, que publica de inmediato el libro
y lo convierte en uno de los escritores más exitosos del momento. En
2007 la novela El susurro de la mujer ballena, de Cueto, queda finalista en la
primera edición del
Premio Planeta Casa de América. Ese mismo año un nuevo
sello español, 451 Editores, publica la novela Casa del escritor Enrique
Prochazka. Iván Thays, que ya fue finalista del Premio Rómulo Gallegos en 2001, es
finalista en 2008 del
Premio Herralde de novela con Un lugar llamado Oreja de Perro. El Premio Nóbel de Literatura es finalmente entregado a Mario
Vargas Llosa en el año 2010.
Como no podía
ser de otro modo, mientras algunosen el Perú se congratulan de este fenónomeno, otros lo critican. Son los que piensan que
la internacionalización de estos escritores y su premiación en este ámbito debe entenderse no sólo como producto de su calidad, sino también de
su integración al mercado internacional. Desde esta perspectiva, las
trasnacionales de la literatura, que en los primeros años del siglo XXI asientan sus filiales en Lima, estarían exigiendo a
los escritores mejor conectados con el mercado editorial local una mayor
profesionalización.
En paralelo al resurgimiento internacional y al reconocimiento de autores como
los mencionados, en Perú en los últimos años también insurge, como parte de la
dinámica propia de un país multicultural, el proceso literario protagonizado
por autores que sitúan su obra en los linderos de la cultura andina,
rescatándola como forma artística producto de la especificidad de la nación
peruana y su drama. Los escritores que se reconocen en esta tendencia reclaman,
por un lado, la herencia de la obra de José María Arguedas y, por otro,
denuncian la discriminación de su obra por parte de críticos y medios de
comunicación de orientación 'criolla', o culturalmente más afines con
el sistema económico globalizado, que rige la administración de los llamados
'bienes culturales'. La disputa entre 'andinos' y criollos
se hizo patentes a raíz de de una serie de artículos sucesivos, y sobre todo
agresivos, publicados en diarios peruanos por los denominados escritores
'criollos' y por los 'andinos', luego de una primera descalificación mutua
cuando se vieron las caras en un congresode escritores peruanos en Madrid. El
debate, que no pasó de lo adjetivo, permitió la difusión de una nueva
generación de escritores provincianos que continúa, en clave contemporánea e
incluso posmoderna, la narrativa indigenísta (y regionalista) de los años 40
(en particular surgen lazos con Alegría y Arguedas), con la obra de Manuel
Scorza y con la narrativa regionalista y de ruptura de los años 70 (Eleodoro
Vargas Vicuña, Carlos Eduardo Zavaleta, Edgardo Rivera Martínez, el grupo
Narración. Se deja de lado la idea de 'compromiso' de Narración por ejemplo, y
se privilegia una reconstrucción del pasado a través de un proceso de
ficcionalización de la historia, retomando aquí, un punto explotado por la
nueva narrativa hispanoamericana y el Boom. Así, si no son los primeros, son
los que más ahondan en el tratamiento literario del proceso de la
guerra interna (1980-1993). Un libro que ha contado
con el elogio merecido de la crítica ha sido 'Retablo' de Julián
Pérez. La inserción en el mercado literario nacional de estos escritores es,
además, distinta a los narradores capitalinos, ya que la difusión de sus obras
se realiza principalmente en provincias y a través de formas alternativas
(ferias regionales, conciertos folclóricos, periódicos o revistas de tiraje
limitado). Fuertemente marcados por la oralidad y tradiciones
andinas, los nombres más conocidos, además de Colchado, son Dante Castro, Félix
Huamán Cabrera y Zein Zorrilla.
Es importante señalar, asimismo, el significativo crecimiento que ha
experimentado el mercado editorial peruano en la primera década del sigloXXI, debido a la
reducción de costos que ha significado la introducción de tecnología digital en
el ámbito editorial, la vigencia de la Ley del Libro y el impulso del Plan Lector de
Ministerio de Educación. Por un lado, han aparecido diversas editoriales
independientes, bajo el lema de una computadora es una editorial, como
Estruendomudo, Matalamanga, Sarita Cartonera, Bizarro, Borrador Editores, [sic]
libros, Mundo Ajeno, Tranvías, Lustra, Mesa Redonda, Casatomada, Editorial
Arkabas, Gaviota Azul Editores, entre otros. Estruendomudo,
en especial, es responsable de la aparición y difusión de nuevos narradores
elogiados por la crítica. Por el otro, uno de los mayores grupos
editoriales del mundo de habla hispana, Planeta, inauguró en 2006 su filial en
el Perú, dando un ulterior impulso a un mercado editorial en el que ya operaban
otros dos grandes grupos internacionales: Santillana (España) y Norma
(Colombia). Este pequeño boom editorial ha permitido que un
número elevado de escritores nuevos publique sus primeros trabajos durante esta
década.
Bibliografía
Basadre, Jorge. Literatura Inca. París: Descleé, de Brouwer. 1938
Basadre, Jorge. Historia de la República del Perú. Vols IV, VII u XI. Lima: Euroamericanas.
1983.