2. Índice
1. Introducción. El mundo al borde de la gran transformación
2. Crecimiento demográfico y crecimiento agrario
3. Población e industria. La protoindustrialización europea
4. El comercio mundial
4.1 Economía atlántica y comercio triangular: plantaciones y esclavismo
4.2 Los cambios en el comercio asiático
En torno a los niveles de vida:
revolución del
consumo y revolución industriosa
6. La tesis de la Gran Divergencia sPor qué Inglaterra y no China?
7. La evolución económica en España durante el siglo XVIII
4. Contenidos del tema
1. Introducción. El mundo al borde de la gran transformación
El siglo XVIII es el del
inicio de la Revolución Industrial en Inglaterra. Un comienzo, sin embargo,
lento al principio, limitado a determinadas regiones y algunos sectores, que
tardará en hacerse notar incluso a los contemporáneos. De hecho, los dos
grandes economistas ingleses de finales de siglo, Adam Smith y Thomas R.
Malthus, no parecieron percatarse de los cambios que comenzaban a apuntar a su
alrededor de la mano del carbón y la mecanización del textil.
Para el resto del
mundo, el XVIII es una época de crecimiento, pero aún dentro del marco de las
economías de base orgánica. Uncrecimiento mayoritariamente extensivo pero que
anuncia cambios importantes, especialmente en Europa. El comercio
intercontinental crece en volumen, con Inglaterra y Países Bajos como principales
beneficiarios y rivales. Como resultado de este
comercio, y de la mejora de las rentas de una parte de la población, se produce
un incremento en la variedad y cantidad de los bienes a disposición de muchos
europeos: café, té, azúcar, ron, calicós de algodón y bibelots (pequeños
adornos y cacharros como
los que hoy venden las tiendas de todo a un euro). Hay autores que hablan de
una revolución del
consumo en la Europa del XVIII. Y ligada a ella, la búsqueda de ingresos para
poder acceder a esos bienes lleva a muchos europeos, especialmente en el Norte,
a trabajar más: trabajar más en los campos para hacerlos más productivos,
trabajar más miembros de la familia en las industrias rurales que florecen en
muchas regiones, trabajar más horas en ocupaciones complementarias de la
agricultura. A eso es lo que se ha denominado revolución industriosa en Europa.
Asia, de este modo, aunque sigue albergando
las mayores economías el mundo, comienza a perder peso y dinamismo frente a
Europa, en lo que Pomeranz ha llamado la Gran Divergencia.
Todos estos procesos - 'revoluciones” y 'divergencias”—son aún objeto
de debate entre los historiadores. Lo que no lo es son algunas de las
realidades en que se basan. La realidad del
crecimiento económico que se refleja en las cifras de población y producción.
El contexto político es en general de mayor estabilidad: en Europa, la paz de
Westfalia en 1648 había puestotérmino a un largo periodo de campañas militares
que habían sacudido Europa central, configurando el equilibrio de poder entre
los distintos Estados. Rusia creció extraordinariamente, de la mano de las
políticas modernizadoras de Pedro I y Catalina II, extendiéndose hacia el
Báltico, el mar Negro y Siberia. En Europa central se consolidan nuevas
potencias, como
Prusia, especialmente con el reinado de Federico el Grande (1740-1786). Por su
parte, en Asia persistían grandes imperios, aunque con dinámicas muy
diferentes: en la parte occidental el imperio otomano, que también se extendía
por los Balcanes y el norte de África, conoció una fase de estabilidad que
permitió recuperar el crecimiento económico y el aumento de intercambios entre
las distintas zonas del
territorio. En la India,
el imperio mogol sufrió un progresivo debilitamiento tras la muerte de
Aurangzeb en 1707, que redundó en la fragmentación territorial y la progresiva
influencia de Inglaterra en el subcontinente. En China, el ascenso de la dinastía
Qing (1644-1911), de origen manchú, había puso fin al periodo de convulsiones
que acabó con la dinastía Ming. Finalmente, América, bajo el dominio europeo,
estaba en plena expansión de la mano de diferentes economías regionales y de la
llegada de numerosos pobladores.
Pero Europa también se halla inmersa en un proceso de renovación intelectual
que acabará socavando las estructuras feudales, muy vinculadas a la Iglesia y a
la aristocracia terrateniente. Desde la reforma de Lutero, la ortodoxia
teológica quedó sometida a discusión, y el pensamiento científico se abre
camino através de métodos de de reflexión y observación sobre el mundo alejados
del
pensamiento religioso. La física newtoniana dio paso a una era de
experimentación y desarrollo de nuevos métodos que pronto fueron aplicados a la
práctica cotidiana en forma de pequeñas innovaciones que se difundían y
discutían a través de publicaciones y reuniones entre personas curiosas. El ambiente
que iba formándose en distintos países se plasmó en movimientos como la Ilustración, que se extendió como una mancha de aceite por círculos
intelectuales europeos. Sus ideas influyeron en las políticas estatales, que
aspiraban a crear condiciones favorables para la instrucción de los súbditos,
el desarrollo y difusión de nuevas técnicas aplicadas a la producción y el
fomento de las actividades artesanales.
Pero estos movimientos no sólo se limitaban al desarrollo técnico y al progreso
material, sino que a partir de la segunda mitad del siglo comienzan a oírse
voces que reclaman reformas sustanciales de la sociedad y la política, con
alternativas radicales al orden feudal aún dominante en buena parte de Europa.
En Inglaterra, las nuevas ideas económicas quedaron plasmadas en los escritos
de Adam Smith, que publicó en 1776 su gran obra La riqueza de las naciones, un
alegato contra los principios que habían guiado la política mercantilista de
los Estados, a la vez que anunciaba los beneficios de la división del trabajo y
de la libertad de los empresarios en el manejo de sus negocios. En el orden
político, las ideas de Voltaire, Rousseau o la división de poderes propuesta
por Montesquieu avanzan el pensamientoliberal, cuyos ecos resuenan en la
revolución de las colonias americanas en 1776. Los grupos mercantiles y
manufactureros cobraban un peso creciente, y aspiran a intervenir en las
decisiones de gobierno. Por todo ello, si la máquina de vapor de Watt anunciaba
una nueva era en la actividad económica, la Revolución Francesa sentaba las
bases de las transformaciones sociales que se extenderían durante el siglo XIX.
En suma, puede considerarse el XVIII como una especie de siglo bisagra entre
una época, la del mundo preindustrial, que tiende a dar sus últimos coletazos y
una nueva fase de la historia marcada por la transformación de la economía y la
sociedad. Este mismo carácter de bisagra se plasma en el cambio fundamental de
los polos de crecimiento, pues anuncia el ascenso de Europa como
principal región industrial en el XIX, relegando el papel de Asia, que había
sido durante siglos el taller manufacturero del mundo. Con ello, Europa de la mano de
Inglaterra como pionera, sentaría en este siglo
las bases de la divergencia frente a Asia, como
región más dinámica del
mundo.
2 Crecimiento demográfico y crecimiento agrario
El mundo asiste a un incremento notable de la población. Se calcula que se pasó
de más de 600 millones de personas en 1700 a 919 en 1800 (tabla 1). Por
continentes, Asia sigue siendo el más poblado, pues concentra entre el 60 y 65%
de la humanidad en su territorio, principalmente en China. Europa, que pasó de
115 a 188 millones se mantiene en torno al 20% y África pierde una parte de su
papel relativo al pasar del 10 al 7% del total, aunque en términos absolutossu
población no merma. América y los nuevos territorios coloniales, por el
contrario, conocieron un aumento demográfico explosivo apoyado en la masiva
llegada de inmigrantes (y esclavos).
En todas partes, el crecimiento de la población viene apoyado en un crecimiento
agrario, mayoritariamente extensivo, aunque en también se dan componentes
intensivos, fundamentalmente por la introducción de nuevos cultivos. China
es un buen ejemplo.
La dinastía manchú (Qing) amplió notablemente el territorio chino, poniendo en
cultivo un área equivalente a la extensión de México. Por otro lado, la
adopción de cultivos americanos como
el maíz y la patata incrementó la base productiva. Además, las políticas de
control del
comercio y abastecimiento mejoraron la seguridad alimentaria. Todo ello
propició el espectacular salto de la población china, que según distintas
estimaciones pudo triplicarse o hasta quintuplicarse a lo largo del siglo. Además, la
agricultura asiática también dedicaba una extensa área para cultivos
comerciales, como el té, el algodón, la morera,
o la caña de azúcar, junto a las tradicionales especias de las áreas del sureste.
