Consultar ensayos de calidad
90 Minutos en el cielo
MAS DE 1 MILLÓN COPIAS PUBLICADAS
U NA HISTORIA REAL
de
MUERTE Y VIDA
EL
EN
'Un amígo me prestó este líbro como a la medíanoche, y a las dos o
tres de la madrugada, yo seguía leyendo, con el corazón
latíendo de excítacíón, píel de
gallína en los brazos y el cabello de la nuca erízado. Es una
hístoría maravíllosa eínspíradora que da luz
a nuestra perspectíva, dandonos una sensacíón de
segurídad, clarídad y calídez.'
- DONALD MILLER, autor de Blue Líke]azz
~
ECHELE UN VISTAZO
al CIELO
DE CAMINO a casa luego de una conferencia, el auto de Don Piper fue aplastado
por un camión que se cruzó de carril. Los paramédicos lo
declararon muerto al instante. Mientras su cuerpo yacía inerte entre los
hierros retorcidos de su auto, Piper vivió las glorias del cielo, maravillado ante su belleza y la
música. Noventa minutos después del accidente, mientras un ministro oraba
por éL Piper volvió milagrosamente a la vida en la tierra con
solo el recuerdo de la inexpresable dicha celestial. Su fe en Dios fue puesta a
prueba severamente durante su incierta y dolorosa recuperación. Ahora
comparte con usted esta historia que le cambió la vida.
90 mínutos en el cíelo ofrece un vistazo de una dimensión
muy real de la realidad
de Dios. Alienta a quienes se recuperan de graves lesiones y a quienes
estan en duelo por la pérdida de un ser querido. La experiencia
cambió la vida de Piper y tambiéncambiara la suya.
DON PIPER es ministro ordenado desde 1985. Ha aparecido en numerosos programas
de radio y televisión, escribe una columna en un periódico
semanal, y lidera conferencias y retiros en los EE.UU. y otros países.
CECIL MURPHEY ha éscrito, solo o con otros autores, noventa y un libros
que incluye~ su trabajo en la autobiografía de Franklin Graham, Rebe{
wíth a Cause [Rebelde
con causa].
Imagen de cubierta: Edward McCain I Workbook Stock Diseño de cubierta:
studiogearbox.com
US $12.99
SPCL BiografialAutobiografia
ISBN 10: 0-8007-3174-3 ISBN 978-0-8007-3174-8
U
Revell
911~~IJ~IJ fllljlJlljl!ljll
11111I11111I1111
«Un amigo me dio este libro cerca de la medianoche, ya las dos o tres de
la mañana todavía estaba leyéndolo. Es una historia
maravillosa e inspiradora que ilumina nuestra perspectiva y nos da una
sensación de seguridad, claridad y calidez».
-DONALD MILLER, AUTOR DE BLUE LIKE JAZZ
«Los noventa minutos de Don Piper en el cielo cambiaron su vida y
perspectiva. Este libro le dara la seguridad de que Dios es fiel para
acompañarle aun en las circunstancias mas horribles. Que este
relato de un testigo ocular de la esperanza que hay por delante cambie
también su perspectiva de la vida».
-MICHAEL CARTER, CBN, ADMINISTRADOR PRINCIPAL
«Cautivante y muy bien escrito, este libro captara su
atención y se apoderara de su corazón. Don relata su
historia, laexperiencia que todos los cristianos anhelamos oír. La misma
elevara su espíritu y aliviara su dolor».
-RON HILL, PASTOR, THE FELLOWSHIP OF SAN ANTONIO
el
9
L~ENEL
de VIDA Y MUERTE
UNA HISTORIA REAL
DON PIPER CON CECIL MURPHEY
©2004 a Don Piper © 2006 Baker Publishing Group (Spanish translation)
Originalmente publicado en inglés con el título: 90 Minutes in
Heaven Publicado por Fleming H. Revell División de Baker Publishing
Group P.O. Box 6287, Grand Rapids, MI 49516-6287 Ninguna parte de esta
publicación podra ser reproducida, procesada en algún
sistema que la pueda reproducir, o transmitida en alguna forma o por
algún medio electrónico, mecanico, fotocopia, cinta
magnetofónica u otro excepto para breves citas en reseñas, sin el
permiso previo de los editores, con excepción de lo previsto por las
leyes de derechos de autor en los Estados Unidos de América. A menos que
se indique lo contrario, todos los textos bíblicos han sido tomados de
la La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. © 1999 por la
Sociedad Bíblica Internacional. Usado con permiso. Desarrollo editorial:
Grupo Nivel Uno, ¡ne. ISBN 10: 0-8007-3174-3 ISBN 13: 978-0-8007-3174-8
Categoría: Impreso en Estados Unidos de América
A los guerreros de la oración iUstedes oraron; yo estoy aquí!
ex libris eltropical
CONTENIDO
Agradecimientos Prólogo 1. El accidente
9
13
2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 11. 12. 13. 14. 15.16. 17. 18.
Mi tiempo en el cielo Música celestial Del cielo a la tierra De la
tierra al hospital Comienza la recuperación Decisiones y desafíos
Dolor y adaptación Interminables adaptaciones De vuelta a la iglesia
Sincero conmigo mismo La mano que aferra La nueva normalidad Tocar vidas
Encontrar un propósito Afioranzas de mi hogar Los «por
qués» Notas
15 21 29 37 45 55 65 75 91
101
10. Mas milagros
109 123 133 137 157 181 193 199 207
AGRADECIMIENTOS
E
scribí este libro en defensa propia. En los años que pasaron
desde 1989, rara vez he podido satisfacer a alguien con respuestas
rapidas o encuentros breves que relaten mis experiencias. En la radio,
la televisión, los periódicos, y desde un sinnúmero de
púlpitos y podios de disertación, en general, he dejado
mas preguntas sin respuesta que dado contestaciones satisfactorias. La
gente siempre ha querido saber mas siempre mas. Escribí
tres manuscritos distintos sobre esta experiencia para satisfacer las mentes
inquisitivas. Ninguno me satisfiw. Por eso convencí a uno de los autores
distinguidos de los Estados Unidos para que se asociara conmigo y escribiéramos
un libro que respondiera a los temas mas impactantes con relación
a mi muerte y mi vida. Cecil Murphey, autor de muy exitosas biografías
de luminarias como Franklin Graham, Truett Cathey, B. J. Thomas, Dino
Karsanakas y el Dr. Ben Carson, me dio la perspectiva que yo queríapara
escribir el libro que necesitaba escribir. Es este que tiene usted hoy en sus
manos. Cec se ha convertido en un devoto amigo, confidente y mentor. En
realidad, una de las bendiciones de escribir este libro ha sido conocer a Cec
Murphey. Su pasión por este proyecto se siente en cada pagina.
¡Gracias, Cee! Te lo agradezco profundamente. De la misma manera, Deidre
Knight, de la Agencia
9
90 MINUTOS EN EL CIELO
AGRADECIMIENTOS
Knight, creyó en este proyecto, yeso lo aprecio mucho. Y la Dra. Vicki
Crumpton del Baker Publishing Group es una persona a la que he llegado a
admirar. Su dedicación para ver esta historia publicada me es muy
valiosa. Quiero agradecer al personal de la Unidad de Trauma del
Centro Médico Memorial Hermann y del Hospital Episcopal de Sto Luke en Houston por su
devoción a las artes de la sanidad. Mi agradecimiento especial al Dr.
Thomas Greider, mi cirujano traumatólogo desde esa fatídica noche
del 18 de
enero de 1989. Varias personas preciosas de Dios de muchas iglesias me han
permitido servirles. Sus oraciones no solo fueron cruciales para mi
supervivencia, sino que su presencia ha sido una bendición para mi
ministerio. Mi mas profunda gratitud a la Iglesia Bautista de Somh Park de Alvin, Texas,
grandes guerreros de la oración a Dios. Ademas quiero reconocer
la contribución especial de la Primera Iglesia Bautista, la Iglesia
Bautista Airline y la Iglesia BautistaBarksdale, todas de Bossier City,
Louisiana. Mi padre en el ministerio, el Dr. Damon V. Vaughn, antiguo pastor de
las primeras dos de estas iglesias, también ha contribuido de una manera
tal que estoy en deuda con él. Por estar fielmente conmigo desde mi
accidente, expreso todo mi amor a la Primera Ig~esia Bautista
de Rosharon, Texas, junto a la
Iglesia Bautista de Hunter's Glen y Murphy Road de Plano, Texas.
Desde 1996 he llamado a la Primera Iglesia Bautista de Pasadena, Texas, mi lugar de
servicio. Su apoyo para este proyecto ha sido incansable y muy tierno. Gracias
a todos por su paciencia, oraciones y amor. A Anita Onerecker y su fallecido
esposo Dick, gracias por permitir que Dios los usara de manera tan
dramatica. A todos mis amigos, hermanos y hermanas en Cristo, que oraron
con
tanta
pasión, gracias. Solo Dios conoce sus sacrificios y amabilidad. Y por
sobre todo, gracias a mis amigos de tantos años, Cliff McArdle y David
Gentiles, verdaderos regalos de Dios. De día o de noche, de forma
cómoda o incómoda, con sacrificio o sin él, siempre han
sido fieles. Y gracias a todos por alentarme a completar este libro. Por
último quiero expresar mi profunda gratitud a los padres de mi esposa,
Eldon y Ethel Pentecost, y a mis padres, Ralph y Billie Piper, por sus
incalculables sacrificios y fiel apoyo. A mis tres hijos, Nicole, Chris y Joe,
les digo Dios me ha dado hijos mucho mejores de lo quemerezco. Soy muy
bendecido. ¿Cómo agradecerles por todo lo que han significado
para mí, aún mas desde ese miércoles hace ya tanto
tiempo? Y a mi esposa desde hace treinta años, Eva nadie debiera
tener que hacer todo lo que tuviste que hacer por mí. Pero lo hiciste,
con fidelidad, con compasión y sin dudar. De toda mi familia y amigos,
solo ella puede en realidad saber lo doloroso que ha sido este viaje cada
día, porque lo ha soportado conmigo. Eva, eres un regalo de Dios.
Señor, tú sabes que no siempre entendí los por qués
de lo que sucedió, pero nunca dejé de confiar en ti. Oro, Abba
Padre, porque este humilde esfuerzo por relatar mi historia te agrade y bendiga
a muchos. Amén
DON PIPER
FEBRERO DE
2004
10
11
PRÓLOGO
F
allecí el 18 de enero de 1989. Los paramédicos llegaron en
minutos al lugar del
accidente. No encontraron pulso y me declararon muerto. Me cubrieron con una
lona para que los curiosos no me estuvieran mirando mientras atendían a
los demas heridos. No tenía conciencia alguna de los
paramédicos ni de nadie mas. Inmediatamente después de
morir, fui derecho al cielo. Mientras estaba en el cielo llegó un
predicador bautista a la escena del
accidente. Aunque sabía que yo estaba muerto, se acercó a mi cuerpo
sin vida y oró por mí. A pesar de las burlas de los
Técnicos de Emergencia Médica (TEM) se negó a dejar de
orar. Al menos noventa minutos después de que los médicos
medeclararan muerto, Dios respondió a las oraciones de ese hombre.
Regresé a la tierra. Esta es mi historia.
Don con sus hijos Chris y Joe en 1982.
13
1 EL ACCIDENTE
Así que podemos decir con toda confianza: «El Sefíor es
quien me ayuda; no temeré. ¿Qué puede hacerme el ser
humano?»
HEBREOS
13:6
L
a Convención General Bautista de Texas (CGBT) organiza conferencias
anuales para todo el estado. En enero de 1989 eligieron la costa norte del Lago
Livingston, donde la Asociación Bautista de la Unión, compuesta
por todas las iglesias bautistas de Houston y sus alrededores, opera un enorme
centro de conferencias llamado Trinity Pines. La conferencia se centraba en el
crecimiento de las iglesias y asistí porque estaba considerando muy en
serio la idea de iniciar una nueva iglesia. Dicha conferencia comenzaba el
lunes y tenía programado terminar con un almuerzo el miércoles.
El martes por la noche fui a caminar con el ejecutivo de CGBT y amigo
mío J. V. Thomas. Él solía caminar con regularidad ahora,
desde que
15
90 MINUTOS EN EL CIELO
EL ACCIDENTE
había tenido un ataque al corazón, así que hicimos
ejercicios juntos la última noche de la conferencia. Meses antes
había estado pensando que ya era hora de iniciar una nueva
congregación. Pero antes de embarcarme en tal empresa necesitaba toda la
información posible. Sabía que J. V. tenía mucha experiencia
y conocimiento en el desarrollo denuevas iglesias, al igual que todos los de la
CGBT. Como
había iniciado muchas iglesias exitosas en el estado, la mayoría
de nosotros lo considerabamos un experto. Mientras caminabamos
juntos esa noche hablamos de mi idea de iniciar una nueva iglesia,
cuando hacerlo y dónde plantarla. Quería conocer las
dificultades y escollos que pudiera evitar. Respondió a mi interminable
serie de preguntas y mencionó cosas que nunca se me habían
ocurrido. Hablamos y caminamos durante una hora. A pesar del frío y la lluvia, pasamos un
maravilloso momento juntos. J. v. recuerda bien ese momento. Yo también,
pero por una razón diferente. Fue la última vez que caminé
de forma normal.
El miércoles por la mañana el tiempo empeoró. Llovía
sin parar. Si la temperatura hubiera descendido solo un poco mas no
habríamos podido viajar, porque todo habría estado congelado. Las
reuniones de la mañana se iniciaron a tiempo. El disertante final hizo
algo que los predicadores bautistas casi nunca hacen: terminó temprano.
En lugar del almuerzo formal, el personal de
Trinity Pines sirvió una combinación de desayuno y almuerzo como a las diez y treinta
de la mañana. Yo había empacado la noche anterior, así que
ya tenía todo dentro del
baúl de mi Ford Escort rojo modelo 1986.
16
Apenas terminamos de comer me despedí de todos mis amigos y me
subí al auto para conducir de regreso a la iglesia donde trabajaba, la
Iglesia Bautista deSouth Park en Alvin, una comunidad de dormitorios en
Houston. Cuando arranqué el motor recordé que solo tres semanas
antes había recibido una multa por no tener puesto el cinturón de
seguridad. Fue cuando volvía de predicar en reemplazo de un pastor amigo
mío que necesitaba realizarse una cirugía de la garganta. Me
había detenido un patrullero de Texas.
Esa multa estaba todavía sobre el asiento del
acompañante, y me recordaba que debía pagarla apenas volviera a Alvin. Hasta el momento
de la multa no había usado el cinturón de seguridad como un habito,
pero después de eso cambié mi costumbre. Cuando miré la
multa pensé: No quiero que vuelvan a detenerme. y por lo tanto me
ajusté el cinturón de seguridad. Esa pequeña acción
sería una decisión crucial. Había dos formas de volver a Houston para continuar hasta Alvin. Apenas llegué al portón
de Trinity Pines tuve que elegir si iría por Livingston y luego por la
Autopista 49, o si marcharía hacia el oeste a Huntsville, hasta la ruta
1-45, conocida también como la Autopista del Golfo. Cada opción
implica probablemente la misma distancia. A veces, de ida o vuelta de Trinity
Pines, elegía la Autopista 59. Esa mañana decidí tomar la
Autopista del Golfo. Sentía alivio porque habíamos podido salir
temprano. Eran apenas pasadas las once de la mañana, así que
llegaría a la iglesia alrededor de las dos. El ministro principal
había ido con un grupo a Tierra Santa yme tocaba a mí el servicio
de mitad de semana en la Iglesia de South Park. También me había
pedido que predicara los dos domingos subsiguientes. Esa noche había una
17
90 MINUTOS EN EL CIELO
EL ACCIDENTE
reunión de oración que requería de poca
preparación, pero necesitaba trabajar en mi sermón del domingo
siguiente. Antes de salir de Alvin había escrito un borrador para el
primer sermón, titulado: «Creo en un gran Dios». Mientras manejaba,
pensé que debía repasar el sermón y evaluar lo que
había escrito hasta ese momento. Muchas veces desde ese día he
pensado en mi decisión de tomar la Autopista del Golfo. Es asombroso que
no prestemos atención a las sencillas decisiones en el momento en que
las tomamos. Sin embargo, me recordaba que hasta la decisión mas
pequeña suele tener consecuencias importantes. Esta fue una de ellas.
Salí de Trinity Pines, giré a la derecha y me dirigí por
la Autopista 19 de Texas. Esto me llevaría a Huntsville,
donde se intercepta con la 1-45 que lleva a Houston. No tuve que conducir demasiado para
llegar al Lago Livingston, una laguna en realidad, creada al construirse el
dique del
Río Trinity. Lo que había sido el lecho del río ahora era una hermosa y gran
laguna. Al cruzar el Lago Livingston hay una autopista de dos carriles,
construida sobre el nivel del
lago. La ruta no tiene banquinas, por lo cual es angosta en extremo.
Tenía que conducir un largo trecho sobreese camino que cruza el lago
para llegar del
otro lado. No había tenido premoniciones sobre el viaje, aunque estaba
al tanto de la falta de banquinas. En el extremo de la autopista que cruza el
lago esta el puente original sobre el Río Trinity. Justo
después del puente el camino sube en un
angulo empinado para elevarse por encima del
lecho del
río. La visibilidad en esta subida es un problema para los que conducen
en ambas direcciones. Era la primera vez que veía el puente, y me
resultó extraño. No tengo idea del largo, pero lo vi bastante extenso. Es un
puente
viejo, con una infraestructura pesada de acero oxidado. Ademas del
camino que tenía inmediatamente delante no veía demasiado, y por
cierto no vi que hubiera trafico. Era un puente peligroso, como reconocería
mas tarde, y habían ocurrido varios accidentes allí.
(Aunque ya no se usa,
el puente sigue allí. El estado ha construido otro justo alIado.)
Conducía a ochenta kilómetros por hora porque no conocía
el camino. Encogí un poco los hombros porque dentro del auto sentía frío. El
viento hacía que la mañana fuera mas fría de lo que
indicaba el termómetro. Ahora llovía mas fuerte. Me
alegraría cuando llegara por fin a Alvin. Cerca de las once y cuarenta y cinco,
justo antes de llegar al extremo este del
puente, un vehículo de dieciocho ruedas conducido por uno de los
internos del correccional de Texas
avanzó por la línea del
centro y chocócontra mi auto de frente. El vehículo
comprimió a mi pequeño automóvil contra el lado del puente y la cabina del
conductor del
camión. Y todas las ruedas pasaron por encima de mi auto, y lo
aplastó. Recuerdo fragmentos del
accidente, muy pocos, pero la mayor parte de mi información proviene del informe del
accidente y los testigos oculares. Por la descripción que dieron los
testigos el camión luego se deslizó hacia el lado opuesto del puente angosto y
barrió con dos autos mas. Estaban frente al camión y ya me
habían pasado yendo en dirección opuesta. El registro de la
policía dice que el camión iba a alta velocidad, por lo menos a
cien kilómetros por hora, cuando chocó contra mi auto. El
conductor inexperto al fin logró detener el camión casi al final del puente. Un joven
vietnamita estaba en uno de los vehículos chocados, y en el otro
había un hombre caucasico de avanzada edad.
18
19
90 MINUTOS EN EL CIELO
Aunque quedaron muy impactados, ambos conductores sufrieron solo lesiones
menores. Se negaron a recibir ayuda, por lo que los paramédicos no
transportaron a ninguno de ellos al hospital. A causa de la velocidad del camión el informe del accidente establece que el impacto fue a
unos ciento ochenta kilómetros por hora. Es decir, que el camión
me chocó mientras iba a cien kilómetros por hora entretanto yo
iba de forma cuidadosa a ochenta. El conductor recibió una
citación por no habercontrolado su vehículo y por exceso de
velocidad. Luego llegó la información de que ni siquiera
tenía licencia para conducir el camión. En la prisión los
supervisores habían pedido voluntarios para conducir el camión
que debía recoger mercancía y alimentos para traerlos al
correccional. Y debido a que era un voluntario le permitieron conducir el
camión de provisiones. Dos guardias le seguían de cerca en otra
camioneta propiedad del
estado. Después del accidente el conductor del camión no tenía siquiera
un rasguño. El camión no se dañó siquiera. Pero el
pesado vehículo había aplastado mi Ford, y lo sacó del angosto camino. Fue
el riel de contención sobre el lado del puente lo que impidió que mi auto
cayera al agua. Según los testigos oculares los guardias llamaron al
servicio médico de la prisión, que llegó a los pocos
minutos. Alguien me examinó y al no encontrar pulso declaró que
había muerto al instante. No tengo recuerdo del impacto ni de nada de lo que sucediera
después. En un segundo, abrumador y potente, fallecí.
MI TIEMPO N EL CIELO
y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombroso es
este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!»
GÉNESIS 28: 17
uando morí, no avancé flotando por un túnel largo y
oscuro, ni tuve la sensación de esfumarme o regresar. Jamas
sentí que mi cuerpo fuera transportado hacia una luz. No oí voces
que me llamaran ni nada parecido. En el mismo momento demi último
recuerdo del
puente y la lluvia me envolvió una luz con un brillo que no puedo
describir con palabras y ni podía comprender. Nada mas que eso.
Cuando recuperé mis sentidos estaba en el cielo, de pie.
C
El gozo latía a través de mí mientras miraba alrededor, y
en ese momento me di cuenta de que había una gran multitud de personas.
Estaban paradas frente a una puerta brillante y muy
20
21
90 MINUTOS EN EL CIELO
MI TIEMPO EN EL CIELO
decorada. No tengo idea de la distancia, porque cosas como las dimensiones no tenían
importancia. Cuando la multitud se me acercó no vi a Jesús, pero
sí a personas que había conocido. Se acercaban y yo reconocía
al instante que todas habían muerto durante mi vida. Su presencia
parecía absolutamente natural. Todos venían hacia mí, y
todos sonreían, gritaban y alababan a Dios. Aunque nadie lo dijo, de
forma intuitiva supe que era mi comité de bienvenida celestial. Era como
si todos se hubieran reunido junro a las puertas del cielo a esperarme. La
primera persona a la que reconocí fue a Joe Kulbeth, mi abuelo. Se
veía tal como lo recordaba, con su cabello blanco y la nariz que yo
llamaba «nariz de banana». Se detuvo frente a mí, con una
sonrisa. Quiza dije su nombre, pero no lo recuerdo.
«¡Donnié> (Así me llamaba mi abuelo siempre.) Se
le iluminaron los ojos y extendió los brazos, al dar unos pasos hacia mí.
Me abrazó fuerte. Era el abuelo robusto ypotente que recordaba de mi
niñez. Había estado con él cuando tuvo un ataque al
corazón en casa, y lo había acompañado en la ambulancia.
Me quedé en la puerta de la sala de emergencias en el hospital cuando el
doctor salió y me dijo con suavidad, negando con la cabeza:
«Hicimos todo lo posible». Mi abuelo me soltó y mientras
miraba su rostro me invadió una dicha de éxtasis. No pensé
en su ataque al corazón ni en su muerte porque no podía
sobreponerme al gow de haberme reunido con él. Cómo
habíamos llegado al cielo era algo que parecía irrelevante. No
tengo idea de por qué fue mi abuelo la primera persona que vi.
Quiza rovo algo que ver con el hecho de que estuve allí cuando
murió.. No fue una de las grandes guías espirituales en mi vida,
aunque por cierto influyó en mí de manera positiva en ese
aspecto. Después de que me abrazó mi abuelo no recuerdo
quién fue el segundo y el tercero que me saludó. La multitud me
rodeaba.
22
Algunos me abrazaban y otros me daban un beso en la mejilla, en tanto otros
mas me daban la mano. Jamas me sentí mas amado. Una
persona en ese comité de bienvenida era Mike Word, mi amigo de la
infancia. Mike era especial porque me invitó a la escuela dominical y
fue de gran influencia en mi conversión como cristiano. Mike era el
cristiano joven mas devoto que haya conocido. También era un
chico muy popular y había estado cuatro años en los equipos de
fiítbol, baloncesto yatletismo, una hazaña importante.
Ademas era mi héroe porque vivía el estilo de vida
cristiano del que hablaba. Después de la escuela secundaria, Mike
recibió una beca completa para ir a la Universidad de Louisiana. Cuando
tenía diecinueve años murió en un accidente
automovilístico. Me rompió el corazón la noticia de su
muerte y me llevó mucho tiempo reponerme. Su muerte fue la experiencia
mas dolorosa e impactante que hubiera tenido que vivir hasta entonces.
Cuando asistí a su funeral, me pregunté si alguna vez
dejaría de llorar. No podía entender por qué Dios se
había llevado a un discípulo tan dedicado. Y a lo largo de los
años nunca me fue posible olvidar el dolor y la sensación de
pérdida. No es que pensara en él todo el tiempo, pero cuando lo
hacía me invadía la tristeza. Ahora estaba viendo a Mike en el
cielo. Me rodeó los hombros con su braw, y mi pena y dolor
desaparecieron. Nunca lo había visto con una sonrisa tan brillante.
Todavía no sé por qué pero el gow de ese lugar borraba
cualquier pregunta. Todo era dicha. Perfecto. Cada vez venían mas
personas que me llamaban por mi nombre. Me sentía abrumado por la
cantidad de gente que había venido a darme la bienvenida al cielo.
Había mucha~ personas, y jamas había imaginado que alguien
pudiera verse tan feliz como se veían ellos. Sus rostros irradiaban una
serenidad que nunca había visto en la tierra. Todos estaban llenos de
vida y expresaban un gowradiante.
23
90 MINUTOS EN EL CIELO
MI TIEMPO EN EL CIELO
El tiempo no tenía significado alguno. Sin embargo, para ser mas
claro relataré esta experiencia en términos que den cuenta del
tiempo. Vi a mi abuelo y oí su voz, y sentí su abrazo mientras me
decía lo emocionado que estaba porque había llegado a unirme a
ellos. Vi a Barry Wilson, compañero mío en la secundaria, que
murió ahogado en un lago. Barry me abrazó y su sonrisa irradiaba
una felicidad que no pensaba que fuese posible. Él y todos los
demas alababan a Dios y me decían lo emocionados que estaban por
verme y darme la bienvenida al cielo y por la comunión de la que
disfrutaban. Luego vi a dos maestros que me habían querido mucho y me
hablaban de Jesucristo. Mientras caminaba con ellos noté la variedad de
edades: jóvenes, ancianos, y de todas las etapas de la vida. Muchos no
se habían conocido en la tierra, pero cada uno había tenido
influencia en mi vida en algún aspecto. Y aunque no se habían
encontrado en la tierra, parecían conocerse ahora. Mientras intento
explicar esto mis palabras parecen poco adecuadas y débiles, porque
tengo que usar términos terrenales para referirme a un inimaginable
gozo, una emoción, una calidez y una felicidad total. Todos me abrazaban,
me tocaban, me hablaban, reían y alababan a Dios de continuo.
Parecería que esto duró mucho tiempo, pero no me cansaba de ello.
Mi padre tiene diez hermanos. Algunosde sus hermanos y hermanas tenían
trece hijos cada uno. Cuando yo era niño nuestras reuniones familiares
eran tan multitudinarias que alquilabamos un parque entero en la ciudad
de Monticello, Arkansas. Los Pipers somos afectuosos y nos besamos y abrazamos
cada vez que nos reunimos. Sin embargo, ninguna de esas reuniones familiares,
me preparó para la sublime reunión de santos que viví a
las puertas del cielo. Quienes se reunían en Monticello eran en algunos
casos las mismas personas que me esperaban a las puertas del cielo. El cielo
era muchas cosas, pero sin duda era la mayor reunión familiar de todas.
24
Todo lo que experimenté fue como un menú de primera clase para
mis sentidos. Jamas había sentido abrazos tan potentes, ni se
habían regodeado mis ojos en tal belleza. La luz y textura del cielo
desafían la vista humana y toda explicación posible. Una luz
calida y radiante me envolvía. Al mirar alrededor casi no
podía abarcar los vívidos y brillantes colores. Los tonos y
matices excedían a todo lo que hubiera visto antes. Con mis sentidos muy
exacerbados sentí como si nunca antes hubiera visto, oído o
tocado nada tan real. No recuerdo que hubiera saboreado nada hasta ese momento,
pero sé que si lo hubiera hecho habría sido mas glorioso
que cualquier cosa que comiera o bebiera en la tierra. Solo puedo explicarlo
diciendo que me sentía como si estuviera en otra dimensión.
Nunca, ni siquiera en mismomentos mas felices, me había sentido
tan plenamente vivo. Allí estaba yo, sin decir palabra frente a una
multitud de seres queridos, intentando comprenderlo todo. Una y otra vez
oí decir que estaban muy contentos de verme y emocionados porque
estuviera entre ellos. No sé muy bien si decían las palabras o
no, pero sí percibía que habían estado esperandome,
y también comprendía que en el cielo no hay sensación ni
percepción del paso del tiempo. Miré una vez mas los
rostros y vi que todos habían contribuido a mi conversión como
cristiano o que me habían alentado en mi crecimiento como creyente. Cada
uno me había afectado de manera positiva. Cada uno había tenido
un impacto espiritual en mí, a manera de ayudarme a ser mejor discípulo.
Supe -otra de esas cosas que supe sin saber cómo absorbía la
informaciónque a causa de su influencia podía estar presente con
ellos en el cielo. No hablamos de lo que habían hecho por mí.
Nuestras conversaciones se centraban en el gozo de que estuviera allí y
lo felices que estaban de verme.
25
90 MINUT OS EN EL CIELO
MI TIEMP O EN EL CIELO
Todavía abrumado no sabía cómo responder a su bienvenida.
«Estoy feliz de estar con ustedes», dije, pero ni siquiera esas
palabras podían expresar el gozo total de estar rodeado y ser abrazado
por toda esa gente que amaba. No estaba consciente de nada de lo que dejaba
atras, no lamentaba dejar a mi familia ni a mis posesiones.Era como si
Dios hubiera eliminado todo lo negativo, toda preocupación de mi conciencia,
y solo podía regocijarme por estar con esas maravillosas personas. Se
veían exactamente como las había conocido, aunque mas
radiantes y gozosas de lo que jamas se hubieran visto aquí en la
tIerra. Mi bisabuela, Hattie Mann, era estadounidense nativa. De niño la
vi después de que comenzara a afectarla la osteoporosis. Tenía la
cabeza y los hombros inclinados hacia adelante, como si tuviera una joroba. Y
recuerdo en especial su rostro, muyar rugado. La otra cosa que se destaca en mi
memoria es que tenía dientes postizos, que no usaba con frecuencia. Sin
embargo, cuando me sonrió allí en el cielo, tenía dientes
brillantes. Sabía que eran sus propios dientes, y cuando sonrió
fue con la sonrisa mas linda que haya visto jamas. Luego
observé otra cosa: ya no tenía la joroba. Estaba erguida, y se
habían borrado las arrugas de su rostro. No tengo idea de su edad, y ni
siquiera pensé en ello. Miraba su rostro con fijeza, y comprendí
que la edad no tiene importancia alguna en el cielo. La edad expresa el paso
del tiempo, y allí no hay tiempo. Toda la gente con la que me
encontré tenía la misma edad que tenía la última
vez que los vi, pero no había vestigios de sus dolencias ni
envejecimiento. Aunque algunas de sus facciones no
serían consideradas atractivas en la tierra, en el cielo todas las
facciones eran perfectas,hermosas, maravillosas de ver. Aun hoy que han pasado
años, a veces cierro los ojos y veo esos rostros perfectos, esas
sonrisas que me sorprendían con el calor y la amistad humanos mas
grandes que haya visto. Solo estar con ellos fue un mome nto santo, algo que
atesoro como una esperanza. Cuand o llegué al cielo estaban quietos
delante de mí y vinieron enseguida. Me abrazaron, y no import a en
qué dirección mirara, siempre veía a alguien a quien
había amado y que me había amado. Me rodeaban, y se movían
para que todos tuvieran la oportu nidad de darme la bienvenida al cielo. Me
sentí amado mas amado que nunca antes en la vida. No
decían que me amaban. No recuerdo las palabras que decían. Cuand
o me miraban, sabía lo que quiere decir la Biblia con «perfecto
amor». Este emanaba de cada persona de las que me rodeaban. Los miraba
fijamente, y al hacerlo sentía que absorbía el amor de ellos
hacia mí. En algún punto miré a mi alrededor y me
sentí pleno, sobrecogido, porque todo brillaba de forma muy intensa. De
la puerta -a corta distancia delante de mí- provenía un brillo
mas brillante que la luz que nos rodeaba, luminoso por completo. Apenas
dejé de mirar los rostros de las personas vi que todo lo que había
alrededor emanaba una luz intensa, muy brillante. Al tratar de describir la
escena encuentro que las palabras no sirven porque los términos humanos
no pueden expresar los sentimientos de maravilla ysobrecogimiento ante lo que
estaba viendo. Todo relucía y brillaba intensamente. Solo puedo
describirlo diciendo que comenzamos a movernos hacia esa luz. Nadie dijo que
era mome nto de hacerlo, pero todos nos movimos al mismo
26
27
90 MINUTOS EN EL CIELO
tiempo. Yo miraba hacia adelante y vi que todo parecía hacerse
mas alto, como si estuviera ante una suave colina que se elevaba delante
de mis ojos, sin acabar nunca. Había esperado ver oscuridad
detras de la puerta, pero hasta donde me llegaba la vista, todo era luz,
radiante e intensa. En contraste, la luz potente que había visto cuando
me encontré con mis amigos y seres amados parecía empalidecer a
medida que aumentaba la iridiscencia y el radiante fulgor frente a mí.
Era como si con cada paso se intensificara la luminosidad que me
envolvía. No creía que pudiera brillar mas, pero
así fue. Era como si abriéramos un poco la puerta de una
habitación a oscuras y saliéramos al brillo del sol del
mediodía. Cuando la puerta se abre, los rayos del sol irrumpen en la oscuridad
y quedamos por un momento enceguecidos. No quedé enceguecido pero
sí asombrado ante esta luz que aumentaba en intensidad de continuo.
Aunque parezca raro, y aunque todo era tan brillante, cada vez que avanzaba un
poco el esplendor era mayor. Cuanto mas avanzaba, mas brillante
era la luz. La luz me envolvía y tuve la sensación de que me
estaban guiando a la presencia de Dios.Aunque nuestros ojos humanos tienen que
ajustarse a la luz o la oscuridad, con mis ojos celestiales veía con
absoluta facilidad. En el cielo cada uno de nuestros sentidos esta
exacerbado a un punto inconmensurable, para que podamos apreciarlo todo.
¡Es una celebración sensorial! Me invadió un temor santo
mientras avanzaba. No tenía idea de lo que habría delante, pero
percibía que con cada paso que diera todo sería cada vez mas
maravilloso. Entonces oí la música.
MÚSICA CELESTIAL
Luego miré, y oí la voz de muchos angeles que estaban
alrededor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos.
ApOCALIPSIS
5: 11
e niño pasé mucho tiempo en el campo y los bosques. Cuando caminaba
por la hierba seca, que me llegaba hasta la cintura, solía sorprender a
una bandada de pajaros y provocaba que dejaran los nidos que
habían hecho en el suelo. Con el aleteo de sus alas, oía un
sonido como de viento. Mi recuerdo mas vívido del cielo es lo que
oí. Solo puedo describirlo como un santo sonido de aleteo. No obstante
tendría que magnificar esto miles de veces para explicar el efecto del
sonido en el cielo. Era el sonido mas placentero y hermoso que haya
oído jamas, y no cesaba. Como una canción que
continúa eternamente. Me sentí lleno de asombro, y quería
escuchar y nada
D
28
29
90 MINUTOS EN EL CIELO
MÚSICA CELESTIAL
mas que escuchar. No es que oyera la música solamente. Era como
siformara parte de la música, la cual resonaba en todo mi cuerpo.
Permanecí quieto y me sentí envuelto en los sonidos. Aunque era
consciente de los sonidos y melodías gozosas que llenaban el aire, esto
no me distrajo. Sentía como si el concierto celestial penetrara en cada
parte de mi ser, pero al mismo tiempo podía concentrarme en todo lo que
había alrededor. Nunca vi lo que producía el sonido. Sentí
que la música celestial provenía de algo que estaba directamente
encima de mí, pero no levanté la vista. No sé muy bien por
qué. Quiza porque estaba muy enamorado de la gente que me
rodeaba, o porque mis sentidos estaban tan deleitados que celebraba todo al
mismo tiempo. No formulé preguntas ni me cuestionaba a mí mismo
qué estaba pasando. Todo era perfecto. Percibí que lo sabía
todo y no tenía nada que preguntar. Millones de sonidos me llenaban la
mente y el corazón de una manera que no puedo explicar. Sin embargo, el
sonido mas asombroso era el de las alas de los angeles. No los
veía, pero el sonido era una bella y santa música con una
cadencia que parecía nunca acabar. Este sonido de viento resonaba como
si fuera una forma de alabanza interminable. Al escucharlo sencillamente sabia
lo que era. y hay otro sonido que hasta hoy permanece como el recuerdo
mas vívido y único de toda mi experiencia celestial. Lo
tengo que llamar música, pero no era como nada que haya oído o
espere oír en la tierra. Las melodías dealabanza llenaban la
atmósfera. Esa intensidad continua y la variedad infinita me
sobrecogían. La alabanza nunca acababa, pero lo mas notable para
mí era que se cantaban cientos de canciones al mismo tiempo todas
adorando a Dios. Mientras me acercaba a la grande y magnificente puerta, los
oí desde todas las direcciones y supe que cada
30
voz alababa a Dios. Digo voz, pero era mas que eso. Parte de ello parecía
instrumental, pero no estaba seguro ni me importaba averiguarlo. Había
alabanza por todas partes, y era toda musical, aunque distinguía
melodías y tonos que nunca había oído antes.
«¡Aleluya!» «¡Alabado!»
«¡Gloria a Dios!» «¡Alabado sea el Rey!»
Esas palabras resonaban en medio de toda la música. No sé si las
cantaban angeles o seres humanos. Me sentía tan asombrado y
absorto en el animo celestial que ni siquiera intenté
averiguarlo. Mi corazón se llenó con el mas profundo gozo
que haya conocido. No participaba de la adoración pero sentía
como si mi corazón resonara con el mismo tipo de gozo y exuberancia. Si
escucharamos tres discos de alabanza al mismo tiempo, tendríamos
una cacofonía de ruido que nos volvería locos. Esto era
totalmente distinto. Cada sonido se mezclaba con el otro, y cada voz o
instrumento realzaba a los demas. Aunque parezca extraño,
podía distinguir con claridad cada canción. Sonaban como si cada
himno de alabanza tuviera por intención que yo lo oyera mientras
pasabapor el umbral de la puerta celestial. Muchos de los viejos himnos y coros
que había cantado en distintos momentos de mi vida formaban parte de la
música, junto con cientos de canciones que nunca había
oído antes. Himnos de alabanza, canciones mas modernas,
canticos antiguos, todo esto llenaba mis oídos y me daba no solo
una profunda paz sino la sensación de mayor gozo que haya experimentado
jamas. De pie ante la puerta no lo pensé, pero mas tarde
me di cuenta de que no oí canciones como «La vieja cruz» o
«La mano perforada por clavos». Ninguno de esos himnos que llenaban
el aire hablaban del sacrificio o la muerte de Jesús. No oí
canciones tristes, e instintivamente supe que no hay canciones tristes en el
cielo. ¿Por qué iba a haberlas? Todo era alabanza en torno al
reinado
31
90 MINUTOS EN EL CIELO
MÚSICA CELESTIAL
de Cristo como Rey de reyes y a nuestra gozosa adoración por todo lo que
ha hecho por nosotros y lo maravilloso que es. Los tonos celestiales
sobrepasaban a cualquier cosa conocida por mí. No podía calcular
la cantidad de canciones -quiza miles- que se ofrecían
simultaneamente, sin embargo, no había caos porque tenía
la capacidad de oír cada una y discernir la letra y la melodía.
