El romanticismo es un movimiento y una actitud en los
que se expresan claramente las contradicciones citadas. Desde el punto de vista
psicológico, la actitud romántica puede ser considerada como una constante
histórica que aparece en distintosperíodos de la historia de nuestra cultura.
Sin embargo, la acentuación de los rasgos románticos y su reunión en, lo que
podemos llamar un movimiento, aparecieron con tanta fuerza durante el
siglo XIX, que el nombre que entonces adoptó extendió su significación hasta
designar una constante universal. Nos ocuparemos aquí del romanticismo
histórico, es decir, de aquel que predominó en el campo artístico durante el
período que estudiamos.
'El ataque más peligroso y radical contra el baluarte de
la razón, emanó, sin embargo, del
romanticismo. El romanticismo es una actitud muy compleja, que se
origina por varios motivos e impulsos, pero que se dirige a un
fin: hundirse en la insondable y caótica naturaleza, buscarla, no mediante un
razonable sometimiento a la causalidad mecánica, material, sino sumergiéndose
entusiastamente en un elemento anárquico. El romanticismo es
misticismo profano; es una unión mística con la naturaleza misma en vez de con
la divinidad. Y aún cuando se invoca a Dios, éste es sólo un mero sustituto de la naturaleza. Porque el romanticismo
es un movimiento ecléctico tardío creado por intelectuales deseosos de escapar
a la tensión de la civilización, de buscar albergue y rejuvenecerse en el caos
de la naturaleza y el sentimiento. Todo el romanticismo nació
de la protesta contra la civilización, el racionalismo, la vida burguesa, la
tecnología y la economía, contra todo lo que es práctico y ordenado.'
(Kahler, 422)
Una reacción desorbitada, quizá, pero entendible dentro del contexto cultural en
el que se originó.
'El romanticismo fue unmovimiento de protesta, de protesta apasionada y
contradictoria contra el mundo capitalista burgués, el mundo de las
'ilusiones perdidas”, de protesta contra la dura prosa de los negocios y
el lucro'. (Fischer, 61)
En su rebelión, el romanticismo opuso a la ciencia propia de un materialismo
abstracto -cada vez más triunfante a partir del siglo XVI- la idea de un
universo orgánico, no organizado ciegamente, sino dependiente de la acción
individual y voluntaria de sus componentes animados, enfoque éste que se
origina en la experiencia inmediata, vital. Mary Shelley en su Frankenstein,
opuso, estas dos concepciones del mundo: el mundo científico
abstracto que produce monstruos y el mundo natural que se resiste a ser
dominado. A una naturaleza predeterminada por leyes mecánicas, que responden a
una causalidad sin propósito final, el romanticismo opone una naturaleza con
propósito final, una naturaleza orgánica, donde el cambio, los valores, la
eternidad, la durabilidad, la interconexión, son las principales
características. (WHITEHEAD).
Cuando J. J. Rousseau, a mediados del
siglo XVIII, parafraseó a Descartes y opuso al famoso 'pienso, luego
existo' el: 'siento, luego existo', fundamentó la existencia en
el sentimiento e inició una tendencia que, oponiéndose al racionalismo
iluminista y al racionalismo práctico, habría de teñir con su sentimentalidad
todo el arte del
siglo XIX. La burguesía no pudo congeniar sus intereses contradictorios:
individualismo e igualdad social; sensibilidad vs. pragmatismo; practicidad vs.
idealismo. Ante estas contradicciones elromanticismo fue un El 2 de diciembre de 1806, Napoleón decretó en Pilsen la construcción de un Templo de la Gloria, cuyo programa especificó y cuyo
proyecto se concursó. El edificio debía levantarse sobre los
cimientos de la Iglesia de la Magdalena, en la Calle Real. En su interior se inscribiría en planchas de mármol los nombres de
los caídos por la Patria, las listas de los regimientos y los ejércitos.
Los mariscales tendrían allí su estatua.
27 proyectos fueron presentados y la Academia de Bellas Artes
seleccionó el proyecto de C. E. Beaumont, alumno de David Le Roy.
Napoleón quería expresamente un 'templo tal como en Atenas y desaprobó la elección en Ti1sitt y
prefirió elproyecto de B. Vignon (1762-1828), otro alumno de Le Roy, que tenía forma
perfecta de templo griego. El discípulo seguía así fielmente las enseñanzas del
maestro, quien había visitado las ruinas griegas y cuyo objetivo docente era
imponer 'la arquitectura viril que había admirado en Grecia'.
El Templo de la Gloria es un gran templo períptero, de
orden corintio, emplazado sobre un alto podio romano. El interior revela la
dificultad que tuvieron siempre los arquitectos neoclásicos cuando utilizaron
formas griegas; debido a la simplicidad de la función que cumplía el interior
del templo griego, no pudo ser utilizado para ninguna de las mucho más
complejas funciones propias del siglo XIX. De allí que los interiores debieran
ser o romanos, o libres de todo estilo. En el caso de la Magdalena, el
interior se cubre con cúpulas soportadas por columnas corintias. El
resultado es un ambiente híbrido: bizantino por su
cupulado y su s mosaicos, romano por sus detalles. Todo dentro
de gran templo griego. A esta mezcla
estilística, estéril y disparatada, llevó, en casi todos los casos, la
tendencia neoclasicista.
El Templo de la Gloria se terminó, ya como Iglesia de la Magdalena,
recién en 1843, también bajo el reinado de Luis Felipe.
La Bolsa de París era otro de los instrumentos necesarios al nuevo Imperio,
Napoleón decide su construcción y encarga a A. T.
Brogniart (1739-1813) el proyecto. La obra se comenzó en 1808 y muerto
Brogniart la continuó E. la Barre, quien cambió el orden dórico original por el
corintio. Nuevamente aparece aquí la infaltable
columnatarodeando al edificio el que se encuentra exento en medio de la
manzana. Casi todas las construcciones neoclásicas tendían a aparecer como edificios aislados, tal como lo requería su
pretensión de monumentalidad, la que imponía este aislamiento formal con
respecto al contexto urbano. El espacio vacío servía de marco
con tanta eficacia como en el pasado clásico y el carácter
monumental se acentuaba.
'El estilo imperial Romano en la arquitectura y la decoración sedujo a
Napoleón tanto por razones artísticas como por razones simbólicas. Los
símbolos dominaron a la arquitectura y a las artes decorativas del Imperio. Las águilas y los leones
Imperiales se combinaban con abejas gigantes y 'N' mayúsculas'. (Honour, 74).
Y más adelante continúa Honour,
'Bajo el Imperio la idea de arte como
educación se transformó en arte como propaganda,
centrada en el culto de la personalidad del
emperador. Aún David se dedicó a magnificar a Napoleón, un gran clamor
de trompetas suena en los cuadros en los que mostró a Napoleón cruzando los
Alpes, coronando a Josefina en una gloria de oro y plata, seda y satén, o
distribuyendo las águilas a generales que juran fidelidad con el mismo gesto de
los Horacios, ahora reducido a un mero floreo retórico'. (179).
Con Napoleón los r
refugio para los desesperanzados a quienes la revolución científica del siglo XVII les había prometido la omnisapiencia, la
revolución tecnológica del
siglo XVIII la omnipotencia y las revoluciones democráticas de América y
Francia la igualdad y la justicia para todos.