Lo mismo ocurre en el África subsahariana, cuyo crecimiento, se apoyó, en la
extensión de cultivos el ñame, sorgo, mijo o arroz, pero también con la
introducción de otros de origen americano, como el maíz y especialmente la mandioca. Con
esta raíz los portugueses alimentaban a los esclavos en sus travesías. Fueron
ellos quienes la llevaron a África, ya que su cultivo en zonas tropicales no
requería grandes trabajos de preparación y permitía una cómodarecolección que
evitaba gastos de almacenamiento. Pero buena parte del
crecimiento de población del
continente negro fue absorbida por el tráfico de esclavos.
En Europa se produce la misma combinación. En la mayor parte del
continente (regiones mediterráneas, del
centro y el este) dominaba el modelo extensivo de crecimiento agrario. La
recuperación de tierras baldías y campos abandonados durante la crisis el siglo
XVII, o la desecación de marismas permitieron la extensión de los sembrados. En
cuanto a soluciones intensivas, la introducción de cultivos americanos, como el maíz primero y más
tarde la patata, ayudaron al alza de la producción agraria, gracias a sus
mayores rendimientos por hectárea. Sin embargo no hay una tendencia
generalizada hacia el aumento de productividad. En la mayor parte de Europa, la
escasa disponibilidad de renta de las familias campesinas, que deben dedicar
una parte importante del producto agrario a las rentas pagadas al propietario,
los derechos feudales (incluido el diezmo) y los impuestos estatales impedían
invertir en mejoras en las técnicas y métodos de cultivo, que tampoco resolvían
los propietarios por su escasa orientación empresarial. Tampoco ayudaba la
escasa dotación de ganado en las explotaciones, que reducía las posibilidades
de un laboreo adecuado y el empleo de abono en cantidad suficiente. En muchas
zonas, sobre todo en las regiones mediterráneas, los condicionantes ecológicos
y climáticos eran otra limitación importante: la escasez de lluvias y la aridez
de los suelos impedía reducir el periodo de barbecho sin poner en peligro la
recuperacióndel terreno. En Europa del este, el modelo feudal, que mantenía las
relaciones de servidumbre, generaba una baja productividad. Las grandes
extensiones se cultivaban con escasos medios técnicos y a través de
prestaciones personales de los siervos, o se dejaban para el pasto de una ganadería extensiva orientada a
la exportación.
Sin embargo, existen islas de progreso agrario. En Europa noroccidental y
algunos focos del
centro y el sur se profundiza en la orientación de la producción hacia el
mercado, cuya demanda generaba importantes incentivos para el crecimiento. En
Inglaterra, la aplicación de técnicas procedentes de los Países Bajos con los
sistemas de drenaje y ocupación de nuevos terrenos se combinaban con la llamada
agricultura convertible (que combinan rotaciones más complejas de alimentos,
forrajes y pastos), que permitían en las fincas sustentar un mayor número de
cabezas de ganado, lo que aportaba una mayor cantidad de fertilizante,
reduciendo o, incluso, eliminando el barbecho. El sistema Norfolk, difundido a
partir de fines del siglo XVII en Inglaterra, consistía en aplicar una rotación
cuatrienal, eliminando el barbecho y permitiendo la incorporación, además de
los cereales, de plantas forrajeras como el nabo, y de leguminosas y trébol,
que ayudaban a fijar el nitrógeno y recuperar la fertilidad en la tierra. Así,
además de acrecentar la producción de cereales, los forrajes permitían
estabular el ganado y aumentar su peso (figura 1)
Las innovaciones técnicas iban unidas a cambios en la propiedad de la tierra.
Avanzan las enclosures (cercamiento de fincas), quepermiten ignorar las
restricciones tradicionales de tipo comunitario, como
el pasto en las
zonas ya cosechadas o las regulaciones sobre la rotación de los cultivos en los
campos abiertos, que dificultaban las innovaciones. Las explotaciones más
eficientes crecían, los derechos comunales retrocedían y eso empobrecía al
pequeño campesino hasta el extremo de perder las tierras arrendadas y verse
convertidos en jornaleros. Así, el aumento del tamaño de las explotaciones modernizadas
iba en paralelo a la proletarización de los pequeños campesinos, que se
convertían en mano de obra asalariada para los terratenientes. El resultado de
este proceso era triple:
> Incremento de la producción: Permitió abastecer de alimentos a la
población, incluso con excedentes para la exportación de cereal (de 2,4
millones de bushels en promedio a comienzos del siglo a más de 7,2 millones en
1754), y al mismo tiempo suministrar crecientes cantidades de lana a una
manufactura textil en plena expansión.
> Intensificación del trabajo en las explotaciones modernizadas: las nuevas
rotaciones y los sistemas de mejora de la tierra (drenajes, abonado, margado) y
el ganado eran más intensivas, y demandaban trabajo asalariado.
> Creciente orientación del mundo rural
hacia el mercado: de las granjas modernizadas, de los jornaleros que dependen del salario, de los
antiguos campesinos que se reorientan a otras actividades (transporte,
industria textil rural, etc).
Con todo, hay que subrayar que estos avances son muy minoritarios, y
concentrados en Inglaterra y Países Bajos. A escala europea el balance fue muy
distinto:el crecimiento demográfico a lo largo del siglo superó el ritmo de la producción y
en consecuencia el producto bruto agrario por habitante descendió durante el
siglo XVIII un 2,5%. A finales de siglo los precios de las subsistencias
sufrieron alzas importantes en muchas zonas, generando hambrunas y picos de la
mortalidad. Malthus sabía de lo que hablaba.
El caso de América lo corrobora. Aunque la población creció a un ritmo
sin igual en Norteamérica (de 1,2 millones de habitantes en 1700 a 10,8 en
1820) y muy sustancial en Latinoamérica (de 13 a 23 millones), la abundancia de
tierras y las bajas densidades de partida impidieron que se alcanzase el techo
maltusiano. En todo caso, la orientación de la agricultura en América es del
todo peculiar al estar en buena parte orientada a la exportación, a través de
la agricultura de plantación o las haciendas.
El ingenio
El ingenio típico del
siglo XVIII tenía un cierto sabor de industria doméstica rural. Las tareas
agrícolas se llevaban a cabo con técnicas rudimentarias, utilizando el jan
(estaca puntiaguda para abrir hoyos en la tierra) en la siembra de caña o, en
el mejor de los casos, empleando el arado criollo, de iguales características
que el ancestral arado chino. Se sembraba una sola variedad cañera: la criolla.
El corte y alza eran, lógicamente, tareas manuales, y el transporte de la caña
al trapiche se efectuaba en pequeñas carretas de dos ruedas y una sola yunta,
con una carga promedio de 80 arrobas (920 kgs).
Los molinos o trapiches eran de madera,
con tres mazas verticales entre las cuales se comprimían las cañas.
Elmovimiento se impartía mediante palancas que en número par eran accionadas
por bueyes. En realidad mantenían casi el mismo diseño y características técnicas
de los instalados en Brasil desde fines del
siglo XVII. El jugo extraído a las cañas, llamado guarapo, pasaba a grandes
ollas de cobre donde se le cocía hasta lograr por evaporación el grado óptimo
de concentración. El combustible usado era la leña y cada paila tenía su fuego
individual. El punto de concentración se calculaba empíricamente y una vez
obtenido se vaciaba en una resfriadera la masa cocida contenida en la paila.
Eran las resfriaderas - barbarismo cubano por enfriadera tableros cóncavos donde
se batía la masa cocida utilizando grandes palas de madera hasta lograr su cristalización. Como por su constitución físico química estas mieles
concentradas sólo cristalizan parcialmente, quedaban formando una masa espesa
los cristales del
azúcar y las mieles no cristalizables. La última operación fabril consistía en
separar el azúcar cristalizada de las mieles y fue conocida con el nombre de
purgar el azúcar.
En el Caribe y áreas tropicales florecen las plantaciones, grandes propiedades
trabajadas por esclavos bajo las órdenes de capataces donde se cultiva sobre
todo a la caña de azúcar, aunque también se extienden en este siglo el café, el
tabaco, el cacao y el algodón, este último en el sur de los Estados Unidos. Las
plantaciones disponían a menudo de instalaciones, como
los ingenios azucareros, para realizar una primera elaboración del producto de la caña.
Las fincas pertenecían a comerciantes privados o sociedades quedestinaban el
producto a la exportación.
En las planicies y zonas templadas y semiáridas, la forma de explotación más
extendida es la gran hacienda agroganadera. En estas haciendas los campesinos
trabajaban para los propietarios, sobre todo cuidando enormes cabañas
ganaderas, y luego vivían en aldeas explotando pequeños terrenos para su subsistencia.
El cuero, principal producto de las haciendas, era en cambio destinado a la
exportación.
3 Población e industria. La protoindustrialización europea
Hasta el siglo XVII buena parte de las manufacturas en Europa eran producidas
en las ciudades, por parte de artesanos agremiados y dirigidas al comercio
local. Desde la segunda mitad del XVII las cosas cambiarán: aparecen nuevas
formas de organización -manufacturas reales y protoindustrialización-- , nuevos
ámbitos de producción y nuevos horizontes de mercado.