Me maravillé ante la gloriosa música. Aunque en mi vida nunca
tuve buena voz, sabía que si cantaba mi voz sería perfecta y
sonaría melodiosa y armoniosa, como los miles de voces e instrumentos
quellenaban mis oídos. Aun hoy, de vuelta en la tierra, a veces suelo
oír débiles ecos de esa música. Cuando estoy sobre todo
cansado y me acuesto en la cama con los ojos cerrados, a veces me duermo con el
sonido del cielo que me llenan el corazón y la mente. No importa lo
difícil que haya sido mi día, de inmediato la paz llena cada
parte de mi ser. Sigo teniendo relampagos mentales en los que revivo
ciertos momentos, aunque son distintos de lo que usualmente llamamos destellos
del pasado. Son como remembranzas de los sonidos, mas que de lo que vi.
He pensado en el significado del recuerdo de la música y me parece
curioso. Porque habría esperado que la experiencia mas memorable
fuera algo que vi, o el abrazo físico de un ser amado. Sin embargo, por
encima de todo, atesoro esos sonidos y a veces pienso: No puedo esperar para
volver a oírlos en persona. Es lo que anhelo. Quiero verlos a todos,
pero sé que estaré con ellos para siempre. Quiero vivir todo lo
que el cielo ofrece, pero mas que nada quiero oír otra vez esas
canciones eternas. Es obvio que no puedo saber en realidad cómo se
siente Dios, pero encuentro gozo y consuelo al pensar que debe agradarle y
bendecirle el continuo sonido de la alabanza.
En esos minutos -y no había sensación del tiempo para mí-
otros me tocaban y sus calidos abrazos eran absolutamente reales. Vi
colores que jamas creí que pudieran existir. Nunca, nunca me
sentí mas vivo queentonces. Estaba en casa. Aquí era a
donde pertenecía. Quería estar allí mas que en
cualquier otro lugar de la tierra. El tiempo ya no existía y yo estaba
sencillamente presente en el cielo. Se esfumó toda preocupación,
ansiedad o incertidumbre. No necesitaba nada y me sentía perfecto.
Siento frustración al describir cómo era el cielo porque ni
siquiera puedo acercarme a representar con palabras lo que vi, lo que
oí, lo que sentí. Era perfecto y sabía que no tenía
necesidad alguna ni la volvería a tener. Ni siquiera pensé en la
tierra ni en quienes había dejado atras. No vi a Dios. Aunque
sabía que Dios estaba allí nunca vi una imagen ni una luz que
indicara su divina presencia. He oído de gente que cuenta que
entró y salió por la puerta. Eso no me pasó. Solo
veía una brillante iridiscencia. Espié por la puerta, al ansiar
ver qué había detras. No es que tuviera
preocupación, pero sí tenía una serena disposición
a experimentar toda la gracia y el gozo del cielo. La única forma en que
le encuentro sentido a esa parte de la experiencia es si pienso que si hubiera
visto en realidad a Dios no habría querido volver jamas. Mi
sensación ha sido que, una vez que entramos en verdad en la presencia de
Dios, nunca querremos volver a la tierra, porque sería algo vacío
y sin sentido en comparación.
33
32
90 MINUTOS EN EL CIELO
MÚSICA CELESTIAL
Para mí, el solo hecho de llegar a la puerta fueasombroso. Un anticipo
del gozo divino. Mis palabras son demasiado endebles como para describir lo que
sucedió. Como pastor muchas veces he estado al pie de muchos
ataúdes en diversos funerales y dije: «Estar ausente del cuerpo es
estar presente con el Señor y quienes lo aman y conocen».
Creía en esas palabras antes. Y ahora creo en ellas aún
mas.
Después de un tiempo (estoy ahora usando términos humanos otra
vez), comenzamos a avanzar juntos hacia la puerta. Nadie dijo que lo
hiciéramos, pero yo sabía simplemente que Dios había
enviado a todas esas personas para que me acompañaran a trasponer los
ponales del cielo. Sobre las cabezas de mi comité de recepción
había una enorme puerta en medio de un muro que se esfumaba a la vista
en ambas direcciones. Me pareció que la entrada era pequeña en
comparación con el muro tan enorme. Observé a lo lejos, pero no
podía ver dónde terminaba el muro ni a un lado ni al otro.
Miré hacia arriba, pero tampoco veía cuan alto era. Una
cosa sí me sorprendió: en la tierra, cada vez que pensaba en el
cielo, anticipaba' que un día vería una puerta hecha de perlas,
porque la Biblia se refiere a ellas. La puerta no estaba hecha de perlas, pero
era perlada e iridiscente. Es la única forma en que puedo describirla.
Para mí parecía como si alguien hubiera pintado de perla una
torta. La puerta brillaba y lanzaba destellos. Me detuve y observé los
gloriosos tonos y matices. Laluminiscencia me encandilaba, y habría
estado contento con solo quedarme allí. Pero avancé como si me
acompañaran a entrar en la presencia de Dios.
34
Me detuve justo fuera de la puerta y pude ver hacia adentro. Era como una
ciudad con calles pavimentadas. Para mi asombro, estaban construidas de oro. Si
podemos imaginar una calle pavimentada con ladrillos de oro, es lo mas
cercano a la descripción de lo que vi del otro lado de la puerta. Todo
lo que vi brillaba con los colores mas vívidos y radiantes que
hayan visto mis ojos, tan potentes que ningún ser humano terrenal
podría captar ese brillo. En medio de esa escena tan poderosa,
seguí avanzando un paso mas y supuse que entraría. Mis
amigos y parientes estaban todos delante de mí, llamandome,
urgiéndome, invitandome a segUlr. Entonces la escena
cambió. Solo puedo explicarlo diciendo que en lugar de estar delante de
mí, estaban de repente junto a mí. Sentí que
querían caminar a mi lado mientras pasaba por la puerta iridiscente.
Alguna gente me ha preguntado: «¿Cómo te movías?
¿Caminabas? ¿Flotabas?» No 10 sé. Nada mas me
movía con la multitud de bienvenida. Al acercarnos a la puerta la
música se hizo mas fuerte y vívida todavía.
Sería como caminar hacia un suceso glorioso después de oír
y ver todo desde la distancia. Cuanto mas nos acercabamos,
mas intenso, vivo e impresionante se hada todo. Justo cuando
llegué a la puerta, mis sentidos se despenaron aunmas y me
sentí feliz hasta el delirio. Me detuve -no sé bien por
qué- justo fuera de la puerta. Me apasionaba la idea, y quería
entrar. Sabía que todo sería mas excitante de 10 que
había vivido hasta ese momento. Y estaba a punto de concretar el anhelo
de todo corazón humano. Estaba en el cielo, listo para pasar por el
umbral de la puerta de perla iridiscente.
35
90 MINUTOS EN EL CIELO
Durante esa pausa, algo mas cambió. En lugar de nada mas
oír la música y los miles de voces alabando a Dios, ahora yo
formaba parte del coro. Era uno de ellos, y me habían absorbido hacia su
compañía. Había llegado a un lugar donde quería
quedarme durante mucho tiempo. Me detuve a mirar antes de seguir. Luego, tan
repentinamente como había llegado a las puertas del cielo, las
dejé.
DEL CIELO A
Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estas
a mi lado; tu vara de pastor me reconforta.
SALMO
TIERRA
A
23:4
L
36
Os TEM me declararon muerto apenas llegaron a la escena del accidente.
Afirmaron que había muerto al instante. Según el informe la
colisión ocurrió a las once y cuarenta y cinco de la
mañana. Los médicos estaban tan ocupados trabajando con las
demas personas que no fue sino hasta casi la una y quince que se
prepararon para moverme. Buscaron el pulso una vez mas. Seguía
muerto.
37
90 MINUTOS EN EL CIELO
DEL CIELO A LA TIERRA
Arriba: El Ford Escort deDon después del accidente. Hubo que remover el
techo para
poder rescatar a Don, y volvieron a apoyarlo en su lugar cuando el auto
llegó al tiradero. Debajo: La escena del accidente.
La ley estatal indicaba que tenían que declararme muerto oficialmente
antes de poder trasladar mi cuerpo de la escena del accidente. A menos que me
declararan muerto, una ambulancia tendría que llevar mi cuerpo a un
hospital. Ese condado no tenía médico forense, pero luego me enteré
de que un juez de paz pudo declararme muerto y que pudieron mover mi cuerpo
Habían venido ambulancias de la prisión, el condado y Huntsville.
De estas, todas menos una regresaron sin llevar pacientes. La última se
estaba preparando para salir. A partir de los fragmentos de información
que recibí, infiero que alguien había hecho arreglos para que un
vehículo sin marcar llevara mi cuerpo a una funeraria. Habían
tenido que usar las Mandíbulas de la Vida l para sacarme del auto
destrozado. Como estaba muerto, no parecía haber necesidad de apurarse.
La mayor preocupación era despejar el puente para que pudiera volver a
restablecerse el transito. Cuando el camión llegó en
angulo y pasó justo por encima de mí, hundió el
techo del auto y el tablero me aplastó la pierna derecha. Mi pierna
izquierda estaba fracturada en dos lugares, entre el asiento del auto y el
tablero. Mi brazo izquierdo, que quedó por encima de mi cabeza, estaba
dislocado yechado hacia atras, por encima del asiento. Apenas
seguía unido a mi cuerpo. Ese brazo izquierdo había estado
apoyado sobre la puerta izquierda del lado del conductor, porque yo
conducía con la mano derecha. Mas tarde me enteré de que
faltaban los huesos principales, por lo que mi antebrazo izquierdo era nada
mas que un trozo de carne que unía la mano al resto del brazo. Lo
mismo sucedía con la pierna izquierda. Había algo de tejido justo
por encima de mi rodilla que seguía alimentando de sangre a la
pantorrilla y el pie. Faltaban unos diez centímetros de fémur que
38
39
90 MINUTOS EN EL CIELO
DEL CIELO A LA TIERRA
nunca se encontraron. Los doctores no encuentran una explicación
médica de por qué no me desangré por completo.
Había vidrio y sangre por todas partes. Tenía la cara llena de
orificios, con esquirlas de vidrio. El volante se había incrustado en mi
pecho. Me salía sangre por los ojos, los oídos y la nariz. Con
solo ver los resultados del accidente los TEM sabían que tendría
severas lesiones en la cabeza y que mis órganos internos se
habrían desplazado. Cuando no encontró mi puso, uno de los
técnicos me cubrió con una lona impermeable que también
tapaba la parte superior del auto. No intentaron moverme ni sacarme de
allí de inmediaro no podrían hacerlo de todos modos porque les
habría sido imposible arrastrarme o sacarme del vehículo sin las
Mandíbulas de la Vida. Una cosa quehizo que llegara pronto la ayuda fue
que los dos guardias del correccional que iban en la camioneta llamaron de
inmediato pidiendo asistencia de emergencia a la prisión. De otro modo,
habríamos estado demasiado lejos para que cualquier vehículo de
emergencia llegara con prontitud. Examinaron a los conductores de los otros dos
autos. Ambos estaban ilesos y se negaron a recibir asistencia médica. El
prisionero que conducía el camión no tenía heridas. Apenas
los TEM determinaron que estaba bien, lo transportaron de vuelta a la
prisión. La policía cortó el trafico del puente y
esperaron a que llegara la ambulancia. Mientras esperaban, los vehículos
se acumularon a lo largo de kilómetros a ambos lados, sobre todo del
lado de donde había venido yo. Era un puente angosto de dos carriles, y
no era lo suficiente ancho como para que un auto pudiera dar la vuelta. Aun si
los autos que esperaban hubiesen podido dar la vuelta, tendrían que
haber conducido unos ochenta o noventa kilómetros alrededor del lago
para llegar a otra ruta que les condujera a su destino.
40
Desde el trafico que estaba atascado, Dick y Anita Onerecker caminaron
al menos ochocientos metros hasta la escena del accidente. Dick y Anita
habían iniciado una iglesia en KIein, que esta al norte de
Houston. Ambos habían hablado en la conferencia a la que acababa de
asistir. No estoy seguro de si nos encontramos en Trinity Pines, aunque
quiza sífuera así. Durante años había
oído hablar de Dick Onerecker, pero en esa conferencia fue donde lo vi
por primera vez. El miércoles por la mañana los Onereckers
dejaron Trinity Pines unos minutos antes que yo. Para la gente de Houston, esa
mañana de enero era particularmente fría. Mientras avanzaban Anita
dijo: «Tengo frío, ¿podríamos detenernos para tomar
un café? Creo que eso me calentaría». Dick vio una tienda
de carnadas sobre el Lago Livingston, y entonces detuvo el auto. Al parecer yo
pasé por allí mientras estaban comprando el café. Muchas
veces después Dick hundiría su rostro entre las manos y
diría: «Sabes que podríamos haber sido nosotros.
Tendríamos que haber sido nosotros, pero como nos detuvimos y tú
pasaste por allí, te tocó a ti». Antes de que los
Onereckers llegaran al puente ya había ocurrido el accidente y el
trafico se había detenido. La gente salía de sus autos y
se arremolinaba preguntando cosas y compartiendo la limitada información
que tenían. Después de que Dick y Anita salieran de su auto,
preguntaron a los demas conductores: «¿Qué
esta pasando allí?» Se había pasado la
información de que había ocurrido un grave accidente
automovilístico: «Un camión chocó contra un
auto», era todo lo que podían decirse los unos a los otros. Dick y
Anita estuvieron allí durante unos minutos, pero no sucedía nada
y seguían agregandose autos a la fila. En algún
41
90 MINUTOS EN EL CIELO
DELCIELO A LA TIERRA
momento entre las doce y media y las doce y cuarenta y cinco decidieron caminar
hasta el lugar del accidente. Cuando vieron a un oficial de la policía
Dick dijo: -Soy ministro. ¿Hay alguien allí a quien pueda ayudar?
¿Hay alguien por quien pueda orar? El policía negó con la
cabeza. -La gente de esos dos autos -dijo señalando- esta un poco
asustada, pero estan bien. Hableles si quiere. -¿ y
qué hay del otro vehículo? ¿El que esta cubierto
con la lona? -El hombre del auto rojo murió. Mientras Dick hablaba con
el oficial, Anita fue hacia los otros autos. Le dio su café, apenas
tocado, al hombre mayor. Dick luego lo contaba de este modo: «Dios me
habló y dijo: 'Tienes que orar por el hombre del auto
rojo'». Dick era un destacado predicador bautista. Orar por un
hombre muerto por cierto estaba en contra de su teología. No puedo hacer
eso, pensó. ¿Cómo vaya ir allí a orar? El hombre esta
muerto. Ahora lloviznaba, pero Dick no prestaba atención alguna a su
entorno. Miró al oficial, y supo que lo que iba a decir no
tendría sentido para él. Pero Dios le habló con tal
claridad que no había duda alguna sobre lo que tenía que hacer.
El Señor le había dicho que orara por un hombre muerto. Aunque
esto le parecía bizarro, Dick tampoco tenía dudas de que el
Espíritu Santo le urgía a actuar. -Me gustaría orar por el
hombre del auto rojo -le dijo Dick al oficial por fin. -Ya le dije. Esta
muerto.-Sé que puede sonarle extraño, pero quiero orar por
él de todos modos. Con sonrisa socarrona, el oficial lo miró
antes de responder:
42
-Bueno, qué va si es lo que quiere hacer, hagalo. Pero tengo
que decirle que lo que vera es horrible. Esta muerto, y debajo de
la lona hay un desastre total. Sangre y vidrios por todas partes, yel cuerpo
esta destrozado. Dick tenía cuarenta años entonces, y
dijo: -En Vietnam fui enfermero, así que la idea de ver sangre no me
molesta. -Solo le advierto -dijo el hombre al hacer una pausa y encogerse de
hombros. Luego agregó: -Haga lo que quiera, pero le digo que nunca he
visto a alguien tan destrozado. -Gracias --dijo Dick, y avanzó hacia el
auto cubierto con la lona. Por las fotos del auto destruido es casi imposible
creer esto, pero Dick gateó para entrar en el baúl de mi Ford. El
auto tenía un portón trasero, pero ya no importaba porque esa
parte del vehículo había sido arrancada. Yo seguía
cubierto con la lona, y él no la retiró, así que estaba
muy oscuro dentro del auro. Dick gateó hasta llegar detras de
mí, se apoyó en el asiento trasero y puso su mano sobre mi hombro
derecho. Estaba orando por mí. Mas tarde dijo: «Me
sentí compelido a orar. No sabía quién era el hombre, ni
si era creyente. Solo sabía que Dios me había mandado a orar por
él». Mientras Dick oraba, se emocionó mucho y lloró
varias veces. Luego cantó. Él tiene una voz excelente y a menudo
cantabaen público. Hizo varias pausas para cantar un himno y luego
siguió orando. Dick no solo creía que Dios le había
llamado a orar por mí, sino que oró de forma bien específica
que fuera librado de las lesiones que no se veían, al referirse a
lesiones cerebrales e internas.
43
90 MINUTOS EN EL CIELO
Suena raro, porque Dick sabía que yo estaba muerto. Se lo había
dicho el oficial de policía, pero ademas, él había
tratado de encontrar el pulso. No tenía idea de por qué
oró como lo hizo, excepto porque Dios se lo dijo. No oró por las
lesiones que veía, sino porque sanaran los daños internos. Dijo
que oró la oración mas apasionada, ferviente y emocional
de su vida. Mas tarde supe que Dick es un hombre muy emotivo de todos
modos. Luego comenzó a cantar otra vez: «¿Vive el hombre
desprovisto de consuelo y protección? Es porque no tiene dicho todo a
Dios en oración».2 Lo único que sé personalmente con
certeza de todo este suceso es que cuando cantó el bendito himno antiguo
«Oh, qué amigo nos es Cristo», comencé a cantar con
él. En ese primer momento de conciencia supe dos cosas. Primero, que
estaba cantando -un canto distinto al de los sonidos del cielo- y oía mi
propia voz, y luego me di cuenta de que alguien mas cantaba conmigo. La
segunda cosa que supe fue que alguien estaba tomandome la mano. Era una
mano fuerte, potente, la primera sensación física que tuve a mi
regreso a la vida terrenal. Pasó masde un año antes de que
pudiera entender la importancia y el significado de esa mano que aferraba la
mía.
DE LA TIERRAAAL HOSPIT L
Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto,
Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una
ciudad.
HEBREOS
11: 16
N
o estoy seguro de cual es el récord mundial para salir de un auto
destrozado, pero Dick Onerecker tiene que haber roto el récord ese
miércoles por la tarde. Cuando el muerto comenzó a cantar con
él, Dick salió como pudo de entre los hierros retorcidos y
corrió hacia el TEM que mas cerca estaba. -¡Esta
vivo! ¡No murió! ¡Ese hombre esta vivo!
¿Quién le habría creído? Era un predicador que
oraba por un hombre muerto durante una hora y media. Entonces cruzó la
calle corriendo y gritó: -¡Ese hombre a vuelto a la vida! El
técnico lo miró boquiabierto. -¡Esta vivo! El muerto
comenzó a cantar conmigo.
44
45
90 MINUTOS EN EL CIELO
DE LA TIERRA AL HOSPITAL
Al pensar en lo que acababa de decir Dick notó que parecía no
tener sentido, pero descubrió que solo podía repetir:
-¡Esta cantando! ¡Esta vivo! -¿Ah, sí?
No me diga -dijo el paramédico. -Estoy hablando en serio. El hombre
esta vivo. -Somos profesionales. Sabemos cuando alguien
esta muerto y cuando no. El tipo esta muerto. -Les digo
que acaba de cantar conmigo. Esta vivo. -Ya llega el juez de paz -le
informó el paramédico, y explicó queaunque sabían
que estaba muerto nadie podía mover mi cuerpo hasta que una autoridad
declaraba oficialmente que había fallecido-o Pero sí puedo
decirle esto: Esta muerto. El hombre se alejó de Dick y se
negó a venir hacia mi auto. Varias ambulancias habían llegado y
ya se habían ido. Dick avanzó hasta donde estaba la ambulancia
que quedaba y le dijo al conductor: -Ese hombre esta vivo. Vayan a
verlo. El TEM lo trató como si estuviera habituado a lidiar con locos
todo el tiempo. -Por favor. Sabemos bien lo que hacemos. El hombre
esta -¡Escúcheme! Me voy a acostar sobre el piso de este
puente, y si usted no viene a ver al hombre, tendra que pasar sobre mi
cuerpo. -Esta muerto. -Entonces hagalo por seguirme la corriente.
Solo tómele el pulso -rogó Dick. -Esta bien. Lo haremos
por usted -murmuró el hombre con desgano. Se acercó al auto,
levantó la lona y buscó mi brazo derecho. Y descubrió que
tenía pulso. Todos comenzaron entonces a actuar a toda velocidad.
Primero intentaron estudiar cómo sacarme de allí. Podrían
haberme sacado por uno de los lados, pero eso implicaba que perdería la
pierna
46
izquierda. No había lugar entre el tablero, la pierna y el asiento, por
lo que la única solución habría sido amputar. De todos
modos la pierna pendía casi de un colgajo de piel. No estoy seguro de
que hubiesen podido liberar mi pierna derecha tampoco. El caso era que aunque
hubieran podido sacarme sin usar elequipo, tendrían que haber dejado
parte de mí en el auto, así que decidieron esperar a que llegara
el equipo adecuado. Llamaron por teléfono a Huntsville, que estaba a
unos cincuenta kilómetros de allí, y pidieron las
Mandíbulas de la Vida. Estoy seguro de que hicieron todo lo posible por
mí, pero no recuerdo nada. Permanecí ligeramente consciente de
que a mi alrededor se movía gente, que me tocaban y hablaban. Oía
voces pero no entendía lo que decían. Dick se negó a dejarme.
Se ubicó otra vez detras de mí, arrodillado dentro del
auto, y siguió orando hasta que llegaron las Mandíbulas de la
Vida. Solo cuando me pusieron en la ambulancia se apartó de mi lado.
Cuando los paramédicos me levantaron recuerdo que eran muchas personas,
al menos seis o siete. Y cuando me movían los oía hablar de mi
pierna. Alguien dijo que había que tener cuidado de que no se
desprendiera. Mi sistema estaba en shock, así que no sentía
dolor. Por lo menos no en ese momento. Después sí sentí
dolor. Me pusieron sobre una camilla y empezaron a empujarla hacia la
ambulancia. Una fina llovizna me mojaba la cara y no veía nada
mas que la infraestructura del puente. No podía mover la cabeza.
Oía gente caminando y ruido de vidrios aplastados bajo sus zapatos.
Hablaban en voz baja, por lo que me costaba entender lo que decían.
Recuerdo haber pensado: Aquípasó algo terrible, y creo que me
pasó a mí. Aunque sabía que me estaban llevando ala
ambulancia, sentía que mi cuerpo no pesaba nada. No recuerdo nada del viaje
en la ambulancia, pero luego me dijeron que fuimos a dos hospitales, ambos poco
mas que clínicas rurales.
47
90 MINUTOS EN EL CIELO
DE LA TIERRA AL HOSPITAL
-No hay nada que podamos hacer por él -oí decir a un
médico que me revisó-. No lo lograra. Lo habran
sacado vivo del auto, pero de nada servira. No hay esperanzas para este
hombre. Me volvieron a poner en la ambulancia y partieron otra vez. Recuerdo
vagamente cuando se detuvieron en el Hospital Huntsville, un centro
médico regional bastante grande. Eran como las dos y media de la tarde.
Para ese momento las autoridades le habían avisado a mi esposa Eva. Ella
es maestra de escuela, y alguien llamo para avisarle del accidente. Alguien
mas llamó a las escuelas a las que asistían nuestros tres
hijos. Un miembro de la iglesia se ocupó de ir a buscarlos y cuidarlos
hasta que supieran de Eva. Nadie sabía entonces que yo había
muerto horas antes. Durante las primeras horas después de mi regreso a
la tierra, no tenían idea de lo graves que eran mis lesiones. Aunque no
sabían los detalles, la gente de la iglesia empezó a orar por mi
recuperación. Y se comunicaron con otros para que se les unieran. Eva se
enteró de que yo había muerto por Dick Onerecker casi dos semanas
después del accidente, durante una de las visitas de Dick al hospital.
Entonces pudo entender lograve que había sido todo. También para
ese momento nuestro agente de seguros, Ann Dillman, miembro de la iglesia de
South Park, había traído fotografías del accidente
después de que quitaran el auto del puente. Eva dice que pasó
cierto tiempo antes de que pudiera entender en realidad lo terrible que
había sido el choque. Comenta que quiza no prestaba
atención a las malas noticias adrede, porque estaba intentando
concentrarse en lo inmediato. Nuestros hijos, otros miembros de la familia y
nuestros amigos comenzaron entonces a deducir lo horrendo del accidente y lo
cerca que estuve de no sobrevivir.
48
Uno de los paramédicos dijo: -Estamos aquí ahora. Estara
bien. Supe que me estaban llevando al interior del hospital. Miré sin
entender a una cantidad de personas que se apartaban para dejar pasar a la
camilla mientras observaban. Vi sus rostros y nuestras miradas se cruzaban por
una fracción de segundo a medida que la camilla avanzaba. Me llevaron a
una sala donde había un médico que esperaba. Es raro, pero lo
único que recuerdo del doctor que me revisó es que era calvo. Se
tardó bastante en revisarme. -Sr. Piper, haremos todo lo posible por
salvarlo -dijo unas tres veces-o Esta gravemente herido, pero haremos
todo lo que podamos. A pesar de sus palabras, luego supe que no esperaba que
sobreviviera. Pero hizo todo lo que pudo por darme esperanzas y alentarme a
luchar para seguir viviendo. A mi alrededorhabía gente
moviéndose. Era obvio que estaban intentando salvarme la vida, pero yo
todavía no sentía dolor. Era como si viviera en un estado
intermedio donde no sentía nada y solo tenía una vaga conciencia
de lo que pasaba alrededor de mí. -Su esposa esta al
teléfono -dijo alguien. Pasaron la comunicación al teléfono
de la sala de emergencias. Una enfermera puso el auricular al lado de mi oreja
y recuerdo haber hablado con Eva, pero no lo que nos dijimos. Eva recuerda toda
la conversación. Según ella, lo único que dije fue:
-Siento lo que pasó. -Esta bien, Don. No es culpa tuya. Yo
repetía una y otra vez:
49
90 MINUTOS EN EL CIELO
DE LA TIERRA AL HOSPITAL
-Lo siento. Solo quería volver a casa. Llévame a casa por favor.
De un modo casi infantil, supongo que lo que quería era, si no
podía estar en mi hogar celestial, al menos volver a mi hogar terrenal.
Estaba lo suficiente consciente como para saber que querían
transportarme en un helicóptero de salvamento al Hospital Hermann de
Houston, que tenía un Centro de Trauma. Pero determinaron que no hada
buen tiempo y las nubes estaban demasiado bajas, así que el helicóptero
no podría volar. Mi condición empeoraba muy rapido, y no
sabían si sobreviviría a esa tarde. A pesar de ello el equipo
médico tomó una decisión importante: resolvieron volver a
ponerme en la ambulancia para recorrer los cien kilómetros hasta Houston.
No tenían lasinstalaciones ni los servicios adecuados para atenderme. El
Hospital Hermann era el único lugar para mí si quería
tener posibilidades de sobrevivir. Trajeron otra ambulancia. Es asombroso que
aunque me encontraba tan gravemente herido -pensaban que podía
«expiran) en cualquier momento- estuviera conciente de los detalles
menores, como el olor de la ambulancia, en especial el olor a pintura nueva.
-Es nuestro primer paciente -dijo el asistente cuando partimos. -¿Qué?
-Que es la primera persona que llevamos en esta ambulancia -respondió--.
Lo llevaremos a Houston tan rapido como podamos. -¿A qué
velocidad voy? -preguntó el conductor al asistente que iba a mi lado.
-Tan rapido como puedas.
50
-¿Y qué velocidad es esa? -preguntó otra vez el conductor.
-¡Pisa el acelerador a fondo! Tenemos que llegar ya mismo. Antes de que
iniciaramos el viaje todavía no había sentido dolor.
Perdía y recuperaba la conciencia. Sentía que no tenía
peso, como si mi mente no se conectara con mi cuerpo. Sin embargo, unos diez
minutos mas tarde comencé a sentir un leve dolor punzante. Al
principio era un dolorcito en mi brazo izquierdo. Luego un dolor en mi pierna
izquierda. Después comenzó a dolerme la cabeza. En pocos minutos
me dolían tantas cosas que no podía diferenciar el origen del
dolor. Todo mi cuerpo gemía en agonía y gritaba pidiendo alivio.
Mi organismo se sintió invadido por toda la fuerza del trauma.
Sentía como si cadacentímetro de mi cuerpo hubiera sido
lastimado, azotado, golpeado. No podía pensar siquiera en algún
lugar que no clamara por el dolor. Creo que grité, pero no estoy seguro.
Con cada latido de mi corazón sentía que estaban
moliéndome el cuerpo a mazazos. -¡Hagan algo, por favor!
¡Por favor! -rogué al fin. Eso sí lo recuerdo-. Denme una
medicina, algo que -Le he dado todo lo que podía darle. -¿No
puede darme ya nada mas? -no entendía lo que quería decir.
Si me habían medicado ¿por qué me dolía tanto? -Por
favor -No puedo dejarlo inconsciente -dijo el asistente-o Tiene que
permanecer despierto. -Por favor, algo para No entendía para
qué querían que permaneciera despierto. Si me drogaban, el dolor
desaparecería. -Por favor -volví a rogarle. -Lo siento. De veras
lo siento, pero no puedo darle nada mas. Ya le hemos dado lo suficiente
como para que cualquier otra persona quedara en coma. Usted es corpulento, pero
no puedo dejarlo inconsciente.
51
90 MINUTOS EN EL CIELO
DE LA TIERRA AL HOSPITAL
Estoy seguro de que sollocé, gemí y hasta grité varias
veces durante el resto del viaje, el cual fue una tortura. El vehículo
se movía, y la sirena aullaba todo el tiempo. Fue el viaje mas
doloroso de mi vida. Una pesadilla. Aún hoy cierro los ojos y siento
cómo la ambulancia vibraba y daba contra la banquina de la ruta al tomar
las curvas. Uno de los paramédicos dijo algo de la hora pico, del
traficointenso, así que supuse que serían las cinco. De
momento, me pregunté cómo podían haber pasado tantas
horas. El viaje pareció interminable, aunque creo que varias veces me
desmayé a causa del dolor. Finalmente llegamos a la sala de emergencias
del Hospital Hermann de Houston. Eran las seis y veinte. Habían pasado
seis horas y media desde el accidente. Para cuando llegué al hospital de
Houston había miles de personas orando. Se había difundido la
noticia de casa en casa, y de iglesia en iglesia. Cientos de congregaciones
oraban por mi recuperación. Durante los siguientes días, la
noticia siguió esparciéndose y cada vez había mas
gente orando. A lo largo de los años he conocido a muchos de los que le
pidieron a Dios que me salvara la vida. Quiza alguno de los que
esta leyendo este libro oró por mi supervivencia y
recuperación. Solo puedo añadir que las oraciones fueron
eficaces. Sobreviví y sigo vivo. Cuando los paramédicos
levantaron mi camilla para sacarla de la ambulancia vi el rostro de Eva. Junto
a ella estaba un diacono de nuestra iglesia. Sentí que miraban a
un cachorrito perdido, tan patético habra sido mi aspecto.
Estaban asombrados, boquiabiertos, pero no decían nada. Eva me
miró. Hasta entonces yo tenía solo una vaga conciencia de lo que
pasaba con mi cuerpo. El dolor no se iba pero todavía no había
calculado que había estado en un accidente y que a causa del mismo
estaba muriendo.
52
Alver su rostro reconocí la angustia y la preocupación en su mirada.
Es probable que dijera algo para intentar consolarme. No lo sé. Lo que
sí recuerdo es que percibí su dolor y el temor que sentía
porque muriera. Entonces supe que estaba en verdad grave. Y así era. Mi
pecho ya estaba de color púrpura, y los paramédicos habían
vendado casi la totalidad de mi cuerpo. Tenía esquirlas de vidrio en el
rostro, el pecho y la cabeza. Tenía conciencia de que habían
caído algunos pedacitos de vidrio de mi piel a la camilla, justo al lado
de mi cabeza. Nadie necesitó decirme que me veía horrible. Quien
me conociera no me habría reconocido. Me pregunté cómo Eva
pudo saber que era yo. No había medida para mi dolor. Una vez dentro del
centro de trauma una enfermera me inyectó morfina y mas tarde
me aplicaron algunas inyecciones mas. Nada me ayudaba. Nada me quitaba
el dolor Poco después de llegar a Hermann me enviaron a la sala de
cirugía, donde permanecí durante once horas. Anestesiado, por fin
no sentí dolor. Nuestro querido amigo Cliff McArdle se quedó
valientemente con Eva durante la noche. Cliff, mi mejor amigo David Gentiles y
yo habíamos sido amigos de ministerio desde que nos graduamos en el
seminario, y seguimos siendo muy amigos hoy. Para cuando recuperé la
conciencia, ya era el jueves por la mañana. Al abrir los ojos, de alguna
manera supe que me había convertido en el primer paciente de una
nuevaunidad de cuidados intensivos (UCI). Una enfermera me limpiaba las
heridas, mientras otra me ponía en la tracción. Sentía que
ponía varillas entre mi tobillo y mi brazo. Me oí gritar.
53
90 MINUTOS EN EL CIELO
-Le hicimos una resonancia magnética -dijo el médico. Hasta
entonces no me había dado cuenta de que estaba en la habitación-o
Esta gravemente herido, pero la buena noticia es que no hay lesiones en
la cabeza ni el tórax. No me importaba dónde estaban mis heridas.
Me dolía todo de un modo terrible. Mas de lo que creía
humanamente posible. Solo quería que me aliviaran.
Cuando Dick Onerecker vino a verme dos semanas después del accidente
acababan de pasarme de la unidad de cuidados intensivos a una sala del
hospital. Me contó que Dios le había dicho que orara por
mí y que lo había hecho durante varios minutos. -La mejor noticia
es que no hay daño cerebral ni lesiones internas -dije. Di~k dijo con
una risita: -Por supuesto que no. Es lo que Dios me dijo que pidiera en
oración, y él respondió. -¿Eso creíste?
¿Creíste que Dios respondería a esa oración?
-Así es. Sabía que a pesar de todas tus lesiones Dios
respondería a mi oración. Me tomó unos minutos absorber lo
que me decía. Por la fuerza e intensidad del impacto debía haber
tenido lesiones internas. Hasta el médico había comentado -con
asombro- que no tenía lesiones cerebrales ni toracicas. -Te
diré algo -le contesté-o Sé que tenía
lesionesinternas, pero en algún punto entre el puente y este hospital ya
no las tuve. Las lagrimas corrían por las mejillas de Dick cuando
me dijo: -Lo sé. Ojala pudiera orar de esa manera todo el tiempo.
COMIENZA LA RECUPERACION
Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme
a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que Dios oye todas nuestras
oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos 10 que le hemos pedido.
1
JUAN
5:14-15
E
l dolor se convirtió en mi constante compañero. Durante mucho
tiempo no supe lo que era que no me doliera todo el cuerpo. A pesar de eso, a
los pocos días del accidente empecé a darme cuenta de
cuantos milagros habían ocurrido. Me refiero a ellos como
milagros, aunque habra quien los llame circunstancias afortunadas,
porque creo que no hay accidentes ni sorpresas con Dios. Primero, llevaba
puesto el cinturón de seguridad. Con vergüenza admito que no me
había «molestado» en usarlo hasta que me multaron. Esa
mañana me ajusté el cinturón de forma consciente.
54
55
90 MINUTOS EN EL CIELO
COMIENZA LA RECUPERACIÓN
Segundo, el accidente había ocurrido sobre el puente. ¿Qué
hubiera sucedido si ocurría en la ruta sobre el lago, mientras me
dirigía al puente? Mi auto habría caído por lo menos a
diez metros de profundidad y me hubiera ahogado. Tercero, no tenía
lesiones en la cabeza. Quien me veía o leía el informe
médico decía queera imposible que no hubiera daño
cerebral. (Eva sigue bromeando al respecto y dice que no esta tan segura
de eso.) Por sorprendente que le pareciera a todos los doctores, el accidente
no afectó ninguno de mis órganos internos. Ese hecho desafiaba
toda explicación médica. Cuarto, el cirujano traumatólogo,
Dr. Tom Greider, que estaba de guardia ese día en el Hospital Hermann,
me salvó la pierna. El Dr. Greider «de casualidad» es uno de
los pocos expertos en los Estados Unidos que se ocupa de este tipo de traumas.
Decidió usar un procedimiento bastante nuevo y experimental llamado
marco de Ilizarov. Realizó la cirugía una semana después
del accidente. El Ilizarov implantado no solo me salvó la pierna sino
que les permitió alargar el hueso de mi pierna izquierda, ya que
había perdido unos diez centímetros de fémur en el
accidente. El fémur es el hueso mas grande del cuerpo humano, y
bastante difícil de romper. Cuando el Dr. Greider me revisó, tuvo
que tomar una decisión. Podía usar el marco Ilizarov o amputar. Y
aunque decidió usar el marco no había garantías de que no
perdiera la pierna. En realidad, en ese momento ni siquiera estaba seguro de
que soportaría el procedimiento. Un médico con menos experiencia
y compromiso quiza hubiera amputado suponiendo que no habría gran
diferencia porque iba a morir de todos modos. Quinto, la gente oró por
mí. Tengo miles de tarjetas, cartas y mensajes con oraciones,algunos de
personas que no conozco desde lugares en los que jamas estuve, las
cuales oraron por mí
56
porque se enteraron del accidente. Desde entonces mucha gente me dice que esta
experiencia cambió su vida de oración y su creencia en el poder
de la oración. La noche que ingresé en el Centro de Trauma
Hermann estuve durante once horas en la sala de operaciones. Durante la
cirugía me volvieron a colocar en su lugar el hueso fracturado de mi
pierna derecha. Tuvieron que estabilizar mi antebrazo izquierdo porque faltaban
cuatro centímetros de cada uno de los huesos. Pusieron mi pierna
izquierda en tracción porque faltaban diez centímetros de
fémur. Y por error durante la cirugía insertaron un tubo del
respirador en mi estómago, que hiw que éste se inflara y se
desinflaran los pulmones. Transcurrieron varios días antes de que se
dieran cuenta de cual era la causa de mi estómago hinchado.
Ademas de complicarme la respiración, no me podían elevar
y esto me produjo neumonía. Casi muero por segunda vez. A causa de los
muchos moretones y la severidad de mis heridas obvias, los médicos casi
no sabían por dónde empezar. Otros problemas menos serios
aparecieron semanas mas tarde. Pasaron varios años antes de que
descubrieran la fractura de pelvis que en ese momento no pudieron ver. Yo
yacía en la cama, con agujas por todas partes, incapaz de moverme,
dependiendo del respirador y el aparato de monitoreo. Casino podía ver
por encima de la mascara de oxígeno. Durante la mayor parte de mi
tiempo en la UCI perdía y recuperaba la conciencia. A veces despertaba,
veía gente de pie frente a mi cama y me preguntaba: ¿Estoy en
realidad aquí, o lo estoy
imaginando?
