Antecedentes
La trata de personas es un fenómeno muy
antiguo que sólo desde las
últimas dos décadas ha venido saliendo a la luz pública. En otras palabras, estamos frente a un problema viejo
con un nombre nuevo.
Durante la época colonial mujeres y niñas, particularmente africanas e indígenas, eran desarraigadas de sus lugares de origen
y comerciadas como
mano de obra, servidumbre y/o como objetos
sexuales. Pero la trata como problema
social comenzó a reconocerse
a fines del siglo
XIX e inicios del XX a través
de lo que se denominó Trata de Blancas, concepto que se utilizaba para hacer referencia a la movilidad y comercio de mujeres blancas, europeas y americanas, para servir como prostitutas o concubinas generalmente en países árabes, africanos o asiáticos. En ese
momento surgieron las primeras hipótesis
en torno que dichos movimientos eran producto de secuestros, engaños y coacciones sobre mujeres inocentes y vulnerables con el objeto de explotarlas sexualmente.
Los discursos sobre la “trata de blancas”
fueron utilizados y hasta cierto punto
monopolizados por el movimiento abolicionista de la prostitución, cuya lucha se centraba en su erradicación al considerarla una forma de esclavitud de la mujer. Sus acciones se cristalizaron en la agenda mundial
a través de diversos acuerdos internacionales para la supresión de la Trata desarrollados desde 1904 y hasta1949, año en que la Asamblea General de las Naciones Unidas
aprobó el Convenio para la represión de la trata de personas y la explotación
de la prostitución ajena.
Al inicio de la década de los 80, después de varios años de silencio, los discursos
sobre la trata de mujeres con fines de explotación
sexual volvieron a tomar fuerza entre distintos
sectores nacionales y supranacionales, debido entre otras razones,
al incremento de la migración
femenina trasnacional que se venía gestando
desde fines de los años 70, dentro de la cual parece aumentar,
o al menos hacerse más evidente, la incidencia de este fenómeno en casi todas las regiones
del mundo y en muy diversas modalidades. De esta manera la antigua definición
de trata de blancas quedó en desuso por no corresponder ya a las realidades
de desplazamiento y comercio
de personas y tampoco a la naturaleza
y dimensiones de los abusos inherentes a este flagelo.
En esa época, se comenzó a utilizar el término tráfico humano o tráfico de personas para referirse al comercio internacional de mujeres y personas menores de edad, sin todavía alcanzarse una definición o concepto consensuado sobre este fenómeno.
Como se verá más adelante fue hasta
finalizar el siglo XX que la comunidad internacional logró establecer una definición más precisa de la trata de personas.
El aumento en el número de casos, así como su expansión enáreas
que anteriormente no parecían verse tan afectadas, responde en parte a factores como la globalización,
que ha facilitado las comunicaciones y el acceso a la información. Pero también a las profundas dificultades
económicas que enfrentan muchos países -especialmente las naciones en desarrollo y las economías en transición- y su consiguiente inestabilidad socioeconómica, lo que tiende a producir
circunstancias de “expulsión”
como el desempleo y/o empleos mal remunerados, falta de oportunidades educativas y desarrollo social, así como las
limitadas posibilidades de acceso a los servicios
de salud y educación. A ello se suman los
cada vez mayores obstáculos a la migración regular y la existencia
de conflictos armados sean estos nacionales
o regionales.1
Esta situación aunada a cuestiones como la creciente demanda de mano de obra de bajo costo
en los países de destino, vacíos legales en la mayoría de los Estados y falta
de una visión integral para combatirla, han hecho de la trata de personas uno de los tres negocios
más rentables del crimen organizado después del tráfico de armas y de narcóticos.
En el caso de México y el Distrito
Federal no existen cifras
del fenómeno y,por lo tanto no hay políticas públicas adecuadas para prevenir, atender,sancionar yerradicar dicho delito. Entre
los principales problemas que enfrenta
el Distrito Federal en esta
materia se encuentran
ô€€ ô€´ Desconocimiento del delito
de trata de personas por parte de autoridades,
lo que propicia que las víctimas
sufran doble victimización y
falta de atención que respete su
derecho a la justicia y la seguridad.
€´ Ausencia de cifras oficiales y falta de estudios sobre las condiciones
“laborales” de las personas
que ejercen trabajo sexual.
€€ ô€´ Ausencia de políticas públicas y servicios para la atención de víctimas
de trata de personas – como albergues que garanticen
la seguridad
personal, la salud física y
psicológica –
ô€€ ô€´ Falta de medidas
de seguridad para las autoridades y organizaciones
de la sociedad civil que atienden y enfrentan directamente el delito
de trata de personas.
€€ ô€´ Falta de políticas de prevención en las instituciones educativas para
visibilizar y combatir la problemática.
€€ ô€´ Falta de condiciones para que las víctimas
de trata de personas se reintegren
a la sociedad y encuentren buenas oportunidades de empleo.
€€ ô€´ No se contempla en
la legislación actual del D.F. el combate
a todas
las modalidades de trata de personas.
Estas situaciones han sido
reconocidas por los entes públicos
del Distrito
Federal, por lo que se han fijado estrategias
y líneas de acción para enfrentarlas
y superarlas a través del PDHDF.2