Desde luego, los gremios subsisten en el siglo XVIII y cuentan con alguna
fuerza en sectores concretos, como la
fabricación de objetos de lujo, o con oficios muy especializados, e incluso
disponen del apoyo de las autoridades en
algunos territorios, como
en Alemania o el imperio otomano. Aunque los economistas consideran
habitualmente a los gremios como
un estorbo a la competencia, cumplían funciones que explican su pervivencia. Al
agrupar a todos los miembros de un determinado oficio, ejerciendo de hecho un
monopolio local, el gremio controlaba las prácticas de fabricación y aseguraba
la calidad (pero dificultaban la innovación). Al fijar requisitos restrictivos
para acceder al oficio -aprendizajes de hasta doce años, una etapacomo oficial,
exámenes para ingresar como
maestro, exigencia de determinado capital para abrir un nuevo taller- limitaban
la oferta y sostenían los precios. Al regular el aprendizaje, frenaban la
difusión de secretos artesanales, lo que les defendía de competidores foráneos.
Por otro lado, desplegaban funciones asistenciales o representativas que
contribuían a la cohesión y la paz
social urbanas.
Sin embargo, los talleres gremiales difícilmente podían abordar grandes
inversiones para producciones a mayor escala. En este caso, el Estado se
implicó directamente en la industria, estableciendo instalaciones (como las manufacturas
reales en Francia o España) que concentraban un gran número de trabajadores y
maquinaria. Su objetivo era tanto producir bienes de calidad como servir de ejemplo para la innovación
técnica. En parte se destinaban a la producción militar (astilleros o fábricas
de armamento), pero también manufacturas de calidad o incluso de lujo, como las
fábricas de paños en Linz, (imperio austrohúngaro) o las fábricas reales de
porcelana, tejidos o cristales, establecidas en Francia, Italia o España por
los Borbones.
Pero por encima de los gremios o las manufacturas reales, el rasgo más notable
de este periodo es el desarrollo de la protoindustrialización. Aunque a menudo
se le identifica con el verlagssystem, putting out system o producción rural de
manufacturas, en realidad la protoindustrialización es algo más que industria
rural (que siempre existió de una u otra forma). Entre sus rasgos incluye:
> la proliferación de fabricación rural financiada y organizada
porcomerciantes urbanos (es decir, organizada por el capital comercial, no por
artesanos).
> la producción, sobre todo textil, se orienta a la demanda de mercados
lejanos.
> afecta al conjunto de una región, con numerosos núcleos y numerosos
talleres en cada núcleo, en muy diversas regiones de Europa.
> tiene importantes efectos: cambio de actividad de la mano de obra rural,
intensificación del
trabajo y cambios demográficos.
> prepara, según algunos autores, el camino a la industrialización.
La protoindstrialización se extiende por numerosas regiones europeas a partir
de mediados del
siglo XVII. Aprovechando que en muchos sectores la dotación de capital fijo
(maquinaria, instalaciones) era escasa, algunos comerciantes (verleger)
contratan con los campesinos y sus familias la realización de tareas
artesanales (hilado y tejido de textiles principalmente), proporcionándoles la
materia prima y pagándoles por su trabajo, eludiendo así las restricciones que
establecían los gremios. Esto supuso, en muchos casos, la incorporación de la
familia campesina (mujeres y niños incluidos) a la elaboración de manufacturas,
aprovechando los tiempos muertos entre las faenas del campo. Para
estos hogares campesinos, esto supuso unos ingresos que complementaban las
rentas agrarias, aunque cobraran bastante menos que los artesanos urbanos. En
definitiva, el capital comercial aprovechaba las situaciones de baja actividad
en el medio para emplear a los campesinos como
mano de obra flexible y barata. El aumento consiguiente de los ingresos de los
hogares campesinos proporcionó un estímulo para el aumento de lanatalidad, con
la rebaja de la edad del matrimonio de las mujeres y el consiguiente incremento
de la fertilidad (más hijos por familia). Además, en algunas zonas de
Inglaterra y otros países las actividades protoindustriales afectaron a una
población rural que se estaba proletarizando al haberse visto obligados a
renunciar a sus tierras como
resultado de las transformaciones agrarias. Así, se incrementó sustancialmente
la población no agraria de los núcleos rurales (gráfico
1). En torno a 1800 era del 36% en Inglaterra, 29% en Alemania y Bélgica, 28%
en Francia o 25% en Holanda.
La ruralización de la industria se observa en numerosas regiones, desde las
aldeas de Irlanda o Flandes, centradas en la producción de prendas de lino, los
condados laneros ingleses, las campiñas holandesas, los distritos suecos
dedicados en la fabricación de útiles de hierro, o las regiones alemanas de
Sajonia o Silesia, especializadas en una gran variedad de productos textiles y
metálicos. La oferta de trabajo flexible y a bajo coste era un incentivo para
los comerciantes empresarios que compensaban así la inferior calidad y
homogeneidad del
producto con respecto al de los talleres urbanos. En ocasiones, este proceso
llevaba al desarrollo de focos de aglomeración en torno a un centro urbano,
centrados en los estadios intermedios de la producción de manufacturas, caso
los devanadores de seda que se empleaban en las comunidades rurales próximas a
Milán, o los hilanderos de las proximidades de Lille, al margen de las
regulaciones gremiales de la producción urbana. En definitiva se trataba de
hacerfrente a un sensible crecimiento de la demanda de productos baratos impulsados
por el crecimiento global de la demanda y la expansión de los mercados
internacionales. Por ejemplo, las exportaciones inglesas de manufacturas
aumentaron nueve veces entre 1699-1701 y 1772-74. Francia multiplica por ocho
sus envíos a sus colonias antillanas y norteamericanas durante todo el siglo.
Buena parte de esa producción sale de los núcleos de la protoindustria.
Empresarios en la Europa Moderna
Aunque el concepto de empresario puede tomarse en un sentido amplio, e incluir
a los cabezas de familia campesinos, los terratenientes, los abades de los
conventos, los piratas y hasta el capitán de una compañía de mercenarios (sserá
casual que se llame compañía?), en general se tiende a considerar que el
término 'empresario” debe limitarse a aquellos hombres de negocios que
invertían capitales en actividades comerciales o manufactureras, y asumían
riesgos en busca del máximo beneficio.
En este sentido, los empresarios de la Europa moderna comparten varias
características:
a– Invierten sobre todo capitales propios o de familiares y amigos, pues
los mercados formales de capitales (banca, bolsas) aún están muy poco
desarrollados.
a– Aprovechan redes de paisanos (como
los burgaleses en Flandes), parientes o correligionarios (judíos en Europa y el
Islam). Los lazos personales en comunidades pequeñas mejoran la información y
reducen los riesgos, minorando los costes de transacción.
a– Actúan sobre todo en la manufactura, el comercio y las finanzas,
sectores en las que las reglas del
juego capitalistas están másavanzadas.
a– Asumen personalmente la dirección de los negocios, delegando rara vez
en gestores o administradores profesionales.
a– La estructura dominante es el 'escritorio de comercio”, formado
por el empresario, y uno o más secretarios y contables que asumen las tareas de
control de la correspondencia (el medio básico de información) y llevan una
sencilla contabilidad por partida doble (debe y haber, o gastos e ingresos).
a– La especialización en una rama de negocios es escasa: lo mismo
arriendan el cobro de impuestos, que hacen préstamos, dirigen expediciones
comerciales, organizan la producción de manufacturas o explotan una mina.
a– La forma jurídica de las empresas sigue las fórmulas desarrolladas en
la edad media: compañías de responsabilidad ilimitada, de tipo commenda o
compagnia. No obstante, surgen las primeras compañías por acciones, con
responsabilidad limitada de los accionistas: la pionera es la Compañía de las
Indias Orientales Holandesas, cuyas acciones se cotizan en la bolsa de Ámsterdam.
La importancia de la protoidustrialización en Europa tiene varias facetas.
Aunque la existencia de manufacturas rurales impulsadas por comerciantes se
remonta incluso a épocas medievales, lo novedoso desde mediados del XVII a
fines del XVIII es la dimensión del
fenómeno, que afecta a gran número de regiones, trabajadores y productos. Al
mismo tiempo, facilita la penetración de los mercados y la actividad asalariada
en el mundo rural (la penetración del
capitalismo, en suma), y genera en él un aumento de rentas que tuvo dos
consecuencias importantes. Por un lado, permitecomo se ha dicho un aumento del tamaño de las
familias, y por tanto de la población total. Por otro, los nuevos ingresos
facilitarán el acceso de muchas familias campesinas, que recordemos que
constituían el grueso de las economías preindustriales, al consumo de nuevos
tipos de productos (textiles, pero también porcelanas, té y azúcar,etc.),
generando así incentivos para nuevas ganancias de productividad.