Estaba rodeado de aparatos y monitores, y un oxímetro de pulso en mi
dedo daba cuenta de mi nivel de oxígeno. Como no recibía
suficiente oxígeno la alarma se disparaba con frecuencia y las
enfermeras acudían corriendo a mi habitación.
57
90 MINUTOS EN EL CIELO
COMIENZA LA RECUPERACIÓN
La UCI de Herman esta cerca de la plataforma para que aterricen los
helicópteros, y a toda hora del día se les oía llegar y
despegar. Cuando estaba despierto creía que estaba en una
película de Vietnam. No había relojes en la habitación,
así que no tenía idea del tiempo. Había otras personas en
camas cercanas a la mía, y la única separación era una
cortina. Mas de una vez desperté y vi a los enfermeros u
ordenanzas retirar una camilla con un cuerpo cubierto por una sabana.
Como pastor, sabía que mucha gente no sale viva de la UCI.
¿Sera mi turno ya?, me preguntaba. Aunque lo pregunté, el
dolor impedía que me importara. Lo único que quería era no
sentir dolor, y la muerte habría sido una respuesta rapida.
Había experimentado el cielo, regresado a la tierra, y luego sufrido lo
mas parecido al infierno en la tierra. Pasaría mucho tiempo antes
de que cambiara micondición o mi actitud. Los días y noches
estaban llenos de sonidos de pesadilla. Gemidos, gritos, llantos que
interrumpían mi descanso y me devolvían a la realidad. Una
enfermera se acercaba y preguntaba: -¿Puedo hacer algo por usted? -¿De
qué habla? -preguntaba yo. A veces me quedaba mirandola, incapaz
de entender por qué lo preguntaba. -Parece como si sintiera mucho dolor.
Sí, así es, pensaba yo. Y luego preguntaba: -¿Cómo
lo sabe? -Porque gritó. En ese momento me di cuenta de que a veces el
que gritaba era yo. Esos gemidos o gritos surgían cuando hacía
algo tan simple como intentar mover la mano o la pierna. Fue horrible vivir en
la UCI. Estaban haciendo todo lo que podían pero el dolor no cesaba
jamas. -Dios, ¿para esto volví? -grité muchas
veces-o ¿Me trajiste de regreso a la tierra para esto?
58
Mi condición seguía empeorando. Tenía que estar acostado
boca arriba, bien plano porque me faltaba el hueso en la pierna izquierda.
(Nunca encontraron el hueso. Según parece cayó al lago cuando mi
pierna quedó aplastada entre el asiento y el tablero.) Al tener que
estar en esa posición mis pulmones se llenaban de líquido. Como
todavía no se habían dado cuenta de que tenía colapsados
los pulmones, las enfermeras y los terapeutas intentaban obligarme a respirar
en una bolsa de plastico con un dispositivo llamado espirómetro,
para así mejorar mi capacidad pulmonar. Al sexto día llamaron del
hospital a mifamilia para que vinieran a verme. Tenía neumonía
doble y no pensaban que pudiera resistir esa noche. . Había sobrevivido
a las lesiones del accidente, y ahora iba a morir de neumonía. Mi
médico llamó a Eva. -Tenemos que hacer algo -le dijo-. O tenemos
que amputar la pierna o hacer algo mas drastico.
-¿Qué tan drastico? -Si no hacemos algo, tu esposo no
estara vivo mañana por la mañana. Ahí fue cuando el
milagro de la oración comenzó a obrar en verdad. Cientos de
personas habían estado orando por mí desde que se enteraron del
accidente, y yo lo sabía. Pero en ese momento parecía que nada
había cambiado demasiado. Eva llamó a mi mejor amigo, David
Gentiles, pastor en San Antonio. -Por favor, ven a ver a Don. Te necesita -le
dijo. Sin dudarlo mi amigo canceló todo y subió a su auto.
Condujo casi trescientos cincuenta kilómetros para venir a verme. Las
enfermeras le permitieron entrar a la UCI solo cinco minutos. Esos cinco
minutos cambiaron mi vida.
59
90 MINUTOS EN EL CIELO
COMIENZA LA RECUPERACIÓN
Nunca tomé esta decisión de forma consciente, pero tendido
allí con poca esperanza de recuperación -nadie había
sugerido que iba a volver a la normalidad- no quería vivir. No solo
tenía que soportar el agudo dolor que no cesaba jamas, sino que
había estado en el cielo. Quería volver a ese glorioso lugar de
perfección. -Llévame de vuelta, Dios -oraba-o Por favor, quiero
ir otra vez. Mi mente estaballena de recuerdos del cielo y anhelaba volver a
estar delante de esa puerta. -Por favor, Dios. La respuesta de Dios a esa
oración fue «no». Cuando David entró en mi
habitación me sentía desorientado a causa del dolor y la
medicación. Al principio estaba tan desconectado de la realidad que
debí convencer a mi mente de que era real, que estaba allí.
¿Es una alucinación?, me preguntaba. En ese momento David me
tocó los dedos y lo sentí. Sí, era real. Tomó mis
dedos porque era lo único que podía tocar. Tenía tantas
intravenosas que mis venas habían colapsado. Tenía una
línea principal que entraba en mi pecho, directo al corazón.
Pensaba en mis intravenosas como en soldados alineados. Y hasta tenía
algunas en las venas de los empeines de mis pies. Miraba y me daba cuenta de
que habían tenido que ponerlas allí porque ya no tenían
otro lugar. -Vas a salir adelante -dijo David-. Tienes que hacerlo. Ya llegaste
hasta aquí. -No tengo que salir adelante. No estoy seguro yo no
estoy seguro de querer hacerlo. -Tienes que hacerlo. Si no lo haces por ti,
hazlo por nosotros. -Ya no tengo combustible -dije-o Hice todo lo que pude. Di
todo de mí. Ya no tengo mas para dar.
Hice una pausa para recuperar el aliento porque esas dos oraciones
habían agotado mi energía de forma terrible. -Tienes que
lograrlo. No te dejaremos ir. -Si lo logro, sera porque todos ustedes lo
quieren. Yo no lo quiero. Estoy cansado. Yaluché todo lo que pude y
estoy dispuesto a morir. -Bueno. Entonces no hagas nada. Lo haremos todo nosotros.
No entendí, y miré la intensidad de su rostro. -No dejaremos que
mueras. Eso lo entiendes, ¿verdad? No te dejaremos bajar los brazos.
-Nada mas déjenme ir. -No. Vas a vivir. ¿Oyes eso? Vas a
vivir. No permitiremos que mueras. -Si vivo -dije al fin-, sera porque
ustedes quieren eso. -Vamos a orar -dijo. Claro, yo sabía que ya
habían estado orando muchas personas, pero él agregó:
-Vamos a orar toda la noche. Voy a llamar a todos los que conozco que pueden
orar. Quiero que sepas que los que te amamos vamos a estar despiertos toda la
noche orando por ti. -Esta bien. -Lo haremos por ti, Don. Tú no
tienes que hacer nada. No me importaba si oraban o no. Me dolía tanto
todo. No quería vivir. -Desde ahora nos encargamos nosotros. No tienes
que hacer nada, ni una sola cosa, por sobrevivir. Lo único que tienes
que hacer es estar ahí acostado y dejar que suceda. Vamos a orar para
que salgas de esto. Me habló con calma durante un minuto o dos. No creo
haberle dicho nada mas. El dolor se intensificó --como si eso fuera
posible- y ya no me dejaba concentrar en nada.
61
60
90 MINUTOS EN EL CIELO
COMIENZA LA RECUPERACIÓN
Don, con el dispositivo Ilizarov para hacer crecer el hueso.
-Nos ocuparemos nosotros. David me besó en la frente y salió de
la sala. Entonces hicieron una vigilia. Una vigilia deoración que
marcó un punto de inflexión en mi tratamiento y otra serie de
milagros. La neumonía había desaparecido al día siguiente.
Las oraciones la hicieron irse. Y los médicos descubrieron el error con
el tubo del respirador. A! séptimo día, en otra larga
cirugía, el Dr. Reidor instaló el dispositivo Ilizarov para que
pudiera sentarme y récibir tratamiento respiratorio. También
desinflaron mi estómago, lo que permitió que se inflaran mis
pulmones. De forma habitual los hospitales requieren seis meses de
consejería antes de que autoricen el uso del marco de Ilizarov. En mi
caso los médicos no podían darle a Eva garantías de que
este procedimiento experimental funcionaría. También le dijeron
que el uso de este dispositivo me causaría mucho dolor físico y
tensión emocional y psicológica. Y lo peor de todo era que le
advirtieron que aun después de pasar por todo eso, quiza perdiera
la pierna de todos modos. -Esto es extremadamente doloroso y lleva meses, hasta
años quiza, de recuperación -le dijo el cirujano a Eva. Y
le recordó de nuevo que podía suceder lo peor: podría
perder la pierna. -Sin embargo, si no vamos por este camino no tenemos otra
opción mas que amputar -añadió. Le explicó
con calma que si amputaban me podrían una prótesis y
tendría que aprender a caminar con ella. Eva no se había
engañado en cuanto a la gravedad y extensión de mis lesiones, ni
en cuanto al tiempo que tendría que soportaresos terribles dolores.
Evaluó los pro y los contra durante unos minutos y luego oró en
silencio pidiendo guía: -Firmaré el formulario de consentimiento
-dijo al fin.
63
62
90 MINUTOS EN EL CIELO
A la mañana siguiente cuando desperté de otra operación de
doce horas miré lo que parecía ser un bulto enorme debajo de las
sabanas donde debía estar mi pierna. Cuando levanté la
sabana, lo que vi me dejó sin aliento. Sobre mi pierna izquierda
había un enorme marco de acero que iba desde la cadera hasta por debajo
de la rodilla. Entró una enfermera y comenzó a hacerle cosas a mi
pierna, pero yo no podía determinar qué con exactitud. Me di
cuenta de que Eva estaba sentada junto a mi cama. , , ' aClen -¿Que es
eso? -pregunte- ¿Q' esta h ' do e11a.{ ue -Tenemos que hablar -me dijo-.
Es algo para lo que di mi consentimiento ayer. Es un dispositivo que
hara crecer el hueso. Se llama fijador. Es la única oportunidad
que tienen los médicos de salvarte la pierna -dijo-. Y creo que vale la
pena correr el riesgo. No estoy seguro de haber respondido siquiera.
¿Qué podía decir? Ella había decidido lo que
creía mejor, y lo había tenido que decidir sola. Entonces vi que
salían alambres del dispositivo. -¿Esos alambres atraviesan mi
pierna?
DECISIONE~S
y DESAFIOS
¿Quién nos apartara del amor de Cristo? ¿La
tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la
indigencia, el peligro, o la violencia?Así esta escrito:
«Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos
tratan como a ovejas destinadas al matadero».
ROMANOS
8:35-36
-Sí.
Sacudí la cabeza en señal de incomprensión.
-¿Atraviesan mi pierna? -Es una técnica nueva. Estan
intentando salvarte la pierna. No pude comentar nada al respecto. Asentí
e intenté relajarme. -Creo que funcionara -dijo ella. Yo esperaba
que tuviera razón. No sabía que un año mas tarde
seguiría mirando este dispositivo fijamente.
U
na de las cosas que mas difíciles me resultaron -ademas
del dolor físico- fue ver la reacción de mis familiares y amigos
cercanos. Mis padres viven en Louisiana, a unos cuatrocientos kilómetros
de Houston, pero llegaron el día después de mi primera
cirugía. Mi madre es una mujer fuerte y siempre pensé que
podía con cualquier cosa. Pero entró en la VeI, me miró, y
luego se desmayó. Papa tuvo que sostenerla y llevarla afuera. Su
colapso hizo que me diera cuenta de que me veía desastroso.
64
65
90 MINUTOS EN EL CIELO
DECISIONES Y DESAFÍOS
La mayor parte de esos primeros días sigue siendo una nebulosa para
mí. No estaba seguro de que me estuvieran visitando o que tuviera
alucinaciones. Por lo que Eva y las enfermeras me dijeron, deliraba con
frecuencia. El hospital permitía que vinieran a verme todos los
días, pero con restricciones en cuanto a la cantidad de personas y el
tiempo. Aunque no dijeran nada, susmiradas tristes y de compasión me
hacían entender con claridad cómo se sentían. Y digo
«con claridad» porque sé cómo los percibía. Al
mirar en retrospectiva pienso que quiza estuviera equivocado. Sospecho
que estaba tan seguro de que iba a morir -y quería tanto morir- que
veía en sus ojos lo que yo sentía con respecto a mí mismo.
Fuera así o no, sentía que miraban a un cuerpo destrozado, y no a
una persona viva, y que a pesar de sus palabras de consuelo y apoyo esperaban
que muriese en cualquier momento. Me preguntaba si habían venido a
despedirse antes de que cerrara los ojos para siempre. Aunque ya no
tenía neumonía, hubo secuelas. Las enfermeras venían cada
cuatro horas para darme tratamiento de terapia respiratoria. Me golpeaban el
pecho y me obligaban a respirar por una boquilla de plastico una cosa asquerosa
y de un olor horrible, que se suponía tenía que recubrir el
interior de mis pulmones. Este tratamiento impediría que se repitiera la
neumonía y ayudaría a mis pulmones a recuperarse. Despertaba y
veía gente que entraba, y pensaba: Oh, no, otra vez. lÍtln a
hacerme respi-
Exigía que respirara: -No renuncie ahora. No renuncie. Siga
intentandolo. No se trataba nada mas que de sus palabras, sino
que -a pesar de que estaba muy enfermo-- sentía que él peleaba a
mi lado. -No se dé por vencido. Siga intentandolo. A menudo no
tenía energía para respirar y dejaba de esforzarme. Veía
una expresiónde pesar en su rostro, y luego cómo sus facciones se
contraían, al demostrar la intensidad de su frustración:
-¿Me oyó? ¡Hagalo ahora! ¡Respire y tosa!
¡Hagalo! Yo negaba con la cabeza. Ya no tenía mas
fuerzas para nada. -Esto no admite discusión. ¡Hagalo
ahora! ¡Respire! -No puedo. -Bueno, muy bien. No lo haga. Esta
muerto. Si no lo hace morira. ¿Puede entender eso? No
quería vivir, pero algo sucedía cuando él me gritaba
así. Respiraba. Al poco tiempo el personal encontró el modo de
elevar mi pierna para que pudiera sentarme. El solo hecho de poder hacerlo era
un gran paso adelante. No pensaba que podría volver a acostarme de lado
o boca bajo alguna vez en mi vida.
rar esa cosa tan desagradable y a golpearme, para tratar de soltar la flema. El
tratamiento fue doloroso, pero eficaz. El Dr. Houchins,
jefe del equipo de trauma del Hospital Hermann, venía varias veces al
día. Lo que pudiera faltarle al Dr. Houchins en simpatía lo
compensaba con su determinación firme de no perder a ninguno de sus
pacientes.
66
Una vez mientras estaba todavía en la UeI me pareció que cada vez
que abría los ojos y pestañeaba, alguien ponía delante de
mi boca una cuchara con comida, a unos diez centímetros de distancia. -Abra
la boca. En una ocasión era la voz de un hombre. Abrí los ojos y
miré. Quien sostenía la cuchara era un hombre robusto. Me
levantó la mascara de oxígeno y empujó con suavidad
la cuchara hacia elinterior de mi boca.
67
90 MINUTOS EN EL CIELO
DECISIONES Y DESAFÍOS
-Eso es. Un bocado nada mas. Obedecí y tragué mientras mi
mente obnubilada trataba de entender qué estaba sucediendo. Poco a poco
me di cuenta de que era la voz de Stan Mauldin, el jefe de los entrenadores de
fútbol y director adético del equipo de los Yellow Jacket de la
secundaria Alvin. Nuestra hija viviría con Stan y Suzan y sus dos hijos
durante mi convalecencia. El entrenador Mauldin había oído que
debido a que no quería comer estaba perdiendo peso muy rapido.
(Aunque había perdido solo unos kilogramos en ese momento, en mis
primeras seis semanas en el hospital perdí unos veinticinco kilogramos
en total.) Apenas Stan se enteró de la situación buscó
tiempo en su ocupada agenda para venir al Hospital Hermann. No vino a visitarme
nada mas. Les pidió a las enfermeras que le dieran mi comida, y
permaneció junto a mi cama hasta que desperté. Cuando vio que
estaba despierto, me hizo comer y me habló mientras me esforzaba por
masticar y escuchar. Ese gentil acto de sacrificio de un hombre tan grande como
un oso fue una de las acciones mas amables que vi durante mi
recuperación. Stan es un ejemplo de fuerza y ternura combinadas en una
persona excepcional.
He mencionado el marco de Ilizarov, que puede haber sonado como un
procedimiento común. Pero esta lejos de eso. Eva tuvo que decidir
algo que nadie debería tener quedecidir a solas. Tuvo que resolver si
permitiría que me sometieran al proceso Ilizarov, entonces en etapa de
experimentación todavía. Al inicio el dispositivo se usaba para
extender las piernas. Lo inventaron para ayudar a las personas que tienen una
pierna mas
68
corta que la otra desde su nacimiento -a veces la diferencia es de hasta unos
treinta centímetros- y que tienen que usar sillas de ruedas, andadores o
muletas. El marco de Ilizarov obliga al hueso de la pierna a crecer mientras
mantiene intacto el tejido que lo rodea. El cuerpo puede formar hueso nuevo en
respuesta a la fuerza mecanica del dispositivo de Ilizarov. Es lo que se
llama un fijador externo. Lo inventó un médico siberiano llamado
Ilizarov. El Dr. Ilizarov experimentó en ovejas para encontrar la forma
de hacer crecer el hueso faltante o alargar los huesos congénitamente
cortos. Para los casos como el mío, en que falta hueso, la aplicación
implica fracturar el miembro con un corte limpio. Luego se ponen alambres,
parecidos a las cuerdas de un piano, atravesando la piel y el hueso para que
salgan por el otro lado. El dispositivo de Ilizarov para fémur se ancla
a la cadera con varillas del tamaño de un lapiz. Los
médicos taladraron agujeros para insertar cuatro varillas desde mi
pelvis hasta el costado de mi cadera izquierda. Cuando terminaron, tenía
al menos treinta agujeros en mi pierna izquierda. Muchos de estos orificios
traspasabanla pierna de un lado al otro. Los mas grandes llegaban solo
hasta la carne, y las varillas se insertaron hasta la pelvis. Después de
unos seis meses podía ver dentro de mi pierna los extremos de las
varillas. Todos los días venía alguien y giraba los tornillos del
dispositivo Ilizarov para alargar los huesos. Casi siempre lo hacían los
enfermeros y enfermeras. Después que dejé el hospital lo
hacía Eva. Durante casi un año mi fémur izquierdo
crecería, reemplazando la porción faltante. Este es un
dispositivo ingenioso, aunque extremadamente doloroso y que requiere de una
recuperación ardua y muy larga. Yo decía que era
«horriblemente maravilloso».
69
90 MINUTOS EN EL CIELO
DECISIONES Y DESAFÍOS
También insertaron seis varillas en la parte superior de mi brazo
izquierdo, atravesandolo. Y barras de acero inoxidable por encima y
debajo del brazo para estabilizarlo porque faltaban los dos huesos del
antebrazo. Las varillas eran del tamaño de un lapiz y le
permitían al Dr. Greidor tomar hueso de mi pelvis derecha y ubicarlo en
mi antebrazo izquierdo. Me explicó que el procedimiento sería
parecido al de tomar muestras cuando se perfora buscando petróleo.
También tomaron unos ochenta centímetros cuadrados de piel de mi
pierna derecha para ponerlos sobre la enorme herida de mi brazo izquierdo.
Implantaron una tira de Teflón entre los huesos recién
construidos de mi antebrazo para evitar que seadhirieran entre sí, de
modo que crecieran pero no pegados el uno al otro. Para mi desdicha esa parte
de la técnica no funcionó, porque los huesos sanaron pero se
pegaron entre sí. Por eso no puedo hacer movimientos de
supinación ni pronación con mi brazo izquierdo, el mismo no se
endereza desde el codo y no puedo voltear las manos palmas arriba o palmas
abajo. Cuando extiendo la mano queda siempre en posición como de saludar
estrechandola. No puedo voltearla ni a la derecha ni a la izquierda.
Sé que suena como algo muy malo, y en ese momento era lo que
sentía. Sin embargo, como el Ilizarov, funciona. Sí, el
dispositivo Ilizarov funcionó fue también el proceso mas
doloroso que soporté como parte de mi recuperación. El acero
inoxidable del Ilizarov que tenía en la pierna pesaba unos
dieciséis kilogramos, y el fijador externo de mi brazo quiza
pesara unos diez kilogramos mas. Cuando estaba en la silla de ruedas (durante
unos ocho meses), en el andador (tres meses mas), y luego cuando usaba
las muletas (cuatro meses mas), cargué con todo ese peso
adicional durante casi un año.
¿Puede imaginar cómo me miraba la gente dondequiera que iba?
Todos quedaban impresionados al ver a un hombre en una silla de ruedas, con
varillas de acero que sobresalían de diversas partes de su cuerpo. Casi
todas las veces que iba al consultorio del Dr. Greider en mi silla de ruedas la
reacción de los demas pacientes era la misma.Aunque todos
tenían yesos o arneses, o andaban con muletas, sus miradas iban directo
a todas mis varillas y halos. Entonces, de forma invariable, había
alguien que decía en un tono sardónico: «¡Vaya!
¡Y pensar que creí que yo estaba muy mal!» En ocasiones,
algunos agregaban algo así como: «Después de verlo a usted,
me siento mejor». Durante mucho tiempo fui la norma según la cual
se juzgaba el dolor de las lesiones. ¡Muchas veces bromeé diciendo
que a causa de toda esta «estructura metalica» si en el
futuro un arqueólogo encontrara mi cuerpo pensaría que
había descubierto una nueva especie! Toda mi anatomía estaba
rearmada. Nunca mas daré por sentada la capacidad física
por simple que sea. Durante mi recuperación hasta el movimiento
mas sencillo era un milagro. Cada vez que volvía a aprender a
hacer algo era un logro. Fue mas tarde que entendí lo mucho que
se había esforzado el Dr. Greider para encontrar el modo de salvarme la
pierna y el brazo izquierdos. Siempre le estaré agradecido porque no se
dio por vencido. Mi rodilla derecha había quedado aplastada y durante
bastante tiempo usé un yeso. Pusieron una malla con forma de canastillo
sobre la rótula para que sanara. Mi brazo derecho fue el único
miembro que no tuvo fracturas.
70
71
90 MINUTOS EN EL CIELO
DECISIONES Y DESAFíos
Aun con el éxito del dispositivo de Ilizarov, nunca estaba un momento
siquiera sin sentir dolor. No sécuantas veces pregunté:
«¿Cuanto falta?» Quería saber cuanto
tiempo mas tendría que llevar el dispositivo, cuanto
faltaba para que supieran si funcionaba, y cuanto tendría que
esperar para poder caminar de nuevo. Nadie me daba una respuesta. No
podían. Sin embargo, seguía preguntando de todos modos. -Unos
meses mas -me decían por lo general. -Pero ¿cuantos?
-insistía yo. Uno de los médicos por fin me dijo: -Muchos meses,
y quiza mas que eso. -¿Unos años, tal vez?
-Sí, posiblemente años. -¿ y hay garantías de que
no perderé esos miembros? -No hay garantías. Si tiene una infección
es posible que tengamos que amputarle la pierna. -O sea que
¿quiza soporte esto durante meses y de todas formas tengan que
amputarmela? Asintió. Era obvio que esto no era lo que
quería oír. Y aunque Eva me había dicho lo mismo, yo lo
negaba. Seguía buscando garantías de una total
recuperación. Quería respuestas, pero quiza mas que
eso también. Deseaba que me aseguraran que todo saldría bien.
Anhelaba volver a ser normal. Ansiaba poder caminar, salir del hospital sobre
mis dos piernas y volver a mi vida de siempre. Nadie podía -ni quería-
darme tal seguridad. Pasaron muchos meses, pero un día sí
volví al hospital y abracé a todas esas enfermeras.
Mientras estuve con el dispositivo Ilizarov también hubo otros
problemas. En varias ocasiones tuve infecciones. Y cada vez me enfrentaba a la
realidad de que si la infección se esparcíapor mi cuerpo
despertaría sin mi pierna. También tuve infecciones
después que salí del hospital. Tuvieron que volver a
hospitalizarme tres veces para ponerme en una sala de aislamiento donde me
trataron con cantidades masivas de antibióticos. y aun entonces muchas
noches oraba: Dios, llévame de vuel-
ta al cielo. No sépor qué me trajiste a la tierra de regreso. Por
favor no me dejes aquí.
Pero Dios seguía respondiendo con un «no». No conozco
todavía todas las razones, pero en los meses y años subsiguientes,
poco a poco entendí al menos algunas de las razones por las que
había regresado a la tierra.
El proceso de sanidad se había iniciado. Allí, día tras
día en la cama del hospital, fui reconociendo de forma gradual que Dios
me había enviado de regreso. No podía saber bien por qué
tenía que soportar el sufrimiento físico, pero pensaba todo el
tiempo en las palabras de David Gentiles. Él y otros habían
clamado en oración para que yo viviera. Ya que Dios les había
respondido, tenía que haber un propósito para que siguiera vivo.
A lo largo de los días de intensa agonía recordaba las palabras
de David. A veces el sentido de que Dios tenía un propósito para
que viviera era todo lo que me sostenía. Estuve en la UCI de Hermann
durante doce días. Luego estuve cuatro o cinco días en el
Hospital Hermann antes de que
72
73
90 MINUTOS EN EL CIELO
me transfirieran al Hospital de Sto Luke, en lamisma calle. Ambos hospitales
forman parte del centro médico mas grande del mundo.
Permanecí en Sto Lukes durante ciento cinco días. Ya en casa,
estuve en cama durante trece meses y pasé por treinta y cuatro
cirugías. Sin duda sigo vivo porque hubo gente que oró por
mí, comenzando por Dick Onerecker y otras personas de todo el país,
algunas de las cuales jamas conocí. Ese es quiza el
milagro mas grande: Que la gente oró y que Dios honró sus
oraciones. Al mirar hacia atras veo que Dios usó a muchas
personas para salvarme. Dick Onerecker salvó mi vida con su continua
oración. El Dr. Greider salvó mi pierna y mi brazo y me
sacó adelante con esa cirugía inicial. El Dr. Houchins
salvó mi vida después de la cirugía a causa de su
determinación, parecida a la de un buldog, de mantenerme vivo. Las
valientes enfermeras del piso de traumatología del Hospital Sto Luke me
cuidaron día y noche. Cada una de estas personas desempeño un rol
vital. Atribuyo mi salida con vida de la DCI a las oraciones de David Gentiles
y los demas: «Nosotros nos encargamos a partir de aquí. No
tienes que hacer nada por sobrevivir. Oraremos y te sacaremos adelante».
Supe que no moriría. El pueblo de Dios no me lo permitiría.
DOLOR Y ADAPTACIÓN
Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo
soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con
mi diestra victoriosa.
1SAlAS 41: 1O
A
unque no se dabancuenta, las visitas empeoraban mi situación. Me
querían y deseaban también expresar su afecto. Y como me
querían, hacían la cosa mas natural del mundo: visitarme
en el hospital. Ese era el problema. El ir y venir constante me agotaba. No podía
quedarme allí acostado nada mas y dejar que se sentaran o me
hablaran. Quiza necesitaba funcionar en mi rol de pastor, o es probable
que sintiera que tenía la obligación de entretenerlos. No
quería herir sus sentimientos al pedirle que no vinieran o se fueran
pronto.
74
75
90 MINUTOS EN EL CIELO
DOLOR Y ADAPTACIÓN
Muchas veces sonreí y conversé con las visitas cuando en realidad
lo único que quería era desmayarme. Había ocasiones en que
el intenso dolor me hacía imposible la tarea de ser buen anfitrión,
pero igual intentaba ser amable. Seguía recordando que me querían
y que habían hecho un esfuerzo para venir a verme. Con mis amigos,
familiares y los miembros de la iglesia, parecía que hubiera una larga
fila desde la puerta del hospital a la de mi habitación. Eva
entró una tarde y vio que las visitas me perturbaban. Me
reprendió por permitirlo. Creo que pensaba que no le diría a
nadie que no volviera, por lo que les pidió a los enfermeros y
enfermeras que restringieran la cantidad de visitas permitidas. No
impidió las visitas del todo, pero el transito de personas que
entraban y salían de mi habitación disminuyó.
Ademas del dolor y la gente queentraba y salía, vivía
sumido en una depresión. Gran parte de ello puede haber sido el
resultado natural del trauma físico, y en parte también mi
reacción a las drogas. Sin embargo, pienso que debido a que me
enfrentaba a un resultado desconocido seguía sintiendo que no
tenía demasiado futuro por delante. Y la mayor parte del tiempo no
quería estar vivo. ¿Para qué me habían
traído de regreso de un cielo perfecto a una vida llena de dolor
aquí en la tierra? Por mucho que lo intentara no podía disfrutar
de la vida. Quería volver al cielo. El dolor ha llegado a ser una forma
de vida para mí desde el accidente, como seguramente le ha sucedido a
muchos. Es curioso que podamos aprender a vivir bajo tales condiciones. Aun
hoy, en las raras ocasiones en que yazgo en la cama por las mañanas
luego de haber tenido una buena noche, de repente me doy cuenta de que no me
duele nada. Y ahí recuerdo entonces que vivo en dolor continuo las otras
veintitrés horas y cincuenta y cinco minutos de cada día.
76
Me llevó un tiempo darme cuenta de lo mucho que estaban afectadas mis
emociones a causa de mi situación. Oraba, y otros oraban conmigo, pero
me invadía una sensación de desesperanza. «¿Vale la
pena todo esto?», preguntaba varias veces al día. Los
médicos y el personal de enfermería seguían intentando
suministrarme medicamentos contra la depresión, pero yo me negaba. No
sé muy bien por qué. Quiza porque ya estabademasiado lleno
de remedios y no quería mas. Ademas, no creía que
la medicina me sirviera. Deseaba liberarme de mi miserable existencia y morir.
Era evidente que no me sentía equipado para enfrentar todo esto. Ahora
sé que era un caso típico de la persona depresiva que aparece en
los libros de texto. y pronto todos los demas se enteraron del asunto.
-¿Querría usted conversar con un psiquiatra? -me preguntó
mi médico. -No-dije. Unos días después una de las
enfermeras preguntó: -¿Quiere que llame a un terapeuta?
¿Alguien con quien pueda conversar? Le di la misma respuesta. Como no
quería hablar con nadie, comenzaron a llegar personas a mi
habitación a las que llamé «loqueros clandestinos».
-Veo que ha tenido un accidente muy grave -dijo un psiquiatra de
incógnito después de leer mi historia clínica. Luego
intentó lograr que le dijera cómo me sentía. -No quiero
hablar del accidente -le dije. y en verdad no quería. ¿Cómo
podía explicarle a alguien lo que me había pasado durante los
noventa minutos en que había
77
90 MINUTOS EN EL CIELO
DOLOR Y ADAPTACIÓN
estado lejos de esta tierra? ¿Cómo encontrar palabras para
expresar lo inexpresable? No sabía cómo explicar que literalmente
había ido al cielo. Estaba seguro de que si empezaba a decir algo
así, dirían que estaba loco. El psiquiatra pensaría que
había algo mal en mi mente, que tenía alucinaciones o necesitaba
drogas mas potentes para que no delirara.¿Cómo expresar
con palabras que había tenido la experiencia mas gozosa y poderosa
de mi vida? ¿Cómo podría sonar racional al decir que
prefería morir? Sabía lo que vendría después de
esta vida, pero el psiquiatra no podía saberlo. No tenía
intención de hablar con un psiquiatra (ni con nadie mas) sobre lo
que me había sucedido. Veía esa experiencia como algo demasiado
íntimo, demasiado intenso como para compartirlo. Y aunque Eva y yo
tenemos una relación muy estrecha, ni siquiera pude decírselo en
ese momento. Es que mi ida al cielo había sido algo demasiado sagrado,
demasiado especial. Sentía que si hablaba de mis noventa minutos en el
cielo estaría ensuciando esos momentos preciosos. Jamas
dudé ni cuestioné que mi viaje al cielo hubiera sido real. Eso
nunca se me ocurrió ni me molestó. Todo había sido muy
vívido y real. No podía negarlo. No, el problema era que no
quería compartir esa poderosa experiencia con nadie. Esto no
impidió que los psiquiatras vinieran a mi habitación para
intentar ayudarme. Después de un par de veces ya no me decían que
eran psiquiatras. Ahora parece gracioso, pero los psiquiatras del hospital
estaban decididos a ayudarme. Y después de que me negué a
hablarles, entraban en mi habitación de incógnito y me
observaban. A veces lo hacían cuando una de las enfermeras estaba trabajando
conmigo. Otras veces entraban, miraban mi historia clínica y no
decían nada, y entonces yosuponía que estaban esperando a que
iniciara la conversación.
78
Muchas veces entraban y decían algo así como: -Soy el Dr. Jones.
y nada mas que eso. Quiza me tomaban el pulso o preguntaban:
-¿Cómo se siente del estómago? Entonces el psiquiatra de
turno miraba mi historia y hacía las preguntas pertinentes. Luego de un
rato delataba su intención preguntando: -¿Cómo se siente
hoy? -Igual que siempre. -¿ y cómo se siente en realidad con
respecto a todo esto? No importa qué variaciones intentaran, siempre
terminaban preguntando cómo me sentía en realidad. -Usted es
psiquiatra, ¿verdad? -preguntaba yo. -Eehh bueno, sí. -De
acuerdo, ¿qué quiere saber? ¿Quiere saber SI estoy
deprimido. Sí, estoy muy deprimido. Y no quiero hablar de eso. Las
conversaciones seguían, pero he borrado de mi mente casi todas. Aunque
sabía que el Dr. Jones y los demas estaban intentando ayudarme,
no creía que hubiera esperanza alguna. Detestaba estar deprimido pero no
sabía qué hacer al respecto. Cuanto mas tiempo pasaba en
cama, tanto mas me convencía de que no había nada para
mí en el futuro. El cielo había sido algo perfecto tan bello y
garoso que quería librarme del dolor y volver allí.
«¿Por qué querría alguien quedarse aquí
después de vivir el cielo?», le preguntaba a Dios. «Por
favor, por favor, llévame otra vez». No morí, y no me
recuperaba de mi depresión. No es que me negara a hablar con los
psiquiatras nada mas. Menegaba a hablar con todos. Sobre cualquier tema.
Si hubiera sido por mí, no importaba si alguien me visitaba o no o al
menos eso decía para mis adentros.
79
90 MINUTOS EN EL CIELO
DOLOR Y ADAPTACiÓN
En mi depresión simplemente quería estar solo para poder morir en
soledad sin que nadie me resucitara. y tenía también el orgullo
suficiente como profesional y como pastor para no querer que nadie viera lo mal
que estaba. Y no hablo solo de lo físico. Tampoco quería que
supiesen de mi desastroso estado emocional. Cuando venía la gente a
verme, por supuesto, sus palabras y miradas me hacían sentir como si
dijeran: «Eres la cosa mas lamentable que haya visto
jamas». Supongo que lo era. y así la depresión
continuaba. Pasaría mucho tiempo antes de que Dios me concediera otro
milagro.
En mi depresión pensaba: Esta es la experiencia mds penosa de
mi vida. Me siento como si fuera un bebé, y todo el mundo se entusiasma
si evacuaba, aunque sea algo mínimo.
No recuerdo qué le dije a la asistente, pero estoy seguro de que no fue
algo agradable. La pobre mujer salió de la habitación. Era en una
de esas raras ocasiones en que no había visitas. Estaba solo por
completo, y me alegraba de estar en silencio, en paz. Minutos después de
que saliera la enfermera, el enema hizo efecto. Exploté. Tuve el
movimiento intestinal mas grande de mi vida. Y el olor era nauseabundo.
Lleno de panico, intenté con losdedos llegar al botón de
llamada. Y segundos mas tarde la joven asistente entró corriendo.
-Lo lamento. No fue mi intención hacer esto. La ayudaré a
limpiar. Apenas dije eso me percaté de que no podía ayudarla. Me
sentí terrible, inútil, asqueroso y despreciable. Me puse a
llorar. -No, no, no. No se preocupe. Estamos contentos de que haya podido
evacuar sus intestinos. Es algo bueno porque significa que su sistema
esta empezando a funcionar de nuevo. Humillado, solo podía
permanecer allí y mirar a la pobre mujer que cambiaba toda la ropa de
cama. Le debe haber tomado al menos media hora limpiar todo eso, y al menos el
doble de tiempo hubo un olor asqueroso en la habitación. Sentía una
vergüenza enorme, aunque mi mente intentaba convencerme de lo contrario.
Apenas había comido en doce días, y esto era un avance. Pero yo
solo podía pensar en que era uno de los sucesos mas vergonzosos
de mi vida.
Era padre de tres niños y esposo de una mujer maravillosa. Y hasta el
momento del accidente había sido un hombre con un gran futuro.
Tenía treinta y ocho años cuando el incidente ocurrió, y
hasta ese día rebosaba salud y me encontraba en excelente estado físico.
A los pocos días de mi accidente supe que jamas volvería a
ser ese hombre viril y saludable. Ahora era un completo inútil. No
podía hacer nada por mí mismo, ni siquiera levantar la mano. Muy
dentro de mí, temía que quedara inútil para el resto de mi
vida.Como ejemplo de mi inutilidad diré que no había tenido
movimientos intestinales durante los primeros doce días en el hospital.
Sabiendo que podía entrar en un estado infeccioso, me pusieron un enema,
pero no sirvió de mucho. Digo «no sirvió de mucho»
porque apenas evacuaba por poco que fuera, la enfermera o la asistente
sonreían como deleitadas. Un día pude lograr una cantidad exigua:
«¡Oh! ¡Qué bueno! ¡Es muy bueno para usted!
Esperemos. Quiza haya mas».
80
81
90 MINUTOS EN EL CIELO
DOLOR Y ADAPTACIÓN
Aunque este episodio me pareciera terrible, me esperaban experiencias
mas feas y humillantes, que me hacían sentir avergonzado e
inútil. Necesitaba usar un orinal. No podía limpiarme. No me
podía afeitar. No podía lavarme el cabello. Tenían que
traer unas palanganas especiales para que apoyara la cabeza y luego echaban
agua sobre mi cabello, la cual iba a un desagüe que daba a un recipiente.
Yen otro acto de increíble amabilidad, Carol Benefield, quien me
había cortado el cabello durante años, vino varias veces a
hacerlo mientras estuve confinado en la cama. Carol no aceptaba dinero alguno
por esto, aunque debía viajar ochenta kilómetros de ida y vuelta.
Mis amigos, mi familia y el personal del hospital encontraban maneras de
satisfacer todas mis necesidades físicas, pero yo solo podía pensar
en que era un completo inútil. Mi brazo derecho, el único que no
se había fracturado, tenía tantasvías intravenosas que
tuvieron que entablillarmelo para que no lo doblara. Tenía
vías intravenosas por todas partes. Entraban por mi pecho y por los empeines
de mis pies. Habían colocado una sonda principal directo a mi
corazón. Muchas de mis venas colapsaban. Me encontraba tan incapacitado
que tenían que levantarme de la cama con cadenas y poleas para cambiar
las sabanas o hacer cualquier cosa que implicara moverme. Estaba
perdiendo peso a un ritmo alarmante, y esto preocupaba a los doctores. No
podía comer nada, y estaba sufriendo de atrofia. Durante los casi cuatro
meses que estuve en el hospital perdí unos treinta kilogramos. Antes del
accidente pesaba cien kilogramos, y salí con menos de setenta. La
única forma en que podían determinar cuanto pesaba era
poniéndome en una eslinga, como si fuera un bebé, para levantarme
de la cama y pesarme. Intentaban persuadirme para que comiera, y me tentaban
preparando mis comidas preferidas, pero nada me sabía bien. El solo
aroma de la comida me
82
provocaba nauseas. No tenía apetito. Intentaba comer, de veras lo
intentaba, pero no podía tragar mas que unos pocos bocados.
Supuse que la depresión me impedía comer, aunque no sé si
esa era la causa. Lo que sí sé es que cuando lo intentaba no
lograba obligarme a mí mismo a masticar. No quería siquiera
tragar. Me colocaron una bomba de morfina que llamaban Pe. Cuando en realidad
me dolía mucho pulsaba un botónpara que ingresara la
medicación. Tenía que estar constantemente medicado contra el
dolor. Al principio intenté resistirme a los analgésicos pero el
médico me lo reprochó. Dijo que mi cuerpo se tensaba a causa del
dolor y que esto retardaría mi recuperación. Por la noche me
daban medicamentos adicionales para intentar que durmiera. Y digo intentar
porque no funcionaba. Nada de lo que hicieran me hacía dormir, ni las
píldoras, ni las inyecciones, ni la morfina adicional. No había
forma en que pudiera sentirme cómodo, o aliviado siquiera, al punto de
poder relajarme. He intentado explicarlo diciéndolo de este modo:
«Imagínate acostado en la cama, con varillas que te atraviesan los
brazos, alambres que te atraviesan las piernas, y yaciendo de espaldas. No
puedes voltearte. En realidad, mover tu hombro siquiera unos centímetros
es imposible a menos que extiendas tu mano y te tomes de una cosa que parece un
trapecio que cuelga por encima de tu cabeza. Hasta el esfuerw de moverte unos
milímetros hace que sientas cuchillazos de dolor en todo el cuerpo.
Estas inmóvil por completo». Como me salieron llagas y
escaras en la espalda por estar en la misma posición durante tanto
tiempo el hospital al fin me dio una cama especial de agua que se movía
constantemente. Eso terminó con las llagas y escaras. Las únicas
veces que dejaba la habitación era cuando me llevaban a tomarme
radiografías, lo cual era siempre unaaventura.
83
90 MINUTOS EN EL CIELO
DOLOR Y ADAPTACIÓN
A causa de todas las partes metalicas yel equipo que llevaba encima, el
procedimiento de tomarme radiografías se complicaba. Tres o cuatro
hombres vestidos con chalecos de plomo en la sala de rayos X sostenían
lentes y placas detras de mis miembros enjaulados en acero, porque no
había ninguna maquina diseñada para radiografiar algo
así. Esto significaba también que había días en que
pasaba dos o tres horas en la sala de rayos X mientras lo técnicos
intentaban ver cómo tomar la imagen para que los médicos viesen
si los huesos se estaban soldando. No tenían precedentes de casos como
el mío. Cuando alguien venía para llevarme a la sala de rayos,
siempre decían: «Vamos de paseo por el corredor». Era lo
único que podían decir, porque yo sabía lo que
significaba. Para distraerme mientras la camilla recorría los largos
corredores jugaba a conectar los puntos en la cubierta del cielorraso. Esto
comenzó el día que regresé de la primera cirugía.
Quiza estuviera teniendo alucinaciones, pero recuerdo que la VCI era
nueva y yo era el único paciente. Cuando me llevaron adentro
gemía, no podía dejar de hacerlo. Entonces vi la cubierta del
cielorraso, y mientras la miraba, me parecía que las secciones se
unían y formaban un patrón que no podía entender. En mi
mente comencé a formar imagenes y diseños con estos
puntos. Al hacerlo también pensaba: Estoyvolviéndome
completamente loco. Pero lo hacía de todos modos. Con el tiempo,
conectar los puntos se convirtió en una forma de entretenimiento que me
permitía concentrarme, aunque fuera por un momento, en algo que no fuera
el dolor. El peor tormento diario era cuando las enfermeras limpiaban los
orificios por donde entraban los alambres en mi piel. Todas las enfermeras que
me atendían en el piso de traumatología, el piso 21 del Hospital
Sto Luke, tuvieron que aprender a limpiar estos
84
orificios. Debido a que había que impedir que la piel se adhiriera al
alambre, tenían que separar la piel cuando se pegaba, y esto
sucedía a cada rato. Entonces, la enfermera tenía que echar a
presión agua oxigenada por el orificio para evitar que hubiese
infección. No podía pensar en nada peor que esto, y
sucedía día a día. y esto no era todo. Cuatro veces al
día, cada seis horas, hacían girar con una llave Allen los
tornillos del aparato. La idea era que con eso se estirarían los
extremos de los huesos de la pierna y a la larga causaría que el hueso
que crecía reemplazara al hueso faltante. Esto dolía mas
de lo que puedo describir, aunque cada giro era leve, menos de medio
milímetro. No importaba si era de día o de noche, cada seis horas
alguien venía a mi habitación a girar los tornillos. Como pastor
había visitado las salas de los hospitales muchas veces, incluyendo la
unidad de cuidados intensivos. Había visto laagonía en varios
rostros, y muchas veces mi gesto se contraía de compasión por el
que sufría. Aun así, no podía imaginar nada mas
doloroso que esto que me hacían día a día. Quiza lo
peor fuera que jamas dormía. Durante once meses y medio nunca
dormí. Solo me desmayaba. Incluso con megadosis de morfina nunca dejaba
de sentir dolor. Cuando decidían que era hora de ponerme a dormir una
enfermera me daba tres o cuatro inyecciones de morfina u otra medicina para
conciliar el sueño. Yo permanecía allí en la cama, y
aunque me propusiera relajarme no podía. Luchaba contra el dolor y luego
al parecer me desmayaba. Cuando recuperaba la conciencia lo único que
sentía era un intenso dolor. No había paso intermedio. Con el
tiempo mis familiares y hasta el personal del hospital me dejaron tranquilo,
porque se dieron cuenta de que mi reloj biológico no funcionaba. No
tenía sentido del tiempo y no podía relajarme porque estaba bajo
una tensión extrema. Si hacía el mas
85
90 MINUTOS EN EL CIELO
DOLOR Y ADAPTACIÓN
mínimo esfuerw por moverme, uno de los alambres incrustados en mi carne
me rasgaba la piel en el punto de entrada. Yo podía moverme, pero los
alambres no. Con el movimiento mas leve, terribles punzadas de dolor me
recorrían el cuerpo entero. Después de un tiempo aprendí a
vivir con esa situación, aunque jamas me acostumbré.
La primera persona a la que «conocí» (nunca nos vimos en
persona) en quienusaron el dispositivo Ilizarov para su propósito
original fue Christy. El procedimiento de Ilizarov se creó para alargar
los huesos de las personas nacidas con defectos congénitos. Sin embargo,
este dispositivo no podía colocarse hasta que los huesos dejaran de
crecer. En especial durante la adolescencia los huesos crecen muy
rapido, con lo cual los médicos deben elegir con cuidado el
momento para el procedimiento. Christy, una adolescente, estaba en la habitación
contigua a la mía. Había nacido con una pierna mas corta
que la otra. Cuando sus huesos estaban maduros ya, decidió que le
hicieran la cirugía para colocarle el marco de Ilizarov de modo que los
huesos se le alargaran y tuviera las dos piernas del mismo tamaño. Como
la cirugía de Christy había sido por elección tenía
cierta idea del dolor y la larga recuperación posterior. Durante meses
había estado yendo a un consejero y su familia había aprendido a
limpiar las heridas. También sabían aproximadamente cuanto
tiempo llevaría y conocían el compromiso que implicaba cuidar de
ella. La diferencia entre Christy y yo estaba en que ella sabía en
qué se estaba metiendo al menos en lo posible. Yo desperté con
el dispositivo ya colocado. En mi estado depresivo, esto me hiw sentir
todavía peor. Aunque sabía que me habían colocado el
86
marco de Ilizarov para salvarme la pierna, solo lo veía como el origen
mas grande de toda mi agonía. Luegosurgió otro problema,
aunque menor. A pesar de que teníamos doctores diferentes, el mismo
personal acudía a ambas habitaciones a girar los tornillos. A veces
guardaban mallas llaves, yel asistente no las encontraba en mi
habitación, por lo cual debían ir a la de Christy para buscarlas.
O venían y tomaban prestadas las mías. Mortunadamente para ambos
nuestros fijadores eran intercambiables, y se podían tomar prestadas las
llaves de una habitación para usarlas en la otra. Así es como me
enteré del caso de Christy, por las llaves prestadas. Nunca nos vimos
cara a cara, pero veíamos cada uno al médico del otro, y de
algún modo esto -sumado a nuestro problema en común- creó
un vínculo entre nosotros. También compartíamos otra cosa:
el dolor. Muchas veces la oí gritar. No llorar, sino gritar de dolor, o
simplemente gemir. Quiza ella oyera sonidos similares provenientes de mi
habitación. Yo no era propenso a gritar. Una de las enfermeras
sugirió que quiza sería mejor que gritara. Aunque puede
ser que tuviera razón nunca lo hice al menos no de forma consciente.
Cuando tenía control de mis facultades nunca gritaba. Había
oído a otros gritar de dolor y sus gritos me perturbaban mucho.
También había aprendido a guardarme mis emociones y penas.
Creía que los gemidos, gritos y llanto no servían de nada. Las únicas
veces que grité fue cuando estaba inconsciente o muy medicado. Supe de
estos estallidos porque me locontaron. Aunque Christy y yo nunca nos vimos
durante las doce semanas en que fuimos vecinos de cuarto nos enviabamos
cartas y las enfermeras de buena gana hacían de cartero. Intenté
alentar a Christy. Ella me contó su historia y se mostraba compasiva
ante mi accidente. También era creyente. Así que nuestra
relación era ademas a ese nivel.
87
90 MINUTOS EN EL CIELO
DOLOR Y ADAPTACIÓN
Sin embargo, en algunos de mis peores momentos de autocompasión pensaba
que cuando terminara todo ese dolor Christy sería una joven normal, en
tanto yo jamas volvería a ser como antes. Ella podría
correr, jugar y hacer todo lo que hace cualquier adolescente. y aun entonces yo
ya sabía que jamas volvería a correr. Hubo muchos,
muchísimos momentos de autocompasión en que me recordaba a
mí mismo que ella había elegido su dolor en tanto a mí
nada me lo había advertido. No había tenido opción. Ella
sabía de antemano en qué se metería. Yo no tenía
idea. Ella hacía algo que impactaría de manera positiva el resto
de su vida. Yo estaba haciendo todo esto solo para salvar la mía.
Sí, la autocompasión llenaba mi mente, y así fue durante
muchos, muchos días. No obstante, siempre volvía a una misma
cuestión: Dios había decidido mantenerme con vida. Y hasta en los
momentos de mayor depresión y autocompasión nunca lo olvidaba.
Christy y yo compartíamos un dolor similar. También
compartíamos una fe que nos recordaba que nuestroamoroso Dios estaba con
nosotros en los momentos de mas terrible sufrimiento. El solo hecho de
tenerla de vecina me consolaba porque pensaba: No soy el único. Alguien
mas entiende cómo me siento. Allí fue cuando
comencé a pensar en ser parte de una fraternidad exclusiva. En los años
posteriores a mi salida del hospital conocí a otros miembros de esta
comunidad tan pequeña como poco acogedora. Como sabía lo que se
siente cuando se sufre dolor, podía entenderlo, así como Christy
había sentido mi dolor y yo entendía el suyo.
Mas que solo soportar, con el tiempo pude hacer algo que los
médicos decían que jamas podría hacer:
aprendí a caminar de
88
nuevo. Puedo pararme sobre mis pies, poner un pie delante del otro, y moverme.
Me habían advertido que a causa de mi rodilla fracturada en la pierna
derecha, y por haber perdido el fémur en la izquierda (aun con el hueso
reconstruido), no podría volver a caminar, y si lo hacía
sería con unos pesados aparatos y arneses. Mas de una vez estuve
a punto de perder la pierna izquierda, pero Dios de alguna manera me
sacó adelante en cada ocasión. La terapia para mi brazo
comenzó cuatro semanas después de la operación inicial, y
dos semanas mas tarde comenzó la terapia para miS piernas. Casi
al mismo tiempo me pusieron en lo que yo llamaba una cama Frankenstein. Me
ataban a un tablero grande y volteaban la cama para que mis pies tocaran el
suelo y estuviera enposición vertical, aunque todavía atado a la
cama. Dos terapeutas me ponían un cinturón y caminaban a mi lado.
Mis piernas se habían atrofiado y estaban extremadamente débiles,
así que me ayudaban a dar mis primeros pasos. Me llevó
días aprender a pararme otra vez para poder cargar mi propio peso sobre
ambas piernas. Había cambiado mi sentido del equilibrio porque me
había acostumbrado a la posición horizontal. Sentía
horribles nauseas cada vez que me elevaban a la posición
vertical. Pasaron varios días antes de que pudiera acostumbrarme lo
suficiente como para dar mi primer paso. En realidad no aprendí a
caminar hasta después de dejar el hospital. Un terapeuta venía a
casa todos los días para ayudarme. Pasarían seis meses antes de
que aprendiera a caminar solo, dando unos pocos pasos. Mi médico me
quitó el marco de Ilizarov once meses y medio después del
accidente. Después de eso pude usar un andador, y mas tarde un
bastón. No caminé sin aparatos en las piernas y bastón
hasta un año y medio después del día del accidente.
89
90 MINUTOS EN EL CIELO
Mi accidente ocurrió en enero de 1989. Me quitaron el marco de metal
externo para el fijador del brazo en el mes de mayo, pero me pusieron placas de
metal internas a lo largo de ambos huesos del antebrazo. Esas placas de metal
permanecieron allí durante varios meses mas. A finales de
noviembre me quitaron el fijador de la pierna, pero ese no fue el
final.Después estuve enyesado durante mucho tiempo e insertaron una
placa en mi pierna, la cual quedó allí durante nueve años.
Les decía que podían dejarla para siempre, pero dijeron que
tenían que quitarla. Mi médico me explicó que al envejecer
los huesos se debilitarían si estaban habituados al soporte de la placa
de metal. Luego me enteré de que nuestros huesos se hacen fuertes y se
mantienen así solo como resultado de la tensión y el uso. Durante
esos años con el fijador y después con las placas de metal, cada
vez que tenía que volar hacía sonar los detectores de metal desde
Ohio hasta California. En lugar de ir por el detector habitual, les
decía a los guardias de seguridad: «Tengo mas acero
inoxidable en mi cuerpo de lo que usted tiene en el cajón de la cocina
en su casan. Me miraban y sonreían, y usaban el detector móvil:
«Tiene razón», decían. Mis hijos bromeaban diciendo
que yo era el «Robopredicador», tomando como ejemplo la
película Robocop. En el filme, después de un horrible incidente,
los médicos usaron la alta tecnología y placas de metal para
restaurar a un policía que luchaba contra el crimen. No importa lo
atroces que se vieran todos estos alambres, varillas y placas, lo que importa
es que funcionaron. La gente se impresionaba al verlos sobresalir de mi cuerpo.
Y luego la misma gente esta ahora asombrada de mi movilidad. Pero debajo
de este delgado barniz de normalidad, sigo siendo una obra
enconstrucción, siempre adaptandome y ajustandome.
90
En todo tiempo ama el amigo; para ayudar en la adversidad nació el
hermano.
PROVERBIC)S
17: 17
E
s asombroso cómo respondieron de manera diferente las personas
después del accidente. Varios amigos y miembros de la
congregación de South Park me fueron a ver durante esos primeros cinco
días después de la tragedia. Muchas de esas mismas personas me
vieron después de la vigilia de oración de toda la noche que
instigó David Gentiles. Al observar cada pasito en mi
recuperación, se regocijaban. Yo veía que todo sucedía con
demasiada lentitud, lo cual me sumía en una continua depresión.
Después de la DCI permanecí en el hospital durante ciento cinco
días la primera vez. Supongo que la depresión atacaría a
cualquiera que estuviese confinado durante tanto tiempo.
91
90 MINUTOS EN EL CIELO
INTERMINABLES ADAPTACIONES
Durante los meses de mi recuperación la iglesia se esforzó por
hacer que me sintiera útil. Traían camionetas llenas de
niños al hospital para que me visitaran. Y también había
reuniones del comité en mi habitación como si yo pudiera tomar
una decisión u otra. Sabían que no podía decir ni hacer
mucho, pero de esta manera buscaban afirmarme y alentarme. Hicieron todo lo
posible para que me sintiera útil y digno. Sin embargo, la mayor parte
de ese tiempo, me sentía deprimido y lleno de autocompasión.
Anhelaba volver alcielo.
- ¿Quieres que te lea la Biblia? ¿U otro libro, quiza?
-¿Quieres que haga un mandado por ti? Mi respuesta siempre era la misma:
-No, gracias. No creo que fuera malo de mi parte, pero no me mostraba amigable
ni cooperador, aunque no sabía que estaba tratando a todos de manera tan
negativa. No quería ver a nadie. No quería hablar con nadie.
Deseaba que desapareciera mi dolor y mi desfiguración. Si tenía
que quedarme en la tierra quería recuperarme y volver a vivir cOIno
antes. y como lay me visitaba a menudo, veía lo desapegado que estaba de
mis amigos y mi familia. Un día estaba sentado a mi lado cuando vino uno
de los diaconos de South Park a verme. Después de diez minutos el
hombre se levantó y dijo: -Quería venir a ver cómo estabas.
y luego preguntó lo inevitable: -¿Hay algo que pueda hacer por ti
antes de irme? -No, gracias. Te lo agradezco pero -Bueno, ¿puedo
traerte algo de comer? Puedo ir abajo y -No, gracias. Gracias por haber
venido. Se despidió y se fue. lay permaneció en silencio mirando
por la ventana durante varios minutos después que se fuera el
diacono. Luego se acercó a la cama, colocó su rostro cerca
del mío y dijo: -En realidad tienes que portarte un poco mejor.
-¿Qué quiere decir, señor? -pregunté,
dirigiéndome a él como lo haría cualquiera hacia un predicador
de ochenta años. -Que tienes que portarte mejor -repitió-o No lo
estas haciendo muy bien. -No entiendo lo queMas alla de
la depresión tenía otro problema: no quería que nadie
hiciera nada por mí. Esa es mi naturaleza. Un día vino a
visitarme lay B. Perkins, un ministro retirado. Había servido como
pastor de diversas iglesias del sur de Texas antes de retirarse y se
había convertido en una poderosa figura paternal para mi ministerio.
South Park lo contrató como interino mientras durara mi incapacidad. lay
me visitó con fidelidad. Esto significaba que tenía que conducir
mas de sesenta kilómetros de ida y vuelta. Yo permanecía
allí en la cama sintiendo pena por mí mismo. Él me hablaba
con bondad, intentando siempre encontrar palabras que me alentaran. Pero nada
de lo que decía me ayudaba, aunque esto no era culpa suya. Nadie
podía ayudarme. Me sentía miserable, y según me
enteré mas tarde, hacía que todos los demas
también se sintieran así. Mis visitas intentaban ayudarme y
muchos querían hacer lo que fuera: -¿Quieres que te busque una
revista? -¿Te gustaría un batido? Hay un McDonald's en el
vestíbulo. Quiza pueda buscarte una hamburguesa, o
92
93
90 MINUTOS EN EL CIELO
INTERMINABLES ADAPTACIONES
- y ademas -prosiguió, acercandose de tal modo que no
podía mirar hacia otro lado mas que a él- eres un terrible
hipócrita. -No sé a qué se refiere. -Estas personas te
aman mucho, no puedes imaginar cuanto te aman. -Sé que me aman. -¿Oh,
sí? Bueno, no estas logrando hacerle ver que lo sabes. Nolas
tratas bien. No pueden sanarte. Si pudieran sanarte, lo harían. Si
pudieran cambiar de lugar y tomar el tuyo, muchos lo harían
también. Si les pides que hagan algo, lo que sea, lo haran sin
dudar. -Lo sé. -Sí. Pero no les permites hacer nada por ti. -Es que
no quiero que hagan nada por mí -lo dije tan fuerte como pude, sin
guardarme nada-o La verdad es que ni siquiera quiero que vengan.
Preferiría que no lo hicieran. Lo sé. ¿Por qué
querría venir la gente a verme así como estoy? Es horrible. Es
patético. -No puedes elegir. Lo miré sin saber qué decir.
-Has pasado la mayor parte de tu vida intentando ministrar a otros,
satisfaciendo sus necesidades, ayudandolos en momentos difíciles
o tragicos y . -He he intentado . - y ahora, te estas portando
terriblemente mal al no permitir que los demas hagan lo mismo por ti.
Jamas olvidaré lo que dijo entonces:
-Don, es lo único que pueden ofrecerte y les estas quitando ese
regalo.
Yo no quería dar el brazo a torcer. Protesté y traté de
explicarle. Pero me volvió a interrumpir. -No les permites ministrarte.
Es lo que quieren hacer. ¿Por qué no puedes entenderlo? En
realidad, sus palabras no me habían impactado así que le dije:
-Los aprecio y sé que quieren ayudar. Pienso que eso esta muy
bien, y todo lo demas, pero -¡Pero nada! Estas
quitandoles una oportunidad de expresar su amor por ti. Justo entonces
lo entendí. En mi mente estaba intentando noser egoísta ni
imponerles cosas que les causaran problemas. En ese momento sus palabras
penetraron en mi conciencia. En verdad yo estaba siendo egoísta.
También había allí un elemento de orgullo que entonces no
podía admitir. Sabía cómo dar con generosidad a los
demas, pero el orgullo no me permitía recibir la generosidad
ajena. Jay no se dio por vencido tampoco. Después de todo, yo estaba
cautivo y tenía que escucharlo. Se quedó conmigo hasta que me
obligó a ver lo mucho que me estaba distanciando de todos. y cuando
buscaba excusas adicionales, Jay las eliminaba. -Quiero que les permitas
ayudarte. ¿Me has oído? ¡Les permitiras hacer algo
por ti! -No puedo. No puedo dejar -Bien, Don. Entonces si no lo haces por
ti, hazlo por mí. Sabía que por él haría lo que
fuera, y por eso asentí. -La próxima vez que entre alguien y te ofrezca
hacer algo, no importa lo que sea, quiero que digas que sí. Es probable
que no puedas hacerlo con todos, pero podras empezar por una o dos
personas. Permite que algunos expresen su amor por ti ayudandote.
Prométeme que lo haras.
94
95
90 MINUTOS EN EL CIELO
INTERMINABLES ADAPTACIONES
-No sé si podré. -Claro que puedes. -Lo intentaré, pero no
soy así. -Bueno, tendras que cambiar -su mirada era penetrante y
firme-o ¡Lo haras! Me sorprende hoy el recordar la paciencia que
Jay tuvo conmigo. Su voz se suavizó y dijo: -Inténtalo nada
mas, por mí. ¿Lo haras? Tienesque mejorar en esto.
En este momento no lo estas haciendo bien. Es una de las lecciones que
Dios quiere que aprendas. Y su&iras durante mucho tiempo. Así
que te parecera mas tiempo todavía si no permites que te
ayuden. -Bien -dije, sin poder resistirme ya. Se lo prometí, porque creo
que no se habría ido hasta tanto lo hiciera. Mi primera reacción
había sido de irritación, quiza hasta de enojo.
Pensé que se había sobrepasado, pero no lo dije. Después
que se fue pensé en todo lo que había dicho. Y cuando
vencí mi enojo, mi orgullo y mi egoísmo, vi que había
dicho la verdad. Una verdad que necesitaba oír. Pasaron dos días,
pero no lograba hacer lo que me había pedido. Al tercer día
llegó uno de los miembros de la congregación, me saludó y
pasó unos cinco minutos conmigo antes de ponerse de pie dispuesto a
irse. -Solo quise ver cómo estabas -dijo-. Y te ves bien. Sonreí.
Me veía horrible, pero no discutí con él. Se
levantó para irse. -¿Hay algo que pueda hacer por ti antes de
irme? Ya estaba preparado para decir: «No, gracias», cuando
surgió en mi mente la imagen de Jay.
-Bueno, desearía tener una revista para leer. -¿Oh, sí?
-sonrió con alegría- ¿De veras? -Eso creo. Hace bastante
que no leo nada. -¡Vuelvo enseguida! Antes de que pudiera decirle qué
revista quería, salió corriendo tan rapido como una saeta.
Tenía que bajar veintiún pisos, pero pareció que no se
tardó mas que un minuto. Cuando volvióvenía cargado
con una pila de revistas. Seguía sonriendo mientras me mostraba las
cubiertas de cada una. Le agradecí. -Las leeré mas tarde
-dije. Las puso sobre la mesa y sonrió. -¿Hay algo mas?
-No, gracias. Es todo lo que quería. Gracias. Una vez que hube abierto
la puerta para permitir que alguien hiciera algo por mí, sentí
que no era tan difícil. Cuando se fue comencé a hojear las
revistas. No estaba leyendo en realidad, porque seguía pensando en lo
sucedido. Jay tenía razón. Les había estado quitando la
oportunidad de expresar su amor y preocupación. Unos cuarenta minutos
mas tarde entró una mujer del grupo de solteros y pasamos por el
conocido ritual de conversar un momento. -¿Cómo estas?
-Bien. -Bueno. ¿Puedo buscarte algo? -No yo yo -de nuevo las
palabras de Jay surgieron en mi mente-o Bueno, quiza un batido de fresa.
-¿Un batido de fresa? Me encantaría traértelo. Creo que
nunca antes la había visto sonreír con tal alegría.
96
97
90 MINUTOS EN EL CIELO
INTERMINABLES ADAPTACIONES
-¿Algo mas? ¿Papas fritas? -No. Salió apurada y
volvió enseguida con el batido de fresa. -Oh, pastor. Espero que le
guste. -Me gustara. En realidad me encanta el batido de fresa.
Mas tarde imaginé a los miembros de la congregación de pie
afuera de mi puerta, comparando notas: -A mí me pidió un batido
de fresa. -Sí, y a mí me pidió que hiciera un mandado por
él. Fue recién entonces que vi loequivocado que había
estado. Les había fallado y me había fallado a mí mismo.
Al intentar ser fuerte ante ellos les había quitado oportunidades de
fortalecerme. La culpa me invadió porque al fin podía ver su
regalo. También sentí mucha vergüenza y comencé a
llorar. Este es su ministerio, pensé, y yo se los estaba estropeando. Me
sentía avergonzado porque no les había permitido ayudar. Cuando
por fin bajé la guardia vi un cambio drastico en las expresiones
de sus rostros yen sus movimientos. Les encantaba. Lo único que
querían era una oportunidad para hacer algo, yal final se las estaba
dando. Necesitas portarte mejor. Durante las horas subsiguientes estas palabras
de amorosa reprimenda de parte de Jay permanecieron en mi mente y mi
corazón. Lloré. No tenía idea de cuanto tiempo
había pasado, pero me pareció que fueron horas, antes de que al
fin viera que Dios me había perdonado. Había aprendido una
lección.
han pasado años, me cuesta dejar que otros me ayuden. Pero al menos la
puerta esta entreabierta. Ya no esta cerrada como antes. A veces
cuando estoy emocional o físicamente mal suelo alejar a las personas o
decir que no necesito nada. Pero cuando logro abrirme y permitir que otros
ejerzan sus dones y me ayuden, hay una enorme diferencia. Sus rostros se
iluminan como si preguntaran: «¿En realidad quieres que haga eso
por ti?» Había visto mi negativa de otra manera: no quería
molestarlos. Y ellos vieron micambio como una oportunidad para ayudar. Estoy
eternamente agradecido por esa lección de permitir que la gente me ayude
en mis necesidades. Y estoy también agradecido por esa lección
que aprendí en una cama de hospital cuando me sentía tan
inútil y nada podía hacer.
A pesar de mi condición no muchos podrían haber logrado lo que hiw
Jay. Esa experiencia cambió mi actitud. Y aun hoy, que
Alguien me trajo una placa al hospital. Al principio pensé que
sería una broma, porque contenía las palabras del Salmo 46: 1O:
«Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios)). Quiza el
propósito era consolarme. No estoy seguro de que quien me la haya dado
(y no recuerdo quién fue) supiera que no podía hacer nada
mas que quedarme quieto. Sin embargo, esa placa contenía el
mensaje que necesitaba. Solo que me llevó mucho tiempo entenderlo.
Pasaron semanas antes de que me diera cuenta de que parte de lo que necesitaba
era quedarme quieto -internamente- y confiar en que Dios sabía lo que
estaba haciendo a través de todo esto. Sí, era un
versículo para mí, aunque yo no lo hubiera elegido. Dios me
obligó a estar quieto. Por naturaleza no soy particularmente
introspectivo, pero cada vez lo fui siendo mas. No
98
99
90 MINUTOS EN EL CIELO
podía hacer otra cosa excepto sentir pena por mí mismo. Cuanto
mas tiempo pasaba inmóvil tanto mas permanecía en
la quietud y el silencio interior de Dios. Eva encontró unabella
versión de ese mismo versículo grabada en oro y me la
regaló. La placa esta ahora en mi oficina de la iglesia. La veo
cada vez que levanto la mirada de mi escritorio. Día tras día
permanecí en la cama sin poder moverme. Estuve acostado sobre mi espalda
un total de trece meses antes de poder ponerme de costado. Esa sencilla
acción convirtió el día en uno de los mejores de mi
recuperación. «¡Oh! Había olvidado lo bien que se
siente esto», dije en voz alta. Durante esa larga recuperación
aprendí mucho sobre mí mismo, sobre mi actitud y mi naturaleza.
No me gustaban muchas de las cosas que veía en Don Piper. Sin embargo,
la depresión persistía en medio de esa inactividad.
Comencé a preguntarme si algún día desaparecería
esa depresión. y entonces Dios obró otro milagro.
, MILAGROS 1 MAS
Bendeciré al Señor en todo tiempo; mis labios siempre lo
alabaran. Mi alma se gloria en el Señor; lo oiran los
humildes y se alegraran. Engrandezcan al Señor conmigo; exaltemos
a una su nombre. Busqué al Señor, y él me
respondió; me libró de todos mis temores.
SALMO
34: 1-4
A
100
veces la depresión era tal que no creía poder respirar. Me
llevaba de regreso a los días en la UCI cuando recibía
tratamiento respiratorio porque tenía colapsados los pulmones. Excepto
que ahora no eran mis pulmones los que estaban colapsados, sino mi
espíritu. Hay pocas cosas que puedan minar mas la energía
del espíritu humano quela falta de esperanza. Durante semanas y meses
nadie me decía cuando volvería a estar normal, ni si
sucedería en realidad. Como resultado, la depresión era total.
101
90 MINUTOS EN EL CIELO
MAS MILAGROS
A medida que sanaba mi destrozado cuerpo, también necesitaba sanidad
espiritual. Comencé a pensar en esto de la siguiente manera: el
término griego para «espíritu» es pneuma. Ese
término también puede significar «viento» o
«aliento». La palabra griega es la raíz del término
neumonía. Así como había sido necesario volver a inflar
mis pulmones para recuperarme de la neumonía, necesitaba el aliento de
Dios para que me ayudara a sobreponerme de la depresión de mi
espíritu. No sé cuando tomé conciencia de esa
depresión. En las primeras semanas de mi recuperación me encontraba
en un dolor físico constante y no podía retener pensamientos en
mi mente durante mas de uno o dos segundos. También luché
contra mi enojo durante esas primeras semanas. No es que estuviera enojado con
Dios, aunque muchas veces me preguntaba por qué me había enviado
de vuelta a la tierra y por qué tenía que soportar tal
agonía física. Sin embargo, el dolor no era la cuestión.
Desde mi primer día en el hospital el dolor ha estado presente
constantemente. Como les sucedió a muchos otros he aprendido a vivir con
esa realidad. Mi lucha es que he vivido la gloria y la majestad del cielo para
tener que volver a la tierra. Yen mismomentos de mayor debilidad no
entendía por qué Dios me había hecho volver en una
condición tan penosa. Muchos viven con un dolor mayor, pero pocos -o
acaso ninguno- han vivido el cielo. No. Mi enojo se dirigía
principalmente a los médicos. Supongo que porque estaban allí
todo el tiempo. Dentro de mí hervía una ira dirigida tanto hacia
ellos como a mí mismo ¿Por qué no me recuperaba mas
rapido? Les culpaba por lo lento de mi recuperación. En mis
momentos racionales sabía que hacían todo lo que podían. A
pesar de mi antagonismo e irritación --que estoy seguro
percibían- se quedaban a mi lado y me alentaban de continuo.
102
Yo no quería que me alentaran: quería resultados. Deseaba volver
a estar sano. ¿Por qué no podía volver a vivir como antes?
Anhelaba caminar por mis propios medios y no depender de los demas todo
el tiempo. Los médicos no me daban respuestas definidas y esto levantaba
nuevas olas de ira por todo mi sistema. Al mirar en retrospectiva, estoy seguro
de que me decían lo que podían, pero yo no era un caso
típico. Nadie podía pronosticar. En realidad durante varias
semanas ni siquiera estaban seguros de que viviera, y ni hablar de una
recuperación significativa. Me volví paranoico. Sabía que
no estaba siendo racional cuando me quejaba y exigía mas
atención o medicación para aliviar el dolor. Nada me venía
bien. Todo iba muy lento. Me hacían esperar demasiado antes de responder
altimbre cuando llamaba. Nadie quería contestar mis preguntas.
-¿Durante cuanto tiempo tendré puesto este marco de
Ilizarov? -le preguntaba a casi todos los médicos y enfermeros que
venían a mi habitación. -No 10 sé --era la respuesta
habitual. -Pero quiero saber algo, díganme algo al menos. -Sera
durante mucho tiempo, mucho, sí -era la única respuesta que
recibía de los médicos o enfermeros. Algunas veces solo
quería una respuesta, y presionaba. -Semanas, meses. No podemos
decírselo porque no lo sabemos. Si lo supiera, se lo diría. El
sentido común rne indicaba que estaban haciendo todo lo que
podían, pero en esos días, claro yo no tenía demasiado
sentido común. Parte de ello era a causa del dolor y quiza por
las enormes dosis de medicinas que me afectaban. Igualmente, no era buen
paciente. En lugar de sentirme satisfecho seguía preguntandome:
¿Por qué no me lo dicen? ¿Qué es lo que saben que
103
90 MINUTOS EN EL CIELO
MAS MILAGROS
me estdn ocultando? Hay cosas que no me dicen y tengo derecho a saber
qué pasa.
y es que nunca pude gritar por propia voluntad. Quiza fuera
porque temía perder el control. O porque imaginaba que si gritaba ella y
los demas pensarían que era débil. No estoy seguro del por
qué, ni siquiera hoy. Sé que no podía gritar como lo
hacían los otros pacientes de mi piso. Todos los días oía
pacientes desde otras habitaciones que gritaban en agonía. Pero yo no
podía hacerlo.En cambio, contenía en aliento y a veces me
bañaba un sudor frío. Pero no podía gritar a
propósito.
Durante mis noches de insomnio yacía en la cama convencido de que las
enfermeras conspiraban en mi contra. Jamas se me ocurrió
preguntarme por qué habrían de hacerlo. ¿Por qué no
me dicen nada?, farfullaba. ¿Qué es lo que pueden
hacer que me llegue a doler mds que esto? La respuesta era: nada. Soportaba un
dolor adicional, resulta-
do no del accidente mismo sino del proceso de sanidad. Por ejemplo, cuando
tuvieron que tomar hueso de mi cadera derecha para insertarlo en mi brazo
izquierdo, hicieron una incisión de unos doce centímetros de
largo y la cerraron con broches metalicos. Cuando llegó el
día de quitarlos, tuvieron que arrancarmelos de la piel. Con cada
tirón me contraía de dolor y buscaba contener los gritos que
pujaban por salir de mi boca. No podía recordar ningún otro
momento en que hubiera tenido que soportar tanto dolor. Claro que sí lo
había tenido, pero había olvidado cuanto podía
soportar mi cuerpo. La pobre enfermera que extraía los broches
hacía una pausa entre uno y otro. Tenía la mirada muy triste y yo
sabía que entendía cuanto me dolía todo este
procedimiento. Era una mujer corpulenta y me trataba siempre con la mayor
suavidad. -Lo siento, reverendo -decía con gentileza. -Lo sé
-murmuré-o No puede evitarlo. De momento asumí mi rol pastoral en
un intento por consolarla. Noquería que se sintiera mal por la tortura a
la que me sometía. -Reverendo, ¿por qué no le da rienda
suelta al dolor, y grita? -No serviría de nada. -Si yo estuviera en su
lugar gritaría. -Sí, apuesto a que lo haría
-concedí con cierto humor-o y despertaría a todos los pacientes
del hospital.
104
Aunque sé que no era el paciente de mejor caracter, ni tampoco el
mas facil debido a la atención que requería, las
enfermeras y enfermeros del piso de traumatología me trataban con
amabilidad y mucha compasión. Llegué a encariñarme mucho
con ellos y admirar su dedicación. Supongo que habran visto algo
en mí también. Sé que el personal de enfermería
solía ser flexible con las reglas cuando me venían visitar,
aunque fuera de día o de noche. Sin embargo, el momento mas
dulce, fue cuando recibí el alta después de mis ciento cinco
días de estar internado en Sto Lukes. Al parecer, se habían hecho
arreglos con el personal de enfermería de otras secciones del hospital
para que cubrieran a las enfermeras de mi piso mientras me acompañaran
en el ascensor hasta la ambulancia que esperaba afuera. Rodeado de enfermeras
que me alimentaban, me medicaban, me bañaban y hacían el
Señor sabe qué otras cosas por mí, me sentí
maravillosamente bien al saber que iba a casa. Era como si dijeran:
«Hicimos lo mejor que pudimos hacer. Ahora tiene que recuperarse y volver
a visitarnos». Solo puedo imaginar lo diferente que me verían
esedía, comparado al día de mi llegada, cuando me debatía
entre la vida y la muerte.
105
90 MINUTOS EN EL CIELO
MAS MILAGROS
A pesar de mi obcecada resistencia a mostrar mis emociones, antes de dejar Sto
Lukes los meses de intenso dolor al fin quebraron mi dureza. Me quebré y
lloré. Me sentía inútil, sin valor alguno, golpeado.