No está nada clara, sin embargo, la vinculación directa que algunos de sus
primeros estudiosos establecían entre protoindustria e industrialización, que
incluso va implícita en el mismo término “protoindustrialización”. De hecho,
las regiones más penetradas por la protoindustria no siempre fueron pioneras en
la industrialización: el caso de Irlanda, Flandes (ver recuadro) o de algunas
zonas del
norte de Italia son prueba de ello. En otras, incluso pudo haber empobrecido a
las familias afectadas, que pasaron a depender exclusivamente de salarios bajos
e irregulares. No obstante, puede considerarse que contribuyó a la posterior
industrialización por varias vías indirectas: la penetración del capital y las
prácticas mercantiles en el mundo rural, la formación de la mano de obra, la
intensificación del trabajo, la aceleración del crecimiento demográfico o el
incremento y diversificación del consumo en el mundo rural.
Protoindustrialización y presión demográfica: el caso de Flandes
La historia económica de Flandes en el período comprendido entre finales del siglo XVII y finales del siglo XVIII encaja perfectamente dentro
de una fase de 'protoindustrialización”.
En laszonas rurales de Flandes la industria manufacturera de tejidos
representaba sólo una ocupación secundaria que proporcionaba ingresos
complementarios a una población esencialmente dedicada a la agricultura. A
pesar de esto, resulta asombrosa la estrecha relación entre la organización y
desarrollo de dicha industria y otros aspectos de la economía agraria del siglo XVIII. La
industria doméstica -así como la difusión del cultivo de la patata y de las
nuevas técnicas agrícolas- permitió un gran incremento de la población rural,
que trajo consigo la fragmentación de la tierra. Si no hubiera existido esta
industria, el aumento de población que se produjo en Flandes durante esta época
hubiera hecho necesaria la emigración a las ciudades y a otras regiones. .Puede
decirse, pues, que la producción manufacturera rural contribuyó también a
acelerar el crecimiento de la población, permitiendo y fomentando activamente
su desarrollo. El papel desempeñado por la industria doméstica resulta
paradójico, ya que perpetuó la fuerte presión demográfica que, inicialmente,
había sido la fuerza que había impulsado su penetración en el campo. Este
sombrío 'equilibrio de alta presión” pudo mantenerse mientras existió la
posibilidad de dar salida en el mercado a las manufacturas de esta industria;
pero fue destruido en el siglo XIX cuando la competencia de la producción
mecánica de hilos y tejidos y de la nueva industria fabril algodonera de las
ciudades sumió la economía y la sociedad flamenca en una profunda crisis.
4 El comercio mundial
En el siglo XVIII llega a la madurez el capitalismo comercial, que seha ido
configurando desde que en el siglo XVI se abren los océanos a la expansión
europea. Europa se consolida como el pivote de una economía mundial en
formación: por una parte actúa como eje de la economía atlántica, y como tal
explota los territorios y mares sin más oposición que la competencia entre los propios
europeos; asimismo se introduce cada vez más en el comercio asiático, que
drenaba un importante flujo hacia Europa y, para cerrar el círculo, las
manufacturas asiáticas también llegaban directamente a América a través del
Pacífico mediante el galeón de Manila (mapa 1).
El comercio internacional era tanto una cuestión económica como política. La pugna por los beneficios del comercio agudizó la
competencia entre Estados, entre los que sobresalió un puñado de potencias
capaces de afrontar los crecientes gastos militares. En otros casos, las
compañías comerciales - como
las de la Indias Orientales—asumen funciones casi estatales en las posesiones
coloniales, armando auténticos ejércitos, organizando la burocracia y asumiendo
la defensa y el avance de los privilegios comerciales.
En el XVIII prosiguen los avances en la navegación, con un mayor conocimiento del régimen de los
vientos (desde los alisios del Atlántico a los monzones asiáticos), los métodos
de navegación astronómica, la mejora de los cascos y los aparejos. El cuadrante
de Davis
sustituyó en 1590 al astrolabio para determinar la latitud, hasta que fue
sustituido por el sextante (1757), aún mas preciso. La fabricación de un
cronómetro marino, culminada por John Harrison entre 1737 y 1764, permitió
determinarla longitud a bordo, resolviendo un problema de siglos. El resultado
de todas estas innovaciones fue el acortamiento de las travesías, la mejora de
su seguridad y el aumento de capacidad de carga de los navíos. Entre 1670 y
1780 se triplicó la capacidad de la marina mercante europea, de 1,3 a casi 3,4
millones de toneladas (tabla 2).
El comercio internacional siguió organizado en torno a los mismos agentes, los
mismos circuitos -Atlántico e -Indico— y el papel central de la plata americana como
moneda de cambio, presentes ya en el siglo XVI. Cambiaron sin embargo las
mercancías, donde una mayor variedad de productos ultramarinos sustituyó a las
omnipresentes especias, el peso de los distintos agentes -con el ascenso de
ingleses y holandeses y el declive de portugueses y españoles—, la aparición de
algunos circuitos intercontinentales y sobre todo el volumen de los tráficos.
Las importaciones europeas a mediados del
siglo XVII se estimaban en unos 24 millones de florines, un siglo después habían
aumentado a 140 millones, y en 1780 alcanzaban los 234 millones.
4.1 Economía atlántica y comercio triangular: plantaciones y esclavismo.
Buena parte de este incremento correspondía al comercio del Atlántico. Desde el
siglo XVI se había producido un crecimiento notable de la presencia de los
europeos a lo largo de las costas americanas. En el norte sobresalían los
recursos pesqueros y forestales, así como
la posibilidad de cultivo en las inmensas extensiones de las colonias
americanas. Las pieles, la madera para la construcción naval y el pescado
(principalmente bacalao), exportados enbuena parte a Europa, eran las bases de
la economía de las colonias inglesas más al norte. En las colonias del sur se instalaron cultivos de plantación como el tabaco y posteriormente
el algodón.
En Sudamérica, la explotación minera, que había sido el primer renglón del comercio fue dejando paso a diferentes productos,
derivados de la explotación progresiva del
territorio. En zonas continentales como
México se crearon enormes fincas ganaderas y uno de los primeros productos de
exportación fue el cuero. En el Caribe y Brasil florecía una economía de
plantación basada sobre todo en el cultivo de azúcar. Es la economía de las
plantaciones la que marca un sello distintivo al comercio atlántico durante
este periodo, base del
denominado comercio triangular, cuyo esquema básico consistía en la circulación
de manufacturas de Europa a África (también hacia América), esclavos de África
hacia América y productos coloniales y otras mercancías de América hacia
Europa.
La agricultura de plantación exigía mucha mano de obra. En el siglo XVI, la
elevada mortalidad de los nativos americanos llevó a nutrir las plantaciones
fueron con esclavos africanos. Las cifras fueron creciendo progresivamente y se
calcula que llegaron a América más de 6 millones de esclavos africanos entre
1700 y 1810, más que triplicando las cifras del siglo anterior (tabla 3).
Teniendo en cuenta las altísimas tasas de mortalidad en las travesías, no es
extraño que el tráfico hubiera alcanzado unos 10 millones de seres humanos, una
media de unos 100.000 al año, a lo largo del XVIII. La trata era una actividad
yatradicional en el comercio africano, que se había extendido durante la
expansión musulmana, incorporando esclavos a la agricultura del norte de África
y Oriente Medio, y fue continuada por los europeos en las plantaciones que se
establecieron a fines del medievo en las islas atlánticas (Madeira, Canarias).
El tráfico de esclavos se originaba en zonas interiores del continente, donde comerciantes locales
encargaban las expediciones de captura a las tribus rivales y los vendían a
tratantes europeos en los puertos de embarque. Los traficantes pagaban muchas
veces en especie, con manufacturas europeas o productos asiáticos reexportados:
armas de fuego y metálicas, telas ligeras de algodón (indianas), lino o lana, instrumentos de
metal, bebidas, o las apreciadas conchas de caorí de las Maldivas. El auge del tráfico acrecentó el precio de los esclavos, que se
multiplicó por cuatro entre fines del siglo
XVII y fines del
siglo XVIII. Desde África, los navíos recalaban en los puertos americanos. La
monarquía española regulaba el tráfico en sus colonias a través del sistema de asiento de negros, un monopolio concedido
a los comerciantes para introducir los esclavos pagando a cambio unos
sustanciosos derechos a la Corona.
Al margen del
asiento, sin embargo, un extenso contrabando eludía los controles
gubernamentales.
La producción de las plantaciones esclavistas alteró significativamente el
volumen y variedad de los productos consumidos en Europa: tabaco, algodón,
cacao y, sobre todo, azúcar. La producción azucarera evolucionó desde casi
60.000 toneladas en 1700 hasta las más de 280.000 en 1787,destacando las
Antillas francesas y británicas con 12000 y 106.000 toneladas respectivamente.
En la década de 1780 el Caribe suministraba el 90% de las exportaciones
mundiales. Las importaciones inglesas de este producto se multiplicaron por 10
entre la década de 1660 y la de 1780 y en mayor medida todavía crecieron las de
Francia. El sistema de explotación y la articulación de los mercados a través
de mejoras en los transportes y la organización comercial permitieron reducir
sensiblemente los precios y convertir al azúcar en un producto de consumo
habitual en Europa.
Piratas (pero casi nunca del Caribe)
La imagen que de los piratas nos ha transmitido el cine de aventuras resulta
muy engañosa. Ésta se ha construido sobre historia reales, como la de Drake (posteriormente Sir Francis
Drake) o de Morgan (luego sir Henry); pero que no siempre son las más
representativas. En ellas se habla de grandes barcos artillados que rondan el
Caribe durante el siglo XVI, con base en la mítica isla de la Tortuga, y que
buscan sus presas entre los cargueros españoles repletos de oro y plata,
capitaneados por un oficial que es tonto, afectado, o las dos cosas. La
realidad de la piratería fue bien distinta, incluso cuando se refiere al modelo
oficial. Por ejemplo, es cierto que el gran golpe de Drake se produjo en el
siglo XVI (1573) y en el Caribe (Veracruz);
pero no el mar, sino a unos 30 kilómetros en el interior. Obtuvo un botín
ascendió a 762.000 pesos, unos 20 millones de euros de 199
*Zonas de actividad: en realidad, no fue el Caribe sino las costas de África,
en torno a Madagascar o en
elgolfo de Guinea
donde se desarrolló la gran piratería de la Edad Moderna. Eran zonas mucho
menos vigiladas, pues no existía una potencia colonial claramente dominante.
Las flotas y galeones españolas, que transportaban los metales preciosos hacia
Sevilla o entre el continente y el Caribe, eran convoyes fuertemente
custodiados. Sólo ocasionalmente los piratas se atrevían a enfrentarse a naves
que viajaban solas o quedaban rezagadas. El sistema español de convoyes fue una
estrategia eficaz para defender los tesoros americanos: de hecho, se perdió
mucha más plata por tormentas, huracanes o bajíos.
*Especialización: La mayoría de los piratas no lo eran a tiempo completo. Dado
que muchas de las capturas incluían buques mercantes, a menudo alternaban la
piratería con el comercio (las mismas naves y tripulaciones). Vendían su botín
-esclavos, ron, pescado o telas- en mercados americanos o africanos, siendo
indistinguible lo obtenido por un medio u otro. La frontera entre piratas, corsarios,
comerciantes, contrabandistas y marinos es difusa. *Medios: Tampoco el tipo de
nave predominante eran los galeones o goletas fuertemente artillados y
equipados. La mayoría eran barcos pequeños (de tipo sloop, en torno a 12 metros
de eslora y un solo mástil, o goletas de dos mástiles), con poco calado, y
equipadas con numerosas piezas de artillería (20-30 o más). Con tales medios
difícilmente podían enfrentarse a las armadas de los monarcas europeos (con más
de 60 bocas de fuego), y ni siquiera a las naves más grandes de las compañías
de las Indias.
Su superioridad dependía del tamaño de la tripulación(entre 150 y 200 hombres)
para el manejo de las numerosas de piezas de artillería y el abordaje; y,
obviamente, de la maniobrabilidad y rapidez de la nave.
*Cronología: La gran época de la piratería no es el XVI, sino el período
situado entre finales del
siglo XVII y comienzos del XVIII.
*Presas: Los metales preciosos eran el bien más preciado, pero también el mejor
defendido. De ahí que los piratas prefirieran presas más modestas (cargamentos
de tela, pesca, sal o azúcar) aunque también lucrativas. *Nacionalidad: Tampoco
los ingleses se llevan la palma.
Holandeses, franceses, españoles, así como
asiáticos y africanos, nutrían las tripulaciones. De hecho, el triunfo de las
armadas inglesas sobre los piratas en torno a 1720 se relaciona con su victoria
sobre la marina holandesa y francesa tras el tratado de Utrecht (1713).
Fecha
número de piratas en activo (estimación)
asaltos piratas
1720
2.000
40-50
1723
1.000
1726
200
10
*Modales: Ni qué decir que la caballerosidad y galanura de los piratas (de
Errol Flynn a Johnny Depp) es cosa del
cine. Los marinos más curtidos no querían toparse con ellos; y muchos temblaban
-con razón- al avistar la bandera de las tibias y las calaveras. Por cierto,
aunque pocas, hubo también cierto número de mujeres en el negocio
Al margen de esta economía interoceánica, se establecieron dentro del continente americano
varios circuitos regionales que impulsaron el crecimiento en ciertas regiones.
Por ejemplo, las colonias británicas norteamericanas, que posteriormente
constituirían los Estados Unidos, tenían un comercio creciente con elCaribe
donde a cambio de azúcar, enviaban cereales, productos ganaderos y pesqueros.
De igual forma, en el sur de América se estaba desarrollando una economía
agroganadera que enlazaba el Atlántico con el Pacífico, a través de rutas y
mercados terrestres.
4.2 Los cambios en el comercio asiático
El espacio del comercio asiático suponía el de
mayor volumen y diversidad del
comercio mundial. Comprendía el área tradicional del Índico, desde la costa
oriental africana y el mar Rojo pasando por el subcontinente indio llegar al
estrecho de Malaca y acceder por las islas de las Especias, Filipinas y el mar
de China hasta el Pacífico. Los europeos habían sido tradicionalmente
demandantes de especias, textiles, tintes, sedas y porcelanas como principales productos. Pero el
incremento de los viajes y las actividades comerciales europeas llevó a
diversificar los productos de comercio, alentado por el incremento y
diversificación de la demanda.
El comercio de productos asiáticos hacia Europa siguió creciendo notablemente
durante todo este siglo. El monopolio holandés de la Compañía de las Indias
Orientales (VOC), exportaba en 1698-1700 productos a Europa por valor de 15
millones de florines, pero en 1778-80 aumentaron a 20,8 millones. Como se observa en el
gráfico 2, los principales productos importados durante el siglo XVIII eran
textiles y seda en bruto. La pimienta y especias, que habían sido el rubro
principal a comienzos del XVII, quedan superadas en la segunda mitad del siglo XVIII por nuevos géneros, como té y café, que experimentan un
crecimiento notable durante todo este periodo.Los holandeses habían comenzado a
cultivar café en la isla de Java y su producción se incrementó rápidamente. El
té venía principalmente de China.
Los ingleses también aumentan las importaciones de productos asiáticos hacia
Europa (tabla 4). También eran los textiles y seda en bruto el primer capítulo,
aunque casi todo el tejido asiático se destinaba a su reexportación, nutriendo
en buena medida el comercio triangular atlántico, ya que las medidas
proteccionistas habían prohibido su consumo en la metrópoli. El déficit
comercial de este tráfico se saldaba hasta mediados del siglo XVIII con el
envío de metales preciosos, que suponían de media el 70% de las exportaciones
totales. Sin embargo, a fines del siglo XVIII
se reducen sustancialmente las necesidades de plata, debido a los efectos de la
ocupación británica de la India
y el nuevo régimen fiscal que establece. Así como a las oportunidades que ofrecía el
comercio intraasiático con sus enormes mercados. La compañía holandesa, la
única potencia que comerciaba con Japón a través del
puerto de Nagasaki, activó una corriente
provechosa con la India
suministrando cobre japonés para las acuñaciones de las monedas de uso
corriente, a cambio de seda en bruto y textiles indios. Otro producto con un
comercio creciente es el opio, que se comercializa principalmente entre la India como centro
proveedor y China e Indonesia como
clientes. Los ingleses comenzarán a introducir cobre en la India a partir de la
década de 1730 y a partir de 1773 la compañía inglesa de las Indias Orientales
convierte en monopolio el comercio de opio, que seutilizará para comerciar con
China y así compensar el saldo de las importaciones de té y otros productos.
La India
es en este siglo la gran productora de textiles para los mercados exteriores.
Sus bajos costes de producción eliminaban cualquier competencia; los
principales focos eran Gujarat en la costa
oeste, especializada en la fabricación de prendas de algodón, y tejidos de seda
de alta calidad, y Coromandel y Bengala en el este. Bengala estaba
especializada en tejidos de seda, aunque también se exportaba seda en bruto y
salitre. El opio se cultivaba primordialmente en la región limítrofe de Bihar y
su producción creció notablemente con destino a los mercados asiáticos, China
principalmente. El subcontinente indio, más abierto
a los intercambios que China,
era el primer socio comercial con las compañías europeas durante todo este
periodo. Los enclaves europeos, situados en distintos puntos de la costa india,
constituían los focos del intercambio de los productos domésticos con destino a
Europa o al comercio con otras regiones de Asia.