Estaba convencido de que jamas mejoraría. «Dios, Dios,
¿por qué es así? ¿Por qué paso por este
dolor constante que parece nunca va ha mejorar?» De nuevo oré
porque Dios me elevara. Ya no quería vivir. Quería ir a casa, y
para mí en ese momento mi hogar era el cielo. Oré de esa manera
durante días, y por lo general el agotamiento me vencía y me
quedaba dormido. Al despertar volvía a cubrirme el manto de la
desesperanza. Nada me ayudaba. Justo antes del accidente había ordenado
varios casetes de canciones populares grabadas originalmente en las décadas
de 1960 y 1970 por intérpretes como los Imperiales y David Meese. Eva
los había traído al hospital, y también trajo una
grabadora, pero yo no había tenido interés por escucharlos. Me
dedicaba a mirar la televisión. Una vez le dije a un amigo: «Ya he
visto al menos ocho veces cada capítulo de Brady Bunch y me conozco los
dialogos de memoria». Una madrugada, entre las tres y las cinco,
ya no podía soportar ver otro programa repetido en la televisión,
por lo que decidí escuchar los casetes. Una enfermera vino y me
ayudó a ponerel primero en la grabadora. La primera canción
había sido grabada por los Imperiales, y se llamaba «Alabemos al
Señor». La letra sugería que cuando enfrentamos una
dificultad y creemos que no podemos seguir, necesitamos alabar a Dios. Aunque
la idea parecía loca a las tres de la mañana en una cama del
hospital, seguí escuchando para ver si encontraba una ayuda que aliviara
el profundo dolor espiritual
106
que me aquejaba. La siguiente estrofa contenía una frase sobre las
cadenas que parecen atarnos y que se rompen cuando nos dedicamos a alabar al
Señor. Toda la canción se centraba en la alabanza a Dios, a pesar
de las circunstancias. Cuando los Imperiales cantaban el segundo estribillo que
mencionaba las cadenas, miré mis cadenas: kilogramos de acero inoxidable
que me encadenaban el brazo y la pierna. Antes de mi accidente, seguro
oí y canté la canción cientos de veces. Y hasta la
habría tocado. Pero en ese momento, las palabras se convirtieron en un
mensaje de Dios directamente hacia mí desde lo alto. Antes de que
terminara la canción me oí diciendo: «¡Alabado sea el
Señor!» Apenas terminó esa canción, David Meese
cantó «Somos la razón». Sus palabras me recordaban
que somos la razón por la que Jesucristo lloró, sufrió y
murió en la cruz. Meese cantaba sobre cómo al fin encontró
que el verdadero propósito en la vida era entregar cada parte de su ser
a Cristo. La canción no era nueva para mí,pero algo
sucedió en esa madrugada. Ademas de la música, no
oía nada. Ni gemidos de las otras habitaciones, ni pasos de las enfermeras
en el corredor. Me sentía aislado por completo del mundo que me rodeaba.
Entonces el dique cedió. Comencé a llorar y no podía
contener las lagrimas. Ni siquiera quería hacerlo. Solo me
permití llorar. No estoy seguro, pero creo que lloré durante una
hora. Poco a poco los sollozos fueron apagandose. Y entonces la calma me
invadió y me sentí muy relajado y en paz. Allí supe que
había ocurrido otro milagro. Ya no había depresión. Se
había esfumado. Había sanado. Una vez mas. Los recuerdos
impactantes a partir de unas sencillas canciones habían sido el
detonante de mi cambio. Los Imperiales me
107
90 MINUTOS EN EL CIELO
recordaban que Satanas es un mentiroso. Que quiere robarnos nuestro gozo
y reemplazarlo por la desesperanza. Cuando estamos en la lucha y creemos que ya
no podemos mas, es posible cambiar esa sensación alabando a Dios.
Nuestras cadenas se romperan y caeran. Meese me alentaba al
recordarme la verdadera razón que tenemos para vivir esta vida a plenitud.
Es darle todo lo que tenemos a Dios, y esto incluye nuestra pena y nuestro
dolor. Dios es la razón de nuestra vida. Esa mañana decidí
seguir viviendo el resto de mi vida, pasara lo que pasara. Decidí esto
sin la ayuda de un psiquiatra, sin drogas, sin consejería. Al escuchar
esas dos canciones, Dios mehabía sanado. La desesperanza se había
ido. Se habían roto mis cadenas mentales. También sabía
que nada de lo que había pasado -o lo que pasara de allí en
adelante- era tan horrendo como lo que había sufrido Jesús. No
intento decir con esto que estoy en contra de la ayuda psicológica.
Antes y después de mi accidente he enviado a muchas personas a buscar
consejería. Pero como yo no estaba dispuesto a recibir ayuda de ninguna
clase, Dios me sanó de manera dramatica e inexplicable. y
allí, en la cama del hospital, mi actitud cambió. No sabía
cuando terminaría mi dolor físico o durante cuanto
tiempo debería llevar puesto el marco de Ilizarov. Lo que sí
sabía era que Jesucristo estaría conmigo. No podía
entender todavía por qué Dios me había mandado de regreso
para que viviera tal agonía, pero eso ya no importaba. Ahora era libre.
Él había sanado mi mente. Y mi cuerpo sanaría lentamente,
pero acababa de vivir la mas grande victoria. La depresión no me
afligiría nunca mas. Este era uno mas de los muchos
milagros del cielo.
108
11LA DE VUELTA A
Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los
exalte a su debido tiempo. Depositen en él toda ansiedad, porque
él cuida de ustedes.
1 PEDRO
IGLESIA
5:6-7
A
lgunas personas que me conocen desde hace tiempo me ven como alguien ~al~en~e,
lleno de ~oraje. Yo, por cierto, no me veo así nI SIqUIera por un
mstante, porque me conozcodemasiado bien. También sé lo poco que
hice para salir adelante durante mis tragicos días. A pesar de lo
que percibo, mis amigos y los miembros de la iglesia dicen que recibieron un
gran aliento al verme progresar de un estado de total incapacidad y observarme
mover poco a poco hacia un estilo de vida bastante normal. Una cantidad de
personas me han dicho mientras vivían momentos difíciles:
«Si usted pudo pasar por todo eso, yo también podré pasar
por esto».
109
90 MINUTOS EN EL CIELO
DE VUELTA A LA IGLESIA
Estoy contento de que mi ejemplo les haya alentado, pero me cuesta
muchísimo aceptarme como fuente de inspiración y coraje. No
sé como enfrentar sus elogios y admiración porque no hice
absolutamente nada. Quería morir. ¿Qué tan alentador es
eso? Cuando la gente me dice lo inspirador que fui para ellos, no discuto, pero
recuerdo demasiado bien el momento en que David Gentiles me dijo que él
y otros mas orarían para que sanara. Viví porque otros no
me dejaron morir. Esos amigos que oraron por mí son quienes merecen
admiración. La mayor parte del tiempo cuando la gente tiene una actitud
de «si usted pudo yo también podré», nada mas
asiento, agradezco sus palabras y digo: «Solo hago lo mejor que
puedo». Yen realidad eso es 10 que hice en los peores días. A
veces «lo mejor» no era mas que soportar. Y aun cuando luchaba
con la depresión, eso era lo mejor que podía hacer. Sera
que Dios honra eso. Nolo sé. Por naturaleza soy una persona decidida, y
sé que a veces esta decisión parece prima hermana de la
obstinación. Sin embargo, muchas veces me sentí terriblemente
solo, convencido de que nadie me entendía. Y creo que esto es así.
Cuando nuestro dolor es intenso y debemos soportarlo durante semanas sin
encontrar alivio, creo que en realidad nadie mas 10 entiende ni 10 sabe.
No estoy seguro de si vale la pena que sepan cómo es. Lo que importa es
que nos aman y se preocupan por nosotros.
los primeros, involucraban un peligro para mi vida. A veces debía
quedarme durante dos semanas, y en ocasiones este período se
extendía una semana mas. En la mayoría de las ocasiones
era Eva quien me llevaba en el auto, pero siempre volvía en la ambulancia.
Luego de que saliera del hospital la primera vez, los miembros de la iglesia me
decían que me veía bien «tomando en cuenta lo
sucedido». Nadie lo dijo en realidad, pero los imaginaba diciendo:
«Oramos por Don. No podemos creer 10 bien que resultó todo.
Pedimos que viviera y pedimos que mejorara». Es decir, que era un
desastre que daba lastima, pero estaba vivo y eso era 10 que
habían pedido. Mis hijos melliws, loe y Christopher, tenían solo
ocho años en el momento del accidente. Nuestra hija Nicole tenía
doce. Una de las cosas que mas me dolía durante la
recuperación era la sensación de dolor que debían
enfrentar mis hijos. No decían mucho, pero sabía cómo
sesentían. loe me escribió una tarjeta en febrero de 1989
mientras vivía con sus abuelos (no corregí sus faltas de
ortografía). «Gta p4pitG: tres e( Jh,~Gr. Te 4M ~ esperG l{.l.4.e
te jl.4.ste (4 t4tíet4s. «~4(4 estG h.1.4.h.C4 ~l.4.biera.
P4za.dG. Te 4M p4pitG, JGe Meses mas tarde cuando por fin volví a
casa, Chris, melliw de loe, venía por la tarde desde la escuela y
entraba en la sala donde estaba mi cama. Sin decir palabra, Chris se acercaba y
ponía la cabeza sobre mi pecho. No sé durante cuanto
tiempo se quedaba en esa posición, y es probable que no haya sido mas
de un minuto. No decía nada.
111
Cuando llegué a casa desde el centro médico a mediados del mes de
mayo tuve que dormir en una cama de hospital. Esto fue hasta febrero de 1990,
durante trece meses. Y aunque dormía en mi casa, hubo diversos tropiews
y también infecciones. Tenía que volver al hospital, y algunos de
esos viajes, sobre todo
110
90 MINUTOS EN EL CIELO
DE VUELTA A LA IGLESIA
No hacía falta. Este simple gesto bastaba. Me sentía muy amado
por mi hijo. Después de un minuto mas o menos Chris iba a su
habitación, se cambiaba la ropa de la escuela y salía a jugar.
Así es como me saludaba casi todos los días. Sé que fue
difícil para él, muy difícil, y que expresaba su pena de
la única forma en que sabía hacerlo.
A solo seiS meses del accidente pude participar de un momento muy especial en
la vida de Nicole. Los bautistasdel sur tienen organizaciones de misión
para jóvenes. Las mas conocidas son la de Embajadores Reales para
los varones, y las de Niñas en Acción y Acteens para las
niñas. Apenas tuvo edad suficiente, Nicole comenzó a participar
en estas organizaciones. Cumplía con todo lo que le pedían, como
memorizar las Escrituras, realizar proyectos y hacer viajes de misión.
Cuando tenía catorce años supo que le darían el honor de
ser la «Reina con el cetro» en una ceremonia de coronación
en la Iglesia Bautista de South Park en junio de 1989. Este premio es el punto
maximo de la participación en Acteens y se otorga durante una
ceremonia en la iglesia. Recibiría el premio por su total determinación.
Todo el tiempo que se dedicó a esas actividades no había podido
vivir en casa. Nuestros amigos Suzan y Stan Mauldin le abrieron su hogar y ella
vivió allí. Nicole no recibía apoyo físico ni
emocional de mi parte porque yo estaba apenas sobreviviendo en el hospital.
Recibía poco apoyo de parte de su mama porque la vida de Eva
consistía en salir de la escuela por las tardes y correr hacia el
hospital donde permanecía a mi lado hasta que se iba a dormir.
112
Don asiste a la coronación de Nicole de Niñas en Acción.
Los desafíos nos hacían sentir todavía mayor orgullo por
Nicole. Una de las tradiciones en torno a la coronación es que los
padres acompañan a sus hijas hasta el altar. Los hermanos, si es que los
hay, vandetras llevando la corona y el cetro. A causa de la fecha de la
coronación anual de South Park dudabamos que pudiera estar
presente, y mucho menos acompañarla hasta el altar. Estoy agradecido
porque los médicos me dieron el alta a tiempo para poder presenciar la
coronación. De veras quería estar allí. No era el
día de su boda, pero sí era el momento mas importante de
su corta vida y quería compartirlo con ella. Yo estaba en silla de
ruedas y Nicole iba de mi brazo mientras avanzabamos hacia el altar.
Chris y Joe iban detras, llevando la corona y el cetro en sendas
almohadas. También me ayudaban empujando la silla. Iba vestido con saco
y corbata (por primera
113
90 MINUTOS EN EL CIELO
DE VUELTA A LA IGLESIA
vez desde el accidente) y llevaba un pantalón abierto a los lados a
causa del Ilizarov. Nicole estaba absolutamente fascinada de que su papa
pudiera estar presente en esta ocasión tan importante para ella, y yo
sentía mucha alegría de poder acompañarla al altar. Se me
llenaron los ojos de lagrimas mientras avanzaba. Oí que otros
también sollozaban. Pero sabía que llorabamos lagrimas
de alegría por este maravilloso momento en la vida de Nicole.
Creo que, al inicio, los médicos me enviaron a casa porque pensaron que
me recuperaría mas rapido estando con mi familia.
También sería menos costoso permanecer en nuestro hogar. No estoy
seguro, pero yo estaba feliz de salir del hospital. Elseguro médico no
cubría mi tratamiento. Al principio los gastos se cubrieron con la
compensación de los trabajadores, y luego por parte del estado de Texas,
porque una corte federal encontró que eran responsables de lo sucedido.
Aun así, estar en casa no era mucho mas facil ni para
mí ni para mi familia, en especial para Eva. Todos los días
alguien tenía que ponerme inyecciones. Necesitaba terapia física,
y todo había que hacerlo en casa. Nuestra sala de estar parecía
una habitación de hospital. Yo me sentí mejor al estar fuera del
ambiente estéril. Y el simple hecho de estar entre las cosas que me eran
familiares me hacía bien al espíritu. Me gustaba poder ver por la
ventana las casas de los vecinos y que me visitaran personas que no
vestían uniformes blancos. El equipo médico me envió mi
cama y el trapecio, como el que había usado en el hospital. Todos los
días venían enfermeras, y un día por medio venía el
terapeuta de rehabilitación.
114
Tengo recuerdos muy tiernos de las personas amables que sencillamente se
quedaban conmigo mientras Eva iba a trabajar. Cuando la gente de la
congregación se enteró de que si no volvía a su puesto de
maestra perdería el empleo, decidieron hacer todo lo posible por ayudar.
Ginny Foster, la esposa del pastor principal, organizó un grupo para que
se turnaran todos los días. Ella lo llamaba bromeando «la patrulla
Don», y casi todos sus integrantes eran mujeres de laiglesia junto con
algunos hombres ya retirados. Eva salía por la mañana y estaba
unas siete horas fuera de casa. Mis horarios de sueño dependían
de los desmayos que sobrevenían cuando ya no soportaba el dolor. Sin
embargo, poco a poco, se fue formando una rutina. Por lo general me dormía
a las dos o tres de la mañana y despertaba como a las diez. La Patrulla
Don llegaba como a las nueve, mientras todavía dormía. Me
preparaban el almuerzo o lo traían ya listo. Muchas veces despertaba
para encontrar a una encantadora señora tejiendo junto a mi cama. O a un
señor mayor leyendo el Houston Chronicle. Bajaba el periódico y
me sonreía: «Buenos días, ¿necesitas algo?» El
desfile de rostros dulces y amables cambiaba cada día. Aunque los
voluntarios eran distintos, el objetivo era el mismo: cuidar a Don y hacerle
compañía. Mientras estaba en cama día tras día vi
cuanto habían hecho por nosotros las demas personas.
Mientras estaba en el hospital, los amigos de la iglesia de Alvin habían
empacado nuestros muebles y nos habían mudado a una casa nueva sin
escaleras donde pudiera moverme sin problemas. Durante el día miraba por
la ventana del patio de mi «habitación de hospital».
Veía a los alumnos de la secundaria, Brandon y Matt Mealer y a su amigo
Chris Alston, cortando el césped de
115
90 MINUTOS EN EL CIELO
DE VUELTA A LA IGLESIA
nuestro jardín. Chris pidió prestada nuestra camioneta una noche
y mesorprendió con un paseo al cine. No recuerdo cual era la
película, pero jamas olvidaré su gesto. Luego, cuando
nuestra cerca se cayó durante una tormenta, ya estaba de nuevo arreglada
antes de que pudiéramos pedir ayuda a alguien. Solo Dios conoce todos
los actos de bondad de los demas hacia nosotros durante mi
recuperación.
entraba Eva después de un largo día en la escuela. Siempre
tenía una gran sonrisa y me daba un beso. -¿Estas bien?
-preguntaba. -Estoy bien -decía yo, y no mentía. No podía
expresar en palabras lo que sentía, pero el saber que me había
visitado un angel de la «patrulla de Don» me levantaba el
espíritu hasta el cielo.
Apenas despertaba por las mañanas mi «acompañante» se
levantaba para traerme un cepillo de dientes y una palangana con agua para que
pudiera lavarme los dientes y la cara. Me acercaban un vaso de jugo a los
labios y luego me daban un enorme almuerzo. Después de alimentarme, lavarme
y asegurarse de que estuviera todo lo cómodo que me permitía mi
condición física, preguntaban siempre: -¿Hay algo
mas que pueda hacer antes de irme? Mi respuesta siempre era la misma:
-No, gracias -y trataba de darles mi mejor sonrisa. Es probable que no fuera la
mejor, pero ellos siempre me sonreían. -Estoy bien. Estaré bien.
La capacidad de sacrificio y servicio que tienen los seres humanos por sus
congéneres no tiene límites. Con todos nuestros defectos, seguro
que Dios debió tener laintención de que las bondades que me
demostraron durante mi hospitalización y recuperación fueran
ejemplos sublimes de que fuimos creados a su imagen. Mas o menos una
hora después de que se fuera mi «patrullero de Don» del
día, mi angel de compañía, se abría la
puerta y
116
Durante meses después de mi llegada a casa los miembros de la patrulla
de Don me llevaban y traían a mi terapia en agua, la cual se realizaba
cerca de nuestra casa en Alvin. Durante los primeros trece meses, si no estaba
en el hospital, estaba acostado en la cama de hospital en casa. Por muchos
meses es probable que no haya salido de la cama durante mas de cinco
minutos al día, excepto para ir a terapia. Y algunos días ni
siquiera me levantaba. Lo peor es que cuando estaba en la cama de hospital estaba
por completo incapacitado. No podía levantarme ni hacer nada por mis
propios medios. Sin la ayuda del terapeuta, jamas me habría
podido sentar ni mover solo otra vez. Lenta y gradualmente aprendí a
caminar de nuevo. El primer día que salí solo de la cama di tres
pasos. Caí rendido en la cama otra vez y me invadió el
agotamiento. Pero sonreí. Había podido caminar. Tres pasos suena
como muy poco, pero yo sentía que había logrado algo enorme. Gran
parte de la recuperación de un trauma de tal magnitud se parece de
manera asombrosa a lo que un infante aprende en sus primeros meses de vida.
Había estado incapacitado durante tanto tiempoque cuando al fin pude ir
solo al baño me pareció que era una hazaña. Caminar otra
vez me recordaba lo que todos
117
90 MINUTOS EN EL CIELO
DE VUELTA A LA IGLESIA
damos por sentado cada día cuando hablamos, nos movemos y VIVImos.
Cuando pude caminar de nuevo no fue un logro singular sino un tributo a cientos
de médicos y enfermeros que trabajaron de forma incansable por ayudarme.
También era un tributo a mis amigos y familia, que creían en
mí aunque no podían saber lo difícil que me
resultaría poner un pie delante del otro. y aunque supongo que caminar
representaba cierto triunfo de la voluntad, también quería decir
que podría comenzar a vivir con relativa normalidad. Muchas veces
pensaba en la última noche en Trinity Pines cuando J. V. Thomas y yo
dimos el paseo que fuera mi última caminata normal. Durante mucho tiempo
dar solo tres pasos titubeantes me pareció algo así como una
escalada al monte Everest. -¡Lo logré! -grité en la
habitación silenciosa-o ¡Caminé! ¡Caminé! Dar
esos primeros pasos en casa por mis propios medios sigue siendo uno de los
mejores momentos de mi recuperación. Esos pocos pasos me convencieron de
que mejoraría. Ahora tenía objetivos y metas. Había pasado
la peor parte de la recuperación. Sabía que seguiría
mejorando. Cada día daba unos pasos mas, y para el fin de semana
había logrado recorrer el perímetro de la sala. Cuando Eva
llegó y vio mi demostración de progresosu sonrisa me hizo sentir
como si hubiese ganado un maratón. Reaccionó con absoluto y
gozoso deleite la tarde en que le mostré que podía caminar por
toda la casa sin ayuda.
Una semana después de mi salida del hospital tenía ya decidido
que quería ir a la iglesia el domingo por la mañana.
118
Al mirar en retrospectiva veo que era demasiado temprano todavía, pero
sentía un ardiente deseo de volver a estar con las personas a las que
amaba y de adorar a Dios junto a ellos. Con la ayuda de un pequeño grupo
planeamos que me llevaran allí. En caso de que no pudiera hacerlo, no
queríamos desilusionar a nadie, así que decidimos no anunciarlo a
la congregación. Para entonces ya podía sentarme en una silla de
ruedas, siempre y cuando hubiera alguien que me levantara de la cama y me
ayudara a sentar. Sin embargo, no podía pararme. Seis amigos de nuestra
congregación vinieron y quitaron los asientos de una de las camionetas
de la iglesia. Allí habían armado una rampa para que la silla de
ruedas pudiera pasar. Yo pensaba en todo el trabajo que les daba, e
intenté disculparme varias veces, pero me aseguraron que para ellos era
un placer. Luego recordé las palabras de Jay. Mi familia y mis amigos me
vieron el primer día del accidente. Yo no me vi. Soportaron el impacto y
el miedo. Tuvieron que hacerse de la idea de que podía morir o quedar
discapacitado para siempre. En algunos aspectos todo esro era mas
difícilpara mi familia y amigos que para mí. Estaban ansiosos por
ayudarme. De cierta manera esto formaba parte de su propia recuperación,
y estaban contentos de poder hacer algo especial por mí. Aunque
quería asistir al servicio de adoración esa mañana me
costaba dejar que lo hicieran todo por mí. Me sentía
inútil por completo, dependiente de los demas. Y al darme cuenta
de eso sonreí de nuevo. «Gracias», dije y luego les
dejé ocuparse de mí. Con todo cuidado me pusieron en la
camioneta, la cual uno de ellos condujo hasta la iglesia, y detuvo el
vehículo junto a la puerta lateral. Cuando uno de ellos abrió la
puerta los miembros de la congregación que iban hacia el santuario me
vieron.
119
90 MINUTOS EN EL CIELO
DE VUELTA A LA IGLESIA
«¡Miren! ¡El Pastor Don!», gritó alguien.
Oí gritos de alegría y aplausos, y vi que muchos se ponían
de pie y daban paso a la silla de ruedas que los hombres empujaban por la
rampa. En ese momento todo fue un caos. Todos venían a saludarme. Otros
vitoreaban. Parecía que todos querían tocarme, darme la mano.
Apenas podía creer lo mucho que se preocupaban por mí. Al fin
alguien empujó mi silla hasta el interior y la dejó frente a la
plataforma, cerca del órgano. Era imposible levantarme. Para entonces
toda la congregación ya se había enterado de que estaba
allí. Sonreí mientras pensaba: Me ha llevado cinco meses volver a
la iglesia desde la conferencia en TrinityPines. Seré lento, pero soy
fiel. Precisamente en ese instante alguien susurró a mi oído:
«Queremos que le diga algo a la congregación». Se puso
detras de mí y me llevó hacia el centro del santuario,
justo frente al púlpito. En ese momento comenzaba ya a sentir cierto
agotamiento. Es probable que hubiera estado cansado desde antes, pero
tenía tal determinación por volver a la iglesia que me negaba a
admitir lo cansado que me sentía. Había estado fuera de la cama
durante mas de dos horas. Nunca había estado tanto tiempo
levantado, y también era la primera vez que pasaba tanto rato en la
silla de ruedas. Ahí vi que había sido una tonteria querer venir
porque todavía no podía con las exigencias físicas. Mi
obstinación había sobreestimado mi resistencia. Quiza
también me abrumó la amorosa respuesta de la congregación.
No sabía si podría hablar. ¿Qué podía decir
después de tan larga ausencia y de todo lo que había pasado?
Mientras intentaba pensar en algo me dieron un micrófono. Lo romé
y seguí pensando. Ustedes no tienen idea de lo poco que
120
contribuí a mi recuperación. Lo ven como un triunfo y yo solo veo
que sobreviví. Luego resonó el aplauso espontaneo.
Había esperado que se alegraran, pero esta ovación era una
avalancha de alabanza a Dios. Todos se pusieron de pie y aplaudieron, y
siguieron aplaudiendo durante mucho tiempo. Finalmente hice una seña
para pedir silencio. Los miré a todos, y me sentículpable por su
aplauso y emoción. No podía creer que me aplaudieran. Si
supieran, pensaba. Si tan solo supieran. Entonces, Dios me habló. Esta
fue una de las pocas veces en mi vida en que oí una voz muy clara dentro
de mi cabeza. No es a ti a quien aplauden. Nada mas que esas palabras,
pero fueron suficientes y pude hablar. Al fin, había entendido. Estaban
dandole gracias a Dios por lo que él había hecho. Dios me
había traído de regreso a la vida. Me relajé. Era un
momento para glorificar a Dios. No era una alabanza para mí. Tuve que
esperar mucho hasta que cesaron los aplausos. Solo dije cuatro palabras. Cualquiera
que haya estado allí ese glorioso día podra decirles que
dije: «Ustedes oraron. Estoy aquÍ». La congregación
irrumpió otra vez en un aplauso espontaneo. Si hubiera dicho algo
mas estoy seguro de que ni lo habrían oído. No pude
decirlo, pero 10 creía entonces y 10 creo hoy: sobreviví solo
porque una cierta cantidad de gente lo quiso. No se dieron por vencidos,
estaban desesperados, sentían pasión y creían que Dios les
oiría. Por mí, oraron individuos que jamas habían
orado en serio antes en su vida. Gente que no había pedido nada en
años, clamó a Dios para que me salvara. Mi experiencia puso de
rodillas a muchos, y un gran número de personas cambió durante
este proceso de orar por mi vida.
121
90 MINUTOS EN EL CIELO
Cuando vieron que sobreviví, esta misma gente, sobre todo aquellosque no
tenían el habito de orar, dijeron que la experiencia
revolucionó sus vidas. En algunos casos, las personas a las que ni
conocía -desde Cottonwood, Arizona, hasta Buffalo, Nueva York- oyeron mi
historia de parte de amigos, amigos de amigos, y amigos de amigos de amigos. En
los siguientes tres años hubo gente que se acercaba y me decía:
«Lo vi en una entrevista en televisión. ¡Sí, es
usted! Yo oré por usted». O habían oído uno de los
mensajes grabados de mi testimonio, distribuidos por mi iglesia, y
decían: «Usted no sabe lo que significa. Dios oyó nuestras
oraciones y estamos muy felices de que sobrevivió». Para algunos,
no soy una persona, sino un símbolo. Para ellos represento la
oración respondida. Quiza recuerden mi ministerio en la Iglesia
South Park, o alguno de los mensajes que prediqué, pero lo que
mas recuerdan es que buscaron el rostro de Dios en oración
profunda, sincera. Rogaron porque sobreviviera y así fue. No sé
qué mas decir, excepto que esto es algo que esta muy por
encima y mucho mas alla de lo que soy. Creo que también
soy la respuesta humana a algunas de las preguntas para las que la gente busca
respuesta. Desde que comencé a contarles a otros sobre mi experiencia en
el cielo no puedo calcular la cantidad de gente que me preguntó cosas
como: «¿Es el cielo real? ¿Cómo es el cielo en
realidad?» O me preguntan cosas específicas sobre la
adoración o las calles de oro. Siempre hayquien menciona a un ser
querido que ha partido recientemente. Saber que estuve ahí y
volví a la tierra y que puedo hablar con ellos parece traer un profundo
consuelo a mucha gente. Ya veces esto me asombra. Hay otros que cuando ven las
marcas en mi cuerpo el día de hoy dicen: «Usted es un milagro a
causa de todo lo que le pasó. Es un milagro que camina».
122
12 SINCERO CONMIGO
MISMO
De hecho, sabemos que si esta tienda de campaña en que vivimos se
deshace, tenemos de Dios un edificio, una casa eterna en el cielo, no
construida por manos humanas. Mientras tanto, suspiramos, anhelando ser
revestidos de nuestra morada celestial, porque cuando seamos revestidos, no se
nos hallara desnudos. Realmente, vivimos en esta tienda de
campaña, suspirando y agobiados, pues no deseamos ser desvestidos, sino
revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.
2 CORINTIOS
5:1-4
ios usó a mi mejor amigo, David Gentiles, para mantenerme vivo, y estoy
agradecido por eso. También usó a David otra vez en mi vida casi
dos años después del accidente. Hasta entonces jamas le
había contado a nadie mi experiencia celestial. Había hablado con
Eva en sentido general, pero
D
123
90 MINUTOS EN EL CIELO
SINCERO CONMIGO MISMO
siempre interrumpía la conversación antes de que me hiciera
preguntas. Tacitamente, ella entendía que parte de mi experiencia
era muy mía. Y debo darle el crédito de que jamas
mepresionó para que le dijera mas. No es que quisiera escatimarle
u ocultarle algo a Eva. Es que no podía hablar sobre la experiencia. A
veces, sentía que había sido demasiado sagrada y que al intentar
explicarla estaría haciéndolo en detrimento del incidente. Casi
un año y medio después de que saliera del hospital David vino a
Houston para un fin de semana de discipulado. O lo usó como excusa para
venir a la casa y pasar un tiempo conmIgo. Cuando estuvimos a solas,
recordé al instante el momento en que estaba en la VCI y le había
dicho que ya no podía seguir adelante. Fue allí cuando me dijo
que oraría para que 10 lograra. Hablamos de ese día y
volví a agradecerle por su amistad y su indaudicable compromiso con la
oración. -¿Cómo te sientes hoy? -preguntó. -Me
duele -intenté reír y añadí-, siempre me duele,
pero esa no es la peor parte en este momento. Se acercó un poco
mas. -¿ y cual es la peor parte? -No sé a
dónde voy. Me falta dirección para mi futuro. David escuchó
mientras le contaba sobre las cosas que quería hacer, las cosas que
físicamente no podía hacer, y cómo no estaba seguro de que
Dios quisiera que siguiese en South Park. Sentía que me amaban y me
necesitaban ahí, pero no estaba seguro de dónde tenía que
estar. Escuchó durante un rato largo y luego preguntó con
suavidad: -¿Qué aprendiste de tu accidente y tu
recuperación?
Durante tres o cuatro minutos compartí con él varias cosas,sobre
todo 10 de abrir una puerta para que entraran otros y permitirles que me
ayudaran. Luego dije: -Pero en medio de todo este sufrimiento y
desesperación aprendí que el cielo es real. Arqueó las
cejas. -¿A qué te refieres? Lentamente, con dudas,
compartí un poco, muy poco, de mi breve visita al cielo.
-Cuéntame mas -dijo. y no 10 sentí como una
invasión. Era mi amigo y quería saber. También
percibí que podía hablar con David sobre el cielo y que en 10
humanamente posible entendería. -Yo morí en ese accidente. En un
instante estaba en el cielo -le dije. Se incorporó, y aunque esperaba en
silencio para escuchar lo siguiente, vi que no podía aguantar la
excitación. Cuanto mas le contaba tanto mas se animaba. Al
mirar atras creo que la exuberancia de David era una combinación
de mi confirmación personal de la realidad el cielo y su alivio al saber
que algo bueno había surgido de mi larga pesadilla. Después que
le conté mi experiencia en el cielo no dijo nada, y un silencio de paz
llenó la habitación. Nuestra amistad era de esas que no necesitan
de palabras para llenar los vados. David finalmente asintió y
preguntó: -¿Por qué no has hablado de esto antes? -Tengo
dos buenas razones. Número uno, si voy por ahí diciendo que he
estado en el cielo la gente creera que estoy chiflado. -¿Por
qué creerías eso? Yo te oí y no pienso
124
125
90 MINUTOS EN EL CIELO
SINCERO CONMIGO MISMO
-Número dos.-interrumpí-, no quiero regresar a esa experiencia
otra vez. Es algo bueno, demasiado personal. Demasiado especial. Es algo que
no he procesado lo suficiente como para entenderlo yo mismo. No es que no
quiera compartirlo, pero creo que no puedo. -¿Por qué crees que
experimentaste el cielo si no has de contarlo? -No tengo respuesta para tu
pregunta. -¿Por qué? -Tengo otra pregunta mejor, que me he hecho
muchas veces: ¿Para qué lo viví y luego me lo quitaron?
¿Para qué? Todos los meses de ira retenida estallaron, todo ese
tiempo de angustia interior salió de repente. -Bueno, ¿por
qué tuve que pasar por esto? Vi la gloria y la belleza, atravesé
por la experiencia mas potente y sobrecogedora de mi vida, y luego tuve
que volver. ¿Por qué? ¿Para esto? -dije señalando
mi brazo y mi pierna-o Escucha. Tuve un accidente que me quitó la vida.
De inmediato fui al cielo y fue mas grandioso y mas maravilloso
de lo que jamas imaginé. Tuve un magnífico vistazo del
cielo y luego de un tirón volví a esta vida. Mi cuerpo es un
desastre. Me duele todo de continuo. Jamas volveré a estar sano
ni a ser fuerte. Sigo procesandolo porque porque francamente me
parece cruel. David me miró, callado. Luego preguntó: -¿Por
qué crees que lo viviste si no vas a contarlo ni compartirlo? -Ya te
dije que no tengo respuesta para esa pregunta. -¿No es posible que Dios
te haya llevado al cielo y te haya traído de regreso para quecompartas
lo que te pasó? ¿No te das cuenta del aliento que puedes darle a
los demas?
Sus palabras tuvieron un impacto arrollador. Había estado demasiado
concentrado en mí mismo. Nunca había pensado en nadie mas.
Me quebré mientras intentaba contarle cómo me sentía y
explicarmelo a mí mismo. Lloraba frente a él, sabiendo que
no había problemas, que podía hacerlo. Durante unos veinte
minutos hablamos de esto. David me iba incitando, y aunque yo sabía que
tenía razón no me era facil compartir mi experiencia.
Luego David dijo: -Quiero que hagas un pacto conmigo. -¿Qué tipo
de pacto? -Simple. Elige dos personas en las que confíes. Solo
cuéntales parte de tu experiencia y mide su reacción. Luego me
explicó que si pensaban que estaba loco o que había tenido alucinaciones,
nunca tendría que volver a hablar de ello. -Pero si se regocijan contigo
-dijo- y te urgen a que les cuentes mas, quiero que lo tomes como una
señal. Una señal de que Dios quiere que hables de esos noventa
minutos que pasaste en el cielo. Pensé en ello con cuidado y acepté.
-Bueno, eso puedo hacerlo. -¿Cuando? -Te prometo que sera
pronto. -¿Muy pronto? -Esta bien. Te prometo que no lo
postergaré. David oró por mí y mientras lo escuchaba tuve
la certeza. Ya no podía elegir. Tenía que decirlo, pero lo
haría a mi modo. Primero determiné en quiénes confiar.
Cuando logré elegir unas cinco personas, continué siendo cauto.
Me aseguré de que
126127
90 MINUTOS EN EL CIELO
SINCERO CONMIGO MISMO
fuera una conversación a solas. Esperaría hasta que surgiera el
tema de mi salud, y como esto pasaba siempre, sabía que diría
algo sencillo como: «Sabes, yo morí ese día. Y
desperté en el cielo)). La reacción fue la misma con todos:
«Cuéntame mas)). No siempre eran esas palabras exactas,
pero sí era lo que deseaban. Abrían los ojos bien grandes y
querían saber mas. Yo les contaba un poco mas, y ninguno
cuestionó mi cordura. Nadie me dijo que había sido una
alucinación. -Tienes que contarle esto a la gente -dijo uno de ellos.
-Esa experiencia no fue solo para ti -me dijo otro amigo--. Es para nosotros
también. Es para mí. Mientras escuchaba a cada uno a lo largo de
esas dos semanas siguientes, supe que estaba de regreso en el punto donde me
encontraba en el hospital cuando Jay me reprendió. Esa vez yo no
quería dejar que nadie me ayudara, y había sido egoísta.
Esta vez tampoco quería compartir lo que me había pasado, yeso
era egoísta también. «Esta bien. Lo contaré),
me prometí. Como practicamente todos sabían ya de mi
tragico accidente usaba la ocasión como catalizador natural para
hablar de mi tiempo en el cielo, con cautela al principio. Al ver que la gente
respondía con apoyo y aliento me abrí un poco mas, y ya no
calculaba tanto a quién le contaría y a quién no. Quiero
dejar bien en claro que aunque sabía que tenía que hacerlo, no me
erafacil. Todavía hoy, que han pasado años, va en contra
de mi naturaleza hablar en persona y con profundidad sobre las cosas de mi
vida. En la actualidad solo hablo de mi vistazo del cielo cuando alguien me
pregunta, y solo porque siento que la persona en realidad quiere saber. De otro
modo, no hablaría de ello si pudiera elegir.
Eso forma parte de la razón por la que me llevó tantos
años escribir este libro. No quería que mi experiencia en el
cielo y mi regreso a la tierra fueran mi única razón para seguir
viviendo. Por el contrario, fue una experiencia tan extraordinariamente
personal e íntima que volver a repetirla una y otra vez no me resulta
cómodo. Hablo de mi experiencia cuando estoy a solas con alguien y
también en público. Escribo sobre lo que pasó porque mi
historia parece tener un gran significado para mucha gente por diversas
razones. Por ejemplo, cuando hablo ante una multitud, siempre habra
alguien que ha perdido a un ser querido recientemente y que necesita tener una
certeza acerca del destino de esa persona. Cuando termino, siempre me asombra
lo rapido que se forma la línea de personas que quieren hablarme.
Vienen con lagrimas en los ojos y con el dolor escrito en sus rostros.
Estoy muy agradecido por poder ofrecerles paz y tranquilidad. He aceptado que
mis palabras les dan consuelo, pero no es algo que haya planificado. Si no
hubiera sido porque David Gentiles me estimuló, estoy segurode que hasta
el día de hoy no se lo habría contado a nadie. Estoy muy
agradecido porque insistió, ya que he visto el efecto no solo en los servicios
de adoración sino también cuando oficio en los funerales. En
realidad, mi experiencia ha cambiado muchas cosas en el modo en que veo la
vida. Cambié mi forma de oficiar en los funerales. Ahora puedo hablar
del cielo con la autoridad de quien sabe algo de primera mano. , Ademas
de mi propia experiencia milagrosa, cuatro cosas se destacan de mi viaje al
cielo. Primero, estoy convencido por completo de que Dios responde a las
oraciones. La oración respondida es lo que hizo que hoy siga vivo.
Segundo, creo de forma
128
129
90 MINUTOS EN EL CIELO
SINCERO CONMIGO MISMO
incuestionable que Dios sigue haciendo milagros. Muchas personas leen sobre lo
sobrenatural en la Biblia y piensan: Esto solo pasaba en los tiempos
bíblicos. Estoy convencido de que Dios sigue haciendo cosas
extraordinarias. Cada día, le agradezco al Señor por ser un
milagro viviente, andante y parlante. Tercero, quiero que vaya al cielo la
mayor cantidad de personas posible. Siempre creí la teología cristiana
que declara que el cielo es real, un lugar para el pueblo de Dios.
Después de mi propia experiencia de haber estado allí, siento con
mayor fuerza la responsabilidad de dejar bien en claro cual es el
camino. No solo quiero que la gente vaya al cielo sino que ahora siento
laurgencia de ayudarles a orientar sus vidas para que puedan tener la certeza
de que iran allí cuando mueran. He pensado en las personas que
mueren en los accidentes automovilísticos. En los servicios
evangelísticos muchos utilizan esas historias como tactica de miedo
para manipular a la gente a comprometerse a Jesucristo. Sin embargo, a partir
de mi experiencia, veo esos accidentes como posibilidades definitivas de muerte
en cualquier momento de nuestra vida. No quiero ver que muera mas gente
sin Jesucristo. En una ocasión Dick Onerecker y yo hablamos una vez
sobre esta urgencia. Él entendió por qué me sentía
de esta manera. Luego le dije: -Dick, quiero agradecerte de nuevo por salvarme
la vida. Es obvio que no puedo darte las gracias lo suficiente por tu fidelidad
al obedecer a Dios ese día lluvioso. -Es algo que habría hecho
cualquiera -respondió, y comenzó a llorar. -No quise molestarte
-dije y me sentí mal porque había dicho algo que le hizo llorar-o
Es lo último que querría hacer. -No es por eso que lloro.