A comienzos del siglo XVIII la India entró en una crisis política derivada de
la debilidad y fragmentación del
imperio mogol tras la muerte de Aurangzeb, que provocó una fase de
inestabilidad en muchas regiones. Esta situación fue aprovechada por los
Estados europeos para incrementar su influencia. Primero fue Holanda y
posteriormente Gran Bretaña, que desde mediados del siglo XVIII, sobre todo tras la batalla
de Plassey (1757), elimina la rivalidad francesa en el continente, desplaza
progresivamente a los holandeses y promueve su dominio directo enlas regiones
más ricas, entre ellas Bengala, de la mano de la administración de la Compañía
Inglesa de las Indias Orientales.
Holanda mantendrá su dominio en el mercado asiático de las especias, derivado
de su ocupación en las principales zonas productoras, las islas Molucas
(conocidas desde el XVI como Islas de las
Especias), Batavia y otros puntos del archipiélago
indonesio. Los británicos también controlan en el sudeste asiático algunas de
las zonas productoras. La VOC holandesa participa en el comercio del té chino,
cuyas exportaciones hacia Holanda se multiplican por 10 en la primera mitad del
siglo, pero debe pagarlo principalmente con plata, en tanto que los ingleses
irán sustituyendo sus pagos en dinero por el creciente comercio de opio
procedente de la India.
5 En torno a los niveles de vida: revolución del
consumo y revolución industriosa
Ya vimos en un apartado anterior cómo había sido el crecimiento europeo a lo
largo del
siglo XVIII: más tierras en cultivo, más trabajadores y más tiempo dedicado al
trabajo, tanto agrario como artesanal. Los datos del comercio nos revelan a la
vez que estaban teniendo lugar cambios importantes en las pautas de consumo,
con la incorporación cada vez más habitual de productos coloniales a la dieta
(te, azúcar, café) pero también de productos locales o europeos. Pero a lo
largo del
siglo el crecimiento de la población alimentó la tendencia alcista de los
precios, que tuvo un fuerte impacto sobre los niveles de vida de la población.
Esta tendencia afectaba más a los precios de los alimentos que a los productos
manufacturados, debido aldiferencial de productividad de ambos sectores.
El crecimiento de la población vino propiciado por la reducción de las tasas de
mortalidad derivadas de la práctica desaparición de la peste y de la progresiva
reducción de las hambrunas, gracias a las mejoras en la producción y
distribución de alimentos. También se observa un aumento de la natalidad, sobre
todo en zonas protoindustriales. De este modo, creció el tamaño de las pero
aquellas familias que contaban con una sola fuente de renta tuvieron que
enfrentarse al empeoramiento de los salarios reales.
Este era el panorama en las zonas de agricultura atrasada, donde la baja
productividad había comprimido la demanda, y el aumento de la población se
había traducido en una caída de los niveles de vida. El aumento de las rentas
agrarias beneficiaba sólo a los propietarios, nobleza y clero principalmente, y
en las ciudades la estructura gremial dominante dejaba escaso margen para la
innovación y el aumento de la productividad. En muchos casos esta situación
llevó a una precariedad notable y al aumento del número de pobres entre familias dedicadas
a la industria doméstica o a pequeños campesinos y jornaleros agrícolas y
urbanos.
En otras zonas, sin embargo, principalmente en las economías urbanas de Europa
noroccidental (Inglaterra, Países Bajos, norte de Francia, oeste de Alemania),
los datos muestran una mejora de los niveles salariales que se refleja en una
mayor dotación de bienes de consumo en los hogares, tanto perecederos como semiduraderos y
duraderos. Aunque el incremento del
producto beneficiaba más a unas clases socialesque otras, las mejoras fue ron
también difundiéndose a las escalas más bajas de la sociedad. Además, la
economía de muchos hogares no se basaba sólo en el trabajo del cabeza de familia, sino en el de todos
sus miembros, de tal modo que aunque se redujera el salario individual,
globalmente los ingresos podían ser mayores. Estos ingresos fomentaban nuevas
pautas de consumo, tanto de alimentos como de
vestidos y otros bienes de consumo que comenzaban a incorporarse en la vivienda
(loza para la vajilla, instrumentos de metal en la cocina, adornos domésticos,
etc.), así como al acceso a servicios como el café o la
taberna. La difusión del consumo de productos coloniales, encabezados por el
azúcar, fue la manifestación más visible de estos cambios; la mejora en los
sistemas de distribución -buhoneros, pero también tiendas especializadas o
almacenes de ultramarinos- con una gran expansión del comercio minorista y las
ventas a crédito contribuyeron al proceso, que algunos autores han
caracterizado como la revolución del consumo en la Europa del siglo XVIII.
Pero el acceso a nuevas pautas de consumo exigía aumentar los ingresos de la
unidad familiar, y ello era posible (aunque no en todas partes de Europa) por
nuevas vías: bien especializando la producción agraria para dirigirla a los
productos que demandaban los mercados, bien aprovechando las oportunidades que
ofrecía el verlagssystem u otras actividades para emplear los tiempos muertos
de las tareas agrícolas, bien aumentando el número de miembros de la unidad
familiar que contribuían a su sustento (el trabajo de niños o mujeres).
Todasestas soluciones exigían trabajar más: más días, más horas, más personas.
Las nuevas rotaciones de cultivos exigían más tareas (drenaje de tierras,
abonado, labor, mejora de la tierra con la adición de margas), y el trabajo
doméstico en la manufactura permitía aprovechar las horas de oscuridad (aunque
exigía gastar en iluminación y calefacción). Es a estos cambios, ligados a
actividades más intensivas en trabajo, a los que Jan de Vries ha denominado “revolución
industriosa”. La orientación de la actividad hacia los mercados abría la puerta
a mayores niveles de consumo, y creaba claros incentivos para intensificar la
actividad de los hogares. Así, la revolución industriosa desbrozaba el camino
hacia la revolución industrial, creando un nuevo tipo de hogares, con nuevos
tipos de trabajadores y consumidores.
5 La tesis de la Gran Divergencia sPor qué Inglaterra y no China?
En los últimos años, numerosos estudios han revisado las visiones de una China
en el siglo XVIII caracterizada por el estancamiento tecnológico, crecimiento
demográfico descontrolado, pobreza extrema e inexistencia de relaciones de
mercado, incapaz por tanto de entrar en una senda de crecimiento económico. En
realidad, en muchas zonas existía una economía especializada apoyada en una
agricultura muy productiva y en manufacturas muy integradas en los mercados. La
agricultura china había alcanzado impresionantes cotas de productividad con
técnicas de cultivo muy depuradas y la intensificación del trabajo en unas explotaciones que
tendían a ser cada vez más pequeñas. Algunas zonas del
bajo Yang tzé y el río de laPerla alcanzaban las mayores densidades de
población del
mundo. El comportamiento demográfico se orientaba a controlar la natalidad,
limitando el tamaño de las familias. Comparando los niveles de vida, se
comprueba que durante el siglo XVIII todavía no hay excesivas diferencias entre
China y Europa. Y en cuanto a la técnica, era en muchos aspectos comparable a
la europea. Por otra parte Asia seguía siendo en la primera mitad del siglo XVIII el taller del mundo, la región con el producto
industrial más elevado. sPor qué entonces fue en Europa, concretamente en
Inglaterra, y no en China
donde se inició el crecimiento que llevaría a la Revolución Industrial?
Kenneth Pomeranz inventó el término Gran Divergencia para referirse a esta
alteración radical de los equilibrios entre Asia y Europa (representados por China e
Inglaterra) a partir de 1800. Hasta entonces, como
hemos repetido a menudo, Asia era el
continente más rico, más poblado (en número y densidad), más productivo y a
menudo más avanzado tecnológicamente. Desde entonces, sin embargo, la brecha no
hizo sino agrandarse, a medida que Europa y los países de cultura británica
crecían espectacularmente, mientras que Asia
perdía impulso. 'Entre 1820 y la actualidad -escribe Robert Allen-- los
desfases de renta han aumentado con escasas excepciones. Los países que más han
crecido son los que eran más ricos en 1820” (gráfico 4).
La tesis de Pomeranz, sostiene que hubo dos mecanismos que permitieron a
Inglaterra dar la vuelta a la tortilla: en primer lugar, a través del dominio
colonial, con el control de una extensa superficie entierra y mar (bancos
pesqueros, plantaciones) que le proporcionaba una mayor flexibilidad en la
disponibilidad de alimentos (pescado, azúcar, etc.) y materias primas
(algodón), así como una gran oferta de trabajo a costes muy bajos (esclavos,
trabajadores forzados). El notable aumento de la superficie dedicada al cultivo
de algodón en las colonias de América sentó una de las bases para el despegue del sector textil. Hasta
aquí se trataría de un crecimiento de tipo extensivo. El segundo mecanismo, en
cambio, era de tipo intensivo, al incorporar el uso creciente de un nuevo
recurso energético que superaba las limitaciones impuestas por el combustible
vegetal: la disponibilidad de carbón mineral en grandes cantidades permitía
aplicar con éxito las innovaciones tecnológicas desarrolladas en distintos
sectores productivos y que preparaba el
paso a la economía de tipo inorgánico. Colonias y
carbón permitían superar las limitaciones de la economía orgánica inglesa para
dar el salto hacia la industrialización.
La explicación de Pomeranz enlaza con las tesis de E.A. Wrigley, que sostiene
que en vísperas de la Revolución Industrial Inglaterra había alcanzado un
estadio que ha denominado de economía orgánica avanzada mediante la mejora en
la productividad agraria interior. Pero este estadio chocaba con las
limitaciones de la superficie agraria disponible. Como
sucedía en China,
las mejoras de productividad podían alimentar más población, pero la
disponibilidad de tierra seguía siendo limitada, y competían por ella la
demanda de alimentos, materias primas y combustible. La salida del atolladerose
encontraba en el carbón mineral y el paso a una economía de tipo inorgánico.
Los datos de Paolo Malanima sobre el consumo de energía confirman esta idea.
Malanima ha observado que la economía china era mucho menos intensiva en el
consumo de energía que la europea. En 1750, Europa gastaba unas 14.000 calorías
per cápita, en tanto que China
a fines del
siglo XVIII no alcanzaba las 000. De éstas, el trabajo humano era el principal
componente en China,
mientras que en Europa una mayor cabaña ganadera y mayores recursos forestales
habían diversificado las fuentes de energía, a lo que se sumaba un incremento
sustancial de la navegación a vela, los molinos hidráulicos o de viento. El
resultado fue reducir el peso de la fuerza de trabajo humana en el total. La
economía china a fines del
siglo XVIII estaba alcanzando los techos en la economía orgánica: un
crecimiento demográfico apoyado en la producción de alimentos y la explotación
de combustible vegetal, que competían además entre sí por la disponibilidad de
tierra, especialmente en una economía cerrada a las importaciones.
Otros autores subrayan también el papel de la energía, pero se preguntan por
qué estas diferencias. Para Robert Allen, la respuesta estriba en la evolución
de los salarios reales. En Inglaterra, durante el siglo XVIII, a pesar de que
la agricultura ganaba productividad, las mayores ganancias de productividad se
estaban dando en la industria y el comercio, lo que generaba salarios más
altos. Este hecho fue el que creó los incentivos para el descubrimiento y
difusión de tecnologías ahorradoras de trabajo. Laabundancia y baratura del carbón mineral hizo que estas innovaciones se
dirigieran al uso del
factor más abundante y baratos. China,
en cambio, seguía manteniendo niveles salariales inferiores (gráfico 3) y
carecía de carbón. Esos dos hechos explican más que cualquier otro, según
Allen, la divergencia.
La idea de la Gran Divergencia tiene la virtud de recordarnos que debemos
tratar de conocer mejor lo que ocurrió en Asia, porque puede ser tan revelador como lo que ocurrió en
Europa. Pero no da aún una respuesta convincente a por qué China no mostró
el dinamismo que Inglaterra. O quizá debamos admitir que no hay una sola
respuesta, y sólo nos estemos esforzando, como
a veces hacen los economistas, en predecir hechos pasados. Sabemos cómo acabó
la historia y buscamos en el cambio técnico, la revolución industriosa o la del consumo la clave de
la Revolución Industrial en Inglaterra. Pero si ésta se hubiera producido,
supongamos, en Suecia, estaríamos contando otra historia distinta y buscando
causas en las peculiaridades suecas. El hecho de que Holanda, con una
agricultura más intensificada y mercantilizada que la inglesa, y con un
predominio del capitalismo mercantil, con la mayor renta per cápita del mundo
aun en 1820, quedara rezagada en la industrialización debería servirnos de
recordatorio al respecto. Y también de que no conviene mirar la historia como una fábula moral con
ganadores-pioneros y perdedores-imitadores.
7. La evolución económica en España durante el siglo XVIII
El siglo XVIII español ilustra algunos de los temas tratados en este capítulo:
las limitaciones delcrecimiento extensivo, los cambios en el comercio colonial
y la aparición de focos de innovación tecnológica.
A comienzos del
siglo XVIII se produce, tras la guerra de Sucesión, el acceso de una nueva
dinastía -la borbónica-- al trono de España. La guerra trajo la pérdida de los
territorios que aún le quedaban a la monarquía en Europa, aunque mantuvo el
grueso de su imperio en América. La dinastía borbónica desarrolló durante el
siglo XVIII una política de fortalecimiento del Estado a través de medidas de
racionalización administrativa y fiscal y también de políticas mercantilistas, como el desarrollo del
comercio con América, la construcción de una flota o la promoción de
manufacturas. Pero estas medidas fueron insuficientes para reformar las
estructuras existentes.
También en España el siglo XVIII es una fase de crecimiento demográfico: la
población pasó de 7,7 millones en 1700 a unos 9,5 millones a mediados de siglo
y a casi 11 en los años finales. Este crecimiento fue más rápido en la primera
mitad de siglo, debido en parte a que muchas zonas se venían recuperando de la
depresión del
siglo anterior, aunque no es una pauta general para todas las regiones. Como corresponde a un
régimen demográfico de tipo antiguo, las altas tasas de natalidad venían
acompañadas de tasas de mortalidad también elevadas. El aumento de población se
produce en buena medida por la reducción de episodios de mortalidad
catastrófica derivados de pestes y epidemias, o malas cosechas. Hay además un
cambio de pauta regional en el crecimiento, ya que desde mediados del siglo XVII las
regiones litorales crecenmás rápidamente que las zonas interiores (al contrario
de lo que ocurría desde el siglo XV). En unos casos por los efectos de cambios
agrarios, como la difusión del
maíz en la cornisa cantábrica, que aumenta la productividad y la posibilidad de
alimentar más bocas, y en otros por el desarrollo del comercio. Pero en la mayoría del país,
especialmente en el interior peninsular, la expansión de la primera mitad de
siglo es de carácter meramente extensivo
Con unas modestas tasas de urbanización (un 14% de los españoles viven en
núcleos de más de 10.000 habitantes a fines del siglo XVIII), tampoco la
población rural no agrícola crece de forma sustantiva, a falta de núcleos de
protoindustria. El crecimiento de la población dependía por tanto de las
posibilidades de una agricultura en su mayor parte orientada a la producción
cerealista en un territorio condicionado por un régimen climático mediterráneo
de gran aridez, lo que obligaba a mantener amplias zonas de cultivo en barbecho
para mantener la fertilidad. La distribución del terrazgo se había configurado en los
siglos medievales con el proceso de repoblación, y generaba distintos sistemas
de explotación, que en el norte se caracterizaba por el dominio de las parcelas
de pequeña y mediana extensión, cultivadas por campesinos arrendatarios,
mientras que en el sur eran más abundantes las grandes explotaciones trabajadas
por jornaleros agrarios. La mayor parte de la propiedad quedaba en manos de los
grupos privilegiados, la nobleza y el clero, que obtenían buena parte de los
ingresos a través de las rentas de la tierra, los diezmos y otrosderechos. Los
productos típicos de la agricultura mediterránea (cereales, viñedo y olivar) se
mezclaban con la crianza de ganado, vacuno y mular para la labor y ovino para
la producción de lana. El ganado también aportaba otros productos y estiércol
para los campos, aunque en volumen insuficiente para mantener la fertilidad de
las tierras. De ahí que los campos mayoritariamente siguieran una rotación
bienal de año y vez.
En estas circunstancias, el modelo de crecimiento extensivo (más brazos y
ampliación de la superficie cultivada, sin que aumentaran los rendimientos)
muestra sus limitaciones. Por un lado permitía garantizar a la población la
alimentación básica (sobre todo el pan de trigo), pero a costa de terrenos de pasto y monte que
comprometían el crecimiento de la ganadería. Durante la primera mitad del siglo
XVIII la abundancia de terreno disponible por la caída de la población el siglo
anterior permitió el aumento del producto agrario y también de la cabaña
ganadera, incluidas las ovejas merinas trashumantes, cuya lana era uno de los
principales productos de exportación. Durante la segunda mitad de siglo, sin
embargo, la agricultura chocó con dificultades para crecer al ritmo de la
población, y la roturación de pastos, montes y espacios poco fértiles pronto
tuvieron efectos negativos sobre los rendimientos y el pastoreo. El aumento de
la demanda se tradujo en una tendencia creciente de los precios del cereal y también de
las rentas que tenían que pagar los campesinos a los propietarios de la tierra.