130
Pasaron varios minutos antes de que recuperara la compostura. -¿Por
qué llorabas? -Estaba pensando en que llegué a la escena del
accidente y le pregunté al policía si podía orar por ti, y
pensé en ello como algo que haría cualquier cristiano. Aunque
dijo que estabas muerto, yo sabía que tenía que orar por ti. Solo
podía pensar en que estabas lastimado y quería que te sintieras
mejor. Nohice nada fuera de lo común. -Pero sí lo hiciste. Cuando
el policía te dijo que ya estaba muerto -Escúchame, Don. Si
vieras a un niñito que corre en la calle, irías enseguida para
intentar salvarle la vida. La naturaleza humana es así. Intentamos
preservar la vida y yo lo haré siempre que tenga oportunidad. Tú
también lo harías. Estabamos sentados en un restaurante, e
hizo una pasusa para mirar alrededor. -Sin embargo, estamos sentados
aquí, rodeados de personas entre las cuales habra muchos que
probablemente estén perdidos y vayan al infierno, y no obstante no les
decimos ni una palabra sobre cómo pueden llegar a tener vida eterna. Hay
algo mal en nosotros. -Tienes toda la razón -le dije-. Estamos
dispuestos a salvar a alguien en una crisis visible, pero hay mucha gente en
crisis espiritual y no les decimos nada de cómo pueden salir de eso.
-Por eso lloraba. Estoy convencido de lo mal que actúo con mi silencio,
con mi miedo de hablarle a la gente, con mi reticencia a decirlo todo en voz
alta. Dick dijo entonces, y luego lo repitió, que el oír sobre mi
experiencia y su rol en mi regreso a la tierra le había liberado.
Después de eso, comenzó a sentir un coraje que no había
tenido antes en cuanto a hablar de Jesucristo.
131
13 LA MANO QUE
AFERRA
Él es el motivo de tu alabanza; él es tu Dios, el que hizo en tu
favor las grandes y maraviJlosas hazañas que tú mismo
presenciaste.
DEUTERONOMIO10:21
T
uVe el privilegio de compartir mi historia en la iglesia de Dick, la Primera
Iglesia Bautista de Klein, casi un año después del accidente. Su
esposa Anita también estaba allí, lo mismo que mi familia. Como
todavía llevaba puestos los arneses en las piernas dos personas tuvieron
que ayudarme a subir a la plataforma. Les conté a todos sobre el
accidente y sobre la parte que Dick había tenido en mi regreso:
«Creo que estoy vivo hoy porque Dick or6 para que volviera a la
tierra», dije. «De mis primeros momentos de conciencia hay dos
cosas que resaltan en mi
133
90 MINUTOS EN EL CIELO
LA MAN O Q!) E AFE RRA
memoria. Primero, que estaba cantando 'Oh, qué amigo nos es
Cristo', y segundo, que la mano de Dick aferraba la mía con
fuerza», Después del servicio de adoración muchos fuimos a
almorzar juntos a un restaurante chino. Anita estaba sentada frente a
mí. Recuerdo haber estado tomando mi sopa wonton y que pasamos un
momento muy agradable con los miembros de la iglesia. En un momento se hizo una
pausa en la conversación. Anita se inclinó hacia mí y me
dijo en voz baja: -Aprecio todo lo que dijiste esta mañana. -Gracias
-contesté. -Hay una sola cosa, algo que necesito corregir de lo que
dijiste en tu mensaje. -¿Ah, sí? -sus palabras me impactaron-o
Intenté ser lo mas exacto posible en todo lo que dije y por
cierto no era mi intención exagerar en nada. ¿Qué es lo
que dije que no fuecorrecto? -Estabas hablando de cuando Dick se metió
en el auto para estar contigo. Y dijiste que oraba por ti mientras te aferraba
la mano. -Sí, lo recuerdo muy bien. Tengo brechas en la memoria, y no
recuerdo muchas cosas. Esa mañana había admitido que parte de la
información que daba me había llegado de segunda mano. -Recuerdo
con toda claridad que Dick estaba en el auto y oraba conmigo. -Eso es verdad.
Sí estuvo en el auto y oró contigo -y se acercó un poco
mas-, pero Don, nunca te tomó la mano. -Yo recuerdo a la
perfección que sostenía mi mano. -No sucedió. Era
físicamente imposible.
-¡Pero lo recuerdo muy bien! Es una de las imagenes mas
vívidas en mi -Piénsalo, Don. Dick estaba inclinado hacia
delante desde el baúl y por encima del respaldo del asiento trasero.
Puso su mano sobre tu hombro y te tocó. Tú estabas mirando hacia
delante, y tu brazo izquierdo pendía de un colgajo de piel. -Así
es. -Dick dijo que estabas echado sobre el asiento del acompañante.
Cerré los ojos, y visualicé la imagen que me presentaba.
Asentí. -Tu mano derecha estaba sobre el piso, del lado del
acompañante. Aunque la lona cubría el auto había luz
suficiente como para que Dick viera tu mano. Pero de ninguna manera pudo llegar
a tomartela. -Pero es que -balbuceé. -Alguien estaba
aferrando tu mano. Pero no era Dick. -Si no era Dick, ¿quién era?
Sonrió y dijo: -Creo que ya lo sabes. Dejé mi cuchara y la
miré fijodurante unos segundos. No tenía duda alguna de que
alguien me había tomado la mano con firmeza. Y entonces lo
entendí: -Sí, creo que lo sé. De inmediato, pensé
en el versículo de Hebreos que habla sobre la presencia de los
angeles aunque no los veamos. Lo pensé durante un momento y
también recordé otros incidentes donde no había mas
que una explicación espiritual. Por ejemplo, muchas veces a mitad de la
noche mientras estaba en el hospital me sentía en mi peor momento. No
había nadie, no veía a nadie
134
135
90 MINUTOS EN EL CIELO
ni oía a nadie. Sin embargo, percibía una presencia, alguien que
me sostenía y alentaba. También eso era algo que no había
mencionado a nadie. No lo podía explicar, por lo que suponía que
nadie lo entendería. Era otro milagro y no lo habría visto si
Anita no me lo hubiese señalado con su corrección. Cinco
años después de mi accidente, Dick y yo aparecimos en el Club 700
de Pat Robertson. Vino un equipo de filmación a Texas para hacer la
representación del accidente, y luego me pidieron que hablara de mi
visita a las puertas del cielo. El Club 700 emitió ese programa varias
veces en los dos años subsiguientes. En una de esas irónicas
vueltas que tiene la vida Dick murió de un ataque al corazón en
el año 2001. Confieso que me entristeció mucho su partida, pero
al mismo tiempo me deleitaba porque esta en gloria. Dick salvó mi
vida y Dios lo llevó al cielo a él antesque a mí. Me
alegré porque hubiera oído mi relato del viaje al cielo antes de
que tuviera que hacer él mismo este viaje.
NORMALIDAD
Pero yo te restauraré y sanaré tus heridas -afirma el
Señor- porque te han llamado la Desechada, la pobre Si6n, la que a nadie
le importa.
]EREMfAS
14 LA NUEVA
30:17
Luego de esa experiencia con Anita un poco mas de un año
después del accidente me he convencido todavía mas de que
Dios me hizo volver a esta tierra con un propósito. El angel que
aferraba mi mano era la manera en que Dios me sostenía y hacía
saber que no me abandonaría, por difíciles que fueran las cosas.
Quiza no sienta esa mano día a día, pero sé que
esta allí.
lgunas cosas nos suceden y jamas nos recuperamos, porque interrumpen la
normalidad de nuestra existencia. Así es la vida. La naturaleza humana
tiende a intentar reconstruir los caminos antiguos y retomarlos allí
donde se interrumpió lo que hacíamos. Si fuéramos sabios
no seguiríamos intentando volver al pasado (porque de todos modos, no
podemos). Tenemos que olvidar 10 viejo y aceptar «la nueva normalidad».
Desperdicié mucho tiempo pensando en cuando estaba sano y no
tenía limitaciones físicas. En mi mente reconstruía
cómo debía ser mi vida, pero en realidad, mi vida jamas
volvería a ser
A
136
137
90 MINUTOS EN EL CIELO
LA NUEVA NORMALIDAD
la misma. Tenía que adaptarme y aceptar mis limitaciones físicas
como parte demi nueva normalidad. De niño solía sentarme en una
gran alfombra marrón en casa de mis bisabuelos y escucharlos hablar de
los viejos buenos tiempos. Después de oír varias historias,
pensaba: No eran tan buenos esos tiempos. Por lo menos, los recuerdos que
contaban no me parecían tan buenos. Quiza para ellos sí lo
fueran, o tal vez habían olvidado las cosas negativas de esos
días. En algún momento de nuestra vida la mayoría de
nosotros quiere volver a un tiempo mas feliz, mas sencillo, con
mas salud. No podemos, pero seguimos soñando sobre cómo
era todo antes. Cuando tenía veintitantos años y era Dj,
solíamos pasar música vieja y la gente que llamaba para pedir las
canciones comentaba a menudo que la música de antes era mejor que la de
ahora. La realidad es que en los viejos tiempos había música
buena y mala, pero la mala desaparece rapido de la memoria, como sucede
hoy también. Nadie jamas pedía música mala. Las
buenas canciones hacían que los tiempos de antes parecieran excelentes,
como si toda la música fuera grandiosa. En realidad, había
música mala hace treinta o cincuenta años, y realmente
había mucha. Lo mismo sucede con las experiencias. Solemos olvidar las
negativas y volver a recordar los momentos agradables. En verdad nuestra
memoria es selectiva y también lo es el olvido. Una vez que
entendí esa idea decidí que ya no podía recapturar el
pasado. Por mucho que intentara idealizarlo esa parte demi vida ya había
pasado y jamas volvería a estar sano o ser fuerte. Lo
único que podía hacer era descubrir una nueva normalidad.
Sí, me dije, hay cosas que nunca podré volver a hacer. No me
gusta eso y quiza lo detesto, pero eso no cambia la realidad. Cuanto
antes haga las paces con esto y acepte las cosas tal como son, tanto antes
podré vivir en paz y disfrutar de mi nueva normalidad. He aquí un
ejemplo de lo que intento decir. A comienzos del año 2000 llevé a
un grupo de universitarios a esquiar a Colorado. Esquiar es algo que siempre me
gustó hacer. Como no podía participar, permanecí en la
cabaña al pie de la colina y por la ventana los veía deslizarse
por la nieve. Me invadió la tristeza y pensé: No tendría
que haber venido. Fue un gran error. Porque aunque estaba feliz por ellos, lamentaba
mi incapacidad para volver a esquiar. Luego, por enésima vez,
pensé en tantas otras cosas que ya no podría hacer. Como pastor
principal la mayoría de los adultos me saludaban a la salida de la
iglesia: «Muy bueno su sermón», solían decir. Por su
parte, los niños, se comportaban de manera distinta. Venían
corriendo a traerme un dibujo pintado por ellos. Antes de mi accidente me
encantaba que los niños se agruparan alrededor de mí. Me
arrodillaba y conversaba con ellos. Después de mi recuperación ya
no podía hacerlo ni mirar sus caritas sonrientes como lo hacía
antes, diciendo: «Gracias por tu dibujo. Megusta mucho, de veras».
Después de ocurrir mi accidente lo mejor que podía hacer era
inclinarme hacia delante y hablarles. No parece gran cosa, pero para mí
es un detalle importante. Nunca podré volver a agacharme. Tampoco
podré arrodillarme para estar a la altura de un niño porque mis
piernas ya no tienen esa capacidad. Aquí va otro ejemplo: Cuando vaya un
restaurante de comida para llevar y ordeno desde el auto, ya no puedo alcanzar
a tomar el vuelto con el brazo izquierdo. Tengo que voltearme y extender el
brazo derecho. Puede parecer raro, y hay gente que me mira y no lo entiende,
pero no puedo hacer mas que eso.
139
138
90 MINUTOS EN EL CIELO
LA NUEVA NORMALIDAD
Aunque ninguno de estos ejemplos es dramatico son recordatorios de cosas
que damos por sentadas todos los días, que no las pueden quitar para
siempre, de repente, y entonces cambiamos y ya no volveremos a ser como
éramos antes.
Durante el tiempo que estuve en el hospital alguien me dio un artículo
de una revista sobre un joven que había perdido la vista. Pasó
por una etapa de gran amargura y depresión. Escribía que se
sentía tan desmoralizado que un amigo que lo quería lo suficiente
como para decirle la verdad le comentó: «Tendras que dejar
atras esto». Dejé de leer en ese momento y pensé:
Sí, suena como me sentía yo después del accidente. El
artículo contaba que el amigo del joven ciego le dio instrucciones
practicas: -Hazuna lista de todas las cosas que todavía puedes
hacer. -¿Qué clase de lista sera esa? -respondió
enojado el ciego. -Hazlo por mí nada mas. Escríbela si
quieres, pero también puedes grabarla en un casete. Hablo de cosas
simples como: «Puedo oler las flores». Que sea lo mas larga
posible. Cuando hayas terminado la lista, quiero verla u oírla. El ciego
al fin accedió, y enumeró todo lo que podía hacer. No
sé cuanto tiempo transcurrió, pero cuando volvió su
amigo el ciego estaba en paz, sonriendo. -Se te ve mucho mas animado que
la última vez que estuve aquí -dijo el amigo. -Sí, lo
estoy. Y es porque estuve haciendo mi lista. -¿Cuantas cosas hay
en ella? -Hasta ahora, unas mil, mas o menos. -Eso es fantastico.
140
-Algunas cosas son muy simples. Ninguna es grande, pero hay miles de cosas que
puedo seguir haciendo. El ciego había cambiado tanto que su amigo le
preguntó: -Dime qué fue lo que te hizo cambiar. -Decidí
hacer todo lo que puedo. Cuanto mas lo pensaba, tantas menos
limitaciones encontraba. Hay miles de cosas que puedo hacer y las haré
durante el resto de mi vida. Después de leer ese artículo
pensé: Esjusto lo que necesito no lamentarme, llorar y recordar una y
otra vez cómo eran las cosas, o qué tenía y ya no tengo.
Necesito descubrir qué tengo ahora, y no solo para celebrarlo, sino para
reconocer que no soy inútil. Mientras seguía meditando en esta
idea me di cuenta de que tenía mucho mas delo que pensaba. Me
había concentrado tanto en lo que había perdido que olvidaba todo
lo que me había quedado. Y no había visto las oportunidades que
de otro modo quiza nunca hubiera probado. En el artículo el joven
ciego decía algo así como: «No voy a preocuparme por todo
lo que no puedo hacer. Haré aquello que sí puedo hacer
bien». Esas palabras sonaban sencillas. Leí ese artículo en
el momento justo y las palabras me parecieron increíblemente profundas.
Dios me había enviado el mensaje que necesitaba en el momento en que lo
necesitaba. Era uno de esos momentos poderosos que me hacían decir:
«Tengo que seguir con mi vida. Usaré y magnificaré al
maximo lo que tengo». Me queda menos tiempo, pensé, pero a
todos nos sucede lo mismo. Supongo que tengo mayor conciencia del tiempo por
dos razones: Primero, porque perdí una gran porción de mi vida a
causa del accidente. Segundo, porque sé que no nos quedamos por mucho
tiempo en esta tierra. Como dicen tantos himnos antiguos, en realidad somos
como forasteros que estamos de paso. Es algo que todos sabemos
141
90 MINUTOS EN EL CIELO
LA NUEVA NORMALIDAD
a partir de la lectura de la Biblia y otros libros, pero esta nueva conciencia
fue como el sonido de una alarma para mí. Ademas sé que
mis seres queridos me esperan a las puertas del cielo. Algunos días
añoro por volver allí. Pero también sé que tengo
que esperar hasta que Dios me envíe otra vez a eselugar.
Los miembros de la Iglesia Bautista de Sourh Park hicieron la mudanza de mi
familia mientras estaba en el hospital. Habíamos estado viviendo en un
pueblo llamado Friendswood, a unas diez millas de la iglesia. No
habíamos encontrado un lugar mas cerca. Mientras estaba en el
hospital los líderes de la iglesia encontraron una casa, la alquilaron,
empacaron todas nuestras cosas e hicieron la mudanza. Al salir del hospital
entré en una casa que nunca antes había visto. Después de
que se retirara la ambulancia y me pasaran de la camilla a la cama
ortopédica en la sala miré por primera vez lo que sería mi
nuevo hogar. Me adapté pronto porque durante mucho tiempo solo pude ver
la sala, donde estaba mi cama. En algunos aspectos la mudanza a la casa
alquilada fue mas difícil para mi familia que para mí. Yo
percibía parte de los ajustes y los problemas que enfrentaba mi esposa
durante mi enfermedad. Eva casi pierde su empleo porque había pasado
tanto tiempo conmigo que ya había agotado sus licencias por vacaciones,
enfermedad o días de capacitación. Otros maestros le donaron sus
días de licencia por enfermedad para que ella pudiera estar conmigo. Sin
embargo, con el tiempo se acabaron también esas licencias donadas y tuvo
que volver a su puesto de trabajo. Ella era nuestra principal fuente de ingresos.
142
Los colegas de Eva en la Escuela Primaria Robert Louis Stevenson, de Alvin, la
ayudabancorrigiendo, planificando lecciones, cubriendo sus clases cuando ella
venía temprano a verme. Sus compañeros también le daban
regalitos para nuestros hijos de modo que siempre tuvieran algo que esperar.
Ellos los llamaban «cajitas sorpresas». Los maestros también
venían a casa, junto con los miembros de la iglesia, a limpiar y traer
comida. Si no hubiera sido por los maestros y la iglesia Eva hubiera perdido su
empleo y yo también. No obstante, a pesar de toda esa increíble
ayuda, sacrificio y bondad, es un milagro para mí cómo ella y los
niños pudieron sobreponerse a ese semestre de la primavera de 1989. Una
vez cuando Eva preguntó por mi pronóstico a largo plazo la
enfermera le dijo: «Querida, no hace falta que sepas todo eso. Solo eres
una esposa». Para esa enfermera quiza fuera «solo una
esposa», pero Eva se hizo cargo y se desempeño como padre y madre
después del accidente. Siempre me había ocupado de las cuentas,
el banco, el seguro y la mayor parte de los asuntos familiares. Ella no tuvo
mas opción que ocuparse de todo esto, y lo hizo muy bien.
Encontró fuerzas y un nuevo nivel de confianza. Dios le proveyó
sabiduría para ayudarle a ocuparse de los asuntos de la familia.
También aprendió a mantener la calma ante mis quejas y protestas
por mi larga recuperación. La iglesia no dejó de pagarme, pero
sabíamos que tenían derecho a hacerlo porque yo no estaba
trabajando. Nunca hablamos sobre el dinero,pero era una posibilidad que
pendía sobre nuestras cabezas. Cuando la corte halló culpable al
estado de Texas por el accidente, la ley limitó esta responsabilidad a
doscientos cincuenta mil dólares. Todo el dinero se fue en cuentas de
hospital, y un cuarto de millón de dólares se esfumó
delante de nuestras narices.
143
90 MINUTOS EN EL CIELO
LA NUEVA NORMALIDAD
Irónicamente, el fiscal general de Texas defendió al hombre que
conducía el camión que me arrolló porque el acusado era un
preso indigente. Por lo tanto mis impuestos se usaron para defender al estado y
al hombre causante del accidente. ¿No es rara la vida a veces?
Durante los ciento cinco días que pasé en el hospital Eva fue
quien cargó con el peso mayor. No solo tuvo que hacerse cargo de todo en
casa sino que ademas se levantaba a las seis de la mañana todos
los días, hacía lo que podía por arreglar y ordenar, y
luego salía corriendo hacia la escuela. Apenas salía del trabajo
venía a verme y se quedaba a mi lado hasta las diez y media de la noche.
Día tras día la misma rutina estresante. Una de las experiencias
mas difíciles para ella fue la de comprar una camioneta para
reemplazar el auto destrozado. Para entonces yo ya estaba en casa y
podía caminar con el marco de Ilizarov todavía puesto en mi
pierna. Esto significaba que si quería ir a alguna parte necesitaba que
me transportaran en camioneta. No teníamos idea de cuanto
tiempopasaría antes de que pudiera sentarme en un auto común. Eva
no había comprado un auto en su vida, pero no se quejó. Fue a ver
un concesionario, probó una camioneta, eligió una y la trajo a
casa. «Aquí esta nuestra camioneta», dijo. Me
sentí muy orgulloso de ella, y muy agradecido también.
Aprendí a conducir de nuevo en esa camioneta. Un día cuando la
familia la lavaba salí con el Ilizarov puesto todavía. Mientras
caminaba alrededor del vehículo vi que la puerta del lado del conductor
estaba abierta. Calculé que sería un poco
144
difícil, pero yo y mis quince kilogramos de acero inoxidable
podríamos entrar tras el volante. Cuando nadie me veía,
subí, me ubiqué en el asiento y encendí el motor. Todos
quedaron estupefactos. Eva vino y me preguntó: -¿Qué
estas haciendo? -Voy de paseo -le dije sonriendo. -Es que no puedes
-balbuceó sin poder creerlo. Sin embargo, algo me decía que
aunque no había conducido durante casi un año, ya pesar de haber
practicamente muerto en un accidente la última vez que lo hice,
era ahora o nunca. Retrocedí con lentitud y conduje alrededor de la
manzana. No fue un paseo largo, pero marcó un hito mas en mi
recuperación. Todavía me desagradan los camiones de dieciocho
ruedas y los puentes de dos carriles, pero hasta ahora me las arreglo para
llegar adonde quiero ir.
Por supuesto, a Eva le tocaba hacer todas mis citas y ver que llegara al
consultorio del médico dos veces a lasemana. Y debo agregar que yo no
era el paciente mas facil de cuidar. En realidad era
difícil. A medida que mejoraba mi salud me ponía cada vez
mas seco y exigente (aunque no me daba cuenta) y a Eva le causaba mucho
trabajo intentar agradarme, aunque lo hacía muy bien. El hecho es que
era muy infeliz. Muchos de mis problemas se originaban en esa sensación
de inutilidad que me acompañaba todo el tiempo. No podía siquiera
buscarme un vaso de agua. Y aunque hubiera podido servírmelo, no
podría beberlo sin ayuda. Hasta las tareas mas simples me
hacían sentir inútil.
145
90 MINUTOS EN EL CIELO
LA NUEVA NORMALIDAD
Eva muchas veces tuvo que tomar decisiones sin poder consultarme. Hacía
lo mejor que podía. A veces, cuando me contaba lo que había
hecho, enseguida le decía lo que habría hecho en su lugar. Casi
al instante me daba cuenta de que había herido sus sentimientos, pero ya
las palabras habían sido dichas. Me recordaba a mí mismo y a ella
también: «Lo lamento. Estas haciendo todo lo que
puedes». También me recordaba que no importaba cómo hubiera
hecho yo las cosas, el hecho es que no podía hacerlas. Aunque Eva no
hablaba mucho entonces, mas tarde me permitió leer su diario. Una
de las anotaciones era: «Don critica todo lo que hago. Debe estar mejorando».
Eso me resulta triste y gracioso a la vez. Sabía que estaba mejorando
porque comenzaba a tomar decisiones una vez mas. El deseo de estaractivo
para hacer las cosas era la vara con que medía mi recuperación.
Yo parecía querer involucrarme mas y cuestionar lo que
sucedía. Solo deseo haber podido ser mejor paciente para hacerle la vida
mas facil.
La peor parte de mi convalecencia para la familia consistió en que
tuvimos que despegarnos de nuestros tres hijos. No eran huérfanos, pero
vivieron con otra gente durante unos seis meses. Los mellizos fueron a la casa
de los padres de Eva, en Louisiana. Sabía que no estaban contentos por
tener que irse tan lejos. La distancia hacía que se sintieran aislados,
separados, pero pudieron sobrellevarlo bastante bien. Todavía estaban en
la escuela primaria ya esa edad probablemente no sea tan difícil
adaptarse a una escuela distinta. Nicole, que tenía cinco años
mas y en ese momento ya había cumplido trece, se mudó con
la familia de su
146
amiga y pudo permanecer en su escuela. Habría sido mucho mas
traumatico para ella si hubiese tenido que mudarse. El accidente
sucedió en enero y los niños no volvieron a casa para quedarse
hasta el mes de junio. Me sentía muy mal por no poder proveer para
nuestros hijos. Venían a verme los fines de semana cuando estaba en el
hospital, y esto era duro para ellos. Cuando me visitaron por primera vez el
psicólogo fue muy amable con ellos. Los llevó a una
habitación y les mostró un muñeco de tamaño real
con dispositivos similares a los que tenía en el cuerpo. Asíles
explicó lo que verían cuando entraran en mi habitación. Me
alegro que lo hiciera, porque hasta algunos adultos que no tuvieron tal
preparación se mostraron impresionados cuando me vieron por primera vez.
Y en mis condiciones, yo interpretaba su reacción como de horror. Cuando
los niños vinieron a mi habitación por primera vez los tres se
acercaron todo lo posible para poder abrazarme. Me amaban y querían ver
por sí mismos que estaba bien. Por supuesto, estaba apenas sobreviviendo,
pero me hizo mucho bien verlos. El personal no les permitió quedarse
mucho tiempo. y aunque me veía horrible, los chicos me creyeron cuando
les dije que me recuperaría. Cuando salieron, Eva volvió a entrar
en la UCI. No recuerdo esto ni tampoco muchas otras cosas de esos
días. Dice que la miré, cubierto con la mascara de
oxígeno, y dije: «Tenemos los mejores niños del
mundo». Nunca tuve la impresión de que nuestros hijos sintieran
que les faltaba algo, pero sí siento a veces que se perdieron algunas experiencias
con su padre. Cuando al fin salí y pude caminar, recuerdo haber
intentado jugar a la pelota con los chicos, aunque sabía que no
podría dar
147
90 MINUTOS EN EL CIELO
LA NUEVA NORMALIDAD
mas de uno o dos pasos. Si uno de ellos le daba a la pelota y la misma
se iba lejos, no podía ir tras ella. Se sentían muy mal por esto.
Sentí que mis limitaciones les impedían disfrutar del juego,
así que dejamos dejugar. Aunque no lo dijeron, sabía que no querían
verme tratando de correr o arriesgandome a tener una caída a
pesar de que muchas veces sí caí al suelo. Ademas, a ambos
les gusta surfear, y antes del accidente yo iba con ellos. Después que
pude caminar y conducir hubo varias ocasiones en que los subí con sus
tablas en la camioneta y los llevé al golfo, pero no podía hacer
nada con ellos. Solo podía observar. Parecían entender, pero de
todas formas era duro para mí. No dudo que hay cosas que mis hijos
probablemente quisieran hacer, pero nunca las mencionaron para evitar ponerme
en una situación en que tuviera que decidir si iba a lastimarme o no.
Así que siento que a mis hijos les faltaron algunas cosas normales de
los muchachos que van creciendo. Nicole, de niña, tenía ese
«apego por papa». Era nuestra hija mayor. Expresaba sus
sentimientos de manera muy distinta a la de loe, que es un chico muy emocional.
Chris es el mas desenvuelto, aunque es profundamente sensible y no
muestra sus sentimientos con la misma facilidad que su hermano melliw. Mientras
escribía este libro, les pedí a mis hijos que me dijeran
cómo el accidente les afectó a ellos y a la familia, y de
qué manera cambió la percepción que tenían de
mí. Cuando sucedió el accidente en 1989, Nicole tenía
trece años. Esta es su respuesta: El mayor impacto sobre mi vida fue
vivir lejos de mis padres durante varios meses. Viví con la
familiaMauldin, de nuestra iglesia, durante ese tiempo. El accidente me
enseñó a apreciar a mi familia. Me siento muy cerca de todos
ellos porque sé lo afortunada que soy al formar parte de una familia tan
maravillosa.
También siento que puedo ayudar a las personas en situaciones de crisis
porque aprendí desde temprano a usar la oración y a los amigos
para que me ayudaran a pasar por los momentos difíciles. Este incidente
me hizo ver la vida de modo diferente. Desde muy joven, pude ver que la vida es
preciosa y que tenemos que aprovechar cada momento. Siento que nuestra familia
se unió mucho a causa del accidente. También pienso que nos
cuidamos de verdad y que haríamos lo que fuera el uno por el otro. Los
chicos y yo tenemos un vínculo especial que no siempre se ve entre
hermanos y hermanas. El accidente y la recuperación de papa nos
enseñó a estar allí, unidos y dispuestos a ayudarnos.
Mama se hizo mucho mas fuerte e independiente porque papa
ya no podía ocuparse de las cosas como antes. Solo deseo que papa
no tuviera que haber pasado por esto para que la familia se uniera tanto.
Después de sus graves lesiones, vi por primera vez que era una persona
vulnerable. Antes del accidente, me había parecido indestructible. Y a
lo largo de los años, he visto que el accidente le hizo ser
todavía mas fuerte. Quiza haya tenido lesiones
físicas, pero es espiritual y emocionalmente la persona mas
fuerte que conozco. Haberpasado por lo que pasó y seguir siendo un
siervo tan devoto y enamorado de Dios es algo que me asombra. Durante un largo
tiempo, estuve enojada a causa de lo ocurrido, pero maduré y vi que
somos muy afortunados en tenerlo con nosotros todavía y también
en ser tan unidos como familia. Si hubiera muerto en ese accidente no sé
cómo habría sobrellevado los momentos mas duros de mi
vida. Hay algo muy especial en que te aconseje alguien que ha estado en el
cielo, que ha sobrevivido a innumerables cirugías y que ha vivido para
contarlo. Suelo escucharlo con mayor atención ahora.
loe tenía ocho años en el momento del accidente, y esta es su
respuesta:
149
148
90 MINUTOS EN EL CIELO
LA NUEVA NORMALIDAD
Mi primer recuerdo es que vino una maestra amiga de mi madre a buscarnos.
Cuando vi llorar a mama, supe que algo estaba muy mal. Recuerdo haber
ido al hospital para ver a papa. Nos mostraron un muñeco que
representaba tener las mismas lesiones que mi padre para prepararnos y que no
nos asustaramos cuando lo viéramos. En realidad, fue duro ver a
papa así. No nos quedamos mucho, pero para mí fue bueno
porque no me gustaba verlo de esa manera. Chris y yo tuvimos que ir a vivir con
los abuelos en Louisiana. Al principio, me pareció lindo, pero
después empecé a extrañar a mi familia. Estoy en verdad
contento de haber tenido a mi hermano mellizo conmigo. Todos los fines de
semana íbamos de BossierCity a Houston. Eso ya no era novedad para
nosotros al poco tiempo. Lo peor del accidente fue que mientras otros chicos
iban de campamento o a pescar con sus papas, yo nunca viví esas
cosas. Sigo pensando mucho en eso todavía hoy. A veces, me siento un
poco enojado o deprimido, como si me hubieran engañado. Pero, en los
últimos años sí fui de campamento y a pescar con
papa. No sé si sabe lo feliz que me hace esto. A través de
esta experiencia vi cuanta gente se preocupaba por mi familia y nos
amaba. Si no hubiéramos tenido a Dios en nuestra vida no sé
cómo hubiéramos sobrellevado todo.
y he aquí la respuesta de Chris:
Cuando tienes ocho años, tu padre es un superhéroe. Es
invencible. Cuando me enteré del accidente de papa no
pensé que era tan grave como luego supe que era. Mama estaba muy
mal cuando me dijo lo que había pasado, y no podía ocultar sus
lagrimas. Pero papa era fuerte y nunca lo había visto
llorar. Hasta cuando lo vi rodeado de monitores en la DCI, con la
mascara de oxígeno e incapaz de hablar, esperaba que volviera a
casa en una semana.
150
No estuve allí para la mayor parte de las cirugías. Fui a vivir
con los abuelos a los pocos días del accidente y veía a
papa solo los fines de semana. En esos breves encuentros comencé
a entender lo mucho que sufría tanto en cuerpo como en espíritu.
Me fascinaron los aparatos de metal en su brazo izquierdo y su pierna, pero
sabía que le causabanun inmenso dolor. Se veía tan agotado como
si acabara de despertar, o como si nunca pudiera dormir de veras. A veces, me
daba la impresión de que no quería que yo ni nadie
estuviéramos en la habitación. Aunque entendía poco lo que
era la depresión, sabía que la estaba padeciendo. Lo primero que
hacía cada vez que lo visitaba era acercarme despacio y abrazarlo. Con
mucha suavidad. Por primera vez en mi vida me parecía fragil.
Cuando volvió a casa del hospital continué con la misma rutina:
volver de la escuela y abrazar a papa. Esto era tanto para consolarme
como para reconfortarlo. Espero que haya servido. A medida que mi hermano Joe y
yo crecíamos la recuperación de papa iba progresando y nos
interesamos mas en los deportes y la vida al aire libre. Papa se
esforzaba por unírsenos. Recuerdo haberme sentido terrible cuando tiraba
la pelota demasiado lejos como para que la alcanzara. Tropezaba y a veces se
caía. Debí tragarme mis lagrimas varias veces. Y estoy
seguro de que él lo hacía también. Sin embargo, desde el
punto de vista emocional, papa en todo momento estuvo allí para
mí. Siempre ha tenido un interés vital por lo que hacen sus
hijos. Después de todo, creo que hacemos que su regreso del cielo valga
la pena en ciertos aspectos. La familia se unió mucho como resultado del
accidente de papa. Mama empezó a ser quien tomaba las
decisiones y nos disciplinaba durante su recuperación. Yo hice todo
loposible por ser el hombre de la casa. En realidad, a veces era un fastidioso,
pero luego maduré. Aprendí a apoyarme en los demas,
151
90 MINUTOS EN EL CIELO
LA NUEVA NORMALIDAD
así como ellos se apoyaban en mí. Nicole intentaba ser como una
madre para Joe y para mí. Papa sufrió de depresión
durante años después del accidente y todavía hasta
cierto punto le afecta. Quiza la tuviera desde antes de la tragedia,
pero, si es así nunca me di cuenta. Él es muy independiente y
casi nunca permite que su familia pueda entrar a sus rincones mas
oscuros. Creo que yo soy igual.
Esta es la respuesta de Eva a cómo cambió su percepción de
mí:
Me sorprendió mucho la falta de determinación de Don durante los
primeros días después del accidente. Siempre había sido un
luchador, alguien que buscaba de continuo superarse y lograr que los
demas se superaran. Cuando no intentaba respirar era casi como si no lo
conociera. La depresión tenía también un nuevo aspecto.
Aprendí a reconocer las señales de que habría «malos
momentos». Es mas difícil cuando el dolor es mas
agudo, porque él no dormía y se tensaba cada vez mas. A lo
largo de los años, aprendí que si dejo a Don tranquilo a la larga
puede equilibrarse mejor. Cuando quería decirle algo que tenía
que saber pero que no le gustaría, me mordía la lengua aunque
en varias ocasiones no lo logré. Hoy no pienso en él como en
alguien discapacitado, aunque sé quelo es y siempre lo sera. Don
avanza a tal paso que me cuesta recordar su dolor y limitaciones. Mi esposo es
en verdad alguien notable.
Es posible que mis hijos tuvieran mas confianza que yo en mi
recuperación. Nunca me vieron en terapia, agonizando o vomitando porque
me sentía muy mal, ni me vieron cuando intentaba levantarme demasiado
rapido. En lo posible, intentabamos
152
aislarlos. Eva sí me vio en mis peores momentos, pero protegió a
los niños todo lo posible. Aunque no lo admitan, es probable que hayan
sentido una «falta de papa» en cierto momento de su vida, en
especial los mellizos. Debido a que tenían ocho años no pude
estar allí en un momento importante de su desarrollo, para ayudarles a
aprender cosas como jugar en equipo o ir de campamento. Al mirar en
retrospectiva creo que el accidente afectó mas que a nadie a mis
padres. En realidad, estaban devastados. Soy el mayor de tres hermanos y
siempre habíamos sido muy sanos. Luego, de repente, cuando cumplí
treinta y ocho años ocurrió algo en lo que no me podían
ayudar, y esto les rompió el corazón. Durante mucho tiempo
pensaron que quiza muriera. Mi papa era militar de carrera y mi
mama tuvo que aprender a ocuparse de casi todo. Pero cuando vinieron a
verme en la primera semana de mi hospitalización mama se
desmayó. Papa la atajó y la ayudó a salir de la
habitación. No estaba preparada para verme en un estado tan lamentable.
Estoy segurode que nadie lo habría estado. Todavía hoy no
sé si mi madre se ha recuperado del todo después de mi accidente.
Pero hay dos recuerdos entre muchas memorias maravillosas de la devoción
de mis padres hacia mí. Primero, durante el verano que siguió al
accidente, como si Eva no tuviera suficiente de qué preocuparse
decidió ir con los jóvenes de South Park al campamento de verano.
Esa tendría que haber sido mi tarea si hubiese estado sano. Pero Eva la
tomó con buen animo y entusiasmo. Esto significaba que alguien
tendría que quedarse conmigo mientras ella estaba ausente. Mi madre
accedió con todo gusto. Así que llegó la semana del
campamento de los jóvenes y Eva me dejó con mama. Todos
los
153
90 MINUTOS EN EL CIELO
LA NUEVA NORMALIDAD
días mi madre me preparaba la comida, y yo estaba feliz de tenerla
conmigo. Pero sí le temía a las cosas cotidianas, como que mi
madre tuviera que vaciar mis orinales o la cuña. Ahora, sé que
ella me había cambiado los pañales cuando era bebé, pero
había pasado ya mucho tiempo desde la época de echarme talco.
Recuerdo que la primera vez que tuve que dar de cuerpo y le pedí la
cuña a mi madre ella actuó como si fuera lo mas natural
del mundo. Cuando terminé me daba mucha vergüenza avisarle. Me
ahorró la incomodidad al preguntarme si había terminado. Yo
asentí nada mas. Llevó la cuña al baño y
luego oí uno de los sonidos mas raros e inesperados.
Después queentrara al baño y comenzara a limpiar la cuña,
la oí cantar. A pesar de esta tarea, la mas humillante que pueda
realizar un ser humano por otro, cantaba mientras limpiaba la cuña. Era
como si toda su maternidad estuviera contenida en ese momento. Estaba haciendo
otra vez por su hijo algo que él no podía hacer por sí
mismo, y se sentía feliz y plena. Atesoraré ese recuerdo porque
define la devoción que solo puede tener una madre. Segundo, recuerdo un
momento a solas con mi padre, igual de potente y dramatico. Un
día, después de otro viaje de mas de cuatrocientos
kilómetros para verme durante unas pocas horas en Sto Lukes, mis padres
se preparaban para su viaje de regreso a Bossier City. Por alguna razón
que no recuerdo mama había salido de la habitación. A
solas, papa se acercó a mi cama y tomó mi mano derecha, mi
único miembro sano, en su mano de anciano. Se inclinó y me dijo
con gran emoción y absoluta sinceridad: «Daría lo que fuera
por cambiar de lugar contigo y pasar yo por esto». Ese es mi papa,
y mas que en cualquier otro momento supe cuanto me amaba.
Mi médico me ha dicho muchas veces: «Todo lo que hicimos fue lo
mejor que pudimos hacer. No cuentes con que podras vivir una vida larga
y productiva. A causa de la artritis y muchas otras complicaciones que
vendran tendras una batalla cada vez mas dura para poder
mantener la movilidad que tienes hoy». Sabía de qué
hablaba. Han pasado quince años desdeel accidente. Ya siento que hay
señales de artritis. Los cambios de tiempo me afectan. Me canso
mas pronto. Puede ser en parte a causa de la edad, pero pienso que esto
refleja el hecho de que tengo que usar mis piernas y rodillas no como Dios lo
designó sino como puedo. Aun hoy, mi rodilla derecha se hiperextiende,
de modo que si alguien viene por atras y me palmea la espalda sin que lo
espere, tengo que atajarme porque si no me voy hacia delante. No puedo trabar
la rodilla para mantener el equilibrio y no caer. He intentado minimizar esto
diciendo: «He caído en algunos de los mejores lugares de
Texas» o «Estoy pensando en mandar a hacer algunas placas que
digan: 'Don se cayó aquí''». Una vez, dirigí
una conferencia al aire libre en las colinas de Texas. El suelo era disparejo y
yo avanzaba, pero de repente caí. No me lastimé, pero el primer
día caí tres veces. A pesar de todo lo que me hicieron una de mis
piernas es casi tres centímetros mas corta que la otra. Esto hace
que mi columna se curve. La columna esta comenzando a mostrar desgaste,
y también las articulaciones de las caderas. Mi codo izquierdo
quedó tan destrozado que no puedo enderezar el brazo. Aunque los
médicos hicieron todo lo que pudieron, incluyendo varias operaciones, el
codo estaba fracturado por dentro, y cuando lo unieron no pudo volver a
extenderse. Según dice el médico «es una
articulación muy quisquillosa».
155
154
90MINUTOS EN EL CIELO
Una lesión como esta, según señala el doctor, no perdona.
Una vez que el codo se destruye es difícil reconstruirlo. Esto forma
parte de mi nueva normalidad.
Una vez, luego de visitar su consultorio, el Dr. Tom Greider me invitó a
su oficina privada. A pesar de que estaba muy ocupado sentía que su
interés por mí era genuino, y hablamos de muchas cosas. Por
capricho le pregunté: -Tom, ¿qué tan mal estaba cuando me
trajeron esa noche del accidente? Ni siquiera pestañeó. -He visto
casos peores --dijo haciendo una pausa e inclinandose luego hacia
delante para añadir-, pero ninguno sobreVIVlO.
15 TOCAR VIDAS
Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre
misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas
nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos
recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren.
2 CORINTIOS 1 :3-4
.. ,
He tenido que encontrar la forma de hacer las cosas como no las hacía
antes. Sin embargo, estoy vivo, y tengo la intención de servir a
Jesucristo mientras viva. Pero ya sé qué hay delante de , , mI,
esperandome. Estoy listo para dejar esta tierra en cualquier momento.
A
veces, sigo preguntandole a Dios por qué no me permitió quedarme
en el cielo. No tengo respuesta para esa pregunta. Sin embargo, he aprendido
que Dios trae personas a mi vida que me necesitan o queprecisan oír mi
mensaje, dandome la oportunidad de tocar sus vidas. Una de las primeras
veces que fui capaz de ministrar a alguien como resultado de mi accidente fue
cuando me invitaron a predicar en una iglesia grande. Me invitaron en
específico para que hablara de mi viaje al cielo. Una mujer que estaba
sentada a mi
156
157
90 MINUTOS EN EL CIELO
TOCAR VIDAS
izquierda, en las primeras filas, comenzó a llorar al poco tiempo de que
empezara a hablar. Podía ver las lagrimas que rodaban por sus
mejillas. Apenas terminamos la reunión se acercó y me tomó
de la mano. -Mi madre murió la semana pasada. -Lamento mucho su pérdida.
-No, no. Es que usted no entiende. Dios la envió aquí esta noche.
Necesitaba este tipo de reafirmación. No es que no creyera. Sí
creo, pero mi corazón ha estado muy apenado por esto. Me siento mucho
mejor. Sé que ella esta en un mejor lugar. Oh, reverendo Piper,
necesitaba oír eso esta noche. Antes de que pudiera decir algo, me
abrazó y agregó: -Dios también me envió a mí
aca esta noche porque necesitaba esta reafirmación. No es que no
creyera o no supiera, porque soy creyente y mi madre también lo era,
pero necesitaba oír esas palabras esta noche. Necesitaba oír del
cielo de alguien que hubiera estado allí. Por lo que recuerdo, fue la
primera persona que me habló de ese modo, pero no la última. He
oído este tipo de respuesta cientos de veces. Sigue asombrandome
que puedaser una bendición para tantos con solo contar mi experiencia.
Para quienes ya creen mi testimonio ha sido de reafirmación. Para los
escépticos, los ayudó a ser mas asequibles y a pensar en Dios
con mayor seriedad.
Dawson McAllister, un gran predicador de la juventud, iba a hablar. Es tan
popular que llena iglesias. Como sucede cuando uno trabaja con adolescentes,
salimos tarde de la Iglesia de South Park. No dije nada, pero me sentía
muy irritado por la demora. Había querido llegar temprano porque
sabía que estarían ocupados los mejores asientos si no
llegabamos al menos una hora antes del inicio de la reunión.
Intenté que no se notara, pero me sentía muy molesto para cuando
llegamos a la Primera Iglesia Bautista de Houston. Al entrar en el enorme
edificio vimos -como esperaba- que estaban ocupados todos los asientos de la
planta baja. Tendríamos que subir las escaleras. Protesté en mi
interior ante la idea de tener que caminar mas. Aunque tenía
movilidad, las muletas presionaban mis axilas y los arneses me cansaban mucho.
Y para empeorar las cosas, el ascensor no funcionaba. Si esa persona no hubiese
llegado tarde, pensaba yo todo el tiempo, no tendría ahora que subir las
escaleras con
tanta dificultad. y no era solo el asunto de las escaleras, sino que el
auditorio
estaba tan repleto que solamente quedaban lugares en las últimas filas.
Nuestros jóvenes, por supuesto, subieron corriendo yprometieron
guardarme un lugar. Conté ciento cincuenta escalones mientras
subía penosamente. Cuando llegué por fin arriba estaba agotado.
Apenas pude subir los últimos escalones y cruzar hasta el asiento que me
habían guardado. Antes de sentarme -lo que también me
exigía un enorme esfuerzo-- descansé apoyandome en la
pared. Mientras recuperaba el aliento me pregunté: ¿Qué es
lo que estoy haciendo aquí? Podría haber conseguido que otros
adultos llevaran a los jóvenes, pero en realidad quería estar con
ellos. Anhelaba sentirme
Dos años después del accidente, cuando todavía usaba
muletas y llevaba arneses, llevé a un grupo de jóvenes de nuestra
iglesia a una conferencia en la Primera Iglesia Bautista de Houston.
158
159
90 MINUTOS EN EL CIELO
TOCAR VIDAS
útil otra vez. También sabía que sería un evento
emocionante para ellos y deseaba formar parte de él. Las risas y las
voces llenaban el lugar. Los jóvenes estaban listos para ser bendecidos
y enfrentar el desafío, pero en ese momento no pensé en ellos ni
en lo mucho que aprovecharían la reunión. Solo podía pensar
en mi agotamiento. En ese momento, me sobrecogió la
autocompasión. Seguía apoyado contra la pared y recorrí el
auditorio con la mirada. A dos secciones de la mía vi a un adolescente
en silla de ruedas. Estaba sentado con la cabeza apoyada en las manos, dandome
la espalda. Mientras lo miraba, supe que tenía que acercarme para
hablarle.De repente no pensé en mis actos y olvidé mi cansanclO.
Apoyé mis muletas contra la pared y luego, lenta y dolorosamente,
crucé hasta su sección y bajé las escaleras. Era un
muchacho grande, buen mozo, de unos dieciséis años quiza.
Llevaba puesto un marco Ilizarov, el cual yo no había podido ver desde
donde estaba antes. Mi cansancio se esfumó, junto con mi ira y
autocompasión. Era como si me viese a mí mismo en esa silla de
ruedas y volviera a sentir todo el dolor de esos días. No estaba mirando
hacia mí cuando apoyé mi mano en su hombro. Giró la cabeza
y me miró, como enojado. -¿Duele mucho, verdad? -pregunté.
Me miró como diciendo: ¿Es usted tonto? Pero dijo: -Sí.
Duele muchísimo. -Lo sé -le palmeé el hombro-o
Créeme que lo sé. Abrió los ojos con atención.
-¿Lo sabe? -Sí. También me pusieron uno de esos aparatos.
-Es horrible.
-Sí. Lo sé. Es horrible. Durante once meses tuve uno de esos
dispositivos en mi pierna izquierda. -Nadie lo entiende -dijo con tono
quejumbroso. -No pueden. No es algo de lo que puedas hablar para que entiendan
cuanto te duele. Por primera vez, vi algo en sus ojos. Quiza
fuera una esperanza o una sensación de paz porque al fin había
encontrado a alguien que sabía lo que le estaba pasando. Nos habíamos
conectados, y sentí que era un privilegio estar de pie junto a
él. -Me llamo Don -le dije-o Y acabas de conocer a alguien que entiende
el dolor y la desazón por la que estaspasando. Me miró
fijo y luego se le humedecieron los ojos: -No sé si podré con
esto. -Podras. Confía en lo que te digo. Lo lograras.
-Quiza -respondió. -¿Qué te pasó? -me
había dado cuenta de que no era por cirugía voluntaria que lo
tenía. -Tuve un accidente esquiando. Noté que llevaba puesta una
chaqueta de cuero. -¿Juegas al fútbol? -le pregunté.
-Sí, señor. Le conté de modo breve sobre mi accidente y
él también me contó lo que le había pasado. -Te
diré algo -le dije-o Un día volveras a caminar. Su rostro
expresaba escepticismo. -Quiza no puedas jugar al fútbol, pero
sí caminaras -le di mi tarjeta-o Ahí esta mi
número, puedes llamarme cuando sea, de día o de noche, las
veinticuatro horas del día. Tomó la tarjeta y la miró
durante un rato.
160
161
90 MINUTOS EN EL CIELO
TOCAR VIDAS
-Tengo que volver con mi grupo -dije y le señalé dónde
estabamos-o Quiero que me observes. Y mientras observas cómo
camino, quiero que sepas que un día también tú
caminaras -reí-o Y apuesto a que caminaras mucho mejor que
yo. Entonces, extendió el brazo y me abrazó. Me sostuvo con
fuerza durante un largo rato. Podía sentir su respiración
entrecortada a causa del llanto que intentaba contener. Finalmente me
soltó y murmuró un agradecimiento. -Acabas de encontrar a alguien
que entiende -dije-o Llamame, por favor. Ese muchacho necesitaba a
alguien que lo entendiera. No sé si tenía mucho para ofrecerle,
pero sítenía mi experiencia y podía hablarle sobre el
dolor. Si no lo hubiera vivido en carne propia le habría dicho nada
mas: «Espero que te sientas mejor. Ya estaras bien»,
que son las palabras bien intencionadas que la gente suele usar. Cuando
llegué a la fila de arriba de asientos, estaba sudando a causa del
esfuerzo, pero no me importó. Me volví. Todavía me estaba
mirando. Sonreí y lo saludé con la mano y él
contestó el saludo. Ya no había desazón y desesperanza en
la expresión de su rostro. En los siguientes seis meses me llamó
tres veces. Dos fueron solo para conversar y una fue tarde por la noche cuando
se sentía en realidad desalentado. Fueron llamadas telefónicas
que siempre atesoraré en mi memoria, de un peregrino en dificultades a
otro.
Una vez, la estación de televisión de Houston me invitó a
hablar en un programa en vivo. Mientras esperaba en la sala, el
productor vino y comenzó a explicarme cómo funcionaba el programa
y cuales serían algunas de las preguntas que podría
esperar. -Esta bien -dije-o ¿Qué otros invitados hay en el
programa? -Usted. -Un momento. ¿Ya a hacer un programa de una hora y soy
el único invitado? -Así es. Me pregunté de qué
hablaría durante una hora. Eran mis primeros tiempos en la
recuperación y en ese momento no tenía idea del interés
que pudiera tener la gente en mi historia. Ya me habían quitado el
Ilizarov, pero llevaba arneses en las piernas y caminaba conmuletas.
Había traído fotografías que me tomaron en el hospital,
las cuales televisaron. También había traído el marco de
Ilizarov. Cuando comenzó la entrevista conté mi historia y luego
el conductor me hizo preguntas. La hora transcurrió rapido.
Mientras seguíamos en vivo una mujer llamó al canal e
insistió: -Necesito hablar con el reverendo Piper de inmediato. No
podían interrumpir el programa, pero apenas terminó alguien me
entregó un papel con el número de teléfono de la mujer. La
llamé. -Tiene que hablar con mi hermano -dijo. -¿Cual es
su problema? -Estuvo en una pelea en un bar, y un hombre sacó una
pistola y le destrozó la pierna de un disparo. Lleva puesta una de esas
cosas que tenía usted. -Por supuesto que hablaré con él
-respondí-o ¿Dónde esta?
162
163
90 MINUTOS EN EL CIELO
TOCAR VIDAS
-Esta en cama, en su casa. -Deme la dirección e iré. -Oh,
no. No puede ir allí. Esta enojado y muy mal. Y es violento. No
hablara con nadie que vaya a verlo --explicó y me dio su
número telefónico-o Por favor, llamelo, pero esta
tan mal ahora que seguro lo insultara. Luego añadió: - y
quiza cuelgue. Pero inténtelo, por favor. Apenas llegué a
casa, llamé a su hermano y me presenté. Antes de que hubiera
dicho mas de tres oraciones el hombre hizo lo que había predicho
su hermana. Me gritó. A voz en cuello pronunció todos los
insultos que haya oído en mi vida, y los repitió varias veces.
Luego, hizouna pausa y dije con suavidad: -Yo también tenía
puesto en la pierna uno de esos aparatos, el fijador. El hombre
permaneció callado durante unos segundos, por lo que
añadí: -Tenía puesto en la pierna izquierda un marco de
Ilizarov. Sé lo que esta pasando y lo que sufre. -Vaya, hombre.
Esto me esta matando. Me duele todo el tiempo. Es que -y ahí
empezó otra vez como si no me hubiera oído, diciendo montones de
palabrotas. Cuando hizo otra pausa comenté: -Entiendo lo que se siente
al tener uno de esos. -¿Ya no lo tiene? -No. Al fin me lo quitaron. Si
cumple con lo que le dicen que haga, también le quitaran el suyo
-no parecía mucho, pero era lo único que podía decirle.
-Si tuviera las herramientas me lo quitaría yo mismo ahora. -Si se lo
quita, sería igual a amputarse la pierna, porque eso es lo único
que la esta manteniendo entera.
164
-No lo sé, pero me esta matando. No puedo dormir -y empezó
a decirme lo mal que estaba y cuanto odiaba todo. Entonces se me
ocurrió algo, y lo interrumpí. -¿Cómo se ve su
pierna? ¿Se siente caliente donde estan los orificios?
¿Esta toda del mismo color? ¿Hay orificios que duelen
mas que otros? -Sí, eso es. Uno de ellos en especial, hombre. Ese
me duele muchísimo. -¿Esta con usted su hermana
todavía? Cuando dijo que sí, le ordené: -Póngala al
teléfono. No discutió y la hermana tomó el auricular.
-Gracias -dijo-, aprecio en realidad -Escúcheme -la
interrumpí-o Quieroque llame a una ambulancia ahora mismo. Lleve a su
hermano al hospital lo antes posible. Tiene una infección en esa pierna.
Si no va ahora mismo perdera la pierna -¿Eso cree? -Le digo que
tiene todos los síntomas. Es probable que tenga fiebre también. ¿Le
ha tomado la temperatura? -Sí, es cierto. Tiene fiebre. -Llévelo
al hospital de inmediato. Y llameme después. Me llamó al
día siguiente. -¡Vaya, usted tenía razón! Tiene una
infección y estaba muy mal. Le dieron muchos antibióticos.
Dijeron que llegó justo a tiempo, y ya hoy se siente mejor. -Supongo que
esta todavía en la unidad de aislamiento -comenté. Cuando
su hermana lo confirmó, agregué: -Iré a verlo.
165
90 MINUTOS EN EL CIELO
TOCAR VIDAS
Como ministro tenía permitido entrar a verlo. Fui al hospital,
hablé con él y luego oramos. Con el tiempo ese joven
encontró a Jesucristo. Si yo no hubiera estado en ese programa de
televisión y su hermana no lo hubiese visto, quiza el hombre
habría perdido no solo la pierna, pues existía una gran
probabilidad de que perdiera también la vida. Dios no me usó solo
para salvar la vida física del joven sino que fui el instrumento de su
salvación. Esa fue una instancia mas en mi creciente
compresión de que Dios todavía tiene cosas para que yo haga
aquí en la tierra. Pude reconocer de inmediato el problema porque me
había sucedido mientras estaba en el hospital. Había tenido una
infección y muchodolor. Pensé que era parte del dolor esperable.
Pero una enfermera descubrió que tenía una infección en
uno de los orificios por donde pasaban las varillas. Recordé entonces
cómo unos días antes una de las enfermeras, al parecer,
había contaminado este orificio. Era una persona de aspecto duro y seco,
y nunca mostraba compasión como lo hacían las demas.
Venía, cumplía con su tarea, pero parecía resentirse por
el hecho de tener que trabajar conmigo. Ellas usaban hisopos de algodón,
y se les había instruido a utilizar uno nuevo para limpiar cada
orificio. En ese momento observé que esta enfermera no lo hacía,
quiza para ahorrar tiempo. En el instante, no pensé en nada, pero
cuando supe que tenía una infección me di cuenta de que mi
sufrimiento había sido aumentado a causa de su pereza. Cuando
descubrieron la infección y mi elevada temperatura, me llevaron a la
unidad de aislamiento donde permanecí durante dos semanas. Mientras
estuve allí nadie pudo visitarme.
Eva se quejó y le dijo al médico lo que había sucedido.
Nunca volví a ver a esa enfermera, por lo que no sé si la
despidieron o la transfirieron.
Aunque me gusta hablar en público hay pocas cosas que me produzcen mayor
excitación que hablar en mi alma mater, la Universidad de Louisiana
(LSU, por sus siglas en inglés). Conocí a mi esposa en la LSU, y
dos de nuestros tres hijos también estudiaron allí. Una de las
organizaciones del campus dondehablé en diversas ocasiones es el
Ministerio Bautista Universitario (BCM, por sus siglas en inglés).
Mientras Nicole estudiaba en la LSU y servía en ese grupo me invitaron a
hablar en el BCM. Al saber que mi hija estaría en el auditorio, me
sentí mas entusiasmado y contento. Entre las diversas actividades
de campus auspiciadas por el BCM estaba la noche del jueves con el servicio de
alabanza y adoración llamado TNT. El comité me pidió que
les hablara de mi accidente. Los estudiantes promocionaron mi charla por todo
el campus con el eslogan: «El muerto que habla». Como vino tanta
gente, tuvieron que programar dos servicios, uno a continuación del
otro. Mientras hablaba, el público parecía hipnotizado por la
historia de un hombre que murió y volvió a la vida. Hablé
del cielo, de la oración respondida, de los milagros. Les hablé
de cuando canté «Oh, qué amigo nos es Cristo» en el
auto con Dick Onerecker. Al final de cada servicio, la banda de alabanza
tocó el estribillo de ese himno tan bello. Yo no sabía que lo
harían. Y aunque
166
167
90 MINUTOS EN EL CIELO
TOCAR VIDAS
no tengo dudas de que les guió el Espíritu, este himno sigue
siendo una canción difícil de oír o cantar para mí.
Después, un gran grupo de estudiantes se quedó para formular
preguntas. Entre ellos había un estudiante afroamericano llamado Walter
Foster. Preguntó muchas cosas, y también se quedó para
escuchar lo que preguntabanotros. Cuando salí del auditorio Walter me
siguió. Aunque no me importaba, sentía que me perseguía
con obstinada determinación, como si quisiera cada vez mas
detalles del cielo o de mi experiencia. Unos meses mas tarde Nicole me
llamó: -¿Recuerdas a Walter Foster? -su voz se quebró y
comenzó a llorar. Cuando le dije que sí lo recordaba, me dijo:
-Él murió. Tuvo un infarto. ¡Así de la nada! Se
fue. Al parecer, Walter sabía que sufría del corazón y
estaba bajo tratamiento médico. Todos suponían que estaba sano.
Yes obvio que su muerte tuvo gran impacto en todos los estudiantes que lo
conocían. -Se supone que un estudiante de veinte años no puede
morir -dijo uno de sus amigos. Después de colgar el auricular del
teléfono recordé el día en que había conocido a
Walter. Me pregunto si tendría una premonición de su propia
muerte. El hecho de que me siguiera todo el tiempo allí en la LSU y de
que me hiciera tantas preguntas sobre el cielo me hizo pensar. Sus preguntas
transmitían mas que mera curiosidad. Quiza, pensé,
en ese momento Dios lo estaba preparando para su viaje a casa. Su repentina
muerte fue devastadora para sus amigos, sobre todo para los que participaban
del Ministerio Bautista Universitario. Eran un grupo muy unido, y lloraban la
pérdida
de un amigo. La noche siguiente a la de su muerte se reunieron en el edificio
del BCM, el lugar que Walter mas amaba. Durante la emotiva
reunión de esanoche algunos de sus amigos hablaron de lo mucho que
había significado para Walter el relato de mi experiencia en el cielo.
Muchos expresaron que había mostrado entusiasmo por lo que oyó. Y
que había hablado de ello durante vatios días. Uno de sus
compañeros comentó: «Walter me dijo muchas veces ese
día en que estuvo aquí el reverendo Piper: 'Un día yo
también estaré en el cielo'». Mis ocupaciones en la
iglesia me impidieron ir al servicio en memoria de Walter en la Primera Iglesia
Bautista de Baton Rouge. Nicole representó a nuestra familia y nos dijo
esa noche cómo había sido la celebración de la vida de
Walter. Dos pedidos especiales de sus amigos eran que el predicador compartiera
el mensaje del evangelio y que alguien cantara una canción en
particular. Por supuesto que era «Oh, qué amigo nos es
Cristo». Todos conocieron del importante significado que ese himno
tenía para Walter. Nicole, graduada en música en la LSU y
excelente solista, cantó la canción ante los allegados reunidos.
Todos respondieron con gran tristeza y gloriosa esperanza. Hubo muchas
lagrimas y también sonrisas llenas de paz. Después del
servicio, algunos se quedaron para hablar de la inconmovible fe de Walter en el
cielo y de cómo esto les consolaba y alentaba. Otra de las cosas bellas
que resultaron de mi testimonio en el BCM y de la posterior muerte de Walter
fue la construcción y dedicación de un jardín de
oración en el BCM de laLSU. Eso me parece apropiado, porque cada vez que
cuento mi historia
168
169
90 MINUTOS EN EL CIELO
TOCAR VIDAS
destaco la enorme importancia de la oración. Después de todo,
estoy vivo a causa de la oración respondida. Como muchos otros cuyas
vidas se han entrecruzado divinamente con la mía desde mi accidente y
regreso desde el cielo, Walter representa a aquellos que estaran
esperandome la próxima vez que Dios me llame para ir a mi hogar.
El primer marido de Sue Payle murió de cancer. Su larga
agonía la dejó agotada. Ella suponía que viviría
como viuda el resto de su vida. Pero su vecino Charles, también sin
esposa, cambió esa situación. No solo eran vecinos, sino que al
compartir la sensación de pérdida se hicieron buenos amigos.
Mientras pasaba el tiempo parecían satisfacer mutuamente sus necesidades
de una manera en que solo los que han querido y perdido al ser amado pueden
entender. Esa amistad dio lugar al amor, y con cautela pensaron en la
posibilidad de casarse. Sue tenía serias reservas en cuanto a casarse
con Charles porque él provenía de lo que ella llamaba un barrio
duro de gente de trabajo. Tenía una historia de alcoholismo, y ella
explicó: «No puedo vivir con algo así». Sin embargo,
a medida que su historia de amor crecía, Sue impuso una única
condición para el casamiento: «No me casaré con un hombre
que se emborracha». Charles no solo dejó de emborracharse, sino
quedejó de beber alcohol por completo. Ahora podían hablar de
matrimonio. Un día, estaban hablando de la muerte de sus respectivos
cónyuges, ambos fallecidos a causa del cancer. «Si alguna
vez me diagnostican cancer, me suicido», dijo él.
Sabía que no solo
sufría la persona enferma sino también sus seres queridos.
«No podría someter a nadie a tal agonía». Se casaron
y tuvieron un buen matrimonio, y Charles nunca volvió a beber. Sue ya
era activa en nuestra iglesia, pero después de la boda Charles se le
sumó como miembro activo. Sin embargo, un día, recibieron el
diagnóstico tan temido: él tenía cancer. Ahora
tenía que enfrentar ese terror tan profundo en su interior. Temía
que este diagnóstico sometiera a Sue a otra terrible angustia, como
había sucedido antes. También sentía miedo después
de que recibió el diagnóstico porque la noticia le hizo enfrentar
su propia mortalidad: «Estoy aterrado ante la idea de morir»,
confesó. Aunque Charles era miembro de la iglesia y decía que
creía, era una de esas personas que dudaban de su salvación. Sue
le aseguraba que aunque ella intentara ayudarle a pasar esta crisis le
preocupaba su falta de reafirmación en cuanto a su salvación.
Había oído mi testimonio del cielo en varias ocasiones y lo
había transmitido a otros también. -¿Podrías hablar
con Charles? -me preguntó un día-o Necesita oír tu
testimonio personalmente. Para entonces, yo era ya el único ministro
adultode la Primera Iglesia Bautista de Pasadera, donde estoy ahora. Sue y yo
habíamos trabajado juntos varias veces en diversos proyectos. -Por
favor, habla con él de la salvación, pero también
cuéntale de la vida después de la muerte. Creo que una charla de
hombre a hombre le haría mucho bien a Charles. Por supuesto que yo
conocía a Charles, y sospechaba que a causa de su pasado creía
que no era lo suficiente bueno para Dios. Dije que hablaría con
él.
170
171
90 MINUTOS EN EL CIELO
TOCAR VIDAS
Charles y yo nos llevabamos bien. Era un hombre muy bueno y resultaba
facil relacionarse con él. Me propuse visitarlo con regularidad.
Cada vez que llegaba, Sue se excusaba y salía de la habitación
hasta que me disponía a retirarme. Aun mientras se deterioraba su salud,
Charles jamas mostró enojo o depresión en forma alguna.
Hablabamos de lo difícil que era depender de los demas
para las funciones mas íntimas, como usar los orinales, tomar un
baño y otras cosas por el estilo. y mientras hablaba de su vida era
obvio que su experiencia con Dios era auténtica. Aunque como suele
suceder, durante muchos años antes de que se casara con Sue simplemente
no había sido un fiel seguidor de Cristo. Varias veces le recordé
los versículos de la Biblia que prometen el cielo como destino supremo
para todos los creyentes. -Lo sé, lo sé -dijo-o Antes de ser
salvo sabía que no iría al cielo. Iría al infierno.
Ahoraquiero estar seguro de ir al cielo. Mi descripción del cielo lo
alentó. -Sí, sí. Eso es lo que quiero -dijo. Durante una
de mis visitas, mientras hablaba sonrió y comentó: -Estoy listo.
Estoy en paz. Al fin, sé que iré al cielo. En mis últimas
dos visitas Charles me dijo: -Cuéntamelo otra vez. Cuéntame una
vez mas cómo es el cielo. Se lo volví a contar aunque ya
lo había oído todo. Era como si su seguridad aumentara cada vez
que le hablaba del cielo. Poco antes de que muriera Sue puso a Charles en un
internado del Centro Médico Houston, a metros de donde yo había
estado hospitalizado durante tanto tiempo. El último día de su
vida aquí en la tierra Charles le dijo a Sue:
-Voy a estar bien. Dejaré el dolor para ir a la paz. Algún
día, volveremos a estar juntos. Cuando Sue me llamó y me lo
contó, agregó: -Murió sin sentir miedo en lo absoluto. La
calmada seguridad y aceptación de Charles le dio paz a Sue mientras
atravesaba por su propio dolor y su sensación de pérdida. Ella me
contó que solo dos semanas antes de su muerte le había dicho que
el escuchar mi experiencia y ver el brillo positivo en mi vida había
marcado la diferencia. -Esta decidido -dijo-o Sé que voy a un
lugar mejor. Sue compartió conmigo los recuerdos de Charles, y entonces
rió y dijo: -¿No seré afortunada? Habra dos hombres
esperandome. Un día, cuando me llegue el momento, tendré a
uno de cada brazo, dos antiguos esposos que también sonhermanos en Cristo
y que pueden escoltarme por las calles de oro.
Cuando Joe, uno de mis melliws, entró en la adolescencia, decidimos
buscar un auto usado para él. Quería una camioneta, así
que buscamos hasta que encontramos una que le gustó, una Ford Ranger
1993. El nombre del vendedor era Gary Emmons, y tenía una concesionaria
de autos ya hacía años en nuestro barrio. Cuando decididos
qué camioneta compraríamos para Joe entramos a la oficina para
hacer los papeles. El señor Emmons nos dio un precio excelente y Joe
compró la camioneta. A causa de esa experiencia, se formó una
buena relación entre Gary Emmons y mi familia. Le compramos tres o
cuatro autos mas a lo largo de los años.
173
172
90 MINUTOS EN EL CIELO
TOCAR VIDAS
Gary sabía mas o menos lo que me había pasado, pero no
conocía los detalles. Era corredor de autos de carrera, ademas de
vendedor. Parecía fascinado con mi historia. Dijo que quería
oír la hisroria entera un día, pero a veces estaba muy ocupado o
tenía que irse enseguida. Un día, Joe fue a la concesionaria para
pagar una de las cuotas. Gary lo llamó: -Jamas creeras
esto -sonrió--. Sucedió algo asombroso ayer. -¿Qué
cosa? -Fui a mirar un auto que acababamos de comprar. Entré al
auto para ver si rodo funcionaba. Ya sabes, para apretar todos los botones,
escuchar cómo funciona el motor, probar el aire acondicionado, la radio
y esas cosas. Entonces, vi que había uncasete dentro del aparato de
audio. Presioné el botón de eyección. Hizo una pausa y
sonrió: -Apuesto a que jamas adivinaras qué
había en esa cinta. -No tengo idea -dijo Joe. -Era la historia de tu papa.
Habíamos comprado el auto en una subasta, así que no había
propietario a quien pudiera devolverle la cinta. Me la llevé y la
escuché. Lo único que podía pensar al terminar de
oír todo fue: Asombroso. Yo también miro hacia atras y veo
que es asombroso. Gary había querido oír mi historia, pero nunca
podíamos juntarnos para eso. -¿Cuantas posibilidades hay
de que vaya a una subasta donde venden miles de autos y luego, cuando me siente
en uno, apriete un botón y oiga hablar a tu papa? -le
preguntó a Joe. Durante varios días, creo que Gary tiene que
haberle contado a todos con los que hablaba la historia de mi accidente. Por
supuesto, ese testimonio me encantó. También he oído
muchas otras historias de cómo Dios usó mi relato.
174
Lo había grabado mientras predicaba en mi iglesia, la Primera
Iglesia Bautista de Pasadena, y lo había hecho copiar. Debo haber
repartido miles de copias. También sé que la gente copiaba su
cinta para darla a otros. Me enteré de que hubo gente que ordenó
hasta veinte copias a lo largo de los meses. Esa cinta testimonial sigue
recorriendo su camino. Muchas personas que oyeron mi historia la copiaron para
darla a gente que estaba herida a causa de un accidente, o que se
encontrabatriste porque perdió a un ser amado. Solo puedo llegar a la
conclusión de que Dios tenía un plan para que Gary Emmons
escuchara esa cinta, y se aseguró de que así fuera.
Un día, mientras caminaba por el pasillo de la Primera Iglesia Bautista
de Pasadena una mujer me detuvo. Esto no es inusual, por cierto. En realidad,
mi esposa bromea diciendo que me toma treinta minutos avanzar unos seis metros
porque siempre hay alguien que necesita preguntarme o decirme algo. Tenemos
mas de diez mil miembros, yeso es mucha gente para conocer. -Oh,
reverendo Piper. Vine expresamente a verlo. Quiero decirle algo algo que
creo que necesita oír. Por lo general, cuando alguien comienza
así, suele continuar: «Es por su propio bien», y suele no
ser algo que me gusta oír. Había otras personas conmigo y no
sabía muy bien cómo debía reaccionar. Sin embargo,
miré a la señora y percibí la urgencia en su rostro y una
profunda intensidad. Me volví a los demas y les pregunté:
-¿Les molestaría?
175
90 MINUTOS EN EL CIELO
TOCAR VIDAS
Por supuesto que dijeron que no y se retiraron. -Soy enfermera certificada, y
usted no podra creer lo que sucedió. -Me han sucedido muchas
cosas increíbles. Cuénteme. -Esto pasó en el hospital. Una
mujer cuya madre estaba muy enferma y hospitalizada pudo escuchar su casete, y
esto le cambió la vida. Ya había oído tal cosa antes, pero
no me importaba oír historias nuevas, por lo quedije: -Cuénteme
mas. -Alguien le trajo esta cinta, y la mujer no era creyente. Pero esta
persona quería que ella escuchara la cinta de todos modos. Sus amigos
habían intentado hablarle de Dios. Le habían regalado Biblias y
todo tipo de libros y panfletos, pero nada la afectaba. Decía: «No
quiero hablar de Dios, ni de religión o salvación». Aunque
tenía una enfermedad terminal no estaba dispuesta a escuchar a
ningún mensaje sobre la eternidad. Se detuvo a secar una lagrima
que asomaba y luego continuó: -Alguien le trajo el casete ese donde
usted relata su experiencia en el cielo, y le preguntó si querría
escucharlo. El amigo no insistió, sino que le dijo algo casual, como:
«Quiza encuentres útil esto. Es de un hombre que
murió, fue al cielo y volvió». La enfermera continuó
diciéndome que la mujer había dicho que quiza lo oyera si
tenía ganas. El amigo se fue. La cinta quedó junto a su cama, sin
que nadie la escuchara. Su salud pronto se deterioró tanto que los
médicos le dijeron a su hija que sería cuestión de esperar
quiza una semana o dos como mucho. La hija, que sí era creyente,
deseaba con desesperación que su madre oyera la grabación de mi
testimonio. La cinta tiene dos mensajes. El primer lado habla de los milagros
que tuvieron que
suceder para que yo viviera, y relata la oración respondida que me
permitió vivir, como he mencionado antes en este libro. El segundo lado
de la cinta cuenta cómo esel cielo. Lo titulé: «La cura
para los problemas del corazón». Esta era la parte que la hija
quería que oyera su madre. Pero la mujer se negaba: «No quiero
oír nada de eso», decía. Pasaron los días y la mujer
empeoró todavía mas. La enfermera que me lo contaba, y que
era cristiana, se dio cuenta de lo que sucedía. Después de hablar
con la hija decidió hablarle a la paciente sobre su alma, algo que no
había hecho antes. Su razonamiento le indicaba que a veces es mas
facil para un extraño o alguien no tan conocido dar un testimonio
positivo, en lugar de que lo haga un familiar. Después que
terminó su turno la enfermera entró en la habitación y
preguntó: -¿Puedo sentarme y conversar con usted unos minutos? La
mujer agonizante asintió. Con suavidad y discreción, la enfermera
le habló de la fe, la paz de Dios y la gran diferencia que Jesucristo
había marcado en su propia vida. En todo ese tiempo, la enferma no dijo
nada. La enfermera mencionó la cinta grabada: -Yo la oí, y pienso
que es algo que le gustaría conocer. ¿Quiere escucharla? La
anciana asintió, por lo que la enfermera puso la cinta en la grabadora y
se fue. Al día siguiente, la mujer le contó a su hija y a la
enfermera que había escuchado la cinta: -Me resultó muy
interesante. Estoy pensando seriamente en convertirme al Señor.
176
177
90 MINUTOS EN EL CIELO
TOCAR VIDAS
Aunque la enfermera y la hija estaban mas que felices, noquerían
presionar a la enferma. Pasaron dos días antes de que dijera: -Ahora soy
creyente. Le dijo esto a su hija y luego a la enfermera. Mas tarde, a
todo aquel que entrara en la habitación la mujer que estaba a punto de
morir le decía: -Ahora soy cristiana. He aceptado a Jesucristo como mi
Salvador y voy al cielo. A pocas horas de hacer pública su
conversión la salud de la mujer empeoró mucho. Se debatía
entre la conciencia y la inconciencia. Al día siguiente, cuando la
enfermera entró a su turno, se enteró de que la anciana
había fallecido minutos antes. La enfermera me contó todo eso y
luego dijo: -No creera lo que sucedió en esos minutos finales
mientras la mujer moría. Antes de que pudiera preguntar,
añadió: -La grabadora estaba sobre la cama, a su lado, y su hija
había puesto el lado de la cinta donde usted describe el cielo. A medida
que se le iba la vida, escuchaba su relato de cómo es el cielo. Lo
último que oyó antes de dejar este mundo para ir con Dios fue la
descripción de lo que es el cielo. Aunque intenté permanecer
estoicamente inmutable, se me llenaron los ojos de lagrimas.
-Pensé que le gustaría saber eso. -Sí -dije- y gracias por
contarmelo. Es de gran aliento para mí. Mientras la mujer les
contaba la historia a quienes estaban cerca, agradecí a Dios por haberme
traído de regreso a la tierra: «Oh, Dios, sí veo un
propósito en que me hayas hecho regresar a aquí. Gracias por
permitirme oíresta historia.
178
En cierta ocasión fui invitado a predicar en la Iglesia Bautista
Chocolate Bayou, en el sur de Houston. Me habían pedido que compartiera
la experiencia de mi muerte y mi viaje al cielo. Me encontraba
preparandome y pensando en los últimos detalles. En las iglesias
bautistas siempre hay un solista o algún tipo de música especial
justo antes de que suba el predicador invitado al púlpito. La mujer, que
no había estado en el servicio y que al parecer no sabía de qué
yo iba a hablar, entró desde una puerta lateral para cantar.
Tenía una voz bellísima y comenzó a entonar una
canción titulada «Quebrado y derramado», que trata sobre el
jarro de alabastro que la mujer usó cuando lavó los pies de Jesús.
Apenas se sentó me puse de pie y comencé a contar la historia de
mi accidente. No relacioné la canción con mi mensaje, pero
sí observé que varios fruncían el ceño y miraban a
la mujer. Después del servicio, oí que alguien le decía:
-Fue una canción interesante la del jarro quebrado y el contenido
derramado justo antes de que hablara Don. El tono con que pronunciaron la
palabra interesante en realidad quería significar falta de gusto.
-¡Oh! -dijo ella. Se veía tan impactada que me di cuenta de que no
le habían avisado de qué hablaría. Y era obvio que tampoco
había relacionado una cosa con la otra. Nuestras miradas se cruzaron y
la mujer comenzó a llorar: -Lo lamento perdóneme
-Esta bien-le dije-o En serio, esta bien -repetí antes de
retirarme. -Quebrado y derramado -dijo alguien-o Eso es lo que le pasó a
usted, ¿verdad?
179
90 MINUTOS EN EL CIELO
Al menos una docena de personas hizo comentarios similares. Algunos
suponían que lo habíamos organizado. Me detuve y miré
hacia atras. La solista estaba de pie junto al piano y lloraba. Me
excusé y fui hacia ella. -Es una bellísima canción sobre
una experiencia maravillosa. Usted no sabía de qué iba a hablar,
pero esta bien, porque no se me ocurre una canción mejor.
Sonrió agradecida, y comenzó a disculparse otra vez. -Esta
bien. En verdad, esta bien -le aseguré. Mientras me alejaba
pensé que quiza yo también había sido quebrado, y
que mi contenido se estaba derramando. Pero sonreí ante otra idea: Poco
a poco me estaba volviendo a armar.
1 UN ENCONTRAR
PROPÓSITO
Convencido de esto, sé que permaneceré y continuaré con
todos ustedes para contribuir a su jubiloso avance en la fe.