Esto condujo al empobrecimiento de los pequeños cultivadores y unadisminución del salario real en los
trabajadores no agrícolas. Los gobiernos ilustrados acometieron una serie de
reformas con las que trataban de impulsar el crecimiento agrario, tales como el reparto de tierras concejiles, o la libertad del comercio de cereales
para animar el comercio interior. Sin embargo no abordaron los principales
problemas derivados de las estructuras de propiedad existentes, con una gran extensión
de tierras bajo formas vinculadas, como los mayorazgos, o manos muertas, que
impedían su venta en el mercado.
La industria estaba principalmente orientada hacia el mercado interior. El
principal sector era el textil, centrado en los productos de lana, principal
materia textil en la península, que se elaboraba en el marco de pequeños
talleres artesanales ubicados en las ciudades, a cargo de gremios, donde se
hacían los productos de más calidad, o bien en comarcas rurales, donde se
tejían paños bastos. En Cataluña, una región que crece durante el siglo XVIII
como resultado de los beneficios de su actividad agraria y de la liberalización
del tráfico con América, se produce desde mediados de siglo un importante
florecimiento industrial. Además de los paños de lana se comienzan a elaborar
tejidos de algodón, en principio limitadas al estampado, una vez que se
restringen las importaciones de prendas de Asia,
y desde la segunda mitad de siglo aparece una incipiente mecanización. Al
modelo catalán, sin embargo, le faltaba el suministro de carbón barato que fue
un componente esencial de la Revolución Industrial. Al margen del textil, otras industrias estaban
relacionadas con elcuero, la elaboración de alimentos, o la producción de
hierro y otros metales. La siderurgia era una actividad muy dispersa, en forjas
y ferrerías locales aprovechando fuentes de energía tradicionales. Con el fin
de promocionar las manufacturas, los gobiernos borbónicos adoptaron diferentes
medidas, tales como
el establecimiento de Fábricas Reales, con la contratación de técnicos
extranjeros que aplicaban las innovaciones más recientes. Es el caso de las
reales Fábrica de paños de Guadalajara, Brihuega
o San Fernando.
En otras ocasiones se establecieron Reales Fabricas para atender a demandas
específicas de productos de lujo, con el fin de evitar costosas importaciones,
caso de la Real Fábrica de Porcelana del Retiro, o la de Cristal de la Granja,
o para hacer frente a la demanda del ejército y la Armada, como los arsenales
de Ferrol, Cádiz y Cartagena. También se alentó la actividad industrial de
empresarios privados, otorgándoles el estatuto de fábrica real y la concesión
de privilegios y exenciones diversas. En general, la experiencia borbónica en
la promoción industrial supuso enormes gastos para la Hacienda sin lograr un
desarrollo fabril importante.
El incremento de la población y la producción estimuló el comercio interior. La
mayor parte de la red de caminos era bastante deficiente y el régimen fluvial
dificultaba seriamente la navegación interior. Se hicieron algunas mejoras en
las principales rutas camineras, mejorando los accesos entre Castilla y el
Norte, o algunas de las conexiones con Levante y el sur. También se programaron
proyectos de navegación interior, algunosde ellos parcialmente concluidos como
el Canal de Castilla o el Canal Imperial de Aragón. Todo ello permitió
incrementar la capacidad de carga y reducir los costes, aunque todavía eran muy
elevados, encareciendo los productos en el mercado. También se eliminaron
algunos obstáculos interiores, como
las aduanas entre Castilla y Aragón. No obstante, la mayor parte del tráfico se hacía a
pequeñas distancias y con escasos medios. Salvo Madrid, que concentraba casi 200.000
habitantes a fines de siglo, el resto de centros urbanos eran de muy escasa
dimensión. Había compañías privilegiadas, como los Cinco Gremios Mayores, que
se encargaban del comercio de productos de lujo para la Corte, y también
intervinieron en negocios con el gobierno, pero no una auténtica burguesía
comercial y manufacturera en el interior, a diferencia de lo que ocurría en
algunos puertos mediterráneos (con Barcelona a la cabeza) o atlánticos, como
Cádiz que había reemplazado a Sevilla en el comercio con la América hispana.
El comercio exterior se benefició del
fuerte impulso de la economía atlántica a escala europea, y conoció un
importante crecimiento. Los Borbones intentaron aplicar medidas mercantilistas
para proteger el mercado colonial y estimular el comercio de los nacionales,
autorizando la creación de compañías comerciales y liberalizando desde 1765 los
intercambios directos con nueve puertos peninsulares, eliminando los anteriores
monopolios de Sevilla y posteriormente de Cádiz. Aunque Cádiz siguió siendo el
puerto más importante en el tráfico con América, cobraron importancia Barcelona, Málaga, Santandery la Coruña. De América los principales
productos seguían siendo los metales preciosos, aunque crecieron las
importaciones de tabaco, cacao y azúcar. Desde España se enviaban tejidos,
aguardientes y vinos, así como
manufacturas de hierro. Con todo, el comercio exterior más importante no se
hacía con América sino con Europa, ya que en las dos últimas décadas de siglo
las ventas desde España suponían más del 60% mientras que hacia América eran
menos del 40%. La creciente demanda de productos agrarios, lana, vino,
aguardiente, etc., constituía más del
90% de todas las exportaciones, dirigidas principalmente hacia Europa
noroccidental. Las manufacturas eran muy poco significativas. Por el contrario
las importaciones desde Europa se centraban en manufacturas, con casi un 60% del total,
principalmente textiles, aunque también se recibían alimentos - bacalao y
trigo, principalmente- y otras materias primas. España por tanto adquiría un
perfil de país con escaso desarrollo industrial y bajo el dominio de las redes
mercantiles foráneas, contando con un papel más dinámico en las zonas litorales
que en las regiones del interior.
La orientación de la política borbónica hacia el imperio colonial determinó el
gasto del Estado, principalmente en defensa y estímulo a la Armada. El
creciente ritmo de gasto superaba los recursos habituales, obtenidos por los
sistemas de recaudación heredados en Castilla de la dinastía anterior y por la
imposición de un sistema recaudatorio en la corona de Aragón, los denominados
'equivalentes”. A mediados de siglo se produjo un intento de reforma
tributaria enCastilla que sustituiría las antiguas rentas provinciales por una
“Única Contribución”, de carácter proporcional a las rentas de los súbditos,
entre los que se incluiría a la nobleza y el clero; la reforma quedó sin
embargo en el estadio inicial -la elaboración del famoso Catastro del marqués
de la Ensenada-, sin llevarse nunca a la práctica. Las reformas se limitaron a
algunos monopolios y medidas concretas, y no lograron el objetivo de acercarse
a aliviar las crecientes deudas originadas por los gastos ordinarios y los
extraordinarios de los conflictos militares. Estos gastos obligaron a recursos
extraordinarios, como la emisión de Vales Reales en 1780, títulos de deuda con
plazo de amortización de 20 años, pero podían ser utilizados como instrumento
de pago de determinadas operaciones. Una nueva emisión se realizó en 1781, pero
no sirvieron para enjugar la deuda y su cotización cayó. Un mecanismo
complementario fue la creación del Banco nacional de San Carlos en 1782, que
debía servir para amortizar los vales y obtener ingresos para atender a gastos
del Estado. Ahí están los antecedentes lejanos del papel moneda y un banco
central en España.
La crisis financiera de la monarquía a fines del siglo XVIII estaba relacionada
con las dificultades económicas por las que atravesaba España y los bloqueos
para llevar a cabo las reformas necesarias para dar un nuevo impulso a la
economía. El crecimiento agrario alcanzó su techo a fines del siglo y las
necesidades crecientes de alimentos se solucionaron a través de importaciones
de cereales. La subida de precios redujo el nivel de consumo debuena parte de
la población, con un empobrecimiento creciente que derivó en la fuerte
mortalidad de los primeros años del siglo XIX, momento en que se produce una de
las crisis agrarias más agudas de todo el Antiguo Régimen, combinada con una
oleada de epidemias (1801-1805). Además se unieron los problemas derivados de
la crisis internacional que alteró el comercio exterior y originó nuevos gastos
para la Hacienda. La incapacidad del gobierno para resolver la situación
financiera y preparar un marco de recuperación acabaría en los años siguientes
con todo el sistema.
España, en todo caso, se mantenía en su conjunto atrasada, al margen de las
corrientes más dinámicas de la economía europea. De este panorama sólo se
salvaban Cataluña y algunos focos aislados