FILIPENSES
1:25
B
180
rad Turpin, un policía motorizado de los suburbios de Houston, en
Pasadena, casi perdió una pierna. Su motocicleta de policía
chocó con la parte trasera de un camión transportador de
vehículos. Se habría desangrado allí en la calle si los
paramédicos no le hubieran aplicado un torniquete. Sonny Steed, anterior
ministro de la parte educativa en nuestra iglesia, conocía a Brad
personalmente y me pidió que fuera a verlo: -Porsupuesto --dije, sobre
todo cuando me enteré de que le pondrían un fijador.
181
90 MINUTOS EN EL CIELO
ENCONTRAR UN PROPÓSITO
Llamé primero para asegurarme de que me permitiría visitarlo. No
sé por qué, pero antes de salir tomé las
fotografías de mi accidente y mi recuperación. Sonny me
llevó en auto a la casa del policía. Cuando entramos fue como
volver a entrar a la sala de mi casa otra vez. Brad estaba en una cama
ortopédica, con el trapecio colgando encima de su cabeza. Tenía
un dispositivo similar al mío, pero con modificaciones, ya que en los
doce años desde mi accidente la tecnología había mejorado.
Había otras personas allí, por lo que me senté y
comencé a conversar de cosas informales. Era agradable, pero
sabía que estaba cansado ya de ver a tanta gente. Apenas salió la
última visita, le dije: -Estas en realidad cansado de hablar con
la gente, ¿verdad? Brad asintió. -Lo entiendo. Casi sientes que
estas en exhibición. El teléfono no deja de sonar. Todos
quieren venir a verte. Asintió otra vez. -Aprecio que vengan, pero
necesito un poco de paz y tranquilidad. -Me disculpo por interrumpirte pero
Sonny me trajo porque quería hablarte de lo que puedes esperar ahora
-señalé el Ilizarov y agregué-o Yo también tuve uno
de esos en la pierna. -Oh, ¿sí? Le mostré mis
fotografías y comecé por la que me tomaron al día
siguiente de que me pusieran el marco de Ilizarov. Cada foto mostraba
elprogreso, paso a paso. Miró todas con atención y vio que yo
había estado peor que él. - y te recuperaste, ¿verdad?
-Sí. Y tú también te recuperaras. -Es bueno que
hayas podido salir adelante, pero no creo que conmigo suceda lo mismo. No
pueden darme garantías de
182
que pueda conservar la pierna. Los médicos son pesimistas yeso lo hace
mas difícil para mí. -Bueno, es que ellos son así
--dije, recordando muy bien lo que sentía en esos días-o
Prefieren pecar de ser conservadores y no despertar en ti falsas expectativas.
A meses de hoy, y ellos lo saben, podrías seguir usando este fijador y
que todo fuera bien, pero también podrías tener una
infección y perderías la pierna de todos modos. -A eso me
refiero. Es que no estoy seguro de que todo este dolor valga la pena. -La buena
noticia es que el dolor disminuira a medida que vayas mejorando. Su
esposa había entrado en la sala mientras conversabamos, y
escuchaba. -Estoy muy cansada de la falta de progreso, y nadie nos dice nada
-señaló-. Estamos pensando en cambiar de médico.
-Quiza encuentren un médico mejor -les dije-, pero esperen un poco.
Sean pacientes. Estoy seguro de que su médico esta haciendo todo
lo que puede, lo mejor. Entonces, les conté de cuando se me agotó
la paciencia: -Cuando mi médico entró a verme, yo estaba echando
chispas. Le grité: «Siéntese». El médico se
sentó y durante unos cinco minutos me quejé de todo lo que me
molestaba eirritaba. No había estado pensando en él, claro.
Estaba sufriendo, sentía dolor todo el tiempo, no podía dormir y
quería respuestas. «Estoy cansado de no saber nada. Le pregunto
durante cuanto tiempo tendré que llevar esto y me dice: 'Quiza
un mes mas, dos meses mas, tres meses mas'».
Todavía no acababa de desahogarme y estallé en otra andanada de
quejas. Terminé diciendo: «¿Por qué no puede darme
una respuesta directa?»
183
90 MINUTOS EN EL CIELO
ENCONTRAR UN PROPÓSITO
«Entonces el médico bajó la cabeza y dijo con suavidad:
'Estoy haciendo todo lo que puedo, mi mejor esfuerzo. No conozco las
respuestas y por eso no puedo darselas'. 'Es que yo quiero
'. 'Sé lo que quiere, pero esta no es una ciencia exacta.
Estamos reinventando la rueda. No tenemos demasiada experiencia en esta
area, y todo esto es nueva tecnología para nosotros. Hacemos todo
lo que podemos, nuestro mejor esfuerzo'». Cuando les conté a
Brad y su esposa sobre este incidente, añadí: -Por favor, sean
pacientes con su médico. Él no puede darles respuestas que no
tiene. También les dira qué hacer y los cargara con
prescripciones. Tendra que indicarte mucha terapia y ustedes
tendran que aprender cómo lidiar con esto, con todo esto.
-Sí, lo sé -dijo él- pero ya no puedo controlar mis
emociones. Soy policía. He visto cosas realmente feas, duras y
difíciles. Pero encuentro que me estoy quebrando emocionalmente.
¿Sabe a qué merefiero? -En lo absoluto. Quiébrate y llora.
Te sucedera varias veces. -Siento que estoy incapacitado para controlar
las cosas. -¡Es que estas incapacitado! Brad me miró
fijamente. -Piensa en esto. ¿Hay algo que puedas controlar? Nada. -Ni
siquiera puedo asearme cuando voy al baño. -Así es. Eres un
inútil ahora. No hay nada que puedas hacer o controlar. -Antes de esto,
levantaba pesas y hacía físico-culturismo -dijo-o Tenía un
físico increíble. -No lo dudo -podía ver que había
sido un hombre fuerte y musculoso-o Pero ahora ya no tienes eso. Quiza
algún día vuelvas a tener un cuerpo escultural, pero la incapacidad
de
levantarte y hacer lo que hacías antes hara que cambies.
Preparate a cambiar. Perderas peso, tus músculos se
atrofiaran. Ya no puedes controlar tu cuerpo como lo hacías
antes. Era evidente que su esposa también sentía todo el
estrés y estaba a punto de llorar. -Es que uno se siente muy mal, aun
con la medicación. No sé qué hacer. -Puedo sugerirles un
par de cosas. Ante todo, manejen las visitas y las llamadas telefónicas.
No hace falta que dejen venir a todos cuando quieran -les dije-o Sean firmes.
Si permiten que vengan todos, se cansaran al intentar ser amables. Sus
amigos lo entenderan. Luego me volví hacia Brad.
-Preparate para toda tu terapia, porque tendras que hacer todo
tipo de cosas difíciles. Hazlas si es que quiere volver a caminar.
Sé paciente, porque te llevara mucho tiempo.Probablemente, una de
las mejores cosas que puedo decirte es esta: No intentes actuar como el Llanero
Solitario. Hice una breve pausa y casi sonreí porque recordé
cómo había sido mi propia recuperación. -Avisa
cuando te duele y explica cómo pueden ayudarte, en especial a las
personas en quienes confías. Díselos para que puedan hacer cosas
por ti. Permíteles que oren por ti. Hay mucha gente buena que viene y
querran traerte una torta, cocinar tu comida favorita o hacer algo para
ayudarte. Permíteles expresar su amor y amistad. Después de
hablar durante unos minutos me levanté para irme. Anoté mi
número de teléfono. -Llamame. Si no puedes dormir a las
tres de la mañana, o estas enojado, llamame. Te
escucharé. Te entenderé porque puedo
184
185
90 MINUTOS EN EL CIELO
ENCONTRAR UN PROPÓSITO
hacerlo. Esta es una fraternidad muy pequeña y ninguno entró en
ella por voluntad propia. Antes de que saliera, Brad me dijo: -No puedo
expresar cuanto aprecio que hayas venido. Que me visite alguien que
conoce este dolor es algo que me ayuda mucho. Eres la primera persona que
conozco que entiende lo que es vivir con dolor las veinticuatro horas del
día. -Esto de visitar a la gente que esta como estaba yo no es
algo que me haya propuesto -le dije-o No obstante estoy dispuesto a hacerlo.
Quiero ayudar pero tendras que hacer el esfuerzo de llamarme. Recuerda,
no intentes salir adelante a solas. La esposa de Bradme acompañó
hasta el auto y me dijo: -Mi esposo precisaba esto. En público intenta
ser una fuente de fortaleza y sonar positivo. En los momentos tranquilos
esta muy frustrado y emotivo, y se quiebra. En realidad me preocupa.
Nunca en nuestra vida juntos le he visto así. -Yo recuerdo que mi esposa
trabajaba duro todo el día como maestra de escuela y luego venía
por las noches -le dije-o Acompañalo. Mejorara. Le
conté de cuando estuve en mi peor momento, y de cómo Eva
había intentado alentarme diciendo algo así como: «Dale
tiempo. Vas a estar bien». Yo había explotado, lleno de ira y frustración.
«¿Qué es lo que te hace pensar que estaré bien?
¿Cuales son mis posibilidades? Nadie puede decirme eso. Nadie
puede prometérmelo». Debo darle el crédito a Eva porque no
discutió conmigo. Me abrazó. Yo lloré. Nunca antes
había hecho eso en su presencia. Después que le conté esa
historia a la esposa de Brad, dije: -Debes estar preparada para los cambios en
tu vida y en la de Brad. Él no puede controlar sus emociones, pero no lo
tomes
como un ataque personal cuando grite. Es el dolor y la frustración. No
es contra ti. Nos saludamos con un apretón de manos y agregué:
-Por favor, no dudes en llamarme si me necesitan. Aliéntalo para que me
llame. Después de eso, vi a Brad unas cuatro o cinco veces. Semanas mas
tarde, cuando pudo salir de la casa con su andador, lo vi en un restaurante. Me
acerqué a su mesa y mesenté: -¿Cómo vas? -le
pregunté. -Bien. En realidad bien. Me agradeció por haber ido a
verlo en uno de sus peores momentos. Todavía no estaba del todo bien,
pero se veía mucho mas saludable. Cuando me dio la mano y la
sostuvo durante un rato supe que era su manera de expresar el aprecio que no
podía explicar con palabras. Me sentí agradecido con Dios por
haberme permitido ayudar a Brad en su momento de oscuridad.
Unos dos años después de mi accidente me enteré de que
Chad Vowell había tenido un muy grave accidente automovilístico.
Había sido miembro de nuestro ministerio de jóvenes en South Park
y sus padres eran de los que mas nos apoyaban en la iglesia. Su madre,
Carol, estaba en la comitiva que venía a mi habitación del
hospital con otras personas para planificar los retiros de los jóvenes.
Yo no había ayudado mucho, pero había sido su forma de hacerme
sentir útil, necesitado. Chad había sido un destacado jugador de
fútbol y pertenecía a nuestro grupo de jóvenes. Eso fue
casi un año antes de que fuera a la universidad.
187
186
90 MINUTOS EN EL CIELO
ENCONTRAR UN PROPÓSITO
Cuando llamé a su madre, me dijo que habían llevado a Chad en
helicóptero al Hospital John Sealy de Galveston. Yo no tenía idea
de lo grave que estaba hasta que me dijo: -El informe dice que se
destrozó la pierna y le pusieron un fijador. Cuando oí la palabra
fijador, supe que tenía que ir a verlo. Habría ido detodos modos
porque era miembro de South Park. Pero la palabra fijador le dio una urgencia
adicional a mi visita. Cuando entré a su habitación Chad
yacía allí en la cama, deprimido y obviamente sin ganas de
hablar. No era el Chad que yo conocía. Antes, siempre se alegraba de
verme y su rostro se iluminaba al reconocerme. Pero esta vez, aunque
reconoció mi presencia, no hizo esfuerzo alguno por conversar conmigo.
-¿Estas bien? ¿Estaras bien? -le pregunté, y
luego miré su pierna-o Veo que te pusieron un fijador. -Sí,
así es -dijo. -Chad, ¿recuerdas cuando tuve el accidente? Eso es
lo mismo que me pusieron a mí. -¿De veras? -por primera vez
mostró interés. No sé si nunca había visto el
mío o si no lo recordaba. Me acerqué un poco y dije: -Nada
mas recuerda esto: Sé lo que se siente al tener uno de esos. Su
pierna estaba destrozada en la parte inferior. Y como allí hay dos
huesos, es menos difícil la sanidad. Luego supe que su pronóstico
era muy bueno. Pude hablar con ese muchacho, tomarlo de la mano y orar con
él de manera que viese que me identificaba con su sufrimiento. Por
primera vez, tuvo la sensación de que podía esperar algo bueno
con su tratamiento. Hasta entonces, como me sucedió a mí
después del accidente, nadie le daba información
específica. Y como yo, se sentía enojado y deprimido. -El dolor
durara mucho tiempo y la recuperación parecera eterna,
pero te mejoraras. Recuerda eso nada mas:Mejoraras. Y
así fue.
El cancer se llevó a Joyce Pentecost una semana antes de que
cumpliera treinta y nueve años. Yo la amaba mucho. Estaba casada con
Eddie, uno de los hermanos de Eva, y dejó dos niños pelirrojos
muy hermosos: Jordan y Colton. Joyce no solo era una de las personas mas
vivaces que conocí, y una excelente cantante ademas, sino que
iluminaba una habitación con su sola presencia. Casi nunca interpretaba
una sola canción, sino que parecía seguir la tradición de
Ethel Merman. Me sentí honrado de poder hablar en el servicio en su
memoria realizado en la Primera Iglesia Bautista de Forrest City, en Arkansas.
Mas de seiscientas personas llenaban el auditorio. Debido a que Joyce
había grabado varios discos de música cristiana nos dejó
un legado. Esa tarde soleada, oímos a Joyce cantar su propia
bendición. Luego de la música su padre, el reverendo Charles
Bradley, dio un mensaje de esperanza y salvación. Nos dijo a todos:
«Hace años Joyce y yo hicimos un pacto. Si me iba primero, ella
cantaría en mi funeral. Y si ella se iba antes, yo hablaría en el
suyo. Hoy estoy cumpliendo la promesa que le hice a mi hijita». Ese
momento, quedó grabado dentro de mí. Hubo sonrisas de melancolía,
y también lagrimas, pero no creo que nadie haya sentido enojo o
desesperanza.
188
189
90 MINUTOS EN EL CIELO
ENCONTRAR UN PROPÓSITO
Después que el padre de Joyce terminó su mensaje, fue mi turno
parahablar. «Algunos hoy se preguntaran: '¿Cómo
pudo morir Joyce?'», comencé. «Pero yo diría que
debiéramos preguntarnos en cambio: '¿Cómo
vivió Joyce?' Vivió bien, amada. Vivió muy
bien». Les dije entonces que Joyce era un cometa pelirrojo que
pasó raudamente por el escenario de la vida, que vivió y
amó haciendo feliz a mucha gente, que había sido una amiga
dedicada, una hija ideal, una tía que mimaba a sus sobrinos, una dulce
hermana, una madre amorosa y una esposa maravillosa. Admití que no
tenía respuesta para la pregunta que penetraba en muchos corarones ese
día: ¿Por qué? «Hay consuelo allí donde no
hay respuestas», dije. «Joyce creía con firmeza que si
moría, al instante estaría con Dios. Creía que si
vivía, Dios estaría con ella. Esa era la razón de su vida.
Esa puede ser también nuestra razón para seguir adelante».
Concluí compartiendo un momento personal. La última
conversación larga que tuve con Joyce antes de que volviera a casa del
hospital fue sobre el cielo. Jamas se cansaba de oírme describir
mi viaje al cielo, así que «fuimos de visita» allí
por última vez. Hablamos de los angeles, de la puerta y de
nuestros seres queridos (la madre de Joyce había muerto de
cancer). Ella siempre quería que le describiera la música,
y nuestra última conversación no fue distinta a las demas.
«Hace solo unos días», le dije a la congregación,
«creo que Dios estaba sentado tras esas puertas y les dijo a los
angeles:'Lo que necesitamos aquí es una buena soprano
pelirroja'. Entonces, los angeles exclamaron: '¡Sera
Joyce Pentecost!' Dios mandó a buscar a Joyce y ella respondió
al llamado. Ahora esta cantando con las huestes angelicales. Joyce
Pentecost esta ausente en cuerpo, pero presente con el
Señor».
190
Mis palabras de cierre fueron una pregunta: «¿Se puede perder a
alguien cuando uno sabe dónde esta?» Tenía treinta y
ocho años cuando morí en ese accidente. Joyce tenía la
misma edad cuando le diagnosticaron cancer. Yo sobreviví a lo que
me pasó. Joyce no. Pero sé esto: porque pude vivir lo que es el
cielo, también pude prepararla a ella y a sus seres queridos para lo que
vendría. Y ahora, estoy preparandolo a usted.
Muchas veces desde mi accidente he deseado que me hubiese visitado en el
hospital alguien que hubiera pasado ya por el sufrimiento de tener puesto un
fijador durante meses. Cada vez que oigo que alguien tiene puesto un fijador,
intento ponerme en contacto. Y cuando hablo con quienes sufren enfermedades a
largo plazo intento ser sincero por completo. No hay una forma facil de
pasar por ese proceso de recuperación, y necesitan saberlo. Debido a que
yo pasé por eso puedo decírselos (y me escuchan). Les digo que
aunque llevara mucho tiempo con el tiempo mejoraran.
También les hablo de algunos de los problemas que enfrentaran a
corto plazo. Mis visitas a Chad, Brad y a otros también me recuerdanque
Dios sigue teniendo un propósito para mí en la tierra. Durante
ese largo período de recuperación a veces añoré el
cielo. Al mirar en retrospectiva, sin embargo, puedo ver cómo las
experiencias personales que compartí con otros fueron el suave
tirón que me trajo de vuelta a la tierra. Ahora puedo decir:
«Cuando Dios esté listo para llevarme, lo hara».
Mientras tanto, intento ofrecer a los demas todo el consuelo posible.
191
90 MINUTOS EN EL CIELO
y como a mí, cuando otras víctimas ven el fijador puesto en
su pierna y sobre todo cuando comienzan a sentir el dolor y la
frustración por no poder moverse, la depresión les sobreviene.
Esto se debe a que no tienen idea de lo que sucedera después. Y
aunque los médicos intenten reconfortarlos en cuanto a su
recuperación, les duele demasiado como para poder recibir consuelo de
parte de sus doctores. Sin embargo, a veces, los pacientes pueden tener falsas
expectativas sin querer, y piensan: «Esto pasara pronto».
Les digo: «Pasara, sí, pero no sera pronto. Este es
un compromiso a largo plazo y no hay forma de apurar el proceso. Cuando uno
tiene lesiones de esta magnitud, no hay una salida facil ni un atajo.
Hay que vivir con esto por ahora».
~ ANORANZAS
HOGAR
17 DE MI
Podría compartir otras historias, pero estas son las experiencias que me
permiten salir adelante en mis propios momentos de oscuridad. Encontré
de nuevo el propósito para mivida. Sigo anhelando volver al cielo, pero
por ahora, pertenezco a este lugar. Estoy cumpliendo mi propósito aquí
en la tierra.
A causa de la esperanza reservada para ustedes en el cielo. De esta esperanza
ya han sabido por la palabra de verdad, que es el evangelio.
COLOSENSES 1: 5
na de mis historias favoritas es la de una niñita que salió de su
casa y su madre no sabía a dónde había ido. Cuando se dio
cuenta de que la niña no estaba, se preocupó porque algo malo le
hubiera sucedido. La llamó por su nombre varias veces desde el porche
del frente de la casa. Casi de inmediato, la niñita vino corriendo desde
la casa vecina. Su madre la abrazó, le dijo que se había
preocupado, y luego preguntó: -¿Dónde estabas? -Estaba con
el señor Smith, el vecino de alIado.
U
192
193
90 MINUTOS EN EL CIELO
AÑORANZAS DE MI HOGAR
-¿Por qué fuiste? -Porque su esposa murió y él
esta muy triste. -Oh, lo lamento mucho. No lo sabía. ¿Y
qué hacías? -Solo lo ayudé a llorar. En cierta forma, eso
es lo que yo hago. Compartir mis experiencias es mi forma de llorar con otros
que estan sufriendo.
He descubierto que una de las razones por las que puedo consolar a quienes se
enfrentan a su propia muerte o a la de un ser querido es porque he estado
allí. Puedo darles la seguridad de que el cielo es un lugar de gozo
indescriptible, incomparable con cualquier otra cosa. Sin la menor duda,
sé que el cielo esreaL Es mas real que cualquier otra cosa que
haya vivido en mi vida. A veces digo: «Piensen en lo peor que les ha
pasado, en lo mejor que les ha ocurrido, y en todo lo que hay en el medio. El
cielo es mucho mas real que cualquiera de esas cosas». Desde mi
regreso a la tierra tengo plena conciencia de que todos nosotros estamos en un
peregrinaje. Al final de esta vida, donde sea que vayamos -al cielo o al
infierno- la vida sera mas real que esta que estamos viviendo.
Jamas había pensado esto antes de mi accidente, por supuesto. El
cielo era un concepto, algo en lo que creía, pero no pensaba muy a
menudo en ello. En los años posteriores a mi accidente, he pensado
reiteradas veces en la última noche en que Jesús estaba con sus
discípulos antes de su traición y crucifixión. A horas
nada mas de iniciar su viaje al cielo se sentó con sus
discípulos en el aposento alto. Les
pidió que no se perturbaran y que confiaran en él. Luego les dijo
que se iría y agregó: «En el hogar de mi Padre hay muchas
viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy
a prepararles un lugar. Y si me voy y se lo preparo, vendré para
llevarmelos conmigo. Así ustedes estaran donde yo
esté» Ouan 14:2-3). Nunca lo había notado antes, pero aquí
Jesús usa dos veces palabras que se refieren a una ubicación:
vivienda y lugar. Quiza esto para muchos no tenga un gran significado,
pero yo pienso en ello a menudo. El cielo es unlugar, literalmente un lugar, y
puedo dar testimonio de que lo conozco. He estado allí. Sé que es
real. Desde mi accidente, he sentido con mayor intensidad y profundidad que
antes. Un año en una cama de hospital lograra eso mismo con
cualquiera, pero esto fue mucho mas que eso. Esos noventa minutos en el
cielo me dejaron una impresión tan grande que jamas
volveré a ser la persona que era. Nunca mas volveré a
estar conforme y contento por completo aquí, porque vivo anticipando lo
otro. Experimenté mas dolor del que pensé que pudiera
soportar un ser humano y todavía vivo para contarlo. A pesar de todo lo
que me pasó durante esos meses de dolor continuo sigo sintiendo la
realidad del cielo, mucho, mucho mas de lo que sentía el
sufrimiento que debí soportar. Debido a que soy una persona muy activa y
no suelo aminorar el ritmo, muchas veces he considerado que necesito explicar
por qué no hago ciertas cosas. Cuando estoy vestido, la mayoría
de las personas no se dan cuenta de que tengo discapacidades. Sin embargo, ante
una actividad que este cuerpo reconstruido no puede hacer (y la gente a veces
se sorprende de lo sencillas que son tales acciones), recibo respuestas
extrañas.
194
195
90 MINUTOS EN EL CIELO
AÑORANZAS DE MI HOGAR
-Es que te ves tan saludable -dicen algunos-o ¿Qué es lo que te
pasa? En ocasiones, cuando sigo a alguien que baja las escaleras (una
experiencia dolorosa para mí)oyen cómo crujen mis rodillas.
-¿Eres tú el que hace ese horrible ruido? -preguntan. Yo
sonrío y respondo: -Sí. Es ridículo, ¿verdad? Mi
relativa movilidad es engañosa. Puedo moverme mas de lo que
alguien imaginaría que podría. Pero sé, aunque no se note,
que estoy bastante limitado. Trabajo duro para caminar bien porque no quiero
llamar la atención. Ya me miraron bastante cuando tenía puesto el
fijador. Intento verme y actuar de forma normal y sigo esforzandome. Esa
es la forma en que lucho con mis debilidades. He aprendido que si me mantengo
ocupado, y en especial ayudando a otros, no pienso en mi propio dolor. Es algo
extraño, pero mi dolor es su propia terapia. Tengo la intención
de seguir adelante hasta que ya no pueda mas. Somos víctimas de
nuestra invención del tiempo humano, y tenemos que pensar en
términos de tiempo, porque así es nuestro sistema. Y aquí
quiero destacar algo. Mi inclinación humana es pensar qué hace mi
comité de bienvenida durante estos años que estoy de vuelta en la
tierra. Y mientras lo pienso, no creo que mi comité de bienvenida diga:
«Oh, no. No se quedara». Ellos siguen allí junto a la
puerta. Esperando. Para ellos el tiempo no pasa. Todo es eterno ahora aunque
no pueda expresarlo con palabras. Aunque pasen diez, treinta años o
mas, en el cielo sera solo un instante hasta que regrese
allí.
No es que desee morir. No soy suicida. Pero sí todos los días
pienso enregresar. Anhelo regresar. Sé con toda certeza que
volveré según los tiempos de Dios. Ahora añoro ese momento
con ansias. No le tengo miedo a la muerte en lo absoluto. ¿Por
qué temería? No hay nada qué temer y solo hay gozo
esperandome. He señalado antes que cuando recuperé la
conciencia en la tierra me invadió una amarga desilusión. No
quería volver pero esto no dependía de mi decisión.
Durante mucho tiempo, no acepté que Dios me hubiera enviado de vuelta. Y
aun en mi desilusión sabía que él tenía un
propósito en todo lo que pasó. Había una razón por
la que fui al cielo y un propósito en mi regreso. Con el tiempo comprendí
que Dios me había dado una experiencia especial, un vistazo de lo que
sera la eternidad. Aunque añoro mi hogar, estoy preparado para
esperar a que llegue el llamado final.
Habiendo pasado por treinta y cuatro cirugías y tantos años de
dolor pude también ver la verdad en las palabras de Pablo a los
Corintios: «Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos
consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de
Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que
sufren» (2 Corintios 1:3-4). Mientras esté aquí en la
tierra Dios sigue teniendo un propósito para mí. Saber eso me
permite soportar el dolor y mis incapacidades físicas.
196
197
90 MINUTOS EN EL CIELO
Sinembargo, en mis momentos mas oscuros, recuerdo una de las
líneas de una antigua canción: «Todo valdra la pena
cuando veamos a Jesús». Sé que así sera.
18 LOS «POR QUÉS»
Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces
veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces
conoceré tal y como soy conocido.
1 CORINTIOS 13: 12
M
198
uchas veces, he visto gente en la televisión que dicen haber tenido
experiencias cercanas a la muerte (ECM). Confieso que me fascinaron sus
relatos, pero debo admitir que soy escéptico. En realidad, muy
escéptico. Antes y después de que hablaran siempre pensé:
Probablemente fue algo en su cerebro. O quiza había algo en su
banco de memoria que volvieron a experimentar. No dudé nunca de su
sinceridad. Ellos querían creer en lo que decían. He visto muchos
programas en vivo y leí sobre víctimas que murieron y fueron
resucitadas de forma heroica. Sus relatos a
199
90 MINUTOS EN EL CIELO
LOS «POR QlJÉS»
menudo me parecieron demasiado ensayados y tan similares que perturban, como si
una persona copiara la historia de la última. Un individuo que
afirmó haber estado muerto durante mas de veinticuatro horas
escribió un libro y dijo que había hablado con Adan y Eva.
Algunas de las cosas que supuestamente le dijo esa primera pareja de humanos no
tienen nada que ver con lo que esta escrito en la Biblia. A pesar de
miescepticismo, el cual siento todavía hoy en torno a muchos de esos
testimonios, jamas cuestioné mi propia muerte. En realidad, fue
algo tan poderoso, tan transformador, que no pude hablar con nadie hasta que
David Gentiles logró sacarme la información casi con un
tirabuzón dos años después del accidente. He visto las
investigaciones en torno a las ECM y pensé en ellas con frecuencia a 10
largo de los años. En diciembre de 2001, el Lancet, publicado por la
Sociedad Médica Britanica, informó los resultados de su
investigación en torno a las ECM. La mayoría de los científicos
y expertos médicos habían descartado estos sucesos
dramaticos como deseos o desvaríos de la mente a causa de la
falta de oxígeno. Este estudio científico realizado en los
Países Bajos es uno de los primeros. En lugar de entrevistar a quienes
informaban haber pasado por una ECM, siguieron a cientos de pacientes que
habían sido resucitados después de sufrir una muerte
clínica es decir, después que sus corazones habían
dejado de latir. Esperaban que este método les brindara relatos
mas exactos al documentar las experiencias mientras sucedieron, en lugar
de fundamentarlas en recuerdos mucho tiempo después de la
resucitación. Los resultados fueron que un dieciocho por ciento de los
pacientes en el estudio hablaba de recuerdos del momento en
que habían estado clínicamente muertos. Entre un ocho y un doce
por ciento informaban lasexperiencias ECM comúnmente aceptadas, como ver
luces brillantes, pasar por un túnel, y hasta cruzar al cielo y hablar
con parientes o amigos fallecidos. Los investigadores llegaron a la
conclusión de que las experiencias cercanas a la muerte o ECM son
meramente «algo que todos quisiéramos creer con
desesperación que es verdad».l Por otra parte, otros
investigadores llegaron a conclusiones basadas en un estudio de trescientas
cuarenta y cuatro personas (de entre veintiséis y noventa y dos
años) que habían sido resucitadas. La mayoría fue
entrevistada dentro de los cinco días posteriores a la experiencia. Los
investigadores volvieron a contactarlos dos años mas tarde, y
luego de nuevo a los ocho años de esto. Ellos descubrieron que las
experiencias no se correlacionaban con ninguno de los parametros de
medición psicológica, fisiológica o clínica es
decir, que las experiencias no tenían relación con los procesos
del cerebro que esta muriendo. La mayoría de los pacientes
tenía una excelente capacidad de recordar los sucesos, lo cual
según los investigadores da por tierra con la idea de que los recuerdos
eran falsos. Lo que mas me importa es que quienes pasaron por tales
experiencias informan de cambios marcados en su personalidad. Ellos perdieron
el miedo a la muerte. Se hicieron mas compasivos, generosos, amorosos.
El estudio en realidad no mostró nada en cuanto a que las ECM sean
verdaderas. Como ha sido elcaso antes de que se realizaran estos estudios, un
grupo creía que las ECM son solo estados psicológicos de alguien
que esta muriendo, mientras que el otro grupo sostenía que la
evidencia respalda la validez de las
200
201
90 MINUTOS EN EL CIELO
LOS «POR Q!)ÉS»
ECM, sugiriendo que los científicos revisen las teorías que descartan
las experiencias extracorporales. No tengo la intención de tratar de
encontrarle la solución a este debate. Solo puedo contar lo que me
pasó a mí. No importa lo que me digan o no los investigadores, yo
sé que fui al cielo. He dedicado una inmensa cantidad de tiempo a pensar
por qué sucedió, en lugar de concentrarme en qué
pasó. He llegado a una sola conclusión: Antes de morir en un
accidente automovilístico era escéptico en cuanto a las ECM.
Simplemente, no veía cómo alguien podía morir, ir al
cielo, y volver para contarlo. Jamas dudé de la muerte, de la
realidad del cielo, o de la vida después de la muerte. Pero sí
dudaba de las descripciones de los relatos de las ECM. Estas hisrorias me
parecían muy ensayadas, todas muy similares. Entonces morí, fui al
cielo Yvolví. Solo puedo contar lo que me pasó a mí. Ni
por un instante se me ha ocurrido creer que fue una mera visión, un caso
de cables cruzados en el cerebro, o el resultado de cosas que oí antes.
Sé que el cielo es real. Estuve allí y volví. Así
que todo se resume a esto: Hasta que un simple mortal mueradurante un
período de tiempo considerable y luego vuelva a vivir con una evidencia
irrefutable de que hay vida después de la muerte, las ECM
seguiran siendo una cuestión de fe, o al menos, conjeturas. Pero,
como dice uno de mis amigos: «¿Qué hay de nuevo?»
Después del servicio, fuimos a su casa. En un momento en que Eldon y yo
estabamos a solas, me dijo: -Me enojé la primera vez que
compartiste la historia de tu viaje al cielo. Yo no tenía idea de que
hubiera sentido enojo. -Terminaste diciendo que nunca deseaste volver a la
tierra. Asentí, sin saber hacia dónde se dirigía la
conversación. -No entendí entonces. Pero hoy sí puedo
entenderlo. Cuando te oigo hablar de la belleza del cielo comprendo un poco
mas por qué estarías dispuesto a separarte de mi hija y
mis nietos durante un tiempo. Pues sabes, de veras, que volveran a
umrse. -Sin duda alguna -dije. La revelación de Eldon me tomó con
la guardia baja. Claro que tenía razón. Tuve el privilegio de bautizar
a mis hijos y de ver bautizada a mi esposa también. Sabía que la
fe de ellos era sincera. Por fe, sabía que serían residentes del
cielo algún día. Y separarme de ellos jamas cruzó
por mi mente mientras estuve en el cielo. Los que estan en el cielo sencillamente
no estan conscientes de quiénes no estdn allí. Pero
sí saben quién vendra. y todavía hoy puedo decir
con sinceridad que desearía haberme quedado en el cielo, pero sé
que mi momento no eraese. Si hubiera sabido que me esperaban dos semanas en la
UeI, un año en el hospital, y treinta y cuatro operaciones al dejar el
cielo, seguro habría estado todavía mas desesperanzado
desde el principio. Sin embargo, no estaba en mí la decisión, y
volví con el sonido de una voz que oraba, de botas que pisaban el vidrio
hecho añicos, y de las Mandíbulas de la Vida que abrían
los hierros apretados de mi auto destruido.
Compartí mis experiencias una vez con una congregación grande en
la que se encontraban los padres de mi esposa, Eldon y Ethel Pentecost. Ellos
me han respaldado siempre e hicieron grandes sacrificios durante mi accidente y
la larga recuperación.
202
203
90 MINUTOS EN EL CIELO
LOS «POR Q!)ÉS»
Hay una pregunta que sigue ocupando mi mente: ¿Por qué? y tiene
varias versiones: ¿Por qué morí en el accidente de auto?
¿Por qué tuve ese singular privilegio de ir al cielo? ¿Por
qué se me permitió un vistazo del cielo para luego hacerme
volver? ¿Por qué casi muero en el hospital? ¿Por
qué permitió Dios que viviera en constante dolor desde el 18 de
enero de 1989? La respuesta es corta: No 10 sé. y sin embargo, ese por
qué sigue siendo el cuestionamiento humano mas consumado. Por
naturaleza, somos curiosos. Queremos saber. Después de todos estos
años todavía no me resulta facil contar lo sucedido.
Varias veces intenté escribirlo y no pude. Por eso le pedí a mi
amigo Cec Murphey que meayudara con este libro si dependiera de mí
jamas 10 habría escrito. El trauma emocional de revivir todos los
sucesos es demasiado para mí. Solo contando con alguien mas que
10 escribiera me ha sido posible pasar por esto. Todavía no sé
por qué pasan estas cosas. Pero sí sé que Dios esta
conmigo en los momentos mas oscuros de mi vida. Ademas de
preguntar por qué hay otras preguntas. Creo que es mas importante
que piense en ellas. ¿Quiso Dios que conociera el dolor real para que
pudiera entender el dolor de mi prójimo? ¿Qué es 10 que
Dios quiso que aprendiera de todas mis experiencias, de mi muerte y de mi larga
recuperación?
204
¿De qué manera pueden mis experiencias beneficiar mas a mi
prójimo? Después de tantos años, todavía no
encuentro respuesta tampoco para la mayoría de estas preguntas.
Aprendí varias cosas y veo que Dios sigue teniendo razones para
mantenerme con vida en esta tierra. Quiza nunca llegue a conocer sus
razones, y por cierto él no tiene la obligación de
explicarmelas. Aunque no tengo respuestas a muchas de mis preguntas,
tengo paz. Sé que estoy donde Dios quiere que esté. Sé que
estoy haciendo el trabajo que Dios me encargó. Encuentro consuelo en una
historia registrada en el Evangelio de Juan. Un hombre que había nacido
ciego conoce a Jesús y es sanado. Entonces corre por ahí,
alabando a Dios, pero su sanidad es algo que molesta a los líderes
religiosos que han estadointentando apartar a la gente de Jesús. Interrogan
al hombre que era ciego buscando obligarlo a admitir que Jesús es un
pecador (es decir, un fraude). El hombre dice con sabiduría: «Si
es pecador, no lo sé '' Lo único que sé es que yo era
ciego y ahora veo» Guan 9:25). De la misma manera algunos quiza no
crean en mi relato. Podran pensar que fue el cumplimiento de algo que
deseé y que se concretó en el momento de un trauma severo. No
tengo que defender . ' mI expenencla. Sé lo que me pasó.
Para quienes tenemos fe en la realidad del cielo no hace falta evidencia.
Sé lo que viví. Creo que Dios me permitió vislumbrar lo
que sera la eternidad en el cielo. También creo que parte de la
razón por la que sigo vivo, como ya dije, es que la gente oró.
Dick Onerecker oró para que volviera a la vida y sin daño
cerebral. David Gentiles y otros oraron para que Dios no me llevara al cielo
justo entonces.
205
90 MINUTOS EN EL CIELO
Estoy aquí. Estoy vivo, y es porque los propósitos de Dios
todavía no se han cumplido en mi vida. Cuando Dios haya terminado
conmigo, volveré al lugar que añoro. Ya tengo hecha mi reserva en
el cielo y volveré algún día para quedarme para siempre.
Es mi oración que pueda verlo allí también.
NOTAS
Capítulo 4
l. Lo que se llama comúnmente «Mandíbulas de la Vida»
es una marca de herramientas comercializada por la HurstJaws ofLife Company. El
término hace referencia a diversasherramientas hidraulicas a
pistón conocidas como cortadoras, separadoras y martillos que se usan
para forzar la apertura de lugares donde han quedado víctimas atrapadas
después de un accidente de transito. 2. «Oh, qué
amigo nos es Cristo», traducción del himno escrito por Joseph
Scriven en 1855, disponible en https://www.selah.com.ar/new/verrecurso.asp?
CodigoDeItem=1887, acceso 5-4-06.
Capítulo 18
l. Pim van Lommel, Ruud van Wees, Vincent Meyers, Ingrid Elffench,
«Near-death Experience in Survivors of Cardiac Arrest: A Prospective
Study in the Netherlands», Lancet358, no 9298, diciembre 15,2001, pp.
2039-45.
206
207
Don Piper se ordenó como ministro en 1985 y ha servido en
diversas posiciones como personal de la iglesia, incluyendo seis años
como pastor principal. Él y su esposa Eva viven en Pasadena, Texas, y
tienen tres hijos adultos. Don ha aparecido en diversos programas seculares y
cristianos, de radio y televisión, y le han entrevistado innumerables
veces para publicar artículos en periódicos y revistas. Escribe
una columna semanal en un periódico y cada semana predica y lidera
conferencias y retiros en diversas regiones de los Estados Unidos y otros
países. Para contactar a Don escribir a: donpiperministries@yahoo.com
Política de privacidad
Música |
|
Salsa, Hip hop, Tap, Ballet, Danza arabe, Bhangra, Estilo libre |
El Matadero |
Beatles - los comienzos, beatlemanía, estrellas de cine |
5 oficios de la musica - director de orquesta, ingeniero en sonido |
Historia de la música afro-peruana |
Baile Moderno - concepto de la danza moderna - Las características distintivas de la danza moderna |
Beauty and a beat - Young Money, Nicki Minaj, Shatennnnn |
Bboy - El area principal de celebración |
Cancion de un tema especifico - CORO |
CANTO A BOLIVAR - 1ero de Bachillerato |
|
|
|
|
|
|